Apunte de Cátedra. Apéndice.
Apunte de Cátedra. Apéndice.
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Aristóxeno de Tarento: cronos protos o tiempo primero está definido por dos
elementos concretos (materia) ordenados por un período que está expresado por
un espacio de tiempo (forma).
Para el propio Saitta, ritmo es “aquel fenómeno que la conciencia reconoce como
una formalización a través de la materia, cuyos contenidos específicos dependen de un
orden particular del movimiento en el devenir de un tiempo.” (2002: 14)
Mathys Lussy, por su parte, entiende la aparición del ritmo como necesidad del
hombre de controlar, de dominar el infinito espacio-temporal, para lo cual lo somete a
una división, una separación y una coordinación:
Es oportuno recordar aquí que para Aristóxeno el ritmo se percibe en tres modos:
el discurso (poiesis), en la ejecución y el canto (mousiké) y en el movimiento corporal o
danza (orchesis).
– Frecuencia.
– Ciclo o período.
– Duración.
– Ritmo ternario.
– Acentuación.
– Velocidad (que es siempre comparativa: “es más rápido que”, “es más
lento que”...).
– Cambios de velocidad o variabilidad (aumento y disminución).
Una propiedad de la unidad de medida del tiempo es la existencia de dos momentos, por
un lado, la contracción y, por otro, la dilatación muscular. Estos dos momentos se
diferencian estableciéndose uno de ellos como apoyo, como un descanso o reposo. En la
antigüedad clásica estos reposos fueron llamados ictus, que determinan cortes en la
percepción del tiempo. Percibimos alteraciones en nuestros campos perceptivos, a
partir de la comparación entre grupos limitados por estos ictus, que marcan
jalones o marcas en un infinito temporal. Un claro ejemplo de unidad limitada por
dos ictus es un plano.
En la palabra se establece una relación entre significado y sonoridad. Esto quiere decir
que en todo discurso se realiza una selección de palabras que tienen un valor denotativo,
el cual se ve modificado por el contexto y por el subtexto (que por ahora llamaremos el
tono o la entonación) que generan un valor connotativo. Por otra parte no sólo las
palabras tienen sonoridad. Se agregan a los recursos expresivos de la voz, los susurros,
sollozos, suspiros, gemidos, pausas y respiraciones.
Escribe Robert Scott que el cambio puede tener lugar objetivamente en el campo o
subjetivamente en el proceso de la percepción, o en ambos. En todos los casos,
interviene el tiempo:
Percibimos como objetos separables a aquellos que están limitados por claros
cortes, acentos o cambios. También es posible aplicar el resto de los conceptos que
hemos desarrollado en nuestra revisión acerca del ritmo. Los cambios se pueden fundar
en modificación de la frecuencia o de los ciclos, y es interesante comprobar de qué
manera la regularidad en un campo influye en la sensación de regularidad de la
resultante rítmica, provocando otra forma de segmentación.
Encontramos que esta relación orgánica entre estructura y percepción del tiempo,
que Stockhausen acota al estudio de la música, resulta muy conveniente al momento de
analizar las relaciones rítmicas que se producen entre imagen y sonido, y es aplicable
también a los vínculos entre capas de imágenes y capas de sonidos.
Por otro lado, al momento de comprobar una repetición, entiendo que algo ha
concluido y por lo tanto este proceso de iteración participa de la configuración de los
límites del OAV.
Hemos visto, de todos modos, que estos cambios no sólo se dan en lo sucesivo
sino que se perciben en lo simultáneo, en capas de información audiovisual. Nuestro
campo perceptivo tiene unos límites, un umbral en la cantidad de información que puede
discriminar en procesos simultáneos.