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Apuntes para La Materia de Filosofia Ii
Apuntes para La Materia de Filosofia Ii
Apuntes para La Materia de Filosofia Ii
El método experimental
Mucha relevancia para la metodología de la ciencia la tuvo Francis Bacon (1561 -
1626). Más que un científico, Francis Bacon fue un filósofo y un gran promotor del
método experimental y de la búsqueda de medios institucionales o colectivos para el
fomento de las ciencias. Llegó a ser Lord Canciller de Inglaterra bajo Jaime I. Se propuso
explorar las posibilidades del método experimental, ser un Colón de la filosofía, como él
decía, interesando a otras personas para que llevasen a término dichas posibilidades. Su
primera obra sobre el tema era el avance del saber, publicada en 1605, que constituía una
primera exposición popular de sus opiniones.
Se colocó en la línea de conducta de Roger Bacon y aquellos primeros empiristas
que dentro del mismo mundo medieval buscaron vías alternativas para la obtención de
conocimiento. Rescataba una tradición de experimentación desarrollada por artesanos.
No separados de ésta se encontraban en otros campos, por ejemplo, Vesalius (1514 -
1564), Aldrovandi (1522 - 1605) y Cesalpino (1519 - 1603), respectivamente, fisiólogo,
zoólogo y botánico. También, debe citarse el trabajo de William Gilbert (1540 - 1603)
sobre el magnetismo, codificado por ejemplo en su famosa obra De Magnete. Bacon
enfatizó las tradiciones artesanales.
"Así pues, señalaba Bacon, el primer requisito del nuevo método para hacer
avanzar a las ciencias y las artes era la investigación de nuevos principios, procesos y
hechos. Tales hechos y principios podrían derivarse del saber artesanal y de la ciencia
experimental. Una vez comprendidos, llevarían a nuevas aplicaciones tanto en las artes
como en las ciencias. Pensaba que muchos principios hallábanse ocultos e
inapercibidos en los procesos artesanales de todos los días, los cuales se convertían por
ello en una valiosa fuente de conocimiento científico. Tales procesos resultaban de
particular interés por cuanto que poseían un carácter activo y experimental, entrañando el
cambio y transformación de las sustancias naturales.''
De hecho, más aun, debe subrayarse la existencia de esta tradición artesanal y
práctica separada de la tradición erudita, pues se sabe que, con varios puntos de
intersección, avanzaron recíprocamente y en conjunto, y apuntalaron el conocimiento. Las
necesidades empíricas empujaron a la formulación de principios cada vez más generales
y a asuntos más complejos en los que intervino el conocimiento matemático. Uno de los
ejemplos fue el trabajo de Nicolo Tartaglia (1499 - 1557) quien estableció vínculos
relevantes entre técnicos y arquitectos y las matemáticas. Se considera un punto medio
entre Leonardo y Galileo. Esta relación entre prácticos y eruditos constituyó uno de
los principales factores en la construcción de la nueva ciencia.
Por ende cabe resaltar que los puntos más relevantes, del método experimental de
Francis Bacon, que obviamente con el paso del tiempo fueron modificados, pero sin duda
alguna siguen siendo las bases de la investigación, son los siguientes:
a) Construir a partir de la observación unas tablas en las que se consignen los
casos en que un determinado fenómeno se presenta (tabulae presentiae), o los casos y
circunstancias en los que el fenómeno no aparece (tabualae absentiae) y añadir otras
como las situaciones en las que se observan aumentos o decrementos del
fenómeno (tabualae graduum), etc.
b) Plantear una hipótesis para explicar el fenómeno mediante el estudio
riguroso de los datos registrados en las tablas planteando asociaciones o relaciones entre
el fenómeno y sus causas posibles.
c) Verificar empíricamente mediante el experimento la bondad de la hipótesis y
aceptarla, refinarla, modificarla o rechazarla según resulte éste.
La crítica a la tradición y la crisis de la verdad.
Para adentrarnos propiamente en el contenido de la crítica de Bacon a la filosofía
y a los filósofos, es necesario mencionar cómo o con qué medios la hace. Si bien Bacon
retoma fines y modelos de las artes mecánicas, la magia y la alquimia, su propósito último
es hacer que la filosofía llegue al hombre común y corriente “al que no se llega si no es
por medio de lo útil y de las obras” (Bacon, 1985, p. 77). El hombre común se
convierte en parte de la construcción de conocimiento, y se forma parte desde la posición
de quien juzga dicha construcción. Así, el conocimiento comienza a romper sus fronteras
y se abre a actores que antes no habían sido tenidos en cuenta. Bacon propone un
conocimiento que no está centrado más en las discusiones de las academias ni en el
saber de iluminados (magia y alquimia), sino que se hace público en la medida en que los
hombres comunes lo valoran.
Por otro lado, situarse desde el hombre común implica que la filosofía será vista no
a partir de sus cosas mismas, de sus tópicos internos, sino desde lo que ella muestra
al exterior. Será valorada desde lo que ha dejado la filosofía a los hombres, más allá de
largas discusiones y altercados. Como señala Paolo Rossi (1990, pp. 112-114): "Se
trata de una valoración histórica de la filosofía, no de un análisis de los sistemas de
pensamiento". ¿Qué ve el hombre común en la filosofía? Explícitamente Bacon no
formula esta pregunta. No obstante, es posible reconstruirla y hallarle sentido desde sus
textos. Al vulgo, en principio, no le interesa escudriñar en las cosas mismas, no le
interesa bajo qué métodos procede la filosofía o cuáles son los asuntos que discute, pero
sí ve de ella que en lugar de engendrar frutos, genera constantemente altercados y
discusiones (Bacon, 1985, p. 77). Por eso, el primero de los signos -y en opinión de
Bacon, el fundamental- es precisamente el que tiene que ver con la utilidad de la filosofía:
“Así pues, retornemos ahora a examinar los signos. Ahora bien: ninguno de ellos es, hijos
míos, más cierto o más notorio que el de los frutos” (Bacon, 1985, p. 125). Asunto que se
mantiene en el Novum Organum: “entre los signos, ninguno hay más seguro y conocido
que el que se deduce de los frutos” (Bacon, 2003b, I. lxxiii). Si bien esta valoración de la
filosofía es de gran importancia, pues, como insiste Rossi, muestra que existe un
enlace entre la deficiencia del cono-cimiento y la situación histórica en las que éste ha
estado inscrito12, es necesario señalar que esta vía es sólo la puerta de entrada a la
crítica de la filosofía. Una indagación más profunda sobre los signos, en concreto sobre el
signo fundamental, permitirá dar un paso más en la comprensión del proyecto baconiano.
Ese paso es propiamente la relación entre la utilidad y la verdad por la cual se puede
hallar que tal deficiencia es también resultado de un defecto en la concepción y el
proceder de la filosofía natural. En esta otra situación se centra gran parte de la crítica
baconiana.
Como señalábamos, el primero de los signos es precisamente el que tiene que
ver con la utilidad de la filosofía. No obstante, cuando Bacon insiste en esto, no está
pensando meramente en producción de objetos o de resultados como fin último de la filo-
sofía. En lugar de ello, considera que hay una íntima relación entre este signo y la idea
de verdad, y que la utilidad debe ser buscada desde esa relación.
Bacon entiende la utilidad como el fruto de la verdad: Pues del mismo modo
que en la religión se pro-cura mostrar la fe a partir de las obras, también eso mismo se
traslada muy oportunamente a la filosofía, de suerte que sea vana la que es estéril. Y
tanto más si en lugar de frutos como la uva o la aceituna produjera los cardos y las
espinas de discusiones y contiendas (Bacon, 1985, p. 125)13. Decir que la utilidad es
un signo de la verdad implica que una filosofía que no es capaz de engendrar frutos,
una filosofía estéril, es ella misma vana o falsa; por esto considera que la filosofía antigua
y la filosofía en uso son falsas, más aún, teniendo en cuenta que estas filosofías sólo
muestran al exterior altercados y discusiones. Pero, ¿puede decirse, a la inversa, que una
filosofía que produce frutos es por ello verdadera? Bacon considera que esto no pue-de
concluirse sin cierta cautela, pues la obtención de frutos puede ser resultado del
azar y no de un proceso de búsqueda de la verdad conducido por un método
correcto (Bacon, 1850b, p. 91). Aquí se encuentra, precisamente, el núcleo de las críticas
a la alquimia, a la cual ataca porque sus resultados son fruto del azar y no de una
práctica metódica.
La verdad tendrá que emerger de un método de investigación correcto; sin un
buen método no habrá esperanzas de que la filosofía cumpla su co-metido: “Si los
procedimientos para construir esta filosofía vuestra no son los debidos ni son acepta-bles,
no sé qué esperanza os cabe abrigar, salvo que sea crédula y superficial” (Bacon,
1985, p. 139)16. De allí que Bacon llegue a afirmar en el Novum Organum que la
raíz de los defectos de la ciencia puede encontrarse precisamente en la carencia de
los auxilios adecuados.
Bacon apuntó: “La causa y raíz única de casi todos los males de las ciencias es ésta: que
mientras admiramos y ensalzamos sin razón las fuerzas de la mente humana, no le procuramos
los auxilios apropiados” (Bacon, 2003b, I. ix)
Por todo lo anterior podemos ver que en la filosofía de Hume aparecen elementos
tanto especulativos como experimentales. Es decir, que la distinción entre lo especulativo
y lo experimental no parece funcionar en términos mutuamente excluyentes en el marco
de su pensamiento, sino que, por el contrario, reconoce que el razonamiento es parte
constitutiva del propio método experimental. Por otra parte, esta cuestión ya estaba
presente desde el inicio mismo de este nuevo modo de hacer filosofía en el planteamiento
de Bacon, quien sostenía la necesidad de conjugar la especulación con la
experimentación.
En función de lo que hemos visto, la crítica al conocimiento exclusivamente
racional parece tener dos aspectos: por un lado, el rechazo de la actitud dogmática de
quienes piensen que el razonamiento demostrativo es la única fuente válida de
conocimiento y consideran que sus posibilidades son ilimitadas, lo que lleva al uso
indebido de nuestras capacidades cognoscitivas al aplicarlas a terrenos inaccesibles y
temas inadecuados. Por otro lado, la crítica se vincula con la utilización de cierto lenguaje
abstruso por parte de la religión para ocultar sus deficiencias y justificar sus prácticas, lo
que da lugar a actitudes fanáticas. Lo que Hume encuentra condenable no es el
razonamiento demostrativo en sí, sino sus usos y apropiaciones indebidos. Si se limita a
su ámbito de injerencia adecuado -las relaciones de ideas-, es un método que permite
obtener conocimiento con el más alto grado de certeza; es decir, no se lo rechaza sin más
en pos del método experimental, sino sólo cuando se intenta emplearlo en forma indistinta
para el conocimiento tanto de las relaciones de ideas como de las cuestiones de hecho.
También vimos que Hume distingue entre tipos de razonamiento en función del
objeto de conocimiento: las relaciones de ideas ameritan un razonamiento demostrativo, a
priori, mientras que, en las cuestiones de hecho, debe emplearse un razonamiento
experimental que parte de la observación. Por último, la filosofía misma es vista como una
actividad inherentemente especulativa que, sin embargo, debe orientarse hacia
cuestiones vinculadas con la vida activa y la utilidad social.
Podemos concluir que esta serie de cuestiones relevantes y constitutivas del
proyecto filosófico humano nos permite ver que, en él, la diferencia entre razón y
experiencia no se propone como una dicotomía en la que emplear una implica rechazar la
otra. La distinción entre lo especulativo y lo experimental, en la medida en que funciona
como un par mutuamente excluyente y no se circunscribe en forma estricta a la cuestión
metodológica en los hechos, hace difícil visibilizar y compren-der este tipo de matices no
sólo en la filosofía de Hume, sino también en la de otros filósofos morales experimentales
de su época.
Así pues, se debe enfatizar, los aspectos más sobresalientes de la filosofía de
Hume, uno de ellos es la siguiente proposición: “La experiencia de los sentidos, es la
única vía al conocimiento”.
“El hombre no puede nunca aprehender las causas, si no solo los efectos de los
fenómenos. Lo que se cree es la causalidad, solo es el resultado de un hábito mental”.
Cabe resaltar que, escandalizo a Inglaterra tras publicar su HISTORIA NATURAL
DE LA RELIGIÓN, donde esboza, que la tesis fundamental de la filosofía es la
imposibilidad de demostrar la existencia de Dios, apuntó también en la mencionada obra,
en cualquier religión las creo el hombre, no dios, y por tanto la religión no es un hecho
científico y en absoluto puede ser considerada como tal.
Todas las religiones, apunta Hume, son fruto del instinto humano, y nacen de los
temores y esperanzas del hombre, las religiones solo han servido para tres cosas:
1.- Dividir a la humanidad
2.- Crear fanatismo
3.- Crear intolerancia.
LA REVOLUCIÓN CRÍTICA DE LA FILOSOFÍA KANTIANA
LA FENOMENOLOGÍA HEGELIANA
“Fenomenología del espíritu” es un término que Hegel emplea en su filosofía para
definir la manifestación, la revelación del espíritu. Según Hegel, el espíritu se distingue de
la Naturaleza por hallarse el primero en movimiento y desarrollo dialécticos. Hegel
considera que la fuente del movimiento es la contradicción interna del espíritu. Todos los
fenómenos de la Naturaleza y de la Historia fueron considerados por Hegel como formas
de manifestación, de revelación del espíritu absoluto, como la forma de su
autoconocimiento. En su obra Fenomenología del espíritu, Hegel expone sobre base
idealista la historia del conocimiento humano. Examina el proceso del conocimiento
humano como la historia de la absorción del objeto por la conciencia. Por eso, en
su Fenomenología del espíritu llega a una conclusión completamente errónea, en el
sentido de que el conocimiento humano tiene un final, es decir, que alcanza el
conocimiento absoluto, donde el sujeto y el objeto se hacen uno en un absoluto. Este
conocimiento o concepto absoluto fue después transformado por Hegel en el punto de
partida de su lógica, que es, según él la doctrina sobre el pensar “puro”. Hegel, como
idealista, desnaturaliza de una manera grosera la historia del conocimiento humano. Marx
escribía que todas las cosas y los fenómenos que en la Fenomenología del espíritu de
Hegel son contrapuestos a la conciencia y que son supuestamente absorbidos por ella, en
realidad no son cosas y fenómenos reales, sino sólo abstracciones, ideas de las cosas y
de los fenómenos. No obstante su esencia idealista, la Fenomenología del
espíritu hegeliana contiene también una “médula racional”. Marx veía la grandeza de
la Fenomenología del espíritu en el hecho de que Hegel examina allí el conocimiento
humano como un proceso histórico y descubre la fuente de ese proceso “en la dialéctica
de la negación como principio móvil y generador”.
UNIDAD II
LA METAFÍSICA EN EL SIGLO XX
Después de una larga historia de auto-malentendidos dentistas y poéticos la
metafísica empieza en la actualidad a concebir aquella diferencia retórica que ya está
simbolizada desde sus inicios en Parménides a través de la configuración de Peitho (Hija
de Afrodita, persuasión, divinidad que media entre los dioses y los mortales) y Aletheia
(Palabra de verdad, sentido de verdad concentrado en el saber mantico o del escrutinio
del oráculo) como su estancia más adecuada. Con ello se vislumbra el futuro de una
metafísica retóricamente ilustrada que se plantea continuamente la tarea de recuperar la
credibilidad pública de su verdad racional especulativa en un mundo en permanente
cambio. El que después del fracaso definitivo de cualquier metafísica dogmática exista
una alternativa de esta índole frente al escepticismo neo sofista constituye ciertamente el
mensaje más importante que emana del actual descubrimiento de la retórica en la
filosofía.
Los metafísicos veían en la Naturaleza un conglomerado casual de objetos y de
fenómenos, aislados unos de los otros y sin ninguna relación de dependencia entre sí.
Concebían la Naturaleza como algo quieto, inmóvil, fijo e inmutable; consideraban el
proceso de evolución como un simple proceso de aumento cuantitativo, (De la cantidad o
relacionado con ella.) en el que los cambios cuantitativos no se traducen en cambios
cualitativos (Lo cualitativo es aquello que está relacionado con la cualidad o con la
calidad de algo, es decir, con el modo de ser o con las propiedades de un objeto, un
individuo, una entidad o un estado).
Desde el punto de vista de los metafísicos, las cosas no llevan implícitas
contradicciones internas; la fuente del desarrollo es la colisión de las fuerzas exteriores
contrapuestas. Con la creación del materialismo dialéctico de Marx y Engels y con el
desarrollo del conocimiento científico de la Naturaleza, la concepción metafísica del
mundo sufrió un colapso total. Pero a la metafísica continuaron y continúan aferrándose
los reaccionarios de toda índole que desesperadamente tratan de defender lo viejo, de
volver hacia atrás la rueda de la historia. Los teóricos burgueses no se cansan de
“demostrar” la eternidad del capitalismo. “Ella (la Economía política burguesa ),considera
el régimen capitalista, no como una etapa, históricamente transitoria de la evolución, sino,
por el contrario, como la forma absoluta, final, de la producción social” (Marx). En
posiciones metafísicas estaban situados los populistas rusos, que negaban la
desintegración de las comunidades campesinas y el crecimiento del proletariado
industrial; posiciones metafísicas ocupan los revisionistas y oportunistas de la Segunda
Internacional,( La Segunda Internacional fue una organización formada en 1889 por
los partidos socialistas y laboristas que deseaban coordinar su actividad),que niegan el
carácter irreconciliable de las contradicciones de clase y que argumentan que la transición
del capitalismo al socialismo debe efectuarse sin saltos, sin la revolución proletaria,
mediante la “evolución pacífica del capitalismo al socialismo”. En la historia de la filosofía
se entendía por metafísica la parte de la filosofía que estudiaba los fenómenos que
rebasan los límites de la experiencia.
La contingencia histórica de la metafísica forma el anverso imprescindible de la
libertad de su saber. El hecho de que la realidad de la razón en la historia no constituya
precisamente una obra de la necesidad, sino de la libre convicción, reta al final
permanentemente la retórica de la metafísica. De sus logros dependerá también en el
futuro la presencia de lo absoluto en un mundo en constante cambio. El ejemplo de los
idealistas alemanes enseña, de todos modos, un espíritu retórico para el cual la
lamentada 'muerte de Dios' en la época moderna no representa un 'destino del ser'
ineludible, sino el reto de crear nuevas formas de la persuasiva enseñanza pública.
UNIDAD III
LA FENOMENOLOGÍA HUSSERLIANA
Edmund Gustav Albrecht Husserl Prossnitz, 8 de abril de 1859-Friburgo, 27 de
abril de 1938, filósofo moravo, discípulo de Franz Brentano y Carl Stumpf, fundador de la
fenomenología trascendental y, a través de ella, del movimiento fenomenológico.
Filosofo fundador y trascendental de la fenomenología fue físico, matemático y
filósofo, su primera obra filosofía aritmética estudio las interpretaciones de las cosas cara
a cara, objetivos que pueden describirse como espera a las cosas inexplicables y la
inmutación.
1. es una forma de filosofía que estudia el mundo respecto a la manifestación de los
seres y acciones.
2. Aquello con esencia y perceptible puede ser estudiado con la fenomenología
3. La fenomenología es una corriente filosófica, muy amplia y diversa, por lo que
difícilmente valdrá una sola definición para todas sus vertientes. Sin embargo, es
posible caracterizarla como un movimiento filosófico que llama a resolver todos los
problemas filosóficos apelando a la experiencia intuitiva o evidente.
4. La fenomenología asume la tarea de describir el sentido que el mundo tiene para
las personas,
5. Esta aunada con el empirismo pues la fenomenología, es el cuerpo de
conocimiento que relaciona entre sí distintas observaciones empíricas de
fenómenos, de forma consistente con la teoría fundamental, pero que no se deriva
directamente de la misma.
Fue propuesto por Edmundo Husserl. El método fenomenológico consiste en:
• Examinar todos los contenidos de la conciencia
• Determinar si tales contenidos son reales, ideales, imaginarios, etc.
• Suspender la conciencia fenomenológica, de manera tal que resulta posible
atenerse a lo dado en cuanto a tal y describirlo en su pureza.
LA LÓGICA PURA Y EL YO.
La lógica Europea tendía, desde los tiempos de Hume, a reducirse a una forma de
la psicología.
Para Husserl las ideas que describen los psicólogos son ideas vagas, individuales
y subjetivas. Mientras que las ideas de la lógica son, por lo contrario, precisas, universales
y objetivas.
Las Investigaciones Lógicas conducen a Husserl a la necesidad de elaborar una
nueva concepción de la filosofía, en tanto ciencia de los orígenes, cuyo propósito es
explicitar cómo algo se convierte en objeto para la conciencia (Herrera, p. 36). El concepto
de ciencia que sirve como punto de partida a Husserl procede de Platón, Descartes y el
racionalismo del siglo XVII en general (Kuypers, p. 69; Smith, 1989). Este concepto difiere
del concepto contemporáneo de ciencia, puesto que se trata de una concepción de
ciencia que presupone la noción de verdad absoluta y leyes incondicionales de carácter
universal.
De aquí la concepción de las matemáticas y el lugar que Husserl les atribuye en el
contexto de la teoría de la ciencia. Para Husserl hay dos tipos de ciencia: ciencias de
hechos y ciencias de esencias. La lógica pura y las matemáticas puras son consideradas
como ciencias de esencias. Esto quiere decir que ninguna experiencia constituye su
fundamento y permanecen como ámbitos independientes de la verificación empírica.
Husserl ilustra esto con el caso del geómetra que dibuja figuras en el tablero. El
geómetra no estudia realidades sino relaciones esenciales, por tanto este estudio
comprende la intuición de esencias y no la experiencia. Por el contrario, el estudio de la
naturaleza de la experiencia requiere atender al acto cognitivo del sujeto: “Aquello que
caracteriza la ciencia es el hecho de estar fundada en relaciones esenciales y en los
correspondientes axiomas eidéticos inmediatamente comprensibles.
Desde esta perspectiva, la investigación filosófica del conocimiento verdadero y
universal se presenta como ciencia primera y fundamental, con el mismo rigor de las
matemáticas. Sin embargo, la fenomenología en tanto lógica formal pura supera el
enfoque meramente sintáctico de la morfología donde se establecen las leyes esenciales
que rigen con pureza la implicación y exclusión analíticas de los juicios y sus relaciones.
En este primer nivel de la lógica nos ocupamos solo de clasificar y fijar el conjunto de los
conceptos primitivos que hacen posible que una teoría pueda ser considerada por su
forma pura. La investigación se concentra aquí en las categorías de significación que
distinguen el sentido del sinsentido y las reglas de formación de expresiones bien
formadas.
Un segundo nivel, no fenomenológico, lo constituye la lógica de la consecuencia o
de la no contradicción que se ocupa de la consecuencia y la contradicción analíticas como
conceptos fundamentales de validez. sin preocuparse aun por su verdad o falsedad,
desde el enfoque de una “analítica apofántica ( Término procedente del griego
"apofantikós" que suele traducirse por declarativo o enunciativo, y con el que en filosofía
nos referimos en general a aquel tipo de discursos o proposiciones en los que se afirma o
niega algo) pura”
La lógica es para Husserl “una ciencia de la ciencia, una ciencia de la que todas
las ciencias tienen en común respecto a sus modos de validación” (Smith, p.2). Desde
esta perspectiva, la investigación filosófica del conocimiento verdadero y universal se
presenta como ciencia primera y fundamental, con el mismo rigor de las matemáticas. Sin
embargo, la fenomenología en tanto lógica formal pura supera el enfoque meramente
sintáctico de la morfología donde se establecen las leyes esenciales que rigen con pureza
la implicación y exclusión analíticas de los juicios y sus relaciones.
En este primer nivel de la lógica nos ocupamos solo de clasificar y fijar el conjunto
de los conceptos primitivos que hacen posible que una teoría pueda ser considerada por
su forma pura. La investigación se concentra aquí en las categorías de significación que
distinguen el sentido del sinsentido y las reglas de formación de expresiones bien
formadas
Un segundo nivel, no fenomenológico, lo constituye la lógica de la consecuencia o
de la no contradicción que se ocupa de la consecuencia y la contradicción analíticas como
conceptos fundamentales de validez sin preocuparse aun por su verdad o falsedad, desde
el enfoque de una “analítica apofántica pura”. Finalmente estaría el tercer nivel de la
lógica o lógica de la verdad, que se ocupa de las leyes formales de la verdad posible y
sus modalidades. La “analítica apofántica pura”
En “El ‘yo’ en la fenomenología husserliana”, D. Herrera afirma: “¿Qué es el Yo
para Husserl? Digámoslo puntualmente y desde ahora: para Husserl no existe un Yo, si
por Yo se entiende una entidad –poco importa su naturaleza– que habite nuestro cuerpo
como si éste fuese su receptáculo”2 . Esta lacónica declaración subsume los alcances de
la amplia y quizás inacabada investigación de Husserl en tomo a la conciencia, como
consistencia fenomenológica del yo. En Investigaciones lógicas II (1901), Husserl pone en
discusión la conciencia, y de paso la vivencia y el yo, según tres conceptos:
a) Como unidad fenomenológico-real de las vivencias del yo;
b) Como percepción interna;
c) Como nombre colectivo para toda clase de “actos psíquicos” o “vivencias
intencionales”
El primero de estos conceptos, en virtud del cual Husserl rechaza el yo puro
trascendental de Kant, brinda a cambio la ocasión para aceptar y declarar la existencia de
un yo empírico y real, evidente y seguro, que se lleva y que se trae como un cuerpo, como
una forma o una definición material del sujeto. La precisión de Husserl es, en este sentido,
supremamente importante, porque la conciencia no es para él pensamiento pensado, y su
constitución radica en sus vinculaciones con la realidad. En el marco de esta discusión,
Husserl adelantará la descripción del yo sacada del contenido de la conciencia y la
representación del mismo como objeto; “(...) pero en cuanto lo pensamos como objeto –
anota Husserl–, hemos dejado de pensarlo como yo. Ser yo no significa ser objeto, sino
ser, frente a todo objeto, aquello para lo que algo es objeto”. Volviendo con la cita
recogida del ensayo de D. Herrera tenemos que, si bien lo expuesto allí llegará a ser la
consideración fundamental y definitiva de Husserl en cuanto al yo, cabe decir, la
declaración de su inexistencia como cosa real asociada a un cuerpo, en el curso de su
obra habrá distintos momentos en los que alternará entre la negación y la aceptación de
un yo puro trascendental recogido de la oposición kantiana en contra del empirismo
inglés, ya que un yo trascendental (un yo sin propiedades) anunciaría un tipo de
respuesta improcedente al problema central de la experiencia humana. A cambio, el yo
podría ser una unidad objetiva imputable a cada ser humano en su puesta en relación con
el mundo de la vida, pero como comprobación de diferentes estados integrados en él: un
yo instintivo o anímico, uno intracorporal, uno personal, y uno más como realización y
constitución de la comprensión de su propia relación con el mundo. D. Herrera resalta a
continuación el tipo de elección tomada por Husserl a fin de vincular el yo con la vida
humana, pues en la conveniencia de situar el yo, de exponerlo y defenderlo como “una
representación (una reflexión) anticipante” del mismo, se excusa la tarea de entregarlo a
un ejercicio metafísico de autoconciencia.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.scielo.org.mx/pdf/dianoia/v58n70/v58n70a15.pdf CARMEN SILVA
Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional Autónoma de México
Fuente: https://concepto.de/metafisica/#ixzz6PgNg9NuM
Ensayo de Federico de Castro y Fernández Catedrático de la asignatura de
Metafísica de la Universidad de Sevilla Página 11
Mason, Stephen F.: Historia de las ciencias. La Revolución Científica de los siglos
XVI y XVII, p. 28
https://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/RF/article/view/6138/5094 99folios •
Segunda época • N.o 30 • Segundo semestre de 2009 • pp. 99-114Crítica moral de
Francis Bacon a la filosofía Francis Bacon’s moral critique to philosophy
Maximiliano Prada Dussán
Bowen, James. Historia de la Educación Occidental. Ed. Herder. Barcelona. 1992.