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Planes de Implementacion de Las Politicas Publicas
Planes de Implementacion de Las Politicas Publicas
Planes de Implementacion de Las Politicas Publicas
VII A
1. EL PROCESO DE IMPLEMENTACIÓN DE LAS POLÍTICAS.
Esta etapa desde sus comienzos y hasta inicios de los años 70 la investigación en el campo de
las ciencias de políticas estuvo centrada en la decisión y las etapas que la preparan (anteceden).
La corriente dominante en aquellos años sostenía que para lograr un buen resultado solo era
necesario mejorar la calidad analítica e informativa de la decisión (esto es, los modelos
causales implícitos en ellas). Este énfasis en lo decisional se basaba en la clásica dicotomía
entre política y administración, donde la política era el espacio de la decisión mientras que la
administración era el espacio de la aplicación. Detrás de esta dicotomía existían dos
importantes supuestos. El primero suponía una administración pública profesional y
subordinada al poder político (Weber, 1992), y el segundo la existencia de una sociedad pasiva
sin capacidad para obstaculizar o impedir la implementación de una política pública. Sin
embargo, a partir de inicios de los años 70 comienza a aparecer un mayor interés en lo pos
decisional. Ello se debió a que comenzó a percibirse que los fracasos de las políticas públicas
residían en muchas ocasiones en la etapa de aplicación o implementación y no en la decisión.
El problema se presenta porque estos juegos distorsionan los objetivos que pretende alcanzar la
política, conducen al despilfarro de recursos, modifican procesos e instrumentos, en síntesis
desvirtúan la política. Para salvar estos problemas es necesario entonces realizar una buena
descripción del escenario de la implementación conocer quiénes son los actores que intervienen,
qué intereses tienen y qué recursos poseen con el propósito de anticipar esos juegos y evitar así
que la política pública se desvíe. Sin embargo, ello no es suficiente para garantizar el éxito de la
implementación y, por tanto, se debe recurrir a un fixer (reparador), es decir un liderazgo
comprometido con el éxito de una determinada política, que arbitre estos juegos.
En efecto, (Aguilar Villanueva, 1996c: 76) “El mediador-reparador-ajustador posee un gran capital
de recursos políticos [...] y es capaz de convocar a las partes morosas o conflictivas, sentarlas a
negociar, disuadir opositores, derrotar adversarios, sumar consensos, atraer contribuciones,
derribar obstáculos”.
Lo que estos autores pretenden subrayar es que la implementación programada solo es posible bajo
condiciones de requisitos universales o condiciones que se repiten de igual manera. Sin embargo,
cuando estas condiciones no se presentan hay que recurrir a una implementación adaptativa. Este
tipo de implementación (la adaptativa) requiere de un nuevo tipo de funcionario que no se parece
en nada a aquel burócrata tradicional que se rige por reglas.
Para esta perspectiva, al igual que para la anterior, la autonomía, e incluso a veces la
discrecionalidad, de quienes implementan no solo es inevitable (por la imposibilidad de
prever exhaustivamente todas las situaciones y contextos en los que se ejecuta una política)
sino que es sobre todo deseable.
Articulación entre el liderazgo del proceso, el nivel de autoridad y los ejecutores de las acciones.
Cuando esa articulación no se produce por razones de distancia social, espacial o jerárquica, las
probabilidades de distorsiones en la implementación son elevadas. Esa articulación puede lograrse
a través de relaciones formales, pero esto solo será eficaz en contextos de tareas poco complejos,
que utilizan tecnologías estandarizadas y que demandas escasa autonomía por parte del operador.
Capacidades estratégicas: