Semiotica Del Teatro Del Texto A La Puesta en Escena
Semiotica Del Teatro Del Texto A La Puesta en Escena
Semiotica Del Teatro Del Texto A La Puesta en Escena
TEATRO
Del texto a la puesta en escena
de Fernando DE TORO
INTRODUCCIÓN
Numerosos son los estudios que han aparecido desde los años '70 que tratan sobre
semiología teatral. Sin duda, podemos afirmar que a partir de los estudios de Anne
Ubersfeld, Patrice Pavis, Marco De Marinis, Franco Ruffini, Alessandro Serpieri, Keir
Elam y André Helbo, por citar sólo algunos, una semiología teatral se está
constituyendo definitivamente. Muchos son también los problemas con los cuales ha
tropezado el semiólogo debido la multiplicidad de enfoques posibles del fenómeno
teatral: el teatro como expresión verbal, como práctica escénica (decorado, personaje,
vestuario, etc.). La riqueza semiológica del objeto teatro es inmensa y de aquí la
necesidad de sistematizar cada uno de los niveles que lo integran. Su complejidad
esencial viene determinada por no tratarse, como otras prácticas artísticas, de un solo
sistema significante, sino de una multiplicidad de sistemas significantes que a su vez
operan doblemente: como práctica literaria y como práctica escénica. Al mismo tiempo
esta complejidad se ve aumentada por la naturaleza misma del objeto teatro: no sólo es
texto dramático sino también texto espectacular, presentando una dimensión "literaria"
y otra escénica: no se constituye solamente por componentes lingüísticos sino también
por componentes paralingüísticos.
Una pregunta surge de inmediato cuando pretendemos emprender una
sistematización global del fenómeno teatral: ¿en qué se diferencia la práctica teatral de
otras prácticas artísticas (espectaculares o literarias)? Responder a esta pregunta
implica enfrentarse con el problema de la especificidad del discurso teatral como
práctica significante. Es esto lo que intentamos hacer en los primeros cinco capítulos,
puesto que dan cuenta de su organización como sistema significante. Nos estamos
refiriendo al discurso teatral como expresión lingüística, como texto, como semiosis o
producción de sentido y como rercepción, al personaje como actante y como función
y no como sustancia ontológica. El capítulo final (VI) consiste de una reflexión
semiológica para historiar el teatro. Estas seis áreas estructuran el presente estudio, y
su elección, como ya lo señalábamos arriba, es dar cuenta, en los primeros cinco
capítulos, de los diversos niveles que especifican el fenómeno escénico. Desde ya
vemos que esta especifidad se encuentra situada en distintos niveles, los cuales
emergen de la pluri-codificación propia de la práctica escénica. A su vez, estos niveles
no los enfrentaremos solamente desde una perspectiva textual (el texto dramático
como texto literario) sino también y preferentemente, desde una perspectiva escénica.
Por ello, no intentaremos privilegiar el texto dramático o la puesta en escena, sino más
bien trabajar con ambos fenómenos, que, a nuestro ver, constituyen la esencia misma
del objeto-teatro.
1
CAPÍTULO I
EL DISCURSO TEATRAL
Auffi eft-il vrai que les Difcours qui s'y font, doivent être comme des
Actions de ceux qu'on y fait paroître; car là Parler, c'eft Agir. D'Aubignac,
La pratique du Thèâtre.
IA escriptor (D1)
ì
Discurso informante I
î
IB espectador (D2) / comediante (D2)
DEIXIS
deixis enunciativa (yo / tú)
deixis espacial (aquí / allí)
deixis temporal (hoy / ayer)
deixis social (idiolecto)
deixis demostrativa (este / aquel)
CUADRO II
Especificación del discurso teatral
discurso teatral discurso narrativo discurso poético
TÎ=TE®S TιTE ® S T Î* Æ T E* ® S*
Sit Î = Sit E > S + S’: Sit Î ¹ Sit E < S + S’ : Sit Î* Æ Sit E S + S’:
Sit Î (S + S’) Sit Î (S - S’) Sit Î* (S + S’)
CAPÍTULO II
TEXTO, TEXTO DRAMÁTICO, TEXTO
ESPECTACULAR
El texto deviene representación al perseguir una dirección potencial que no
estaba implícita de antemano, y por lo tanto oculta, pero que ahora se actualiza
de manera que parece inevitable. R. Hornby, Script into Performance.
intertexto
É Ê
intertexto histórico ò intertexto literario
ò intertextualidad ò
ò interna ò
intertextualidad ò intertextualidad
É Ê autotextualidad É Ê
general limitada general limitada
Ä Ã Ä Ã
externa externa
25
b) Concepción clásica
A la pregunta ¿que es un texto? Roland Barthes responde desde -una perspectiva
clásica (y luego semiológica): "Es la superficie fenomenal de la obra literaria" (...), “es
el tejido de palabras en lo posible únicas" (...), "es, en la obra, lo que suscita la garantía
de la cosa escrita, de la cual reúne las funciones de salvaguardia (",) por una parte, la
estabilidad, la permanencia de la inscripción, destinada a corregir la fragilidad y la
imprecisión de la memoria; por otra parte, es la legalidad de la letra, huella irrecusable,
indeleble, pensamiento total del texto que el autor de la obra ha intencionalmente
sobrepasado". Desde esta perspectiva el texto se concibe simplemente como la
permanencia del discurso en la escritura, sin tener el carácter de productividad inscrito
en la perspectiva semiología. Sin embargo, el texto es también permanencia y
productividad: es precisamente gracias a la permanencia -si se quiere, la escritura
depositada en la significancia- del texto que pueda haber productividad, puesto que
en suma la productividad es el trabajo de la lengua mas el espacio donde se reúnen el
productor del texto y el lector. Por ello, para nosotros, el texto es la superficie
fenomenal productiva, entendiendo esto como la fijación del discurso por la escritura.
Hacemos, pues, una clara y diferenciada distinción entre texto y discurso: por una
parte, el texto es el noema del discurso, lo inscrito, por otra parte, lo que se inscribe no
es el acto de lenguaje mismo como acontecer, sino el sentido del acto de lenguaje. Por
ello, mientras que el discurso nene un aparato enunciativo (la situación de enunciación,
contexto enunciativo, intención o acto perlocutorio, etc.), que refiere a esa situación y
ancla el sentido, el texto no tiene una situación de enunciación, esto es, la intención del
autor, el sentido del texto, el contexto etc., no coinciden: hay una división o una
separación entre el productor de ese discurso y el producto en relación al receptor,
mientras que en el discurso oral lo que se intenta significar y lo significado coinciden:
lo que significa el locutor- y el significado del discurso son uno, en relación con m
interlocutor (o alocutor). De esta forma el texto libera el sentido del anclare emisor o
escriptor. De aquí, nuevamente, la productividad del texto, ya que dicha liberación o
apertura textual involucra productivamente al receptor/productor que re-trabaja el
lenguaje de ese texto. Lo que marca una diferencia fundamental es la ausencia de
ostentación referencial en el texto, la cual no esta allí sino que se crea , en la lectura.
Según Paul Ricoeur, el aspecto -referencial juega un papel importante y fundamental
con respecto al texto: "Para mi, es el referente de toda la literatura; no ya el Wekt
proyectado por lasü :üeferencias no ostentativas de todo tegto -que hemos leido,
comprendido o amado”. Siguiendo a Ricoeur, podríamos establecer las siguientes
diferencias entre discurso y texto:
ÆréplicaÊ
plano textual unidades sucesivas
Ärégie È
ÆpersonajeÊ
plano escénico unidades discontinuas
ÄdecoradoÈ
Ætextual ð réplica ø
plano ø
Äescénico ð personaje ø ø
texto dramático
Ætextual ð régie ö ö
plano ö
Äescénico ð decorado ö
Estas cuatro categorías del texto dramático se van a organizar en situaciones, si por
situación comprendemos "el resultado de la división del plano textual en partes que
corresponden a grupos acabados del plano escénico”. El concepto de situación es
fundamental puesto que organiza los elementos del texto y a su vez determina la forma
de la obra dramática según la conceptualización de Jansen. La situación es la unidad
mínima de la obra dramática que da coherencia a los elementos textuales y es, a su vez,
la parte más sintética de un texto capaz de formar una obra. Cada obra se compone de
29
una o más situaciones. Lo fundamental en este respecto es la forma teórica de la obra
dramática que establece un modelo que fija las relaciones entre las situaciones. La
descripción, desde nuestra perspectiva, de las situaciones, puede realizarse en dos
planos: paradigmático, esto es, analizar los componentes que integran cada situación
en particular, y sintagmático, la relación entre situación y situación. Este segundo
plano es de particular importancia, puesto que el modo de relacionarse puede dar como
resultado dos tipos distintos de formas dramáticas: una estructuración a cuadros (por
ejemplo, el teatro épico) y otra a actos (teatro aristotélico), donde el primer caso
presenta una relación de selección y el segundo, de combinación, si entendemos por
estas dependencia/interdependencia. Aquí también podemos decir que se trata de
relaciones de sucesión o de conjunto, si por sucesión entendemos una cadena de
situaciones que están vinculadas estructuralmente, pero cuya estructura no obedece a
una practica lógico-causal, y por conjunto un sistema cuya estructura es lógico-causal.
Desde esta perspectiva, podemos sistematizar la forma dramática como sigue:
Forma dramática
É Ê
texto dramático obra dramática
ò ò
situación coherente estructura coherente
ò ò
É Ê É Ê
plano textual plano aspecto de la aspectodel
escénico sucesión conjunto
ò ò ò ò
régie decorado cadena de conjunto de
ò ò situaciones situaciones
réplica personaje
Este modelo propuesto por Jansen necesita cierta clarificación, ya que la distinción
entre texto/obra dramática no es clara. La forma dramática se propone como una
abstracción cuyo objetivo es subsumir los rasgos fundamentales de todo drama, los
cuales se articulan en texto/obra dramática. El texto dramático se propone como
componente parcial o fragmentado de la forma dramática y la obra dramática como
componente totalizador. El texto se encuentra en la obra dramática que es el todo. No
obstante, la distinción es poco útil puesto que el texto dramático puede presentarse
como totalidad si reformulamos el modelo como sigue:
forma dramática
ò
texto dramático
É Ê
plano conceptual plano escénico
ò ò
( régie-réplica ) (decorado/personaje)
Ä Ã
ò
30
situación
ò
É Ê
cadena de situaciones conjunto de situaciones
ò ò
(sucesión) (sistema)
Ä Ã
ò
estructura coherente
sustancia de la Ê
expresión
forma de la È
sustancia del Ê
contenido
forma del È
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Potencial escénico del texto
Inscripción performativa dada por el autor
(ERC) - - - - - - - - - - - - - - - - - - E
C- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - (ERC)
Metalenguaje de realización
Inscripción performativa de transcodificación
37
TEG ðð CC ðð CE
ò ò
CE ïï TCG ïï CC
El TCG determina los códigos culturales (CC), los cuales son integrados en el
espectáculo como códigos espectaculares (CE) Pero a su vez los CE son parte de los
CC determinados por el TCG que motiva la producción de CE.
A través de este modelo mostramos cual es la relación entre CC y CE pero en ningún
caso queda claro como se transforma, es decir, que proceso de transformación ocurre,
de un CC o extra espectacular en un CE. Esto puede explicarse con la segunda
categoría de códigos, que son las convenciones teatrales.
2) Convenciones teatrales
¿Que son las convenciones teatrales? Según Marco De Marinis se trata de códigos
‘técnicos’ que a diferencia de los códigos culturales naturalizados, necesitan de un
aprendizaje particular y de una descodificación consciente”. Tres aspectos son de
importancia en esta definición. El aspecto técnico de los códigos teatrales reside en una
variedad de factores: el tipo de teatro de que se trate, en la medida que las diversas
formas dramáticas implican diversos usos de estos códigos. Por ejemplo, los códigos
que emplea el teatro épico, no son los mismos que los del teatro del absurdo o los del
teatro de la crueldad. A su vez, cada época desarrolla sus propios códigos, así el teatro
naturalista-realista del siglo XIX tiene códigos diferentes a los del teatro
contemporáneo La forma de representar de actuar y de poner en escena, es decir la
construcción del TE varia de época a época y también dentro de una misma época
Esto implica que la codificación por parte del director y del actor necesita de un
aprendizaje preciso de los códigos por parte del espectador que realiza la
descodificación. Estos dos ultunos aspectos son de importancia, puesto que un
espectador occidental, si no conoce los códigos del Nô japonés, por ejemplo, o del
Kabuki, no puede descodificar el código escenificado. Por ejemplo, el Teatro del Sol
de Ariane Mnouchkine, entre los diferentes códigos que emplea en su puesta en escena
de Noche de Epifanía y Ricardo II de Shakespeare (Théâtre du Soleil, Cartoucherie de
Vincennes, 1982-83), emplea técnicas y códigos del Kabuki, N8, códigos que no son
conocidos por todos los espectadores, pero como la gestualidad, altamente codificada,
es acompañada por el discurso del texto shakesperiano, son comprensibles de cierta
manera, pero no en toda su extensión, esto es, no son captados como lo serian por un
espectador iniciado en esos códigos: vestuarios máscaras gestualidad. Estos tres
componentes teatrales, que son los códigos técnicos, el aprendizaje/codificación y
conocimiento/descodificación, son los que definen las convenciones teatrales.
No obstante, las convenciones no son una en su naturaleza, sino al menos tres:
generales, particulares y singulares. Esta división de las convenciones, propuesta por
De Marinis, nos parece de una gran utilidad, no sólo para dar cuenta del modo de ser
de las convenciones, sino también porque pueden ser valiosas en el trabajo de la
historia del teatro, como veremos al referirnos a las relaciones entre estos tres tipos de
convenciones.
A) Convenciones generales
Las convenciones generales tienen que ver con las reglas de la representación teatral
para realizar la ficción. Desde el momento en que el espectador entra en el teatro sabe
que debe aceptar una serie de convenciones que son distintas a las sociales puesto que
la escena no representa una realidad exterior exacta, no es el mundo tal y cual lo
conoce el espectador: que el ser de carne y hueso ante el no es Hamlet o Seguismundo,
sino un actor cuyo nombre conoce por el programa o por otras representaciones
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precedentes; que el tiempo y el espacio del enunciado (del TD) no es el mismo de la
enunciación (del TE); que los objetos en la escena no son sino una ilusión de referente
(los muebles en una obra de Lope de Vega no son del siglo XVII, o la escenografía de
Hamlet por Vitez [Chaillot, París, 1983] debe ser un palacio, un exterior y un interior,
etc.).
La generalidad de estas convención no implica que no sean: especificas a la vez, es
decir, que no obedezcan a la definición de código técnico. Son generales en la medida
que no ha; una forma única para todas las representaciones teatrales ya que cada una,
según la época, tipo de teatro, etc., se vale de distintas convenciones para crear la
teatralidad, para entregar la ficción. De esta forma, podríamos decir que hay tantas
convenciones como representaciones. Pero son específicas al teatro (y por ello
técnicas) puesto que son más específicas que los códigos espectaculares y porque son
parte exclusiva de las artes de la representación y de la puesta en escena Desde el
momento en que el espectador entra en la puesta en la sala, la especificidad de las
convenciones generales comienza a operar, en el sentido de que las representaciones se
valen de m número más o menos restringido de formas de representación; para sugerir
lluvia: ruido, la mano extendida, un paraguas, etcétera Naturalmente que al hablar de
convenciones generales nos estamos refiriendo estrictamente a convenciones generales
occidentales, puesto que en el momento en que pasamos a otros continentes, al Medio
Oriente, al Lejano Oriente, estas cambian. Grotowski ha sido uno de los hombres de
teatro que llevó hasta sus ultimas posibilidades las convenciones generales, y tuvo que
detenerse allí donde al llevarlas mas allá, el espectáculo habría dejado de ser teatro
para ser algo indefinido entre el Happening y la vida real.
B) Convenciones particulares
Mientras las convenciones generales son comunes a todas las artes de la
representación y de la puesta en escena (cine, televisión, pintura, mimo), las
convenciones particulares son mucho mas específicas puesto que son códigos técnicos
de una práctica teatral precisa (absurdista, expresionista, etc.), de un autor (Brecht
Pinter Beckett) de un genero (Commedia dell'Arte, comedia, tragicomedia, sátira) de
una época o incluso región (teatro rioplatense). De hecho, aquí estamos hablando de
códigos hiper o sobrecodificados. La diferencia entre estas convenciones y las
generales no es tanto a un nivel cualitativo sino mas bien cuantitativo, puesto que esas
convenciones tienen que ver con un número aún más pequeño de TE. A su vez, se
trata de convenciones ü bastante rígidas como las de la Commedia dell’Arte, el Nô
japonés, el efecto de distanciamiento (Verfremdungseffekt) de Brecht, el Happening
etcétera. Tanto las convenciones generales como las convenciones particulares son s-
códigos, códigos-sistemas técnicos externos y anteriores al TE que las manifiesta,
C) Convenciones singulares
En cambio, las convenciones singulares son aquellas que se dan en un espectáculo
dado, y que se dan ex novo, y que sólo pueden ser captadas en base al mensaje y al
contexto espectacular; el cual puede muchas veces ser confuso o ambiguo debido a ü
la novedad e ingeniosidad de esta nueva convención. Se trata en efecto de la
constitución o instauración de un nuevo código. Al respecto, De Marinis afirma que "el
respeto de las convenciones del primer y del segundo tipo conduce en general a una
estandarización del espectáculo, las convenciones 'singulares' aumentan la originalidad
y la ambigüedad estética, comprendiéndose esto como una desviación de las normas,
externas y pre-existentes al espectáculo". Se trata de un ideolecto espectacular.
Las convenciones singulares pueden a su vez pasar a ser convenciones particulares:
de hecho todas las convenciones particulares (como también las generales), en el
momento de su introducción, han sido convenciones singulares. Solo basta pensar en el
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caso de Brecht, Beckett, etcétera.
Hay aún otra diferencia importante entre las CG y las CP y las CS: las dos primeras
operan un cambio o transformación códica precisamente para producir códigos
espectaculares generales y particulares de situaciones no teatrales procedentes de los
códigos culturales mientras que las CS operan, como señala De Marinis, una
institución de código que crean los códigos singulares, esto es, por su carácter ex
novo.
Para terminar; quisiéramos explicitar las relaciones que median entre el Texto
Cultural General (TCG), las convenciones teatrales (ConT) y los códigos
espectaculares (CE). Puntualicemos estas relaciones a partir del siguiente modelo
propuesto por De Marinis
1) Los CE del TE resultan de la transformación que las ConT operan en los códigos
culturales extra-espectaculares, por lo tanto aquellos son determinados y motivados
por éstas
2) Los códigos culturales extra-textuales existen antes del TE y sus convenciones y
por ello tienen una función determinante motivante sobre las ConT, en la medida que
aquellos son parte del TCG1;
3) De este modo, los códigos culturales extra-textuales funcionan como
determinantes/motivantes y determinados/motivados;
4) Los CE como lo vimos en (1) son códigos del TCG transformados por las ConT,
también ejercen una acción en el TCG, esto es, en otros textos que componen el TCG,
es decir, al ternando o influenciando otras practicas artísticas.
Como conclusión a estas notas sobre el TE debemos señalar que el texto dramático
constituye solo un componente del plano de expresión del TE y no el plano de
expresión como ha sostenido Alessandro Serpieri, puesto que sólo provee una
estructura y esta en forma dialogada: el resto es tarea del TE. Por lo tanto, la
transcodificación del TE opera a partir del TD y del TCG. De hecho Serpieri reconoce
esta realidad pero privilegia el texto dramático Sin embargo, este texto es parte del
TCG y sus códigos están en estado latente y solo el TE los lleva a un nivel de
manifestación.
Para dar cuenta de los elementos extra-textuales o códigos culturales, Serpieri
establece una escala connotativa de cuatro fases(59)
4 SIGNIFICANTE SIGNIFICADO
3 significante significado
2 se so
1
se so
El primer nivel (1) constituye lo que llamamos TCG, el segundo lo que Serpieri llama
código poético, que de hecho se trata de una mezcla de CE y de ConT (generales,
particulares y singulares) ; el tercer nivel es el TD determinado por el código poético
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(antetexto), y el ultimo nivel es la puesta en escena o TE o "texto escénico" según
Serpieri. Creemos, sin embargo, que la propuesta teórica de De Marinis es sin duda !a
mas exhaustiva y da mejor cuenta de la problemática TD/TE
El TE, que es la manifestación específicamente teatral del TD, implica ipso facto el
problema de la producción de sentido o semiosis, esto es, como semiotiza la escena y
de que mecanismos se vale para ello.
CAPÍTULO III
LA SEMIOSIS TEATRAL
Qu'est-ce que le théâtre? Une espèce de machine cybernétique. Au repos, cette
machine est cachée derriere un rideau. Mais dés qu’on la découvre, elle se met
à envoyer a votre adresse un certain nombre de messages. (...) on a donc affaire
à une véritable polyphonie informationelle, et c’est cela, la théâtralite: une
epaisseur de signes. Roland Barthes, Essais critiques.
El teatro dentro de las artes del espectáculo tiene un lugar privilegiado en cuanto a la
producción de signos, debido principalmente a los diversos sistemas de significación
que integran su práctica. Esta diversidad de sistemas ha conducido a diversos intentos
por aislar los sistemas en juego. Uno de los primeros lo realizó Tadeusz Kowzan,
demarcando trece sistemas de signos que operan en el espectáculo. Sin embargo este
interesante estudio de Kowzan no logra sistematizar suficientemente la producción del
sentido en el teatro, de hecho deja fuera el problema esencial de cómo se produce
sentido en la escena. La lista de signos o tipos de sistemas de significación establece el
medio productor de sentido, pero en ningún caso cómo esos sistemas producen
sentido. Para ello, hay que ir mas allá e intentar establecer el tipo de signo(s) que
opera(n) en el espectáculo teatral. El problema de la semiosis y su estudio sistemático
es fundamental para comprender como funciona el intrincado hacer espectacular.
I. La semiosis
a) La noción de semiosis
La relación del hombre con el mundo ya sea en relación con la naturaleza o con los
hombres, esta mediada por los signos. Estos le sirven al hombre para describir la
naturaleza o comunicarse con otros hombres: este acto comunicativo, esto es, de
producción, de sentido es lo que entendemos generalmente por semiosis.
Esta noción antíquisima procede de la medicina en Grecia donde significaba, y
significa, síntoma. Desde el punto de vista de la comunicación la semiosis implica al
menos tres elementos: un signo-vehículo o significante, un designatum o a lo que
refiere el signo o significado, y un intérprete que lo interpreta o percibe como signo.
Esta es la noción que se encuentra en la base de la noción de Charles S. Peirce, el
primero en realizar una sistematización de tipologización de sistemas de signos: “(...)
por semiosis yo entiendo (...) una acción o influencia que es o que implica la
cooperación de tres sujetos, tales como un signo, su objeto y su interpretante (...), Esta
concepción triádica de la semiosis y también del signo, es muy similar a la propuesta de
Charles Morris, para quien El proceso según el cual alguna cosa funciona como signo
puede llamarse semiosis (...)", y el cual concretiza en cuatro elementos: los mediadores
o signos-vehículos lo referido designata, el efecto producido en el interprete o
interpretantes, y los agentes o intérpretes.
Esta noción de semiosis que procede de la lógica (Peirce) o de la lingüística (Morris),
41
ha sido incorporada al teatro casi sin alteración. Por ejemplo, para Patrice Pavis, la
semiosis está íntimamente vinculada, en el teatro, al sistema triádico de Peirce, puesto
que "La teoría de la semiosis vinculada a los iconos, índices y símbolos, será una
tentativa para explicar la aparición de la significación (...)”. Umberto Eco añade una
dimensión mas a la semiosis teatral al sostener que el funcionamiento de los signos en
el teatro constituye lo que el ha llamado square semiosis, esto es el desplazamiento del
signo teatral considerado como real (objeto), luego transformado en signo para
referirse nuevamente a un objeto. Por ejemplo, un actor en escena representando un
pordiosero es tomado como el pordiosero real, pero luego es transformado en signo en
cuanto imita/mima la pordiosero real, al cual se refiere en la realidad extra-teatral
Estas nociones de semiosis en el fondo son una, la cual se forma por el signo, el
objeto denotado por este, y el sentido que adquiere ese signo denotado al ser
interpretado por alguien. Sin embargo, la semiosis varía de una practica significante a
otra, puesto que los sistemas de signos que operan en una práctica significante son
distintos en su funcionamiento al de otra, aunque conserven éstas la estructura de
producción del sentido de signo/objeto/sentido En este aspecto el teatro se aparta
fundamentalmente de cualquier práctica "literaria" e incluso espectacular, puesto que
en aquel, además de la palabra, existen referentes concretos y presentes (comediante,
objetos, etc.). La multiplicidad de subsistemas, como el vestuario, el decorado, tienen
su propia forma de significar. Esta complejidad y heterogeneidad de sistemas reclama
especificar la naturaleza del signo teatral, es decir, que constituye g ese signo y como
funciona. Para ello, es necesario despejar, o mas bien explicitar, la noción de signo,
para entonces demarcar lo específico del signo teatral.
b) Concepciones diversas del signo
No pretendemos explicar las nociones bien conocidas del signo lingüístico de
Saussere o Hjelmslev, sino discutir ciertas concepciones de este que nos servirán al
referirnos a la naturaleza del signo teatral.
La noción mas útil para nuestros propósitos es aquella que integra el objeto o
referente en el proceso comunicativo y de producción de sentido. Externamente esta
noción, o más bien concepción, del signo no procede de la lingüística, sino de la
filosofía y de la lógica, puesto que es en estas disciplinas donde se ha puesto más
atención a la relación del signo con el objeto, y en la naturaleza de esta relación. Esto
es particularmente significativo Para el teatro, ya que en éste, a diferencia del discurso
literario, los objetos tienen una existencia concreta, una presencia real, aunque en
última instancia se trate sólo de la presencia del cuerpo y de la voz del comediante. Es
natural entonces, que la semiología “literaria" diera importancia, o privilegiara una
concepción lingüística saussuriana o hjelmensleviana, puesto que en los discursos
literarios nos enfrentamos a una substancia de la expresión (lingüística), mientras que
en el teatro esa substancia es al menos doble (visual y auditiva), si no múltiple, si
consideramos las diversas materialidades de la substancia visual (iluminación,
decorado, vestuario, gestual) y auditiva (voz, tono, ritmo, timbre, ruidos, música).
En la concepción fenomenológica de Edmund Husserl encontramos claramente
delineada la noción de un signo triádico en lo que él llamó lo expresado, que desde
nuestra perspectiva no es sino la globalidad del signo con sus tres componentes. Según
Husserl, en toda expresión (en todo signo) hay:
1) algo manifestado (significante);
2) algo significado (significado);
3) algo nombrado (objeto: referente).
Muy similar a esta concepción es la propuesta por C. K. Ogden e I. A. Richards, cuya
lectura de Peirce fue sin duda definitiva en este aspecto. El famoso triángulo del signo
42
incorpora también la noción de signo triádico. Lo importante para estos investigadores
es “la naturaleza de la correspondencia entre la palabra y el hecho, (...)" ya que esta
relación constituye "el problema mas importante y propio de la ciencia del sentido”. La
importancia del triángulo reside en la demarcación entre referencia y referente (sobre
lo cual volveremos al referirnos a este problema):
Representament interpretante
imagen sonora o imagen “mental”
visual de una palabra asociada con o sin
(Granada) la palabra (”ciudad”)
ò ò
teniendo ÛÜ teniendo
ò ò
una significación una significación
indeterminada o recibida que
incompleta determinada o completa
1) Función icónica
A) El ícono como código
La iconización teatral es una función esencialmente semántica y nunca se da en un
vacío cultural, sino que por el contrario, los iconos obedecen a un código social, esto
es, a cierta manera de representar la realidad. Por ello, los iconos o la forma de
iconizar esta culturalmente codificada. Lo que Umberto Eco ha llamado la “estructura
perspectiva ‘semejante’”, es precisamente lo que lo reconoce como tal. De este modo,
la semejanza entre el signo icónico y el objeto que este representa queda asegurada por
el espacio cultural de donde procede ese tipo de ionización. Es así que un publico
occidental no iniciado en el Nô japonés o en el Kabuki pierde mucho de la ionización,
por ejemplo, las mascaras, el vestuario. Representar icónicamente un objeto "significa
entonces, transcribir según convenciones gráficas (u otras) Las propiedades culturales
que le son atribuidas. Una cultura define sus objetos al referirse a ciertos códigos de
reconocimiento que selecciona los rasgos pertinentes y característicos del contenido”
Habría que señalar que cuando hablamos de función icónica no nos referimos
solamente al hecho de que el icono cumple ciertas funciones representaciones en el
teatro, sino también a como las cumple. La semejanza que reconoce el espectador
entre el signo y el objeto al cual remite, y que esta íntimamente relacionada con la
mutabilidad del signo teatral tiene que ver con lo siguiente: el significante, o. como
dice Eco, imitante ser distinto al objeto, esto es, a su forma, pero debe cumplir la
misma función de este por medio de signos icónicos/kinésicos. Por ejemplo, emplear la
mano como revolver o por medio de signos contiguos o metonímicos un palo de
escoba como caballo. Un buen ejemplo de este empleo de icono lo provee la puesta en
escena realizada por Ariane Mnouchkine de Ricardo II (Cartoucherie de Vincennes
Théâtre du Soleil París 1982), donde casi todos los "accesorios" son expresados de
esta forma, especialmente por iconos kinésicos. Con respecto a los iconos
metonímicos, la Pantomima Checoslovaca nos provee con excelentes ejemplos
(Théâtre de París 1983) donde todo el espectáculo es realizado a través de este tipo de
iconificación
B) Icono visual
El icono cumple esencialmente, en el teatro, la función de representar, esto es, de
materializar referentes en la escena, y esta materialización puede ser tanto visual como
lingüística o verbal. Entendemos por icono visual toda manifestación o actualización ü
de referentes físicos sobre la escena, los cuales pueden ser de distinta substancia de la
expresión o materialidad. Podemos distinguir entre estos iconos visuales, iconos en
relación con el comediante y en relación con el objeto.
1) El cuerpo
En el primer caso, el comediante es un icono del personaje en cuestión, su cuerpo es
o pretende ser el de Hamlet o el de Tartufo o el de Lear. La prueba de esta ionización
es que muchas veces a través de la historia alguno de los personajes mencionados
llegan a ser supercodificados y esto crea una visión o presencia de ellos que todo
espectador espera. Todos tenemos una idea de cómo es o debería ser Hamlet Lear o
Tartufo. Precisamente cuando se rompe esa codificación establecida por una tradición
52
icónica de algunos personajes, produce una desorientación y distanciamiento en el
público. Un excelente ejemplo lo provee la puesta en escena de Edipo Rey realizada
por Alain Milianti (Théâtre de la Salamandre, Théâtre National de l'Odeon, París,
1985), donde se presenta a Edipo joven, pero semi calvo, con cabellos largos y
disparados que le cuelgan en el contorno de su calvicie; un Edipo bárbaro y semi
salvaje, una Yocasta que es un hombre vestido de mujer y que no disimula su voz
masculina.
2) Gestual
Otro icono que forma parte del cuerpo del comediante es el icono kinésico, esto es, el
comediante imita y crea un icono visual a través de la gestualidad, abstrayendo ciertas
propiedades del objeto imitado. Por ejemplo en El romancero de Edipo de Eugenio
Barba (Nordisk Teater Laboratonum Teatro Metrònom, Barcelona, 1985) o en Où
sont les neiges d’antan de Tadeusz Kantor (Théâtre Cricot 2, Centre Georges
Pompidou, París, 1982), son los gestos de las manos y brazos del actor los que operan
como significantes expresando la acción cuyo objeto esta ausente. El icono kinésico es
central en la producción de signos icónicos en el teatro en general, pero en los casos de
Kantor, Barba, Grotowski, Beckett, es el punto nodal. En este sentido, el cuerpo del
comediante pasa a ser un referente primero allí donde el cuerpo opera como
inscripción icónica.
3) Objeto/mimético
El icono visual que reproduce objetos puede hacerlo de dos formas: o bien
representar una imitación mas o menos fiel del objeto produciendo un icono literal o
mimético (decorado figurativo) como es usual en el teatro realista al estilo del Teatro
Meiningen o Antoine y el Teatro Libre, o bien producir un icono contiguo o mimético
es decir, reproducir solo ciertos rasgos esquemáticos del objeto que lo sugieren: un
telón de fondo que solo ilustra y. cuya función principal es recrear un ambiente (un
salón burgués), un espacio. Quizás uno de los teatros que mas uso hizo del objeto
metonímico fue el teatro de Edward Gordon Craig cuyas puestas en escenas sugerían,
a través de una combinación de telones y luz, iconos visuales que no contenían casi
ninguna de las propiedades del objeto imitado, puesto que trataba de crear una ilusión
referencial y no de actualizar el referente en la escena. Esto es precisamente lo que
hace Craig en Acis and Galatea, donde crea la ilusión de una escena pastoral de
primavera valiéndose de una tela transparente y de luz. Es particularmente el signo o
icono visual el que se encarga de la producción de signos de signos del objeto a través
de las dos formas señaladas, y donde la mutabilidad y redundancia del signo será
evidente puesto que es complementado por el lenguaje y apoyado por iconos visuales.
C) Ícono verbal
1) Ícono verbal/mimesis
El ícono verbal consiste de un antiguo procedimiento empleado en el teatro al cual ya
nos referimos en relación con el discurso en el capítulo I, y que consiste en la función
representativa del lenguaje, esto es, en su capacidad de expresar iconográficamente
valiéndose de la lengua, Este tipo de icono verbal puede ser subdividido en: a) iconos
verbales que se refieren al objeto teatral, se trate este de decorado o escenografía -
general, los cuales pueden ser redundantes o no; b) iconos verbales que se refieren a
acciones de la intra-escena o extra-escena. El primer tipo, llamada por Bogatyrev
escenografía del escenario, ocurre por ejemplo, cuando los personajes se refieren a lo
que el espectador puede percibir, pero que es apoyado por el discurso o bien que es
imperceptible por eso el lenguaje esta allí. Por ejemplo en la obra de Tennesse
Williams, Cat on a Hot Tin Roof (National Arts Centre, Ottawa, 19B4), se emplea este
tipo de icono el cual se concretiza en la imaginación del espectador. Particularmente se
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emplea en abundancia en el teatro clásico europeo y en el teatro antiguo, pero también
tiene un empleo importante en el teatro moderno, aunque su función sea por lo general
menos recurrente.
2) Ícono verbal/acción
El ícono verbal tiene también la función de expresar acciones que no pueden ser
representadas en la escena. Dependiendo del momento de las convenciones teatrales,
este recurso icónico era altamente empleado en el teatro antiguo y clásico debido a las:
restricciones del decoro, pero también en las puestas en escena modernas, como Los
Cenci de Antonin Artaud. También se emplea ante la imposibilidad material de
representar cierto tipo de acciones en el escenario, como sucede a menudo con el
teatro de Lope de Vega o de Shakespeare o en recreaciones modernas como Lear de
Edward Bond, o Madre Coraje de Brecht, Heroica de Buenos Aires de Osvaldo
Dragún. Este tipo de icono verbal, llamado por Honzl, deixis fantasma orientada
también puede tener una función -redundante, es decir, referir a acciones que están
sucediendo o que han sucedido en la escena. Es por esta razón que Honzl considera la
palabra como uno de los signos mas importantes en el espectáculo teatral, debido a su
capacidad de iconizar además de "narrar" una historia. Un buen ejemplo lo
encontramos en la obra del dramaturgo argentino Andrés Lizárraga, Santa Juana de
América:
JUANA: No fue fácil encontrar el ejército que venia desde Buenos Aires, ni
andar los cerros con cuatro chicos, uno de los cuales -la más pequeña- aun comía de
mis pechos. Pero escondiéndonos a aquí allá, andando caminos de indios y de llamas
llegamos hasta el pueblo ocupado por las fuerzas porteñas. Mi marido no estaba
decidido a dejarme pelear. Pero yo pienso...
2) Función indicial
El índice teatral tiene una función capital en la puesta en escena en cuanto permite
contextualizar la palabra escenificada en una diversidad de aspectos. En este sentido el
índice posee una función sintáctica. Los índices, al igual que los iconos, obedecen a
una codificación cultural, en muchos casos bastante más rigurosa que la de aquellos,
puesto que tienden a cariar substancialmente de cultura a cultura. Por lo general, el
índice teatral ha tendido a ser sistematizado en relación con el aspecto diegético, sin
embargo, una de las funciones capitales es la contextualización tanto del discurso de
los comediantes como del espacio y del tiempo donde se produce ese discurso. En
muchas ocasiones será difícil diferenciar un icono de un índice, puesto que, como lo
señalamos mas arriba, todo icono por ser un signo de signo, se transforma en índice de
algo en el teatro. A diferencia del icono, el índice siempre se encuentra presente
materialmente en la escena, precisamente por su función indicativa. El índice no
representa sino que señala, por ello es unívoco mientras que el icono puede ser
polisémico.
Los índices pueden ser divididos en varios tipos: gestual, espacial temporal, social y
ambiental, pero el índice tiene además una función diegética en el espectáculo teatral,
por ello nos ocuparemos de este asunto antes de entrar en las subdivisiones.
a) Función diegética
Esta función consiste esencialmente en tres funciones complementarias que proveen
la base donde se desplaza el discurso de los personajes Es el objeto teatral el que tiene
la función diegética central así, esta asegura la fluidez del discurso, su linealidad y la
continuidad icónica, permitiendo a través del objeto mante. por la estabilidad de un
espacio/tiempo. La continuación o extensión de un "mismo decorado-espacio le dice al
espectador que aún esta en un mismo espacio/tiempo. Contrariamente, el índice puede
dar cuenta por el mismo mecanismo, de la ruptura de un espacio/tiempo, o bien
54
mantener el espacio pero cambiar el tiempo. El objeto teatral, particularmente el
decorado (y también los accesorios) al comenzar una escena tiene ciertos rasgos por
ejemplo, un salón bien amoblado y elegante, el cual mas tarde se presenta viejo y raído:
tenemos un mismo espacio pero un tiempo distinto. Eso no es solo propio de un teatro
naturalista, sino también de la puesta en escena contemporánea. El índice cumple una
función diegética en cuanto contribuye y es esencial a la articulación y conexiones de
situaciones concretas, esto es operan como situacionemas que vinculan una escena a
otra y las contextualizan. Dos ejemplos pertinentes los proveen Esperando a Godot de
Samuel Beckett y Las sillas de Eugene Ionesco, donde el árbol y las sillas
respectivamente, permiten mantener la estabilidad espacial y marcar el tiempo de un
discurso que es ambiguo y aparentemente sin dirección. Los índices cuando son
accesorios tienen una función "sintáctica" de primer orden, garantizando la transmisión
de información.
Así, íntimamente vinculada a la función diegética del índice, se encuentra la función
comunicativa que asegura la transmisión del mensaje teatral. Esta función
contextualiza a los emisores del enunciado creando una situación de enunciación
concorde a la situación dramática. La transmisión del mensaje y de la expresión de los
enunciados también es medida por el objeto teatral' en tanto decorado, música,
iluminación, elementos diversos de la puesta en escena que pueden ser fundamentales
en la articulación y comprensión del mensaje. Por ejemplo, existen textos
espectaculares que juegan con la ambigüedad espacial y temporal, pensamos, por
ejemplo, en la puesta en escena de Antonio, Nosé, Isidoro y. Domingo del joven autor-
director chileno Mauricio Pesutic (Teatro Ictus, Santiago de Chile, 1984). El espacio
escénico y el accesorio central, una especie de escalera tri-piramidal de un poco mas de
un metro de altura son los únicos indicadores de estabilidad (junto a ciertos ruidos
reiterativos, cierta luz, concurrente) que orienta el discurso
A su vez, el discurso, como ya lo vimos en el capitulo I, es fundamental en su
funcionamiento como índice diegético. Trozos de discursos son constantemente
conectados y reconectados a otros trozos que surgen en el sintagma narrativo. Un caso
ejemplar es Hamlet, cuya historia se constituye por una serie de discursos iniciales
paralelos y todos son desarrollados hasta sus últimas consecuencias.
b) Índice gestual
El gesto como ha señalado Ubersfeld, tiene un carácter doble: por una parte es icono
de un gesto en el mundo puesto que es reconocido como tal o cual gesto, pero también
puede ser icono de un elemento del mundo que el gesto "describe" o "evoca", y por
otra “el gesto es el índice de un comportamiento, de un sentimiento de una relación
con otro, de una realidad invisible”. La gestualidad opera a nuestro ver,
dialécticamente: hay un ir y venir entre palabra-gesto/gesto-palabra. Un gesto puede
adelantar el discurso que vendría a explicitarlo, a corroborarlo, o bien la palabra puede
ser acompañada de un gesto que intensifica su sentido. Así el gesto funciona como un
decir-mostrar en relación con la palabra del yo/tu. Por ejemplo, en Ricardo II o Noche
de Epifanía (Shakespeare/Mnouchkine, Cartoucherie de Vincennes, Théâtre du Soleil,
1982), la gestualidad juega un papel fundamental para expresar una variedad de
emociones con-la-palabra o previa-a-la-palabra.
Una función importante del gesto es su funcionamiento de convergencia/oposición en
relación con los enunciados. En los casos citados anteriormente el gesto opera en
convergencia al discurso pero, como en el teatro épico de Brecht, el gesto puede
funcionar en contradicción al discurso provocando una división entre el ser/parecer de
un personaje. Los enunciados pueden expresar admiración y el gesto desprecio, o amor
y el gesto rechazo, etcétera. Un buen ejemplo de este tipo de gestual en contrapunto lo
55
provee Los siameses de la dramaturga argentina Griselda Gámbaro donde todo el
hacer de los siameses, Lorenzo e Ignacio, es articulado en enunciados contradichos por
la gestual. Lo mismo podríamos decir de Tartufo de Molière, cuyo personaje central
posee un discurso piadoso y su gestual devela la falsedad de ese discurso. En todos
estos casos, el gesto tiene una función indicial esencial al discurso, incluso en el caso
del Gestus brechtiano, donde no se trata verdaderamente de una gestual sino de una
actitud indicial social.
Es sin duda evidente que al hablar de la función indicial de la gestualidad en su
conjunto, tenemos en mente principalmente el texto espectacular, puesto que es en la
puesta en funcionamiento del discurso, del lenguaje escenificado, donde el gesto es
perceptible y donde puede funcionar en la doble dimensión mencionada arriba: icónica
e indicial. Por ello, el índice gestual tiene una limitada manifestación textual y se
subscribe esencialmente a la practica escénica. Además, como ya lo dijimos en el
capítulo II, el texto dramático es esquemático, incompleto, y solo es completado en la
escenificación, puesto que '“En su 'incompletud' su necesidad de contextualización
física, el discurso dramático está invariablemente manado por una performatividad, y
sobre todo por una gestualidad potencial”. El gesto puede ser capital en la
comprensión del mensaje, en el silencio dejado por la ausencia del discurso: esto es
clave en Esperando a Godot y Fin de partida de Beckett, en Antonio, Nosé, Isidro, y
Domingo de Mauricio Pesutic (Teatro ICTUS, Santiago de Chile, 1984), en Yes,
Peutêtre de Marguerite Duras (puesta en escena de Moni Greco, Théâtre les
Dechargeus, 1982), en el teatro de Tadeusz Kantor y de Jerzy Grotowski, Eugenio
Barba
En esta misma dirección, hay que considerar el cuerpo y la gestual del comediante,
donde al materializarse asume los rasgos del personaje, confundiéndose el icono y el
índice puesto que el signo es aquí reflexivo; realiza una inscripción indicial que se
confunde con la inscripción icónica. El espectador reconoce al personaje, antes que su
nombre haya sido pronunciado, por su gestual y por su vestido (sólo basta pensar en
las puestas en escenas rusas, inglesas, francesas de Hamlet, para constatar lo que
venimos diciendo), o por didascalias que vienen directamente del discurso de los
personajes.
c) Índice espacial y d) Índice temporal
Estos tipos de índices son de capital importancia para el teatro, no solamente para un
teatro altamente mimético sino para cualquier tipo de expresión teatral. Estos índices
se manifiestan por lo que hemos llamado el objeto teatral. Todo objeto en escena es al
mismo tiempo icono y automáticamente índice. Si consideramos que en la puesta en
escena todo es signo y signo de signo del objeto, un decorado, un vestuario, una
iluminación, un tipo de música operan como índices ya sean espaciales o temporales,
indicando el período ante el cual estamos, y esto será concorde con el vestir de los
personajes Incluso en un teatro más abstracto como el de Tadeusz Kantor el índice-
objeto juega un papel central. Este índice revela toda una gama de elementos que
contextualizan el discurso, como es el caso de Grande y pequeño de Botho Strauss
(Puesta en escena de Claude Régy, Théâtre National de l'Odeon, París, 1983) donde
cada cuadro depende fundamentalmente del índice para espacializar y temporalizar el
discurso y la situación dramática.
La indexización del espacio-tiempo comprendida de esta forma permea ciertos textos
dramáticos y espectaculares de una forma particular. Por ejemplo, en la escena de
apertura de Death of a Salesman de Arthur Miller, leemos:
The kitchen at center seems actual enough for there is a kitchen table with three
56
chairs, and a refrigerator.
A wide, deep, gloomy room that was once part of the assembly or living room of a
Tudor-Elizabethan mansion. The floor is paved with broad black and dull red
flagstone. The walls are timbered with oak beams, and beams of the same wood criss-
cross each other,...
Incluso en obras donde casi no se da ningún dato del estatuto de clase de los
personajes o del contorno social, éste debe ser manifestado en la puesta en escena, la
cual deriva muchas veces de esta dimensión social, del actuar/dialogar de los
personajes. La manifestación de este índice depende mucho del tipo de teatro que se
trate. Por ejemplo, en el teatro del absurdo, o en el teatro expresionista, esta dimensión
es secundaria o inexistente en relación con la dimensión metafísica o filosófica que
impregna el texto/representación.
f) Índice ambiental
Finalmente, el índice ambiental es aquel cuyo funcionamiento tiene que ver con la
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parte afectiva y emotiva del teatro. Por ejemplo, tanto la música como la iluminación
pueden revelar estados de animo sombríos y alegres; indicar el paso de la realidad al
sueno, sin ninguna mediación lingüística. Por ejemplo, en la puesta en escena de
Hamlet realizada por Anton Vitez (Chaillot, París, 1983), la obra transcurre en la
penumbra, revelando de este modo lo sombrío y trágico de los acontecimientos
presentados. Un matiz de luz especial se usaba cada vez que aparecía el padre-
fantasma de Hamlet, creando la ilusión que ascendía de la profundidad de la tierra,
acompañado por una gestual en cámara lenta. Lo mismo podemos decir de la puesta en
escena de La buena alma de Sechuan realizada por Giorgio Streheler (Teatro Piccolo,
de Milano, Théâtre Saint-Martín, 1982), donde todo el escenario redondo y giratorio,
casi vacío, tiene un color ceniciento, con una capa de agua que flota en ]a superficie
redonda del mismo, dando una impresión de distanciamiento, que complementa el
movimiento gestual de personajes-robots de su discurso casi de sonido de
computadora.
Sin embargo, la deixis ambiental no se limita solamente a la iluminación, la
gestualidad, el vestuario, la música, etc., sino que también el objeto teatral mismo
puede tener esta función deíctica. Por ejemplo, en Flores de papel del dramaturgo
chileno Egon Wolff, la degradación del espacio físico del apartamento de Eva es
réplica de la degradación psicológica y están deícticamente ostentadas en el deterioro
gradual de muebles, paredes, objetos en general. De la misma manera, el vestuario
puede operar como signo-símbolo de desmoralización y quebrantamiento, en esta obra
esto es así, al igual que en Heroica de Buenos Aires del dramaturgo argentino Osvaldo
Dragún.
A través de este detallado estudio del funcionamiento del índice en el teatro,
podemos observar como éste hace posible el funcionamiento y la inteligibilidad del
discurso teatral. A su vez, el empleo indicial del teatro revela un funcionamiento
particular y propio de la practica teatral (textual y escénica). Quizás uno de los rasgos
mas específicos del discurso teatral sea precisamente este empleo único.
3) Función simbólica
La función simbólica del signo es esencialmente pragmética en cuanto el símbolo
establece un contacto directo con el espectador, en la medida que la relación entre
símbolo y objeto simbolizado es arbitraria y el espectador debe establecer esa relación
que no esta dada de antemano como en el caso del icono y del índice. Es cierto que los
símbolos también están culturalmente codificados (la bandera significa “patria”,
“nación”), sin embargo, debido a la naturaleza misma del espectáculo teatral, es decir,
a su dimensión efímera y a la constante creación y producción de símbolos en cada
nueva puesta en escena la codificación cultural de poco sirve para leer los símbolos. La
lectura simbólica que realiza el espectador es siempre in situ, y opera por acumulación,
desarrollo y reiteración de un mismo significante (visual o verbal) o de diversos
significantes que apuntan a la producción de un mismo significado. El símbolo opera
fundamental y únicamente por connotación, a diferencia del icono y del índice que
operan por detonación. La arbitrariedad, a veces extrema, como lo es en el teatro de
los años 20 y 30 sólo pude ser reproducida y conectada en relación con la totalidad de
los signos producidos en la escena Por ejemplo el teatro de abstracción de Oskar
Schlemmer y el teatro del Bauhaus, y el teatro futurista italiano. El problema central de
la simbolización teatral reside en la distancia que media entre el signo y el referente que
pretende significar. Mientras que esta distancia en el caso del icono es insignificante
(por ser mimética) y en el caso de índice es existencial (contigua, metonímica), en el
símbolo es enorme, y su "correcta" interpretación o lectura, dependerá dialectalmente
58
de la forma de producir ese signo simbólico y de la competencia de los espectadores
Con el propósito de analizar las formas de simbolizar en el espectáculo teatral.
Estableceremos una distinción entre símbolos visuales y símbolos verbales.
a) Símbolos visuales
En su función pragmática, los símbolos son esencialmente usuales y secundariamente
verbales. Tanto el cuerpo del comediante como el del personaje que representa pueden
llegar a ser símbolo. Con respecto al cuerpo del comediante, este puede ser inscrito
simbólicamente, esto es, connotar un sentido que trasciende su dimensión puramente
icónica. Por ejemplo, muchos de sus personajes del teatro griego (Edipo), del teatro
europeo (Seguismundo, Tartufo, Hamlet), o del teatro moderno (Madre Coraje, Ubú,
Willy Loman), pueden ser considerados como símbolos universales. Debido al modo
de presentación del símbolo (acompañado de la puesta en escena), puede orientar su
connotación en un cierto sentido, por ejemplo, considerar a Edipo como símbolo del
incesto, o bien en otra. como símbolo de la soberbia del hombre y su caída final.
Muchos de los personajes le Molière, como Tartufo, el Avaro, son tipos altamente
codificados que simbolizan la hipocresía, la avaricia.
El cuerpo del personaje puede por si mismo simbolizar diversos aspectos sobre el
hombre en general, despojándose de todo elemento narrativo verbal. Wladimir
Krysinski señala que en Grotowski (como también Tadeusz Kantor y Eugenio Barba) .
“El cuerpo es simbólico hasta el punto que en la escena se transforma en una maquina
productora de signos que invoca la temática colectiva cosmogónica y universal del
hombre”. En las puestas en escena de Kantor, Barba, Grotowski, la palabra ha sido
eliminada: sólo existe el movimiento de los cuerpos que repiten y varían gestos y
ritmos, y de esta forma evolucionan en el escenario. En esas puestas en escena es el
cuerpo del comediante el que produce acumulativa y reiterativamente el símbolo.
Junto al cuerpo del comediante, el objeto teatral juega un papel central en la
producción de signos simbólicos. Incluso el espacio vacío de Esperando a Godot es
objeto, en cuanto es concorde con el mensaje del teatro del absurdo: su propia
desnudez es ya un símbolo de soledad y enajenamiento. En puestas en escena donde
ciertos objetos devienen símbolos: los lienzos de fondo del teatro de Ariane
Mnouchkine, la corona de Ricardo II o las servilletas de papel que fabrica Moncho en
Álamos en la azotea del dramaturgo chileno Egon Wolff, son símbolos de soledad,
caída, pobreza. En el teatro de la muerte de Tadeusz Kantor, por ejemplo en Où sont
les neiges d'antan el esqueleto en el espacio escénico deviene símbolo complementario
del constante movimiento reiterativo de los comediantes: la muerte vigila y espera a
sus víctimas.
b) Símbolos verbales
El símbolo verbal se constituye por el empleo del lenguaje, el cual por la reiteración
de ciertos enunciados, comunica o más bien connota un sentido que trasciende un nivel
primero memamente denotativo. Por ejemplo, en Antonio, Nosé, Isidro y Domingo del
dramaturgo-director chileno, Mauricio Pesutic, los movimientos lentos, repetitivos, de
los comediantes, son acompañados de un lenguaje altamente poético y metafórico. La
única forma de comprender el mensaje es dejar acumularse los enunciados,
complementarlos con la gestual y los movimientos y solo al término del espectáculo
tenemos una concretización, sin duda variable, de lo que allí se ha dicho. Lo mismo
podemos decir del teatro de García Lorca o de Genet. En obras como Bodas de sangre
o La casa de Bernarda Alba o Las sirvientas todo el lenguaje es altamente metafórico,
lo cual obliga al espectador a buscar la connotación oculta.
La música, incluso los nudos o sonidos, pueden jugar un papel simbólico. Sin
embargo el empleo de éste procedimiento como forma de símbolo es bastante más
59
compleja que cuando se trata de hacerlo por medios visuales. Por lo general el
funciona miento de la música y sonidos diversos sirve de apoyatura a la acción, pero en
otros casos tiene su propio funcionamiento. Solo basta pensar en los gemidos que
emiten los comediantes en Où sont les neiges d’antan de Tadeusz Kantor, o Yes, peut-
être de Marguerite Duras. Este es un recurso empleado, junto a la gestual, en El
asesinato de X del grupo argentino Libre Teatro Libre donde todo el lenguaje parece
velado, y las acciones mecánicas de los personajes en ciertas situaciones son simbólicas
mas que indiciales o icónicas. El nacimiento de los personajes y el desprendimiento de
la máquina se expresa justamente a través de la respiración de aquellos, la cual va
progresivamente aumentando y creciendo en intensidad luego desciende para volver a
crecer hasta que son atrapados nuevamente. Sin embargo, el uso corriente de la música
y los sonidos es icónico e indicial mas que simbólico.
Este detallado trabajo de sistematización de la semiosis teatral en relación con los tres
signos básicos demuestra bien la complejidad que entraña el análisis de la puesta en
escena Pero, al aislar los signos en su funcionamiento preciso, no sólo facilita la
comprensión del proceso de semiosis, sino que, esperamos, provee herramientas de
tipo practico para analizar el espectáculo teatral. Espectáculo efímero, fortuito y
heterogéneo por la gran diversidad de substancias de la forma.
V. La referencialidad teatral
Un aspecto íntimamente vinculado a la semiosis teatral es el de la referencialidad en el
teatro, o el modo de referir propio del espectáculo teatral. A lo largo de este capítulo
hemos tocado particularmente este problema, en especial, al referirnos a la naturaleza o
especificidad del signo teatral y al hablar del icono. El problema de la referencialidad
teatral es complejo, puesto que por una parte existe una presencia material de objetos
reales mas que el cuerpo del comediante, y por otra, todo lo que esta sobre la escena
es ficción, signo de algo otro que puede tener diversos referentes (textuales o
sociales/históricos). Las nociones de referente y referencia, de denotación y
connotación se emplean de diversas formas y por esto pensamos que es necesario,
antes de entrar a ocupamos la referencialidad teatral detenernos, aunque sea
brevemente, a elucidar estas nociones a fin de operar sobre una base conceptual
unívoca.
a) Referente/referencia
En términos generales podemos afirmar que el referente es el objeto real, extra-
lingüístico (ej.: CASA) al cual remite o refiere la referencia o el significado (sentido)
"casa" por medio de un signo significante (casa). En términos saussianos la imagen
acústica o gráfica "casa" expresa el concepto "casa". sin embargo, el referente CASA
es una abstracción genérica bajo cuyo nombre encontramos una diversidad de objetos
llamados CASA. La referencia es la relación que existe entre las pallabas y los objetos,
acontecimientos y cualidades que las palabras representan.
Gottlob Frege señala ciertos puntos importantes para nuestro trabajo al distinguir
entre sentido, denotación y representación. Todo signo puede tener una misma
detonación (Bedeutung), pero no es el mismo sentido (Sinn), y una detonación puede
ser expresada por varios signos. Por ejemplo:
(signo) (sentido)
estrella de la mañana estrella de la mañana
(denotación)
Venus
(signo) (sentido)
60
estrella de la noche estrella de la noche
Las dos expresiones son dos signos de una misma detonación (Venus) pero tienen
distinto sentido. Por otra parte, la representación que se hace de un signo es individual
aunque éste sea comprendido por dos personas de la misma manera, ya que toda
representación es subjetiva e individual, mientras que el sentido es social y forma parte
de la lengua A su vez, una misma representación no esta siempre asociada a un mismo
sentido, por ser también subjetiva. Esta diferencia que establece Frege procede del
"modo de donación del objeto”, puesto que "La diferencia persiste sin embargo, entre
el sentido y la representación; aunque sea solo por la forma que están vinculados a la
palabra No hay ningún obstáculo para que varios individuos capten el mismo sentido;
pero no pueden .tener la misma representación”: Así, el sentido, según Frege, se
establece de la siguiente forma:
Este modelo es de importancia para nosotros, puesto que la semiosis teatral opera
por representación mas que por cualquier otro medio. El signo remite a un objeto (su
detonación), la detonación tiene un sentido (social) pero al mismo tiempo, es una
interpretación o sentido individual. En el teatro el objeto teatral, por estar allí se remite
a si mismo y a un objeto en la realidad concreta, siendo "igual" en su detonación
aunque no en toda su materialidad y propiedades. Sin embargo todo el resto de la
puesta en ü escena de la escenografía y del discurso, pasa a través de la representación:
música, iluminación sonidos, descripciones y comentarios de los personajes, etcétera.
A parte de estas notas, entendemos como referente el objeto al cual remite el signo.
El objeto puede existir o no es decir; tener una existencia real en el mundo exterior o
ser simplemente objeto del discurso y, por lo tanto, tener una existencia en el universo
del discurso o detonación cero. Por ejemplo, el termino silla tiene una detonación real
en el mundo exterior, mientras que Unicornio tiene una existencia ficticia, pero ambos
términos denotan, el uno un objeto material, y el otro, un objeto de la imaginación, tal
cual lo podemos ver en los gobelinos del museo de Cluny en París.
b) La referencialidad teatral
Toda la problemática de la referencialidad teatral reside en el carácter doble del
espectáculo teatral que Roland Barthes acertadamente nombro "el efecto de lo real".
Este efecto de lo real o de realidad consiste, por una parte, en que el espectáculo
escenifica un referente, esto es, fabrica y construye en la escena un contexto real en
cuanto los objetos, la palabra y el comediante tienen una existencia real, material. Por
otra parte, esos referentes no son reales, sino signos de signos de lo representado: los
objetos representan un tiempo y un espacio, la palabra proviene del texto dramático y
es ficción, el comediante es personaje. Por ello, todo lo que esta en escena no es
considerado como real (a pesar de su materialidad) sino como signo que remite a la
realidad. Curiosamente, en el teatro se efectúa una desrealización de lo percibido y
escuchado, que por una parte se presenta como real y por otra niega esa realidad. Esto
es lo que Anne Ubersfeld ha llamado denegación que consiste, como lo indicamos en
el capitulo I, en el proceso a través del cual el teatro se presenta como algo real, pero
al mismo tiempo dice que es un signo, un simulacro, una ilusión. En el teatro todo
parecería decir “lo que ven en escena es mentira, pero juegan con nosotros a creer que
es verdad".
1) La denegación
61
La denegación teatral, esencia misma de la teatralidad, puede operar de dos formas:
a) a través de la ilusión mimética (el signo icónico remite directamente a la realidad,
teatro "realista") o b) a través de la ruptura de la mimesis (el signo remite a si mismo,
teatro no-realista). Estas dos formas de denegación constituyen dos prácticas teatrales
diferentes. La primera intenta reproducir un calco de la realidad pero, paradójica e
indirectamente, se manifiesta como teatro, como ficción. La delegación aquí no opera
a partir de lo iconizado, sino del contorno espectacular. La división sala-escena
(oscuridad-luz), los cambios de escenografía, la presencia de comediantes cuyos
nombres conocemos (Hamlet Fontana, Ricardo II-Bigot, Willy Loman-Hoffman), en
una palabra, todos los elementos que están canalizados en vista de la ver similitud, son
los signos mismos que revelan su artificialidad y fabricación. Por ejemplo, en la puesta
en escena de museo, arqueológica, de La pregunta perdida de Joan Brossa (puesta en
escena de Hermann Bobbin, Teatre Romea, Barcelona, 1985), es precisamente su
aparatosa reposición lo que produce el efecto de delegación. Allí, los personajes beben
y comen de verdad, y esto crea en el publico una distanciación que provoca
exactamente el efecto contrario al que supuestamente buscaba la puesta en escena.
Esto se debe a que el espectador desrealiza el objeto, lo traduce en un signo de algo y
no lo entiende como signo real, puesto que lo que está en escena es un signo de un
signo del objeto.
La otra forma de denegación consiste en que la representación misma se declara
artificio, ficción, teatro. Toda la práctica escénica desde comienzos del siglo XX hasta
nuestros días, se ha definido por una recuperación de lo teatral, de la ostentación ,
lúdica. Solo basta pensar en Artaud y en Brecht. El teatro brechtiano se funda en la
teatralidad, en la reflexibilidad del signo que se autodesigna. El efecto de
distanciamiento con respecto al personaje (imita pero no encarna, habla en citas), a los
componentes de la puesta en escena (sala iluminada, proyecciones fílmicas, etc.), e
incluso la estructura de la historia (fragmentada, de cuadros autónomos), apuntan a
decir “estamos en el teatro”. En este teatro no ilusionista, lo real y fundamental es el
mensaje y el placer lúdico y en ningún momento la ilusión referencial. Un caso
ejemplar es la Commedia dell'Arte, donde la dimensión lúdica y también la imitación
de ciertos tipos sociales, es lo que '" ha definido esta practica escénica, como uno de
los tipos de teatro mas teatrales en toda la historia del teatro.
La delegación, en ultimo término, puede explicarse y referirse por lo que se ha
llamado diversamente, "real referencial, real que se transforma en signo” (Ubersfeld) o
“ilusión referencial, signo que se transforma en realidad" (Pavis). La posición , de
Ubersfeld es doble: por una parte, la puesta en escena es algo real, que esta allí
físicamente presente y remite a la realidad, por otra esa realidad es transformada en
signo. Pensamos, con Patrice Pavis, que el proceso es inverso: el signo espectacular se
da como real en la puesta en escena, sin serlo, esto es, crea una ilusión referencial, o
mejor, un simulacro de referente, y es esto exactamente lo que se escenifica: una
simulación que nunca puede ser confundida con la realidad exterior, por mas realista
que pueda ser una puesta en escena.
2) El referente teatral
La complejidad del referente teatral está determinada por la multiplicidad referencial
que existe en el espectáculo teatral. Podemos señalar al menos tres tipos de referentes
que se dan en la puesta en escena: a) la puesta en escena tiene como referente el texto
que escenifica, b) la escena como su propio referente, c) el referente de la puesta en
escena es el mundo exterior.
a) Puesta en escena/texto
En el primer caso, la representación tiene como referente el texto dramático que es
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llevado a la escena, el cual se manifiesta principalmente por medio de la palabra, de la
forma dialogada que se pone en situación, esto es, el mundo ficticio, cuyo referente es
el texto, o referente textual. De modo que un primer referente puesto en signo sería
una palabra ficticia. Todo lector que conozca, por ejemplo, Hamlet, Esperando a
Godot, tiene en mente ese texto que opone/compara a1 texto espectacular, y por ello
se refiere al texto dramático como primer referente. Sin embargo incluso si el
espectador ignora dicho texto, este de todas formas tiene como base, como referencia,
el mundo allí inscrito potencialmente para su transcodificación en tanto texto
espectacular.
b) Puesta en escena/puesta en escena
En el segundo caso, este referente textual es por lo general acompañado de un
referente escénico que se constituye por el . decorado, por los comediantes)personajes
por el vestuario, etcétera. Es decir, el mundo inscrito en el referente textual es
iconizado en un referente visual o escénico que contextualiza el discurso y fabrica un
contexto referencial, creando un simulacro referencial. Este referente escénico
funciona autónomamente, puesto que no es una transcripción del texto: es creado cada
vez que se pone en escena ese mismo texto. Mientras que el referente textual puede
permanecer invariable al estar fijado por el texto dramático el referente escénico es
siempre nuevo, nunca el mismo. Por esto, el espectador ante el escenario tiene como
referente el escenario mismo; puesto que allí existen objetos: signos concretos, risibles,
comprensibles.
c) Puesta en escena/mundo exterior
En el tercer caso, el referente escénico remite al mundo exterior, puesto que
representa o ha puesto en signo referentes que tienen una existencia en el mundo que
podríamos llamar referente real En este sentido no estamos del todo de acuerdo con
André Guimbretiêre, cuando sostiene que “El referente es aquello sobre lo cual se
dice alguna cosa en el discurso: aquello a propósito de que se realiza el acto de
palabra no lo que se dice en el discurso, que es propiamente el significado, puesto que
los signos del discurso no se dan nunca aisladamente de la comunicación, y los signos
son precisamente la forma de mediar la relación del hombre con las cosas. El referente
escénico funciona como icono del mundo exterior, e icono risual y verbal a la , vez.
Con respecto al primer y tercer punto, hay varios aspectos que debemos subrayar y
añadir. En relación con el mundo significado por el referente textual (y también por el
referente escénico), este plantea un problema, ya que en su estatuto como ficción
puede variar dependiendo de si el referente del mundo representado se basa en una
realidad que ha existido o es estrictamente una ficción. No pretendemos entrar aquí a
discutir la ficción, sino más bien establecer una diferencia real del modo de denotar lo
que puede ser una ficción. Si un texto dramático o espectacular tiene como referente
una realidad que ha existido (referente actual), o si se trata de una realidad imaginaria,
tenemos dos modos de denotar la ficción. En el primer caso, el hecho de que una
realidad histórica/actual sea transformada en ficción sufre alteraciones que no impiden
que esa realidad sea considerada como real. En el segundo caso, si se trata de pura
ficción, esto es, un TD o TE no basado en una realidad existente, tenemos un referente
ficticio.
El siguiente ejemplo servirá para ilustrar lo que venimos diciendo. La obra de Andrés
Lizárraga, Santa Juana de América toma un hecho histórico que existió en la realidad
de nuestro continente (“Desde 1809 hasta 1925 se registraron en el Alto Perú grandes
movimientos de liberación. Ellos fueron, quizá, los que tuvieron raíces más populares
en esa cruenta lucha indoamericana que nos independizó de España... y ésta es la
historia de algunos de sus actores”. Epígrafe al comienzo de la obra), y ese hecho se
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proyecta hasta la actualidad. Así, la referencialidad de estos textos es altamente
compleja: el espectáculo tiene como referente el texto dramático, y a su vez crea su
propio referente en la puesta en escena, y ésta tiene una referencialidad con el mundo
exterior (por iconización) y una doble referencialidad, histórica y actual, por el
discurso: por una parte remite a la situación de la lucha por la tierra en el momento de
la independencia de nuestro continente, y por otra parte, remite al presente del
campesinado, revelando que la situación de opresión del pasado y del presente no ha
cambiado (Indalecio: ¡La guerra no terminó...! ¡La guerra no terminó, mi teniente
coronel...! ¡No!)
Después de este largo recorrido, quizá no hemos hecho sino señalar lo evidente, pero
al mismo tiempo, pensamos haber explicitado el proceso de semiotización teatral, el
cual se rige por sistemas de significación altamente complejos, y que todo analista que
intente desentrañar y dar cuenta de la producción de sentido en el teatro, necesita de
un metalenguaje a la altura de la complejidad inherente a esta forma particular de
semiotizar que llamamos teatro.
CAPÍTULO IV
LA RECEPCIÓN TEATRAL
Not only does the stage action influence the audience, but the audience also
innuences the stage action... The audience is therefore omnipresent in the
structure for stage production. Jan Mukarovsky, Structure, Sign, and Funchon.
I. Teoría de la recepción.
La semiología teatral se ha ocupado de diversos aspectos del fenómeno teatral desde
hace ya un par de décadas, en particular de los problemas relacionados al texto-
representación, al discurso teatral, a la producción de sentido, para citar sólo algunos
de los campos mas trabajados. Sin embargo, un terreno que aun permanece casi
inexplorado es el de la recepción teatral, salvo por algunos estudios de Patrice Pavis,
Marco De Marinis, y André Helbo, quienes se han ocupado mas de este campo.
Debemos indicar que los investigadores de la "Escuela de Praga" ya habían realizado
algunos estudios sobre la recepción teatral, sin embargo, no llegaron a una teorización
orgánica y sistemática de la misma. La situación en el área literaria es bastante
diferente puesto que una teoría de la recepción se viene desarrollando desde Roman
Ingarden hasta los trabajos de la llamada Escuela de Constance integrada por Hans-
Robert Jauss, Wolfgang Iser, Wolf-Dieter Stempel y recientemente, los estudios de
Umberto Eco. Quizás una de las razones por la cual la semiología teatral no se había
ocupado de esta área se deba al carácter hermenéutico de la teoría de la recepción,
carácter muchas veces falto de rigor y en apariencia lejos de la semiología. No
obstante, hoy el semiólogo debe integrar o mas bien incorporar la recepción en el
centro mismo de sus investigaciones, particularmente tratándose del teatro, donde la
relación sala-escena es fundamental, puesto que no hay espectáculo sin un público, sin
un espectador. De este modo, en el presente capitulo deseamos establecer un marco
teórico y operatorio para una recepción teatral que encuentra su inspiración en algunos
de los trabajos citados mas arriba.
La teoría de la recepción, o como también se le llama, la estética de la recepción,
tiene como objeto central la investigación de las relaciones entre texto y lector. Esta
estética no comienza con la Escuela de Constance, como usualmente se piensa, sino
con Roman Ingarden y los teóricos checoslovacos, tales como Felix Vodicka y Jan
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Mukarovsky. Estos autores nos interesan en la medida que proveen una base
conceptual y teórica rica en elementos para elaborar una teoría de la recepción teatral.
Nuestro propósito aquí, es solamente discutir algunas nociones claves en relación con
nuestro objeto de estudio y delinear nuevas perspectivas teóricas.
a) Lugares de indeterminación
Roman Ingarden en sus dos obras capitales, The Cognition of the Literary Work of
Art y The Literary Work of Art, emplea una serie de conceptos que sirven para
construir una parte central de nuestro trabajo: nos estamos refiriendo a las nociones de
objetivación, actualización, concretización y a los lugares de indeterminación
(Unbestimmtheitsstellen). Los lugares de indeterminación en la obra literaria son
aquellos lugares no determinados por el estrato objetivo del relato: es la parte que debe
completar el lector, es, entonces, lo no dicho pero sugerido por el texto. Ingarden
sostiene al respecto: "Llamo ‘lugar de indeterminación’ al aspecto o a la parte del
objeto descrito que no esta específicamente determinado por el texto. Cada objeto,
persona, acontecimiento, etc., descrito en la obra de arte literaria contiene un gran
numero de lugares de indeterminación, especialmente las descripciones de lo que pasa
con la gente y las cosas”. Estos lugares de indeterminación existen simplemente porque
es imposible determinar todo lo narrado y por ello el lector tiene que colmar esos
lugares o bien dejarlos tal cual, y esto implica, según Ingarden, dos actitudes diferentes
a) o bien dejarlos intactos, esto es, no entrar a colmarlos, b) o colmarlos, lo cual
implica ir mas allá de lo que el texto mismo puede sugerir. El primer caso es difícil,
puesto que por lo general nuestros hábitos de lectura tienden a colmar los lugares de
indeterminación. En el teatro, el director puede jugar precisamente a no leer el texto y
dejarlo con los lugares de indeterminación para que el público se encargue de hacer su
lectura del texto. Este fue el caso, por ejemplo, de la puesta en escena de Hamlet
realizada por Anton Vitez (Chaillot, París, 1983). Vitez se negó a hacer su lectura del
texto, dejándole toda libertad al espectador. Ingarden atribuye la indeterminación al
carácter esquemático de toda obra de arte, y esta esquematicidad será compartida por
el teatro. El proceso de colmataje de estos lugares de indeterminación se realiza a
través de la objetivación, luego la actualización y finalmente la concretización.
b) Objetivación
Un primer paso o, si se prefiere, un primer nivel de colmataje de los lugares de
indeterminación se efectúa a través de la objetivación, la cual consiste en "la transición
de los estados de cosas intencionales a los objetos descritos en la obra literaria”,
entendiendo por “estados de cosas intencionales”, las objetividades presentadas y
determinadas por el texto y por los “objetos descritos”, la expansión de esas
objetividades por el acto imaginativo de colmataje. Las objetividades mismas consisten
de lo que forma el mundo narrado, personas, cosas, procesos, acontecimientos,
etcétera. La objetivación es la extensión o expansión del estrato objetivo de la obra. El
proceso de objetivación consiste en procesos imaginativos que plasman la situación
objetiva y la complementan. Al leer una obra de teatro -o una novela- hay toda una
dimensión imaginativa, de lugares, ambientes, perfil de los personajes, etc., que tiene
lugar no en el texto, sino en la imaginación del lector. Este proceso también esta
presente en el teatro; ü aunque en la escena ya existe un primer proceso de colmataje
por objetivación, siempre hay un resto que el espectador tiene que llenar, completar.
c) Actualización
Las objetividades o, si se quiere, el proceso de objetivación, ü antes de ser
concretización, es medido por la actualización pero en Ingarden existe a nuestro ver,
una diferencia central. según dice, “La objetivación y concretización de los objetos
descritos en la obra de arte literaria son concordes con la actuación y concretización al
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menos de una buena parte de los aspectos esquematizados”. Aquí tenemos ambos
conceptos claramente diferenciados, puesto que mientras la objetivación es la
expansión y la figuración imaginativa la actualización es la vivencia de esas
objetividades la representación experimentada de una forma concreta a través de la
objetivación. La actualización es la percepción misma de las objetividades sugeridas.
Es por medio de los aspectos actualizados que las cosas descritas aparecen con una
mayor plasticidad y distinción, llegan a ser mas vivas y concretas y el lector parece
entrar en un intercambio directo con aquellas”(17)
d) Concretización
Tanto la objetivación como la actualización son transformadas en concretizaciones.
Este concepto parece tener diversos usos en Ingarden y antes de establecer nuestra
posición y empleo del término deseamos establecer los diferentes usos encontrados en
Ingarden. En The Literary Work of Art, dicho concepto tiene las siguientes
acepciones:
1) concretización: interpretación (“Por la mera posibilidad que una misma obra puede
permitir cualquier numero de concretizaciones las cuales frecuentemente difieren
significativamente de la obra y también, en su contenido, difieren significativamente
entre ellas (...)” p. 252).
2) concretización: aprehensión de la obra ("Las concretizaciones son precisamente lo
que se constituye durante la lectura y lo que por decirlo así, forma el modo de
presentarse de la obra, la forma concreta en que la obra es aprehendida", p. 332).
3) concretización: concreción de lo esquemático (La diferencia más radical entre la
obra literaria y sus concretizaciones surgen en el estrato del aspecto. A pesar del
estado de preparación [Parathaltung] y esquematismo en la obra misma, los aspectos
logran concreción en la concretización y se elevan al nivel de la experiencia perceptiva
[en el caso de la obra escénica] y de la experiencia imaginativa [en la lectura]", p 339).
' n pare Aquí la concretización parecería confundirse con la objetización y la
actualización.
4) concretización: manifestación de la objetivación (“La concretización de la obra
literaria se distingue además por el hecho de que la emergencia verdaderamente
explícita ocurre solamente aquí...” p. 341).
5) concretización: conocimiento y estética (“Las concretizaciones constituyen una
especie de lazo conector entre el lector y la obra y emergen cuando el lector se
aproxima a ésta cognoscitiva y estéticamente.” p. 352).
6) concretización: manifestación de la actualización (`”las potencialidades contenidas
en la obra misma (....) son transformadas en actualidades en la concretización.” p.
337).
En The Cognition of the Literary Work of Art hay otras aproximaciones:
7) concretización colmataje ("Llamo a esta determinación complementaria la
‘concretización’ de los objetos descritos. En la concretización la actividad peculiar co-
creativa del lector entra en juego. De su propia iniciativa y con su imaginación el llena
varios lugares de indeterminación con elementos escogidos de entre muchos elementos
posibles y permisibles.” p. 53).
El concepto de concretización implica e incluye los conceptos de objetivación y
actualización, y de aquí los diversos usos, puesto que toda interpretación-
comprensión-vivencia-aprehensión de una obra implica todo el proceso, esto es, el
circuito que se forma debido a los lugares de indeterminación:
Æ lugares de indeterminación Ê
ò
66
actualización-concretización ð objetivación-
concretización
ñ
Ç concretización È
Si bien es cierto que este circuito comparte muchos de los elementos extra e intra
literarios con el teatro, también lo es su diferenciación radical en el circuito
propiamente teatral:
autor ð TD ð
ï CS ð TE ð espectador
director ð TEV ð
El autor y el director son productora de textos: uno del texto dramático (TD) el otro
del texto espectacular virtual (TEV) y espectacular (TE). La recepción de este TE por
parte del espectador es mediada por el Contexto Social (CS) que determina e
influencia la concretización. El entorno cultural general (CS) puede ser compartido por
ambos polos del circuito, pero el modo de producción teatral esta mediatizado por
todo lo que implica la puesta en escena, la cual impone un sistema escénico. Señalamos
este ya que el teatro, que cualquier otro arte, tiene que tener siempre en cuenta la
recepción, el público a quien se dirige y por lo tanto el proceso de producción es
fundamental y central en el acto creativo teatral. La particularidad fundamental en el
modo de producción teatral es que allí existe una doble concretización y por ello una
doble producción de sentido: una realizada por el director y otra por el espectador.
Antes de entrar a puntualizar esta doble concretización, debemos señalar brevemente
el estatuto del objeto concretizado, puesto que no se trata de un objeto monocódigo.
Sabemos que la representación teatral tiene un doble estatuto contradictorio: todo
sobre la escena es real, y nada es real, es decir, la dimensión material de la
representación es real, comediantes, objetos, vestuario, etc., pero a su vez nada de esto
es real por ser un signo de signo y por ser ficción. Recordemos que el vestuario no es
nunca el vestuario de una época dada, sino un signo de este vestuario: Por esto que
dijimos que el teatro es un simulacro o ilusión referencial. Por lo tanto el espectador,
desde el momento mismo que asume su espacio, tiene ante él un signo que funciona
como realidad sin que ésta sea tal. Aquí interviene una forma especial de percepción:
por una parte el mundo posible del universo dramático creado por la ficción, y por
70
otra, el mundo real al cual pertenece el espectador (volveremos sobre este punto). De
este modo, ese mundo material y la ficción que despliega tienden a relacionarse y a
confundirse con el mundo del espectador. El referente de la obra de arte o de la obra-
cosa-artefacto (significante) y el objeto estético (significado) es creado por la ficción, y
este referente al pasar por el contexto social puede ser comprendido debido a la ilusión
referencial que produce, ya que el mundo posible y el mundo real mantienen relaciones
cuya naturaleza permite actualizar ambos mundos a través de la iconización,
indexización y simbolización.. Estas relaciones son reforzadas por otros dos
componentes, además que la acción: el lenguaje la ideología, los cuales son exhibidos
o ionizarlos al igual de la ficción, y la forma de iconizarlos tendrá mucho que hacer con
la práctica directorial, la cual pasamos a puntualizar.
b) Concretización directorial
Un texto dramático al ser transformado en texto espectacular implica una mediación
directorial, una primera lectura, anterior a la lectura del espectador El director de
teatro efectúa primeramente una lectura dramatúrgica, donde se analiza la fábula del
texto en cuestión, su articulación estructural, los componentes ideológicos que la
integran, Luego esta lectura es plasmada en miras a la construcción del texto
espectacular, organizando las formas de enunciación, la gestual, puntualizando los
aspectos proxémicos y kinésicos, construcción de caracteres y finalmente situando
todo esto en un espacio estructurado que integra diversos sistemas de expresión tales
como el decorado, la música, la iluminación, etcétera. La convergencia del trabajo
dramático y del trabajo espectacular da como resultado la concretización del director,
esto es, la interpretación o lectura que entrega el director a su público.
Esta concretización del director esta determinada por diversos elementos que pueden
ser resumidos en la noción de metatexto introducida por Patrice Pavis. El metatexto no
debe ser confundido con el intertexto, ya que éste tiene que ver con la relación de los
textos entre si en cambio, el metatexto es mucho más amplio que el intertexto Éste
incluye el entorno cultural o lo que Marco De Marinis ha llamado el Texto Cultural
General (TCG), es decir, el metatexto se constituye por textos no dramáticos, por la
posición ideológica del director, por su concepción del espectáculo, de la historia y su
ubicación en el contexto social, y todo conocimiento general del director y del
espectador. Por ello, el TD, transformado en texto espectacular, pasa por el filtro del
director, el cual impone, de cierta manera, una concretización al público. Pero la
relación del director con el texto no puede perder de vista al público a quien va
dirigido el espectáculo y tampoco la relación de un TD con la historia. Por ejemplo, si
se trata de un texto clásico o simplemente no contemporáneo, el director puede o bien
adaptar ese texto, como era a menudo el trabajo brechtiano y artaudiano, o bien
intentar una reconstitución del mismo. Cualquiera que sea la posición del director,
debe introducir un sistema de guías o conductor, que le permita al público rastrear o
percibir una dirección en el texto espectacular. Este sistema conductor puede en el
conducto narrativo, por ejemplo, organizar la fábula de manera tal que el espectador
pueda seguirla sin mayores tropiezos, o bien un conducto genérico donde el genero
mismo ya plantea el horizonte de expectativa, como lo es en el caso de la tragedia,
comedia, sátira, También un conducto ideológico donde el espectador puede
reconocer ciertos enunciados y actitudes gestuales como pertenecientes a esta o a
aquella adhesión ideológica. Sin embargo, puede darse el caso de que el conducto
genérico sea empleado inversamente, es decir, desarticulando el género para decir lo
contrario de lo que le es inherente, y solo conservando el rótulo de su adherencia: la
fábula también puede ser alterada, especialmente en una adaptación alterando por ello
el horizonte de expectativa del público. Sólo tenemos que pensar en Lear de Edward
71
Bond, o en Antígona de Jean Anouilh. Lo mismo es factible con respecto a la
ideología, donde textos dramáticos marcados ideológicamente en cierta dirección,
presentan una inversión ideológica en el texto espectacular. Todo este proceso de
alteración o conservación del texto pasa por el filtro del director y se constituye en su
con concretización.
Un aspecto a veces fundamental en diversas puestas en escena es la ambigüedad que
permea el texto espectacular. Esta ambigüedad puede proceder del texto mismo, y del
director que bien la resuelve, conserva o incluso crea. Puede existir una ambigüedad
programada por el texto, pero también la ambigüedad puede surgir de la distancia
estética e ideológica entre el texto dramático espectacular y el público. Este caso lo
presenciamos en la puesta en escena de Edipo Rey realizada por Alain Milianti
(Théâtre La Salamandre, Theatre National de l'Odeon, París, 1985), o en la de Hamlet
realizada por Vitez (Chaillot, París 1983). En este caso, Vitez decidió no resolver estas
ambigüedades dejando al público en libertad para resolverlas por sí mismo. Sin
embargo, el hecho mismo de acentuar la ambigüedad textual es ya una toma de
posición una concretización. Debemos indicar que la manera de estructurar el
significante de un TE en relación con un significado, esta mediada siempre por el
contexto social donde se inscribe, y esto poco o nada afecta al hecho de que se trate de
la puesta en escena de un texto antiguo. Así, desde una perspectiva marxista,
Fuenteovejuna de Lope de Vega ha sido puesta en escena en Moscú como ejemplo de
la lucha de clases, cuando allí los conflictos de clases no son tales o nada tienen que
ver con esa realidad. Textos dramáticos como Santa Juana de los mataderos Galileo
Galilei, La Comuna de París de Brecht, serían difícilmente escenificables en un país
como Chile, puesto que cualquiera de los grupos teatrales progresistas de dicho país
efectuaría una lectura coyuntural al contexto social actual en que vive el país. Con esto
deseamos indicar que en todo momento el director tiene en cuenta este contexto social
y el horizonte de expectativa siempre cambiante. De hecho, su trabajo consiste por lo
general en la articulación de dos historicidaddes, por una parte la del contexto literario
y social del TD y por otra, el contexto literario y social del público, su sistema de
expectativas ideológicas y estéticas. Es evidente que el trabajo del director,
particularmente en relación con el mensaje vehiculado por la ficción, se reduce a la
construcción de un referente. El texto dramático crea un referente por medio de la
ficción, referente que es una pura ilusión referencial ya que no tiene un valor
existencial. No obstante, a pesar de esto, mantiene una relación mimética con el
referente del contexto social real. De aquí la posibilidad de vincular ese referente
ficticio a la realidad del público.
La mediación del director no es la única que existe entre el TE y el público; también
existe la del escenógrafo y la del actor. No debemos perder de vista que el público que
asiste a una representación teatral esta expuesto a un bombardeo constante de los mas
diversos sistemas de significación (música, vestuario, objetos comediantes, voz
gestualidad, iluminación, etc.) mientras que ante el TD se enfrenta a un único sistema
de significación: el lenguaje articulado en dialogo y, en el mejor de los casos algunas
indicaciones escénicas del TD.
Todo comediante realiza su propia concretización del TD y particularmente del
personaje que representa: en su actuación hay algo del personaje y algo de si mismo.
De hecho, cuando hablamos de Hamlet por lo general tenemos en mente tal o cual
concretización de Lawrence Olivier o de Derek Jacobi y cuando sostenemos que ese
personaje no es Hamlet o Edipo, es que según nuestra lectura no es legible,
reconocible. Ante la puesta en escena de Alain Milianti de Edipo Rey (Theatre de La
Salamandre Theatre National de l'Odeon, París, 1985), tanto la critica como el público
72
reaccionaron contra la concretización de Edipo de Milianti/Blanc, quien por lo general
es representado como un personaje austero, de gran dignidad (semejante a Lear) y
elevación En cambio, en esta puesta en escena, Edipo es relativamente joven, vestido
casi como un cavernario y de actos semi-salvajes. El comediante (Christian Blanc)
ostenta a un personaje por medio de la voz y el cuerpo, además de su vestuario: se
trata de un cuerpo significante. Esta dimensión tangible del personaje, y ausente en el
TD, es en si misma una concretización que el público debe confrontar a partir de su
propio metatexto.
Lo mismo podemos afirmar, aunque guardando las diferencias, sobre la puesta en
escena de Cyrano de Bergerac, realizada por Maurizio Scaparro, Josef Svoboda
(escenografía), Pierre Albert (vestuario), Josep Maria Flotas (Cyrano) (Compania
Josep Maria Flotas, Poliorama, Barcelona, 1985). La escenografía jugó aquí un papel
central puesto que hizo un empleo funcional del espacio y del objeto teatral que
constituyeron una concretización diferente del espacio escenográfico tradicionalmente
escenificado. La convergencia de las concretizaciones de Scaparro Svoboda, Albert y
Flotas dio como resultado un todo sintético que se plasmó en la concretización global
de ese texto espectacular.
c) Concretización espectatorial
La práctica receptiva, esto es el trabajo de concretización y la forma de realizar este
trabajo en relación con un espectáculo, es de una gran complejidad, puesto que el
espectáculo teatral es efímero y por ello todo intento de sistematizar el proceso de
recepción se ve enfrentado a obstáculos que a primera vista parecen insuperables. Por
ello, la forma mas adecuada y la que puede entregar mas resultados concretos y
precisos sobre dicha actividad receptiva es la de establecer un modelo de recepción
teatral que sea capaz de encarar las dificultades de esta tarea semiológica.
Patrice Pavis propone un modelo que sin duda puede dar cuenta del proceso de
recepción y de las etapas que este implica El modelo en cuestión consiste en un
circuito de recepción que se articula como sigue:
El modelo en cuestión propone, por una parte, una estructura significante (Se), que
no es sino un referente estructurado. Esto es lo que en el transcurso del espectáculo va
percibiendo gradualmente el espectador, y al fin del proceso de percepción obtiene un
artefacto o estructura del espectáculo en cuestión. En este nivel observamos cómo el
trabajo receptivo es un trabajo productivo en la medida que es el espectador individual
73
quien atribuye u organiza esa estructura. Sin duda, el TE propone una estructura, pero
ésta puede ser percibida; segmentada de diversas maneras por el espectador. Así la
estructura no se da como algo inmutable, por el contrario, es dinámica gracias a la
actividad estructuraste del espectador. Por otra parte, el significado (So) del TE es un
significado central o nuclear compartido por todos los espectadores, y provisto por el
TE, producto de la labor del director teatral quien ejecuta su concretización. A su vez,
tenemos las concretizaciones individuales o múltiples efectuadas por cada uno de los
espectadores. Éste proceso de significación se realiza en etapas: primero la etapa de
ficcionalización del objeto estético o referente luego interviene la textualización de la
ideología y la ideologización del texto. Todas estas etapas están mediadas por el
Contexto Social compartido tanto por el doctor como por el espectador. Aquí entra en
juego el metatexto espectatorial con el metatexto directorial, puesto que la
confrontación de ambos metatextos es lo que en ultima instancia va a producir la
concretización. Los metatextos pueden divergir, es decir, expresar diferentes
concretizaciones, por una parte la del director y por otra la del espectador.
La importancia del modelo propuesto por Pavis reside en la incorporación del
contexto social como categoría mediadora en la constitución del sentido. La
concretización no esta dada de una vez por todas en el TE, ya que este es el resultado
de una concretización directorial que procede de su metatexto y que luego es
confrontada por el metatexto espectatorial: ambos metatextos tienen algo de común: el
contexto social. En otras palabras el sentido no se constituye por el paso directo del
significante al significado, sino que se ciñe al circuito Se ð C.S. ð So. El contexto
social, según Pavis, “es a la vez producido por la obra, en su referencia a un mundo
posible y formado por las condiciones de recepción de la obra. Es a veces el contexto
en el cual se inscriben los productores del texto, la situación de recepción dentro de
la cual es percibido en el presente”.
Debemos señalar que el proceso de concretización efectuado por el receptor no es
del todo subjetivo como parecería ser. La variedad de concretizaciones se debe a la
variabilidad de los tres componentes del circuito de recepción, a saber, el C.S. que
implica tradiciones artísticas, normas ideológicas, literarias, las cuales cambian con el
tiempo (incluso son diferentes de cultura a cultura); el significante varia en la medida
que la segmentación que se efectúa de un texto no es siempre la misma, por el
contrario, cambia de época en época, e incluso de puesta en escena a puesta en escena.
Si bien es cierto que el TE, en su nivel estructural, le impone un significante al
espectador, también lo es que la forma de percibir esa estructura puede variar. La
variación del significado no es sino el producto de los cambios ocurridos en el
significante y en el contexto social. Así, las múltiples concretizaciones de un mismo TE
se explican por los cambios sufridos en los tres elementos del circuito receptivo.
En este trabajo receptivo puede darse una triple lectura de parte del espectador, la
cual precisamos en el siguiente modelo:
TE presente ð ð
õ
TE' pasado ð ð ï espectador
÷
TD de TE y TE’ ðð
Primero, una lectura del TE desarrollándose en escena ante el, a la cual le da una
concretización; luego el espectador puede ya tener una concretización precedente del
mismo TD realizado en otro TE' por un director diferente. Finalmente, el espectador
74
también puede haber leído el TD que percibe ahora/antes como TE/1'E'. Así, tanto el
TE' como el TD tendrán una influencia en su lectura/concretización del nuevo TE.
d) Proceso de concretización
El proceso de concretización pasa por dos practicas distintas con respecto al
contexto social. Por una parte hay un movimiento desde el significante espectacular al
C.S. es decir la forma como pasa ese TE a ser percibido por el C.S. del espectador;
por otra parte, un movimiento del. C.S. al significado, el cual provee ciertos mensajes
y el referente imaginario (la ficción) del TE. La convergencia de ambas prácticas
constituye la concretización del espectador.
1. Del contexto social al significado
1.1. La ficcionalización
La etapa de ficcionalización consiste en el proceso de confrontación entre el mundo
posible propuesto por el TD/ TE y la relación con el mundo real del receptor. Lo
imperante en este proceso es que la ficción espectacular crea un referente, que es un
referente imaginario y por ello sin ninguna existencia real. El referente tiene que pasar
por el C.S. para ser comprendido: primero el artefacto significante es estructurado por
el espectador, es decir, la ficción y sus componentes son articulados en una estructura
coherente de la cual se desprende el sentido y se efectúa la concretización Por esto, la
ficcionalización es la primera y mas importante de las etapas ya que tanto las etapas
subsecuentes (textualización de la ideología e ideologización del texto), dependen de
esta, es decir, cómo lo ha comparado con su mundo real. De modo que en la etapa de
ficcionalización hay un doble trabajo espectatorial: estructuración y concretización:
TE
ò
referente imaginario ó ilusión referencial
õ ò ö
ø ÷
ficcionalización
ò
(sistema modelante secundario)
El TE a través de la ficción o, mejor dicho, la acción crea un referente imaginario:
personajes, intrigas, decorado, discurso dialógico etcétera. Este referente imaginario
compuesto principalmente por una parte oral (diálogo) y otra visual (espacio y objeto
teatral) produce una ilusión referencial que permite el trabajo de la ficcionalización
propiamente tal. La totalidad de esta operación se puede expresar en el concepto de
sistema modelante secundario de Yuri Lotman. Este concepto debe ser comprendido
de la siguiente manera: el SMS es producto del horizonte de expectativa y del código
de lectura del lector/espectador, el cual se basa en el artefacto significante (TD/TE). Se
trata, como ha señalado Rien T. Sehers, de una superestructura que es construida
sobre el modelo primero. Pero la noción empleada va mas allá del sentido atribuida
esta generalmente. Un primer sentido consiste en que un sistema modelante
secundario es un lenguaje segundo, por ejemplo, el cine, el teatro, etc., son estructuras
comunicativas que se construyen a partir y por sobre una lengua natural (= sistema
primero). Por ello, el arte, en términos generales, es un sistema segundo, un lenguaje
segundo, fundado en un sistema primero. Pero el sentido al cual aludimos aquí es otro,
que mas bien reside en los componentes semánticos (ideología/ética, estética), Este
sistema segundo es entonces totalizante, en cuanto incluye las tres etapas de
concretización y es una estructura significante (significante/significado/contexto social)
contrapuesta al referente referente o ilusión referencial del texto
dramático/espectacular.
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El establecimiento de la ficcionalización -estructura/sentido- se da a partir del
contexto social es decir, el texto espectacular es filtrado por este y luego constituye la
estructura-sentido. Lo que permite relacionar o vincular el mundo posible y el mundo
real, son los referentes del primero que pueden ser grabados al segundo, y este proceso
se efectúa también por los componentes de naturaleza ideológica, estética y ética.
CAPÍTULO V
POR UNA ESPECIFICACIÓN ACTANCIAL
Dans l'etude du conte, la question de savoir ce que font les personnages est la
seule impotante; qui fait quelque chose et comment il le fait, sont des questions
qui ne se posent qu'accessoirement. Vladimir Propp, Morphologie du conte.
I. Antecedentes.
La primera sistematización actancial se la debemos a Vladimir Propp con su famoso
libro Morfología del cuento, publicado en ruso en 1928. El intento fundamental de
Propp consistió en encontrar una estructura profunda común a todos los cuentos rusos
que componían su corpus. Para ello se basó en la noción de función (que luego ser
retomada por los estructuralistas franceses en los años '60), noción clave puesto que se
basa en el hacer del personaje y no en lo que piensa o dice. En Propp encontramos la
base de lo que ser posteriormente la formulación actancial de Greimas y de Souriau, al
sostener que "el cuento a menudo asigna las mismas acciones a personajes diferentes.
Esto es lo que nos permite estudiar los cuentos a partir de las funciones de los
personajes”. El resultado final de las investigaciones de Propp lo llevaron a constatar
que todos los cuentos de hadas rusos (merveilleux) pertenecen a un mismo tipo de
estructura profunda compuesta por un número limitado de funciones. A su vez ordena
estas funciones en secuencias esferas de acción que estructuran el relato.
Etienne Souriau, partiendo de presupuestos metodológicos muy similares a los de
Propp, va a elaborar un modelo actancial fundado en su definición de situación
dramática el propósito fundamental de Souriau es el de "discernir por medio del
análisis las grandes “funciones dramáticas” sobre las cuales descansa la dinámica
teatral' y "estudiar morfológicamente sus principales combinaciones. La concomitancia
con los propósitos bases de Propp es significativa especialmente cuando consideramos
que Souriau no conocía el trabajo de aquél.
La delimitación de lo que es una situación dramática será central para el
establecimiento de las funciones que la constitución. Según Souriau, "Una situación
dramática es la figura estructural diseñada, en un momento dado de la acción, por un
sistema de fuerzas; - por el sistema de fuerzas presentes en el microcosmo centro
estelar del universo teatral; encamadas o animadas por los personajes principales en un
momento de la acción". Este sistema de fuerzas esta constituido por las funciones
dramáticas. Desde el comienzo Souriau delimita la función dramática a personajes
concretos;' aquella pertenece al sistema, y el personaje pertenece a un TD dado, esto
es, la función constituye la estructura profunda de un TD y las diversas situaciones
donde se encuentra el personaje, la estructura superficial. El sistema de funciones
actanciales es estable y el mismo en todo TD, y lo que cambia es su combinación, la
cual, según Souriau, puede generar doscientas mil situaciones dramáticas diferentes.
El modelo actancial que establece Souriau comprende seis funciones que ordena de la
siguiente manera:
* la fuerza temática orientada;
* el representante del bien deseado, del Valor orientado;
* el detentor virtual de este bien (para el cual trabaja) ;
* el oponente ;
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* el arbitro que atribuye el bien;
* el ayudante, desdoblamiento de una de las fuerzas precedentes.
Este modelo presenta varios problemas significativos. Primero, Souriau no distingue
entre destinatario y sujeto de la acción por lo tanto es difícil distinguir entre la
motivación del sujeto (lo que lo impulsa a actuar) y su acción. En el modelo propuesto
por Anne Ubersfeld que presentaremos más adelante esto queda claro, ya que en
realidad se trata de dos funciones actanciales y no de una. Segundo, el árbitro es una
función redundante porque puede ser asumida o asimilada por el ayudante, función que
Souriau deja indeterminada. Sin embargo, a pesar de esta deficiencias del modelo
propuesto, éste constituye un primer intento de sistematización, el cual,
desafortunadamente, no ser desarrollado por la crítica teatral sino hasta casi treinta
años después, por Anne Ubersfeld.
D1 ð S ð D2
ò
Ay ð O ð Op
Sin embargo nosotros distinguimos un tercer triángulo junto a los dos señalados por
Ubersfeld. Un triángulo donde el oponente lo es tanto del sujeto como del objeto:
Y si lo es tanto del sujeto como del objeto tendremos dos flechas sólidas del ayudante
al sujeto y al objeto:
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d) Actantes, actores, roles
Los actantes, como lo indicamos mas arriba, son unidades abstractas de todo TD/TE,
independientemente de su estructura superficial. Los actantes son manifestados en el
TD/TE por los actores. Según Ubersfeld, “El actor es una unidad lexicalizada del
relato literario o mítico”, es decir, el actor es la realización o individualización de un
actante. Esta lexicalización consiste en un nombre gen‚rico, por ejemplo, actor-padre,
actor-pueblo, actor-rey, etcétera. Según Greimas, los actantes pertenecen a la sintaxis
narrativa, mientras que los actores son identificados en los discursos particulares donde
se encuentran manifestados. Este mismo fenómeno se produce en el teatro y de aquí la
aplicabilidad de estos conceptos elaborados en función del relato. Según este mismo
critico, "un actante (A1) puede ser manifestado en el discurso por varios actores (al,
a2, a3), lo inverso es igualmente posible, un solo actor (al) puede ser el sincretismo de
varios actantes (A1, A2, A3)". Gráficamente Greimas ha representado estos
sincretismos de la siguiente forma:
Al Al A2 A3
÷ ò ø õ ñ ö
al a2 a3 a1
De esta forma el actor no puede ser nunca confundido con el þ actante aunque aquel
constituye una abstracción más específica por ser la realización manifestada de un (o
unos) actante (þ). El actante es un elemento de la estructura profunda en cambio el
actor es un elemento de la estructura superficial, esto es, pertenece a un texto
detentando. Según Ubersfeld, "Al actor como lexema le corresponde un cierto número
de semas que lo caracterizan”. El actor se caracteriza por: a) un proceso que le
pertenece (Sn+SV), donde juega un papel de sin a nominal en relación con un sintagma
verbal a verbal fijo (Y engaña a X); b) por un cierto número de rasgos diferenciadores
de funcionamiento binario: hombre/mujer, joven/viejo, etcétera. Dos personajes
pueden así tener los mismos rasgos y realizar la misma acción, constituyendo un sólo
actor. El actor entonces, como unidad del discurso dramático, forma parte de un
cruzamiento de cierto número de paradigmas y sintagmas, esto es, su proceso. Tres
personajes que constituyen un solo actor pueden revelar ciertas diferencias al
analizarlos paradigmáticamente. De este modo un personaje, por ejemplo Hamlet, tiene
la función actancial de sujeto y la función actorial de príncipe
Lo que permite la plasmación del actante y del actor en personajes, es el rol. Esta
función corre el riesgo de ser confundida con la de actor. Sin embargo, se trata de dos
funciones diferentes. Nosotros adoptamos el sentido de función que Greimas le ha
dado al rol en Du sens. Allí sostiene que el rol, en el nivel del discurso, se manifiesta,
por una parte, como una cualificación, como un atributo del actor. Y por otra, esta
cualificación no es, desde el punto de vista semántico, sino la denominación que
subsume un campo de funciones (es decir, de comportamientos realmente inscritos en
el relato, o simplemente implícitos). El contenido semántico mínimo del rol es, en
consecuencia, idéntico al del actor, salvo por los semas de individuación que éste no
posee: el rol es una entidad figurativa animada, pero anónima y social; el actor por su
parte es un individuo que integra y asume uno o más roles.
Al igual que el actor el rol es una mediación que permite el paso del código actancial
abstracto, a determinaciones concretas del texto (personajes). Dependiendo del código
teatral (comedia, tragedia, etc.), los actores pueden ser roles determinados por una
sola función impuesta por el código mismo. Sólo basta pensar en los personajes tipos
de la Commedia dell'Arte (Arlequín, Pantalone, Scapini) o el gracioso del teatro
español del Siglo de Oro, que tienen un papel específico impuesto por el código. En
este sentido, el gracioso o Arlequín no son actores sino roles. Un buen ejemplo de esta
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codificación actor/rol lo provee el Gruppo teatro laboratorio de Verona (Théâtre
Lucemaire, París, 1985), donde a pesar de que la representación era en italiano del
siglo XVII el público pudo seguir sin mayor dificultad los bosquejos debido a su
competencia espectatorial.
Es importante señalar que todo personaje puede ser desvestido de su rol original y
vuelto a re-codificar con una nueva función. Pensamos, por ejemplo, en Galileo de
Bertolt Brecht. Lo que distingue fundamentalmente al actor del rol, es que el rol est
determinado por un número de rasgos distintivos (una función) y el actor es un
proceso determinado (Y quiere a X), teniendo el rol de seductor. El juego dramático,
según Grimas, se da entonces en tres niveles distintos: "los roles, unidades actanciales
elementales correspondientes a campos funcionales coherentes, entran en la
composición de dos tipos de unidades más grandes: los actores, unidades del discurso,
y los actantes, unidades del relato”. Así, la unidad básica-superficial del drama, la cual
puede ser atomizada en actante, actor y rol, es el personaje.
A partir del personaje como sujeto de la enunciación y del discurso, por lo tanto del
enunciado, es posible determinar con precisión el objeto de su deseo, y a su vez, la
acción principal y escribir la frase-base que contendrá la formalicen de un modelo
actancial. De este modo, el investimiento sémico, Y quiere la revolución" (como en
Santa Juana de América), genera una situación dramática y por lo tanto un modelo
actancial que va a dar cuenta de todos los actantes, presentes o ausentes, lexicalizados
dos o no-lexicaliados.
El análisis del personaje ha de hacerse a través del estudio de los diferentes
paradigmas a los cuales pertenece el personaje. El inventario de estos paradigmas
permite el establecimiento de tres diagramas diferentes: a) uno que da cuenta de todos
los actantes del TD a un nivel micro-secuencial, el cual facilita el establecimiento de las
relaciones de los personajes al interior de cada modelo actancial; b) un segundo
diagrama que da cuenta de los actantes lexicalizados (presentes o ausentes) en un nivel
macro y super-secuencial de cada TD; c) finalmente un diagrama que separa a cada
personaje individualmente con el fin de observar su evolución a través de la obra. Por
ejemplo, en Edipo rey podemos establecer los siguientes diagramas:
CAPÍTULO VI
HISTORIA Y SEMIÓTICA EN EL TEATRO
Voici une histoire de la littérature (n'importe laquelle; on n'établit pas un
palmarès, on réfléchisaur un statut); elle n'a d'histoire que le nom: c'est une
suite de monographies, dont chacune à peu de choses près, enclôt un auteur et
l'étudie lui-même; l'histoire n'est ici que succession d'hommes seuls; bref ce
n'est pas une histoire, c'est une chronique. Roland Barthes, Sur Racine.
I. ANTECEDENTES GENERALES
Descripción e historia son dos nociones que hasta hace muy poco tiempo se han
excluido mutuamente. La contradicción de estas dos nociones, que de hecho son dos
prácticas distintas de encarar el hecho literario, reside en su base en la oposición entre
una perspectiva sincrónica y otra diacrónica del mismo. Hasta el advenimiento del
formalismo ruso, pasando por el estructuralismo y la semiología que le ha seguido, el
estudio de la literatura se centraba, en el siglo XIX y comienzos del XX, en su
dimensión histórica. Una característica central de esta práctica puede resumirse en una
palabra: la reconstrucción de la obra literaria, esto es, la reconstitución de la génesis de
una obra, del período y de la corriente a la cual pertenece, de la vida del autor, sus
ideas, ambiente cultural, etcétera. El problema central que esta época historiográfica
planteaba que los análisis giraban en torno a la obra y no trataban el objeto mismo,
puesto que no se había definido ese objeto. Otro problema fundamental que esta
práctica historiográfica eludía era cómo, en el proceso de la historia que constituye el
eje diacrónico, las formas y los contenidos cambian, y tampoco se intentaba explicar
por qué se produce el cambio. La historia servía sólo como un telón de fondo donde se
enmarcaban los textos hacerlos comprensibles, especialmente desde una perspectiva
filológica y a los más filosófica. En los casos en que se consideraba el cambio histórico,
comprendido por lo general como evolución “natural” lógico-causal, éste era sólo
mecánico: un período o corriente evolucionaba hacia otro, de una forma natural, sin
señalar la ruptura ni la naturaleza de la ruptura. Así, se evolucionaba "naturalmente"
del clasicismo al romanticismo y luego al naturalismo, etcétera.
Esta práctica historiográfica fue confrontada e incluso abandonada por los formalistas
rusos, quienes pusieron el énfasis en la literalidad de la obra literaria, esto es, en su
especificidad como construcción y por ello el enfoque adquirió un carácter sincrónico
y descriptivo. A partir de los famosos estudios de los formalistas se evolucionó, en este
campo, hacia la descripción sincrónica, que continuar en la Escuela de Praga y que
posteriormente conducir al estructuralismo y a la semiología. La característica de esta
nueva forma de pensar y enfrentar el texto literario será la descripción del
funcionamiento del texto. abandonando toda preocupación diacrónica. Sin embargo,
los formalistas mismos se preocuparon, aunque parcialmente, del problema de la
historia literaria, y muchos de sus aportes en este campo nos parecen válidos aún en
muchos aspectos.
Uno de los problemas al cual prestaron especial atención fue el de la variabilidad
literaria, esto es, a la evolución/cambio de la serie literaria. A su vez, esta evolución
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no se consideraba autónoma, desligada del resto de la cultura que produce textos
literarios. Por el contrario, Tynianov afirma que "el estudio de la evolución literaria no
rechaza la significación dominante de los factores sociales principales, por el contrario,
es solamente en este marco donde la significación puede ser aclarada en su totalidad”.
No obstante, a pesar de los esfuerzos primeros de los formalistas rusos, y debido a la
nueva orientación que le dieron al trabajo crítico, por muchos años la historia literaria
ha sido abandonada por considerable una tarea fútil, innecesaria. Con la incorporación
de nuevos métodos de análisis que enfatizan el texto literario y no su entorno, y debido
a los excesos de toda reacción, se ha llegado a considerar incluso que la historia carece
de un objeto de estudio bien definido.
V. Metodología
No intentamos explicitar detalladamente el nivel metodológico puesto que aún
estamos elaborándolo sino, más bien, apuntar a algunos instrumentos de análisis que
nos podrán ser útiles en el establecimiento de los ejes sincrónico y diacrónico, tanto a
un nivel formal como conceptual.
En el nivel que se ocupa del análisis formal hemos formulando el siguiente modelo:
sistemas
ö ø
eje sincrónico eje diacrónico
ø ö
subsistemas
El modelo señala que una sincronía dada se constituye por un sistema y subsistema,
los cuales proyectados en el eje diacrónico constituyen el proceso histórico y el
cambio. Con respecto a dar cuenta, a veces, de una heterogénea producción teatral e
incluso de remanentes previos, es necesario establecer diversas articulaciones
sistemáticas si deseamos ser comprensivos y rigurosos. Por ello, proponemos los
siguientes tipos de sistemas: a) supersistema, b) macrosistema, c) microsistema.
El supersistema consiste en un sistema comprehensivo, por ejemplo, el supersistema
moderno o el renacentista etcétera. En el caso concreto de Hispanoamérica, se pueden
establecer dos supersistemas: el sistema moderno, que iría desde comienzos del siglo
XX hasta casi medidos del siglo, y el contemporáneo, que llegaría hasta el presente.
Dentro de estos dos supersistemas tenemos macrosistemas que constituirían las
divisiones internas dentro de un supersistema. A su vez, el macrosistema se subdivide
en microsistemas manifestando los distintos tipos de textos y producción teatrales de
ese macrosistema. Por ejemplo, un teatro "experimental” un teatro “popular”, un
teatro "épico”, etcétera.
Para efectuar la realización de estos diversos sistemas diversos precisar los
instrumentos que permitirán dicha realización: en el nivel formal destacaremos dos
aspectos: uno estructural y otro estilístico. La estructura daría cuenta de la articulación
de una serie de tipos dramáticos en un momento dado y el estilo, del lenguaje
empleado en esos textos. Para ello es necesario establecer los tipos de textos y sus
ocurrencias. El tipo puede considerase como el nombre de una clase de textos que
desde cierto punto de vista (en este caso estructural y estilístico) son "iguales" y los
textos concretos que son parte de la clase, son ocurrencias de ese tipo. La “igualdad” o
“identidad” no la hacemos pensando en la igualdad de todos los elementos o
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propiedades estructurales y estilísticas de esos textos, sino más bien en la presencia de
propiedades dominantes de esos textos. De aquí podemos considerar que ciertos textos
(ocurrencias) son de un mismo tipo si presentan cierto número de propiedades
comunes que permiten identificar los como pertenecientes a una misma clase. Así,
todos los textos que comparten estas propiedades comunes son miembros de una
misma clase y otros textos no lo son, lo cual conduce a establecer A otras clases o
microsistemas. De modo que el primer procedimiento analítico es el de la clasificación
basada en la definición, es decir, en la enumeración de propiedades que un texto (o
textos) debe(n) tener para ser miembro(s) de la clase. Esta clasificación provee el
marco heurístico para establecer sistemas. A partir de aquí, de la descripción y
explicación de tipos y sus ocurrencias podemos dar cuenta del cambio, pero solamente
cuando las reglas de un sistema han sido establecidas con precisión.
Tanto la estructura como el estilo de una clase de textos deben ser, en el caso del
teatro, vinculados al tipo de convención teatral que se usa, puesto que la convención
determina cierta forma estructural y cierto modo estilístico. A su vez, la convención
teatral puede estar vinculada a un género teatral, pero el género no es sino un tipo
ideal y por ello debe ser tratado a base de los conceptos definidos arriba.
La primera etapa de nuestro trabajo será entonces, el establecimiento de estas
propiedades en los textos que serán parte de un vasto corpus y que luego se reducirán
como manifestaciones de sistemas en un momento dado, los cuales tendrán que ser
vinculados al CS. El segundo nivel es de suma importancia, puesto que en él se
encuentran las respuestas que entrega el texto a su público, las reacciones del
productor público las reacciones del productor teatral ante el CS. Para ello
proponemos valemos de los siguientes instrumentos analíticos:
a) descripción del contexto social (político, cultural etc.) para contextualizar los
textos de un momento dado.
b) establecimiento de la composición social (de clase) de los productores y del
público ya que en un mismo momento, productores pertenecientes a distintas
formaciones sociales producían obras destinadas al público que comparte la posición te
clase del productor;
c) establecimiento del horizonte de expectativa que ofrece el texto y que espera el
público. Este aspecto permitirá observar los cambios en el horizonte de expectativa,
cambios que muchas veces pueden afectar el nivel formal.
Todos estos factores que integran el CS están determinados por el contexto de
producción (CP), esto es, el contexto que determina la producción de cierto tipo de
mensajes y textos en cierto momento y no en otro. El CP produce o es producido por
un contexto de recepción (CR) que se manifiesta concretamente en el horizonte de
expectativa. Por ejemplo, el CP puede consistir en cambias políticos, acontecimientos
intencionales, situación económica, etc. que de alguna manera afectan y determinan
productor þ producir ciertos mensajes, pero ese mismo CP afecta y determina el CR.
Sistematicemos lo que venimos diciendo:
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