Psychology">
Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Historia de Seis Ideas Resumen

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

Juan José reyes Báez

La experiencia estética: historia del concepto

En los últimos cien años, los estudios en torno a la idea de la belleza y el arte eran de
carácter psicológico. La respuesta humana a la belleza y el arte, entonces, era el único
problema de importancia. Pero su novedad es una exageración, pues escritores
anteriores ya habían expresado opiniones similares.

Por otra parte, Pitágoras inauguró los enunciados en torno a la belleza, y con ello
la historia del concepto de la experiencia estética, en el cual el filósofo asoció por
primera vez a dicha experiencia con la actitud de un espectador, es decir, la
contemplación. A partir de entonces, surgieron más observaciones históricas.

El término de estética no es clásico sino moderno. A pesar de su origen griego,


los griegos utilizaron términos diferentes para referirse a las impresiones sensoriales
(αἴσϑησις) y el pensamiento (νόησις) cuando se estudiaba la belleza y el arte. Y tanto en
el periodo romano como en el medievo surgieorn equivalentes, principalmente en la
filosofía teórica. Pero fue hasta mediados del siglo XVII que el alemán Alexander
Baumgarten asoció novedosamente el conocimiento sensible con el conocimiento de la
belleza, y el estudio de esta, a su vez, con el nombre grecolatino cognitio aesthetica
(estética).

No sin recelo, el término fue aceptado eventualmente en la filosofía. Sin


embargo, su generalización involucró que los eruditos versaran solo la teoría más no el
desarrollo del concepto mismo y sus propiedades.

Otra observación histórica es que el espectador que proponía Pitágoras,


expresado de modo simplificado, consiste en que el conocimiento de la belleza se
origina en los sentidos provenientes de un espectador atento; los ojos ven la simetría y
los oídos sienten armonía.

Aristóteles continuó identificando la experiencia estética con la actitud del


espectador. De este modo encuentró seis rasgos sensitivos en aquella, en los que cabe
destacar el placer intenso derivado de observar o escuchar, la suspensión de la voluntad
y los grados de intensidad.

Y mientras que Aristóteles describió la actitud estética, Platón, al buscar las


ideas de los objetos y su belleza, describió la facultad de la mente que es indispensable
para experimentar emociones estéticas. Por su parte, Plotino afirmó que la belleza solo
puede ser percibida por quienes poseen una belleza inherente.

La Edad Media conservó estas ideas pero aportó poco al problema de la


experiencia estética. Entre los eruditos del periodo se destaca Tomás de Aquino, para
quien la congruencia es la causa del deleite sensorial. Por su parte, Juan Escoto Erígena
identificó dos tipos de actitud estética: la contemplativa, es decir, la del deleite, y la
práctica, es decir, la de la codicia o el deseo de posesión.

Ya en el Renacimiento se siguió desarrollando el estudio de la facultad mental


de alguien que tiene una experiencia estética. Esto es, la actitud adecuada, concebida de
dos modos, activa o pasiva. Activa porque se posee una idea de belleza, a través de la
cual la belleza se corresponde con una idea inherente de belleza. Pasiva porque es más
importante someterse. Esta es platónica; aquella, aristotélica.

Con respecto a la pasividad, durante el barroco tardío apareció un punto de vista


contradictorio a la idea racionalista respecto a la experiencia estética. De acuerdo con
Gian Vincenzo Gravina, son las emociones irracionales, un estado de euforia, las que
toman posesión de la mente. La experiencia estética, entonces, se asemeja a la locura.

La incógnita en torno para qué se necesita la experiencia estética apareció


también de modo tardío. De este modo J. B. Dubos formuló una teoría que asume que el
hombre hace aquello que satisface sus necesidades, como mantener la mente ocupada;
de otro modo surge el aburrimiento y la infelicidad. Así, el hombre recurre a distintas
actividades y experiencias, incluso difícil y peligrosas, que puede alcanzar sin riesgos
mediante el arte y la experiencia estética.

En la época de la Ilustración, surgió el interés psicológico por la experiencia


estética y por el sentido de la belleza. Así, en Inglaterra Locke, basándose en las ideas
de Shaftesbury, sustituyó en su filosofía el análisis del ser por el análisis de la mente.
Entonces se ubicó a la intuición como la facultad que posibilita la experiencia estética.
Paralelamente, el gusto surgió como una facultad para distinguir la belleza de lo que es
feo. Otra de las hipótesis fue la del propio Shaftesbury: el rol esencial para una
sensación de satisfacción estética se produce mediante asociaciones.

La importancia del carácter subjetivo de la experiencia estética provino del


tratamiento psicológico. Hume, por ejemplo, predicó un subjetivismo extremo al
afirmar que la belleza solo existe en la mente de quien lo percibe. Burke siguió
atribuyendo la belleza a los objetos, aunque mediante la intervención de los sentidos.

En Alemania, para Baumgarten la experiencia estética era un conocimiento


exclusivamente sensual y, en consecuencia, inferior y oscuro, es decir, irracional. Sin
embargo, fuera del país esta idea había surgido ya como resultado de la siguiente
conclusión: “la belleza es indefinible”.

Más adelante, en el siglo XIX, fue Kant quien sintetizó la tradición inglesa y
alemana cuando escribió que el gusto no es cognoscitivo sino estético y subjetivo, y
que, sin embargo, es más que placer pues aspira a la universalidad. Las características
de la experiencia estética son, entonces: el desinterés, el no ser conceptual, su
formalismo, el estar implicada toda la mente, su necesidad subjetiva y su universalidad
sin reglas. La teoría resulta paradójica, pues la naturaleza de la experiencia estética
difiere a la del conocimiento.

Schopenhauer retomó la idea de que la experiencia estética es simplemente


contemplación. Pese a que se trata de algo que Aristóteles y Aquino ya habían
trabajado, Schopenhauer le dio un nombre y una fórmula clara: durante la
contemplación, el sujeto doblega su voluntad, se convierte en una reflexión del objeto.

En la segunda mitad del siglo XIX, la experiencia estética sobrepasó a la belleza


como principal concepto de la estética. Esta transformación tuvo su origen en la
negación de una teoría general de la belleza por parte de Segal: únicamente se pueden
descubrir características comunes de experiencia ante objetos bellos.

Así, sumado a la aplicación de métodos psicológicos, la estética adquirió un


material basado en hechos, que posibilitó la aparición de muchas teorías:

a) La teoría más simple: la experiencia estética no es susceptible de análisis;


b) La teoría hedonista: la experiencia estética no es nada más que un sentimiento
de placer;
c) Parte de la teoría cognoscitiva: la experiencia estética es un tipo de
conocimiento;
d) El ilusionismo: opuesta a la anterior, la experiencia estética se produce en un
mundo de ilusiones, abandonando la realidad;
e) La teoría de la naturaleza activa de las experiencias estéticas (o de la empatía):
la experiencia estética tiene lugar cuando el sujeto transfiere su propia actividad
al objeto, atribuyéndole propiedades que este no posee;
f) La teoría de la contemplación: opuesta a la anterior, obtenemos el placer de los
objetos, sometiéndonos a ellos y aprehendiendo su belleza, pero también
comprende la contemplación del interior de quien se somete;
g) Corolarios de la teoría de la contemplación:
1. La teoría del aislamiento
2. Teoría de la distancia psíquica
3. Teoría del desinterés
4. La psicología de la Gestalt;
h) Teoría de la euforia: la experiencia estética tiene lugar cuando rechazamos el
elemento intelectual ante la revelación del aspecto intuitivo de un fenómeno.

También podría gustarte