Religious Behaviour And Experience">
Miércoles de Ceniza-Cuaresma 2021
Miércoles de Ceniza-Cuaresma 2021
Miércoles de Ceniza-Cuaresma 2021
Igualmente, invita a tener presente que en estos casos se cuenta con la posibilidad
de celebrar algunas partes de la Liturgia de las Horas y la celebración de la Palabra
de Dios.
Por tal motivo, el Departamento de Liturgia ofrece, en este momento presente, dos
modos de encuentro de las familias con el Señor, que se pueden emplear según la
necesidad pastoral:
01
I. Las Laudes y las Vísperas
02
Miércoles de Ceniza
y tiempo de cuaresma
año 2021
«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén…» Mateo 20,18
03
I. Celebración de la Palabra de Dios
con imposición de la Santa Ceniza
En un lugar digno junto a la sede se dispone la Ceniza previamente Bendecida por
el Párroco. Recordar el uso permanente del tapaboca y los protocolos
recomendados.
RITOS INICIALES
Todos responden
Amén
Todos responden
Y con tu espíritu
Monición
Queridos hermanos:
La fe nos enseña que Dios es perdón y misericordia y que ofrece cuantos acuden
a su bondad la oportunidad de reconocer su pecado y acudir, con confianza y ale-
gría, al que puede renovar el corazón.
Volvamos a escuchar la voz del Señor: “Conviértanse, porque está cerca el Reino
de los Cielos” (Mateo 4, 17).
04
Todos oran en silencio por un momento. Seguidamente, el que dirige la celebración,
sin extender las manos, dice la oración1:
Todos responden
Amén
LITURGIA DE LA PALABRA
El lector de la primera lectura, si ha sido posible tener la Sagrada Biblia, la toma con
respeto, abre y lee el texto correspondiente, mientras los demás están sentados.
Primera Lectura
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 5,20;6,2
HERMANOS:
Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio
de nosotros. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros
llegáramos a ser justicia de Dios en él.
Y como cooperadores suyos, los exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios.
Pues dice:
«En el tiempo favorable te escuché,
en el día de la salvación te ayudé».
Pues miren: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.
Todos aclaman
Te alabamos, Señor
05
El salmista proclama el salmo y los presentes intercalan la debida respuesta
Salmo 50
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi
pecado tu vista, borra en mí toda culpa. R.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no
me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.
Señor, por tu bondad, favorece a Sion, reconstruye las murallas de Jerusalén: enton-
ces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmo-
larán novillos. R.
Canto interleccional
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuiden de no practicar su justicia delan-
te de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendrán recompensa de
06
su Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta
ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados
por la gente; en verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio,
cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu
limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ores, no seas como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sina-
gogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad les
digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu
cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en
lo secreto, te lo recompensará. Cuando ayunes, no pongas cara triste, como los hipó-
critas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad
les digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la
cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que
está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
Todos aclaman
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión2
La ceniza nos recuerda el trayecto de nuestra existencia: del polvo a la vida. Somos
polvo, tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios, nos converti-
mos en una maravilla. Y, aun así, especialmente en las dificultades y la soledad, sola-
mente vemos nuestro polvo. Pero el Señor nos anima: lo poco que somos tiene un valor
infinito a sus ojos. Ánimo, nacimos para ser amados, nacimos para ser hijos de Dios.
La ceniza que nos imponen en nuestras cabezas sacude los pensamientos que
tenemos en la mente. Nos recuerda que nosotros, hijos de Dios, no podemos vivir
para ir tras el polvo que se desvanece […] vivimos para realizar el sueño de Dios, para
2 Cfr. Papa Francisco. (2020, 26 febrero). Homilía Santa Misa, bendición e imposición de la ceniza.
07
amar. La ceniza se posa sobre nuestras cabezas para que el fuego del amor se
encienda en los corazones […].
El abrazo del Padre en la confesión nos renueva por dentro, limpia nuestro corazón.
Dejémonos reconciliar para vivir como hijos amados, como pecadores perdonados,
como enfermos sanados, como caminantes acompañados. Dejémonos amar para
amar. Dejémonos levantar para caminar hacia la meta, la Pascua. Tendremos la ale-
gría de descubrir que Dios nos resucita de nuestras cenizas.
08
1. Oremos por la Iglesia que inicia este camino de cuaresma, para que encontran-
do en la oración la luz de Cristo, se ilumine el sendero de quienes se encuentran
desorientados del amor a Dios. Oremos al Señor.
2. Oremos por el papa Francisco, para que siga siendo un testigo de los dones de
la misericordia, y así, toda la Iglesia busque el camino del encuentro con Cristo
en la cruz de nuestra redención. Oremos al Señor.
3. Oremos por los gobernantes de nuestras naciones, para que depongan sus
intereses individuales y se preocupen por trabajar en pro del bien común como
meta de la dignificación de los seres humanos. Oremos al Señor.
4. Oremos por nuestra comunidad de fe para que entre todos seamos sensibles
ante el dolor y sufrimiento de aquellos que en nuestro entorno claman por la
justicia, la paz y la reconciliación. Oremos al Señor.
5. Oremos por todos los que al iniciar este camino cuaresmal se han propuesto
vivir un itinerario espiritual ayudados por la oración, el ayuno y la limosna, para
que en este tiempo de gracia encuentren el sendero del amor a Dios en sus her-
manos. Oremos al Señor.
Oración dominical
Digamos ahora juntos las palabras que Jesús nos enseñó
Padre nuestro...
IMPOSICIÓN DE LA CENIZA
Todos responden
Amén
09
El que preside se dirige a los presentes, diciendo una sola vez «Convertíos y creed en
el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás».
Luego, el que preside se limpia las manos y se pone el tapaboca, después impone
la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acerca a cuantos están de
pie en su lugar. El que preside toma la ceniza y la deja caer sobre la cabeza de cada
uno, sin decir nada.3
Luego se impone la ceniza, y a medida que la van recibiendo los fieles se recitan
algunos salmos penitenciales como los que se sugieren más adelante.
RITO DE CONCLUSIÓN
Todos responden
Amén
Todos responden
Amén
3 Cfr. Robert Card. Sarah, Prefecto. (2021, 12 enero). Nota sobre el miércoles de ceniza. Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
10
SALMO 102, 1-4. 8-9. 11-12
SALMO 142
11
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca. R.
SALMO 129
DESDE LO HONDO
12
II. Celebremos en Familia el Inicio
de la Cuaresma, Miércoles de Ceniza
RITOS INICIALES
Todos dicen
Por tus profundas llagas crueles / Por tus salivas y por tus hieles / Perdónale Señor
Por tus heridas de pies y manos / Por los azotes tan inhumanos / Perdónale Señor
13
Todos se santiguan diciendo
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo
Todos responden
Amén
Saludo
Todos responden
Bendito seas por siempre, Señor
Monición
Todos responden
Amén
14
LITURGIA DE LA PALABRA
El que va a leer el Evangelio, toma la Sagrada Biblia y, omitiendo el saludo, dice solamente
Escuchen, hermanos, el santo Evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18)
Todos aclaman
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión
4 Cfr. Papa Francisco. (2020, 26 febrero). Santa Misa, bendición e imposición de la ceniza.
15
La ceniza nos recuerda el trayecto de nuestra existencia: del polvo a la vida. Somos
polvo, tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios, nos converti-
mos en una maravilla. Y, aun así, especialmente en las dificultades y la soledad, sola-
mente vemos nuestro polvo. Pero el Señor nos anima: lo poco que somos tiene un valor
infinito a sus ojos. Ánimo, nacimos para ser amados, nacimos para ser hijos de Dios.
La ceniza que nos imponen en nuestras cabezas sacude los pensamientos que tene-
mos en la mente. Nos recuerda que nosotros, hijos de Dios, no podemos vivir para ir
tras el polvo que se desvanece […] vivimos para realizar el sueño de Dios, para amar.
La ceniza se posa sobre nuestras cabezas para que el fuego del amor se encienda en
los corazones […].
16
dores perdonados, como enfermos sanados, como caminantes acompañados. Dejé-
monos amar para amar.
Acto Penitencial
(si no se tiene ceniza, se agrega: La ceniza no será impuesta sobre nuestra cabeza,
pero nuestro corazón se dirige a Dios con fe).
Pidamos perdón de nuestros pecados y confiémonos a la misericordia de Dios
Padre.
Salmo 50
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi
pecado tu vista, borra en mí toda culpa. R.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no
me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.
17
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no
lo desprecias. R.
Señor, por tu bondad, favorece a Sion, reconstruye las murallas de Jerusalén: enton-
ces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmola-
rán novillos. R.
Oración de Fieles
1. Oremos por la Iglesia que inicia este camino de cuaresma, para que
encontrando en la oración la luz de Cristo, se ilumine el sendero de quienes
se encuentran desorientados del amor a Dios. Oremos al Señor.
2. Oremos por el papa Francisco, para que siga siendo un testigo de los
dones de la misericordia, y así, toda la Iglesia busque el camino del encuen-
tro con Cristo en la cruz de nuestra redención. Oremos al Señor.
4. Oremos por nuestra comunidad de fe para que entre todos seamos sensi-
bles ante el dolor y sufrimiento de aquellos que en nuestro entorno claman
por la justicia, la paz y la reconciliación. Oremos al Señor.
5. Oremos por todos los que al iniciar este camino cuaresmal se han pro-
puesto vivir un itinerario espiritual ayudados por la oración, el ayuno y la
limosna, para que en este tiempo de gracia encuentren el sendero del amor
a Dios en sus hermanos. Oremos al Señor.
El que dirige dice
Escucha, Dios de amor y misericordia,
las súplicas de tu pueblo en camino cuaresmal.
Por Jesucristo nuestro Señor.
18
Todos responden
Amén
Oración dominical
R. Amén.
El que dirige
Acerquémonos, pues a la gracia de este signo a través del cual el Señor nos invita a
la conversión.
Luego, otro de los presentes coloca la ceniza al que dirige y, éste a todos los de la
familia. En caso de que no se tenga la ceniza bendecida, tomar la preparada en casa
y colocarla a los presentes.
RITODE
RITO DECONCL
CONCLUSIÓN
Todos responden
Amén.
19
Finalmente, el que dirige la celebración, invoca la bendición de Dios y, junto
con todos, se santigua, diciendo
El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna
Todos responden
Amén
20
III. Predicación Orante de la Palabra,
Moniciones y Oración de fieles5
MIÉRCOLES DE CENIZA
Febrero 17
Introducción
21
lograr la conversión es el reconocimiento de la fragilidad y el pecado personal. Así
que, quien recita esta plegaria está dispuesto a dejar a Dios obrar en su corazón para
que la misericordia sea el estandarte en el camino de su santidad.
La predicación de Jesús sobre el reinado de Dios está arraigada en una llamada per-
manente a la conversión. Él no ha venido a llamar a los justos, buenos, santos, sino a
los pecadores y desviados del camino. En consonancia con el anuncio del Reino, la
invitación a la conversión implica un arrepentimiento como muestra del interés por
realizar un cambio de sentir, pensar y hacer. Por esto, convertirse es un don de Dios
para todo el que acepta seguir el camino de su Salvador.
22
La apariencia no es observada por Dios, lo que él valora y recompensa es el espacio
que se le abra en el corazón, pues de allí es de donde salen todas las cosas que digni-
fican al hombre y la mujer. La insistencia de Jesús es a una vida en el Espíritu, en
donde el acento está puesto en las diversas sentencias a vivir una conversión perso-
nal con consecuencias comunitarias. De allí que Mateo subraye en el discurso de
Jesús el singular «Tú en cambio». La bina «acción – recompensa» puede llegar a ser
una relación interesada del ser humano que espera el pago de Dios por su buen
comportamiento, esto puede ser un reduccionismo de aquello que Jesús quiere en
verdad y es que las obras muestren la fe en él y creyendo la comunidad salga de la
hipocresía del templo y el discípulo se concentre más en la honestidad y coherencia
entre los actos y la fe.
En consonancia con el mensaje del evangelio para este miércoles de ceniza, el profe-
ta Joel y al apóstol Pablo, les hablan a sus comunidades sobre la gracia que viene de
Dios por medio de la conversión y la reconciliación. Las actitudes propias de la cua-
resma iluminadas por el mensaje de la Palabra de Dios son el alimento espiritual del
caminante cuaresmal. De modo que, al ayuno, la oración y la limosna, tanto el profe-
ta como el apóstol le proponen al creyente un camino lleno de la bondad, misericor-
dia y justicia divina en este tiempo denominado «favorable» para procurarse un paso
más en el peldaño de la escalera a la santidad.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
En el encuentro con Cristo, una de las características más auténticas del ser cristiano
es el vivir en constante camino. Los apóstoles fueron los primeros testigos de las hue-
llas que Jesús les trazó, por ello uno de los primeros adjetivos atribuidos a los segui-
dores del Maestro fue el de «seguidores del camino». De aquí se puede deducir que
el cristiano para mantenerse vivo está en permanente camino. La Palabra de Dios en
esta conmemoración del miércoles de ceniza anima, impulsa y presenta el itinerario
que Dios ha preparado para sus hijos. Este se realiza por medio de una idea clara que
se convierte en vida, siempre y cuando, se quiera realizar el camino de la conversión.
Por ello la ruta a la que esta cuaresma incita es a dejar a Dios entrar en lo más profun-
23
do de nuestro ser, para que sea él quien transforme la dureza del corazón, en accio-
nes de bondad, misericordia y compasión como se canta en el salmo del miserere.
1. Oremos por la Iglesia que inicia este camino de cuaresma, para que encontran-
do en la oración la luz de Cristo, se ilumine el sendero de quienes se encuentran
desorientados del amor a Dios. Oremos al Señor.
2. Oremos por el papa Francisco, para que siga siendo un testigo de los dones de
la misericordia, y así, toda la Iglesia busque el camino del encuentro con Cristo en
la cruz de nuestra redención. Oremos al Señor.
3. Oremos por los gobernantes de nuestras naciones, para que depongan sus
intereses individuales y se preocupen por trabajar en pro del bien común como
meta de la dignificación de los seres humanos. Oremos al Señor.
4. Oremos por nuestra comunidad de fe para que entre todos seamos sensibles
ante el dolor y sufrimiento de aquellos que en nuestro entorno claman por la
justicia, la paz y la reconciliación. Oremos al Señor.
5. Oremos por todos los que al iniciar este camino cuaresmal se han propuesto
vivir un itinerario espiritual ayudados por la oración, el ayuno y la limosna, para
que en este tiempo de gracia encuentren el sendero del amor a Dios en sus her-
manos. Oremos al Señor.
24
Oración conclusiva
R. Amén
Introducción
De la Palabra divina que se nos ofrece para nuestra oración podemos entresacar los
siguientes temas:
La obra más excelsa de la creación es el ser humano, al insuflar Dios su aliento de vida
en Adán se abre un capítulo que nada, ni nadie, podrá borrar del libro de la vida. Ese
capítulo se podría llamar «el testamento de amor de Dios por la humanidad». Esta
25
puede ser la idea central del texto de la primera lectura, tomada del libro del Génesis.
En este relato Dios pacta una alianza con la humanidad, representada en Noé y sus
hijos, para que no vuelva un diluvio de agua sobre la tierra. Esta promesa se extiende
sobre todo aquello que la humanidad cree y realice, pues Dios no olvida de dónde ha
salido su obra, su creación. El texto del Génesis es un relato que, por medio de la
alianza, todo lo que sale del arca va a tener un privilegio en la creación. De allí que, el
mismo texto lo recalque aseverando que «la señal de la alianza es con todo ser que
pise la tierra».
El apóstol Pedro en su primera carta hace eco al texto del Génesis referido al diluvio.
Sin embargo, Pedro anuncia que la renovación de la alianza se da por medio del bau-
tismo, como una gracia abundante representada en la salvación. De esta forma el
apóstol recuerda la importancia de considerar cómo Cristo es quien ha venido a
salvar al ser humano, por medio de una nueva y definitiva alianza sellada en el bau-
tismo. En la cruz Cristo redime al mundo, y en el bautismo él incorpora por medio del
Espíritu Santo al bautizado en una nueva vida. Así la prefiguración del diluvio le abre
las puertas al creyente a una salvación definitiva que lo convierte en otro Cristo.
El relato del evangelio de Marcos en este contexto de cuaresma contiene tres ele-
mentos que se convierten en un itinerario completo de preparación a una vida en el
espíritu. El primero elemento fundamental en la preparación a una vida más plena
en Dios es el ser empujado al desierto. Para toda la tradición judeo/cristiana la evoca-
ción del desierto es importante porque ha sido allí donde Dios ha guiado a su pueblo,
de tal manera que cuando el evangelio de Marcos subraya que es el Espíritu el que
conduce a Jesús al desierto, quiere indicar que, de nuevo, en el Hijo de Dios, se esta-
blece esa novedad de caminar hacia la libertad.
De tal modo que como Dios acompaña a su pueblo en la travesía del desierto, en
Jesús el cristiano encuentra un ejemplo en la salida de la esclavitud, del pecado, a la
liberación que el mismo Cristo es. El desierto no es más un lugar hostil, en el Nuevo
Testamento, es el espacio de encuentro con la debilidad que solo puede ser fortaleci-
da en Cristo que vence todos los obstáculos presentes en la aridez, rudeza e incle-
mencia del desierto, por ello este, es ahora camino de prueba y resistencia para el
cristiano.
El segundo elemento presente en el texto del evangelio de este domingo está repre-
sentado por las tentaciones a las que fue sometido Jesús. En el contexto del Nuevo
Testamento las tentaciones son reveses, persecuciones o pruebas para determinar la
medida de fidelidad a Dios del que es tentado. Por tanto, cuando Jesús sobrepasa la
prueba en el desierto, durante cuarenta días, demuestra la fidelidad más grande a su
26
Padre, y al mismo tiempo, presenta el itinerario para que sus discípulos sigan el
camino, en medio de las dificultades.
Por tanto, la palabra del Señor en este domingo invita a todos los creyentes a dispo-
nerse a entrar en el desierto de la cuaresma por cuarenta días. Para ello el cristiano
debe prepararse para la prueba y la mejor forma de hacerlo es cultivando una vida
en el espíritu que se logra por medio de la oración, la penitencia y la caridad. Sin em-
27
bargo, los ambientes social y cultural nos pueden tender trampas, tales como el con-
sumismo, “y las apariencias de lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superfi-
cial, lo provisorio (EG 62)”. De modo que somos tentados a que lo “real le ceda el lugar
a la apariencia”, advierte el papa Francisco.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Que cada día sea una oportunidad de renovar la vida en el amor. Para ello, la oración
sigue siendo un instrumento de comunicación directa con Dios, en donde las pala-
bras sean acalladas por el silencio de Dios hablando a los corazones contritos. Que la
penitencia siga siendo un ejercicio permanente de renuncia a todo aquello que
distrae las miradas de lo fundamental, y así se reconozca en el dolor y sufrimiento
humano, la presencia de Dios redimiendo el sufrimiento de sus hijos amados. Y que la
caridad sea la caricia de Dios para con los más vulnerables de nuestra sociedad, los
enfermos, presos, hambrientos, sedientos, migrantes, y toda aquella carne que clama.
28
Monición a la Liturgia de la Palabra
1. Oremos por la Iglesia, para que, al inicio de esta cuaresma, nos dispongamos a
caminar por el desierto espiritual, confiados en la compañía del Señor que ha
vencido las tentaciones. Oremos al Señor.
2. Oremos por el Papa Francisco, para que su testimonio de amor al Señor sea un
referente de crecimiento en la santidad de todos los que amamos a Dios en nues-
tros hermanos. Oremos al Señor.
3. Oremos por nuestros gobernantes, para que la sabiduría de Dios los acompañe
en las decisiones que toman en pro de la construcción de la justicia y el bien
común. Oremos al Señor.
4. Oremos por nuestra comunidad, para que todos nos fortalezcamos unos a
otros en este tiempo de gracia que Dios nos concede, y así, venzamos juntos las
tentaciones que no nos dejan reconocer al Señor en los más necesitados y vulne-
rables. Oremos al Señor.
5. Oremos por todas las mujeres y hombres que trabajan por la construcción de
la paz, para que las tentaciones de la violencia no les hagan desistir de su noble
propósito. Oremos al Señor.
Oración conclusiva
Dios de amor,
escucha estas plegarias que te dirigimos,
y aquellas que tenemos en el corazón.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén
29
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
Febrero 28
Introducción
Dios Padre, no perdonó su propio Hijo, a su Unigénito, para dárnoslo todo en él sin
reserva ninguna, por amor a nosotros.
Después de Pedro confesar su fe, a los 6 días, Jesús llevó consigo a tres de sus discípu-
los (Pedro, Santiago y Juan), como testigos según la ley (Dt. 19-15) a la montaña escogi-
da por él para dejar ver su gloria, que aún no era comprendida por los apóstoles. Todo
el acontecimiento desarrollado dentro del marco de una teofanía: resplandor y blan-
cura en su vestido como ninguna otra, personajes importantísimos para Israel (Moisés
y Elías), la nube que los envuelve, voz del Padre que invita a escuchar al Hijo amado,
miedo de los testigos y conversación con desatino por el mismo temor. Los discípulos
iniciaron la experiencia con Jesús y, al finalizar de ver y presenciar todo el aconteci-
miento, vuelven a quedarse solos, y allí el Maestro les pide tener silencio como princi-
30
pio de su pedagogía en este aprendizaje del sacrificio y la gloria. Se quedan sin enten-
der nada. Es necesario que todo esto sea explicado por la acción del Espíritu Santo, en
el corazón de los discípulos, todo se comprenderá en la pascua de Jesús.
Igualmente, invitados por Jesús subamos al monte de la transfiguración para que allí
él se nos revele, bien como la plenitud de toda esperanza, bien como plenitud de la
Ley y de los Profetas. No hay en otro tal certeza puesto que sólo en él está el esplen-
dor de la verdad.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
31
discípulos quién era verdaderamente Jesús, el portador del esplendor de la verdad, al
que había que escuchar porque es la plenitud de la ley, el esperado de los profetas.
Si Moisés, débil y tartamudo, luchó contra el Faraón y Elías contra Ajab y Jesabel,
siendo un humilde hombre que profetizaba por mandato de Dios. Jesús, el Hijo del
Padre, lucha contra el demonio príncipe de este mundo, cumpliendo así la voluntad
del Padre, para rescatar a los hombres del poder de las tinieblas, por el poder de su
resurrección.
Subamos ahora al Gólgota, como los tres testigos, para afirmar el hecho, y contem-
plemos la gloria del Crucificado que es nuestra salvación. José de Arimatea prestó,
en la tarde de aquel viernes, un sepulcro vacío y en la mañana del domingo quedó
nuevamente con un sepulcro vacío.
Hemos iniciado, hace pocos días, el camino cuaresmal y, hoy, somos invitados, como
Abraham y los tres discípulos, a subir a la montaña, para que desde allí el Señor nos
muestre su Gloria, manifestada en la entrega de su Hijo y en cada Eucaristía. Celebre-
mos con gozo nuestra fe.
Escuchemos la voz del Señor que nos invita a confiar en Él, a contemplar su gloria, en
su muy Hijo amado, que ni Él mismo se reservó, al contrario, lo ofreció hasta el sacrifi-
cio de la cruz. Escuchemos con atención y recogimiento.
Presidente: queridos hermanos, oremos a Dios Padre, que tanto nos ama y nos dio
a su único Hijo, para nuestra salvación. Digamos con fe:
1. Por la Iglesia: que, en sus ministros, el papa, los obispos, presbíteros y diáconos,
32
muestre en sus actividades pastorales el amor del Padre que tanto nos ama y nos
salva. Oremos.
2. Por todas las naciones de la tierra: para que los gobernantes de los pueblos más
ricos y poderosos se comprometan y garanticen el respeto de los más pobres y
débiles, creando conciencia en el valor de los derechos humanos. Oremos.
3. Por todos los que se encuentran cerrados a la verdad del evangelio: no quieren
o no pueden crecer en la fe, por no aceptar a Jesús como la luz, el camino, la
verdad y la vida. Oremos.
4. Por los pobres, marginados, enfermos y desamparados que no tienen ni pan ni
techo ni con que abrigarse, para que compartamos con ellos lo que tenemos, no
lo que nos sobra. Oremos.
5. Por esta asamblea litúrgica que marcha camino a la Pascua durante esta cua-
resma, para que descubra la presencia de Jesús en la Palabra que escucha y en la
fracción del pan de la Eucaristía. Oremos.
Oración conclusiva
Padre,
Porque tenemos la certeza de que tú siempre nos escuchas,
te confiamos nuestros deseos.
Por Jesucristo nuestro señor.
R. Amén
Introducción
Los textos bíblicos a nuestra consideración, en este domingo, nos invitan a conside-
rar con fe para discernir con esperanza:
33
• Los mandamientos de la ley de Dios, dados por Moisés, a los hijos de Israel, nos
coloca en relación armoniosa con Dios y con los hermanos, por ello son una ley
perfecta.
• A Jesús no se le predica ni con signos ni con los razonamientos del mundo, sino
con la sabiduría de la cruz.
• Jesús, es celoso en cumplir la voluntad del Padre en Él, como única víctima, ver-
dadera ofrenda y único templo.
Al enunciar en el libro del Éxodo los diez mandamientos, hay tres que están en rela-
ción perfecta con Dios y los otro siete en relación con los semejantes; todo ello para
enseñarnos a caminar en armonía con Dios y con los hermanos.
Esos mandatos son perfectos y alegran el alma del creyente, le proporcionan descan-
so, le iluminan los ojos, y son de gran valor como el oro y la miel.
El apóstol no predica a Jesús ni con signos para los judíos, ni con razonamientos filo-
sóficos para los griegos; a Jesús lo anuncia con la sabiduría de la cruz, que es nece-
dad y escandalo para unos, pero salvación para los creyentes.
Hoy en la presencia de Dios entendemos que cada vez es más urgente valorar el
decálogo, el cual iluminado por el mandamiento nuevo (Cfr. Jn 13, 34), nos hace posi-
ble vivir en la armonía y la paz cristiana que Jesús nos ha enseñado durante su minis-
terio público, comprendiendo así que estas leyes son palabras de vida eterna que
hacen dulce y amable la existencia de todos los que creemos (Cfr. Sl 18, 11).
34
za” ver el Crucificado, y por ello hay campañas en su contra; pero para los que cree-
mos en la Cruz, encontramos en ella sabiduría y fuerza de Dios que nos salva. Jesu-
cristo crucificado es la verdadera víctima, ya no hay cordero ni bueyes ni palomas, Él
es la verdadera ofrenda al Padre, Él es el verdadero templo que por la resurrección se
convierte en el único punto de referencia válido para el encuentro de Dios con los
hombres, y de los hombres con Dios. Nosotros también somos templos donde no se
puede ya tener ninguna clase de negocio. Al respecto nos decía el Papa Francisco:
“Es muy feo cuando la iglesia se “resbala” en este comportamiento y hace de la casa
de Dios un mercado, estas palabras nos ayudan a rechazar el peligro de hacer de
nuestra alma, que es la morada de Dios, un lugar de mercado, viviendo en la búsque-
da continua del propio beneficio, en lugar de buscar un amor generoso y solidario.
Esta enseñanza de Jesús es siempre actual, no solo para las comunidades eclesiales,
sino también para los individuos, las comunidades civiles y toda la sociedad” (Ánge-
lus, domingo III de cuaresma 2018)
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Jesús, ven ahora a nuestro corazón, haznos comprender la gracia de tu ley en esta
cuaresma, ven a nuestras comunidades y danos la humildad, la comprensión y la
capacidad de sacrificio de unos por otros.
Junto contigo somos el templo del Padre Celestial, que debemos cuidar y nadie
puede destruir, porque tu Padre es un Dios celoso que cuida de nosotros (Cfr. 1Cor 3,
17) por ello hemos de cuidar este templo, y no alejarnos del Padre, porque si él nos
deja, de inmediato se nos acercará el engañador. Padre, tú nos has hecho tu templo
y habitas en nosotros, no permitas que hagamos de este un lugar de negocio, permí-
tenos realizar siempre tu voluntad por la gracia de nuestro bautismo (Cfr. Cesareo de
Arles, discurso 229, 2: CCL 109, 905-907)
35
Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios sigue siendo hoy la que nos ilumina, la cruz la que nos fortalece
en el verdadero templo de nuestra fe. Escuchemos con atención y recogimiento.
Presidente: Confiando en tu palabra que nos fortalece, en tu cruz que nos redime,
ofrezcamos fervientemente a Dios nuestras súplicas y digámosle:
Oración conclusiva
Padre de amor,
que nos entregaste en tu Hijo al verdadero templo
y que desde Él elevamos nuestras súplicas,
atiende nuestras oraciones que presentamos con fe.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén
36
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA «Laetare»
Marzo 14
Introducción
El autor del libro de las Crónicas interpreta el gran desastre de la cautividad del
pueblo en Babilonia como castigo de sus pecados. Empezando por las clases diri-
gentes, los israelitas "multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abomi-
nables de los gentiles". Aunque Dios "tenía compasión de su pueblo" y les envió pro-
fetas que les avisaran, no les hicieron caso.
37
todas las puertas: una vez cumplido el tiempo debido, suscitó a un pagano, Ciro, rey
de Persia, que permitió que volvieran a Jerusalén los que quisieran.
El salmo 136 expresa muy bien los sentimientos que debieron tener, en tierra extran-
jera, los que todavía se "acordaban de Jerusalén" y de la Ley de Dios, de la Alianza.
Ahora, "junto a los canales de Babilonia", echan de menos los cantos de Sion y piden
a Dios que termine con sus enemigos.
San Pablo, consciente del pecado al que todos somos propensos, destaca la fuerza
del amor de Dios que supera nuestro pecado y nos salva: "por el gran amor con que
nos amó", "nos ha hecho vivir con Cristo".
Para expresar lo que nos sucede a los que nos incorporamos a Cristo, Pablo tiene que
inventar neologismos: "con-vivir, con-resucitar, con-sentarse a la derecha de Dios"
junto con Cristo.
Todo es don gratuito de Dios, que espera de nosotros fe y buenas obras. Así, la lectura
de Pablo nos prepara para escuchar el evangelio, que también insiste en este amor
gratuito de Dios para con nosotros pecadores.
En el evangelio de san Juan leemos hoy la segunda parte del diálogo de Jesús con
Nicodemo, que ya no es tanto diálogo, sino monólogo teológico en labios de Jesús.
Se centra todo el discurso -la catequesis- del Maestro en el amor que Dios tiene a la
humanidad, y que se ha mostrado sobre todo al enviarles a su propio Hijo, para que
se salven todos los que creen en él.
38
La primera lectura hace una descripción que puede ser también la nuestra. A pesar
de la elección y de los dones de Dios, y de los profetas que sigue enviando para ense-
ñanza nuestra, y, sobre todo, a pesar de habernos dado como Maestro y Salvador a su
propio Hijo, seguimos claramente en déficit respecto a la Nueva Alianza que él nos
ha ofrecido. Parece que nosotros hemos hecho una elección por las tinieblas y no
por la luz, porque no alcanzamos a admitir en nuestra existencia la luz de Cristo y
seguimos inclinados por lo efímero, superficial y por una mentalidad de pecado que
ejerce sobre nosotros una fuerza avasalladora.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Esta frase de Jesús, que se
puede considerar como centro y síntesis del evangelio de Juan nos da la clave para
hacer las opciones que debemos hacer en esta Cuaresma: no al pecado, si a la gracia
de Dios; no a la vida de oscuridad, si a la vida eterna; no a la esclavitud, si al amor de
Dios que libera.
Sobre todo, es en el NT cuando experimentamos este amor de una manera más pro-
funda. San Pablo nos dice que "Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que
nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo".
Este amor de Dios es totalmente gratuito, no lo habíamos merecido: "por pura gracia
estamos salvados", "así muestra en todos los tiempos la inmensa riqueza de su
gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús", "no se debe a ustedes, sino que
es un don de Dios".
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Por eso hemos depositado hoy nuestra atención en la frase: “Tanto amó Dios al
mundo que entregó a su Hijo único”. Esta palabra, que es el núcleo del Evangelio, pro-
39
duce una fuerte sacudida en nuestro interior. Desafía a nuestra tristeza individualista
que pretende guardar la vida para salvarla, olvidando que guardar es perder y entre-
gar es ganar. Invita a gozar de la dulce alegría de su amor; de su fuente nacen las
alegrías más verdaderas. La entrega de Jesús nos hace palpitar por el deseo de hacer
el bien, nos empuja a correr el riesgo de compartir gratuitamente esta alegría. La
mirada contemplativa al amor entregado de Jesús nos lleva a superar la exclusión; los
demás no son una amenaza a nuestra alegría, sino su fuente. ¡Qué alegría saber que
muchos dan la vida por amor, y que lo hacen inspirados por la presencia de Jesús! En
cada persona que se entrega resuena para nosotros el primer anuncio: ‘Jesús te ama,
dio la vida para salvarte, para iluminarte, para fortalecer.
Queridos hermanos nos estamos acercando a la gran fiesta de la Pascua, y por eso la
Iglesia reflexiona en el gran amor que Dios nos tiene. Él amó al mundo hasta el extre-
mo de entregar a su Hijo Único, con el fin que todos nos salváramos. Respondamos
con fe, con entrega y oración al celebrar este gran acto de amor, la Eucaristía: sacrifi-
cio y banquete. Bienvenidos.
La Palabra de Dios nos hace conscientes de que todos somos propensos al pecado y
nos invita de manera especial a destacar la fuerza del amor de Dios que es capaz de
superar nuestra condición de fragilidad. Atentos escuchemos este mensaje.
40
realizar la verdad con nuestras obras, hechas según Dios. Roguemos al Señor.
Oración conclusiva
R. Amén
Introducción
Hoy las lecturas se relacionan de manera muy especial. Mientras que para los hom-
bres el orden habitual de los conceptos es vida-muerte, en Jesucristo es al revés:
muerte-vida. De estas dos realidades y de su relación nos habla la liturgia. Es necesa-
rio que el grano de trigo muera para que reviva y dé fruto, es necesario perder la vida
para vivir eternamente (Evangelio). Jesús, sometiéndose en obediencia filial a la
41
muerte vive ahora como Sumo Sacerdote que intercede por nosotros ante Dios
(segunda lectura). En la muerte de Jesús que torna a la vida y da la vida al hombre se
realiza la nueva alianza, ya no sellada con sangre de animales sino escrita en el cora-
zón, y, por lo tanto, espiritual y eterna (primera lectura).
Bien interesante que la oración colecta de hoy pide a Dios “que vivamos siempre de
aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del
mundo”. Nosotros como discípulos del Señor, queremos unirnos a él en ese camino
hacia la hora de su glorificación, que incluye la cruz y la nueva vida.
¿Cuál es la alianza nueva de la que nos habla el profeta Jeremías? Es una alianza pro-
funda e interior. Aquí el profeta resume toda la experiencia de su vida íntima y toda
la enseñanza de la historia: “Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones;
yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”.
Tres expresiones del salmo 51(50) ayudan a entender la nueva alianza de la cual nos
habla el profeta: “Oh Dios, crea en mí un corazón puro”, renuévame por dentro”, “de-
vuélveme la alegría de tu salvación”.
El autor de la carta a los Hebreos nos presenta un Mediador, un Sacerdote que sabe
lo que es dolor y el sufrimiento: "a gritos y con lágrimas presentó oraciones y súplicas
al que podía salvarlo de la muerte". Y por su obediencia, "se convirtió en autor de
salvación eterna".
En el evangelio de San Juan Jesús nos va dando las claves para entender su muerte
y resurrección y lo hace con una metáfora de la vida del campo: “si el grano de trigo
no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”.
Estamos ya próximos a vivir la Semana Santa y hoy las lecturas nos presentan a Jesús
que camina con admirable fortaleza a vivir su “hora” decisiva, en la que por solidari-
dad con los hombres se dispone a cumplir el proyecto salvador de Dios.
Esta es la hora de Jesús y los evangelistas nos hablan de sus momentos de tristeza y
42
miedo en el Huerto. También el evangelio de hoy se puede decir que refleja otro mo-
mento, anterior al de Getsemaní, en que Jesús confiesa con emoción: "mi alma está
agitada", y nos dice que lo primero que se le ocurre pedir es: "Padre, líbrame de esta
hora". Aunque en seguida triunfa su obediencia: "pero si por eso he venido, para esta
hora: Padre, glorifica tu nombre". Ya sabemos qué significa para Jesús esa "hora" y
esa "glorificación".
Esta es la hora de Jesús porque Jesús no caminó hacia la muerte como un héroe o
un superhombre, con la mirada iluminada e impasible, sino que "a gritos y con lágri-
mas presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte". Y añade la sor-
prendente observación de que "en su angustia fue escuchado", y que "a pesar de ser
Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer". Por eso fue constituido salvador de la humani-
dad. Fue escuchado, no porque Dios le liberó de la muerte "antes" de sufrirla, sino
"después", con la resurrección.
Esta es la hora de Jesús porque asumió con seriedad su papel de redentor. Tenemos
un Sumo Sacerdote que ha experimentado en su propia carne toda la debilidad y el
dolor del camino pascual. Eso nos da la convicción de que el dolor o el sufrimiento o
la muerte no son la última palabra. El amor total, hasta la muerte, de Cristo, fue enor-
memente fecundo, como la muerte del grano de trigo en tierra.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor com-
promiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
En estos días vamos a seguir muy de cerca al Señor en su pasión. No nos podemos
extrañar que también nuestro camino incluya a veces momentos de dolor y de
miedo. De ahí la necesidad de elevar súplicas con gritos y con lágrimas a Dios, para
que nos ayude en nuestros momentos de crisis. Lo que sí es seguro que tenemos
experiencia de que ser buenos cristianos, y seguir las huellas de Cristo con el estilo de
vida que nos enseñó, no es nada fácil.
A todos nos apetece más la salud, el triunfo, el éxito y los honores que la renuncia o
el sacrificio o el fracaso. Cristo nos ha enseñado que el mundo se salva no con alardes
de poder, sino por medio de la cruz, que en este mundo nuestro no tiene ciertamen-
te buena prensa ni popularidad.
43
El mundo de hoy nos ofrece otros caminos, que son más apetecibles, pero que no
conducen a la salvación. Nuestra vocación cristiana nos ofrece muchos momentos
de lucha contra el mal, el mal dentro de nosotros y el mal del mundo. El mejor fruto
que podemos anhelar de próxima Pascua es que Dios nos conceda eso que pedía-
mos en el salmo: "Oh Dios, crea en mí un corazón nuevo", para que nos comprometa-
mos con un estilo de vida coherente, alejados de la rutina, el formalismo y podamos
seguir con autenticidad las palabras del Señor.
Hoy celebramos el Quinto Domingo de Cuaresma. En los días previos se nos ha invi-
tado a la conversión, camino a un encuentro con Cristo. El tiempo apremia; ya esta-
mos en la antesala de la Semana Santa y el Señor hoy nos exhorta a que meditemos
detenidamente en su promesa de ofrecerte una vida nueva más allá de esta vida
temporal. Bienvenidos a la celebración eucarística.
Presidente: Oremos a Dios Padre, por Jesucristo su Hijo, autor de salvación eterna.
Unámonos con fe diciendo:
44
Oración conclusiva
R. Amén
45