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Aristóteles
Aristóteles
Aristóteles
Todo arte, toda investigación y toda acción, como toda libre elección parecen tender a
algún bien.
El bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden.
Es evidente que hay algunas diferencias entre los fines, unos son actividades y las otras
obras aparte de las actividades. Las obras son naturalmente preferibles a las actividades.
Como hay muchas acciones, artes y ciencias, muchos son los fines.
Si de las cosas que hacemos hay algún fin que queramos por sí mismo, es evidente que
este fin será lo bueno y lo mejor.
El conocimiento de este bien tendrá un gran peso en nuestra vida, y no alcanzaremos uno
mejor.
Si es así, debemos determinar cuál es este bien y a cuál de las ciencias o facultades
pertenece. Parecer que ha de ser la suprema y directiva en grado sumo. Esta es la política.
Aunque sea el mismo el bien del individuo y el de la ciudad, es evidente que es mucho más
grande y más perfecto alcanzar y salvaguardar el de la ciudad.
Procurar el bien de una persona es algo deseable, pero es más hermoso y divino
conseguirlo para un pueblo y para ciudades.
Si todo conocimiento y toda elección tienden a algún bien, ¿Cuál es la meta de la política y
cuál es el bien supremo entre todos los que puedan realizarse?
Todo el mundo está de acuerdo que es la felicidad, y piensan que vivir bien y obrar bien es
lo mismo que ser feliz.
Unos creen que la felicidad es alguna de las cosas tangibles y manifiestas como el placer,
o la riqueza, o los honores. Otros opinan distinto. Si una persona está enferma, piensa que
la felicidad es la salud. Si es pobre, la riqueza.
Algunos creen que, aparte de toda esta multitud de bienes, existe otro bien en sí y que es
la causa de que todos aquellos sean bienes.
Los hombres parecen entender el bien y la felicidad partiendo de los diversos géneros de
vida.
El vulgo y los más groseros los identifican con el placer, y por eso, aman la vida
voluptuosa.
Los principales modos de vida son: la vida voluptuosa (placer), la política y la
contemplativa.
Los mejor dotados y los activos creen que el bien son los honores, como el fin de la vida
política.
Este bien es más superficial que lo que buscamos, radica más en los que conceden los
honores que en el honrado, y el bien es algo propio y difícil de arrebatar.
Por otra parte, esos hombres parecen perseguir los honores para persuadirse a sí mismos
de que son buenos, buscan ser honrados por hombres sensatos y por los que los conocen,
y ´por su virtud.
Es evidente que la virtud es superior.
Si hay solo un bien perfecto, ese será el que buscamos, y si hay varios, el más perfecto de
ellos.
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Al que se busca por sí mismo le llamamos más perfecto que al que se busca por otra cosa,
y al que nunca se elige por causa de otra cosa, lo consideramos más perfecto que a los
que se eligen. Llamamos perfecto al que se elige por sí mismo y nunca por otra cosa.
Parece ser que a la felicidad la elegimos por ella misma y nunca por otra cosa, mientras
que los honores, el placer, la inteligencia y la virtud, los deseamos en verdad por sí
mismos, pero también los deseamos a causa de la felicidad, pensamos que gracias a ellos
seremos felices.
Consideramos suficiente lo que por sí solo hace deseable la vida y no necesita nada, y
creemos que tal es la felicidad.
Decir que la felicidad es lo mejor parecer ser algo unánimemente reconocido, pero es
deseable exponer aun con más claridad lo que es. Esto se conseguirá si se logra captar la
función del hombre.
Para los que realizan alguna función o actividad lo bueno y el bien están en la función,
también ocurre en el caso del hombre, si es que hay alguna función que le es propia.
¿Cuál es esa función? Decimos que la función del hombre es una cierta vida, y esta es una
actividad del alma, y unas acciones razonables, y cada uno se realiza bien según su propia
virtud.
Resulta que el bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si las
virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y más perfecta.
Para la mayoría de los hombres los placeres son objeto de disputa, porque no lo son por
naturaleza, mientras que las cosas que son por naturaleza agradables son agradables a
los que aman las cosas nobles.
Ni siquiera es bueno el que no se complace en las acciones buenas, y nadie llamara jamás
justo al que no se complace en la práctica de la justicia.
Si esto es así, las acciones de acuerdo con la virtud serán por si mismas agradables.
Esta la dificultad de si la felicidad es algo que puede adquirirse por el estudio o por la
costumbre o por algún otro ejercicio, o si sobreviene por algún destino divino o incluso por
suerte.
Aun cuando la felicidad no es enviada por los dioses, sino que sobreviene mediante la
virtud y cierto aprendizaje o ejercicio, es el más divino de los bienes.
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La felicidad requiere una virtud perfecta y una vida entera, ya que muchos cambios y
azares de todo género ocurren a lo largo de la vida, y es posible que el más próspero sufra
grandes calamidades en su vejez.
Es la virtud humana la que debemos investigar, ya que también buscamos el bien humano
y la felicidad humana. Llamamos virtud humana a la del alma, y la felicidad es una
actividad del alma.
Existen dos clases de virtudes, la dianoética y la ética.
La dianoética se origina y crece principalmente por la enseñanza, y por eso requiere
experiencia y tiempo.
La ética procede de la costumbre (habito).
Las mismas causas y los mismos medios producen y destruyen toda virtud.
Por nuestra actuación en las transacciones con los demás hombres nos hacemos justos o
injustos, y nuestra actuación en los peligros acostumbrándonos a tener miedo o coraje nos
hace valientes o cobardes.
La virtud tiene que ver con pasiones y acciones, en las cuales el exceso y el defecto son
censurados, mientras que el término medio es elogiado. Ambas cosas son propias de la
virtud.
Debemos considerar aquellas cosas hacia las que somos más inclinados, unos lo somos
por naturaleza hacia unas y otros hacia otras.
Esto lo conocemos por el placer y el dolor que sentimos, debemos tirar de nosotros
mismos en el sentido contrario, porque apartándonos del error llegaremos al término
medio.
En toda ocasión, hay que guardarse principalmente de lo agradable y del placer, porque no
lo juzgamos con imparcialidad.
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Cuadro Conceptual.
ARISTOTELES sostiene que toda ACCION tiende a un BIEN, que se convierte en FIN, que
no tendrá un sentido sin un FIN ULTIMO al que todos llaman FELICIDAD. El FIN ULTIMO
debe ser PERFECTO y SUFICIENTE.
La FELICIDAD es la VIRTUD, no del cuerpo, sino DEL ALMA, que tiene dos partes:
IRRACIONAL y RACIONAL.