LOS RÁBANOS DE DON PANTALEÓN Oficial
LOS RÁBANOS DE DON PANTALEÓN Oficial
LOS RÁBANOS DE DON PANTALEÓN Oficial
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Doctore – Por nada. (A Fantesca) Deberá tomar puntualmente a cada hora dos
vasos de jugo de rábanos.
Pantaleón – (Con caracol) Dos platos de plátanos? Es mucho.
Fantesca – Dos vasos de rábanos! A cada hora. (apuntando) ¿Rábanos se escribe
con b grande o v chica?
Pulchinela – Depende.
Fantesca – Cómo depende?
Pulchinela – Si son silvestres o tradicionales.
Fantesca – Ahhh. Mejor lo dibujo.
Pantaleón – Doctore hay una cosa que me preocupa voy a gastar un dineral con
rábanos!!
Doc. - Si, pero la salud es lo primero.
Pulchinela – (a parte) La salud? pues si este casi nos mata hombre…
Pantaleón - Me preocupan los daños de lo que se quemó…
Doctore – Podría haber sido peor Señor Pantaleón.
Pulchinela - (hace una señal de que no lo ha escuchado)
Pantaleón - ¿Será necesario entonces tanto rábano?
Doctore. - Caso contrario regresarán los gases.
Arlechino – ¡Y otra explosión!
Todos – ¡Noooo!
Doctore - El gas metano es uno de los gases mas peligrosos de la naturaleza y
cómo lo han visto, nuestro cuerpo lo produce…
Pulchinela – Madre, pero Arlechino no debió pasar con la veladora atrás del
patrón, él es el culpado, fue quién ocasionó la explosión…
Arlechino – ¿Pero yo?
Pulchinela – Stronzzo.
Arlechino – Yo stronzzo.
Fantesca – Lo que el Doctore Grazziano quiere decir es que es un peligro echar
un pun cuándo hay una fuente de fuego, cómo una veladora por ejemplo.
Doctore - Fue una coincidencia. Pero así ocurren los accidentes. Por las dudas
mejor no hay que prender a candelabros o veladoras, hasta que los jugos de
rábano empiecen a hacer su efecto. Luego ya no habrá más pedo.
Pulchinela - Pues hay que hacer lo que la ciencia medica dice, estaremos en la
oscuridad a veces, por las noches. Sin candelabros.
Fantesca – Oscuridad por las noches…(Mira a Arlechino)
Pulchinela – Se me ocurre que hasta puedo cultivar una hortaliza de rábanos en
el patio trasero, tío …
Pantaleón – Mi fiel Pulchinela, tantos años juntos,
Pulchinela – Para servirle
Pantaleón – Y cuándo habla…
Pulchinela – …merezco ser escuchado?
Pantaleón – Mereces un coscorrón! Quién le ha preguntado por ideas?
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Doctore. – Cálmese Sr Pantaleón en esta edad su corazón puede fallar con tanta
emoción. Pero fíjese que Pulchinela tiene la razón, le conviene, podrás hacer
buen negocio vendiendo los rábanos que no se utilice.
Pantaleón – Vender? (tose)
Doctore – Si. Para que se tranquilice haré un masaje anti stress,,,
(Lo sienta y le da masaje en los hombros, luego ordena a Fantesca que prosiga en
su lugar)
Pantaleón - Arlechino traes una botella de vino de la bodega para el Doctor
Arlechino – Ah ¿Cómo no?
Pantaleón - (Lo jala del cuello) Solo una y me la traes aquí.
Arlechino - Entendido una sola me la trago.
Pantaleón – No, no, me la traes aquí.
Arlechino – La traigo o no? Antes un trago .
Pantaleón – Si…eso
Arlechino – yyyhhhhjaaa
Doc. – Hey, Edición Coperhaimer 1443 o no hará el efecto esperado
(se va Arlechino) Y cuánto al pagamento de mis honorarios…
Pantaleón – ¿Desplazamiento voluntario?
Doctore – Pagamento!
Pantaleón - Podemos discutirlo después
Doctore - ¨Después¨ es un momento indefinido que puede no existir en un
futuro, la vida es tan corta señor Pantaleón y la mía menos así que prefiero
arreglar nuestras cuentas medicas ahora.
Pantaleón – No lo escucho muy bien pero si hablas de dinero no lo tengo, el
comercio anda bajo Señor Doctore, no he vendido nada, la gente no ha tenido ni
para los guaraches. Por otro lado cada botella de este vino me ha costado mucho.
Doctore - Ya ves que realizo mis pócimas con un componente que es esencial
para los seres humanos…
Pantaleón - La amistad
Doc. – la …
Pantaleón - …la lealtad.
Arlechino - La corrupción, la codicia, la traición,
Doctore – Dominus est seculorun. Señor, pero hablábamos de mis honorarios
Pantaleón – Podrá usted servirse de las ultimas botellas de la bodega, hay de
todo un poco, con eso te pago (a parte al público) Me libro de tu bla, bla, bla y
termino con esta vieja cosecha.
Doctore – ¿Aquellas botellas llenas de polvo que tienes en su bodega?
Pantaleón – Esas.
Doc. – De acuerdo, lo acepto. (Se dan las manos)Todo por mantener la amistad
señor Pantaleón, ya hace muchos años que nos conocemos. Arlechino hágame el
favor de llevárselas hasta mi casa.
Arlechino - Si Sr. patrón.
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Pantaleón - No se dice patrón. Haga una reverencia antes de salir y diga
educadamente si Sr. Doctore.
Arlechino - Si Sr. Excelentísimo Doctore
(Se va)
Doctore – No conocía este su empleado.
Pantaleón - Todavía no esta adaptado, llegó de los altos de Jolotlán, tuve que
contratarlo porque los empleados de la casa necesitan ayuda y una amiga de
Isabela lo presentó y ahora aquí anda.
Doctore – Por cierto cómo esta su hija, esta…
Pantaleón -…Isabela.
Doc. – Isabela así es.
Pantaleón – Va bien. Últimamente no sé porque anda tan alegre y saltarina creo
que cupido le dio un flechazo.
Doctore – En el corazón.
Pantaleón – ¿y el barrigón?
Doctore – El Corazón!
Pantaleón - Si …ah el corazón, pues sí el amor, perdida de tiempo…
Doctore – Es natural, eso siempre ocurre con señoritas de su edad.
Pantaleón – Pero no deja de preocupar a un padre cómo yo.
(Arlechino entrega el sombrero a Doctore)
Doctore - Gracias, hasta pronto Arlechino, (en corto) Lleve doce botellas a mi
casa. Selladas. Y no se olvide Sr. Pantaleón de tomar jugo de rábanos.
Fantesca – O otra vez bummm! (Pasa con unos platos y sale)
Pantaleón – No lo voy a olvidar. Hasta pronto. Acompáñalo Arlechino.
(Sale Doctore)
Arlechino – Si patrón (Con reverencia)
Pantaleón – (Hace un gesto de enfado)
(Toca una campanilla, entra Pulchinela)
Ariosto – Hey…
Arlechino – Patrón aquí adentro cuidado!
Ariosto – No hay nadie.
Arlechino – Pulchinela ahorita va a regresar
Ariosto – Ya planeaste todo?
Arlechino – No he podido hablar con la señorita Isabela.
Ariosto – Si el señor Pantaleón se entera que eres mi socio y solo se empleó
aquí para ayudarme a llegar hasta Isabela, será un desmadre.
Arlechino – No se preocupe soy considerado un empleado de elite
Ariosto – Oh Isabela cuanto te extraño. Ya no sé que hacer para merecer la dicha
de estar contigo. ¿Que debo hacer Arlechino?
Arlechino – No te agüites patrón todo se va arreglar.
Ariosto – No descansaré hasta casarme con Isabela, pero para eso tendré que
huir con ella.
Arlechino – Ya me has dicho eso pero no se te ocurre pedir su mano al señor
Pantaleón antes que nada?
Ariosto – Nooo. Echaría todo a perder. El Señor Pantaleón es celosísimo y
tomaría actitudes en mi contra.
Arlechino - Es una hipótesis, podrías intentar
Ariosto – Ni voy a probarlo, sería aún peor, estoy seguro.
Arlechino – Y si la propia hija habla con él?
Ariosto – Estas loco, el viejo cerraría mi amor a siete llaves, y en una torre.
Ah Isabela.
Arelchino – Si gusta la llamo
Ariosto – ¿No sería muy arriesgado?
Arlechino - Ya estas aquí a dentro…
Ariosto - Ta bien, córrele, me quedaré aquí de guardia
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Arlechino – Escóndete deprisa para que Pulchinela no te vea cuándo entre
(Ariosto se esconde atrás de una cortina. Arlechino va a salir y se topa con
Pulchinela)
Pulchinela – Stronzzo, casi deja caer todo.
Arlechino – Chin,,, (sale corriendo)
Pulchinela – Cuándo vas a aprender a controlar su hiperactividad? (Ve el
sobrero sobre la mesa) ¿De quien es ese sombrero? Nunca lo vi. (Empieza a
buscar) ¿Dónde estará su dueño?
(Entra Isabela)
Isabela – (Cree que Pulchinela es Ariosto entonces lo jala de la manga y lo
derrumba) Que haces aquí estas loco? (Se da cuenta) Perdón Pulchinela
Pulchinela - Señorita Isabela que pasó
Isabela - Que hace usted aquí Pulchinela.
Pulchinela - Buscaba el dueño de este sombrero
Isabela - Este sombrero, a pues si, por supuesto que es un sombrero, y que?
Pulchinela – De quien podría ser…
Fantesca – (Entrando) Es mío. Gracias por encontrarlo.
Pulchinela – ¿Tuyo?
Fantesca – Pues si, ve nada más cómo me queda bien! Pulchinela no te metas
dónde no te interesa.
Isabela – Pues ninguno de los dos debería estar por aquí, ahorita mismo a sus
tareas hogareñas. Vámonos. (Salen apresurados pero Isabela con un gesto de
complicidad le agradece a Fantesca)
Isabela – (susurrando) Ariosto, Ariosto
Ariosto – (Aparece) Mi Isabela
Isabela – Mi Ariosto
Ariosto – Estrella que tanto brilla.
Isabela – Ando medio apagada sin tu amor.
Ariosto – Yo también. Te extrañé tanto.
Isabela – Ya hacen 3 días que no nos vemos
Ariosto – Es una eternidad. Por eso vine. Ya no podía soportar tu ausencia.
Isabela – Estas bien loquito.
Ariosto – Loquito por ti
Isabela – Mi papá siempre me acompaña a todos lados, no me deja sola un
minuto. Que si me voy a las fiestas del pueblo, debe ser con él, a la misa con él, al
tianguis con él.
Ariosto – Tranquila. Arlechino esta viendo una manera de escaparnos.
Isabela – Fantesca también me ha ayudado. Pero mi padre anda desconfiado
siempre me esta haciendo preguntas.
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Ariosto – Luego nos casaremos y estarás libre de tu padre.
Isabela – Oh Ariosto no pienses mal de mi padre, él es medio cascarrabias, no
entiende a los jóvenes modernos cómo nosotros pero, es muy bueno para mi.
Ariosto – Para ti pero para mi no lo es porque no me permite verte.
Isabela – El no sabe de tu existencia, piensa que yo todavía soy una niña.
Isabela – Es lo que quería decirte papa, vino este muchacho a pedir empleo. Y
estaba limpiando el piso atrás de usted. Y cómo también es Jardinero pensé que
podía cuidar de la huerta de rábanos, la misma que te dará mucho dinero!
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Pantaleón – Dinero? Ah si la huerta. Pero si ya tenemos Pulchinela y a este
rancherito de Juluapa…
Fantesca – de Jolotlán, que la verdad para nada sirve, Arlechino anda flaco sin
ánimos para nada, ni siquiera me ayudado en la cocina a calentar la estufa o
apagar las llamas del sartén…
(Arlechino entra con jugo de rabano y tiene un ataque de nervios pero no deja
caer el jugo)
Arlechino – (a parte) Mi patrón con mi otro patrón!
(se marea)
Fantesca - Mira cómo esta pálido, parece que se va a morir.
Isabela – A parte le duele todo verdad Arlechino? (Le da un pellizcón).
Arlechino – Ay ay ay…
Pulchinela – Entrando. ¿Que tiene ahora este holgazán?
Fantesca – Esta enfermo, enfermo terminal.
Pulchinela – (Empieza a oler a Ariosto) ¿Y este quién es?
Ariosto – Permítanme presentarme. Antes de nada estoy encantado de estar
frente a frente con… tan distinguido empresario, filántropo, comerciante,
regidor, dueño de minas e importador de rábanos: Don Pantaleón.
Pantaleón – ¿si soy regañón?
Fantesca – No exageres, ve al punto,,, (Se da de codos con Isabela, que sonreí
nerviosa)
Ariosto – (Continua) Don Pantaleón, soy especializado en sembradío de toda
especie de vegetales, frutas , condimentos y leguminosas para ensaladas,
digestivos vegetales y medicamentos naturales, como el rábano por ejemplo. Le
puedo servir sin cobrar ningún sueldo…solo por estar al lado de tu hija…
Isabela – (le da un pellizcón)
Ariosto – Huy…
Pantaleón – Para que?
Ariosto - …solo para tener el honor de servirle a usted señor, luego veremos
mas adelante si le conviene a usted contratar mis servicios. ¿Cómo ves?
Pantaleón – No tiene cara de quién busca empleo. Veamos si eres un experto:
¿En una área de 500 metros cuadrados cuántos rábanos podríamos producir al
año, y cuánto sería el lucro de todo eso?
Ariosto – De seguro una tonelada señor, lo que daría mas o menos 1,500
bitcoins al mes.
Pantaleón – Ohhhh
Isabela y Fantesca – Ohhhhhhhhhhhhhh
Pulchinela – Ohhh, pero no necesitamos mas empleados…
Fantesca – Stronzzo ¿No ves cómo esta Arlechino?
Pulchinela – Acostado, cómo siempre.
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Pantaleón - No quiero que se muera aquí en mi casa. Ve por el Doctore anda.
Este animal anda muy mal, debe tener dengue o chikunguya. (Pulchinela se
queda inmóvil sin creerlo) Vamos ya vete!
Fantesca – ¡Oh pobrecito!
Pantaleón - Muy bien. Trabajas gratis un mes y luego veremos. De acuerdo (Se
dan las manos) Puedes empezar hoy mismo, pero no quiero tus mugres botas
aquí a dentro, tu lugar es allá atrás en la tierra. Pídele a Pulchinela las
herramientas que necesitas.
Ariosto – Muchas gracias Don Pantaleón. ¡Haré lo mejor que pueda!
Pantaleón - ¿Te meterás una grande peda?
Isabela – Que te hará muy rico papá!
Pantaleón – Eso lo veremos. (Hacia Isabela) ¿Cómo se llama el Jardinero?
Isabela – Ariosto, papá.
Pantaleón – Ariosto: antes de nada ve por las semillas y un grande costal de
rábanos al mercado. Tome 50 pesos. Y traiga el cambio.
Ariosto – Si señor. Le agradezco la confianza. Ahorita vuelvo.
(sale mandando besos a Isabela)
Pantaleón – ¿De que te ríes?
Isabela – Yo?
Pantaleón – No, le pregunto a la mesa.
Fantesca – (Robando la atención) Es que le conté un chiste muy bueno.
Pantaleón – Ah sí, ¿cuál?, cuéntamelo.
Fantesca – No, cómo crees es una tontería, no es …
Pantaleón – (Cortante) ¡Cuéntamelo ya!
(Fantesca cuenta un chiste, Pantaleón no se ríe)
(Sale Pantaleón e Isabela)
Se escuchan trompetas
Entra Capitán Matamoros
Capitan – Sentido! Derecha. Izquierda. Frente. Descansar. (Se da cuenta de que
solo se encuentra Fantesca)
Capitán – ¿Discúlpame señorita, pensé que estarían los empleados. ¿Eres
Isabela, mi sobrina?
Fantesca – (apenada) Oh mi general no, para nada yo solo soy la… la…la
(Pantaleón entrando)
Pantaleón - …la misma cara de siempre mi general! Cómo te fue de viaje?
Capitano – Las olas estuvieron altísimas pero eso no fue lo peor. Fuímos
atacados por un barco pirata en la región de las islas de Revilladelodo.
Pantalón – Mamma mía..
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Capitan – Seis cholillos se metieron por la popa, se acercaron pidiendo dinero y
joyas. Mi perro saltó sobre ellos, mi compañero fiel, recibió una estocada en el
pecho, ahuuuu. Ahí mismo (Nombre de perro) cayó dando su último difunto
suspiro en mis brazos.
Fantesca – ¡Pero que animales!
Capitan – Después de eso, mi sangre de veterano combatiente hirvió. Mi espada
saltó cómo de manera automática a mis manos. Cómo un ballet altamente
ensayado empecé a desarmarles a todos. (Hace la coreografía y acaba haciendo
unos pasos con Fantesca)
Arlechino – Y entonces despertaste? (Que había puesto atención)
Capitano – Saltaron todos al mar, huyendo. Seguramente fueron comida fácil
para los tiburones de Paraíso. Luego transbordamos sin problema, en el puerto
de Manzalimotl.
Pantaleón – Podrías escribir un libro con tus aventuras. Que gusto tenerte con
nosotros primo. Debes estar cansado y aún más después de la muerte de Judith,
lo lamento mucho. Sé lo mucho que se querían tu y ella.
Capitán – Te lo agradezco. Fueron 20 años a mi lado. (Suspira) La vida es corta
mi querido primo, por eso hay que festejar todos los días. Acepté venir pero no
quiero ser un estorbo para ustedes, así que le pido me des una tarea para
realizar en la casa a cambio del hospedaje, mientras pongo en orden mi vida y mi
futuro (Mira a Fantesca)
Pantaleón – Ya lo veremos primo. Perdón se me olvidó. Quiero presentarte a
mis empleados Fantesca y aquel allá se llama Arlechino.
Capitán – Por un momento creí que habías tenido más hijas, siempre tan
asediado…(Le da codazos)
Pantaleón – Era yo tremendo. Buenos tiempos. Los noviazgos eran eternos, te
acuerdas, dábamos la vuelta en la plaza, ofrecíamos flores a las más interesantes.
Capitano – Aventábamos confeti si nos gustaba la muchacha…
Pantaleón – Eso…(Empieza a hablar solo recordando el pasado)
Capitano – (Se acerca a Fantesca) Encantado, ¿Señorita?
Fantesca – Si, señorita, Fantesca Di Pietro, para servirle General.
Capitano – De igual manera los dos estamos para servirle y protegerla.
Fantesca – ¿Estamos?
Capitano – Sí; mi espada y yo. (Se ríen)
Pantaleón - Isabela a rato sale de su cuarto, se la pasa ahí todo el día. Ha crecido
mucho, no la vas a reconocer.
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(Pulchinela hace una señal de que no se importa y sale)
(Grazziano busca una copa de vino en la mesa)
Fantesca – Arlechino, escúchame, sigues haciéndote de enfermo para que
contraten a Ariosto.
Arlechino - Pero en verdad estoy mareado, tengo a dos patrones en la misma
casa.
Fantesca – ¿Y que tiene eso de malo?
Arlechino – ¡Pues voy a tener doble trabajo!
(Entra Pantaleón y Capitán)
Pantaleón – Bienvenido Señor Doctore. Le presento a mi primo el General
Jubilado de la Cuarta División de la armada española, Doctor Graziano.
Capitán – Encantado señor Doctore.
Doctore – El gusto es mío general de cuarta.
(Empieza los exámenes con el auricular) Respire profundo! Diga 33 tres veces.
Capitán – (Sorprendido) 33, 33, 33.
Doctore - Está un poco pálido, creo que necesitas unas vitaminas. ¿Has tenido
lombrices? ¿Moco verde? ¿Uña encarnada o diarrea liquida en los últimos dos
años?
Capitán – A lo mejor sí Señor Doctore.
Doctore – Le vamos a ponerle un supositorio.
Pantaleón – ¿El mictório? Es la primera puerta a la derech,,,
Doctore – No, lo que le digo es que vamos a ponerle un supositorio
Capitano – ¿Supositorio?
Doctore – Si, además están en oferta, solo cuestan 50 euros!
Capitano – Ni que fuera gratis,,,
Pantaleón – (interrumpe) Dr. Grazziano, perdóname pero el enfermo esta allá
adentro.
Doctore – Ah…de todas maneras siempre es bueno un chequeo.
Pantaleón - Pase usted, mientras mostraré la casa a mi invitado. Con su
permiso.
(Salen los dos)
(Entrando Pantaleón)
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