Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

El Amor Después Del Amor PDF

Descargar como pdf
Descargar como pdf
Está en la página 1de 12
re i... EL AMOR DESPUES DEL AMOR El primer ser humano argentino que tuvo alguna in. fluencia en mi vida fue un rubio de veinte afios y un metry noventa, al parecer muy bueno para el volley playa, queen Biveaneide (ea Reoraridenneroln-e selec yates de El Quisco, en presencia casual de unos compafietos mios del colegio, que luego describieron los hechos, con lujo de detalles, en el diario mural. Ah{ empez6 mi calvario, pero ahora pienso que fue bueno. Fue bueno, por supuesto, saber, Siempre es mejor saber. Y también fue bueno ocupar tan temprano, a los quince afios, y de forma tan publica, el lugar de cornudo. Uno de los momentos mds importantes en la vida es cuando nos enteramos de que nos pusieron el gorro. Es necesario pasar por eso, haber estado aht. Aprendi mucho esos dfas esas semanas, esos meses-s cuando todos se burlaban de mf o me compadecfan, que al fin y al cabo es lo mismo. Hubo dos o tres amigos fieles que no mencionaban el tema en mi presencia y que si se burla- ban lo hacian con discrecién, Y qué importantes son la discrecién y el compafierismo. El Hugo Puebla, por ejemplo Para consolarme, me conté el chiste del tipo que vuelve casa con la cara ensangrentada, cojeando, su mujer le pt 56 } guunta qué te pas y él responde que le pegaron entre vatios porque lo confundieron con argentino -y por qué no re iefendiste, pregunta ella, y él le responde: porque me en- tanta que les peguen a esos conchas de su madre. Cuando imaginaba a ese argentino metiéndole m ano a mi polola me acordaba de ese chiste y me lo contaba a mi mismo de nue- vo y lo alargaba indefinidamente, y era un deleite, un anti- doto, un soberbio desahogo. Esos tristes hechos provocaron en m{ un prejuicio gran- de contra los argentinos, contra el volley playa ¢ incluso contra el verano. Por fortuna al afio siguiente, en Guana- queros, conoci a Natalia, una maravillosa portefia menor de edad, lo que en todo caso no era un problema, porque yo también era menor de edad, incluso ella era algunos meses mayor que yo. Nuestro noviazgo —ella lo conceptualizé como un noviazgo~ dur6, en lo presencial, solamente una semana, pero seguimos un rato por correspondencia. Por entonces estaba de moda El amor después del amor, el disco de Fito Pez. Yo no soportaba —ni soporto~ la voz de Péez, pensaba que se refa de la gente, que era una parodia, que nadie que cantara as{ podia pretender que lo tomaran en serio, pero igual «Tumbas de la gloria» me emocionaba un poco y tam- bién me gustaban otras tres o cuatro canciones del casete -cuando ella me pregunt6, por supuesto le dije que me gustaba entero, que era un discazo, y entonces sacé un fas- cinante aparato que permitfa que ambos conectdramos si- multéneamente nuestros audifonos a su walkman. El casete sonaba y sonaba, porque el walkman era au- toreverse, La cancién que menos me gustaba era justo la que Jedaba titulo al disco, Me parecia -y me sigue pareciendo~ ‘espantosa, pero qué remedio, a ella le gustaba, y la aprendi- mos de memoria, y hasta analizamos la letra: «El amor después / del amor tal vez / se parezca a este rasho de sol.» 57 En realidad no habia mucho que analizar, la cancién erg simplemente mala, pero Natalia me explicaba que habja org etapa en las parejas, una ctapa en que dejaban de amarse y empezaba algo que no era amor pero que era el amor despug del amor, y yo me imaginaba a un matrimonio de ancianos cantindola y tratando de tirar y me partia de la risa. La Nati -no le gustaba que le dijeran asi, sus amigas decfan Nata, como esa lamina asquerosa que cubre la leche caliente- volvié a Buenos Aires y comenzamos a cartearnos al tiro. Yo le escribfa cartas largas y dramaticas en que le hablaba de Santiago, de mi familia, de mi barrio, y ella me contestaba con perfectas redaccién y ortografia (yo valoraba mucho eso) y hasta con unos dibujos muy bien hechos y algiin deralle como perfume, 0 mechones de su pelo medio rubio, o pedazos de ufias pintadas, e incluso, pero solo una vex, cinco gotitas de sangre. Le pedfa que me describiera Buenos Aires y ella respondia, con gracia, que Buenos Aies tea obi til karate ante tal mead eas pooh hermosa y bastante mas fea, Para bien y para mal, mi edu- cacién sentimental les debe bastante a esas cartas, que de pronto ella, muy razonablemente, dejé de contestar, aunque yo sepui escribiéndole durante un tiempo, porque en esos afios mi tasgo principal era la persistencia. Al verano siguiente mis padres armaron unas vacacio- nes en Frutillar ¢ invitaron a Luciano, un viejo amigo trasandino. Alojébamos en dos cabafias, una muy grande donde dormian mis padres, mis tres hermanas y la Mittita, que era la hija de Luciano, y en la otra nos quedabamos él y yo, aunque yo dormia poco, porque estaba deprimido, aunque en ese tiempo no lo sabfa y tardé una eternidad en darme cuenta, estuve deprimido tantos afios, mi adole cencia entera y la primera parte de mi juventud, y si ! 58 que conoct luego son grandes lectores, se ditfa que se pasyy todo el tiempo leyendo, aunque también parece que se de dicaran exclusi | fiitbol o 4 escribir columnas de opinién. A Luciano, en cambio, no gustaba leer: miraba los libros de lejos, con desconfiany, como proyectando un futuro aburrimiento, y esbozaba ung semisonrisa prudente, como en una celebracién callada de Ja no lectura, A mi me gustaba leer més que nada poesia, era raro que leyera novelas, pero ese verano ten{a ganas de leer novelas, y elegi tres, mas o menos al azar. Luciano in. sistié en pagar mis libros, cosa que quiero ahora agradecer piilicamente, y se disponia a pagar la novela que con des. gano o mas bien dicho con falso entusiasmo habfa elegido, pero a tiltimo minuto se arrepintié. «A quién quiero engafiar, boludo, sino la voy a leer nunca», me dijo, con total y con. tagiosa alegrfa. Esa noche sali buscando diversién, pero en la discoteca bailaban una mtisica funesta, asi que me volvi enseguida, dispuesto a terminar el libro de Collyer, que me estaba gus- tando. Pensé que Luciano seguiria en la otra cabafia jugan- do con mis papds al carioca o al poto sucio 0 al dominé, pero ya estaba instalado en su cama dandole al whisky y devorando uno de esos extraordinarios ktichenes de cerezas que horneaba la duefia de las cabafias. Comi yo también un ttozo y probé el whisky. Fue mi debut oficial en el whisky. Ya habia paladeado unos conchitos cuando me levantabaa sacarle a Luciano el vaso del pecho, pero esta vez él me sir vid; con temblorosa solemnidad, una dosis doble o triple.y hasta me pregunté con cudntos hielos lo querfa (cinco). Era un J&B rasposo, medio terrible, pero estuve a la altura. conan nosh siguiente ya derechamtente nos pusimos® cn ome dn na a ” fa mds que hablarme de mujeres que mente a tomar mate o a v 60 le gus fn wl yerda irla, a ad adem: argen tind, ¢ es dec de des ec dio ris do, pe ciano desu! ta, del; cra me que hi consid, se abal rudim¢ te cons se reto, ganas ¢ Mc wo nioso € Gonz] herman cimos 1 dejaba , jegustaban, le conté Ia historia de su compatriota Natalia. Frrun punto me pidié que se la describiera fiscamente. La edad es que Yo nunca abja estado en situacién de deseri- pinta, Nati era tan hermosa que habja decidido no contarle 2rradie sobre clla, porque sabfa que nadie me creeria, y slemds porque pensaba que no era necesario describira una frgenna que ya estaba todo implicito en la palabra argen- tina, 0 que solo habia que describirla si se salfa de la norma, ae decin, si la argentina no era despampanante. Igual traté de desctibirla, y creo que fui, en algiin grado, persuasivo. GY, te la vacunaste?», me pregunté Luciano, A mi me dio risa la expresidn. Y bueno, loco, no me la habfa vacuna- do, pero menti, le dije que sf. No me di cuenta de que Lu- ciano pensaba que yo solapada o descaradamente hablaba desu hija Mirtita, que era dos afios menor que yo, rubieci- ta, delgada y bastante linda, pero no me gustaba, su belleza Y crm medio rutinaria. Me costaba creer que Luciano pensara “que hablaba desir hija. Lancé una risita nerviosa que 4 considerd una risotota cinica, y ahi qued6 la cagada, porque se abalanzé sobre mi y no me qued6 otra que aplicar mi rudimentario método de defensa personal, que bisicamen- teconsistia en pegarle un rodillazo en los cocos, y mientras se retorcia en el suelo me grité que siempre haba tenido ganas de vacunarse a mi mamé. Me parecié tonto, me parecié que Luciano era como un nifto, que estaba compitiendo, y recordé un didlogo inge- nioso en el colegio, cuando Gonzalez Barrfa le dijo a Gon- z4lez Martinez la frase «me voy a culiar a tu hermana» y Gonzélez Martinez respondié triunfalmente «no tengo hermana», pero Gonzdlez Barria contraatacé muy r4pido con esta abominable salida: «Anoche, con tu mami, te hi- cimos una.» Bueno, es horrenda la historia, pero a mf no dejaba de hacerme gracia la rapidez de Gonzdlez Barrla, y 61 — (ae habia sido tanto el ingenio que Gonzalez cis ni si quiera se enojé, y hasta se palmotearon la espalda mutug. mente, y al acordarme de todo eso casi me we verda- dero ataque de risa, pero no era el momento adecuado parg esas evocaciones, pues mientras yo mds refa mi roomie més gelene 7 sritaba, y lo que sigue es confuso, porque ahora estaban todos, ares retinas mis padre s, en la habitacién, gri- tando, era un verdadero desastre/quilombo, y no recuerdo cémo terminé la noche, pero al otro da el grupo se disolvis ¥ los chilenos dormimos en una cabafia y los argentinos en otra, y mis tres hermanas me culparon, y solo mi madre me defendid y mi papé me dijo que era el ultimo verano que yo pasaba con la familia, lo que absolutamente desde todo punto de vista era para m/ una buena notic ‘Tres afios después mis padres se separaron. Fue terrible, O durante un tiempo me parecié terrible, En diversos mo- mentos de la infancia, mi padre nos Ilamaba a mis hermanas y a mi, se ponfa muy serio y nos decfa que con mi mamé habian decidido separarse y tenfamos que elegir si nos fbamos con él o nos quedébamos con ella. Era una broma muy cruel, pero casi una tradicién familiar, que él disfrutaba a sus an- chas, porque siempre consegufa que termindramos creyén- dole, era muy dramatico y elocuente, y mi mamé después lo retaba, pero él se refa muchisimo, quizds estaba drogado o algo. Por eso, tantos afios después, cuando me comunica- ron la noticia de Ia verdadera separacién, pensé que era broma, y tuvieron que explicarme muchas veces que no, que ahora si era cierto. Lloré un poco, dos dedos de légrimas. Dos dedos de ligrimas con cinco hielos. Més tarde, més calmado, cuando no habia otra opcién que aceptarlo, pen- S que era tardio. Pensé algo ambiguo. Algo como: ah, esti vivos. Me parecfa innecesario, Tenfan que quedarse juntos 4% 62 a, Pero ellos q uerian existir y tomar decisi , Veio a eens decisiones y cambiar. ‘A los pocos meses me enteré, de la peor manera, snimama tenia un pololo. Es diffi ser el hijo de una mages tan Ilena de talentos y de pechos. Maldigo el dia en que me destetaron, @ los veinticinco meses de edad, hasta entonces estaba todo tan bien, ahi empezé toda esta porquerfa. Y una tarde esa mujer tan fabulosa y tan Ilena de lunares en las piernas me invita a tomar once. ;A tomar once en nuestra propia casa! Sospechoso. Ven mafana a tomar once, me dijo, me llamé. ;Por teléfono! Se consiguié el mimero de mi po- Jola (chilena), pidié hablar conmigo, mi vieja estaba nervio- sa, yo la conozco. Como a qué hora, le pregunté, haciéndo- me el tentativo. Era a las seis, siempre era a las seis. Yo sabfa la respuesta, pero igual me dolié la guata cuando me dijo: a las seis, Ese dia me desperté a las diez y tanto y decid que- darme en pijama, atrincherado, leyendo a Antonio Cisneros y tomando desesperadas cocacolas. Como a las cinco y media io senti llegar. ¥ quizds aqui viene una nueva leccién. Quizds todos deberfamos alguna vez ver a nuestra madre darse besos y manosearse y frotarse con alguien que no es el papa de uno (ni uno). Pero igual fue demasiado fuerte verla con ese. Con Luciano, che, si. Mas gordo, mas rojo, mas pelado. Yo no podia creerlo, Ese hombre me habia agredido, era un alco- hélico, un adicto al kuchen de cerezas, un roncador profe- sional, y encima no lefa. {No lefa! {Un argentino que no lefa, por qué, mama! Y ni siquiera tomaba mate, pasaba el diaa puros cafecitos. ¥ . ‘Traté de inhalar y exhalar y todo eso, pero qué confusion. al mirarlos por la ventana de mi pieza: mis hermanas con sus sibilinos novios, mi madre tomada de un regordete y venoso y rojizo brazo argentino, y vamos fumando y toman- do pichunchos bajo el mismo parrén donde de nifios corre- 63. de que tedbamos a nuestros perros y gatos y conejos, ahora enterra. dos, todos, junto a las buganvilias del jardin. Me acergug Me sentia muy fuera de este mundo, pero tenia que encara, a Luciano. Ni a mis hermanas ni a los sibilinos los mire Pero miré a mi mama con amor callado: seguta en silencio, su carita temblaba. Y después miré a Luciano a los ojos ye dije con toda la rabia, con todo el coraz6n, con el odio vivo, yuna Idgrima turbia y caliente y nerudiana en la mejilla,¢ que entonces me parecié el garabato final, el insulto mis serio, terrible, hiriente ¢ irrevocable, la peor palabrota pro. pinada jamds: argentino. Inmediatamente decid irme lo més lejos que pude:a la casa de mi pap. Pobre hombre solo, mi padre, qué falta de imaginacién: lo unico que hacfa era hablarme de futbol chileno, que es un deporte que juegan casi puros argentinos, con uno que otro chileno de colado, generalmente en la banca. En vez de odiar a los argentinos mi papé los queria, Qué lejos estaba del hombre valiente que aterrorizaba a sus hijos con las periédicas alarmas de separacién. Al tiempo supe que mi mamé se iba a Buenos Aires. Me llamé para despedirse, pero yo no quise hablar con ella. Lue- go me arrepentt, pero era muy tarde. Y empezamos a escti- birnos. Me mandaba unas cartas hermosas pero sin perfume ri mechones de cabello ni ufias ni gotas de sangre. Me daba consejos sobre las dosis de los medicamentos, sabfa mucho de eso. Y siempre me pedfa que usara la plaquita para el bruxismo. Y me invitaba a Buenos Aires, me decia que podia estudiar alld (pero yo no queria estudiar, nunca he querido estudiar). Yo le contestaba mensajes cada vez menos parcos. Me dejaba querer, Poco a poco se fue sabiendo la historia de mi mam4Y Luciano. Una historia de amor larga, radiante, internaci 64 eria, Una historia seria. Se conociero cualquiera se enamora a fondo con tanta buena misica. Efectivamente alguna vez Luciano habia cortejado a mi mami. Y ella lo habfa dejado para emprender su vida chile- naconvencional. Y empezé a tener hijos, mis hermanas, yo, perdid un poquito la linea Con tantas transformaciones, pero siguid estupenda, enérgica, inteligente y divertida, Luciano también se casé y se convirtié en el pap de Mirtita, pero suftiendo. El todo lo hizo suftiendo. Mi mamé4 olvidaba, él no. Y después, por algo que parecfa azar pero que de azar no tenfa una gota, Luciano y mi papa se conocieron y se hicieron amigos. Realmente amigos. Y era una manera de llegar a ella. Pero no era un plan maquiavélico, nunca in- tenté nada en esos afios. Los conflictos entre mi padre y Luciano surgieron mucho después, digamos que por culpa mia, cuando le conté a mi pap4 que su amigo siempre habfa querido coger con mi mami. Eso los distancid. Tampoco es que mis padres terminaran por eso. Igual, cuando Luciano supo de la separacién esperé un plazo prudente antes de presentar sus credenciales. Ya entend{a la historia, pero igual me costaba aceptar el amor de Luciano y mi mama. Supongo que todo cambié una madrugada en que iba yo curado como tagua en el auto de mi papa y me salié la famosa cancién y me acordé de Nati, de Nata, y me puse a cantar a voz en cuello, con evan- gélico entusiasmo, esa letra lamentable del amor después del amor, En la esencia de las almas. En la ausencia del amor. Para mf que es el amor después del amor. Y nadie puede, nadie debe, vivir (jvivir!) sin amor. Mi mami y Luciano, el amor después del amor se parece a este rayo de sol. tee ¢Cudnto se habré demorado Fito Péez en escribir esa letra? ;Cinco minutos? :Diez segundos? ;O nunca laescribié ¥ cuando habfa que Ilenar la musica le dijeron «algo tenés 65 nen los sesenta y que cantar, flacor, y dl dijo lo primero que s "iene otras canciones buenas, pero esa, : le vino a, cabeza? Una lay, por otra llavey esallavees amor. ¥ puede quella cancign ss tnuy mala pero dice una verdad del porte de un bugye pensé en el auto aquella noche. ¥ recuerdo que cuando pen. eso acababa de comerme un completo delicioso, pero ny consigo recordar si fue en una Shell o una Copec. Y desput vomité en el manubrio, creo. Esa misma semana traté de vender todos los libtos que tenfa en casa, pero no eran muchos, no me alcanzaba parg el pasaje. Cuando mi mama supo que yo de verdad queti irconvencié a Luciano para que me lo pagara. Conversé con harta gente en el avién, fueron todos muy amables. Al ver me mi mamé abrié los brazos como haciendo yoga y se eché allorar y me explicaba todo. En sus frases habia un tine fronterizo, de pronto sonaba casi como argentina, Me fi en que duplicaba el complemento directo en casos como yo lo via tu padre desnudo y sentt asco 0 yo la encontré a la perma ‘pero me mordié, En su habla la preeminencia del pretétito perfecto simple por sobre la forma compuesta era absoluta. ee oe fuimos acercando, y ahora no sé qué serfa de mi sin su com- pafifa, sin su comprensién. Me fui quedando con ellos, hasta que me propusieron que viviera permanentemente acé. Y no fueron ellos quienes me conyencieron, yo mismo decid convertirme en argen- tino. Ser argentino tiene muchas ventajas. Para qué hablar de miisica o de fiitbol (ahora sf que me gusta). Ser argen- tino te permite algo muy valioso: no ser chileno. ¢Qué més se puede pedir? Acé hay educacién gratuita. Y no importa? los apellidos, somos todos inmigrantes. Y a nadie le pareee 66 esc cree tor vie cqeandaloso que cambies de opinién a cada rato. Y¥ nadie see en Dios, pot lo tanto nadie cree en el Diablo, Y a mi no me gustan los hombres (creo), pero me reconforta saber que si me empiezan a gustar hasta me podrfa casar con algdn chabén. Me gusta este pais, me quedaria acé para siempre. En cada esquina descubro que es cierto lo que decia la Natalia, Nati, Nata querida: dondequiera que estés, sf, Buenos Aires «es como todas las ciudades del mundo pero un poco més hermosa y bastante mas fea. Y claro que quiero a mi paps. De vez en cuando lo llamo, esta mejor, lo pasa bien en Chi- le, Pero también lo quiero a Luciano, le hago el aguante, Los domingos vamos a la cancha y después a lo de Mazzini a tomar unas birras. A veces le digo te estés garchando a mi vieja, pelado, te voy a romper el orto, y él se re, es un groso, v

También podría gustarte