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Garcia Barace, Mariano - La Hora de Los Sudamericanos PDF

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POSICIÓN IBEROAMERICANA

La hora de los sudamericanos


MARIANO GARCÍA BARACE. Analista Político.
Fecha: 29.1.2013. Edición Resumen.

Latinoamérica es un concepto erróneo producto de la ambición política francesa.


El panlatinismo está destruyendo todas las identidades culturales de la región.

1 Introducción: La llegada de Luis Napoleón Bonaparte al poder.


4 El movimiento panlatino francés.
7 La expresión “América latina” no fue creada por Francisco Bilbao.
10 El Congreso Científico de 1898 realizado en Buenos Aires.
11 El periodismo francés expandió el concepto.
14 La creación de la CEPAL, el CELAM y la FLACSO.
17 La latinidad según el general Juan Domingo Perón.
18 Identidades culturales amenazadas.
20 Citas Bibliográficas.

BUENOS AIRES.- No hemos sido nosotros los americanos del sur, quienes elegimos la
denominación Latinoamérica. Dicha forma de agrupar a los países americanos hispano-
hablantes y el Brasil, es una denominación que se nos ha puesto desde fuera y que
distorsiona nuestra verdadera identidad.
La latinidad es un vieja idea romana que tuvo en el emperador francés Napoleón III (París,
1808 – Chislehurst, G.B., 1873) a su gran impulsor. La alianza francoitaliana que promueve
el panlatinismo desde mediados del siglo diecinueve tiene su origen en las relaciones entre
las logias de carbonarios y la secta de los sansimonianos. El concepto Amérique Latine fue
acuñado por el masón carbonario Luis Napoleón Bonaparte y sus adictos. Ellos son los
padres intelectuales de lo que actualmente se conoce como Latinoamérica.

Introducción: La llegada de Luis Napoleón Bonaparte al poder

La caída del rey Luis Felipe I de Francia en 1848 significó sólo un respiro para nuestros
países. El ascenso político de Luis Napoleón Bonaparte (París, 1808 – Chislehurst, G.Br.,
1873), conocido posteriormente como Napoleón III, no fue menos peligroso para nuestra
región. Marcó el inicio de un plan más ambicioso e inteligente para transformar los países
hispanoamericanos en satélites de Francia. Napoleón III, hijo de Luigi Buonaparte y sobrino
del gran Napoleón, es el padre intelectual de la figura geopolítica denominada “Amérique
Latine”.

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Identificado desde joven con los Carbonari, una especie de masonería italiana, y
posteriormente con los seguidores de Henri de Saint-Simon, o sansimonianos. Esta última,
una organización secreta francesa de corte intelectual. Sus ambiciones dinásticas lo
empujaron a promover dos golpes de estado que fracasaron. En Estrasburgo (1836) y en
Boulogne (1840). Estos le valieron, el primero la deportación y el segundo varios años de
cárcel. Regresó del exilio después de la caída de Luis Felipe I, y se presentó como candidato
a ocupar un escaño en la Asamblea nacional.
El parlamentario Alphonse de Lamartine definió proféticamente la candidatura del sobrino de
Napoleón. Lo hizo antes de entrar al recinto para debatirla: “el enloquecimiento del país, la
ruina de la República, la restauración del Imperio, las orgías, la sangre derramada, las
conquistas, la invasión” (1.). Palabras que se adelantaban a la peligrosidad de este nuevo
líder. A fines de 1848 fue elegido Presidente de la República Francesa. El 2 de diciembre de
1851 él mismo provocó otro golpe de estado, exitoso esta vez, que le permitió un año
después elevarse como Emperador de los Franceses.

Los planes de Luis Napoleón Bonaparte para la América del Sur se remontan al año 1844,
poco antes del derrocamiento del gobierno del Gral. Juan José Flores en Ecuador. En esa
oportunidad una diputación del país lo visitó cuando estaba preso en el castillo de Ham.
Le ofrecieron un trono ecuatoriano que lo entusiasmó. A principios de 1845, Luis Napoleón le
solicitó al Primer Ministro de Gran Bretaña Sir Robert Peel, que intercediera ante Luis Felipe I
por su libertad. Como nexo actuó su amigo Lord Malmesbury (2.). El francés decía conocer
un proyecto para abrir la comunicación interoceánica por Nicaragua, que sería de gran
provecho para Inglaterra. Peel consultó a Lord Aberdeen, Secretario de Relaciones
Exteriores, quien se opuso a promover su liberación (3.).

El cerebro de los nuevos proyectos expansivos franceses era el sansimoniano Michel


Chevalier. Economista y estratega, autor de varios trabajos para acrecentar el poderío
económico de Francia. Este fue uno de los diputados que apoyó el golpe de estado de 1851 y
posteriormente nombrado consejero de Estado y senador. Napoleón III conocía a este
intelectual, y se apoyó en sus escritos para promover el movimiento panlatino. Sin el
empuje imperialista de Luis Napoleón Bonaparte, las ideas de Chevalier no se habrían
expandido y hubieran quedado truncas como los escritos de tantos otros pensadores. Por
eso se dice que el padre intelectual de la <América latina> como proyecto geopolítico, es el
emperador y no sus consejeros. Las ideas panlatinas acompañaron el avance francés sobre
México, que ha estudiado muy bien el investigador norteamericano John Leedy Phelan en:
“Panlatinism, french intervention in Mexico (1861-1867) an the genesis of ideas of Latin
América” (1968). Afortunadamente contamos con sus investigaciones en lengua
castellana (4.). El verdadero objetivo imperial francés era Hispano América y el Brasil.

El escritor y ensayista madrileño Luis Español Bouché a estudiado la vida de Michel Chevalier
a través de sus cartas publicadas en el Journal des Débats y de su biógrafo Jules Simon. En
uno de sus trabajos nos trascribe algunas palabras del estratega francés que no dejan
dudas. Son tres pasajes que resumen el proyecto imperialista de Napoleón III. Dice
Chevalier:

“Los Hispano Americanos parecen no ser ya más que una raza impotente que no dejará
posteridad a menos que por uno de esos desbordamientos que llamamos conquistas, una ola
de sangre más rica, venida de Septentrión o del Levante, llene sus empobrecidas venas”.(5.)

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La frase corresponde a una carta del año 1835. Es decir, que cuando el francés habla de
hispanoamericanos impotentes con venas empobrecidas, se está refiriendo a los criollos
emancipadores. Nótese que propone una conquista con sangre más rica del norte o de
oriente, o sea Norteamérica o Europa. Es decir, una regeneración de los jóvenes Estados
libres de América. El francés subestimaba el potencial de nuestros países:

“Francia me parece llamada a ejercer un fecundo y afable patronazgo sobre los pueblos de
América del Sur que todavía no están en condiciones de bastarse a sí mismos”. (5.)

Michel Chevalier y otros intelectuales al servicio de Napoleón III, como Tisserand y


Vallefrange, promovieron la idea de una familia o bloque de países latinos, con el único
objetivo de conducirla. Leamos el pensamiento de Chevalier al respecto:

“En cuanto a las naciones europeas de la familia latina, supongo que nadie duda de la
supremacía que debemos ejercer sobre ellas (...) Es notorio que somos los jefes de esa
familia desde (tiempos de) Luis XIV”. (5.)

De esa manera intentaron anular a los hispanoamericanos, lusoamericanos y pueblos


originarios del nuevo continente. El proyecto panlatino francés y su botín más preciado,
Amérique latine, tienen sus orígenes en las ambiciones imperiales de Luis Napoleón
Bonaparte.

La aventura militar de Napoleón III en el continente americano, conocida en la historia como


la Segunda Intervención Francesa en México (1861–1867) terminó con una derrota francesa
que ha quedado marcada a fuego en la memoria hispanoamericana. Se recuerda la Batalla
de Puebla del día 5.5.1862 como un hito histórico que cubrió de gloria las armas mexicanas.
El gran hacedor de la victoria fue el general mexicano Ignacio Zaragoza (1828-1862). La
ciudad de Puebla de Zaragoza y el estado norteño fronterizo con EE.UU., Coahuila de
Zaragoza, llevan ese nombre en su honor (6.)
Los ejércitos de Napoleón III llegaron a ocupar la capital del país a mediados de 1863, pero
las guerrillas mexicanas y el tabasqueño Gregorio Méndez Magaña, finalmente expulsaron al
invasor (7.). La intervención terminó en la decisiva Batalla del 2 de abril de 1867 en la que
se impuso el general Porfirio Díaz de la resistencia mexicana. La intervención francesa en
México fue un fracaso al igual que el Bloqueo Francés del Río de la Plata (1838–1840) y la
intervención anglofrancesa de noviembre de 1845, que se vio frustrada por los valientes de
la Vuelta de Obligado. Otra vez Francia derrotada por los criollos hispanoamericanos.

Los proyectos de Napoleón III sobre la región no se limitaban a la intervención directa. La


estrategia contemplaba una avanzada ideológica que buscaba la regeneración de los
americanos hispanohablantes, en una identidad colectiva que favoreciera la penetración
gala. El uso de la expresión regeneradora Amérique latine, tuvo su núcleo expansivo en
L’Institut Historique, en la Rue de Saints-Pères Nº 14. Usina de pensamiento francés de la
época, que comenzó a funcionar en 1834. Este instituto vivió su periodo más febril al
servicio del proyecto imperial de Napoleón III, entre los años 1852 y 1870. Fue un
importantísimo centro de estudios, salón de conferencias y relaciones políticas. A él
pertenecieron Chevalier, Thiers, Guizot, Drouyn de Lhuys y otros intelectuales franceses.
También los embajadores sudamericanos José María Torres Caicedo y Carlos Calvo, fueron
miembros residentes y activos colaboradores del instituto. Para los extranjeros influyentes,
existía la categoría de ‘miembros correspondientes’, que le permitió a algunos políticos de

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países periféricos estar vinculados al poder de una de las potencias marítimas. En 1872,
luego de la caída del Emperador, fue convertido en la Société des Etudes Historiques.

El movimiento panlatino francés

El nuevo movimiento panlatino comienza a desarrollarse en París a partir de los escritos de


Michel Chevalier (8.). Recopilaciones de sus crónicas durante la misión de estudio que realizó
en México, Estados Unidos y Cuba, entre los años 1834 y 1836, por orden del ministro
Adolphe Thiers. Un viaje de observación para explorar las posibilidades económicas de
Francia en la región. En la introducción de su obra él mismo define erróneamente un
concepto étnico – cultural que le sirve para sustentar un nuevo período de expansión
francesa. Dice Chevalier: “Las dos ramas, latina y germana, se han reproducido en el Nuevo
Mundo. América del Sur es, como la Europa meridional, católica y latina. La América del
Norte pertenece a una población protestante y anglosajona” (9.). Una abstracción que sólo
busca fundamentar el avance francés en plena rivalidad con la Gran Bretaña. Chevalier
define un campo de acción donde se proyectará e intentará liderar la potencia gala: Europa
meridional y América del Sur.
No hay sólo dos ramas en el continente europeo, ni en el americano tampoco. No es correcto
decir que Sudamérica y el sur de Europa son regiones latinas.
Los sansimonianos fueron perseguidos durante el reinado de Luis Felipe I (1830 – 1848).
Con el ascenso de Luis Napoleón Bonaparte, todo ese bagaje ideológico se pone al servicio
del nuevo poder. El punto de partida del movimiento panlatino es el golpe de estado del día
2.12.1851, bien señalado por el colombiano José María Torres Caicedo cuando expresa:
“Desde 1851 empezamos a dar a la América española el calificativo de latina”. (10.)
A partir de ese año empiezan a gestarse las publicaciones francesas que sustentan la nueva
estrategia política. Comienzan a aparecer al mismo tiempo que Napoleón III va madurando
su plan de intervención en México (1861 – 1867) (4.). Los intelectuales más destacados
fueron L. M. Tisserand y Prosper Vallefrange. El primero con sus artículos en la “Revue des
Races Latines” (París, 1857/1861) (10.)(11.) y el segundo publica “Le panlatinisme:
confédération Gallo-Latine et Celte-Gauloise - Alliance fédérative de la France, la Belgique,
l'Angleterre, l'Espagne, le Portugal, l'Italie, la Gréce” (París, 1862). (11.)

Los conceptos <raza latina> y <regeneración> están presentes en el lenguaje político de


Napoleón III. Leamos un pasaje de una carta escrita al general francés Élie-Frédéric Forey el
3.7.1862. Dice el emperador francés:

“Siempre habrá personas que pregunten por qué vamos a gastar hombres y dinero para
instalar un gobierno en Méjico.
En el estado actual de la civilización, la prosperidad de América no es indiferente para
Europa; ya que de ella se alimentan nuestra fábrica, que es lo que hace vivir nuestro
comercio. Tenemos interés en que la república de los Estados Unidos sea poderosa y
próspera, pero no tenemos ninguno en que se apodere del golfo de Méjico, y desde allí
domine las Antillas y América del Sur, convirtiéndose en la única dispensadora de los
productos del Nuevo Mundo …
Por el contrario, si Méjico conserva su independencia y mantiene la integridad de su
territorio, si, con el apoyo de Francia, se consolida en él un gobierno estable, habremos
devuelto a la raza latina del otro lado del Océano su fuerza y su prestigio, garantizando la
seguridad de nuestras colonias en las Antillas y las de España, restableceremos nuestra

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influencia en el centro de América, creando importantes salidas para el comercio, lo que nos
proporcionará las materias indispensables para nuestra industria.
Un Méjico regenerado nos será siempre favorable, no sólo por reconocimiento, sino también
porque sus intereses estarán acordes con los nuestros y encontrarán un apoyo en sus
buenas relaciones con las potencias europeas.
Habiendo hoy empeñado nuestro honor militar, la exigencia de nuestra política, el interés de
nuestra industria y del comercio, se nos impone el deber de intervenir en Méjico y plantar
allí nuestra bandera…” (10*.).

Vale decir, Napoleón III y este grupo de ideólogos franceses, son los que promovieron la
errónea idea que los españoles, portugueses y sus descendientes, pertenecen a una
supuesta raza latina. Lo hicieron a espaldas de los pueblos ibéricos con un objetivo político
bien trazado. Ellos son los que idearon el concepto <Amérique latine>. Las publicaciones del
embajador colombiano José María Torres Caicedo y del argentino Carlos Calvo, están
sustentadas en la nueva idea panlatinista, en connivencia con el Ministerio de Relaciones
Exteriores de Édouard Drouyn de Lhuys. La denominación en lengua española <América
latina> forma parte del mismo movimiento ideológico y de la misma estrategia política
francesa.

José María Torres Caicedo (Bogotá, 1830 – Auteuil, Fr., 1889), diplomático colombiano,
hombre de confianza del gobierno francés, comendador de la Légion d'Honneur, miembro
distinguido del Instituto Histórico de Francia y Presidente de la Comisión de América Central
y Meridional para la Exposición Universal de 1878. En 1861 publicó en París “BASES PARA LA
FORMACION DE UNA LIGA LATINO-AMERICANA” y en 1865 el libro “UNION LATINO-
AMERICANA, pensamiento de Bolívar para formar una liga americana” (Rosa y Bouret,
París). El colombiano falsea el discurso de Simón Bolívar por que el caudillo venezolano, al
igual que José de San Martín, jamás utilizaron la expresión <Latino América>.
Carlos Calvo (Montevideo, 1824 – París, 1906), jurista y diplomático argentino. En 1862
publica el Tomo Primero de “AMÉRICA LATINA - COLECCIÓN HISTÓRICA COMPLETA DE LOS
TRATADOS, CONVENCIONES, CAPITULACIONES, ARMISTICIOS, CUESTIONES DE LÍMITES Y
OTROS ACTOS DIPLOMÁTICOS Y POLÍTICOS DE LOS ESTADOS Comprendidos entre el golfo
de Méjico y el cabo de Hornos, desde el año 1493 hasta nuestros días” (Imprenta de J.
Jacquin, Besanzón) (13.) Después de esa publicación el ministro Drouyn de Lhuys lo felicita:
“Monsieur, je me suis empressé de placer sous les yeus de l’Empereur les 1, 2, et 3
volumes de la seconde période de votre remarquable ouvraje sur l’Amérique Latine” (T. IV,
Pag. VI) (10.) y el periodista francés Charles de Mazade lo ensalza promocionando la obra en
un artículo de la “Revue des Deux Mondes” el día 1.9.1862, Pag. 237. (10.) (12.).
Mazade ponderaba una política francesa dentro de un marco de latinidad y “affinité de
civilisations, de moeurs, de race, d’education” (10.) de acuerdo a los nuevos objetivos
trazados por Napoleón III y sus adictos.
Al año siguiente el argentino escribe: “ANALES HISTORICOS DE LA REVOLUCION DE LA
AMERICA LATINA. Acompañados de los documentos en su apoyo. Desde el año 1808 hasta
el reconocimiento de la independencia de ese extenso continente. Por CÁRLOS CALVO.
Miembro corresponsal del Instituto Histórico. Miembro de la Sociedad de Geografía de
Francia de la Sociedad de Economistas de Paris, y del Instituto Histórico y Geográfico del Río
de la Plata. Paris, en las librerías de A. Durand, Rue del Grès, 7. De Garnier Hermanos, Rue
des Saints-Pères, 6. De Hachette y Cia., Boulevard St.-Germain, 77. España, en la librería
de Bailly – Baillière, Madrid, plaza del Príncipe Don Alfonso, 8. ─ 1864. Reserva de todo
derecho” (Imprenta de J. Jacquin, Besanzón) (14.). En 1865/66 se agrega un distribuidor en
la ciudad de Buenos Aires, la Librería de la Victoria en la calle de la Florida Nº 46, donde

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comienzan a venderse algunos ejemplares de los libros de Calvo, que no tuvieron demasiada
repercusión en Argentina.
El primer volumen de esta obra historiográfica tiene 531 páginas de las cuales 128
corresponden a una introducción dedicada al análisis de las riquezas y recursos económicos
de la región, y a la situación política de ese momento. La introducción escrita por Calvo
parece una continuación de los estudios de Michel Chevalier acerca de los intereses de
Francia en la región. En ninguno de los documentos históricos que compendia aparece la
denominación <América Latina> salvo en los párrafos escritos por él mismo. En el Tomo
Primero, Pag. V a VII, el embajador Calvo escribe acerca de quienes le han hecho el honor
de aplaudir en términos sumamente benévolos la aparición del libro. Dice textualmente:

“Entre estos, no podemos dispensarnos de colocar en primera línea y reproducir


íntegramente los honrosos conceptos con que el soberano de la gran nación francesa se ha
dignado estimularnos por intermedio de su honorable ministro de negocios extranjeros. He
aquí el documento:
Ministerio de Relaciones Exteriores

Paris, 9 de abril de 1863

Señor,

Me apresuro á haceros saber que á proposición mía, y por decreto del 4 de este mes,
el Emperador os ha conferido la cruz de oficial de su órden imperial de la Legión de honor.
Su Majestad ha querido daros un testimonio de su estimación particular y de su alta
satisfacción con motivo del sabio trabajo histórico que publicais sobre los tratados antiguos y
modernos de la América latina y que le habeis dedicado.
Me congratulo de haber tenido la ocasión de atraer sobre vos esta distinción, de que
sois tan digno, y trasmitiéndoos las insignias de la orden, os dirijo con placer mis
felicitaciones sinceras.
Recibid, Señor, las seguridades de la consideración más distinguida con que tengo el
honor de ser Vuestro muy humilde y obediente servidor,

Drouyn de Lhuys

La carta está dirigida a Carlos Calvo, que la publica traducida en la edición en español de la
obra. Para esta fecha de 1864 se habían publicado seis tomos que estaban dedicados al
emperador Napoleón III. Esos primeros libros correspondían a la colección histórica
de los tratados.
Carlos Calvo trabajó en combinación con Torres Caicedo para empezar a extender el nuevo
concepto. En el Tomo Quinto de su obra (14.), impreso en el año 1867, en la Pag. V, se
promocionan los siguientes libros publicados en París por Torres Caicedo: “Ensayos
biográficos y de crítica literaria sobre los principales publicistas, historiadores, poetas y
literatos latino-americanos”, “Unión latino-americana, pensamiento de Bolívar para formar
una liga americana”, “Historia de la literatura latino-americana, dividida en tres períodos”,
“Historia de los empréstitos contraídos por las repúblicas latino-americanas desde la época
de la independencia hasta nuestros días”, “Historia de la diplomacia extranjera en las
Repúblicas latino-americanas”, y otros más. Ese libro de Calvo también incluye un informe
crítico en idioma francés de sus primeros tres tomos. Escrito que había sido publicado en la
Revista Nº 372 del Instituto Histórico de Francia. Está firmado por J. M. Torres Caicedo,

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Membre de la 2ª Classe, del mencionado instituto. Transcribimos un pasaje escrito por el
colombiano en ese informe:

“Ce qu’il y a de plus important dans la seconde partie de l’ouvrage de M. Calvo, c’est la
démonstration que fait l’auteur des progrès surprenants réalisés par les républiques de
l’Amérique latine, depuis qu’elles se sont constituées en nations indépendantes, et cela
malgré les luttes politiques constantes qui ont ensanglanté leur sol, luttes naturelles dans
l’enfance des peuples, et qu’explique facilement le passage d’un régime de compression et
d’obscurantisme à celui de la république, qui, suivant l’expression de Sismondi, exige un état
de civilisation très avancé, beaucoup de lumières et de grandes vertus. Les citoyens de ces
républiques ont des vertus e des lumières, mais il manque là quelque chose qui ne
s’improvise pas, et qui est une condition essentielle de l’ordre et de la liberté, comme l’a
démontré M. Chevalier, ─ les conditions matérielles, les voies de communication, et surtout
la population, pour donner l’impulsion au développement des immenses richesses dont la
Providence a d’une main prodigue doté ces vastes pays”. (J. M. Torres Caicedo. T 5º, Pag. VI)

En esta época nadie utilizaba la expresión, salvo ellos en París. Las publicaciones de Torres
Caicedo y de Calvo, complacen a Napoleón III y acompañan el avance militar francés sobre
México. El escritor chileno Francisco Bilbao Barquín (Santiago de Chile, 1823 – Buenos Aires,
1865) también utilizó la expresión en Francia influenciado por los pensadores franceses.

La expresión “América latina” no fue creada por Francisco Bilbao.


 Análisis de la conferencia pronunciada en París el día 22/6/1856.

Sin ánimo de ofender a la verdad se apunta que la conferencia Iniciativa de la América


pronunciada por Francisco Bilbao Barquín, fue impresa y publicada en el año 1865/66. Esta
aparece trascripta después de su muerte en un libro editado por su hermano Manuel Bilbao
(1827-1895), periodista e historiador chileno, compañero de armas y luchas políticas del
general Bartolomé Mitre. El libro titulado “OBRAS COMPLETAS DE FRANCISCO BILBAO.
Edición hecha por Manuel Bilbao. Imprenta de Buenos Aires. Calle de Moreno, frente á la
casa del Gobierno Nacional”, contiene el discurso del chileno. En ese libro se dice que las
palabras que se publican fueron leídas el día 22 de junio de 1856 en París (15.) (16.).
Hasta que no aparezcan publicaciones correspondientes al año 1856, donde se lea asentada
la terminología <América latina> en diarios, periódicos, catálogos, folletos de la conferencia,
promociones o comentarios del evento, el discurso de Bilbao impreso en 1865/66 queda
encuadrado en el mismo grupo de publicaciones que las de Torres Caicedo, Carlos Calvo, y
expresiones del ministro Édouard Drouyn de Lhuys, entre los años 1861 y 1869, que se han
reseñado. Es fundamental saber donde se realizó la conferencia, domicilio del salón en la
ciudad de París, nombres de sus organizadores, y contar con una breve lista de algunos de
los presentes. En el libro sólo se dice que asistieron “treinta y tantos ciudadanos
pertenecientes a casi todas las Repúblicas del Sur” (16.), y algunos exageran como si se
hubiera tratado de una cumbre política de sudamericanos. No sabemos si había funcionarios
franceses, embajadores, simples emigrados, o si se trató de una reunión nocturna de
masones. Recuérdese que Francisco Bilbao fue miembro honorario de la logia "Amiga de los
Náufragos", y activo logiado de otra conocida con el nombre "Unión del Plata".

No obstante se ha analizado el texto que aparece en el libro editado por Manuel Bilbao, para
comprender el pensamiento del orador en lo que respecta al uso de la cuestionada
terminología panlatina.

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En la conferencia trascripta con el título Iniciativa de la América – Idea de un Congreso
Federal de las Repúblicas, curiosamente en sus primeros párrafos se aplica el concepto
biracial utilizado por Michel Chevalier en “Lettres sur l’Amérique du Nord” (1836) (20.).
Bilbao dice que el más vasto continente está “dominado tan sólo por dos razas, con dos
idiomas, con sólo dos religiones y una forma política” (17.). Tengamos presente que los
trabajos y publicaciones de Chevalier fueron leídos por muchas personas, siendo en esos
años un funcionario de notoria relevancia política.

En ningún pasaje del discurso de Bilbao se habla ni se sugiere un proyecto político unionista
denominado <América Latina> o <Latinoamérica>. La palabra <latino/a> se utiliza sólo en
tres oportunidades para denotar diferencias raciales. A saber: 1ra. “los destinos de la raza
Latino-Americana” (18.) 2da. “la América vive, la América latina, sajona é indígena
protesta” (18.) 3ra. “tenemos que perpetuar nuestra raza Americana y Latina” (19.). El
discurso de Bilbao tiene un fuerte contenido racial, sin ser racista como entendemos la
palabra en la actualidad. Utiliza el término “raza/s” en veinte ocasiones.
En este sentido Francisco Bilbao es un repetidor de Chevalier y está fuertemente
influenciado por el proyecto panlatino impulsado por Napoleón III. No hay creación de
expresión novedosa, sino un juego de palabras para decir lo mismo que Chevalier había
escrito en años anteriores. Las expresiones utilizadas por Bilbao pasan casi desapercibidas
en el extenso discurso de dieciocho páginas, como un adorno literario.
Lo más lógico es suponer que el chileno escuchó varias veces la expresión <Amérique
latine> antes de utilizarla el mismo. Eso está corroborado por la afirmación del embajador
José María Torres Caicedo: “Desde 1851 empezamos a dar a la América española el
calificativo de latina”, dato bien investigado por el profesor chileno Miguel Rojas Mix, de
acuerdo con los trabajos del uruguayo Arturo Ardao citados en la misma fuente (21.). Esta
declaración del colombiano echa por tierra cualquier intento de adjudicar a Francisco Bilbao
la creación de <América latina> como expresión integradora. ¿A quien se le ocurre pensar
que el emperador Napoleón III, Michel Chevalier, Édouard Drouyn de Lhuys, J. M. Torres
Caicedo y Carlos Calvo, fueron continuadores o seguidores del marginal Bilbao? No es real
transformarlo ahora en un hombre de grandes influencias intelectuales, sin ánimo de
desmerecer los aportes filosóficos de sus escritos.

El caso de la conferencia de Francisco Bilbao es muy parecido al del poema “Las Dos
Américas” en el que J. M. Torres Caicedo también repite en un juego de palabras el concepto
biracial de Chevalier. En ninguno de los dos casos se utiliza la expresión políticamente o para
significar un área geográfica determinada. En ambos casos la palabra “latino/a” se utiliza
sólo como un adjetivo para caracterizar racialmente a una parte de la población americana.

En lo referente al mensaje político, el discurso del chileno es contundente. No olvidemos que


el objetivo principal de la conferencia era impulsar la formación de un Congreso federal de
repúblicas. El chileno tenía bien asimilada la idea de una “Confederación de la América del
Sur”, propuesta por Simón Bolívar (16.). Utiliza claramente expresiones tales como:
“Iniciativa de la América del Sur”, “los hijos del Sur”, “Ha llegado el momento histórico de la
unidad de la América del Sur”, “las Repúblicas del Sur”, “la Confederación del Sur”, “los
Estados Des-Unidos de la América del Sur”, “la autonomía de la América del Sur”,
“los institutores de la América del Sur”, “Republicanos de la América del Sur, “los
Americanos del Sur”, “iniciativa Sur-Americana”, “formación de un Congreso Americano”,
“los Estados–Unidos del Sur”, “formar la nación Americana”, “la confederación de las
Repúblicas del Sur”, y otras expresiones americanistas (15.). La idea política del chileno era
formar una Confederación del Sur, en línea con el pensamiento de la generación

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emancipadora. Sus expresiones son autóctonas. Pueden interpretarse de acuerdo al
pensamiento de Bolívar, San Martín y los congresistas de Tucumán del año 1816.

La utilización de la terminología <América latina> no tiene la menor importancia en el


discurso de Bilbao, si se la contrasta con el importante mensaje político e ideas expresadas.
Por ej. el chileno proponía: “presentar un proyecto de código internacional”, “pacto de
alianza federal y comercial”, “abolición de las aduanas inter-Americanas”, “idéntico sistema
de pesos y medidas”, “creación de un tribunal internacional”, “sistema de colonización”,
“delimitación de territorios discutidos”, “creación de una Universidad Americana, en donde
se reunirá todo lo relativo a la historia del Continente, al conocimiento de sus razas, lenguas
americanas…”, “elecciones federales para representantes del Congreso”, y otras (15.).

Contamos con las investigaciones del profesor Miguel Rojas Mix, que nos aportan dos datos
valiosos que se relacionan con este tema. El primero data del año 1853, cuando Bilbao se
encontraba en Lima, el filósofo francés F. R. de Lamennais le escribe una carta diciéndole
que la providencia había destinado a la América meridional para ser un contrapeso de la raza
anglosajona, y que solamente podría llenar esa misión uniéndose con otras dos naciones
latinas como Italia y Francia. Concretamente Lamennais lo incita para que trabaje en ese
sentido (22.), de acuerdo al plan imperial de Napoleón III.
El segundo dato se refiere a una carta del día 8.7.1856 escrita por el antijesuita francés
Edgar Quinet, que lo felicita por haber empleado la terminología. Así lo interpreta el Prof.
Rojas Mix (10.). Lo más curioso es que Quinet lo felicite por ese detalle secundario, en vez de
hacerlo por el importante contenido político de la conferencia e iniciativas expresadas.

El concepto panlatino utilizado por Bilbao contiene el mismo error del consejero imperial
Chevalier. Tanto el francés como el chileno, aparentemente desconocen la historia de
España y Portugal. Ninguno menciona ni considera la cultura ibérica, ni las denominaciones
que caracterizan a los pueblos peninsulares desde la antigüedad. Es decir, el ascendente
ibérico, también llamado paleohispánico en tiempos presentes. Las denominaciones ibéricos
- hispánicos se utilizan desde hace siglos para diferenciar las culturas del extremo occidente
europeo, de otras más centrales como las de Galia o Francia, el Lacio, Grecia, etc.
En lo referente al continente americano, no hacen distinciones de las diferentes etnias
o pueblos originarios que al día de hoy continúan desarrollándose vigorosamente. Hay
tantas diferencias físicas e idiomáticas entre guaraníes, kichuas y mapuches, como las
hay entre españoles y portugueses de ascendencia ibérica, con galos y latinos u hombres
del Lacio (Italia central). Tampoco consideran el mestizaje de la región, producto de la
fusión ibero - americana, que en los últimos tres siglos ha tomado una dimensión inmensa.
Chevalier y Bilbao, en sus escritos ni siquiera contemplan que en esos años existían vastas
regiones dominadas por indígenas, como la Patagonia, el Amazonas y otros sectores
del Cono Sur.
A mediados del siglo diecinueve no existía, ni existe tampoco en la actualidad una “raza
Latino-Americana” como expresó Francisco Bilbao.

Torres Caicedo, Calvo, y Bilbao, comenzaron a emplear la denominación <America latina>


en Francia. Las publicaciones donde escriben el concepto están escritas en francés y en
español, impresas todas en Francia. Es decir que el concepto se expande desde Francia
hacia América del Sur, de acuerdo a los planes de Luis Napoleón Bonaparte.
Torres Caicedo y Carlos Calvo fueron dos instrumentos serviles de la política francesa. El
escritor chileno Miguel Rojas Mix fue demasiado benévolo con ellos en sus investigaciones
publicadas en 1991. Rojas Mix dice en su libro “Los cien nombres de América” (1991) (10.),

POSICIÓN IBEROAMERICANA. Especias intelectuales del Río de la Plata. Buenos Aires, Argentina. Edición 1.2013. Pag. 9
que en el año 1864 el término ya estaba bastante difundido en América. Una afirmación
completamente falsa. Si así fuera existirían decenas de publicaciones impresas en nuestra
región que corroboren lo que él escribió hace más de veinte años. O decenas de cartas de
funcionarios políticos y demás personalidades de la época asentando la terminología.
Prácticamente nadie conocía la denominación en esos años salvo algunos embajadores
relacionados con Torres Caicedo, Carlos Calvo, el entorno político de Napoleón III, y algún
asistente de la conferencia del año 1856 en la que Bilbao utilizó la expresión. Presumimos
que los escasos lectores que tuvieron estos libros se reducen a un grupo de diplomáticos
vinculados a los dos embajadores sudamericanos.
Aunque debe señalarse que el americanista Bilbao fue el más honesto de los tres por que
dejó de utilizar la expresión <América latina> cuando Napoleón III intervino militarmente en
México. Fiel a sus principios abandonó la terminología por que se dio cuenta que con su
actitud panlatinista sólo legitimaba el colonialismo francés (10.). El chileno falleció en
Argentina en 1865.
En cambio Torres Caicedo y Carlos Calvo fundaron en París durante el año 1868 una
“Sociedad Latinoamericana Científico – Literaria” (23.). Diez años después el colombiano
promovió en París la fundación de la “Sociedad de Unión Latinoamericana” de la que logró al
año siguiente la instalación de una filial en Roma, al mismo tiempo que el reconocimiento de
su existencia legal por el gobierno francés (9*.) (10.). Lo hizo por iniciativa propia a espaldas
de todos los gobiernos sudamericanos de la época.

Estos sudamericanos de hace 150 años aparecen ante nosotros como meros instrumentos de
la política de Napoleón III. Fueron seducidos, estimulados o cooptados para que expandieran
el panlatinismo desde Francia. Algunos fueron felicitados y recompensados por ello. No
fueron fundadores del “latinoamericanismo” sino que participaron del inicio de un plan que
tenía por objetivo regenerar a los sudamericanos de origen ibérico e indígena, en una
identidad colectiva más provechosa para Francia. El embajador argentino Carlos Calvo lo
señaló muy bien en su obra cuando se refiere a: “las inmensas ventajas que resultaría para
Francia del fomento de sus relaciones con los pueblos de la raza latina de la América” (10.).
Los pocos americanos que llegaron a utilizar la expresión, dejaron de hacerlo después de la
intervención francesa en México y de la caída de Napoleón III en 1870. En el continente
americano surgió un movimiento de rechazo como consecuencia de esa política
expansionista francesa.

El Congreso Científico de 1898 realizado en Buenos Aires.

Prácticamente ningún diario de la región ni funcionario político sudamericano utilizó la


expresión, hasta el Congreso Científico Latino Americano realizado en Buenos Aires del 10 al
20 de abril de 1898. La terminología aparece como una rareza idiomática de esos años. Este
es el segundo intento panlatinista y la primera vez que se utiliza el concepto en la región en
un evento donde concurren cientos de personas. El término aparece en varios periódicos de
esos días haciendo referencia al encuentro científico. La expresión llega a través de ex
carbonarios de la Giovine Italia, el Ing. Pompeyo Moneta y Tomaso Ambrosetti, miembros
destacados e influyentes de la Sociedad Científica Argentina (SCA) que organizó el congreso.
Pompeyo Moneta actuó como representante de México a pesar que era italiano y vivía en
Buenos Aires desde hacía varias décadas. En 1864, el gobierno del general Bartolomé Mitre
le había confiado la organización del Departamento Nacional de Ingeniería cuya dirección
ejerció durante muchos años, interviniendo en numerosas obras públicas. Era hermano del
publicista y patriota garibaldino Ernesto Teodoro Moneta.

POSICIÓN IBEROAMERICANA. Especias intelectuales del Río de la Plata. Buenos Aires, Argentina. Edición 1.2013. Pag. 10
También participaron de la idea algunos miembros del Comité de Organización constituido el
1.4.1897, tales como el Dr. Emilio R. Coni, Vicepresidente 2º; los Secretarios, Ing. Marcial
Candioti y Dr. Antonio Dellepiane; y el Ing. Domingo Noceti, Delegado en representación de
la SCA para el congreso (24.)(26.). El Dr. Emilio R. Coni (Corrientes, Arg. 1855 – Francia,
1928), médico dedicado al periodismo científico, vinculado por lazos familiares a la ciudad de
Saint-Maló (Fr.) y a la sociología francesa a través de su esposa, la periodista Gabriela
Laperriere. La denominación se utilizó en el congreso de 1898 para complacer o estar a tono
con las instituciones francesas científicas de la época, que ejercían gran influencia en el Río
de la Plata. Los franceses continuaron utilizando la expresión panlatina después de 1870.

El congreso fue realizado por la SCA con el patrocinio del gobierno nacional. La revisión
histórica nos permite afirmar que “Latino América” era una terminología muy poco frecuente
y hasta puede notarse el rechazo en los discursos pronunciados durante el evento. El
discurso de apertura del ingeniero Ángel Gallardo, Presidente del Comité de Organización,
comienza así:

“Bien venidos sean los distinguidos representantes de la repúblicas íbero-americanas, cuya


presencia da carácter á esta primera reunión del Congreso científico latino americano que la
ciudad de Buenos Aires tiene el honor de albergar en su recinto”. El mismo discurso concluye
de la siguiente manera: “Recorra así nuestro Congreso como heraldo de paz y de justicia, las
capitales todas de los pueblos íbero-americanos y cuando al terminar su primer ciclo cuente
por miles el número de sus miembros, discuta trascendentales problemas é ilumine el
mundo con la revelación de nuevas y gloriosas verdades, recordarase con placer este primer
ensayo, modestísimo en comparación de la grande obra futura que ha de germinar sin duda
de la semilla que hoy plantamos á orillas del Plata, en esta misma tierra donde se lanzó el
grito libertador de 1810”. (24.)

En el discurso del Sr. Ministro de Justicia, Culto é Instrucción Pública, Dr. Luís Beláustegui,
presidente honorario del Congreso, este emplea la terminología Sud América, repúblicas
sudamericanas, confraternidad suramericana y América. (24.)
El presidente del Congreso, el chileno Dr. Paulino Alfonso, utiliza las expresiones: pueblos
hispano-americanos, jóvenes nacionalidades de Hispano-América, América y nuestra
América. En todos los discursos es notorio que no estaban acostumbrados a la denominación
en cuestión y prácticamente no la pronuncian salvo para mencionar el nombre completo del
congreso. (24.)
La denominación se mantuvo en los congresos científicos de Montevideo (1901) y Río de
Janeiro (1905). Las ediciones posteriores de estas reuniones científicas cambiaron el nombre
por el de congresos “Pan-americano” y “americano”.(25.)

El periodismo francés expandió el concepto

A partir de las últimas tres décadas del siglo diecinueve se observa la aparición de los
nuevos conceptos panlatinistas en diccionarios impresos en Francia. Las nuevas definiciones
para pueblos y lenguas <neo – latinos> comienzan a ser introducidas hábilmente por los
hermanos Garnier (27.) que copan el mercado de editores hispanohablantes en América del
Sur (31.) (31*.). El ejemplo más notorio es el diccionario “Campano” de gran difusión en la
región (28.) (29.). Los Garnier se jactaban de ganar con sus libros en castellano más que
todos los editores de Madrid juntos (31.). Finalmente aparece la expresión <América latina>
contenida dentro de la definición de la palabra <latino>. En las primeras décadas del siglo

POSICIÓN IBEROAMERICANA. Especias intelectuales del Río de la Plata. Buenos Aires, Argentina. Edición 1.2013. Pag. 11
veinte todavía no existía esa expresión como concepto independiente en el diccionario
Campano (30.).

Casi ninguna publicación de esta región utilizó la expresión en las primeras décadas del siglo
veinte. Salvo algunas pocas como por ej. la “Revista Latinoamericana de innovaciones
educativas” (Buenos Aires, año 1900), y “El desarrollo de la química en la América Latina y
los Congresos Latinoamericanos” (Venancio Deulofeu, Bs. As. 1926). Las dos ediciones de
pocos ejemplares, vinculadas con los congresos científicos de 1898, 1901 y 1905. También
circuló en Buenos Aires la revista “Latium” (1920/21), de muy poca trascendencia.

Un nuevo intento panlatinista ocurre nuevamente en Buenos Aires de la mano de un grupo


de periodistas franceses liderados por Maurice Bouxin y Raymundo Manigot. En el primer
trimestre del año 1939 apareció en Buenos Aires la revista ilustrada “Latinidad” (32.)
dedicada al análisis de la política internacional. Estaba dirigida a la colectividad francesa
del Río de la Plata y al público en general. Una publicación escrita en español con artículos
de gran actualidad que siguieron el curso de la Segunda Guerra mundial. La revista también
contenía artículos en idioma francés. Sus editores y redactores ya habían publicado en
Buenos Aires el periódico “La Acción” y “La Acción Francesa” entre los años 1915-1918
durante la Primera Guerra mundial. En esos periódicos impresos en Argentina también se
había promovido el panlatinismo, al igual que en “L’Union Française” de Alfred Ebelot y Emile
Daireux. Pero estos eran diarios que sólo leía la colectividad de inmigrantes franceses.

En las revistas de Bouxin se cimentó en la región el concepto <América Latina> y se anticipó


la creación de la organización Unión Latina.
En su primer ejemplar (3.1939) que lleva el Nº 16 dice: “Desde el presente número las
revistas que hasta ahora han aparecido con los títulos Lutecia, Francia y Remember, se
unificarán bajo el de “Latinidad”. En su tapa aparece una hermosa ilustración de la loba
romana con Rómulo y Remo amamantándose y una bella prosa introductoria. Los periodistas
más importantes que escribían en la revista eran: M. Bouxin (Director), Raymundo Manigot
(Jefe de Redacción, 1939-1941), Natal A. Rufino (Jefe de Redacción, 1941-1947), Eciruam
Nixuob, M. Aimbé, Roberto Weidel Richard, Pierre Descaves, Alkis D. Lappas, Patrick
Romanell, Julio María Malbranche, Suzanne Labin, Juan E. Carulla, Dr. Hernán Bundesen,
Alberto Casal Castel, Santiago Bernardini, Julio Marín, Víctor Alvarez Bisbal, Bernardo J.
Sheil, Luís Rodríguez Embil, y otros pocos más.

Esta revista era sostenida económicamente con publicidades de las siguientes instituciones y
empresas: “Le Courrier de la Plata” (Diario francés publicado en Argentina), College Français
de Buenos Aires, College Pasteur, Asociación Francesa Filantrópica y de Beneficencia,
Asociación Francesa de Socorros Mutuos, Cámara de Comercio Francesa, La Franco
Argentina (Compañía de Seguros), Banco Francés del Río de la Plata, Ferretería Francesa
Estrabou & Cía., Cristalerías Rigolleau, Automóviles Citroën, Editorial Argentina
Arístides Quillet, Lutecia Hotel (Maison Française Bs. As.), Cognac Otard Dupuy, y varios
comerciantes y profesionales francoargentinos. La revista se vendía en el Palacio del Libro
(calle Maipú Nº 49, Bs. As.), en la Librería Francesa (calle Viamonte Nº 710, Bs. As.) y tenía
cientos de suscriptores que la recibían en sus domicilios. Se distribuía gratuitamente a los
medios de comunicación y empresas más importantes de Argentina y Uruguay. Era leída
por funcionarios políticos de la región que seguían los acontecimientos europeos, antes,
durante y después de la Segunda Guerra mundial.

Con sólo leer algunos títulos nos damos cuenta de su línea editorial: “Francia y la Herencia

POSICIÓN IBEROAMERICANA. Especias intelectuales del Río de la Plata. Buenos Aires, Argentina. Edición 1.2013. Pag. 12
Latina” (6.1939, Nº 17, Pag.1), “Latinidad” (5.1944, Nº 63, Pag. 5), “Nueva Unión Latina”
(7.1944, Nº 64, Pag. 6), “El trinunfo del latinismo” (12.1944, Nº 67, Pag. 11), “La raza
latina” (7.1946, Nº 76, Pag. 14), etc.

En el Nº 61 (12.1943), Pag. 5, dice: (textual) “Cuando en 1939 dimos a esta revista el título
de LATINIDAD tuvimos el propósito de estar en relaciones continuas con todos los pueblos
latinos europeos y sudamericanos, con eje en Francia, que sostiene el faro de la civilización
desde siglos y ha venido orientando a los demás pueblos del universo”. En la Pag. 2 aparece
un artículo con el título “La Lengua Francesa en la América Latina – La importancia de la
literatura francesa en los países latinoamericanos y la influencia de la misma sobre la política
y la cultura de las diversas naciones”. El artículo lleva la firma de Ricardo Sáenz Hayes pero
es una traducción comentada de un artículo de Frank Schoel que había aparecido en esos
días en la “Revue de Paris”.

Transcribimos algunos pasajes del artículo publicado en el Nº 63 (Pag. 5) del 5.1944 que
lleva el título “Latinidad” firmado por el autor Julio M. Malbranche. Intentaremos dilucidar
que entienden los franceses por latinidad.

“Cuando hablo de Latinidad abarco al Helenismo, a la eterna cultura greco-latina. Nadie


discutirá la legítima maternidad de la cultura helénica, de la romana, y la latina en general,
y, por Latinidad se entiende la inmensa faja de nuestro globo terrestre que va desde
Jerusalén y el Mar Negro hasta el Cabo de Hornos al extremo sud de la América meridional,
y en toda esa faja o zona, ancha desde los Balcanes y el Rin, en Europa, hasta el desierto
africano, y desde el Canadá hasta la Tierra del Fuego, en América, haciendo caso omiso de
los anglosajones de América, no existe sino una misma sangre y un mismo modo de
pensar… ¿Decidme un solo genio bárbaro superior a Sócrates, a Plauto, a Cicerón, a Virgilio,
a Arquímedes, a Aristóteles, a Séneca, a Julio César, al Dante, a Cristóbal Colón, a Galileo, a
Marco Polo, a Rioja, a Miguel Angel, al Tiziano, a Rafael, a Fidias, a Volta, a Lavoisier, a
Voltaire, a Rousseau, a Corneille, a Racine, a Molière, a Cervantes, a Calderón, a Camoens,
a Vasco de Gama, a Napoleón, a Pasteur, uno solo que no sea greco-latino? Sí, uno solo; el
genio de los genios: Jesús. Pero Jesús quiso nacer bajo la dominación romana, y si su luz es
el faro de primera magnitud iluminando al mundo entero es gracias a los latinos y por que
el CRISTIANISMO fue, desde las primeras horas de los mártires en Roma, de los primeros
cristianos de sus catacumbas, fue, lo convenimos sin discusión alguna, ‘Latinizado’.” (32.)

En general es una publicación anti hispánica. Sus autores desconocen la historia de los
pueblos ibéricos y menosprecian ese origen. En el Nº 62 del 2.1944, Pag. 20, encontramos
el artículo: “Latinidad – España y sus contrincantes” que no tiene firma. Dice así: “Es
necesario que nos ocupemos hoy de España, nuestra segunda hermana, la que por orden
lleva el tercer puesto como potencia después de Francia e Italia. No sabemos exactamente
por qué figura como potencia latina que tiene poco, muy poco de sangre latina y posee más
bien sangre morisca”. Luego califica a los españoles de atrasados e ignorantes y continúa:
“A parte de estas fallas, el español es trabajador, honrado, valiente y también (por que no
decirlo), también muy hablador, lo que lo ha perjudicado por que se ha creído saber más de
lo que verdaderamente sabía. Estos defectos no son hispanos pero más bien son latinos, que
también hacen su fuerza”. (32.)

Lo que más llama la atención en toda la literatura panlatina es la falta de ponderación del
genio galo que es el que siempre nos ha sorprendido con su inteligencia. La idea que
considera a los españoles y portugueses como <pueblos latinos> ha sido rechazada en la

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Península Ibérica y en los países americanos. No obstante los franceses la promueven desde
que gobernó Napoleón III.

La creación de la CEPAL, el CELAM y la FLACSO

Durante las cuatro primeras décadas del siglo veinte, la utilización de la expresión “Latino
América” fue muy poco frecuente. Todavía se usaban en forma masiva las expresiones:
América del Sud, Sud América, América e Hispano América. También se lee el término
Ibero-américa tal cual lo hemos visto en la apertura del congreso de 1898. Por ejemplo, en
el periódico El Cronista Comercial de Bs. As. fundado en 1908 por Antonio Martín Giménez.
En un artículo del 1.11.1916, el Dr. Carlos F. Melo, admirado pensador de la época decía:
“Debemos invocar las fuerzas latentes de la raza ibero-americana”… y hablaba de la
Argentina como centro de una nueva cultura.

La denominación en idioma inglés «Latin America» como forma de agrupar países tiene
su antecedente más notorio en el gobierno de Estados Unidos. El primer político en utilizar
el concepto panlatino fue el presidente Thomas Woodrow Wilson (1856-1924).
Posteriormente, durante la Segunda Guerra mundial existió una Subsecretaría de Estado
para Asuntos Latinoamericanos, que estaba a cargo de Nelson Rockefeller. (33.)
En los primeros meses de 1947 la terminología aparece tenuemente en algunos medios
periodísticos de la región. Casi siempre en cables de la United Press (UP) que llegan desde
Estados Unidos y tratan acerca de la política exterior norteamericana o de temas vinculados
a la nueva Organización de las Naciones Unidas (ONU). En muchos casos el uso de la
terminología esta contenida en declaraciones de funcionarios norteamericanos o en artículos
escritos por periodistas estadounidenses. Eran noticias extranjeras que se traducían para
publicar en nuestros medios de comunicación. En cambio, los artículos redactados por los
periodistas locales utilizaban expresiones tales como: América, naciones de América,
repúblicas americanas, países de América, países del continente americano, países
hermanos de América, relaciones interamericanas, América del Sur, Sud América, América
Central, Caribe, naciones continentales y extracontinentales y otras expresiones afines.
Cualquiera que revise los diarios de la época podrá comprobarlo fácilmente.
Una de las pocas veces que leemos a un regional hispanohablante utilizando la terminología
es en una pequeña noticia de la UP fechada el 3.1.1947 en Washington, publicada al día
siguiente por el diario La Prensa (Buenos Aires) en Pag. Nº 7 que lleva el título: “La Unión
Panamericana invitó a una reunión al Primer Ministro Italiano”. En una parte del artículo el
embajador cubano Guillermo Belt se refiere a la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva
York diciendo: “… las repúblicas latinoamericanas estiman que deben formar parte de ese
organismo todos los países latinos, Italia ahora y España mas adelante, cuando exista en
este país una situación favorable”.

Los responsables del uso de la cuestionada denominación en la política internacional fueron


los funcionarios británicos y norteamericanos del Consejo Económico y Social de la ONU, que
decidieron la creación de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en 1948. Ellos
fueron: el economista británico Harold Caustin que actuó como representante del Secretario
General y David Weintraub, Director Principal del Departamento Económico. Ambos actuaron
bajo instrucciones y con el apoyo decidido de David Owen, Secretario General Adjunto a
cargo de los Asuntos Económicos de Naciones Unidas. (34.)

POSICIÓN IBEROAMERICANA. Especias intelectuales del Río de la Plata. Buenos Aires, Argentina. Edición 1.2013. Pag. 14
Muy poco pudieron hacer nuestros representantes diplomáticos para defender la identidad
cultural de la región ante los funcionarios norteamericanos y británicos que conducían la
ONU en sus primeros años.
Uno de los hombres que mas hizo para difundir la denominación Latin America fue el
economista Raúl Prebisch, que condujo la CEPAL durante sus primeros años de existencia.
Prebisch fue el referente principal de la región en materia de planificación económica que
tuvo la ONU. Su origen sajón y sus estrechas relaciones con los capitales británicos del Río
de la Plata lo llevaron a ocupar un lugar de preferencia en la ONU. El fue uno de los primeros
economistas que utilizó la denominación Latin America en sus trabajos de planificación.
Luego de la creación de la CEPAL, los grandes medios de comunicación de EE.UU., Gran
Bretaña y Francia, se acoplaron a dicha tendencia y comenzaron a difundir masivamente las
denominaciones Latin America y Amérique Latine.
En 1955 se organizó un Comité de Comercio subsidiario de la CEPAL para proyectar un
mercado regional. Allí es donde surge la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio
(ALALC) en 1960, y su sucesora la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Esta
última se creó mediante un tratado en Montevideo firmado en 1980 por las dictaduras
militares sin representación popular. Fueron los intereses comerciales fomentados desde la
ONU, los que idearon y guiaron esos experimentos de integración, que quedaron truncos por
la convulsión política que vivió la región en los años setenta y ochenta: guerrillas y
dictaduras militares. Con el retorno a la democracia se inicia una nueva etapa de integración
regional. Pero al ir la ONU tomando importancia y autoridad, el concepto Latin America se
politizó y fue extendiéndose cada vez más. Como es sabido, la ALADI subsiste con ese
mismo nombre como consecuencia del tratado de 1980 y es un organismo menor con sede
en Montevideo que brinda asistencia al MERCOSUR.

Actualmente existen varias instituciones que llevan la denominación “América Latina”, como
consecuencia del pensamiento de los primeros funcionarios del Consejo Económico y Social,
de la CEPAL y de Raúl Prebisch. Estas fueron creadas en los años 60 y 70. Han sido
sostenidas por los gobiernos regionales en el marco estructural de la ONU. No representan el
pensamiento de la gente común pero ejercen gran influencia en medios políticos y de
comunicación. Tal es el caso del Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y
Social (ILPES) creado por Prebisch en 1962, el Instituto para la Integración de América
Latina (INTAL) creado en 1964 dentro del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) por
iniciativa de los planificadores de la CEPAL y del ILPES, el Parlamento Latinoamericano
(Parlatino) creado en 1964 por iniciativa de Andrés Townsend embajador peruano ante la
ONU y del influenciable Nelson Carneiro, el Centro Latinoamericano de Administración para
el Desarrollo (CLAD) creado en 1972 por recomendación de la ONU, la Organización
Latinoamericana de Energía (OLADE) creada en 1973 en medio de graves conflictos
regionales durante la crisis petrolera, el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) creado
en Venezuela en 1975 durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez por iniciativa de un grupo
de diplomáticos ligados a la ONU, y otros pocos organismos mas.

Coincidentemente con la internacionalización de la expresión Latin America desde la ONU, el


Papa Pío XII fundó el Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM) en 1955. El CELAM es
una organización pergeñada por el laicismo italiano de los años cincuenta. Uno de los
máximos exponentes de esa clase política fue el banquero italiano Vittorino Veronese,
Secretario General y Presidente de Azione Cattolica (1944-1952), Presidente de Istituto
Catolico di Attivita Sociali (ICAS), Secretario del Comitato Permanente dei Congressi
Internazionali per l’Apostolato dei Laici (COPECIAL) establecido por Pío XII, Miembro de la
Mesa Ejecutiva de UNESCO (1952-1956), Presidente de la Mesa Ejecutiva de UNESCO

POSICIÓN IBEROAMERICANA. Especias intelectuales del Río de la Plata. Buenos Aires, Argentina. Edición 1.2013. Pag. 15
(1956-1958) y Director General de UNESCO desde 1958 hasta 1961. Veronese fue muy
cercano a Pío XII y amigo de Paulo VI. Fue uno de los italianos mas influyentes antes y
después del Concilio Vaticano II.
Al Sr. Vittorino Veronese también le debemos la creación de la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO). En la 45a. reunión del Consejo Ejecutivo de la UNESCO
realizada en Nueva Delhi (del 31-10-56 al 3-12-56), donde actuaron como presidentes el Dr.
Vittorino Veronese (Italia) y Prof. Oscar Secco Ellauri (Uruguay), el Consejo Ejecutivo
“Recomienda a la Comisión del Programa la aprobación de las propuestas contenidas en el
documento 9C/5, Corrigendum 1, Anexo, párrafos 85 a 102, referentes al establecimiento de
centros regionales de ciencias sociales en Chile y Brasil (45 EX/SR.2, 12, 15)”.(35.)
La UNESCO tenía varios institutos que llevaban el nombre: “Instituto de Ciencias Sociales
(UNESCO)”. Veronese impuso la denominación de la “Conferencia Latinoamericana de
Ciencias Sociales” realizada en Río de Janeiro el 16 de abril de 1957, que dio origen al
Centro Latinoamericano de Pesquisas em Ciencias Sociais. De igual manera a la Escuela
Latinoamericana de Sociología que funcionó en Santiago de Chile desde 1957. Ambos
centros precursores de la FLACSO, que en realidad debieron llevar el nombre: “Instituto de
Ciencias Sociales de la UNESCO”.

También desde Roma y París, se impulsó la creación de la Unión Latina el 15 de mayo de


1954, en un convenio realizado en la ciudad de Madrid. Un convenio que casi nadie sabe
quien firmó. Es fundamental saber quienes formaban ese grupo de plenipotenciarios que
hicieron propia la herencia cultural de Julio César, Nerón y Calígula. ¿Quién fue el verdadero
promotor de la Unión Latina en 1954? ¿En que circunstancias se firmó ese convenio y a
quienes representaban realmente? Hoy la Unión Latina desde sus oficinas en París gasta
millones de euros en cientos de eventos culturales para latinizar a los americanos
hispanohablantes y lusófonos.

El lobby francoitaliano se impuso en las mesas de negociación de la ONU de posguerra,


colocándose en un vértice por encima de los hispanoamericanos, brasileños, kichuas,
aimaras, shuares, guaraníes, afroamericanos, mapuches y demás nativos, e inmigrantes del
resto del mundo que habitan la región.

Desde la Declaración de Bologna firmada en 1999 por los ministros de educación de la Unión
Europea, la Università di Bologna comenzó a proponer, conducir y liderar varios programas
educativos que se proyectaron sobre nuestra región. Abrió una sede en Buenos Aires y
comenzó su expansión regional.
Son los intelectuales de la UniBo los que están imponiendo su visión latinista del mundo. La
“Maestría en Relaciones Internacionales” que dictan desde hace 14 años cuenta con una
materia denominada “Integración Latinoamericana”, donde les inculcan a los estudiantes que
el MERCOSUR es algo menor o sin importancia en comparación con la <unión
latinoamericana> que proponen. Han creado el Observatorio de las Relaciones Europa -
América Latina (OBREAL) que es una red integrada por varias instituciones académicas y
centros de investigación. UniBo lidera el OBREAL y arrastra con su fama a las demás
instituciones. Sus estudios están dirigidos a funcionarios políticos, empresarios e
investigadores de nuestra región. Con trabajos como los de OBREAL, los italianos van
formando a su antojo los futuros líderes de nuestra integración regional. El plan de
actividades de la Università di Bologna (Representación Buenos Aires) y del Instituto Italo
Latino Americano (IILA) están diseñados para hacer de soporte y acompañar los nuevos
emprendimientos italianos en la región. También desde hace siete años el Ministerio de
Relaciones Exteriores de Italia lleva adelante un proyecto de formación y capacitación para

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dirigentes del MERCOSUR, donde se forman muchos de nuestros investigadores y jóvenes
funcionarios.

América del Sur y la idea de MERCOSUR es un concepto autóctono continuador de una


identidad regional que viene gestándose desde los tiempos virreinales. No forma parte de la
planificación norteamericana vencedora de la Segunda Guerra mundial. Tampoco es un
“proceso latinoamericano de integración subregional” como pretenden que lo sea los
estrategas del IILA y de la UniBo.

La latinidad según el general Juan Domingo Perón

El general Perón quedó inmerso en la nueva planificación de los vencedores de la Segunda


Guerra mundial. Su pensamiento también estuvo condicionado por la ideología absorbida
en la Italia fascista durante su agregaduría militar (1938/40), y las relaciones tejidas por
Perón con la política romana a partir de esos años.

La primera vez que detectamos a Juan Domingo Perón utilizar la expresión es en relación al
embajador norte americano Spruille Braden. Perón critica las actuaciones de éste repitiendo
el lenguaje diplomático estadounidense, que comienza a imponerse desde la nueva ONU. En
el acto de proclamación de su candidatura, el 12.2.1946, utiliza la expresión sólo en dos
oportunidades: <naciones latinoamericanas> y <países latinoamericanos>. En ese discurso
es notorio que Perón copia las palabras del Senado de los Estados Unidos. (37.)

En sus discursos públicos posteriores hasta su caída en el 1955, prácticamente no se lo


escuchó utilizar la denominación <Latinoamérica>. Es en el exilio cuando Perón comienza a
hacer propia la terminología. En el documento “La fuerza es el derecho de las bestias”
escrito en la ciudad de Panamá en 1956, Perón habla de “latinoamericanos”, “continente
latinoamericano” y “países latinoamericanos”. Desde el exilio, Perón acompañó la nueva
tendencia internacional Latin America. En su escrito de Panamá, en el Cap. II – “La Tercera
Posición Doctrinaria” – Perón expone su famoso principio, que no tiene relación con la
latinidad. En su origen, la Tercera Posición era sólo una alternativa a las dos hegemonías
políticas dominantes: el capitalismo y el comunismo. (37.)
En el año 1967 el General escribió en Madrid el texto: “Latinoamérica: Ahora o Nunca”
publicado en la ciudad de Montevideo (Uruguay). Al año siguiente Perón integró dicho texto
a su nuevo libro “La Hora de los Pueblos” (1968). (37.)
En los años setenta utiliza abiertamente las denominaciones en discursos públicos. En
Madrid en 7.1972 graba una cinta magnetofónica donde pronuncia las expresiones
“Latinoamérica” y “países latinoamericanos”. En Argentina, en su discurso en la
Confederación General del Trabajo (CGT), el 30.7.1973, agrega los conceptos “continente
latinoamericano” y “comunidad económica latinoamericana”. (37.)
En el mensaje redactado para la IV Conferencia de Países No Alineados, realizada en Argelia
en Septiembre de 1973, Perón utiliza las expresiones: “Latinoamérica”, “continente
latinoamericano”, “colaboración latinoamericana” y “conciencia latino- americana”. (37.)
En el discurso del 21 de septiembre de 1973, por radio y televisión, al cierre de la campaña
electoral para los comicios del día 23.9.1973, escuchamos a Perón decir: “… Pensemos en
esta gran enseñanza, porque la etapa que viene de acá al comienzo del siglo XXI (el temido
año 2000) ha de ser de grandes previsiones, si no queremos sucumbir. De ahí que nuestra
política internacional ha de estar dirigida a la unidad latinoamericana y a la conformación de
un Continente unido, solidario y organizado para defenderse”. (37.)

POSICIÓN IBEROAMERICANA. Especias intelectuales del Río de la Plata. Buenos Aires, Argentina. Edición 1.2013. Pag. 17
En el discurso pronunciado desde la Casa de Gobierno el 21.12.1973, para anunciar la
puesta en marcha del Plan Trienal de Gobierno 1974/1977, el General habla de “integración
latinoamericana” (Ver: Las grandes líneas del plan, Punto G.). (37.)
En su discurso del 1.5.1974, ante los diputados y senadores nacionales reunidos en
Asamblea Legislativa, al inaugurar el 99° período de sesiones ordinarias del Congreso
Nacional, Perón vuelve a hablar de integración latinoamericana, y de “edificar
Latinoamérica”. También se refiere a “nuestros hermanos de Latinoamérica”. En ese discurso
recordamos su frase: “Latinoamérica es de los latinoamericanos”. (37.)

El general Perón sabía muy bien que significaba ser latino. Extractamos algunas frases de un
discurso que deja al descubierto su pensamiento. Perón quería “reconstruir un nuevo
Imperio Romano” espiritual. Así se lo dijo a la comunidad italiana de la Argentina. Las
palabras que trascribimos corresponden al día 10.11.1954 pronunciadas en lengua italiana
durante la ceremonia inaugural del Congreso Extraordinario de la Federación General de
Sociedades Italianas (FEDITALIA), en Buenos Aires. El discurso se tradujo al castellano
simultáneamente. Decía Perón:

“Amigos italianos: en mi mensaje de 1948, dije al pueblo italiano: "¡Salve, Roma inmortal!
Los hijos de esta orilla del Atlántico te saludan y difundirán tus enseñanzas a través de los
siglos…”
"La cultura de esta Argentina mía, actualmente en marcha ascendente hacia sus nuestros
destinos, desea quedar encuadrada en la de la Urbe milenaria …”
“Amigos: para terminar, me permito decir a todos aquellos hombres que en el mundo latino
piensan como nosotros, que en el antiguo Lacio debe levantarse la luz de una firme
esperanza para la humanidad…”
“Dos mil años ha, Roma fue la sede de la unidad imperial del mundo; a la sombra de su
historia podemos ahora reconstruir la primera unidad cultural de los hombres, bajo el signo
de nuestra latinidad eterna …”
“Somos portadores de ideas ecuménicas que han vencido a través de tres mil años de una
historia que destruyó más de quince civilizaciones anteriores.” .
“Nuestras ideas, como nuestros sentimientos, son latinos, decididamente latinos …”
“Es menester reconstruir un nuevo Imperio Romano en el terreno espiritual.”
“Pueblos libres de América, sentimos la necesidad de reconstruir un nuevo mundo latino. Y
para comenzar esta empresa gigantesca, sólo pedimos nos sea permitido decir, en forma de
saludo o de juramento, la antigua frase de los legionarios del Imperio: ¡SALVE ROMA
INMORTAL!” (36.).

Un discurso para endulzar los oídos de la colectividad italiana pero que jamás hubiera podido
pronunciar abiertamente ante todo el pueblo argentino.

Identidades culturales amenazadas

Los emancipadores más destacados de América del Sur, Simón Bolívar y José de San Martín,
jamás hablaron de “Latinoamérica” o “América Latina”. Los medios de comunicación
deberían utilizar las denominaciones elegidas en nuestra región y que acompañan los
procesos de integración que llevan a cabo nuestros gobiernos: Comunidad Andina (CAN),
Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
También en América Central y el Caribe se desarrollan sistemas propios de integración:
Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y Comunidad del Caribe (CARICOM). De

POSICIÓN IBEROAMERICANA. Especias intelectuales del Río de la Plata. Buenos Aires, Argentina. Edición 1.2013. Pag. 18
estos procesos de integración en marcha surgen claramente las denominaciones regionales
que nosotros preferimos: andinos, sudamericanos, suramericanos o americanos del sur.
También surgen la de centroamericanos y caribeños. La latinidad no es factor de cohesión
para los pueblos de América del Sur.

Los tiempos han cambiado desde que Rojas Mix publicó sus investigaciones en 1991 (10.).
Estas son básicas para entender la problemática al igual que las del historiador
norteamericano John L. Phelan (4.). Ahora hay un nuevo escenario geopolítico. La latinidad
está destruyendo todas las identidades culturales de esta región. Todas nuestras
expresiones más autóctonas pueden desaparecer por causa de este problema. Inclusive la
identidad ibérica en el viejo continente. Hay un plan sistemático desde un grupo de
instituciones y empresas de medios de comunicación internacionales que tiene por objetivo
imponer el panlatinismo. Están empeñados en que los sudamericanos de origen ibérico,
indígena y demás colectividades, dejen de existir como identidades culturales.
La lengua castellana está en peligro. Desde EE.UU. se promueve un nuevo idioma en
Internet : el <Latino>. Así le llaman ahora al idioma de las películas dobladas al castellano
por hispanohablantes americanos. La denominación <Hispanoamérica> está quedando en el
olvido con la nueva modalidad <Latinoamérica hispana>. Desde la ciudad de Atlanta
(EE.UU.) la cadena televisiva CNN está sepultando la identidad hispanoamericana con su
nuevo ciclo “Latino in America” o “Ser Latino en EE.UU.” que llega hasta el extremo sur del
continente a través de la red de cable. Una red en la que no podemos ver los programas de
la Asociación de Televisión Educativa Iberoamericana (ATEI). Muy pronto el portal de
Internet infantil “Disney Latino” será un canal de televisión masivo que no le permitirá a
nuestros niños desarrollar naturalmente otra identidad que no sea esa. En el ámbito
informático la empresa Microsoft Corporation está trabajando en el mismo sentido con sus
productos “MSN Latino” y “Latinoamérica MSN” (messenger). Hasta el presidente Barack
Obama utiliza la expresión <latin> para referirse a los hispanos. Lo hizo en sus proclamas
del Mes de la Herencia Hispana que se celebra todos los años en octubre. Son las empresas
de comunicación y entretenimiento estadounidenses las que están lavando la conciencia de
millones de hispanoamericanos, mexicanos y caribeños, para extender el panlatinismo. ¿Por
qué lo hacen? Son ellos quienes deben responder esa pregunta.

La identidad sudamericana no es un invento del presente. Después del desmembramiento de


los virreinatos españoles en América, la primera vocación integradora regional fue expresada
en Argentina en el Congreso de Tucumán del año 1816. En el “Acta de la Independencia” del
día 9.7.1816 leemos las palabras: “Representantes de las Provincias Unidas de Sudamérica”.
Esa es nuestra primera idea autóctona de integración (38.). Con el MERCOSUR y la
Comunidad Andina, no deben perderse las identidades culturales de la región. Mucho menos
deben perderse dentro de un equivocado concepto panlatino, las vigorosas etnias nativas
como los kichuas, guaraníes, aymaras, shuares y mapuches.

El historiador Pedro Aguado Bleye (Palencia, 1884 – Bilbao, 1954) en su “Manual de Historia
de España” decía que al finalizar el siglo sexto antes de J. C. los pueblos de la Península
Ibérica habían llegado a tal homogeneidad, que los autores clásicos solían llamar iberos a
todos los pueblos peninsulares, y los historiadores modernos reconocen una unidad de
cultura que los más llaman cultura ibérica y algunos cultura hispánica. Eso indica que si los
pueblos están siempre haciéndose en la tierra que ocupan, alcanzan momentos de firmeza y
madurez. Entonces reciben y asimilan las influencias extrañas sin que se modifiquen
esencialmente sus caracteres. El erudito español expresaba textualmente: “En nuestra

POSICIÓN IBEROAMERICANA. Especias intelectuales del Río de la Plata. Buenos Aires, Argentina. Edición 1.2013. Pag. 19
opinión, el pueblo español del siglo V a. de J. C. tenía ya una esencia que, si alguna vez
estuvo en peligro, no se ha perdido nunca”. (39.)

Un razonamiento parecido es válido para los pueblos originarios del continente americano,
los criollos y el mayoritario mestizaje de esta región, al que llamamos fusión iberoamericana
o simplemente sudamericanos. Hay un conjunto de elementos culturales autóctonos
inalterables. Cualquier proceso de integración de países que altere o menoscabe las
identidades culturales de los integrados, por injusto está destinado al fracaso.

Mariano García Barace


Analista Político. Bs. As, Argentina.
garbar@hispavista.com

Citas Bibliográficas:

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