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Caso de Emprendimiento

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Luis Alejandro Páez Ramos

Propietario de
FERRETRIPLEX

Empresario que se forjó de la nada

Empresario que partiendo de cero, a punta de tesón y perseverancia, ha


logrado construir empresa en la región. Su éxito se debe al gran empuje
y a las ganas de salir adelante. Es una persona práctica y descomplicada,
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pero a pesar de eso tiene una manera sofisticada de pensar y de tomar


decisiones. Se considera afortunado por haber contado con el apoyo
de su familia.

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De emprendedores a empresarios
Historias que enseñan

L
uis Alejandro Páez ramos tiene sesenta años, nació el 10 de marzo
de 1951 en una familia humilde y campesina oriunda de Boyacá.
Su padre Oliverio Páez y su madre Rosa Rita Ramos emigraron a
Bogotá cuando él tenía tan solo dos años de edad. Luis Alejandro ocupa
el puesto tercero entre sus hermanos, su papá lo educó con buenos prin-
cipios y valores, inculcándole la importancia de mantener y cumplir la
palabra, trabajar honradamente y salir adelante. Al respecto, el empresa-
rio comenta: “Más vale una palabra, que una firma”.
Comenzó sus estudios a los siete años en el colegio Bello Horizonte
donde curso hasta tercero de primaria. Posteriormente fue trasladado al
Colegio San José, en el barrio Villa Javier, en el cual terminó quinto de
primaria en 1963. A la edad de doce años su madre fallece de manera
repentina, dejando seis niños. La casa ya no era igual, pues sufrieron una
baja emocional y económica. Luis se encargó de cuidar a sus hermanos
durante dos años, pero luego vio la necesidad de trabajar para contribuir
con los gastos de la casa, dejando de lado el estudio ya que el dinero que
ganaba su padre no era suficiente para sostener a su familia.
El primero de sus oficios fue la albañilería. Camilo, su hermano ma-
yor le ayudó a conseguir este trabajo con un constructor. Era una labor
muy dura para su edad, el mismo lo describe como un trabajo muy “ago-
tador”, pues era necesario hacer mucho esfuerzo, cargar elementos muy
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pesados y por tanto no le agradó, desertando rápidamente de esta activi-


dad. Posteriormente empezó a trabajar en latonería y pintura, tampoco
fue de su gusto y mucho menos con la sorpresa de que le descontaron
todas las brocas que daño en un mes. Otro de sus trabajos fue en un taller
de arreglo de limpiaparabrisas y tampoco se pudo habituar. Su hermano
al ver tanta deserción, le consigue nuevamente un empleo en una fábrica
de bolsas plásticas llamada Empaco Plast, era una pequeña empresa de
ocho personas, donde pudo establecerse. Este trabajo le gusto demasiado
y a los tres meses lo nombraron jefe de personal, le gustaba dirigir a las
personas, aprender los procesos de fabricación y se sentía más importante
ya que veía que su trabajo era valioso.
A sus quince años decidió casarse con Luisa del Carmen Gonzáles,
de la cual queda un hijo. Ya casado y con niño a bordo, en su mente
sonaban palabras emanadas de su padre “el que se casa quiere casa y con
su costalito a la plaza”.

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Llevaba cuatro años trabajando en esta empresa y dirigía todo el per-


sonal, inclusive algunos mucho mayores que él en edad. Todo marchaba
bien hasta que un día necesitaba un permiso para sacar los restos de su
madre que había cumplido cinco años de fallecida. Habló con su jefe,
don Pedro, para solicitarle el permiso por el viernes y el señor asintió se-
guidamente. Llego el día jueves, Luis organizó todo su trabajo pendiente
por qué no trabajaría el viernes y a las nueve de la noche se despidió con
el propósito de regresar el día sábado, su jefe de inmediato se enojó, se
olvidó del permiso que le había concedido y le recuerda su obligación de
trabajar el día viernes negándole el permiso. Luis Alejandro ofendido por
la situación, decide renunciar.
Todo volvió como al principio, Luis necesitaba encontrar un trabajo,
y otra vez su hermano le consigue uno, esta vez como mensajero en la dis-
tribuidora colombiana, una empresa que distribuye materia prima para
tapicería. Empezó a trabajar y sus funciones eran barrer, trapear, limpiar,
hacía el tinto y por supuesto los domicilios. Tiempo después empezó
a atender al público, su jefe vio en él un potencial de compromiso y
liderazgo, pues aprendió rápidamente los precios y las características de
los productos ofrecidos. En sus tiempos libres ayudaba a los vendedores
descubriendo su habilidad para las ventas.
Los clientes lo buscaban por su atención y a los dos años de estar
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en esa empresa surgió una oportunidad para crecer, el administrador de


la distribuidora colombiana tuvo inconvenientes que lo obligaron aban-
donar el puesto y a los diez y nueve años su jefe al ver sus capacidades,
lo ascendió como administrador del almacén. El ascenso y el salario le
fueron muy convenientes para sostener a su familia; trabajaba por ser
cada día mejor, consiguiendo más adelante un mejor puesto.
Un día de esos con un considerable movimiento en el trabajo, un
cliente le llamó y le manifestó la necesidad de sus oficios para administrar
un negocio de su propiedad. Luis vio una buena oportunidad y dado
sus compromisos económicos con la familia; pues ya tenía tres hijos y
necesitaba de un mejor salario, decide retirarse del cargo del momen-
to. Comenzó en nacional de plásticos, le resultó muy fácil acoplarse a
la nueva empresa, pues él conocía de antemano a los proveedores y el
proceso de la compañía. A los cuatro años se le presentó la oportunidad
de conseguir su casa, ante lo cual necesitaba el valor de la cuota inicial
para comprarla, se reunió con todos los socios y pidió el favor para que le

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colaboraran con el préstamo. No fue apoyado por sus jefes por el miedo
a que incumpliera en el pago de las cuotas del préstamo. Viendo este
desplante Luis Alejandro renuncia.
Cierto día en una cafetería, Luis Alejandro le comenta a Camilo
(hermano) la posibilidad de montar su propio negocio y su hermano
le manifiesta su irrestricto apoyo. Es así como inicia conversaciones con
proveedores de los cuales ya conocía, busca un local y accede a préstamos
bancarios para iniciar con su negocio. Finalmente se ubica en el barrio
Ricaurte en Bogotá y en menos de cinco años logra acumular un capital
considerable. Estando trabajando duramente en su propio negocio, nace
su cuarto y quinto hijo. El señor Luis comenta: “Lo que me saca adelante
son las ganas de superarme y darle a mis hijos lo que no tuve”.
Muchas veces se presentan grandes oportunidades, pero que llegan en
momentos que hay que decir no, como lo manifiesta el empresario:

“Cierto día se me presentó una oportunidad grande, resultaron


unos socios de una cadena bien importante aquí en el país que se
llama Calipso, yo los conocía tiempo atrás, porque eran proveedores
de mi anterior trabajo. El gerente de Calipso me llamó un día, y me
dice: “Luis yo quiero que me administre un almacén” (cadena de
almacenes importante de judíos), entonces le dije: no gracias don
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Ramiro, yo tengo mi negocio como quiere que le administre el suyo,


mejor necesito que me ayude, me dé más crédito y me abra más
cupo para yo seguir vendiendo su producto, ¿cómo me voy a ir de
empleado si yo tengo mi negocio?, usted sabe que yo llevo cuatro
años terminando con un crédito y soy muy cumplido con mis pagos,
entonces don Ramiro me manifiesta “por eso lo escogí, usted es ex-
celente cliente”.

Pero a pesar de la tentadora oferta, el señor Luis decide no aceptar.


Tres días después el gerente de Calipso (Ramiro) lo llama nuevamente y
le propone que fueran socios, para que administre el almacén del centro
de la ciudad. Don Luis muy feliz, acepta de inmediato y le dice: “Claro
Don Ramiro con mucho gusto, ahora sí”.
Así formaron una sociedad, Luis coloca el 51% y es el gerente y la em-
presa Calipso el 49%, y claro para Luis no hubo problema, esto fue para
él como una lotería. Lo llevaron a la notaría y así quedó registrado: Luis
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Alejandro Páez Ramos, gerente y socio con el 51% y empieza a trabajar.


Como ellos producían todos los materiales que él vendía, empezó a pedir
y a vender. Con la experiencia que contaba y el conocimiento, Luis hizo
crecer las ventas de un doscientos y luego un trescientos por ciento, de
acuerdo a esta dinámica la empresa contrata a más personas llegando a
doce colaboradores.
El señor Luis Páez no le prestó mucho cuidado a las condiciones que
tenía con sus socios respecto a la dinámica de dicha sociedad, pues él
pensaba “este almacén es de todos y consideraba que se debían tener unas
condiciones especiales”, supuso pero nunca les preguntó. En virtud de
los pedidos solicitados empezaron los vencimientos de facturas, él no los
pagaba, cuando menos pensó, empezaron a llegar las notas de intereses,
intereses y más intereses y la cuenta quieta; se acercó un día y le comentó
al señor Ramiro que los socios de la empresa, le estaban cobrando estos
intereses y no habían pagado dichas facturas. Entonces su socio Ramiro
le aclaro la situación: “Aquí es a sesenta días, usted debe pagar, usted
es un cliente por lo tanto debe cancelar o de lo contrario se le cobrará
intereses”.
Aclarada la situación, siguieron adelante con la sociedad y Luis con-
trata dos hermanos como vendedores externos puerta a puerta, ocasio-
nándole problemas con los demás socios, pues en la escritura aparecía
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consignado la imposibilidad de tener familiares trabajando, por lo cual


vinieron más problemas para Luis.
Un día Luis retira un dinero de la empresa sin pedir permiso a los
otros socios y esto genera un conflicto hasta el punto de terminar con la
sociedad y le manifiestan: “Nos vende o nos compra”. Y toma la decisión
de vender de la liquidación, Luis recibió un capital en cartera por cobrar
una vez se acababa la sociedad. Como la empresa Calipso le había can-
celado su capital en cuentas por cobrar y fuera de eso no le despachaba
mercancía, Luis entra en quiebra. La mayoría de las cuentas las empeza-
ron a cancelar de a poquito y gran parte de ese dinero se perdió, nunca
se recuperó.
A pesar de la situación que estaba atravesando, el amor toca nueva-
mente su corazón y es así que a los treinta y cuatro años Luis se enamora
de Lady Ramírez, con quien decide hacer vida matrimonial, dejando a
su primera esposa e hijos. Decisión que afecto duramente a su primera
esposa. De su segunda unión nacen dos hijos.

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Luis tenía un carro particular, desesperado sin plata y sin nada, lo


cambió por un taxi con el fin de conseguir dinero para el sustento de sus
hijos y fue así que lo trabajó durante dos años, trabajo que no le gustó,
ya que era muy difícil pasar de ser gerente a ser un taxista. Después de
ser dueño y gerente de una empresa, de vivir cómodamente por catorce
años, se sentía que había fracasado. Las ganas y el empuje lograron que
este hombre arrancara nuevamente de cero, es así que un amigo que tenía
le comentó que la empresa “Espumados S. A.” estaban necesitando ven-
dedores. Luis nos cuenta: “Yo fui cliente de Espumados y nunca les fallé
con los pagos. Cuando tuve mi negocio; un hermano mío era accionista
de Espumados, eran importantes productores de espumas para tapicería,
colchones, y para la industria”.
Aprovechando esta oportunidad, Luis decide hablar con el gerente
de la empresa, el señor Ramón Saba y le manifiesta: “Don Ramón usted
sabe que estoy quebrado no tengo dinero, necesito que usted me ayude,
me dé empleo como vendedor. Usted no se arrepentirá de tenderme la
mano”.
El señor Saba le responde: “Luis, desafortunadamente en la empresa
no lo puedo recibir porque su hermano es socio, pero vamos a ver cómo
le puedo colaborar”.
Sin embargo, Luis insiste y le dice nuevamente: “Le recomiendo señor
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Ramón su ayuda, estoy muy mal económicamente, no tengo un peso, lo


poquito que me quedó me lo gasté. El carro lo cambié por un taxi y eso
no me gustó, no me hallo en este trabajo”.
Transcurrida una semana, Luis recibe una llamada del señor Saba,
en donde le comenta que en Ibagué pudiese haber una oportunidad de
trabajo, a la cual él acepta de inmediato.
En Ibagué había una agencia que distribuía para el departamento del
Tolima, Huila y Caquetá espumas. Luis llega a la ciudad por primera vez
en septiembre 28 de 1987 y sin pensarlo dos veces se le presenta a don
Óscar Vasco gerente de la empresa, y afirma: “Vengo a colocarme a sus
órdenes”.
Don Óscar pregunta: “¿Usted qué sabe hacer?”.
Luis responde: “Yo sé todo lo relacionado a espumas y colchones, co-
nozco todo este negocio al derecho y al revés”.
Luis necesitaba más que nadie el trabajo y afortunadamente le die-
ron el empleo. Don Óscar le preguntó que si tenía dónde hospedarse,
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respondiendo de manera negativa, por tanto le brindó la posibilidad de


quedarse en el almacén, había espacio y colchones por montones. Las
zonas que tenía que visitar eran Ibagué, Neiva, Garzón, Pitalito y por el
norte desde Mariquita hasta Puerto Boyacá. Trabajaba una semana en el
norte y una semana en el sur.
En esos momentos vendía solamente láminas de espuma y al viajar de
norte a sur, se dio cuenta del gran potencial comercial que había y que
no se estaba cubriendo. Luis nos cuenta: “En cada uno de los munici-
pios había un gran mercado, faltaban empresas que ofrecieran productos
para los tapiceros, ebanistas, carpinteros. Había una gran oportunidad de
atender mucho más mercado”.
Además agrega: “Allí encontré un gerente con un perfil administrativo
y no tenía claro hacia dónde llevar la empresa. Consideraba que vender
lo mínimo era suficiente, y afirmaba: Hay diez bultos, vendan solo cin-
co, es necesario tener inventarios para la siguiente semana. Cuando un
cliente pedía dos bultos, solo fiaba uno y cuando lo cancelaba ordenaba
despachar el siguiente”.
Luis al ver a su jefe un poco temeroso, le comentó:
“Don Óscar, estamos perdiendo ventas, estamos dejando de ganar
dinero, hay gente con muy buena historia crediticia, visítelos y se da
cuenta del gran potencial que se está perdiendo. El solo me decía: “Es
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mejor ir despacio pero seguros”. Luis siguió exclamando “Don Óscar


aquí faltan telas, tachuelas, pegante y todos aquellos productos reque-
ridos en una tapicería, los puedo conseguir, el potencial comercial de
esta zona es fenomenal. Le puedo colaborar, consigo todos los materiales
y los vendemos, hacemos crecer esta empresa, déjeme administrar este
negocio; y no quiso”.
Viendo esta gran oportunidad, le propuso una sociedad a don Óscar,
le informó de la posibilidad de vender el taxi y aceptara dicho monto
como aporte a la sociedad. De esta manera podían trabajar los dos, él
sabía que gracias al potencial del negocio se tenía la posibilidad de con-
solidar la sociedad, pero el señor Óscar no estaba interesado en hacer
sociedades. Luis renunció a los siete meses y empezó a conseguir socios
para independizarse. Buscó a su hermano Camilo, él tenía un almacén
de los mismos productos y le comentó que en Ibagué había un buen
mercado, se podía abrir un punto con las mismas características y que él
contaba con la capacidad para administrarlo. Ante lo cual su hermano

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Camilo le da un “no” rotundo, pues él estaba bien en su negocio y no


estaba interesado en seguir por la senda del crecimiento.
Siguió buscando socios, pero no contó con suerte, nadie quería tra-
bajar en ese campo de las espumas. Un buen día pensó: “La única opor-
tunidad que tengo es irme hacia la competencia; Espumas Plásticas de
Medellín, es una fábrica grandísima nacional que lleva cuarenta años en
el mercado y es pionera en espuretanos”.
Es así que se dirige a la competencia, en donde lo conocían y le ma-
nifiesta a uno de los vendedores: “Amigo necesito que me venda espuma
para despachar en el Tolima, Huila y Caquetá”, a lo cual me respondió:
“Listo no hay ningún problema con mucho gusto”, ¿Cuánto necesita?,
“Aquí toca pagar de contado”, y le contesté: “Usted sabe que yo no tengo
efectivo, tengo es muchas ganas de trabajar y echar para adelante, como
usted sabe y ya me conoce”, a lo que con dolor respondió el vendedor:
“Qué pena Luis, pero entonces consígase un avalista”.
Cada día para Luis era más complicado, pues no conseguía socios
capitalistas y además la competencia le decía que para poderle despachar
mercancía tenía que cancelar de contado o de lo contrario conseguirse
un avalista. Pregunta que se hacía Luis – ¿Dónde me consigo un avalista?
Las ganas de trabajar y el deseo de lograr su gran sueño “volver a tener
su propia empresa”, lo motivaba a seguir adelante en la búsqueda de
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socios o de alguna solución.


Entonces pensó: “Tengo que hacer este negocio, porque lo tengo que
hacer. Era la segunda oportunidad de mi vida y si no la hago en estos
momentos, no la hacía nunca. Así que me llene de valor y decido viajar
a Bogotá en busca de mi hermano Camilo, él era mi salvación. Estando
en el almacén de mi hermano le dije: Camilo necesito que me firme esta
letra por cuatro millones de pesos, y me preste cien mil pesos, no sé en
qué tono se lo dije, seguramente me vio transfigurado y angustiado; que
accedió en ayudarme”.
Luis había visto un local, el cual le podía servir para el negocio que
deseaba iniciar. El canon de arrendamiento era de $60.000. Ya con la
letra firmada por su hermano, visita nuevamente a la empresa Espumas
Plásticas ubicada en Bogotá y entrega la documentación que le exigían
para poderle despachar mercancía. El vendedor le dice: “Ah claro con
mucho gusto no hay ningún problema, deme la dirección, el nombre y le
despachamos ya la mercancía”.
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Regresa a ciudad de Ibagué a ordenar el local junto con su hijo mayor


Armando. Todo parece marchar bien, pero resulta que la mercancía se
demoró varios días en llegar, perdiendo dinero, el tiempo corría y el local
sin mercancía, ya tenía pedidos y no podía cumplir. En vista de eso,
viaja a Bogotá a preguntar por su pedido, en donde le manifiesta que su
mercancía ya estaba en Ibagué. Superado el incidente, se devuelve y en
menos de quince días ya el local estaba vacío. Gracias a su éxito con dicho
local, toma el riesgo de hablar con el gerente general de Espumados, para
tomar la agencia poseída por el señor Óscar. Fue tanta la persistencia y
las ganas de salir adelante con su proyecto que se queda con la agencia
y decide continuar con el mismo nombre Espumados, así se conocía a
nivel nacional.
Luis empezó a pedir mercancía a nombre de Agencia Espumados, pero
con el respaldo financiero de su hermano. Las cosas empiezan a marchar
bien para Luis, con las ganancias obtenidas puede pagar sus obligaciones.
Luis le propone a su hermano Camilo la sociedad, a la cual el acepta,
entonces su razón social queda “Espumados Ltda.”. La empresa da un
vuelco total, se creó el departamento de contabilidad, se tenían facturas
membreteadas, se contrataron vendedores, las ventas se aumentaron y el
sueño se hizo realidad.
En Bogotá lo colocaban de ejemplo para todos los departamentos, y
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decían: “miren los niveles de ventas en la agencia en Ibagué. Ante esto él


se siente afortunado, la vida le ofreció otra oportunidad y su trabajo es
reconocido por muchas personas que están en el gremio
Como la empresa está creciendo, Luis ve la necesidad de contratar
dos agentes viajeros para que visiten la zona sur y dos para la zona norte,
además contrata otros empleados para que se encarguen de la fabricación
de las colchonetas. Su gran éxito se debe a su excelencia en el servicio,
tener buen inventario y a trabajar duro sin descansar.
Vendían en el día y fabricaban en la noche mientras Armando (su
hijo) cortaba telas, Luis cosía el forro para las colchonetas y cuando ya
se terminaba de coser el forro su hijo metía la espuma y Luis finalmente
la cerraba. Se presentaban jornadas muy duras, pero lo hacían con gusto
y felices, el almacén dejaba buenas ganancias. Después consiguieron una
secretaria, un contador, un auxiliar de ventas. Ya eran seis y así fueron
creciendo.

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Posteriormente crea la empresa Ferretriplex, administrada por su her-


mano Oliverio y su hijo Armando, donde empieza a vender por todos
los rincones del Tolima, hasta el punto de que la DIAN, los clasifica
como grandes contribuyentes porque llegaron a facturar 3.000 millones
de pesos anuales. En 1991 fundó Colchones El Príncipe como fábrica
y punto de venta administrado por su hijo Armando. Su gran sueño
era ayudar a su familia, darles empleo y que ellos lo apoyaran con los
negocios que se estaban abriendo. Quería dejar el pasado atrás, siempre
pensaba en sus hijos, en que estudiaran y fueran personas responsables y
muy trabajadoras. Luis había conseguido una estabilidad que esta vez no
perdería y a sus cuarenta años siguió trabajando fuerte y enseñando a sus
hijos todos sus conocimientos.
Alejandro uno de sus hijos relata: “Mi padre nos enseñó que conocer
el producto, quién lo necesita, y dónde se consigue, es lo importante para
poder tener éxito en los negocios”.
Todo iba bien hasta la década de 1998, cuando se afianzó la crisis
por el despeje en el municipio de San Vicente del Caguán, ubicado en el
departamento del Caquetá. La Zona de Distensión fue un área otorga-
da por el gobierno del presidente Andrés Pastrana mediante Resolución
85 del 14 de octubre de 1998, para adelantar el proceso de paz con las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y así acabar con el
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conflicto armado colombiano, que ha permanecido por más de cincuenta


años. Comprendió una extensión de 42.000 kilómetros cuadrados y es-
tuvo conformada por los municipios de La Uribe, Mesetas, La Macarena
y Vista Hermosa en el departamento del Meta y San Vicente del Caguán
en el departamento del Caquetá.
La zona de distensión fue abolida por el presidente Pastrana el 21 de
febrero del 2002, ordenando a las Fuerzas Militares de Colombia reto-
mar nuevamente el control de estas zonas de distensión.
Esto trajo muchos problemas para los comerciantes y para los cam-
pesinos. Las empresas de Luis tuvieron una fuerte caída en sus ventas ya
que perdieron todo el comercio de Caquetá. Vendían la mercancía con el
90% a crédito y el 10% de contado, según fuentes del señor Luis. En este
municipio no había oferta laboral por la inseguridad que se estaba pre-
sentando. Tomó la decisión de despedir a treinta empleados y fusionar las
empresas para bajar los costos. Sus hijos conscientes de la problemática

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bajaron el monto del salario para de esta manera sopesar la crisis vivida
por la familia.
Ese año buscó bajar precios para ser más competitivo, capacitar el
personal de ventas en ayuda con los proveedores y siempre prestar un
buen servicio a los tolimenses, pues, esta tierra tiene un potencial grande
de desarrollo, además le brindó la oportunidad de crecer; tanto económi-
camente y familiarmente, algo que nunca terminará de agradecer.
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Reflexiones que deja el caso

Los empresarios exitosos tienen objetivos puntualmente definidos y


concentran su energía, imaginación y recursos en alcanzarlos, superando
circunstancias difíciles y adversas y aprovechando cada una de las opor-
tunidades que se presentan.
Generalmente los empresarios de éxito saben a dónde van y qué quie-
ren; son perseverantes, entusiastas y logran las metas que se fijan.
Son incalculables los factores que tienen una relación directa con el
éxito de los empresarios. Para ellos, el éxito no es solo una cuestión de
suerte o audacia, más bien, está relacionado entrañablemente con un
trabajo intenso, tenaz y cotidiano que requiere dedicación, constancia,
inteligencia y capacitación. Sin embargo, y por encima de lo anterior, el
éxito se basa en la confianza de una persona en sí misma, en tener una
actitud diaria positiva y vigorosa, y en cómo dicha persona ve y proyecta
el futuro.
Un visionario es la persona que ve al futuro; se ve a sí mismo en el
tiempo y tiene, además de la capacidad, la fuerza necesaria para situar
sus pensamientos a un objetivo definido, congruente con sus principios,
aspiraciones, parámetros de conducta y escala de valores.
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GENERALIDADES DEL EMPRESARIO

Nombre del empresario: Luis Alfredo Páez Ramos.


Nivel de educación: 5º de primaria.
Año de creación de la empresa: 1987
Actividad de la empresa: Venta de espumados.
Estilo gerencial del empresario:
Su estilo se soporta en la prestación de un excelente servicio y trabajar
duro sin descansar.
Logros alcanzados: Estructurar una empresa con dinámica de grande
contribuyente.
Cualidades del empresario:
Perseverante y arriesgado.
¿Qué es para usted ser buen jefe? Aquella persona que respeta a las
personas.
¿Qué lecciones especiales ha aprendido de sus errores y de sus acier-
tos?
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Se debe tener una visión, un sueño y no perderlo por más grandes


obstáculos que se presenten.
¿Cómo maneja la crisis?
Con dinamismo y sin perder el rumbo y los sueños.
Valores del empresario:
De palabra, cumplido, honesto y respetuoso.
Retos:
Mantenerse en el mercado y seguir creciendo como empresario.
Invitación:
Ser perseverantes y no desfallecer frente a las dificultades. Por muchas
caídas que se tengan o fracasos experimentados, siempre se debe tener
vivo el sueño de ser empresario.

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Preguntas para la reflexión

1. ¿El empresario se hizo por necesidad o por oportunidad?


2. ¿Qué significa un sueño según la historia del empresario?
3. ¿Qué aspectos evaluaba el empresario antes de emprender un
negocio?
4. ¿Qué significa una derrota para el empresario?
5. ¿Qué importancia tiene la familia para el empresario?
6. ¿Cómo logró el señor Luis Alfredo Páez consolidarse como
empresario?
7. ¿Qué recomendaciones le darían al empresario para lograr ser más
exitoso?
8. ¿Qué valores destacan en el empresario?
9. ¿Está preparado el señor Luis Alfredo Páez para competir con otras
empresas que pueden llegar con el tratado de libre comercio firma-
do con los Estados Unidos?
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Parra, A. M., Catica, B. J. R., & López, M. Ó. H. (2015). De emprendedores a empresarios : Historias que enseñan. Retrieved from
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Mercedes Parra Alviz, José Rodrigo Catica Barbosa, Óscar Hernán López Montoya

CONCLUSIONES DE LA HISTORIA

Su papá lo educó con buenos principios y valores, inculcándole la


importancia de mantener y cumplir la palabra, trabajar honradamente y
salir adelante. Al respecto, el empresario comenta: “Más vale una palabra,
que una firma”.
A la edad de doce años debe encargarse de sus hermanos y trabajar
para contribuir con los gastos de su hogar, dejando a un lado el estudio,
ya que el dinero que ganaba su padre no era suficiente para sostener la
familia. Esta dificultad económica se convierte en motor dinamizador de
sus intenciones de ser empresario.
Se acopla fácilmente a cada actividad que tenga relación directa con
la atención al público, situación que le permite lograr ascensos y darse a
conocer como hombre de empuje y de decisiones acertadas.
Lo motiva el poder darle a sus hijos lo que no logró tener en su infan-
cia. El empresario se forja por la necesidad que lo agobia y los deseos de
mejorar las condiciones de vida para él y su familia. Un hombre con gran
visión de negocio, que ve oportunidades en aspectos que otros omiten o
descartan por su inseguridad.
En el empresario se evidencian características propias de quienes tie-
nen objetivos puntualmente definidos y concentran su energía, imagina-
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ción y recursos en alcanzarlos. De manera natural están preparados para


superar circunstancias difíciles y adversas y aprovechar cada una de las
oportunidades que se presentan.
El empresario Luis Alejandro Páez Ramos siempre tuvo claro a donde
quería llegar y con su perseverancia y entusiasmo logró forjar el futuro
que siempre tuvo como meta.
Las características que identifican este empresario es la fijación de
objetivos, donde se plantea objetivos claros y alcanzables; es perseve-
rante donde la firmeza lo obliga a seguir esforzándose contantemente
para lograr las metas; además, tiene conocimiento del negocio lo que le
permite comprender el funcionamiento de la empresa y su relación con
el entorno; es autónomo, tiene un criterio responsable e inteligente para
pensar, actuar y decidir y finalmente toma riesgos moderados donde los
identifica y vislumbra las oportunidades que hay en el entorno.

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