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El Abuso Sexual y Su Prevención

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El abuso sexual y su

prevención
El maltrato infantil
El maltrato infantil es muy frecuente en la sociedad y en la familia. Las conductas de maltrato
van desde pellizcos, golpes, devaluación de su persona, insultos, hasta agresiones que les
pueden provocar la muerte. El maltrato suele ser justificado por diferentes razones:
Creer que en la educación “la letra con sangre entra”. Considerar a niños y niñas como
propiedad de los padres. Considerar el maltrato como método para lograr la obediencia. Por
creer que los menores tienen menos derechos, y otras. De cualquiera manera los maltratos son
formas abusivas de relacionarse con los menores, en el sentido que se establece un vínculo de
desigualdad, de falta de respeto, de limitaciones en el apoyo social y de abuso de poder. Esta
forma de relacionarse se transmite y se reproduce también entre grupos humanos. Por ejemplo,
los que tienen poder económico abusan de quines no lo tienen; los que tienen poder político
abusan del ciudadano, etc.

Definición de abuso sexual


Una de las formas de maltrato infantil es el abuso sexual. Esto es:
Que una persona mayor (joven, adulto, viejo), utilice a un menor para estimularse o estimularlo
sexualmente. También puede ser cometido por una persona menor de 18 años, si ésta es
significativamente mayor que el menor. El abuso sexual es una relación abusiva porque existe
una clara desventaja: física, fisiológica (hormonal), de desarrollo, de experiencias en general,
experiencias sexuales, en recursos mentales y habilidad social y emocional.

Factores de riesgo
Existen circunstancias que hacen más probable que se produzca un abuso sexual, a esto se
le llama factores de riesgo. Estos factores no son causas que automáticamente provoquen el
abuso sexual, son circunstancias que debemos tomar en cuenta y que hacen más probable que
ocurra un abuso. Entre estos factores están:

• Consumo de alcohol o drogas de uno o ambos padres.


• Discapacidad psíquica grave de uno o ambos padres.
• Historia de maltrato previa en uno o ambos padres.
• Falta o deficiencias de vínculo entre los padres y el niño.
• Falta de red de apoyo social en la familia.
• Problemas de ruptura familiar.
• Desempleo o pobreza.
• Falta de reconocimiento de los Derechos del niño como persona.
• Aceptación de prácticas como el castigo físico.

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Diferentes investigaciones han encontrado que un factor que influye para que aparezca el
maltrato y abuso sexual es un modelo de creencias rígido, formal e idealizado: “Cómo debe ser
una buena familia”, “Quién debe decidir en grupo”, Cómo debe comportarse un buen bebé”
(por ejemplo, que sea obediente), “Cómo debe comportarse la mamá en familia” (por ejemplo,
callada y sumisa), etc. Este tipo de ideas fomenta relaciones de control, limita las relaciones
de igual a igual y frena el aprendizaje compartido dentro de la familia. La mayoría de los
abusos sexuales son cometidos por varones adultos. Diferentes estudios a escala internacional
afirman que las agresiones por varones ascienden a 86,6% en comparación con 13,9 % de
mujeres. La Asociación Mexicana contra la Violencia hacia las Mujeres (COVAC), señala que
en sus servicios de emergencia proporcionados a víctimas de abusos, el agresor fue varón en
un 100%.

Entre las formas de abuso sexual se encuentran: mostrar al niño o niña material sexualmente
explícito sin fines educativos como la pornografía, besar al niño o niña como adulto, sexo oral,
anal y genital, exponer a niñas y niños a actos sexuales entre adultos, exhibicionismo, irrumpir
su intimidad, etc. El abuso sexual genera en niños y niñas sentimientos que pueden ser: placer,
extrañamiento, culpa, desagrado, miedo, confusión, rechazo.

Mitos sobre el abuso sexual


En la sociedad circulan algunas ideas sobre el abuso sexual que imposibilitan su adecuada
prevención. Estas ideas son equivocadas o inexactas:

“Creer que no existen o que son poco frecuentes”


Los abusos sexuales son mucho más frecuentes de lo que se piensa. Una de cada 4 niñas y uno
de cada 6 u 8 niños ha sido abusado sexualmente.

“Sólo lo sufren las niñas”


Si bien sigue siendo el sector que sufre el mayor porcentaje de abusos, cada vez son más
frecuentes los abusos en los niños.

“El agresor es así porque sufrió de abuso sexual en su infancia”


Si esta afirmación fuera verdad, se esperaría que las mujeres abusarían más sexualmente, toda
vez que son ellas las que con mayor frecuencia son víctimas del abuso. Sin embargo, los
estudios nos indican que es un asunto principalmente de varones.
“Si sucede en la propia familia se notará de inmediato”
No siempre sucede así. En la mayoría de las ocasiones el abuso puede ocurrir en la familia
de manera “silenciosa”. Incluso el abusador suele no despertar ningún tipo de sospecha y
mantener amenazada a la víctima para que no lo denuncie.

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“Si sucede en la familia, es producto de un desequilibrio mental”
Si se cree que los abusos se originan porque una persona de la familia lo cometió a partir de un
“desequilibrio mental”, se corre el riesgo de absolver al agresor de la responsabilidad de sus
actos abusivos al considerarlo enfermo mental.

“Solo se dan en condiciones asociadas a la pobreza”


El abuso sexual ocurre en todas las clases socioeconómicas. En las ciudades se observa el mayor
número de casos registrados, ya que en el campo la cultura del silencio está más arraigada y la
cultura de la denuncia es prácticamente inexistente.

“Los niños(as) no dicen la verdad”


Este es un obstáculo frecuente. Tiene su origen en que se piensa que los niños y niñas son
fantasiosos en todo tipo de experiencias. Sin embargo, si nos basamos en el Interés superior
del niño(a), en el artículo 12 de la Convención dice: “Los Estados asegurarán a la niña y niño
que sean capaces de formar sus propios puntos de vista, el derecho a expresarlos en libertad
en todos los asuntos que les afecten, dándoseles la debida importancia de acuerdo a su edad y
madurez”. Es necesario siempre tomar en cuenta seriamente cuando un niño o niña reportan
maltrato.

“El agresor es totalmente desconocido”


No necesariamente. El agresor puede ser en muchas ocasiones miembro de la propia familia,
como el padre, abuelo o tío cercano, etc.

“Los abusos sexuales se realizan con violencia física”


En realidad los abusos sexuales rara vez se realizan con violencia física. Generalmente hay un
juego de afecto y valoración con la víctima.

“Los efectos no son traumáticos”


Estudios recientes afirman que los efectos varían dependiendo de diversos factores como son:
la edad del agresor y la víctima, duración de la agresión, frecuencia, tipo de relación con el
agresor, reacción de la familia y del entorno social, etc.

Entre los efectos a corto plazo están: miedo, desconfianza, hostilidad, culpa, angustia, problemas
de sueño y/o comida, problemas escolares. También se han encontrado casos de enuresis
(incontinencia urinaria), cambios de carácter drásticos, y comerse las uñas compulsivamente.

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Entre los efectos a largo plazo se encuentran: depresión, ansiedad, menor control del medio
social, miedo al sexo, baja autoestima, desconfianza, agresividad, entre otras.

“Sólo sucede una vez”


Se ha comprobado en algunas investigaciones que la posibilidad de repetición de los abusos
sexuales aumenta considerablemente en la medida que permanecen las condiciones familiares,
sociales y personales que dieron origen a tal hecho, por lo que en la mayoría de los casos tiende
a repetirse.

“Es un asunto privado y no debe denunciarse”


Con frecuencia se considera todo lo relacionado con la sexualidad como un asunto privado y
se cree que para denunciar se debe tener el consentimiento de la familia y de la víctima. La
denuncia es un paso importante en el restablecimiento del respeto hacia las niñas y niños. De
hecho, es un deber y una obligación denunciar a un abusador y buscar formas que permitan
cambiar el entorno de la víctima para evitar repeticiones.

¿Por qué el agresor abusa?


Existen tres hipótesis que intentan dar explicación a este fenómeno:

1. Congruencia emocional.
Se refiere a que los abusadores encuentran en los niños y niñas la posibilidad de satisfacer
necesidades emocionales, toda vez que el agresor presenta inmadurez emocional. Estas
necesidades pueden tener su origen en la baja autoestima, deseo de control, etc.

2. Bloqueo.
Se refiere a que los agresores orientan sus deseos sexuales hacia los menores en la medida que
se sienten imposibilitados para mantener relaciones sexuales con una persona adulta.

3. Desinhibición.
El abuso del alcohol puede ser un factor de riesgo que aunado a alguna de las anteriores,
propician las condiciones de impulsividad que pueden originar el abuso.
Este panorama nos muestra que el abuso sexual se presenta por diversos factores y en diferentes
situaciones que pueden no ser claramente identificables. Sin embargo, lo que queda claro es
que el abuso sexual es un abuso de poder del adulto frente a la niña o niño.
Por esta razón es importante habilitar a niñas y niños para hacer frente a un posible abuso sexual.
Además, las personas adultas deben aprender cómo responder frente a un caso particular.
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¿Qué hacer ante un caso de abuso sexual?

• Hablar con la niña o niño y creer lo que dice.


• Separar inmediatamente al niño o niña del abusador.
• No culpabilizar al menor por el abuso.
• Reforzar positivamente que lo haya comunicado.
• Expresar afecto y confianza a la víctima.
• No tratar niños y niñas de manera diferente.
• No tener conductas de sobreprotección.
• Explicar a quien ha sido objeto de abuso que tiene derecho a que la (lo) respeten.

Es importante señalar que en el tema de abuso sexual la labor de las educadoras y educadores
de los Centros Comunitarios preescolares se debe centrar en detectar y canalizar algún caso
que posiblemente sea abuso sexual. Para detectar un abuso hay que tomar en cuenta tanto los
factores de riesgo como los efectos a corto plazo (revisarlos en este capítulo). Un aspecto que
es muy importante no olvidar es que es conveniente acercarse al niño o niña cuando se detectan
cambios drásticos en el estado de ánimo o visible cambios de carácter. No es responsabilidad
de una educadora diagnosticar, sino el contactarse con profesionistas que son expertos en el
tema y que serán los encargados de orientar y de informar sobre los procedimientos para un
eventual denuncia.

Medidas preventivas

Los adultos tienen aquí una tarea importante de contención y apoyo. Se tendrá que tomar en
cuenta lo siguiente:
1. Reconocer la sexualidad infantil
2. No propiciar el “miedo a la sexualidad”
3. Conocer el tema y saber cómo comunicarlo
4. Establecer factores de protección
5. Contar con apoyo institucional

1. Reconocer la sexualidad infantil


La sexualidad infantil no debe ser utilizada, explotada ni estimulada por los adultos, sino
respetada y aceptada como suya y para ser vivida entre iguales.
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2. No propiciar el “miedo a la sexualidad”
Es necesario que no se propicie un temor frente a la sexualidad por el hecho de hablar de abuso
sexual. Sobre todo en aquellos casos en los que la información sobre sexualidad es novedosa,
dicho conocimiento ha de partir de un marco saludable y de respeto.

3. Conocer el tema y saber cómo comunicarlo


Si se habla previamente de sexualidad será más sencillo abordar el tema de abuso sexual. A
continuación se sugiere una forma de comunicarlo.

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Referencias
• Lonngi, L. B. (2007). Manual para la acción. México: Save the children México.

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