El Espíritu Como Lenguaje Cifrado Del Cuerpo
El Espíritu Como Lenguaje Cifrado Del Cuerpo
El Espíritu Como Lenguaje Cifrado Del Cuerpo
Wagner acertaba cuando pensaba que el primer paso que había que dar
era concretar como fuera el lenguaje con la vida, compensar con la música el
efecto alienante al que nos sometía el lenguaje común. Pero equivocó el senti-
do de que podría ser posible un lenguaje musical capaz de redimirnos de la
inautenticidad en la que nos mantiene la cultura al permitirnos el reencuentro
con la verdad de nuestro auténtico ser ofrecida en la música. Y también se
equivocaba cuando creía que los griegos supieron crear este lenguaje musical
que él se esforzaba ahora en reproducir. Nietzsche sólo conquista una perspec-
tiva propia tras encontrar los argumentos que contradicen esta convicción de
Wagner.
Son significativas las diferencias entre esta actitud ante la vida que ha-
brían plasmado los griegos en su cultura, y la que ha sido propia de nuestra
cultura europea, formada bajo la inspiración de la metafísica moral platónico-
cristiana. Nietzsche destaca, en primer lugar, la “fuerza prodigiosa” que supera
el miedo al devenir sensible (el caos y la desmesura de la dionisíaco) y lo invier-
te en el entusiasmo y en la seducción a existir que produce la cultura apolínea.
En segundo lugar, subraya la comprensión básica, que recoge el pensamiento
de Heráclito, del acontecer del mundo como lucha de fuerzas y, por tanto, del
sentido de cada “cosa” como momento de un equilibrio siempre inestable entre
algo y su contrario. Por último, subraya la valoración de esta lucha constitutiva
del devenir como la eterna justicia. Los griegos presocráticos no sintieron
la necesidad de un principio y un fin, no les hizo falta ninguna teleolo-
gía metafísica, no rechazaron lo sensible como mal desde la afirma-
ción de un orden moral trascendente. La lucha de fuerzas es el juego
como esencia del mundo e inocencia del devenir; la justicia eterna es un movi-
miento vida-muerte que determina, por tanto, que toda vida sea, al mismo
tiempo también, una muerte continua.