Reason">
Qué Es La Ética
Qué Es La Ética
Qué Es La Ética
1
Objetivos:
Los estudiantes deben ser capaces de reconocer y distinguir un problema ético de los demás problemas.
Los estudiantes deben ser capaces de razonar sobre cuestiones éticas.
b) El mundo de la ética
A lo largo de su desarrollo, la ética ha ido adoptando distintos enfoques, pero hasta la fecha ninguno de
ellos ha conseguido la aceptación general. Existen sistemas éticos organizados a partir de las ideas de
ley, deber, obligación, virtud, felicidad, principios, consecuencias, etc. A fin de captar las ideas más
valiosas que contienen los distintos enfoques, empezaremos analizando la experiencia moral universal
de los seres humanos. En este sentido, hay dos conceptos básicos: ‘valor’ y ‘deber’. Los valores se
encuentran presentes en todos los pueblos y sociedades, y con frecuencia constituyen un rasgo
distintivo de una cultura. Por lo tanto, los valores, fomentados por religiones, tradiciones culturales, la
Historia, etc., son anteriores a la ética y son la base de numerosos conceptos morales, como por
ejemplo los principios, las normas, las leyes, las virtudes, etc. Uno de los objetivos más importantes de
la ética es examinar intelectualmente los valores y los conflictos de valores con el fin de definir
nuestros deberes, puesto que los deberes consisten en aplicar en la medida de lo posible los valores que
entran en juego en una situación determinada.
1
Tomado y adaptado para uso académico del Programa de Educación en Ética. Oficina Regional de Ciencia de la UNESCO
para América Latina y el Caribe. Sector de Ciencias Sociales y Humanas. División de Ética de la Ciencia y la Tecnología.
Programa de Bioética y ética de la Ciencia (UNESCO- Montevideo), 2008, p. 9- 14.
d) La experiencia moral es universal, pero algunas percepciones y juicios morales varían
La moral ha ido cambiando a lo largo de la historia humana. Los valores morales varían según el lugar
donde uno vive, el idioma que habla, la cultura a la que pertenece y la religión que profesa.
f) Afirmaciones morales
Los seres humanos expresan, comunican e intercambian sus experiencias por medio del lenguaje. Las
afirmaciones son juicios, proposiciones o afirmaciones que atribuyen predicados a sujetos.
¿Qué debemos hacer para resolver una disensión sobre la última oración?
Nadie puede decir que no tiene ningún motivo para realizar esta afirmación, puesto que no se trata de
una cuestión de gustos. Además, existen límites respecto al tipo de argumentos que se considerarían
válidos: debe ser un motivo de tipo moral. En este caso, la afirmación se puede justificar diciendo que
Gandhi fue un hombre de paz y partidario de la protesta pacífica. Sin embargo, otro observador puede
afirmar que optar por la protesta pacífica es un signo de debilidad que dificulta la consecución de la
justicia, lo cual constituye un argumento para el disenso. Así pues, una misma consideración puede
utilizarse para apoyar o refutar una afirmación, por lo cual vemos que, aunque se alude a criterios
relevantes, es posible que no se llegue a un acuerdo.
En la historia de la ética encontramos dos grupos de pensadores, que han adoptado visiones distintas de
las afirmaciones morales. La formulación de las distintas posturas depende de cuál de las dos primeras
frases (i o ii) se considere más parecida a la tercera (iii).
El primer grupo de pensadores considera que las pasiones o las emociones son el elemento clave de las
afirmaciones morales, lo cual hace que se parezcan más bien a la frase ii. Esta corriente considera
plausible la imposibilidad de alcanzar un acuerdo sólo aplicando la razón, pero ignora el hecho de que
los sentimientos relevantes a la hora de realizar juicios morales tienen límites lógicos. Como se ha
señalado, para experimentar sentimientos, por ejemplo, el orgullo no basta con esforzarnos, sino que
debemos recordar algún logro o establecer alguna relación con un objeto que nos produzca orgullo. Del
mismo modo, no podemos experimentar el sentimiento moral de la vergüenza sin recordar algún
acontecimiento vergonzoso de nuestras vidas.
También se ha señalado que ninguna norma de comportamiento puede considerarse un principio moral
salvo si está relacionada con una familia de conceptos como el ‘respeto’, la ‘sinceridad’, el ‘orgullo’, la
‘ostentación’, el ‘daño’, el ‘beneficio’, etc. La existencia de estos límites lógicos acerca las
afirmaciones morales a la primera frase, pero si se lleva esta idea al extremo nos encontramos con que
todos los desacuerdos en cuestiones de moral se pueden resolver apelando a los principios y criterios
citados. Sin embargo, si no fuese por los valores morales, no habría problemas morales, puesto que
éstos se originan por las tensiones entre valores en situaciones concretas y, al mismo tiempo, la razón
desempeña un papel en la deliberación moral, puesto que los límites lógicos a los que nos referíamos
deben respetarse. En muchos casos, la reflexión racional facilitará el acuerdo, pero resulta imposible
asegurarlo.
Los conflictos de valores pueden resolverse de distintos modos, y nuestro deber es determinar y elegir
el mejor, es decir, el modo que permita aplicar mejor valores positivos o que socave menos los valores
que se encuentran en juego. Por lo tanto, debemos definir las distintas opciones que nos plantea el caso,
y el modo más fácil de hacerlo es señalar primero las opciones más radicales.
“Un testigo de Jehová rechaza que se le realice una transfusión de sangre porque entra en
contradicción con sus creencias religiosas, pero al mismo tiempo nos solicita ayuda para salvar la
vida”.
En esta situación, los dos valores que entran en juego son el respeto del bienestar espiritual del paciente
y el respeto de su bienestar físico. En un primer momento podemos pensar que no es posible respetar
ambos valores al mismo tiempo y que tendremos que elegir entre ambos extremos y, por lo tanto,
sacrificar un valor o, en otras palabras, obraremos mal decidamos lo que decidamos. Esto es un dilema
moral. Puede que nosotros creamos que el mejor resultado posible es la supervivencia del paciente,
mientras que él cree que sobrevivir de esa manera es quedar condenado para toda la Eternidad y sería la
mayor catástrofe personal que le puede acaecer.
Nuestro primer deber moral es intentar respetar en la medida de lo posible todos los valores que entran
en juego en este caso concreto. La solución ideal es buscar una manera de salvar la vida del paciente
sin vulnerar sus creencias religiosas, es decir, reflexionar a fondo sobre si realmente nos encontramos
ante un dilema. En casos como el que planteamos, existen distintos modos de respetar ambos valores.
Por ejemplo, aproximadamente un 12% de los testigos de Jehová no está totalmente de acuerdo con la
doctrina de La Atalaya sobre la sangre, por lo que la opción intermedia es evaluar las creencias
individuales del paciente respecto a las transfusiones de sangre; algunos testigos de Jehová aceptan
ciertos tipos de sangre o ciertos productos con sangre. Si el paciente se opone firmemente a esta
opción, existen otras posibilidades, como por ejemplo el uso de técnicas de cirugía sin sangre,
alternativas a la transfusión (como por ejemplo los expansores de volumen) y las terapias con oxígeno
(Perftec, Hemopure, Oxygent, PolyHeme, Perfloran). Otra opción es evitar el uso de sangre o algún
sustituto de la misma salvo que sea realmente necesario. Así pues, en el caso que nos ocupa es posible
satisfacer las exigencias éticas aparentemente contradictorias a las que se veía sometido el médico. La
falta de reflexión sobre este tipo de cuestiones puede provocar perjuicios graves al paciente, sea cual
sea la opción que se elija.
En primer lugar, podemos consultar referencias externas, como por ejemplo la Ley, que, aunque no
resuelva problemas éticos, sí suele reflejar los valores morales de los ciudadanos. Sin embargo,
conviene tener presente que en algunos casos las leyes son injustas y, por lo tanto, no nos serán de
utilidad.
Otra vía es preguntarnos: ‘¿me comportaría así si la gente lo fuese a saber?’ Responder con
sinceridad a esta pregunta nos permitirá corregir el descuido de un principio de gran importancia en
la historia de la ética, a saber, actuar de modo que deseemos que nuestro comportamiento sea una
ley universal.
En la reflexión moral, hay que evitar las conclusiones precipitadas. Cuando surgen problemas
morales, los médicos experimentan una gran cantidad de emociones, que tienen su importancia,
pero pueden enturbiar el juicio y conducir a decisiones precipitadas. Si utilizamos el tiempo del que
disponemos (lo cual incluye consultar a nuestros compañeros), es probable que las emociones se
disipen un poco y podamos tomar mejores decisiones.
Taller:
1. Analizar en grupo (Máximo 4 personas) los siguientes casos, siguiendo el procedimiento
mencionado en la lectura (#3. Un método ético de razonamiento- 5 pasos)
2. Presentar un problema o caso que resulte complicado de resolver desde el punto de vista moral para
un Licenciado en Educación Física, Recreación y Deportes.