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Agresividad y Violencia en El Fútbol

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Agresividad y violencia en el fútbol

AGRESIVIDAD Y VIOLENCIA EN EL FÚTBOL


Resumen
Se hace una breve revisión acerca de las emociones y en especial de la agresividad y su papel adaptativo en la vida
y desarrollo de los organismos, así como el papel que juega en los deportes, diferenciándola de la conducta violenta
dentro de los escenarios deportivos y durante las competencias. Se considera el origen de algunos grupos de
animación que en algún momento han tergiversado su razón de ser convirtiéndose en grupos agresivos y violentos
Palabras Clave: Agresión, Violencia, Porras, Hooligans, Barras.
AGGRESSIVENESS AND VIOLENCE IN SOCCER
Abstract
This is a point of view about aggressive behavior at football stadiums. We considered the role of animation groups
(hooligans, barras and porras), its origins and development in the football world.
Keywords: Aggression, Violence, Porras, Barras, Hooligans.
Revista Digital Universitaria
10 de junio 2005 • Volumen 6 Número 6 • ISSN: 1067-6079
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© Coordinación de Publicaciones Digitales. DGSCA-UNAM
Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente completa y su
dirección electrónica.
INTRODUCCIÓN
Para Darwin (1872, citado por Reeve, 1994) las emociones son un proceso innato cuya función consiste en la
adaptación al entorno en el cual se desarrolla cada organismo, así considerada, la agresividad en el Hombre cumple
con la función de adaptarse al entorno psicosocial en el cual se desarrolla. La agresividad se caracteriza de otras
emociones por ser un evento que prepara al organismo para la lucha y la defensa, lo que le permitiría a los
organismos su sobrevivencia, además de garantizar en cierta medida la permanencia ya no tan solo del organismo
en sí, sino del organismo como especie.
Según Huizinga (1984) el Hombre ha creado cultura a partir del juego, es mediante esta actividad que el Hombre
ha adquirido y desarrollado diversas habilidades psicosociales, como son el lenguaje, la interacción social y por lo
tanto la capacidad de convivir con sus congéneres, desarrollando para ello reglas que definen los términos bajo los
cuales se han de conducir y efectuar las relaciones interpersonales de acuerdo a cada grupo social y las
circunstancias bajo las cuales se encuentran.
El fútbol es un juego reglamentado en el cual se definen las conductas que son permitidas en el terreno de juego y
las sanciones a las que se hacen acreedores quienes violan alguna regla de este código de conducta deportiva. Al
existir este reglamento formal, el juego del fútbol pasa a ser considerado un deporte. El deporte es una actividad de
carácter voluntaria a la cual se entrega el / la deportista con el fin de lograr un objetivo, romper una marca, vencer a
un oponente, para lo cual ha de someter a prueba sus más altas y superiores cualidades, físicas, emocionales y
cognitivas. De entre las cualidades emocionales destaca la agresividad. Definimos el concepto agresividad como
toda conducta que tiene por objetivo dañar física o psicológicamente a otro organismo, sin embargo en el contexto
deportivo el daño ocasionado a los competidores opositores consiste en vencerlos dentro del marco de los
lineamientos establecidos por cada federación deportiva.
En este caso particular diferenciaremos las conductas violentas de las conductas agresivas a partir de la violación
de alguna regla socialmente aceptada, por lo que una conducta agresiva en el fútbol podría ser “cargar” al jugador
oponente hombro a hombro, en tanto que resulta un acto violento el empujarlo con las manos y brazos extendidos,
lo cual está sancionado como una falta en el terreno de juego (y socialmente reprobado en otros escenarios).
AGRESIÓN Y VIOLENCIA EN EL TERRENO DE JUEGO
Las emociones en general podemos definirlas como una predisposición a actuar de manera específica ante
situaciones y estímulos específicos. Así considerada las emociones, la agresividad sería una cadena de conductas
en las cuales se involucrarían conductas de defensa, ataque, lucha, defensa y huida. Estas condiciones se cumplen
durante un partido de fútbol, en donde el entrenador planea la estrategia a desarrollarse en un encuentro de acuerdo
a las características del equipo contrario y las cualidades de sus jugadores. Planea la forma en la cual se ha de
atacar al equipo contrario y en la cual se ha de defender de sus ataques.
Para Bandura la agresión consiste en una serie de conductas que son aprendidas mediante la observación de un
modelo al cual le refuerzan esta clase de conductas, sin embargo, para que ocurran estas conductas se ha de
cumplir con las condiciones de oportunidad y capacidad.
La oportunidad se refiere a las circunstancias (el contexto) en el cual se desarrolla la actividad y que facilita la
manifestación de alguna conducta agresiva o violenta. La capacidad se refiere a las habilidades que posea el
organismo para desarrollar y evocar tales conductas, ya sean agresivas o violentas. Un tiro penal es la oportunidad
de anotar un gol, ante lo cual el ofensor tiene la posibilidad de demostrar sus habilidades para dominar y mostrar su
superioridad sobre el defensor (el portero o arquero), bien, en la cual el defensor muestra que es superior al ofensor
deteniendo o evitando el gol. © Coordinación de Publicaciones Digitales. DGSCA-UNAM Se autoriza la
reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente completa y su dirección electrónica.
4 -6 Agresividad y violencia en el fútbol http://www.revista.unam.mx/vol.6/num6/art61/int61.htm
Estas son conductas agresivas. Ejemplo de conducta violenta sería aquella en la cual un jugador al disputar la
posesión del balón codea en el rostro al jugador contrario, por lo cual se hace acreedor a una sanción
(amonestación o expulsión), siendo aún más violenta la conducta cuando no está en disputa la posesión del balón y
se le golpea arteramente al opositor.
Existen diferentes eventos que promueven la aparición o manifestación de estas conductas en el terreno de juego,
de las cuales ya se han mencionado dos, sin embargo no podemos dejar de mencionar otros factores predisponentes
como es la historia previa de cada jugador o bien la percepción que el jugador tiene en relación con los jugadores
del equipo contrario, su actitud hacia ellos, la importancia relativa que le da a vencer en particular al equipo con el
que se van a enfrentar, los premios económicos al que pueden aspirar por tal victoria, además la percepción que
tienen de sí mismos.
Los días previos a algunos partidos, y muy en particular a los juegos de una final o los denominados “clásicos” son
frecuentes las declaraciones de directivos, cuerpo técnico y jugadores, a las cuales los medios masivos de
comunicación se encargan de magnificar creando un ambiente de alta expectativa y predisposición para actuar de
cierta manera antes, durante y después del juego. Las expectativas están en función de la interpretación que los
interesados le den a esas notas periodísticas, y por lo tanto también sus conductas. Los interesados pueden ser los
propios jugadores, los directivos y el cuerpo técnico, además del cuerpo arbitral y el público en general. El juego
ha comenzado fuera de la cancha.
EN LAS GRADAS: EL JUGADOR “NÚMERO 12”, EL PÚBLICO
La afición en el estadio también juega, y lo hace animando a su equipo favorito a través de los gritos, cantos y
porras, o bien ejerciendo presión social en el cuerpo arbitral para que marque alguna falta o insultando o
abucheando a los jugadores del equipo contrario durante la posesión del balón.
Se dice que la tradición de animar a los deportistas en competencia surgió de manera accidental durante una
competencia de lucha grecorromana y de ahí se extendió a diferentes deportes al observar que el deportista así
estimulado se desempeñaba mejor y rendía más (Bakker, et.al.1992).
En México se atribuye el nacimiento de las porras durante un encuentro de fútbol americano entre los Pumas de la
UNAM y los Burros Blancos del Politécnico, extendiéndose posteriormente a otros deportes, la característica
común era que quienes animaban al equipo eran familiares y amigos de los jugadores, a los cuales poco a poco se
les fueron agregando simpatizantes del equipo, lo que también acarreó que algunos de ellos crearan cánticos y
porras que no ya tan solo apoyaban al equipo en cuestión, sino que ofendía y provocaba a los aficionados del
equipo contrario, por lo que en su momento se les denominó “porros”.
Durante el mundial de Inglaterra en 1966 surge un grupo de aficionados simpatizantes del equipo Inglés. Cabezas
rapadas y torsos desnudos, además de cánticos injuriosos al equipo contrario y lanzarles objetos a la cancha eran
algunas de sus principales características: son los temidos hooligans.
Su origen es difuso, Cancio (2002) menciona que un periodista inventa a un personaje de nombre Patrick Hooligan,
cuyas características sobresalientes son el ser alcohólico y pendenciero, sin embargo el autor lo atribuye al líder de
una banda que asolaba la campiña irlandesa a fines del siglo XIX, cuyo apellido era Hooley por lo que a este grupo
se le conocía como la banda de Hooley (Hooley´s gang).
Este grupo cobra mayor notoriedad a partir del enfrentamiento entre el Liverpool y el Juventus en la final de la
copa de campeones celebrada en 1985 en el estadio Heysel en Bruselas, Bélgica. El saldo es de 39 muertos y al
menos 200 heridos. Su aparición es constante en los juegos de la liga inglesa, la violencia es su firma.©
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artículo, siempre y cuando se cite la fuente completa y su dirección electrónica. 5- 6 Revista Digital Universitaria
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En Argentina surgen las Barras bravas. Su nacimiento se la atribuye a un inmigrante de origen italiano de nombre
José Barrita (Cancio,op.cit.) quien siendo niño con su familia vive en el barrio de La Boca, en una casa ubicada en
la calle de Olavarria. En 1994 es sentenciado por encontrársele culpables por la muerte de dos seguidores del
River, al salir de la cárcel, dos meses después muere a la edad de 48 años el 11 de febrero del 2001. En vida
comandó a la barra más brava y pendenciera del fútbol argentino, La 12.
La primer barra brava de México se le atribuye al Pachuca, La Ultratuza (Mercado, 2002), para dirigirla se contrata
a tres líderes extranjeros; un chileno, un costarricense y un argentino. Posteriormente surgen otras como son la 51
del club Atlas, la Legión 1908 del Guadalajara y la Rebel de la UNAM, la cual no es reconocida oficialmente por
la Institución (Mercado,op.cit.).
Se pueden considerar como factores facilitadores para la manifestación de conductas agresivas y violentas la
presencia de miles de aficionados, la ingesta de bebidas embriagantes, la presencia de simpatizantes del equipo
contrario, la importancia del juego, además de las necesidades personales de cada individuo miembro de estos
grupos, tales como las necesidades de afiliación, pertenencia, carencias económicas, afectivas y sociales.
Las necesidades económicas pueden derivar en un resentimiento social encontrando un desahogo en lugares
públicos donde el individuo integrado a una turba libera su resentimiento a través de la agresión en contra de quien
ha sido más débil en la cancha o de quien lo ha derrotado y ante quien se considera impotente (la frustración genera
agresión, Dollard, et.al. citado por Reeve, op.cit.). En cuanto a las necesidades afectivas cabe mencionar que la
sociedad actual tiende mucho al aislamiento social, generando una sociedad en la cual se viven soledades
compartidas, como ejemplo se tiene la supercarretera informática, la cual al no saberse utilizar y depender de ella
arrastra a las personas a ese proceso de aislamiento y poca interacción social.
La imitación de las conductas de los líderes como un medio de identificación con el más fuerte (quien en realidad
puede ser el más débil) es otro de los factores facilitadores para que surja la violencia en los estadios, la cual cada
vez es más frecuente y más dañina socialmente. Obviamente estos no son los únicos factores presentes, pues
además de procesos psicológicos también están los factores de corte social, político y económico que también
influyen para que se emitan comportamientos agresivos y violentos, ya no tan solo en los estadios, sino también en
las calles. Recientemente una diputada ha declarado que al interior de los grupos de animación de algunos equipos
de fútbol se han infiltrado personas pertenecientes a grupos claramente delictivos como es la Mara Salvatrucha
(Impacto, 2005).
Las sanciones por parte de las autoridades correspondientes para controlar las conductas agresivas y violentas han
incluido el veto a los estadios, multas económicas a los dueños de los equipos, suspensión a jugadores, y sanciones
administrativas a los participantes en reyertas o penas corporales dependiendo de la gravedad de las acciones
cometidas. También se han considerado algunas medidas preventivas tales como la colocación de cámaras de video
en los accesos al estadio y tribunas, incremento de vigilancia, sobre todo en los juegos de finales o los llamados
clásicos, principalmente. © Coordinación de Publicaciones Digitales. DGSCA-UNAM Se autoriza la reproducción
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CONCLUSIONES
No se puede afirmar que todos los integrantes de los diversos grupos de animación o de respaldo a los equipos de
fútbol que asisten a los estadios sean personas con problemas de adaptación social, sin embargo, es importante
considerar que algunas variables de carácter psicosocial sí influyen en la manifestación de conductas agresivas y
violentas en los diferentes escenarios deportivos, en los cuales es probable que al considerar la posibilidad de
permanecer anónimos algunos individuos aprovechen la ocasión para manifestar su rechazo y resentimiento social
agrediendo física y verbalmente a otros, siendo esos otros los simpatizantes e incluso los actores del equipo
contrario (jugadores, y cuerpo técnico).
El problema no es simple, su complejidad exige de una solución de carácter multidisciplinario que atienda cada
uno de los posibles orígenes del mal.
BIBLIOGRAFÍA
BAKER, F.C.; H.T.A. WHITING y H. VAN DER BRUG, Psicología del Deporte; Conceptos y Aplicaciones.
Madrid, Ediciones Morata, 1993.
CANCIO, Miguel, “Sociología de la violencia en el fútbol” [En línea] [Consultado: 2002] Disponible en internet:
http://www.miguelcancio.com
GOLDSTEIN, J, Agresión y delitos violentos, México, El Manual Moderno, 1978.
HUIZINGA, J., Homo ludens, Madrid, Alianza Editorial, 1984.
“Maras en las barras”, En: Impacto, El diario. México, junio 2005, No. 142. pp.37.
LORENZ, K. y P. LEYHAUSEN, Biología del comportamiento. Raíces instintivas de la agresividad, el miedo y la
libertad, México, Siglo XXI Editores, 1981.
STORR, A., La agresividad humana, Madrid, Alianza Editorial, 1984.
REEVE, J., Motivación y Emoción, México, McGraw-Hill, 1994.

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