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Miércoles de Ceniza-Cuaresma 2021

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La familia, Iglesia doméstica,

se reune para celebrar el día del Señor

La familia, Iglesia doméstica, está invitada a la oración para expresar su comunión


con la Iglesia Parroquial, pastoreada por nuestro Párroco NN, y con la Iglesia
Particular, apacentada por nuestro Obispo NN; en razón de este vínculo, la Iglesia
que peregrina en Colombia, anima y convoca a las familias a orar a su Señor, para
expresarle su homenaje de adoración y suplicarle sus bendiciones, especialmente
en este tiempo difícil que vivimos por la presencia del COVID-19, pues tiene la
confianza que donde hay dos o tres reunidos en el nombre del Señor, allí está él en
medio de ellos.

Teniendo presente el momento que vivimos, de extensión del aislamiento selectivo


con distanciamiento individual responsable, emitido por la autoridad
gubernamental, la Iglesia orienta y recomienda que, dado que no es posible la
participación de todos los creyentes en la Misa dominical y festiva, ni en la
celebración de la Palabra de Dios con distribución de la sagrada comunión, los
fieles “permanezcan en oración durante el tiempo debido personalmente, en
familia o, si es oportuno, en grupos familiares”. En estos casos, pueden aprovechar
también las transmisiones de la celebración sagrada por medio de la radio, la
televisión o las redes sociales (cfr. Celebraciones Dominicales y Festivas en
Ausencia del Presbítero, # 32).

Igualmente, invita a tener presente que en estos casos se cuenta con la posibilidad
de celebrar algunas partes de la Liturgia de las Horas y la celebración de la Palabra
de Dios.

Por tal motivo, el Departamento de Liturgia ofrece, en este momento presente, dos
modos de encuentro de las familias con el Señor, que se pueden emplear según la
necesidad pastoral:
01
I. Las Laudes y las Vísperas

Se trata, sobre todo, de la posibilidad de celebrar las Laudes Matutinas o las


Vísperas, pues “cuando los fieles son convocados y se reúnen para la Liturgia de
las Horas, uniendo sus corazones y sus voces, visibilizan a la Iglesia, que celebra el
misterio de Cristo” (cfr. Celebraciones Dominicales y Festivas en Ausencia del
Presbítero, # 33). Concretamente, a través del dispositivo Ordo Colombino, se
ofrecerá esta posibilidad de celebrar la fe.

II. Celebración dominical y festiva en Familia

Entre las diversas formas de celebración, cuando no es posible la participación pre-


sencial en la Misa dominical y otras celebraciones, la más recomendable es la cele-
bración de la Palabra de Dios (Cfr. SC 35); se trata, en efecto, de animar y motivar la
reunión de la familia para la escucha de la Palabra de Dios y la oración,
especialmente, con motivo del momento que vivimos por la presencia del
coronavirus. Igualmente, en el dispositivo Ordo Colombiano se encontrarán los
elementos para lacelebración de la Palabra, especialmente, en los domingos y
días de fiesta.

02
Miércoles de Ceniza
y tiempo de cuaresma
año 2021
«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén…» Mateo 20,18

Próximos al Miércoles de Ceniza que inaugura la cuaresma, tiempo propicio


para prepararnos al Misterio de la muerte y resurrección de Cristo, en la
celebración de la Pascua, el Departamento de Liturgia ofrece los siguientes
materiales propios para este tiempo, al igual que invita a las familias a unirse a la
celebración virtual que rea-liza la parroquia.

I. Celebración de la Palabra de Dios con imposición de la Santa Ceniza


II. Celebremos en familia el inicio de la cuaresma – Miércoles de Ceniza
III. Predicación Orante de la Palabra, con moniciones y oración de fieles

Estos subsidios están sujetos al criterio del ordinario de lugar.

03
I. Celebración de la Palabra de Dios
con imposición de la Santa Ceniza
En un lugar digno junto a la sede se dispone la Ceniza previamente Bendecida por
el Párroco. Recordar el uso permanente del tapaboca y los protocolos
recomendados.

RITOS INICIALES

Todos se santiguan diciendo


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Todos responden
Amén

Si preside un diácono, hace el Saludo, si preside un ministro no ordenado se


inicia directamente con la monición
La gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo, fuente del perdón y de la
misericor-dia, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con
ustedes.

Todos responden
Y con tu espíritu

Monición

Queridos hermanos:
La fe nos enseña que Dios es perdón y misericordia y que ofrece cuantos acuden
a su bondad la oportunidad de reconocer su pecado y acudir, con confianza y ale-
gría, al que puede renovar el corazón.

En esta celebración, inauguración del tiempo de la gracia y de la esperanza que se


llama Cuaresma, abramos el corazón a la Palabra que salva y dejemos que el signo
de la Ceniza nos recuerde, no solo nuestra fragilidad, sino también la infinita
miseri-cordia del que nos perdona porque nos ama.

Volvamos a escuchar la voz del Señor: “Conviértanse, porque está cerca el Reino
de los Cielos” (Mateo 4, 17).

04
Todos oran en silencio por un momento. Seguidamente, el que dirige la celebración,
sin extender las manos, dice la oración1:

Dios nuestro, acompaña con tu benevolencia


los comienzos de nuestro camino penitencial
para que nuestras prácticas exteriores
expresen la sinceridad de nuestro corazón.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos responden
Amén

LITURGIA DE LA PALABRA

El lector de la primera lectura, si ha sido posible tener la Sagrada Biblia, la toma con
respeto, abre y lee el texto correspondiente, mientras los demás están sentados.

Primera Lectura
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 5,20;6,2

HERMANOS:

Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio
de nosotros. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros
llegáramos a ser justicia de Dios en él.
Y como cooperadores suyos, los exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios.
Pues dice:
«En el tiempo favorable te escuché,
en el día de la salvación te ayudé».
Pues miren: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.

Al finalizar el lector dice


Palabra de Dios

Todos aclaman
Te alabamos, Señor

1 Cfr. Misal Romano. Colecta del Viernes después de Ceniza.

05
El salmista proclama el salmo y los presentes intercalan la debida respuesta

Salmo 50

El salmista proclama el salmo y los presentes intercalan la respuesta

V/ Perdón, Señor, hemos pecado

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el


hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. R.

Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi
pecado tu vista, borra en mí toda culpa. R.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no
me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no


lo desprecias. R.

Señor, por tu bondad, favorece a Sion, reconstruye las murallas de Jerusalén: enton-
ces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmo-
larán novillos. R.

Canto interleccional

Tu palabra me da vida, confío en ti Señor,


Tu palabra es eterna, en ella esperaré.

Si preside un ministro ordenado introduce el Evangelio con el saludo habitual. Si


preside un ministro no ordenado, simplemente lo enuncia.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18)

Luego proclama el Evangelio

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuiden de no practicar su justicia delan-
te de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendrán recompensa de

06
su Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta
ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados
por la gente; en verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio,
cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu
limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ores, no seas como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sina-
gogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad les
digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu
cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en
lo secreto, te lo recompensará. Cuando ayunes, no pongas cara triste, como los hipó-
critas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad
les digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la
cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que
está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Acabado el Evangelio, el que lo proclama dice


Palabra del Señor

Todos aclaman
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión2

La ceniza nos recuerda el trayecto de nuestra existencia: del polvo a la vida. Somos
polvo, tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios, nos converti-
mos en una maravilla. Y, aun así, especialmente en las dificultades y la soledad, sola-
mente vemos nuestro polvo. Pero el Señor nos anima: lo poco que somos tiene un valor
infinito a sus ojos. Ánimo, nacimos para ser amados, nacimos para ser hijos de Dios.

Al comienzo de la Cuaresma, necesitamos caer en la cuenta de reconocer que nues-


tras pobres cenizas son amadas por Dios. Es un tiempo de gracia, para acoger la
mirada amorosa de Dios sobre nosotros y, sintiéndonos mirados así, cambiar de
vida. Estamos en el mundo para caminar de las cenizas a la vida.

La ceniza que nos imponen en nuestras cabezas sacude los pensamientos que
tenemos en la mente. Nos recuerda que nosotros, hijos de Dios, no podemos vivir
para ir tras el polvo que se desvanece […] vivimos para realizar el sueño de Dios, para

2 Cfr. Papa Francisco. (2020, 26 febrero). Homilía Santa Misa, bendición e imposición de la ceniza.

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amar. La ceniza se posa sobre nuestras cabezas para que el fuego del amor se
encienda en los corazones […].

La ceniza que recibimos nos recuerda un segundo camino, el opuesto, el que va de


la vida al polvo. Miramos a nuestro alrededor y vemos polvo de muerte. Vidas reduci-
das a cenizas. Ruinas, destrucción, guerra. Vidas de niños inocentes no acogidos,
vidas de pobres rechazados, vidas de ancianos descartados. Seguimos destruyén-
donos, volviéndonos de nuevo al polvo. ¡Y cuánto polvo hay en nuestras relaciones!
Miremos en nuestra casa, en nuestras familias: cuántos litigios, cuánta incapacidad
para calmar los conflictos […].

Y mirémonos dentro, en el corazón: ¡cuántas veces sofocamos el fuego de Dios con


las cenizas de la hipocresía! La hipocresía es la inmundicia que hoy en el Evangelio
Jesús nos pide que eliminemos. De hecho, el Señor no dice sólo hacer obras de cari-
dad, orar y ayunar, sino cumplir todo esto sin simulación, sin doblez, sin hipocresía
(cf. Mt 6,2.5.16). Cuánta doblez tenemos en nuestro corazón... Es polvo que ensucia,
ceniza que sofoca el fuego del amor.

Necesitamos limpiar el polvo que se deposita en el corazón. ¿Qué debemos hacer?


En el camino hacia la Pascua podemos dar dos pasos: el primero, del polvo a la vida,
de nuestra frágil humanidad a la humanidad de Jesús, que nos sana. Podemos
ponernos delante del Crucifijo y repetir: “Jesús, tú me amas, transfórmame...”. Y des-
pués de haber acogido su amor, se da el segundo paso; se va a recibir el perdón de
Dios, en la confesión, porque allí el fuego del amor de Dios consume las cenizas de
nuestro pecado.

El abrazo del Padre en la confesión nos renueva por dentro, limpia nuestro corazón.
Dejémonos reconciliar para vivir como hijos amados, como pecadores perdonados,
como enfermos sanados, como caminantes acompañados. Dejémonos amar para
amar. Dejémonos levantar para caminar hacia la meta, la Pascua. Tendremos la ale-
gría de descubrir que Dios nos resucita de nuestras cenizas.

Oración de los Fieles

El que dirige la celebración dice


Al iniciar este camino cuaresmal, roguemos al Señor y presentémosle nuestras
intenciones y necesidades. Oremos juntos diciendo:

R. Convierte, Señor, nuestro corazón

08
1. Oremos por la Iglesia que inicia este camino de cuaresma, para que encontran-
do en la oración la luz de Cristo, se ilumine el sendero de quienes se encuentran
desorientados del amor a Dios. Oremos al Señor.

2. Oremos por el papa Francisco, para que siga siendo un testigo de los dones de
la misericordia, y así, toda la Iglesia busque el camino del encuentro con Cristo
en la cruz de nuestra redención. Oremos al Señor.

3. Oremos por los gobernantes de nuestras naciones, para que depongan sus
intereses individuales y se preocupen por trabajar en pro del bien común como
meta de la dignificación de los seres humanos. Oremos al Señor.

4. Oremos por nuestra comunidad de fe para que entre todos seamos sensibles
ante el dolor y sufrimiento de aquellos que en nuestro entorno claman por la
justicia, la paz y la reconciliación. Oremos al Señor.

5. Oremos por todos los que al iniciar este camino cuaresmal se han propuesto
vivir un itinerario espiritual ayudados por la oración, el ayuno y la limosna, para
que en este tiempo de gracia encuentren el sendero del amor a Dios en sus her-
manos. Oremos al Señor.

Oración dominical
Digamos ahora juntos las palabras que Jesús nos enseñó
Padre nuestro...

IMPOSICIÓN DE LA CENIZA

Ahora, el que preside dice

Oh, Dios que te dejas vencer por el que se humilla


y encuentras agrado en quien expía sus pecados
escucha benignamente nuestras súplicas y
haz que descienda tu gracia sobre estos siervos tuyos
que van a recibir la ceniza,
puedan llegar, con el corazón limpio,
a la celebración del Misterio Pascual de tu Hijo,
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

Todos responden
Amén

09
El que preside se dirige a los presentes, diciendo una sola vez «Convertíos y creed en
el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás».

Luego, el que preside se limpia las manos y se pone el tapaboca, después impone
la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acerca a cuantos están de
pie en su lugar. El que preside toma la ceniza y la deja caer sobre la cabeza de cada
uno, sin decir nada.3

El que preside dice


Acerquémonos, pues, a la gracia de este signo en el cual el Señor nos invita a la
conversión.

Luego se impone la ceniza, y a medida que la van recibiendo los fieles se recitan
algunos salmos penitenciales como los que se sugieren más adelante.

RITO DE CONCLUSIÓN

Se concluye con estas palabras


El Dios de toda gracia, que los ha llamado en Cristo a su eterna gloria, los afiance
y los conserve fuertes y constantes en la fe.

Todos responden
Amén

Si preside un ministro ordenado, dice


Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo, des-
cienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Todos responden Amén

Si preside un ministro no ordenado, dice


Bendigamos al Señor

Todos responden
Amén

Mientras se impone la ceniza se pueden recitar


SALMOS PENITENCIALES:

3 Cfr. Robert Card. Sarah, Prefecto. (2021, 12 enero). Nota sobre el miércoles de ceniza. Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

10
SALMO 102, 1-4. 8-9. 11-12

R. El Señor es bondadoso y compasivo

Bendice al Señor, alma mía,


que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios. R.

El perdona todas tus culpas


y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura. R.

El Señor es bondadoso y compasivo,


lento para enojarse y de gran misericordia;
no acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente. R.

Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,


así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados. R.

SALMO 142

R. Escucha, Señor, nuestra oración

Señor, escucha mi oración, tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;


tú, que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti. R.

El enemigo me persigue a muerte,


empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto. R.

Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones,


considero las obras de tus manos

11
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca. R.

Escúchame enseguida, Señor,


que me falta el aliento. No me escondas tu rostro,
igual que los que bajan a la fosa. R.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,


ya que confío en ti. Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma hacia ti. R.

Líbrame del enemigo, Señor,


que me refugio en ti. Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios. Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana. R.

Por tu nombre, Señor,


consérvame vivo,
por tu clemencia,
sácame de la angustia. R.

SALMO 129
DESDE LO HONDO

Mi alma espera en el Señor,


mi alma espera en Su palabra,
mi alma aguarda al Señor,
porque en Él está la salvación.

1. Desde lo hondo a ti grito, Señor, "Señor, escucha mi voz,


estén Tus oídos atentos, a la voz de mi súplica."

2. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?


Pero de Ti procede el perdón, y así infundes respeto.

3. Mi alma aguarda al Señor, más que el centinela a la aurora.


Aguarde Israel al Señor, como el centinela a la aurora.

4. Porque del Señor viene la misericordia, y la redención copiosa,


y Él redimirá a Israel, de todos sus delitos.

12
II. Celebremos en Familia el Inicio
de la Cuaresma, Miércoles de Ceniza

Signo que aviva la fe de la familia: En un sitio amplio y ventilado organizar


un pequeño altar con su mantel para colocar allí con respeto y devoción la Sagrada
Biblia, el crucifijo, una veladora que debe ser encendida con precaución y
seguridad, la Ceniza Bendecida por el Párroco, (si no es posible obtenerla ya
bendecida, dado el momento que vivimos, preparar el signo de un poco de ceniza
quemando algunas hojas secas del jardín de la casa y colocarlo en su respectivo
sitio; o, también, no se impone la ceniza y se hace énfasis en el acto penitencial).

También se puede colocar una cinta morada o cinta que diga:


CUARESMA = CON-VERSIÓN o bien CUARESMA = ORACIÓN, AUSTERIDAD,
AMOR AL OTRO.

Tener presente el uso permanente del tapaboca.

El que dirige la celebración, los lectores y el salmista deben ensayar


convenientemente los respectivos textos que se van a proclamar en la celebración
familiar.

En el momento y hora determinados, se congrega la familia en el lugar


dispuesto para dar inicio a la celebración.

RITOS INICIALES

Todos dicen

PERDONA A TU PUEBLO SEÑOR / PERDONA A TU PUEBLO


PERDÓNALE SEÑOR

No estés eternamente enojado / No estés eternamente enojado / Perdónale Señor.

Por tus profundas llagas crueles / Por tus salivas y por tus hieles / Perdónale Señor

Por tus heridas de pies y manos / Por los azotes tan inhumanos / Perdónale Señor

13
Todos se santiguan diciendo
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo

Todos responden
Amén

Saludo

El que dirige la celebración saluda con estas o parecidas palabras


Bendigamos al Señor que en el Bautismo nos ha hecho sus hijos en Cristo

Todos responden
Bendito seas por siempre, Señor

Monición

El que dirige la celebración invita a los presentes a un acto de arrepentimiento diciendo


En este día en que la Iglesia inicia su camino hacia la Pascua, abramos nuestro cora-
zón a Dios que todo lo gobierna y todo lo provee, y pidámosle que nuestra familia
crezca en la fe, en la oración y en la caridad fraterna, como escucharemos en el Evan-
gelio de este día. A través de la oración y el silencio expresemos el signo de nuestra
penitencia.

Luego el que dirige la celebración dice


Oremos

Todos oran en silencio por un momento. Seguidamente, el que dirige la celebración,


sin extender las manos, dice la oración para este día:

Dios nuestro, acompaña con tu benevolencia


los comienzos de nuestro camino penitencial
para que nuestras prácticas exteriores
expresen la sinceridad de nuestro corazón.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos responden
Amén

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LITURGIA DE LA PALABRA

El que va a leer el Evangelio, toma la Sagrada Biblia y, omitiendo el saludo, dice solamente
Escuchen, hermanos, el santo Evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18)

Luego proclama el Evangelio


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuiden de no practicar su justicia delan-
te de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendrán recompensa de
su Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta
ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados
por la gente; en verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio,
cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu
limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ores, no seas como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sina-
gogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad les
digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu
cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en
lo secreto, te lo recompensará. Cuando ayunes, no pongas cara triste, como los hipó-
critas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad
les digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la
cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que
está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Acabado el Evangelio, el que lo proclama dice


Palabra del Señor

Todos aclaman
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión

Si el Párroco, Pastor de la comunidad, ha enviado la homilía para este día, se lee o


escucha, según el caso; con ella se expresa también la comunión con la Iglesia
parroquial, de la cual se es parte viva.

En su defecto se lee la reflexión4 que se ofrece a continuación

4 Cfr. Papa Francisco. (2020, 26 febrero). Santa Misa, bendición e imposición de la ceniza.

15
La ceniza nos recuerda el trayecto de nuestra existencia: del polvo a la vida. Somos
polvo, tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios, nos converti-
mos en una maravilla. Y, aun así, especialmente en las dificultades y la soledad, sola-
mente vemos nuestro polvo. Pero el Señor nos anima: lo poco que somos tiene un valor
infinito a sus ojos. Ánimo, nacimos para ser amados, nacimos para ser hijos de Dios.

Al comienzo de la Cuaresma, necesitamos caer en la cuenta de reconocer que nues-


tras pobres cenizas son amadas por Dios. Es un tiempo de gracia, para acoger la
mirada amorosa de Dios sobre nosotros y, sintiéndonos mirados así, cambiar de vida.
Estamos en el mundo para caminar de las cenizas a la vida.

La ceniza que nos imponen en nuestras cabezas sacude los pensamientos que tene-
mos en la mente. Nos recuerda que nosotros, hijos de Dios, no podemos vivir para ir
tras el polvo que se desvanece […] vivimos para realizar el sueño de Dios, para amar.
La ceniza se posa sobre nuestras cabezas para que el fuego del amor se encienda en
los corazones […].

La ceniza que recibimos nos recuerda un segundo camino, el opuesto, el que va de


la vida al polvo. Miramos a nuestro alrededor y vemos polvo de muerte. Vidas reduci-
das a cenizas. Ruinas, destrucción, guerra. Vidas de niños inocentes no acogidos,
vidas de pobres rechazados, vidas de ancianos descartados. Seguimos destruyéndo-
nos, volviéndonos de nuevo al polvo. ¡Y cuánto polvo hay en nuestras relaciones!
Miremos en nuestra casa, en nuestras familias: cuántos litigios, cuánta incapacidad
para calmar los conflictos […].

Y mirémonos dentro, en el corazón: ¡cuántas veces sofocamos el fuego de Dios con


las cenizas de la hipocresía! La hipocresía es la inmundicia que hoy en el Evangelio
Jesús nos pide que eliminemos. De hecho, el Señor no dice sólo hacer obras de cari-
dad, orar y ayunar, sino cumplir todo esto sin simulación, sin doblez, sin hipocresía (cf.
Mt 6,2.5.16). Cuánta doblez tenemos en nuestro corazón... Es polvo que ensucia,
ceniza que sofoca el fuego del amor.

Necesitamos limpiar el polvo que se deposita en el corazón. ¿Qué debemos hacer?


En el camino hacia la Pascua podemos dar dos pasos: el primero, del polvo a la vida,
de nuestra frágil humanidad a la humanidad de Jesús, que nos sana. Podemos
ponernos delante del Crucifijo y repetir: “Jesús, tú me amas, transfórmame...”. Y des-
pués de haber acogido su amor, se da el segundo paso; se va a recibir el perdón de
Dios, en la confesión, porque allí el fuego del amor de Dios consume las cenizas de
nuestro pecado. El abrazo del Padre en la confesión nos renueva por dentro, limpia
nuestro corazón. Dejémonos reconciliar para vivir como hijos amados, como peca-

16
dores perdonados, como enfermos sanados, como caminantes acompañados. Dejé-
monos amar para amar.

Dejémonos levantar para caminar hacia la meta, la Pascua. Tendremos la alegría de


descubrir que Dios nos resucita de nuestras cenizas.

Acabada la reflexión, el que dirige la celebración dice


Hagamos un momento de silencio para hacer eco interior de la Palabra proclamada,
compartamos la frase que más nos llamó la atención y manifestemos el compromi-
so que tendremos para esta cuaresma.

Acto Penitencial

Luego, el que dirige la celebración dice


Recojámonos en humilde oración, delante de Dios nuestro Padre, para que haga
descender sobre nosotros su bendición y acoja nuestro gesto penitencial.

(si no se tiene ceniza, se agrega: La ceniza no será impuesta sobre nuestra cabeza,
pero nuestro corazón se dirige a Dios con fe).
Pidamos perdón de nuestros pecados y confiémonos a la misericordia de Dios
Padre.

Se hace un momento de silencio para que cada uno se reconozca pecador

Salmo 50

El salmista proclama el salmo y los presentes intercalan la respuesta


V/. Perdón, Señor, hemos pecado

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el


hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. R.

Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi
pecado tu vista, borra en mí toda culpa. R.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no
me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.

17
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no
lo desprecias. R.

Señor, por tu bondad, favorece a Sion, reconstruye las murallas de Jerusalén: enton-
ces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmola-
rán novillos. R.

Oración de Fieles

El que dirige la celebración dice


Al iniciar este camino cuaresmal, roguemos al Señor y presentémosle nuestras
intenciones y necesidades. Oremos juntos diciendo:

R. Convierte Señor nuestro corazón

1. Oremos por la Iglesia que inicia este camino de cuaresma, para que
encontrando en la oración la luz de Cristo, se ilumine el sendero de quienes
se encuentran desorientados del amor a Dios. Oremos al Señor.

2. Oremos por el papa Francisco, para que siga siendo un testigo de los
dones de la misericordia, y así, toda la Iglesia busque el camino del encuen-
tro con Cristo en la cruz de nuestra redención. Oremos al Señor.

3. Oremos por los gobernantes de nuestras naciones, para que depongan


sus intereses individuales y se preocupen por trabajar en pro del bien
común como meta de la dignificación de los seres humanos. Oremos al
Señor.

4. Oremos por nuestra comunidad de fe para que entre todos seamos sensi-
bles ante el dolor y sufrimiento de aquellos que en nuestro entorno claman
por la justicia, la paz y la reconciliación. Oremos al Señor.

5. Oremos por todos los que al iniciar este camino cuaresmal se han pro-
puesto vivir un itinerario espiritual ayudados por la oración, el ayuno y la
limosna, para que en este tiempo de gracia encuentren el sendero del amor
a Dios en sus hermanos. Oremos al Señor.
El que dirige dice
Escucha, Dios de amor y misericordia,
las súplicas de tu pueblo en camino cuaresmal.
Por Jesucristo nuestro Señor.

18
Todos responden
Amén

Oración dominical

Digamos ahora juntos las palabras que Jesús nos enseñó:


Padre nuestro...

Ahora, el que dirige dice


Oh, Dios que te dejas vencer por el que se humilla
y encuentras agrado en quien expía sus pecados
escucha benignamente nuestras súplicas y haz que descienda tu gracia sobre noso-
tros que vamos a recibir la ceniza, para que podamos llegar con el corazón limpio, a
la celebración del Misterio Pascual de tu Hijo,
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Si hay ceniza, se impone ahora; si no se tiene, se omite esta parte

El que dirige
Acerquémonos, pues a la gracia de este signo a través del cual el Señor nos invita a
la conversión.

Luego, otro de los presentes coloca la ceniza al que dirige y, éste a todos los de la
familia. En caso de que no se tenga la ceniza bendecida, tomar la preparada en casa
y colocarla a los presentes.

RITODE
RITO DECONCL
CONCLUSIÓN

El que dirige concluye con estas palabras


El Dios de toda gracia, que nos ha llamado en Cristo a su eterna gloria, nos afiance
y nos conserve fuertes y constantes en la fe.

Todos responden
Amén.

19
Finalmente, el que dirige la celebración, invoca la bendición de Dios y, junto
con todos, se santigua, diciendo
El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna
Todos responden
Amén

20
III. Predicación Orante de la Palabra,
Moniciones y Oración de fieles5

MIÉRCOLES DE CENIZA
Febrero 17

Primera Lectura: Jl 2,12-18


Salmo: 51(50),3-4.5-6a.12-13.14+17 (R. cf. 3a)
Segunda Lectura: 2Co 5,20 - 6,2
Evangelio: Mt 6,1-6. 16-18

Introducción

Iniciar un camino de preparación, de carácter espiritual, está directamente vincula-


do con el símbolo que representa el cuarenta como evocación a un tiempo de dispo-
sición a una vida en el Espíritu. Este miércoles de ceniza le recuerda a la comunidad
creyente, la importancia de preparar la vida a un encuentro con Cristo resucitado. De
tal forma que las lecturas de la Palabra de esta jornada incitan al corazón del creyen-
te a tres actitudes: la conversión, la aceptación de la gracia divina y la coherencia
entre lo que se cree y aquello que se vive.

1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

En la profecía de Joel el tema de la conversión sigue el mismo sentido de otras


profe-cías en las que se utiliza el término µετανοῖεν que tendrá varios significados,
entre ellos: «cambiar de camino», «volverse a Dios» o en una acepción más auténtica
del término se referirá a «cambiar el modo de sentir». De tal modo que convertirse
impli-cará una preparación mediada por el ayuno, el llanto (arrepentimiento) y el
luto como símbolo externo que revela el estado d e cambio que el converso quiere
seguir.

La proclamación del salmo 50 o más conocido como el miserere, en este contexto de


cuaresma, denota la súplica del salmista en singular. Esta oración contiene las roga-
tivas que están acordes con un tiempo de cambio en el que el primer paso para

5 Elaboradopor el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) y otros colaboradores;


coordinado por el Dpto. de Liturgia. (2020-2021). Predicación Orante de la Palabra, I. Adviento a Pentecostés,
Ciclo B.

21
lograr la conversión es el reconocimiento de la fragilidad y el pecado personal. Así
que, quien recita esta plegaria está dispuesto a dejar a Dios obrar en su corazón para
que la misericordia sea el estandarte en el camino de su santidad.

Pablo en su segunda carta a los Corintios, le recuerda a la comunidad, la importancia


de la reconciliación como gesto de salvación. El texto de esta lectura está redactado
con el carácter exhortativo, propio de las cuarentenas espirituales que tienen como
meta disponer, preparar y allanar, es decir quitar los obstáculos del camino, para
configurarse con el Señor. De modo que el tiempo favorable del que habla el apóstol
de los gentiles, no es otro que el kairos de la salvación.

El evangelio de Mateo, proclamado en este inicio de la cuaresma, es un relato que


está inserto en el primer gran discurso de la narración mateana de la Buena Nueva.
Esta unidad literaria presenta todo un itinerario de prácticas propias de la cuaresma,
de allí que todo confluye a la obtención de la recompensa que proviene de Dios,
quien ve en lo secreto, en lo más profundo del corazón y la mente del ser humano, su
creatura más excelsa. Por tanto, en una sinfonía de recomendaciones Jesús le pre-
senta a la muchedumbre, aquellas virtudes que enaltecen al hombre frente a Dios,
quien mira el corazón de sus creaturas, no las apariencias.

2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a


la comunidad?

La predicación de Jesús sobre el reinado de Dios está arraigada en una llamada per-
manente a la conversión. Él no ha venido a llamar a los justos, buenos, santos, sino a
los pecadores y desviados del camino. En consonancia con el anuncio del Reino, la
invitación a la conversión implica un arrepentimiento como muestra del interés por
realizar un cambio de sentir, pensar y hacer. Por esto, convertirse es un don de Dios
para todo el que acepta seguir el camino de su Salvador.

Las palabras de Jesús en el sermón de la montaña en el evangelio de Mateo son un


itinerario en donde el Señor por medio de ejemplos propios de su ambiente cultural
y religioso, presenta aquello a lo que desde el antiguo Testamento un judío estaba
llamado a vivir y ser: hombres y mujeres agradables a los ojos de Dios. Pero, Jesús
denuncia un sinnúmero de prácticas que han desviado el corazón y la vida de quie-
nes quieren agradar al Señor. La hipocresía es un mal síntoma de la obsoleta que
puede ser la práctica de una religión basada en normas y desviada del amor a Dios
por medio del amor al prójimo.

22
La apariencia no es observada por Dios, lo que él valora y recompensa es el espacio
que se le abra en el corazón, pues de allí es de donde salen todas las cosas que digni-
fican al hombre y la mujer. La insistencia de Jesús es a una vida en el Espíritu, en
donde el acento está puesto en las diversas sentencias a vivir una conversión perso-
nal con consecuencias comunitarias. De allí que Mateo subraye en el discurso de
Jesús el singular «Tú en cambio». La bina «acción – recompensa» puede llegar a ser
una relación interesada del ser humano que espera el pago de Dios por su buen
comportamiento, esto puede ser un reduccionismo de aquello que Jesús quiere en
verdad y es que las obras muestren la fe en él y creyendo la comunidad salga de la
hipocresía del templo y el discípulo se concentre más en la honestidad y coherencia
entre los actos y la fe.

En consonancia con el mensaje del evangelio para este miércoles de ceniza, el profe-
ta Joel y al apóstol Pablo, les hablan a sus comunidades sobre la gracia que viene de
Dios por medio de la conversión y la reconciliación. Las actitudes propias de la cua-
resma iluminadas por el mensaje de la Palabra de Dios son el alimento espiritual del
caminante cuaresmal. De modo que, al ayuno, la oración y la limosna, tanto el profe-
ta como el apóstol le proponen al creyente un camino lleno de la bondad, misericor-
dia y justicia divina en este tiempo denominado «favorable» para procurarse un paso
más en el peldaño de la escalera a la santidad.

3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?

El papa Francisco insiste de múltiples formas en el valor que significa la conversión


pastoral, como una actitud propia de una Iglesia samaritana y en salida. Por esta
razón la súplica que engrandece al ser humano debe estar en el camino de discernir
qué es lo bueno y lo que le agrada al Señor. Por ello la oración de esta celebración del
miércoles de ceniza es una plegaria unánime: «que todos encuentren en ti Señor la
luz en el camino de su conversión».

En el encuentro con Cristo, una de las características más auténticas del ser cristiano
es el vivir en constante camino. Los apóstoles fueron los primeros testigos de las hue-
llas que Jesús les trazó, por ello uno de los primeros adjetivos atribuidos a los segui-
dores del Maestro fue el de «seguidores del camino». De aquí se puede deducir que
el cristiano para mantenerse vivo está en permanente camino. La Palabra de Dios en
esta conmemoración del miércoles de ceniza anima, impulsa y presenta el itinerario
que Dios ha preparado para sus hijos. Este se realiza por medio de una idea clara que
se convierte en vida, siempre y cuando, se quiera realizar el camino de la conversión.
Por ello la ruta a la que esta cuaresma incita es a dejar a Dios entrar en lo más profun-

23
do de nuestro ser, para que sea él quien transforme la dureza del corazón, en accio-
nes de bondad, misericordia y compasión como se canta en el salmo del miserere.

Monición introductoria de la Misa

La cuaresma es época de crecimiento en la fe desde una vida de oración, penitencia


y limosna. Con el singo de la imposición de la ceniza, iniciemos este tiempo de gracia
que nos dispone a la celebración de las fiestas pascuales que nos recuerdan que
nuestra fe nos llena del amor y la misericordia de Dios. Participemos con corazón
humilde u contrito en esta celebración.

Monición a la Liturgia de la Palabra

La Palabra de Dios que va a ser proclamada nos recuerda la importancia de «reconci-


liarnos con Dios» para vivir en la plenitud de su amor y tener una nueva vida. Escu-
chemos atentamente este mensaje de salvación.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: Al iniciar este camino cuaresmal, roguemos al Señor y presentémosle


nuestras intenciones y necesidades. Oremos juntos diciendo:

R. Convierte Señor nuestro corazón

1. Oremos por la Iglesia que inicia este camino de cuaresma, para que encontran-
do en la oración la luz de Cristo, se ilumine el sendero de quienes se encuentran
desorientados del amor a Dios. Oremos al Señor.
2. Oremos por el papa Francisco, para que siga siendo un testigo de los dones de
la misericordia, y así, toda la Iglesia busque el camino del encuentro con Cristo en
la cruz de nuestra redención. Oremos al Señor.
3. Oremos por los gobernantes de nuestras naciones, para que depongan sus
intereses individuales y se preocupen por trabajar en pro del bien común como
meta de la dignificación de los seres humanos. Oremos al Señor.
4. Oremos por nuestra comunidad de fe para que entre todos seamos sensibles
ante el dolor y sufrimiento de aquellos que en nuestro entorno claman por la
justicia, la paz y la reconciliación. Oremos al Señor.
5. Oremos por todos los que al iniciar este camino cuaresmal se han propuesto
vivir un itinerario espiritual ayudados por la oración, el ayuno y la limosna, para
que en este tiempo de gracia encuentren el sendero del amor a Dios en sus her-
manos. Oremos al Señor.

24
Oración conclusiva

Escucha, Dios de amor y misericordia,


las súplicas de tu pueblo en camino cuaresmal.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA


Febrero 21

Primera Lectura: Gn 9,8-15


Salmo: 25(24),4-5ab.6+7bc. 8-9 (R. cf. 10a)
Segunda Lectura: 1P 3,18-22
Evangelio: Mc 1,12-15

Introducción

De la Palabra divina que se nos ofrece para nuestra oración podemos entresacar los
siguientes temas:

• Dios bendice de nuevo a la humanidad por medio de la figura de Noé y su des-


cendencia, el símbolo que usa el texto del Génesis para representar esa alianza
es el arcoíris, con él se va a prefigurar el pacto entre Dios y la tierra por toda la
eternidad.
• La alianza sellada por Dios en el Bautismo nos hace herederos de la gracia divina.
• La evocación del desierto es importante porque ha sido allí donde Dios ha
guiado a su pueblo, de tal manera que cuando el evangelio de Marcos subraya
que es el Espíritu el que conduce a Jesús al desierto, quiere indicar que, de nuevo,
en el Hijo de Dios, se establece esa novedad de caminar hacia la libertad.

1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

La obra más excelsa de la creación es el ser humano, al insuflar Dios su aliento de vida
en Adán se abre un capítulo que nada, ni nadie, podrá borrar del libro de la vida. Ese
capítulo se podría llamar «el testamento de amor de Dios por la humanidad». Esta

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puede ser la idea central del texto de la primera lectura, tomada del libro del Génesis.
En este relato Dios pacta una alianza con la humanidad, representada en Noé y sus
hijos, para que no vuelva un diluvio de agua sobre la tierra. Esta promesa se extiende
sobre todo aquello que la humanidad cree y realice, pues Dios no olvida de dónde ha
salido su obra, su creación. El texto del Génesis es un relato que, por medio de la
alianza, todo lo que sale del arca va a tener un privilegio en la creación. De allí que, el
mismo texto lo recalque aseverando que «la señal de la alianza es con todo ser que
pise la tierra».

El apóstol Pedro en su primera carta hace eco al texto del Génesis referido al diluvio.
Sin embargo, Pedro anuncia que la renovación de la alianza se da por medio del bau-
tismo, como una gracia abundante representada en la salvación. De esta forma el
apóstol recuerda la importancia de considerar cómo Cristo es quien ha venido a
salvar al ser humano, por medio de una nueva y definitiva alianza sellada en el bau-
tismo. En la cruz Cristo redime al mundo, y en el bautismo él incorpora por medio del
Espíritu Santo al bautizado en una nueva vida. Así la prefiguración del diluvio le abre
las puertas al creyente a una salvación definitiva que lo convierte en otro Cristo.

El relato del evangelio de Marcos en este contexto de cuaresma contiene tres ele-
mentos que se convierten en un itinerario completo de preparación a una vida en el
espíritu. El primero elemento fundamental en la preparación a una vida más plena
en Dios es el ser empujado al desierto. Para toda la tradición judeo/cristiana la evoca-
ción del desierto es importante porque ha sido allí donde Dios ha guiado a su pueblo,
de tal manera que cuando el evangelio de Marcos subraya que es el Espíritu el que
conduce a Jesús al desierto, quiere indicar que, de nuevo, en el Hijo de Dios, se esta-
blece esa novedad de caminar hacia la libertad.

De tal modo que como Dios acompaña a su pueblo en la travesía del desierto, en
Jesús el cristiano encuentra un ejemplo en la salida de la esclavitud, del pecado, a la
liberación que el mismo Cristo es. El desierto no es más un lugar hostil, en el Nuevo
Testamento, es el espacio de encuentro con la debilidad que solo puede ser fortaleci-
da en Cristo que vence todos los obstáculos presentes en la aridez, rudeza e incle-
mencia del desierto, por ello este, es ahora camino de prueba y resistencia para el
cristiano.

El segundo elemento presente en el texto del evangelio de este domingo está repre-
sentado por las tentaciones a las que fue sometido Jesús. En el contexto del Nuevo
Testamento las tentaciones son reveses, persecuciones o pruebas para determinar la
medida de fidelidad a Dios del que es tentado. Por tanto, cuando Jesús sobrepasa la
prueba en el desierto, durante cuarenta días, demuestra la fidelidad más grande a su

26
Padre, y al mismo tiempo, presenta el itinerario para que sus discípulos sigan el
camino, en medio de las dificultades.

En el contexto de los evangelios, el tentador es Satanás y él se aprovecha de las situa-


ciones de peligro (vivía entre los animales salvajes Mc 1,13b.) y necesidades para hacer
su obra; de tal forma que alejarse del tentador es no sucumbir ante las debilidades
humanas, es así como quien cae en la tentación por el pecado, no es fiel a su Señor
y por tanto abandona a Cristo. Los relatos de las tentaciones en los evangelios de
Mateo 4,1-11. Y Lucas 4, 1-13, describen de forma detallada las tentaciones a Jesús,
mientras que Marcos no se detiene en los detalles, solo remarca que Jesús es tenta-
do más no describe el cómo. Al parecer es por el interés del evangelista de hablar de
la importancia del discipulado, tal y como lo reseña en la perícopa que se está leyen-
do en este domingo.

El tercer elemento de reflexión sugerido en el evangelio, en este contexto de la Pala-


bra, es el detalle que narra Marcos de presentar a los ángeles al servicio de Jesús en
medio de las tentaciones. Este gesto se repite en la narración de Jesús cuando es
tentado en el desierto de Mateo 4, 11. Remarcando que esta experiencia, de las tenta-
ciones, ha limpiado el camino de aquello que Jesús realizará reflejando en la huma-
nidad el amor del Padre; el sendero ya está preparado y lo único que le queda al Hijo
de Dios, es mostrar su gloria en la tierra, entre los suyos. Por ello, tan pronto regresa
del desierto Jesús inicia su misión de proclamar la Buena Nueva de Dios.

2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a


la comunidad?

La mayordomía encomendada por Dios a los seres humanos es renovada en la


figura de Noé el protector y custodio de la tierra, esta puede ser la evocación más
importante del texto del Génesis, porque en ella nos recuerda el gran compromiso
de cuidar y proteger. Por ello hoy de nuevo el creyente está llamado a custodiar y
preservar aquello que Dios le ha encomendado. Todos, por tanto, somos mayordo-
mos de esta tierra y por más que queramos ser ajenos al deterioro del planeta, nada
puede desviar el interés que los seres humanos tienen de administrar estos bienes
en pro de la vida.

Por tanto, la palabra del Señor en este domingo invita a todos los creyentes a dispo-
nerse a entrar en el desierto de la cuaresma por cuarenta días. Para ello el cristiano
debe prepararse para la prueba y la mejor forma de hacerlo es cultivando una vida
en el espíritu que se logra por medio de la oración, la penitencia y la caridad. Sin em-

27
bargo, los ambientes social y cultural nos pueden tender trampas, tales como el con-
sumismo, “y las apariencias de lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superfi-
cial, lo provisorio (EG 62)”. De modo que somos tentados a que lo “real le ceda el lugar
a la apariencia”, advierte el papa Francisco.

La cuaresma es un tiempo propicio para discernir y aprender a diferenciar aquello


que distrae nuestra mirada de la cruz de Cristo. Dios se sigue revelando en nuestra
vida e historia y nos invita en su Hijo a vencer las tentaciones de las apariencias y de
lo superfluo. Al respecto nos dice el papa Francisco: “La vida cristiana es un combate
permanente. Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y
anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez
que el Señor vence en nuestra vida”, (Gaudate et exultate 158).

3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?

Cuaresma es una experiencia de hacer camino en el desierto al lado de Jesús. Por


ello, su amor, misericordia y justicia, son nuestra compañía en la aridez de la indife-
rencia, exclusión y marginación. Así a ejemplo de tantos hombres y mujeres que han
crecido en santidad caminando en comunidad, todos estamos llamados a reconocer
a Dios en la vida y los actos de amor de aquellos que van a nuestro lado. Que el Señor
de nuevo nos lleve al desierto y nos hable al corazón, nos llene de su paz y nos haga
constructores de nuevas sociedades transformadas en el amor que todo lo puede.

Que cada día sea una oportunidad de renovar la vida en el amor. Para ello, la oración
sigue siendo un instrumento de comunicación directa con Dios, en donde las pala-
bras sean acalladas por el silencio de Dios hablando a los corazones contritos. Que la
penitencia siga siendo un ejercicio permanente de renuncia a todo aquello que
distrae las miradas de lo fundamental, y así se reconozca en el dolor y sufrimiento
humano, la presencia de Dios redimiendo el sufrimiento de sus hijos amados. Y que la
caridad sea la caricia de Dios para con los más vulnerables de nuestra sociedad, los
enfermos, presos, hambrientos, sedientos, migrantes, y toda aquella carne que clama.

Monición introductoria de la Misa

En este primer domingo de la cuaresma de nuevo Dios quiere renovar su alianza de


amor con todos aquellos que lo buscan con corazón sincero. Dispongamos nuestra
vida para que la celebración de la eucaristía nos renueve en el amor de Dios y así
salgamos a construir nuestras vidas, venciendo las tentaciones que nos alejan del
amor de Dios en nuestros hermanos. Participemos don fe y esperanza.

28
Monición a la Liturgia de la Palabra

Las lecturas de este domingo nos proponen un horizonte en el camino de la cuares-


ma; en efecto, el centro de nuestra vida es Cristo quien renueva nuestra existencia en
el bautismo, a través del cual Jesús nos ayuda a vencer las tentaciones para seguir
buscando la santidad. Escuchemos con el corazón dispuesto.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: Aclamemos con fe al Señor y juntos presentémosle nuestras intencio-


nes confiados en que él siempre nos acompaña y acoge nuestras necesidades.

R. Ilumina Señor, nuestro sendero

1. Oremos por la Iglesia, para que, al inicio de esta cuaresma, nos dispongamos a
caminar por el desierto espiritual, confiados en la compañía del Señor que ha
vencido las tentaciones. Oremos al Señor.
2. Oremos por el Papa Francisco, para que su testimonio de amor al Señor sea un
referente de crecimiento en la santidad de todos los que amamos a Dios en nues-
tros hermanos. Oremos al Señor.
3. Oremos por nuestros gobernantes, para que la sabiduría de Dios los acompañe
en las decisiones que toman en pro de la construcción de la justicia y el bien
común. Oremos al Señor.
4. Oremos por nuestra comunidad, para que todos nos fortalezcamos unos a
otros en este tiempo de gracia que Dios nos concede, y así, venzamos juntos las
tentaciones que no nos dejan reconocer al Señor en los más necesitados y vulne-
rables. Oremos al Señor.
5. Oremos por todas las mujeres y hombres que trabajan por la construcción de
la paz, para que las tentaciones de la violencia no les hagan desistir de su noble
propósito. Oremos al Señor.

Oración conclusiva

Dios de amor,
escucha estas plegarias que te dirigimos,
y aquellas que tenemos en el corazón.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén

29
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
Febrero 28

Primera Lectura: Gn 22,1-2.9a.10-13.15-18


Salmo: 116(115),10+15.16-17.18-19 (R. cf. 9)
Segunda Lectura: Rm 8,31b-35a
Evangelio: Mc 9,2-10

Introducción

La Palabra de Dios propuesta para nuestra reflexión y oración nos propone:

• Encontrarnos con Dios para escucharlo y obedecerlo.


• En la entrega del hijo amado, contemplamos la plenitud de la ley y los profetas.
• Vemos la gloria del Hijo que aún no comprendemos en plenitud, porque el
Padre no se lo reservó para él.

1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

Abraham, mantiene un permanente encuentro con Dios, quien ahora le pide un


paso definitivo en la prueba de su fidelidad: sacrificar a su hijo amado, el de la prome-
sa; nada extraño para él, por el contexto de sacrificios de los demás pueblos a sus divi-
nidades. Era una prueba que lo formaba, que quizás no la entendía, pero sí la obede-
cía, permanecía en su fe a pesar de su desgracia (cf. Sl. 115, 10-19). Dispuesto a entregar
su hijo para probar su fe en la obediencia, sobre el monte que el Señor le indicaba.

Dios Padre, no perdonó su propio Hijo, a su Unigénito, para dárnoslo todo en él sin
reserva ninguna, por amor a nosotros.

Después de Pedro confesar su fe, a los 6 días, Jesús llevó consigo a tres de sus discípu-
los (Pedro, Santiago y Juan), como testigos según la ley (Dt. 19-15) a la montaña escogi-
da por él para dejar ver su gloria, que aún no era comprendida por los apóstoles. Todo
el acontecimiento desarrollado dentro del marco de una teofanía: resplandor y blan-
cura en su vestido como ninguna otra, personajes importantísimos para Israel (Moisés
y Elías), la nube que los envuelve, voz del Padre que invita a escuchar al Hijo amado,
miedo de los testigos y conversación con desatino por el mismo temor. Los discípulos
iniciaron la experiencia con Jesús y, al finalizar de ver y presenciar todo el aconteci-
miento, vuelven a quedarse solos, y allí el Maestro les pide tener silencio como princi-

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pio de su pedagogía en este aprendizaje del sacrificio y la gloria. Se quedan sin enten-
der nada. Es necesario que todo esto sea explicado por la acción del Espíritu Santo, en
el corazón de los discípulos, todo se comprenderá en la pascua de Jesús.

2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a


la comunidad?

En la escuela del discipulado cristiano debemos aprender a escuchar la voz de Dios


en el Hijo amado del Padre, que nos invita a seguirle sin ningún temor y bajo ningún
condicionamiento. Sólo él sabe qué hacemos su santa voluntad, bien como Abra-
ham marchando al monte Moriab, para hacer entrega de lo que más amaba, bien
sabiendo colocar toda su esperanza en el Señor su Dios en ese duro momento. “La
transfiguración ayuda a los discípulos y también a nosotros, a comprender que la
pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero, sobre todo, un regalo de amor
infinito por parte de Jesús” (papa Francisco. Ángelus febrero 25, 2218).

Igualmente, invitados por Jesús subamos al monte de la transfiguración para que allí
él se nos revele, bien como la plenitud de toda esperanza, bien como plenitud de la
Ley y de los Profetas. No hay en otro tal certeza puesto que sólo en él está el esplen-
dor de la verdad.

En el crecimiento de la fe se nos hace necesario comprender el evento de la transfi-


guración para poder vivir el acontecimiento pascual. El evento protagonizado por
Jesús, que se transfigura sobre el monte, “nos hace comprender mejor también su
resurrección. Si antes de la Pasión no se nos hubiera mostrado la transfiguración con
la declaración por parte de Dios, ‘Este es mi Hijo amado’, la Resurrección y el misterio
pascual de Jesús no habría sido fácilmente comprensible en toda su profundidad”.
(papa Francisco febrero 25, 2218).

Es imprescindible escuchar la voz del Maestro, obedecer, subir a la montaña de la


cruz y contemplar su gloria de Resucitado. Hoy en medio de las diversas circunstan-
cias en que se vive es necesario, solo desde la transfiguración de Jesús, comprender
los sufrimientos de hoy y afianzar nuestra esperanza de salvación.

3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?

Padre Celestial, gracias porque en Abraham, vemos la total confianza de la entrega, en


Ti se hace realidad el infinito amor por el hombre y no hubo quien te detuviera en el
sacrificio de tu Hijo. Fuiste hasta el final, pero antes les demostraste y enseñaste a sus

31
discípulos quién era verdaderamente Jesús, el portador del esplendor de la verdad, al
que había que escuchar porque es la plenitud de la ley, el esperado de los profetas.

Si Moisés, débil y tartamudo, luchó contra el Faraón y Elías contra Ajab y Jesabel,
siendo un humilde hombre que profetizaba por mandato de Dios. Jesús, el Hijo del
Padre, lucha contra el demonio príncipe de este mundo, cumpliendo así la voluntad
del Padre, para rescatar a los hombres del poder de las tinieblas, por el poder de su
resurrección.

Subamos ahora al Gólgota, como los tres testigos, para afirmar el hecho, y contem-
plemos la gloria del Crucificado que es nuestra salvación. José de Arimatea prestó,
en la tarde de aquel viernes, un sepulcro vacío y en la mañana del domingo quedó
nuevamente con un sepulcro vacío.

Hoy ya los discípulos de Jesús entienden y no pueden callar el anuncio al mundo


entero que Jesús vive. Esta es la misión del bautizado y discípulo, proclamar al
mundo nuestra salvación por la resurrección, del que se transfiguró en la montaña y
se entregó en la cruz.

Monición introductoria de la Misa

Hemos iniciado, hace pocos días, el camino cuaresmal y, hoy, somos invitados, como
Abraham y los tres discípulos, a subir a la montaña, para que desde allí el Señor nos
muestre su Gloria, manifestada en la entrega de su Hijo y en cada Eucaristía. Celebre-
mos con gozo nuestra fe.

Monición a la Liturgia de la Palabra

Escuchemos la voz del Señor que nos invita a confiar en Él, a contemplar su gloria, en
su muy Hijo amado, que ni Él mismo se reservó, al contrario, lo ofreció hasta el sacrifi-
cio de la cruz. Escuchemos con atención y recogimiento.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: queridos hermanos, oremos a Dios Padre, que tanto nos ama y nos dio
a su único Hijo, para nuestra salvación. Digamos con fe:

R. Escúchanos Padre, que tanto nos amas

1. Por la Iglesia: que, en sus ministros, el papa, los obispos, presbíteros y diáconos,

32
muestre en sus actividades pastorales el amor del Padre que tanto nos ama y nos
salva. Oremos.
2. Por todas las naciones de la tierra: para que los gobernantes de los pueblos más
ricos y poderosos se comprometan y garanticen el respeto de los más pobres y
débiles, creando conciencia en el valor de los derechos humanos. Oremos.
3. Por todos los que se encuentran cerrados a la verdad del evangelio: no quieren
o no pueden crecer en la fe, por no aceptar a Jesús como la luz, el camino, la
verdad y la vida. Oremos.
4. Por los pobres, marginados, enfermos y desamparados que no tienen ni pan ni
techo ni con que abrigarse, para que compartamos con ellos lo que tenemos, no
lo que nos sobra. Oremos.
5. Por esta asamblea litúrgica que marcha camino a la Pascua durante esta cua-
resma, para que descubra la presencia de Jesús en la Palabra que escucha y en la
fracción del pan de la Eucaristía. Oremos.

Oración conclusiva

Padre,
Porque tenemos la certeza de que tú siempre nos escuchas,
te confiamos nuestros deseos.
Por Jesucristo nuestro señor.

R. Amén

TERCER DOMINGO DE CUARESMA


Marzo 7

Primera Lectura: Éx 20,1-17 (forma larga) o Éx 20,1-3. 7-8.12-17 (forma breve)


Salmo: 19(18),8. 9.10.11 (R. Jn 6,68c)
Segunda Lectura: 1Co 1,22-25
Evangelio: Jn 2,13-25

Introducción

Los textos bíblicos a nuestra consideración, en este domingo, nos invitan a conside-
rar con fe para discernir con esperanza:

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• Los mandamientos de la ley de Dios, dados por Moisés, a los hijos de Israel, nos
coloca en relación armoniosa con Dios y con los hermanos, por ello son una ley
perfecta.
• A Jesús no se le predica ni con signos ni con los razonamientos del mundo, sino
con la sabiduría de la cruz.
• Jesús, es celoso en cumplir la voluntad del Padre en Él, como única víctima, ver-
dadera ofrenda y único templo.

1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

Al enunciar en el libro del Éxodo los diez mandamientos, hay tres que están en rela-
ción perfecta con Dios y los otro siete en relación con los semejantes; todo ello para
enseñarnos a caminar en armonía con Dios y con los hermanos.

Esos mandatos son perfectos y alegran el alma del creyente, le proporcionan descan-
so, le iluminan los ojos, y son de gran valor como el oro y la miel.

El apóstol no predica a Jesús ni con signos para los judíos, ni con razonamientos filo-
sóficos para los griegos; a Jesús lo anuncia con la sabiduría de la cruz, que es nece-
dad y escandalo para unos, pero salvación para los creyentes.

En la proximidad de la pascua judía, Jesús se proclama como verdadera víctima que


no se compra y ofrenda al Padre insustituible, por ello desaloja del templo a los ven-
dedores, también expulsa a bueyes y palomas, al igual que a cambistas de monedas.
Enseñándonos, así, que Él es el nuevo y verdadero templo por la resurrección; de esta
misma manera lo comprendieron sus discípulos cuando Él resucitó de entre los
muertos.

2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a


la comunidad?

Hoy en la presencia de Dios entendemos que cada vez es más urgente valorar el
decálogo, el cual iluminado por el mandamiento nuevo (Cfr. Jn 13, 34), nos hace posi-
ble vivir en la armonía y la paz cristiana que Jesús nos ha enseñado durante su minis-
terio público, comprendiendo así que estas leyes son palabras de vida eterna que
hacen dulce y amable la existencia de todos los que creemos (Cfr. Sl 18, 11).

La cruz continúa siendo hoy un signo de contrariedad y disgusto para el pensamien-


to racionalista. Es una locura que no se admite, por lo que se han creado leyes que
piden quitar los crucifijos en los lugares públicos, pues a muchos hoy les “traumati-

34
za” ver el Crucificado, y por ello hay campañas en su contra; pero para los que cree-
mos en la Cruz, encontramos en ella sabiduría y fuerza de Dios que nos salva. Jesu-
cristo crucificado es la verdadera víctima, ya no hay cordero ni bueyes ni palomas, Él
es la verdadera ofrenda al Padre, Él es el verdadero templo que por la resurrección se
convierte en el único punto de referencia válido para el encuentro de Dios con los
hombres, y de los hombres con Dios. Nosotros también somos templos donde no se
puede ya tener ninguna clase de negocio. Al respecto nos decía el Papa Francisco:

“Es muy feo cuando la iglesia se “resbala” en este comportamiento y hace de la casa
de Dios un mercado, estas palabras nos ayudan a rechazar el peligro de hacer de
nuestra alma, que es la morada de Dios, un lugar de mercado, viviendo en la búsque-
da continua del propio beneficio, en lugar de buscar un amor generoso y solidario.
Esta enseñanza de Jesús es siempre actual, no solo para las comunidades eclesiales,
sino también para los individuos, las comunidades civiles y toda la sociedad” (Ánge-
lus, domingo III de cuaresma 2018)

3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?

Jesús, ven ahora a nuestro corazón, haznos comprender la gracia de tu ley en esta
cuaresma, ven a nuestras comunidades y danos la humildad, la comprensión y la
capacidad de sacrificio de unos por otros.

Junto contigo somos el templo del Padre Celestial, que debemos cuidar y nadie
puede destruir, porque tu Padre es un Dios celoso que cuida de nosotros (Cfr. 1Cor 3,
17) por ello hemos de cuidar este templo, y no alejarnos del Padre, porque si él nos
deja, de inmediato se nos acercará el engañador. Padre, tú nos has hecho tu templo
y habitas en nosotros, no permitas que hagamos de este un lugar de negocio, permí-
tenos realizar siempre tu voluntad por la gracia de nuestro bautismo (Cfr. Cesareo de
Arles, discurso 229, 2: CCL 109, 905-907)

Monición introductoria de la Misa

Avanzamos en el camino cuaresmal y no estamos solos, Jesús es la cabeza de este


templo al cual pertenecemos y nos acompaña al hacerse presente en la mesa de la
Palabra y de la Eucaristía. Que en nuestros ayunos y penitencias vivamos el manda-
miento del amor, y que esta celebración nos ilumine en el desierto espiritual de
nuestra vida. Dispongámonos a participar con ánimo confiado.

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Monición a la Liturgia de la Palabra

La Palabra de Dios sigue siendo hoy la que nos ilumina, la cruz la que nos fortalece
en el verdadero templo de nuestra fe. Escuchemos con atención y recogimiento.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: Confiando en tu palabra que nos fortalece, en tu cruz que nos redime,
ofrezcamos fervientemente a Dios nuestras súplicas y digámosle:

R. Fortalece nuestra fe, Señor de la vida

1. Para que la iglesia, en su tarea evangelizadora, sea signo de Dios y no comercia-


lice con la fe, roguemos al Señor.
2. Para que los gobernantes, en su tarea de legislar, defiendan los derechos
humanos, busquen el bien común y acompañen a los más débiles, roguemos al
Señor.
3. Para que los que sufren persecuciones a causa de la cruz, víctimas de las injus-
ticias humanas, encuentren en la Iglesia un apoyo para sus tristezas y angustias,
roguemos al Señor.
4. Para que en nuestro caminar en esta Cuaresma hacia la Pascua del Señor, des-
cubramos en los mandamientos el sentido del amor, teniendo como eje central
la cruz y siendo conscientes que somos templo del Espíritu, roguemos al señor.

En silencio pueden hacerse otras intenciones personales

Oración conclusiva

Padre de amor,
que nos entregaste en tu Hijo al verdadero templo
y que desde Él elevamos nuestras súplicas,
atiende nuestras oraciones que presentamos con fe.
Por Jesucristo Nuestro Señor.

R. Amén

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CUARTO DOMINGO DE CUARESMA «Laetare»
Marzo 14

Primera Lectura: 2Cro 36,14-16.19-23


Salmo: 137(136), 1-2.3.4-5.6 (R. 6a)
Segunda Lectura: Ef 2,4-10
Evangelio: Jn 3,14-21

Introducción

De la Palabra de Dios ofrecida en consideración para nuestra oración en este domin-


go, podemos entresacar los siguientes temas:

• La alianza de Dios con los hombres


• Contemplar a Cristo en la Cruz
• La muerte y la resurrección como glorificación y como muestra suprema del
amor que Dios tiene por el mundo

1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

El nexo de las lecturas de este cuarto domingo de cuaresma lo podemos encontrar a


partir de la frase: “Tanto amó Dios al mundo...”: este es el mensaje que la Iglesia nos
transmite mediante los textos litúrgicos. Ese amor infinito de Dios ha recorrido un
largo camino en la historia de la salvación, antes de llegar a expresarse en forma defi-
nitiva y última en Jesucristo (Evangelio). La lectura del segundo libro de Crónicas nos
muestra en acción el amor de Dios de un modo sorprendente, como ira y castigo,
para así suscitar en el pueblo el arrepentimiento y la conversión (primera lectura). La
carta de san Pablo a los Efesios resalta, por una parte, nuestra falta de amor que
causa la muerte, y el amor de Dios que nos hace retornar a la vida junto con Jesucris-
to (segunda lectura). En todo y por encima de todo, el amor de Dios en Cristo Jesús.

El autor del libro de las Crónicas interpreta el gran desastre de la cautividad del
pueblo en Babilonia como castigo de sus pecados. Empezando por las clases diri-
gentes, los israelitas "multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abomi-
nables de los gentiles". Aunque Dios "tenía compasión de su pueblo" y les envió pro-
fetas que les avisaran, no les hicieron caso.

La dramática destrucción de Jerusalén y de su Templo y el destierro fueron la correc-


ción que Dios aplicó al pueblo por su infidelidad a la Alianza. Pero Dios nunca cierra

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todas las puertas: una vez cumplido el tiempo debido, suscitó a un pagano, Ciro, rey
de Persia, que permitió que volvieran a Jerusalén los que quisieran.

El salmo 136 expresa muy bien los sentimientos que debieron tener, en tierra extran-
jera, los que todavía se "acordaban de Jerusalén" y de la Ley de Dios, de la Alianza.
Ahora, "junto a los canales de Babilonia", echan de menos los cantos de Sion y piden
a Dios que termine con sus enemigos.

San Pablo, consciente del pecado al que todos somos propensos, destaca la fuerza
del amor de Dios que supera nuestro pecado y nos salva: "por el gran amor con que
nos amó", "nos ha hecho vivir con Cristo".

Para expresar lo que nos sucede a los que nos incorporamos a Cristo, Pablo tiene que
inventar neologismos: "con-vivir, con-resucitar, con-sentarse a la derecha de Dios"
junto con Cristo.

Todo es don gratuito de Dios, que espera de nosotros fe y buenas obras. Así, la lectura
de Pablo nos prepara para escuchar el evangelio, que también insiste en este amor
gratuito de Dios para con nosotros pecadores.

En el evangelio de san Juan leemos hoy la segunda parte del diálogo de Jesús con
Nicodemo, que ya no es tanto diálogo, sino monólogo teológico en labios de Jesús.

Después de haber hecho las afirmaciones que apuntan a la "iniciación" en el Reino y


la fe en Cristo Jesús, que nos hace nacer de nuevo "por el agua y el Espíritu", Jesús
recuerda la imagen de la serpiente que Moisés levantó en el desierto y que, para los
que la miraban con fe, producía la curación.

Se centra todo el discurso -la catequesis- del Maestro en el amor que Dios tiene a la
humanidad, y que se ha mostrado sobre todo al enviarles a su propio Hijo, para que
se salven todos los que creen en él.

2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a


la comunidad?

Ya a mitad de la Cuaresma nuestro camino de conversión ha venido avanzando y,


aunque débiles y vulnerables como los israelitas, estamos decididos a continuar
experimentando el amor de Dios que acompaña, fortalece y nos invita a cambiar de
vida.

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La primera lectura hace una descripción que puede ser también la nuestra. A pesar
de la elección y de los dones de Dios, y de los profetas que sigue enviando para ense-
ñanza nuestra, y, sobre todo, a pesar de habernos dado como Maestro y Salvador a su
propio Hijo, seguimos claramente en déficit respecto a la Nueva Alianza que él nos
ha ofrecido. Parece que nosotros hemos hecho una elección por las tinieblas y no
por la luz, porque no alcanzamos a admitir en nuestra existencia la luz de Cristo y
seguimos inclinados por lo efímero, superficial y por una mentalidad de pecado que
ejerce sobre nosotros una fuerza avasalladora.

El tiempo litúrgico de la Cuaresma es tiempo de evaluación, de camino espiritual, de


autocrítica sincera, de conversión. A la luz de ese Cristo que camina hacia su entrega
total en la cruz, sus seguidores nos tenemos que plantear si nuestra vida va respon-
diendo a ese amor de Dios manifestado en Cristo Jesús o hemos caído en una inercia
espiritual que hace peligrar que la Pascua de este año 2021 sea una Pascua prove-
chosa para nuestro crecimiento en la fe.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Esta frase de Jesús, que se
puede considerar como centro y síntesis del evangelio de Juan nos da la clave para
hacer las opciones que debemos hacer en esta Cuaresma: no al pecado, si a la gracia
de Dios; no a la vida de oscuridad, si a la vida eterna; no a la esclavitud, si al amor de
Dios que libera.

Sobre todo, es en el NT cuando experimentamos este amor de una manera más pro-
funda. San Pablo nos dice que "Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que
nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo".

Este amor de Dios es totalmente gratuito, no lo habíamos merecido: "por pura gracia
estamos salvados", "así muestra en todos los tiempos la inmensa riqueza de su
gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús", "no se debe a ustedes, sino que
es un don de Dios".

3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?

En Cuaresma somos invitados a confiar en la misericordia de Dios y a reconciliarnos


con él. Como a Israel, se nos presenta el camino para volver del pecado a la Alianza y
reedificar los valores que habíamos perdido. Cada uno sabrá qué tiene que reedificar
en su vida, de qué pecados tiene que convertirse, qué valores tiene que recuperar.

Por eso hemos depositado hoy nuestra atención en la frase: “Tanto amó Dios al
mundo que entregó a su Hijo único”. Esta palabra, que es el núcleo del Evangelio, pro-

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duce una fuerte sacudida en nuestro interior. Desafía a nuestra tristeza individualista
que pretende guardar la vida para salvarla, olvidando que guardar es perder y entre-
gar es ganar. Invita a gozar de la dulce alegría de su amor; de su fuente nacen las
alegrías más verdaderas. La entrega de Jesús nos hace palpitar por el deseo de hacer
el bien, nos empuja a correr el riesgo de compartir gratuitamente esta alegría. La
mirada contemplativa al amor entregado de Jesús nos lleva a superar la exclusión; los
demás no son una amenaza a nuestra alegría, sino su fuente. ¡Qué alegría saber que
muchos dan la vida por amor, y que lo hacen inspirados por la presencia de Jesús! En
cada persona que se entrega resuena para nosotros el primer anuncio: ‘Jesús te ama,
dio la vida para salvarte, para iluminarte, para fortalecer.

Monición introductoria de la Misa

Queridos hermanos nos estamos acercando a la gran fiesta de la Pascua, y por eso la
Iglesia reflexiona en el gran amor que Dios nos tiene. Él amó al mundo hasta el extre-
mo de entregar a su Hijo Único, con el fin que todos nos salváramos. Respondamos
con fe, con entrega y oración al celebrar este gran acto de amor, la Eucaristía: sacrifi-
cio y banquete. Bienvenidos.

Monición a la Liturgia de la Palabra

La Palabra de Dios nos hace conscientes de que todos somos propensos al pecado y
nos invita de manera especial a destacar la fuerza del amor de Dios que es capaz de
superar nuestra condición de fragilidad. Atentos escuchemos este mensaje.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: Oremos a Dios Padre. Él es rico en misericordia y nos muestra su amor


en Cristo Jesús. Digamos:

R. Escúchanos, Dios de amor

1. Por la Iglesia, en su avance por el desierto de la Cuaresma hacia la luz de la


Pascua. Roguemos al Señor.
2. Por los gobernantes para sean reflejo del amor de Dios. Roguemos al Señor.
3. Por los que se alejan del amor de Cristo a causa del mal ejemplo de sus herma-
nos cristianos. Roguemos al Señor.
4. Por los que, sin fe, presumen salvarse por sí mismos con sus obras. Roguemos
al Señor.
5. Por nosotros, que fijamos nuestros ojos en Cristo, luz del mundo, y queremos

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realizar la verdad con nuestras obras, hechas según Dios. Roguemos al Señor.

Oración conclusiva

Señor, Dios nuestro,


que no quieres que nadie perezca,
sino que todos se conviertan
y tengan vida eterna;
escucha nuestras súplicas.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA


Marzo 21

Primera Lectura: Jr 31,31-34


Salmo: 51(50),3-4.12-13.14-15 (R. 12a)
Segunda Lectura: Hb 5,7-9
Evangelio: Jn 12,20-33

Introducción

Estas son algunas ideas que emergen de los textos en consideración:

• La vida que brota a partir de la muerte.


• Una nueva alianza que nos anuncia el profeta Jeremías
• El dolor y el sufrimiento.

1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

Hoy las lecturas se relacionan de manera muy especial. Mientras que para los hom-
bres el orden habitual de los conceptos es vida-muerte, en Jesucristo es al revés:
muerte-vida. De estas dos realidades y de su relación nos habla la liturgia. Es necesa-
rio que el grano de trigo muera para que reviva y dé fruto, es necesario perder la vida
para vivir eternamente (Evangelio). Jesús, sometiéndose en obediencia filial a la

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muerte vive ahora como Sumo Sacerdote que intercede por nosotros ante Dios
(segunda lectura). En la muerte de Jesús que torna a la vida y da la vida al hombre se
realiza la nueva alianza, ya no sellada con sangre de animales sino escrita en el cora-
zón, y, por lo tanto, espiritual y eterna (primera lectura).

Estamos a escasas dos semanas de celebrar el corazón de la vida cristiana: La pascua.


Por eso las lecturas de hoy nos ayudan a recordar la muerte y resurrección de Cristo
Jesús.

Bien interesante que la oración colecta de hoy pide a Dios “que vivamos siempre de
aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del
mundo”. Nosotros como discípulos del Señor, queremos unirnos a él en ese camino
hacia la hora de su glorificación, que incluye la cruz y la nueva vida.

¿Cuál es la alianza nueva de la que nos habla el profeta Jeremías? Es una alianza pro-
funda e interior. Aquí el profeta resume toda la experiencia de su vida íntima y toda
la enseñanza de la historia: “Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones;
yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”.

Tres expresiones del salmo 51(50) ayudan a entender la nueva alianza de la cual nos
habla el profeta: “Oh Dios, crea en mí un corazón puro”, renuévame por dentro”, “de-
vuélveme la alegría de tu salvación”.

El autor de la carta a los Hebreos nos presenta un Mediador, un Sacerdote que sabe
lo que es dolor y el sufrimiento: "a gritos y con lágrimas presentó oraciones y súplicas
al que podía salvarlo de la muerte". Y por su obediencia, "se convirtió en autor de
salvación eterna".

En el evangelio de San Juan Jesús nos va dando las claves para entender su muerte
y resurrección y lo hace con una metáfora de la vida del campo: “si el grano de trigo
no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”.

2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a


la comunidad?

Estamos ya próximos a vivir la Semana Santa y hoy las lecturas nos presentan a Jesús
que camina con admirable fortaleza a vivir su “hora” decisiva, en la que por solidari-
dad con los hombres se dispone a cumplir el proyecto salvador de Dios.

Esta es la hora de Jesús y los evangelistas nos hablan de sus momentos de tristeza y

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miedo en el Huerto. También el evangelio de hoy se puede decir que refleja otro mo-
mento, anterior al de Getsemaní, en que Jesús confiesa con emoción: "mi alma está
agitada", y nos dice que lo primero que se le ocurre pedir es: "Padre, líbrame de esta
hora". Aunque en seguida triunfa su obediencia: "pero si por eso he venido, para esta
hora: Padre, glorifica tu nombre". Ya sabemos qué significa para Jesús esa "hora" y
esa "glorificación".

Esta es la hora de Jesús porque Jesús no caminó hacia la muerte como un héroe o
un superhombre, con la mirada iluminada e impasible, sino que "a gritos y con lágri-
mas presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte". Y añade la sor-
prendente observación de que "en su angustia fue escuchado", y que "a pesar de ser
Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer". Por eso fue constituido salvador de la humani-
dad. Fue escuchado, no porque Dios le liberó de la muerte "antes" de sufrirla, sino
"después", con la resurrección.

Esta es la hora de Jesús porque asumió con seriedad su papel de redentor. Tenemos
un Sumo Sacerdote que ha experimentado en su propia carne toda la debilidad y el
dolor del camino pascual. Eso nos da la convicción de que el dolor o el sufrimiento o
la muerte no son la última palabra. El amor total, hasta la muerte, de Cristo, fue enor-
memente fecundo, como la muerte del grano de trigo en tierra.

3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?

En cada Eucaristía, cuando celebramos el memorial de la muerte salvadora de Cristo,


participamos de la fuerza salvadora de la Nueva Alianza que él selló entre Dios y la
humanidad en su cruz: "esta es la Sangre de la Alianza nueva y eterna, derramada
por ustedes y por todos".

En estos días vamos a seguir muy de cerca al Señor en su pasión. No nos podemos
extrañar que también nuestro camino incluya a veces momentos de dolor y de
miedo. De ahí la necesidad de elevar súplicas con gritos y con lágrimas a Dios, para
que nos ayude en nuestros momentos de crisis. Lo que sí es seguro que tenemos
experiencia de que ser buenos cristianos, y seguir las huellas de Cristo con el estilo de
vida que nos enseñó, no es nada fácil.

A todos nos apetece más la salud, el triunfo, el éxito y los honores que la renuncia o
el sacrificio o el fracaso. Cristo nos ha enseñado que el mundo se salva no con alardes
de poder, sino por medio de la cruz, que en este mundo nuestro no tiene ciertamen-
te buena prensa ni popularidad.

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El mundo de hoy nos ofrece otros caminos, que son más apetecibles, pero que no
conducen a la salvación. Nuestra vocación cristiana nos ofrece muchos momentos
de lucha contra el mal, el mal dentro de nosotros y el mal del mundo. El mejor fruto
que podemos anhelar de próxima Pascua es que Dios nos conceda eso que pedía-
mos en el salmo: "Oh Dios, crea en mí un corazón nuevo", para que nos comprometa-
mos con un estilo de vida coherente, alejados de la rutina, el formalismo y podamos
seguir con autenticidad las palabras del Señor.

Monición introductoria de la Misa

Hoy celebramos el Quinto Domingo de Cuaresma. En los días previos se nos ha invi-
tado a la conversión, camino a un encuentro con Cristo. El tiempo apremia; ya esta-
mos en la antesala de la Semana Santa y el Señor hoy nos exhorta a que meditemos
detenidamente en su promesa de ofrecerte una vida nueva más allá de esta vida
temporal. Bienvenidos a la celebración eucarística.

Monición a la Liturgia de la Palabra

Las lecturas de hoy nos recuerdan la inminencia de esa celebración central: la


muerte y la resurrección de Cristo Jesús. Abramos nuestro corazón y entendimiento
para que esta Palabra produzca frutos abundantes en nuestra comunidad.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: Oremos a Dios Padre, por Jesucristo su Hijo, autor de salvación eterna.
Unámonos con fe diciendo:

R. Señor de la vida, escúchanos

1. Por la Iglesia, que ha recibido la misión de anunciar al que es la resurrección y


la vida. Roguemos al Señor.
2. Por los que viven su vida disminuida, en condiciones deplorables: los que care-
cen de lo necesario, los enfermos, los drogadictos; los presos y condenados a
trabajos forzados; los que son víctimas del odio, del miedo y la represión; los que
están desesperados. Roguemos al Señor.
3. Por los responsables de tantos crímenes; por los que, llevados del odio y la ven-
ganza, dan muerte en su corazón al prójimo. Roguemos al Señor.
4. Por los médicos y todos los hombres de ciencia que trabajan por prolongar la
vida. Roguemos al Señor.
5. Por los que entregan su vida por amor a los demás. Roguemos al Señor

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Oración conclusiva

Dios, Padre nuestro,


que salvaste a tu Hijo de la muerte,
escucha la oración que te presentamos,
como él, en los días de nuestra vida mortal.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén

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