VazquezCompleto PDF
VazquezCompleto PDF
VazquezCompleto PDF
Campesinos de pie
La formación del movimiento campesino en Formosa
Cristian Vázquez
Vázquez, Cristian
Campesinos de pie : la formación del movimiento campesino en
Formosa / Cristian Vázquez. - 1a ed . - Los Polvorines : Universidad
Nacional de General Sarmiento ; La Plata : Universidad Nacional
de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación ;
Posadas : Universidad Nacional de Misiones, 2020.
Libro digital, PDF - (Entre los libros de la buena memoria / 20)
Directores de la Colección
Gabriela Aguila (CONICET-UNR)
Jorge Cernadas (UNGS)
Emmanuel Kahan (CONICET-UNLP)
Comité Académico
Daniel Lvovich (UNGS-CONICET)
Patricia Funes (UBA-CONICET)
Patricia Flier (UNLP)
Yolanda Urquiza (UNaM)
Marina Franco (UNSAM-CONICET)
Silvina Jensen (UNS-CONICET)
Luciano Alonso (UNL)
Emilio Crenzel (UBA-CONICET-IDES)
Comité Editorial
Andrés Espinosa (UNGS)
Guillermo Banzato (UNLP-CONICET)
Claudio Zalazar (UNaM)
Índice
Agradecimientos........................................................................... 9
Siglas y abreviaturas.................................................................... 13
Introducción.............................................................................. 15
Construcción del objeto de estudio..................................... 17
Fundamentación ................................................................ 33
Estrategia de análisis............................................................ 34
Estructura del libro............................................................. 37
Capítulo 1. Estructura agraria.................................................... 39
La fundación de Formosa y el “pecado original”.................. 40
El ciclo del tanino .............................................................. 48
El ciclo del algodón ............................................................ 53
Capítulo 2. Violencia y despojo contra el campesinado
formoseño.................................................................................. 63
Provincialización y primeros años de autonomía
provincial............................................................................ 64
La política agraria de la “Revolución Argentina” en
Formosa.............................................................................. 69
La crisis algodonera............................................................. 79
Capítulo 3. Católicos y extensionistas en el medio rural
formoseño.................................................................................. 89
Diócesis de Formosa........................................................... 90
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria ................ 102
El INTA en Formosa........................................................ 106
Capítulo 4. El Movimiento Rural de Acción Católica
y el movimiento campesino...................................................... 113
La Acción Católica Argentina ........................................... 114
El Movimiento Rural de Acción Católica.......................... 118
El MRAC en Formosa...................................................... 127
Tiempos de cambios......................................................... 132
El desarrollo del MRAC y su relación con otras
entidades........................................................................... 135
Tensiones en el MRAC..................................................... 140
El 68 católico.................................................................... 144
La efervescencia dentro del MRAC................................... 148
La formación del movimiento campesino y la disolución
del MRAC ....................................................................... 154
Conclusión............................................................................... 167
Bibliografía referida.................................................................. 173
Fuentes escritas................................................................. 192
Fuentes orales.................................................................... 193
Anexos..................................................................................... 195
Agradecimientos
Periodización
Espacio
1 En este punto, de manera implícita, el autor se diferencia de Robert Redfield, quien con-
sideraba que los campesinos constituían sociedades parciales con culturas parciales y estaban
bajo la dependencia estructural de las ciudades.
22 Cristian Vázquez
El campesinado en la Argentina
2 Sin embargo, Eduardo Azcuy Ameghino (2004) discute la extendida hipótesis que sugiere
la inexistencia de campesinos en la pampa húmeda durante el siglo XX. El autor afirma que
la persistencia del campesinado en las economías capitalistas más avanzadas da cuenta de la
desigualdad del desarrollo del capital en la agricultura.
Campesinos de pie 23
3 Dicha entidad fue organizada en 1962 por mandato de la Carta de Punta del Este de
1961, y sus miembros eran la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura (FAO), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización de Estados Americanos (OEA)
y el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (IICA) (Feder, 1972). Un resumen de los
informes elaborados fue publicado en el Trimestre Económico (1966).
24 Cristian Vázquez
El proceso liguista5
5 En la última década, los trabajos de diferente índole sobre las Ligas se han multiplicado.
En este sentido, el clásico libro de Ferrara (1973) se ha reeditado parcialmente en 2007; por
otro lado, el trabajo de Rozé (1992) tuvo una nueva edición en 2011. En 2006, Jorge Miceli
presentó la novela histórica, Monte Madre, que narra la historia de Irmina Kleiner y Remo
Vénica, ambos militantes del MRAC y las Ligas. Esta novela fue adaptada por Antona, Mar-
chese y Robinson como una obra de teatro: Hijos del Monte (2012). Lo mismo hizo Baldana
para llevarlo a la pantalla grande bajo el título Los del suelo (2014). Además, recientemente se
presentaron y defendieron cuatro tesis, dos de doctorado y dos de maestría, sobre la temática.
Las de doctorado corresponden a Moyano Walker (2011) y Murtagh (2013) y las de maestría
a Calvo (2015) y Contardo (2017).
6 Se podrá observar que el nombre guarda gran similitud con el libro de Francisco Julião,
Que são as Ligas Camponesas? (1962) (ver Julião, 1963).
7 Cuando se le pregunta a Ferrara por las motivaciones para escribir el libro, responde: “Yo
trabajaba en esa época en un periódico de lucha [se refiere a La comuna, donde firmaba bajo
el seudónimo de Diego Dávila] y ahí me conecté con dos compañeros que venían del Chaco,
que andaban haciendo tareas de difusión de la cuestión de las Ligas, venían obviamente a
Buenos Aires donde atiende Dios, dónde iban a ir. Uno era Carlos Orianski y el otro Carlos
Piccoli, eran muy jovencitos” (Charla debate con el autor: “A 40 años del libro Qué son las
Ligas Agrarias”, 11/12/2013 en la UNGS). Ambas personas fueron víctimas de la última
dictadura militar (1976-1983).
8 El libro de Ferrara se ha convertido en una cita ineludible para quienes trabajan sobre las
Ligas Agrarias o temáticas relacionadas. Por un lado, por la diversidad de temas que aborda
que van desde el papel desempeñado por las mujeres en dicha experiencia, pasando por el
rol de los medios de comunicación (tan vigente en la actualidad) y las formas novedosas de
protesta, entre otras. Por otro lado, debido al valioso apéndice documental que acompaña a
cada capítulo.
26 Cristian Vázquez
9 Son los mismos casos analizados en el libro Las luchas campesinas del siglo XX, de Eric Wolf
(1972). Sin embargo, esta obra no es citada por el autor; quizás se deba a la postura del autor,
quien engloba su trabajo dentro del “periodismo revolucionario”.
10 Desde fines de la década de 1950, es loable destacar el rol desempeñado por el Consejo
Latinoamericano de Ciencia Sociales (Clacso) en la consolidación de las ciencias sociales, en
general, como en el desarrollo de varios programas de posgrado en estudios rurales en Centro
América, Asunción y, el último, en Quito (Bengoa, 2003: 39). Así, desde la segunda posgue-
rra, se dio la aparición de un creciente número de instituciones, agencias y fundaciones de
alcance internacional, continental y nacional que tuvieron un rol central en la institucionali-
zación de las ciencias sociales. En 1948, se creó la Comisión Económica para América Latina
(Cepal); en 1950, la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS); en 1957, la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso); y, en 1967, el Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales (Clacso) (Beigel, 2009; Blanco, 2010).
11 Excepto algún capítulo incorporado con modificaciones al libro Luchas de clase en el
Chaco Contemporáneo (2007).
12 El Programa PAI, consistía en una ayuda a los investigadores cesanteados de las univer-
sidades por las autoridades del gobierno militar. En relación con esta iniciativa, Bayle (2010)
analiza la estrategia emprendida por las redes académicas en el Cono Sur frente a los diferen-
tes gobiernos dictatoriales y represivos. Según la autora, Clacso, por medio de la “Bolsa de
Trabajo e Información Profesional”, organizó la relocalización de los cientistas sociales que se
encontraban amenazados o habían perdido su fuente laboral.
Campesinos de pie 27
13 La antropología social surge en la Argentina a mediados de la década del sesenta. Sus
integrantes asumen una opción disciplinaria orientada por premisas políticas y sus trabajos
de campo demostraban el compromiso de sus practicantes con los “sujetos” de estudio. Al-
gunos de sus referentes tendrán un rol importante en los grupos de protesta rural en el país
en la década de 1970. La relación entre Ligas Agrarias y los académicos o intelectuales es un
tema poco explorado. Para un examen más detenido sobre la antropología social, ver Guber
(2010).
14 A diferencia de Ferrara y Rozé, los antropólogos no realizaron un trabajo específico sobre
del caso formoseño. Pero es pertinente destacar que en sus estudios van haciendo un contra
punto con los casos de Formosa y Corrientes.
28 Cristian Vázquez
15 El precepto presentado por los autores no se ceñía solamente sobre la Argentina. En un
pasaje posterior de la obra se sostiene “descubrir farmers en América Latina es una de las tareas
principales para la antropología social y la sociología rural” (Archetti y Stölen, 1975: 159).
Campesinos de pie 31
16 Según Marina Franco (2012), entre 1973 y 1976 el término “subversivo” adquirió un
importante consenso en los discursos políticos y periodísticos que repercutieron en las prác-
ticas represivas estatales. Es significativo que, en el caso de Formosa, el Movimiento Agrario
Formoseño organizado a la vuelta de la democracia, rechazó la denominación de campesino
y de Ligas por la estigmatización de ambos términos (Sapkus, 2001).
17 Para la elaboración del concepto nos basamos en los principales aportes teóricos de Cha-
yanov (1974); Marx (2011); Wolf (1977 [1955]; 1971); Shanin (1979); Archetti y Stölen
(1975); Bartolomé (1982).
Campesinos de pie 33
Fundamentación
Estrategia de análisis
18 Se realizaron siete entrevistas formales orientadas a comprender globalmente los hechos y
procesos analizados en esta investigación. Dos de ellas están citadas en el trabajo, con el fin de
contribuir a una mayor comprensión de las consideraciones planteadas. Si bien las restantes
entrevistas no aparecen en el cuerpo del texto, fueron un marco interpretativo del proceso
histórico analizado. Además de las entrevistas, mantuvimos conversaciones con tres personas
que participaron en el MRAC o las Ligas en Formosa. Asimismo, se estableció contacto epis-
tolar (vía correo electrónico y telefónica) con dos informantes claves.
Campesinos de pie 35
19 Beatriz Noceti, Isabel Arguello y Oscar Viñas en reiteradas conversaciones refieren al
ocultamiento o la incineración de documentos o material bibliográfico. En este sentido, Vi-
ñas nos permitió leer un material inédito de su autoría que refiere a las estrategias que empleó
para ocultar un conjunto de textos.
Campesinos de pie 37
21 Trabajos recientes que abordan la realidad estatal a partir de escalas subnacionales y
contextos espaciales periféricos han tensionado las categorías e interpretaciones sobre la cons-
trucción del orden estatal. Así, desde esta perspectiva historiográfica, se considera que la
formación del Estado no fue un proceso lineal y progresivo como lo consideró Oszlak (ver
Bohoslavsky y Godoy Orellana, 2008; Escobar, 2009).
22 El conflicto tuvo como contendientes a la Argentina, Brasil y Uruguay contra el Para-
guay. En este último país la conflagración es conocida como Guerra contra la Triple Alianza
o Guerra Guasú (grande).
42 Cristian Vázquez
23 Aunque excede ampliamente el tema de esta investigación, creemos necesario referir
que la fundación de Formosa y su reconocimiento como territorio argentino se produce en
el contexto de finalización de la guerra fratricida de la Triple Alianza. En 1876, mediante el
tratado firmado por Bernardo de Irigoyen y Fernando Machaín, cancilleres de la Argentina y
Paraguay, respectivamente, el gobierno guaraní renunció a toda pretensión sobre los territo-
rios al sur del Río Pilcomayo. Es decir que el tratado se concretó en un momento de extrema
debilidad del Estado paraguayo.
24 El 31 de enero de 1872, el presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento creó la
Gobernación del Chaco, para hacer efectiva posesión del territorio en disputa con el Para-
guay. Si bien la jurisdicción no contaba con límites precisos, abarcaba un vasto territorio
desde el norte del río Salado hasta el Chaco Boreal (comprendía la totalidad de las actuales
provincias del Chaco y Formosa y una zona que luego quedó bajo soberanía paraguaya). Por
el mismo decreto, se designó a Villa Occidental como capital de dicha gobernación (Altami-
rano y Sbardella, 1995).
Campesinos de pie 43
27 En el caso analizado, solamente Formosa, capital del territorio homónimo, gozaba de
esta condición desde fines del siglo XIX. Recién en 1933, Pozo del Tigre adquirió el rango
de municipio con la facultad de designar a sus respectivos representantes. Por su parte, Clo-
rinda, Pirané y Las Lomitas tuvieron que esperar hasta la década del cincuenta para alcanzar
dicho estatus.
28 Según el Censo Nacional de 1947, los siguientes territorios nacionales habían superado
la cantidad de habitantes requeridos por la ley: el Chaco, 430.555; Misiones, 246.396; La
Pampa, 169.480; Río Negro, 134.350; Formosa, 113.790; y, el Neuquén, 86.836. Por su
parte, el Chubut y Comodoro Rivadavia estaban próximos a la cifra establecida con 58.856 y
51.898 habitantes, respectivamente. Los restantes territorios estaban por debajo de los treinta
mil habitantes.
29 Para lograr su objetivo, la ley creó dispositivos institucionales, como el Departamento
General de Inmigración o las oficinas de colocación de inmigrantes, que promovieron y faci-
litaron la llegada, ingreso, permanencia e inclusión laboral y social de los extranjeros.
Campesinos de pie 45
nes privadas (ver tabla 1). Por otro lado, solo se fundó una colo-
nia agrícola de 41.360 hectáreas por iniciativa del Estado nacional.
Empero, la población mayoritaria de la colonia era de pobladores ya
residentes en el territorio (Slutzky, 1975a y 2011).
Si bien la concesión de tierras se realizó bajo ciertas obligacio-
nes para los beneficiarios, como las de mensurarlas, subdividirlas y
colonizarlas, estas no se cumplieron. Además, en 1891, se dictó la
Ley N° 2875, llamada “de liquidación”, mediante la que los con-
cesionarios quedaban eximidos de la obligación más onerosa de sus
contratos, es decir, la de introducir familias para formar colonias
agrícolas. En su lugar, podían optar por devolver al Estado la mi-
tad de sus concesiones o comprar la totalidad a precios muy bajos
(Schaller, 2006). Esta legislación garantizó el traspaso de la tierra
fiscal a dominio particular.
31 Segunda Subcomisión de Tierras en 1918, citado en Sbardella y Paz (1987b: 313).
48 Cristian Vázquez
32 Obrajero es un término genérico que designa al personal del obraje. En él se engloba al
hachero, carrero, cargador y otros peones.
Campesinos de pie 49
33 La Compañía “Formosa S.A.” tiene su origen en la sociedad realizada por Alberto Bracht
y Manfredi Hertelendi. Este último, nació en San Fernando, provincia de Buenos Aires,
en 1856 y “fue proveedor del Estado argentino durante la guerra de la Tripla Alianza y, a su
término, para saldar deudas, el presidente Julio Roca le concedió tierras en el extremo nores-
te de Formosa” (testimonio oral de Laura de Hertelendy en Valenzuela, 2012). Por su parte,
Bracht era un empresario industrial de origen belga con importantes negocios de importación
y exportación.
34 Si bien el concepto de “economías de enclave” es deudor del trabajo de Cardoso y
Faletto (1969), nosotros utilizamos la adaptación presentada por Bitlloch y Sormani (2011)
para la explotación forestal que surgió en la región Chaco-Misionera a fines del siglo XIX y
principios del XX.
50 Cristian Vázquez
37 La hilandería es solamente una rama de la agroindustria textil que conforma una cadena
de eslabones de producción y distribución mucho más amplia. El primer eslabón de la cadena
es la producción del cultivo y su respectiva comercialización como materia prima en bruto. La
segunda fase es la del desmonte, en la que se separa la semilla por un lado y la fibra por el otro,
y esta última entra en una nueva etapa de comercialización. La tercera fase es la del hilado. Y
la cuarta, la tejeduría. A partir de esta fase, el producto se utiliza en parte como insumo por
las industrias de confección de prendas y otros artículos, y en parte se vende como producto
final al mercado de consumo.
38 La evolución de la producción algodonera para todo el país en la década de 1930 es la
siguiente: 1932-1933 138.500 hectáreas; 1934-1935 se pasa a 286.147 hectáreas; y, en 1936-
1937 a 368.000 hectáreas.
Campesinos de pie 55
decir que las tierras del norte de Santa Fe tienen mayor rinde por
hectáreas que las del Chaco y estas, a su vez, mejores rendimientos
que las de Formosa. Como parte de esta condición productiva, la
calidad y el largo de la fibra de algodón decrecen en igual dirección e
influyen en los precios pagados por el producto. Sin desconocer esta
condición ecológica, consideramos que la conformación productiva
formoseña es el resultado de un proceso histórico social antes que
de condiciones naturales.
En este sentido, no podemos dejar de referir a la política de dis-
tribución de tierras, realizada a fines del siglo XIX, que generó gran-
des latifundios y dejó escasa cantidad de tierra apta para la actividad
agrícola. Ante esta situación, los nuevos productores tuvieron que
ocupar tierras en zonas marginales o en los intersticios dejados por
los latifundios, en forma espontánea y en superficies reducidas, muy
por debajo de la unidad económica que para esa época correspondía
a 100 hectáreas. Así, en 1936 más del 70% de las explotaciones
tenían hasta 5 hectáreas.39 Además, agravando la situación, estas ca-
recían de la mensura necesaria y del permiso legal correspondiente.
Esta condición difiere, en gran medida, de lo que sucedió en
el norte santafesino40 y en el Chaco. En el primero, la expansión
algodonera estuvo a cargo de colonos italianos, que hicieron su arri-
bo a la Argentina a fines del siglo XIX. Estos colonos accedieron
tempranamente a la propiedad de una parcela de tierra, entre 36 y
72 hectáreas (Archetti y Stölen, 1975). Por su parte, en el Chaco, el
ciclo algodonero se inició con la entrada de migrantes provenientes,
fundamentalmente, de Europa del este (checoslovacos, ucranianos,
polacos y yugoslavos). Los nuevos contingentes arribaron al Chaco
entre 1923 y 1930 en una cantidad aproximada de 16.000 inmi-
grantes, que se distribuyeron entre las quince colonias creadas en la
década del veinte, ubicadas en la zona del centro y oeste del Terri-
torio, y con adjudicaciones que iban de 25 a 50 hectáreas (Miranda,
1955; Brodersohn, Valenzuela y Slutzky, 2009). En ambos casos se
42 El Chaco fue históricamente el mayor productor de algodón del país al representar entre
un 70 y 85% del área sembrada a nivel nacional.
43 La importancia de la producción algodonera será plasmada simbólicamente en 1959 al
ser reconocida como insignia provincial mediante su incorporación en el escudo provincial
por medio de la Ley N° 69.
58 Cristian Vázquez
44 Según Gerardo Halpern (2009, citado en Soler, 2014), entre 1947 y 1960 se exiliaron
62.021 paraguayos en la Argentina, convirtiéndose en el primer grupo de latinoamericanos
en el país.
45 Pero no basta tener en cuenta solamente las cifras absolutas, sino también considerarlas
en forma relativa, esto es, en función del peso demográfico. En este sentido, la migración
paraguaya en Misiones, para 1947, representaba el 11,1% de la población total y en 1960, el
12,9%. Mientras en Formosa, si se consideran los mismos años, la proporción era de 27,1%
y 21,5%.
Campesinos de pie 59
46 En los restantes tres departamentos de la zona oeste: Ramón Lista, Bermejo y Matacos
solo había 161 habitantes de origen paraguayo en 1960.
47 Formosa fue las más favorecida con la implantación de las desmotadoras oficiales. En
1960, de las doce existentes en el país, cuatro estaban ubicadas en Formosa, dos en Corrien-
tes, dos en Santiago del Estero y una en cada una de las siguientes provincias: el Chaco,
Córdoba, Catamarca y Salta.
48 En 1959, en su discurso frente a la Cámara de Representantes al inaugurar el período
constitucional, el primer gobernador de la provincia, Luis Gutnisky, informaba: “Se ha crea-
do recientemente la Dirección de Cooperativas cuya finalidad es el fomento del cooperativis-
mo” (Gutnisky, 1959: 47).
60 Cristian Vázquez
gran impulso en la época peronista y entre 1956 y 1963 el número de tractores patentados en
las diferentes comunas se triplicará (Archetti, 1977).
50 En referencia a la tractorización, un informe de la Cepal estimaba que 1937 los tractores
no superaban las veinte mil unidades y que para efectuar las tareas agrícolas eran necesarios
varios millones de equinos (diez millones, aproximadamente). En 1960, el número de trac-
tores superaba las cien mil unidades mientras los caballos eran menos de cuatro millones en
1962. En relación con la productividad de la mano de obra, se sostenía que su fuerte aumento
causó una baja, en términos absolutos, de 1.417.903 personas en 1937 a 1.171.486 en 1960
(Cepal, 1985: 16).
51 Sin embargo, la disparidad tecnológica es aún mayor, ya que las herramientas de labranza
utilizadas por el productor formoseño, en el período analizado, eran el arado de mancera y la
rastra de dientes (o de púas, como es conocida en la zona), y algunas herramientas más. Según
el Censo Nacional Agropecuario de 1960, en Formosa, existían 13.639 arados de mancera y
6.556 rastras de dientes.
62 Cristian Vázquez
La tierra formoseña
65 Formosa. Norte Argentino. Programa y Acción de Gobierno 1966-1973 (1973: 15), resal-
tado nuestro.
66 En 1966 la infraestructura caminera contaba con 1.977 km, de los cuales 738 km pertenecían
a la red provincial y 1.239 km a la red nacional, y solo estaban pavimentados pocos kilómetros de
la ruta N° 11. Para 1973, la red caminera poseía 4.062 km, de los cuales 1.349 km pertenecían
a la red nacional y 2.713 km a la red provincial. Aun así, solo 319 km de la red nacional
se hallaban pavimentados (Formosa. Norte Argentino. Programa y Acción de Gobierno 1966-
1973, 1973).
67 Durante este período también se dio un fuerte impulso a las obras de producción y
transmisión de energía eléctrica. Además, se extendió el servicio de agua potable a doce po-
blados (hasta 1968 esta estaba restringida a la ciudad capital). También, podemos agregar, la
inauguración de una central telefónica, una radio emisora y un aeropuerto. Sobre las obras
de gobierno de esta etapa pueden consultarse los trabajos de Prieto (1990) y Beck (2005).
Campesinos de pie 73
68 El término “parvifundio” suele definirse, en economía agraria y en derecho agrario, como
sinónimo de minifundio. Sin embargo, para algunos autores existe una apreciable diferen-
cia conceptual entre ambos. En efecto, mientras el minifundio equivale a una explotación
que puede garantizar la subsistencia del grupo familiar con su producción, el parvifundio, o
minifundio de subsistencia parcial, solo permite cubrir una parte de la subsistencia familiar,
por lo que se requieren, necesariamente, ingresos extraprediales (Brodersohn, Cafferata y
Tesoriero, 1974).
69 Dirección General de Colonización y Tierras Fiscales, Ministerio de Economía, provin-
cia de Formosa. Informe, febrero de 1973, citado en Slutzky (2011: 148-149).
74
71 Casi todas las colonias disponían de un piquete vecinal, que era una parcela de tierra de pas-
toreo que se utilizaba de forma comunitaria por todos los vecinos y para los animales de labranza
y ordeñe. Sin embargo, ni la moderna Ley N° 113 y mucho menos la Dirección de Tierras tenía
previsto hacer adjudicaciones conjuntas. En consecuencia, no se respetaron los usos y costumbres
del campesinado que tenían en el piquete vecinal una respuesta colectiva a la escasez de tierra.
Campesinos de pie 77
73 Para conocer los desalojos sufridos por los campesinos, la prensa escrita se presenta como
una de las fuentes principales. Si se considera que la gran mayoría de los afectados eran mi-
grantes indocumentados o “intrusos”, prácticamente no existieron desalojos por vía judicial.
74 La Mañana, 7/8/1968.
Campesinos de pie 79
La crisis algodonera
75 Los precios reales del cultivo oscilaron entre 12.000 pesos por tonelada en 1960 a 6.400
pesos en 1966. Hay una recuperación en 1968, pero en 1970 se vuelve a producir una brusca
caída (Archetti, 1988).
80 Cristian Vázquez
un lado, una que operó a nivel nacional y, por otro lado, una propia
de la región chaqueña a partir de la dependencia de su economía de
la producción algodonera.76
Para el análisis del descenso de los precios del algodón, Slutzky
(2011) plantea que es pertinente distinguir, primero, las causas de-
sencadenantes coyunturales y, segundo, los mecanismos de pro-
pagación y acentuación. El primero está atado al descenso en el
consumo total y per cápita del algodón en el país. Este último de-
clinó de 5,57 kg durante el quinquenio 1956/1960 a 4,59 kg en
el quinquenio siguiente y, posteriormente, a 4,35 kg.77 El abrupto
descenso obedeció, entre otros motivos, a la utilización en la indus-
tria textil de fibras sintéticas como el nylon y la fibra de polietileno.
Esto estuvo acompañado por una pérdida del poder adquisitivo de
los sectores asalariados.
El segundo obedeció a la concentración industrial que se ex-
perimentó en la Argentina desde la segunda mitad de la década del
cincuenta (Rofman y Romero, 1973; Rapoport, 2007; Peralta Ra-
mos, 1978). Como sostiene Slutzky (1975a y 2011), la industria
textil no estuvo exenta de este proceso. Las desmotadoras, hilande-
rías y tejedurías más pequeñas y de menor eficiencia fueron desa-
pareciendo, lo que favoreció la concentración de la industria y, con
ella, la demanda.78
76 La crisis agropecuaria que experimentaron algunas regiones durante la década de 1960-
1970 fue analizada por diferentes autores desde diferentes aproximaciones teóricas concep-
tuales. Dentro de este marco, Manzanal y Rofman (1989) se han encargado del estudio de
las economías de las regiones extrapampeanas. Por su parte, Slutzky (1975b) y Valenzuela
(2006) investigaron la crisis agropecuaria que afectó a las diferentes provincias de la región
del nordeste. Sobre la crisis algodonera, diferentes autores, y desde muy temprano, se preo-
cuparon del tema, como D’Alessio (1993 [1969]), que desde el “Proyecto de Marginalidad”,
dirigido por José Nun, se abocó al caso del Chaco. Si tenemos como referencia el mismo
espacio geográfico, encontramos los trabajos de Flood (1971); Piñeiro y Basco, (1971) y Rozé
(1992, 2007). Para el caso particular de Formosa, contamos con el trabajo de Brodershohn
y Slutzky (1975).
77 En el mismo período de tiempo, el consumo general de algodón fue de 113,57; 101,19
y 102,83 toneladas.
78 Es así que, durante la campaña 1958/1959 había en el país 129 desmotadoras activas
mientras en la campaña 1970/1971 estas se redujeron a 91. En el caso de las hilanderías
se verifica un comportamiento semejante al anterior: en 1958 se alcanzó el máximo de 71
establecimientos funcionando, y llegaron a 59 en 1970. Al igual que en las otras actividades,
Campesinos de pie 81
79 Estimaciones realizadas en Resistencia (capital del Chaco), aunque en forma extraoficial,
hablaban de un éxodo de 100.000 a 150.000 chaqueños entre 1960 y 1969 (OEA, 1977).
80 Este proceso conocido como “pampeanización de las economías regionales” consiste
en la adopción de cultivos típicamente pampeanos, como el girasol, trigo, sorgo y soja. Esta
producción se caracteriza por demandar, en comparación con la producción algodonera,
menor cantidad de mano de obra, pero mayor superficie y mecanización para ser rentable.
84 Cristian Vázquez
el girasol, sorgo, trigo, entre los más importantes, sino que generó
una ampliación de la frontera productiva.
Lo dicho hasta aquí muestra que, durante la crisis algodonera,
en el Chaco se conjugó la pauperización y el éxodo del pequeño
productor agropecuario con la capitalización de aquellos producto-
res históricamente mejor acomodados. En este caso, la acumulación
de capital agrario se realizó a expensas de la desaparición del peque-
ño productor.
Sin pretender asignar una imagen estática y homogénea sobre
el campesino formoseño, sostenemos que su respuesta frente a la
crisis fue aferrarse a la producción algodonera al aumentar su au-
toexplotación. Mientras en las provincias vecinas se vivía una recon-
versión productiva, en Formosa no se registró una sustitución del
área algodonera por nuevos cultivos e incluso la superficie sembrada
mostró un leve aumento en esta etapa.
Los campesinos, al momento de estallar la crisis de la produc-
ción del algodón, se encontraban, en términos comparativos con
los productores de las provincias vecinas, en una situación crítica
y de profunda inestabilidad. Este productor, en general, no había
ingresado a un proceso de capitalización, continuaba cultivando
sobre minifundio y con una baja dotación tecnológica. Ante esta
realidad, las estrategias frente a la crisis eran muy acotadas, ya que
la diversificación productiva estaba muy lejos de sus posibilidades.
Era más acorde a su condición iniciar un éxodo en busca de nuevos
horizontes.
Esta afirmación no niega que en Formosa existieron procesos
semejantes a los de las provincias vecinas, pero su impacto fue mu-
cho menor. En este sentido, si se hace hincapié en el éxodo ru-
ral, podemos recordar la expulsión compulsiva de población por la
privatización de tierras o por efecto de la propia crisis que dejó al
productor al borde del destierro, como manifestó uno de los diarios
más importantes del país en 1963: “La campaña formoseña se ha
empobrecido al extremo de ver que viejos y laboriosos agricultores
Campesinos de pie 85
han tenido que vender sus bueyes, sus caballos aradores y hasta su
equipo agrícola para seguir viviendo”.81
Si la realidad del campesinado formoseño era crítica antes de
la crisis, esta se agravó aún más posteriormente. De todos modos,
aunque resulte paradójico, el campesinado continuó ampliando la
explotación de algodón. Podríamos considerar que, la primera re-
acción de los productores coincidió con lo que Chayanov (1974)
caracterizó como una típica respuesta campesina, esto es, enfrentar
la baja de los precios con un incremento en el volumen de produc-
ción. Es decir, los campesinos lograron subsistir “autoexplotándose”
hasta conseguir el equilibrio trabajo-consumo. Según esta explica-
ción, la supervivencia y persistencia de este tipo de producción es
posible porque la unidad familiar puede llevar la autoexplotación a
un extremo que le permite existir en condiciones que conducirían a
la ruina segura a una unidad de explotación capitalista.
Además de la explicación que podemos brindar siguiendo a
Chayanov, es necesario considerar las particularidades del caso estu-
diado. Valenzuela (2006) explica esta situación aludiendo a que el
predominio de minifundistas llevó al mantenimiento del monocul-
tivo algodonero que permitía la utilización de mano de obra fami-
liar. Obschatko (1983) agrega que el productor minifundista, que
depende vitalmente del resultado de su algodón, probablemente
tendrá una aversión al riesgo y que preferirá seguir con lo conocido
y seguro. Aparte, la especialización permite concentrar toda la tec-
nología y los esfuerzos en un solo cultivo, lo que significa mejores
tareas culturales y, por lo tanto, mejor rinde. Así, el productor in-
gresa a un círculo vicioso que tiene como resultado el monocultivo
de algodón.
La producción orientada al consumo familiar fue otra de las
principales estrategias de subsistencia del campesino formoseño.
Esta actividad adquiere mayor importancia a medida que las unida-
des productivas cuentan con menor superficie. Además, un dato no
menor es que los principales cultivos de la dieta campesina, el maíz
y la mandioca, no requieren gastos monetarios para su producción.
Diócesis de Formosa
82 En 1934, se crearon las diócesis de Bahía Blanca, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Merce-
des-Luján, Río Cuarto, Rosario, San Luis, Azul y Viedma. En el mismo año, ascendieron a
la categoría de arquidiócesis las diócesis de La Plata, Córdoba, Santa Fe, Salta, San Juan y
Paraná. Años después, como ya adelantamos, se erigió la diócesis de Resistencia.
92 Cristian Vázquez
83 Pensar el catolicismo integral como ideología hegemónica implica problematizar la idea
del catolicismo como una institución monolítica. Números estudios han abonado y comple-
jizado la visión de la institución eclesial, como los pioneros trabajos de Lila Caimari (2010
[1995]) y Susana Bianchi (2001); también pueden consultarse los trabajos compilados por
Miranda Lida y Diego Mauro (2009).
Campesinos de pie 93
84 Otra característica de estos intelectuales católicos es el empleo de las ciencias sociales
aplicadas al estudio del campo religioso.
85 A pesar del crecimiento demográfico, entre 1939 y 1956, solo se había creado una dióce-
sis: la de San Nicolás de los Arroyos en 1947. No obstante, no fue puesta en servicio efectivo
hasta mucho más tarde.
86 En un mismo día –el 11 de febrero de 1957– se crearon las siguientes diócesis: Comodo-
ro Rivadavia, Formosa, Gualeguaychú, Lomas de Zamora, Mar del Plata, Morón, Nueve de
Julio, Posadas, Reconquista, San Isidro, Santa Rosa y Villa María. En el mismo año, el 8 de
julio, se hizo lo propio con el Obispado Castrense. Dos años más tarde, el Ordinariato Orien-
tal. Posteriormente, el 10 de abril de 1961, llegó la hora de las diócesis de Añatuya, Avellane-
da, Concordia, Goya, Neuquén, Orán, Rafaela, Río Gallegos, San Francisco, San Martín y
San Rafael; el 12 de agosto de 1963, Concepción, Cruz del Eje, San Roque y Venado Tuerto.
94 Cristian Vázquez
87 El régimen del Patronato fue la expresión jurídica del vínculo que se tejió entre el poder
político y el poder eclesiástico desde los tiempos de la Colonia hasta el establecimiento del
Concordato que se firmó en 1966. Hasta esta fecha, el Estado intervino en la designación
de obispos, la admisión de órdenes religiosas y la difusión de documentos emanados de la
Santa Sede.
88 Monseñor Scozzina adoptó el nombre de Pacífico por su profesión religiosa. Imaz (1965)
sostiene que la designación de obispos pertenecientes a las órdenes religiosas obedeció a la
labor “misional” que desempeñaban en las “zonas marginales”. Además, debemos agregar que
uno de los motivos de la designación para Formosa de un obispo franciscano tiene que ver
con la importante presencia que históricamente tuvo la orden en esa provincia.
Campesinos de pie 95
movilidad del clero en este período; en este sentido, el sacerdote francés José Clavel figura
en la lista presentada por Mangione como perteneciente a la diócesis de Reconquista. Sin
desconocer esta posibilidad, para 1970 el padre Clavel forma parte de la diócesis formoseña
como vicario cooperador en la localidad de El Colorado (COEPAL, s/f). Otro integrante
del Movimiento Tercermundista radicado en Formosa era el sacerdote Pablo Pizzio, de la
orden Capuchina (ver Enlace, 15/3/1970). Sin embargo, como los trabajos de Mangione y
Martín se basan exclusivamente en el clero diocesano no dan cuenta de la participación en el
Movimiento del clero religioso.
99 Los censos nacionales, de acuerdo a una práctica muy generalizada, consideran rural a la
población que no supera los 2.000 habitantes y urbanas a las que superan esta cantidad. En
1960 la provincia solo tenía cinco poblaciones urbanas: Formosa 36.499; Clorinda 10.043;
Pirané 5.285; Ibarreta 4.366 y El Colorado 3.755.
100 Archivo Obispado de Formosa, Leg. F. Expte. 9/64, folio 2.
101 Carta del obispo Scozzina, s/f, resaltado en el original.
98 Cristian Vázquez
102 Ídem.
103 Boletín AICA, 28/12/1962.
104 La Mañana, 31/1/1969.
105 Según el Boletín AICA (9/12/2013), “el MRA es una asociación civil sin fines de lucro
fundada en 1938 por el padre Matías Crespí SJ. ‘Está basada en una profunda inspiración
misionera y civilizadora con un ideal católico, ecuménico y patriótico’”.
106 La Mañana, 16/1/1965.
Campesinos de pie 99
107 Podemos referir a dos casos puntuales. Por un lado, los sacerdotes y laicos que comen-
zaron su actividad en Formosa en 1965 mantuvieron contacto, por lo menos hasta 1969, con
las comunidades rurales (La Mañana, 31/1/1969 y Enlace, 15/3/1969). Por otro lado, el de
Nicolás Burgos, oriundo de Villa Luro (Buenos Aires), donde se desempeñó como presidente
de la Acción Católica. Su acción misional como laico lo llevó primero al Neuquén, donde tra-
bajó entre los indígenas de la zona. Posteriormente, hizo su arribo al oeste formoseño, donde
se dedicó a trabajar con las etnias toba, mataco y chulupí. Se conoce su historia porque el 15
de diciembre de 1964 desapareció, y el hecho tuvo amplio tratamiento en la prensa local (ver
La Mañana, 10/4/1965; 6/12/1965; 7/12/1965).
108 Ver su sitio web www.misionerascruzadasdelaiglesia.org/ (consultado el 18/3/2015).
109 La Mañana, 23/6/1966.
110 Ídem.
100 Cristian Vázquez
111 Ídem.
112 El rol de las religiosas en las organizaciones rurales durante la década del sesenta y
setenta en la Argentina es una vacancia historiográfica. Sin embargo, no podemos dejar de
referir a los trabajos de Touris (2009) y Quiñones (1999) que estudian el rol de las religiosas
durante el período que nos ocupa. La primera de las autoras, sostiene que el “tercermundismo
católico” fue una “constelación” bastante extendida que no se limitó a los sacerdotes, sino
que también incluyó religiosas. Por su parte, Quiñones afirma que las órdenes de religiosas
fueron parte del proceso de apertura y de compromiso social que atravesó amplios sectores de
la Iglesia católica. En ambas autoras encontramos breves referencias sobre Formosa, aunque
sobre las Hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia no hay mención.
113 Durante la primera mitad de la década del sesenta sesionó en Roma el Concilio Vati-
cano II. Tanto sus premisas como sus conclusiones ejercieron una influencia determinante,
no solo en la Iglesia institucional, sino en todos los ámbitos del catolicismo. En este trabajo
no pasaremos revista a las conclusiones y a su impacto. Sobre aspectos generales, puede con-
Campesinos de pie 101
sultarse Alberigo (1999) y para ver la recepción en la Argentina, Touris (2000) y Margaria
(2012).
114 Misereor se creó en 1958 a partir de la “Obra de Beneficencia Episcopal contra el ham-
bre y la enfermedad”, campaña de recaudación que fue también conocida como Fondo para
el Desarrollo Social-Económico, y la Acción Episcopal Adveniat surgió de una gran colecta
realizada en 1961. Ambas agencias estaban ligadas a la Conferencia de Obispos Católicos de
Alemania Occidental (Beigel, 2011).
115 La entrevista referida fue realizada en junio del 2001 por gente cercana a Incupo y fue
cedida de forma generosa por Ricardo Murtagh.
102 Cristian Vázquez
119 La creación del INTA no debe ser considerada como un caso aislado. En la Argentina,
durante la década del cincuenta, se dio un intenso proceso de conformación de instituciones
científicas y tecnológicas, como el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet) (León y Losada,
2002). Además, un proceso similar se vivió en otros países de la región, como es el caso de
Ecuador, donde se creó el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria en 1959; Co-
lombia hizo lo propio con la conformación del Instituto Colombiano Agropecuario en 1963
y Chile con la puesta en marcha del Instituto de Investigaciones Agropecuarias en 1964,
entre otros casos.
120 Este fue firmado por el entonces presidente provisional Pedro Eugenio Aramburu, el vi-
cepresidente provisional Isaac Rojas y el ministro de Agricultura Alberto Mercier, entre otros.
121 Decreto-Ley Nº 21680, 1956, en Durlach (2007: 4).
104 Cristian Vázquez
123 Obschatko escribe como parte del Programa de Desarrollo Rural Integrado del Mini-
fundio (Programa DRI). Es el primer programa que estuvo focalizado en los campesinos o
minifundistas; dentro de los diferentes diagnósticos y documentos elaborados en el contexto
del programa, utilizan indistintamente los términos. Esto constituyó un hecho inédito en el
INTA que, hasta entonces, como expresamos anteriormente, se centraba en el asesoramiento
y asistencia técnica a productores medianos y grandes, realidad diferente a la del minifun-
dista.
106 Cristian Vázquez
El INTA en Formosa
128 Ana Olivo nació y vivió hasta mediados de la década del setenta en la zona rural de la
provincia de Corrientes, primero en Goya y luego en Perugorría y Lavalle. Ella, desde 1968,
con 16 años, comenzó a participar en las actividades de extensión del INTA y de entidades
religiosas. Fue una activa militante del MRAC y las Ligas Agrarias Correntinas, al igual que
su hermano, Antonio Olivo. En abril de 1977, fue detenida y pasó a disposición del Po-
der Ejecutivo Nacional; mientras estaba detenida supo del secuestro de su hermano, quien
permanece desaparecido. En junio de 1977 salió hacia el exilio del que regresó en 1984,
concluido el gobierno dictatorial.
129 La Mañana, 15/5/1964.
Campesinos de pie 109
142 El caso más emblemático de compromiso social y político de un agente del INTA es el
protagonizado por Santiago Bilbao, quien, durante la primera mitad de la década de 1970,
participó en Tucumán de la reconversión productiva de una plantación azucarera de propie-
dad privada en una cooperativa agropecuaria; nos referimos a la Cooperativa de Trabajadores
Unidos Campo de Herrera. Sobre el derrotero de esta experiencia cooperativista y el papel
que cumplió Bilbao puede consultarse Gárgano (2014). Trabajos como el de Gárgano per-
miten interrogarnos sobre el rol que técnicos e intelectuales tuvieron en la conformación o
desarrollo de organizaciones rurales.
Capítulo 4. El Movimiento Rural de Acción
Católica y el movimiento campesino
Nada oí sobre folleto alguno –declaró–. Creo que, si vi-
viéramos mejor, esos folletos no tendrían importancia, sin
que importara lo que hubiera escrito en ellos. Lo terrible
no son los folletos, sino la falta de pan.
Tanquary Robinson, Rural Russia under the Old Regime,
1967
143 Según Lida (2015), la ACA atravesó diferentes dificultades que fueron frenando o
retrotrayendo el impulso inicial. Por un lado, entraron en contradicción la pretensión de ser
una organización de masas y, al mismo tiempo, exigir a sus socias compromisos y preceptos
muy rigurosos que solo una minoría estaba dispuesta a cumplir. Por otro lado, la división en
edad que era sumamente arbitraria: los jóvenes con 25 años pasaban de la sección juvenil a la
de adultos. Aquí, sus nuevos pares eran mujeres y hombres de mucha mayor edad con los que
tenían escasa afinidad, lo que se convirtió en motivo de deserción.
144 El término “jocismo” hace alusión a la organización de la Juventud Obrera Católica.
116 Cristian Vázquez
145 Bottinelli et al. (2001) sostienen que la JOC se conformó en 1939 en Salta, pero como
iniciativa local. Recién en 1941, al constituirse como rama especializada de la ACA, logró un
desarrollo nacional.
118 Cristian Vázquez
Fundación
150 Enriqueta Piangiarelli de Vicién tuvo una extensa labor en el medio rural.
151 Las actas y la nómina de participantes en el Congreso de Chile puede consultarse en
Vekemans (1958).
120 Cristian Vázquez
de 1960, la revista pasó a ser del MRAC y su nueva directora fue Carolina Dousdebes, quien
ocupó ese lugar hasta el cierre de la revista. Desde 1958 hasta 1969 tuvo una edición men-
sual, aunque podía suceder que entre los meses de enero y febrero o diciembre y enero solo
se editara un número doble. Mientras en el período 1969-1972 se editó de forma bimestral.
167 Durante una primera etapa, la periodicidad era mensual y la dirección estaba a cargo del
Equipo Nacional de Maestros. Durante 1968 la publicación tuvo una regularidad bimestral
y en este período María Arancedo ocupó la dirección. En 1969 la dirección pasó a manos de
Stella Maris Rébora hasta su ocaso.
168 Desconocemos la existencia de trabajos que aborden íntegramente las publicaciones del
MRAC. No obstante, hay un trabajo reciente que se ocupa de la revista Siguiendo la huella.
Nos referimos a la publicación de Contardo (2015) que analiza las continuidades y rupturas
en las representaciones y roles asignados a las mujeres a lo largo de la vida de la revista.
169 El Reglamento del MRAC, en su art. 44, contemplaba la posibilidad de que el Mo-
vimiento mantenga relaciones “de cordial y mutua colaboración con todos aquellas institu-
ciones públicas o privadas, nacionales o internacionales, que tengan por finalidad alguno de
sus fines propios”.
170 Convenio AMA-MRAC, 1962.
171 Ídem.
172 En este sentido, en los programas de los diferentes cursos realizados en distintos puntos
del país era común encontrarse con excursiones a instalaciones del INTA.
126 Cristian Vázquez
El MRAC en Formosa
El Proyecto Misereor
183 Desde sus inicios, esta agencia estuvo ligada a la Conferencia de Obispos Católicos de
Alemania Occidental y su finalidad, hasta la actualidad, es financiar proyectos misioneros y
de pastoral en África, Asia, Oceanía y América Latina. Según Fernanda Beigel (2011), las
agencias de cooperación internacional ligadas a la Iglesia católica alcanzaron un importante
grado de coordinación desde la celebración del Concilio Vaticano II. De este modo, desde
los primeros años sesenta, estas entidades se volcaron a financiar proyectos de “desarrollo” en
los así llamados países del tercer mundo.
184 Proyecto 237-11/1A.
185 Del total de sedes eclesiásticas participantes, cinco eran de reciente creación y solamente
Vicentín fue designado obispo con anterioridad a 1957. Las fechas asignadas entre paréntesis
representan el año de fundación de la diócesis.
186 El recorrido se prolongó del 14 de junio al 6 de julio de 1963 y entre los participantes
se encontraban Celia “Chela” Llorens (una histórica dirigente del MRAC), Beatriz “Tudy”
130 Cristian Vázquez
Noceti (integrante del Equipo Nacional del Movimiento y responsable de la región del Nor-
deste) y Eduardo Sartor (jefe del equipo diocesano del Movimiento en Reconquista).
187 Noceti, 1/8/2015, entrevista con el autor.
188 Ídem.
189 Ídem.
190 Cirilo Sbardella posteriormente se transformó en uno de los historiadores más im-
portantes en la provincia de Formosa. Consideramos que su designación para organizar el
MRAC en la diócesis obedeció a su relación de estrecha amistad con el obispo.
191 Carta de Cirilo Sbardella al Equipo Nacional del Movimiento Rural, 20/10/1963.
Campesinos de pie 131
Tiempos de cambios
199 El documento más importante en esta dirección fue la Constitución Pastoral Gaudium
et Spes (Gozo y Esperanza) promulgada el 7 de diciembre de 1965, un día antes del cierre del
Concilio. Su tardía aprobación y el haber recibido 75 votos en contra dan cuenta del carácter
polémico de su contenido. La idea central de la Constitución es la misión de la Iglesia en el
mundo y, según Soneira (2008a), se erigió como el documento más importante en la tradi-
ción social de la Iglesia.
134 Cristian Vázquez
201 Como veremos más adelante, Sily, en 1968, participó en la II Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano en Medellín como relator en la comisión de Justicia (Sily,
19/10/2013, entrevista con el autor).
136 Cristian Vázquez
202 Desde mediados de 1964 se realizaron múltiples cursos de formación de líderes rurales
a nivel provincial, regional y nacional con presencia de formoseños. En Formosa, el primer
curso de formación que tenemos documentado se realizó en Laguna Blanca, durante octubre
de 1964 y tuvo una duración de diez días (La Mañana, 7/10/1964). En lo que respecta al
espacio regional, en el mes de diciembre de 1964 el Obispado de Formosa informó e invitó
a participar en un curso de capacitación para maestros rurales que se realizaría en Goya, Co-
rrientes, durante el mes de enero (ibidem, 14/12/1964). Por último, a nivel nacional, el Obis-
pado comunicó la realización del tercer curso de capacitación rural a realizarse en el Instituto
San Pablo, ubicado en Capitán Sarmiento, provincia de Buenos Aires (ibidem, 25/3/1965).
Posteriormente, se dio a conocer el programa correspondiente al curso y se indicó que estaba
dirigido a hombres y tendría una duración aproximada de tres meses (ibidem, 31/3/1965).
Según el Libro de Actas del PUCAM, en el tercer curso del Instituto San Pablo contó con la
participación de cuatro jóvenes pertenecientes a la diócesis de Formosa.
203 Siguiendo la huella, año 6, n° 95, 4/1967, p. 28.
204 La Mañana, 28/1/1967, p. 5.
205 Ídem.
Campesinos de pie 137
209 Contamos con algunos modelos de las audiciones radiales que se titulan: “Realidad
de la Argentina”; “Ley de Arrendamientos y Aparcerías Rurales Ley 17.253”; “Jubilación”;
“Amistad”; “Con qué realidad se enfrenta el Movimiento Rural”; “El MIJARC, Movimiento
Internacional de la Juventud Agrícola y Rural Católica”; dos audiciones de la “Populorum
Progressio”; y la audición “Navideña del año 1969”.
210 Si bien la utilización de la radio era una novedad dentro del MRAC, recordemos que
con antelación el INTA poseía un programa de asesoramiento técnico. Además, la experien-
cia de la Radio Educativa Sutatenza en Colombia, desde 1947, tuvo resultados positivos y
una amplia aceptación dentro de la institución eclesiástica a nivel continental. En este senti-
do, en la I reunión plenaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), que se realizó
en Río de Janeiro, en 1955, se consideró oportuno “el empleo de la radio para fines religiosos
y educativos, como la experiencia ya viene demostrando”. Otro antecedente importante es el
programa de radio-escuela Surco y Semilla, que se venía produciendo en Chile desde 1958.
Campesinos de pie 139
Tensiones en el MRAC
217 Ídem.
218 Ídem.
219 Estudios recientes, como los contenidos en Lida y Mauro (2009), han complejizado la
relación entre la jerarquía eclesial y las organizaciones de la Acción Católica; esto permitió ver
los matices y la heterogeneidad dentro del campo católico.
142 Cristian Vázquez
220 Como consecuencia del proceso de recambio, Chela Llorens, Tudy Noceti y Michael
Guilbard dejaron la conducción del Equipo Nacional, aunque continuaron como colabora-
dores.
Campesinos de pie 143
221 Como vimos anteriormente, una de las primeras intervenciones en el medio rural, a
mediados de la década del cuarenta, se centró únicamente en los “patronos o industriales”,
los que debían dar el “buen ejemplo cristiano”.
222 La programación del curso para mujeres en el Instituto San Pablo se debió al cierre del
instituto Santa María en 1965.
223 Libro de Actas N° 2, PUCAM, Acta N° 65, 20/11/1967.
224 Acta MRAC, 3/4/1968.
144 Cristian Vázquez
El 68 católico
227 Cárcel Ortí sostiene que “además del 68 político hubo un 68 católico, del que se habló
menos en aquellos años, pero que incidió profundamente en la vida de la Iglesia. Tomó la
forma del ‘disenso católico’, que se manifestó en diversos lugares” (2009: 614-615).
146 Cristian Vázquez
229 Es pertinente señalar que la noción de “hombre nuevo”, en boga por esos años dentro
del catolicismo, encontraba su equivalencia en el pensamiento guevarista y revolucionario.
La idea del hombre nuevo apareció recurrentemente en los escritos de Ernesto Che Guevara.
Uno de los textos más importantes en este sentido fue “El socialismo y el hombre en Cuba”,
una carta que había escrito al director de Marcha, Carlos Quijano, en 1965. En referencia
al MRAC, podemos señalar que en la publicación Siguiendo la huella, correspondiente a
septiembre y octubre de 1969, apareció un artículo que llevaba como título: “Qué hacemos
con vos ‘Che’ Argentina”, en una clara referencia al Che Guevara. En la nota se enaltecía el
compromiso del hombre en la lucha por la liberación.
230 Medellín, “Justicia”, 4, resaltado nuestro.
231 Medellín, “Paz”, 19.
232 Ídem.
233 Según Martín (2010), esta fue la primera acción de envergadura del MSTM.
148 Cristian Vázquez
234 Moyano Walker (1991), tomando como referencia el documento de San Miguel, defi-
ne esta pastoral como aquella que parte de la experiencia nacional del pueblo argentino y se
basa en la opción preferencial por los más pobres que luchan por su liberación.
235 Por entonces, el MRAC estrechó relaciones con los sectores renovadores del catolicis-
mo. En este sentido, la revista del Movimiento publicó, bajo el título “Firme compromiso
de los sacerdotes con los oprimidos”, el documento del MSTM “Compromiso de Navidad”.
Campesinos de pie 149
del Equipo Nacional, sostenía que la Iglesia había asumido “un gran
compromiso para cambiar las estructuras, volcándose en favor de
los desposeídos”.236 Frente a esta nueva realidad y en la búsqueda de
someter a crítica las propias acciones del Movimiento, Nadalich se
preguntaba si las tareas que realizaban, como “el arreglo de caminos,
la catequesis, el aspecto recreativo, técnico, el Tema del Año, etc.
[…] está[n] de acuerdo con la época que nos toca vivir”.237 Con ello,
el jefe del Equipo Nacional ponía de manifiesto una clara inquietud
por dar un sentido más crítico y radical a las intervenciones que el
MRAC realizaba en el ámbito rural.
Un documento del MIJARC describió los cambios operados
por entonces en el MRAC, como el paso de “un Movimiento asis-
tencialista, que preparaba cristianos, tratando que mejoraran indivi-
dualmente, a ser un Movimiento que busca que los cristianos vivan
y se comprometan para mejorar la sociedad comunitariamente”.238
Así, según el informe referido, “el Movimiento asume a nivel nacio-
nal la realidad y la necesidad de organización de los campesinos, que
aún no había sido asumida por nadie”.239
Ahora bien, en el caso formoseño, estos virajes en la forma de
entender la militancia católica se conjugaban con un tiempo en que,
como vimos, la enajenación de tierras fiscales adquiría un ritmo ace-
lerado, lo que agravaba aún más las condiciones de existencia del
campesino. Tan solo en 1968, la entrega de tierras en propiedad a
los grandes y medianos propietarios estuvo cerca de quintuplicarse
en relación con el interregno 1960-1967.
Los juicios que militantes del MRAC pudieran hacer sobre este
fenómeno encontraban fuertes avales del obispo formoseño. Scozzi-
na reclamó enérgicamente a las autoridades por una “justa distri-
bución de […] la tierra”.240 Además, posteriormente, la máxima
autoridad eclesiástica de la diócesis recordaba que, en este período,
245 Se conoce como mediero o aparcero al productor/inquilino que paga una renta (en
especies y/o servicios) por la utilización de la tierra al propietario. Esta relación se caracteriza
por la asimetría en favor del arrendador que, casi siempre, impone condiciones leoninas al
productor. También se conoce como mediero al agricultor que divide la mitad de la cosecha
con el dueño de la tierra.
246 Siguiendo la Huella, año 7, n° 115, 7 y 8/1969.
247 Ídem.
248 Ídem, resaltado en el original.
152 Cristian Vázquez
249 En abril de 1970, “por primera vez los líderes rurales coinciden en un encuentro” en la
ciudad de Formosa, que reunió a “unos veinticinco líderes rurales provenientes de 16 comu-
nidades (…) para revisar, juzgar y planificar sus acciones” (La Mañana, 24/4/1970). En mayo
se realizó en el interior de la provincia, Estanislao del Campo, un “curso de base” destinado
a jóvenes campesinos “destacándose la presencia de 8 aborígenes” (ibidem, 6/5/1970). Por su
parte, para los primeros días de julio, se programó la “Primera Jornada para Capacitación de
Delegados Zonales” (ibidem, 26/6/1970). Mientras, en agosto, se crearon dos equipos ejecu-
tivos del Movimiento en El Colorado y Laguna Blanca “a fin de dotar de autonomía propia
a los grupos rurales del interior” (ibidem, 11/8/1970). Además, en diciembre, el COFAS fue
el escenario de un “Curso Para Maestras Rurales” (ibidem, 24/12/1970).
250 A los cinco grupos ya referidos, se le sumaron los de La Esperanza, Cattaneo Cué, El
Recodo, Campo Hardy, Villa Dos Trece, Siete Palmas y El Gato.
251 La Mañana, 24/12/1970, p. 19.
252 En abril de 1969, en un seminario realizado en Uruguay, el MIJARC resolvió imple-
mentar el método de Freire en sus actividades. En estas circunstancias, se editó un material
didáctico con contenido freireano: Sant’anna, Silvio (1969), Una experiencia de concientiza-
ción: con MIJARC en el Cono Sur. Además, el sacerdote Braulio Maciel, importante animador
de las Ligas Agrarias Cristianas del Paraguay, recordó que entró en contacto con las ideas
del pedagogo brasileño en un curso de la Juventud Agraria Católica (JAC) que se dictó en
Uruguay (Fernández, 2006).
Campesinos de pie 153
260 En el siguiente video, producido en 1966, como un dato curioso, puede verse el es-
tand al que hemos referido: https://www.youtube.com/watch?v=uAq6NvdsqEg (consultado
el 2/8/2015).
261 Siguiendo la huella, n° 103, 4/1968.
156 Cristian Vázquez
y más cercanas en el tiempo se dieron en países limítrofes, como las Ligas Camponesas creadas
en 1955 en Brasil (Julião, 1963 [1962]) o las Ligas Agrarias Cristianas que nacieron en el
Paraguay, alrededor de 1961 (Caravias, 1975; Fernández, 2006; Telesca, 2010).
266 Nótese que entre las diferentes organizaciones rurales que emergieron en las provincias
del Nordeste, la de Formosa fue la única que se autodefinió como campesina.
267 Otras experiencias se desarrollaron en Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires (Sily, 1989).
Además, las labores del MRAC, en algunos casos, dieron lugar a la creación de cooperativas
de trabajadores rurales, como en La Rioja (Sifre, 2014).
268 La Mañana, 24/12/1971. El diario dedicó cinco páginas del anuario a las actividades
del MRAC; esto da cuenta de la importancia que había cobrado la entidad en la provincia.
158 Cristian Vázquez
269 Para encontrar una definición de “asamblea campesina” es necesario consultar el Es-
tatuto de la Unión de Ligas Campesinas Formoseñas que se aprobó el 11 de diciembre de
1971. Según el Estatuto, la ULICAF agrupa a las “Ligas Campesinas” de las colonias de la
provincia de Formosa. Por su parte, “la asamblea de socios” es la máxima autoridad de la liga
campesina de la colonia.
Campesinos de pie 159
272 Ídem.
273 La Mañana, 20/9/1965.
274 La Asamblea contó con una presencia aproximada de dos mil campesinos, entre los
que se contaban integrantes de las Ligas Agrarias Chaqueñas. Aquí, al igual que en la primera
asamblea, se decidió elevar al gobierno y a la opinión pública un informe sobre la grave si-
tuación del campesinado, en el que se solicitaba que se deje sin efecto toda orden de desalojo
existente y se reconsidere la entrega de tierras.
275 Programa General del Congreso de Delegados de Consejos, 6/1971.
Campesinos de pie 161
276 El programa del MRAC comenzó, como ya vimos, en 1967 y tenía dos audiciones
semanales; mientras el de Incupo se produjo a fines de 1970 y salía al aire de lunes a viernes.
277 La Mañana, 25/6/1971, en Ferrara (1973: 230).
278 Suplemento Circular, 7/1971, pp. 4-5.
279 Ibidem, p. 5.
162 Cristian Vázquez
280 El Campesino, s/f (1). Según Ferrara (1973) y Rozé (1992), El Campesino, boletín oficial
de la ULICAF, hizo su aparición el 1° de noviembre de 1972; sin embargo, nosotros conta-
mos con dos números correspondientes a 1971; incluso, el ejemplar que citamos es anterior
a la conformación de la ULICAF.
281 Ídem.
282 El Campesino, s/f (2).
283 Según el Estatuto de la ULICAF en su art. 16, “El Congreso General es la autoridad
máxima de la ULICAF. Otro dato a tener presente sobre el “Segundo Congreso Campesino”
es que, anteriormente, no se había realizado ninguna reunión que llevara como nombre “Pri-
mer Congreso Campesino”. Algunas fuentes consultadas afirman que la “Primera Asamblea
Campesina”, realizada el 28 marzo en Riacho Hé-Hé, fue el primer congreso.
Campesinos de pie 163
284 Ídem.
285 Página 12, 24/7/2011.
286 Según la novela de Vázquez-Figueroa (1974), ¿Quién mató al embajador?, la situa-
ción padecida por Norma Morello fue noticia en The New York Time. Este dato se pue-
de corroborar en el The New York Time, 25/5/1972, disponible en http://www.nytimes.
com/1972/05/25/archives/the-political-torture-of-a-woman-shakes-argentina.html?_r=1
(consultado el 7/3/2017).
164 Cristian Vázquez
A desalambrar, a desalambrar
Que la tierra es nuestra, es tuya y de aquel
De Pedro y María, de Juan y José.
Daniel Viglietti
Fuentes escritas
Fuentes orales
Entrevistas
Mapa 1
Mapa 2
Mapa 3
Mapa 4
Mapa 5