El Abuso Sexual y Su Prevención
El Abuso Sexual y Su Prevención
El Abuso Sexual y Su Prevención
prevención
El maltrato infantil
El maltrato infantil es muy frecuente en la sociedad y en la familia. Las conductas de maltrato
van desde pellizcos, golpes, devaluación de su persona, insultos, hasta agresiones que les
pueden provocar la muerte. El maltrato suele ser justificado por diferentes razones:
Creer que en la educación “la letra con sangre entra”. Considerar a niños y niñas como
propiedad de los padres. Considerar el maltrato como método para lograr la obediencia. Por
creer que los menores tienen menos derechos, y otras. De cualquiera manera los maltratos son
formas abusivas de relacionarse con los menores, en el sentido que se establece un vínculo de
desigualdad, de falta de respeto, de limitaciones en el apoyo social y de abuso de poder. Esta
forma de relacionarse se transmite y se reproduce también entre grupos humanos. Por ejemplo,
los que tienen poder económico abusan de quines no lo tienen; los que tienen poder político
abusan del ciudadano, etc.
Factores de riesgo
Existen circunstancias que hacen más probable que se produzca un abuso sexual, a esto se
le llama factores de riesgo. Estos factores no son causas que automáticamente provoquen el
abuso sexual, son circunstancias que debemos tomar en cuenta y que hacen más probable que
ocurra un abuso. Entre estos factores están:
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Diferentes investigaciones han encontrado que un factor que influye para que aparezca el
maltrato y abuso sexual es un modelo de creencias rígido, formal e idealizado: “Cómo debe ser
una buena familia”, “Quién debe decidir en grupo”, Cómo debe comportarse un buen bebé”
(por ejemplo, que sea obediente), “Cómo debe comportarse la mamá en familia” (por ejemplo,
callada y sumisa), etc. Este tipo de ideas fomenta relaciones de control, limita las relaciones
de igual a igual y frena el aprendizaje compartido dentro de la familia. La mayoría de los
abusos sexuales son cometidos por varones adultos. Diferentes estudios a escala internacional
afirman que las agresiones por varones ascienden a 86,6% en comparación con 13,9 % de
mujeres. La Asociación Mexicana contra la Violencia hacia las Mujeres (COVAC), señala que
en sus servicios de emergencia proporcionados a víctimas de abusos, el agresor fue varón en
un 100%.
Entre las formas de abuso sexual se encuentran: mostrar al niño o niña material sexualmente
explícito sin fines educativos como la pornografía, besar al niño o niña como adulto, sexo oral,
anal y genital, exponer a niñas y niños a actos sexuales entre adultos, exhibicionismo, irrumpir
su intimidad, etc. El abuso sexual genera en niños y niñas sentimientos que pueden ser: placer,
extrañamiento, culpa, desagrado, miedo, confusión, rechazo.
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“Si sucede en la familia, es producto de un desequilibrio mental”
Si se cree que los abusos se originan porque una persona de la familia lo cometió a partir de un
“desequilibrio mental”, se corre el riesgo de absolver al agresor de la responsabilidad de sus
actos abusivos al considerarlo enfermo mental.
Entre los efectos a corto plazo están: miedo, desconfianza, hostilidad, culpa, angustia, problemas
de sueño y/o comida, problemas escolares. También se han encontrado casos de enuresis
(incontinencia urinaria), cambios de carácter drásticos, y comerse las uñas compulsivamente.
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Entre los efectos a largo plazo se encuentran: depresión, ansiedad, menor control del medio
social, miedo al sexo, baja autoestima, desconfianza, agresividad, entre otras.
1. Congruencia emocional.
Se refiere a que los abusadores encuentran en los niños y niñas la posibilidad de satisfacer
necesidades emocionales, toda vez que el agresor presenta inmadurez emocional. Estas
necesidades pueden tener su origen en la baja autoestima, deseo de control, etc.
2. Bloqueo.
Se refiere a que los agresores orientan sus deseos sexuales hacia los menores en la medida que
se sienten imposibilitados para mantener relaciones sexuales con una persona adulta.
3. Desinhibición.
El abuso del alcohol puede ser un factor de riesgo que aunado a alguna de las anteriores,
propician las condiciones de impulsividad que pueden originar el abuso.
Este panorama nos muestra que el abuso sexual se presenta por diversos factores y en diferentes
situaciones que pueden no ser claramente identificables. Sin embargo, lo que queda claro es
que el abuso sexual es un abuso de poder del adulto frente a la niña o niño.
Por esta razón es importante habilitar a niñas y niños para hacer frente a un posible abuso sexual.
Además, las personas adultas deben aprender cómo responder frente a un caso particular.
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¿Qué hacer ante un caso de abuso sexual?
Es importante señalar que en el tema de abuso sexual la labor de las educadoras y educadores
de los Centros Comunitarios preescolares se debe centrar en detectar y canalizar algún caso
que posiblemente sea abuso sexual. Para detectar un abuso hay que tomar en cuenta tanto los
factores de riesgo como los efectos a corto plazo (revisarlos en este capítulo). Un aspecto que
es muy importante no olvidar es que es conveniente acercarse al niño o niña cuando se detectan
cambios drásticos en el estado de ánimo o visible cambios de carácter. No es responsabilidad
de una educadora diagnosticar, sino el contactarse con profesionistas que son expertos en el
tema y que serán los encargados de orientar y de informar sobre los procedimientos para un
eventual denuncia.
Medidas preventivas
Los adultos tienen aquí una tarea importante de contención y apoyo. Se tendrá que tomar en
cuenta lo siguiente:
1. Reconocer la sexualidad infantil
2. No propiciar el “miedo a la sexualidad”
3. Conocer el tema y saber cómo comunicarlo
4. Establecer factores de protección
5. Contar con apoyo institucional
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Referencias
• Lonngi, L. B. (2007). Manual para la acción. México: Save the children México.