San Gregorio el Grande sostiene que a las mujeres no se les debe prohibir entrar a la iglesia o recibir la comunión durante su período menstrual. Explica que los periodos son parte natural de la condición femenina y no son pecaminosos. Además, compara los periodos con otras debilidades humanas ordenadas por Dios como consecuencia del pecado original. Concluye que las mujeres no deben ser desalentadas de recibir la comunión durante sus periodos siempre que su disposición interior sea pura.
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
304 vistas2 páginas
San Gregorio el Grande sostiene que a las mujeres no se les debe prohibir entrar a la iglesia o recibir la comunión durante su período menstrual. Explica que los periodos son parte natural de la condición femenina y no son pecaminosos. Además, compara los periodos con otras debilidades humanas ordenadas por Dios como consecuencia del pecado original. Concluye que las mujeres no deben ser desalentadas de recibir la comunión durante sus periodos siempre que su disposición interior sea pura.
San Gregorio el Grande sostiene que a las mujeres no se les debe prohibir entrar a la iglesia o recibir la comunión durante su período menstrual. Explica que los periodos son parte natural de la condición femenina y no son pecaminosos. Además, compara los periodos con otras debilidades humanas ordenadas por Dios como consecuencia del pecado original. Concluye que las mujeres no deben ser desalentadas de recibir la comunión durante sus periodos siempre que su disposición interior sea pura.
San Gregorio el Grande sostiene que a las mujeres no se les debe prohibir entrar a la iglesia o recibir la comunión durante su período menstrual. Explica que los periodos son parte natural de la condición femenina y no son pecaminosos. Además, compara los periodos con otras debilidades humanas ordenadas por Dios como consecuencia del pecado original. Concluye que las mujeres no deben ser desalentadas de recibir la comunión durante sus periodos siempre que su disposición interior sea pura.
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 2
Papa San Gregorio el Grande (+605)
LA MENSTRUACIÓN Y LA SANTA COMUNIÓN
A San Agustín de Canterbury, el Iluminador de Inglaterra
NO SE LE HA DE PROHIBIR A LA MUJER que entre en la Iglesia durante la época de su
período mensual; porque las labores de la naturaleza no pueden considerarse pecaminosas, y no es justo que se le rehúse la admisión, puesto que su condición está más allá de su control. Sabemos que la mujer que sufría un flujo de sangre, se acercó humildemente a nuestro Señor, y tocó sus vestiduras y fue sanada de una vez de su enfermedad. ¿Si, por lo tanto, la mujer estaba en lo cierto al tocar las vestiduras de nuestro Señor, por qué a aquella que soporta las labores de la naturaleza no se le ha de permitir la entrada en la iglesia de Dios? Y si se objeta que la mujer de los Evangelios fue compelida por su enfermedad mientras que esta última está obligada por la costumbre, recuerda entonces mi hermano, que todo lo que soportamos en este cuerpo mortal por la enfermedad de su naturaleza es ordenado justamente por Dios desde la caída del hombre. Porque el hambre, la sed, el frío y el cansancio se originan en esta enfermedad de nuestra naturaleza; y nuestra búsqueda por el alimento en contra del hambre, de la bebida en contra de la sed, del fresco en contra del calor, del abrigo en contra del frío, y del descanso en contra de la fatiga es solo nuestro intento de obtener algún remedio en nuestra debilidad. En este sentido, el flujo menstrual en la mujer es una dolencia. ¿Por lo tanto, si fue un atrevimiento loable que la mujer, en su enfermedad, tocase las vestiduras del Señor, por qué no hacer la misma concesión a todas las mujeres que sufren la debilidad de su naturaleza? A la mujer, por lo tanto, no debería prohibírsele recibir el Misterio de la Comunión en este período. Si alguna, por un profundo sentido de reverencia, no se atreve a hacerlo así, es encomiable. Pero, si lo hacen, no hacen nada censurable. La gente sincera a menudo reconoce sus faltas incluso cuando no hay falta real, porque una acción inocente puede a menudo provenir de una falta. Por ejemplo, comer cuando tenemos hambre no constituye falta alguna, puesto que tener hambre (en nuestro camino presente) se origina en el pecado de Adán. Del mismo modo, los periodos mensuales de las mujeres no constituyen falta alguna. Son causados por la naturaleza. Pero, la corrupción de nuestra naturaleza es aparente incluso cuando no tenemos la intención deliberada de hacer mal, y esta corrupción surge del pecado. Así que, debemos reconocer el juicio que nuestro pecado trae sobre nosotros, y de esta manera mucha gente que ha pecado por voluntad propia lleva el castigo de su pecado de mala gana. Por consiguiente, cuando las mujeres, después de una debida consideración, no se atrevan a acercarse al Sacramento del Cuerpo y la Sangre del Señor durante su período mensual, han de ser elogiadas. Pero, si se sienten movidas a recibirlo por amor devoto hacia este Santo Misterio como la práctica devota sugiere que lo hagan, no deben ser desalentadas. Porque mientras que el Antiguo Testamento hace importantes a las observancias externas, el Nuevo Testamento no considera estas cosas tan elevadas como la disposición interior, la cual es el único criterio para asignar el castigo. Por ejemplo, la Ley prohíbe comer muchas cosas por impuras, pero en el Evangelio el Señor dice: “No es lo que entra en la boca del hombre lo que lo contamina, sino lo que sale de la boca, eso contamina al hombre.” También dijo: “Porque de la boca proceden los malos pensamientos” (Vea Marcos 7:18-20). Aquí el Dios todopoderoso nos muestra claramente que las malas acciones provienen de la raíz de los malos pensamientos. De igual manera el apóstol Pablo dice: “Para los limpios todo es limpio; mas para los contaminados y no creyentes nada hay limpio.” Y luego indica la causa de su corrupción, añadiendo: “Pues su mente y conciencia están contaminadas” (Tito 1:15). ¿Si, por lo tanto, ninguna comida es impura para aquel que tiene la mente pura, cómo puede ser considerada impura una mujer que soporta las leyes de la naturaleza con una mente pura? Traducido y editado por