Phase: Mistagogía Como Vivencia Del Misterio
Phase: Mistagogía Como Vivencia Del Misterio
Phase: Mistagogía Como Vivencia Del Misterio
año 60
julio – agosto – setiembre 2020
núm. 357
Mistagogía
como vivencia del misterio
Editorial
Iniciación al misterio celebrado (José Antonio Goñi Bea-
soain de Paulorena)............................................................. 367
Artículos
Ramiro González Cougil
Cualidades del mistagogo.................................................. 369
Joan Torra i Bitlloch
El sermón 227 de san Agustín, una catequesis para la
vivencia de la Eucaristía...................................................... 383
Guillermo Rosas Díaz
La celebración litúrgica: experiencia del misterio........... 397
Pablo Blanco Sarto
Trinidad, Iglesia y Eucaristía en el «Documento de
Múnich» (1982) del diálogo católico-ortodoxo................ 411
Gabriel Nieto Zahíno
Sacerdocio y sacrificio en el tiempo de la Iglesia: El
sacerdocio en la Iglesia (I)................................................... 425
Salvador Aguilera López
La celebración de santa Faustina Kowalska en el Calen-
dario Romano General........................................................ 441
Puntos de vista
Actuación ministerial o participación litúrgica: la con-
fusión a evitar (Manuel Carmona García)..................... 449
Libros
Bibliografía reciente en alemán (2019) (Guillermo Rosas
Díaz)......................................................................................... 485
Bibliografía reciente en inglés (Cristóbal M. Orellana
González – José Antonio Goñi Beasoain de Paulo-
rena)..................................................................................... 488
Pere Tena, Una casa, una mesa, un solo corazón. Cateque-
sis mistagógica de la dedicación de una iglesia; Juan Javier
Flores, La belleza de la liturgia. Contemplar la hermosura
de Dios (Ramiro González Cougil).................................. 491
In memoriam
Juan Martín Velasco (1934-2020). Un santo, un sabio, un
maestro, un profeta (José María Pérez-Soba Díez del
Corral)................................................................................ 499
Miguel Ángel D’Annibale (1959-2020). «Como el Padre
me envió, yo los envío» (José Antonio Goñi Beasoain
de Paulorena)..................................................................... 502
Abstract: The qualities that stand Resumen: Las cualidades que des-
out in of mystagogues are: tacamos en los mistagogos son:
excellent knowledge of Sacred el óptimo conocimiento de la
Scripture, knowledge and wit- Sagrada Escritura, el conoci-
ness to the Tradition of the miento y testimonio de la Tra-
Church, love of liturgical cele- dición de la Iglesia, el amor y
brations and enthusiastic par- participación entusiasta en las
ticipation in them, genuine celebraciones litúrgicas, la eje-
performance of ritual language cución auténtica del lenguaje y
and signs, possession of the art de los signos rituales, la pose-
of communicating the faith and sión del arte de comunicar la fe
introducing into the history of e introducir en la historia de la
salvation, ability to adapt the salvación, la capacidad de adap-
Word of God and the Church tar la Palabra de Dios y de la
to the problems, concerns and Iglesia a los problemas, inquie-
hopes of the faithful. tudes y esperanzas de los fieles.
Keywords: mystagogy, mystago- Palabras clave: mistagogía, mista-
gue, mystery of Christ, Scrip- gogo, misterio de Cristo, Escri-
ture, Tradition, liturgical tura, Tradición, celebración
celebration, «ritus et preces». litúrgica, ritus et preces.
8 Cf. Mazza, La mistagogía. Le catechesi liturgiche della fine del quarto secolo e
il loro metodo, 29-31. Para san Ambrosio esta historia es misterio. En lo interior
de ella Dios actúa «in mysterio». Es preciso leer en los acontecimientos el
«sentido profundo».
9 B. Jiménez Duque, Teología de la mística, Madrid 1963, 25.
10 Román Brandstaetter nos invita a hacer preguntas siempre nuevas y
diversas al libro de la Biblia, «no hay en efecto enfermedad del alma a la
que la Palabra de Dios no pueda dar respuesta», como recuerda Filsseno
de Mabbûg. Cf. M. Starowieyski, I Padri vivi. Commenti patristici al Vangelo
domenicale. Anno A, Roma: Città Nuova Editoriale 1980, 16. Cada palabra de
la Escritura esconde un misterio, los caminos al misterio son muchos, por eso
procura leer la Biblia de modos diversos, siempre encontrarás algo nuevo.
La Escritura se asemeja a Dios. No se deja conocer y explorar hasta el fondo.
Cf. ibíd., 16-17. Los escritos de los Padres toman su valor precisamente de
estar totalmente impregnados de textos de la Sagrada Escritura. Ellos son
intérpretes autorizados de la misma.
11 Cf. ibíd., 15.
12 Los escritos de los Padres están íntimamente unidos a la doctrina de la
Iglesia y a su Tradición.
29 Una vez bautizados (y despedidos) los catecúmenos, san Agustín hacía
una catequesis sobre la Eucaristía. Los neobautizados no habían recibido
ninguna catequesis sobre este tema, debido a la doctrina del arcano y, por
ello, era necesario instruirlos en la Eucaristía del mismo día de Pascua. «Lo
que veis en el altar de Dios, lo visteis también la pasada noche: pero qué fuese,
qué querría para sí, qué sacramento de gran realidad contendría, todavía no
lo escuchasteis». Y en otro sermón para la misma fecha dice Agustín: «Os
había prometido a los que habéis sido bautizados una predicación en la que
expondría el sacramento de la mesa del Señor, que solo veis y del que, la
pasada noche, habéis sido hechos partícipes. Debéis saber qué habéis recibido,
qué recibiréis, qué debéis recibir todos los días»: E. Mazza, La mistagogía. Le
catechesi liturgiche della fine del quarto secolo e il loro metodo, 174 (la traducción
es nuestra). Cf. también ibíd.,180-187.
30 Cf. Mazza, La mistagogia. Le catechesi liturgique de la fine del quarto seculo
e il loro metodo, 25.
31 Cf. Starowieyski (a cura), I Padri vivi. Commenti patristici al Vangelo
domenicale. Anno A, 14.
32 Cf. González Cougil, La mistagogía en los sacramentos de la Iglesia, 20.
Conclusión
Hemos tratado de presentar las cualidades que adornan al mista-
gogo en su tarea de esforzarse por conducir a los catecúmenos y
neobautizandos, al interior de los misterios que se celebran en el
bautismo, crismación y Eucaristía. Estos mistagogos han sido, de
modo extraordinario, los santos Padres de inicios del siglo iv, pero
también catequetas y homiletas destacados por sus dotes innatas.
Ellos partían siempre de la sagrada Escritura, como fuente de los
acontecimientos de salvación. En ella descubrieron la historia
como un itinerario divino-humano, constituido por el Antiguo
Testamento y el Nuevo Testamento. La tipología como método
les llevó a relacionar estrechamente el acontecimiento bíblico con
el signo sacramental actuado ritualmente en la Liturgia. De este
modo, construyeron la teología mistagógica como explicación
de los actos sacramentales. En la metodología mantuvieron una
estructura y unos elementos bastante comunes, pero los matices
son distintos en cada uno de los mistagogos.
Así, formaron personalidades cristianas destacadas, transmitieron
los valores de la fe, de la gracia y de las verdades fundamentales de
la vida cristiana. La mistagogía se preocupó de preparar radical-
mente a los neófitos al sacramento del bautismo, a la crismación y
a la Eucaristía como culminación. Recibidos estos sacramentos, se
hacía la catequesis llamada mistagógica en sentido estricto. Esta
tenía lugar en la semana de Pascua. En ella después de celebrados
los sacramentos, se les explicaba más a fondo lo que habían escu-
chado, para que de algún modo lo viesen con los ojos interiores que
dimanan de la fe. Con ello se les integraba más plenamente en la
comunidad cristiana.
que se veía antes y que, sin embargo, no tenga el mismo valor que
antes. Antes, si se lo comía, saciaba el vientre; si se lo come ahora,
edifica la mente.6
Bautismo y Eucaristía han sido puestos en paralelo.
El sermón 2727 dice con la máxima claridad que es imprescindible
la comprensión del misterio –mistagogia–, que la fe tiene que ser
instruida y a ello dedica la catequesis: «Lo que estáis viendo sobre el
altar de Dios, lo visteis también la pasada noche; pero aún no habéis
escuchado qué es, qué significa ni el gran misterio que encierra.
Lo que veis es pan y un cáliz; vuestros ojos así os lo indican. Más
según vuestra fe, que necesita ser instruida, el pan es el cuerpo de
Cristo y el cáliz la sangre de Cristo. Esto dicho brevemente, lo que
quizás sea suficiente a la fe; pero la fe exige ser documentada.»
Veamos cómo lo trata en nuestro texto.
agua para convertiros en pan. Pero todavía falta el fuego, sin el cual
no hay pan. ¿Qué significa el fuego, es decir, la unción con aceite?
Puesto que el aceite alimenta el fuego, es el símbolo del Espíritu
Santo. Poned atención a lo que se lee en los Hechos de los Apóstoles;
ahora comienza a leerse este libro; hoy comienza el libro denominado
Hechos de los Apóstoles. Quien quiera progresar tiene cómo hacerlo.
Cuando os reunís en la Iglesia, evitad las habladurías necias y prestad
atención a la Escritura. Nosotros somos vuestros libros. Estad atentos,
pues, y pensad que en Pentecostés ha de venir el Espíritu Santo. Y
ved como vendrá: mostrándose en lenguas de fuego. El nos inspira
la caridad, que nos hará arder para Dios y despreciar el mundo,
quemará nuestro heno y purificará nuestro corazón como si fuera
oro. Después del agua llega el Espíritu Santo, que es el fuego, y os
convertís en el pan, que es el cuerpo de Cristo. Y así se simboliza, en
cierto modo, la unidad.
La Palabra de Dios ha santificado el pan y el vino, y ha producido el
efecto prometido: han pasado a ser el cuerpo y la sangre de Cristo.
Recordemos, con Ambrosio,8 que no es solo la palabra de la oración
eucarística, ni tan siquiera la palabra que el evangelista ha escrito
contándonos el momento en que «quiso el Señor dejarnos su cuerpo
y sangre, que derramó para la remisión de nuestros pecados», sino
que son las mismas palabras que el Señor pronunció en el momento
que llamamos de la institución. «Si lo habéis recibido dignamente,
vosotros sois eso mismo que habéis recibido». La tesis de Agustín
es excepcional y la repite continuamente en sus catequesis.
A partir de 1Cor 10,17, «un solo pan, un solo cuerpo», el razona-
miento agustiniano es de gran fuerza. Este pan es el cuerpo de
Cristo; por el bautismo los bautizados son miembros de su cuerpo;
vosotros –bautizados– sois miembros de su cuerpo; vosotros sois
pues este pan; así vosotros recibís lo que sois; guardad la unidad de
la cual el pan es signo. Y con este razonamiento hemos pasado del
cuerpo «sacramental» al cuerpo total de Cristo, cabeza y miembros,
el cuerpo «eclesial». Así el signo del sacramento contiene de una
forma como objetivada la gracia de la unidad que debe producir,
y así se cierra un círculo perfecto de causa y consecuencia, de
la materialidad que se ve, pasa, cosa que nos llevaría a decir que
el misterio cristiano también pasa y desaparece.
Es ahí donde el genio agustiniano es capaz de concretar en breves
frases toda una teología sacramental:
Lo que ves pasa, pero lo que manifiesta, que es invisible, no pasa,
sino que permanece. Ved que se le recibe, se le come, se consume.
El cuerpo de Cristo no se puede consumir a pesar de haber sido
comido, porque la Iglesia, los miembros de Cristo permanecen
en el peregrinar de este mundo en espera de ser coronados «allí
donde el gozo no tendrá fin».
Permanecerá lo que se significa aunque se vea pasar lo que lo
significa.
El corazón tiene pues que estar puesto en lo alto, «no en la tierra,
sino en el cielo» en la certeza de la fe que alimenta la esperanza
en la tierra.
Mientras, cuando termina la celebración, fruto de haber partici-
pado en los misterios celestiales por el camino de los sacramentos,
se debe vivir progresando continuamente en la caridad, el fruto del
Espíritu Santo; se ha comido el cuerpo de Cristo para ser cuerpo
de Cristo y progresar continuamente en la vida.
Este progreso se alcanza, no con los pies del cuerpo, sino con los
afectos de la mente y las costumbres de la vida, para que puedan ser
perfectos poseedores de la justicia los que, avanzando de día en día
por el camino recto de la fe con la renovación espiritual, se han hecho
perfectos viajeros en el camino de la justicia (Pecc. merit. 2,13,20).
La celebración litúrgica:
experiencia del misterio
Guillermo Rosas Díaz
Abstract: This article intends to Resumen: Este artículo quiere
highlight the theological dimen- poner de relieve la dimensión
sion of the liturgy, which is teológica de la liturgia, indi-
indissolubly linked to the expe- solublemente ligada a la expe-
rience of the believer who cele- riencia del creyente que celebra
brates his faith in the encounter su fe en el encuentro con el
with the mystery of Christ. misterio de Cristo. Sobre el
Against the backdrop of Odo trasfondo de la teología litúr-
Casel’s liturgical theology, the gica de Odo Casel, analiza para
article analyses the expressions ello las expresiones «encuentro
«encounter with Jesus Christ» con Jesucristo» y «mistagogía
and «mystagogy of the Church» de la Iglesia» –aplicadas a la
–applied to the liturgy– to high- liturgia– para destacar la fuerza
light the sanctifying and sote- santificante y soteriológica que
riological force that the liturgy, la liturgia y particularmente, el
and particularly the liturgical año litúrgico, celebrados a lo
year, celebrated throughout the largo de la vida de cada cris-
life of every Christian, exerts in tiano, ejercen en la Iglesia.
the Church.
Palabras clave: año litúrgico, mis-
Keywords: Liturgical Year, mys- tagogía, santificación.
tagogy, sanctification.
7 SC 9.
8 Documento conclusivo de Puebla, núm. 918.
9 Ibíd., núm. 923.
14 El misterio del culto cristiano, San Sebastián: Dinor 1953, 136-137. Original
alemán: Das christliche Kultmysterium, Regensburg: Friedrich Pustet 41960,
79.
15 SC 7.
16 Mc 7,31-37.
17 Benedicto XVI, Sacramentum caritatis 97. Cf. también Juan Pablo II,
Ecclesia de Eucharistia 5.
18 Marsili, «Teologia liturgica», Nuovo Dizionario di Liturgia, 1516.
Liturgia cartujana
Por Fr. Josep Oriol de Barcelona
y Fr. Valentí Serra de Manresa
Cuadernos Phase 256. 96 págs.; 11,00 €)
A partir de cómo la viven los monjes que la
tienen como propia, los autores nos propor-
cionan un conocimiento cercano de la liturgia
cartujana.
Iglesia y Eucaristía
Partamos de la conocida frase de Lubac: «La Eucaristía hace la
Iglesia, y la Iglesia hace la Eucaristía», que aparece citada en el
mismo Catecismo de la Iglesia Católica:
La unidad del Cuerpo Místico: La Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben
la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por esto mismo,
Cristo los une en un solo cuerpo: la Iglesia (CCE 1396).
La segunda parte −la Iglesia hace la Eucaristía− es condición de la
primera: la Eucaristía hace la Iglesia. Hemos de hacer notar, pues, la
condición eclesial del principal de los sacramentos: para ser signo
e instrumento de comunión, la Eucaristía ha de darse en y para la
Iglesia. Por tanto, el esquema no es simplemente Eucaristía-Iglesia,
Eucaristía e Iglesia
Terminemos pues ahora el itinerario anteriormente comenzado; se
trata del camino de vuelta: la Eucaristía hace la Iglesia. El Corpus
Christi construye el Corpus mysticum Christi.10 Esta eclesiología
eucarística ha sido desarrollada de un modo especial entre los orto-
doxos. También santo Tomás llama a la Eucaristía «el sacramento
de la unidad de la Iglesia».11 Sin embargo, no debemos olvidar
la mutua implicación ya mencionada que existe entre los sacra-
mentos del bautismo y la Eucaristía. Existe una continuidad y, a
la vez, un gran salto: la Eucaristía es al mismo tiempo el principio
y la meta de los sacramentos de la iniciación cristiana (cf. CCE
1212-1419). De hecho, en el mismo Bautismo existe una gracia
eucarística, un votum Eucharistiae que, sin embargo, solo alcanza
su plenitud al recibir fructuosamente al centro y la cumbre de la
vida sacramental.12
Así,
La Eucaristía produce la unidad de la Iglesia o, más formalmente,
produce el Cuerpo Místico; y esto porque contiene el Cuerpo real
de Cristo.16
De este modo queda recogida la doctrina de san Pablo:
Aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque partici-
pamos todos del único Pan (1Cor 10,17).
Como manifestó en esta misma dirección el Concilio lateranense
IV (1215), la Eucaristía no hace brotar el misterio de la Iglesia, pero
sí que consuma el misterio de su unidad. Por eso san Agustín la
llamaba signum unitatis.17
La causa y raíz de la unidad de la Iglesia es la presencia real de
Jesucristo en la Eucaristía, decíamos. También comentando a san
Juan, Tomás de Aquino argumenta:
La razón de ello es que este es el sacramento del Cuerpo de Cristo;
pero el Cuerpo de Cristo es [también] la Iglesia, que se eleva hasta
[obtener] la unidad hecha de muchos fieles: de ahí que este sea el
sacramento de la unidad de la Iglesia.18
La Eucaristía «representa y realiza la unidad de la Iglesia» (UR
2a, cf. también LG 26). «Si no hay presencia real de Cristo, no hay
Cuerpo Místico de Cristo»,19 podríamos concluir de un modo más
claro y explícito.
La unidad de la Iglesia es posible porque la Eucaristía no solo es
sacrificio de reconciliación entre Dios y los hombres (sacrificio
expiatorio), sino que constituye también una fuente de comunión
entre Dios y nosotros.
Eclesiología eucarística
Estas consideraciones no son marginales, pues nos van a permitir
afrontar adecuadamente las relaciones entre Iglesia, Eucaristía y
unidad. En 1982, se firmó en Múnich un documento elaborado por
la Comisión mixta católico-ortodoxa por el diálogo teológico. Es el
llamado Documento de Múnich (DM). Se señaló en su momento que
se trataba de todo un éxito, pues era el primer texto conjunto que
se firmaba desde hacía más de cinco siglos: en concreto, desde el
Concilio de Florencia, en 1439. El profesor Rodríguez publicó un
comentario del mismo varios años después de ser firmado, en el
que se muestran algunos matices más de la relación entre Iglesia
y Eucaristía. Gracias a este documento, afirma, se puede profun-
dizar en las relaciones entre Iglesia y Eucaristía, y descubrirse así
una serie de matices necesarios para una recta composición de la
unidad en la Iglesia.21
En primer lugar, habría que señalar que el mencionado documento
conjunto hace hincapié en la llamada «eclesiología eucarística»,
de matriz ortodoxa. Algunos teólogos ortodoxos llegan a afirmar
que bastaría la Iglesia con la Iglesia local, y no sería necesaria la
Iglesia universal. Parafraseando el conocido adagio podríamos
decir: ubi Eucharistia, ibi Ecclesia localis. Por tanto, dejaríamos de
20 Ibíd., 364.
21 P. Rodríguez, Trinità, Chiesa, Eucaristia. Rilettura del «Documento di
Monaco» 1982, en Gianfranco Coffele (ed.), Dilexit Ecclesiam. Studi in onore
del Prof. Donato Valentini, Roma: LAS 1999, 965-985.
22 Ibíd., 972
23 Ibíd., 973
24 Ibíd., 974-975
Trinidad e Iglesia
Este misterio en la unidad en el amor entre muchas personas es pues
la novedad de la koinonía trinitaria que, en la Iglesia, se comunica a
los hombres por medio de la Eucaristía (DM II, 1, § 4).
El modelo de la unidad en la Iglesia es, por tanto, la unidad de la
Trinidad. La comunión eclesial debe referirse en todo momento a la
comunión trinitaria. La comunión entre personas y comunidades
que se debe dar en la Iglesia será –es imprescindible− una comu-
nión con diferencias, aunque estas son asumidas y trascendidas
por la unidad común.26 El Vaticano II ha hablado por extenso del
origen de la Iglesia en la Trinidad,
pero nuestro documento da un paso más al proponer formalmente
27 Ibíd., 977
28 P. Evdokimov, Coments on the Decree on the Ecumenism, «Ecumenical
Review» 18 (1965) 100; citado en P. Rodríguez, Trinità, Chiesa, Eucaristia, 978.
pide al Padre por el Hijo que envíe a su Espíritu (cf. I, 6, § 3), así
como cuando se afirma que la Iglesia está en constante epíklesis en
el momento que pide la comunión de todos con Dios (cf. I, 6, § 1).
Se quiere evitar la inveterada polémica sobre el momento exacto
de la transubstanciación (la Consagración ¿se realiza en la epíklesis
o con las palabras de Cristo en la Última Cena?), al afirmar que
tanto católicos como ortodoxos reconocen que la conversión de
los dones en el Cuerpo y la Sangre de Cristo es fruto de la acción
del Espíritu Santo sobre estos.
Así, el Documento de Múnich busca una fórmula conciliadora al no
intentar establecer el momento exacto de la transubstanciación, y
afirma que tanto la epíklesis como las palabras de la Consagración
forman parte de una misma acción, y no dos momentos sucesivos.
Es más, las «palabras de Cristo» son la «cumbre de la epíklesis, el
momento de máxima intensidad epiclética en la celebración […]
al implorar la venida del Espíritu Santo sobre los dones».31 «En
este sentido, las palabras del Señor y la súplica que pide la fuerza
transformadora del Espíritu van unidas en la tradición del canon
romano y de las anáforas sirio-bizantinas, y en esta tradición se ha
inspirado el documento»32 en el texto arriba citado. ¿No es acaso
el sacerdote en la Eucaristía Cristo, al pronunciar las palabras que
vienen del Espíritu sobre los dones que se convierten en el Cuerpo
y la Sangre de Cristo?, ¿no actúan aquí inseparablemente el Hijo
y el Espíritu?
Trinidad, Eucaristía, Iglesia: el Hijo y el Espíritu crean el Cuerpo
eucarístico de Cristo para ofrecérselo al Padre, y con Él hacen la
Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.
En la Eucaristía, el Espíritu (que es el Espíritu de Cristo) transforma
los dones –que el ministro consagra in persona Christi− en el Cuerpo
eucarístico de Cristo, y [el mismo Espíritu] transforma a los fieles
que comen este Cuerpo en el Cuerpo eclesial de Cristo.33
31 Ibíd., 983
32 Íd.
33 Ibíd., 982
Junto a la doble misión del Hijo y del Espíritu para fundar la Igle-
sia, la Trinidad se reúne para darnos la Eucaristía y alimentar así al
Cuerpo místico de Cristo de un modo continuo. El famoso icono de
Rublev –la Trinidad reunida en torno a la Cena del Cordero− tiene
sus evidentes consecuencias eclesiológicas.
Conclusiones
El Documento de Múnich es un texto conciliador que trata de encon-
trar el patrimonio común en las Iglesias católica y ortodoxa. Por
tanto, en ningún momento aborda los problemas y las diferencias;
es más, se evitan de un modo deliberado. Incluso en el estilo lite-
rario y en el modo de pensar el presente documento se acerca a
la sensibilidad de la teología ortodoxa. Con este gesto se quiere
encontrar un punto de partida, una plataforma común, un marco
eclesiológico en el que después se puedan situar los distintos
motivos que separan a ambas Iglesias. Apoyándose en este terreno
común, se deben afrontar ahora los difíciles temas del primado de
Pedro y de la estructura visible de la Iglesia.
¿Supone esto una estrategia para el diálogo y la unidad o una
«debilidad metodológica», como señaló el cardenal Ratzinger? En
cualquier caso, como hemos dicho, se trata el primer documento
en común entre ambas la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas
después de cinco siglos (aunque las conversaciones se encuentren
ahora en punto muerto, por motivos más políticos que teológicos).
Pidamos por tanto al «Espíritu de unidad» que conceda a la Iglesia
la comunión que existe en el seno de la Trinidad y que está simbo-
lizada en la Eucaristía, en la que muchos granos de trigo y muchí-
simas partículas de harina forman un solo Cuerpo de Cristo.34
Sacerdocio y sacrificio
en el tiempo de la Iglesia:
El sacerdocio en la Iglesia (I)
Gabriel Nieto Zahíno
4 Para más detalle cf. Albert Vanhoye, Sacerdotes antiguos, Sacerdote nuevo.
Según el Nuevo Testamento, Salamanca: Sígueme 2002, 168-169.180.227-231.
5 Cf. Concilio Vaticano II, Decreto Prebyterorum Ordinis, núm. 5: AAS
58 (1966) 997.
2. El sacerdocio bautismal8
Son dos los lugares del Nuevo Testamento al que preferiblemente
recurren los teólogos para hablar del carácter sacerdotal del pueblo
desde el que puede llamar a Dios Abbá, Padre (cf. Rom 8,15; Gal
4,6), es decir, origen y fuente de su ser, fin y término de su vida.
En este sentido se puede hablar de sacerdocio bautismal, ya que
existe un poder activo para ofrecer un sacrificio en el Espíritu (cf.
Flp 3,3), que es el de la propia vida presentada y referida a Dios
como hijos adoptivos suyos, a imagen de Jesús.
La oblación, aquello que se ofrece a Dios por medio de este sacerdo-
cio espiritual es en palabras de Pablo la predicación del Evangelio
(cf. Rom 1,9; 15,16; Flp 2,17), la consagración a Dios del propio
cuerpo (cf. Rom 12,1), y la renovación de la mente según lo que a
Dios agrada (cf. Rom 12,2). La purificación que produce este culto
espiritual, no deriva entonces del ofrecimiento de animales como
pretendía el judaísmo, sino de la conciencia íntima, por la obe-
diencia a Dios (cf. 1Pe 1,22), a semejanza del sacerdocio espiritual
de Jesucristo expresado en la carta a los Hebreos (cf. Heb 5,8-9).9
En el tiempo nuevo, el culto y por añadidura la destrucción del
pecado, tal y como reveló Jesús a la samaritana (cf. Jn 4,21-24),
no se lleva a cabo ni en Jerusalén ni en ningún monte santo, sino
en la propia conciencia (cf. Heb 10,22; 2Cor 7,1), gracias al poder
de la resurrección del Hijo de Dios comunicada por el bautismo,
mediante la fe y la obediencia a la voz de la verdad y del amor
mutuo anunciados por el evangelio (cf. 1Pe 1,22-25; 3,21; cf. Rom
6,17-18). Buscando en Jesús el modo de vivir (cf. Heb 12,2; cf. Col
3,1-2), la fuente de la propia espiritualidad como hijos de Dios,
testimoniándolo ante sí mismos y ante los demás, y haciéndolo
todo ello presente a Dios en la propia conciencia, los creyentes
alcanzan el efecto santificador de su sacerdocio espiritual.
En todo tiempo y lugar, y permaneciendo en Cristo mediante el
mandamiento del amor (cf. Jn 15,9-13.17; cf. 1Jn 2,5-6; 3,23-24),
los bautizados purifican constantemente su pecado (cf. 1Jn 3,3.6).
Y creciendo en este amor por el que se consagran primero ellos
3. El sacerdocio ministerial
Todo bautizado está capacitado para presentar en su conciencia
la propia vida a Dios Padre en el Espíritu filial de Jesús, y ello
constituye un auténtico culto, muy superior al ofrecimiento de
animales que conoció el antiguo Israel. Pero eso no significa que
aquella función sacerdotal asociada a la consagración eucarística
sea una simple prolongación del poder bautismal, indistinta e indi-
ferenciada. El origen del sacerdocio ministerial hay que buscarlo
por tanto en otra parte, muy en relación con el carisma apostólico
y la constitución jerárquica de la Iglesia.
Christus Dominus, núm. 2: AAS 58 (1966) 673; cf. Concilio De Trento, Sesión
22, Doctrina del Santo Sacrificio de la Misa c. 1: DZ 1740.
18 Aunque la palabra άρχιερεὺς o ἱερεὺς es aplicada a Cristo más de una
decena de veces en la carta a los Hebreos para expresar su superioridad res-
pecto del sacerdocio judío (Heb 2,15; 3,1; 4,14; 5,6; 7,21; 9,11, etc.), o en otros
textos a la comunidad de creyentes en general (1Pe 2,5.9; Ap 1,6; 5,10; 20,6),
no encontramos hasta Tertuliano a finales del siglo ii un término semejante
para nombrar a los sucesores de los apóstoles en el ministerio del evangelio.
En el Nuevo Testamento estos son designados con los vocablos πρεσβύτερος
y ἐπίσκοπος, cuyas funciones según algunos textos y mientras están vivos
los apóstoles, son todavía equivalentes (Hch 20,17.28; Flp 1,1; 1Tm 3,1-2; Tt
1,5-7; 1Pe 5,1-2). Compañeros en el ministerio de los apóstoles Santiago, Juan,
Pedro y Pablo según el libro de los Hechos (Hch 11,30; 15,2-4.22-23; 16,4; 21,18),
de donde se deduce su especial vinculación a la Eucaristía, son ellos los que
han recibido el ministerio apostólico mediante la imposición de manos (Hch
14,23; 1Tm 4,14; 5,17-22; 2Tm 1,6; Tt 1,5), quienes presiden la comunidad en
nombre de aquellos (1Pe 5,1-2; 2Jn 1; 3Jn 1), están adheridos a la enseñanza
(1Tm 5,17; Tt 1,9) y ungen a los enfermos (Sant 5,14).
20 Pío XII, Carta encíclica Mediator Dei, núm. 54: AAS 14 (1947) 538.
21 Ibíd., 538- 539.
22 Ibíd., 539.
23 Ibíd., 548.
24 Ibíd.
25 Ibíd., 553.
26 Ibíd., 554.
La celebración
de santa Faustina Kowalska
en el Calendario Romano General
Salvador Aguilera López
1. Introducción general
A través del Decreto Misericordia eius,1 de fecha 18 de mayo de 2020
(Prot. N. 229/20), día del centenario del nacimiento de san Juan
Pablo II, el papa Francisco ha dispuesto que la celebración de santa
Faustina Kowalska, virgen, perteneciente a la Congregación de Sios-
try Matki Bożej Miłosierdzia (Hermanas de la bienaventurada Virgen
María de la Misericordia), sea incluida en el Calendario Romano
general el día 5 de octubre con el grado de «memoria ad libitum».
Con la presente inserción son seis las celebraciones, con grado de
«memoria ad libitum», que el actual Pontífice ha introducido en el
Calendario Romano General: bienaventurada Virgen María, Madre
de la Iglesia, lunes después de Pentecostés; san Pablo VI, papa, 29 de
mayo; san Juan XXIII, papa, 11 de octubre; san Juan Pablo II, papa, 22
de octubre; bienaventurada Virgen María de Loreto, 5 de diciembre.
Además de estas inserciones, modificó en el Calendario Romano
General el grado de la celebración santa María Magdalena, 22 de
julio, pasando de «memoria» a «fiesta».
El motivo de tal inserción, según expresa el decreto, ha sido, en
primer lugar, las numerosas peticiones hechas al Papa por parte
de Pastores, religiosos y asociaciones de fieles y, en segundo lugar,
la influencia que la espiritualidad de santa Faustina ha ejercido
en el mundo entero.
Santa María Faustina fue beatificada por san Juan Pablo II el 18
de abril de 1993 en la Basílica Vaticana, junto a los beatos Luis de
Casoria (Arcángel) Palmentieri, presbítero; Paula de san José de
Calasanz Montal Fornés, virgen; y Ángela María (Sofía Camila)
Truszkowska, virgen. Además, en la misma celebración fue con-
firmado el culto del beato Estanislao de Kazimierz, presbítero.
En la homilía de la celebración eucarística, tras dirigir un pensa-
miento al italiano Luis de Casoria y a la española Paula de san José
de Calasanz, el papa Juan Pablo II se centró en los tres restantes
beatos, todos procedentes de la nación polaca. Al hablar de la figura
de santa Faustina dijo:
Lo sacramental
en el centro de la experiencia cristiana
José Manuel Bernal Llorente
La Congregación
para el Rito Hispano-Mozárabe
Juan Manuel Sierra López
1. Introducción
Recientemente se ha constituido, por parte de la Congregación para
el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, un organismo
para el cuidado de la liturgia que fue propia de la península Ibérica
y la Narbonense.
El nombre dado a este organismo es semejante al que tiene la insti-
tución que vela por el rito ambrosiano, en la diócesis de Milán. El
título, como aparece en el inicio de nuestro escrito, es Congregación
para el Rito Hispano-Mozárabe.
Vamos, en estas líneas, a explicar brevemente en qué consiste,
cómo se ha formado y lo que se pretende con esta iniciativa, que
tiene gran importancia para este rito litúrgico, que fue el propio
de toda España hasta casi finales del siglo xi.
2. Un rito litúrgico
Aunque gran parte de nuestros lectores lo saben, puede ser opor-
tuno que recordemos lo que es un rito litúrgico (también llamado
«una liturgia propia»).
Con la evangelización y el desarrollo de las diversas comunidades
cristianas, en la antigüedad, se fueron desarrollando distintas
formas de celebrar la Eucaristía, los sacramentos y sacramentales;
lo mismo sucedió con lo que hoy llamamos Liturgia de las Horas
u Oficio Divino.
Tanto en Oriente como en Occidente, las Iglesias principales influ-
yeron en las que habían evangelizado y en otras más pequeñas,
5. Conclusión
Los Estatutos de la Congregación para el Rito Hispano-Mozárabe y la
misma Congregación constituyen algo muy importante para la
Iglesia en España, puesto que ofrecen el cauce para el cuidado de
nuestra liturgia propia.
La liturgia hispana ha de ser conocida y valorada cada vez más.
Ella aparece ante nosotros como una fuente para nuestra vida
cristiana y debería estar presente en todas nuestras diócesis: sería
muy positivo que se establecieran iglesias y comunidades que
con una determinada periodicidad ofrecieran estas celebraciones
y ayudaran a todos los fieles para que disfruten de algo que les
pertenece (la liturgia hispano-mozárabe).
Se trata de una empresa que pastores y fieles deben realizar unidos,
con agradecimiento a los dones que Dios nos ha dado y con ver-
dadero entusiasmo en el seguimiento de Cristo, como se remarca
en las oraciones del rito.
Un sueño amazónico.
Un nuevo rito en la Iglesia latina
Gonzalo Guzmán Karadima
«Mystêrion» y «Sacramentum»
Evolución en Oriente y Occidente
Por José Manuel Fernández
Cuadernos Phase 254. 168 págs., 15,00 €
El autor va más allá de la simple visión de lo que significan
estos términos a primera vista y los hace revivir a lo largo de
la historia de la Iglesia: desde el mundo clásico, hasta el mo-
vimiento ecuménico del siglo pasado.
vender una iglesia? Estas, y otras de 2017. Este volumen recoge los
preguntas abordó una semana de aportes y los principales resulta-
estudios de las diócesis alemanas dos.
A Ritual for Laypersons. Rites for Holy Communion and the Pastoral Care
of the Sick and Dying, Collegeville (PA): Liturgical Press 2019, 176 pp.
Un ritual para laicos es un libro que pastoral de los enfermos; cuidado
reúne en un lugar aquellos ritos pastoral de los moribundos; una
en los que un laico puede presi- selección de lecturas, respuestas y
dir en ausencia de un presbítero versículos de la Sagrada Escritura;
o diácono. Se incluyen la sagrada y oraciones por los difuntos y los
comunión fuera de la misa; cuidado enfermos.
Reseñas bibliográficas
Pere Tena, Una casa, una mesa, un solo corazón. Catequesis mistagógica
de la dedicación de una iglesia (Celebrar 101), Barcelona: Centre de
Pastoral Litúrgica 2019, pp. 73.
Se trata de una pequeña obra, pós- Primera parte: «Ritos iniciales» (pp.
tuma de Mons. Pere Tena, extraor- 11-16); Segunda parte: «Liturgia
dinario liturgista ligado toda su de la Palabra» (pp. 17-22); Tercera
vida al CPL de Barcelona, del que parte: «Rito de dedicación» (pp.
fue fundador y presidente durante 23-38); Cuarta parte. Liturgia euca-
muchos años; Obispo auxiliar de rística (pp. 39-44); Epílogo:« Hoy ha
Barcelona, autor de muchas obras, sido la salvación de esta casa (Lc 19,
de muchos materiales litúrgicos 9)» (pp. 45-48); Apéndice: «Textos
y conferenciante incansable por litúrgicos de la dedicación de una
todo el país y distintas naciones iglesia» (pp. 49-73).
del extranjero. Mons. Pere Tena fue
El pórtico de J. Urdeix, describe la
uno de los grandes animadores de
historia del texto, escrito por Mons.
la vida litúrgica de España, senci-
Tena cuando se preparaba la venida
llo al máximo, acogedor de todos
de Benedicto XVI a Barcelona para
y dotado de un gran equilibrio,
celebrar la dedicación de la basílica
humildad y sabiduría. Personal-
de la Sagrada Familia. Entonces
mente le recuerdo como un gran
cumplió su función de catequizar.
amigo que le gustaba valorar el
Luego quedó en el olvido. Pero en
trabajo de los demás, silenciando
un repaso a los archivos, apareció
habitualmente el suyo. También
de nuevo. Entonces se pensó en
estuvo dotado de un gran sen-
publicarlo, pues no se había hecho.
tido del humor, que utilizaba en
Se atendió a tres razones para
momentos de gran seriedad o de
publicarlo: primera, por el con-
discusiones en el campo litúrgico.
tenido y la forma: una magnífica
Hoy me alegra mucho recensionar catequesis mistagógica; segunda,
este «opúsculo» que, en su breve- porque descubrieron los respon-
dad, rezuma sabiduría y una línea sables de la publicación, que había
de verdadera catequesis mistagó- una «forma inclusiva» entre su
gica, referida al rito de la dedica- tesis doctoral sobre la ekklesía y esta
ción de una iglesia. El escrito consta obra póstuma sobre la dedicación
de: un pórtico con el título de «Un de la iglesia. El hecho era como un
texto que cobra vida de nuevo» signo de lo que había sido la vida
(pp. 7-8); Preámbulo: «Una joya del obispo Tena al servicio de la
de la reforma litúrgica» (pp. 9-10); Iglesia; tercera, esta obra es como
obra aún inacabada; la liturgia como goga del misterio de Cristo; del
celebracion del misterio pacual de ars celebrandi al ars participandi; la
Cristo; conclusión: mi experiencia imitación mistérico-sacramental;
en un monasterio benedictino. la oración como iniciación en los
misterios de salvación; conclusión:
El capítulo II (pp. 31-39) con el la vuelta al misterio.
título «Venite et odorate», el autor
se adentra en la via pulchritudinis. El capítulo IV (pp. 51-61) lleva el
Sería como oler a Cristo. El autor título «La vida mistérica, iniciación
da mucha importancia a la belleza del camino del cristiano». El autor
de las unciones. Existe una teología pasa del misterio de Cristo a la
de la belleza, esta brilla en la hermo- via mistérica, como iniciación del
sura de la celebración, dado que la camino cristiano. Arranca de la
liturgia está sellada por la belleza celebración litúrgica como misterio
divina. Estos son los epígrafes: del en el capítulo anterior, presenta
buen olor de Cristo; el Padre unge al una visión mistérica, cristológica,
Hijo con el Espíritu Santo; del olor veterotestamentaria y sacramen-
de Cristo al olor a Cristo; del olor a tal de los misterios cristianos. La
Cristo al olor de Cristo; del olor de vida litúrgica es esencialmente
Cristo a los olores de Cristo; conclu- sacramental. Los sacramentos son
sión: ¡Corramos tras los perfumes! los cauces por los que nos llega la
gracia de Dios. Toda la vida litúr-
El capítulo III (pp. 41-50) lleva el gica tiene como centro los sacra-
título «¡No existe otro misterio mentos (SC 6). El capítulo com-
que Cristo!». El autor dedica este porta estos epígrafes: Una visión
capítulo a contemplar el miste- completa de los sacramentos; una
rio de Dios en Cristo. No existe visión mistérica de los sacramen-
otro misterio que Cristo. Cuando tos; una visión sacramental de los
lamentamos la supuesta pérdida mismos; una visión cristológica;
del sentido de misterio, la Iglesia una visión veterotestaentaria; la
rubrica la prioridad del misterio celebración litúrgica como mis-
de Cristo, celebrado en favor de la terio; conclusión: del sacramento
salvación de los humanos. Cristo Cristo a los sacramentos de Cristo.
encarnado, muerto y resucitado, es
el único modelo de la celebración El capítulo V (pp. 63-76) lleva el
sagrada y de la santidad cristiana. titulo «La vida sacramental, ali-
El autor trata estos apartados: ¿Mis- mento de nuestra fe cristiana». Se
terio o arcano?; el misterio y sus estudian aquí todos los sacramen-
tres significados según Odo Casel; tos y se hacen algunas referencias
el misterio de Cristo y el miste- a los sacramentales. Suponen la fe
rio del culto cristiano; la Iglesia a y también la fortalecen, la alimen-
través de la liturgia, es la mista- tan y la expresan mediante accio-
La liturgia a la luz
de su reforma
Por Piero Marini
Cuadernos Phase 252. 88 págs., 11,00 €
Dos textos del autor sobre la reforma litúrgica
conciliar. Explican cómo ser fieles a ella pres-
tando atención a la riqueza de su tradición y
al mismo tiempo sin descuidar el progreso que
debe buscarse en la actualidad.
Las bienaventuranzas.
Magisterio y catequesis del papa
Francisco
Por papa Francisco
80 págs., 5,15 €
Un librito que recoge todos los comentarios del
papa Francisco sobre las bienaventuranzas, trata-
das primero en la exhortación apostólica Gaudete
et exsultate y después en las catequesis semanales
de las audiencias generales desde el 29 de enero
hasta el 29 de abril de 2020 .