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Ciriaco de Urtecho Ensayo

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Ciriaco de Urtecho y Juan de Dios Cáceres: el sentimentalismo

contra la lógica jurídica

L.L.

Introducción

Fernando de Trazegnies nos presenta un extraño caso sobre un español casado con

una esclava que inicia un juicio contra su amo para obligarlo a venderla. De esta forma

se plantea una contienda legal en la que colisionan familia y propiedad, ambas

instituciones fundamentales de la sociedad colonial peruana. En “Ciriaco de Urtecho,

litigante por amor” se ven enfrentados Ciriaco de Urtecho y Juan de Dios Cáceres; el

primero en defensa de un derecho natural de gentes mediante palabras persuasivas y

llenas de emotividad, y el segundo con el derecho positivo de la época como arma. En

este ensayo se comentan los tres requisitos para justificar el aumento del precio de la

mulata llamada Dionisia desde ambas perspectivas y se concluye con la diferenciación

de la culpa personal de Cáceres y la de sociedad por el trato inhumano que recibe la

esclava.

Desarrollo

Resulta muy interesante la curiosa posición de Ciriaco de Urtecho: un hombre libre

casado con una esclava y que, por consiguiente, quiso liberarla pero el amo aumentó su

precio. De Trazegnies (1981) deja constancia de que “tres requisitos eran necesarios

para esta simulada usura: el primero, que no interviniera rescate; el segundo, la sanidad

del esclavo y proporcionada edad para lograr producir frutos; y, el tercero, oficio

conocido” (p.17).
Respecto al primer requisito, se hace referencia a la gran legitimidad para “intervenir

rescate aún entre los infieles, porque es innegable a todo cautivo” (De Trazegnies, 1981,

p.18). Esto tiene una connotación de la posición de la Iglesia respecto a la esclavitud,

en la que permite que se ayude al esclavo en cuestión, conforme a los preceptos morales

amenazados con su retención. Ciriaco apela a la piedad cristiana de la corte y coloca en

tela de juicio la actitud cristiana de Juan de Dios Cáceres, pues habiendo Dionisia sido

fiel servidora más allá de lo exigido no puede recibir tal injusticia de mantener una

esclavitud inservible de un amo que se considere bueno y virtuoso. La acusación de que

el amo es ingrato se formula al señalar “qué dolor no causaría en un cristiano que

después de haber disciplinado, ayunado y hecho otros actos en servicio de Dios le diera

el premio de perpetua esclavitud” (De Trazegnies, 1981, p.41) y hecha con un fin muy

astuto: conseguir que se funde la pretensión en base a un supuesto fáctico no

contemplado en la ley.

El segundo requisito, el más controversial en el debate, es el de la sanidad del

esclavo y su proporcionada edad para lograr producir frutos. Ciriaco sostiene que su

esposa tiene una falta de salud que la inhabilita para cualquier trabajo, incluido el

trabajo de parto, pues estos son los dos principales atributos para retener a una esclava.

Incluso insinúa que la carga de cuidar por ella recaería solamente en él como su marido.

Su deterioro físico fue originado por un espasmo que padeció cuatro años antes del

litigio por “haber la vado lana sacándola del agua caliente al agua fría de orden de su

ama” (De Trazegnies, 1981, p.30).

Dicho argumento se ve verificado por el cirujano designado en el caso que señala

indicios de un vicio gálico-convulsivo que degenerará en parálisis y posteriormente

ocasionará la muerte. Esta estrategia no hace más que resaltar el desinterés de Ciriaco

en su acción, pues su pedido encierra los valores de la compasión, unidad familiar y el


amor entre cónyuges. Asimismo, si Cáceres decidiera venderle a Dionisia, se estaría

llegando a un trato en el que el amo se ve beneficiado al deshacerse de una esclava que

ya no rinde en sus labores y que genera un gasto extra, y recibiendo su precio original a

cambio.

El tercero y último requisito se refiere al oficio conocido, el cual por supuesto no

tiene Dionisia porque solo labora para sus amos. Sin embargo, se añade un argumento

más: la poca gana de Cáceres para liberar a Dionisia, manifestada en extorsiones,

amenazas y violencias que solo resaltan su odio. Este último resulta un tanto

contradictorio debido a que por momentos guarda respeto hacia Cáceres y a su vez

reitera constantemente que no desea causarle perjuicio: es un hombre respetable que

maltrata supuestamente a la esclava y ello se condice (¿?) con la conducta moral de

Ciriaco.

Por otro lado, el planteamiento de Cáceres denota una lógica fría y es estrictamente

jurídico. Su contraargumento respecto al rescate contesta que no se solicita en sí la

venta sino la libertad y no hay rescate como tal, pues este está estipulado como

detención ilegal y la esclavitud de Dionisia es perfectamente legal ¡Es justo por eso que

se está llevando a cabo el juicio! Al ir acorde al ordenamiento jurídico de la época, no

puede obligársele a ceder su patrimonio (porque el esclavo es visto como una cosa) sin

haber incurrido en ninguna de las causales y apelar a lado emotivo del Corregidor

tampoco debiera ser válido como dice, pues “no hay duda que a Ciriaco le pareció que

se hallaba en las Cortes de África, pues allí los rescates, si se hacen es a nombre de la

religión y (…) se implora piedad como virtud moral” (De Trazegnies, 1981, p.22).

En cuanto al segundo punto de la demanda, los años de labor de Dionisia solo lo

hacen más preciosa ya que ha adquirido con la práctica una habilidad en los quehaceres
del hogar. Fue educada y bien vestida que le dan un valor agregado y, por tanto, la

vuelen más idónea. También se dice que el color pálido no es producto de la

enfermedad sino de su “mixtión” que la acerca a una mestiza. En consideración a su

condición física, no se le impuso mayor trabajo que a otros criados de la casa, ni

siquiera cuando todavía gozaba de perfecta salud.

En estrecha relación a los dos párrafos anteriores, Cáceres aumenta el precio de la

mulata en contrato de compra-venta basándose en los recursos invertidos en ella, su

valor de uso y la rareza de su piel. Esto es algo meramente objetivo en donde no caben

elementos sentimentales. El hecho de vender o no vender le competen solo a él como

amo (en representación de su esposa quien en realidad es el ama original).

En este orden de ideas tampoco se le puede acusar sin carga probatoria de sevicia.

Dionisia era más que mimada al mantenerla “cual corresponde a su señora, ejecutando

lo propio con la hija” (De Trazegnies, 1981, p.22) y poseía una posición especial dentro

de la jerarquía de los criados y el gobierno de la casa. Criada desde los ocho años, se

creó un vínculo filial con su señora al punto de permitirle durante todos sus años de

casada con su marido.

Ciriaco fue afortunado al encontrarse en una situación más ventajosa que la de otros

casados con esclavos, pues el cónyuge adquiere también ese estatus a pesar de que las

condiciones de vida sean deplorables. Todos estos factores hacen muy tolerable la

esclavitud e incluso resulta mejor que la vida que muchos hombres libres llevan, en ese

aspecto hay una preocupación paternal por Dionisia. No hay contradicción práctica

entre los valores de familia y propiedad, por cuanto los cónyuges permanecen juntos y

la libertad no hará el matrimonio ni más ni menos religioso que cualquier otro.


De entre todos los razonamientos esgrimidos, el más impresionante es aquel que

ataca las verdaderas motivaciones de Ciriaco de Urtecho para procurar la liberación de

su mujer: venderla como la mercancía que es. Esta insinuación es un golpe contundente

a todo lo invocado por el demandante porque se eliminaría cualquier posibilidad de

considerar dar un fallo fundamentado en elementos extrajurídicos pero de gran fuerza

como lo son la religión y la moral ¿Lo peor de esto? Es que resulta perfectamente

razonable.

Si se analiza críticamente el contexto en el cual suceden los hechos, para el autor el

orden social peruano desalentaba los matrimonios disparejos y hasta podría decirse que

los sancionaba haciendo que el hombre libre ya no lo fuera más.

¿entonces el amor era suficiente motivo para dejar los derechos de los libres en una

sociedad altamente prejuiciosa y discriminadora? Al contrario, los matrimonios

significaban muchas veces la posibilidad de subir en el escalón social con alguna unión

ventajosa. Sin embargo, esto va más allá de anular la libertad del esclavo por fraude:

admitir que se puede hacer comercio con el esclavo ajeno, también sería lícito permitir

“a los esclavos tratar concierto con un tercero para servirle por tiempo limitado y

recibiendo el precio adelantado, reclamar a la libertad unos sujetos tan entredichos para

disponer de su persona” (De Trazegnies, 1981, p.26).

Conclusiones

Como se ha visto a lo largo de este texto, Ciriaco de Urtecho adopta una posición a

favor de la vida libre, la vida en familiar, el amor y el cristianismo conforme al derecho

natural de gentes, con un discurso que presenta su caso como una excepción en la que

“el derecho del amo no se encuentra conculcado porque se reconoce y se paga; pero el

esclavo adquiere su libertad natural” (De Trazegnies, 1981, p.127) y en el que no se le


ocasiona perjuicio al señor; a causa de que no va a poder luchar en su totalidad contra el

sistema. Curiosamente aquí se esboza la figura de abuso del derecho porque a Cáceres

pareciera no servirle la mulata en realidad y, no obstante, la mantiene bajo su poder.

En cambio, Juan de Dios Cáceres utiliza fundamentos legales y objetivos para

defender lo que es suyo: pertenece a su esfera íntima para mostrarse reticente a la

liberación de su esclava Dionisia. No se concertó pacto para hacerlo al comprarla ni se

estipuló en la escritura y en caso de venderla esta debe ser justipreciada conforme a las

reglas prácticas para ello.

Finalmente, se debe recordar que ambas posiciones tienen puntos válidos pero que

ninguno bueno ni malo en su totalidad. La mujer y con mayor razón una esclava se ve

limitada en el ejercicio de sus derechos pero severamente ante el incumplimiento de sus

deberes; Dionisia bien pudo haber sido tratada con consideración pero no por su calidad

de persona como tal, sino más bien como un objeto o mascota al que se le tiene

muchísima estima. Cáceres es el resultado de una enseñanza avocada a mantener una

sociedad en donde la propiedad sobre determinados individuos es un acontecer natural;

a él debe recriminársele el no cuestionarse sobre lo axiológico en sus acciones y a la

sociedad, el mantener una visión poco humanista sobre sus congéneres.


Bibliografía

​ ima: Fondo
De Trazegnies, F. (1981). ​Ciriaco de Urtecho, litigante por amor. L

Editorial PUCP.

Mellafe, R. (1973). ​Breve Historia de la Esclavitud en América Latina.​ México:

Sep-Setentas.

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