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Crónicas e Historias de EMILIO CARILLA

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Crónicas e historias de EMILIO CARILLA

Carilla trata el tema –en su artículo- de los escritores que determinaron la nueva entidad llamada
Literatura latinoamericana. Menciona a Cristóbal Colon como el nombre inaugural de las letras
hispanoamericanas –lo denomina también como el primer “escritor” del Nuevo Mundo-.

Afirma, que el proceso que da inicio a las letras hispanoamericanas guarda cierta lógica. Los
primeros escritores son los españoles que llegan a América en las tempranas expediciones. Luego,
después de establecerse la nueva sociedad, aparecen escritores ya nacidos en el continente. Entre
estos dos tipos de autores no se encuentra sola la diferencia de origen –afirma el autor- sino que se
trata de una diferencia de ideas.

Por otro lado, las exigencias inmediatas que caracterizaron el siglo XVI, no fueron las más
apropiadas para que aflore en América una producción literaria abundante y regular. Esto no era
posible, aunque bien pronto hay ya pruebas indudables del hecho literario latinoamericano.

Carilla afirma que hubiera sido paradójico que las primeras manifestaciones hubieran revestido
formas sutiles y refinadas, propias más de cortes o academias, o de sociedades estabilizadas. Por
eso, resulta comprensible que nazcan –las primeras manifestaciones- con el sello que distingue, en
notoria relación de causa a efecto, crónicas e historias, por un lado, y epopeyas, por otro.

Entonces, crónicas e historias, y epopeyas, como consecuencia inmediata de los hechos de la


conquista. Estas procuraban sobre todo, dejar testimonio del hecho singular de la conquista, con su
marco de guerras y muertes. Y de bellezas naturales y riquezas del continente. Fue un inventario
deslumbrante que llegaba hasta Europa con las dimensiones de un mito.

El tema del indio

Es el sector específico y continuo de la guerra contra el indio, el que predomina a lo largo del siglo
XVI. La defensa del indio aparece en obras de los propios blancos, particularmente de religiosos.
En el problema del indio es preciso subrayar la separación que se establece, desde temprano, entre
la “América de los encomenderos” y la “América de los religiosos”. Determinadas ordenes
religiosas hicieron de la defensa de los naturales un elemento básico de su prédica y obra. En
España, Fray Francisco de Vitoria, proclama a los indios como “verdaderos dueños” de las tierras.
Y desde América tenemos a: Fray Pedro de Córdoba, Fray Anton de Montesinos, Fray Bartolomé
de las Casas, entre otros que coinciden con la causa.

Historiografía y clasicismo

Sin salir del siglo XVI, el prestigio de la obra histórica puede apoyarse en concepciones caras a la
época, asi como en el relieve que le asigna el enlace clasista. No debemos olvidar, que la primera
etapa de las letras hispanoamericanas coincide con el estilo de época que llamamos Renacimiento.
Los valores renacentistas europeos son los que dan el signo de los inciales productos literarios
hispanoamericanos.
El descubrimiento de América es uno de los grandes fenómenos que perfilan y constituyen el
Renacimiento. A su vez, es el renacimiento europeo el que da muchos de los rasgos que identifican
este primer momento hispánico de América, momento entendido como época histórica.

La concepción clasicista de la historia predominó, en determinadas corrientes del pensamiento,


hasta fines del siglo XIX, ya que a fines de dicho siglo hay un avance hacia la “historia científica”
de la historia cada vez más alejada de la antigua concepción clasicista.

Menciona la distinción entre historiadores profesionales e historiadores artísticos.

Otra cosa que menciona el autor es la distinción entre cronistas e historiadores que escribieron sobre
cosas de América sin haber cruzado nunca el mar. En este sector, es explicable, suele darse el
predominio del historiador profesional.

Divisiones y trayectorias

El autor hace referencia a las obras publicadas sobre América en la época. Las obras que lograban
publicarse fueron signo más que revelador de la curiosidad y aceptación que encontraba un tema de
tantas expectativas. Afirma que el conjunto, permite reflejar los mil y un aspectos que singularizaba
a aquella nueva realidad americana.

Luego el autor menciona las diferentes clasificaciones a la que tan vasto materiales fue sometido.
La primera, se apoyó en la simple disposición cronológica que elige un vago fondo peninsular, con
los nombres de los monarcas: época de los Reyes Católicos, de Carlos V, de Felipe II, etc.

Otra, parte de la propia y viva realidad americana, y tiene en cuenta la larga trayectoria que jalonan
hechos de armas, sociedad, política, la iglesia, desarrollo cultural, etc.

Luego tenemos a la que distingue entre crónicas oficiales, historias generales, e historias
particulares o regionales. O la clasificación que conforma la historia apologética entre los
vencedores (generales o particulares) y los escasos testimonios de los vencidos. También tenemos
las voces americanas, españoles y europeas que salieron en defensa de los indígenas.

Sin embargo, Carilla afirma que de ninguna manera, las diversas clasificaciones ensayadas pretende
agotar materia tan vasta, como la que trata en su artículo. Dan una idea, siquiera aproximada, de su
abundancia, variedad y riqueza.

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