Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Proyecto Balsas de Totora en La Costa Norte Del Perú

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

Balsas de totora en la costa norte del Perú: tecnología

marítima prehispánica.
una aproximación etnográfica y arqueológica

Pasado y presente El caballito de totora


Por Juan José Vega
.....El antiguo Perú tiene un buen espacio en la historia de la navegación universal más remota. Los
viejos pobladores de nuestra tierra conocieron balsas que fueron las mayores embarcaciones de
América, las cuales tenían vela, remos, timón y ancla. También conocimos canoas, aunque chicas,
en las partes más bajas de la amazonía. Igualmente supimos de pequeñas balsas de mates y de
cactus para cruzar los ríos caudalosos. En el Lago Titijaja navegaban ñnadie sabe desde cuándoñ
medianas embarcaciones de junco posiblemente sin vela. Pero la que brilla con luz más propia es el
caballito de totora, esa grácil balsilla de enea peruana. También existieron otros caballitos hechos
de pieles de lobo marino infladas. Y tenemos referencias de que los chasquis en algunas zonas se
cogían de un tronco para avanzar braceando grandes tramos de alguno de los ríos de nuestra selva
fría.
Nos toca ahora ocuparnos solamente del caballito de totora que sigue desafiando el mar en nuestros
días, gracias a recios pescadores que, desdichadamente, van disminuyendo en número cada año.
Los caballitos llamaron la atención de todos los que los vieron: españoles, negros, indios
cordilleranos y mestizos. Esas frágiles embarcaciones espigadas y ligerísimas que no se hunden
nunca se llamaban cohuanpos en el quechua costeño. Ahora llevan un solo tripulante, con un remo
de caña ancha tipo bambú que se maneja a dos manos. Pero en la antigüedad portaba a veces dos
personas, según lo podemos verificar en la cerámica chimú y en relatos del siglo XIX.

El joven Garcilaso (1560)

El primero en fijarse con detenimiento en los caballitos fue el Inca Garcilaso, en 1560, por entonces
muy joven y listo para embarcarse a una España de la cual ya jamás habría de retornar.
Cronista de excepción para el caso, el Inca hubo de recordar escenas marítimas del Perú en más de
un fragmento de los "Comentarios Reales". Y cedemos a la tentación de transcribir su texto, prosa
maravillosa, rica además en numerosos datos:
"Los indios de toda la costa del Perú entran a pescar en la mar en los barquillos de enea que
dijimos; entran cuatro y cinco y seis leguas la mar adentro y más si es menester; porque aquel mar
es manso y se deja hollar de tan flacos bajeles. Para llevar o traer cargas mayores usan de las balsas
de madera. Los pescadores para andar por la mar se sientan sobre sus piernas, poniéndose de
rodillas encima de su haz de enea. Van bogando con una caña gruesa de una braza en largo
hendida por medio a la larga. Hay cañas en aquella tierra tan gruesas como la pierna y como el
muslo. Adelante hablaremos más largo de ellas. Toman la caña con ambas manos para bogar; la
una ponen en él un cabo de la caña y la otra en medio de ella; el hueco de la caña les sirve de pala
para hacer mayor fuerza en el agua. Tan presto como dan el golpe en el agua en el lado izquierdo
para remar, tan presto truecan las manos corriendo la caña por ellas para dar el otro golpe al lado
derecho, y donde tenían la mano derecha, ponen la izquierda, y donde tenían la izquierda ponen la
derecha".
"De esta manera van bogando y trocando las manos y la caña de un lado a otro, que entre las cosas
de admiración que hacen en aquel su navegar y pescar, es esto lo más admirable. Cuando un
barquillo de éstos va a toda furia, no lo alcanzará una posta por buena que sea. Pescan con fisgas
(arpones) peces tan grandes como un hombre. Esta pesquería de las fisgas (para la pobreza de los
indios) es semejante a la que hacen en Vizcaya de las ballenas. En la fisga atan un cordel delgado
que los marineros llaman volantín, es de veinte, treinta, cuarenta brazas; el otro cabo atan a la proa
del barco. Hiriendo al pez suelta el indio las piernas, y con ellas abraza a su barco, y con las manos
va dando carrete al pez que huye; y en acabándose el cordel, se abraza con su barco fuertemente, y
así asido lo lleva el pez si es muy grande con tanta velocidad, que parece ave que va volando por la
mar. De esta manera andan ambos peleando hasta que el pez se cansa y viene a mano del indio.
También pescaban con redes y anzuelos."

Otros cronistas

Entre los cronistas, que son los que ven, no sólo Garcilaso se ocupó de los caballitos. Joseph de
Acosta , el mayor sabio colonial del siglo XVI, precisa, además de otros datos, que también los
indios pescaban de noche y que al llegar a la playa deshacían sus haces de totora, para que sequen
bien. Francisco Carletti indica que esas barcas medían hasta "seis o siete brazas de
largo". Guaman Pomalos dibujó en varios puertos del litoral peruano . Fray Reginaldo de
Lizárraga dirá que los yungas son grandes nadadores: "no temen a las olas por más grandes que
sean". Sin embargo el enciclopedista del Antiguo Perú, padre Bernabé Cobo , alude a ciertos
accidentes, lo mismo que fray Antonio de Calancha . Hipólito Ruiz indicaría que los pescadores
estaban dos o tres días en el mar.

El "Mercurio Peruano"

El primer uso escrito de la palabra caballito lo hemos leído en la famosa revista colonial peruana,
en la pluma de J.J. de Lequanda : a esas barquillas "les dan el nombre de caballito" anota;
indicando también que tienen doce pies de largo (unos cuatro metros) y que salen hasta cinco leguas
al altamar.

Los viajeros cultos

El más notable fue Alejandro von Humboldt , quien precisó en 1802 que "en un país donde la costa
no tiene árboles sino que está llena de juncos (al borde de los ríos) es natural que el hombre
inventara esta embarcación". Robert Proctor , ya en la Independencia, nos dirá -con excelente
comparación- que el caballito "flota como pato" y que los pescadores hacen contrabando, en ciertos
puntos del litoral, como Huanchaco. Antonio Raimondi nos precisará que el caballito tiene "como
una cavidad" para depositar lo que se pesca y que la postura del pescador puede ser "sentado con
las piernas tendidas, o también arrodillado y, con mar picada, a horcajadas. George Squierafirma
que son "las más novedosas embarcaciones que el mundo haya visto jamás" y les da hasta siete
metros de largo. Ernst Middendorf los estudió hacia 1870. Nuestro Juan de Arona precisa que
caballito se denomina igualmente a la balsilla de "odres llenos de aire" de cueros de lobos de mar;
esto en Chorrillos. Tauro del Pino nos indicará que los tales caballitos gozan de corta vida, no más
de un mes, pues la totora se pudre.

El antiguo nombre indígena


del caballito

Fue seguramente el de Koochuampu, según el gran diccionario quechua de Diego González


Holguín; koo es el nombre que quizá en la costa daban a la totora o enea. También pudo ser tuntu ,
que en quechua se traduce como botecico. Y asimismo, panga, denominación que, como nos consta,
subsiste aún entre grupos pescadores de Chimbote y Santa.
En todo caso, se ha perdido el nombre con el cual los mochicas y chimúes llamaban al caballito; no
está ni en los vocabularios yungas coloniales, pobres por lo demás.
El Misterio de los Caballitos de Totora, patrimonio cultural del

nación

belleza del Perú y el Mundo


Un caballito de totora, es una especie de embarcación construida por tallos y hojas de
totora, Diseñado para transportar a un navegante con sus aparejos durante las faenas de
pesca marina en Perú y lacustre en Bolivia. Este medio marítimo está formado por un
extremo anterior (proa) con un borde cortante y curvado hacia arriba, siendo el posterior
más ancho; su largo es aproximadamente de 4,5 a 5 metros y, un ancho de 0,6 a 1 metro; su
peso varía entre 47 y 50 kg y puede soportar 200 kg de carga. Fue edificado hace tres mil
años A.C; utilizado por los mochicas y actualmente es de provecho para los Bolivianos y
Peruanos.

La población de la Costa Peruana rindió homenaje al reposo de estas embarcaciones fijadas


en su arena sintiendo un equilibrio ecológico.

A la orilla de la playa se puede observar una línea lejana casi invisible. De allí se extrae el
material empleado durante milenios para la elaboración de estas rústicas naves. Son los
totorales, los humedales, los valsares. En la antigua lengua de la zona se les llama
“wachakes”, término que puede traducirse como “ojo de agua” y es referencial al nombre de
Huanchaco, uno de los últimos refugios del caballito de totora en el Océano Pacífico.
son las cunas de nuestros valiosos totorales
Popular también como valsares de Huanchaco es un parque ecológico que se encuentra muy
cerca de las orillas del mar y la playa El Silencio, en el noroeste de Huanchaco. Este
cercado ecológico contiene principalmente reserva de totora, de las que se extrae la materia
prima para su fabricación utilizado desde la época de los mochicas para la pesca artesana.
Ahora son pocos los fabricadores de caballitos de totora y se teme su extinción.

En los balnearios de Huanchaco y Pimentel estas embarcaciones son beneficiosas también


de manera deportiva para correr olas de forma similar al surf.

Los numerosos bañistas no solo acuden a Huanchaco a practicar innovadores deportes


acuáticos, sino también acuden para dar un pequeño paseo en las totoras como recorrido
turístico pagando el valor módico de uno o dos soles a su dueño y además, sino tienen
práctica con esta nave los señores pueden remar junto con el pasajero. Anualmente se
realizan campeonatos de este deporte, en los cuales participan surfistas y expertos de
caballito de totora de todo el país.

El componente representativo de esta antigua tradición es el uso del caballito de totora,


patrimonio esencial de las culturas Mochica y Chimú que se ha conservado a lo largo del
tiempo y que constituye un símbolo representativo de su identidad con un misterioso valor
histórico.

onclusión.
Este trabajo ha demostrado una vez más que en el MA (especialmente en territorios que
hoy son del Perú) fue hecho, hace casi 5,000 años, un instrumento individual para surcar
el mar (para trabajar pescando), el CT; sobre eso hay amplia bibliografía. Pero sobre lo
que este autor manifiesta no conocer ninguna bibliografía, y en ese sentido tiene la ventaja
de ser original y al mismo tiempo la desventaja de tal vez cometer errores involuntarios, es
sobre el tema siguiente: el CT, mucho tiempo después de su nacimiento, probablemente
en el S. IV. d.c., originó a otro, hecho de totora o de palo de balsa, con el fin exclusivo de
ser usado para divertirse surcando las olas del mar, el CES. En el MA, hace casi 5000,
años comenzó a surcarse el mar en CT; posteriormente allí, hace aproximadamente 1600
años, se pasó a surcarlo por mero placer, por deporte (tal como en la actualidad es el
deporte del “surf” en tabla), usando el Caballito Especial para Surcar el mar - CES.
Los resultados de este trabajo llevan a proponer que el novísimo Ministerio del Ambiente
del Perú escuche a las organizaciones de la Sociedad Civil, y especialmente a las
poblaciones de pescadores de CT, para que transforme en territorios protegidos las áreas
que aún existen productoras de Totora (en las costas del Pacífico y del Lago Titicaca) y de
Palo de Balsa. Los encargados para protegerlas y usarlas racionalmente (lo que
significa desarrollo) deberían ser las poblaciones de pescadores que viven en o cerca de
esos territorios pues ellos conocen su gran valor desde siempre; eso podría ayudar a que
desarrollen, por ejemplo, proyectos de turismo ecológico. Lo anterior
constituiría incentivos para mejorar las condiciones de pesca de los pescadores de
CT;[100] y serían también incentivos para la recuperación de sus bienes culturales como
la corrida del hombre – pájaro. En ese sentido ojalá se haga realidad el proyecto de la
Municipalidad de Huanchaco que planea construir el Museo del Caballito de Totora. Pero
ese proyecto podría ser algo más grande o sea, para un Museo de la Navegación del
Mundo Andino de Huanchaco donde lo relacionado al CT y al CES constituiría solo una
parte. Ese museo podría ser el dínamo de investigaciones para ampliar el conocimiento
tanto de las Civilizaciones de Navegantes del MA como de las comunidades indígenas que
descienden de ellas. Finalmente, todo eso permitiría no solo que las poblaciones de
pescadores de CT recuperen su historia y tengan así un arma poderosa para transitar el
camino al desarrollo auto – sostenido sino también que se recobre algo sustancial de la
historia del MA como parte de la recuperación de su riqueza que debe cada día
potenciarse más.Fuente: Pacarina del Sur - http://pacarinadelsur.com/home/mar-del-
sur/83-el-caballito-de-totora-mochica-y-el-origen-del-surf - Prohibida su reproducción sin
citar el origen.

También podría gustarte