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l Mediterraneo medieval

y renacentista, espacio
e mercados y de culturas

JaumeAurel1 (ed.)
Introduccion.
El Mediterraneo medieval y renacentista: la
formacion de una cultura mercantil especifica

JaumeAurell
Universidad de Navarra

El Mediterraneo, sujeto hist6rico

El Mediternineo es un espacio donde han sido creados y


consolidados los vàlores que, en buena parte, son hoy patrimo-
nio de lo que denominamos "civilizaci6n occidental". Este he-
cho yajustificaria, por si solo, el interés del estudio de_la cul-
tura mediterranea en su integridad. Y ésta es, probablemente,
una de las motivaciones mas importantes a la hora de acercar-
se a su realidad.
Hoy en dia, sin embargo, solemos asociar la idea del Medi-
terraneo a un espacio algo atrasado, tardiamente incorporado
al proceso de industria1izaci6n liderado por-los paises del N or-
te, principalmente Inglaterra y Alemania. Ademas, la aspira-
ci6n "a la unidad de Europa se ha consolidado de tal modo du-
rante el siglo XX que ha dejado en un segundo plano la de un
Mediterraneo unitario. Y es que, fruto de su misma evoluci6n
hist6rica, se distinguen hoy, claramente, dos mediterraneos: el
septentrional y el meridional. El primero de ellos estaria aso-
ciado a las categorias de desarrollo econ6mico, de bienestar,
de estabilidad social, de pérdida de referentes religiosos y, en
definitiva, de integraci6n europea y de los valores occidenta-
leso El segundo, el Mediterraneo meridional, remite a las ideas
de retraso econ6mico, conflictividad social, desorientaci6n
politica y fundamentalismo religioso.
lO Jaume Aurell Introducci6n Il

Los historiadores corremos el riesgo de aplicar las categori- La doble fractura generarfa, en definitiva, un Mediterraneo
as que vivimos en el presente a la realidad hist6rica que esta- medievaI en el que pronto tendrian que convivir tres mundos,
mos analizando. O, dicho de otro modo, de permitir un excesi- caracterizados cada uno de ellos por una lengua (latfn, griego,
vo influjo de las vivencias personales en el quehacer hist6rico. arabe), una religi6n (catolicismo, ortodoxia, Islam, judafsmo),
Es lo que otros han llamado el presentismo historiogratico. Sin una cultura especlfica, un arte singular, una concepci6n del
embargo, si el Mediterraneo se presenta hoy fracturado, no ha poder politico antag6nico y unas formas socio-ec~no~cas di-
sido aSI a lo largo de su dilatada historia. Ciertamente,. como versas. Las ef:fmeras esperanzas puestas en la artIfiCIosa em-
puso de manifiesto Georges Duby, el Mediterraneo convierte, presa de las Cruzadas -promovid~s desde Occiden~e- no .hi-
en el siglo XVI, un espacio 4e intercambios en un espacio de cieron mas que aumentar la sensacion de que se habia perdido
enfrentamientos. Esa es, probablemente, la realidad que ha lle- definitivamente la unidad del Mediterraneo.
gado hasta nosotros. Pero no siempre habla sido aSI. Dentro de este complejo mundo tripartito, solo la actividad
La primera manifestaci6n de la unidad del Mediterraneo es comerciaI seria capaz de generar suficientes contactos como
la denominaci6n de Mare Nostrum que se divulg6 en tiempo para poder afirmar que, entre los siglos XII Y XV, practica-
del Imperio Romano. Esa unidad se quebr6 con la expansi6n mente se puede hablar de un espacio econ6mico unitario, pese
musulmana, lo que, segUn la tradicional interpretaci6n pirenia- a las enormes divergencias existentes desde tantos otros pun-
na, constitula el verdadero colof6n de la éivilizaci6n y la orga- tos de vista.
nizaci6n econ6mica instaurada por los romanos. A partir de ese En el contexto generaI, el predominio cultural, economico y
momento, la permanente aspiraci6n a la unidad del Mediterni- politico del Mediterraneo parece indiscutible, a pesar de todo,
neo se restringira a las relaciones comerciales, ya que ni en el hasta bien entrado el siglo IX. Es en ese preciso instante, con
campo de las organizaciones politicas ni en el de las creencias la consolidaci6n del primer proyecto politico de entidad mas
religiosas se vela la mas miniIÌla posibilidad de integraci6n. alla de las riberas del Mare Nostrum, cuando verdaderamente
La fractura del Mediterraneo tuvo, ademas, una dimension parece tambalearse el dominio mediterraneo, ante la construc-
doble, miradas las cosas desde Qna perspectiva politico-religio- ci6n del mundo carolingio. El eje Sena-Rin se convierte por
sa. A lo largo de los siglos medievales, el resquebrajamiento se primera vez en el centro politico de Occidente, lo que consti-
manifiesta en una doble direcci6n: el que rasga al Mediterraneo tuye una evidente traslacion del centro geopolitico de Europa,
de Norte a Sur y el que lo hace de Oriente a Occidente. Aunque en un movimiento ascendente de Sur a N orte.
la primera de esas fracturas se manifest6 con mayor claridad, Con todo, el Mediterraneo recupera pronto la preeminencia
fue la segunda la que tuvo un influjo mas profundo y duradero, econ6mica y cultural a rafz del renacimiento urbano iniciado en
alrrse consolidando algQ de tanta entidad como la distinci6n el siglo XI. Pero ya nada volvera a ser lo mismo. Las ciudades
entre la lengua latina y la griega, entre la Iglesia romana y la del Norte de Italia pronto tendran que compartir su hegemonfa
Iglesia ortodoxa, entre los valores pragmaticos de Occidente con el otro foco dinamizador de la vida comercial europea: las
frente a las tendencias mlsticas de Oriente o el predominio de ciudades de los Pafses Bajos. El predominio economico se ira
las teorias ascendentes -del gobierno en Occidente frente a la trasladando casi imperceptiblemente hacia el Norte, generando-
union del poder politico y religioso en Oriente, materializado se un segundo espacio marftimo europeo (el océano Atlantico)
en las renovadas versiones del basileus griego. que terminara imponiéndose a partir del siglo XVI, aprovechan-
Introducci6n 13
12 Jaume Aurell
por la divergencia de los intereses econ6micos (hacia el Atlan-
do también los cambios generados por la traslacion del centro
tico los castellanos, hacia Oriente los otomanos).
geogratico a rafz del descubrimiento de América. De este modo,
En este nuevo proceso, por lo demas, los paises del N orte
a esa primera traslacion Sur-Norte causada por el imperio caro-
europeo habian conseguido generar una red fluvial navegable
lingio, se unia ahora otra mas definitiva Este-Oeste, con el pre-
que, de algun modo, sustituia la funcion econ6mica que ejer-
dominio del comercio atlantico sobre el mediterraneo y de las
cia el mar Mediterraneo. Este hecho me parece mas significa-
potencias maritimas que se abren al Nuevo Mundo.
tivo que la interpretaci6n algo forzada que algunos han queri-
En el siglo XVI se produce asi una nueva fractura en el Me-
do dar al intentar localizar la decadencia del trafico marftimo
diterraneo que, con su doble dimension (militar y comercial),
del Mediterraneo en el agotamiento de las reservas de madera
le arrastrara a la pérdida definitiva de su predominio: la expan-
si6n de los turcos-otomanos por el Este y la hegemonia del de sus territorios.
El Mediterraneo es, por otra parte, sinonimo de civilizaci6n.
Atlantico sobre el Mediterraneo como centro de intercambios.
Una civilizaci6n que, en cada periodo hist6rico, adquiere\ unas
El primer factor (la expansion militar de los otomanos) agluti-
formas determinadas en el imaginario colectivo. Si el mundo
naba en su seno, de hecho, al mundo musulman y al ortodoxo,
lo que puede ayudar a hacerse una idea de las profundas hue- ateniense es sin6nimo de pensamiento filos6fico y de demo-
llas de su influjo. El segundo de ellos (el predominio economi- cracia y el romano de asentamiento del derecho civil y del or-
co del Atlantico y de las naciones del Norte de Europa) tuvo den politico, el Mediterraneo medieval y renacentista se carac-
todavia unas consecuencias mayores a largo plazo, porque teriza por acoger en su seno la cultura mercantil, cuyo fruto
esas naciones habian asimilado perfectamente los valores me- principal sera el nacimiento del capitalismo europeo y la con-
diterraneos, aplicandolos a la nueva direcci6n que estaban to- solidacion de los valores humanistas.
mando los acontecimientos.
El Mediterraneo, objeto historiogratico
A partir del siglo XVll, se verifica un predominio de la cul-
tura industriaI de los pafses de la Europa del N orte por encima El acercamiento mutuo de la geografia, la historia y la an-
de la cultura comercial de los nuevos estados-nacion y las ciu- tropologia, preconizados por un lado por los historiadores de
dades-estado mediterraneas. En las ciudades de las riberas me- la primera generacion de los Annales (Lucien Febvre y Marc
diterraneas hay como una incapacidad natural de transformar Bloch) y, por otro, por la escuela estructuralista de Claude
una actividad tradicional que habia sido la que habia aglutina- Lévi-Strauss, ha favorecido una aproximaci6n pluridisciplinar
do toda la expansion economica de Occidente -el comercio- al objeto historico del Mediterraneo. De este modo, se ha ge-
en la actividad que sefialaba el futuro -la implantacion de la nerado una corriente historiografica muy fructffera, centrada
industria. A la nueva fisonomfa politica de Europa, dominada en el estudio del Mediterraneo como un ambito de confluencia
por las nuevas entidades supraurbanas (el estado-nacion), el de espacios, de culturas y de mercados, tal como se refleja en
Mediterraneo llamaba la atenci6n por la disgregacion interna, el mismo criterio con que se han estructurado las colaboracio-
excepcion hecha del poderio de sus dos extremos (la monar-
nes de este libro.
qufa hispanica y el imperio otomano). Pero estas dos entidades
Sin embargo, el analisis hist6rico del Mediterraneo ha con-
politicas poco aportaban, paradojicamente, a la unidad del
tado tradicionalmente con una dificultad muy notable: esa
Mediterraneo, tanto por su definitiva oposicion mutua como
-- --~--------~~~-~~--------------------~------,

14 Jaume Aurell Introducci6n 15

asentada tendencia de los historiadores a buscar unidades de través de su dilatada y sugerente obra hist6rica. Su inolvidable
estudio basadas exclusivamente en un espacio territorial y una obra de smtesis, en la que cre6 el concepto clasico de la "revo-
organizaci6n politica coberente. De este modo, se suelen plan- luci6n comercial", gener6 un interesante debate historiogrMi-
tear con relativa asiduidad grandes proyectos historiograficos co sobre el papel del Mediterraneo en el desarrollo de la Euro-
para el estudio de una realidad nacional o de un sistema terri- pa medieval y renacentista2 • Su f6rmula se contraponfa a
torial bien delimitado, pero diffcilmente se aborda el estudio aquella otra que babfa creado Georges Duby ("revoluci6n feu-
sistematico de un espacio que cuente con territorios a ambos dal") a través de su Guerreros y campesinos, aunque mas tar-
lados del mar, cuando no responden a una misma realidad po- de él mismo reconociera la pobreza de matices que encierra
litica. esta expresi6n3 •
Esta dificultad re sponde en parte a la constatada realidad de Unos afios mas tarde, Armando Sapori e Yves Renouard pu-
que la historia marltima esta en gran parte todavfa por bacer. sieron de manifiesto el tal ante cosmopolita y moderno de los
El mar ba sido percibido tradicionalmente como un espacio de mercaderes italianos de los ultimos siglos medievales, en
divergencia, no d~ convergencia. abierto contraste con la esquematica y algo rigida estructura
Fue Femand Braudel quien, con su ambiciosa monograffa feudal o seiiorial que todavfa pervivfa en algunos ambientes
sobre el Mediterraneo en la época de Felipe il, consigui6 uni- rurales de la Europa continental4 • Esas monograffas pioneras
ficar metodol6gicamente un espacio que basta entonces babfa tuvieron abundantes secuelas entre las que se pueden destacar
estado cuarteado, en su estudio, por las historias nacionales o las originales aproximaciones de Benjamin Z. Kedar en 10s
religiosas 1• En efectQ, basta aquel momento loshistoriadores afios setenta5 y, ya en los afios ocbenta, el renovado interés por
se babfan acercado a la historia mediterranea a través del ana- la documentaci6n notarial, como lo puso de manifiesto la mo-
lisis de las unidades politicas circunscritas a ese espacio (ciu- nograffa de Steven Epstein sobre los niveles de riqueza en Gé-
dades, reinos o sultanatos) o a través de las comunidades espi- nova a través de los testamentos 6 •
rituales (el mundo musulman, el mundo cristiano o el mundo En los afios noventa la historiograffa se ba vuelto algo mas
judfo). Ademas, Braudel consigui6, quizas sin proponérselo, cauta, tal como se refleja en la aparici6n de diversas mono-
que el Mediterraneo fuera considerado, a partir de entonces, graffas que se ban centrado en el estudio de algunos casos
como algo mas que un espacio politico testigo de diversas do- singulares, renunciando a las audaces sfntesis elaboradas en
minaciones militares, para abarcar también el universo cultu- aiios anteriores. Ésta es quizas una inconsciente respuesta
ral y comercial.
Roberto S. L6pez aport6, por su parte, una renovada visi6n
2
del comercio y de 10s agentes mercantiles del Mediterraneo, a R. S. L6pez (1981 [1971]).
3 G. Duby (1973) y, para su comentario autobiognifico, G. Duby (1991,
89 y 106).
l F. Braudel (1949). Posterionnente, del nllsmo autor, algunas reflexio- 4 A. Sapori (1952) e Y. Renouard (1968).
5
nes sobre la funci6n del Mediterraneo como objeto hist6rico unitario en B. Z. Kedar (1976).
Une leçon d'histoire de Femand Braudel (1986, 5-86), L'Espace et 6 S. Epstein (1981). Un planteamiento que habfa iniciado, desde una
L'Histoire (1985) y la recopilaci6n Les écrits de Femand Braudel au- perspectiva mas integrada y para la ciudad de Florencia, R. A. Goldth-
tour de la Méditerranée (1996). waite (1980).
16 Jaume Aurell Introducci6n 17

nìètodol6gica movida por la necesidad de poner de manifies- Tras este apresurado recorrido historiografico, cabe pregun-
to las diferencias por encima de las similitudes en el seno del tarse ahora qué corrientes epistemol6gicas han influido, desde
Mediterraneo medieval. Es e1 caso de 10s trabajosde Steven mediados del siglo XIX, en los historiadores que se han inte-
Epstein sobre Sicilia7 y el estudio sobre Mallorca de David resado por el estudio del Mediterraneo y de la cultura mercan-
Abulafia8 • til.
En este contexto, seria interminable la enumeraci6n de las La orientaci6n politico-diplomatica es quizas la mas tradi-
filiaciones intelectuales de las obras de-Femand Braudel y de cional y también la mas perdurable. Esta tematica entronca di-
Roberto S. L6pez. Ciertamente, la obra del primero tuvo qui- rectamente con la corriente alemana que, desde mediados del
zas una influencia mayor, al estar respaldado y legitimado por siglo XIX, otorg6 a la historia un estatuto cientffico y una me-
una instituci6n del alcance y la capacidad de influencia de los todologia propia. Es la denominada corriente del historismo,
Annales9• Sin embargo, se puede afrrmar que los trabajos de cuyo principal exponente es el historiador aleman Leopold
Roberto S. L6pez tuvieron un influjo mas directo en la elabo- Von Ranke15 • La labor de la escuela alemana del siglo XIX cons-
raci6n de algunas monograffas que han cambiado el panorama tituye el primer historicismo, un término de definici6n cierta-
de la historiograffa mediterranea, a partir de los anos setenta: mente compleja pero que se caracteriza entre otras cosas por la
tal es el caso de los estudios de J acques Heers para Génova10 , reclamaci6n de un estatuto independiente para la ciencia his-
de Mario Del Treppo para Barcelonall , de Elisabeth Crouzet- t6rica frente a las demas ciencias sociales 16. En todo caso, la
Pavan sobre Venecia 12, de David Abulafia para las relaciones labor de la escuela alemana del siglo XIX supone la ascensi6n
entre los dos polos de la Italia bajomedieval 13 , o de Abraham de la disciplina hist6rica al rango de ciencia humana, tal como
L. Udovitch para el Cairo y Alejandrfa14, asi como las ya men- ha sido puesto de manifiesto en repetidas ocasiones por los te-
cionadas de Richard A. Goldthwaite sobre Florencia y Benja- 6ricos de la historiografia.
min Z. Kedar sobre los mercaderes genoveses y venecianos. A partir de 108 anos veinte, se desarrollan las nuevas co-
rrientes historiograficas que podrlan ser agrupadas con la de-
nominaci6n de las "nuevas historias" (new history). Entre ellas,
* * * se podrfan destacar la escuela francesa de los Annales, las ver-
siones francesa, alemana y polaca de la escuela marxista, 108
7 S. R. Epstein (1992).
8 D. Abulafia (1994). Asimismo, A. Riera (1986).
9 En efecto, un estudio comparativo de los Annales con las otras escue-
las mas influyentes en la historiografla del siglo XX permite concluir, 15 Un buen conocedor de este contexto historiogr3.fico es G. G. Iggers
entre otras cosas, la fuerza de la institucionalizaci6n de las corrientes
(1984,85-90). Ver también su sugerente introducci6n a la compilaci6n
historiogr3.ficas. Un estudio basico sobre la escuela francesa de los An-
postuma de algunos escritos de L. Von Ranke (1973), asi como su in-
nales en P. Burke (1994 [1990]).
lO forme ''The Decllne of the Classical National Tradition of German His-
J. Heers (1961). toriography" (1967) y, mas exhaustivamente, The German conception
11
M. Del Treppo (1976 [1972]). oj history: The national tradition oj historical thought from Herder to
12
E. Crouzet-Pavan (1992). the present (1968).
13
D. Abulafia (1977). 16 A mi -modo de ver, la exposici6n mas lograda de este término se halla
14 A. L. Udovitch (1977, 143-162). en L. Krieger (1989) y, mas en concreto, en L. Krieger (1975, 1-14).
18 Jaume Aurell Introducci6n 19

historiadores britanicos de la revista Past and Present, la es- los Annales y la historiografia marxista buscaran a través de
cuela americana de las ciencias sociales (American social una "historia total".
scientist historians) y la escuela alemana eonocida como la Después de esa generacion de pioneros, fueron los compo-
Bielefeld School 17• nentes de la segunda generacion de los Annales y, paradojica-
Todas estas corrientes eclosionan hacia finales de los anos mente, algunos historiadores norteamericanos quienes mate-
cuarenta, tras la Segunda Guerra Mundial, aunque algunas de rializaron la segunda oleada de monografias dedicadas al
ellas provienen de los anos veinte. De entre todas ellas, han Mediterraneo y a la mediterraneidad. Femand Braudel (El Me-
sido la escuela de los Annales y la escuela americana las que diterraneo y el mundo mediterraneo en la época de F elipe Il)
mas han influido en la creacion, consolidacion y fijacion de y Roberto S. Lopez (con sus trabajos sobre Génova21 ) son qui-
una historia del Mediterraneo y de una historia de la medite- zas los prlncipales exponentes de este nuevo esfuerzo historio-
rraneidad. Si utilizo este término poco ortodoxo es para dis- grafico.
tinguir algo que no es de por si especialmente original (en este El marxismo, en cambio, quedo algo alejado de esta temati-
caso, una "historia del Mediterraneo", una historia de un espa- ca, a mi entender por dos motivos. En primer lugar, por su ten-
cio geografico concreto) con respecto a la atrevida apuesta por dencia a centrarse -en la época medieval- en el estudio del
el estudio unitario de unos parametros culturales, religiosos, ambito roral, al adaptarse mucho mejor sus condiciones a los
polfticos y artfsticos reunidos en una idea comun como "la modelos preestablecidos por la teoria del materialismo histori-
mediterraneidad" . co. En segundo término, porque los principales abanderados
Dos nombres se pueden considerar precursores de la apli- del marxismo historiogrMico se hallaban en naciones como
cacion de la new history a la historia mediterranea: Henri Pi- Gran Bretaiia y Polonia, cuyos intereses naturales estaban, lo-
renne 18 y Maurice Lombard 19 • Estos historiadores represen- gicamente, lejos del mundo mediterraneo. Hay también una
tan, respectivamente, las tesis catastrofistas y continuistas tercera razon, de talante metodologico. Su tendencia al econo-
sobre los orfgenes ,de la Edad Media20 • Pero, por encima de micismo quedaba lejos de la historia cultural que, por las mis-
sus diferencias metodologicas, ambos se acercan a la realidad mas condiciones del mundo mediterraneo, se iba imponiendo
del despertar medieval desde la perspectiva del comercio ma- con fuerza a través de las monografIas que fueron apareciendo
rftimo m.editerraneo y su influjo en Hl entera evolucion de Oc- a partir de los anos sesenta sobre las principales ciudades ita-
cidente. Son, por tanto, los primeros que intentan hacer una lianas.
historia del Mediterraneo desde una perspectiva integrale . Un ejemplo paradigmatico de esta realidad es la obra, ya cla-
Algo asi como lo que, tiempo después, los historiadores de sica, de Gene A. Brucker sobre la Florencia renacentista, apa-
recida en el aiio 196922 • Una atenta lectura de esta monografia
pone de manifiesto, a los ojos del historiador del ano 2000, al-
17 Una 10grada smtesis de 10s postulados de esa "nueva historia" y su en- gunas paradojas. Brocker se basa principalmente en algunas
1ace con 1as corrientes mas actuales -que e1 autor denomina, audazmen-
te, "nueva nueva historia"- en I. 01cibarri (1995, 1-16).
18 H p.
. rrenne (1927), (1937).
19 21
M. Lombard (1971), (1947, 143-160). R. S. L6pez (1958,501-515).
22
20 Ver 10s acertados comentarios en la Introducci6n de B. Garf (1987,9). G. A. Brucker (1983 [1969]).
20 Jaume Aurell Introducci6n 21

categorias te6ricas del marxismo para construir su obra de sm- Lévy-Strauss o Michel Foucault influyen, sin duda, en estos
tesis. Utiliza algunos conceptos como clase social o modos de planteamientos23 •
producci6n de indudable parentesco con el materi~s~o hist6- Esta nueva orientaci6n super6 al modelo excesivamente ri-
rico. Organiza el esquema de su obra de un modo tipIcamente gido o mecanicista -de indudable influencia positivista- que
anglosaj6n, en abierto contraste con los métod~s desarr~llados habia reducido el estudio del Mediterraneo al establecimiento
por la historiografia francesa, de un talante mas deductlvo. Y, de su funci6n comercial como la principal causa del renacer
sin embargo, se deja seducir por el deslumbrante panorama ~ul­ medieval de Europa24 • La novedad residia en ver las cosas des-
turai y artistico de la Florencia bajomedieval y renacentlsta de una mayor perspectiva a la hora de enfocar algunos temas
-nada amoldables a un esquema dialéctico prefijado-, asi de ambito cultural, antropol6gico, artistico y espiritual que
como su llamativa vitalidad social y politica, lo que indudable- hasta entonces habian quedado en un segundo plano. Y, sobre
mente contrasta con IQS planteamientos te6ricos mas ortodoxos todo, se aportaban verdaderas luces a la comprensi6n integrai
del materialismo hist6rico. - del Mediterraneo, a través de documentados estudios sobre pa-
Durante los afios setenta y ochenta, se abri6 un nuevo fren- pel que desarrollaron las ciudades del Norte de Africa como El
te que, a mi juicip, constituye el cuarto momento historiogra- Cairo y Alejandria25 •
fico de la mediterraneidad, después del historismo aleman de Desde que Braudel tuvo el ingenio de leer a la inversa el
tal ante politico-diplomatico (primer momento), el positivis- mapa del Mediterrane026, la realidad hist6rica del Mediterra-
mo-historicista de Henri Pirenne y Maurice Lombart (segundo neo se ha podido percibir también desde la perspectiva del
momento) y las poliédricas aportaciones de la new history, a Norte de Africa y de las zonas de Europa que quedaban bajo
través de la segunda generaci6n de los Annales de un Femand poder musulman. El Magreb y la Espafia musulmana eran pIe-
Braudel, la historiografia de corte anglosaj6n de un Roberto S. namente incorporados al patrimonio de la historiografia sobre
L6pez o las materialistas aportaciones de Gene A. Brucker el Mediterraneo, aportando nuevas luces al conocimiento mas
(tercer momento). integral de su espacio, estructura y funcionamient0 27 • En esta
Esta cuarta fase recibe el influjo de los historiadores de la época se "recuperan" àdemas temas de gran tradici6n historio-
tercera generaci6n de 10s Annales quienes -como Georges
Duby o J acques Le Goff- aportan algunos conceptos cla~es
como la historia de las mentalidades, el imaginario colectlvo
23 Un buen exponente es el trabajo de J. E. Ruiz-Domènec (1981, 27-58).
o el desarrollo de la memoria hist6rica. Al mismo tiempo, la
24 Tal como se pone de manifi,esto en la brillante sfntesis que aparece en
historia del Mediterraneo en las décadas de los afios setenta y la introducci6n del volumen coordinado por B. Garf (1987, 7-18).
ochenta se ve enriquecida por la crecierite interdisciplinarie- 25 A. L. Udovitch (1977); G. Pistarino (1969, 44-73); S. D. Goiten
dad, que deja de ser un recurso puramente ret6rico para con- (1967; 1966); y la recopilaci6n de artfculos de E. Ashtor (1983b).
vertirse en una realidad historiografica. Las monografias y los 26 V éase algunos comentarios autobiogrMicos del historiador francés en

articulos, sin perder el debido rigor documentaI, introducen F. Braudel (1991, 11-18).
27 C. E. Dufourcq (1966). Los documentados trabajos de W D. L6pez
algunos conceptos de mayor caIado te6rico, que toman pr~s­
(1995) y R. SalicrU (1998), ya en la década de 108 noventa, son bien
tados de las ciencias sociales vecinas como la antropologIa, elocuentes de los frutos de esta percepci6n mas integradora del mundo
la sociologia o la historia del arte. Pensadores como Claude mediterrcmeo medievale
Jaume Aurell Introducci6n 23
22

gnifica, vistos desde una nueva perspectiva: la de las relacio- tante nexo de uni6n entre la tradici6n bistoriografica germani-
nes econ6micas, culturales y artisticas de los principales cen- ca del siglo XIX y las corrientes actuales35 •
tros de Bizancio28 , ltalia?-9, Y del Levante peninsular3°.
La cultura mercantil: el establecimiento
En todos estos estudios la funci6n del comercio mediterni-
de un paradigma historiogratico
neo esta, evidentemente, bien presente. Pero ya no se estudia
tomandolo como un fin en si mism031 , sino mas bien como un La co~vicci6n de que durante los siglos bajomedievales y
elemento integrante de la actividad maritima, que trasciende la r~na~entlstas se. gen~ra, en el seno de las ciudades que bafian
dimensi6n economica para devenir una realidad social e ima- las nberas mediterraneas, una cultura especificamente mer-
ginaria de las gentes del Mediterraneo y, por elIo, transforma- canti!, esta ~? el mismo . .origen de este libro y justifica por si
dora de la sociedad32 • sola la reu~on de los artlculos que aqui se presentano La origi-
Los afios noventa han supuesto una profundizaci6n de estas n~ aportac16n de cada uno de los ponentes muestra la espeèi-
llneas de investigaci6n pero con la peculiaridad que la dimen- fic~dad de cada centro urbano, y al mismo tiempo remite a una
si6n cultural esta cobrando cada vez mas cuerpo como objeto umdad y una confluencia de intereses econ6micos y culturales
de los estudios mediterraneos33 , asi como una atenta mirada a de los centros urbanos mediterraneos. El protagonismo asumi-
la formaci6n y consolidacf6n de las elites mercantiles34 • Una do por la categoria socio-profesional de los mercaderes en
bistoria cultural que no es entendida desde una perspectiva tra- todo :ste. proceso es :r:atente y pasa por encima de las 16gicas
dicional sino mas bien a través de un planteamiento renovado e~pecificldades geogrcificas. Por este motivo, parece oportuno
gracias a las diferentes ~aplicaciones del modelo de la herme- det~nerse ahora a considerar la formaci6n del paradigma bis-
néutica que, parad6jicamente, vuelve a estar presente en el pa- tonografico que supone la creaci6n de la expresi6n cultura
norama bistoriogrcifico actual. Y este es, quizas, el mas impor- mercantil, que ha aglutinado todas las colaboraciones que apa-
recen en este libro.
28 H. Aherweiler (1966). Todos tendemos a crearnos una imagen del mercader medie-
29 Por citar algunos autores de una lista que se haria interminable: G. Pis- val estereotipada, en la que concebimos su labor como una in-
tarmo, J. Heers, A. Boscolo o G. Airaldi. trépida apuesta por el riesgo y la busqueda del beneficio a través
30 Centrados sobre todo en la época bajomedieval: véase por ejemplo E.
Belenguer (1976), M. Del Treppo (1972) y B. Gari (1992, 211-231). Un de complicadas operaciones comerciales36 • El mercader seria el
excelente estado de la cuesti6n en D. Abulafia - B. Gari (1977) con in- protagonista del crecimiento y la consolidaci6n de las ciudades
formes sobre Perpman, Barcelona, Mallorca, Valencia, Granada,. MaJ.a-
ga, Almena y Sevilla.
31 Que es quizas la raz6n por la que ei monumental esfuerzo de C. Carrè- 35
re (1977 [1967]) fue algo infecundo. "If the hermeneutic tradition holds hegemony in the nineteenth cen-
32 B. Gari (1987, 13), quien a su vez remite al estudio metodol6gico de
~, only to disappear with the rise of the new histories wich put Mar-
~st and nomological traditions in its pIace, then in postmodem histo-
L. Von Bertalanffy (1968).
33 N os permitimos citar aquf el intento que, en esta direcci6n, hemos de-
nography the recovery of the hermeneutic tradition's influence is
360bvious",1. Olabarri (1995, 25).
sarrollado en J. Aurell- A. Puigarnau (1998).
34 Un buen diagn6stico en P. Iradiel (2000, 115-132) Y algunos artfculos
Recojo aqui algunas de Ias ideas desarrolladas en J. Aurell- J P Ru-
biés (1993, 221-255). . .
interesantes en vv. AA. (1997)~
1,/
24 Jaume Aurell Introduccion 25

a partir de los siglos XI Y XII Y de la génesis de la actividad eco- lit6 el comercio y posibilit6 la regeneraci6n del estamento
nomica capitalista a partir de los siglos XIV Y xv. A través del mercantil. El empuje urbano arrastr6 al mundo rural que, con
ejercicio de su labor profesional, habria salido victorioso de una las nuevas necesidades que se iban creando, buscaba generar
lucha feroz contra las estructuras feudales, cuya rigidez dificul- el maximo rendimiento de sus tierras. De este modo, se creo
taria la movilidad inherente al mundo del comercio que, en los una mayor circulacion monetaria, que favoreci6 y dinamizo
ultimos siglos medievales, estaba basàdo en los nuevos valores todavfa IDas los intercambios.
pujantes de la racionalidad, el caIculo y el riesgo. N o se puede negar que todo este circuito de factores es muy
En esta concepcion, el mercader seria el forjador de la futu- sugerente, y todavfa esta latente en muchos de los plantea-
ra burguesfa financiera -que monopolizani gran parte de las mientos historiograficos actuales. Influido por el positivismo,
relaciones sociales y economicas y de la actividad polftica de Henri Pirenne intento aplicar ei esquema causa-efecto a la
la Edad Modema- y el creador de gran parte de los nuevos dialéctica crecimiento de las ciudades-expansion economica.
modelos culturales que se impondrfan con el Renacimiento. Con este discurso, por otta parte, inici6 una polémica histo-
La consolidacion de la figura del mercader-profesional contrl- riogrcifica muy fecunda, cuyas connotaciones estan todavfa
buma qecisivamente al proceso de expansion de la sociedad hoy presentes -de modo mas o menos explfcito- en los traba-
occidental durante la época bajomedieval (siglos XII-XV). El jos dedicados a la expansi6n comercial y economica de la Eu-
perfeccionamiento de làS técnicas, la diversificacion de las ac- ropa medieval.
tividades comerciales, la mentalidad abierta y cosmopolita y el Los historiadores Armando Sapori e Yves Renouard fueron
desaffo al riesgo senan, en gran medida, consecuciones de la los que, a través de sus monograffas sobre los mercaderes me-
cosmovision profesional del mercader. dievales, se encargaron de poner en tela de juicio por primera
Esta vision, algo simplista pero muy efectiva, es froto de la vez el esquema pirenniano, si bien respetaban todavfa sus prin-
vigencia de las teonas chisicas de Henri Pirenne, aun contan- cipales conclusiones. La obra de Sapori38 es un acopio de con-
do con todas las ~tizaciones y revisiones que se han hecho ferencias en las que el autor reflexiona sobre diversos aspectos
de esas ideas en los ultimos cincuenta allos. En sus obras de de la vida y las convicciones del mercader italiano: los aspec-
sfntesis, el historiador belga basaba su interpretaci6n del mun- tos mas caracteristicos de su fisonomfa (patriotismo, religi6n,
do medieval en que el verdadero bloqueo del comercio euro- cultura), de su mentalidad profesional (concepci6n y praxis del
peo no vino determinado por el asentamiento de los reinos comercio) y de su roi en las relaciones intemacionales.
germanicos en el imperio romano sino mas bien por los devas- El trabajo de Yves Renouard39, por su parte, tiene una mayor
tadores efectos de las invasiones musulmanas37 • Si el comercio carga metodologica y precisi6n terminol6gica. Destaca espe-
era la base de la prosperidad y estabilidad del mundo romano, cialmente ei capftulo "L'essor du capitalisme financier et in-
al cerrarse los mercados y al aumentar los riesgos del transpor- dustriel", en un intento de reivindicar la figura del mercader
te marftimo, la decadencia econ6mica y la crisis del mundo bajomedieval. La aportaci6n mas especffica de Renouard es el
antiguo estaban servidos. La recuperaci6n posterior s610 se
inici6 con la nueva expansi6n del mundo urbano, que rehabi-
38 A. Sapori (1952).
39
37 H. Pirenne (1972 [1939]; 1947). Y. Renouard (1949).
26 Jaume Aurell Introducci6n 27

mismo enfoque de su investigaci6n, que queda bien reflejado italiano Marco Datini de Prato40 al mercader que pide limosna
en la elecci6n del tftulo de la obra ("hommes d'affaires"): to- en la parroquia barcelonesa de Santa Maria del Pi41 hay un
das las actividades y las formas de vida de los mercaderes es- abismo de concepci6n vital y de capacidad adquisitiva; de los
tan determinadas por la dimensi6n econ6mica de su trabajo negocios financieros y algo especulativos del mercader cata-
mercantil. Los mercaderes son capaces de superar las diversas lan Joan de Torralba42 al compromiso puramente comercial de
circunstancias que se van encontrando (las incertidumbres de los mercaderes genoveses43 hay una moral de trabajo comple-
los primeros siglos medievales, la asimilaci6n de las nuevas tamente opuesta, que deviene esencial para la fijaci6n de un
técnicas, el acomodo en un medio urbano cada vez mas dina- tipo mercanti! determinado.
mico) gracias a su ambici6n econ6mica, que les llevara final- Otro de los factores que permite poner en duda la homoge-
mente a conseguir un planteamiento capit~sta, entendido éste neidad del colectivo de los mercaderes medievales es su dife-
como practica econ6mica y como experiencia vitale rente grado de formaci6n intelectual y cultural. Éste es un
A partir de las monograffas de los afios cincuenta y sesenta tema que ha preocupado siempre a la historiograffa especiali-
centradas en la figura y la acci6tYdèl mercader italiano, la mo- zada, que ha dedicado notables energfas a desentrafiar el gra-
derna historiograffa ha sacado a la luz nuevos datos que de- do de cultura de los mercaderes44 • Armando Sapori, a través de
muestran la complejidad de la estructura social del mundo ba- un sustancioso artfculo, contribuy6 a desterrar el mito de la es-
jomedieval y ponen en entredicho el estereotipo de la cohesi6n casa formaci6n intelectual del mercader medieval, en respues-
y la armonia de los comerciantes como un grupo social homo- ta a la simplificada visi6n de Werner Sombart, para quien exis-
géneo y arm6nico en el marco de las çiudades medievales. Las tfa un abismo entre la cultura del mercader medieval y el
grandes diferencias econ6niicas, las variadas posturas polfti- moderno. Aunque todavfa no se haya llegado a un acuerdo en
cas, la riqueza de matices en el grado de formaci6n intelectual, la historiograffa sobre el niveI medio de la preparaci6n intelec-
la heterogénea realidad segUn la localizaci6n de las comunida- tual y la formaci6n profesional del mercader de finales de la
des mercantiles en la ribera mediterranea y, por fin, el desarro- Edad Media, el anaIisis detallado de algunos indicadores como
110 de una diversa moral de trabajo, son aIgunas de las mani- su afici6n por la lectura45 o sus conocimientos técnicos dan un
festaciones mas ostensibles que han puesto en entredicho el tono nada despreciable a su afan por adquirir una cultura acor-
mito de la uniformidad de los mercaderes medievales.
En primer lugar, se constatan unas notables diferencias eco- 40 AIgunas noticias sobre este mercader y la colaboraci6n profesional
n6micas en el seno del grupo social de los mercaderes medie- que le presta su mujer en C. De La Roncière (1988, 213-214).
vales. En efecto, cabe hablar de mercaderes con un amplio po- 41 Se trata del mercader Guillem Rebassa, Arx.iu Parroquial de Santa Ma-
der adquisitivo y de mercaderes con escaso niveI econ6mico; 42
ria del Pi, Llibre de Registre, 1432-1433, f. 29r.
de mercaderes influyentes, cuyo campo de acci6n se extiende M. Del Treppo (1976 [1972], cap. VI, 475-534).
43 SegUn se recoge en la monografia de J. Heers (1961).
a lo largo del amplio mercado mediterraneo, y de mercaderes
44 Dos pioneros arUculos establecieron en su momento los fundamentos
cuyo radio de acci6n se limita a un intercambio 10caI; de mer-
de posteriores estudios sobre la formaci6n intelectual y la cultura mer-
caderes especializados en un producto y de mercaderes posee- cantil: H. Pirenne (1929, 13-28) y A. Sapori (1955, I, 53-93).
dores de auténticos monopolios de un entero sector de produc- 45 Aunque se traten de unos estudios de una clara orientaci6n filo16gica,
toso De las complejas operaciones comerciales del mercader son de obligada referencia los trabajos de C. Bec (1967; 1984).
,/' Jaume Aurell Introducci6n 29
28
sobre la vertiente cosmopolita de los mercaderes florentinos, y,
de con su condici6n46, al mismo tiempo que desvelan los gran-
por fin, los estudios de Alfonso Leone y Salvatore Fodale so-
des contrastes entre unos y otros mercaderes.
bre los mercaderes napolitanos y sicilianos respectivamente.
La trayectoria cientifica de los ponentes que intervienen en
Todos estos estudios, en su variedad espacial, ponen de ma-
esta misma publicaci6n son bien elocuentes del esfuerzo de la
nifiesto las diferencias de los tipos mercantiles segun las dife-
historiografia por profundizar en el canicter especffico de la
rentes localizaciones geograticas. En este sentido, la figura del
cultura mercanti!, como queda bien patente en los articulos que
mercader italiano -al que se dedican buen parte de los estudios
presentan en esta publicaci6n. Es el caso de la documentada
que se publican a continuaci6n- presenta unos matices comu-
biografia del hombre de negocios barcelonés Ri,card Guillem,
nes y especificos que es dificil encontrar en otros lugares: una
elaborada por José Enrique Ruiz-Domènec, en la que se perfi-
caractenstica dependencia respecto al mundo urbano (el hin-
la la continua tensi6n que, a partir del siglo XI, el estamento
terland del que disponfa Barcelona era inexistente en muchas
mercanti! mantiene con la nobleza roral y el patriciado urba-
de las ciudades-estado italianas, por ejemplo), una atrevida
n047, los comentarios de Gabriella Airaldi sobre la cultura de
apuesta por el negocio netamente comercial (que les impele a
los mercaderes genoveses en el umbral del Renacimiento48 , el
recelar en muchas ocasiones de la especulaci6n) y una prover-
anilisis de Alfons Puigarnau de la dimensi6n espiritual e ico-
bial capacidad de adaptaci6n (que les lleva a estar presentes en
nogr8fica del mercader barcelonés del Cuatrocientos49 , las
las plazas comerciales mas dispares) son algunas de las carac-
fronteras entre la "cultural mercantil" y "cultura nobiliaria"
tensticas que constituyen el patrimonio comun de los merca-
elaboradas por J aume Aure1l50 , los documentados estudios de
deres italianos. Yves Renouard llega a distinguir los trazos co-
Michel Balard sobre la labor de los mercaderes italianos en el
munes mas representativos de los mercaderes de cada una de
Mediterraneo Oriental51 , el profundo conocimiento del contex-
lasciudades del Norte, dentro del modelo colectivo italiano.
to de las relaciones polfticas y econ6micas en el Mediterraneo
Los mercaderes genoveses se identificarfan por una natural in-
Occidental de David Abulafia52 , los estudios sobre la relaci6n
clinaci6n al individualismo; los venecianos, por una mayor de-
entre el comercio y las creencias en la Pemnsula Ibérica de
dicaci6n a los negocios financieros; 108 florentinos, por su di-
Kathryn A. Miller, los sugerentes estudios de Franco Cardini53
mensi6n intemacional y la ptoverbial capacidad de adaptaci6n
% . de sus compafiias comerciales54 •
De la importancia de los conocimientos técnicos para el desarrollo del El mercader catalan -al que se consagran tres de las ponen-
trabajo mercantil en la Edad Media da cuenta, en su antiguo pero suge- cias- guarda, por contraste, una dependencia mas estrecha con
rente artfculo, F. Rorig (1930, 481-494).
el mundo rural, y nunca deja de acudir a las inversiones alter-
47 J. E. Ruiz-Domènec (1999).
48 G. Airaldi (1985, 187-208).
nativas de la compra de tierras, el aumento del patrimonio ur-
49
Ver la segunda parte de la obra de J. Aurell- A. Puigarnau (1998) que bano o el negocio especulativo de la deuda amortizable, aun
A. Puigarnau titula "Un Espfritu y una Imagen. Espado religioso y teniendo presente el descenso de las rentas senoriales que se
hombre estético". estaba verificando a finales de la Edad Media en todo el Occi-
50
J. Aurell (2000,33-53; 2001).
51 Ver algunos artfculos compilados en M. Balard (1989).

52 Como se pone de manifiesto en su monografia (D. Abulafia, 1999a). 54


Estos tres "tipos mercantiles" estan descritos por Y. Renouard (1968).
53 F. Cardini (1996).
30 Jaume AurelZ Introducci6n 31

dente55 • Ademas, su concepci6n de la practica mercantil -y, progresiva especializaci6n del mercader en esos siglos expe-
por tanto, su moral de trabajo-, se hallaba mucho mas aferra- rimenta un proceso similar al del mencionado proceso de se-
da a la tradici6n, y veia necesario combinar· sus inversiones dentarizaci6n61 •
comerciales con la seguridad de unas rentas a corto y largo Sin embargo, junto a todas estas particularidades y especifi-
plaz056 y con el pacto con la monarquia y elpatriciado de la cidades, parece evidente que hay algo comun entre todos los
ciudad57 • mercaderes del Mediterraneo medieval y renacentista: el ejer-
Hay otro aspecto que hace referencia a la pluralidad de cir- cicio de una profesi6n idéntica y bien delimitada. Esta realidad
cunstancias de los mercaderes medievales: la evoluci6n de la socio-profesional pasa por encima de las 16gicas distinciones
concepci6n del trabajo mercanti! a través de un largo trayecto geograficas, mentales o de poder adquisitivo. Esto es precisa-
que transcurre desde los inicios de la recuperaci6n del pulso mente lo que legitima un estudio de estas caractensticas, tal
comercial en Occidente (siglo X) hasta la eclosi6n del Rena- como se puso de manifiesto en uno de los debates mas nucle-
cimiento (siglo XV). Son cinco largos siglos en los que hay ares que se desarrollaron en el coloquio.
una elocuente transformaci6n del mercader-itinerante de los Este libro pretende arrojar algo de luz al apasionante aunque
siglos X -XI58 al mercader-sedentario de los siglos XIV-XV59. algo complejo panorama hist6rico e historiografico que hemos
Se trata de un proceso en el que se verifica una mutaci6n de intentado describir en esta introducci6n. N o se trata de una
los valores profesionales a través de la recepci6n y asimila- monografia sino de un conjunto de articulos, lo que indudable-
ci6n de unas nuevas técnicas comerciales y de una preemi- mente dificulta una unidad de argumento. Sin embargo, la
nencia de la dimensi6n organizativa de su trabajo por encima misma riqueza de matices que otorga una visi6n tan completa
de la acumulativa. Junto a este aumento de la sedentarizaci6n, geografica y metodol6gicamente hablando, puede ayudar a dar
el mercader consigue un crecimiento de la seguridad en la un paso adelante en el conocimiento de la cultura mercantil en
practica comercial, sin que esto le haga acomodarse y evitar el Mediterraneo medieval y renacentista.
las vertientes mas arriesgadas de su actividad como los largos
viajes comerciales o las grandes operaciones financieras: ésta * * *
es quizas una de las caractensticas que mas distinguen a los
mercaderes italianos de los barceloneses 6o • Por otra parte, la En el volumen que ahora se presenta estan recogidas las in-
tervenciones del Simposio Intemacional organizado por el De-
partamento de Historia de la Universidad de Navarra, asi
55 Esta es una de las ideas de fondo de la ejemplar monografia de S. P. como por el Instituto de Estudios Medievales de la Facultad de
Bensch (1995). Filosofia y Letras de la mencionada Universidad, celebrado en
56 P. Vilar lleg6 a hablar -quizas de un modo algo reductivista- de "una
sociedad de rentistas" (1974, 252-331).
57 Algunas reflexiones sobre el tal ante pactista de los comerciantes bar-
61
celoneses en J. Aurell- A. Puigarnau (1998). Para Renouard, el mercader del tiempo de las Cruzadas (siglos XI-
58
Y. Renouard (1968, 98). Xll) se caracteriza por la ausencia de especializaci6n profesional
59
Y. Renouard (1968~ 220-221). (1968, 100); mas adelante, sin embargo, el grado de especificaci6n de
60
J. Aurell (1994, 49-65). su propio trabajo aumenta considerablemente (1968, 219).
32 Jaume Aurell

Pamplona los dias 29 y 30 de septiembre de 2000, que llevaba I


por tftulo El Mediterraneo medieval y renacentista, espacio de
mercados y de culturas. Se recogen en esta publicaci6n el tex- El Mediterraneo,
to. de las ponencias presentadas para esa oca,si6n. En el trans- encrucijada de culturas
curso del Simposio hubo ademas unos· ricos debates de gran
interés, que contribuyeron a enriquecer tQdavia mas los textos
que se leyeron, cuyo contenido dificilmente podria ser recogi-
do en estas paginas por la misma vivacidad en que se desarro-
llaron.
El primer agradecimiento va dirigido, 16gicamente, a los po-
nentes, tanto por las aportaciones cientificas que ahora se pre-
sentan como por las ideas sugeridas a lo largo de los debates
en el transcurso del mismo Simposio. El Decano de la Facul-
tad de FilosofIa y Letras de la Universidad de Navarra, Angel
Luis Gonzruez, asi como el Director del Departamento de His-
toria, Agustin Gonzalez Enciso, acogieron con entusiasmo la
idea de organizar este coloquio, que ahora se ve coronado con
la publicaci6n de sus Actas. Sobre la historiadora Pia d'Ors re-
cay6 la mayor parte de los aspectos organizativos del simpo-
sio, por lo que también merece un especial agradecimiento por
parte del que suscribe estas lfneas. Jaume Casamitjana ha lle-
vado a cabo con precisi6n y rigor la tarea de edici6n y repaso
de los originales, en orden a su publicaci6n.
La altura cientffica de esta publicaci6n es, probablemente,
la mejor compensaci6n de quienes contribuyeron a que el
Simposio fuera una realidad y de todos los que han participa-
do directamente en su desarrollo.
La culture du marchand occidental en
Méditerranée orientale

Michel Balard
Universidad de la Sorbona

Dans un article récent, J aume Aurell s' interrogeait sur l' ori-
gine de la crise économique de Barcelone à la fin du Moyen
Age et au début de l'époque moderne et voyait dans l'évolu-
tion de la culture du marchand catalan l'une des causes du dé-
clin de la cité. Devenu un rentier perdant tout esprit d'entrepri-
se et aspirant à un mode de vie nobiliaire, l'homme d'affaires
barcelonais remplaçait le travail productif par la spéculation et
l'esprit capitaliste par la rente 1• Il opposait enfin cette recher-
che d'un mode de vie paisible et ce souci de reconnaissance
sociale· au goftt du risque que continuaient à manifester les
marchands italiens à la meme époque.
Cette problématique est-elle sensée, lorsque l' on examine
l'activité des hommes d'affaires occidentaux en Méditerranée
orientale? Peut-on discerner une évolution telle dans leur for-
mation culturelle, dans leurs méthodes ~ommerciales, dans
leur attitude face à la pratique du métier que l' on pourrait par-
ler à leur propos d'un déclin de l'esprit d'entreprise et d'une
recherche de profits moins risqués que ceux de l'aventure ma-
ritime? La documentation disponible nous invite à considérer
surtout l'activité en Orient des hommes d'affaires génois et
vénitiens qui, à défaut de nombreux livres de comptes2 , nous

1
J. Aurell (2000, 33-53).
2 Fait exception, bien su.r, le livre de comptes de Giacomo Badoer, rédi-
gé sons forme de grand livre à Constantinople du 5 septembre 1436 au
36 Michel Balard La culture du marchand occidental 37

ont laissé quelques lettres< marchandes 3 et, surtout, des testa- L'éducation que pouvait recevoir le fils d'un marchand oc-
ments et inventaires après décès4, révélateurs d'un mode de cidental expatrié en Orient nous est fort mal connue. Les rudi-
vie et de pensée, bref d'une culture, dont les divers éléments ments de base -calcul, écriture et lecture-lui étaient sans dou-
méritent d'etre analysés. te inculqués par les maitres de grammaire appointés par les
Bncore convient-il de se demander si les occidentaux ex- autorités coloniales et dont les registres des Massarie (Tréso-
patriés dans les comptoirs vénitiens ou génois d' Orient déve- reries) de Péra et de Caffa gardent le souvenir. Mais que pou-
loppent des attitudes devant la vie radicalement différentes de vait faire le seuI maitre pris en charge par le podestat de Péra
celles de leurs compatriotes résidant en métropole. Pour beau- ou son collègue stipendié par la Massaria de Caffa? A raison
coup d' entre eux, le séj our outre-mer n'est que temporaire, le de 1200 aspres par an, ces gages paraissent bien miserables
temps d'une longue escale ou d'un hivernage rendu nécessai- par rapport à ceux·des autres fonctionnaires subaltemes de la
re par l' interruption saisonnière de la navigation. Parmi tous colonie, au point qu'un maitre d'école des Grecs porte le nom
les hommes d'affaires que nous font connaitre les actes nota- bien symbolique de Cristodorus de Auramiseria7? Ces petites
riés instrumentés en Orient, seule une minorité a élu domicile écoles urbaines des colonies d'Orient n'ont sans doute rien de
outre-mer, s'est enracinée dans le terreau local, s'est mélangée comparable à celles des grandes villes d'Italie, comme floren-
parfois aux Grecs, aux Arméniens, aux Tatars par un phé- ce qui compte à elle seule six écoles d'abaque.
nomène d'acculturation désormais bien connu5 • C'est à leur Mais la connaissance de la langue devait etre suffisamment
recherche que nous nous intéresserons, en nous demandant si poussée pour que, devenus adultes, nos marchands trouvent
leur formation culturelle et professionnelle, leurs méthodes plaisir à s' exprimer, à échanger des correspondances qui té-
commerciales, leurs ambitions personnelles diftèrent sensible- moignent d'une curiosité non seulement pour les marchés et le
ment de celles de leurs prédécesseurs au beau temps de la ré- cours des marchandises, mais aussi pour les lieux de commer-
volution commerciale6 • ce et ceux qui les animent. Les six lettres envoyées par les fac-
teurs de Francesco di Marco Datini de Péra, de Caffa et de
Chio, entre 1392 et 1397, ne se distinguent guère des lettres
20 aout 1439: cfr. U. Dorini - T. Bertele (1956). Une étude globale de habituelles que le marchand de Prato reçoit de ses correspon-
ce livre est en cours par une équipe du Centre d'Histoire et de Civilisa- dants en Occident; elles démontrent néanmoins une grande
tion byzantine du Collège de France. compréhension de la situation politique et économique que
3 Par exemple pour les documents émanant des archives Datini de Prato: connru"'t alors l'Orient byzantin: la menace turque provoque à
P. Massa (1972,345-359); pour les lettres marchandes vénitiennes, voir
F. Thiriet (1957,911-933); et en dernier lieu E. Vallet (1999). Péra une hausse des prix, une crise alimentaire affaiblit Caffa
4 On se référera particulièrement aux testaments de Crète, publiés par S. où les perspectives d'investissement sont réduites, telles sont
McKee (1998a) et aux testaments de Tana, récemment publiés par N. D. les perspectives que les Florentins Bettino di Bartolo, Rosso
Prokofieva (2000, 36-173). Quelques testaments et inventaires après degli Strozza et Luca del Biondo présentent à leur patron en
décès de marchands de Péra ont été publiés par A. Roccatagliata (1982).
5 F. Thiriet (1958); M. Balard (1978); L. Balleto (1979a, 175-198); S.
Origone (1982, 121-124); S. McKee (1983, 229-249; 1995, 27-67;
1998b, 34-67).
7
6 A. Sapori (1952); Y. Renouard (1968); R. S. L6pez (1974). M. Balard (1978,368 Y 375).
38 Michel Balard La culture du marchand occidental 39

une langue toscane fleurie 8 • Du coté génois, Ies lettres du no- largement diffusé dans Ies milieux d' affaires intéressés par le
taire Antonio di Torriglia, qui a séjoumé près de douze ans à commerce maritime.
Caffa, démontrent une particulière aisance dans le maniement Malgré une certaine tendance à la sédentarisation des hom-
du latin aussi bien que de la langue vulgaire9 • Au XVe siècle, mes d'affaires, qui se font représenter outre-mer par des fac-
le marchand vénitien, Zuan Alvise Morosini, présent en Syrie teurs, tel Pegolotti, agent des Bardi en Chypre pendant de lon-
ou bien le Vénitien Francesco de Prioli, qui écrit de Damas à gues années, la connaissance des places de commerce ne
. Antonio Gattilusio, peuvent etre tenus pour des marchands- régresse pas dans les milieux d' affaires: en témoigne la large
écrivains, au meme titre que leurs collègues florentins IO • La diffusion du mandat et de la procuration qui s' échangent entre
grande diffusion de l'écrit dans les milieux-d'affaires occiden- marchands et qui viennent encombrer, avec leur formulation
taux en Orient témoigne d'une parfaite intégration de l'écono- juridique de plus en plus complexe, les minutiers et les liasses
mie dans la sphère du savoir à la fin du Moyen Age. des notaires. Du Péloponnèse en Crète, de Péra à Caffa, de
La formation scolaire du jeune marchand était complétée Chypre en Petite-Annénie, la circulation des hommes d'affai-
par un apprentissage accompli dans l' échoppe familiale, où il res est incessante. Au XVe siècle, tout autant qu'au plus fort de
apprenait à manier les livres de comptes, à mener des négocia- l'expansion italienne en Orient, des marchands s' enfoncent au
tions commerciales, avant de s' embarquer pour la grande coeur de l' Asie, établissent des contacts avec le monde tatar,
aventure maritime ll ., Bien des marchands y acquéraient une comme c'est le cas pour ces Vénitiens de Tana en relations
culture technique avancée, que suggèrent quelques inventaires d'affaires avec les Mongols d'Aziterchanum, un toponyme
après décès: en 1453, parmi les occidentaux fuyant Constanti- dans lequel il faut assurément voir la ville d' Astrakhan 13 • Les
nople aux mains des Ottomans, certains possédaient qui une relations des ambassadeurs vénitiens, Barbaro et Contarini,
carte marine, qui un sextant permettant de faire le point12• Ces éminents représentants des grandes maisons d' affaires de la
instruments, aux mains de marchands de second rang, démon- Sérénissime, constituent des sources d'information de grande
trent à quel point 1'apprentissage des choses de la mer s'est importance pour la connaissance de la Russie et des régions
pontiques 14.
Dans la formation du marchand, l' essentiel reste néanmoins
8
P. Massa (1972, 356-359). la tenue des livres qui permettent de suivre au jour le jour l'évo-
9 A. Roccatagliata (1982, 175-177). A ces lettres venues d'Orient, on lution des affaires: journal de caisse où sont notés cbronologi-
pourrait opposer les lettres adressées par le marchand génois Giovami quement les entrées et les sorties de fonds, registres des dettes et
da Pontremoli à ses correspondants en Orient: vingt lettres vers Chio,
quatre vers Caffa et deux vers Péra: cfr. D. Gioffrè (1982). créances et grand livre où chaque compte a une présentation dis-
lO
C. Bec (1967). tincte pour chaque correspondant. Les testaments des mar-
Il Voir par exemple la formation du jeune Christophe Colomb, qui passe chands rédigés en Orient citent constamment les "cartulaires"
du magasin paternel de lainier au navire qui l'emmène à Chio, avant de
répondre à l'appel de la Mer Ténébreuse.
12 A. Roccatagliata (1982, 120, 124, 125): Pietro Sevolla possède une
carte marine et deux sextants, Antonello de Syracuse une carte marine, 13 N. D. Prokofieva (2000, 126, 127, 133, 144, 146-148, 154); pour l'i-
une carte "vénitienne" et un sextant, Antoniazzo de' Vernazza une carte dentification, cfr. F. B. Pegolotti (1936, 401).
marine. 14 E. Skrzinskaja (1971).
40 Michel Balard La culture du marchand occidental 41
où ils enregistrent Ieurs recettes et leurs dépenses, les comptes- néral regroupant l' ensemble des opérations faites au cours de
clients et les comptes de marchandises l5 • Nul doute que, comme l'exercice, dans l' ordre chronologique. Viennent ensuite Ies
en Italie, se soit généralisé l'usage de la comptabilité à partie comptes de tiers et les comptes de marchandises. Les tiers re-
double, rendu indispensable par l'association de plusieurs mar- présentent Ies marchands avec Iesquels Loredan est en affai-
chands, la nécessité de répartir entre eux bénéfices et pertes et le reso Leurs comptes se répartissent sur deux coionnes: dans ce-
développement du crédit qui amène à distinguer sur deux colon- lle de gauche, est consigné sous le sigle die dar (doit donner)
nes comptes débiteurs et créditeurs l6 • Le livre de comptes de tout ce que le tiers a reçu, pret, paiement d'un achat ou rem-
Giacomo Badoer represente l'exemple-Ie plus complet'd'un boursement d'une créance. En face,.sur la colonne de droite,
grand livre tenu en partie double en Drient. Entre 1436 et 1440, le compte qui commence par l' expression die aver (doit
il inscrit plus de 500 comptes de divers types, où sont nommés avoir) considère le tiers comme un créditeur et enregistre les
plus de 800 marchands, banquiers et artisans. On y trouve à la remboursements qui lui sont faits. Avec les comptes de mar-
fois des comptes de marchandises, de tiers (fournisseurs, clients, chandises, une véritable personnalité "comptable" est attri-
mandants, débiteurs et créanciers), de troc, de voyages, des buée aux produits du commerce: dans la colonne die dar, se
comptes financiers qui se réfèrent à la caisse de l'entreprise, des rencontreront les divers achats effectués, les dépenses de
comptes de monnaies ou de sommes d'argent, des comptes de transport, les frais douaniers, c' est-à-dire le détail des paie-
frais ou de gestion, des comptes des dépenses de douane, des ments faits par l'acheteur; la colonne die aver enregistre le
comptes de revenus, de change, d'assurance, de pertes et profits. montant des différents achats et la valeur totale de la transac-
C'est dire la complexité des écritures, au moins égale à celles tion ainsi réalisée. Aux comptes des tiers et des marchandises
que nous livrent les registres d'Andrea Barbarigo, de Giovanni s'ajoute généralement le compte caisse qui permet de suivre
Piccamiglio ou de Battista de Luco, rédigés à Venise et à Ge- la position de Loredan par rapport à ses créanciers et à ses dé-
nes l7 • biteurs, par rapport aux ventes et aux achats qu'il réalise 18 •
Parmi les papiers ou commissarie remis aux procurateurs Tant du coté de Giacomo Badoer que de celui de Segondin
de Saint Marc, figure le livre de comptes de Segondin Lore- Loredan, les techniques comptables ne diffèrent en rien de ce-
çlan, tenu à Alep entre mars 1483 et aout 1484. Ce petit livret lles en usage dans les républiques marchandes italiennes à la
composé d'une vingtaine de folios s'ouvre sur un compte gé- fin du Moyen .Age. Comment s'en étonner puisque ces hom-
mes d'affaires importent en Orient les techniques de gestion
qu'ils utilisent d'habitude à Venise ou à Genes. SeuI peut-etre
15 Ainsi Antoniotto di Cabella fait-il écrire dans son testament en novem- un usage plus répandu du troc distingue l'activité des mar-
bre 1475: "selens se in eius cartulariis, tam hic (péra) quam Ianue, ha- chands occidentaux en Orient: conséquence d'une plus faibie
bere multos debitores et creditores", cfr. A. Roccatagliata (1982, 216). monétarisation de l' économie, particulièrement dans les ré-
De meme en 1416, Marco Giustiniani déc1are que toutes ses affaires
sont consignées dans un livre couvert de papier blanc, auquel ses fidei- gions mongoles, le troc porte sur Ies produits les plus variés.
commissaires n'auront qu'à se référer: cfr. N. D. Prokofieva (2000, En 1381, le notaire Paolo de Reza déclare par exemple avoir
129).
16 F. Melis (1950, 148).

17 F. C. Lane (1944); J. Heers (1959); L. Balleto (1979b).


18 E. Vallet (1999,20-21).
La culture du marchand occidental 43
42 Michel Balard
de famiUe. Voici en Crète Pietro Mudazzo qui reconnait deux
offert une caisse de corail à un "Sarrasin" de Caffa pour obte-
fIlsn..aturels, Massimo de Rimano, père d'une flUe et d'un fils
nir en échange un lot de 1080 perles 19 . naturels, Daniele Greco, qui accorde quelques legs à trois fils
En revanche, les usages notariaux sont tout à fait compara- naturels, Marco de Canale qui prévoit une rente annueUe pour
bleso Si les écrits sous seing privé -qualifiés d'''apodixie''20-
sa fille naturelle qui recevra en outre 300 hyperpères au jour
se multiplient aux XIVe et XVe siècles, le recours au notaire
de son mariage21 . A Tana, Benedetto Marcello comble son es-
s:imp~se pour les mandats et procurations, les compromis, la clave Chatarucia d' argent, de vetements, de perles et de bi-
redactlon de contrats commerciaux de grande valeur, les ven-
joux. Gasparino Rizzo laisse une esclave enceinte Clara qu' il
tes à paiement différé. Comme en Italie aussi, le forÌnulaire
veut voir expulsée en chemise de sa maison, si elle décide d'a-
s'accroit d'une masse de clauses juridiques destinées à proté-
ller vivre avec un autre homme. Quant à Andrea Giustiniani, il
ger les droits des parties contractantes. Mais il est vraisembla- accorde une rente annuelle à son fIls naturel Giovanni jusqu' à
ble que pour les affaires les plus simples, les écritures portées ce qu'il atteigne l'age de vingt ans; il recevra alors un legs de
sur les hvres des marchands suffisent, tant le "crédit", c'est-à-
400ducats, autant que la soeur du testateur, entrée en reli-
dire la réputation et la confiance sont à la base des relations gion22 . Dans ces testaments, les concubinas et les batards sont
d'affaires. Aussi les contrats classiques de commenda ou de
bien souvent aussi favorisés que l'épouse et les enfants légiti-
compagna, de societas maris ou de pret maritime se font plus
rares, les écritures sur les livres de comptes particuliers se mes.
Les testaments et inventaires après décès mettent en éviden-
substituant à l'enregistrement sur un minutier notarlal.
ce une incontestable aisance des milieux marchands d' outre-
. Les méthodes commerciales ne sont qu'un aspect, certes mero Certes les différences sont grandes entre un Francesco
lmportant, de la culture du marchand. TI faut aussi se deman- Leardo, bourgeois de Caffa, dont les vetements -robes, tuni-
der si l'implantation dans les comptoirs d'Orient, majoritaire-
que, couvertures- sont déclarés "vilissimi" par son fidéicom-
ment peuplés de non-occidentaux a pu infiuer sur les modes de missaire23 et un Nicolò Bosoni, lui aussi de Caffa, dont les
vie et de pensée des hommes d'affaires expatries. A cet égard, biens font l'objet de longues enchères en 1371 24 . De quels
la lecture des testaments et des inventaires après décès appor- biens disposent ces marchands installés outre-mer? La posses-
te un éclairage essentiel. sion d'une maison n'est pas un fait généralisé; curieusement
Le mode de vie du marchand occidental établi en Orient les testaments n'y font guère allusion, alors que les inventaires
j:
·
;······1··'·

~ffère s~nsiblementde celui qu'adoptent ses coUègues en Oc-


après décès citent tous les biens immobiliers possédés par le
Il cldent. Blen souvent, il a quitté sa métropole d'origine pour un
temps court, en y laissant maison, femme et enfants. Mais,
défunt. Nicolò Bosoni, notaire et marchand de Caffa, est pro-
priétaire d'une maison, de trois terrains et d'une vigne située
Il lorsque les circonstances l'obligent à s'établir provisoirement
en Orient, il y acquiert des biens, s' entoure d' esclaves et de
serviteurs, prend une concubine parmi eux et crée une secon-
21
s. McKee (1998a, 30-31,44-45,283-285,286-290).
22
N. D. Prokofieva (2000, 116-117, 119-120, 125-128).
23 G. Airaldi (1974, 68-70).
19 G. Airaldi (1974, 51). 24
20 "'-7. • L. Balleto (1976, 203-267).
vOlf par exemple A. Roccatagliata (1982, 189-191).
44 Michel Balard La culture du marchand occidental 45

celle-ci à l'extérieur de Caffa. Benedetto Marcello, Vénitien deux; seuI Nicolò Bosoni fait exception, avec la possession de
de Tana, demande par testament que sa maison soit vendue et deux femmes et d'un homme28 • En quelque comptoir que l' on
que l' argent provenant de cette vente soit envoyé à sa famille se pIace, l' on a affaire à une société esclavagiste dans laquelle
à Venise25 • Plusieurs de ses compatriotes agissent de meme; ils les hommes d'affaires arrivent en bon rang, ne serait-ce que
semblent d'ailleurs posséder davantage de biens en métropole parce qu'ils sont eux-memes des artisans actifs de la traite.
que dans le lointain comptoir pontique où la mort les surprend. Avec les vetements se dévoile non seulement l'aisance du
Les V énitiens de Crète font rarement mention de leur habitat, testateur, mais aussi son souci d'afficher son rang par des mar-
tout en demandant que le produit de leurs biens soit acheminé ques extérieures de richesse. La vente aux enchères des biens
en métropole par leurs fidéicommissaires. de Nicolò Bosoni révèle la possession de vetements confec-
Seconde caractéristique de tous ces marchands d'outre-mer: tionnés dans des étoffes précieuses, doublés de fourrures, or-
ils possèdent un ou plusieurs esclaves, régulièrement cités nés de parures aux manches, au col et sur les bords: soie, drap
dans .leurs dernières volontés et affranchis moyennant certai- vermeil, velours et camelot sont d'un usage courant pour les
nes conditions: une ou plusieurs années de service auprès d'un épitoges, les vestes, les tuniques et les manteaux à la comanes-
parent soit à Venise ou à Genes, soit sur pIace. En Crète, Fran- ca: au total, les pièces d'habillement, évaluées à 4710 aspres
cesco Dadho a deux esclaves-femmes et un homme, ce dernier représentent un peu moins du cinquième du patrimoine du tes-
payant son affranchissement futur par davantage d' années de tateur29 • Marco Giustiniani laisse à son épouse tous ses vete-
service que ses compagnes d'infortune26 • Pietro Mudazzo a ac- ments de laine, de soie et de lin, sans en préciser la nature,
quis quatre esclaves et avoue avoir deux fils naturels; Massi- alors que son parent, Andrea, déclare détenir six fardeaux de
mo de Rimano cite nominalement deux esclaves, mais le texte soie, sans doute pour la vente30• A ces vetements s'ajoutent les
du testament en évoque plusieurs autres. A Tana, Benedetto parures: des ceintures d'argent et des boutons d'or pour les
Marcello envoie servir à Venise ses trois esclaves Asperto, manteaux d'écarlate de Francesco Dadho, des boutons d'ar-
Uliana et Stefano, et couvre de bijoux, de perles, d'argent et de gent pour Marino Ghisi, une ceinture d'argent et une bourse de
vetements une certaine Chatarucia, assurément sa concubine. perles pour Michaletto Morosini31 • Sava de Gibelet possède,
Andrea Giustiniani affranchit quatre de ses esclaves, Giaco- lui, quatre colliers avec douze rubis-balais, deux émeraudes,
mo, Antonio, Lucia et Marta, dont les noms évoquent un un saphir, une pierre précieuse, deux anneaux d'or et deux bra-
bapteme déjà ancien et laisse une petite rente à un serviteur celets à coté d'une longue liste de vetements de prix32 • Le goiìt
Nani, pas autrement qualifié, tandis que son parent, Marco des bijoux et des parures s'est incontestablement répandu chez
Giustiniani partage avec son frère Francesco la possession de les hommes d'affaires.
quatre esclaves et d'un enfant de condition servile27 • A Caffa,
les testateurs ont au moins un ou une esclave, rarement plus de
28
M. Balard (1973, doc. n° 689, 704, 742, 882); L. Balleto (1976, 236).
29
L. Balleto (1976, 236-243).
25 30
N. D. Prokofieva (2000, 116-117). N. D. Prokofieva (2000, 125-128, 129-131).
26 31
S. McKee (1998a, 7-10). S. McKee (1998a, 7-10, 171-173,355-357).
27
N. D. Prokofieva (2000, 116-117, 125-128, 129-131). 32 G. Airaldi (1974,63-66).
46 Michel Balard La culture du marchand occidental 47

Il n'est pas rare de trouver des armes dans Ieurs maisons: de pIacer sur le marché avant leur morto A Tana, Benedetto
une épée latine chez Francesco Leardo, deux paires d'armes Marcello, qui s'est rendu à Astrakhan, détient une certaine
chez Marco Giustiniani, une caisse avec des armes chez Lo- quantité de caviar; Lorenzo Grazziano possède sur la nef
renzo Grazziano, deux arbaIètes, cinq boucliers, une épée, une d'Antonio Fassolo des draps, des armes, un tapis, un tonneau
lance gamie d' argent, une cuirasse et deux cervelières chez d'esturgeons et huit esclaves; Lorenzo del Nieno de Vicence a
Francesco Dadho, qui avec un tei équipage devait s' efforcer un petit capitaI investi en caviar, esturgeons, esclave et vin de
de vivre "nobiement"33. Beaucoup plus répandus sont Ies· meu- Malvoisie sur une autre nef; Andrea Giustiniani veut vendré
bIes, la vaisselle de prix et le tinge de maison. Les meubles se six fardeaux de soie et trois esclaves; son parent, Marco, huit
réduisent le plus souvent à des coffres, des bancs et au Iit du b.alles de draps, de meme que Francesco Malinpietro qui re-
testateur, qui est Iégué avec draps et couvertures à la maitres- commande la vente de 101 douzaines de draps. MieI, cire, es-
se de maison ou à la concubine. La vaisselle de Sava de Gibe- clave, caviar et gomme-Iaque ont été réunis par Giovanni Tas-
let comporte, à coté de 22 cuillères de bois, douze cuillères cono Giustiniani. Quant à Bartolomeo de Moriciis, il se
d'argent, trois tasses d'argent, de nombreux récipients de cuiv- contente d'énumérer ses créances et ses dettes, sans se soucier
re, des cuvettes, des chaudrons, des brocs. Quant au linge de de ses biens propres35 . Les memes remarques pourraient etre
maison, la liste qu'en donnent certains testaments ou inventai- faites sur les marchands de Crète: 4.000 fromages dans le ma-
res est impressionnante: Ies draps, les couvertures, les taies gasin de Francesco Dadho, des draps chez Giovanni Iallina,
d' oreiller, Ies serviettes, les torchons dénotent chez leurs pos- des draps encore, des cuirs, des chevaux, du froment et des bo-
sesseurs un souci d'hygiène et de bien-etre nouveau, un soin eufs chez Marino Quirino, un capitai de 1.600 hyperpères in-
porté par Ies marchands à leur image extérieure, importante vesti par Filippo Zane sur les galées du marché, 1500 mesures
dans une société OÙ l' etre et le paraitre se distinguent si mai. de froment chez Giacomo Corner, des marchandises de Crète
Est-ce à dire que ces éléments de confort et d'aisance sont le et de Turquie chez Michaletto Morosini36. Chez tous, subsiste
signe d'un désir d'imitation des plus huppés et d'un affaibIis- le sens des affaires et le souci de les mener avec rigueur,
sement de l'esprit d'entreprise? Ce serait une conclusion hati- honneteté et droiture.
ve. Certes, les hommes d'affaires occidentaux en Orient sont En effet, l'attitude devant la vie de nos marchands d'Orient
aussi des financiers qui font des placements rentables et spé- ne diffère pas sensiblement de celle de leurs compatriotes en
culent avec l' achat des gabelles et des titres de la dette publi- métropole. Leur dernière heure venue, ils ont le souci du salut
que, tout en se poussant dans les rouages de l' administration de leur ame. Pour ce faire, les testaments énumèrent de maniè-
coloniaIe34. Mais la piupart d'entre eux restent des marchands, re traditionnelle les diverses institutions religieuses bénéficiai-
soucieux de leurs créances et de leurs dettes, du devenir aussi res de leurs dons, en échange de messes et de prières. Le pas-
des marchandises qu' ils ont entreposées' et qu' ils s' efforcent sage d'un monde à l'autre s'accompagne d'une "véritabie

35
33 G. Airaldi (1974, 68-70); N. D. Prokofieva (2000, 129-131, 120-121); N. D. Prokofieva (2000, 116-117, 120-121, 121-123, 125-128, 129-
S. McKee (1998a, 7-10). 131, 138-139, 140-141, 141-142).
34
M. Balard (1998, I, 75-84).
36
s. McKee (1998a, 7-10, 67-70,82-84,254-255,270-272,355-357).
48 Michel Balard La culture du marchand occidental 49

comptabilité de l'au-delà", pour reprendre l'heureuse expres- pagnant les marchandises paternelles à destination. Il apprend
sion de J acques Chiffoleau37 • Il n'est que de voir avec quelle à tenir des livres comptables, à entretenir une correspondance
minutie Nicolò Plachina, en avriI1348, détaille les dons per- commerciale en langue vulgaire ou en latin, à rendre compte
sonnels faits à de nombreux pretres et pappates de Crète aux- de ses expériences ou de la conjoncture politique générale. La
quels il recommande de prier pour le salut de son ame38 • Les documentation disponible nous laisse tout ignorer de ses lec-
distributions aux pauvres, les rachats de prisonniers, l'aban- tures, mais l'on peut légitimement supposer qu'elles portent à
don de toute prétention à lever un intéret sur les créances, les la fois sur des écrits professionnels -manuels de marchandise,
remises de dette, les restitutions de tout argent mal acquis dé- points de droit commerci al- que sur des livres de divertisse-
notent également une totale soumission aux lois de l'Eglise et ment. Devenu adulte, il s'entoure d'unefamilia de serviteurs
une foi fortement enracinée et qui influence le comportement et de servantes parmi lesquelles il n'hésite pas à choisir une
de 1'homme d'affaires. Ne cesse-t-il pas tout travaillors des compagne, tout en accordant aux membres d'une famille légi-
fetes religieuses qui sont prescrites par 1'autorité civile? En time la plus grande part dans la dévolution de ses biens. Re-
1430, le doge Tommaso di Campofregoso publie un décret cherchant une certaine aisance, investissant le produit de son
donnant la liste des fetes qui s' imposent à tous les habitants de commerce dans une maison mieux équipée en meubles, linge
Péra et de Caffa, qu'ils·soient latins, grecs; arméniens oujuifs: de table et de maison, vetements de prix, vaisselle et joyaux, il
au total cinquante-deux dimanches et cinquante-deux jours de n'en poursuit pas moins la recherche du plus grand profit dans
fetes solennelles du Christ, de la Vierge ou des saints39 • Un ca- les activités commerciales et financières, sans jamais aban-
lendrier de congés non payés, mais qui rythme obligatoire- donner le goftt du risque et l'esprit d' entreprise. Comment s' en
ment la vie des marchands et des artisans, aussi bien en Orient étonner puisque l'homme d'affaires est issu d'un milieu où
qu'en Occidente l'investissement est indifférencié, se portant simultanément
N ous nous demandions si l' établissement des marchands vers .la terre, la rente publique et le négoce, où le rang socia1 ne
occidentaux en Orient pouvait avoir eu une incidence sur les resulte pas d'une classificationjuridique -noblesse ou roture-
comportements, les modes de pensée et de vie, au point d'ins- mais de la réussite dans les affaires. Dans les milieux occiden-
taurer une solution de continuité dans la culture mercantile en- taux transplantés en Orient, la crispation du marchand rentier
tre les deux bords de la Méditerranée. Autant que l' on puisse n'a pas lieu d'etre. On peut y vivre "noblement" tout en gar-
le savoir, la formation de l'homme d'affaires semble corres- dant un vif esprit d' entreprise.
pondre à ce qu' elle est en Occidente Les petites écoles urbai-
nes assurent l' apprentissage de la lecture, de l' écriture et du
calcu!. Le jeune s'emploie ensuite dans la boutique ou le fon-
douk de sa famille et s'initie aux choses de la mer en accom-

37 J. Chiffoleau (1980).
38
39
s. McKee (l998~ 57-58).
s. P. Karpov (2000, 212-214).
Florencia y el Oriente entre los siglos XIV y XVI

Franco Cardini
Universidad de Florencia

En 1422 un pintor muy joven, Masaccio, pintaba un triptico


que hoy se encuentra en la iglesia de San Juvenal en San Pie-
tro de Cascia cerca de Reggello, en las colinas, algunos ki16-
metros al Este de Florencia. En el centro del triptico hay una
imagen de la Virgen y en tomo a su nimbo hay algunas letras
doradas en alfabeto arabe "cufico". AIgunos han querido leer
en la inscripci6n que adorna el nimbo la shahada, la profesi6n
de fe islfunica1•
En cuanto a las letras "cuficas" los historiadores del arte,
cuando hablan de "letras cuficas" refrriéndose a obras de arte
occidentales, no quieren aludir al verdadero alfabeto cufico
sino a caracteres mas o menos arabizantes, de fantasia, carac-
teristicos de una cierta fase de nuestro arte, sobre todo de la
pintura. El primer ejemplo que conozco en el area toscana es
la inscripci6n en la tela de la faja del Cristo en el crucifijo de
San Domingo de Arezzo pintado por Cimabue entre 1265 y
1268; desde entonces, como se sabe, los ejemplos llegan a ser
frecuentes, como por ejemplo la Majestad de Cimabue en el
Louvre, datada en 1268-1270, por todos conocida2 •
Durante mucho tiempo, respecto a estos motivos -l,Sera re-
ductivo definirlos "omamentales"?-, se ha barajado la posibi-

1 .
R. Se1lheim (1968,307-315); VV. AA. (1999).
2
Cfr. A. Bagnera (1988,251-265).
52 Franco Cardini Florencia y el Oriente entre los siglos XIV y XVI 53

lidad de un cierto parentesco con las letras de caracter hebrai- permanencia entre 1260 y 1266 en la corte de Alfonso X el Sa-
zante o arabizante que se encuentran en ciertos textos magi- bio, rey de Castilla. Sabemos también que uno de los primeros
cos, como el célebre Picatrix. N o obstante, estas hip6tesis re- tratados sobre el Islam, que contribuy6 a difundir entre los oc-
quieren su verificaci6n a través del estudio multidisciplinar de cidentales un cierto conocimiento especifico de la cultura isla-
historiadores del arte, fi16logos y arabistas acerca de las varia- mica, es el escrito por el dominico fIorentino Ricoldo de Mon-
bles y constantes letras que se conservan en los manteles, en tecroce. Pero fue desde fines del Trescientos que los florentinos
los velos de la Virgen, en los bordes de las alfombras, en las empezaron a considerar la posibilidad de entrar en relaci6n di-
telas de rayas blancas y azules cercanas al talet -ritual hebrai- recta con el mundo islamico orientaI, en ese tiempo hegem6ni-
co-, y en los bordes sutiles que a veces estan doblados con ins- co del sulté:ln egipcio del Cairo.
cripciones g6ticas estilisticamente cercanas a ellas. En 1384-1385 tres fIorentinos, Lionardo Frescobaldi, Gior-
Pero, l,es verdaderamente una shahada de deficiente calidad gio Gucci e Simone Sigoli hicieron una peregrinaci6n a Tierra
la inscripci6n de la Madonna de Masaccio? Y, si lo es, l,repre- Santa junto con otros conciudadanos; y cada uno de los tres
senta un caso Unico? Se dirla ciertamente que no. Pensemos por escribi6 un diario4 • Frescobaldi afirma que Carlos ID, rey de
ejemplo en la Virgen de la Humildad de Gentile da Fabriano en Napoles, con quien mantenia relaciones estrechas, le habia
la Galeria N acional de Pisa, que podria pertenecer al "periodo dado la tarea de espiar al mundo musulman considerando la
bresciano" del pintor, en 1415 aproximadamente, mucho antes p0sibilidad de organizar una nueva Cruzada.
de la tabla de Masacci03 • Y l,por qué se encuentran inscripciones ; . I>el unico texto hasta ahora puesto a punto en una edici6n
de este tipo? l, Qué valor es plausiblemente atribuible al hecho moderna y aprovechable -el diario de Lionardo Frescobaldi-,
de que eIlas puedan verdaderamente representar la copia mc1s o he recogido algunas consideraciones que en él quiza no son
menos incierta o manipulada de un versiculo coranico? Descar- centrales, pero que, en mi opini6n, nos sirven puesto que acla-
tadas las hip6tesis de una manifestaci6n de criptoislamismo o de ran aspectos de un problema que apasiona actuaImente a histo-
un desafio al poder represivo eclesiastico, se podria pensar en riadores y antrop6logos: el encuentro con el "Otro" y el descu-
una arriesgada ''broma'', quizas de un consejero musulman (l,un brimiento de lo "Diverso". Frescobaldi pertenece a un mundo,
el fIorentino, que tuvo frecuentes contactos con el Oriente isla-
esclavo o una esclava?). Pero la hip6tesis que mas convence es
mico por lo menos desde el siglo XII y que permiti6 a los estu-
la de la copia mas o menos desmaiiada de inscripciones de la
diosos descubrir el fenomeno islamico, como Ricoldo de Mon-
cuales 'no se sabia ni el caracter ni el significado.
tecroce. Su texto es precioso porque en él aparecen los juicios
Hoy sabemos con certeza, después de los estudios de Asin
Palacios, que la obra maestra poética de la Edad Media euro-
pea, la Divina Comedia del fIorentino Dante Alighieri, esta
inspirada en un texto mistico islamico, el Kitab al-Miraj, co- 4 Para el Viaggio in Egitto e Terr~ Santa de Lionardo Frescobaldi utili-
zamos la edici6n de G. Bartolini, en G. Bartolini - F. Cardini (1991,
nocido por el maestro de Dante, Brunetto Latini, durante su 124-126). Frescobaldi tenia 60 afios cuando hizo su viaje a Tierra San-
ta, e informa que una de las fmalidades era la observaci6n de las tierras
infieles en previsi6n de una nueva Cruzada, que hubiera tenido que ser
3 Cfr. G. Soulier (1934, 347-358) refundido en G. Soulier (1924); A. organizada por Carlos ID de Anjou-Durazzo, rey de Napoles, con el
Melnikas (1961,207-211). que estaba en constante contacto.
54 Franco Cardini Florencia y el Oriente entre los siglos XIV y XVI 55

preconcebidos y la percepci6n de una realidad distinta de los : eserito para narrar un viaje suyo al Cercano Oriente empez~do
esquemas de un fiorentino inteligente y bastante culto de la en 1288, como en la Improbatio Alcorani, obra controvertlda
época, miembro de la clase dirigente, y provisto de un cierto
.. .
sobre el Coran y sobre el Islam. Ricoldo no era nlln~enuo.nl
gusto caballeresco y de buena capacidad de observaci6n. Si se incompetente: cercano a la prestigiosa escuela de los lslamls-
quiere, estas notas podrfan servir como introducci6n al capitu- tas dominicos espafioles, conocfa bien el idioma arabe y habfa
lo relativo a la Florencia protohumanistica de una Preistoria estado durante mucho tiempo en Bagdad, donde habfa habla-
dell' esotismo moderno que queda, aun, por escribir. do de cuestiones religiosas con los ulama de prestigiosas ma-
En la Edad Media, si examinamos una cierta literatura tam- drasah. Habiendo vivido mucho tiempo en contacto con los
bién diplomatica, por un lado nos damos cuenta de que se sa- musulmanes, advirti6las dotes de bondad, generosidad y cari-
bfa que el Islam era una fe de rama abrahamftica, que bebfa del dado Pero el cuadro que él da del Islam, aun huyendo de las
hebrafsmo y del cristianismo, arraigada en la tradici6n biblica, vulgares mistificaciones de la literatura de propaganda, es ~l
rigurosamente monotefsta, devota de Jesus y de Maria. Por otro de una fe absurda e impfa: por esto se sorprende que una reh-
lado, numerosos escritos cronlsticos, incluso épicos (piénsese gi6n tan perversa pueda ser practicada P?r gente tan bue~a.
en las chansons de geste), nos presentan un Mahoma cristiano N o es imposible que Lionardo conOClese text?s de Ric~ldo
herético e inspirado por el demonio, un Islam como religi6n puesto que del Itineratium se habfan hecho vanas vulganza-
diab6lica e id61atra, y un Coran como libro de perversas·ense- ciones. Pero, ademas de su actitud precavida frente el Islam7 ,
fianzas. Si se piensa que, por una parte, ya en pIeno siglo Xll, Frescobaldi a menudo, bien porque lo considera connaturaI a
hombres como Pedro el Venerable habfan apoyado la organi- su-ser cristiano o bien porque tal vez esté irritado por situacio-
zaci6n en Espafia de escuelas de traducci6D del Coran y que nes particulares, ostenta reprobaci6n y menosprecio hacia los
entre el Doscientos y el Trescientos, franciscanos y dominicos musulmanes. A veces estos sentimientos hostiles afioran s610
-en su empefio misional- habfan proseguido este camino, a través de insultos estereotipados y codificados. Se trata mas
emerge con una luz aun mas dura y violenta la mala fe con la bien de una manera de hablar ya generalizada, un estereotipo
que los predicadores populares de las Cruzadas y los autores bastante ingenuo y sin connotaciones substanciales. Pero el
de escritos sobre el Islam dirigidos al publico occidental se- rencor se torna mas fuerte y menos formaI cuando se trata de
gufan divulgando las viejas fabulas, las mismas que Frescobal- recordar la violencia sufrida directamente. N o las humillacio-
di conocfa a través de la "leyenda de Mahoma", muy popular nes o los abusos de los que son vfctimas todos los cristianos en
en la Florencia del tiempo y de la que depende también un cé- tierra sarracena como el no poder tocar las campanas, ni cab al-
lebre pasage de la Divina Comedia 5• En Florencia, por otra gar, ni circular en ciertos dfas, ni entrar en las mezquitas, sin~
parte, estaba viva la memoria de un dominico de Santa Maria las que sufri6 personalmente, como el se~ cac.~eado y sacudl-
Novella, fray Ricoldo de Montecroce, el cuallegitima conau- do por los guardias, o los intentos de lapldaclon. N o parecen
toridad una posici6n desconcertante6 , tanto en el Itinerarium

7 En una ocasion llama al Islam "paganismo". Definir la fe musulmana y


las tierras en las que era practicada como "pag~i~mo", "pagana"; era
5 Cfr. U. Monneret de Villard (1944); A. Malvezzi (1956). comun y en cierta medida conectaba con la tradlclon popular segun la
6
Cfr. U. Monneret de Villard (1948). cual se miraba al Islam como a una fe id6latra.
56 Franco Cardini 1l1orencia y el Oriente entre los siglos XN y XVI 57

se: de~a~iado felices sus relaciones con los trujamanes, 108 leJJev6 de las orillas del Amo a las del Nilo. Pero, en conjun-
gUlas-lnterpretes: no le merecen confianza y los considera la- .t0, esta figura de renegado -y en aquel entonces de ap6stata-
drones y mentirosos. Victima de una agresi6n de los beduinos nò provocaba el horror o el menosprecio de Frescobaldi. Por
ce:ca de Gaza, acusani incluso a su guia-intérprete de ser c6m- otra parte, fue muy cortés con los florentinos.
phce de los agresores. En cambio, su encUentro con las autori- _,.; . 'Sobre el Islam, Lionardo se muestra bastante "distrafdo".
dades es notoriamente distinta. Hombre de poder, miembro de Acerca de la tumba de Mahoma en la Meca -en realidad en
una cl~se <li?gente, Lionardo· no tiene, respecto al gobemador JyIedina-, él repite la difundida leyenda del sistema de calami-
de AleJandria o a! de Gaza, o del sultan del cua! narra breve- w.s que la atrafan para quedar suspendida en el airelO. Se con-
m~nte la historia, la actitud de estUpido temor que advierte él forma con la tendencia, entonces habitual entre los cristianos,
Inlsmo en otros compafieros de viaje, por ejemplo en el humil- de tratar al Islam en contraposici6n a la Iglesia, y denomina
de Sigoli. Personaje acostumbrado a las relaciones con hom- entonces "papa" al califa, "obispos" a los qadì, "capellanes" y
bres de go~iemo '1 habituado a las misiones diplomaticas, in- ~'clérigos" a los muezzin, "iglesias" a las mezquitas para las
cluso se Slente blen con la etiqueta musulmana8 • Una cierta que usa también el término "moschete", e incluso, y esta es
d~sco~anza le sugieren, sin embargo, los renegados que a sus una contradicci6n terminol6gica, "campanario sin campanas"
oJo.s tienen ademas la imperfecci6n de ser, precisamente, unos a los alminares. Con referencia al adhàn, la oraci6n ritual con
truJamanes. ~l gran trujaman del Cairo es un veneciano y tie- la que los muezzin invitan a horas establecidas con su llama-
ne como mUJer una fiorentina, hija del gran trujaman anterior miento, él, junto con otros peregrinos como Rustici, declara
que era, justamente, fiorentino. Sabemos, o por lo menos esto que en elllamamiento del muezzin se incluye también la reco-
es lo que Lio~ar~o nos dice, que aquel personaje habia renega- mendaci6n "crezcan y multipllquense", cosa que puede pare-
do de la fe cnstiana de mala gana, y hacia proyectos (ignora- cer raro, pero que conecta bastante bien con la fama de lujuria
mos el grado de sinceridad) de regresar a la patria. Renegar de que los arabes tenfan en el mundo latino desde la Antiguedad.
la fe y pasarse al Islam debia ser mas ·comu.n de lo que nos po- Un t6pico que ha durado hasta nuestros dfas, y que se ha ali-
demos imaginar tal y como lo demuestran los documentos que .mentado también con noticias torcidas sobre la practica de la
tenemos a nuestra disposici6n. Éstas eran las peripecias de las poligamia11. Este t6pico explica también el raro lapsus de con-
gentes de la costa del Mediterraneo, sobre las cuales se detuvo siderar ellunes como dia festivo semanal de los musulmanes.
Fem~d Braudel9 • El gran trujaman no confiaba en su mujer Frescobaldi no se habfa olvidado que se trataba del viemes,
fiorentina. Ella se habia introducido mas que él en la realidad pero el lunes, dia de la luna, tradicionalmente se conectaba
~usulmana, que quiza era la natal puesto que del Diario de tanto a la sexualidad como al pueblo arabe y al Islam. Llama
Llonardo no se puede afirmar si su padre la tuvo antes o des- "cuaresma" al ramadan; explica correctamente que éste dura
pués de la experiencia -de la que sentimos no saber nada- que un mes lunar y, al no comprender el mecanismo del calendario
musulman, en lugar de presentarlo como el noveno mes de tal

8 ~iona:do ~iaja'por Egipto al tiempo del sultan Barkuk, el primero de la


dInastIa crrcaSIana que en 1382 habia substituido la bahrita, cfr. S.
9 Lane-Poole (1968,330); E. Ashtor (1982,296). lO Cfr. I. Guidi (1909, 268).
Cfr. L. Rostagno (1983). 11 Cfr. E. Paratore (1984,587-592); G. Vercellin (1989, 177-193).
58 Franco Cardini el Oriente entre los 59

calendario, sostiene que se trata del. mes lunar que empieza Bn""~",,,r. junto al "trabajo de oro de plata y de cobre y de lat6n
con "la primera luna de 'Octubre"12. Como consecuencia de ,de cada tipo de vidrio"13.
este error, también l 'A id al-fitr oAid assaghir o Bairam, es de- . Frescobaldi vi6 que los sarracenos eran brava
cir, la fiesta para el fmal del sawn -del "ayuno"-, es presenta- Pero también alli prevaleci6 la raz6n de comercio:
da por Lionardo como una fiesta fija segun la 16gica del calen- l-~yJLL"~ gentes, que tenian mercados tan buenos 14 y una gran
dario solar romano. ~~....n ...ou. en el vender y en el comprar, no podian ser del desa-
Telas y vestidos son objeto de una descripci6n cuidada y de un fiorentino del Trescientos. Tampoco se puede pen-
fascinante. Frescobaldi nos ofrece una larga descripci6n de los la cruel descripci6n de una ejecuci6n vista en Damas-
vestidos utilizados en Egipto, mediante la cual nos damos oo;ién<;le:rre una implicita acusaci6n de barbarie dirigida contra
cuenta de la incidencia que entre ellos ya teman las importa- ]~:!ts_i:rrr:aCt~n()s. Mutatis mutandis, Frescobaldi habria visto es-
ciones de Occidente: "Sus trajes son brocados fuerte y bien ··.~III~ de este tipo en las afueras de Santa Croce, y las hogue-
...:

trabajados, y debajo telas de lienzo o de lino alejandrino las tàs y las horcas fiorentinas no eran menos brutales que la cimi-
mas nobles; las demas llevan bocaci [ ... ] y las mas nobles una _~:.damascena. Al contrario, mas bien parece que el viejo
estamefia negra [...] Los hombres [...] en la cabeza una melina s9ldado se qued6 favorablemente sorprendido por la habilidad
de tela bIanca de bocaci o de biso". del verdugo.
Cierto es que no podemos interpretar literalmente esta des- ~t~jiJ~ero fue Frescobaldi verdaderamente fiel a su tarea de in-
cripci6n. Quizas Frescobaldi, al hablar de estos tejidos de seda fQnnador para la Cruzada? Aunque lo hubiera sido, Carlos ID,
("brocad") os o d e lino ("tel as ").Incurra en error; no conoce- que muri6 en el febrero de 1386, pocos meses después del re-
mos el niveI de sus conocimientosen materia textìl, aunque greso de Lionardo de Florencia, no le habria concedido el
fuese originario de una ciudad de laneros y en su tiempo tam- tiempo para demostrarlo. Quizas plasm6 en algl1n documento,
bién de sederos, y quizas utilice incluso ciertos nombres espe- ahora desconocido, el resultado de su trabajo de espionaje.
cificos para indicar el tipo de tejido objeto de su observacion Pero de elIo poco se trasluce en su diario de peregrino que,
y hacer entender su textura a sus lectores toscanos. Eu efecto, . para ese fm, no era el instrumento mas id6neo. No obstante, si
las finas telas de lino o "lienzo" deben su nombre a la ciudad que es perceptible el ojo del soldado al detallar la disposici6n
de Reims, y las dichas "melina" a la ciudad de Malines. Los del suelo e infraestructuras militares, pero la cantidad de datos
tejidos de lino que denomina con el término turco "bocacf' recogidos es en conjunto escasa y genérica. A titulo de ejem-
eran, en cambio, una especialidad de la ya en declive pero to-
davia espléndida manufactura textil damascena, como damas-
cenos eran los trabajos en vidrio y en metal conocidos en toda 13 Giorgio Gucci (Viaggio ai Luoghi Santi) en C. Gargiolli (1862, 402).
Europa. Gucci recuerda con admirada precisi6n las "telas di . Sobre la belleza y la riqueza del mercado damasceno se detiene larga-
seta, pafios de algod6n, telas de lino" vistos en el mercado da- mente el franciscano Niccolò de Poggibonsi, que lo visit6 hacia la mi-
tad del siglo y cuyo diario de viaje Frescobaldi utiliz6 para la tercera re-
dacci6n del suyo. Cfr. Niccolò de Poggibonsi (1945,89-91).
12 14 Cfr. por ejemplo, con referencia al mercado del Cairo: G. Levi della
El 1384 corresponde al 786 de la hégira, cuyo "Afto nuevo", es decir
el primer dia del mes de muharram, caia en 24 de febrero; el ramadan Vida (1959, 443-454); A. Raymond - G. Wiet (1979); A. Codazzi
de ese ano correspondfa en efecto al mes de octubre. (1953, 169-204).
60 Franco Cardini Florencia y el Oriente entre los siglos XIV y XVI 61

pIo, merecen especial interés algunas notas de impresionabili- lQ que, en principio, s610 podrfan parecer impresiones y emo-
dad en relaci6n a las armas de los Sarracenos debido mas al eiones.
color local que a su interés militar, algunas consideraciones Menos de cuarenta afios después de esta peregrinaci6n, en
sobre los muros de J erusalén y sobre el castillo de Safed o la 1422, la republica fiorentina, en correlaci6n con su polftica
obse:v.aci6n de los aIrededores de Alejandria como es~acio m,arinera que inici6 con la conquista de Pisa (1405), envi6 a
proplclo para campamentos y batallas, lo cual, después de si- Felice Brancacci y Carlo Federighi al Cairo como embajado-
glos de experiencia cruzada, ya era de por si conocido. Tam- Ies para el sultan mameluco l5 • De esta experiencia Brancacci
bién se describen algunos detalles sobre el sistema de inter- rlej6 un diario l6•
cambio de informaci6n por medio de las palomas mensajeras, Pintores florentinos o fonlneos, activos en Florencia como
que por aquel entonces ya no era una novedad puesto que exis- el mismo Masaccio, Lorenzo Monaco, Gentile da Fab.riano, el
ten referencias del siglo XI y xn en las textos cronlsticos de la Beato Angelico y Gozzoli, se interesaron por la moda de ves-
conquista normanda de Sicilia y de la primera Cruzada. tir, los rostros, los ambientes orientales. También los diarios de
....Ciertamente, no t~dos los peregrinos muestran su propen- 10s peregrinos ofrecian, entonces, informes con fieles detalles.
Slon y su competencla para las cosas de la guerra. Sin embar- Si los trajes y las actitudes "orientales" plasmados por Loren-
go no merecerfa la pena hacer un viaje de casi un ano para es- zo Monaco pueden parecer de fantasia, hay en ellos muchos
tas escasas y poco novedosas noticias, testimoniadas desde un pormenores que, segun la tradici6n analitica y realista tardo-
prisma estratificado, no siempre coherente, no siempre origi- g6tica, parecen precisos y exactos. Esto no puede sorprender-
nal, al contrario, escrito de nuevo de acuerdo con reflexiones nos. La Florencia del Cuatrocientos era bastante rica en obje-
y lecturas de diarios de otros, y a veces de forma débil. Subya- tos y manufacturas provenientes de las tierras del Islam,
ce, pues, la sospecha de que la consigna del rey Carlos a través aunque éstas no fuesen igualmente familiares en la orillas del
de Onomo dello Steccuto habrfa sido, posiblemente, una fan- Arno o en la laguna de Venecia. No es ocioso recordar que, en-
farronerfa. tre las ciudades italianas, Pisa se erige como centro urbano que
! i Del diario de Lionardo de Niccolò Frescobaldi nos hemos mantiene una mayor relaci6n con el mundo arabe-islcimico,
interes~d~ por la economia de su texto, un problema especifi- iniciada a partir del Siglo XII?
co y qwza no centraI. Por otro lado, queda pendiente, y en otra Rasta entonces, los pintores habian mostrado interés por tra-
sede. lo estamos haciendo, estudiarlo globalmente, sin perder jes y armas "sarracenas", sobre todo con ocasi6n de episodios
de VIsta el aventurero al narrar el devoto, ni el mercante al de- como la prédica de Francisco de Asis al sultan, el martirio de
rIDir al caballero, ni el cristiano como personificaci6n del ob-
s:rvado~ s~til y desencantado. Él era todas estas cosas, y qui-
zas la umca manera correcta de leerlo sea precisamente 15 Cfr. D. Catellacci (1881, 157-188 Y 326-324); véase el cap. "In terra
di soldano. Firenze come osservatorio sulla Terrasanta tra la caduta di
apreciando la experiencia como un pèlerinage à part entière. San giovanni d'Acri e il concilio ferrarese-fiorentino" en F. Cardini
Pero su imaginario tiene un significado particular al vivir en la (1991,350-360 Y 399-400).
vigilia de un tiempo y en una ciudad que se adscribe en un pe- 16 Cfr. G. Soulier (1924); D. Catellacci (1881, 169-188); M. Mallet

nodo fundamental del arte y de la cultura del Occidente euro- (1967); VV. AA. (1999).
peo. Esto nos ha inducido sobre todo a considerar con cuidado 17 Cfr. J. Baltrusaitis (1972); C. Baldasseroni (1989).
62 Franco Cardini Elorencia y el Oriente entre los siglos X1Vy XVI 63

los primeros franciscanos en Africa, las escenas evangélicas \~,.,;;.'"""+~'"'"' turcos y berberiscos en el Mediterraneo. Al mismo
de la degollaci6n de los inocentes, la ida de Jesus al Calvario obtenfan provechosas ventajas comerciaIes otorgadas
y su Crucifixi6n. Desde el Doscientos, se habian insinuado sultan de Constantinopla. Fue la politica constante de un
elementos orientales en los trajes y en los vestidos de los gue- como la Toscana. En el puerto de Livorno se instalaron
rreros, referencias en apariencia totalmente coloristas, pero 'militares y comerciales, y se alternaba Cruzadas y re-
;n..'.......... ..,~C'I comerciaIes, guerra y amistad. Esquizofrenia y para-
que constituian quizas parte de una sutil y parcialmente indu-
cida propaganda cruzada. No obstante, entre el Trescientos y Occidente cristiano frente aI Oriente islamico. Algo
el Cuatrocientos, la escena de los Reyes Magos se erigi6 como tOWlZ8.s familiar incluso hoy en dia.
el pretexto predilecto para abandonarse a un exotismo incluso
lujuriante en algunas ocasiones. Por otra parte, a partir del si-
glo xm, como se ve en algu.n fresco y en algunas miniaturas,
también el mundo tartaro entr6 en la koiné orientaI evocada
por los artistas. Sin embargo, al comienzo del Cuatrocientos, a
excepci6n de la flameante pero fugaz estrella de Tamerlan, los
mongoles habian desaparecido en parte del panorama evocati-
vo e ir6nico europeo mientras que en el horizonte de éste, en
cambio, estaban presionando los recién llegados, los turcos
otomanos. Verdaderamente, el parentesco étnico-cultural entre
tartaros y turcos no era casual sino intencionalmente recalca-
do: se abrfa camino a un imaginario globalmente "orientaI" in-
capaz de distinguir planes y niveles -quizas s610 un gran
orientalista como el Carpaccio podia hacerlo-, pero dirigido a
la construcci6n sincrética y un algo onfrica de escenarios ara-
be-turco-persia-mongoles estructurados en los dos principios
del atento examen analitico y de la libre afabulaci6n sintética.
Amitad del siglo xv, en 1453, los otomanos del sultein Ma-
homa II tomaron Constantinopla. Desde entonces hasta fmaIes
del siglo XVll, los papas siguieron llamando a la Cristiandad
y a los principes a nuevas Cruzadas.
Los florentinos habian prometido ya aI Papa Pio ll, en
1459-1469, que ofrecerfan su contribuci6n a una nueva expe-
dici6n militar contra los turcos. Ciertamente, en el siglo XVI,
los Granduchi de Toscana, de la dinastia Medici, fundaron
también una nueva Orden militar y marinera, la de San Este-
ban, siguiendo el ejemplo de la Orden de Malta, para pelear

i'
64 Franco Cardini Florencia y e1 Oriente entre 10s sig10s XIV y XVI 65

Masaccio: Triptico de San Giovenale (San Pietro de Cascia, S. Juvenal) S. Francesco davanti al Sultano
(detalle). (Florencia, S. Croce, capilla Bardi).

Ambrogio
Lorenzetti:
Martirio dei
Donatello: Giuditta e francescani
Olofeme (Florencia, Piazza a Thana (Siena,
della Signoria). S. Francesco).
66 Franco Cardini Florencia y el Oriente entre los siglos XIV y XVI 67

Ambrogio Lorenzetti:
Martirio dei Francescani a Giovanni Pisano: Adorazione dei Magi (Pisa, Duomo).
Thana (detalle).

Ambrogio Lorenzetti:
Martirio dei Francescani a Giotto: Adorazione dei Magi (Padua, Capilla
Thana (detalle). Scrovegni).
68 Franco Cardini Florencia y el Oriente entre los siglos XN y XVI 69

Spinello Aretino: Adorazione dei Magi (Parma, Pinacoteca).


Lorenzo Monaco: Adorazione dei Magi (detalle).

Lorenzo Monaco: Adorazione dei Magi (Florencia, Uffizi). Giberti: Adorazione dei Magi (Florencia, detalle).
70 Franco Cardini Florencia y el Oriente entre 10s sig10s XIV y XVI 71

Gentile da Fabriano: Adorazione dei Magi (Florencia, Uffizi).

Gentile da Fabriano: Adorazione dei Magi (detalle). Gentile da Fabriano: Adorazione dei Magi (detalle).
72 Franco Cardini Florencia y el Oriente entre los siglos XIVy XVI 73

Gentile da Fabriano: Beato Angelico: Adorazione dei Magi (Florencia, Convento de S. Marco).
Adorazione dei Magi (detalle).

Beato Angelico: Adorazione dei Magi (Florencia, Convento de S. Marco).


Dos espacios mercantiles antagonicos enel
Cuatrocientos: Barcelona y Florencia

Jaume Aurell
Universidad de Navarra

El estudio de la interacci6n entre el hombre y el espacio ha


sido uno de los temas predominantes en la historiograffa del
siglo xx. En los afios veinte y treinta, Marc Bloch y Lucien
Febvre trataron de abrir definitivamente la puerta de comuni-
caci6n éntre la geograffa y la historia, a través del ambicioso
programa desarrollado desde la revista de los Annales l . Algu-
nos decenios después, bastantes medievalistas y modernistas
de las siguientes generaciones han reconocido la profunda
huella que dej6la disciplina de la geograffa en su trayectoria
;r, historiogratica. Femand Braudel, Georges Duby y Pierre Vilar
~i
f.
Il
lo han afrrmado de modo explfcito en sus biograffas intelec-
il tuales, aunque ellos no son IDas que la punta del iceberg2 •
Un fruto bien tangible de esta tendencia historiogratica es la
serie de monograffas que se han publicado durante la segunda
mitad del siglo XX bajo el tema (o ellema) de "la tierra y los
hombres". Esta expresi6n, que ya aparecfa en el tftulo de la
monograffa de Robert Fossier sobre la Picardfa francesa apa-
recido en 1968, expresa bien el objetivo perseguido por esos
estudios: el anilisis de las relaciones entre el hombre y el es-
pacio, entre la acci6n humana y los condicionantes ffsicos 3 •

1 Una visi6n generaI del recorrido historiografico de esta escuela en P.


Burke (1994 [1990]).
2
F. Braudel (1991), G. Duby (1991) y P. Vùar (1995).
3 R. Fossier (1968).
76 Jaume Aurell Dos espacios mercantiles antagonicos 77

La enumeraci6n de las principales monograffas dedicadas a con los estudios de Stephen P. Bensch y J ames Amelang sobre
esa cuesti6n desbordarfa por completo los lfrnites de este artI- Barcelona8 , de Jacques Heers sobre Génova9 , y de Elizabeth
cul04 • Las obras ya chisicas de Femand Braudel sobre el Me- Crouzet-Pavan sobre Venecia lO •
diternmeo en la época de Felipe n5 y de Georges Duby sobre De este apresurado recorrido historiografico se puede con-
la regi6n francesa del Maconnais6 constituyen unos buenos pa- cluir que el analisis de la evoluci6n del espacio urbano, de las
radigmas de lo que supone un analisis de la interacci6n entre diferentes etapas del crecimiento de las ciudades y de la pa-
el hombre y un espacio determinado: un espacio marftimo, ur- ciente conquista de las tierras cultivadas por parte de los nue-
bano y comercial, en el caso de Braudel, un espacio interior y vos centros urbanos, resulta muy eficaz para avanzar en el co-
rural, en el caso de Duby. nocimiento hist6rico de las ciudades medievales.
Con la llegada del fin de siglo, se han hecho numerosos ba-
lances historiograficos en los que, 16gicamente, la cuesti6n de
la interacci6n entre el hombre y el espacio se ha analizado con
***
detenimient07 • Sin embargo, llama la atenci6n que en esos ba- La finalidad de esta ponencia es aplicar este modelo al estu-
lances se suele poner un mayor énfasis en las monograffas de- dio comparativo de dos importantes centros mediterraneos ba-
dicadas al estudio del ambito rura!. La pervivencia de obras jomedievales y renacentistaS como Barcelona y Florencia11. Se
clasicas como La Société Féodale de Marc Bloch (1939-1940) trata, por tanto, de analizar en paralelo el espacio urbano de
o el Méìconnais de Georges Duby (1953) quizas han relegado ambas ciudades. 0, dicho de otro modo, de acometer basica-
a un segundo plano aquellas que se dedican al anaIisis del am- mente el analisis de cinco aspectos, aunque por las limitacio-
bito urbano en su dimensi6n espacial y en su dimensi6n huma- nes de espacio habra que reducirse a unas reflexiones genera-
na. Pero no por elIo son menos cuantiosas o menos valiosas les sobre cada uno de ellos: la evoluci6n del urbanismo, reflejo
estas ultimas. sin duda de la cultura en su vertiente espacial; las diferentes
Las grandes monografias sobre las ciudades mediterraneas, fases del crecimiento fisico de la ciudad y su relaci6n con la
en este contexto, suelen dedicar los primeros capitulos a una evoluci6n de la demografia y el desarrollo econ6mico; la for-
detallada descripci6n del medio fisico en que se ubica la ciu- maci6n, constituci6n y consolidaci6n de los diferentes barrios
dad analizada. Es lo que sucede, por citar algunos ejemplos, y su identificaci6n con los grupos sociales y profesionales; la
politica de las construcciones publicas; y, por fin, la delimita-
ci6n de los contomos del espacio urbano establecidos por las
4
Por otra parte, contamos ya con algunos intentos de balances historio-
graticos sobre esta cuesti6n. Quizas la Ultima aportaci6n es la sustan-
ciosa ponencia de T. Bisson, "La terre et les hommes: A Programme 8 S. P. Bensch (1995) y J. Amelang (1986).
9
fulIilled?", French History, 14 (2000), pp. 322-345. J. Heers (1961).
5 lO
F. Braudel (1949). E. Crouzet-Pavan (1992).
6
G. Duby (1982). 11 Siguiendo acaso el modelo realizado recientemente por P. Burke para
7
Uno de esos balances es la interesante obra recopilatoria de A. Colomi- las elites urbanas de Venecia y Amsterdam en el siglo :xvn (1996
nes - V. S. Olmos (1998). [1994]).
78 Jaume Aurell f)os espacios mercantiles antagonicos 79

murallas, asi como su evoluci6n a lo largo de los siglos medie- _ ( En todo caso, las dos ciudades despertaban, a finales del si-
vales. glo XV, la admiraci6n de los viajeros que las visitaban. Aun-
. ~~bablemente, sean mucho m~yores las diferencias que las que la pujante sociedad fiorentina de esa época contrastaba
slID1htudes entre la Barcelona y la Florencia de finales de la con el cierto halo de ciudad decadente que rodeaba a la ciudad
Edad Media. Pero, como concluy6 Roberto S. L6pez en su es- de Barcelona a finales de la Edad Media, los rasgos de grande-
tudio comparativo sobre las republicas de Venecia y Génova, za de ambas ciudades se refiejaban todavfa en su magnanima
no se trata tanto de realizar estos estudios en términos de com- fisonomfa urbana.
petitividad como de avanzar en su conocimiento a través de la Especialmente elocuente es el testimonio del fiorentino
historia comparada. Una historia comparada que, ciertamente, Guicciardini -un viajero poco dado a la adulaci6n, salvo para
ha sido tantas veces reclamada pero no excesivamente puesta contar las excelencias de su Florencia natal- quien en su Dia-
en pnictica12. rio describfa a Barcelona como ''una ciudad preciosa, grande y
En efecto, es evidente que hay, entre las dos ciudades, mas bien poblada. Aunque no parece haber ningun edificio particu-
diferencias que similitudes, tanto desde el punto de vista cua- lar especialmente notable o excelente -continua Guicciardini-
litativo como cuantitativo. La Florencia medieval se caracteri- las casas de la ciudad son en general muy hermosas. P?rque,
z~"por una pujante demografia, por una extraordinaria proyec- como dicen sus habitantes,es una ciudad para todos. Este, a
clon cultural y por la magnitud de los procesos econ6micos 13. mijuicio, es su rasgo mas notable, un aspecto en el que supe-
La historia de la Barcelona medieval, en cambio, es un conti- ra incluso a Florencia"15.
nuo sobreponerse a sus limitaciones contextuales, a través de Otto cronista fiorentino, Dino Compagni, describfa por su
~a lograda adecuaci6n de las aspiraciones politicas y comer- parte a Florencia como una "città molto bene popolata, e gene-
clales, aprovechando al maximo su funci6n de capitaI de un rativa per la buona aria; i cittadini ben costumati, e le donne
extenso reino. De este modo, consigue llevar a cabo un ambi- molto belle e adorne; i casamenti bellissimi, pieni di molte bi-
cioso proyecto urbano aut6nomo, consolideindose al mismo sognevoli arti, oltre all'altre città d'Italia. Per la quale cosa
tiempo como el centro neuralgico de una entidad territorial de molti di lontani paesi la vengono a vedere, non per necessità,
amplias dimensiones y aglutinando, a finales de la Edad Me- ma per bontà de' mestieri e arti, e per bellezza o ornamento de-
dia, buena parte del poder financiero, politico e institucional lla città"16.
de la Corona de Arag6n 14• - En el marco de estas realidades tan dispares, se impone la
necesidad de acometer un estudio del paralelismo de estas dos
ciudades a través de la analogfa, no de la simple constataci6n
12
Aunque ciertamente no faltan excelentes monograffas: D. Abulafia
de las similitudes o diferencias. De este modo, se pueden veri-
(1977).y esu:r-d!0s mas breves, como el de R. S. L6pez (1987, 116-125) ficar 10s diversos condicionantes y realizaciones de dos pro-
13 aparecldo ongmalmente en R. S. L6pez (1970,43-51). yectos urbanos ciertamente ambiciosos, que culminan en el si-
f\
pesa: de haber sido publicada a finales de 10s anos sesenta, sigue
slendo Interesante la visi6n de conjunto que realiz6 G. A. Brucker
(1983 [1969]). i
14 A . 15 Palabras entresacadas de su Diario, citadas por J. Amelang (1986, 19).
mI modo de ver, una de las sfntesis mas brillantes del devenir de la
Barcelona medieval es la que rea1iz6 J. E. Ruiz-Domènec (1997, 63-93). 16 Dino Compagni (1993, 30).
80 Jaume Aurell Dos espacios mercantiles antag6nicos 81

glo XV con la consolidaci6n de un centro econ6mico y cultu- nova. Desde esta perspectiva, se puede hablar de una mayor in-
ral de primer orden como Florencia y, por contraste, con la tegraci6n de Florencia con respecto a su hinterland, asi como
pérdida de peso especifico del que habia sido un importante unas comunicaciones mas asequibles con el interiore
centro politico y financiero del Mediterraneo occidental como Aunque de modo esquematico, una simple visi6n de los pIa-
Barcelona17 • Un contraste que, a mi juicio, esta adecuadamen- nos urbanos de las dos ciudades a finales del siglo XV es ya
te simbolizado por la decidida apuesta de los florentinos hacia muy significativa. El mapa urbano de la Barcelona de finales
el arte renacentista y, por contraste, por el apego de la sociedad del siglo XV es, a primera vista, similar al de la Florencia del
barcelonesa a las formas juiciosas y tradicionales de la: arqui- mismo periodo. Los dos planos estan partidos en dos: por la
tectura g6tica. funci6n claramente divisoria de las Ramblas en Barcelona y
por la acci6n natural del no Arno en Florencia. Esta partici6n
La formacion y consolidacion de Barcelona y Florencia condiciona en gran medida la misma realidad fisica de las dos
durante la Edad Media: una vision generaI ciudades, influyendo enormemente en el desarrollo y la orga-
nizaci6n de su estructura social.
Respecto a la ubicaci6n general de ambas ciudades, Barcelo- Analizando el plano de Barcelona (fig. 1), se deduce fa-
na quedaba integrada en el centro de un extenso anfiteatro geo- cilmente que el influjo de la ciudad romana es enorme en la
16gico, lo que le permitia una ulterior expansi6n urbana hacia el ciudad medieval, como sucede en tantas otras ciudades medi-
apacible y extenso pIa que le rodeaba18 • En este sentido, el pla- terraneas de este periodo. De hecho, no es demasiado aventu-
no de Barcelona tiene unos elocuentes paralelismos con el de rado sintetizar la historia de la Barcelona medieval como una
Génova, aunque ésta se vio tempranamente mucho mas aprisio- continua aspiraci6n en convertir la vieja civitas romana, de un
nada por las. montafias debido a su mayor cercanfa con el mar19 • talante nitidamente administrativo, en un verdadero centro ur-
Florencia, por su parte, esta integrada en un espacio algo mas bano moderno. Uno de los retos principales de la Barcelona
irregular, como lo ponen de manifiesto las diversas colinas que medieval es, en efecto, aglutinar 10s diferentes burgos y las tie-
rodean la ciudad. Pero, mas alla de los muros de la ciudad, las rras del entorno en un mismo proyecto politico, buscando un
rupturas no son ni mucho menos tan radicales como lo son la adecuado equilibrio entre las acciones humanas y las condi-
sierra del Tibidabo en Barcelona o las montafias ligures en Gé- ciones fisicas e intentando alcanzar un verdadero crecimiento
econ6mico, que no estuviera basado unicamente en el inter-
cambio de productos de luj020.
17 Tal como lo puso de manifiesto J. N. Hillgarth (1975, 1-54). Un proyecto magnanimo, que pasaba en primer lugar·por
18
El pla de Barcelona es una caracteristica extensi6n "plana" de terreno
que rodeaba la ciudad medievale Hoy en dia esta completamente ocu-
construir una ciudad desde el punto de vista urbano. En este
pada por 10s edificios construidos posteriormente, pero en aquellos si- sentido, y a diferencia de lo que sucede en Florencia, hay poco
glos se trataba de un fértil terreno agricola que conectaba, ya al pie de de planificaci6n en la construcci6n urbana de la Barcelona
las faldas del Tibidabo, con algunos nucleos rurales (Sarrià, Sant Ger- medievale El inicio de la vitalidad comercial, que se puede da-
vasi, Sant Martf de Provençal, etc.) que hoy han sido absorbidos por la
ciudad pero que entonces teman una significativa dependencia respec-
to a Barcelona.
19 Como lo pone de manifiesto, en su primer capitulo, J. Heers (1961). 20 J. E. Ruiz-Domènec (1997, 63).
82 Jaume Aurell Dos espacios mercantiles antagonicos 83

tar entre los siglos XI y XIT, impele automatica e inconscien- todologias empleadas hasta entonces, corresponden a Albert
tem~nte a la ciudad hacia un crecimiento urbano espontaneo y Garcia Espuche y Manuel Guàrdia27 • En estos trabajos, geo-
' . 21 .
dinannco grafia e historia se complementan flexiblemente, buscando un
Esta vitalidad demografica y comercial se deja sentir en el equilibrio que no siempre es facil de concretar.
plano urbano, a mi juicio, en tres ambitos: en las continuas y Pero, para objetivar de alguna manera esta imbricaci6n teji-
algo impetuosas ampliaciones fisicas de los diferentes barrios, do urbano-estructura social, es necesario partir de que la ciu-
en las mutaciones socio-profesionales que se verifican en el dad medieval es una creaci6n espontanea, basada en los funda-
seno de esos mismos sectores urbanos y, por fin, en las nece- mentos -fisicos y conceptuales- de la ciudad antigua28 • Para
sarias ampliaciones de las murallas que se realizan, no sin un empezar a profundizar en esta direcci6n, es esencial partir del
cierto desfase con las necesidades reales de la ciudad. crecimiento fisico de la ciudad, sus progresivas ampliaciones,
su organizaci6n interna y su desarrollo urban029 • Como fruto
La evolucion del tejido urbano de la Barcelona de la evoluci6n urbana de la ciudad de Barcelona a lo largo de
medieval los siglos medievales, se van conformando dos sectores urba-
nos verdaderamente opuestos en su fisonomia y en su talante:
Una de las claves para entender la evoluci6n de la ciudad de la ciudad pasiva y la ciudad activa.
Barcelona durante la Edad Media es el analisis de su configu- La ciudad pasiva se organiza en torno al centro politico y
raci6n urbana. Los ultimos estudios sobre la transformaci6n de administrativo que constituye el nucleo originario de la vieja
la ciudad medieval han demostrado que es posible interrela- civitas romana (fig. 2). Alli, alrededor de la vieja acr6polis ro-
cionar aspectos tan aparentemente dispares como el tejido ur- mana construida sobre una pequena elevaci6n denominada el
bano y sus fundamentos sociales, econ6micos. y culturales22 • Monte Taver, se van edificando las construcciones mas repre-
La historiografia catalana ha sido cautivada, desde bien pron- sentativas de la ciudad, simbolos del poder politico y del am-
to, por este intento. Los pioneros trabajos de Salvador Sanpe- bito religioso: el palacio real,la sede del consejo de la ciudad,
re i Miquep3 fueron un primer paso. Después, llegarfa la mano la catedral, el palacio episcopal.
erudita de autores con tanto prestigio como Francesc Carreras A lo largo de la historia de la ciudad, diversas fuerzas cen-
i CandF4, Agusti Duran i Sanpere25 o Adolfo Florensa26 • Las trffugas han intentado arrebatar, sin demasiada fortuna, la po-
ultimas aportaciones, que han renovado con decisi6n las me- sici6n privilegiada del centro urbano de tradici6n romana30 . La
atracci6n de estas fuerzas ha sido ejercida, basicamente, desde
el mar y desde la montana, en una relaci6n dialéctica cuya
21 Una sintesis muy lograda del crecimiento urbano de la Barcelona de comprensi6n esta en la base de muchos de los factores que
este periodo en P. Banks (1992, II, 25-71).
22 Un buen exponente de este intento es el artlculo de J. Amelang (1979, 56).
23 S. Sanpere i Miquel (1890-1892). 27 A. Garda Espuche - M. Guàrdia (1986).
28
24 Especialmente, algunos apartados de su obra enciclopédica La ciutat J. Heers (1978, 161).
de Barcelona (1916). 29 De la relaci6n espacio urban%rganizaci6n social en la Barcelona ba-
25 A. Duran i Sanpere (1972). jomedieval nos hemos referido en J. Aurell (1992, 253-273).
26 A.FlorensaiFerrer(1962, 113-128). 30 A. I;>uran i Sanpere (1972, I, 141).
84 Jaume Aurell Dos espacios mercantiles antag6nicos 85

mas han influido en la historia de Barcelona. En este sentido, efecto, ese traslado del centro geométrico de la ciudad en el si-
cobra excepcional importancia la divisi6n en quarters, que se glo XV es la mejor imagen de la recuperaci6n del protagonis-
ha impuesto tradicionalmente -desde los origenes de la ciu- mo por parte del centro administrativo, heredero de la vieja
dad- como divisi6n administrativa. ciudad romana -que hemos denominado también la ciudad pa-
La Barcelona bajomedieval habfa conservado la estructura siva- en detrimento de la ciudad activa, la cual habia protago-
viaria basica de la ciudad romana. El centro hist6rico -la anti- nizado, durante el periodo del siglo XI al XIV, el desarrollo
gua acr6polis romana- era un punto de atracci6n, alrededor comercial y politico de la Barcelona medievale
del cual se habia ido distribuyendo la poblaci6n, reflej ando La vieja civitas romana, con diversas variaciones hist6ricas,
con su organizaci6n espacial una estructura social y unas rela- siempre ha sido el eje vertebrador de la vida politica y admi-
ciones funcionales concretas. La distribuci6n tradicional de la nistrativa de la ciudad, lo que le ha valido un prestigio urbano
Barcelona medieval se estructur6 asi en cuatro quarters, que incontestable. Ciertamente, la estructuraci6n de la Barcelona
las fuentes de la época -principalmente los fogatges- distin- del siglo XX, con su caracter de metr6poli, ha hecho variar
guen claramente: el sector Sureste, la franja marftima mas esta configuraci6n. Pero, indudablemente, la zona ocupada por
comprometida con el comercio (Santa Maria del Mar); el sec- la antigua ciudad romana -que los barceloneses de hoy identi-
tor Suroeste, que ocupaba la otra franja marftima de la ciudad fican como el "casco antiguo" o el "barrio g6tico"- no deja de
(Framenors); el sector Noreste, cuyo crecimiento se identifica tener una indudable atracci6n como nucleo originario de la
con el crecimiento demografico de la ciudad (Sant Pere); yel ciudad, en el que todavia se concentran los edificios rectores
sector Noroeste, que responde al titulo de la Barcelona mas de las dimensiones politicas -la Generalitat y el ayuntamien-
tradicional (Santa Maria del Pi) (fig. 3). to-, religiosas -la catedral, el palacio arzobispal- y culturales
, Ciertamente, los quarters eran una divisi6n puramente ad- -museos, archivos y vestigios artfsticos.
ministrativa, basada en factores de geometria y de tradici6n, Por contraste a la ciudad administrativa, a partir del siglo
que no definfan barrios coherentes ni realidades socio-profe- XI se van desarrollando nuevos barrios en la periferia de la
sionales. Con todo, constituyen una buena base para iniciar el ciudad, donde se asienta la nueva burguesfa. Se trata de un
estudio socio-topografico de la ciudad, porque los fogatges centro mas activo profesionalmente y mas flexible socialmen-
-principal fuente de demografia medieval- se basan en ellos te, que se opondrfa a los barrios de la ciudad mas tradicional
como divisi6n administrativa. Por otra parte, su evoluci6n es o pasiva.
muy significativa: si en el siglo XIV el centro neuraIgico de la La expansi6n de la Barcelona medieval a partir de la antigua
ciudad -lugar de intersecci6n de los cuatro sectores- estaba civitas romana se verifica, basicamente, a partir de tres nucle-
localizado en la Plaça del Blat, en el siglo XV se traslada ha- os originarios: el Mercadal y la Ribera -expansi6n oriental-,
cia el nuevo centro politico y administrativo, la Plaça de Sant las Ramblas y Raval -expansi6n occidental- y la fachada lito-
Jaume, en sintonfa con los cambios que estaban operando en ral -expansi6n meridionale Si el viejo recinto romano es el
la sociedad barcelonesa de finales de la Edad Media31 • En punto de partida y el centro neuralgico de la ciudad medieval,
el viejo burgus altomedieval es el punto de arranque de la ex-
pansi6n urbana de Barcelona. De hecho, se puede afrrmar que
31 M. Guàrdia - A. Garda Espuche (1992, ID, 67). en el espacio urbano medieval barcelonés, como en tantas
86 Jaume Aurell Dos espaeios mereantiles antagonieos 87

otras ciudades europeas de este perfod032 se pueden distinguir cleos aIrededor de la vieja ciudad romana. Estos nucleos de
claramente dos zonas: la eivitas o urbs (el area incluida en las crecimiento se suelen desarrollar aIrededor de las iglesias pa-
murallas romanas) y el suburbium o burgus (la primera expan- rroquiales (Santa Maria del Pi, Sant Cugat del Ree, Sant Pere
si6n de la ciudad medieval fuera de esas murallas )33. de les Puelles), de otros centros espirituales (como el conven-
El primer burgus tiene su punto de partida en torno al Mer- to de los Franciscanos o el convento de Santa Ana) o del resto
eadal, al pie de la muralla oriental. Es muy sintomatico que el de la franja maritima de la ciudad, entre la Ribera y los fran-
crecimiento mas dinamico de la ciudad esté localizado en la ciscanos. Estas diferentes etapas de crecimiento, tienen un re-
vertiente orientaI del nucleo romano, cuando -por contraste- flejo muy caracterfstico en las categorfas socio-econ6micas de
la ampliaci6n de las murallas disefiado por Pedro el Ceremo- la ciudad en el siglo XV, cuando la configuraci6n urbana ya
.nioso afect6 basicamente a la vertiente occidental (acogiendo esta lo suficientemente formada como para distinguir bien la
el Raval dentro de la ciudad, mas alla de las actuales Ram- 10calizaci6n de cada grupo. De este modo, el centro romano
blas). Yes que el barrio que parte del Mereadal y se extiende adquiere un marcado caracter aristocratico, tendi~ndo a pro-
hacia el Sur --el mar- y hacia el Noreste --camino de Gerona y yectarse hacia barrios mas occidentales. El barno de Santa
Francia-, se va consolidando a lo largo de los siglos medieva- Maria del Mar asume entonces una funci6n mucho mas pro-
les como un barrio mercantil, pescador y marinero, que crece ductiva y emprendedora, lo que contribuye a ahondar en la pe-
impulsado naturalmente por la expansi6n demognifica y co- culiar dicotornfa eiudad pasiva-ciudad aetiva a la que ya he-
mercial, y no necesita por tanto del impulso institucional34• mos hecho referencia, lo que marca una de las caracterfsticas
El Mereadal, localizado frente a la Plaça de Sant Jaume, es mas remarcables en la Barcelona medieval.
un punto de entrelazamiento clave entre el mundo rural y el La formaci6n del Raval, la ultima zona de crecimiento de la
mundo urbano, y juega un papel fundamental en la primera ciudad medieval, posee unas connotaciones especIficas. ASI
expansi6n de la ciudad medieval. De hecho, Barcelona basa como la expansi6n orientaI de la ciudad (Mercadal, Santa Ma-
gran parte de suedinamismo econ6mico y comercial en un ar- ria del Mar) se verifica en el marco de la primera ampliaci6n
monioso equilibrio entre su nucleo urbano y el hinterland. de las murallas romanas en el siglo XIll por Jaime I, el desa-
Para Barcelona, su hinterland es la ti erra que rodeaba la ciu- rrollo del Raval esta Intimamente relacionado con las "terce-
dad a nivellocal-el Pia de Bareelona- y a niveI general--el ras" murallas, construidas por Pedro el Ceremonioso a lo lar-
entero territorio de la Corona de Arag6n. go del siglo XIV. De hecho, al cerrarse el recinto de la parte
Ademas del nuevo nucleo urbano, que traza una lfnea dia- orientaI de la ciudad, simultaneamente, se inicia la muralla del
gonal imaginaria que transcurre del Mercadal a la iglesia de Raval, que acoge por fin edificios tan representativ~s como las
Santa Maria delMar, se van desarrollando otros pequefios nu- Atarazanas y, mas hacia el interior, la iglesia romaruca de Sant
Pau del Camp, Sant Llàtzer, el monasteri o de Montalegre o el
Convent del Carme.
32 Ver 10s miiltiples ejemplos que presentan G. Jehel- P. Racinet (1996). El crecimiento urbano de esa zona se ve muy favorecido, evi-
33 Son utiles 10s COìnentarios que hace al respecto S. P. Bensch (1995, 31 dentemente, por la construcci6n de la muralla del siglo XIV;
Y ss.). con todo, su dinamismo es mucho menor -tanto en el ritmo de
34 M. Guàrdia - A. Garda Espuche (1992, 41). las edificaciones como en el tal ante de las actividades profesio-
88 Jaume Aurell Dos espacios mercantiles antagonicos 89

nales desarrolladas por sus habitantes- que el del sector orientaI obras se inician en 1439, aunque s6lo se consigue concluir un
de la ciudad, identificado con los valores de la vida emprende- dique. Pero su utilidad fue effmera por la erosi6n que se produ-
dora de los mercaderes. En todo caso, a partir de mediados del jo en el mismo perfillitoral. Esto produjo una reconsideraci6n
siglo xrv, el Raval es el area mas importante nuevamente urba- del proyecto en 1477, poco después de la guerra civil. No mu-
nizada por la ciudad, partiendo del espacio imaginario cuyos cho mas tarde estaba concluida esta nueva fase de la construc-
vértices coincidirian con las Ramblas, el Carme y el HospitaI. ci6n del puerto, que no sena tampoco la defmitiva y que, ade-
Respecto a los dos primeros frentes de expansi6n urbana, la mas, habfa llegado, por lo menos, con dos siglos de retraso.
oriental se produce de un modo mas espontaneo y la occiden- Ciertamente, las necesidades estructurales de la navegaci6n
tal, por contraste, de un modo roas planificado. Estos dos mo- de la época no eran demasiado exigentes. La misma playa
dos de crecimiento daran como resultado una diferente con- ejercia la funci6n de puerto y habfa proliferado notablemente
cepci6n del trabajo, que se refleja en la distinci6n la ciudad un grupo profesional de porteadores, poco cualificado, que se
activa -localizada hacia el oriente- y de la ciudad pasiva -10- encargaban de trasladar las mercancfas de los barcos que arri-
calizada hacia el occidente. Y también sufriran una evoluci6n baban a la ciudad y no podian calar directamente en la playa
por su tamafio o por las concretas condiciones climatol6gicas
diferente desde la perspectiva social, lo que producira una pro-
reinantes. De hecho, toda la franja marftima de la ciudad era
funda cesura cuya consecuencia mas dramatica sera la guerra
utilizada, en un recorrido de N orte a Sur, como puerto, como
civil catalana del siglo xv.
playa de pescadores y, por fin, co~o atarazanas, tal como hoy
El tercer flanco de crecimiento lo constituye la franja de te-
todavfa se puede comprobar36 • El tortuoso camino por el que
rreno materializada por el puerto y la fachada litoral. Mucho tuvo que pasar el disefio del puerto hasta su asentamiento de-
se podria hablar aquf de la trascendencia que tiene para Barce- finitivo muestra una vez mas el poco aprecio de la vertiente
lona tener la posibilidad de mirar al mar y lo poco que lo ha marftima que, durante largos perfodos bist6ricos, tuvieron los
aprovechado a lo largo de toda su bistoria. Evidentemente, hay grupos rectores de la ciudad de Barcelona.
épocas en que la ciudad ha sabido mirar al mar -sobre todo , Este somero repaso de los tres frentes de expansi6n de la
i)
los siglos de la expansi6n mediterranea medieval- pero el re- ciudad -oriental, occidental y frente marftimo- permite cons-
sultado final de la evoluci6n, en términos de media duraci6n , tatar la complejidad de la evoluci6n de la configuraci6n urba-
II·;.':· es que la zona costera ha quedado en manos de los agentes so- na de Barcelona y, al mismo tiempo, los diferentes tipos de
If'.•.·.· ciales con menor capacidad emprendedora y con menor in- relaci6n que se producen en cada sector entre una realidad ge-
fluencia desde el punto de vista politico. Esta circunstancia ografica determinada y unos tipos socio-profesionales deter-
posee una carga simb6lica llena de contenido. minados.
En este sentido, es sintomatico que Barcelona no iniciara la
construcci6n de su puerto hasta finales del siglo :XV35 • Las

35
Algunas noticias de las vicisitudes por las que pas6 la construcci6n del
puerto de Barcelona estan recogidas en J. Sobrequés - J. F. Cabestany
(1972). 36 M. Guàrdia - A. Garcia Espuche (1992, 63).
90 Jaume Aurell Dos espacios mercantiles antagonicos 91

La fisonomia urbana de la Florencia renacentista siglos, la contenida inercia de las dos comunidades se dej ara
sentir en otros campos como el desarrollo econ6mico o el di-
El plano de Florencia aparece, a primera vista, algo mas po- namismo politico, a través de un vibrante y ambicioso progra-
liédrico (fig. 4). No es tan sencillo dividir en grandes barrios la ma de gobierno.
ciudad, tal como se ha hecho con Barcelona. La compleja to- Tanto Florencia como Barcelona estan expuestas a las pe-
pografia de la ciudad condiciona en mayor medida la estructu- ri6dicas inundaciones fruto de las torrenciales lluvias otofiales.
ra urbana de Florencia que en la Barcelona medieval. Algunas Mucho mas devastadoras en el caso de Florencia donde, dos o
colinas sobresalen sobre elllano; desde ellas se pueden obte- tres veces cada siglo, las Cr6nicas describen las penosas con-
ner algunas visiones generales de la ciudad que es imposible secuencias del desbordamiento del Arno. Pero el no propor-
tener en Barcelona. El no Arno constituye algo asi como el va- cionaba el abastecimiento de agua para la ciudad, en abierto
lle de la ciudad, una hendidura que tampoco existe en absolu- contraste con otras ciudades toscanas como Siena, Arezzo o
to en la ciudad conda!. Cortona y a diferencia también de otras ciudades catalanas,
Los relieves naturales (la combinaci6n entre valles y coli- Barcelona incluida (aunque ésta contaba con el no Llobregat
nas) cuentan con el contrapunto de las irregularidades de la fi- unos kil6metros hacia el Sur y con el no Bes6s hacia el N orte,
sonornfa urbana fiorentina, donde conviven muros con torres ambos hoy engullidos por la ciudad moderna).
y puentes con caminos. La centralidad del no Arno es, sin En todo caso, la proximidad de los nos tanto en Florencia
duda, uno de los mayores condicionantes de su estructura ur- como en Barcelona permiti6 a estas dos ciudades ser unos im-
bana. La ubicaci6n de la ciudad fiorentina en elllano contras- portantes centros manufactureros textiles, lo que les convirti6
ta con la de tantas otras ciudades toscanas situadas en lo alto de modo natural en los centros econ6micos mas importantes
de las colinas, por raz6n de la mejor defensa de sus ciudades, de Toscana y Cataluna respectivamente.
como ocurre con Siena, Volterra, Cortona o San Gimignano. La diferencia era, sin embargo, que el no Arno era navega-
S610 Pisa y Florencia estan situadas en elllano, lo que en el ble durante algunas estaciones del ano y en cambio Barcelona
caso de Pisa tiene la explicaci6n evidente de su condici6n de no disponfa de ninguna arteria fIuvial que llegara hasta la mis-
puertomaritimo. ma ciudad para transportar personas o mercadenas. Tampoco
La ribera del Arno no atrajo de modo masivo, en efecto, a es que el no Arno supusiera para Florencia una garantia per-
los grandes centros urbanos de la Toscana, por su tendencia a manente de navegabilidad; pero, desde luego, era un buen
las inundaciones, el dificil drenaje de la tierra y la aridez de las complemento al transporte terrestre que, en definitiva, era el
cosechas. Pero, al igual que sucedi6 con Barcelona, un lento mas u~lizado. Todo ello favoreci6 las comunicaciones y el co-
proceso de desecaci6n y colonizaci6n se llev6 a cabo durante mercio de Florencia con otro gran centro: Pisa. En cambio,
los primeros siglos medievales en Florencia. Y lo que en -un Barcelona no dispuso de la posibilidad de intercambiar mer-
principio constituia un freno al desarrollo -las zonas pantano- cancias con otro centro econ6mico importante cercano, lo que
sas de las rieras barcelonesas y las anegadas zonas colindantes indudablemente redujo su capacidad mercanti! pero aviv6 el
de la ribera del Amo en Florencia- se convertira mas adelante espmtu emprendedor de los mercaderes barceloneses, que se
en uno de los principales propulsores de la vitalidad de ambas las ingeniaron para especializarse en el comercio a larga dis-
ciudades. Vencidas las dificultades fisicas tras un esfuerzo de tancia. Y fue precisamente la decadencia del comercio de lar-
92 Jaume Aurell Dos espacios mercantiles antagonicos 93

go .alcance -que afect6 a todo el Mediterraneo en la ultima zona del Raval), lo que contrasta enormemente con la inacaba-
Edad Media, tal como recientes investigaciones estan demos- ble riqueza del renacimiento fiorentino. Pero, al mismo tiem-
trand037- una de las causas principales de la decadencia de po, las numerosas joyas g6ticas arquitect6nicas de Barcelona
Barcelo?a como potencia mediterranea de primer orden, y no -entre las que indudablemente destaca con luz propia la sim-
tantoellIDpacto de una supuesta crisis econ6mica de tintes de- plisima esbeltez de la iglesia de Santa Maria del Mar- con-
terministas38 • trastan con el paso de esa corriente artistica por Florencia, que
Florencia era un importante centro de comunicaciones de tuvo mas de intermediario que de punto de llegada. En la ciu-
Italia. Muchas de las mercancias que teman su origen: en el dad italiana hay, evidentemente unos exponentes riqulsimos
Norte de la Pemnsula "(sobre todo de la zona de Lombardia del G6tico (Palazzo della Signoria, el del Bargello, la iglesia
d~sde Génova a Venecia) debian pasar necesariamente por l~ de la Santa Croce y Santa Maria Novella) pero no es menos
cludad en su paso por los Apeninos. Sin embargo, también es cierto que el Renacimiento se implant6 alli con una enorme
cierto que Florencia se encontr6 conalgunos elementos ffsicos fuerza y es el estilo arquitect6nico por el que verdaderamente
que condicionaron su expansi6n, cosa que no sucedi6 en Bar.:. se reconoce a la ciudad toscana, sin desmerecer l6gicamente
celona. En concreto, algunas colinas circundantes taponaron el sus antecedentes g6ticos.
crecimiento en alguna direcci6n, y lo recondujeron hacia zonas Otra diferencia entre la fisonomfa de la Florencia y la Bar-
mas llanas. Es lo que sucedia, por ejemplo, en toda la vertiente celona medieval es la abundante presencia en la ciudad tosca-
Sur de la ciudad, desde la Puerta de San Niccolò a la Puerta de na de los puentes sobre el rio Arno. S610 el Ponte Vecchio se
San Piero Gattolino (hoy Puerta Romana), cuyo limite bien salv6 del vandalismo nazi, que destruy6 todos los demas a su
delimitado por las murallas, se adapta perfectamente a Ìas si- paso por la ciudad en 1944. Sin embargo, basta con admirar
nuosidades que el terreno presenta en ese fianco de la ciudad. ese puente para darse cuenta de su integraci6n en el urbanismo
Pero lo que sin duda diferencia formalmente a las dos ciuda- de la ciudad. Muchos de los puentes fiorentinos conteman al-
des hoy en dia es que la ciudad toscana, por contraste'con Bar- gunas edificaciones en su interior, lo que desde luego es un pa-
celona, no ha conservado intacta la fisonomfa de su barrio me- ralelismo con lo que sucedi6 con la muralla de Barcelona, que
dieval. Esta circunstancia es una conlIrmaci6n de la notable se fue llenando de edificaciones con el paso del tiempo, lo que
~iverge~cia en cuanto a la evoluci6n de las dos ciudades a par- exigi6 una intervenci6n directa de las autoridades para frenar
tir del s~gl? ?,y, cuand~ B arcelona se estanca en el G6tico y el proceso.
Fl?renCla lD1Cla una bnllantisima singladura por el Renaci- A diferencia de Barcelona, no habla en Florencia unos ba-
IDlento. Este hecho se refieja en las construcciones y también rrios claramente orientados hacia una actividad o que se carac-
en el arte: en Barcelona s610 hay un exponente notable del Re- terizaran por el diferente poder adquisitivo de sus habitantes.
nacimiento arquitect6nico (el convento de los .Angeles, en la Cada barrio era un mezcla de talantes sociales (patriciado jun-
to a artesanado), econ6micos (actividad textiljunto a agentes
especulativos) y espirituales (la vida de las parroquias junto a
37
38
"tT. •
ver, especlalmente, el sugerente amculo de D. Abulafia (1997,21-41). la vida conventual de los mendicantes). Las diferencias res-
Tal como ya avanzaron en su dia J. E. Ruiz-Domènec (1977, 71-117) pecto a Barcelona responden al desordenado y espontaneo ca-
Y M. Del Treppo (1972). racter del crecimiento de Florencia durante los primeros siglos
94 Jaume Aurell Dos espacios mercantiles antag6nicos 95

medievales y también -y esto es quizas mas especifico de la vidades profesionales. Es el caso de las zonas tipicas de manu-
ciudad toscana- a la tradici6n social, bien diferente de la de facturas textiles en los barrios del Espiritu Santo y de San
Barcelona. Martin, cerca de la Catedral o la fabricaci6n y las ventas de
En Florencia pesaba mucho el clan familiar, que tenia a su material militar en el barrio de San Juan, al Noreste de la Ca-
vez una concepci6n mucho mas extensa que los clanes fami- tedral. El barrio de los trabajadores mas humilde era el de San
liares barceloneses39 • De este modo, se puede identificar al Frediano, lo que es una buena muestra del peso de las tradicio-
clan de los Albizzi en la zona conocida como el Borgo degli nes en las ciudades, ya que esa identificaci6n se ha mantenido
Albizzi, al Sureste de la Catedral; o de algunas familias mer- hasta bien entrado el siglo xx.
cantiles, cerca de la iglesia de los franciscanos de la Santa
Cruz; o la familia banquera de los Bardi, a lo largo de la Via Conclusiones
Bardi; o los Medici, concentrados aIrededor de la parroquia de
San Lorenzo cerca del Viejo Mercado; o los Strozzi, aIrededor Una agitada y dinamica evoluci6n urbana se percibe en los
del monasterio de la Santisima Trinidad; o los Alberti, que se planos de las ciudades medievales de Florencia y Barcelona.
concentraban en el poco aseado barrio de la iglesia de la San- Después del crecimiento impetuoso y desordenado de los pri-
ta Cruz, rodeados de tiendas textiles. meros siglos medievales, Florencia establece, a partir de la ge-
Probablemente, algunas de estas familias hubieran preferi- neraci6n de Dante Alighieri, las reglas de un urbanismo plani-
do unas zonas algo mas atractivas para ubicar sus elegantes ficado, encabezado por unas figuras de la talla de Brunelleschi
palacios, lejos de los barrios donde se concentraban la produc- o Alberti.
ci6n textil y el trabajo artesanal. Pero solia pesar mas la tradi- Barcelona, por su parte, desarrolla un audaz pIan de cons-
ci6n familiar y los nexos que les ligaban al poder politico. En trucciones durante el reinado de Pedro el Ceremonioso a me-
este contexto, es bien significativo que buena parte de las ca- diados del siglo XIV. \In pIan que se vera drasticamente redu-
lles de los barrios burgueses barceloneses lleven nombres de cido a tmales de siglo ante la pequefiez de miras de algunos de
actividades profesionales (sabaters, teixidors) y, por el contra- los monarcas que le sucederan, condicionados por el progresi-
rio, algunas calles florentinas estan bautizadas, significativa- vo enrarecimiento del ambiente politico que se experimenta en
mente, con el nombre de algun clan familiar importante de la la ciudad condal.
ciudad. Por otra parte, el desarrollo de la Barcelona medieval esta
Sin embargo, también en la Florencia medieval se aprecia mucho mas condicionado que el de Florencia por la marcada
algun grado de identificaci6n entre 10s barrios y algunas acti- impronta politico-administrativa de la vieja ciudad romana, 10-
calizada en el centro geométrico del plano urbano. Los nuevos
barrios burgueses dirigen su expansi6n hacia la franja marfti-
39 A / ma, convirtiendo a la vieja ciudad romana y altomedieval en
Sl.como no hay todavia un mode10 acabado de la organizaci6n fami-
liar de la Barcelona bajomedieval y renacentista, si que existen varios una decidida apuesta hacia la expansi6n marftima. S610 a fina-
para la Florencia del mismo periodo, entre los que se puede destacar el les de la Edad Media, después de la guerra civil de 1462, esta
que realizo C. De La Roncière (1999 [1985], 161-300). Hemos compa-
rado 10s parametros que presenta con lo que publicamos en su dia en J.
tendencia volvera a remitir, con el triunfo de las facciones me-
Aurell (1996, 31-81). nos emprendedoras de la ciudad, reflej ado claramente en las
96 Jaume Aurell Dos espacios mercantiles antag6nicos 97

esferas politicas, econ6micas y sociales, parapetadas en el ba- grupos sociales. En Florencia, como en todas las ciudades me-
mo dè la vieja ciudad romana. dievales, también se percibe una cierta identificaci6n socio-ur-
Barcelona deja de mirar al mar en ese preciso instante, lo que bana, pero sin llegar ni mucho menos al niveI de Barcelona.
serefleja en la priorizaci6n urbanistica del terreno del interior No debe ser ajeno a esta realidad que muchas de Ias calles de
en contrade la franja marftima. La mejor materializaci6n de la Florencia medievalllevan el nombre de algunas familias y,
esta tendencia es el prestigio que han ido asumiendo, a lo largo en cambio, las de Barcelona se identifican por el nombre de al-
de la dilatada historia de Barcelona, la calle de Montcada du- gunas profesiones. Esto pone de manifiesto la fuerza de los
rante 108 siglos xm a XVI, el Paseo de Gracia durante el siglo clanes familiares en Florencia y la fuerza de las categorias so-
XIX y el barrio de Pedralbes durante el siglo XX: una elocuen- cio-profesionales en Barcelona.
te evoluci6n del asentamiento de las elites urbanas barcelone- Por otra parte, los contrastes entre los modelos de urbaniza-
sas de las zonas mas costeras bacia el interior4°. Una situaci6n, ci6n también tienen su paralelismo en la concepci6n de los
en fm, que ha devenido cr6nica en la ciudad y que s610 ha sido edificios mas representativos de ambas ciudades. Probable-
parcialmente corregida con el ambicioso proyecto urbanistico mente, los dos edificios mas emblematicos de la Barcelona y
Ilevado a cabo por la ciudad a rafz de la organizaci6n de los la Florencia de este periodo son, respectivamente, la iglesia de
Juegos Olfmpicos de 1992. Santa Maria del Mar y el Duomo. El purfsimo estilo g6tico
El desarrollo urbano de Florencia, por contraste, no esta tan barcelonés de la llamada "catedral dels mercaders" y el impo-
condicionado como Barcelona por el peso de la tradici6n. Qui- nente estilo renacentista de la catedral florentina son el mejor
zas esto explique en parte el dinamismo y la flexibilidad de testimonio del talante tan opuesto de las dos ciudades: tradi-
sus pr9yectos polfticos y de su desarrollo urbano. Si en la Bar- cional, integro, espiritual y algo atormentado el de Barcelona;
celona medievalse puede detectar facilmente un centro geo- majestuoso, suntuoso y magnanimo el de Florencia. O, dicho
métrico (seftalado por una piedra situada el punto de intersec- de otro modo, el predominio del G6tico en Barcelona y la
ci6n entre los cuatro qttarters de la ciudad medieval) y un eclosi6n del Renacimiento en Florencia. La cansina pero efi-
centro natural (situado en la vieja acr6polis romana), nada de caz preservaci6n de lo tradicional en Barcelona contra la acti-
eso sucede en la ciudad toscana. Este contraste viene en parte va busqueda de lo original en Florencia.
condicionado por la descentrada localizaci6n del rio Arno. Muchas otras consecuencias se podrfan sacar de la lectura
Pero las razones de esa menor jerarquizaci6n urbana de la Flo- de los planos urbanos de la Barcelona y la Florencia medieval,
rencia medieval son mucho mas complejas y remiten alllama- pero baste esta pequefia muestra para confrrmar la validez del
tivo dinamismo de la ciudad toscana. método de la historia urbana comparada para leer con fruto el
Se comprende mejor asi, por ejemplo, que en Barcelona expresivo libro de'la historia de las ciudades medievales medi-
baya también una mayor y mas rigida identificaci6n de los di- terraneas.
ferentes barrios con el ejercicio de determinadas profesiones o

40
A este tema nos hemos referido en J. Aurell- A. Puigarnau (1998, 180-
184).
98 Jaume Aurell Dos espacios mercantiles antagonicos 99

_ Edificios publicos, parroquias y cenobios _ Edificios publicos, parroquias y cenobios

~ Otras edificaciones ~ otras edificaciones


c=:J Huertos c:JHuertos

14. Jonqueres 29. Castell Nou Fig. 2. La civitas romana de la Barcelona medieval.
1. Natzaret, procurado-
ria de Poblet 15. Montsi6 30. Casa de la Ciutat
2. Procuradoria de Mon- 16. Les Magdalenes 31. Sant Miquel
talegre 17. Sant Pere de les 32. Sant Just
3. SantAntoni Puel·les 33. Sant Agusti
4. Jerònimes 18. Sant Joan de Jerusalem 34. Palau del Govemador
5. Sant Llàtzer 19. Santa Maria del Pi 35. Santa Maria del Mar
6. Egipcfaques 20. Palau del Bisbe 36. Sant Francese (Fran-
7. Carmel 21. Hospital de Sant Sever ciscans)
8. Hospital de Santa 22. La Seu (Catedral) 37. LaMercè
Creu 23. Diputaci6 38. Convent de la Mercè
9. Jerusalem 24. Palau Reial 39. Sant Sebastià
lO. SantPau 25. Santa Àgata 40. Llotja
Il. Drassanes 26. Inquisici6 41. Generai
12. Casa de la Figuera 27. Pres6 42. Casa dels Pallols
13. SantaAnna 28. Predicadors (dominics) 43. Santa Clara

Fig. 1. La Barcelona del siglo XV (A. Duran i Sempere (dir.), Historia de


Barcelona, Barcelona, 1975, p. 497).
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Fig. 3. Los quarters de la Barcelona medieval (A. Duran i Sampere (dir.), Historia de Barcelona, Barcelona,
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1975, p. 411). ~

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4. La Florencia del siglo XV (G.A. Brucker, Renaissance Florence, Berkeley, 1983, p. 9).
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II
El entramado social del Mediterraneo
Sobre la cultura de gesti6n en Barcelona durante
el siglo XIll: el ejemplo de Guillem Durfort n

José Enrique Ruiz-Domènec


Universidad Aut6noma de Barcelona

El poder politico de la Corona de Arag6n descans6 en una


cultura de gesti6n, auspiciada por unos hombres cercanos ai
rey, colaboradores suyos, incluso amigos. Situados entre la
aristocracia feudal y la burguesfa urbana, contribuyeron en
gran medida a las campafias militares de la monarqufa y a sus
proyectos maritimos. Creo yo que un ejemplo contribuira a ex-
plicar el por qué de que muchas decisiones de Pedro el Cat6li-
co, Jaime I o Pedro el Grande terminen siendo responsabilidad
de sus administradores y por qué el estudio de esos grupos so-
ciales produce un efecto muy positivo a la hora de situar la re-
alidad econ6mica del siglo XIII. El ejemplo a que me refiero
en este caso es ampliamente conocido, aunque s610 aparece en
un estudio generai sobre los efectos del gobiemo en la vida
politica barcelonesal. Sus rafces son sin embargo muy profun-
das y a ellas me quiero remitir para empezar.
Los que hayan lefdo mi libro Ricard Guillem o eZ somni de
BarceZona2 , recordaran que en el 000 1112, antes de las prime-
ras empresas maritimas de 108 condes de Barcelona, cuando
los pisanos medfan las pòsibilidades de conquistar Mallorca y
los genoveses estaban preocupados por el gran negocio abier-
to de repente con la Primera Cruzada a Tierra Santa, el disefio

l
S. P. Bensch (2001).
2 J. E. Ruiz-Domènec (2001).
144 José Enrique Ruiz-Domènec Sobre la cultura de gesti6n en Barcelona 145

politico de Ram6n Berenguer ID comenz6 por integrar en él a ese mismo alfo Bemat de Granera, hijo de Ramon de Castell-
una serie de buenos ciudadanos. vell, un rico hacendado del Bajo Llobregat, le vende unas ca-
Poco después, 10s acuerdos con Pisa, Génova y Sicilia con- sas, con huertos y vifias en Santa Maria de Comella5 ; en 1195,
solidaron la nueva clase social. Los beneficios obtenidos de la tras la muerte de Berenguer Bou, veguer de la ciudad, asume
tierra se invertfan en los negocios marftimos, y en esas opera- dicho cargo, lo que le hace aparecer un poco mas tarde como
ciones se encuentran el origen del capitaI comercial utilizado testigo en el testamento del rey6.
para la conquista militar de Mallorca por parte de J aime I. La buena relaci6n con el rey de Arag6n le permite benefi-
Contra el habito de acumular riqueza a través del uso de ·la tie- ciarse del programa de gobiemo encaminado a mejorar la fis-
rra, empero, nada se podia hacer. calidad publica. Formana parte del primer grupo de adminis-
El crecimiento de la corte en Barcelona reforz6 el papel de tradores del Estado, rompiendo una tendencia de siglos a la
ese sector social cercano a los reyes, muchos de los cuales se desorganizaci6n de las rentase ingresos publicos, cosa que en
ocuparon incluso de la administraci6n del Estado, hombres de el ultimo tercio del siglo xn dio paso a una verdadera revolu-
honor, honrats, los burgueses por excelencia, que invirtieron ci6n en el arte de contar y de medir, como podemos ver en el
sus capitales en el negocio marftimo. Aunque fueran poco nu- Dialogo del Damero que Ricardo Fitz Neal compuso para En-
merosos en Barcelona (en un recuento exhaustivo llegarfamos rique TI Plantagenet, rey de Inglaterra, padrino de Alfonso el
a contar no mas de una veintena de familias) constituyeron Trovador. Los documentos adrninistrativos abundan desde ese
una fuerza social y polftica de primer orden. Vivfan a la vez momento, y son la mejor prueba del deseo del Estado por
burguesa y noblemente, quizas por la influencia de sus espo- asentarse en unas bases s6lidas7 •
sas, en hermosas mansiones en la ciudad: eran propietarios de Guillem Durfort I, el hombre fiel, el genial administrador,
talleres, molino s, canales de agua y tierras, y a veces pasaban supo entender mejor que nadie la complejidad financiera del
largas temporadas en sus propiedades del campo pr6ximas a la Estado de Pedro el Cat6lico, hijo de Alfonso del Trovador. Du-
ciudad3 • rante unos cuantos afios, pocos a juicio de Thomas Bisson, fue
No estoy seguro de las rafces de la familia Durfort. En cam- la figura centraI de la administraci6n, el hombre clave en Ca-
bio, la veo crecer en la corte del rey Alfonso el Trovador. En talufia8 • Que las relaciones entre él y Pedro sean las de servi-
1192, el rey califica a Guillem Durfort I de fiel (fidelis)4; en
5 ACA, Cancillerfa, perg. Alfons I, num. 626: "Notum sit cunctis quod
3 • .
ego Bemardus de Granera qui fui filius Raimundi de Castro Vetulo, li-
4 C. E. Dufourcq - J. Gautler Dalché (1976, 114-115). benti animo et bona voluntate vendo tibi Guillelmo Durforfi et tuis,
Archivo de la Corona de Arag6n (en adelante ACA), Cancillerfa, perg. omnia mea directa et voces et hereditates domorum terrarum et vinea-
Alfons I, num. 641: "Notum sit cunctis quod ego lldefonsus, Dei gracia rum et arborum diversis generis cum terminis et affrontationibus et
rex Aragon, comes Barchinone, marchio Provincie dono tibi Guilelmo cum introitibus et exitibus suis integriter. Ubicumque habeo et habere
Durforti, meo fideli, in illo meo macello Barchinone sive in omnibus debeo in territorio Barchinone in parrochia Sancte Marie de Comiliano
macellis futuris etiam separatis XL. morabetini in tuam partem. Scien- tan in monte quam in plano quam in prato per omnia Ioca".
dum est enim quod ultra et magna servicia que mihi fecisti et cotidie fa- 6 ACA, Cancillerfa, perg. Alfons I, num. 700.
cis atraxisti mihi fundum et solum eiusdem macelli ac misisti et emisti 7 T. N. Bisson (1984).
ipsum de tuo propio mille CC. Solidos". 8 T. N. Bisson (1997).
146 José Enrique Ruiz-Domènec Sobre la cultura de gesti6n en Barcelona 147

dor y rey es algo completamente seguro, pero son también Ias Las acciones de Guillem Durfort I y de Guillem de· Cervera
de unos buenos amigos: Ias relaciones jerarquicas del sistema estaban rodeadas de una gran pompa tanto por los tftulos utiliza-
feudal aun no estaban en tela .de juicio (esa crisis tardara toda- dos (consiliarius y procurator) como por 10s beneficios obteni-
via diez aiios), pero se han vaciado desde dentro. dos, demostrandose asi la ambivalencia de la politica rea! sobre
Guillem Durfort I toma Ias decisiones importantes, que unas las tierras de los Pirineos en los primeros afios del siglo XIlllO.
décadas antes, en los tiempos de Ram6n Berenguer Iv, habian Ala muerte de Guillem Durfort I en 1218 fue su hija Guille-
tornado Ios vizcondes de Barcelona, los Queralt o los Montcada. ma, casada con Berenguer de Cervera, hijo de Guillem de Cerve-
Los documentos redactados por la Cancillerfa en esos afios ra, quien asegur6 el porvenir de la familia acaparando un s6lido
describen un mundo de relaciones humanas basadas en las in- patrimonio de tierras en el Rose1l6n, que incluia el castillo de
fluencias reciprocas de las cualidades individuales que, sin su- ThuÌr, gracias a un pacto con el conde del Rose1l6n Nun6 Sanç l1.
primir los papeles sociales, no se dejan aplastar por éstos: un El joven Jaime I no era un hombrede Estado como su abue-
mundo que no es de utopia, ni de denuncia de los rnecanismos lo Alfonso, ni mucho menos un idealista como su padre Pedro,
sociales, pero que esta en un momento de transici6n politica. muerto en Muret defendiendo una causa en la que no creia, y
Lo mismo puede decirse del papel de las mujeres en este ni siquiera un ferviente cat6lico que luchaba por la Iglesia de
sector social, la madre, la esposa y la hija de Guillem Durfort Roma, como su contemporaneo Luis VIll, esposo de BIanca
I. La mujer esta en esos afios en la ciudad de Barcelona en el de Castilla; él era un guerrero enjuto y valiente, que oponia a
mismo plano que los hombres, tanto en su capacidad de ceder la punzante coraza de la 16gica del Estado un deseo por con-
sus bienes, especialmente los objetos de lujo que van forman- quistar tierras en la frontera Sureste de su pais. Astuto como
do una cultura de mercado, como en su derecho a la tibre pro- Ram6n Berenguer ID, parad6jico como Ram6n Berenguer IV,
piedad de casas, huertos o vifias. sus dos célebres antepasados, no deja, cuando se lee su Llibre
En cuanto al bovagte del ano 1200 del que GuilIem Durfort dels F eyts, sombra de duda sobre su posici6n politica; y se ha
I es su contable principal (todo lo que alli se anota refleja sus de hacer cierto esfuerzo para aceptar los otros datos que los
ideas sobre la organizaci6n administrativa del Estado) vemos bi6grafos y los conocedores de toda su obra nos proporcionan
que, lej os de expresar un deseo de enriquecimiento personal, sobre su carencia de sensibilidad politica y sobre su espfritu
lleva a Guillem a demostrar siempre espfritu de iniciativa y a
no darse jamas por vencido, mientras que el rey, que parece in-
clinarse mas por la poesia trovadoresca y por la guerra, se de-
jar llevar por los acontecimientos. Las cuentas conservadas de lO ACA, Cancillerfa, pergs. Jaume I, num.1I8. Cfr. T. N. Bisson (1997,
10s aiios siguientes (1207-1212) muestran, aunque de manera 169).
11 ACA, Baix Llobregat, 4-82-109: "Notum sit eunetis quod nos Nuno
rudimentaria, su pape1 como tesorero y administrador de 10s Saneius, Dei Gratia eomes Rosellionis et Confenti ae Cerritaniae, et
viajes dip10maticos del rey Pedro en el Sur de Francia, mien- ego domina Guillelma, fillia Guilelmi Durforti, quodam, et uxor Beren-
tras un ambiente de Cruzada se extendia contra los cataros9 • garii de Cervarla, nos duo similiter per nos et per omnes nostros presen""
tes ae futuros deponimus penes loeum eomunem instrumentum dona-
eionis de Caueholibero et Va1lis de Banulis de marltimo, quod dietum.
9 instrumentum dominus Petrus, Rex Aragonum, bone memorie, fecit pa-
ACA, Caneillerfa, pergs. Pere I, mlms. 271, 323, 334, 377, 392. tri meo Guilelmo Durforti, quodam ... ".
148 José Enrique Ruiz-Domènec Sobre la cultura de gesti6n en Barcelona 149

religioso. Detnis de su decisi6n, veo el gesto de hombres como zar una impresionante carrera como hombre de negocios 16 has-
Guillem de Cervera, que en esto mantiene la memoria de su ta su muerte en el verano de 1269 17 • Y, sobre todo, a Romeu
consuegro Guillem Durfort I, por abandonar en silencio las Durfort, el hijo primogénito de Guillem Durfort I, cufiado de
tierras del Sur de Francia para instaIarse en Barcelona con to- Berenguer de Cervera, un auténtico civis Barchinonensis que
das las consecuencias que una decisi6n semejante traerfa en el desde 1244 tuvo la fortuna de contar con la herencia de su her-
futuro de CataIufia. mana Guillema, consistente en el gran patrimonio agricola de
En 1229, fecha de la expedici6n a Palma de Mallorca, Bar- Sant Feliu de Llobregat18 , que ella habfa obtenido del rey J ai-
celona era mas que nunca un escenario ideaI para personajes me p9, con la aprobaci6n de la reina Violante de Hungria20 .
como los Durfort, una amplia familia que daba lugar a un au-
téntico calidoscopio de caracteres: al baile Durfort obsesiona-
do por el control de los derechos del rey12; a Pere Durfort inten- tendentes te fidelem nostrum Berengarium Durfortis esse pro nonis et
tando apuntalar la herencia de sus hijas, nietas de Berenguer de nostris negociis agravatum in honore maximo debitorum, quibus siD:e
auxilio nostro et absque magno periculo bonorum nostrorum et detn-
Castelvell que acudi6 a la llamada del rey para conquistar Ma- mento non posses suficiere vel satisfacere ut tenetis ...".
llorca13 ; a Berenguer Durfort, baile real desde 1229 14, entrando 16 ACA, D. P. Monistrol, perg. num. 52, 58, 59, 69, 80, 90, 91, 95, 96,
en escena con el aire de quien esta acostumbrado a comprender 100, 111, 112, 114, 122, 123, 124, 126, 144 Y 147 (Testamento del 22
el bullicio de una pr6spera ciudad de negocios, tan dificil para de Agosto de 1269).
10s recién llegados que no quieren entender lo que para él es tan 17 ACA, D. P. Monistrol, perg. num. 147: "Ego Berengarius Durfortis,

sencillo, y que a pesar de elIo no renuncia a utilizar su fidelidad meo pIeno sensu et sana memoria, meum facio et ordino testamen-
a la corona para su propio beneficio 15, lo que le permitira alcan- turn...".
18 ACA, P. A. Baix Llobregat 4-82-127: "Item dimito Romeo Durfortis,
fratri meo [villam] de Sancto Felice cum omnibus tenedonibus et perti-
nenciis suis sicut melius habeo et habere debeo".
12 ACA, D. P. Monistrol, perg. num. 19: "Cum etiam controversia inter 19 ACA, P. A. Baix Llobregat 4-82-1: "Sit omnibus notum. Quod nos Ia-
Durfortem, baiulum ex una parte et Bernardum Ferrarium ex alla parte. cobus Dei gracia Rex Aragonum, Maioricarum e Valencia, comes Bar-
Dictus enim Bernardus inpetebat dictum Durfortem super augmento, chinone et Urgelli et Dominus Montispessulani, qui ~os Guill.elma ~e
quod a dominio Rege sibi debere fieri asserebat causa actuacionis pico- Cervaria nobis definitis et conmutatis castrum de Thurr cum SUlS tenm-
rum locurum duorum molendinorum... ". nis et tenedonibus et pertinenciis quod per franchum alodium habetis,
13 ACA, D. P. Monistrol, perg. num. 45: "Ego Berengarius de Castrove- damus et comutamus et concedimus per nos et successores nostros de
teri, non coactus set spontaneus precedente auctoritate Berengarii Bur- presenti vobis et successoribus vestris et cui vel~tis i~perpetuum 'per
geti Barchinonensis vicarii et Guillelmi de Vila Caulim, curatoris Gui- franchum et liberum alodium totam villam Sancti Felicls de Luppnca-
llelme et Perete neptarum meamm, filiarum Petri Durforti et filie mee to cum omnibus honoribus et possessionibus et cum tota baiulia eius-
quondam Iohanne... "; y num 51: "Ego Berengarius de Castro Vetulo d~m Ioci et cum suis terminis et pertinenciis ac tenedonibus, cultis et
pergens ad Maioricam pIena fruens sospitate m mea memoria et sano heremis ~t cum omnibus ad hec pertinentibus ratione dominii et baiule
intelIectu, facio meum testamentum... ". Sancti Felicis, in parrochiis Sancti Iohannis de Pinu et Sancti Iusti de
14 ACA, D. P. Monistrol, perg. nUm. 48: "Quod ego Berengarius Durfor- Vercio, et Sancte Crucis de Olorda, et Sancti Vivencii de Ortis".
tis, baiulus domini Regis, dono tibi Anglesie uxor condam Guillelmi 20 ACA P. A. Baix Llobregat 4-82-62: "Quod nos domina Violes Dei
Ferrarii et tue proienie... ". gracia' Regina Aragonum, Maiorice et Vale?cie, comitissa ~ar~hino­
15 ACA, D. P. Monistrol, perg. num. 50: "Quod nos Iacobus Dei grati a nensis et Urgelli ad domina Montispessulanl, cum hoc pubhco mstru-
rex Aragonum, comes Barchinonensis et dominus Montispesulani. At- mento perpetuo valituro, laudamus et concedimus vobis Guillelme de
José Enrique Ruiz-Domènec Sobre la cultura de ges.ti6n en Barcelona 151

.;;Esa propiedad se hallaba a escasos quince kil6metros de la ejemplo perfecto de una mentalidad burguesa favorable a la
cortereal, pero una distancia como esa no significaba nada en monarquia.
ese,· tiempo, marcado por una mejora sustancial en 10s medios Bse burgués estaba enamorado de la ciudad de Barce1ona, y
de transporte y de comunicaci6n, por un control efectivo en se veia a si mismo en un doble papel: buen ciudadano (civis)
10s caminos y los puentes, como se reflejan en algunos Usat- como veguer (vicarius )23 eficaz en e1 arreglo de 1as tarifas de
ges redactados para tal fin. Nunca se habia visto una actividad los cambios y de las ventas 24 ; y buen servidor de la corona en
tan intensa en las tierras catalanas, ni siquiera en tiempos de su calidad de repostero (repositarius) del rey J aime FS. Bsta
Roma, pues la ciudad de Barcelona alcanzaba entonces el ran- doble funci6n le convertirla en uno de 10s principa1es va1edo-
go de ser la capitaI de un conglomerado de territorios, paises y res de la ambiciones politicas de Pedro e1 Grande.
naciones de diferente dimensi6n cultural y linguistica. Los La aventura caballeresca requiere serfinanciada adecuada-
grupos sociales que fueron capaces de entender el mundo de mente. La sucesi6n de acontecimientos (guerra de frontera en
horizontes abiertos, gestado a lo largo del siglo XIll, son los Murcia, ascensi6n al Canig6, conquista de Palermo, desaffo ~e
que mejor quedaron situados para obtener los beneficios del Burdeos conflicto con Felipe ID) estrecharon 10s lazos de arrus-
comercio intemacional. tad entr~ la burguesia y el rey. No todos pensaban como Gui-
Las ambiciones de la familia Durfort se saciaron por com- llem Durfort 'TI y e1 resto de miembros' de su extenso clan, a 10s
pleto en la figura del hijo de Romeu llamado Guillem, como que se unen sus parientes, amigos y vecinos: familias importan-
su abuelo paterno. Desde el mismo momento que, en 1266, su
tes de la ciudad como 10s Plegamans, Dusay, Llull, Gruny, Ge-
padre le cede la propiedad de Sant Feliu de Llobregat21 y has-
rard~ Existe sin embargo un grupo 1evantisco en'Barcelona en
ta su muerte en 129822, Guillem Durfort il se convirti6 en e1
esos afios, guiado por Berenguer Oller: un republicano de mal
caracter que se opone a 10s suenos de la monarquia, y quiere ha-
Cervaria uxori Berengarii de Cervaria et vestrls successoribus imperpe- cer suyas 1as ideas procedentes de las grandes republicas mari-
tuum villam de Sancto Felice cum omnibus suis honoribus et posses- timas, donde no se necesitaba un territorio, un pais de soporte26 •
sionibus et baiulia sicut melius hec excomutastis cum Domino Rege,
viro nostro, per castrum de Thuir".
21 ACA, P. A. Baix Llobregat, 4-82-4: "Quod nos Romeus Durfortis cu-
pientes quod tu Guillelmus Durfortis, filius noster, matrimonium contra- que su mujer Guillelma se d~c1ara viuda: "Guillema, uxor Guillemi
has et filios habeas ex legitimo matrimonio, damus tibu irrevocabiliter Durfortis, quondam" (ACA, P. A. Baix Llobregat, 4-84-75).
inter vivos pro tua portione hereditaria paterna villam nostram Dancti 23 ACA, D. P. Monistrol, perg. nume 157: "~it o~ibus notum .. Qu~d nos

Felicis Lupricati er omnes mansos, honores cultos et heremos quos ha- Guillelmus de Spiellis tenentes locum GuIllehm DurfOlfis, Vlcarll Bar-
bemus et habere debemus in parrochiis Sancti Iohannis de Pinu, Sancti chinonensis ..." .
Iusti de Vercio, Sanete Crucis de Olorda et Sancti Vicentcii de Ortis cum 24 Antonio de Capmany (1963 [1792], ID, 866-873).

hominibus et feminis, censibus, redditibus et onmibus iuribus nobis in 25 ACA, P. A. Baix Liobregat, 4-82-5: "Noverint Universi quod nos Ia-
hiis vel pro hiis competentibus sunt competere debetibus quoque modo. cobus Dei gràcia Rex Aragonum, Maioricarum, Valencia, Comes Bar-
Et sicut melius et plenius hec ex succesione domine Guillelme de Cer- chinonensis et Urgellensis et Dominus Mon~spessul~,. per nos et no~­
vera, quondam, nostre sororis, habemus et habere debemus". tros concedimus vobis Guillelmo Durfortis, reposltano nostro, filIo
22 Debi6 acaecer entre el16 de Julio de 1298 en que redacta testamento Romei Durforfis, quodam, civis Barchinonensis...".
(cfr. ACA, P. A. Baix Llobregat, 4-82-110) y el23 de Julio de 1299 en 26 Philippe Wolff (1968,207-222); Carmen Batlle (1970).
152 José Enrique Ruiz-Domènec Sobre la cultura de gesti6n en Barcelona 153

Lo malo es que, por le generai, esa actitud es cO.ntraria ai esfuer- ladO. de les Pirinees, la vinculaci6n definitiva de la PrO.venza,
zo. catalan de sigles. la participaci6n catalana en las grandes empresas del Medite-
EI,mar y la mentana, la expansi6n cemercial y les benefi- rraneo. erientaI (las Cruzadas, per ejemplO.). Ese eclipse sirvi6
ciO.s agricelas se cO.mplementan, ne sen antag6nicO.s, es preci- sin embargo. para crear una nueva burguesfa, mas atenta al fu-
se un equilibrio. para mantener las fO.rmas de ser catalanas. turo' que ai pasade. EntO.nces la ciudad empez6 a peblarse. Esa
Una ferma de ser abnegada y abierta ai trabaje calificada de manifestaci6n de crecimientO. ecO.n6micO. se cO.nvirti6 en ebje-
"avara pevertà" per el peeta flO.rentinO. Dante Àlighleri, pere te de especulaci6n. "Es de extrafiar que la alta burguesfa, les
q?~ prO.pO.rciO.n6 mementes de gleria cuande se emple6 la ha- ciutadans honrats, acumulasen beneficies del alquiler o. venta
blhdad en les negecies para las realizaciO.nes culturales. Esa de casas e vifias en la ciudad y su entO.rne, cuyes precies ne
actitud necesit6 de la mO.narqufa, el eje vertebral de tedas las hacian mas que subir cada vez mas? El prepie Guillem Dur-
tendencias centrffugas. Incluse en 100s mementes mas tenses, fert TI es une de les principales beneficiaries27 • Pese a elle la
el rey y elburgués se entendieren, y per Io. mismO. pactaren las burguesfa fue magnanima. Sestener el suefiO. pO.liticO. de un
fO.rmas de gebieme. mO.narca ceme Pedre es tarea penO.sa, pues el espacie que va
Yes que el burgués, cenvertide en buen ciudadane censi- abriendO. tras de sf es cada vez mas amplio., a la altura de un
." . .'
~10. adaptarse a les ldeales de la menarqufa en muy pece gran pafs. CuandO. Sicilia fue incerpO.rada a la cerO.na, el Me-
tlempO., apenas un sigle, pese a que desde AlfO.nse el TrO.vadO.r diterraneo. se cO.nvirti6 en el espacie del negecie.
ne habfa tenide un interlO.cuter de entidad, cemO. vO.lverfa a en- El cemercie intemacienal es una aventura en perfecta arme-
centrar en Pedre el Grande. La preximidad de 100s ideaIes de la ma, en hendO. y ardi ente sentimientO. de mutuo' desee, entre la
mO.narqufa de Pedre CO.n 100s intereses de la burguesfa, repre- burguesfa barcelO.nesa y la casa reaI, que desde Pedre el Gran-
sentada en la persena de Guillem DurfO.rt TI, censtitufa un rete de funcienaban CO.n la misma frecuencia de enda. El éxite pe-
que la seciedad ne desdefiarfa en ese memente. litice y militar en Sicilia ne guarda parecide CO.n las gestas del
Las elites advirtieren de manera velO.z y en linea recta cen viejO. Jaime I; es una acci6n mO.derna, que sitUa a la cerO.na en
tO.da su cO.lO.saI y maciza estructura que el divO.rcie entre ambas el centro' de les intereses cemerciales del Mediterranee. Ne
fO.rmas de seciabilidad era un errer, un ejercicie de rauxa, y fueren mas hendes el asO.mbre y la cenmO.ci6n de les merca-
que el verdaderO. seny residfa en encentrar les elementes cemu- deres ai ver per primera vez al rey y la alta burguesfa apeyan-
nes al rey y a la burguesfa. Cen les ideales de Pedre, les bur- de una pelitica claramente mercantile Cada vez que miraban ai
gueses tipo. Durfert, surgen ante el escenarie del Mediterranee pasade, recerdaban les mementes que una actitud semejante
cemO. un azete levantade. Hay pasi6n en el encuentre entre el se habfa malO.grade; se pensaba en elles para ne repetirles.
rey y la burguesfa, mutua certidumbre de que la cesa ahO.ra va Guillem Durfert TI ne querfa pasar a la bistO.ria CO.me O.tre Ri-
en serie, mas para el rey es aventura, le que para la burguesfa
es negO.cie, ne les impulsa mas el recele, y CO.n ese acuerdO. saI-
dan un antigue pleite bist6rice, el suefie de Ricard Guillem se 27 V éase a modo de ejemplo la venta que hace el 6 de Diciembre de
1277, apenas un ano después del acceso al trono de Pedro el Grande, de
hace realidad ciente cincuenta anes después de su muerte. unas casas situadas en la ciudad de Barcelona, cerca del mar (prope li-
~ ?I eclipse habfa side largo., y habfa cestade indecisienes pe- tus maris) a Ferrer de Torre por un precio de 398 morabetinos alfonsl-
hticas de enerme trascendencia: el destino. de las tierras al O.tre es de oro (Cfr. ACA, D. P. Monistrol, perg. mIm. 172).
154 José Enrique Ruiz-Domènec

card GuiIlem, ni Pedro el Grande queria repetir el caso de Ra- Naciones mercantiles y patriciado urbano en
m6n Berenguer ID o Alfonso el Trovador.
En aquel remoto pasado, la corona, la burguesia y los mer-
Palermo entre los siglos XIV y XV
caderes habian tenido muchas probabilidades de salir triunfan-
tes del reto por la economia mercantil del Mediterraneo. Pero
la pasi6n por las hazafias militares, por la lliada de los baro-
nes, podia eclipsar una vez mas la Odisea de los mercaderes. Salvatore Fodale
En 1285, eso se sabia en la ciudad, y era bueno que el rey Universidad de Palermo
Pedro confiara en Guillem Durfort TI. Ambos sin embargo ne-
cesitaban que alguien hablara del significado de la historia.
Era el momento oportuno para la aparici6n en escena de un En la segunda mitad del siglo XI, la conquista por los ?or-
historiador, de un cronista, que hiciera lo mismo que en otro mandos de la isla de Sicilia fue el comienzo de un proceso rrre-
tiempo habia hecho Ot6n de Freising para Federico Barbarro- versible de latinizaci6n, que podemos considerar ciertamente
ja, Robert Wace para Enrique TI o que en esos mismos anos es- acabado solamente dos siglos después, con el reinado del em-
taba haciendo Joinville para la dinastia de los capetos y Iaco- perador Federico TI de Suabia y sobre todo co~ l~ revoluci6n de
po da Varazze para la Republica de Génova28 • Era el momento las Visperas sicilianas, que marc6 el estableclffilento de la nue-
oportuno de una reflexi6n a fondo sobre las ideas politicas del va identidad siciliana. Como consecuencia de la empresa nor-
rey Pedro el Grande, y sobre la apuesta de los burgueses de la manda, Sicilia dej6 de formar parte del mundo mu~ulman,
ciudad de Barcelona, de hombres como Guillem Durfort TI. mientras que los nuevos conquistadores se comp~om~tlan a re-
Era el momento de Bemat Desclot. Pero esa es otra historia. organizar la Iglesia cristiana, asegurando la obediencla al Papa
de Roma, y a determinar la inmigraci6n de una nueva (y hasta
entonces inexistente) poblaci6n latina procedente no s610 de
Normandia o de Francia, sino también de la penfnsula italiana.
Pese a que se emprendi6 la latinizaci6n, seguia existiendo una
Sicilia arabey musulmana, muy activa culturalmente bajo la
dinastia normanda, allado de una Sicilia griega que sobrevivi6
a la ocupaci6n arabe, e incluso una Sicilia judia preexistente y
fuertemente arabizada.
La latinizaci6n tuvo recorridos diferentes. A pesar de la to-
lerancia de los conquistadores (originada por las necesidades
de gobierno, puesto que los caballeros normandos eran ~~ pe-
quefia minona), la conquista tuvo un fuerte caracter rehgloso,
fue también una reconquista. En tiempos de Cruzadas, los mu-
sulmanes no podian librarse de la alternativa entr~ l~ as~mila­
28 S. Bertini Guidetti (2001). ci6n o la eliminaci6n. En primer lugar hubo la aSlmtlaC16n de
Negociando con el infiel.
La actividad mercantil musulmana
en la Espaiia cristiana

Kathryn A. Miller
Universidad de Stanford

En 1461, un buque propiedad de Galceran de Requesens, pi-


lotado por su hijo, fue atacado por seis barcos corsarios en la
costa de Denia. Abarrotado de productos para la exportaci6n,
el buque habia partido de Valencia y se dirigia hacia los mer-
cados del Norte de Africa. El rico comerciante mudéjar Maho-
mat Ripoll y sus socios cristianos tenian planeado vender alli
sus mercancias. A bordo del buque se encontraban emigrantes
mudéjares, quienes, si bien consiguieron escapar de los piratas
nadando hasta la orilla, fueron mas tarde encarcelados por ofi-
ciales de Denia en el puerto cristiano. Los piratas se apodera-
ron de la carga del buque 1•
Mahomat Ripoll y sus socios se quejaron amargamente a las
autoridades cristianas: no s610 eran los mares demasiado peli-
grosos, sino que ademas la pirateria estaba fuera de controI.
Mahomat denunci6 el arresto de los emigrantes mudéjares, que
se habian registrado con las autoridades valencianas y habian
pagado por el permiso necesario para viajar al Norte de Africa.
Exigir un rescate a estos mudéjares era una injusticia intolera-
ble. Por otro lado, RipolI protestaba enérgicamente por el robo
de la mercancia y la detenci6n del buque en Denia, puesto que
le obligaria a faltar a su cita de negocios en el Norte de Africa.

1
M. Ruzafa Garda (1990,213-223).
214 Kathryn A. Miller Negociando con el infiel 215

Mahomat Ripoll tenia ciertamente mucho que perder como cas (multas, incautaciones de bienes, permisos de desplaza-
consecuencia del ataque pirata. Su mercancia estaba en manos miento exigidos obligatoriamente, impuestos sobre la impor-
~e 10s corsarios y cabia esperar que en los puertos del N orte de tacion y la exportaci6n) que limitaban la movilidad de los
Africa se tomaran represalias. Mahomat también se sentia res- mercaderes y reducfan sus beneficios. Cristianos sin escrupu-
ponsable de los emigrantes inudéjares que se habian embarca- los podian aprovecharse de la vulnerabilidad de un musul-
do con la confianza de alcanzar su patria (dar al-Islam). La man, como ocurri6 en el caso de Mahomat. Piratas y corsarios
"fama" de Ripoll, su reputaci6n como comerciante digno de acosaban tanto a cristianos como a musulmanes, incremen-
confianza y como protector de sus correligionarios mudéjares, tando la inestabilidad de la vida mercantil de las minonas mu-
asi como su credibilidad, quedaban empafiadas. sulmanas. Para evitar al menos algunos de estos riesgos, los
Presionado por Mahomat Ripoll y sus socios cristianos, el musulmanes recuman en ocasiones a actividades encubiertas
alguacil cristiano de Valencia decidi6 dar ejemplo castigando e ilegales (como intemarse en Granada sin el permiso de la
a los piratas de Denia. También decidi6 no exigir un rescate Corona), poniendo en peligro sus bienes y su propia integri-
por los emigrantes apresados. Con el apoyo del alguacil, Ma- dad personal.
homat Ripoll y sus colegas reclamaron no solo la devolucion Sin embargo, por dificil que hubiera sido dirigir negocios
de sus mercancias y la liberacion de los mudéjares cautivos, en la Espafia cristiana, la investigacion ha demostrado que la
sino también garantias de un transito seguro para 10s mercade- actividad mercantil mudéjar jugaba un papel fundamental en
res que viajaran al Norte de Africa en el futuro. Los mecanis- la economfa de Valencia. La Corona de Arag6n, asi como las
mos de la burocracia, no obstante, se movieron lentamente, y autoridades de Valencia y los mercaderes locales, vieron la
ellitigio prosigui6 durante cuatro meses. Al fin, 10s emigran- necesidad de proteger y fomentar el comercio mudéjar4. En
tes fueron liberados sin rescate y la carga fue devuelta· a sus este articulome propongo explorar como estos mercaderes
duefios, Mahomat Ripoll incluido2 • mudéjares, a pesar de los obstaculos, pudieron establecer re-
~ Como se las arreglaron los mercaderes mudéjares para de- laciones de negocios productivas tanto a nivellocal, con sus
sarrollar negocios rentables en estas condiciones? La ardua correligionarios musulmanes y sus vecinos cristianos, como
situacion de Mahomat RipolI no era infrecuente. La investi-
gaci6n ha demostrado hasta qué punto eran dificiles las ope-
raciones cotidianas de un mercader mudéjar en la Espafia tianos a la movilidad de los mudéjares, se cuentan: J. Montalvo Hino-
cristiana3 • Los mudéjares suman abundantes trabas burocrati- josa (1978, 91-169), M. Meyerson (1991), varios artlculos de M. Ruza-
fa Garda (1986,659-672; 1985,343-381; 1988-1989, 169-188), Y Ma
C. Barcel6 Torres (1984). Para otros ejemplos de mudéjares que, como
Mahomat, fueron detenidos por las autoridades cristianas, véase tam-
2
M. Ruzafa Garda (1990,218). Como indica Ruzafa Garda, el inven- bién R. SalicrU i Lluch (1998; 1999).
tario que se ha conservado de los bienes restituidos proporciona una 4 Véase M. Meyerson (1991, 134-141) sobre la})reocurac!6.n del re,,!
documentaci6n detallada y poco comun de los productos que se inter- Fernando por la disminuci6n del comercio mudeJar a pnnclplOs del SI-
cambiaban entre Valencia y Berberia, asi como de los objetos persona- glo XVI y sus consecuencias, potencialmente perju~~ciales, parala eco-
3
les que poseian los emigrantes mudéjares.
.
nomia aragonesa. Como indica Meyerson, los ~udeJares cumph~ una
Bntre los estudios fundamentales sobre los mudéjares de Valencia en el funci6n importante en el transporte de mercanclas por todo el remo de
siglo XV, especialmente sobre las restricciones impuestas por los cris- Valencia y, especialmente, entre las ciudades y el interior rural.
Jr ;;

I.J
.,
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217
f:rf 216 Kathryn A. Miller Negociando con el infiel
0'

intemacional, con mercaderes de paises islélmicos cercanos. obligaban a los mudéjares a cultivar lazos con compradores y
En el caso de Mahomat Ripoll, la captura de sus mercancfas vendedores en el extranjero. Un objetivo no siempre facil, te-
puso en peligro a sus socios cristianos y a sus contactos mu- niendo en cuenta las'-restricciones sobre la importaci6n y la ex-
sulmanes. Habfa faltado a su cita en el Norte de Africa y tan- portaci6n que las autoridades cristianas imponfan a los mudé-
to él como sus socios cristianos temian represaIias por parte jares, asf como los peligros de los viajes, ya fueran por tierra o
de sus hom6logos musulmanes. Considerando la posici6n de por el Mediterraneo.
desventaja en la que trabajaban los mercaderes mudéjares, Tras esbozar estas tres esferas de la actividad mercantil mu-
l,qué estrategias teman que emplear para trabar relaciones de déjar, me concentraré (en la segunda parte) en el estudio del
negocios productivas y establecer la confianza mutua necesa- caso particular de una-familia de mercaderes mudéjares valen-
ria para participar en intercambios comerciales rentables? cianos especialmente destacados: los RipolP. Los logros de
Para empezar, en la primera parte esbozaré brevemente el esta familia en la direcci6n de un negocio mercantil rentable,
contexto en el que operaban los mercaderes mudéjares. Los asf como su ascensi6n a posiciones de importancia social y po-
mercaderes mudéjares, o al menos los mas pr6speros, exhibf- litica en las jerarqufas mudéjares ycristianas, pueden atribuir-
an una versatilidad notable, a pesar de verse forzados a traba- se a su pericia en los tres niveles de actividad mercantil (mudé-
jar en un marco legaI y burocratico controlado por los cristi a- jar, cristiano y musulman). Para crear una empresa mercantil
nos. Para que sus empresas comerciales resultaran lucrativas s6lida, 10s Ripoli se vefan obligados a cooperar con la burocra-
l~ mayorfa de los mudéjares no poma mantenerse indepen~ cia cristiana y a ajustarse al estilo cristiano de hacer negocios.
dlente de la actividad mercanti! de los comerciantes cristianos No obstante, 10s Ripoli comprendieron lo importante que era
..
ID Ignorar el aparato legal que sustentaba el flujo de bienes en
' preservar la cohesi6n y la lealtad familiares. También jugaron
los paises cristianos. Por supuesto, en una escala menor, los el papel de lfderes en su comunidad y apoyaron consistente-
mercaderes mudéjares participaban activamente en la compra, mente y de diversas maneras a los mudéjares locales. Como en
venta y transporte de bienes dentro de sus propias comunida- el caso de otras familias prominentes de mercaderes mudéja-
des. Las comunidades minoritarias musulmanas, especialmen- res, su éxito"relativo no hizo pensar a sus correligionarios mu-
te e~ VaIencia, do;~de se concentraba una de las mayores po- déjares que se hubieran "vendido" a los cristianos o que se hu-
blacIones de mudeJares en la Corona de Arag6n, despachaban bieran separado de los intereses ~ocio-econ6micos de 10s
buena parte de sus negocios dentro de sus propias comunida- mudéjares locales.
des. Se les permitia practicar la ley islamica, lo que inclufa re- l., C6mo construyeron 10s .Ripoll su reputaci6n como merca-
dactar sus contratos en arabe y atenerse al procedimiento con- deres poderosos y dignos de confianza en circulos mudéjares,
tractual islélmico. Y, frecuentemente, el comercio mudéjar se cristianos y musulmanes? Para responder a esta pregunta eS
extenma a los paises isl3.micos. Aunque s6lo conservamos una
pequefia parte de la evidencia documentaI detallada de las
5 M. Ruzafa Garda estudia la saga de la familia Ripoll en gran detalle en
transaccio~es entre mudéjares y musulmanes en Granada y el
su tesis doctoral inédita Patrimonio y estructuras familiares en la mo-
N orte de Africa, esta claro que, en el siglo XV, los mercade- rer(a de Valencia (1370-1500) (1988) y en su obra Eis or(gens d'una
res valencianos realizaron diversas operaciones comerciales familia de mercaders mudéjars en el segle xv.· çaat Ripoll (1381-
de largo aIcance. Tales empresas comerciales intemacionales 1422) (1988-1989, 169-188).
218 Kathryn A. Miller Negociando con el infiel 219

preciso considerar si la reputaci6n o la fama se entendfan del ba por mar, los oficiales publicos registraban el barco en ei que
mismo modo en las tres comunidades 6 • Como mostraré mas navegaba el mercader, y el nombre del propietario del barc~ (a
adelante, los Ripoll fueron singularmente habiles creando se, los mudéjares no se les permitfa poseer o pilotar sus proplos
tanto entre los musulmanes como entre los cristianos, una re- barcos). La mercancfa que un mudéjar exportaba estaba grava-
putaci6n que sena adecuado calificar como "fama politica o da con impuestos -la cantidad era registrada rigurosamente
legaI", esto es, una posici6n en la comunidad basada en la in- por contables fiscales- y la mercancfa que el comerciante im-
tegridad.y la fiabilidad. No obstante, los Ripoll también se portaba también era gravada y registrada. Todos los artfculos
ocuparon de crearse lo que podrfamos llamar una "fama reli- importados que figuraran en la "lista prohibida" eran confisca-
giosa", mediante actos que contribufan al bienestar de los mu- dos y ei mudéjar era debidamente penalizado por su infrac-
déjares locales y que estaban basados en principios islamicos. ci6n7 •
El hecho de que los Ripoll fueran conocidos como buenos mu- Y la lista de dificultades continua. Para los historiadores,
sulmanes, ademas de buenos mercaderes, era sin duda signifi- esta documentaci6n es muy valiosa. Para los mudéjares -l,hace
cativo a ojos de sus correligionarios. falta decirlo?-la celosa reglamentaci6n de sus movimientos
por parte de los oficiales publicos cristianos consti~a una car-
Esferas mUItiples ga financiera y burocratica que entorpecfa su cap~clda~ ~e re-
alizar negocios a gran escala. Desde la perspectlva cnstlana,
Casi todo lo que sabemos sobre las actividades mercantiles una eficiente burocracia permitfa controlar los viajes mudéja-
mudéjares deriva de las abundantes actas que las autoridades res y restringir la emigraci6n, especialmente durante Ios pe~­
cristianas archivaban en la ~dad Media. Los oficiales publicos odos en los que se necesitaba mano de obra musulmana en tle-
registraban cuantos mudéjares abandonaban el pafs en cada rras cristianas. Ademas, ese controi mitigaba el miedo de los
momento del ano y cuanto habfan pagado por el permiso nece- cristianos a que los mudéjares estuvieran conspirando con mu-
sario para viajar al extranjero. Registraban el destino del via- sulmanes de pafses islamicos para emprender una contracruza-
jero y la fecha en la que debfa volver, de acuerdo con la ley da8 • Pero, sobre todo, los multiples controles e impuestos nu-
cristiana. Registraban el nombre del voluntario que habfa
aceptado ser "garante" de la vuelta del mercader, y cuanto ten-
drfa que pagar el garante si el mudéjar decidfa renegar de su 7 V éase la nota 3, que contiene bibliografia acerca de las. restricciones
obligaci6n y permanecer en el extranjero. Si el mudéjar viaja- impuestas a los mercaderes mudéjares de Valencia. Rec~entemente se
han publicado dos estudios importantes sobre las relaclones entre la
Corona de Arag6n, Granada y el Norte de Africa, que propor~i~nan
documentaci6n detallada sobre la comunicaci6n entre los oflclales
6 El interés de 10s investigadores en lafama y las relaciones de "confian- publicos cristianos y musulmanes, asf como los mudéjares que servf-
za" entre los mercaderes medievales se ha incrementado en anos re- an de intermediarios: R. SalicrU i Lluch (1999) y Ma D. L6pez Pérez
cientes, aunque, como ha mostradoA. Greif (1996, 137-163), los histo- (1995).
riadores tienen que explorar aun 10s diversos y contradictorios modelos 8 M. Meyerson (1991,61-98) analiza las tensiones entre musulmanes y
de relaciones de lealtad mercanti! en el contexto mediterraneo medie- cristianos provocadas por las conquistas otomanas y la guerra entre
val. Entre 10s estudios recientes sobre la fama medieval se cuentan D. Granada y los reinos cristianos. Fueran in~ndados o reales, 10s ~emo­
L. Smail (1997, 1049-1077) Y C. Wickham (1988,3-24). res cristianos a una quinta columna mudéJar y a sus actos consprrato-
220 Kathryn A. Miller Negociando con el infiel 221

trfan las arcas del tesoro de la Corona de Arag6n, asi como los tanto cristianos como musulmanes, dependian de las zonas
bolsillos de las autoridades locales. rorales para abastecerse de comida y materia prima para la
Aunque puede parecer que este control excesivo por parte industria, y los mudéjares asumieron la tarea de desplazarse
de los cristianos deberia haber debilitado la iniciativa comer- desde sus pueblos a las ciudades con el trigo, la mieI, el azu-
cial mudéjar, esto no ocurri6. Los mercaderes musulmanes car, el aceite y la madera que alli se necesitaba. La documen-
sortearon las restricciones. Se asociaban con mercaderes cris- taci6n disponible (que, hemos de recordar, es cristiana) indi-
tianos, alquilaban espacio en barcos cristianos, convencian a ca que a los mudéjares ya los cristianos, especialmente en la
los prestamistas cristianos de que merecia la pena invertir en primera mitad del siglo XV, les parecia rentable trabajar con-
su actividad mercanti!, y actuaban como agentes y recaudado- juntamente. El transporte mudéjar de productos entre las zo-
res de deudas de mercaderes cristianos que preferfan no viajar. nas rurales y las areas urbanas jugaba un papel fundamental
1:- En poco tiempo, consiguieron un lugar destacado en la econo- en la economia de Valencia y, normalmente, los mercaderes
i ~.

mia cristiana y protegieron sus intereses cooperando y traba- cristianos concedian créditos a sus agentes musulmanes.
jando allado de los mercaderes cristianos9 • Ocasionalmente, los mercaderes valencianos, que parecian
Los mercaderes mudéjares no eran en absoluto ricos. Su considerar que los créditos a los mudéjares eran seguros, pa-
condici6n subordinada les permitia, en el mej or de los casos, gaban por adelantado a 10s labradores por la entrega de sus
un beneficio modesto pero, no obstante, estos musulmanes cosechas.
se las arreglaron para reservarse dos funciones econ6micas Desde el punto de vista mudéjar, los clientes y los socios
de modo relativamente exclusivo. En primer lugar, formaban cristianos proporcionaban el capital necesario para mantener a
parte de una red comercial que conectaba los pueblos regio- flote las empresas mudéjares lO • Los mudéjares pod1an benefi-
nales en todo el reino de Arag6n. Los habitantes urbanos, ciarse del patrocinio cristiano y acceder a la maquinaria fiscal
de la elite cristiana. T6mese como ejemplo la familia Zignell
de Valencia. Este clan mudéjar estaba involucrado en proyec-
tos comerciales que se extendian por toda'una constelaci6n de
rios se incrementaron durante este periodo de crisis a fines del siglo pequefias ciudades. Negociaban con lino, mulas y otras mer-
XV. Sobre la preocupaci6n cristiana por las alianzas mudéjares-grana- cancias por esta rota comercial, empleando a otros mudéjares
dinas durante la primera mitad del siglo XV y la respuesta mudéjar,
véase K. A. Miller (1998, cap. 6). . como agentes. Éstos, a su vez, adquman productos al por ma-
9 La familia Bellvis, en particular, trabaj6 en estrecho contacto con los yor para su redistribuci6n al por menor en las zonas mas meri-
reyes de Arag6n durante los siglos XIV y XV ayudando a regular los dionales. Un posadero cristiano adinerado, Pere Eximenez, fir-
asuntos legales, sociales y polfticos de las comunidades mudéjares, de m6 como socio de Abu Zignell y describi6 las actividades del
forma notable mediante la monopolizaci6n del cargo de qadi generalo musulman de venta al por menor del siguiente modo:"[Zig-
Los Bellvis fueron también una de las pocas familias de mercaderes
mudéjares cuyos contactos se extendian por las rutas comerciales y ciu- nelI] ha hecho y esta acostumbrado a hacer muchos contratos,
dades portuarias del Mediterraneo orientaI, como Alejandrfa. Cfr. M. comprando a mercaderes y a otras muchas personas muchos y
Ruzafa Garcfa (1988), especialmente sobre las estrategias que emplea-
ron 10s Bellvis para reforzar y expandir sus lazos familiares, y M. V.
Febrer Romaguera (1992, 45-78) sobre las actividades legales y la lO
practica de la ley islamica de 10s Bellvis. M. Meyerson (1991, 136).
222 Kathryn A. Miller Negociando con el infiel 223

diversos productos de merceria y mercancfas de diversas cla- le protegfa de los deudores morosos y proporcionaba a los ma-
ses, para luego venderlas aI por menor... " Il. gistrados cristianos pruebas suficientes para intervenir en su
En este caso particular de asociaci6n cristiano-mudéjar, el favor, incluso si el contrato estaba escrito en arabe l4 •
respaldo financiero del posadero Eximenez permitia a los Zig- Uno de los documentos que se conservan, por ejemplo, regis-
nell desarrollar sus operaciones comerciales de largo alcance. tra una queja mudéjar aI aIguacil cristiano contra un deudor tam-
Como relata Meyerson, "Eximenez figuraba como garantia bién mudéjar: el mercader denunciante se habfa propuesto perse-
cuando los Zignell compraban a crédito mercancfa al por ma- guir a otro mudéjar que le debfa dinero. Evidentemente, estos
yor. Cuando los ingresos por ventas eran insuficientes para pa- dos musulmanes habfan cerrado un trato y redactado un contra-
gar a 10s abastecedores, Eximenez proporcionaba ·los fondos to, en arabe, para documentar la transacci6n. El mercader acree-
que manteman a fIote a la familia mercante mudéjar. Mas aUn, dor apel6 al contrato originaI, pero el deudor inslsti6 en que él ya
Eximenez intervino en su favor cuando los Zignell fueron pro- habfa pagado la deuda. El acreedor, temiéndose que no volvena
cesados por deudas"12. a ver su dinero, acudi6 a los oficiaIes publicos cristianos. Dado
El comentario de Eximenez sobre la redacci6n por parte de que el contrato estaba redactado en arabe, el aIguacil de Valencia
Zignell de "muchos contratos" plantea una nueva cuesti6n. recurri6 aI qadi supremo de 10s mudéjares para verificar que la
Desgraciadamente, no sabemos si los mudéjares solfan cerrar transacci6n era realmente valida y que los testigos firmantes eran
sus tratos de modo informaI (a través de un simple apret6n de musulmanes respetables. El qadi respondi6 que, en efecto, el do-
manos) aunque parece claro que tanto los cristianos como los cumento era ncito y que el acreedor musulman gozaba de bon
musulmanes daban importancia al documento escrito. La evi- fama (ténnino utilizado por la documentaci6n para confirmar la
dencia archivfstica revela que 10s mudéjares ponfan sobre el buena reputaci6n de algUn mercader). El alguacil procedi6 a pre-
papel sus negocios, tanto entre ellos como con los cristianos, sionar aI deudor recalcitrante para que pagara su deuda15.
redactando contratos tanto en romance como en arabe. Los qa-
dis locales supervisaban y velaban por el cumplimiento de es-
tas actas, que también eran frrmadas por testigos, bien cristia-
comerciales, y si estas transacciones se ajustaban a las normas que dic-
nos o bien musulmanes, de reconocida buena fama. De hecho, taba la ley isl8mica. Sin embargo, de acuerdo con las abundantes fuen-
es posible que 10s mudéjares comprendieran 1as ventajas que tes cristianas disponibles, tanto los oficiales publicos musulmanes
reportaba el documentar las transacciones y el mercader pru- como los cristianos atenwan numerosos alegatos por deudas impagadas
dente tendria la precauci6n de registrar los tratos de nego- o contratos rotos por mercaderes a ambos lados de la frontera. Para una
valiosa compilaci6n de tales documentos, relativos a la comunicaci6n
cios 13 • Un contrato que certificara la buena fama del mercader entre la Corona de Arag6n y Granada, véase R. SalicrU i Lluch (1999).
14 Para documentos arabes que circularon entre los mudéjares en el siglo

XV, véase hl" C. Barcel6 Torres (1984), asi como Ma J. Viguera Molins
11 Para documentaci6n sobre las actividades. de venta al por menor de los (1992, 154-163), y A. Carmona Gonzalez (1992,15-96). Véase K. A.
Zignell véase M. Meyerson (1991, 138, esp. n. 248). Miller (1998, cap. 4) para una discusi6n acerca de las cualificaciones
12
M. Meyerson (1991, 138). de los notarlos mudéjares que redactaban contratos y la importancia del
13 Debido a la escasez de documentos arabes disponibles del siglo XV, uso del arabe por parte de estos faqihs en su esfuerzo por preservar una
ya fuera entre mudéjares o musulmanes de Granada, es diffcil determi- identidad islamica.
nar si los mercaderes mudéjares y musulmanes redactaban contratos 15 ARV Baili~ 1152, foI. 869r.
224 Kathryn A. Miller Negociando con el infiel 225

Es posible detectar aquf hasta qué punto estaban entrelaza- era grande, y, en su mayor parte, estos mudéjares eran comer-
dos 10s intereses de negocios cristiano-mudéjares. Los merca- ciantes ocasionales e independientes. Los mudéjares de Valen-
deres mudéjares ricos se esforzaron por crearse una buena re- cia dominaban la ruta comercial de Granada: doscientos doce
putaci6n en ambas comunidades, incluso aunque el concepto individuos obtuvieron permisos de viaje a Granada durante la
de bon fama se entendfa de modo algo distinto en diferentes primera mitad del siglo XV, ciento setenta y ocho de los cua-
contextos. Diversos estudios han mostrado, no obstante, que la les eran residentes de Valencia18 • Habfa demanda de productos
"confianza" entre mercaderes no dependfa meramente de 10s mudéjares -seda, azafran, telas y articu10s metalicos- y la ma-
contratos 1egales 16• La amistad y las relaciones familiares, asf yorfa de los mercaderes mudéjares operaban como exportado-
como la importancia de mantener una buena reputaci6n en la res y como importadores. Muchos de ellos tenfan parientes y
comunidad de negocios motivaban a los mercaderes a respetar contactos de negocios en dar al-Islam, y las actas de los per-
sus tratos. Para e1 mercader mudéjar, una buena reputaci6n en- misos de viaje concedidos a mudéjares indican que los merca-
tre los cristianos constitufa una protecci6n deseable y una in- deres de Valencia volvfan a Granada cada uno o dos ooos. Para
versi6n rentable. Los socios cristianos podfan ofrecer a los 10s mercaderes mudéjares que no estaban conectados con los
mudéjares seguridad financiera, como en el caso de Zignell, si clanes prominentes, las rutas por tierra eran ·preferibles al co-
estimaban que el mudéjar era digno de confianza. mercio marftimo 19• Los mares eran peligrosos, el alquiler de
espacio en barcos cristianos era caro, y la mayorfa de los mer-
El nego cio de los mercaderes mudéjares en tierras caderes mudéjares modestos no podfan pagarse protecci6n20 •
isbimicas Debido a estos riesgos y costes del comercio marftimo, s610
unos pocos clanes familiares mudéjares poderosos en Valencia
El segundo ambito econ6mico que los mudéjares se reserva- tenfan contactos mas amplios en el Mediterraneo. Aunque la
ron fue el comercio con Granada y e1 N orte de Africa. Cono- mayorfa de lbs mercaderes musulmanes de Valencia operaban
cemos menos detalles acerca de las transacciones comerciales modestamente, a fines del siglo XIV habfa emergido una elite
de 10s mudéjares en el extranjero, pero, a juzgar por el flujo
del trmco comercial11evado a cabo por ellos, parece que en-
contraban provechoso y fiscalmente ventajoso acometer em- 18 Véase J. Montalvo Hinojosa (1978, 114). Sobre el volumen de comer-
presas comerciales intemacionales 17 • El volumen comercial no cio, con una estimaci6n del intercambio de bienes, véase también Ma D.
L6pez Pérez (1995) y J. Guiral- Hadziiossif (1985,461-474). Sobre el
comercio entre Valencia y Granada en la Segunda mitad del siglo XV,
16 Véase la nota 6. véase M. Ruzafa Garda (1985,343-381).
17 Las restricciones sobre los viajes y el comercio a través de la frontera 19 M. Ruzafa Garda (1986,659-672). Muchos mudéjares, especialmen-

cristiano-musulmana se habian suavizado en 1405, cuando Martin I te los que residian en las regiones meridionales de Valencia, tambiért
concedi6 ciertos privilegios a los mercaderes mudéjares. Martin I res- viajaban a Granada ilegalmente. A la vista del numero de mudéjares
cindi6 el impuesto sobre la importaci6n y ampli6 a cinco afios el perio- arrestados por cruzar la frontera cristiano-musulmana sin comprar un
do durante el cual un mercader mudéjar podia permanecer en el extran- permiso, parece que el tratico clandestino de mercandas era continuo.
jero. Estos plazos y las estipulaciones de estos tratados fluctuaron 20 Ya que los mercaderes mudéjares no posefan barcos propios, se vefan
durante todo el siglo xv. Entre los estudios mas recientes, véase R. Sa- forzados a viajar a bordo de navios venecianos, genoveses y valencia-
licrU i Lluch (1998). nos.
226 Kathryn A. Miller Negociando con el infiel 227

comercial-Ias familias Bellvis, Xupio, Benx.arnit, Razbayda y Como veremos mas adelante, los mercaderes mas poderosos,
RipolI. No es éste ellugar para realizar un estudio comparati- como las familias Bellvis, Xupio y Ripoll, tenfan buena repu-
vo de su actividad mercantil, pero es evidente que las tacticas taci6n, no s6lo como mercaderes productivos, sino también
empleadas por estos mudéjares para establecerse como merca- como musulmanes piadosos22 • Musulmanes como AH Xupio,
deres respetables implicaban el acceso a la cooperaci6n con Mahamat Bellvis o Mahomat Ripoll se contabanentre los lfde-
sus hom610gos cristianos mas acaudalados. Estas familias po- res locales conocidos por estimular el compromiso mudéjar
sefan suficiente capitaI para asegurarse la protecci6n de su car- con el mantenimiento de la fe islamica y la lealtad a la propia
ga contra corsarios y piratas y para asociarse con mercaderes comunidad. Estos lfderes reinvertfan su riqueza para benefi-
cristianos. Ademas, en una combinaci6n estratégica de exten- ciar a sus correligionarios y se esforzaban en ayudar a otros
sos contactos familiares y diplomaticos, los miembros de estas mudéjares, especiaImente los presos o cautivos23 •
poderosas familias de mercaderes desempefiaban a menudo Cultivar la buena fama en varias comunidades religiosas,
funciones diplomaticas entre lfderes cristianos y. musulmanes. sin embargo, podfa promover facilmente lealtades divididas.
Su implicaci6n a tan alto nivelles permitfa no s610 eludir mu- En muchos sentidos, ésteera el dilema de la comunidad mudé-
chos de 10s obstaculos burocraticos que afrontaban normal- jar en generai; 10s musulmanes que vivfan bajo el gobiemo
mente los viajeros mudéjares, sino también participar directa- cristiano apreciaban la importancia de la solidaridad religiosa,
mente en las negociaciones comerciales entre la Corona de y, no ob stante, para proteger eficazmente sus intereses, los
Arag6n y Granada21 • mudéjares se vefan obligados a cooperar y a menudo a colabo-
rar con sus vecinos cristianos. En lo que sigue me concentraré
La familia RipolI: negocios entre diferentes esferas en una familia mudéjar, los Ripoll, para mostrar c6mo consi-
guieron mantener el equilibrio entre intereses contrapuestos y
Sin embargo, no fue s610 la emprendedora actividad en la establecer relaciones productivas tanto en los clrculos cristia-
venta al por menor 3: cristianos, o la iniciativa empresarial, lo nos como en los musulmanes. çaat Ripoll, que emigr6 a Va-
'que ayud6 a estos mercaderes de elite a despuntar durante el lencia desde la ciudad de Gandfa en 1381, fragu6 su negocio
siglo XV. Estos mudéjares cultivaron cuidadosamente sus mediante una serie de alianzas estratégicas, y se cre6 una bue-
alianzas, a menudo a través de matrimonios, y ocuparon posi- na reputaci6n actuando en favor de sus correligionarios mu-
ciones influyentes dentro de sus propias morerfas. Crearon una sulmanes. En 1422, cuando muri6 çaat, los Ripoll habfan aI-
red de intereses que se extendfa por diversas localidades y re-
basaba los lfmites comunitarios, pero también se identificaron
frrmemente con sus correligionarios. Tan importante era culti- 22 La obra de M. Ruzafa Garcfa (1988) ofrece el estudio mas completo
var la fama en los clrculos musulmanes como en los cristianos. de las alianzas y las empresas de estas familias de mercaderes valencia-
nos. La autora del presente arUculo esta en deuda con M. Ruzafa Gar-
cfa por su laboriosa reconstrucci6n de las estrategias matrimoniales de
21 Los Ripoll sirvieron ocasionalmente como emisarios de Arag6n en las los RipolI y su expansi6n como familia mercante.
cortes ishimicas. Véase R. Salicru i Lluch (1998, 209 Y 335) donde se 23 Véase M. Ruzafa Garda (1988), asi como sus arUculos (véase nota 2)

describe c6mo Ali y Galip RipolI fueron enviados a Granada como para su tratamiento de las principales familias mercantes de Valencia y
emisarios del rey Alfonso. sus obras de caridad.
228 Kathryn A. Miller Negociando con el infiel 229

canzado una posici6n prominente en las tres esferas mercanti- vos y a menudo pagaban una "fianza" o financiaban el resca-
les, la mudéj ar, la cristiana y la musulmana. l C6mo ocurri6 te. A su vez, cuando los Ripoll sufrfan alguna injusticia a ma-
esto? nos de cristianos, no dudaban en recurrir a sus contactos polf-
En primer lugar, los Ripoll se introdujeron en el nucleo cen- ticos en la comunidad valenciana y en exigir una reparaci6n.
traI de la oligarquia mercantil valenciana. Su método primor- De hecho, no era infrecuente que autoridades vaIencianas de
dial fue una serie de alianzas matrimoniales estratégicas. La alto rango intervinieran en favor de un mercader Ripoll cuan-
primera alianza se estableci6 mediante el matrimonio de çaat do éste se hallaba involucrado en algl1n litigio o habia sido
Ripoll con su mujer, Fatima, miembro de la familia Benxarnit, vlctima de algt1n acto ilegal26•
otra familia mercante de VaIencia que habrfa de colaborar es- Al mismo tiempo, los Ripoll se las arreglaron para cultivar
trechamente con los Ripoll. çaat tuvo cuatro hijos. Su hijo contactos en ultramar con musulmanes de dar al-Islam. En aso-
mayor, Galip, contrajo matrimonio con una mujer de otra fa- ciaci6n con los Xupio y los Benxarnit, los Ripoll compraban un
milia mercante, los RahaIi. Su segundo hijo, çaet, se cas6 con porcentaje de espacio en barcos cristianos y contrataban a mer-
Nuza Xupio, miembro de una familia mercante aun mas desta- caderes mudéjares locales como agentes. El clan te~a contactos
cada. Su tercer hijo, Mahomat Ripoll (el mismo Mahomat im- tanto familiares como de negocios en el Norte de Africa y visi-
plicado en el asunto de Denia), se cas6 iguaImente con una taban regularmente los puertos de Almeria, Tunez y Oran27 •
mujer de la familia Xupio, Fatima. De los tres hijos, Mahomat Aunque tenfan que afrontar los peligros habituales del comercio
llegaria a ser uno de los lideres mas destacados de la comuni- marftimo mediterraneo, los Ripoll tenfan recursos para proteger
dad mudéjar valenciana24 • su propia seguridad y la de sus bienes. Por ejemplo, a pesar de
Los Ripoll también asumieron funciones importantes en la que Mahomat Ripoli no pudo prevenir el ataque pirata en Denia,
estructura administrativa vaIenciana como lideres y represen- al fmal consigui6 recuperar su mercancla presionando a los ofi-
tantes de su comunidad ante la burocracia cristiana. Al igual ciales de la Corona para que persiguieran a los corsarios renega-
que otros mudéjares que ocupaban posiciones claveen la co- doso Es mas, en 1467, Juan TI, en reconocimiento de la catego-
munidad mudéjar de VaIencia, los Ripoll tenian buena reputa- ria de Mahomat y tal vez para apaciguarlo tras el incidente de
ci6n entre los oficiales p6blicos cristianos. Éstos recuman a Denia, concedi6 a Mahomat Ripoll y a sus hijos el derecho a
los Ripoll para mediar en disputas entre mudéjares o para in- viajar a "tierra de moros" sin pagos u obstaculoS28•
tervenir en favor de mudéjares que se hallaban presos o cauti- Por Ultimo (y esto tenia una importancia capitaI), los Ripoll
vos. Convocados como "experts e sabents en cuna e xara", los se forjaron una s6lida reputaci6n dentro de sus propias comu-
Ripoll examinaban documentos redactados entre musulmanes
y asistian a los oficiales cristianos y mudéjares en la labor de
asegurar que las deudas mudéjares se pagaran25 • Viajaban a re- 26 Otros casos en 10s que las autoridades cristianas se esforzaron por de-
giones fuera de Valencia para arreglar el retomo de los cauti- fender 10s intereses de 10s Ripoll pueden consultarse en R. Salicru i
Lluch (1999, 233-234, doc. 192, y 363-364, doc. 304) donde el algua-
ciI de Valencia exige el retomo de Ios bienes que pertenecfan Iegftima-
mente a Galip Ripoll, robados por corsarios cristianos.
24 .
M. Ruzafa Garda (1988-1989, 169-188). 27 M. Ruzafa Garcfa (1985,354).

25 M. Ruzafa Garda (1988, 501). 28 M. Ruzafa Garda (1988, 104-105).


Negociando con el infiel 231
230 Kathryn A. Miller
Conclusi6n
nidades mudéjares, no s6lo como pr6speros hombres de nego-
cios, sino también como musulmanes dispuestos a actuar La buena fama de los Ripoll en la comunidad y su exitosa pe-
como intermediarios para proteger los intereses de otros mu- netraci6n en tres esferas comerciales -mudéjar, cristiana y mu-
sulmanes menos afortunados29 . Mahomat Ripoll, por ejemplo, sulmana- sustentaron su ascensi6n en el siglo XV. Sin embargo,
jugo un papel destacado en la reconstrucci6n de la moreria la fortuna de çaat RipoU finaliza con una nota tragica. En 1422,
mudéjar de Valencia tras el ataque cristiano de 1455. Gracias los Benxarnit solicitaron a çaat Ripoll que sirviera como garan-
a sus recursos financieros, los RipolI estaban mejor situados te por el viaje de peregrinacion a La Meca q~e. deseaban em-
que la mayoria de los mudéjares valencianos para ayudar a los prender. çaat Ripoll no podfa desatender la SOliCl~d por, al me-
correligionarios que lo necesitaban. Tenfan fondos suficientes nos, tres motivos. Fatima, mujer de çaat, era IDlembro de la
para responder por otros mudéj ares cuyos acreedores, seiiores familia Benxarnit. Los Ripoll trabajaban en estrecha colabora-
o propietarios cristianos exigian una garantia. La lealtad de los ci6n con los Benxarnit como socios de negocios. Por ultimo,
Ripoll a la red panislamica les lIev6 a ayudar a mudéjares que çaat Ripoll era buen musulman y no podia ne~ar a sus herma-
deseaban emigrar a territorio musulman asi como a rescatar a nos la oportunidad de cumplir con uno de los pdares de su fe (el
musulmanes cautivos. En los archivos se conservan numero- Hajj). De modo que çaat consinti6 en depositar una fuerte suma
sos ejemplos de sus intervenciones. Por ejemplo, Mahomat en manos de las autoridades cristianas, sin dudar que 10s Ben-
Ripollliber6 a un grupo de esclavos mudéjares pagando a sus xarnit (los cinco sin excepci6n) retomanan del Hajj. Pe~o no lo
captores cristianos. Su hermano, Ali Ripoll, costeo el permiso hicieron. Los Benxarnit se aprovecharon de la oportumdad de
de viaje de çahat Alahuy de Valencia, quien intentaba rescatar emigrar y desaparecieron en el mundo islamic~32.
a su hermano cautivo en Alicante30. También las mujeres Ri- çaat RipolI habia cultivado estrechas relaCl?neS transcultu-
poll contribuian a la causa: Nuza, mujer de çaet Ripoll, y Fa- rales de negocios durante toda su carrera. Ir6mcamente, resul-
tima, mujer de çaat RipolI, aportaron doscientos florines para t6 ser su socio mudéj ar el que al fmal traicion6 su confianza.
ayudar a una pobre cautiva a pagar su viaje de regreso a Ber- çaat paso cierto tiempo buscando a los Benxarnit en el Norte
beria31 • de Africa y Granada, donde muri6 sin haber ~ncontrado ~ los
mercaderes fugitivos. No podemos saber que bus~aba: ",SI, de
haberlos encontrado, les hubiera pedido una exphcacl0n, les
hubiera exigido su dinero, o si hubiera detallad~ a los ~e?Xar­
nit las consecuencias de sus acciones (los XUpl0 deshlcleron
29 Merece atenci6n el hecho de que Mahomat de Bellvis, el qadi, estuvo un contrato matrimonial con los Ripoll cuando se hizo aparen-
notoriamente ausente en esta ocasi6n, mientras que Mahomat Ripoll te que çaat, debido a las fuertes pérdidas que acarre6 su fun-
particip6 activamente en ellitigio que pretendia restituir las' propieda- ci6n como garante, no podria costear la dote)33.
des mudéjares. Véase M. Ruzafa Garda (1988, 104).
30 ARV Bailia 1153, fols. 429 y 474. Véase también R. SalicrU i Lluch
(1999,254-255, doc. 211), que refleja c6mo Galip y çaat Ripoll orga- 32 Este documento esta publicado como apéndice al arllculo de M. Ruza-
nizaron la liberaci6n de çaat Ben Hamer, capturado por un mercader fa Garda (1988-1989, 187-188).
cristiano en Almena. 33 M. Ruzafa Garda (1988-1989, 185).
31 ARV Bailia 1152, foI. 228.
I "

232 Kathryn A. Miller

No obstante, no deberfa sorprendemos que los Benxarnit


eligieran al fm invertir su capitaI y su reputaci6n en tierras is-
13.micas. Como hemos indicado, el prestigio de vari~s familias
de mercaderes valencianos no se habia edificado con la unica
finalidad de acumular riqueza, ni habia florecido simplemente
sobre la "confianza mercantil" entre ~usulmanes. Antes bien,
los valores ishlmicos dictaban que los Ripoll, y los Xupio, Y
los Benxarnit, debian actuar en favor de los mudéjares locales.
Ellos habian asumido conscientemente sus funcionescomo in-
termediarios, benefactores, prestamistas y lideres de la comu-
nidad. Pero, aunque la emigraci6n ilegal de los Benxarnit fue
un acto de traici6n a su socio çaat, y constituia una ruptura
contractual con las autoridades cristianas, aquella acci6n era
consecuente con los principios isl3.micos por los que también
se guiaban 10s Ripoll de Valencia. Ser un musulman piadoso
acrecentaba la buena reputaci6n comercial. Pero, en este caso,
la fidelidad a un socio mudéjar fue traicionada por fidelidad al
Islam.

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