Folleto-10 Dios Padre de Toda La Humanidad 2019-3
Folleto-10 Dios Padre de Toda La Humanidad 2019-3
Folleto-10 Dios Padre de Toda La Humanidad 2019-3
HUMANIDAD
ÍNDICE
TÍTULO PÁGINA
FOLLETO # 10 EDITADO
Si leen con cuidado comprobarán que al hacer la Octava quedan por inclusión
renovando Las Consagraciones que han hecho a lo largo del año a los Corazones
de Jesús y de María:
Dios es mi Padre
Padre mío que Estás en los cielos, ¡cómo es dulce y suave saber que Tú Eres mi
Padre y que yo soy tu hijo/a! Sobre todo cuando está oscuro el cielo de mi alma y
más pesada es mi cruz, es cuando siento la necesidad de repetirTe: ¡Padre, creo
en tu amor por mí! Sí, ¡creo que tú para mí eres Padre en cada momento de la
vida, y que yo soy Tu hijo/a! ¡Creo que me Amas con amor infinito! ¡Creo que
Velas día y noche sobre mí y que ni siquiera un cabello se cae de mi cabeza sin
Tu permiso! Creo que, infinitamente Sabio Haces que todo sirva para el beneficio
de los que Te aman: ¡y aún bajo las manos que golpean yo beso Tu mano que
Sana!
Creo,.. ¡pero aumenta en mí la fe, la esperanza y la caridad!
Enséñame a ver siempre tu amor como guía en cada evento de mi vida.
Enséñame a abandonarme a Ti como un niño en los brazos de la mamá. Padre,
Tú Sabes todo, Tú Ves todo, Tú me Conoces mejor de lo que me conozca yo
mismo/a: ¡Tú Puedes todo y Tú me Amas!
Padre mío, dado que Tú Quieres que siempre recurramos a Ti, heme aquí con
confianza para pedirTe, con Jesús y María,… (pedir la gracia que se desea)*.
Por esta intención, uniéndome a Sus Sacratísimos Corazones, Te ofrezco todas
mis oraciones, mis sacrificios y mortificaciones, todas mis acciones y una mayor
fidelidad a mis deberes.
¡Dame la luz, la gracia y la fuerza del Espíritu Santo! Confírmame en este Espíritu
de modo que yo no Lo pierda nunca, ni Lo entristezca, ni Lo debilite en mí.
Padre mío, ¡es en nombre de Jesús, Tu Hijo, que te lo pido! Y Tú, oh Jesús, Abre
Tu Corazón y Métele adentro el mío, y con el de María ¡Ofrécelo a nuestro Padre
Divino! …
*Al hacer la Santa Octava a Dios Padre el Domingo anterior, ahí contiene la
renovación de Las Consagraciones a Los Corazones de Jesús y de María que nos
preparan para Consagrarnos a Dios Padre.
¡Mira que soy pobre y humilde, necesito de Ti! ¡Mira que soy torpe y necesito de
Tu Divina enseñanza para iluminar y guiar mi ignorancia! ¡Mira que soy muy débil,
y caigo a cada momento y necesito Tu apoyo para no desfallecer!
Sé Todo para mí, Sagrado Corazón de Jesús: Socorro de mi miseria, Luz de mis
ojos, Sostén de mis pasos, Remedio de mis males; auxilio de toda necesidad.
De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo animas y lo invitas repetidas veces
como lo dijiste en Tu Evangelio: “Venid a Mí; aprended de Mí, pedid; llamad…”
A las puertas de Tu Corazón vengo hoy; llamo, pido y espero. Del mío te hago, oh
Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo y dame en cambio lo que sabes
me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
CORONA FORMAL
DE LA SANTA OCTAVA DE CONSAGRACIÓN
A DIOS NUESTRO PADRE
(Con Meditaciones)
Meditemos en:
a) Adán y Eva escogen no hacer la voluntad de Dios, Nuestro Padre.
b) Su exilio del aquel Paraíso que Dios había creado para ellos.
c) La Promesa del Padre de que “la Mujer” —María—, triunfaría un día “aplastando
la cabeza” de la serpiente que los había engañado induciéndolos a la
desobediencia.
Al principio, DIOS Nuestro PADRE estaba con nosotros en el Paraíso que había
creado para nosotros: El Paraíso de Su Divina Voluntad. Seducidos por Satanás,
Adán y Eva decidieron no seguir la Voluntad de Dios, por eso fueron alejados del
Paraíso, negándoseles la Presencia íntima de Dios.
Sin embargo, nuestro Padre prometió que “la Mujer” derrotaría finalmente el mal
que había causado esta separación; el mal de decir ‘NO’ a la Voluntad de DIOS”.
(Gn 2,8 y 3,23)
Padre Nuestro, que estás en el Cielo…
OCTAVA MENOR
(En las ocho cuentas rojas)
Meditemos en:
Aunque los hijos de Dios fueron expulsados del Paraíso por haber escogido no
hacer la Voluntad de Dios, Dios nunca los abandonó. Él estuvo presente con ellos,
desde el comienzo. En tiempos del Antiguo Testamento, Él manifestó Su
Presencia a través de Su propia Voz, las palabras de Sus profetas, en la zarza
ardiendo, en la columna de humo y en el Arca de la Alianza.
Después que DIOS liberó a Sus hijos del yugo egipcio. ÉL pidió que celebraran la
Fiesta de los Tabernáculos durante ocho días cada año. ÉL quería que el pueblo
recordara que Dios los amaba, que los había salvado y que estaba Presente entre
ellos.
Luego, cuando Dios estuvo presente en el ARCA de la Alianza, Salomón
construyó un magnífico templo para darle albergue. Y celebró entonces una Fiesta
de Dedicación de ocho días, como preparación para la Presencia de DIOS en el
Templo. Y DIOS respondió manifestando Su Presencia de manera tangible y
poderosa.
Al final del Antiguo Testamento, los Macabeos restituyeron la Fiesta de los Ocho
Días para Purificar y dedicar nuevamente el Templo, que había sido profanado por
medio de influencias paganas, de modo que la Presencia de DIOS pudiera habitar
con ellos una vez más. (Lv 8,33-36; 9,1-24; 23,33-43; 2 Cro 7,1-9; 2 M 2,1-12).
OCTAVA MENOR
(En las ocho cuentas rojas)
Meditemos en:
a) El “Triunfante” Fiat de María, Su “SÍ” a la Voluntad de DIOS.
b) Cómo Ella se convirtió en la “NUEVA ARCA”, un Tabernáculo viviente para la
Presencia de Dios, manifestada de nuevo: en JESÚS, la Segunda Persona de la
Santísima Trinidad —el SALVADOR de los hijos de Dios, Nuestro Padre.
MARÍA dio Su “SÍ” cuando el Arcángel Gabriel Le preguntó si sería la MADRE del
HIJO de DIOS. EL ESPÍRITU SANTO vino sobre ELLA y el Poder de DIOS,
Nuestro PADRE, La cubrió con SU SOMBRA. Al decir “SÍ” a la Voluntad de DIOS,
MARÍA, la Mujer, dio espacio a la Presencia de DIOS en una Nueva Forma.
Ella realmente Se convirtió en la “NUEVA ARCA”, un Tabernáculo viviente de
JESÚS, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad —el SALVADOR de la
Humanidad— Quien, con la cooperación de Su Madre, reintegraría a los exiliados
Hijos de Dios a su PADRE. (Lucas 1, 26-37).
OCTAVA MENOR
(En las ocho cuentas rojas)
Cuenta 1: En alabanza, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 2: En agradecimiento, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 3: Como ofrenda, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 4: En arrepentimiento, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 5: Por mi Herencia, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 6: Al decirte SÍ, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 7: En fidelidad, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 8: En Consagración, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Meditemos en:
a) El Fiat de JESÚS, Su “Sí” a la Voluntad de Dios.
b) Cómo DIOS, Nuestro PADRE, envió a JESÚS para salvarnos y llevarnos de
retorno a Su lado, al Hogar Divino.
JESÚS dio Su “SÍ” durante toda Su Vida. Él ofreció Su Fiat a Dios, Nuestro Padre,
durante Su Agonía en el Huerto de Getsemaní: “PADRE, si es posible, pase de Mí
este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la Tuya” (Mt 26, 39).
Por medio de Su Pasión, Muerte y Resurrección, JESÚS nos redimió, derrotando
el pecado (decirle no a la Voluntad de Dios) y la muerte (el exilio y la separación
de Dios) que Satanás introdujo en el mundo. A través de JESÚS, Su Iglesia y Sus
Sacramentos, nosotros podemos ahora regresar a DIOS, Nuestro PADRE, y tener
la Vida Eterna (Jn 14,1-14).
OCTAVA MENOR
(En las ocho cuentas rojas)
Meditemos en:
Cómo JESÚS, después de haber completado la Misión que Le había
encomendado Dios, Nuestro Padre, Le pidió que enviara el ESPÍRITU SANTO,
una nueva manifestación de DIOS revelada —LA TERCERA PERSONA de la
TRINIDAD—.
EL ESPÍRITU SANTO fue enviado para:
a) Guiarnos en nuestro camino de regreso a Nuestro PADRE…
b) Para purificarnos y depurarnos, de modo que pudiéramos llegar a ser
tabernáculos vivientes de la Presencia de DIOS que mora en nosotros.
Antes de ascender a Su PADRE, JESÚS prometió que no nos dejaría huérfanos.
ÉL Le pidió a DIOS, Nuestro PADRE, que nos enviara al ESPÍRITU SANTO.
Haciendo esto, DIOS podía otra vez estar presente con nosotros de una manera
nueva. Ahora Le era posible a Dios, no sólo estar “CON” nosotros (como en los
tiempos del Antiguo Testamento), sino “EN” nosotros (Jn 14, 16-17).
OCTAVA MENOR
(En las ocho cuentas rojas)
Meditemos en:
a) Cómo todos nosotros somos hijos pródigos de DIOS, Nuestro PADRE.
b) Cómo Él nos ha proporcionado, a cada uno de nosotros, la oportunidad de
hacer una elección de libre voluntad para regresar a ÉL.
Como hijos pródigos de DIOS, Nuestro PADRE, nos da la oportunidad (individual y
colectivamente) de hacer una sincera decisión de libre voluntad, de regresar a la
CASA DEL PADRE; esto significa decidirnos a apartarnos de nuestra propia
voluntad, de nuestra propia vida pecaminosa, de nuestro propio espíritu mundano,
y “CONVERTIRNOS”, o regresar a la Presencia de Dios, Nuestro Padre (Lc 15,11-
24).
Padre Nuestro, que estás en el Cielo…
OCTAVA MENOR
(En las ocho cuentas rojas)
Cuenta 1: En alabanza, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 2: En agradecimiento, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 3: Como ofrenda, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 4: En arrepentimiento, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 5: Por mi Herencia, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 6: Al decirte SÍ, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 7: En fidelidad, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Cuenta 8: En Consagración, Te amo, PADRE, y me doy completamente a Ti.
Meditemos en:
Cómo, consagrándonos nosotros a DIOS, Nuestro PADRE, y diciéndole “Sí”,
incondicionalmente a Su Voluntad, encontramos el camino de vuelta a Casa, a Su
lado —nos convertimos en tabernáculos vivientes de la Presencia Divina que mora
en nosotros.
Al decirle el “Sí” a DIOS, Nuestro PADRE, al aceptar cumplir Su Voluntad en todo,
al entregarnos completamente a Él, Dios viene a habitar en nosotros y nosotros a
OCTAVA MENOR
(En las ocho cuentas rojas)
Meditemos en:
OCTAVA MENOR
(En las ocho cuentas rojas)
PADRE amado, por favor, acepta el ofrecimiento de todo mi ser: cuerpo, mente y
espíritu.
Te alabo por Tu Creación, por Tus Obras y Maravillas. Te agradezco por darme la
vida y por todo lo que has hecho por mí. Te ofrezco, todo aquello que con tanta
generosidad me has concedido.
Con toda sinceridad, me arrepiento de no conocerte, amarte, servirte ni honrarte
como debería… En esta oportunidad quiero asumir mi herencia como hijo (a) Tuyo
(a), con todo el gozo y responsabilidades que correspondan… Te doy mi “SÍ” para
que puedas disponer de mí como un instrumento de Tu Divina Voluntad. Hago la
solemne promesa de serte fiel y Te pido me concedas la gracia de la firmeza y la
perseverancia en mi Fe.
PADRE mío, el más amado, cuidadoso y misericordioso de todos los PADRES; en
Tu Divina Presencia, proclamo sinceramente mi amor por TI. Te ofrezco todo mi
ser y toda mi familia… Solemnemente me Consagro a TI junto a los míos ahora y
por siempre.
PADRE AMADO, como Tu hijo (a), te pido:
Que envíes a MARÍA, para que me conduzca hacia JESÚS y que JESÚS me
envíe el ESPÍRITU SANTO, para que ELLOS puedan llevarme ante TI.
Que Tú puedas vivir en mí y conmigo —un templo vivo preparado por MARÍA,
dedicado por JESÚS y purificado por el ESPÍRITU SANTO… Permite que pueda
estar siempre en Ti y Contigo.
Que me concedas la gracia de ser un (a) auténtico (a) hijo (a) Tuyo (a), un amigo
íntimo y verdadero, uno de los que Te ama sobre todas las cosas.
Y cuando vengas a recogerme en mi último momento, me lleves a Tu Hogar para
estar Contigo… Te pido, además, PADRE, por el bien de la humanidad: Ten
Misericordia de todos Tus hijos —en su pasado, presente y futuro. Trae la Paz al
mundo y reúne a todos Tus hijos alrededor Tuyo. Haz que venga a nosotros Tu
Reino y se haga Tu Voluntad en la Tierra como en el Cielo… Amén.
DIOS PADRE Nuestro, habiendo instituido los ocho días de Fiesta de los
Tabernáculos para recordar a Tus hijos que estabas con ellos, los amabas y
los habías liberado de la esclavitud de Egipto…
—Ten Misericordia de nosotros, ¡oh, Padre Amoroso!
DIOS PADRE Nuestro, habiendo aceptado las Ofrendas de Purificación de Tus
hijos luego de un Ritual de Limpieza de ocho días…
—Ten Misericordia de nosotros, ¡oh, Padre Amoroso!
DIOS PADRE Nuestro, habiendo sido Glorificado por David el octavo hijo de
Jesé, cuando llevó el ARCA de la ALIANZA a la Ciudad de David en medio de
cantos de alabanza para la octava…
—Ten Misericordia de nosotros, ¡oh, Padre Amoroso!
DIOS PADRE Nuestro, habiendo hecho una Nueva Alianza con Tus hijos, por
medio de JESÚS, Tu Hijo Vivo, quien fue Circuncidado al octavo día…
—Ten Misericordia de nosotros, ¡oh, Padre Amoroso!
multitudes…
—Ten Misericordia de nosotros, ¡oh, Padre Amoroso!
DIOS PADRE Nuestro, habiendo Sido Glorificado, cuando JESÚS mostró Sus
Heridas al incrédulo Tomás, al octavo día de Su Resurrección…
—Ten Misericordia de nosotros, ¡oh, Padre Amoroso!
ORACIÓN
(Para Todos los días)
Amado Dios, PADRE Nuestro: Permítenos conocerte, amarte y honrarte, a lo largo
de Ocho días de Purificación y Consagración, como siempre lo quisiste en nuestra
historia de salvación.
Haz que la Santa OCTAVA de Consagración a Ti y su Solemne Octavo Día,
FIESTA del PADRE de toda la Humanidad, sirva para que todos Tus hijos retornen
a Tu Morada.
Pueda concederse esta Gracia por intermedio de Tu Amor y el Amor de JESÚS,
Nuestro Dios y Salvador; y el ESPÍRITU SANTO, Nuestro Dios y Santificador; y
MARÍA Nuestra MADRE. Amén.
PRIMER DÍA
TEMA DE REFLEXIÓN PARA EL PRIMER DÍA:
ALABANZA
Al SEÑOR, mientras viva, he de alabar, mientras exista salmodiaré para mi Dios”.
(Sal 146, 2)
Gloria a Ti, DIOS mi PADRE: A Ti que has hecho el Universo, y todo aquello que
lo contiene. A Ti que has hecho la Luz más brillante y la profundidad más oscura
del océano. A Ti que has hecho la tormenta más aguda y la más fina brisa de
verano. A Ti que has hecho los Ángeles Celestiales, como también los animales,
los pájaros y peces sobre la Tierra. A Ti que me hiciste y me creaste a Imagen
TUYA: ¡Te alabo, DIOS mi PADRE, ahora y por siempre! Amén.
Medita en todo lo que Dios Nuestro Padre te ha dado. Dale gracias con tus propias
palabras.
ORACIÓN CONCLUSIVA
(Para Todos los días)
Amado DIOS PADRE Nuestro, Te amo, Te adoro y me consagro a Ti. Señor,
PADRE y Dueño de nuestras vidas, sálvanos del rebelde que habita siempre en
medio de nosotros. Señor, PADRE y Dueño de nuestras vidas, no nos abandones,
ni hoy ni en la hora de la angustia. Amén.
*FIN DEL PRIMER DÍA DE DEVOCIÓN*
SEGUNDO DÍA
Dicha la CORONA FORMAL para todos los días:
Desde la Oración Preparatoria para invocar
la Presencia de Dios nuestro Padre, hasta las Letanías,
se pasa luego a la Meditación del 2º Día.
“Bendice al SEÑOR, alma mía, no olvides Sus muchos beneficios” (Sal 103,2).
Gracias, amado PADRE, por amar mi existencia. Gracias por este cuerpo, mente y
alma que has creado especialmente para mí. Gracias por la gente y las
circunstancias de mi vida.
Gracias por abrirme los ojos, los oídos, el corazón para que pueda ver, escuchar y
amarte. Gracias por tomarme de la mano y guiarme de retorno a Casa, a través de
los peligros y dificultades de mi vida. Gracias por amarme. Amén.
ORACIÓN CONCLUSIVA
(Para Todos los días)
Amado DIOS PADRE Nuestro, Te amo, Te adoro y me consagro a Ti. Señor,
PADRE y Dueño de nuestras vidas, sálvanos del rebelde que habita siempre en
medio de nosotros. Señor, PADRE y Dueño de nuestras vidas, no nos abandones,
ni hoy ni en la hora de la angustia. Amén.
*FIN DEL SEGUNDO DÍA DE DEVOCIÓN*
TERCER DÍA
Dicha la CORONA FORMAL para todos los días:
Desde la Oración Preparatoria para invocar
la Presencia de Dios nuestro Padre, hasta las Letanías,
se pasa luego a la Meditación del 3º Día.
Permite que los efectos del “NO” dado por Tus hijos a Tu Voluntad, y que tuvo
como consecuencias la oscuridad, la discordia y el desorden, se transforme en un
“SÍ” de LUZ de AMOR. Levanto mis brazos en ofrenda a Ti, PADRE. Recibe en TU
PATERNAL CORAZÓN todo aquello que me has dado. Amén.
Medita en lo que puedes ofrecerle a Dios Padre. Ofrécele a Él todo lo que Él te ha dado a
ti —las bendiciones y las cruces— para que todo sea transformado en Su Amor.
ORACIÓN CONCLUSIVA
(Para Todos los días)
Amado DIOS PADRE Nuestro, Te amo, Te adoro y me consagro a Ti. Señor,
PADRE y Dueño de nuestras vidas, sálvanos del rebelde que habita siempre en
medio de nosotros. Señor, PADRE y Dueño de nuestras vidas, no nos abandones,
ni hoy ni en la hora de la angustia. Amén.
*FIN DEL TERCER DÍA DE DEVOCIÓN*
CUARTO DÍA
Dicha la CORONA FORMAL para todos los días:
Desde la Oración Preparatoria para invocar
la Presencia de Dios nuestro Padre, hasta las Letanías,
se pasa luego a la Meditación del 4º Día.
Medita en todos los modos en que has herido u ofendido a Dios, Nuestro Padre. Pídele
Su perdón y Su misericordia. Pídele la gracia de conocerlo, amarlo, servirlo y honrarlo y
de hacer Su Voluntad en todas las cosas.
ORACIÓN CONCLUSIVA
(Para Todos los días)
Amado DIOS PADRE Nuestro, Te amo, Te adoro y me consagro a Ti. Señor,
PADRE y Dueño de nuestras vidas, sálvanos del rebelde que habita siempre en
medio de nosotros. Señor, PADRE y Dueño de nuestras vidas, no nos abandones,
ni hoy ni en la hora de la angustia. Amén.
*FIN DEL CUARTO DÍA DE DEVOCIÓN*
QUINTO DÍA
Dicha la CORONA FORMAL para todos los días:
Desde la Oración Preparatoria para invocar
la Presencia de Dios nuestro Padre, hasta las Letanías,
se pasa luego a la Meditación del 5º Día.
“En efecto, todos los que son guiados por el ESPÍRITU de DIOS son hijos de
DIOS, pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes
bien, recibisteis un ESPÍRITU de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡ABBA,
PADRE!
EL ESPÍRITU mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos
hijos de DIOS. Y si hijos, también herederos; herederos de DIOS y coherederos de
CRISTO, ya que sufrimos con ÉL para ser también con ÉL Glorificados” (Rm 8, 14
– 17).
Mi más amado PADRE: Con reverencia y maravilla, he aprendido a alabar Tu
Magnificencia y toda Tu Creación. Con sincera gratitud, he aprendido a agradecer
Tu desinteresada Generosidad. Con humildad y amor, he aprendido a ofrecerte
todo aquello que me has dado. Con un corazón arrepentido pero esperanzado, he
aprendido a pedir Tu Perdón y tierna Misericordia.
Y ahora que puedo apreciar completamente que Existes, que Eres DIOS, que
creaste el universo entero, que me creaste; comprendo que además de esas
Maravillas, eres mi PADRE verdadero y que yo soy para Ti un hijo verdadero. Mi
corazón no puede detener el gozo; No sólo soy Tu criatura, también soy Tu hijo.
Me creaste a Imagen TUYA, de modo que pueda compartir Contigo la Vida Eterna.
Es así que comprendo “cómo amas tanto a Tus hijos”.
Sin embargo, a pesar de que esto me lo has dicho por medio de las Santas
Escrituras y por medio de las enseñanzas de nuestra Iglesia, mis oídos no han
escuchado Tus Palabras y mi corazón se ha endurecido.
Me he extraviado en caminos muy lejanos a Tu VOZ, a Tu CORAZÓN, al AMOR
que sientes por mí. Pero ahora el velo se ha levantado, la niebla se ha dispersado.
Veo, oigo y comprendo.
¡TÚ ERES en verdad mi PADRE y yo soy verdaderamente TU hijo! Soy Tu hijo
pródigo, que corre hacia Ti, corre hacia Tus Brazos que esperan… Vuelvo a Casa,
a Ti, mi PADRE, donde yo pertenezco. Por favor, mantenme firme en Tu
CORAZÓN y jamás me dejes ir, ahora y por siempre. Amén.
Medita en lo que significa tener a Dios como tu verdadero Padre; y para ti, ser su
verdadero hijo. ¿Qué significa esta herencia? Piensa en el inmenso gozo y las
responsabilidades que esto encierra.
ORACIÓN CONCLUSIVA
(Para Todos los días)
Amado DIOS PADRE Nuestro, Te amo, Te adoro y me consagro a Ti. Señor,
PADRE y Dueño de nuestras vidas, sálvanos del rebelde que habita siempre en
medio de nosotros. Señor, PADRE y Dueño de nuestras vidas, no nos abandones,
ni hoy ni en la hora de la angustia. Amén.
*FIN DEL QUINTO DÍA DE DEVOCIÓN*
SEXTO DÍA
Dicha la CORONA FORMAL para todos los días:
Desde la Oración Preparatoria para invocar
la Presencia de Dios nuestro Padre, hasta las Letanías,
se pasa luego a la Meditación del 6º Día.
“He aquí la ESCLAVA del SEÑOR; hágase en Mí según Tu Palabra” (LC 1, 38).
“PADRE Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa, pero no sea como yo
quiero, sino como quieras Tú” (Mt 26, 39).
Mi Buen Amado PADRE: Concédeme el Privilegio de darte mi “Sí”. TE digo “Sí”,
PADRE, en todas las cosas. No es un “Sí” condicionado a sólo aquello que es fácil
y cómodo. No es un “Sí” condicionado a sólo aquello que a mí me beneficie.
No, yo Te doy mi “Sí” en todo, PADRE. Porque yo sé que Tú eres puro Amor y que
puedes transformar todas las cosas en amor puro.
Hacer Tu Voluntad nunca podrá lastimarme. Hacer Tu Voluntad nunca podrá herir
a nadie. Haciendo Tu Voluntad nada me separará de Ti. Hacer Tu Voluntad sólo
puede traer el ritmo y armonía de Tu Voluntad aquí en la Tierra.
Hacer Tu Voluntad sólo puede difundir Tu Luz y Tu Amor. Hacer Tu Voluntad sólo
puede ayudarme a volver a Ti. Hacer Tu Voluntad sólo puede ayudarme a acercar
hacia Ti a muchos de Tus hijos.
Cuando doy un paso hacia Tu Voluntad, marco el compás del orden, ritmo y
armonía de Tu Divina Voluntad. Cuando doy el paso lejos de Tu Voluntad, tropiezo
en el caos, en el desorden y en la oscuridad de la discordia… Déjame escuchar la
Voz gentil y amorosa que me llama, invitándome a hacer Tu Divina Voluntad… soy
Tuyo, SEÑOR. Dispón de mí.
Porque yo sé que Tu Voluntad es amor, aún cuando Tu Voluntad puede parecer
dolorosa y grave. Comprendo que Tus Caminos no son siempre los caminos del
hombre. Sólo Tú sabes el destino de todo. Sólo Tú conoces el “porqué” de
nuestras cruces. Pero a pesar de no comprenderlo todo… confío en Ti totalmente.
¿Por qué? Porque Tú ERES mi PADRE… y Tú me amas. Tú quieres para mí sólo
aquello que es bueno. Tú quieres que retorne a Casa, para estar junto a Ti. No
hay otra cosa que quieras más. Por eso Te digo: ¡Sí, PADRE! ¡Te digo, Sí a Ti!
Digo “Sí” al ritmo y armonía de Tu Divina Voluntad. Amén.
Medita en lo que significa dar tu Fiat, tu “Sí” a Dios, Nuestro Padre. ¿Cómo cambiará esto
tu vida? ¿Cómo cambiará esto tu relación con Dios, con los demás?
ORACIÓN CONCLUSIVA
(Para Todos los días)
Amado DIOS PADRE Nuestro, Te amo, Te adoro y me consagro a Ti. Señor,
PADRE y Dueño de nuestras vidas, sálvanos del rebelde que habita siempre en
medio de nosotros. Señor, PADRE y Dueño de nuestras vidas, no nos abandones,
ni hoy ni en la hora de la angustia. Amén.
*FIN DEL SEXTO DÍA DE DEVOCIÓN*
SÉPTIMO DÍA
Dicha la CORONA FORMAL para todos los días:
Desde la Oración Preparatoria para invocar
la Presencia de Dios nuestro Padre, hasta las Letanías,
se pasa luego a la Meditación del 7º Día.
Medita en tu promesa de fidelidad a Dios Padre. ¿Qué significa ser leal y comprometido
con Dios? ¿Te sientes comprometido a regresar a tu Padre? ¿Quieres ayudar a otros a
regresar también?
¿Qué significa ser un “gentil guerrero” del Amor y la Misericordia de Dios Padre, aquí en
la tierra? Como San Pablo, cuando mueras, ¿sentirás que has combatido el buen
combate?
ORACIÓN CONCLUSIVA
(Para Todos los días)
Amado DIOS PADRE Nuestro, Te amo, Te adoro y me consagro a Ti. Señor,
PADRE y Dueño de nuestras vidas, sálvanos del rebelde que habita siempre en
medio de nosotros. Señor, PADRE y Dueño de nuestras vidas, no nos abandones,
ni hoy ni en la hora de la angustia. Amén.
*FIN DEL SÉPTIMO DÍA DE DEVOCIÓN*
OCTAVO DÍA
Dicha la CORONA FORMAL para todos los días:
Desde la Oración Preparatoria para invocar
“Porque nosotros somos santuarios del DIOS VIVO, como dijo DIOS: hablaré en
medio de ellos y andaré entre ellos; YO SERÉ SU DIOS y ellos serán MI pueblo”
(2 Co 6, 16).
MI MUY QUERIDO PADRE:
TE llamo para presenciar y participar en mi solemne Consagración a TI. Luego de
siete días de preparación, vengo a TI ahora como uno que todavía está
aprendiendo cómo conocerte y amarte, cómo alabarte y agradarte, cómo ofrecerte
todas las bendiciones y cruces que me has dado, y cómo pedirte perdón y
misericordia.
Vengo también como un combatiente, fuerte en la resolución de servirte y
honrarte. Pero más importante aún, vengo como un hijo lleno de reverencia y
maravilla al conocer que verdaderamente soy Tu hijo y Tú —Creador del
Universo— mi verdadero PADRE.
Aunque me he alejado de Ti en mi vida diaria, elijo hoy retornar, pues añoro estar
Contigo, en Tu CASA por siempre.
En Tu Divina Presencia, con conocimiento pleno y libre voluntad, me Consagro
completamente a Ti, me “inclino tiernamente sobre Tu PATERNO CORAZÓN”, y
Te pido me retengas con fuerza y no me dejes ir jamás.
Déjame ser un templo donde puedas habitar, PADRE. Y con el más grande amor y
ternura, pueda ser yo Tu más amable y fiel compañero, llevándote conmigo todos
los días de mi vida.
Pueda llevarte yo ante mi familia y amigos, extraños que encuentre, de modo que
ellos también puedan ver Tu Luz y sentir la ternura de Tu CORAZÓN.
Cuando habitas en nosotros, existe un nexo bendito entre el Cielo y la Tierra.
Permite que muchos y muchos más hijos Tuyos se Consagren completamente a
Ti. Como JESÚS nos enseñó a rezar decimos también.
ORACIÓN CONCLUSIVA
(Para Todos los días)
Amado DIOS PADRE Nuestro, Te amo, Te adoro y me consagro a Ti. Señor,
PADRE y Dueño de nuestras vidas, sálvanos del rebelde que habita siempre en
medio de nosotros. Señor, PADRE y Dueño de nuestras vidas, no nos abandones,
ni hoy ni en la hora de la angustia. Amén.
*FIN DEL OCTAVO DÍA DE DEVOCIÓN*
* * * *
Gracias, Padre Eterno, por la vida que me has dado. Hoy me consagro en cuerpo
y alma a seguir Tu Voluntad; que la ayuda y sabiduría del Espíritu Santo me guíen
y que sea Jesucristo el ejemplo y amor a seguir.
Me uno a las manos de mi Madre Celestial para que me guíe por el camino de la
verdad y permita que en mi mente no haya malos pensamientos, de mi boca
nunca salga una mentira y que mis manos nunca cometan actos impuros.
Libérame de las ataduras del pecado y que en el Nombre de Jesús, toda la
humanidad se arrodille y reconozca quién es el Salvador de las almas.
Que el miedo nunca se apodere de mis sentidos y que mi corazón sea purificado
en el Amor de Cristo Jesús. Amén.
* * * *
¡He aquí finalmente el día para siempre bendito de la promesa del Padre Celestial!
Hoy terminan los largos días de preparación y me siento cerca, muy cerca de la llegada
del Padre mío y Padre de todos los hombres.
¡Algunos minutos de oración y después todas las alegrías espirituales! ¡Tengo sed de
oírlo y de verlo!
Mi corazón ardiente de amor se abre con una confianza tan grande que he podido
constatar que hasta ahora no había estado tan confiada con nadie.
Pensar en mi Padre me lanzaba en una loca alegría.
¡Finalmente cánticos comienzan a oírse. Algunos ángeles vienen y me anuncian la feliz
llegada! Sus cantos son tan bellos que me propuse de transcribirlos apenas posible.
Esta armonía cesó por un instante y he aquí el cortejo de elegidos, de querubines y de
serafines, con Dios nuestro Creador y Padre nuestro.
Postrada, con el rostro en el suelo, hundida en mi nada, recité el Magníficat. Enseguida
el Padre me dijo que me sentara con Él para escribir lo que había decidido decirle a los
hombres.
Toda la corte que lo había acompañado desapareció. El Padre se quedó solo conmigo y
antes de sentarse me dijo:
“¡Te lo dije ya y te lo repito: no puedo donar una vez más a mi Hijo predilecto para
demostrarles a los hombres mi amor! Ahora es para amarlos y para que conozcan este
amor que yo vengo en medio de ellos, tomando el aspecto y semejanza, y la pobreza.
Mira, ¡pongo en el suelo mi corona y toda mi gloria para tomar la actitud de un hombre
común!”.
Después de haber tomado la actitud de un hombre común poniendo su corona y su gloria
a sus pies, puso el globo del mundo sobre su corazón, sosteniéndolo con la mano
izquierda, y se sentó junto a mí. ¡Puedo solo decir algunas palabras, ya sea sobre su
llegada y sobre la actitud que se dignó asumir, ya sea sobre su amor! En mi ignorancia no
encuentro palabras para expresar lo que Él me hizo entender.
“¡Paz y salvación, dijo, para esta casa y para el mundo entero! ¡Que mi potencia, mi amor
y mi Espíritu Santo toquen los corazones de los hombres, para que toda la humanidad se
encamine hacia la salvación y venga hacia su Padre, que la busca para amarla y salvarla!
Que mi Vicario Pío XI comprenda que estos días son días de salvación y de bendición.
Que no se deje escapar la oportunidad de llamar la atención de los hijos hacia el Padre,
que viene para darles el bien en esta vida y para prepararles la felicidad eterna.
Escogí este día para iniciar mi obra entre los hombres porque es la fiesta de la Sangre
Preciosa de mi hijo Jesús. Tengo la intención de bañar con esta sangre la obra que estoy
iniciando, para que dé grandes frutos para la humanidad entera.
1) Vengo para eliminar el temor excesivo que mis criaturas tienen de mí, y para hacerles
comprender que mi alegría está en el ser conocido y amado por mis hijos, es decir, por
toda la humanidad presente y futura.
2) Vengo para traerles la esperanza a los hombres y a las naciones. ¡Cuantos la han
perdido desde hace mucho tiempo! Esta esperanza les hará vivir en paz y con seguridad,
trabajando para la salvación.
3) Vengo para hacerme conocer así como soy. Para que la confianza de los hombres
aumente contemporáneamente con el amor hacia mí, el Padre, que tiene una sola
preocupación: velar sobre todos los hombres, y amarlos como hijos.
El pintor se deleita contemplando el cuadro que pintó; ¡así mismo yo me complazco, me
alegro, viniendo en medio de los hombres, obra maestra de mi creación!
El tiempo apremia. Quiero que el hombre sepa lo más pronto posible que lo amo y que
siento la más grande felicidad estando con él, como un Padre con sus hijos.
Yo soy el Eterno y cuando vivía solo ya había pensado en usar toda mi potencia para
crear seres a mi imagen y semejanza. Pero se necesitaba primero la creación material
para que estos seres pudieran encontrar su apoyo: entonces fue la creación del mundo.
Lo llenaba con todo lo que yo sabía que era necesario para los hombres: el aire, el sol y la
lluvia, y muchas otras cosas que yo sabía que eran necesarias para sus vidas.
¡Al final, la creación del hombre! Me complací de mi obra. El hombre comete pecados,
pero es entonces cuando, justamente, se manifiesta mi bondad infinita.
Para vivir entre los hombres creé y escogí, en el Antiguo Testamento, a los profetas, a
quienes comuniqué mis deseos, mis penas y mis alegrías, para que los transmitieran a
todos.
Más crecía el mal y más mi bondad me apremiaba a comunicarme con las almas justas
para que transmitieran mis órdenes a los que causaban desórdenes. Y así, a veces, tuve
que usar la severidad para reprenderlos, no para castigarlos - porque eso habría hecho
solo mal - para alejarlos del vicio y dirigirlos hacia el Padre y Creador, a quién,
ingratamente, habían olvidado y desconocido. Más tarde el mal sumergió tanto el corazón
de los hombres que me vi obligado a enviar plagas al mundo para que el hombre se
purificara por medio del sufrimiento, la destrucción de sus bienes y hasta la pérdida de la
vida: fue el diluvio, la destrucción de Sodoma y de Gomorra, las guerras del hombre
contra el hombre, etc.
Siempre he querido quedarme en este mundo entre los hombres. Y así, durante el diluvio
estaba cerca de Noé, el único justo de ese entonces. También durante las otras plagas
encontré siempre un justo con el cuál morar y, a través de él, viví en medio de los
hombres de aquel tiempo, y así fue siempre.
El mundo a menudo ha sido purificado de su corrupción por mi infinita bondad hacia la
humanidad. Y entonces continuaba a escoger algunas almas en las cuales me complacía
para que, por medio de ellas, pudiera deleitarme con mis criaturas, los hombres.
Le prometí al mundo el Mesías. ¡Qué no he hecho para preparar su venida, mostrándome
en las figuras que lo representaban hasta mil y mil años antes de su venida!
Porque, ¿Quién es este Mesías? ¿De dónde viene? ¿Qué hará en la tierra?
¿Quién viene a representar?
El Mesías es Dios.
¿Quién es Dios?
Dios es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
¿De dónde viene, o mejor dicho, quién le ordenó de venir en medio de los hombres?
Yo, su Padre, Dios.
¿A quién representará en la tierra?
A su Padre, Dios.
¿Qué hará en la tierra?
Hará conocer y amar al Padre, Dios.
¿No dijo?:
“¿No sabéis que es necesario que me ocupe de las cosas del Padre mío?”
(“¿nesciebatis quia in his quae Patris mei sunt oportet me esse?” S. Lucas, c. 2 v. 49).
“He venido solo para hacer la voluntad del Padre mío”
“Todo lo que pediréis al Padre mío en mi nombre os lo concederá”
“Le rezaréis así: Padre nuestro que estás en los Cielos...”
y más adelante, dado que vino para glorificar el Padre y hacerlo conocer a los hombres,
dijo:
“Quién me ve, ve a mi Padre”
“Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”
“Nadie viene al Padre si no es por medio de mí”
“Nemo venit ad Patrem nisi per me” - (S. Juan c. 14 v. 6). “Quien quiera esté conmigo está
también con el Padre mío”, etc., etc.
Oh hombres, concluid que por toda la eternidad he tenido solo un deseo, hacerme
conocer y amar por los hombres, deseando incesantemente de estar con ellos.
¿Queréis una prueba auténtica de este deseo que tengo y que he apenas explicado?
¿Por qué le ordené a Moisés que construyera el tabernáculo y el Arca de la Alianza si no
es porque tenía el deseo ardiente de venir a vivir, como un Padre, un hermano, un amigo
de confianza, con mis criaturas, los hombres? Y a pesar de esto me olvidaron, me
ofendieron con culpas innumerables. Sin embargo, para que se recordaran de Dios, su
Padre, y del único deseo que tiene de salvarlos, le di mis mandamientos a Moisés para
que teniéndolos y cumpliéndolos se recordaran del Padre infinitamente bueno, todo
absorto en la salvación de ellos, salvación presente y eterna.
Todo esto cayó otra vez en el olvido y los hombres se hundieron en el error y en el temor,
considerando que cansaba mucho el cumplir con los mandamientos, así como los había
transmitido a Moisés. Hicieron otras leyes, que iban de acuerdo son sus vicios, para poder
cumplirlas más fácilmente. Poco a poco, con el temor exagerado que tenían de mí, me
olvidaron siempre más y me llenaron de ultrajes.
Y sin embargo, mi amor por estos hombres, mis hijos, ni siquiera se ha detenido. Cuando
constaté bien que ni los patriarcas, ni los profetas habían podido hacer que los hombres
me conocieran y me amaran, decidí venir yo mismo.
Pero, ¿cómo hacer para encontrarme en medio de los hombres? No había otro medio que
el de ir yo mismo en la segunda persona de mi divinidad.
¿Me reconocerán los hombres? ¿Me escucharán?
Para mí nada del futuro estaba escondido; a estas dos preguntas respondí yo mismo:
"Ignorarán mi presencia, aún estando cerca de mí. En mi Hijo me maltratarán, a pesar de
todo el bien que les hará. En mi hijo me calumniarán, me crucificarán para hacerme
morir".
¿Me detendré por esto? No, mi amor por mis hijos, los hombres, es demasiado grande.
No me detuve allí: reconoceréis bien que os he amado más que a mi Hijo predilecto, por
así decir, o para decirlo todavía mejor, más que a mí mismo.
Lo que os digo es talmente verdadero que si hubiese bastado una de mis criaturas para
expiar los pecados de los otros hombres, por medio de una vida y una muerte semejante
a la de mi Hijo, hubiera titubeado. ¿Por qué? Porque habría traicionado mi amor haciendo
sufrir a una criatura que amo, en vez de sufrir yo mismo en mi Hijo. No he querido nunca
hacer sufrir a mis hijos.
Este es, en breve, la historia de mi amor hasta mi venida, por medio de mi Hijo, en medio
de los hombres.
La mayor parte de los hombres conoce todos estos hechos, pero ignora lo esencial: es
decir, ¡que fue el amor el que condujo todo!
Sí, es el amor, es esto lo que quiero hacerles notar. Ahora este amor está olvidado.
Quiero recordárselos para que aprendan a conocerme así como soy. Para que no estéis
atemorizados como esclavos, con un Padre que os ama hasta este punto.
Mirad, en esta historia estamos solo al primer día del primer siglo, y quisiera conducirla
hasta nuestros días: hasta el siglo XX.
¡Oh, como los hombres han olvidado mi amor de Padre! ¡Y sin embargo os amo muy
tiernamente! En mi Hijo, es decir en la persona de mi Hijo hecho hombre, ¡que no he
hecho todavía! La divinidad en esta humanidad se veló, quedó pequeña, pobre y
humillada. Conduje con mi Hijo una vida de sacrificios y de trabajo. ¡Recibí sus oraciones
para que el hombre tuviera un camino trazado y caminara siempre en la justicia, para que
llegase hasta mí, al seguro!
¡Cierto, puedo muy bien comprender la debilidad de mis hijos! Por esto le pedí a mi Hijo
que les donara los medios para levantarse después de las caídas. Estos medios los
ayudarán a purificarse de los pecados, para que sean todavía los hijos de mi amor.
Principalmente son los siete sacramentos y sobretodo el gran medio para salvarse que es
el Crucifijo, que es la Sangre de mi Hijo, que en cada instante se derrama sobre vosotros,
siempre y cuando lo queráis, ya sea con el sacramento de la penitencia, ya sea con el
santo sacrificio de la Misa.
Mis queridos hijos, desde hace veinte siglos os colmo de estos bienes con gracias
especiales y ¡el resultado es mísero!
¡Cuántas criaturas mías, que se han vuelto hijas de mi amor por medio de mi Hijo, se han
lanzado muy rápidamente en el abismo eterno! En verdad no han conocido mi infinita
bondad, ¡yo os amo mucho! (expresión preferida por Sor Eugenia y que se repite a
menudo).
Por lo menos vosotros, que sabéis que he venido personalmente para hablaros, para
haceros conocer mi amor, por piedad de vosotros mismos no os lancéis en el precipicio.
¡Yo soy vuestro Padre!
¿Es posible que después de haberme llamado Padre y de haberme demostrado vuestro
amor, encontréis en mí un corazón tan duro y tan insensible que os deje perecer? ¡No, no,
no lo creáis! ¡Yo soy el mejor de los padres! ¡Conozco las debilidades de mis criaturas!
¡Venid, venid a mí con confianza y amor! Y yo perdonaré después de vuestro
arrepentimiento. ¡Aunque vuestros pecados fueran repugnantes como el fango, vuestra
confianza y vuestro amor me los harían olvidar, y así no seréis juzgados! Yo soy justo, es
verdad, pero ¡el amor paga todo!
Escuchad, hijos míos, hagamos una suposición para que tengáis la seguridad de mi amor.
Para mí vuestros pecados son como el hierro y vuestros actos de amor como el oro.
¡Aunque me entregarais mil kilos de hierro no sería tanto cuanto si me donarais diez kilos
de oro! Esto significa que con un poco de amor se rescatan enormes iniquidades.
Este es un pequeñísimo aspecto de mi juicio sobre mis hijos, los hombres, todos sin
excepción. Por lo tanto hay que llegar hasta mí. ¡Yo estoy tan cerca de vosotros!
Entonces, es necesario amarme y glorificarme para que no seáis juzgados, o por lo
menos para que seáis juzgados con amor infinitamente misericordioso.
¡No lo dudéis! Si mi corazón no fuera así ¡habría ya exterminado el mundo cada vez que
se hubiese cometido el pecado! Mientras que, y vosotros sois testigos, en cada instante
se manifiesta mi protección, mediante gracias y beneficios. Podéis concluir que existe un
Padre sobre todos los padres, que os ama y que no cesará nunca de amaros, siempre y
cuando lo querráis.
Vengo en medio de vosotros por dos caminos: ¡la Cruz y la Eucaristía!
La Cruz es el camino que baja en medio de mis hijos, porque es por medio de ella que os
hice redimir por mi Hijo. Y para vosotros la Cruz es el camino que sube hacia mi Hijo, y
desde mi Hijo hacia mí. Sin ella nunca podríais llegar, porque el hombre, con el pecado,
ha atraído sobre sí mismo el castigo de la separación de Dios.
En la Eucaristía yo vivo en medio de vosotros como un Padre en su familia.
Quise que mi Hijo instituyese la Eucaristía para hacer de cada tabernáculo un depósito de
mis gracias, de mis riquezas y de mi amor, para darlos a los hombres, mis hijos.
Es siempre por estos dos caminos que hago descender mi potencia y mi infinita
misericordia.
... Ahora que he demostrado que mi Hijo Jesús me representa entre los hombres, y que
por medio de Él vivo constantemente en medio ellos, quiero demostraros también que
vengo entre vosotros por medio de mi Espíritu Santo.
Pero yo quisiera ver al hombre glorificar a su Padre y Creador con un culto especial. Más
me glorificáis más glorificáis a mi Hijo, dado que, por mi voluntad, Él se hizo Verbo
encarnado y vino en medio de vosotros para haceros conocer a aquel que lo mandó.
Cuando me conoceréis amaréis, a mí y a mi Hijo predilecto, más de lo que amáis ahora.
Mirad cuantas criaturas mías, que se han vuelto mis hijos por medio del misterio de la
redención, no están en el prado que he establecido para todos los hombres, mediante mi
Hijo. Mirad cuantos otros, y vosotros lo sabéis, ignoran la existencia de estos prados, y
cuantas criaturas, que han salido de mis manos, y de las cuales yo conozco la existencia
mientras que vosotros la ignoráis. ¡no conocen ni siquiera la mano que las ha creado!
¡Oh, como quisiera hacerles saber que Padre Omnipotente soy para vosotros y como lo
sería también para ellos con mis gracias! Quisiera hacerles transcurrir una vida más dulce
con mi ley. Quisiera que fuerais a donde ellos en mi nombre y que les hablarais de mí. Sí,
decidles que tienen un Padre que, después de haberlos creado, quiere darles los tesoros
que posee. Sobretodo decid que pienso en ellos, que los amo y quiero darles la felicidad
eterna. ¡Ah! Os lo prometo: los hombres se convertirán más rápidamente.
Creedme, si hubierais comenzado desde la Iglesia primitiva a glorificarme con un culto
especial, después de veinte siglos habrían quedado pocos hombres viviendo en la
idolatría, en el paganismo y en tantas falsas y malas sectas, ¡en las cuales el hombre
corre con los ojos cerrados para lanzarse en el abismo del fuego eterno! ¡Mirad cuanto
trabajo queda por hacer!
¡Mi hora ha llegado! Es necesario que sea conocido, amado y glorificado por los hombres,
para que, después de haberlos creado, yo pueda ser su Padre, después su Salvador y
finalmente el objeto de sus delicias eternas.
Hasta aquí os he hablado de cosas que ya sabéis, y he querido recordarlas para que
estéis más convencidos todavía de que soy un Padre buenísimo y no un Padre terrible
como vosotros creéis, es más, que soy el Padre de todos los hombres actualmente
vivientes, y que todavía los crearé hasta el fin del mundo.
Sabed que quiero ser conocido, amado y sobretodo glorificado. Que todos reconozcan mi
bondad infinita para todos y sobretodo para los pecadores, los enfermos, los moribundos
y todos los que sufren. Que sepan que no tengo otro deseo que el de amarlos, donarles
mis gracias, perdonarlos cuando se arrepienten, y sobretodo no juzgarlos con mi justicia
sino con mi misericordia, para que todos se salven y sean incluídos en el número de los
elegidos.
Para concluir esta exposición os hago una promesa cuyo efecto será eterno, es esta:
Llamadme con el nombre de Padre, con confianza y amor, y recibiréis todo de parte de
este Padre con amor y misericordia.
Que mi hijo, tu padre espiritual, se ocupe de mi gloria y transcriba, frase tras frase, lo que
te he hecho escribir, y también lo que te haré escribir todavía, sin añadir nada, para que
los hombres encuentren fácil y placentera la lectura de lo que quiero que sepan.
Cada día, poco a poco, te hablaré de mis deseos en relación con los hombres, de mis
alegrías, de mis penas y, sobretodo, le mostraré a los hombres mis infinitas bondades y la
ternura de mi amor piadoso.
También quisiera que tus superioras te permitieran de usar tus momentos de libertad para
estar conmigo, y que tú puedas, por media hora al día, consolarme y amarme, y así
obtener que los corazones de los hombres, mis hijos, se dispongan a trabajar bien para
extender este culto, del cual os he revelado ahora la forma, para que lleguéis a tener una
gran confianza en este Padre que quiere ser amado por sus hijos.
Para que esta obra que quisiera hacer con los hombres pueda extenderse en todas las
naciones lo más pronto posible, sin que los que serán encargados de difundirla cometan
la mínima imprudencia, te pido que transcurras tus días en gran recogimiento. Te sentirás
feliz de hablar poco con las criaturas y, en tu corazón, en secreto hablarás conmigo y me
escucharás, aún cuando estarás en medio de los demás.
Por otra parte, esto es lo que quiero que hagas: cuando a veces te hablaré de ti
personalmente tú escribirás mis confidencias en un pequeño diario especial. Pero aquí
pretendo hablar de los hombres: yo vivo con los hombres en una intimidad mayor que la
de una madre con sus hijos.
Desde la creación del hombre no he cesado nunca, ni un instante, de vivir junto a él; como
Creador y Padre del hombre siento la necesidad de amarlo. No es que yo necesite de él,
pero mi amor de Padre y Creador me hace sentir esta necesidad de amar al hombre. Por
lo tanto yo vivo cerca del hombre, lo sigo por todas partes, lo ayudo en todo, proveo a
todo.
Yo veo sus necesidades, sus trabajos, todos sus deseos, y mi felicidad más grande es la
de socorrerlo y salvarlo.
Los hombres creen que yo soy un Dios terrible, y que precipito a toda la humanidad en el
infierno. ¡Qué sorpresa cuando, al final de los tiempos, verán muchas almas, que creían
perdidas, gozar de la eterna felicidad en medio de los elegidos!
Quisiera que todas mis criaturas se convenzan de que hay un Padre que vela por ellas y
que quiere hacerles pregustar, aún aquí abajo, la felicidad eterna.
Una madre no olvida nunca la pequeña criatura que dio a luz. ¿No es aún más hermoso
que, de parte mía, me recuerde de todas las criaturas que he puesto en el mundo? Ahora,
si la madre ama este pequeño ser que yo le he donado, yo lo amo más que ella porque yo
lo he creado. Aunque una madre amase menos a su niño por algún defecto que tiene, yo,
al contrario, lo amaré todavía más. Ella podría llegar hasta a olvidarlo, o a pensar en él
raramente, sobretodo cuando lo han quitado a su vigilancia, pero yo no lo olvidaré nunca.
Yo lo amaré siempre, y aún si no se recuerda más de mí su Padre y Creador, yo me
recordaré de él y lo amaré todavía.
Antes os dije que quisiera daros, aún aquí abajo, la felicidad eterna, pero vosotros no
habéis comprendido todavía esta palabra, y he aquí el significado: Si me amáis y si me
llamáis con confianza con el dulce nombre de Padre, comenzáis ya desde acá abajo con
el amor y la confianza que harán vuestra felicidad en la eternidad, que cantaréis en el
Cielo en compañía de los elegidos. ¿No es esta una anticipación de la felicidad de los
Cielos que durará eternamente?
Por lo tanto deseo que el hombre se recuerde a menudo que yo estoy allí en donde está
él. Que no podría vivir si yo no estuviese con él, viviente como él. A pesar de su
incredulidad yo no dejo nunca de estar junto a él.
¡Ah! como deseo ver realizado el plan que quiero comunicaros y que es este: hasta hoy el
hombre no ha pensado para nada en hacerle a Dios, su Padre, este favor que estoy por
decir: Quisiera ver que se establece una gran confianza entre el hombre y su padre de los
Cielos, ver un verdadero espíritu de familiaridad y de delicadeza al mismo tiempo, para
que no se abuse de mi gran bondad.
Conozco vuestras necesidades, vuestros deseos y todo lo que está en vosotros. Pero
como estaría agradecido y sería feliz si os viera venir a mí para hacerme las confidencias
de vuestras necesidades, como un hijo totalmente confiado en su padre. Si me lo
pidieseis, ¿cómo podría rechazar cualquier cosa, de mínima o máxima importancia que
sea? ¿Aunque si no me veis ni me sentís muy cerca de vosotros en los acontecimientos
que suceden en vosotros y en vuestro alrededor?
¡Un día, como será meritorio para vosotros el haber creído en mí sin haberme visto!
Aún ahora que estoy aquí, en persona, en medio de todos vosotros, que os hablo
repitiendo incesantemente, en todas las formas, que os amo y que quiero ser conocido,
amado y glorificado con un culto especial, vosotros no me veis, excepto una sola persona,
¡aquella a la cuál he dado este mensaje! ¡Una sola en toda la humanidad! Y sin embargo
heme aquí que os hablo, y en la que veo y a la cuál hablo os veo a todos y os hablo a
todos y a cada uno de vosotros, ¡y os amo como si me vierais!
Por lo tanto, deseo que los hombres me conozcan y que sientan que estoy cerca de ellos.
Oh hombres, recordad que quisiera ser la esperanza de la humanidad. ¿No lo soy ya? Si
no fuera la esperanza del hombre, el hombre estaría perdido. ¡Pero es necesario que yo
sea conocido como tal para que la paz, la confianza y el amor entren en el corazón de los
hombres y lo pongan en relación con su Padre del Cielo y de la tierra!
¡No penséis que yo sea ese terrible viejo que los hombres representan en sus imágenes y
en sus libros! No, no, yo no soy ni más joven ni más viejo que mi Hijo y que mi Santo
Espíritu.
Por lo tanto quisiera que todos, desde el niño hasta el anciano, me llamen con el nombre
familiar de Padre y de amigo, pues yo estoy siempre con vosotros, y me hago semejante
a vosotros para haceros semejantes a mí. ¡Cuán grande sería mi alegría al ver que los
hombres enseñan a sus niños a llamarme a menudo con el nombre de Padre, como soy
realmente! ¡Como desearía ver infundir en esas jóvenes almas una confianza y un amor
todo filial por mí! Yo he hecho todo por vosotros; ¿no haríais esto por mí?
Quisiera establecerme en cada familia con mi dominio para que todos puedan decir con
seguridad: "tenemos un Padre que es infinitamente bueno, inmensamente rico y muy
misericordioso. El piensa en nosotros y está cerca de nosotros, nos mira, nos sostiene y
nos dará todo lo que nos falta, si se lo pedimos. Todas las riquezas son nuestras,
nosotros tendremos todo lo que necesitamos". Precisamente estoy allí para que me pidáis
lo que os es necesario: "Pedid y recibiréis". Con mi paternal bondad os daré todo, como
verdaderamente hago, siempre que todos sepan considerarme como un verdadero Padre
viviente en medio de mis hijos.
Deseo también que cada familia exponga a la vista de todos la imagen que más tarde
haré conocer a mi "hijita". Deseo que cada familia se ponga bajo mi protección, muy
especial, para que puedan glorificarme más fácilmente. Allí, cada día, la familia me hará
conocer sus necesidades, sus trabajos, sus penas, sus sufrimientos, sus deseos y
también sus alegrías, porque un Padre tiene que saber todo lo que se refiere a sus hijos.
Seguramente yo lo sé dado que estoy allí, pero me gusta mucho la simplicidad. Yo sé
doblegarme a vuestras condiciones. Me vuelvo pequeño con los pequeños, me vuelvo
adulto con los hombres adultos, con los ancianos me vuelvo semejante a ellos, para que
todos comprendan lo que quiero decirles de su santificación y de mi gloria.
La prueba de lo que os digo ¿no la tenéis ya en mi Hijo que se hizo pequeño y débil como
vosotros? ¿No la tenéis también ahora, viéndome aquí que os hablo? Y, para que podáis
entender lo que quiero deciros ¿no he escogido, para hablaros, a una pobre criatura como
vosotros? Y ahora, ¿no me hago semejante a vosotros?
Mirad, he puesto mi corona a mis pies y el mundo sobre mi corazón. He dejado mi gloria
en el cielo y vine aquí dándome todo para todos, pobre con los pobres y rico con los ricos.
Quiero proteger a la juventud como un tierno Padre. ¡Hay tanto mal en el mundo! Estas
pobres almas inexpertas se dejan seducir por las lisonjas del vicio que, poco a poco, las
conducen a la ruina total. Oh, vosotros que necesitáis especialmente a alguien que os
cuide en la vida para que podáis evitar el mal, ¡venid a mí! ¡Yo soy el Padre que os ama
más de lo que ninguna otra criatura podrá nunca amaros! Refugiaos cerca, cerca de mí,
confiadme vuestros pensamientos y deseos.
Yo os amaré tiernamente. Os daré gracias para el presente y bendeciré vuestro porvenir.
Podéis estar seguros de que no os olvido, ni después de quince, veinticinco o treinta
años, ni desde que os he creado. ¡Venid! Veo que necesitáis mucho un Padre dulce e
infinitamente bueno como yo.
Sin extenderme en muchas cosas que sería oportuno decir aquí, pero que podré decir
más tarde, quiero ahora hablar en modo particular a las almas de los que me han
escogido, sacerdotes y religiosos: para vosotros, hijos queridos de mi amor, ¡tengo
grandes proyectos!”
AL PAPA
“Antes de dirigirme a todos me dirijo a ti, hijo mío dilecto, a ti mi Vicario, para poner en tus
manos esta obra que debería ser la primera entre todas y que, por el temor que el
demonio ha inspirado en los hombres, se cumplirá solo en este tiempo.
¡Ah! quisiera que tú comprendieras la extensión de esta obra, su grandeza, su amplitud,
su profundidad, su altura. ¡Quisiera que tú comprendieras los deseos inmensos que tengo
en relación con la humanidad presente y futura! ¡Si tú supieras cuanto deseo ser
conocido, amado y glorificado por los hombres, con un culto especial! Este deseo lo
conservo en mí desde toda la eternidad y desde la creación del primer hombre. Este
deseo lo manifesté varias veces a los hombres, sobretodo en el Antiguo Testamento. Pero
el hombre no lo ha entendido nunca. Ahora este deseo me hace olvidar todo el pasado,
siempre y cuando se realice en el presente, en mis criaturas del mundo entero.
Me rebajo al nivel de la más pobre de mis criaturas para poder, considerando su
ignorancia, hablarle y por medio de ella poder hablar a los hombres, ¡sin que ella se dé
cuenta de la grandeza de la obra que quisiera hacer con ellos!
No puedo hablar de teología con ella, estoy seguro de que fallaría, de que no entendería.
Yo permito que sea así para poder realizar mi obra mediante la simplicidad y la inocencia.
Pero ahora te toca a ti poner esta obra en estudio y llevarla muy rápidamente a la
ejecución.
Para ser conocido, amado y glorificado con un culto especial no pido nada de
extraordinario. Deseo solo esto:
1) Que un día, o por lo menos un domingo, sea consagrado para glorificarme, en modo
muy particular, con el nombre de Padre de Toda la Humanidad. Para esta fiesta quisiera
una Misa y una función apropiada. No es difícil encontrar los textos en la Sagrada
Escritura. Si preferís rendirme este culto especial un domingo, yo escojo el primer
domingo de Agosto, si escogéis un día de la semana, prefiero que sea el día 7 de este
mismo mes.
2) Que todo el clero se empeñe en el desarrollo de este culto y, sobretodo, que me haga
conocer por los hombres así como soy y como seré siempre con ellos, es decir, el Padre
más tierno y más amable entre todos los padres.
3) Deseo que me hagan entrar en todas las familias, en los hospitales, también en los
laboratorios y en los talleres, en los cuarteles, en las salas de deliberación de los ministros
de todas las naciones, y en fin, en cualquier parte en donde se encuentren mis criaturas,
¡aunque hubiera una sola criatura! Que el signo tangible de mi invisible presencia sea una
imagen que demuestre que estoy realmente presente allí. Así todos los hombres actuarán
bajo la mirada de su Padre, y yo mismo tendré bajo mi mirada a la criatura que he
adoptado después de haberla creado, y todos mis hijos estarán bajo la mirada de su
tierno Padre. Indudablemente también ahora estoy en todas partes, ¡pero quisiera estar
representado en manera sensible!
4) Que durante el año el clero y los fieles hagan algunos ejercicios en mi honor, sin
perjudicar sus habituales ocupaciones. Que sin temor mis sacerdotes vayan por todas
partes, en todas las naciones, para llevarles a los hombres la llama de mi paternal amor.
Entonces las almas se iluminarán ya conquistadas, no solo entre los fieles sino también
entre las sectas que no son de la verdadera Iglesia. Sí, que también estos hombres, que
son mis hijos, vean brillar esta llama, que conozcan la verdad, que abracen y practiquen
todas las virtudes cristianas.
5) Quisiera ser glorificado en modo particular en los seminarios, en los conventos de
novicios, en las escuelas y en los internados. Que todos, desde el más pequeño hasta el
más grande, puedan conocerme y amarme como su Padre, su creador y su salvador.
6) Que los sacerdotes se empeñen en buscar en las Sagradas Escrituras lo que dije en
otros tiempos, y que hasta ahora ha sido ignorado, en relación con el culto que deseo
recibir de parte de los hombres. Que trabajen para que mis deseos y mi voluntad lleguen
a todos los fieles y a todos los hombres, especificando lo que diré para todos los hombres
en general y, en particular, para los sacerdotes, los religiosos y religiosas. Estas son las
almas que escojo para que me rindan grandes homenajes, más que los otros hombres del
mundo.
¡Cierto es que se necesitará tiempo para llegar a una completa realización de lo que
deseo de parte de la humanidad y que te he hecho conocer! Pero un día, con las
oraciones y los sacrificios de las almas generosas, que se inmolarán por esta obra de mi
amor, sí, un día estaré satisfecho. Te bendeciré, hijo mío predilecto, y te daré el céntuplo
de todo lo que harás por mi gloria”.
AL OBISPO
“Quiero decir unas palabras a ti también, hijo mío Alejandro, para que mis deseos se
realicen en el mundo.
Es necesario que, con el padre espiritual del "arbusto” (Madre Eugenia) de mi hijo Jesús,
seáis promotores de esta obra, es decir, de este culto especial que espero de parte de los
hombres. A vosotros, hijos míos, confío esta obra y su futuro tan importante.
Hablad, insistid, haced saber lo que diré para que yo sea conocido, amado y glorificado
por todas mis criaturas, y así habréis hecho lo que me espero de vosotros, es decir, mi
voluntad, y habréis realizado mis deseos, que desde hace tiempo conservo en el silencio.
Todo lo que haréis por mi gloria yo lo redoblaré para vuestra salvación y vuestra
santificación. En fin, será en el cielo, y solo en el cielo, que veréis la gran recompensa que
os daré en modo particular, y también a todos los que trabajarán para esto.
He creado al hombre para mí y es muy justo que yo sea TODO para el hombre. El hombre
no saboreará las verdaderas alegrías estando afuera de su Padre y creador, porque su
corazón está hecho solo para mí.
Por mi parte, mi amor por mis criaturas es tan grande que no siento otra alegría que la de
estar entre los hombres.
Mi gloria en el cielo es infinitamente grande, pero es todavía más grande cuando me
encuentro entre mis hijos: los hombres de todo el mundo. Criaturas mías, vuestro cielo
está en el Paraíso con mis elegidos, porque es allá arriba, en el cielo, que me
contemplaréis en una visión perenne, y gozaréis de una gloria eterna. ¡Mi cielo está en la
tierra con todos vosotros, oh hombres! Sí, es en la tierra y en vuestras almas que busco
mi felicidad y mi alegría. Podéis darme esta alegría, y es para vosotros también un deber
hacia vuestro creador y Padre, que de vosotros lo espera y lo desea.
La alegría de estar entre vosotros no es menor de la que probaba cuando estaba con mi
hijo Jesús durante su vida mortal. Era yo quién enviaba a mi Hijo. Fue concebido por mi
Espíritu Santo, que también soy yo, en pocas palabras, era siempre YO.
Amando a vosotros, mis criaturas, como a mi Hijo que soy yo, digo como a Él: sois mis
hijos predilectos, en los cuales me complazco; es por esto que gozo con vuestra
compañía y que deseo quedarme con vosotros. Mi presencia entre vosotros es como el
sol sobre el mundo terrestre. Si estáis bien dispuestos a recibirme vendré muy cerca de
vosotros, entraré en vosotros y os iluminaré con mi amor infinito.
En cuanto a vosotros, almas en pecado o que ignoran la verdad religiosa, no podré entrar
en vosotros, pero de todos modos estaré cerca, porque no dejo nunca de llamaros, de
invitaros a desear los bienes que os traigo para que veáis la luz y os curéis del pecado.
A veces os miro con compasión porque os encontráis en una infeliz condición. A veces os
miro con amor para que os sintáis dispuestos a ceder a los encantos de la gracia. A veces
paso días, también años, cerca de algunas almas para asegurarles la felicidad eterna. No
saben que yo estoy allí que las espero, que las llamo a cada instante durante el día. Sin
embargo, tampoco me canso y siento igualmente alegría estando junto a vosotros,
siempre con la esperanza de que un día regresaréis a vuestro Padre y que me haréis un
acto de amor, por lo menos antes de morir.
He aquí, por ejemplo, un alma que está muriendo de repente: esta alma ha sido siempre
para mí como el hijo pródigo. * Yo la colmaba de bienes, ella andaba despilfarrando todos
estos bienes, todos los dones gratuitos de su Padre tan amable, y además me ofendía
gravemente. Yo la esperaba, la seguía por todas partes, le hacía nuevos favores como la
salud y los bienes que hacía frutar de sus trabajos, tanto así que tenía hasta lo que era
superfluo. A veces mi providencia le daba todavía otros bienes nuevos. Por lo tanto se
encontraba en la abundancia pero no veía otra cosa que el triste resplandor de sus vicios,
y toda su vida fue un conjunto de errores, por el pecado mortal habitual. Pero mi amor no
se cansó nunca.
Continuaba a seguirla, la amaba y, sobretodo, a pesar de los rechazos que me oponía,
estaba contento de vivir pacientemente cerca de ella, con la esperanza de que, quizás, un
día habría escuchado mi amor y habría regresado a mí, su Padre y salvador.
En fin, se acerca su último día: le mando una enfermedad para que pueda estar recogido
y pueda regresar a Mí su Padre: pero el tiempo pasa y allí está mi pobre hijo de 74 años
en su última hora. Y Yo, como siempre, estoy allí todavía: y como nunca antes le hablo
con mayor bondad. Insisto, llamo a mis elegidos para que recen por él para que pida el
perdón que yo le ofrezco... A este punto, antes de expirar, abre los ojos, reconoce sus
errores y lo mucho que se ha alejado del verdadero camino que conduce a mí. Vuelve en
sí y después, con voz débil que nadie a su alrededor logra escuchar, me dice: "Dios mío,
ahora veo como vuestro amor por mí ha sido grande, y yo os he ofendido continuamente
con una vida muy mala. Nunca he pensado en ti, mi Padre y salvador. Tú que ves todo,
por todo el mal que ves en mí, y que reconozco en mi confusión, te pido perdón y te amo,
¡Padre mío y salvador mío!". Murió en ese mismo instante y aquí está delante de mí. Yo lo
juzgo con el amor de un Padre, como él me llamó, y se salvó. Quedará por un tiempo en
el lugar de expiación y después será feliz por toda la eternidad. Y yo, después de
haberme complacido durante su vida con la esperanza de salvarlo con su arrepentimiento,
gozo todavía más con mi corte celestial porque se ha realizado mi deseo y por ser su
Padre por toda la eternidad.
En cuanto a las almas que viven en la justicia y en la gracia santificante, siento la felicidad
de establecerme en ellas. Me dono a ellas. ¡Les transmito el uso de mi POTENCIA, y con
MI AMOR encuentran, en MÍ su Padre y salvador, una anticipación del Paraíso!”.
* * *
ROSARIO A DIOS PADRE
Jaculatorias
V. Dios mío ven en mi auxilio,
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Oraciones
Padre mío, Padre bueno, a Ti me ofrezco, a Ti me doy.
Oraciones:
Oraciones:
Oraciones:
Oraciones:
Oraciones:
Padre, por los hijos que luchan para que venga Tu Te imploramos.
Reino
Cordero de Dios que quitas los pecados del Ten piedad de nosotros,
mundo Señor.
* * *
“Por toda la eternidad he tenido sólo un deseo, hacerme conocer y amar por los
hombres” Sigue leyendo →
EN VIDEO:
El ROSARIO A DIOS PADRE DE TODA LA HUMANIDAD (MEDITADO)
https://www.youtube.com/watch?v=RD9W3iwCSmY
VIDEOS:
Renovación de las Tres Consagraciones
https://www.youtube.com/watch?v=Ny4UPv6_IzE
Día 1 Octava de Consagración a Dios Padre de Toda la Humanidad
https://www.youtube.com/watch?v=2iv_c6OW6QU
Día 2 Octava de Consagración a Dios Padre de Toda la Humanidad
https://www.youtube.com/watch?v=bx6FHhxs3Cc
Día 3 Octava de Consagración a Dios Padre de Toda la Humanidad
https://www.youtube.com/watch?v=HbA0n_KzRLo
Día 4 Octava de Consagración a Dios Padre de Toda la Humanidad
https://www.youtube.com/watch?v=I31ZTbZPkbo
Día 5 Octava de Consagración a Dios Padre de Toda la Humanidad
https://www.youtube.com/watch?v=X-QdrIDy53M
Día 6 Octava de Consagración a Dios Padre de Toda la Humanidad
https://www.youtube.com/watch?v=ptyTLsqqGKc
Día 7 Octava de Consagración a Dios Padre de Toda la Humanidad
https://www.youtube.com/watch?v=4cm90Jm9ewg
EN VIDEO:
CORONILLA DE ENTREGA A DIOS PADRE
https://www.youtube.com/watch?v=guUmICGrUuc
https://www.youtube.com/watch?v=jaQQp8pqD_4
DIOS ES MI PADRE
https://www.youtube.com/watch?v=XLd_Hwm6Ymc
"PADRE DÓNAME"
https://www.youtube.com/watch?v=ZTGlTrvXqZo
"Padre, me pongo en Tus Manos. Haz de mí lo que Quieras. Sea lo que sea, Te
doy las gracias. Estoy dispuesto a todo. Lo acepto todo, con tal de que Tu
Voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre.
Te encomiendo mi alma, te la entrego con todo el amor de que soy capaz, porque
Te Amo y necesito darme a Ti; ponerme en Tus Manos sin limitación, sin medida,
con una Confianza Infinita, porque Tú Eres Mi Padre. Amén".
FOLLETO # 10:
PARA TODOS
JULIO 2019