Cassirer Ernst - Filosofia de La Ilustración PDF
Cassirer Ernst - Filosofia de La Ilustración PDF
Cassirer Ernst - Filosofia de La Ilustración PDF
,
FILOSOFIA
,
DE LA ILUSTRACION
.
l.
I
FILOSOF1A DE LA ILUSTRACIóN
..
Traducción de
EUGEN10 [MAZ
t
I
FILOSOFIA
DE LA
ILUSTRACION
por ERNST CASSIRER
r-
I.S.B.N.: 84-375-0350-7
Depósito Legal: M-36.861-1993
Impreso en España
A
MAX CASSIR.ER.
ERNST CASSIRER
Hamburgo, octubre, J9}3
1. LA FORMA DE PENSAMIENTO DE LA ÉPOCA
DE LA ILUSTRACIóN
ro Con diJ1ac, T'rait á des Systi:me s; Logique, parte n , cap. VII y ot ros.
LA NATURALEZA Y SU CONOCIMIENTO
23 Cf, Lamett rie, Hisl oire naturell e de I'ém e (1715), publicada más taro
de con el título Traite de {'áme .
24 Traite de [' dme, cap. l .
86 LA NATURALEZA Y SU CONOCIMIENTO
30 Sysicm c d e la Nature, p. 3u .
:u L'Ho m me Machine, p . 111.
90 LA NATURALEZA Y SU CONOCIi\HE:-lTO
4·1 Leibniz a Ch ristian W oJ[f, corres p . en tre Lei bniz y \Vol Ce. erl, C er o
hardt , Halle, 1860, p. 139; má s d etalles en mi ensayo sobre el sistema de
Leibniz, Ma rburgo, 1902, e~p, pp , 28355. Y 38.155.
LA NA T URALEZA Y SU CONOCIMIE NTO In:.
(Ion de cuerpos sobre cuerpos. T ambién el concepto de Ji·
nulidad que domina toda la visión de Shaí tesbury ocupa otro
r ligar y ti ene otra significación . Así como en la creación y
"1\ el goce artísticos no perseguimos fines extraños, sino que
d fin a lograr se halla en sí mismo, en el crear y contemplar
1;111 sólo, lo mismo se puede decir del genio de la naturaleza.
":s en tanto que actúa, pero su ser no se decanta en ninguna
, dna sin gular, ni siquiera en la plenitud infin ita de sus obras,
vino que se nos re vela simplem en te en el acto de su actu ar
y de su form ar. Y este acto es también manantial primero
de toda b elleza : th e beau tiiying n ol the bcautiiied is the
lI;ally beautijul. La inmanencia del motivo-fin, que procede
,1" su estética, la mantiene Shaf tesbury en su filosofía natural
y de esta su er te ha ce valer en ella una nueva tendencia es-
I,iritual. En este punto sobrepasa el modelo de los pensado-
r('~ de la escuela de Cambridge, porque ellos conciben las
uaturalezas plásticas, que consideran imprescindibles para
I'lela acción orgánica, esencialm en te como potencias subor-
dinadas, sometidas a la dirección y manejo de la voluntad
di vina. Dios se h alla sobre el mundo como su telos y su prin-
1 ipio trascendente, mientras que a las n atura lezas plásticas
'lil e actúan en ' este mundo les ha sido confiada por la causa
.uprema, orientada tan sólo hacia los fines genera les, la con -
lormaci ón de las cosas singulares. En Shaftesbury se can cela
r.unbién esta oposición entre lo superior y Lo inferior, entre
1I fuerza divina y las fuerzas demoniacas de la naturaleza,
1 :un tem pla lo uno en todo y todo en lo uno. Para este punto
Ile' vista de la inmanencia estética no existe en la natural eza
nin g ún arriba ni abajo, ningún fuera ni dentro ; porque ha
,lo cancelada la oposición absoluta en tr e aquende y allen-
dI', entr e este mundo y el más all á. El concep to de "forma
inter ior " (inwa,.d l orm ) ha superado todas las separaciones
,le esta clase: " porqu e éste es el con tenido de la naturaleza,
'11J(' dentro vale lo que valió fu era". Una impetuosa corrien -
I ' de un nuevo sentimiento de la naturaleza desemboca en
1, historia espiritual del siglo XVIII. El himno a la naturaleza
01" Shaftesbury resulta decisivo en el desarrollo de la hi storia
," piritual alemana ; libera las fue rzas que han moldeado la
'06 LA NATURALEZA Y SU CONOCIMIENTO
-l A Maupertuis , Sy.llc m e de la Nalure, seco lIT, IV, XIV. XXII; Oeuvres, Lyon,
I ¡¡,li , t. n, p. 13955.
-l O Ob, cit. , sec. LXIll, LXIV; pp . 166s5.
110 LA NATURALEZA y SU CONOCIMIENTO
11} Locke, Ess(l.)' 011 /wmnn ulldeTsf lllld íl1g, t. tr, cap. 2 1, seco 30ss.
PSICOLOG1A y TEORíA DEL CONOCL\{[E"TO
l7 fl restalt done it dtlnontrer que al/e inouiétude cst le prem ier prin-
cip c qsti nous donne les habitudes de toucher, de ooir, d'erztendrc, de sentir,
de gotltcr, de comp nrer, de jnger, de ráiléchir, de désirer, d' aimer, de luür, de
croindre, d'esfH'ft~r, de vou[oir; que c'est par elle, en WI mot, que naissent
toutes les habitudes ele l'áme el dl! corp s.c-Extrait raissol1é, p. 34.
PSICOLOGíA Y TEORíA DEL CONOCIMIENTO
Zl. Volrai rc, T'raité de M¿laphysiq ue (1734), cap . "HI; Oeuvr, (Lequ íen),
XXXI , p. 6"
~ Díderot, Pens ées pllilosoph iques (1745), Seco I SS.
PSICOLOC1A y TEORíA DEL CONOCIMI ENTO
¡MI Leibniz, Nouueaux Essals sur l'entendement humain, lib. rr, cap. 5.
136 PSICOL OGíA Y TEORIA DEL CONOC IMIENT O
tro propio yo, sin que nos ofrezcan estos cambios que se
operan en noso~ros. Cuando el alma ve, huele, gusta, oye,
hace todo esto sin saber que existen órganos físicos para to-
das est~s, actividades, se concentra en el puro acto de la
perc~pclO~, y no c~noce ningún substrato corporal de ella.
La situación cambia cuando pasamos al sentido del tacto
p'ues toda experiencia presenta necesariamente una referen~
era doble. Sus fenómenos específicos nos transmiten el saber
;~ c erca de una part~ esencial de nuestro cuerpo y, de esta
suerte, ofrecen en cierto modo la primera penetración en el
mundo de lo real objetivo. Condillac no se detiene en esta
primera solución, y en las ediciones posteriores del Tratado
~Ic las sensaciones ha intentado exp:esamente completarla y
ahondarla. En este momento la cuestión toma para él un ziro
nuevo y más radical. Por un lado, tenemos que recon~cer
que todos nuestros conocimientos proceden de los sentidos;
!l'Jr otro, es patente que todas las sensaciones no hacen más
llll~ expresar maneras de se~ de nosotros mismos. ¿Cómo es
¡aoslble entonces que sin tam os objetos fuera de nosotros? Ya
~ ea que nos elevemos hasta el cielo o bajemos a lo más prn·
Iu ndo, nunca sobrepasaremos las fronteras de nosotros mis-
IIIOS, de nues~ro yo, siem pre tropezaremos con nosotros y (:,1
nuestro propIO pensamiento. Así presenta Condillac el pro·
l.lema en toda su agudeza; pero los medios para su solución
IllCIsecuente se sustraen a su método sensualista." Diderot
'."Iiala esta debilidad y sentencia que Condillac ha acozido
I1 IS pn.OCI.plOS
, d e Ber keley y 1uego ha tratado d e sustraerse
':>
a
',li S consecuencias. Mas de esta manera no es posible superar
\'l'l'daderamente el idealismo psicológico: Diderot, como más
1, 11'<] e Kant, ve en él un escánda lo de la razón humana: U71
7 Pascal , Pensées, art, VII (Ed. Ernest Havet, 5:). crl., Pa rís, 18!)? J , 1) ().
B Volta íre, Remarques sur les Pensées de M. Pascal, 1728-1778, Ocuvr.
[Lequien, París, '921), XXXI, pp. 2BISS.
168 LA IDEA DE LA RELIGIóN
9 Cf. Additions allX remarques ~ur les Pensees de Pascal (1743); ob, cit.,
L-\ IDEA DE LA RELIGIÓN
suma de toda~
las inclinaciones, la felicidad) es fácil de re-
solver. Es mehos que nada; pues ¿quién querría volver a la
vida bajo las mismas condiciones o, siquiera, bajo un nuevo
plan, proYect~lo por uno mismo (bien que conforme al
curso de la n ituraleza) , que se basara tan sólo en e! -plá-
cer? .. No qu da, pues, otra cosa que ~ va.!.~t:....9E-~.1l...QSO.t:.ros
mismos damos nuestra vida no ya por lo que hacemos, sino
pOFqUeTo-ñacemos-conarreglo a fin, independientemente
de la naturaleza; de suerte que la existencia de la naturaleza
sólo bajo esta condición se puede convertir en fio."20
La filosofía popular de la época de la Ilustración no esta-
ba madura para semejante idea de finalidad que, por prín-
cipio, trasciende toda dimensión de placer y dolor. Sólo dos
pensadores del siglo xvnr, desde ángulos del todo diferentes,
han abordado esta idea y, de este modo, han preparado de
manera indirecta el planteamiento kantiano y, en cierto sen-
tido, lo han anticipado. Con ellos. no sólo .ha sido tratado
de manera diferente el problema de la teodicea, sino que ha
cobrado una significación de principio también diferente.
La metafísica había agotado aquí todas sus posibilidades, con
un cúmulo infecundo de intentos, y se hallaba en un punto
muerto donde no podía retroceder ni avanzar. Para que la
cuestión no se desplazara de nuevo del saber a la fe, y no
se hundiera en aquel abismo de lo irracional de que habló
Pascal, no había más remedio que recurrir a otras fuerzas
espirituales y confiarles la dirección de la empresa. Por esto,
el pensamiento de la .Ilustración tiene que hacer un rodeo
aparente para acercarse al problema medular de la teodicea.
No comienza, como antes, con una explicación teológico.
metafísica; no parte de una determinación conceptual del
ser divino para ir ganando las diversas propiedades divinas en
deductiva derivación. En lugar de esta inmersión en el ser
de lo absoluto tenemos el despliegue completo de las enero
gías formadoras que el yo lleva dentro. Sólo a partir de ellas
se puede esperar una solución inmanente, una solución que
no desplace al espíritu más allá de sus propias fronteras. Y
aquí se destacan aquellos dos motivos fundamentales que en
2() Kant, Kritik dcr Urteiískrott, § 83. Werke, v, !P4,
LA IDEA DE LA RELIGlúN
2-l Sobre el conju nto compárense las exposiciones de Rousseau en los do!
trabajos presentados a los concursos de la Academia de Dijon con las Pernees
de Pascal, especialmente arts. rr y IV; cd. Havet, 1, 26ss., 48ss.
LA IDEA DE LA RELlGlON 179
JI
• -88 ce p. ej. D.il1 ~rot. Introductions al/X gran os pri nci j!fs. y la réplica de
Didcrot a las ObJCClOl1CS contra este escrito. Oeuvres, ed, Nal geon (1798),
1, 35 Q •
L¡\ ID EA DE LA RELIGIÓN
~ --
determinacLOn --
.~ algo totalmente vano y sin sentido, su ol:>jeio ~er
) ambién algo con sentido, es decir, debe encerrar algunas
es que puedan ser comprend idas y conocidas
claram ente. Por 10 tanto, lo mi steri oso, en todos sus aspectos,
lo sustraído en principio al entendimiento. es tan aj eno a la
fe como al saber. ¿Podría alguien vanagloriarse, con razón,
de tener un cono cim iento infalible de que exis te en el mun-
do un Blictri, si era in capaz de decir lo más m ínimo acerca
de lo que este Blictri pudiera ser?39 De todo esto se des-
prende para Toland que no puede haber misterios más que
en sen tido relativo y 00 absoruto.~~tsnanroscte este modo
un con tenido que es inaccesibl e a determin ado género de
comprensión, pero no un con tenido que excedi era a todas las
posib ilidades de com pre nsión. Por lo que se refiere a la pa-
labra mssterium, aclara T oland que, al pr incipio, significó
un a doctri na, n o contraria a la razón , sino que escondía una
verdad conocida, pero que por cualquier motivo permanecía
oculta a una parte de la humanidad y debía mantenerse en
secreto par a ella . El concepto de revelación no puede ser
op uesto, por consiguiente, al de religión natural, d e modo
qu e tengan que sepa rarse a tenor de su específica naturale-
za, Lo que Jos separa no es el contenido de lo comunicado
sino tan sólo la forma de la comu nicación. La rev elació n n o
39 To land, Chrlstianity not mysteri ous, pp. J 2 Y 12 8 .
LA mEA DE LA RELIGIóN 197
luchas reliziosas
<::>
de los siglos pasad os, y expresa el profundo
••
anhelo de aquella pax jidei tan deseada por el R enacimiento,
pero q ue nunca se habí a logrado. No en l~ g_~erra reLigios~
sino en la paz religiosa, esto es, en la conv rccio n deísta UnI'
versal, se nos podrá descubrir la verdad y la esenci a de Dios.
Porque Dios - por lo menos así arg ume n tó Bayle-:. es u n ser
dem asiado bueno para ser el au tor de cosas tan da ñinas como
son las r eligion es positivas, que llevan en si sem illa de las
guerras, las mat anzas y las injusticias. También en Alema -
nia ha sido éste el m otivo esencial al q ue el d eísmo debió S;1
f~rza de penetración. Podemos seguir en la histori~ e~piri.
tua l alemana del siglo XVIl1 el incremento d el movrrmento
deísta de dé cada en década . La bibliogra fía y las notas cri-
ticas de la producción de los "l ibre pe nsadores ingleses" ~c
convi er ten en una sección especial y constante de las revis-
tas.? Es verdad que en Alemania la lucha en favor de la
re ligión natural y en torno a la r elación en tre r azón. y r eve-
laci ón no cobr ó jamás los agudos tonos que en Franela. Po r -
que allí tropezó con otro en em igo, pues no se hallaba frente
a una sola ortod oxia de una jerarquía eclesiástica que, con
su autoridad y su afán de dominio, tr ataba d e reprimir el
movimiento libre del pensamiento y, más bien, su tarea con-
sistió en aflojar un sistema rel igioso que ya llevaba en su seno
los rrérmen es más varios de una nueva manera de pen sar. La
filo~offa de ~z actúa en Alemania como el medio e~pi.
ritual dentro del cual se lle va a efecto además la elaboración
del pen samiento r eligioso y permite ab arcar las oposiciones
más fuertes para mediar en tre ella s y conc iliar las. La ~o·
ní!\., tendencia fundamental del pensamiento leibní ziano, se
t~ntien e viva. En el sistema de Ch risti an W olff no ocurre
nunca una separ ació n ruda en tre el contenido de la fe y del
saber, en tre la revelación y la razón ; trata más bien de so-
pesar con cuidado los derechos de ambos, lim ~tá~dol os ~e d.
procam ente. Lo mismo que en Locke y en L eibniz, se n iega
que los con tenidos de la fe sean con trar ios a la razón, pel'O
01 a sect catled [reeth in k ers, Londres, 1713; más detalles en. Leslie Stephen,
ob, cit., 1, p . 80.
LA IDE A DE LA RELIGIóN
III
Religión e historia
jante saber nunca nos podrá ofrecer una idea adecuada, .un
conocimiento rigurosamente objetivo; permanece en el remo
de lo puramente subjetivo, de lo antropomórfico. Tratar la
Biblia como algo temporalmente condicionado significa para
Spinoza tanto como entenderla como la denominación co-
mún de tales antropomorfismos. Queda desterrada para
siempre del campo de la verdad filosófica, que no capta con
la imaginatio, sino que opera con la ratio y la intuitio, Así, lo
que dentro del sentir religioso se conside~a como gar~ntía
suprema de toda "inspiración", es más bien para Spmoza
debilidad e insuficiencia incurables. La fuerza con que se
apodera de los individuos y los sojuzga por completo, el modo
como los convierte en instrumentos inconscientes e involun-
tarios en manos de otra. potencia mayor, hace imposible su
verdad auténtica y rigurosa. Porque toda verdad se halla
vinculada a la condición de la libertad interior y de la visión
racional, no puede conseguirse más que si se limita el seño-
río de los afectos y de la imaginación y se someten ambos al
mandato riguroso de la razón. La exageración de los afectos,
la fuerza de la imaginación, tal como se manifiestan en los
videntes y en los profetas, es la prueba más segura de que en
sus visiones no tenemos que habérnoslas con el descubrimien-
to de una verdad objetiva y con el anuncio de un mandato
obligatorio valedero para todos, sino que se vincula a lo
subjetivo; y el profeta, mientras pretende hablar de Dios en
realidad no habla más que de sí mismo y nos descubre su
propio estado interior. En los capítulos introductorios d:l
Tratado, que se ocupan de la profecía, se expone ,esta teSIS
con el mayor rigor; muestra que la imagen de Dios varia en
cada uno de los profetas y que adquiere la forma de su ima-
ginación y los colores de su humor. ~egún el tc~peramento,
la fantasía y las ideas de que se nutrreron cambian los men-
sajes de los profetas. As! como uno es, así es su Dios; para
los suaves es suave, para los coléricos colérico, para los opri-
midos y tristes, sombrío y riguroso y para los alegres bon-
dadoso y munificente." Si queremos expresar la idea funda-
M Cí. especialmente el Tractatus theolog-jJolit., ed, alero, (GelJhard t ) ,
página 41.
LA IDEA DE LA RELIGIóN
ú7 Lessing, Ubcr den Deweis des Geistes und der Krnit, Schriften. (ed.
Lachrnann-Munckcr). xnr, pp. 5ss.
~s Cf. sobre esto cap. 1, pp. 29s5.
220 LA IDEA DE U RELI 'IóN
i;Dlssertaiio n (¡ d lt R on del ,
o D i clio nriaire, art ícul o "Archelaus" , cí, Delvol v é, ob. cit ., p. 226.
7 Dlct ion naire, art ícul o "i\'(a n ichéc llS", R ema rqu e D.
LA CO~QUI STA DEL ~fli:\OO HISTóRICO
lI'í tua. 1, 1.
10 Con sid érat ions sur les causes d e la grande ur des Ro mains e l d e [tur
d écad en ce, ca p. xvtrr.
2.10 LA CON QlJ JST J\ DEL J\n;~J)o H lST01U CO
~~ Cf', H erd er, ,1uch d ile P h i¡oJo!i:'; ,- d e, Gcsdticl,¡e zlIr n ild tOl.L! d a
M C/I •• h l: l'i l. w erk e (SlIp h a ll). v, 1" (,0,;,
~ 3 Lcssin e, Sch ri ft cn (ed . Laclu n nn u -' J\lud.e r), v, p. LIS.
L A CON QU IST A DEL MU NDO H ISTÜ R ICO
::1 eL Vo h a írc, R Ci/l I1JY/ IIC1 1)0<11' Invir ele SII}ip himCIl I ti f Essai su r l es
' 11 oc urs, Oe uvres (Pa i rs. Leq uieu, i Bzo), XVII I. p p. 'J ~ 9SJ .
LA CONQUISTA DEL MUNDO HISTÚRICO
30 ES511i ,<ur l es II:QCU n , Introdu ction . OCU\ r. XV, 1 ) u; I11~S det all es ,oh m
Volla irc como hi stori ad or, e11 Cusravc L:IIlS0 11, Vottai rc, cap. 6, G\L ed ició n,
pp. 1°755•
LA CO :'\QlqSTA j Jl.:L JlfeN DO H lST(¡RI CO
&on hommr , el que ce qu'ils api,el! en; la pa[ectlon tivallgcliq ue n' est que
l'nrt d'elou[[e r la na/ure, qui eut parle en lui peul-étre aussi [ortement
qu'en moL
lú Díderot, R éue D'Alemlrert., Oeuur, (Assél3l), n, p . 176; vid. especial-
mente el diálogo de Did crot: Esi-il bon, est.il mcch aru]
10 Cf. especialmente Diderot, Entretien d'u7I Philosophe at'ce la Maré-
chale de ...
DERECHO, ESTADO Y SOCIEDAD
2Q Para má s d etalles sobre esta cue stión v id. G. A. Salander, 170m Wer·
den -d er Men schcnre ctüe, Ein B ei trag %Ur m ode rn en f/erJalSllngsgnchich!e
unter Zu gru ndeleguJlg de r virgin ischen Erltlarung d er Rechte vom D. ll¡ni
'776, Lcip z., 1!J26. Y E. Vce gelln, "Ver Sinn d el' Erkl ñi ung der Menschcn-
und Bürgerrcchte vo n 178rJ", en la Zcitscnrijt f. OffenU . Rech t, vm (19 28),
pp, 82SS. Vi d . también J. Hashagen, ''Zur Entstehungsgeschíchte der nord-
amcrikanlsch cn Erkl árungcn der Menschenrechte", en la Zeitschr, ¡ür die
gesamte Staatsurissenschajt , 78. j ahrgang (1 ~J24), pp. 182SS.
DERECHO. ESTADO Y SOCIEDAD
:!2 T'ruit.c de M'¡lapll ysiq uc, rap o \' 11, Ow v,.. XX)<.I, pp . ,,1 ~ :;7.
23 L e Philosop hc ig nora n 1 (17ufi). seco XIII. GCl/vr .• xxx, pp. 85s.
24 ef. con esto especialmen te Volta ire, Lctlres sur les An glais, Lettre IX:
280 DERECHO, ESTi\DO y SOCIEDAD
Esta idea anima toda la infl uen cía de Voltaire como es-
cri tor político. Está conve ncido ele qu e basta con mostrar en
su verdadera forma la idea de la libertad a los hom bres para
que se despi erten y tensen en ellos toda s las fu erzas necesa-
ria s para su r eali zaci ón, Por esto, para él, como para Kan t, la
libert ad de la pluma, el der echo a influ ir en los dem ás m e-
diante la palabr a y la do ctrin a, es el autén tico estadio de los
derechos del pueblo.. "Pertenece al derecho natural servirse
de su pluma y de su palabra a rie sgo propio. Conozco mu-
chos libros ab urridos, pero ning uno que haya h echo mal de
verdad.?" Con la conquista y aseguramiento de una autén-
tica libertad de pensamiento está resuelto todo lo demás.
Voltaire injerta esta máxim a a la filosofía de su siglo y con
ella se desata la corriente intelectual que abre brecha in con -
tenible en la literatura de la Francia revolucionaria. Por to-
das partes se acentúa que el primer paso para la liberación
y la constitución in telectual auténtica del nuevo orden esta-
tal no puede consistir en otra cosa sino en una declaración
de los derechos fundam entales inalienables, el derecho de
segur idad de la persona, d el disfrute libre de la propiedad,
de la igualdad an te la ley y de la participación de cada ciu-
dadano en la legislación. Ce n'est point dans la con naissan ce
positiue des lois établics par les ho m m es -dice Condorcet-
.qu'on doit chercher a connaltre ce qu' il ad uient d'adop ter,
.c' est doms la raison seule, el l' étu de des lois instituées chez les
diff éren ts peuples el dans les différents siéc les n'est utile qu e
pour donner d la raisson rappui de l'obseruation el de l'expé-
ri ence," En la fil osofía de la h istoria y de la cultura de Con-
dorcet, tal como se ofrece en su T ableau des progres de l' es-
pr it h umain, se expone con plena claridad y rigor la cir cuns-
tan cia histórica de cada moti:vo particular que ha conducido
a la idea de los der echos inaliena bles. Declara que toda cíen-
cia de la comunidad humana no puede tener sino un fin , el
-de garan tizar a los hombres el libre ejercicio de sus derechos
y su articu lo "G ou vcrneuient". en el Dict ionn air e Phi losoph ique, seco vr:
Oeuur., XX~ I. pp. 4 0 '\.1.; X I., pp. 10 1SS.
:25 ~ictio nn. Philos:, arto "Lihe r té (J'imprimcr"; Oeu v r., X I-r , p. 23 .
2B . C~ndo rce ~. ~ssa l s~: l es assem blé es [rrouincialcs, 20 par tic, arto VI; d .
Hen ri Sée, L es Idees po ltl lll1.1. es en Fran ce (lll xuiiie siécle, Pa rís. 19 20, p. :n o.
DERECHO, ESTADO Y SOCIEDAD
sin un cambio radical del orden social que acabe con toda
arbitrariedad y haga triunfar plenamente la necesidad inter-
na de la ley.
En la oposición que aquí apunta y en la lucha apasiona-
da que Rousseau sostiene contra su época, aparece bajo una
luz nueva la unidad interna espiritual de esa época. Porque
Rousseau es un auténtico hijo de la Ilustración cuando la
combate y supera. Su evangelio del sentimiento no significa
una ruptura, porque no actúan en él factores puramente
emotivos, 'sin o convicciones auténticamente intelectuales y
morales. Con la sentimentalidad de Rousseau no abre brecha
un mero sentimentalismo, sino una fuerza y una voluntad
éticas nuevas. Gracias a esta orientación radical, la sentímen-
.talidad de Rousseau pudo hacer presa en espíritus de temple
muy distinto; pudo, por ejemplo, actuar en Alemania sobre
pensadores tan poco 'sentimentales como Lessing y Kant. Aca-
SO en ninguna ocasión se muestre la fuerza de la Ilustración
y la continuidad sistemática de su imagen del mundo como
en el hecho de haber podido resistir el ataque de su enemigo
más peligroso, logrando afirmar, frente a él, lo peculiar, lo
que sólo a ella pertenecía. Rousseau no ha destruido el mun-
do de la Ilustración, sino que ha desplazado su centro de
gravedad. Con esta hazaña intelectual ha preparado, como
ningún otro pensador del XVIIl; el camino de Kant. Éste
pudo apoyarse en Rousseau y apelar a él cuando se puso a
construir su propio mundo intelectual, ese mundo con el
que se supera la Ilustración, pero en el que, a la vez, obtiene
ésta su 'Último esclarecimiento y su más profunda justifi-
cación,
VII. LOS PROBLEMAS FUNDAMENTALES
DE LA E5TtTICA
La época de la crítica
/.
1,
PROIlLEMAS FUNDAMENTALES DE LA ESTÉTICA
Rien n' est beaa que le orai, le vrai seul est almabl«;
Il doit régner par-tout, et mime dans la [able;
De toute iiction l'adroite [ausseté
Ne tend qu'a faire aux yeux briller la uérité.
Sais tu pourquoi m es uers son lus dans les provinces?
PROBLEMAS FUNOAMENT ALES DE LA ESTÉTICA
IDte una critica cada vez más fuerte y se hadan patentes sus
insuficiencias y su falta de justificación, los criterios estéticos
tenían que aflojarse hasta acabar por disolverse. De este aflo-
jamiento y disolución" la estética del siglo XVIll saca una-ex-
periencia mucho más importante. Pues en ella, en. un acae-
cer histórico concreto que le afectaba en forma directa, se
le manifestó la conexión entre el arte y el "espíritu de los
tiempos". La poética de Boileau, como hemos visto, estaba
fuertemente condicionada por el espíritu de su época y sa-.
turada de él, pero el hecho que esto suponía no podía ser
reconocido por la teoría. Las reglas establecidas por Boileau,
por su propósito, por su tendencia sistemática, están pensadas
como reglas universales e intemporales. La sinrazón: y. no
la razón seguirá siendo lo que fue desde el principio hasta la
consumación ele los tiempos. Pero ahora, junto a las conse-
cuencias que la estética clásica había extraído, estas premisas
comienzan a vacilar. Al surgir nuevas ideas. cien tíficas y filo-
sóficas y nuevas exigencias políticas y 'sociales, 'se vive el
cambio de los patrones estéticos. La nueva época exige, cap.
mayor energía y conciencia cada vez, un nuevo arte. Al
paihos y al culto heroico del drama clásico fra?cés, _º-?-?rte
Diderot un sentir social nuevo y, con él otro sentido esteuco,
y- por eso pide un nuevo género poético y propugna .la ira-
gédie domestique. La crítica estética del XVIII estaba dIspues-
ta a acoger semejantes experiencias y a reconocerlas e mter-
pretarlas teóricamente. Ya Dubas en sus Réilexions critiques
sur la poésie el la peiruure entró por este camino. Es uno
de los primeros en tener vi sta e interés para el desarrollo ~e
cada arte en particular, y darse cuenta de las causas del mIS'
mo. Entre estas causas no sólo le atraen las espirituales, sino
también las puramente naturales, climáticas y geográficas,
concediendo ancho campo, junto a las causes morales) a la
acción de las causes physiques. Así ha anticipado, dentro de
los dominios de la pura estética, la concepción que se hará
valer luego en la sociología y en la teoría de- la política p~r
Montesquieu. Ni todo suelo ni toda época pueden producir
el mismo arte: non omnis [ert omnia tellus." Con esta visión
18 Du bos, ob. cit., t. u, seco XIX; sobre el conjunto cf, t. 0, seco XIrSS.
,-
( , ~ \ . ;to". ~ "'. . . _..t ..l,..V\-' . ' "' 1.\ \ 1 l'
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PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE LA ESTÉTICA
3
t· · - [ . \ I •
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re ser otra cosa que el espejo en que se miren los dos y donde
se reconozcan a sí mismos, sus experiencias y vivencias fun-
damentales. Toda la educación y todo el refinamiento. del
, jyki.Q .estético no puede consistir en otra cosa que en tratar
de ver cada vez más claramente estas vivencias, estas impre-
siones orLginales y en aprender a despojarlas de los añadidos
arbitrarios y accidentales de la reflexión. Son rechazables toda
doctrina y cavilación sobre conceptos estéticos que no sirvan ,
a este fin; lo que no conserve 'el puro desembarazo de' la
impresión y aumente nuestra confianza en ella, falla el blanco
esencial al que debe apuntar la estética. El gusto; en sentido
propio, ni puede aprenderse ni puede educarse esencialmente
con puras consideraciones teóricas; lo mismo que la impre-
sión sensible, ni necesita ni -es capaz de semejante educación:
"Laum.9CÍones del corazón nacen de él en un movimiento
anterior a toda reflexión. Nuestro corazón ha sido creado
y formado para ellas. Su actividad se anticipa a todos los
razonamientos, 10 mismo que en la percepción sensible la
actividad de los ojos y los oídos se le anticipan : Es tan raro
encontrar hombres que hayan nacido sin este .sentimiento,
como son raros los ciegos de nacimiento; pero a los que han
nacido sin él es difícil surninistrárselo como a esos ciegos
la vista. .. Se llora con una tragedia antes de discutir si el
objeto representado por el poeta tiene en sí fuerza para con-
movemos o si ha sido imitado excelentemente. El sentirnien-
to es quien nos enseña a decidir antes de haber pensado en
ninguna investigación sobre el particular... Si el mérito
esencial de un poema o de -un cuadro consistiera en su ade-
cuación a las reglas fijadas de antemano por escrito, el mejor
camino para juzgar su excelencia sería el de la discusión y el
análisis. Pero el mérito principal de una, poesía o de un
cuadro consiste en que nos ,g usta, y todos los hombres saben,
con ayuda del sentimiento interior, sin conocer las reglas,
.si las obras de arte alcanzan este fin".20 .
Al colocar Dubas al gusto, no en un lugar coordinado al
del proceso lógico de secuencia y conclusión, sino inmediata-
mente en el mismo plano de los actos perceptivos, del ver y
20 Dubos, ob, cit., t. 11, sec, :.:3.
PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE LA ES-!J>TICA
oír, del gustar y oler, inicia el camino que Hume recorrer ,'1
basta el fín. La filosofía de Hume se orienta de modo cxpl!
cito mucho menos por las cuestiones estéticas que por lns
gnoseológicas y psicológicas, éticas y filosófico-religiosas. Sin
embargo, ocupa también un lugar importante dentro lIel
campo de estos problemas y, en el aspecto metódico, su contri-
bución ha sido original. Para, Hume el f-rente de la lucha se
ha desplazado. Los defensores de la estética sentimental, por
muy enérgicamente que sostuvieran la pecularidad del sen-
timiento y su carácter inmediato, nunca. podían ir tan lejos
que atacaran al razonamiento como tal, que dudaran.rla.Ia
razón en su función genuina. Combatían por una separación
de poderes y no por un debilitamiento de la razón. Ésta,
como fuerza lógica de deducción, de secuencia causal en que
descansan todos nuestros conocimientos de la realidad, quedó
intacta. Precisamente en este punto realiza Hume un paso
decisivo. Se atreve a llevar la batalla al terreno propio del
enemigo y pretende mostrar que cuando el racionalismo con-
trasta su orgullo y su fuerza, se encuentra el punto más . p-
débil de su posición. Ya no es el sentimiento quien--tieñé,
que justificarse ante el. tribunal de la razón, sino que es la
razón la llamada a presentarse ante el foro de la sensibilidad,
de la pura impresión, para que presente sus títulos. La sen-
tencia reza que todo el poder q ue la razón se ha arrogado, es
contradictorio y antinatural, un poder de usurpación. N.o"s.6./:0
pierde su dominio soberano y universal, sino q UC, en.. .su
p.r.opio campo, en los dominios del conocimiento, tiene..que
renunciar a su soberanía y cederla a la "imaginación". Con
esto se han cambiado los 'papeles. en la discusión para fun.
darnentar la estética. Mientras la imaginación tenía que lu-
char antes P9.1' su reconocimiento y por su igualdad de dere-
ehos , ahora se la declara fuerza fundamental del alma, so'
berana a la que deben someterse todas la; demás fuerzas.
Las f9nsecuencias implicadas, para una elaboración <le la
estética, para una filosofía de lo bello, resaltan inmediaramcn .
te 'y han sido desarrolladas de modo expreso en el ('Ilsayo r1(~
Hume Of the standard o/ laste. Es cierto qtll~ la t r r j i .
queda entregada al escepticismo si bajo él ('1111'1)(1('1110'1 l..
, .1
y
trar, pero resulta de los hechos recibe, con ellos, un funda-
mento mejor y más fuerte que jamás le pudo aportar la mera
especulación. Hasta resulta que, empíricamente, la igualdad
fáctica del juicio en el dominio del gusto se puede obtener
con más rapidez y seguridad que en el dominio del cono-
cimiento racional, puramente filosófico. Por lo que se refiere
a los sistemas filosóficos, cada uno sirve para su tiempo, y
pronto pierde su brillo y es extirpado por el orto de otro
astro. Las graneles obras clásicas de arte resisten la prueba
del tiempo mucho mejor. Aunque también se hallan vincu-
ladas a su época y parecen comprensibles tan sólo partiendo
de las 'especiales condiciones espirituales de la misma, se'
muestra, sin embargo, que esta su condicionalidad no pone
límite alguno a su eficacia. Trasponen distancias de siglos.
y se convierten en los testimonios más seguros del hecho de
que si bien el pensamiento de la humanidad cambia, su sen-
timiento y con él su facultad de impresionabilidad estética
permanecen en el fondo iguales. La pretendida verdad obje-
tiva, que residiría en las obras de los antiguos pensadores.
se ha esfumado, pero el encanto con que nos atrae la poesía.
antigua se conserva intacto y ninguna mengua ha sufrido la
fuerza con que se apodera de nosotros, sujetos impresiona-
bles y sensibles. Aristotle a1Jd Plato, and Epicurus, and Des-
cartes may successively yieta?o each other: but T ercncc and
Virgil maintain an universal, undisputed empire over the
minds 01 meno 'The abstract philosophy 01 Cícero has lost its
credit: the uehemence o/ his oratory is still the objcct. 01 Oltr
adm irat ion. 23
Con esto se admite, por lo menos, un cierto mínimo de
validez estética universal, pero no se contentaban con. est~ po-
co 105. pensadores de tono empirista del siglo xvnr, Si recono-
cen la experiencia como fuente del juicio estético, tratan tam-
bién de colocarla sobre un terreno más firme y de destacar
de ella algún sentido objetivo determinado. De este modo no
hacen sino desplazar el problema; porque el estudio ya no
podrá permanecer en los fenómenos estáticos y en su pllra
descripción, sino que tratará de llegar a las raíces de los
23 Ob, cit ., "P,. 280.
310 PROBLEll'1AS FUNDA!vIENTALES DE LA ESTÉTlCA
, .
PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE LA ESTÉTICA
i l Sobre el conjunto, véase Bu rkc, A i " liI050/)hir.rd ¡I:'¡ll il \' ;/1/, ) th , "1 ;¡:I..
o/ our ideas 01 ihe su blime and beaut iiu], I,ondw" , '¡-.';, " 1" , 11 '"" 11,. Ion
208s5; sobre la distin ción ele llurke entre 11/f'II.illl'· y ,Ir IJI :','. 'Ji,l, I "1'" í
ci6n de Folk ierskí, Entre le Closslcisme d t,." 1I /I ,,,,,,," .tIJ ., 1'1' '" ,"
PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE LA ESTe:nCA
psicológicas sobre sus efectos. Todo esto pertenece a ('~l' ~'/" '
nero de empirismo que es el polo opuesto de la autéut i .1 y
propia penetración filosófica y consti tuye su .con traste mcr ú
dico más fuerte. Cada ciencia recibe su contenido y sentido
filosóficos del entendimiento de lo que representa en la tota-
lidad del saber; del punto y lugar que le corresponde en este
todo. Tiene que subordinarse al género común del saber;
pero, dentro del m ismo, ha de hacerse cargo de una tarea
especial y llevarla a cum plimien to de un modo caracterí stico.
El concepto g-elH':l'ico dd saher se determina por el concepto
de conocimiento; tendrá «tiC ir a. la cabeza y constituirá el
concepto supremo para la huscnrla definición de la estética.
Más importante que este "género próximo", que no hace
má s que crear el marco para la dcfiu ici óu, es el acto de llenar
este marco buscando la "diferencia ('s!H·( ·ifÍ<'a". Baurngarten
la encuentra al determinar la estética (01110 [a tcoría del "co-
nocimiento sensitivo". Parece, sobre todo si [o juzgamos
desde el punto de vista de la escuela y con sus cri 1.t:l'i(l,~ tradi-
cionales, que no ha hecho sino crear un híbrido IÚj.!;ico; pa-
rece que lo que con una mano da a la estética se 10 ti uita
con la otra. Porque ¿no es precisamente lo sensible -según
la terminología que Baumgarten mantiene- el dominio de lo
confuso, de lo que se opone al puro con ocimiento y no puede
ser penetrado por él? ¿Podrá afirmar la estética su rango y
dignidad de ciencia si se radica en esta esfera inferior, si se
constituye como una gnoseología inferior? Objeciones de
este tipo son las que, en efecto, han dificultado la acepta-
ción de la estética de Baumgarten y han refrenado su in-
fluencia durante mucho tiempo. Bodmer recoge la defini-
ción de Baumgarten con extrañeza y desgano, con un des-
acuerdo personal apenas disimulado. "Parece -escribe en su
nota sobre la obra de Baumgartenv-> que va prevaleciendo
la opinión de que el gusto es una fuerza inferior de enjuicia-
miento con la que conocemos de manera con fusa y oscura.
Según esta interpretación, no merecerá muchas alabanzas
poseer un gusto que es tan inseguro, y apenas si vale la pun»
de empeñarse por él". Pero, con esta crítica, se trastru . 11
Coo) EII las F" ey m ii t lt i¡;e N flC¡' Ti c!l ICII ; uiil , 11. ven Sid o. 01,. ';1 , l' 11
PRqBLEMAS FU ND AMENTALES DE LA ESTÉTICA
;\2 er. p. ej. Baumgarren, A esthe tica, § 588: Nec est a",jfogi ratiOtli< or-
dinario [rr lmas uniuersi caUS$OS, clem ente el sl am i n a 1"'il/11/ !!I:nilius "I'(IIlIi.
nar e, dum haerct i11 e/l al;s phaenomenis,
PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE LA ESTÉTICA
'
PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE LA ESTÉTICA
M CL Aesthetica, § 18: Pulcrit udo cogn ition is sen sit iuae erit unio ersalis
consensus cogita/iotlum, quatenus adhuc al! earum ordine el signis obstrahi-
mus, inter Se ad tW1ll71, 'luí !JhacllOm,enon sil.
55 Tmperium in [acultat es inferiores poscitur, nOn Iyrannis, Aesthetica,
§ 12.
so Esta tendencia fundamental de la nueva ciencia se manifiesta con es.
pecial claridad en la exposición ele Georg Friedrich Meier: vid. sus Anfangs.
grunde aller schonen Wissenschajten, parte " Halle¡ '7'18, § 5, § '3,
§ '&5., etc.
-51 Aesthetica § 1: Aestheiica (¡lIeoria liberalium arlium, gnoseologia in.
feriar, ars pulcre cogitandi, ars analogi rationis) est scientia cognitionis sensi-
tiuae,
PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE I.A I'~, J
1'-
PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE LA ESTí,:TICA
<14.. Herder. Fragmerz! ü,ber die Odt. Werke (Suphan), x~'x.lI, p. 83; vid.
cspecíalrnente, Von Raumgartens Denkart in seinen Schrijten, Werke xxxrr,
pp. J7&Ss., y Enturur] w einer Denkschriit au! 'A. G. Baumgarten, f. D. Heil-
lIla.nn u. TIJ. A bbt, Werke XXXI!, pp. '75SS'
(15 A esthetica § 6.
(16 Cf, especialmente Aesthetica S§ 4JSS.
• 07. el. l.a observación característica en Baumgarten, M editatiOtlf$ § XIV:
SI quis ... In utraquc [acullatis cOg>1oscitivae parlt: cxcellai el quomlibet SIlO
adhibcrc loco dldicerit n¡w, illi sine alterlus detrimento ad altera m e:l:flSdllJl..
~am in~umbet" et Aristotclem, Leibnitium eum sexcenlis aliis pallilllll 1,,111'(1
[ungentibus [uisse sentiet prodigia, m:»! miracula..
384 PROBLEII-í.'\S FUNDAMENTALES DE LA ESTÉTICA
'r: .
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I'ROnLEMAS FUNDAMENTALES m : LA ESTJ1TICA
,
íNDICE DE AUTORES Y OBRAS
ce" (É lu des el' hisl oirc li uI:' - , J.(/.(J(' 0I 1/{ : ; ;~H 1. :i!ll
m ire) 294 n., 386 n. - ,lJer d en B etoeis tlcs G eis-
Ü
4°2
ThougJh
fNDJCE DE AUTORl!.S y OBR:\S
I
-s
J
íNDICE GENERAL
Prólogo ~I