Espacio de Adoración Eucarística para Niños
Espacio de Adoración Eucarística para Niños
Espacio de Adoración Eucarística para Niños
Jesús vino a la tierra, pero no quiso permanecer sólo por 33 años, sino
que quiso encontrar una manera de quedarse para siempre, y sobre
todo, de estar presente en todos los puntos de la tierra. Y se quedó,
"inventó", instituyó el sacramento de la Eucaristía. Transformó el pan
y el vino en su cuerpo y su sangre. Sólo el Amor de Jesús, de Dios por
nosotros, podía "inventarse" algo así.
Dios está en aquella hostia; la hostia consagrada es Jesús mismo, su
Alma, su Cuerpo, su Sangre y su Divinidad. Nosotros podemos
encontrarlo todos los días y pedirle aquello que necesitamos. Él me
ama, nos ama a todos. Él está en las grandes catedrales, pero
también en las pequeñas capillitas. Él está allí, para los ricos y para
los pobres. Está para todos.
Él es rey de reyes. Si pensamos: ¿qué difícil es acercarnos a una
personalidad, a un gobernador o presidente, para tener una
audiencia? En cambio, Jesús que es el Rey del cielo y de la tierra, se
pone a disposición de todos, da audiencia a cualquiera.
c) Canción.
d) Reflexión y gesto
Ambientación:
Desarrollo:
Oración: Se invita a cada participante para que, con la ayuda del material
entregado al inicio del encuentro, realice su oración personal al Sagrado
Corazón.
Hora
Santa Sugerencia para catequistas
MONICIÓN
Jesús está vivo en la Hostia consagrada y en esta Hora Santa nos está esperando
para que lo visitemos y dialoguemos con Él porque nos ama.
Por eso Jesús se quedó en forma de un pedacito de pan para decirnos que Él es
nuestro alimento verdadero, el único que puede haceros crecer en la vida de hijos
de Dios y darnos fuerzas para amar.
Pongámonos en la presencia de Jesús y cantemos
CANTO
EXPOSICIÓN Y ESTACIÓN MAYOR
ORACIÓN Y PETICIÓN. CATEQUISTA:
Aquí estamos reunidos ante ti, porque queremos decirte que tú eres el centro de nuestra
casa y vida. Queremos que tengas con nosotros una familia en donde encuentres amor a
Dios, a Papá Dios, según tú lo llamabas y según nos enseñaste a llamarlo. Queremos
que en nuestra casa te sientas amado porque nos amamos los hermanos unos a otros.
Jesús tú te quedaste como Pan para darnos fuerza para amar, por eso todos juntos te
decimos:
“Jesús que en nuestra casa nos amemos más”
Que nos ayudemos apenas veamos que alguien lo necesita, sin estar esperando
hasta que nos pidan ayuda.
R:
Que cuando nos peleemos o tengamos dificultades sepamos perdonarnos.
R:
-Que dejemos nuestras cosas (nuestros programas de televisión, nuestros juegos,
nuestros quehaceres) cuando alguien nos necesita o nos pida un favor.
R:
Que sepamos corregirnos de nuestras equivocaciones y defectos y que aceptemos
las coerciones que los demás nos hacen.
R:
-Que siempre digamos a donde vamos y siempre nos interesemos unos por otros
sin decir nunca como Caín “¿Acaso soy yo el guardián de mis hermanos?”
R:
-Qué papá y mamá se quieran cada vez más y sepan educarnos con su ejemplo.
R:
Jesús solo contigo podré decir sí a los demás cuando me pidan ayuda.
Por eso quiero recibirte siempre que pueda.
R:
Jesús solo contigo podré vencer la tristeza, la flojera y el enojo. Por eso
quiero recibirte siempre que pueda.
R:
Jesús solo con tu ayuda podré llegar al cielo y estar con Dios para
siempre. Por eso quiero recibirte siempre que pueda.
R:
PADRE NUESTRO
BENDICIÓN Y RESERVA
CATEQUESIS INFANTIL
Hora Santa.
Palabras de ambientación.
Vamos a estar una hora con Jesús. No es un sacrificio, es una gracia, una predilección.
Gracias, Señor, porque nos permites estar contigo. Siempre estamos en tu presencia, pero
ahora con más intensidad. Nuestro estar aquí esta noche es la presencia del amigo en un
momento delicado para el amigo. Al amigo le duele que le dejemos solo. ¿No habéis podido
velar ni siquiera una hora conmigo?
Jesús está noche te reconoce, te llama por tu nombre, como a Pedro, Santiago y Juan; y cuándo
él pronuncia tu nombre, te recrea. Te ama.
Presentación de todos.
Queremos, Jesús, estar contigo.
Queremos recordar tus palabras,
Benditas palabras.
Queremos poner nuestro corazón junto a tuyo,
Y captar tus sentimientos.
Monición.
En silencio miramos a Jesús. El silencio es la mejor manera de escuchar, porque nos permite
llevar hasta el corazón las cosas que vemos, que oímos, que sentimos.
Ahora, en silencio, vamos hacer pasar por el corazón (recordar) lo que esta tarde hemos oído,
vivido, celebrado, cantando…. Cualquier cosa de las celebraciones. O de la vida. A lo mejor,
también allí estaba Jesús. (Música de fondo).
Silencio.
Recordemos.
Oremos.
Breve silencio.
Meditación. (Tenemos que tener preparados cinco carteles con los nombres de las cinco
características del amor de Jesús, que se irán colocando ante la mesa de la Reserva, o en otro
lugar apropiado antes de cada parte de la meditación).
Lector 1: Conocido es el amor de Jesús. Es más, Jesús es Amor, el Amor de los amores. Mucho
podemos decir de su infinito amor. Vamos a destacar hoy cinco características de su amor, que
brillan como cinco resplandores.
Lector 2: El amor de Jesús es gratis. El amor de Jesús es gratuidad. Él nos amó primero: “No me
habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros”. No nos eligió por nuestros
méritos, sino por su designio eterno. “Antes de formarte en el seno materno, te conocía”, antes
de que fueras, yo te amaba.
¿Y qué nos pide a cambio? Que nos dejemos amar, que creamos en el amor. Nos pide confianza
e intimidad. Ni siquiera nos ama para que le 3 amemos, sino para que nos amemos, para que
seamos felices amando, para que vivamos en el amor.
Silencio Breve.
Canto: Pescador de hombres.
Lector 3: Dios es amor misericordioso. Si preguntamos la razón de por qué nos ama, la única
respuesta es su misericordia. Te ama porque te conocía, conocía tus miserias, y se compadeció
de ti, volcando su corazón sobre ti.
Podría pensarse en un amor “justo”, que favoreciera a cada uno según sus méritos. El amor de
Dios rompe estos esquemas. Sabemos que tiene preferencias, pero hacia los pequeños y los
pobres.
La misericordia es la que más resplandece en Cristo, cuyas entrañas se conmovían ante las
miserias humanas.
Silencio breve.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor , y no
olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; Él rescata tu vida de la fosa y te
colma de gracia y de ternura; Él sacia de benes tus anhelos, y como un águila se renueva tu
juventud.
El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus
hazañas a los hijos de Israel.
Como se levante el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el
oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él
conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro.
Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, que el viento la roza,
y ya no existe, su terreno no volverá a verla.
Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos: para los que
guardan la alianza y recitan y cumplen sus mandatos.
Hoy nos fijamos especialmente en el Lavatorio. Jesús, con la toalla y la jofaina, a los pies de sus
discípulos.
Recordemos en nuestro corazón el episodio de Jesús como siervo. Pongámosle nuestro rostro
al de los discípulos. Cambiemos el nombre de Pedro por el nuestro propio. Lávame, Señor, los
pies, las manos, la cabeza y el corazón. Lávame y enséñame a lavar los pies de mis hermanos, a
curar sus heridas, a cargar con ellas.
Silencio.
Lector 5: Por nosotros lo da todo y se dio del todo. Siendo rico, se hizo pobre para
enriquecernos: se empequeñecía para dignificarnos; se entregó para salvarnos. Nos dio su
palabra, sus medicinas, su pan. Se dio él mismo haciéndose pan. Nos dio su cuerpo y su sangre
y su Espíritu.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Como él, muchos
seguidores suyos, han dado la vida por los hermanos. Por él, muchos amigos suyos han dado la
vida. ¿Recuerdas alguno? Dilo en voz alta. (Invitamos a la gente a que en voz alta digan
nombres de quienes recuerdan que ha dado la vida por Dios o por los demás. Sean santos o no.
Hayan muerto o no).
Lector 5: Ahora entra en ti y piensa que esa generosidad del Padre, de su Hijo Jesús y de su
amoroso espíritu ha sido contigo y por ti. Piénsalo. Medítalo.
Canto: El Alfarero.
Lector 1: El último resplandor del amor de Dios que hoy destacamos es la PERMANENCIA.
(Sacamos el cartel respectivo).
Se habla también de la intimidad, como la savia en la vid. Permanecer es estar siempre, por
encima del tiempo. Cuando la vida nos va bien. Cuando la vida no va mal. Cuando estamos
enamorados, o cuando las discusiones son el pan nuestro de cada día. Cuando estamos sanos,
y cuando estamos enfermos. Cuando éramos niños, cuando somos adultos, cuando seamos
mayores. Siempre y en todo momento Dios permanece amándome. Y yo ¿Permanezco unido a
su amor? ¿Permanezco amándole? ¿Permaneceré amándole mañana, y el año que viene, y el
otro, y el otro?
Silencio.
Breve pausa.
Lector 6: Ahora repitamos en voz alta: (Se leen otra vez las tres frases anteriores y la gente las
va repitiendo).
Peticiones.
Sacerdote o quien dirige: Quisiéramos poner ante nuestros ojos a cuantos están marcados
por el dolor y la angustia, por la soledad o el sinsentido, por la desgracia y la tortura, por la
marginación y la miseria, por la enfermedad o la cárcel, por la humillación y la condena a
muerte… En todas ellas Cristo sigue su agonía.
Por los agonizantes y enfermos terminales, que además de los paliativos no les falte el ángel
del consuelo.
Por los que viven en la miseria y el olvido, que lleguen a todos sus gritos silenciosos.
Por los que son víctimas del terror, de la guerra, de los secuestros y la tortura, que a todos
nos interpele su martirio.
Por los ancianos que no son queridos y se sienten solos, que encuentren personas que les
acompañen y valoren.
Por las mujeres maltratadas, víctimas de la violencia de género, la prostitución, que puedan
recuperar su dignidad y su libertad.
Por los niños esclavizados, vendidos, prostituidos, militarizados, que encuentren los medios
para rehacer sus vidas.
Por los que no tienen trabajo, por los fracasados que no les falten nuevas oportunidades.
Por todos los que están marcados por el desamparo o el vicio y las adicciones, que no pierdan
la esperanza de su liberación.
Por los inmigrantes, que tienen que afrontar tantos riesgos y separaciones que puedan ser
integrados socialmente.
Podemos añadir peticiones en voz alta.
Padre Nuestro.
Acción de gracias.
Presentación de todos.
Canto.
1.- Amor es vida, vida es alegría. / Quien nunca amó, vivió sin ilusión. / Alegres cantan sus
melodías / las ansiedades del corazón. (2). Alegre estoy, cantando voy, / este es el día que hizo
el Señor. (bis).
2.- Yo soy feliz por cada día nuevo, / por la ilusión de ver amanecer, / por las estrellas y por el
cielo, / por la alegría de renacer. (2).
3.- Por los caminos áridos del mundo, / busco la huella de un amor feliz. / Soy peregrino, soy
vagabundo, / un cielo eterno brilla hoy en mí. (2).
4.- Cuando recuerdo aquel amor divino, que siendo Dios al suelo descendió, mi alma canta, mi
alma goza porque la vida me dio el Señor. (2)
Canto: Amaos.
1.- Tú, has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos, tan sólo quieres que yo te
siga.
Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre. En la arena he dejado mi
barca, junto a ti buscaré otro mar.
2.- Tú sabes bien lo que tengo, en mi barca no hay oros ni espadas, tan sólo redes y mi trabajo.
3.- Tú necesitas mis manos, mi cansancio que a otros descanse, amor que quiera seguir
amando.
4.- Tú, pescador de otros lagos, ansia eterna de almas que esperan, amigo bueno que así me
llamas.
MISERICORDIA.
Salmo 102. (A dos coros)
Bendice, alma mía, al Señor, Y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, Y no
olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; Él rescata tu vida de la fosa y te
colma de gracia y de ternura; Él sacia de bienes tus anhelos, y como un águila se renueva tu
juventud.
El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus
hazañas a los hijos de Israel.
Como se levante el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el
oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; Porque él
conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro.
Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, Que el viento la roza,
y ya no existe, su terreno no volverá a verla.
Pero la misericordia del Señor dura siempre, Su justicia pasa de hijos a nietos: para los que
guardan la alianza y recitan y cumplen sus mandatos.
SERVICIALIDAD.
Yo no soy nada.
1.- Yo no soy nada / y del polvo nací, / pero tú me amas y moriste por mí. / Ante la cruz sólo
puedo exclamar: / “tuyo soy, tuyo soy”.
Toma mis manos, te pido, / toma mis labios, / te amo, toma mi vida, / oh Padre, tuyo soy,
tuyo soy.
2.- Cuando de rodillas / yo te miro, Jesús, / veo tu grandeza y mi pequeñez. / ¿Qué puedo darte
yo?, / tan sólo mi ser. / Tuyo soy, tuyo soy.
GENEROSIDAD.
El Alfarero.
Gracias quiero darte por amarme. / Gracias quiero darte yo a ti, Señor. /Hoy soy feliz porque te
conocí. /Gracias por amarme a mí también.
Yo quiero ser, Señor, amado, / como el barro en manos del alfarero. /Toma mi vida, hazla de
nuevo. /Yo quiero ser un vaso nuevo.
Te conocí y te amé. /Te pedí perdón y me escuchaste. /Si te ofendí, perdóname, Señor, /pues te
amo y nuca te olvidaré.
PERMANENCIA.
Acción de gracias.
http://www.personal.able.es/aulabiblia/mc-287.htm
No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames con fervor.
Háblame, pues, aquí sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano.
Dime su nombre, bien sea el de tus padres o hijos, bien el de tus hermanos y amigos; dime
enseguida qué quisieras que hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho, no vaciles en
pedir; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos,
para atender a las necesidades ajenas.
Háblame así, con sencillez, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a
quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos
ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos, una palabra de amigo, palabra
entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del
corazón; y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón
especialmente ama?
Hazme, si quieres, como una lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime
francamente que sientes soberbia, amor a la sensualidad, envidia; que eres tal vez egoísta,
inconstante, negligente, perezoso...o tal vez juzgas muy fácilmente a los demás o hablas sin
caridad de ellos; y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que
haces para quitar de ti tales males.
No te avergüences, ¡pobre alma! ¡En el cielo hay tantos justos, tantos Santos de primer orden,
¡que en su momento tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad; y poco a
poco se vieron libres de ellos. Menos aún vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales:
salud, memoria, amor, amistades que te sean provechosas, paciencia, alegría, éxito en tus
trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darte, y lo doy libremente, y deseo que me lo
pidas, siempre y cuando no se oponga, antes bien favorezca y ayude a tu santificación.
¿Qué puedo hacer por ti? ¡Si supieras cuántos deseos tengo de favorecerte! ¿Traes ahora
mismo entre manos algún proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. Quiero saberlo de ti.
¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Hay algo que quieres que haga por tu
hermano, por un amigo, por tu superior? ¿Qué desearías poder hacer tú por ellos?
¿Y por Mí?
¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus
amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí? Dime qué cosa llama hoy
particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con qué medios cuentas para
conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras
que me interesase algo en tu favor? Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los
llevo, sin perjuicio de su libertad, a donde me place.
Cuéntame todo, pobre alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te
hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que
tiene bálsamo eficaz para curar todas las heridas del tuyo. Dame cuenta de todo, y acabarás en
breve por decirme que, a semejanza de Mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago
recibirás mi consoladora bendición.
¿Sientes en tu alma vagas melancolías, que no por ser infundadas dejan de ser
desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes;
todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.
¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan
de ti sin que les hayas dado un motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de
ser obstáculos a tu santificación.
¿Por qué no me haces partícipe de ella como a un buen amigo? Cuéntame lo que, desde ayer,
desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizá has
tenido una agradable sorpresa, quizás has visto disiparse algún temor o recelo, quizás has
recibido buenas noticias, alguna carta o muestra de cariño. Tal vez has vencido alguna
dificultad o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo eso, y yo te lo he proporcionado.
¿Por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, como un hijo a
su padre: «¡Gracias, Padre mío, gracias!» El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios,
porque al bienhechor le gusta verse correspondido.
Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácilmente; pero a
Dios, no. Háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya
más a aquella ocasión de pecado? ¿De privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De no leer más
aquel libro que exaltó tu imaginación? ¿De no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu
alma?
¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado,
has mirado hasta hoy como un enemigo?
Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales, al taller, a la familia, al estudio; pero
no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la
soledad del santuario. Guarda, en cuanto puedas, silencio, modestia, recogimiento,
resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que también lo es tuya, la Virgen
Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi
servicio. En mi Corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos
consuelos.
1. RECOMENDACIONES PREVIAS
Pedir que cada joven lleve una vela ese día. La vela debe tener amarrado
un breve mensaje con el nombre del joven (ojalá la amarra sea con cinta del
color que elijan todos).
Se trata de una experiencia ya avalada por la práctica y con muy buenos resultados.
Veamos:
2. AMBIENTACIÓN
3. CELEBRACIÓN
Se lee un texto bíblico: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no
caminará en tinieblas...”
“Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para
siempre. El pan que Yo daré es mi carne, y la daré para vida del mundo.”
(Juan 6, 51)
“Este es el Pan vivo bajado del cielo; no como el que comieron nuestros
padres, y murieron; el que coma este Pan vivirá para siempre.” (Juan 6,
58:)
Una de las tantas maneras que tiene para hacerlo es que el Animador los motive
a comunicarse con el Señor. Por ejemplo:
Nada te turbe,
nada te espante,
quien a Dios tiene,
nada le falta.
Nada te turbe,
nada te espante,
sólo Dios basta...
Otro Canto.
Pensaba que en sus ojos iba a encontrar una mirada de reproche por alguna falta
de la cual no me hubiera arrepentido. Pensaba que en sus ojos iba a descubrir
una exigencia: que había que Él deseaba de mí. Por fin, un día, reuní el
suficiente valor y lo miré a los ojos y descubrí que en su mirada no había
reproche ni exigencia. Sus ojos se limitaban a decir: “Te quiero” ... Me quedé
mirando fijamente durante largo rato y seguía escuchando el mismo mensaje:
“Te quiero”.
Una vez que haya leído, se deja un momento más largo de silencio.
4. Conclusión
Una vez que todos tengan su vela encendida alguien lee el texto con que
iniciamos esta celebración:
“Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas”. Todos
cantan levantando sus velas: “Esta es la luz de Cristo”.
El que preside:
Oh Dios, que nos diste el verdadero pan del cielo, concédenos, te rogamos, que,
con el poder del alimento espiritual, siempre vivamos en ti y resucitemos
glorioso en el último día.
Finalmente se apagan las velas, y cada uno sale de la capilla haciendo una
genuflexión.
SEÑAL DE LA CRUZ
CANCIÓN
ACTO DE FE
CANCIÓN
ME TOCASTE JESÚS
Me tocaste Jesús, y cerré mi puerta
y me hablaste, Jesús, con el pan y el vino y así,
con tu sombra detrás
que todo alumbró
tu rostro sereno.
ORACIÓN
Enséñanos a compartir
ACTO DE ADORACIÓN
PARA MEDITAR
ACTO DE MEDITACIÓN
Tu Cuerpo y tu sangre
ORACIÓN
Te pido Jesús,
siempre estar preparado para recibirte en la Eucaristía.
necesito encontrarme contigo en el pan que alimenta y da
vida.
Que nunca me falte el hambre de Dios,
las ganas de que llenes mi corazón.
que nunca sea indiferente
al hambre que sufren tantos hermanos,
y que viva solidario para ayudar.
Que cada Eucaristía sea una verdadera fiesta
porque juntos, en comunidad,
nos alimentamos con tu presencia viva.
Gracias por pensar en nosotros
y darnos la alegría de poder recibirte
para crecer en nuestra fe, nuestra esperanza
y nuestro amor a los demás.
Que cada Eucaristía me de fuerzas para seguirte
ACCIÓN DE GRACIAS
OFRENDA Y DESPEDIDA
8. Nos ponemos de pie, como signo de respeto y como gesto de estar listos
para contarlo a todos los demás (Entran el lector, trayendo la Palabra, y
dos niños, que lo acompañan con las velas) Mientras cantamos el Aleluya.
10. Ahora, en silencio y orden, nos dirigimos hacia el altar, de donde cada
uno retira un mensaje del Evangelio. Nos vamos allí, ubicándonos en
forma circular.
Cantamos____________________
12. El lema del Congreso Eucarístico es: Denles ustedes de comer, que
son palabras de Jesús a sus discípulos, pero que hoy nos dice a nosotros,
para que ayudemos a quien no tiene qué comer.
14. Estamos con Jesús, igual que aquellas personas que cuenta el
Evangelio... sentadas en el pasto, lo escuchaban y comentaban entre
ellos todo lo que Jesús les decía. Ahora, cada uno de nosotros,
compartiendo en voz alta, va a leer el mensaje que le tocó (Se da el
tiempo necesario).
Cuando vemos la televisión, los diarios o la radio nos enteramos que todos
necesitan de oración. Ahora respondemos: ¡Te pedimos, Jesús, te
pedimos, Señor!
18. Cada día que pasa nos damos cuenta que necesitamos crecer y
mejorar, por eso ahora vamos a decir cantando: Ayúdanos, Jesús, a
crecer.
20. Siempre, donde está Jesús, está su Madre María, y cuando estuvo en
la cruz nos la regaló como Madre nuestra; le debemos todo nuestro cariño
y amor, ya que ella nos cuida y protege como sus hijos verdaderos.
Unimos nuestras voces y le decimos: Dios te salve María...
21. Vamos a terminar esta hora de adoración con la oración del Congreso
Eucarístico.
UN SOLO SEÑOR
UN SOLO CUERPO
UN SOLO PUEBLO
RAZONES BÍBLICAS
1. ¡Él está realmente allí! “Yo soy el pan de vida bajado del cielo” (Juan 6, 35)
2. ¡Por Su infinito amor por ti, Día y noche Jesús habita en el Santísimo Sacramento! “Y
he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” “Con amor
eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti”. (Mateo 28,29; Jeremías 31,3)
3. Cada hora que pasas con Jesús hará que Su paz divina se ahonde en tu corazón.
“Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso”.
“Confiadle todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de vosotros”. (Mateo 11,28; 1
P 5,7)
4. Jesús te dará todas las gracias que necesitas para ser feliz en esta vida. “Porque el
Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las
aguas de la vida”. (Apocalipsis 7,17)
5. Cada momento que pasas ante Su presencia Eucarística hará que aumente Su vida
divina dentro de ti, y profundizará tu relación personal y tu amistad con Él. “Yo he
venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. “Yo soy la vid; vosotros los
sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados
de mí no podéis hacer nada”. (Juan 10,10; 15,5)
6. Cada hora que pasas con Jesús en la tierra hará que tu alma sea eternamente más bella
y gloriosa en el cielo. “Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se
humille, será ensalzado”. “Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos
como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen
cada vez más gloriosos”. (Lucas 18,14; 2 Co 3,18)
7. Jesús te bendecirá a ti, a tu familia y al mundo entero por esta hora de fe que pasas
con Él en el Santísimo Sacramento. “Dichosos los que no han visto y han creído”. La fe
puede mover montañas. “Solamente ten fe”. “Mira que hago un mundo nuevo”. (Juan
20,29; Marcos 5,36; Apocalipsis 21,5)
8. ¡Por la paz en nuestro país! “si mi pueblo... se humilla, orando y buscando mi rostro...
sanaré su tierra”. (2 Crónicas 7,14)
9. Cada momento que pasas con Jesús en el Santísimo Sacramento ¡le causa alegría a Su
Sagrado Corazón! “mis delicias están con los hijos de los hombres”. (Pr 8,31)
10. Cuando contemplas la Sagrada Hostia, estás viendo a Jesús, el Hijo de Dios.
“Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga
vida eterna y que yo le resucite el último día”. (Juan 6,40)
11. Jesús merece infinitamente nuestra acción de gracias y adoración incesantes por
todo lo que Él ha hecho por nuestra salvación. “Digno es el Cordero degollado de
recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”.
(Apocalipsis 5,12)
12. Jesús te pide a cambio que lo ames pasando una hora a la semana en silencio con
Él en el Santísimo Sacramento. “Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu
corazón”. “¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?” (Mateo 6,21; 26,40)
ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA
1. ¡Esta es una invitación personal de Jesús para ti! “Jesús nos espera en este
Sacramento del amor”. (Art. 3)*
2. ¡Te necesitamos muchísimo! “La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del
culto eucarístico”. (Art. 3)*
3. Tu hora con Jesús hará reparación por los males del mundo y traerá paz en la tierra.
La Iglesia dice: “No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo ... No cese nunca
nuestra adoración”. (Art. 3)*
4. ¡Todo momento que pasas con Jesús Sacramentado te hará crecer espiritualmente!
“El empeño esencial y, sobre todo, la gracia visible y fuente de la fuerza
sobrenatural de la Iglesia como Pueblo de Dios, es el perseverar y el avanzar
constantemente en la vida eucarística, en la piedad Eucarística, el desarrollo espiritual
en el clima de la Eucaristía”. (Art. 20)**
5. ¡Jesús cuenta contigo! “Todos en la Iglesia, pero sobre todo los Obispos y los
Sacerdotes, deben vigilar para que este Sacramento de amor sea el centro de la vida
del Pueblo de Dios, para que, a través de todas las manifestaciones del culto debido, se
procure devolver a Cristo ‘amor por amor’, para que Él llegue a ser verdaderamente
‘vida de nuestras almas’”. (Art. 20)**
6. ¡Jesús desea que estés dispuesto a hacer algo más aparte de ir a Misa los
domingos! “La Iglesia Católica profesa este culto latréutico [de adoración]que se debe
al Sacramento Eucarístico no solo durante la Misa, sino también fuera de su
celebración, conservando con la mayor diligencia las Hostias Consagradas,
presentándolas a la solemne veneración de los fieles cristianos”. “La visita al
Santísimo Sacramento que es... prueba de gratitud, signo de amor y deber de adoración
a Cristo Nuestro Señor allí presente”. (Arts. 60 y 67)***
9. ¡El tiempo que pasamos con Jesús, nuestro Mejor Amigo, en el Santísimo
Sacramento es el mejor tiempo que vivimos en este mundo! “Y cuán valiosa es una
conversación con Cristo [en el Santísimo Sacramento]: no hay cosa más suave que
esta, nada más eficaz para recorrer el camino de santidad”. (Art. 69)***
10. De la misma manera que cuando te expones al sol no puedes dejar de recibir sus
rayos, así cuando estás ante el Santísimo Sacramento no puedes dejar de recibir los
divinos rayos de Su gracia, Su amor, Su paz. “Cristo es verdaderamente el Emmanuel,
es decir ‘Dios con nosotros’. Pues día y noche está en medio de nosotros, habita con
nosotros lleno de gracia y de verdad”. (Art. 67)***
11. Con Su misericordia que transforma, Jesús hace que nuestro corazón sea uno con el
de Él. Jesús se queda en la Sagrada Eucaristía y “ordena las costumbres, alimenta las
virtudes, consuela a los afligidos, fortalece a los débiles, incita a su imitación a todos
los que se acercan a Él, a fin de que con Su ejemplo aprendan a ser mansos y humildes
de corazón, y a buscar no las cosas propias sino las de Dios”. (Art. 68)***
“Nuestro Señor siempre nos ha socorrido en las grandes tribulaciones con una devoción
especial. Las tribulaciones presentes y futuras por las que están pasando la Iglesia y las
naciones, son más grandes que en cualquier otro periodo; asimismo, la persecución es
más poderosa ahora que en tiempos anteriores.
Por consiguiente, la devoción que actualmente Dios está dando a Su Iglesia y a las
naciones es la devoción a la Santísima Eucaristía. Ella es superior a todas las otras
devociones”. “Nuestra propia creencia es que la renovación del mundo se efectuará sólo
con la Santísima Eucaristía”. (Papa Leo XIII)
“La devoción a la Eucaristía es la más valiosa porque tiene a Dios como su objeto; es la
más beneficiosa para la salvación porque nos da al Autor de la Gracia; es la más dulce,
porque el Señor mismo es dulce”. (Papa S. Pio X)
En una carta dirigida a un niño que se estaba preparando para recibir su Primera
Comunión, el Papa Juan Pablo II escribió lo siguiente sobre la Sagrada
Eucaristía: “Jesús es el mejor amigo que jamás tendrás... cuéntale tus secretos, tus
alegrías y lo que te entristece. Háblale de las personas que tú amas”.
Jesús te invita a pasar una Hora Santa especial con Él a la semana. Esta hora la
puedes pasar como más te guste: puedes usar tus propios libros de oración, usar los que
están en la capilla, leer la Biblia, rezar el Rosario, o simplemente quieras sentarte,
relajarte y disfrutar de la dulce paz que se recibe al estar en la Presencia del que te ama
más que nadie. Tal vez pienses que no puedes rezar bien. No dejes que esto te
descorazone. El simple hecho de separar específicamente una hora a la semana para
acompañarlo en el Santísimo Sacramento, ya es de por sí una oración de gran fe.
La Adoración Eucarística Perpetua dura tanto como el amor de Nuestro Señor
por nosotros en el Santísimo Sacramento que dura para siempre. Puesto que Él nos ama
tanto como para querer quedarse con nosotros día y noche, igualmente nosotros
debemos amarlo tanto como para querer estar con Él día y noche. El Papa Juan Pablo II
dice: “Él es un Dios que está cerca, un Dios que espera por nosotros, un Dios que
escogió quedarse con nosotros. Cuán fácil es estar cerca de Él cuando tenemos fe en
esta Presencia Real para adorar al Amor de los amores y cuán fácil es comprender las
expresiones de amor de los cristianos a través de los siglos en torno a la Eucaristía”.
(Congreso Eucarístico, Perú, 1988)
¿Es Jesús lo suficientemente importante para ti como para separar una hora especial a la
semana para estar con Él? Sólo una hora, una vez a la semana, es todo lo que te pide.
Simple y llanamente, Jesús es la prioridad número uno. Pon a Dios primero en todo lo
que hagas, y él te dirigirá y coronará tus esfuerzos con el éxito. (Pr 3,6-10)
Con el fin de tener una vigilia de oración constante ante el Santísimo Sacramento, que
es la Adoración Eucarística Perpetua, necesitamos que alguien cubra cada hora. Por
consiguiente, es necesario que las personas se apunten para pasar una hora a la semana
con Jesús, por ejemplo, el jueves a las 3 p.m.
De esta manera se podrá organizar para que alguien esté siempre con Jesús cubriendo
las 168 horas de la semana.
Como Jesús se encuentra oculto en la Sagrada Hostia, a veces consideramos Su amor y
Su presencia como algo natural o un derecho adquirido. Algunas personas se sienten
inseguras de hacer el compromiso por una hora específica porque dejan que otras
personas y otras cosas precedan a Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Tu fe hará fácil este compromiso! “La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de
las realidades que no se ven”. (Hb 11,1) Tu fe ayudará a que tengas convicción de
ello: Lo más importante que harás esta semana es pasar una hora con Jesús en el
Santísimo Sacramento. Piensa en las palabras del Papa, “Jesús te espera en este
Sacramento del amor”. (Dominicae Cenae, Art. 3)
Tu deseo de escoger una hora específica es una expresión preciosa de tu fe en Jesús en
el Santísimo Sacramento. En la hora especial que pasas semanalmente adorando a Jesús
le muestras que le amas y que es bien recibido.
No dejes de separar una hora especial por temor a que algunas veces no puedas
cumplirla. Habrá un sistema de substitutos para casos especiales y de
emergencia. Piensa en las palabras de la Escritura: “¡Ánimo, levántate! Te llama”. (Mc
10,49)
Cuando llegues al cielo Jesús te agradecerá y te amará eternamente por tu fidelidad en
pasar, semanalmente, una hora específica con Él en el Santísimo Sacramento. Por eso Él
dice, “Dichosos los que no han visto y han creído”. (Juan 20,29)
MOTIVACIÓN DE INICIO
Guía: Vamos a estar una hora con Jesús. No es un sacrificio, es una gracia, una
predilección.
Gracias, Señor, porque nos permites estar contigo. Siempre estamos en tu presencia, pero
ahora con más intensidad. Nuestro estar aquí es la presencia del amigo en un momento
delicado para el amigo. Al amigo le duele que le dejemos solo. ¿No habéis podido velar ni
siquiera una hora conmigo?
Jesús en día nos reconoce, nos llama por nuestro nombre, como a Pedro, Santiago y Juan; y
cuándo él pronuncia nuestro nombre, nos renueva, nos ama.
Quieres que estemos junto a ti. Sin decir nada. Abiertos al misterio del Padre, cuyos
caminos son tan incomprensibles. ¡Cómo nos cuesta, Jesús, estar contigo en esta hora tan
triste! Preferiríamos hacer otras tantas cosas, antes que estar con la gente que sufre y lo
pasa mal.
Momento de silencio largo para pedir a Jesús que nos purifique de los miedos y cobardías, que
nos oprimen. (Se escucha una música de fondo apropiada al momento orante)
Educador: Esta Hora Santa, es la hora de los porqués, hora de los mensajes más hondos,
hora del amor, hora necesaria para no caer en la tentación. ¡Hora con Jesús! Él es quien
nos dice: “Oren, para no caer en la tentación” (Lc 22,40).
Estudiante: Recordamos tus palabras, tus gestos, tu vida de entrega. Nos has mirado, has
entrado en nuestro corazón, nos has curado. Has despertado lo mejor de nosotros. Junto a
ti se ha asomado el gozo, la alegría de tu presencia. Nos has enseñado a mirar la vida con
nuevos ojos. ¡Cuántas veces nos has llevado al asombro! ¿Cómo podemos, ahora,
mantenernos al margen de tu dolor?
Educador: Dejarte solo Señor Jesús, sería la mayor tentación, el mayor abandono. Además,
¿acaso tu dolor, como toda tu vida, no es por nosotros? Dejarte solo sería nuestra muerte,
pues, ¿a dónde iríamos a beber el agua que solo en tu fuente hemos gustado, a dónde
encontraríamos tu Palabra? Decimos junto al apóstol Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú
tienes palabras de vida eterna.
Momento de silencio largo para agradecer a Jesús tanto amor, tanta vida.
Estudiante: Hora santa, hora del amor callado, hora de Jesús, hora nuestra, hora del grano
de trigo que muere para dar fruto, hora del servicio. Jesús nos lo dice: “Como yo os he
amado, amaos también los unos a los otros” (Juan 13,34). ¿Qué podemos hacer contigo?
No tienes palabras, ni siquiera mirada. Tu vida se está rompiendo a pedazos. Tu gesto de
partir el pan y de repartir la copa no han sido vanalidades. ¿Qué podemos hacer por ti?
Estar, sencillamente estar. Hablando el lenguaje del callado amor, que es el Tú más oyes. Te
adoramos. Te alabamos. Te agradecemos. Como gesto de discípulos, abrimos nuestras
manos para acoger tu Sangre, que limpia nuestros temores e infidelidades.
Educador: ¿Qué nos pasa, Jesús? Estás mudo, pero en el silencio, tu Palabra sigue
resonando en nuestro corazón. Estás herido, pero tus heridas han curado las nuestras. Te
has abajado, más que nunca, pero al lavar nuestros pies han desparecido el cansancio y la
culpabilidad, y… ha brotado una alegría desconocida. Aquí estamos, Señor, para hacer tu
voluntad. ¡Juntos andemos, Señor!
ORACION FINAL
Guía: Señor Jesucristo, que por el amor que tienes a cada uno de nosotros, lleno de
misericordia y ternura. Esperando... llamando... y recibiendo a cuantos vienen a visitarte.
Creemos realmente que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te damos gracias por todos los dones que nos has regalado, especialmente por habernos
dejado el Sacramento tu Cuerpo y Sangre, nos consagramos a ti en esta hora de alabanza
que ya vamos terminando. Bendícenos y renueva en nosotros tu paz y amor. Amén.
Si sabemos con certeza que Jesús está en la Eucaristía de forma real con su Cuerpo,
Sangre Alma y Divinidad, creemos que el poder dialogar con Él debe ser una fuente de
santidad, la mayor y mejor fuente de santidad. Dios nos quiere con amor y misericordia
infinitos y no puede dejar de amarnos. Nosotros, desde nuestra miseria, como pecadores
que somos, sólo podemos acogernos a su Infinita Misericordia y con plena confianza
solicitar su perdón y sobre todo su Amor. Sabemos que Dios habla en el silencio y nada
mejor que vernos frente al Santísimo Sacramento. La Beata Teresa de Calcuta decía:
"En el silencio de nuestros corazones, Dios habla de SU AMOR; con nuestro silencio,
permitimos que Jesús nos ame". ¿Quieres conocer, amar y servir a Jesús? "Búscalo en el
Sagrario. Fija tus ojos en Él, que es la Luz. Acerca tu corazón a Su Divino Corazón y
pídele la gracia de conocerle". (id.) Y como dice la canción: "Es imposible conocerte y
no amarte; es imposible amarte y no seguirte... Me has seducido, Señor... ¿Por qué me
has llamado...?" ¿Por qué te has fijado en mí...? ¿Qué quieres que haga por Tí...? ¿Qué
menos que una visita de hijo pródigo a Padre de Misericordia, realmente presente en la
Eucaristía, para amarle?
Fuente: Catholic.net
Autor: P. Mariano de Blas
Adaptación y arreglo: José Luis Elizalde
Jesús Amigo, Señor y Dios mío,
que estás aquí presente
en este Santísimo Sacramento del Altar y
en todos los Sagrarios del mundo.
Mira, amigo mío, a cambio de mis dones voy a pedirte una cosa;
algo relacionado con mis almas:
Quiero que seas mi apóstol, mi mensajero.
También quiero algo relacionado con tu santidad:
¡Quiero que seas santo!
Algo relacionado con el amor:
quisiera ser, entre tus amores, el primero,
el más hermoso, el más limpio,
el más maravilloso que se cruzó en tu camino.
Fuente: www.catholic.net
Autor: P. Fintan Kelly
"Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo
que es entregado por vosotros; haced esto en memoria mía. De igual modo, después de
cenar, tomó la copa, diciendo: Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es
derramada por vosotros". (Lucas 22,19-20)
Cada mañana, cada vez que lo puedo traer a mis manos y hacerlo bajar a mi corazón,
paréceme estar en un nuevo Belén y asistir a un nuevo Calvario.
Con cuánto gusto, y Él es testigo de que digo la verdad, daría yo todo el oro, todos los
honores, toda la fama de este mundo, y me abrazaría a la pobreza, a la humillación y a
todo cuanto se puede imaginar de desagradable y doloroso, sólo por tener una sola vez
la dicha de hacerle bajar a mis manos. Yo creo que la dicha de esos momentos de la vida
sólo es comparable al cielo donde se le puede poseer sin el velo del sacramento que nos
lo oculta.
La Eucaristía es una gran manifestación del amor personal de Cristo para cada alma. Si
Cristo se entrega a cada hombre sin distinción de raza, de posición social... quiere decir
que cada hombre vale para Él.
Él está disponible para toda persona que se le acerca. Nosotros somos muy rápidos para
poner a los demás en categorías, en parámetros de más y de menos, pero esta manera de
pensar no va de acuerdo con la doctrina eucarística de Cristo. Para Él todos los hombres
son igualmente importantes. En la Misa Él no selecciona a las personas, no decide entrar
en las almas de los más ricos en vez de los más pobres, o viceversa; no opta por entrar
únicamente en las personas más puras en vez de los pecadores...
Si no cultivamos nuestro amor a Cristo Eucaristía, poco a poco se irá enfriando. He aquí
algunas sugerencias para foguear nuestra vida eucarística.
Ayuda mucho el visitar a Cristo en el sagrario. Muchas veces Él parece el amigo más
solitario que existe. Todos apreciamos la visita de un amigo y Cristo no es ninguna
excepción.
Nos dejaste tu último recuerdo palpitante caliente, a través de los siglos, para que
recordáramos aquella noche en que prometiste quedarte en los altares hasta el fin de los
tiempos, insensible al dolor de la soledad en tantos sagrarios.
Debemos dar tiempo al Amigo, visitándolo en su casa, que es la Iglesia. Con mucha
frecuencia damos la impresión de que lo que menos nos interesa es estar con Él, pues
hacemos unas visitas relámpagos casi sin decirle nada.
Ante todo, nos enseña la humildad. Él que es Dios mismo, nuestro Creador, la Sabiduría
infinita, el Omnipotente... está allí en el silencio del sagrario. Cuando nosotros tenemos
un éxito en algún campo, somos muy rápidos para publicarlo; nos gusta que todo el
mundo reconozca nuestro valor y quiénes somos. No es así con Cristo Eucaristía: Él
está allí en el silencio más profundo sin publicar quién es. ¡Qué lección de caridad!
Cristo está allí disponible. Él está siempre presente para ayudar, para tender la mano.
Delante de Cristo Eucaristía se han arrodillado millones de personas durante los últimos
2,000 años: señores y señoras, niños y adultos, santos y pecadores, gente muy culta y
gente muy sencilla... Él está allí como un trozo de pan al cual puede acudir cualquier
persona para satisfacer su hambre.
Cristo es constante en su amor en la Eucaristía. Nunca dice “Me voy” o “No tengo
tiempo”. Es el eterno disponible.
¡Cuánto nos cuesta dar a los demás nuestro tiempo! La permanencia de Cristo Eucaristía
es como un reflejo en el tiempo del eterno amor de Dios hacia cada alma, sin más gozo
que ser el eterno adorador inmolado sobre el blanco mantel; sin más consuelo que saber
que eres el compañero de tus elegidos, qué harías más breve su dolor desde tu puesto
vigilante, amoroso, desde tu corazón agradecido por este Misterio.
Como todos sabemos que a veces nos resulta difícil encontrar las palabras para responder a
Jesús y que las fuerzas que tenemos para cumplir nuestros compromisos son muy pocas, te
proponemos que acompañes tu respuesta con la siguiente oración:
ADORACIÓN
Contemplo mi vida sembrada de alegrías y dolores y comprendo que todo en ella ha sido amor.
Todo, oh mi Dios, porque de Tu Corazón amante no puede salir nada que no sea gracia y amor.
Por las alegrías que me has permitido gozar, así como por los dolores y las pruebas con que
has sembrado mi camino, R/.
Por las gracias conocidas y por las desconocidas, R/.
Por los favores del pasado y los del futuro, R/.
Por todo lo que has hecho en mí y por mí, y por todo lo que todavía querrás hacer en el
futuro, R/.
Sobre todo, por haberme llamado al conocimiento de Tu Amor y a consagrarme a él, R/.
Por la luz y la alegría Tuyas, que estoy tan lejos de merecer, R/.
Por la luz y la alegría que el conocimiento de Tu Amor trajo a mi vida, R/.
Por la posesión de Tu amor que Te hace mío y a mí me
hace Tuyo, R/.
Pero no quiero y no puedo darte gracias sólo por mí. Te
doy gracias también por todos los dones que Tu Amor ha
derramado en la Iglesia. Por los beneficios otorgados a
los Ángeles y a los Santos, alabanzas perennes de Tu
Amor. Y, sobre todo, por los beneficios innumerables que
has hecho a María Santísima, nuestra dulce Madre. Te doy gracias por haberla hecho tan
grande, tan santa, tan hermosa. Te doy gracias por los privilegios que le concediste, por el
trono de gloria sobre el cual la colocaste, por la misión que le confiaste. Te doy gracias por
haber hecho de esta criatura predilecta, una madre en la que puedo y debo colocar todas mis
esperanzas.
Para que mi reconocimiento sea más eficaz me permito, oh Señor, vivificarlo con el amor. Por
eso Te digo y Te repito: que Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente
y con todas mis fuerzas.
A Ti, que eres el amor infinito, R/: Te amo, Dios mío.
A Ti, que me has salvado por Tu amor, R/.
A Ti, que me ordenas amarte, R/.
Con todo mi corazón, R/.
Con toda mi alma, R/.
Con todo mi espíritu, R/.
Con todas mis fuerzas, R/.
Por encima de todos los bienes y honores, R/.
Por encima de todos los placeres y las alegrías, R/.
Más que a mí mismo y que a todo cuanto me pertenece, R/.
Más que a mis padres y que a mis amigos, R/.
Más que a todos los hombres y ángeles, R/.
Por encima de todas las cosas creadas en el cielo y en la tierra, R/.
Solamente por Ti mismo, R/.
Porque Tú eres el Sumo Bien, R/.
Porque Tú eres infinitamente digno de ser amado, R/.
Porque Tú eres infinitamente perfecto, R/.
Aunque no me hubieras prometido el Paraíso, R/.
Aunque no me amenazaras con el infierno, R/.
Aunque me probases con la miseria y la desventura, R/.
En la abundancia y en la pobreza, R/.
En la prosperidad y en el infortunio, R/.
En los honores y en los desprecios, R/.
En las alegrías y en los dolores, R/.
En la salud y en la enfermedad, R/.
En la vida y en la muerte, R/.
En el tiempo y en la eternidad, R/.
En unión al amor con que todos los Santos y Ángeles Te aman en el Cielo, R/.
En unión al amor con que Te ama la Bienaventurada Virgen María, R/.
En unión al amor infinito con que nos amas eternamente, R/.
Oh, Dios mío, que posees en una abundancia incomprensible todo cuanto puede haber de
perfecto y digno de amor, extingue en mí todo amor culpable, sensual y desordenado hacia las
criaturas, y enciende en mi corazón el fuego purísimo de Tu amor, a fin de que ame sólo a Ti,
por Ti, hasta el punto que, consumido en Tu santísimo amor, pueda yo ir a amarte eternamente
en el Cielo, con los elegidos. Amén.
Señor, ahora quiero hacer ante Ti reparación. Oh, Jesús, Víctima divina de nuestros altares,
grande y único Reparador, yo también me uno a Ti para cumplir, contigo y por medio Tuyo, el
oficio de pequeña alma reparadora.
Y me dirijo también a ti, oh Madre mía, para que, así como en el Calvario ofreciste al Padre a Tu
Jesús, que se inmolaba por su gloria y por la salvación de las almas, así renueves en este
momento el místico ofrecimiento en mi lugar.
En el cáliz de Tu Corazón Inmaculado ofrece, oh Virgen dulce, los dolores de Jesús junto a los
Tuyos, para invocar la Divina Misericordia sobre mí y sobre el mundo entero. Después de
haberte dado gracias por Tus dones sin fin, ¿cómo puedo no confundirme a la vista de mis
culpas y de mis infidelidades? ¡Con cuánta ingratitud y frialdad he respondido a tus beneficios!
Postrado ante Ti, que tanto me has amado, lleno de confusión y de arrepentimiento, invoco Tu
perdón y Tu Misericordia.
Por el mal uso que hice de los dones naturales recibidos: mi vida, mis energías, mi tiempo,
mis sentidos, mi inteligencia, mi lengua,
R/: Oh, Jesús, ¡ten piedad de mí!
Por las desobediencias, pequeñas y grandes a Tu ley, R/.
Por los deberes descuidados o mal cumplidos, R/.
Por el bien que pude hacer y no hice, R/.
Porque dejé triunfar muchas veces en mí las malas inclinaciones del orgullo, de la vanidad y
del egoísmo, R/.
Porque no practiqué el mandamiento de caridad, como Tú lo ordenaste, R/.
Porque dejé estériles en mí tantas gracias, R/.
Por la tibieza con que practiqué mi vida de piedad, R/.
Por la indiferencia y frialdad con que respondí a los dones de Tu amor, R/.
Por haber preferido muchas veces a las criaturas y las satisfacciones humanas, en lugar de Ti
y de tus consolaciones, R/.
Por la poca fidelidad y generosidad con que he vivido mi consagración, R/.
Por la falta de fe y abandono en tu amor, R/.
Por la falta de dedicación a las almas y a la Iglesia, R/.
Por mis rebeliones y mi poco amor a Tu Voluntad y a Tu cruz, R/.
Señal de la cruz
Canción
¡Qué bien se está aquí! (Letra y música de Carlos Seoane; del CD ¡Qué bien se está aquí!
Acto de Fe
Para entrar en confianza con el Señor, nos tomaremos de la mano con el compañero del banco
y expresaremos nuestra fe.
Me tocaste Jesús
Estribillo
Oración
Enséñanos a compartir
Querido amigo Jesús,
Tú pasaste por el mundo haciendo el bien entre todos los hombres,
y nos enseñaste a compartir con todos
lo que somos,
lo que tenemos,
lo que soñamos,
lo que esperamos,
lo que nos duele
y lo que nos alegra.
Abre nuestros corazones
para que siempre tendamos la mano al que sufre.
Ayúdanos a ver
en cada hermano tu rostro que nos llama
y nos pide vivir con generosidad,
amor y entrega a los demás
¡Que así sea, Señor!
Acto de adoración
Para meditar
Acto de meditación
Hacemos silencio un momento y reflexionamos lo que Jesús nos dice en esta
lectura, cerramos los ojos y tratamos de buscar en nuestro corazón esa respuesta.
Tu Cuerpo y tu sangre
Lo mismo que dos almas se funden en un beso,
lo mismo que las olas se funden en el mar,
nosotros nos fundimos en un mismo deseo,
bebiendo de Tu vino, comiendo de Tu pan
Estribillo
Son Tu cuerpo y tu sangre, el signo del amor
Son comida y bebida de nuestra redención
Lo mismo que la vida se funde en la esperanza,
lo mismo que los pasos se funden al andar,
nosotros nos fundimos en un afán de entrega,
al darte Tú en el vino, al darte Tú en el pan.
Estribillo
Señor que has elegido quedarte entre nosotros,
bajo las apariencias llamadas vino y pan,
queremos que te quedes prendido en nuestras vidas,
de forma que ellas sean unidas de verdad
Estribillo
Oración
Te pido Jesús,
siempre estar preparado para recibirte en la Eucaristía.
necesito encontrarme contigo en el pan que alimenta y da vida.
Que nunca me falte el hambre de Dios,
las ganas de que llenes mi corazón.
que nunca sea indiferente
al hambre que sufren tantos hermanos,
y que viva solidario para ayudar.
Que cada Eucaristía sea una verdadera fiesta
porque juntos, en comunidad,
nos alimentamos con tu presencia viva.
Gracias por pensar en nosotros
y darnos la alegría de poder recibirte
para crecer en nuestra fe, nuestra esperanza
y nuestro amor a los demás.
Que cada Eucaristía me de fuerzas para seguirte
Acción de Gracias
Ofrenda y despedida
Nos acercamos al altar para ofrecer al Señor lo que le trajimos para compartir y
cantando nos despedimos
Alabado sea el Santísimo
Alabado sea el Santísimo
Sacramento del altar,
y la Virgen concebida
sin pecado original.