South America">
Apiaguaiqui Tumpa
Apiaguaiqui Tumpa
Apiaguaiqui Tumpa
Había nacido hacia 1863 en la hacienda Joguaya cerca del Río Parapetí, nunca se
casó ni tuvo hijos.
De su padre, no hay certezas, se especula fue muerto en los enfrentamientos con los
blancos de 1874-75. Su madre que era sirvienta en la hacienda de José Manuel
Sánchez, un rico ganadero de la región de Yohay, huyó con él cuando éste rondaba
los diez años. Erraron por las aldeas hasta que se establecieron en Murukuyati -en la
vertiente oriental de Aguaragüe-, pequeño poblado donde podían vivir en libertad y
cultivar la tierra.
La tranquilidad para madre e hijo duro poco. En 1877 llegó el oficial del ejército
Eduardo Cuellar con cuatro soldados, enviados por Pedro Zárate, hacendado y
Delegado del Gobierno de la República para la distribución de las tierras ocupadas por
los indígenas. Debían realizar trabajos de agrimensura e inspeccionar la calidad de la
tierra y en su soberbia destruyeron los cultivos de maíz de los indígenas. Curichama -
cacique de Murukuyati- los desarmó y expulsó de sus tierras. Cuellar, sintiéndose
humillado, informó a Zárate que en esa aldea se planeaba una rebelión contra los
blancos.
Fue acogido en la aldea Bororigua comandada por el cacique Machirope, al que sirvió
de mensajero, así se interiorizó en la política indígena y conoció a Güirarayu quien le
enseñó las artes chamánicas y lo convirtió en un gran ipaye.
Los ipaye no solo curaban las enfermedades, por sus conocimientos espirituales
predecían el futuro. Hacia el año 1889 comenzó a profetizar en las aldeas, y en
reuniones secretas entre indígenas reducidos y peones de hacienda. Practicaba la
ventriloquia, hacía creer a sus seguidores que él tenía el poder de hacer hablar a los
animales. Les decía que debían unirse para expulsar a los invasores. Era el momento
de entrar en acción, aseguraba que él los protegería de las balas blancas haciendo
que éstas se derritan antes de llegar a sus cuerpos y si morían él los resucitaría.
La madrugada del 21 de enero, el Tumpa con 1000 querembas a pie y 300 a caballo
atacó el cuartel de Santa Rosa de Cuevo, en el momento en que sus ocupantes
estaban en misa, pero debieron replegarse en vista de las numerosas bajas causadas
por los defensores.
El 27 de enero las fuerzas de González se unen a las de Frías, con dos millares de
efectivos deciden atacar la base chiriguana de Kuruyuki.
La Masacre de Kuruyuki
Las fuerzas de Chuquisaca y Santa Cruz, a las seis de la mañana del 28 de enero de
1892, llegaron a la serranía de Aguaragüe, en Kuruyuki, en una prolongación del valle
de Ivo, iniciando una sangrienta batalla.
Hombres, mujeres y niños chiriguanos, con sus rostros pintados en rojo y negro, se
atrincheraron cavando fosas reforzadas con estacas. Lucharon con un valor
sorprendente, pero la desventaja en armas era demasiado grande; el ejército karai fue
ganando terreno y tras ocho horas de combate fueron derrotados. El coronel Frías en
una carta dirigida al Prefecto del Departamento de Chuquisaca, calculaba que los
muertos chiriguanos alcanzaban la cifra de novecientos a mil, entre hombres, mujeres
y niños. Apiaguaiqui y otros jefes indígenas lograron escapar.
Inmediatamente se inicio la persecución del Tumpa. Durante la misma, tanto las tropas
militares como los propios terratenientes iban asesinando a los chiriguanos y
confiscando sus bienes, querían "limpiar la zona de todo vestigio de rebeldía
indígena". Las tierras fueron adjudicadas al Colegio Franciscano Misionero de Potosí,
para que fundara una reducción misionera. Se calcula que unos 2700 chiriguanos
resultaron muertos y otros 1200 tomados prisioneros y distribuidos como esclavos
entre los vencedores y hacendados de la región; los jefes que se rindieron fueron
ejecutados en la plaza de Santa Rosa, en presencia de toda la población. De los que
pudieron escapar, muchos se refugiaron en el norte argentino.