El Guion Cinco Preguntas - Simon Feldman
El Guion Cinco Preguntas - Simon Feldman
El Guion Cinco Preguntas - Simon Feldman
Simón Feldman
¿QUÉ ES?
Esta es una pregunta cuya respuesta parece sencilla: el guión es un
texto en forma de libro, que sirve como documento inicial para la fil-
mación de una película o para la grabación de un programa televisivo.
En el lenguaje corriente se lo llama indistintamente “argumento”,
“libro cinematográfico” o más simplemente “libro” y se acepta que
allí se describe el tema a realizar con la mayor cantidad de detalles
posible, incluyendo diálogos, textos y acotaciones para la banda sonora.
Se lo ve en manos de actores, directores y técnicos que lo consultan
durante los trabajos preparatorios y luego en el rodaje, la sonorización
y el montaje.
Pero todo esto, que resulta suficiente para una apreciación de índole
general, comienza a complicarse cuando se encara la tarea concreta
de redactar un guión.
En ese momento se advierte que esa apreciación global oculta un
mundo complejo y difícil de abordar, con tropiezos, dificultades e in-
terrogantes que se ahondan a medida que se avanza en el trabajo y
que, a menudo, semejan vallas infranqueables cuando no se dispone
del conocimiento de las herramientas que hacen posible un cierto do-
minio del lenguaje.
Estas dificultades están comprendidas en las observaciones regis-
tradas por muchas escuelas de cine y televisión. Una y otra vez se oye
decir a sus directivos, a sus pedagogos y a sus alumnos que lo más di-
fícil de enseñar –y aprender– es la realización de guiones.
Pero antes de entrar a analizar la naturaleza de esas dificultades
podemos responder a la pregunta inicial de la manera más simple po-
sible diciendo: un guión es la descripción, lo más detallada posible, de
la obra que va a ser realizada. Puede ser bueno, malo o regular, pero
no es la obra en sí misma.
* Tomado de: Feldman, Simón. Guión argumental, guión documental. Gedisa. pp.
13-25.
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¿CÓMO SE ESCRIBE?
En los primeros años del cine, el libro no requería un texto preciso
puesto que el rodaje sin sonido permitía una enorme flexibilidad en
las filmaciones y en el montaje, con gran libertad para la intercala-
ción de textos o diálogos, escritos una vez terminado d registro de
las imágenes.1 Poco a poco, las producciones más complejas y los
directores más cuidadosos de la planificación llevaron a un tipo de
guión sólido que, a veces, se llamó “de hierro”.
El advenimiento del cine sonoro modificó drásticamente los alcances
de la improvisación en el rodaje y, consecuentemente requirió una
preparación más cuidadosa. El hecho de que los diálogos comenzaran
a ser grabados y que los relatos en los documentales adquirieran una
presencia sonora, impusieron una duración completa de las escenas
para poder oír todo lo que se decía en sincronismo con la acción, la
que dejó de ser libremente alterable. El montaje se hizo más preciso
y, sobre todo, comenzó a hacerse necesaria la colaboración de espe-
cialistas para la redacción de los diálogos y la estructura más acabada
de la narración.
La creciente complejidad de los rodajes y el aumento del costo de
las películas, impusieron además, la necesidad de un plan previo mu-
cho más detallado, de manera tal que el departamento de producción
estuviera en condiciones de evaluar con precisión el presupuesto y la
financiación de la película bastante antes del rodaje de la primera toma.
El resultado de esos factores fue la creciente necesidad de un guión
riguroso y detallado conteniendo la descripción de cuanto debía ser
tenido en cuenta en la película a realizar: decorados a construir, intér-
pretes y “extras” a contratar; diálogos a ser pronunciados, música a
ser compuesta y ejecutada, elementos de cámara y sonido requeridos,
asesores y personal auxiliar, medios de transporte y hasta seguros para
cubrir los riesgos.
Un guión debía ser, entonces, un texto preciso poco apto para los
cambios o las improvisaciones. Precisión característica en la industria
1
Charles Chaplin, por ejemplo se permitía ir construyendo la película en forma di-
recta, a partir de una idea que inmediatamente filmaba y repetía centenares de veces
si era necesario hasta ir agregando otras ideas y terminar sus obras invirtiendo para
ello el tiempo y el material que consideraba imprescindible.
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Reportaje de Philip Strick y Penelope Houston, en Sight and Sound. Primavera de 1972.
Guionismo de televisión educativa y cultural 13
nimiento comercial masivo, hay otros tipos de público a los que se di-
rigen películas que tocan temas singulares: un documental científico,
una película histórica de investigación, un programa infantil o espe-
cialmente dirigido a una comunidad determinada, exigen, como es
natural y lógico, un tratamiento específico del guión.
Pero, aunque hablemos del público general del cine y la televisión
comentes, el tratamiento del guión también está condicionado si aspi-
ra a llegar a la mayoría, puesto que el tema y su desarrollo deben ser
tales que puedan ser comprendidos y disfrutados por el espectador
más simple sin dejar de interesar al más cultivado.
Es ésta una de las razones que hacen difícil innovar creativamen-
te el lenguaje: las novedades, los enfoques personales, los aportes
que alteran las convenciones establecidas no siempre son acepta-
das o comprendidas, y cuando la respuesta positiva del público, de
cualquier público, es necesaria para justificar los costos y el esfuerzo
de una producción, los riesgos de un cambio son asumidos por muy
pocos.
“Es necesario que el escritor haga todo lo posible por entenderse con el
director. Esta relación siempre es difícil, frecuentemente circunspecta y a
veces imposible. Si el escritor no puede llevarse bien con el director, es
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Otra visión de esa relación, esta vez en clave humorística nos fue
dado escuchar en un Congreso Internacional de Escuelas de Cine y
Televisión en la ciudad de Los Angeles en 1988, por parte del repre-
sentante de la universidad japonesa de Nihon:
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Chayefsky, Paddy. Obras para televisión. Ed. Internacional. Buenos Aires. 1961.
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