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Desarrollo Humano y Etica para La Sustentabilidad

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Para mi madre, mi esposa,

mis h i j @ s y m i s
niet@s.

E n las ciencias cognitivas más duras, la


neurociencia, la cirujía experimental, la inteligencia
artificial, las cosas más aterrizadas de la ciencia, se
descubre un yo cognitivo, es decir una persona que es
capaz de ver, pensar, reconocer, moverse, tener
planes, tener memoria, etc. Pero cuando uno lo
somete al análisis, uno se encuentra – y eso es lo
fascinante -, no con el yo, sino con los pedazos que
hacen memoria o que son capaces de movimiento, o
que son sensitivos a los bordes en movimiento. Hay,
lo que en ciencias cognitivas o en neurofisiología se
llaman los módulos cognitivos, y esos módulos son
incluso identificables a nivel de subcircuitos
neuronales y tienen transmisores propios y yo puedo
hacer modelos en robots, o sea, una cuestión
superconcreta. Entonces, si tú me preguntas dónde
está el yo, te respondo que no está aquí ni aquí ni acá.

(…) Entonces ese yo, que aparece así, bajo ese


mecanismo de autoemergencias no lineales, tiene …
una manera de ser muy curiosa porque tiene una
identidad en el sentido de que tiene cierta coherencia
que me permite tomar vasos, decir hola, venir al
programa y ser presentado como Francisco Varela,
que a la vez no existe, porque yo lo trato de encontrar
y no está, entonces es un modo de existencia muy
peculiar, que está justo entre la existencia y la
inexistencia…
15
PREFACIO

(… ) Mi intuición es que es una arrogancia terrible


pensar que la conciencia y lo mental son una
propiedad individual. No es verdad, ya que, desde el
punto de vista de lo que hablábamos, de mi mente y tu
mente, mi mente y el mundo, son cosas que están
íntimamente implicadas… Creo entonces, y esa es
mi intuición, que en la muerte hay una desaparición de
este yo individual, pero que eso no es el final, sino que
hay unas corrientes de causalidad. Y hablo de
causalidad porque no son cosas para mí misteriosas, es
parte de la legalidad del mundo, que va más allá, que
tiene una continuidad de otra temporalidad, de otros
ciclos temporales, y no le atribuyo a eso un valor
trascendente, lo considero más bien un misterio de la
profundidad de lo natural.

Francisco Varela (El fenómeno de la vida)


15
PREFACIO

Prefacio

C onfieso que me honra que quien sabe que seguramente


pienso en alguna medida distinto de él, me pida que escriba un
prefacio
a su libro, el que, según me parece, incorpora aspectos
fundamentales de su sentir. Gracias.
El tema de este libro es nuestro devenir a partir de un
presente que nos resulta, al menos, inquietante por lo que
parece que nos ofrece como futuro. Daño ambiental, pobreza,
población creciente, falta de ética, abusos, corrupción ... ¿Qué
hacer? ¿Qué conducta seguir para evitar que este presente nos
destruya en el futuro que surgirá de él?
Los procesos naturales ocurren sin designio o
propósito, y duran en tanto duran las condiciones que los hacen
posibles. A la naturaleza no le importa lo que ocurre en ella. A
la tierra no le importa lo que ocurre en ella o con ella. A la
biosfera no le importa lo que ocurre en ella o con ella. Al vivir
no le importa el vivir. A una flor no le importa si es
polinizada o no, ... Nada importa en sí mismo. Es a nosotros
los seres humanos a quienes algo puede importarles o no.
Somos nosotros los seres humanos quienes podemos
preguntarnos por algo en relación a nuestros deseos para desde
allí darnos cuenta si lo deseamos o no, y si lo deseamos
decimos que nos importa, al mismo tiempo que decimos que no
nos importa si no lo deseamos. A veces decimos que aquello
que deseamos es importante como si lo importante fuese una de
sus características intrínsecas, sin notar que al hacerlo
ocultamos el hecho de que es nuestro deseo lo que lo hace
importante. El resultado es que tratamos a lo que decimos que
es
16
PREFACIO

importante como si lo fuese en sí, y procuramos imponerlo a


otro u otros argumentando racionalmente desde su
importancia intrínseca o evidente.
El problema que aparece con este modo de actuar, es que
surge un conflicto invisible de emociones porque tratamos a un
tema que es del ámbito de los deseos que guían el hacer, como
si fuese un tema racional en el que sería la razón lo que guiaría
la conducta. Esto no es trivial. Argumentamos como si los
seres humanos fuésemos seres racionales que actúan movidos
por la razón, pero no es así.
Los seres humanos, igual que todos los animales, somos
seres emocionales que nos movemos desde nuestras emociones,
y lo que es peculiar nuestro es que usamos nuestro razonar para
justificar o negar nuestro mocionar. Me explico.
Todo nuestro pensar, todo nuestro sentir, todo nuestro
tocar, todo nuestro ver, todo nuestro oír, todo nuestro concebir
todo nuestro ..., esto es, todo nuestro hacer, ocurre en un
dominio relacional que le confiere a cada una de nuestras
conductas un carácter particular como una acción en el fluir de
nuestro vivir y convivir. De hecho, lo que connotamos en
nuestro diario vivir al hablar de emociones, son distintos modos
de orientarnos en la relación que dan a lo que decimos,
pensamos, o callamos, esto es, a todo lo que hacemos, un
carácter particular como un acto que, según sea el caso,
llamamos agresivo, amoroso, temeroso, indiferente,
preferencia, deseo, ganas, escoger ... El emocionar que
vivimos determina en cada instante lo que podemos ver,
admitir, escoger, o hacer en ese instante. El razonar es algo
básicamente diferente.
El emocionar como modo de estar en el ámbito relacional
ocurre como una manera de moverse en la relación fuera del
lenguaje. El razonar, en cambio, ocurre como un modo
particular de fluir en las coherencias operacionales del
lenguajear que intenta conectar ante un observador distintos
puntos de un espacio relacional particular. Y esto ocurre en
circunstancias en que el espacio relacional en que se dará el
razonar queda especificado
17
PREFACIO

por un conjunto de premisas básicas que quien razona adopta a


priori, de manera inconsciente o consciente desde sus
preferencias, deseos o ganas en el momento de iniciar el
proceso de justificación que el o ella presentará como
argumento racional en el curso de una conversación o reflexión.
Todo argumento racional, todo sistema de pensamiento
racional, se funda en premisas fundamentales no racionales
adoptadas a priori desde las preferencias, deseos, miedos,
aspiraciones ... de quien lo propone. Habrá, entonces, tantas
clases diferentes de argumentos, o de sistemas de argumentos
que diremos que son racionales como sistemas de
coherencias operacionales podamos generar a partir de
premisas básicas adoptadas a priori. En estas
circunstancias, para que un interlocutor acepte un argumento
nuestro supuestamente racional entendiendo lo que dice y lo
haga sintiéndose obligado por él, debe aceptar las premisas
básicas a priori que lo fundamentan y sentirse comprometido
por ellas.
En nuestro presente cultural hablamos de racionalidad
como si lo racional tuviese una validez universal trascendente, y
tratamos a la persona que no acepta nuestra argumentación,
como irracional. Si fuésemos los seres humanos básicamente
racionales, sería la razón lo que guiaría nuestra acción, pero no
es así. Como creemos que los conflictos humanos surgen de
conductas irracionales queremos resolverlos desde la razón,
pero la razón no resuelve los conflictos humanos. Los
conflictos humanos, cualesquiera que estos sean, revelan que
las personas en conflicto desean realizar acciones que
pertenecen a dominios relacionales excluyentes, y pretendiendo
que no es así argumentan que el otro o la otra es irracional en
sus deseos o en sus argumentos. Dicho de otra manera, los
errores en un razonar son triviales, y se resuelven revisando el
desarrollo del argumento sin mucha dificultad emocional. Si
en una conversación surge un conflicto emocional, las
discrepancias que allí aparecen se tornan amenazantes, y
generan grandes enojos ya que ponen en riesgo los fundamentos
conceptuales, pensados o no pensados, del vivir
18
PREFACIO

y convivir de los participantes. Por esto, cada vez que nos


encontramos ante una pretendida discrepancia racional que da
origen a enojos, sabemos que las personas que discuten lo
hacen, sin darse cuenta, o con malicia, desde sistemas
racionales que se fundan en premisas a priori diferentes, de
modo que ninguna de las personas discrepantes comete un error
racional. Más aún, si las personas involucradas no se dan
cuenta de ello, y no saben como, o no están dispuestas mirar las
premisas básicas en que se fundan sus respectivos argumentos,
la discrepancia no se resolverá jamás en la creencia de que el
conflicto es raciona desde la mutua acusación de irracionalidad.
Los conflictos humanos jamás se resuelven desde la razón, y en
los casos en que parece haber sucedido así, lo que sin duda ha
ocurrido es que una u otra de las partes involucradas en el
conflicto ha cambiado su emocionar, ya sea de manera
consciente o inconsciente.
Es en estas circunstancias que yo me pregunto cuando se
habla de las preocupaciones por la ecología, por la pobreza, por
el bien-estar humano, ... ¿qué se está diciendo? Cuándo
recurrimos a nociones que llamamos objetivas o científicas para
sostener lo que decimos es una argumentación “racional” para
la protección de la vida, o para evitar, detener, y luego revertir
el proceso de daño ambiental en que vivimos, ¿qué estamos
haciendo? Al hablar de desarrollo sustentable, ¿estamos
hablando, de razones o de emociones? Al hablar de valores,
de ética,
¿hablamos de emociones o de razones? ¿Sabemos que
hablamos
de emociones, de motivos, cuando lo que hacemos es una
argumentación que exponemos como si fuese una
argumentación racional? Como ya dije en un párrafo más
arriba, todo razonar se funda en premisas a priori aceptadas
desde algún deseo, aspiración, preferencia, o miedo, a las que
tratamos como si su validez fuese tan evidente que no
necesitamos preguntarnos por ella. Al hacerlo ésto tratamos al
argumento que esgrimimos como si tuviese una legitimidad
universal incontestable. Pero no es así. Aunque nos parece que
nuestros argumentos y razones en temas como los que nos
conciernen en este libro debieran
19
PREFACIO

obligarnos a todos (con-vencernos), no lo hacen, y parecen


aceptables sólo para aquellas personas que de alguna manera
intima ya habían aceptado las premisas básicas que les dan
validez. El autor de éste libro sin duda sabe todo esto, y resume
de hecho su argumentación en los términos que presenta en el
párrafo final de la obra, y que cito:
“El principal desafío que surge de nuestro desarrollo como
seres éticos es asumir la responsabilidad por nuestro accionar
en el mundo, y ser capaces de entender que nuestra calidad de
vida alcanza su plenitud cuando trascendemos desde nuestra
conciencia individual hacia una forma de conciencia capaz de
sentir como propia, no sólo nuestra necesidad, sino además, la
de todo otro ser humano y de toda otra forma de vida”.
A muchos esta conclusión les parecerá válida de
inmediato, a otros no. ¿Por qué lo uno o lo otro? ¿De qué
depende que para alguien lo allí dicho sea una verdad evidente?
¿Habrá sido la racionalidad de los argumentos expresados en el
artículo?
¿O, tal vez, ha sido su evocación emocional? Y si se trata de
esto último ¿qué ocurre que hace que eso sea posible? Si al
contrario es la racionalidad de los argumentos lo que con-vence,
¿cómo sucede? Y, por último, ¿cómo es que un argumento
racionales aceptado como impecable no siempre lleva a una
acción congruente con él.

Es en este punto donde yo quiero expresar mi opinión.

Ningún argumento racional es aceptable para quien no


acepta, sea de modo consciente o inconsciente, las premisas
básicas que le dan validez. Y ningún argumento racional puede
evocar un cambio de premisas básicas en quien lo escucha si su
presentación no ocurre en un espacio relacional que invite a
éste a soltar las certidumbres que le impiden atender a las
premisas básica desde donde el otro o la otra hace su
argumento. Más aún, hacer aquello a que nos invita el párrafo
final de este artículo, requiere una completa coincidencia
emocional con la naturaleza
20
PREFACIO

de la invitación, precisamente porque su validez en la acción es


emocional y no racional. Y por último, lo que hace posible el
que esa invitación sea oída y aceptada en la acción, lo que hace
posible que la invitación ética nos haga sentido relacional y a
que la invitación a encontrar plenitud en la calidad de la vida
que vivimos a través de la trascendencia de la conciencia
individual hacia una identidad con todo ser vivo, y lo que hace
que esta invitación pueda ser aceptada de manera universal está
en que los seres humanos somos biológicamente seres amoroso.
Ésto no lo vemos usualmente porque estamos enajenados en el
creer que lo que somos los seres humanos, y lo que nos
distingue de otros seres vivos es somos seres racionales y que
razón lo que debe guiar y dar validez a nuestras acciones.
Es porque argumentamos desde esta enajenación que no
sabemos usar nuestro razonar como fuente de ampliación
de nuestro entendimiento de nuestro ser seres humanos
amorosos, abiertos a la colaboración y deseosos de un convivir
en el mutuo respeto, así como espontáneamente comprometidos
para actuar de manera responsable en relación ese
entendimiento. Si de hecho nos diésemos cuenta de que
vivimos enajenados en creernos seres primariamente racionales
cuando lo fundamental es nuestro ser emocional, si de hecho
nos diésemos cuenta de que la potencia y efectividad de
nuestros argumentos racionales depende de las premisas básicas
aceptadas a priori que los fundan y de los deseos que nos
orientan en su uso, entonces, frente a una discrepancia con otro
ya no buscaríamos más con-vencerlo con nuestros
argumentos sino que solamente querríamos mostrar lo que
entendemos en esa situación deseando inspirarlo a participar
con nosotros en el uso de su emocionar y razonar para la
cocreación de un convivir ético que sea deseable para ambos
tanto como para la comunidad humana y ecológica de seres
vivos que nos hace posibles y nos sostiene. Y lo haríamos
seducidos por la conciencia de que un mundo así sólo es posible
como un propósito compartido a modo de una obra de arte que
se crea cotidianamente en el convivir de personas que quieren
convivir en el respeto por
21
PREFACIO

si mismos y por los otros. Y lo haríamos ante todo seducidos


por el descubrimiento de que nosotros mismos somos nuestro
mejor recurso para crear cotidianamente un mundo que
sea biológicamente armónico para todos los seres humanos al
habitar una biosfera que respetan porque los acoge y hace
posibles.
Los problemas que legítimamente ocupan al autor de este
ensayo no se resuelven desde la razón, sólo se resuelven desde
el deseo de convivir de modo que esos problemas no aparezcan
o se corrigen si aparecen porque no se quiere convivir en
ellos. Convivir así es lo que deseamos quienes decimos que
queremos vivir en democracia, ya que el deseo de un vivir
democrático es el deseo de un convivir ético desde el mutuo
respeto en un proyecto común que no es otro que ese mismo
convivir. Empero, para que ese convivir surja de un modo
espontáneo en nuestro vivir adulto, ya que no es posible vivirlo
por imposición pues ésta lo niega, debemos convivir con
nuestros hijos e hijas de ese modo ya que sólo así ellos
generaran cuando adultos ese convivir naturalmente por haberlo
aprendido desde pequeños. Convivir con nuestros hijos e hijas
en el mutuo respeto no es una conducta razonable, sí es una
conducta deseable.
Hay tres pilares relacionales que llevan
espontáneamente a la conducta socialmente responsable en
cualquier encrucijada del convivir humano:

1.El saber de que se trata;


2. El entender el ámbito humano en que tiene lugar; y
3.El tener una acción adecuada a la mano.
Y hay además un ley sistémica que dice:
“Si en un conjunto de elementos comienzan a
conservarse ciertas relaciones, se abre espacio para que todo
cambie en torno a las relaciones que se conservan” 1 . ¿Qué más
se puede decir?
Los seres humanos somos los únicos seres vivos que
pueden vivir abiertos a mirar y cambiar el curso de sus actos

1
Leyes sistémicas. Instituto Matriztico.
http://www.matriztica.org
22
PREFACIO

cuando ven a éstos como errores que niegan sus propósitos.


Los seres humanos somos los únicos seres vivos que
podemos conscientemente desear y vivir un mundo democrático
sin negarlo en una enajenación racional.

Humberto Maturana Romesín


Instituto de Formación Matríztica
www.matriztica.org

Santiago 17 de Julio de 2003


23
PRESENTACIÓN

Presentación

E ste libro se debe principalmente a dos personas. En


primer lugar a Enrique Leff, quien hace ya más de dos años
me pidió
que escribiese un libro que plasmara las ideas que desde hace
mucho tiempo vengo rumiando y compartiendo en muchos
espacios, desde una aproximación profundamente crítica a la
forma como pensamos y sentimos el mundo que nos rodea.
En segundo lugar al valiosísimo e indispensable trabajo
editorial que realizó Víctor Renes, ordenando y reescribiendo
los diversos artículos que he escrito sobre estos temas en los
últimos años, y quien me empujó prácticamente a hacer algo
que siempre he postergado: publicar un libro propio. Mi talante
un tanto perezoso me impedía hurgar y revisar los variados
textos que han ido surgiendo como producto de distintas
conferencias y cursos dictados en muchos países, y de las
presentaciones hechas en aquellos diversos paneles y
seminarios en los cuales he podido participar. El riguroso y
tedioso trabajo de revisar los textos, cuidando evitar las
repeticiones y dándole una estructura lógica lo hizo
prácticamente en su totalidad Víctor, esta es la
demostración de una profunda amistad y afecto que reconozco
como el mejor ejemplo de la sinergia y de la fraternidad de las
cuales se habla en este libro.
Este texto presenta mi visión, mis creencias, emociones
y convicciones, frente a lo que estamos viviendo de forma cada
día más evidente: la sistemática y absurda destrucción de la
vida en todas sus expresiones; la negación absoluta del valor de
la singularidad y de la especificidad de cada fenómeno viviente,
de
24
PRESENTACIÓN

cada individuo, pueblo, lengua y cultura.


Parecería ser cierto aquello que Gorz tan agudamente
señaló, que los bienes cuando se hacen accesibles a todos,
cuando se democratizan, se convierten en males. Aquellos
lugares prístinos del pasado, lugares poco visitados, no
hollados por pies humanos, originales, ignotos, alejados, al
hacerse cercanos y de acceso posible para todo el mundo
pierden su carácter virginal, paradisíaco o selvático y se
transforman en ambientes intervenidos, “civilizados” y
mercantilizados. ¿No quedan entonces espacios para
descubrir, para inventar, para nombrar primigeniamente, donde
realizar la aventura humana de co-crear el universo?
La intuición presentada en este libro es que requerimos
rediseñar nuestro proyecto civilizatorio. Que la afirmación de
Gorz es equívoca, porque los bienes constituyen el problema.
Una civilización basada en bienes que respondan a los deseos
estrambóticos y desquiciados de seres insensibles a la necesidad
de otros es inviable, es ilegítima y es injusta, y por eso
profundamente inmoral. Yo o cualquiera de ustedes, lectores,
puede ser ese otro, podría llegar a estar en el lugar de ese otro,
sufriente, golpeado, acribillado, torturado, hambriento, negado.
Por eso es que es necesario cambiar nuestra noción de bien.
Bien será, entonces, sólo aquello que en una perspectiva
sistémica, mirado en escalas temporales transgeneracionales, en
dimensiones territoriales no sólo locales sino que también
globales, y además en miradas transculturales, sea capaz de
generar bucles de retroalimentación positivos, causaciones
circulares acumulativas, esto es sinergias, potenciamientos y
enriquecimientos mutuos.
Es nuestra ausencia de perspectiva lo que nos impide ver,
descubrir, apreciar dónde está efectivamente lo más
conveniente para cada cual, que es siempre aquello que es lo
más conveniente para todos. Transitar en esa perspectiva es la
tarea civilizatoria urgente e imprescindible. Hoy sólo somos
capaces de presentar intuiciones respecto a la dirección hacia la
cual encaminarnos, descubrir y diseñar los caminos por
donde avanzar en esa
25
PRESENTACIÓN

trayectoria es una tarea que nos corresponde a todos.


No puedo asimismo concluir esta presentación sin
agradecer el valioso aporte que me hizo María Novo con su
solidaria y honesta lectura crítica, sus comentarios me
permitieron aclarar y precisar muchas de mis propias ideas.
UNA NUEVA VISIÓ´N

1
C
A

UNA NUEVA VISIÓN T
U
L
29
UNA NUEVA VISIÓN

1. El Desarrollo Sustentable. Una nueva


cosmovisión

L a historia del concepto de desarrollo sustentable


muestra que es este un concepto equívoco y polisémico, e
incluso
casi vacío. Hay desde quienes lo consideran un oxímoron (1),
como Herman Daly (1991), si es que se lo entiende como
crecimiento sustentable, hasta quienes lo han convertido en la
versión actualizada del ya no tan nuevo rito desarrollista. Cada
cual usa el concepto de sustentabilidad según mejor conviene
a su particular interés y visión de mundo. La tan conocida
versión de “aquel desarrollo que atiende las necesidades de las
generaciones presentes sin menoscabar las necesidades de
las futuras generaciones” (Bruntdtland, 1986), encubre un
acuerdo tácito de no profundizar en dicha definición, ya que de
haber sido así gran parte de los acuerdos de la Cumbre
Mundial sobre Medio Ambiente de Río 1992 no habrían
podido adoptarse.
Sin embargo, pese a lo anterior la noción de
sustentabilidad, como ya lo señalábamos en otro trabajo
(Elizalde,
1992), ha permitido introducir un criterio para juzgar las
instituciones y las prácticas vigentes en las llamadas sociedades
modernas. Al igual que muchos otros conceptos en la historia
de las ideas, hay una cierta parte de novedad intrínseca al
concepto, que al ser tal ya comienza a cuestionar ideas previas y
a abrir paso a otras concepciones distintas de las dominantes.
Tengo la convicción de que es imprescindible que transitemos
30
UNA NUEVA VISIÓN

hacia una nueva cosmovisión que substituya la aún vigente.


La idea de sustentabilidad puede ayudarnos a diseñar y
dibujar una nueva visión, una nueva comprensión, una
nueva cosmología, urgente y necesaria para enfrentar los
enormes desafíos que enfrentamos. El cambio fundamental
de realizar no está en el plano de la tecnología, ni de la
política o de la economía, sino que está radicado en el plano
de nuestras creencias, son ellas las que determinarán el
mundo que habitemos.

Como lo señala Leonardo Boff:


En todas las culturas, con cada gran giro en el eje de la
historia se produce una nueva cosmología. El nuevo
paradigma ecológico produce un efecto semejante. (Boff,
1996:53).
En la actualidad nos encontramos en un momento
histórico crucial, que algunos como Capra (1985) han
calificado de punto de inflexión (turning point). Aparece
entonces cada día como más evidente la necesidad de
transitar hacia una nueva cosmología, entendiendo ésta como
lo sugiere Boff (1996, 53):
(...) la imagen del mundo que una sociedad se da a sí
misma, fruto de la ars combinatoria de los saberes más
variados, tradiciones e intuiciones. Esa imagen sirve como
religación general y confiere la armonía necesaria a la
sociedad, sin la cual las acciones se atomizan y pierden su
sentido dentro de un sentido mayor. Tarea de la cosmología
es religar todas las cosas y crear la cartografía del universo.
Y eso normalmente lo elaboran las grandes narraciones
cosmológicas. (Boff, 1996: 53)

Dicha cosmología será el producto de variados aportes


provenientes desde todos los ámbitos del quehacer humano,
jugando allí roles muy importantes la economía y la tecnología.
Por lo tanto parece indispensable modificar las concepciones
actuales respecto a estas dos dimensiones de la cultura, ya que
de
31
UNA NUEVA VISIÓN

modificarse éstas será imposible transitar hacia una nueva


cosmología. Es en estas dimensiones donde está anclada la
hegemonía en las sociedades actuales, ya que todo el sistema de
dominación se sustenta en las concepciones y creencias que
respecto a las necesidades humanas, los recursos económicos,
la riqueza y la pobreza, introduce la economía como ciencia de
la escasez.
El inadecuado abordaje del tema de las necesidades,
que introduce concepciones erróneas que llevan a pensar en ellas
como constantemente cambiantes, como ilimitadas y siempre
crecientes, lo cual las hace prácticamente innumerables e
inclasificables, es lo que nos ha conducido a pensar el
desarrollo humano como un crecimiento infinito y permanente
de las cosas. De allí la necesidad de una nueva propuesta que
introduzca una concepción distinta de las necesidades humanas,
cuestión que trataré en el punto siguiente.

2. Sobre el concepto de necesidad

El modelo de “desarrollo” (crecimiento) económico


imperante hoy en el mundo, es tributario de un sistema de
creencias anclado en la Ideología del Progreso, y es
(eventualmente) la culminación del paradigma científico
moderno. De modo tal que es imprescindible la modificación de
tal sistema de creencias si es que queremos alcanzar la
sustentabilidad.
En esta perspectiva adquiere pleno sentido la propuesta
de una nueva teoría sobre las necesidades humanas como la
planteada por los autores del Desarrollo a Escala Humana.
Para ello es imprescindible cambiar en primer lugar la
noción dominante respecto al concepto de necesidad. La
necesidad entendida como análoga al deseo, tiene un carácter de
infinitud que se retroalimenta a sí misma, ya que por cada
necesidad satisfecha surgirán muchas otras necesidades que
será necesario satisfacer. Lo anterior da origen a una
concepción respecto al
32
UNA NUEVA VISIÓN

sistema económico, definido a priori como orientado a la


satisfacción de las necesidades humanas, como un sistema en
permanente crecimiento, y que por tal razón está funcionalizado
hacia el crecimiento. Es casi inconcebible para un economista
pensar, por ejemplo, en el crecimiento cero. Casi toda la
reflexión económica está organizada en torno al crecimiento.
De allí entonces que haya sido necesario repensar y
revisar la noción de necesidad. Si se piensa la necesidad
humana como algo asociado a nuestra naturaleza como entes
vivos, esto es asociado a nuestra biología y psicología
constitutivas, hablamos entonces del ámbito fisio-neuro-
psicológico donde se encuentra radicado aquello que llamamos
“vida humana”. De ser así nos encontramos con la existencia de
una naturaleza humana que en lo sustantivo ha cambiado muy
poco a lo largo de la historia y a lo ancho de las culturas. Se
trata por tanto de una ‘consistencia en lo humano’ compartida
por todos los humanos en tanto seres humanos. Eso que
llamamos Derechos Humanos, reconocido por el conjunto de la
Humanidad, sólo puede tener un correlato de invarianza en el
ámbito de las necesidades humanas, siendo éstas las mismas
para el conjunto de aquellos que reconocemos como seres
humanos.
Sin embargo, en el plano de las teorías económicas e
incluso psicológicas, se piensa (implícitamente) que algo tan
sustantivo como las necesidades son infinitas, ilimitadas y
siempre crecientes, afirmando de este modo la existencia de una
naturaleza humana cambiante en el tiempo. De lo cual se
derivaría lógicamente la existencia de distintas naturalezas
humanas, y de allí a su vez, la de naturalezas de distintas
categorías, algunas más evolucionadas que otras. Y por
consiguiente se desprenderían de lo anterior distintos derechos,
lo cual es una demostración ad absurdum de esta ilógica
afirmación. No sería entonces posible afirmar la existencia de
Derechos Humanos Universales.
Surge entonces, por consiguiente, la necesidad de un
nuevo concepto que dé cuenta de la dimensión aparentemente
cambiante de la necesidad, el cual en nuestra teoría llamamos
33
UNA NUEVA VISIÓN

satisfactor. Son estos los que cambian de cultura en cultura, de


sociedad en sociedad, de pueblo en pueblo. Cada comunidad
humana comparte un conjunto de satisfactores propios y
específicos, que incluso la diferencian de otra comunidad. El
elemento cambiante en el sistema teórico propuesto son los
satisfactores, existiendo a la vez varios tipos de satisfactores,
siendo algunos de ellos beneficiosos y otros dañinos al
observarlos desde una perspectiva sistémica.
La teoría más conocida respecto a las necesidades
humanas y que está como sustrato de la noción de necesidades
básicas, largo tiempo usada en las teorías desarrollistas, es la
Teoría de Abraham Maslow (1975) quien afirma que existen
cinco categorías de necesidades que se suceden en un orden
ascendente.
Las organiza en dos grandes bloques que establecen
una secuencia creciente y acumulativa de lo más “objetivo” a lo
más “subjetivo” de tal modo que el sujeto tiene que cubrir las
necesidades situadas a niveles más bajos (más objetivas) para
verse motivado o impulsado a satisfacer necesidades de orden
más elevado (más subjetivas).
La categorización de las necesidades corre el riesgo,
como de hecho ocurre, de establecer esquemas jerárquicos, que
suponen de facto un aislamiento de unas categorías de
necesidades respecto de otras, estableciendo también,
prioridades de unas sobre otras.
De este modo, implícitamente, se afirma que el proceso
de humanización o maduración humana transita desde la
referencia a lo que llama necesidades fisiológicas, pasando por
otros tipos hasta las necesidades de autorrealización o meta-
necesidades, posibles sólo de lograr cuando se ha satisfecho y
dado cuenta de los niveles anteriores.
Pero a la vez los conceptos de Maslow, al igual que otras
concepciones sobre las necesidades, imponen una visión
occidentalizada sobre las necesidades humanas que implica una
visión reduccionista del mundo, con una sola concepción
respecto al ser humano: blanco, rico, occidental y cristiano (y
también varón si es posible). Algo similar ocurre con las
concepciones
34
UNA NUEVA VISIÓN

provenientes de autores, tales como Marcuse (1972) y Heller


(1978), quienes desde la(s) teoría(s) marxista(s) relativizan el
carácter de las necesidades humanas, al introducir nociones
como las de necesidades “falsas” y “verdaderas”, o de
necesidades “alienadas” y/o “represivas”, y necesidades
“radicales”. La pregunta necesaria de hacerse entonces es:
¿quién y desde dónde determina dicho carácter?
Se ha generado así, desde las concepciones ancladas en
la Ideología del Progreso una visión de las necesidades como
un sistema jerarquizado, donde algunas son más “necesarias”
que otras (valga la redundancia) y que desconoce las
interrelaciones y afectaciones mutuas. Desde una visión
fragmentada del universo de las necesidades como ésta, es
imposible acceder a descubrir la existencia del elemento
faltante en las teorías tradicionales sobre las necesidades
humanas, cual es el subsistema de satisfactores.
En esa visión al no disponer de la noción de satisfactor
se pasa directamente desde la necesidad (algo eventualmente
reconocido universalmente y en tanto tal, objetivable) al deseo
(algo esencialmente subjetivo). Los economistas han acuñado
para resolver el problema una variable proxy del deseo que sería
el concepto de preferencias, expresadas por las personas
mediante el consumo. Constituyéndose así un corpus
teórico extraordinariamente simplista en relación al universo
de las necesidades humanas.
Por tal razón es necesario contribuir a desmontar la visión
dominante en nuestra cultura, lo cual requiere de una nueva
epistemología que haga posible poder “ver” en su apropiada
dimensión el nuevo concepto de Desarrollo a Escala Humana.

3. Algunos ejercicio s heurísticos (para una


desconstrucción epistemológica) (2)

Nuestra mirada sobre la realidad se constituye a partir


de mapas que describen un tipo de territorio, que si bien no se
corresponden totalmente con el tipo de vivencias que
constituyen
35
UNA NUEVA VISIÓN

nuestro operar en el mundo, sin embargo nos resultan


extremadamente seductores, por el escaso nivel de exigencia y
rigor que nos demanda su aceptación.
Sin embargo, gran parte de dichos mapas son meras
ilusiones que nos han ido domesticando, correspondiéndose con
una concepción del universo y del mundo en que vivimos de
gran eficiencia para mantener el sistema de dominación que se
nos ha ido imponiendo.
Es escasa la capacidad crítica que hemos desarrollado
para cuestionar las visiones dominantes en nuestro imaginario
colectivo y que son producto del paradigma dominante hasta el
día de hoy en el mundo de las ideas. Parte sustantiva de esta
visión sostiene la existencia de un mundo conformado por
ámbitos o dimensiones relativamente autónomas entre sí, el cual
existe como una realidad “objetiva” exterior a los sujetos, a la
cual se puede acceder por medio del desarrollo de las
“adecuadas” aproximaciones conceptuales y metodológicas,
particulares y propias de cada disciplina científica.
Es así, entonces, como se opera con la creencia en la
posibilidad de acceder a un conocimiento universal y objetivo
de la realidad, a una visión única y verdadera de las cosas,
suponiendo que las diferencias de visiones, de afirmaciones y
de juicios respecto a la existencia responden a
’insuficiencia’de conocimiento y de objetividad.
Esta concepción es profundamente errónea, y es
imprescindible su superación para poder avanzar hacia una
concepción sobre nosotros mismos y nuestro papel en el
universo, más realista, menos destructiva y más amorosa.
A continuación presentaré un conjunto de argumentos,
que buscan proveer evidencias experienciales que ayuden a
modificar las concepciones dominantes ya señaladas. Los he
organizado para efectos de presentación (pedagógica y
mnemotécnica) en la forma de axiomas.
36
UNA NUEVA VISIÓN

Supuesto 1: No todo lo que vemos es como parece ser

Las figuras que a continuación se presentan representan


los célebres dibujos de Heiring y Zöllner, en que las rectas, que
son rigurosamente paralelas, no lo parecen por el contraste de
su paralelismo con la convergencia de otras líneas
convenientemente dispuestas.
Este ejercicio o experiencia permite afirmar la
existencia de un principio del engaño de los sentidos: la
percepción de los datos que afectan nuestros sentidos puede ser
engañosa. Existe una mediación efectuada por nuestros
dispositivos visuales que conduce a que la interpretación de los
datos no se corresponda necesariamente con lo que existe
“verdaderamente” en la realidad.
Algo parecido puede ocurrir con nuestros otros sentidos.

Figura 1

Posiblemente todos en algún momento hemos vivido la


experiencia de cruzar el dedo índice con otro dedo y jugar con
una bolita de vidrio o de pan y hemos sentido que no podíamos
distinguir con cual de ambos dedos tocábamos la bolita.

Supuesto 2: No todo lo que vemos es sólo lo que vemos

Este segundo axioma lo podemos llamar el principio de


la incompletitud. Siempre que vemos, sentimos o percibimos
algo es sólo una parte, un aspecto parcial de ese algo. A los
seres humanos nos está vedado constitutivamente acceder a la
totalidad del conocimiento o de la información, ya que somos
creaturas, esto es, seres creados.
Como nos lo señala Alfredo
Aveline:
37
UNA NUEVA VISIÓN

Los alumnos entran a la sala y ven en la pizarra un dibujo hecho por el profesor,
un cubo. Observan todos un cubo dibujado, sus doce aristas y ocho vértices, y lo
ven como un cubo. Esta es la segunda forma de
contaminación de la visión:
aquella que atribuye una realidad
inmediata, automática y concreta
a los objetos abstractos.
(Aveline,1991:50-51).
¿Quién no concordaría que se trata
efectivamente de un cubo? ¿Quién
no concordaría con su realidad, con Figura 2
la existencia de sus seis lados,
doce
aristas y ocho vértices? Cualquier persona que viese un número
diferente de lados, aristas y vértices estaría ciertamente
equivocada.
La imagen de un cubo penetra nuestra mente sin dejar
señales, parece enteramente natural, absolutamente correcta,
estamos completamente indefensos frente a eso.
El cubo, no en tanto, como evidenciado por L.
Wittgestein en el Tractatus, permite que se evidencie con
claridad aún mayor este proceso de contaminación. Cuando
observamos vértices diferentes (experimente observar en el
Gráfico 3 un vértice “a” del cubo, y después observe un vértice
“b”),
vemos ¡clara y nítidamente cubos
a diferentes! ¿Cómo es eso posible si el
cubo diseñado no fue alterado, y es el
mismo que siempre fue? ¿Cómo es
b posible que una misma realidad
concreta (el dibujo) sea capaz de
ofrecer diferentes visiones al mismo
Figura 3
observador, bastando apenas con este
cambio de
lugar del punto focal de su visión de una posición para otra en el
mismo dibujo?
38
UNA NUEVA VISIÓN

Si la imagen del cubo que surge en nuestra mente es


perfectamente normal y natural, ¿por qué, del mismo modo
natural y normal, surge una otra imagen con la misma
apariencia de realidad para el mismo objeto? La concretitud
con que estos objetos aparecen es la segunda forma de
contaminación de la visión: aquella que atribuye una realidad
inmediata, automática y concreta a los objetos abstractos.
En este punto podemos entender el significado de
“contaminación” en la experiencia con objetos abstractos, o sea,
podemos comprender el sentido de la expresión “perturbación
involuntaria y automática del proceso de comprensión por el
surgimiento de ideas e imágenes mentales en experiencias
cognitivas con objetos abstractos”.
No obstante lo anterior, los seres humanos podemos,
como lo veremos más adelante, a partir de lo concreto y de lo
específico, de algo que sólo constituye una parte o porción de
una realidad mayor, conferir una significación de ésta en
relación al todo o asignar una inteligibilidad a las partes desde
el todo.

Supuesto 3: No todo lo que vemos es lo que todos vemos

A este axioma lo he llamado principio de la aceptación


de las diferencias o principio de la tolerancia, y dice relación
con aquella afirmación a la que hace referencia Humberto
Maturana:
En la vida diaria de la tradición greco-judeo-cristiana a la
cual nuestra moderna cultura científica y tecnológica
pertenece, la realidad y lo real son argumentos que usamos
en nuestra coexistencia humana cada vez que intentamos
forzar a otro ser humano, sin usar la fuerza, a hacer algo que
queremos, y que el otro no hará espontáneamente. Lo
mismo pasa en esta tradición con las nociones de razón y
racionalidad que usamos como argumentos para obligar o
convencer, bajo el supuesto cultural implícito que a través de
ellos nos referimos a verdades trascendentales universales.”
(Maturana, 1997:115)
39
UNA NUEVA VISIÓN

El dibujo que se presenta a continuación permite realizar la


experiencia siguiente, preguntar a quienes lo ven, qué es lo que
ven allí.
La descripción que, casi automáticamente, hacen
aquellos a quienes se les pregunta eso, es afirmar que allí se ve
la esquina de una construcción (una casa) con una
ventana bajo la cual hay dos personas.
Algunos lo ven desde el exterior y
otros desde el interior de la
construcción, pero todos ven lo
mismo: la esquina de una casa y una
ventana.
La respuesta obtenida para este
mismo ejercicio realizado en África
con campesinos africanos, es que allí
Figura 4 se ve un árbol y dos personas, una de
las cuales lleva un bulto en la cabeza.
La explicación a lo anterior es que la gente sólo puede
ver aquello que está relacionado con su propia historia, con su
experiencia. Los africanos no ven casas porque sus casas no
tienen esquinas, sus viviendas son circulares, y no ven ventanas
porque sus viviendas no las tienen, la ventilación la obtienen
por el techo.
Siguiendo a Humberto Maturana podemos afirmar que
la gente escucha lo que ya está en su propia escucha. (Maturana
1991:60)

Supuesto 4: No todo lo que vemos existe

Este axioma, al cual he denominado principio de la


ilusión fenoménica o de la construcción mental, nos muestra
que nuestros procesos cognitivos son construcciones hechas a
partir de la información provista por nuestros sentidos.
Nuestra condición hermenéutica lo que hace es organizar los
datos y buscar asignarles un sentido.
En el gráfico 5 vemos “inmediatamente” un cuadrado;
40
UNA NUEVA VISIÓN
pero ese cuadrado no está en
ninguna parte, es una
construcción mental hecha a
partir de la información que
se nos presenta. Como lo
señala Bart Kosko:
Las redes neuronales
de nuestros ojos y nuestro
cerebro producen y
mantienen la ilusión del
cuadrado de Kanisza, con
sus falsos límites y su
interior brillante. No Figura 5
está en la
página. No es un nóumeno kantiano o una cosa ‘en sí misma’
que esté más allá de nuestros sentidos. Es un fenómeno de
nuestros sentidos y nuestro cerebro.” Kosko (1995:263)

Supuesto 5: Si vemos todo no vemos nada

Al ver el espacio enmarcado en una pantalla, una hoja o


una pared en blanco, podemos preguntarnos qué tenemos allí, y
la respuesta será: “todo y nada”. Ese espacio puede ser
interpretado como conteniendo un universo completo de
información o por el contrario como una ausencia absoluta de
información. Puesto que si pensamos en una pantalla cuyos
puntos (pixeles) se encuentran todos con información,
tendremos una pantalla en blanco o en negro. La totalidad de
información se transforma así en el equivalente a cero
información.
De allí que a este axioma lo he llamado principio de la
saturación o de la completitud. Busco dar así cuenta del hecho
que apuntaba Gregory Bateson respecto a la condición
cognoscitiva del ser humano:
Los órganos sensoriales humanos únicamente pueden recibir
noticias sobre diferencias, y esas diferencias, para ser
perceptibles, deben estar codificadas en sucesos que
acontecen
41
UNA NUEVA VISIÓN

en el tiempo (o sea, deben estar codificadas en cambios).


(Bateson, 1990:64)
Nuestro conocimiento opera en base a información, y las
unidades
de información se producen en la discontinuidad, esto es, en la
incompletitud. La continuidad implica la ausencia de fracturas
en la realidad, todo está conectado con todo. Sin embargo,
nosotros no podemos dar cuenta del todo porque es algo que
trasciende nuestra capacidad. Sólo podemos operar en cuanto
seres discontinuos, deshaciéndonos permanentemente de parte
de nuestro existir, desconectándonos de preocupaciones,
dolores, sufrimientos pero también de alegrías y gozos. La vida
es una permanente transición entre sístole y diástole, entre
contracción y relajación, entre esfuerzo y descanso.

Bateson señala al respecto que:


(…) tenemos una notoria dificultad para detectar un cambio
gradual, porque junto con nuestra gran sensibilidad al
cambio rápido está el fenómeno del acomodamiento. Esto
debido a que los organismos se habitúan. (Ibid., 1990:86)

Afirma asimismo que:

Análogamente, nos es muy

difícil
percibir cambios en nuestras
propias relaciones sociales, en
la ecología que nos rodea,
etc.
¿Cuántas personas se percatan
de la asombrosa merma en el
número de mariposas que
vuelan por nuestros jardines,
o del número de pájaros?. Estas
cosas sufren un cambio drástico,
pero nos acostumbramos al
nuevo estado de cosas antes
de que
Figura 6 (una página en blanco)
nuestros sentidos puedan
42
UNA NUEVA VISIÓN

decirnos que es nuevo. (Ibid., 1990:87)

Bateson se pregunta, si acaso los seres humanos estaremos en


una condición similar a la de una rana, a la cual se la está
cociendo en una cacerola, pero siendo incapaz de saltar fuera de
ella porque no logra percibir el cambio en la temperatura del
agua, debido a que la gradiente de elevación de la temperatura
es percibida por la rana como una constante. Y en nuestro
caso estamos modificando nuestro ambiente con una
contaminación en lento aumento y pudriendo nuestro espíritu
con una religión y una educación en lento deterioro.

Y arguye como explicación de lo anterior:

Y como precisamente el espíritu sólo puede recibir noticias


acerca de la diferencia, resulta difícil discriminar entre un
cambio lento y un estado. Hay por fuerza un umbral de
gradiente por debajo del cual el gradiente no puede ser
percibido. (Ibid., 1990:87)

Supuesto 6: No todo lo que vemos es posible expresarlo en


palabras

A este axioma lo he llamado principio de la


indescriptibilidad.
¿Es posible relatar una emoción? ¿Es posible
especificar un sentimiento? ¿Es posible describir la belleza, el
amor, la verdad, el sufrimiento, la compasión? ¿Es posible
pormenorizar y explicar a la vida, a la muerte, a Dios? Tal vez
sea posible hacerlo, pero siempre será sólo un pálido reflejo de
aquello que se busca describir.
Puede ser esa la razón por la cual la mayor parte de las
tradiciones religiosas se refieren al Ser Supremo, a su Dios,
como el innombrable. Usan una palabra que etimológicamente
significa aquello que no se puede nombrar.
43
UNA NUEVA VISIÓN

Posiblemente todos, en algún momento, hemos vivido


algún tipo de experiencia, que se caracteriza por su carácter
mágico y casi inefable, alguna vivencia indecible, indescriptible
e inenarrable. Hay en ellas algo de sublime y absolutamente
distante de lo que constituye nuestra existencia cotidiana. Las
emociones que experimentamos en esos momentos son algo
que resulta imposible de compartir. En esas situaciones
solamente podemos sentir, permitirnos la expresión de nuestros
sentimientos y emociones muy profundas, y habitualmente la
intromisión de la conciencia, requerida para comunicar
mediante el lenguaje las emociones que nos embargan,
quiebra el fluir de ellas y discontinúa la experiencia. ¿Quién
al tratar de comunicar un sentimiento (evocado por una
melodía, un recuerdo, un paisaje o una imagen) no ha vivido la
experiencia de romper la magia del momento? El lenguaje y el
pensamiento discontinúan nuestro sentir.
Hay una separatividad de nuestras conciencias que nos
impide compartir más allá de lo que el pensamiento y el
lenguaje
- o lo que es lo mismo - las ideas y las palabras, permiten
expresar. Somos prisioneros de nuestras conciencias
individuales, tanto para comunicar a otros lo que sentimos
como para establecer la continuidad de nuestro sentir. La
intervención de nuestra conciencia interrumpe el flujo de
nuestros sentimientos y emociones e impide investigar su
carácter. Si son placenteros o agradables o por el contrario si
nos perturban y provocan dolor. La valoración respecto al
carácter de nuestras emociones es siempre un proceso a
posteriori de consumadas esas vivencias.

4. Propuesta esquemática respecto de la condición


humana (puntos para abrir un diálogo)

Un aspecto, a mi entender, imprescindible de debatir es


nuestra condición humana. Presento a continuación un conjunto
de hipótesis que pretenden abrir una reflexión y diálogo sobre
las concepciones que los seres humanos tenemos respecto a
44
UNA NUEVA VISIÓN
nosotros mismos.

1. Somos seres físicos y biológicos

Nuestras formas de vida actuales, absolutamente artificializadas


nos han empujado a olvidar que los seres humanos somos una
curiosa e insondable combinación de cuerpo y mente, de
espíritu y materia. Hemos perdido progresivamente la conexión
con la Naturaleza y con todo lo que nos rodea y nos permite
vivir. Hemos descuidado esa relación mágica y mística con la
vida en todas sus expresiones. Hemos ido extraviando la
relación con los lugares propios, con el territorio y el paisaje,
con aquello que nos ancla y asienta en una localidad, en un
domicilio conocido, habitual y peculiar. Hemos ido olvidando
nuestra materia prima, nuestra animalidad. Hemos ido
borrando todas aquellas de nuestras huellas que tienen un
origen mamífero. Hemos ido perdiendo incluso el uso de
algunos de nuestros sentidos, del olfato, del oído, del tacto. Es
imprescindible recuperar el valor inherente de lo vivo, volver a
aprender a ser y estar en la Naturaleza, a revalorar la
importancia de la comunidad biótica como nuestra comunidad
de intereses.
Ese olvido de nuestra constitución física y biológica no
ha empujado a perder esa relación con lo viviente y a
desconocer que la vida es un valor absoluto y sagrado.
Conformándose así una visión antropocéntrica que nos ha
llevado a deshumanizar la conciencia humana, ya que nos
habituó a convivir con la idea de la violencia y del predominio
del fuerte sobre el más débil, al desprecio de la diversidad y del
sufrimiento ajeno, a la negación de la exigencia vital de las
creaturas no humanas.
La ética universal del biocentrismo tiende a la superación
de la barrera del derecho al respeto, a la libertad y a la vida,
limitada sólo a los seres humanos, ampliándola a los miembros
de las otras especies vivas. Toda violencia y toda injusticia
surgen de la incapacidad del ánimo humano de compartir el
sufrimiento ajeno. La indiferencia hacia el dolor y la muerte de
otras formas
45
UNA NUEVA VISIÓN

de vida a las cuales se mata, para disfrutar y utilizar en


beneficio propio, torna insensible al ser humano al sufrimiento
y muerte de sus mismos semejantes: los otros humanos.

2. Somos seres creados. Criaturas y no creadores.

Hay una tentación prometeica propia de nuestra


civilización contenida en la Ideología del Progreso: el llegar a
ser como dioses, esto es creadores.
Las creaturas sólo pueden ver las partes, únicamente los
creadores pueden ver el todo.
Los seres humanos en cuanto creaturas requerimos de
mapas para dar cuenta de la realidad…; pero los mapas son sólo
eso, mapas. Vivimos en territorios pero pensamos en mapas,
esto es en representaciones del mundo o realidad. Construimos
mapas conceptuales o mapas emocionales para movernos en el
mundo, que en cuanto tales, implican vivir siempre en algún
grado de quiebre. Ansiamos, anhelamos, deseamos la
transparencia en el existir, pero sólo eventualmente podemos
experimentarla.
El mapa es siempre un fragmento de territorio, una
porción de realidad. Si la escala es muy grande podemos ver
más pero con menos profundidad e intensidad. Si la escala es
pequeña perdemos la visión de conjunto, podemos ver islas o
islotes pero no archipiélagos o continentes. Si vemos
continentes no vemos contenidos, y así sucesivamente.
Sólo un ser supremo o una conciencia universal podría
ver y experimentar simultáneamente el origen y el final de lo
creado, así como de cada momento del acontecer pasado,
presente y futuro.
Mientras que los seres humanos vivimos en un
permanente presente, que va cambiando, que va haciendo una
historia, que va construyendo un pasado, pero que en cuanto tal
se torna exterioridad, lo que fuimos, que es algo ya distinto de
lo que somos. Del mismo modo, el futuro en cuanto tal es
siempre una ilusión, no es algo real, puede ser un sueño o una
pesadilla
46
UNA NUEVA VISIÓN

pero siempre es una hipótesis, es una promesa, es una


probabilidad, pero que en cuanto se hace presente desaparece
como tal. De ahí entonces que sea posible ver nuestra existencia
como una foto, que puede cambiar y que de hecho cambia
permanentemente pero que nunca podremos experimentar como
una película o como un video, en tal sentido nuestro estar en el
mundo es irremediablemente sincrónico, experimentamos o
sentimos sólo en el presente. Sin embargo a la vez somos
historia, pero no ‘el’ futuro, sino que proyectados al futuro, pues
el presente también desaparece y se transforma en pasado, en
recuerdo, en memoria. Ahora bien, eso no es ser sincrónicos,
sino seres diacrónicos, permanentemente inacabados e incluso
inacabables.
Y allí se da la principal paradoja de la existencia humana,
por cuanto si bien somos seres diacrónicos, no podemos vivir
porque lo único que tenemos ante nuestra conciencia, ante
nuestros sentidos, son nuestras percepciones, ideas y
emociones, ellas son siempre presentes, en cuanto experiencia.
No podemos experienciar, esto es vivir, si no en el presente. Lo
otro será evocación, recuerdo, añoranza, esto es pasado traído
al presente por nuestra conciencia, en cuanto ya
experienciado. O será esperanza, expectativa, promesa,
perspectiva, posibilidad, esto es futuro traído al presente, en
cuanto algo a experienciar.

3. Somos seres hermenéuticos.

Somos seres asignadores de sentido, constructores de


interpretaciones.
No tenemos acceso directo a la verdad, en cuanto
correspondencia absoluta con la realidad. Nuestros sentidos
filtran ya la realidad, la reducen, la acondicionan, acomodan
la información proveniente de la realidad a nuestra escala
perceptiva, a los límites perceptivos propios de nuestra
naturaleza y obviamente así le asignan ya una significación.
Nuestra conciencia recoge esa información significativa y la
conecta con nuestra historia, con el corpus acumulado de
significaciones anteriores
47
UNA NUEVA VISIÓN

ya procesadas por nuestra conciencia. Resignificando así


permanentemente toda la información acumulada con la nueva
información que recibe.
Las palabras siempre tienen una carga hermenéutica, de
valor, no son inocentes, ya que asignan sentido, introducen
significaciones. Es parte de nuestra condición –como lo señala
el aforismo italiano traduttore traditore, traductor traidor–
sesgar irremediablemente la realidad.
Pero a la vez podemos asignar sentido, discernir,
interpretar, significar, atribuir dirección, intencionalidad,
señalar, conceptuar, nominar, a todos los fenómenos, a todas las
entidades, a todo el universo, a nosotros mismos y a otros,
incluso a los dioses.
De allí la importancia de hacer uso riguroso de la
semiología, del registro y observación de la historia natural y de
la dimensión del fenómeno, para evitar la arbitrariedad, el
narcisismo, la locura y para precavernos de la cuota inevitable
de error que portamos dada nuestra etnocentricidad y nuestro
reduccionismo.

4. Somos seres lingüísticos o de lenguaje, esto es


seres comunicativos.

Los seres humanos, existimos en y por el lenguaje. Sin


lenguaje no habría sido posible la humanización y la cultura,
esto es la evolución desde una condición animal de primate a
una condición distinta, la humana. Toda la investigación y
reflexión de varias décadas de Humberto Maturana, apunta a
confirmar la condición lingüística, comunicativa de los seres
humanos:

Somos concebidos, creemos, vivimos y morimos inmersos


en las coordinaciones conductuales que involucran las
palabras y la reflexión lingüística, y por ello y con ello, en la
posibilidad de la autoconciencia y, a veces, en la
autoconciencia. En suma, existimos como seres humanos
sólo en un mundo social que,
48
UNA NUEVA VISIÓN

definido por nuestro ser en el lenguaje, es el medio en que


nos realizamos como seres vivos, y en el cual conservamos
nuestra organización y adaptación. (Maturana, 1995a:13)

Maturana afirma que la condición humana deriva de la


capacidad desarrollada en un linaje de primates, los
homínidos, para “lenguajear”. Esta capacidad surge porque en
esos primates se dan ciertos atributos que hacen posible el
surgimiento del lenguaje, estos son el desarrollo de relaciones
de cooperación, esto es en el compartir alimentos, en la
colaboración de machos y hembras en la crianza de los niños,
en el encuentro sensual individualizado recurrente, en el
conversar y en el placer de vivir en el conversar. Sostiene que:
(...) lo central del fenómeno social humano es que se da en
el lenguaje, y lo central de lenguaje es que sólo en él se dan
la reflexión y la autoconciencia. (Maturana, 1995a:16)

Por otra parte señala que:


(…) son palabras sólo aquellos gestos, sonidos, conductas o
posturas corporales, que participan como elementos
consensuales en el fluir recursivo de coordinaciones
conductuales consensuales que constituye el lenguaje.
(Maturana, 1995a:20)

Por otra parte Giannini afirma que:


(…) el hombre al comunicar, es portador de una experiencia
personal; pero como lo hemos manifestado, también lo es
sin saberlo de una experiencia colectiva e histórica; arcaica,
a veces. Cuando se examina el discurso corriente –el habla–
en sus grados de significabilidad, debería tenerse esto en
cuenta. (Giannini, 1988:68)
5. Somos seres metaforizantes, creadores de símbolos y de
cultura.

Somos seres metafóricos. Ello porque nuestro lenguaje


49
UNA NUEVA VISIÓN

es polisémico, es equívoco, no es unívoco. Nuestras escuchas


interiores son distintas. Por lo tanto debemos manejarnos más
bien con orientaciones, indicando cardinalidades, para eso nos
son necesarias las metáforas.
Lakoff y Johnson (1995) señalan que es importante darse
cuenta de que la manera en que hemos sido enseñados a
percibir nuestro mundo no es la única, y que es posible abrirse a
ver más allá de las “verdades” de nuestra cultura.
Es imposible la existencia de una comunicación unívoca,
esto es, de un tipo de comunicación en la cual el contenido
comunicativo tenga un valor similar tanto para el emisor como
para el receptor, ya que todo mensaje está mediado por una
multiplicidad de factores intervinientes que terminan alterando
de una manera incluso radical el contenido inicial. De allí
entonces la necesidad de asegurar mediante el operar
metafórico del lenguaje el logro de ciertos contenidos
comunicativos mínimos.
Por otra parte, somos también seres que se cuentan
cuentos a sí mismos y sobre sí mismos. Nos es imposible
aceptarnos plenamente en la pequeñez e insignificancia de
nuestra existencia, de nuestro pensar y operar tan limitado y
acotado en relación a la magnitud del ambiente en el cual
vivimos y en el universo del cual formamos parte. De allí que
necesitemos historias, mitos, cuentos que nos hagan soportable
la limitación y trivialidad de nuestro operar en el mundo. Lo
paradójico, sin embargo, es que a pesar de lo anterior, la
singularidad de nuestro existir individual, es imprescindible
para que el mundo o universo sea lo que es. Sin la propia
existencia individual el universo entero sería otro distinto. El
que no podamos ser capaces de comprender y apreciar
adecuadamente esto, no es no obstante argumento para que se
afirme que no es así.
Porque somos asimismo creaturas orientados a la
trascendencia, que buscan darle sentido a su existencia, que
persiguen trascender su propio existir. Seres capaces de
metaforizar la metáfora, que están referidos y alimentados por
sueños y utopías. Que buscan y logran pasar de una forma de
50
UNA NUEVA VISIÓN

reproducción simple a su reproducción ampliada, esto es a la


reproducción de la reproducción, al pensar sobre su pensar, a la
creación de cultura, esto es historia materializada y en cuanto
tal, expresión de realidad siempre presente.
La metáfora es uno de nuestros instrumentos, sino el
más
importante, para tratar de entender parcialmente lo que no es
posible entender en su totalidad: nuestros pensamientos,
nuestras emociones profundas, las experiencias estéticas, las
prácticas morales y la conciencia espiritual.

Lakoff y Johnson dicen al respecto lo siguiente:


Es como si la capacidad de comprender la experiencia por
medio de metáforas fuera uno más de los sentidos, como
ver, tocar u oír, como si las metáforas proporcionaran la
única manera de percibir y experimentar muchas cosas en el
mundo. La metáfora es una parte de nuestro
funcionamiento tan importante como nuestro sentido del
tacto, y tan preciosa como él. (Lakoff y Jonson, 1995:283)

6. Somos seres sociales (sociables).

Cada uno de nosotros existe dentro de esa matriz del ser


que es el universo. Estamos constitucionalmente
conectados con las manifestaciones del ser que nos
rodean. Nadie existe aislado de la extensa red de
relaciones, gravitacionales, genéticas y vibratorias,
entre otras. Todo en el cosmos emerge de esta red.
Una manifestación del ser es una concentración de
energía, atracción y comunión elemental. La
subjetividad de cada ser, su profundidad e interioridad,
es un rostro del misterio último del universo. Cada uno
de nosotros es único, pero no un ser aparte. (Spretnak,
1992:138)
Los seres humanos somos seres sociales: vivimos
nuestro ser cotidiano en continua imbricación con el ser
de otros. Esto, en general, lo admitimos sin reservas.
Al mismo
51
UNA NUEVA VISIÓN

tiempo los seres humanos somos individuos: vivimos


EN EL ENTRE
EL ADENTRO EL AFUERA

EL YO LA ALTERIDAD

EL EGO LA OTREDAD

EL UNO MISMO
EL OTRO

Figura 7

nuestro ser cotidiano como un continuo devenir de


experiencias individuales intransferibles. Esto lo
admitimos como algo ineludible. Ser social y ser
individual parecen condiciones contradictorias de
existencia. (Maturana, 1995a:3)

Somos seres sociales. Necesitamos del otro para humanizarnos,


para evolucionar, para desarrollarnos, para trascender. El
individualismo extremo, construido culturalmente por
Occidente, nos ha hecho olvidar que la existencia humana es por
antonomasia social. Ello nos ha llevado a desarrollar un
constructo cultural cual es la noción de individuo y a
sobredimensionar el concepto de identidad individual.
Pero, como se aprecia en la figura anterior, todo lo que
asumimos como propio es parte de una historia, en la cual hay
múltiples actores. Toda individuación se da en una interacción
recurrente y continua con otros individuos. Somos el resultado
de esas interacciones, de esas relaciones sociales. La
humanidad propia se constituye en la interdependencia entre lo
que llamamos el adentro y el afuera, o entre el yo y la alteridad.
Desde esa perspectiva al analizar que es lo
irreductiblemente propio de mi identidad, puedo descubrir que
lo que me define principalmente como individuo son mis
relaciones con otros individuos. Que el núcleo más íntimo y
duro
52
UNA NUEVA VISIÓN

de mi identidad es algo que está permanentemente cambiando


debido a esas relaciones, y que más bien lo que me diferencia
de otros seres humanos es la forma única y singular en la cual
esas interacciones o pertenencias a distintos ámbitos de la
existencia social se intersectan, produciendo algo así como
áreas de mayor centralidad o secancia, donde muchas
pertenencias convergen y otras donde no ocurre lo mismo (ver
figura 8). Incluso aún en aquellas áreas menos compartidas, la
pertenencia se define en función de la relación con otros.
Es nuestra condición social la que nos humaniza, la que

PADRE
VARÓN HIJO

ADULTO PROFESIONAL

PROGRESISTA CREYENTE
CHILENO

Figura 8

nos hace más plenamente humanos. Por el contrario, el


individualismo nos torna seres egoístas, autoreferidos,
egocéntricos, desconfiados, ególatras, desconsiderados,
ambiciosos y mezquinos. El concepto de con/vivencia da cuenta
de un fenómeno propio aunque no exclusivo de lo humano, cual
es el convivir, el vivir con. La existencia humana se lleva a
cabo inevitable e inexorablemente en un contexto de
convivencia. Ello en razón de nuestra ausencia de
autosuficiencia.
La autonomía será siempre para el ser humano una utopía.
Podemos perseguirla, buscarla, avanzar hacia ella, pero siempre
53
UNA NUEVA VISIÓN

será algo inalcanzable; porque somos seres fracturados,


fragmentados, limitados, seres en búsqueda de un sentido, de
una dirección, seres en proceso de hacernos a nosotros mismos,
seres perfectibles y no perfectos, seres humanos y no dioses:
¡por suerte!
Somos a la vez seres que transitamos en la más absoluta
soledad, con un ansia eterna de fusión, seres que fuimos
expulsados del útero materno y así gracias a ello pudimos
individuarnos, hacernos distintos, singulares, comenzando a
vivir lo propio, lo específico, en cuanto seres vivos únicos y
absolutamente singulares en el universo. Pero a la vez seres
marcados en lo más íntimo de nuestra identidad por nuestra
pertenencia común a una existencia que nos transciende y de la
cual sólo somos una parte, una pequeñísima parte. Y en esta
tensión, entre esa identidad de origen perdida por la expulsión
del paraíso perdido (metáfora del útero materno), y esa
identidad que buscamos en el proyecto (nuestros sueños y
utopías: el paraíso anhelado), es donde transitamos como seres
fragmentados, pedazos o trozos, segmentos o partes, en busca
persistente e ilusionada, fantasiosa y fantasmagórica de una
suma. Anhelando y deseando la fusión, la integridad,
la totalidad; y
‘conformándonos’, es decir, dándonos forma con aquello que
nos es posible: con la aceptación, con la convivencia, con la
cogestión.
Y aquí es donde surge la paradoja, pues para liberarnos
de nuestra condición instintiva, de nuestras pasiones o pulsiones
incontrolables debemos hacerlo transitando a través de la
convivencia; aprendiendo con otros y de otros a autolimitarnos,
para poder así alcanzar mayores grados de libertad tanto
personal como colectiva. Vale decir, es la existencia del límite
que nos acota, que nos define, que nos restringe, la
existencia y convivencia junto al otro, el elemento esencial
para poder desarrollar el control sobre nosotros mismos; el cual
nos permite y hace posible, operacionalizar nuestro existir,
transformar nuestro operar en algo que tiene un propósito, que
nos conduce hacia alguna dirección, en algún sentido. Y es
justamente este elemento restrictivo, acotante pero a la vez
liberador, el que nos hace posible
54
UNA NUEVA VISIÓN

comenzar a ejercer nuestra voluntad y libertad, es decir nuestro


albedrío.
No es posible, entonces, sin este cuadro restrictivo que
nos coloca la convivencia –es decir la existencia con, e incluso,
en el otro–, que lo humano pueda constituirse. Somos por
consiguiente seres referidos irremediablemente al otro, a la
alteridad, a la otredad. Seres que sólo pueden humanizarse en
su existencia social.

7. Somos seres éticos.

Nuestra condición ética emana de nuestra naturaleza de


creaturas, de seres creados y que consecuentemente vivimos
tensionados por nuestras limitaciones. Seres que no tenemos
todo el tiempo del mundo, ni somos ubicuos. Seres que
estamos sometidos a la flecha del tiempo y cuya vida es un
tránsito entre el nacimiento y la muerte. Somos seres que
debemos estar permanentemente optando entre el bien y el mal
o entre el error y la verdad, pero no eligiendo entre bienes o
verdades absolutas, sino que casi siempre relativas. Optando
entonces siempre entre gamas intermedias, no entre el blanco y
el negro, sino que entre grises, ya que también el bien contiene
algo de mal, la verdad una parte de error, éste algo de verdad...
es decir, en una realidad donde no hay certezas, donde nada es
absoluto, donde todo es “borroso” y paradójico.
Seres que podemos ser felices o infelices, satisfechos o
rebeldes, libres o esclavos. Seres tensionados que debemos
transitar entre la alegría y el dolor, entre el éxito y el fracaso,
entre el apego y el desapego, entre la autonomía y la
heteronomía. Seres abiertos y no clausurados. Pero a la vez
seres entrampados, circulares, rutinarios, anclados en la certeza,
recursivos (“el único animal que tropieza dos veces con la
misma piedra”), excluyentes y excluidos, y además
etnocéntricos.
Somos seres que nos construimos a nosotros mismos, que
esculpimos nuestros cuerpos, que cultivamos nuestros espíritus,
55
UNA NUEVA VISIÓN

que desarrollamos moralidad; seres que desplegamos


competencias, habilidades y destrezas; seres que tenemos
capacidad de aprendizaje (capaces de aprender de nuestra
historia; y además seres capaces de hacer nuestra propia
historia. Pero a la vez somos seres tautológicos, seres que no
podemos trascender a nuestras propias definiciones, ya que ellas
nos enmarcan y nos condicionan. Sin embargo, pese a todo, y
precisamente por todo somos seres singulares, únicos en el
universo de lo existente.
Los seres humanos buscamos referirnos a lo verdadero,
lo correcto y lo bueno. Nuestra condición ética está anclada en
nuestra propia naturaleza. Es más fácil ser veraz que mentir.
Mentir nos genera complicaciones porque deberemos estar
ajustando todas nuestras afirmaciones futuras para hacerlas
coherentes con la mentira. Al hacer así se nos torna imposible
operar en la transparencia del existir y viviremos en un
permanente quiebre. Algo similar nos ocurre con el provocar
deliberadamente un dolor o sufrimiento a otro ser humano, o al
actuar de manera injusta o abusiva con alguien. Podemos
hacerlo pero siempre una evaluación a posteriori, nos hará
considerarlo un error.
Nuestra condición ética primordial es la que nos hace
rebelarnos contra toda injusticia ejercida contra nosotros. Es
ella nos empuja hacia la búsqueda de vivir como seres libres.
NOTAS
(1) Según Jorge Luis Borges, “en la figura que se
llama oxímoron, se aplica a una palabra un epíteto que
parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de una luz
oscura; los alquimistas, de un sol negro”.
(2) Los puntos 3 y 4 son una versión ampliada y
corregida del artículo «Acerca de la condición humana»
publicado
en Puercoespín. Revista de la Escuela de Psicología de la
Universidad Bolivariana. Nº 2/3, Santiago, 2003.
DESARROLLO HUMAN

2
C
A

DESARROLLO HUMANO T
U
L
59
DESARROLLO HUMANO

1. La propuesta de Desarrollo a Escala


Humana

Epublicación
(1),
n el año 1986 publicamos “Desarrollo a Escala Humana”
que contiene la propuesta de una teoría de las
necesidades humanas fundamentales y una concepción del
desarrollo que rompe radicalmente con las visiones dominantes
que lo hacen análogo al crecimiento económico.
En nuestra propuesta planteamos la existencia, en el tema
de las necesidades, de un sistema conformado por tres
subsistemas: el subsistema de las necesidades, el subsistema de
los satisfactores y el subsistema de los bienes. Si estos tres
subsistemas conforman un sistema, consecuentemente se
afectan mutuamente. Entonces, ¿Cuál es el papel que cada uno
de estos subsistemas juega?.
El subsistema de las necesidades incluye lo que
podríamos describir como nuestra interioridad; nuestras
necesidades son algo que está radicado al interior de nuestra
piel y que solamente podemos vivenciar en forma subjetiva.
La necesidad siempre se vivencia en un plano absolutamente
personal. Lo afirmado no significa una postura individualista,
sino más bien que la necesidades son algo que nos constituye
como humanos, que está impreso en nuestra naturaleza. Somos
nuestras necesidades. Por lo tanto cuando hablamos de
naturaleza humana nos estamos refiriendo a este subsistema.
Siendo las necesidades algo que fundamentalmente nos es
dado, por más
60
DESARROLLO HUMANO

que queramos no las podemos modificar, de la misma manera


como no podemos modificar nuestros subsistemas biológicos,
porque ellos hacen parte de la vida. Por tal razón afirmamos
que las necesidades humanas fundamentales son universales, es
decir son y han sido las mismas para todos los seres humanos a
lo largo de la historia y de las culturas.

El segundo subsistema es el de los satisfactores. Por el


contrario del anterior subsistema, los satisfactores son las
formas históricas y culturales mediante las cuales damos
cuenta de nuestras necesidades humanas fundamentales. Son la
historización de nuestras necesidades. Constituyen las formas
mediante las cuales en cada cultura, en cada sociedad, en cada
circunstancia histórica se buscan y diseñan las mejores formas
de actualizar las necesidades de sus integrantes. Sin embargo en
cuanto formas de hacer las cosas, los satisfactores por una parte
son inmateriales y por otra parte constituyen la interfaz
entre lo que es la
61
DESARROLLO HUMANO

exterioridad y la interioridad, entre los bienes y las necesidades


fundamentales.
El tercer subsistema es el de los bienes. Los bienes son
los artefactos materiales de la cultura y son fundamentalmente
pura exterioridad, son objetos o cosas que potencian la
capacidad de los satisfactores para poder dar cuenta de la
necesidad. Vivimos rodeados de bienes. Bienes son todos los
elementos producidos por nosotros que están fuera de nuestra
propia piel. Ahora bien, lo que ocurre es que estos elementos,
en cuanto son exterioridad, tienen una existencia física, son
materiales. Por definición, un bien es algo de tipo material, algo
concreto y consecuentemente tiene un peso entrópico. De modo
tal que grava al sistema mayor que es el sistema de la vida, de
la biósfera y ésta es una cuestión que no es trivial, es bastante
significativa.
Por otra parte, los bienes en cuanto tienen peso entrópico,
están acotados dentro de límites que no se puede transgredir.
Por ejemplo, en algún momento la cantidad de bienes se
traducen en chatarra y por más que creamos que los procesos
económicos terminan exclusivamente en los bienes, eso es
falso. Terminan en lo que es fundamentalmente producción de
basura y eso implica problemas como el de dónde depositar los
desechos: la montaña más alta de la costa este de Estados
Unidos es el basural de Nueva York. Un indicador del
crecimiento económico desordenado es la producción de
basura; en la medida que aumenta el ingreso per cápita y por lo
tanto el consumo, aumenta la basura. Los pobres producen poca
basura, los ricos producen mucha basura. Los países
industrializados superan ya los dos kilos de basura diaria por
persona y los países subdesarrollados están en el orden de
medio kilo por persona, y eso significa magnitudes enormes
cuando pensamos en los millones de personas que pueblan el
planeta.
Hemos planteado en nuestra teoría que las necesidades
son pocas, finitas y consecuentemente pensamos que son
clasificables. A nuestro entender existen nueve necesidades
humanas fundamentales las cuales serían las siguientes:
62
DESARROLLO HUMANO

subsistencia, protección, afecto, entendimiento, creación,


participación, ocio, identidad y libertad. Cada una de estas
necesidades fundamentales constituye a su vez un subsistema
del subsistema de necesidades dentro del sistema de las
necesidades humanas fundamentales.
Podemos pensar, entonces, que estas necesidades
constituyen un nuevo esfuerzo por cartografiar aquello que
hemos llamado con distintas denominaciones: mente, espíritu,
psiquis, alma, interioridad, aparato psíquico, entre muchas
otras. Reconocemos la existencia de estas necesidades a partir
del propio experienciar de nuestro vivir, y de la observación
fenomenológica de nuestro existir y operar nuestra propia vida.
El aporte de novedad de este esfuerzo cartográfico reside en
que identifica y denomina vivencias humanas tan compartidas y
evidentes en sí mismas hasta el punto de ni siquiera requerir
una definición; y por otra parte, en que las organiza
conceptualmente con una mirada sistémica, entendiéndolas en
su doble carácter no sólo de carencia o privación, sino también
en su dimensión de potencial para el despliegue de la vida. Es la
necesidad la que nos empuja a satisfacerla, y para ello
desplegamos nuestro existir individual y social. De allí se
deriva que la satisfacción de las necesidades humanas no son la
meta sino que el motor de los procesos de desarrollo y
evolución humana.
Gracias a esta simple distinción se introduce un quiebre
con toda una tradición intelectual e incluso ideológica, que ha
tendido a ver a las necesidades humanas exclusivamente como
una limitación o un obstáculo, a consecuencias de un castigo
divino o extranatural, o como resultado de dotaciones genéticas
diferenciales, o como productos de una evolución histórica y
cultural ajena a nuestro propio actuar, desconociendo su
naturaleza dialéctica y contradictoria y el enorme potencial
transformador contenido en ellas.
Afirmamos, por otra parte, que esas nueve necesidades
identificadas tienen una jerarquía similar. No hay ninguna
necesidad de menor categoría que otras. Todas ellas conforman
63
DESARROLLO HUMANO

un sistema y consecuentemente están profundamente


imbricadas unas con otras, constituyendo lo que podríamos
llamar la naturaleza humana, y se organizan en forma análoga a
los sistemas o subsistemas que dan forma a nuestro organismo
biológico en cuanto seres vivos. Existen, por consiguiente,
permanentes retroalimentaciones mutuas entre ellas, las cuales
operan tanto como potenciadores o limitantes unas de las otras
dependiendo del contexto que se viva. Por consiguiente, de la
misma manera que sería muy difícil establecer si es más
importante en nuestra biología el sistema cardiorespiratorio o el
sistema gastrointestinal, ocurre algo parecido con las
necesidades. La visión dominante nos ha hecho creer que la
necesidad fundamental es la necesidad de subsistencia, sin
embargo en nuestra propuesta no hay jerarquías dentro del
sistema. Todas las necesidades tienen una importancia similar.
Al ser las necesidades humanas fundamentales iguales
para todos e iguales en importancia, cambia el concepto de
pobreza y también el de riqueza, porque en la visión tradicional,
la pobreza está asociada exclusivamente a déficit o ausencia de
subsistencia, vale decir de pan, techo y abrigo. Según nuestra
concepción, para todas las necesidades existe un umbral pre-
sistémico. La deprivación en cualquiera de ellas más allá de un
cierto nivel, conduce al desmoronamiento del sistema de
necesidades y consecuentemente de la vida. La gente se muere
no solamente de hambre sino que se muere también por
carencia de afecto o por carencia de identidad. De allí que sea
necesario comenzar a hablar de pobrezas y de riquezas.
Podemos así preguntarnos ¿qué pobrezas en términos de
carencias o de insatisfacción experimentan aquellos niños o
adolescentes que asesinan a sus compañeros de curso en los
colegios de Estados Unidos? Y esa es la sociedad que se ha
constituido en el modelo cultural a imitar, y hacia la cual todos
aparentemente transitamos mediante nuestro esfuerzo por el
crecimiento económico, la inserción en la economía global, la
liberalización de los mercados o la construcción de grandes
64
DESARROLLO HUMANO

centros comerciales, donde se concentran los nuevos templos


de la sociedad de consumo.
Por otra parte, la hegemonía de la visión cultural
tradicional que establece una jerarquía de necesidades propia de
otras culturas, ha terminado imponiéndonos concepciones de la
realidad donde tendemos a desvalorizar nuestros propios
recursos, nuestras riquezas, empobreciéndonos de esa
manera al imponernos escalas de valores, de deseos y de
consumo ajenos a nuestra historia e identidad como pueblos.
¿Qué decir, por ejemplo, de la enorme riqueza contenida en los
satisfactores para actualizar la necesidad de afecto en nuestras
sociedades latinas?
¿O la enorme abundancia contenida en la relación que
establecen
con la naturaleza los pueblos andinos y amazónicos para dar
cuenta de sus necesidades de entendimiento y subsistencia?

2. Papel estratégico de los satisfactores

Como lo señalamos con Max-Neef y Hopenhayn:

Son los satisfactores los que definen la modalidad


dominante que una cultura o una sociedad imprimen a las
necesidades. Los satisfactores no son los bienes económicos
disponibles sino que están referidos a todo aquello que, por
representar formas de ser, tener, hacer y estar, contribuye a
la realización de necesidades humanas. Pueden incluir, entre
otras, formas de organización, estructuras políticas, prácticas
sociales, condiciones subjetivas, valores y normas, espacios,
contextos, comportamientos y actitudes; todas en una
tensión permanente entre consolidación y cambio.
La alimentación es un satisfactor, como también puede
serlo una estructura familiar (de la necesidad de protección,
por ejemplo) o un orden político (de la necesidad de
participación, por ejemplo). Un mismo satisfactor puede
realizar diferentes necesidades en culturas distintas, o vivirse
de manera diversa en contextos diferentes a pesar de estar
65
DESARROLLO HUMANO

satisfaciendo las mismas necesidades.


Mientras un satisfactor es en sentido último el modo
por el cual se expresa una necesidad, los bienes son en
sentido estricto el medio por el cual el sujeto potencia los
satisfactores para vivir sus necesidades. Cuando la forma de
producción y consumo de bienes conduce a erigir los bienes
en fines en sí mismos, entonces la presunta satisfacción de
una necesidad empaña las potencialidades de vivirla en toda
su amplitud. Queda, allí, abonado el terreno para la
confirmación de una sociedad alienada que se embarca en
una carrera productivista sin sentido. La vida se pone,
entonces, al servicio de los artefactos en vez de los
artefactos al servicio de la vida. La búsqueda de una mejor
calidad de vida es suplantada por la obsesión de incrementar
la productividad de los medios.
La construcción de una economía humanista exige, en
este marco, un importante desafío teórico, a saber: entender
y desentrañar la dialéctica entre necesidades, satisfactores y
bienes económicos. Esto, a fin de pensar formas de
organización económica en que los bienes potencien
satisfactores para vivir las necesidades de manera coherente,
sana y plena.
La situación obliga a repensar el contexto social de las
necesidades humanas de una manera radicalmente distinta
de como ha sido habitualmente pensado por planificadores
sociales y por diseñadores de políticas de desarrollo. Ya no
se trata de relacionar necesidades solamente con bienes y
servicios que presuntamente las satisfacen; sino de
relacionarlas además con prácticas sociales, formas de
organización, modelos políticos y valores que repercuten
sobre las formas en que se expresan las necesidades.
Para una teoría crítica de la sociedad no basta especificar
cuáles son los satisfactores y bienes económicos dominantes
al interior de ella, sino presentarlos además como productos
históricamente constituidos y, por lo tanto susceptibles de
ser modificados. Por consiguiente es necesario rastrear el
proceso
66
DESARROLLO HUMANO

de creación, mediación y condicionamiento entre


necesidades, satisfactores y bienes económicos. (Max-Neef,
Elizalde y Hopenhayn, 1986:35)

Es importante señalar que los satisfactores no son neutros y son


de variados tipos. En la propuesta de Desarrollo a Escala
Humana (1986) identificamos cinco tipos, a saber:
Los satisfactores destructores o violadores que son
aquellos que por la forma como satisfacen la necesidad no
solamente aniquilan la posibilidad de satisfacción de esa
necesidad en un plazo inmediato, sino que imposibilitan
además la satisfacción de otras necesidades humanas.
Un ejemplo muy conspicuo es el armamentismo, con el
cual se pretende satisfacer la necesidad de protección, sin
embargo imposibilita la subsistencia porque las armas son para
matar; imposibilita el afecto, ya que nadie ama a alguien que lo
hiere o mata. Al igual con la participación y la libertad, como ha
ocurrido en nuestros países donde se han usado las armas para
impedir justamente que se puedan desarrollar normalmente los
procesos electorales y el ejercicio de las diversas libertades.
Los pseudo-satisfactores estimulan una falsa sensación
de satisfacción de una necesidad determinada y pueden
aniquilar, en un plazo mediato, la posibilidad de satisfacer la
necesidad a la cual originalmente se dirigen. Son inducidos por
la propaganda, publicidad u otros medios de persuación.
Ejemplos notorios son la prostitución, las modas, la
automedicación irresponsable, la drogodependencia y los
nacionalismos estrechos.
Los satisfactores inhibidores habitualmente sobre-
satisfacen una necesidad determinada y con ello dificultan
seriamente la posibilidad de satisfacer otras necesidades.
Habitualmente se hallan ritualizados y fuertemente arraigados
en hábitos y costumbres. Algunos ejemplos son el paternalismo,
la familia sobre-protectora, el clientelismo político, los
monocultivos, los mesianismos, la competencia económica
obsesiva, entre muchos otros.
67
DESARROLLO HUMANO

Los satisfactores singulares apuntan a la satisfacción


única y exclusiva de una necesidad, siendo por tanto neutros
respecto a otras necesidades. Frecuentemente son
institucionalizados, esto es producidos desde espacios y actores
institucionales de la sociedad. Ejemplos de ellos son muchas de
las políticas y programas públicos, y prácticas
institucionalizadas tales como los espectáculos deportivos, los
procesos electorales, los sistemas de seguros, etc.
Por último existen también satisfactores sinérgicos (2).
Estos son el anverso del satisfactor destructor. Los satisfactores
sinérgicos se caracterizan porque mediante la forma como dan
cuenta de la necesidad logran producir un potenciamiento
generalizado en todo el sistema y entonces, aunque se expresen
apuntando a una necesidad, actualizan a la vez otras
necesidades, como por ejemplo en el caso de la lactancia
materna; si la madre le da un biberón al lactante satisface sólo
su necesidad de subsistencia, mientras que si le da pecho, a la
vez, estimula la protección, el afecto y la identidad.
La propuesta presentada aquí apunta a la identificación
y utilización preferente de satisfactores que sean sinérgicos, es
decir aquellos donde la realización de las necesidades no sea la
meta, sino el motor del desarrollo mismo. Y que al hacer así
promueven el tránsito del objeto de prestación o beneficiario de
servicios al sujeto participante y protagónico; el tránsito de lo
puntual al proceso histórico y colectivo; y de lo individual, al
grupo, a la comunidad, al territorio.

3. Esbozo de una propuesta de interpretación de


nuestra sociedad.

A partir de la conceptuación anterior podemos sugerir


la existencia de tres tipos de sociedad. La primera es la
sociedad occidental que ha tenido éxito en implantar su modelo
en todo el mundo dando origen a la actual sociedad consumista,
en la cual se produce un sobre-dimensionamiento del
subsistema de los
68
DESARROLLO HUMANO

bienes y obviamente un sub-dimensionamiento de lo que son


las necesidades y los satisfactores. Este tipo de sociedad es la
que vivimos nosotros actualmente. Una sociedad en la cual el
exceso de bienes nos va embotando tanto desde el punto de
vista valorativo como desde el punto de vista emocional.
La riqueza es entendida aquí como posesión de bienes,
en cuanto se refiera a una mayor disposición relativa de bienes
y servicios. Por el contrario pobreza es equivalente a ausencia o
privación de bienes.
Es este un tipo de sociedad que, sin embargo, pese a su

enorme potencial tecnológico, es absolutamente insustentable


en el tiempo, ya que genera niveles tales de entropía ambiental
y social, que parece inviable política y psicosocialmente. Basta
para dar cuenta de lo anterior sólo hacer referencias a la
destrucción de biodiversidad, a los cambio climático global, a
la enorme concentración del ingreso, entre otros tantos efectos
no deseados.
69
DESARROLLO HUMANO

Más aún, no es posible olvidar que entre un cuarenta a


cincuenta por ciento de la población mundial, en particular la
China y la India, han optado finalmente, debido a las presiones
globalizadoras, en los años recientes, por incorporarse
definitivamente al modelo industrializador occidental,
abandonando así sus caminos propios. Es inevitable entonces
preguntarse que impacto tendrá sobre el cambio climático
global y sobre los riesgos planetarios, la incorporación de estos
dos gigantes demográficos al “estilo de vida occidental”, si lo
hacen con un estilo relativamente superado en los países del
primer mundo, pero que nos dejó como legado los altísimos
niveles de contaminación y depredación ambiental
existentes en la actualidad. Y eso que sólo benefició a un
contingente demográfico cinco veces más pequeño.
Estas sociedades generan situaciones como la del Brasil
actual, del cual Josué de Castro afirmó hace ya muchos años
que la mitad de la población no duerme porque tiene hambre y
la otra mitad no duerme por miedo a los que tienen hambre.
Allí 62 millones viven en la pobreza, 20 de ellos viven bajo la
línea de la miseria o pobreza extrema. El proceso de
globalización de la economía ha sido responsable por el
aumento del apartheid social y no ha sido capaz de generar
ingresos y empleos.
Un segundo tipo es el de sociedad ascética que aún
subsiste en algunos lugares en el mundo oriental, como para
esos tres sextos de habitantes de la India a que antes hacemos
referencia, sociedades donde de alguna manera hay un sobre-
dimensionamiento del subsistema de las necesidades
produciendo un sub-dimensionamiento de los bienes y los
satisfactores. En las concepciones orientales lo que existe es una
suerte de negación del deseo, una negación de la necesidad y
por esa vía lo que uno obtiene es mayores grados de libertad,
pero eso se hace en desmedro de lo que son bienes y
satisfactores.
La riqueza es así entendida como una ausencia de
necesidad en cuanto menor cantidad de deseos, y por el
contrario la pobreza es el exceso e incluso la abundancia de
deseos. Gran
70
DESARROLLO HUMANO

parte o la casi totalidad de las sociedades no occidentales,


fueron sociedades en las cuales existió un nivel de equilibrio y
de relaciones socio-ambientales que fueron empobrecidas de
manera brutal por la imposición de una concepción del mundo
proveniente desde Europa (3).
De allí que parece imprescindible plantear una nueva
propuesta de organización social y cultural, la cual está siendo
posibilitada por las transformaciones globales que estamos
experimentando, y a la vez por los niveles de conciencia que la
humanidad está alcanzando. Es la que presento a continuación y
que recibe provisoriamente el nombre de sociedad sustentable
o ecológica.
La sociedad ecológica sería una sociedad donde lo que
se trabaje preferentemente debe ser la oferta de satisfactores,
tanto en calidad como en cantidad; de lo que se trata es de
enriquecer las formas como damos cuenta de las necesidades
humanas. Es importante señalar que los satisfactores, en cuanto
71
DESARROLLO HUMANO

son los elementos inmateriales de una cultura, no tienen peso


material, no generan una carga sobre el medio ambiente. Los
satisfactores son las formas culturales, son lo más propiamente
humano porque es lo que creamos culturalmente.
La concepción de riqueza propia de este tipo de sociedad
es la dotación de mayores y mejores satisfactores. La pobreza
sería entonces la existencia de satisfactores de menor calidad y
en menor cantidad.

Resumiendo:

· las necesidades humanas son algo que está impreso en


nuestra naturaleza, es algo que nos fue dado;
· por otra parte los bienes son algo, que al igual que los
satisfactores, producimos culturalmente, pero el problema
que tienen los bienes es que tienen un límite o umbral
impuesto por su materialidad, que es lo que olvidan quienes
72
DESARROLLO HUMANO

confunden crecimiento y desarrollo; lo que sin embargo no


tiene límites, son justamente los satisfactores, las formas
mediante las cuales damos cuenta de nuestras necesidades,
ellas son las maneras de ser, tener, hacer y estar en el
mundo del cual formamos parte, las que por su propia
naturaleza son inmateriales, que a la vez son algo que
construimos en la relación con otros seres humanos; esto es,
en la producción de cultura.

4. El consumismo: ¿una enfermedad “terminal” de


nuestra cultura?

Muchas personas posiblemente habrán apreciado la


siguiente escena: un niño pequeño tirado en el piso en el pasillo
de un supermercado y berraqueando como condenado porque
sus padres no le compran lo que él desea. Los pobres padres
miran hacia todos lados, no saben que hacer frente a las
miradas desaprobatorias que las personas que circulan por el
pasillo, incómodos porque se sienten recriminados por
“torturar psicológicamente” al niño al no acceder a sus deseos.
Gran parte de la publicidad en la actualidad se orienta
hacia los niños y especialmente hacia los más pequeños. Es
impresionante la velocidad a la cual se introducen todo tipo de
juguetes vinculados a las series de televisión infantil y todo ello
asociado a las respectivas campañas publicitarias.
Nuestra cultura en su desarrollo profundamente
materialista va acelerando cada vez más los procesos mediante
los cuales se introducen nuevos productos, ello al precio de
generar permanente obsolescencia y desechabilidad. Por
ejemplo, en el ámbito de la informática o de los equipos
electrodomésticos es posible apreciar como en el curso de un
par de años e incluso antes, los equipos de última generación a
nivel de usuarios quedan rápidamente “anticuados” y obsoletos
(psico-técnicamente).
Si bien la permanente innovación y creación es necesaria
en toda sociedad humana, ella no puede ser al costo de una tan
73
DESARROLLO HUMANO

profunda destrucción ambiental, cultural y moral como


acontece actualmente.
Hay una suerte de norma moral referida al consumo que
exige dar cuenta lo antes posible del deseo. Parte importante del
mensaje-masaje publicitario se orienta a generar deseos en
forma casi compulsiva, de modo tal que si éste se hace presente
ante la conciencia genera una sensación de vacío e incluso casi
de dolor mientras no sea satisfecho. Hay una tendencia cultural
que nos empuja a “infantilizarnos” o “animalizarnos” en
relación a nuestros deseos. Ya no existen como en el pasado
horas adecuadas para alimentarse. Hoy es cosa de abrir el
refrigerador o la despensa. La alimentación está
progresivamente perdiendo su carácter de acto eminentemente
social para irse transformando en un acto individual, solitario.
Nuestra humanidad requiere imprescindiblemente para
su constitución de la postergación en la satisfacción del deseo.
El niño recién nacido siente hambre y llora pidiendo de ese
modo la teta materna, el proceso de humanizar a ese animal
humano, “desanimalizándolo” consiste en socializarlo, en
educarlo, de modo que este ser aprenda a distinguir su deseo de
su satisfacción, la cual no puede ser inmediata. La articulación
de la identidad de ese ser es un proceso en el cual aquel va
reconociendo la necesidad de diseñar estrategias adaptativas que
le permitan dar cuenta de su deseo: será el lloro inicialmente
para expresar su malestar ya sea porque tiene hambre o porque
se siente mojado, luego será el gorgojeo o la sonrisa, o serán las
primeros balbuceos que serán las gracias que le permitan
obtener la aprobación del adulto. En todo ese proceso se ha ido
progresivamente infiltrando la dimensión temporal. La
estrategia de satisfacción del deseo demanda un primer y
previo aprendizaje: “no es posible obtener nada
inmediatamente, todo requiere de un tiempo”.
Nuestra cultura, por el contrario, nos impulsa a consumir
más y más compulsivamente, a dar cuenta en forma inmediata e
instantánea de cualquier deseo surgido.
La sociedad capitalista actual ancla su existencia en la
74
DESARROLLO HUMANO

producción industrial de bienes de consumo masivo: bienes que


requieren ser permanentemente desvalorados y desechados,
para así continuar creando nuevos bienes que los sustituyan.
André Gorz (1989) afirma que es el consumidor el que
está al servicio de la producción, para así asegurar a ésta las
salidas que reclama; que es el consumidor quien tiene que irse
adaptando a los requerimientos de las producciones que los
cambios tecnológicos indican como las más rentables en
determinadas circunstancias. Afirma por otra parte, que ello es
indispensable para que la sociedad pueda perpetuarse, y así
reproducir sus desigualdades jerárquicas y mantener incólumes
sus mecanismos de dominación.
El mismo André Gorz en otro trabajo (1986), demuestra
con el caso del automóvil, como gran parte de los bienes
propios de la modernidad solamente mantienen su carácter de
bien, mientras sean escasos y accesibles únicamente a minorías.
En el momento en el cual estos se masifican dejan de ser bienes
y se transforman en males. La ilusión del automovilista de
transitar a altas velocidades desde un punto del territorio a
otro en el momento en que se le ocurra, sólo es posible si
existen pocos automóviles. Si todos los habitantes de una
ciudad poseen automóvil no será posible para nadie
desplazarse hacia ningún punto, salvo que se establezcan
regulaciones extremas.
La sociedad capitalista posee en su naturaleza un carácter
excluyente que hace que sólo pueda ofrecer beneficios que se
sustentan en el juego suma cero: si alguien gana es porque otro
lo pierde.
Muchos bienes durables e incluso bienes de capital, por
la lógica interna del capitalismo, son transformados de bienes -
que proveen calidad de vida o riqueza mediante la creación de
nuevos bienes - en males, ya que son transformados en chatarra
o basura (valor social negativo), constituyéndose en una carga
para el ambiente.
La sociedad capitalista de consumo masivo ha ido
transformando de una manera radical los valores propios de las
75
DESARROLLO HUMANO

sociedades tradicionales. Ha destruido los valores de la


cooperación y de la convivialidad, ha destruido los valores de la
solidaridad y de la fraternidad. Ha fomentado el individualismo
extremo y una suerte de consumismo patológico, lo cual ha
comenzado a comprometer incluso el futuro.
En el pasado no tan lejano tal vez, para las generaciones
nacidas a comienzos de siglo, la práctica social dominante era
la adquisición de bienes de consumo durable con los ahorros,
que habían sido producto de largos períodos de privaciones
pasadas. Y sólo en el caso de una tragedia o de una inversión
significativa para el bienestar del grupo familiar se recurría a
algún tipo de endeudamiento, siempre y cuando éste no
comprometiese significativamente las decisiones futuras.
Se ha producido en los años recientes una profunda
mutación cultural desde una “sociedad frugal” a una “sociedad
consumidora”. Se ha aprendido a malgastar, a usar y botar las
cosas, a sentirse insatisfecho incluso con el último modelo de
automóvil y a anhelar el nuevo modelo.
En el transcurso de no más de dos generaciones, hemos
transitado hacia una forma de adquisición de bienes de todo
tipo a través del financiamiento en compromisos futuros,
vía endeudamiento a plazos cada vez mayores. Aquí nos
encontramos con la paradoja que para desplegar la mentada
“libertad de elección” en el consumo presente, reducimos
nuestros grados de libertad futura, y paralelamente
adquirimos bienes que nos confieren en el presente mayor
calidad de vida comprometiendo nuestro bienestar futuro. ¿No
estaremos por medio de estos mecanismos sociales avanzando
hacia una obsolescencia del futuro? ¿Cuántas personas no se
sienten amarradas a sus estilos de vida actuales debido al
endeudamiento de por vida que han adquirido?
En las inequitativas sociedades del pasado existió tanto
la esclavitud como la servidumbre - algo de eso también se dio
en nuestros paises - y ambas instituciones sociales implicaban
una herencia negativa, un compromiso de fuerza de trabajo
76
DESARROLLO HUMANO

adeudada, que se transmitía intergeneracionalmente. ¿No es el


dinero plastificado y el endeudamiento fácil, una versión
postmoderna de las servidumbres del pasado? ¿Cuánto más allá
en el futuro requerirá desplazarse el endeudamiento para
mantener tasas de crecimiento económico elevadas?
En sociedades que operan con esta lógica, se van
transformado en obsoletos y/o desechables, todos aquellos seres
humanos que por diversas razones no pueden constituirse en
sujetos de crédito: personas con bajos o escasos niveles de
ingreso (pobres), personas con esperanzas de vida limitada
(ancianos y enfermos terminales), personas con capacidad de
pago decreciente (enfermos crónicos y minusválidos), grupos
indígenas, y así muchos otros grupos sociales. De forma tal que
la exclusión se torna necesaria para mantener los niveles de
competitividad alcanzada.

5. Una mirada alternativa: ¿Dónde radica el


auténtico bienestar?

Todos sabemos que es posible jugar muchos juegos


donde existen ganadores y perdedores, esto es los que se llaman
juegos suma cero: si tú pierdes yo gano, si tú ganas yo pierdo.
Estamos aquí ante una lógica que considera la existencia
del condicionamiento impuesto por la segunda ley de la
termodinámica (7): todo tiene un costo energético, todo implica
una degradación de la energía-materia, todo estará sometido a la
ley de la escasez en algún momento, luego todo puede y debe
someterse a un análisis de costo-beneficio. Desde esta visión ha
ido imponiéndonos una mirada sobre la realidad donde el
esfuerzo imprescindible de realizar para comportarnos
“racionalmente”, es medir y poner precio a todas las cosas:
aquello que no se puede medir, no importa; aquello que no tiene
precio, no tiene valor.
Pero también todos sabemos que existen juegos donde
“todos” ganamos: si yo gano o tú ganas, todos ganamos... pero
ello puede ocurrir a costa o en desmedro de otros que pierden;
si
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DESARROLLO HUMANO

gana el equipo nacional de un país el campeonato mundial de


fútbol todos los pertenecientes a esa nación ganan, pero muchos
otros han perdido. En el caso mostrado sería un proceso
neguentrópico visto desde los ganadores aunque se olvide la
entropía para los que perdieron el campeonato. De ahí que lo
determinante sea la definición de quienes constituyen ese
“todos”. Habitualmente eso se ha hecho desde quienes detentan
el poder, sea este económico, político, cultural o religioso. Esta
es una forma frecuente de protección usada por casi todos los
grupos humanos a lo largo de su historia, ya que al usar una
definición excluyente y estrecha del concepto de “todos” se
puede neutralizar la natural expresión de la compasión
humana, así como las tendencias biológicas a la cooperación.
Como lo expresa el aforismo satírico: “Todos somos iguales,
pero habemos algunos que somos más iguales que otros.” El
establecimiento progresivo de una cultura universal de los
derechos humanos, tal vez el más importante de los avances
civilizatorios de este siglo, apunta al desarrollo de un concepto
incluyente de “todos”.
No obstante, no debemos olvidar que existen también
juegos donde todos quienes juegan terminan ganando, son
juegos en los cuales, parafraseando a Allan Watts “el sentido
del juego es jugar”, no hay una finalidad de ganar, sólo el jugar
por jugar.
A ellos se refirió posiblemente Gabriela Mistral en sus
poemas infantiles, en que nos habló de que “Todo es ronda.” (4).
En este tipo de juegos tenemos mucha neguentropía (5),
una casi absoluta ausencia de los límites que la termodinámica
nos pone a nuestro existir; estamos ante la presencia de sinergia
pura: un absoluto potenciamiento del todo y de las partes.
Como posiblemente cada uno de nosotros lo ha podido
experimentar, las energías fluyen libremente, las emociones y
todo el potencial propio de cada ser humano puede expresarse,
todos fluyen y al hacer así se crea un estado de mayor fluidez
donde desaparece el cálculo y el interés, donde en la
manifestación de los sentimientos y emociones simples y
sencillas aflora la gratuidad, la alegría, la sensación de
pertenencia, la auto identificación colectiva y se
78
DESARROLLO HUMANO

produce un cierto grado de comunión y de trascendencia de la


individualidad.
Una intuición que lo lleva a enunciar una emoción
semejante a la sinergia, la expresa César Vallejo (1937), quien
agobiado y dolido por la Guerra Civil Española, publica en
“España, aparta de mí este cáliz” su conocido poema Masa (6),
en el cual nos habla de una fraternidad tal que incluso logra
resucitar al hermano muerto, cuando “al fin de la batalla y
muerto el combatiente” sólo cuando se acercan a él todos los
hombres de la tierra con un sólo ruego: “quédate hermano”,
éste... “se levanta, abraza al primer hombre y se echa a andar”.
Es posible afirmar que es aquí donde nos encontramos
con lo más auténticamente humano, lo más hominizador o
humanizante, es decir la punta del despliegue evolutivo de la
vida y el universo: la vida conciente de sí misma, la condición
humana.
Esta nueva mirada nos puede proveer de nuevos recursos
y nuevas opciones en un mundo que se vivencia en crisis de
utopías y de esperanza, un mundo donde todo se percibe
amenazante.
Nuestra visión de mundo está teñida por la ideología de
la escasez. Como algunos recursos -los económicos- son
escasos y limitados, hemos tendido a ver todos los recursos
como limitados y hemos hecho invisibles todos aquellos
recursos que son abundantes. Nuestra cosmovisión anclada en
la escasez los hace invisibles.
Es necesario develar el profundo error que subyace tras
esta visión de la realidad gobernada por el paradigma
economicista. Por una parte nuestros recursos materiales son
escasos y están sometidos a la Segunda Ley de la
Termodinámica (7). Al ser compartidos, se pierden para aquel
que los comparte. Con ellos ocurre lo mismo que con un cuerpo
que irradia su calor a otro pero al hacer esto pierde su propio
calor. Si alguien tiene dinero y se lo da a otra persona, ésta
última lo gana pero aquel lo pierde. Ocurre lo mismo en
aquellos juegos a los cuales se
79
DESARROLLO HUMANO

denomina “suma cero”, si alguien gana otro pierde.


Este tipo de recursos (físicos) opera dentro de una
lógica en la cual los fenómenos o acontecimientos se
encuentran vinculados unos a otros en relaciones de
causalidad y/o de secuencialidad. Unos se ubican antes y otros
después, unos se encuentran en el origen y otros en el resultado,
a los primeros se les denomina causas y a los otros se les llama
efectos. Pero también para otros efectos, cuando ya no se busca
el explicar sino el operar sobre la realidad con un propósito
determinado, se denomina a los primeros medios y a los
segundos fines. Estos recursos actúan en consecuencia inmersos
en relaciones lineales y monocausales. En ese razonamiento se
ha buscado incrementar en el máximo grado posible la relación
de adecuación o coherencia existente entre los primeros y los
segundos y a eso se le llama eficiencia.
El abuso en esta forma de razonar sobre el universo y de
buscar imponer nuestra voluntad a toda costa sobre la realidad
nos ha conducido a un creciente divorcio entre medios y fines,
entre procesos y metas. Vivimos actualmente inmersos en una
disociación casi absoluta entre la racionalidad sustantiva, la que
dice relación con los fines o metas de nuestro existir y operar en
el mundo, y la racionalidad instrumental que tiene que ver con
los medios de los cuales hacemos uso para alcanzarlas. Esta
rotunda y honda división ha ido reforzando y a la vez
retroalimentando una noción de separatividad que profundiza
en nosotros mismos un quiebre o disociación interna que nos
produce infelicidad, dolor, angustia, insatisfacción y
sufrimiento.
Sin embargo, como lo hemos ya señalado, tenemos
evidencias y profundas intuiciones que nos indican que existen
otros caminos, otras formas de realidad donde también existen
otros juegos; juegos donde todos ganan. Juegos colectivos
donde lo que importa es el jugar y no el ganarle a otros. Juegos
donde el goce y la felicidad se obtienen no en la meta sino que
en el disfrute mismo del juego.
Del mismo modo, es posible descubrir que hay recursos
80
DESARROLLO HUMANO

espirituales que se caracterizan por requerir ser compartidos


para crecer. Está en su naturaleza que sólo en el darse crecen.
Estos son recursos que violan la ley universal de la entropía
creciente del universo; aquella ley que señala que el universo
camina hacia su homogeneización, hacia la igualación de las
temperaturas de todos los cuerpos llegándose así a un cese del
intercambio energético y por lo tanto a la desaparición de todo
cambio, movimiento y transformación; en fin a la muerte del
universo. Hay recursos que por su naturaleza son creadores de
vida, instauradores de potencialidad y de virtualidad
transformadora, generadores de diversidad y de
enriquecimiento colectivo. Recursos tan sinérgicos como
el lenguaje, el amor, el conocimiento científico, la
información, la creatividad, el poder sobre uno mismo, la
memoria colectiva, la identidad grupal, el humor, la
democracia.
Gran parte del dolor y de la infelicidad humana son
producto de la percepción incorrecta del carácter de estos
recursos producida por la ideología de la escasez. ¿Cuántos de
nosotros, si no todos, no hemos vivido sintiéndonos poco
queridos e intentando acumular afectos a cualquier precio,
incluso al de nuestra propia dignidad? ¿Cuántos no hemos
sentido envidia y celos porque hemos visto que otro ser humano
recibía el cariño y amor que creíamos nos pertenecía, aunque
quien lo recibía era alguien a quien queríamos muy
profundamente (padre, madre, hijo/a, hermano/a, pareja)? Sin
embargo, estos recursos son como los descritos en la parábola
evangélica de los talentos: pueden quedarse ocultos y
escondidos por temor a perderlos o crecer por arriesgarse a
compartirlos. ¿Existe algo que implique más un darse que el
amar? ¿No es de la naturaleza misma del amor la donación de sí
mismo a otro? ¿No son el amor, el cariño y el afecto en sí
mismos un compartir? ¿Por qué razón, entonces los vemos
como la negación de lo anterior? ¿Es posible amar sin
compartir lo más íntimo y propio con otro ser humano con
absoluta generosidad, sin medida alguna y sin ningún tipo de
cálculo? ¿Qué nos lleva a calcular y a medir lo incalculable y
inconmensurable? ¿Por qué
81
DESARROLLO HUMANO

no vemos la profundidad de nuestro error perceptivo?


Es interesante destacar en relación al tema que
analizamos algo que afirma Francisco Varela en un trabajo
sobre las tendencias y perspectivas de las ciencias cognitivas:

La inteligencia ha dejado de ser la capacidad para resolver


un problema para ser la capacidad de ingresar en un mundo
compartido. (Varela, 1990)

La mayor parte de la existencia social está construida sobre la


base del establecimiento de procesos de institucionalización de
las relaciones sociales, ello implica la creación de diversas
normas y pautas de conducta que regulan los ámbitos de
actuación de las personas, gran parte de aquellas reforzadas por
grados diversos de control social. Lo anterior implica la casi
absoluta desaparición de la gratuidad en esas formas de relación
entre las personas. El mundo que tenemos nos provee de
muchísimos descubrimientos, encuentros y creaciones pero no
todos son originales, verdaderos y profundos. Y sólo en la
gratuidad o mediante la gratuidad es posible el encuentro
verdadero, el descubrimiento profundo, la creación original.
Únicamente en un ámbito de relaciones donde no prime la
obsesión por la eficiencia, por la competencia, por el logro y
por el rendimiento será posible el surgimiento sinérgico de lo
gratuito, de lo inefable y de lo que probablemente muchos
sentimos como lo más propiamente humano: la ternura y la
compasión.
Es posible plantear como una utopía realizable el
avanzar en un esfuerzo colectivo de educación y de desarrollo
personal que nos haga posible una ampliación de la conciencia
(en el concepto budista de compasión o en el concepto cristiano
de amor al prójimo) para desarrollar la capacidad de dar
cuenta simultáneamente de la necesidad propia y de la
necesidad del otro, estableciendo de ese modo un horizonte de
autolimitación (voluntaria) a la actualización o satisfacción de
la necesidad que permita la existencia de los otros, hoy y
mañana.
82
DESARROLLO HUMANO

Es este el gran desafío que se nos plantea en nuestro


desarrollo como seres éticos, esto es responsables de nuestro
accionar en el mundo, capaces de entender donde alcanza su
plenitud nuestra calidad de vida: cuando el simple ser inicial
que ha devenido en conciencia mediante la individualización,
se transforma definitivamente en un ser consciente no sólo de
su existir, sino también del de otros.

6. Una nueva mirada sobre la realidad:


bosquejando nuevos mapas posibles

La mirada que nuestra civilización tiene sobre la


realidad se ancla en un mito fundante, la existencia de un
mundo de escasez. Todos recordaremos que frente a un vaso
lleno con agua hasta la mitad, se lo puede ver como semi-lleno
o como semi- vacío. Al igual, el mundo en el cual vivimos
puede ser visto como un mundo de escasez: donde hace o
mucho frío o mucho calor, donde faltan alimentos, escuelas,
caminos y hospitales, donde las viviendas son inadecuadas,
donde faltan empleos y los que hay están mal remunerados,
donde hay incertidumbre económica o política, y así se podría
continuar enunciando más y más carencias. Sin duda existe
escasez, pero también hay abundancia. Tenemos vida,
diversidad, afectos, conocimientos, manifestaciones
artísticas, edificios históricos, lenguajes, sonidos, música,
paisajes, fe y utopías.
Y se podría, al igual que respecto a la escasez, seguir
nombrando diversos recursos, potenciales, capacidades,
vocaciones, aptitudes: todas ellas disponibles, incluso al alcance
de la mano. El problema es que la visión de la escasez lo ha
recubierto todo y nos dificulta enormemente valorar las muchas
cosas lindas y buenas que tenemos y que experimentamos: la
sonrisa de un niño, una nueva idea, una lectura, una melodía
que nos llega, un apretón de manos o un abrazo afectuoso, un
beso, una carcajada contagiosa; ¿a qué seguir?
La ideología dominante, la de la escasez, nos ha instalado
83
DESARROLLO HUMANO

en un sistema de creencias que es perfectamente posible


cambiar. Pero que además es imprescindible cambiar si
queremos ser felices, si queremos que la vida y la diversidad no
sean destruidas. Ya he señalado, como muchas de nuestras
erróneas creencias pueden y deben ser modificadas. Es
fundamental, sin embargo, apuntar al núcleo central de todo
este andamiaje conceptual que nos ha entrampado tanto tiempo.
Ese núcleo está constituido por la creencia en una escasez que
nos puede afectar en algún momento de nuestra existencia.
Por temor a esa escasez atesoramos. En prevención de una
eventual carencia futura que nos haga difícil sobrevivir
acumulamos todo tipo de bienes materiales. Y se va así
generando una adicción a la acumulación. Y la acumulación
desmedida y en escalas cada vez más gigantes va produciendo
más y más escasez material a aquellos que no tienen cómo
acumular.
Nuestro aprendizaje genético y cultural nos empuja hacia
la búsqueda de certezas, y la cosmovisión de un mundo de
escasez parece coherente con esa búsqueda. En el pasado
buscamos construirnos certezas en la religión; en otro momento
en la ciencia; hoy tal vez buscamos esas certezas en la
economía. De allí entonces la persecución obsesiva de más y
más riqueza a nivel de los individuos y de más y más
crecimiento y expansión a nivel de las empresas y de los
estados.
Pero olvidamos una ley absolutamente obvia y cierta: a
problemas grandes soluciones grandes, a problemas chicos
soluciones chicas. Lo que es posible resolver en una escala
reducida se torna imposible en una escala mayor ¿Qué nos
empuja a perseguir de manera reiterativa e intransigente el
crecimiento y la acumulación? ¿Es posible asegurarse
(defenderse o precaverse frente a una eventual escasez) en un
mundo de creciente incertidumbre?
Pero qué podría pasar si nos instalamos no en la emoción
de la escasez, sino que en la emoción de la abundancia. Desde
esa emoción se puede también acumular pero ya no bienes
materiales, sino bienes inmateriales. No bienes que se pueden
84
DESARROLLO HUMANO

perder en cosa de segundos, sino que permanecen incluso aún


después de nuestra muerte. Los afectos sembrados, las caricias
compartidas, las ayudas cuando fuimos necesitados, las lecturas
hechas, los conocimientos adquiridos, las amistades
construidas, las sensaciones y emociones experimentadas, las
ideas difundidas, todos ellos permanecen en los afectos y
recuerdos de otros seres humanos, aunque ya no estemos más.
No los acumulamos nosotros sino que se acumulan en otros. Son
activos que cuentan a nuestro favor. ¿Cuántos seres humanos
no van a sentirse así moralmente obligados a hacer algo por
nosotros si es que en algún momento lo necesitamos?
Es importante no olvidar que los primeros aprendizajes
de la especie humana fueron en la lógica de la reciprocidad.
Ello se expresa en la permanencia hasta hoy en aforismos de
carácter universal, tales como: “hoy por mí, mañana por ti”;
“una mano lava la otra”. Del mismo modo todas las grandes
tradiciones espirituales de la humanidad expresan como
mandato fundante y primordial el deber de “amar al prójimo
como a ti mismo”, o de “no hacer al otro lo que no quieres que
a ti te hagan”, en cuyas distintas formulaciones está expresada
como idea fundamental el valor de la reciprocidad.

NOTAS

(1) Ver de Max-Neef, M., Elizalde, A., y Hopenhayn,


M. (1986) Desarrollo a Escala Humana: Una opción para el
futuro. Numero especial de la Revista Development Dialogue,
Cepaur - Fundación Dag Hammarskjöld, Uppsala. Una versión
inglesa fue publicada en el Número 1989:1 de Development
Dialogue.
(2) “Sinergia significa el comportamiento de un sistema
completo, que resulta impredecible a partir del comportamiento
de cualquiera de sus partes tomadas aisladamente. Fueron los
químicos en reconocer la sinergia, cuando descubrieron que
toda vez que aislaban un elemento complejo, o separaban
átomos o moléculas de un compuesto, las partes
separadas y sus
85
DESARROLLO HUMANO

comportamientos singulares jamás lograban explicar el


comportamiento de todas las partes asociadas. En este sentido,
la sinergia connota una forma de potenciación, es decir, un
proceso en que la potencia de los elementos asociados es mayor
que la potencia sumada de los elementos tomados
aisladamente.” (Max- Neef, Elizalde y Hopenhayn, 1986:60).
(3) El origen de dicho empobrecimiento radica en el hecho
que una cultura (cosmovisión) que como todas surge de la
interacción humana en un territorio específico y su ecosistema
singular, se impone sobre otros territorios y sus ecosistemas
singulares como una forma universal (la única) de ser humano.
En este sentido, la tecnología moderna y la capacidad que ella
tiene para producir sistemas artificiales es el principal
instrumento de occidentalización.
(4) TODO ES RONDA

Los astros son ronda de niños


jugando la tierra a mirar...
los trigos son talles de niñas
jugando a ondular... a ondular...
Los ríos son rondas de niños
jugando a encontrarse en el mar...
las olas son rondas de niñas
jugando este mundo a abrazar...

(5) Los sistemas vivos son capaces de conservar


estados de organización improbables (neguentropía). Este
fenómeno, aparentemente contradictorio, se explica porque los
sistemas abiertos pueden importar energía extra para mantener
sus estados estables de organización e incluso desarrollar
niveles más altos de improbabilidad.
(6) MASA

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
86
DESARROLLO HUMANO

y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»


Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
»No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate, hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente
abrazó al primer hombre; echóse a andar...

(7) La Segunda Ley de la Termodinámica es la más


universal de las leyes físicas. En su interpretación más general,
establece que cada instante el Universo se hace más
desordenado. Hay un deterioro general pero inexorable hacia el
caos. Uno de los patrones fundamentales de comportamiento
que encontramos en el mundo físico es la tendencia de las cosas
a desgastarse y agotarse. Las cosas tienden, para usar un
término especializado, hacia un estado de equilibrio
termodinámico. En todas partes podemos encontrar
ejemplos de la Segunda Ley de la Termodinámica . Los
edificios se derrumban, la gente envejece, las montañas y las
costas se erosionan, los recursos naturales se agotan. Los
científicos han inventado una magnitud matemática, la entropía,
para cuantificar el desorden.
En su versión más específica, la Segunda Ley de la
Termodinámica señala que, al expandirse el Universo, se
degrada la calidad de la energía disponible; pero no su cantidad.
Con el término calidad de la energía nos referimos a la
extensión de su dispersión. La calidad alta, la energía útil, es
una energía localizada. La calidad baja, la energía consumida,
es una energía
87
DESARROLLO HUMANO

caóticamente distribuida en todas direcciones. Cuando la


energía está localizada se puede llegar a hacer cosas; pero la
energía pierde su potencialidad de producir cambios cuando se
ha dispersado. La degradación de la calidad es dispersión
caótica.
SUSTENTABILIDAD

3
C
A

SUSTENTABILIDAD (1) T
U
L
91
SUSTENTABILIDAD

1. Desarrollo y Sustentabilidad

L a sustentabilidad constituye posiblemente el principal


pretexto o argumento para realizar un cuestionamiento radical al
estilo de desarrollo dominante, a los valores hegemónicos, a la
cosmovisión o paradigma vigente, y a la civilización occidental.
¿Por qué afirmo lo anterior? Porque si bien uno se puede
negar a ver la pobreza, la miseria, la violencia o la explotación,
como ha sucedido históricamente, no puede hacer lo mismo con
los problemas ambientales. Ellos no se pueden negar, se hacen
evidentes aunque uno no lo quiera. La contaminación se mete
por debajo de las puertas, incluso de los ricos, lo mismo pasa
con los cortes eléctricos, con los racionamientos de agua, con
los derrames de petróleo, con los incendios forestales o con el
mal olor.
El origen y fundamento del problema radica en la noción
del crecimiento continuo e ilimitado. Ello porque este último ha
sido hasta ahora, como lo señalara Daly (1990), la forma más
cómoda para eludir los dos principales problemas morales que
enfrenta la civilización occidental: uno, el problema
demográfico; el otro, el dilema de la justicia social, de la
equidad o del compartir.
Ha sido mucho más fácil creer el mito del crecimiento y
la metáfora de la tarta, usada en forma recurrente en todo el
lenguaje desarrollista y típica de las teorías del crecimiento
económico, que asumir que la justicia social y la equidad nos
92
SUSTENTABILIDAD

demandan sacrificar algo o parte del bienestar que hemos


alcanzado para dar posibilidad a otros (las grandes mayorías)
del acceso a una calidad de vida compatible con su dignidad de
seres humanos (e hijos de nuestro mismo padre común y
herederos de la misma redención y salvación, para quienes
tenemos creencias religiosas). Del mismo modo frente a las
exigencias de regulación de los nacimientos y control
demográfico que nos son puestos por los límites de nuestro
planeta y por la escasez de recursos que caracteriza a vastas
zonas geográficas en los distintos continentes y países
(Nordeste de Brasil, Afganistán, Etiopía, Somalía, Haití, Corea
del Norte, entre tantos otros) se continúa condenando a la
hambruna y a la muerte por inanición a enormes contingentes
humanos, esto es a la inhumanidad, antes que flexibilizar
rígidas exigencias morales en torno al uso de métodos
anticonceptivos.
O del mismo modo se condena a la desocupación, a la
pérdida de derechos sociales, al hambre y la represión, como lo
hemos visto recientemente en Argentina o en Ecuador por las
exigencias de servicio de la deuda externa y de equilibrio fiscal,
para cumplir las condiciones puestas por el Fondo Monetario
Internacional, y asegurar las ganancias a las instituciones
financieras antes que pagar remuneraciones dignas o financiar
los servicios sociales ¿Qué diferencia a quienes así piensan y
actúan de los bolcheviques de los años 20 en lo que era
entonces la Unión Soviética o del Polpotismo camboyano de los
años 70? En ambos casos cientos de miles de personas muertas
de hambre, frío, sed o por la represión desencadenada sobre
ellos por pretender escapar de esas formas de sub-vida.
La noción de sustentabilidad introduce un concepto
complementario de la noción de desarrollo. El desarrollo dice
relación con el despliegue de la potencialidad contenida
internamente en un fenómeno, pero dicho fenómeno se
despliega no en un vacío sino en un ambiente o ecosistema.
La sustentabilidad, noción de similar potencia ontológica a la
de desarrollo, dice relación con el contexto necesario para
el
93
SUSTENTABILIDAD

despliegue del potencial de desarrollo, pero dicho desarrollo


puede ser a su vez destructor o potenciador del medio que lo
sustenta. Desde ese enfoque, siendo el desarrollo la
evolución experimentada por una entidad de acuerdo a lo que
es su naturaleza propia, la sustentabilidad es la evolución
simultánea y correlativa de la alteridad circundante de esa
entidad como producto del propio operar de la relación entre
entidad y alteridad (no entidad) circundante.
El concepto de autopoiesis de Maturana y Varela
(1973) da cuenta justamente de la dinámica mediante la cual
una determinada forma de vida va modificándose a sí misma
para adaptarse al medio con el cual interactúa; pero al hacer así
este organismo va también transformando dicho medio:
Al poner mi pie, yo gatillo un cambio estructural en el suelo,
que puede parecer mínimo pero que está ahí si tenemos los
sensores adecuados para verlo, y el suelo, al incidir sobre mi
pie, gatilla un cambio estructural en mí que reconocemos
como una sensación de rugosidad o presión en el suelo. De
modo que lo que está en juego aquí son encuentros que
resultan en gatillamientos de cambios estructurales, porque
el medio también está determinado en su estructura. ¿Y qué
ocurre aquí? Ocurre algo muy interesante. Si hay
interacciones recurrentes, voy a tener una historia, un
proceso en el cual la estructura del ser vivo ha de cambiar
según las contingencias de los encuentros en el medio,
según el curso de las interacciones. Cada encuentro va a
gatillar un cambio estructural y, al mismo tiempo, el medio
va a cambiar según las incidencias del organismo en él.
Ambos van a cambiar de manera congruente: la estructura
del ser vivo va a cambiar y la estructura del medio también.
Con que, si éste es un momento inicial que llamaremos
“to” (tiempo cero) y hay un momento posterior que
llamaremos “tn” (tiempo..., muchas interacciones
después), veremos que el ser vivo y su circunstancia
cambian juntos. (Maturana, 1998)
El sistema de vida debe distinguirse de su medio, mientras
94
SUSTENTABILIDAD

que al mismo tiempo debe mantenerse ligado a él: esta unión


no puede deshacerse por cuanto el organismo proviene
precisamente de dicho ambiente. Ahora bien, en esta unión
dialógica de la unidad de vida y el ambiente físico-químico,
el equilibrio está ligeramente cargado hacia la vida, dado
que tiene el rol activo. (Varela, 2000: 85)

La pregunta central de hacerse en torno a la sustentabilidad es:


¿cómo hacer para que en el tiempo puedan mantenerse
(preservarse) aquellas cosas y entidades, sean éstas materiales o
inmateriales, que consideramos valiosas?
Al ampliar la noción de sustentabilidad en el sentido
expuesto, fluye de esta noción ampliada la existencia de varias
dimensiones de la sustentabilidad.
Sustentabilidad Ecoambiental que dice relación con la
naturaleza y el ambiente construido y/o modificado por la
intervención humana. La pregunta esencial de hacerse aquí es
cuanto de natural y cuanto de artificial. Pregunta ésta que no
sólo dice relación al ambiente que nos rodea y nos permite
vivir, sino que también respecto a la llamada naturaleza
humana. Preguntas acuciantes en el futuro próximo serán:
¿Cuánta naturaleza, transcurridas algunas generaciones,
quedará una vez desatada la dinámica de acomodar nuestro
mapa genético? ¿Cuál será el grado de prótesis incorporada
que permitirá seguir considerando “humano” a un ser vivo
inteligente? ¿Cuán necesaria será la preservación de nuestro
planeta, “la madre Tierra”, una vez abierto el escenario de la
conquista de la galaxia? ¿Cómo preservar la biodiversidad y en
especial el potencial evolutivo de aquellas formas de vida no
“rentables” en el corto plazo?
Sustentabilidad Cultural que dice relación con la
identidad cultural y con los sistemas de lenguaje. Los temas en
torno a los cuales interrogarse en esta dimensión son varios.
¿Cuán importante es una lengua para preservar una identidad
cultural?
¿Podrán coexistir identidades culturales variadas en un mundo
que se globaliza crecientemente y que comienza a configurar
una
95
SUSTENTABILIDAD

única identidad planetaria? ¿Cómo evitar condenar a la calidad


de ejemplares de zoológico o de museo a quienes poseen
identidades notoriamente diferentes a la hegemónica? ¿Cómo
evitar caer en un “conservacionismo” cultural que busque
preservar identidades condenando a algunos seres humanos a
no beneficiarse del progreso civilizatorio? ¿Cómo aprender
de aquellas culturas distintas de Occidente respetándolas y
evitando por una parte expropiar su riqueza identitaria y sus
aportes para efectos mercantiles y por otra trivializarlos?
Sustentabilidad Política que dice relación con el Estado,
las relaciones de poder, la legitimidad y la gobernabilidad.
¿Cuánto Estado seguirá siendo necesario para continuar
persiguiendo el Bien Común, que va poco a poco
transformándose en el menos común de los bienes? ¿Quién si no
el Estado puede articular y armonizar la multiplicidad de
intereses existentes en toda sociedad, que a la vez se tornan
crecientemente más complejos? ¿Cuáles serán las formas de
legitimidad que sustituyan a las actualmente existentes?
¿Cómo incrementar la gobernabilidad en un contexto de
creciente desprestigio de lo político y del papel del Estado?
¿Cuánta legitimidad es necesaria para que una sociedad sea
gobernable?
Sustentabilidad Económica que dice relación con el
mercado, el crecimiento, la producción de bienes y servicios, el
consumo y el ahorro y la inversión. ¿Existen límites biofísicos
que el operar económico no puede trascender? ¿Existen límites
naturales, culturales o éticos, al progreso científico y
tecnológico?
¿Se deben poner límites al crecimiento y a la producción de
bienes y servicios? ¿Qué nuevas formas de distribución
reemplazarán al empleo que está dejando progresivamente de
ser la forma de trabajo dominante?¿Quién y cómo podrá regular
la creciente y gigantesca concentración del capital a nivel
global?¿Puede el mercado regular todo tipo de actividades
humanas? ¿Es posible democratizar el operar del mercado?
¿Cómo hacerlo?
Sustentabilidad Social que dice relación con la sociedad
civil y los actores y movimientos sociales. Vale la pena
96
SUSTENTABILIDAD

preguntarse aquí sobre cómo fortalecer la diversidad y el


pluralismo de la sociedad civil, pero a la vez como reducir las
enormes diferencias socioeconómicas que en términos de
patrimonio, ingresos y calidad de vida aún subsisten en nuestras
sociedades y más aún que tienden a incrementarse. Por otra
parte, cómo favorecer la emergencia y desarrollo de nuevos
actores y movimientos sociales, entendiendo que una sociedad
se enriquece y se hace más sustentable mientras mejor exprese
las distintas miradas y aproximaciones que frente a una misma
realidad tienen las personas. Deberemos ser capaces de
responder a interrogantes fundamentales tales como: ¿Existen
límites naturales a la diversidad social y cultural que puede
contener una comunidad humana? ¿Existen límites naturales a
la tolerancia o aceptación de la diversidad? ¿Existen límites en
términos de la inequidad y concentración de la riqueza que
puede soportar una sociedad humana?
Las preguntas anteriores son algunas, entre las muchas,
que es posible hacerse y que es necesario contestar para tornar
sostenible nuestro actual estilo de vida. No hacérselas o no
responderlas no se condice con nuestra condición de seres
racionales y capaces de ejercer su libre albedrío. Posiblemente,
antes de lo que pensamos muchas de ellas pasarán a ser parte de
los tópicos o conversaciones dominantes en nuestra cultura, la
occidental.
Actualmente el desarrollo sustentable o sostenible se ha
ido constituyendo en una referencia indispensable en el
discurso político, empresarial y de la sociedad civil. Es notable
la rapidez con la cual este concepto se ha transformado en un
concepto discursivamente hegemónico. Algunos autores hablan
incluso de “maquillaje verde”. Se han sumado muchos al
discurso del desarrollo sustentable, pero esta masividad
puede significar pérdida de contenido transformador y su
transformación en un recurso meramente retórico. Se produce
así una suerte de rutinización del carisma (haciendo uso de
las categorías weberianas); esto es, una pérdida del inicial
empuje revolucionario
97
SUSTENTABILIDAD

del nuevo concepto, al irse éste adaptando e integrando al


mundo cotidiano, al ámbito de las relaciones e instituciones
existentes, las que van frenando paulatinamente su empuje
innovador.
El desarrollo sustentable, al comenzar a hacerse parte de
la agenda política y empresarial, se ha constituido en un buen
tema para discursos y negocios, para entrevistas e influencias, y
para disputas de poder y también de financiamientos. El
problema reside entonces en que como preocupación quede sólo
a nivel teórico, en estudios, declaraciones y manifiestos, y no se
traduzca en acciones prácticas y en cambios de conducta. Es
incluso probable que a muchos problemas ambientales se les
encuentre una solución o salida técnica, y que continuemos
comportándonos como hasta ahora, con un absoluto
menosprecio o desconsideración del ambiente natural y social.
Es importante por otra parte no olvidar que es posible que la
crisis de sustentabilidad (ambiental y social) esté generando la
oportunidad para un profundo cambio civilizatorio, que nos
lleve a modificar a fondo nuestros estilos de vida (y de
consumo) y nuestra forma de ver el mundo (a nosotros mismos
y a la Naturaleza).
Sin embargo, es conveniente señalar que se dan en el
fenómeno descrito dos procesos simultáneos: por una parte una
cierta degradación conceptual, como producto de la creciente
polisemia con relación al concepto de sustentabilidad y
desarrollo sustentable; y por otra parte un enriquecimiento
conceptual debido al aporte de nuevas miradas, distintas de
quienes acuñaron el concepto.
Paralelamente, se experimenta una creciente tensión
entre concepciones más fundamentalistas (propias de muchos
de quienes se sienten sus padres fundadores) que rechazan los
nuevos sentidos atribuidos al concepto; y quienes están más
orientados a lograr transformaciones, a partir de las
correlaciones de fuerza realmente existentes, como ha sido el
caso de los verdes alemanes.
Al enfrentar lo anterior es necesario preguntarse por
quién o quiénes articulan esas distintas miradas y los intereses
que en ellas se expresan, y por quién o quiénes priorizan en
función de
98
SUSTENTABILIDAD

un interés común, consensuado o compartido, distinto del mero


ejercicio de la fuerza bruta. Aparece así como fundamental el
papel del Estado o de alguna institución que cumpla ese rol
articulador de los diversos intereses que se expresan en los
diferentes discursos. Es posible afirmar lo anterior a partir de la
constación de que el mercado es incapaz de realizar dicha
articulación, porque sólo es capaz de hacerlo en un contexto
sincrónico o temporal de corto plazo.
La situación descrita se da, no obstante, en un contexto
histórico en el cual hay una fuerte ofensiva ideológica y política
de los sectores neoliberales para reducir a su mínima expresión
al Estado, incluso reduciendo a cero su rol regulatorio.
Paralelamente surge desde la sociedad civil una demanda
antiestatista que coincide con la impulsada por el
neoliberalismo. Pero si bien desde ambas visiones se demanda
una transformación del carácter del Estado, las perspectivas de
aproximación son radicalmente diferentes.
Desde el mercado se busca reducir el rol regulatorio del
Estado para así dejar que este opere guiado exclusivamente por
la “mano invisible”, esto es el interés individual de los diversos
actores concurrentes. No obstante, es necesario tener presente
que en todo sistema la cuerda se corta en el punto más delgado,
y en el caso del sistema de economía de mercado, en el cual por
definición sus actores buscan minimizar sus costos y maximizar
sus ganancias, esto siempre se hace a costa de los más débiles.
Del mismo modo, todo actor en el mercado, si no existen
regulaciones, buscará externalizar sus costos, esto es,
transferirlos a otros. Siendo estos otros, siempre, los que no
tienen poder para evitar que así ocurra.
Asimismo presenciamos una notoria y creciente pérdida
de importancia del Estado en términos de soberanía económica
y capacidad regulatoria por efectos de los procesos de
globalización en curso. Los Estados nacionales se están
transformando así en meras figuras decorativas, en títeres, en la
cara visible cual muñeco ventrilocuo de las políticas
libremercadistas impulsadas por la
99
SUSTENTABILIDAD

Organización Mundial de Comercio, del Fondo Monetario


Internacional y del Banco Mundial.
Por otra parte aparecen cada vez más cuestionadas las
posibilidades de gobernabilidad global, debido a la creciente
ineficacia e ilegitimidad de las instituciones construidas a partir
de los acuerdos de Bretton Woods; como también a la crisis de
la Organización de las Naciones Unidas debido a los recientes
sucesos de Irak.
No obstante lo anterior, desde la sociedad civil no se
demanda el debilitamiento, sino la democratización del Estado,
esto es, la desconcentración y territorialización de la toma de
decisiones, su acercamiento a quienes se ven principalmente
afectados por ellas y por tanto el reconocimiento de la necesaria
participación de los involucrados en la búsqueda de soluciones.
De modo tal, que la demanda ciudadana no persigue el
abandono del Estado de su papel regulatorio ni su sustitución
por el mercado.

2. Cambiar las concepciones de la realidad.

Cuatro ideas iniciales desvelan la faz oculta de nuestras


concepciones de la realidad:
Una primera idea: La crisis ambiental es la
manifestación primera de una crisis mucho más profunda, cual
es la crisis de sentido que hoy está viviendo la humanidad.
Segunda idea: Dicha crisis de sentido se manifiesta por
una parte como una crisis de las formas como percibimos la
realidad, esto es las cosmovisiones, paradigmas o matrices
epistémicas desde las cuales hemos construido nuestra
interpretación del universo. Requerimos en consecuencia de
nuevas matrices epistémicas, de nuevos paradigmas, de nuevas
percepciones.
Tercera idea: También la crisis de sentido expresa una
profunda crisis moral, una crisis de principios, un trance donde
se vienen abajo las formas cómo valoramos, cómo sentimos,
cómo jerarquizamos, cómo actuamos, e incluso cómo nos
emocionamos
100
SUSTENTABILIDAD
en y con la realidad.
Cuarta idea: Lo que está detrás de lo que vivimos y
expresamos como crisis de sentido tiene su expresión en una
crisis de los principios y del método. Muchos de los principios
fundantes de nuestra civilización se han mostrado febles y
equivocados. Por otra parte los viejos métodos han caducado.
Se ha perdido la relación entre esfuerzo y significado. La
solidez de las certezas se ha difuminado. Estamos arribando
a un mundo de incertidumbres crecientes. Hemos llegado a los
límites del método y estamos sufriendo las contradicciones del
sistema que hemos construido.
Es posible, por lo tanto, afirmar que el principal problema
que hoy enfrenta la humanidad es primordialmente algo así
como un “subdesarrollo” moral, ya que hemos alcanzado un
desarrollo impresionante científico y tecnológico que nos da el
poder de modificar e incluso de destruir la naturaleza y a
nosotros mismos. Sin embargo, frente a este enorme poder no
hemos transitado hacia una moralidad acorde con él, de modo
que somos como niños al mando de una locomotora.
La pregunta por la sustentabilidad pone en el centro del
debate, la interrogante respecto a si seremos capaces de
sobrevivir sin destruirnos a nosotros mismos y a todo lo que nos
rodea. La noción de sustentabilidad, aunque polisémica
como ya lo señalábamos en otro trabajo (Elizalde, 1992), ha
permitido introducir un criterio para juzgar las instituciones y
las prácticas vigentes en las llamadas sociedades modernas.
Al igual que muchos otros conceptos en la historia de las
ideas, hay una dimensión de novedad intrínseca al concepto,
que al ser tal ya comienza a cuestionar ideas previas y a abrir
paso a otras concepciones distintas de las dominantes.
La idea de sustentabilidad puede ayudarnos a diseñar y
dibujar una nueva visión, una nueva comprensión, una nueva
cosmología, urgente y necesaria para enfrentar los enormes
desafíos que enfrentamos. El cambio fundamental a realizar no
está solo en el plano de la tecnología, de la política o de la
101
SUSTENTABILIDAD

economía, sino que está además en el plano de nuestras


creencias, ya que son ellas las que determinarán el mundo que
habitemos.
Para avanzar en esta dirección me parece
imprescindible cambiar nuestras concepciones respecto a la
realidad, ya que al ser concebirla como una realidad de carácter
objetual, esto es, conformada por objetos, y de algo que está
dado de una vez y para siempre, ello nos conduce a pensar la
realidad como un mundo “objetivo”, exterior a nosotros. Casi
todas nuestras tecnologías son exosomáticas y todos los
dispositivos culturales dominantes tienen esa orientación hacia
la exterioridad. De allí que ponemos todo nuestro esfuerzo en
cambiar lo que está “afuera” de nosotros, olvidando así nuestra
dimensión interior.
Parece necesario, por lo tanto, avanzar hacia una
concepción de la realidad vista como algo contingente, esto es,
como una sucesión de eventos y contingencias, como algo que
se construye en nuestro operar con otros en el mundo de la
vida. Un mundo intersubjetivo, del cual somos y hacemos
parte; o lo que es lo mismo, una realidad que es construida a
partir del compartir nuestros propios mundos interiores.

3. La reproducción de la vida.

Sin embargo, enfrentamos un problema medular para


efectuar esa transformación de nuestro pensar y operar en el
mundo, cual es la existencia de un sistema socioeconómico
(capitalismo) y también de pensamiento (neoliberalismo) que es
la culminación del despliegue de la civilización occidental (2), el
cual se ha ido imponiendo sobre el mundo globalizándolo y el
que en su lógica intrínseca es incapaz de reconocer, pese a su
discurso eficientista, la principal de las eficiencias, cual es la
eficiencia de la reproducción de la vida.(3)
Comparto plenamente la afirmación de Franz
Hinkelammert (1996) quien señala enfáticamente que el
mercado es incapaz de reconocer la principal de las eficiencias:
la eficiencia de la reproducción de la vida. Al actuar con una
ceguera tal se
102
SUSTENTABILIDAD

transforma en el principal agente al servicio de la entropía (4),


es decir de la muerte.
Como lo señalé en un trabajo anterior (Elizalde, 1996):
Lo limitado de nuestro horizonte temporal, nos hace
imposible darnos cuenta que en una perspectiva evolutiva de
largo plazo, la única eficiencia válida es la eficiencia
reproductiva. En el proceso de la vida, todo organismo vivo
se desarrolla en interacción con su ambiente, y dicha
interacción que es propiamente la vida de ese organismo
vivo, le permite a éste hacerse a sí mismo modificando o
transformando su ambiente, para que le haga posible su
existir. Cuando un ser vivo, en cuanto individuo, fracasa en
este propósito, muere. Cuando un conjunto de seres vivos,
en cuanto especie, fracasan en este propósito, se extinguen.

Pienso, por lo tanto, que es fundamental operacionalizar el


concepto de reproducción de la vida, para ello propongo
intuitivamente tres nociones.
La primera, la noción de resiliencia (5), entendida ésta
como la capacidad de un sistema para recuperarse o retornar al
estado previo al momento de sufrir un impacto o agresión. Esta
noción proveniente de la biología tiene una enorme potencia
para evaluar el impacto negativo generado por agresiones al
ambiente. La segunda, la noción de apertura, entendida como la
capacidad de un sistema para ensanchar el campo de opciones o
alternativas evolutivas. Este concepto ha adquirido mucho
mayor significado a partir de los desarrollos recientes en el
campo de la biología y de la educación.
La tercera, la noción de escucha, esto es la capacidad de
un organismo o sistema para procesar adecuadamente las
señales provenientes desde el medio circundante y sustentante.
En el mundo en que vivimos plagados de información hasta el
punto que ésta llega a transformarse en ruido, es
indispensable desarrollar la capacidad de escucha para no
perder la sensibilidad frente al sufrimiento ajeno. En un trabajo
reciente Joaquín García
103
SUSTENTABILIDAD

Roca (2000) acuña el concepto de vigía en relación al tema de


la justicia social y habla de la cercanía como ejercicio de vigía.
Sugiero, como una tarea intelectual de enorme prioridad
y relevancia política, ponerle carne a estas nociones,
conceptualizarlas adecuadamente y poder transformarlas en
variables posibles de ser cualificadas y cuantificadas para
efectos de su avance o retroceso. Creo que de ese modo
podremos dar un enorme paso hacia una cultura de la
sustentabilidad, tarea ésta fundamental para nuestra
supervivencia individual y colectiva.
Tarea imprescindible, por otra parte, pues estamos
instalados en un sistema de creencias, a mi entender erróneas,
que nos hace perseguir obsesivamente un modelo de
crecimiento ilimitado, desconociendo los límites que nos pone
la naturaleza y nuestra propia condición humana. Es un modelo
simplista y por tanto muy seductor, que como todo modelo
explicativo es cerrado, pero que sin embargo deja puntos de
fuga, esto es salidas como el coeteris paribus o las fallas de
mercado, y que se fundamenta en la creencia en la
sustituibilidad perfecta de los factores productivos; confiando
por lo tanto, ciega e ilusamente, en que uno de ellos, la
tecnología, todo lo puede. Desconociendo así abundante
evidencia histórica que demuestra que también ésta última tiene
límites.

4. Falacias que sustentan nuestras creencias.

Nuestro sistema de creencias encuentra sus


fundamentos en un conjunto de falacias que sustentan la actual
concepción hegemónica de la realidad. ¿Cuáles son ellas?

Primera falacia: La desingularización.

En primer lugar la falacia del abstraccionismo, de la


universalidad. Occidente, lo que llamamos la civilización
occidental es producto de la evolución de una cultura que tuvo
su origen en un punto singular y específico, y que por tanto
produjo
104
SUSTENTABILIDAD

satisfactores de necesidades apropiados a esa realidad en la cual


surgió. Sin embargo, ella se impuso sobre muchas otras culturas
subordinándolas e imponiéndoles satisfactores que, pudiendo
ser beneficiosos en un contexto singular, son profundamente
destructivos en otros contextos.
Es así como Occidente ha destruido sistemáticamente la
diversidad cultural, al destruir la singularidad y especificidad de
formas de vida, lenguas, religiones, conocimientos, etc.;
destruyendo asimismo la biodiversidad reconocida por esas
culturas específicas. Al hacer así se ignora olímpicamente lo
que hemos aprendido gracias a los más recientes desarrollos de
la ciencia respecto al necesario aporte de la novedad que provee
la singularidad para evitar la entropización de todo sistema. Se
niega así la importancia de la unicidad (uniqueness) de todo
ente, elemento sustantivo del universo físico y biológico,
olvidando así lo que es la identidad atómica o la identidad
celular, bases fundantes de toda la realidad. La ciencia moderna,
principal logro occidental, busca reducir todo a algo
universalizable, abstracto, desingularizado, esencial, incorpóreo,
inmaterial, intemporal, algo incluso más allá de lo sensorial, de
lo perceptual (6).

Segunda falacia: la separatividad.

En segundo término la falacia de la separatividad. Nos


vemos a nosotros mismos como partes aisladas, fragmentadas,
atomizadas, separadas del todo que constituye la realidad de la
cual formamos parte. Hemos perdido así la conexión con el
universo, con lo trascendente, con la sacralidad, con la magia y
el misterio de lo uno, de lo cósmico; y así perdimos también la
capacidad de compasión y por tanto de “criar la vida” tal como
lo hace la cosmovisión del mundo andino. Esta separación,
incluso, se ha revertido sobre nosotros mismos
disociándonos internamente, separando nuestra razón de
nuestro emocionar, el sentir del pensar, los afectos de las ideas,
lo público y lo privado, y así sucesivamente.
105
SUSTENTABILIDAD

A partir de allí derivamos en una lógica de actuación


destructiva, ya que la separatividad nos hace sufrir y derivamos
en miedos, en fantasmas, en inseguridades de todo tipo y en una
sobrevaloración de lo racional y de la explicación, como una
fuente de aseguramiento, y así lo que no entendemos tendemos
a destruirlo por temor, y por esa vía construimos una lógica
bélica que nos lleva de ver todo lo distinto, lo singular, lo
extraño, como un peligro, un adversario con quien competir o
un enemigo a quien destruir. Somos incapaces así de aceptar al
otro como un legítimo otro.

Tercera falacia: la exterioridad.


Y hay una tercera falacia, la de la exterioridad. Se ha
llegado a creer que la vida se da más bien fuera de uno mismo,
no en el ser, sino que en el tener o en el aparentar ante otros lo
que no se es. Hemos construido de ese modo un modelo
civilizatorio exosomático, donde la felicidad la buscamos no
en nosotros mismos sino que cosas que están fuera de nosotros.
Preferimos, por ejemplo, usar una calculadora a hacer el
esfuerzo de calcular mentalmente operaciones matemáticas
simples. La vida transcurre así en una permanente exterioridad,
donde lo que importa no es tanto ser feliz como aparentar
“éxito” y felicidad; o identificarse con patrones culturales
exógenos, muchos de ellos universales o cosmopolitas, más que
con aquellos que son producto de nuestra propia historicidad.
Se busca así acumular bienes y artefactos, “productos de última
generación”, tal como la cultura dominante lo establece como
demostración del éxito, llegando incluso hasta la ostentación y
el derroche.

Cuarta falacia: la uniformización del tiempo.

Una cuarta y última falacia es la falacia de la discronía


o de la atemporalidad, que implica desconocer la existencia de
distintos tiempos y el creer que vivimos todos en un mismo
tiempo uniforme. Sin embargo, si recordamos la película “Y
los dioses
106
SUSTENTABILIDAD

están locos” (7), podemos afirmar que nuestra realidad está


conformada por tiempos que coexisten a ritmos distintos:
subjetivo, físico, ecológico, biológico, cultural, económico,
presupuestario, burocrático, entre muchos otros posibles de
discernir. Occidente y en particular la economía de mercado
globalizada, como lo señaló Milton Santos (1978), ha impuesto
su tiempo, su ritmo sobre el operar de todos los otros tiempos,
en razón de la mayor velocidad de circulación de flujos con la
cual ésta opera.

5. La incoherencia creciente de nuestra cultura.

Todo ello nos ha conducido a una creciente


incoherencia entre sistemas de creencias, visiones de mundo,
sistemas de lenguaje, moralidades y concepciones éticas y
finalmente conductas y comportamientos individuales y
colectivos.
De allí el que operemos con matrices epistémicas
incoherentes e incluso patológicas, ya que generan condiciones
esquizomórficas (8), todo lo cual nos está llevando como
especie a la autodestrucción.
Con estas matrices operamos además en un contexto
donde las decisiones con respecto al futuro son tomadas desde
el mercado o desde una lógica política (en democracias
representativas con procesos electorales periódicos), ambas
marcadas por una visión cortoplacista. Y la pregunta
fundamental de hacerse es ¿quién piensa el largo plazo?, cuando
dicha visión provista en el pasado por las iglesias, las
religiones, las visiones espirituales fueron secularizadas, y
reemplazadas por la ciencia y la tecnología, pero ambas
cooptadas y subordinadas al mercado y al poder político, y
además autoneutralizadas por sus pretensiones
“objetivistas”, denunciadas por Maturana (1995) y Restrepo
(1994), entre tantos otros.
Además estas decisiones se racionalizan haciendo uso
del criterio de eficiencia, concepto éste que fue producido en
otro momento en la historia de la ciencia, en el de la
reversibilidad
107
SUSTENTABILIDAD

propia de la física mecánica, constituyéndose una explicación a


partir de una relación monocausal, en la que identificada la
causa que produce un efecto, se introduce esa causa como
antecedente o medio para lograr un resultado, efecto o fin
deseado; y hecho esto se busca establecer una relación de
optimización mediante la minimización de los medios usados y
la maximización de fines.
Sin embargo, el posterior avance de la ciencia, y en
particular de la química y la termodinámica nos han provisto de
un concepto mucho mejor para optimizar, este es el concepto de
sinergia, que da cuenta del operar conjunto de un sistema y
permite explicar los efectos resultantes no atribuibles a la acción
separada de sus partes. Un concepto como este permite una
mucho mejor representación del mundo real, en el cual las
relaciones de monocausalidad constituyen la excepción, siendo
lo dominante más bien fenómenos explicables en términos de
relaciones multivariables o de bucles de retroalimentación.

6. La homogeneizació n como el proceso


fundamental de nuestra civilización

No obstante lo anterior, nuestra ciencia, la occidental,


prisionera de su abstraccionismo, así como la tecnología
derivada de ella, construye sistemáticamente
homogeneización, estandarización, uniformación. Es una
ciencia referida en su reflexión a las medidas de tendencia
central, a la moda, la mediana, el promedio, que tiene una
obsesión por la “norma” y que en su búsqueda de certezas y de
regularidades se olvida de los márgenes, de los límites, de lo que
está fuera o más allá de lo normal, de lo excéntrico, de lo
extraño, de lo distinto, de lo que “no es como uno”, reforzando
la tendencia etnocéntrica, al parecer tan propia del ser humano.
Se construye de este modo un proceso interpretativo de
la realidad, que al focalizar su atención sólo sobre los puntos
donde se concentra la mayor frecuencia en cualquiera
distribución, y considerar sólo relevante lo que allí
sucede, tiende
108
SUSTENTABILIDAD

inevitablemente a desarrollar dinámicas de concentración y de


centralización de la información, de las ideas y del
pensamiento, que terminan bloqueando los flujos y el cambio, al
hacerse incapaz de incorporar la energía de orden, esto es, el
aporte de novedad que todo sistema vivo requiere. Al operar
de este modo se producen bloqueos y cierres prematuros, que
al tornar al sistema insensible a los pequeños cambios
provenientes desde sus márgenes, terminan atentando contra
su propia supervivencia.
A partir de esta visión construida desde la centralidad y
la homogeneidad operamos en el mundo con una persistente
demanda de poder, que los hechos terminan demostrando ser
sólo una ilusión. Es así como destinamos gran parte de los
esfuerzos realizados cotidianamente hacia una permanente
búsqueda de información, de seguridad y de dominio, lo cual
nos lleva a diseñar todo tipo de mecanismos y artefactos
conceptuales que nos hagan sentir con la capacidad para ejercer
control sobre las situaciones que vivimos o experimentamos.
Un ejemplo de esta tendencia cultural, es la existencia de
diversos estudios que afirman que una gran parte de los
conflictos conyugales en términos de poder, se hacen
manifiestos en la disputa por el manejo del control remoto. Al
parecer no hay nada peor que sentir que perdemos el control de
las situaciones. Sin embargo, la propia observación
fenomenológica de nuestras conductas, nos muestra cómo gran
parte de nuestro existir y operar en el mundo transcurre en un
espacio de azar, de contingencia, de surgimiento de lo
inesperado.
Tal vez explique lo anterior, la dominación del principio
del tercero excluido como un principio fundante del
pensamiento occidental, el cual impide en muchos casos la
creatividad, cierra prematuramente la búsqueda de explicaciones
y bloquea el acceso a modalidades explicativas de mayor
alcance.
Es así como, según Bart Kosko, si bien Aristóteles nos
dio la lógica binaria y buena parte de nuestra visión del mundo
y nos enseñó a manejar el cuchillo lógico y a trazar siempre una
línea entre los opuestos, entre la cosa y la no cosa, entre A y no
A, hubo otras concepciones de la realidad que no sólo
toleraban la
109
SUSTENTABILIDAD

ambigüedad o vaguedad, sino que incluso la promovían. “Buda


rechazaba el mundo blanquinegro de las palabras en su camino
hacia el esclarecimiento espiritual o psíquico, mientras Lao-tze
nos daba el Tao y el emblema de éste, el del yin y el yang, la
cosa y la no cosa a la vez, A y no A al mismo tiempo.” (Kosko,
1996:76)

El mismo Kosko sostiene que:


Cada día hay más hechos, y nuestras mediciones del mundo
son más precisas. Por tanto, las cuestiones se difuminan y
nuestras opiniones se vuelven más borrosas. Todas las cosas
causan todas las cosas en cierto grado (...) Cada día es más
difícil decir de una cosa, de una acción, de un hecho, si es
bueno o malo, si está bien o mal. Las líneas de separación
rectas se difuminan, se curvan. La razón desemboca en la
duda. Lo que empieza blanco y negro acaba gris. (Kosko,
1996:242).

La paradoja, sin embargo es que el operar con esta lógica


binaria es posiblemente la gran fortaleza que Occidente ha
desarrollado en su relación con otras culturas, es la fuerza de
una lógica constitutivamente bélica, patriarcal, dominatoria e
incluso predadora.

7. ¿Qué hacer para avanzar hacia otro sistema de


creencias?

Creo profundamente que nuestro principal desafío ético


es el de abrirnos a compartir y a incluir al otro, en especial a los
excluidos. En las sociedades del pasado, las no occidentales y
no capitalistas, la identidad no se entendía sin relación a la
comunidad, al pueblo, a la gente, al otro. Occidente construyó
al individuo, como entidad aislada y separada radicalmente de
la otredad. La individualización es el principal logro de
Occidente, pero también su peor resultado. En esas sociedades
se sabía que la inequidad, la diferenciación excesiva traducida
en desigualdad genera envidia, odio y violencia, supieron
como evitarlo. Una
110
SUSTENTABILIDAD

sociedad anclada en la inequidad y en la desigualdad abismante


entre los seres humanos es obviamente generadora de violencia,
guerra y destrucción mutua.
Es necesario recuperar como un objetivo cultural la
búsqueda de la sabiduría, cuestión esta que es muchísimo más
que la simple información o el conocimiento (explicación del
lugar que ocupa y del hacer de algo en el universo). Es
capacidad para ver transtemporalmente con el corazón, con la
emoción que surge del ser capaz de “ponerse en el pellejo del
otro”, el splacnisomai de Jesús, la compasión budista, la
simultaneidad de la perspectiva ética y émica de la cual nos
habla la antropología, es el juicio simultáneo de la inteligencia y
el corazón.
Siento que como especie, para enfrentar la actual crisis,
requerimos adoptar como una suerte de imperativo categórico,
que constituya la base fundante de una ética mínima, el
mandato o acuerdo de la compasión, tan olvidada en el
sistema de pensamiento y lenguaje dominante, y expresada
como un principio fundamental en todas las grandes tradiciones
sapienciales de la humanidad: “ama al próximo como a ti
mismo”; “no hagas a otro lo que no quieres que te hagan”; “a
cada cual según su necesidad; de cada cual según su capacidad”,
entre tantas otras formulaciones. Pero transitar hacia una
sustentabilidad ampliada (sociedades sustentables) requerirá
quizás transitar a una compasión ampliada que nos lleve a
entender que “todo ente existente es el centro del universo.”

¿Por qué caminos avanzar?

1. Con la producción de indicadores locales, porque rescatan


la singularidad de los espacios, de los ecosistemas, de las
poblaciones y hacen posible mayor participación y
despliegue democráticos
2. Desarrollando la idea de escucha, y más aún el concepto
de
vigía acuñado por Joaquín García Roca, respecto a la
insolidaridad y de destrucción de bienes comunes.
111
SUSTENTABILIDAD

3. Identificando alertadores tempranos o señaladores que nos


permitan descubrir cardinalidades negativas en procesos
sociales y ambientales en curso.
4. Avanzando hacia un horizonte político cultural de
equidad y justicia social expresado en una línea de dignidad
que haga posible un punto de encuentro que supere la
indignidad del sub-consumo y también la indignidad del
sobre-consumo.
5. Construyendo una nueva moralidad vinculada con la
termodinámica, que haga posible una reorientación del
esfuerzo tecnológico hacia un ahorro energético, hacia un
manejo de los biomas respetando su capacidad de carga, etc.
6. Con el rescate de los viejos valores de la compasión, la
solidaridad, la fraternidad, la igualdad, y la puesta en juego
de nuevos valores tales como la inclusión y la equidad
(justicia social y ambiental), la espiritualidad, la aceptación
plena del otro.
7. Con la introducción de la frugalidad, la sobriedad, el
ascetismo voluntario como un estilo de vida bueno, justo y
necesario modificando así las pautas de consumo y de
producción dominantes.
8. Con el desarrollo del pensamiento complejo, la
racionalidad ambiental y las visiones ecosistémicas como
elementos fundantes de los procesos educativos y de
producción y reproducción cultural.
9. Apuntando hacia la producción colectiva de saberes y la
recuperación y valoración de los saberes tradicionales.
10. Con la construcción de una sociedad civil global que
haga posible un reajuste global frente a la absoluta
desregulación que propugna el “pensamiento único”.

8. Afinando la puntería: algunas propuestas.


Hay que transformar la globalización excluyente hacia
nuevos espacios de ciudadanía, de construcción de calidad de
vida y de avance hacia sociedades sustentables. Para ello hay
que apostar por nuevas propuestas.
112
SUSTENTABILIDAD

La necesidad de complementar las prioridades


tecnológicas con prioridades éticas. La revalorización de
la opción evolutiva endosomática.

Como afirma Denis Goulet:


Un desarrollo ético requiere enfoques pluralistas y no
reduccionistas sobre la tecnología. La tecnología no es un
valor absoluto para sus propios fines que tiene un mandato
para pasar a llevar por delante toda otra consideración.
Como Ellul lo urge, debemos desmitificar la tecnología.
(Goulet, 1992:30)

Nuestra especie ha optado, en la civilización occidental, por la


evolución exosomática, es decir por un tipo de desarrollo que
sitúa el esfuerzo transformador fuera de sí mismo, en lo que es
el ambiente, con el cual se interactúa y dónde se lleva a cabo la
existencia. Este ambiente lo denominamos medio y seguirá
siéndolo, mientras el eje del proceso evolutivo sea puesto en esa
exterioridad que forma parte también de nuestro propio existir,
en los llamados procesos de crecimiento económico, que operan
mediante la permanente y creciente transformación física y
material del ambiente en que se lleva a cabo nuestra existencia.
Esta opción evolutiva nos ha llevado a construir una
civilización material a través del uso de tecnologías, que son
extensiones o sustitutos de nuestra capacidad de transformar la
realidad por medio de la utilización del instrumento que es
nuestro propio cuerpo.
Pero el uso de tecnologías implica hacer uso de la
energía- materia disponible en el ambiente en el cual
existimos. Estableciéndose así un límite externo a nuestro
propio accionar evolutivo, límite que está puesto por la cantidad
de energía-materia disponible en nuestro ambiente. Límite este a
su vez relativamente exiguo, dadas las tendencias a la
aceleración del uso de energía- materia y al aumento de la
generación de entropía dentro del sistema.
Sin embargo han existido y existen otras opciones
113
SUSTENTABILIDAD

civilizatorias que han tendido a hacer uso, por el contrario, de la


evolución endosomática, esto es de un tipo de desarrollo
centrado en la interioridad de nuestro ser, en las dinámicas de
nuestros deseos y pulsiones, donde si bien también nuestro
existir afecta el ambiente en el cual se lleva a cabo, el principio
siempre presente es el del más profundo respeto por la
Naturaleza y las leyes que emanan de ella. El modo en que se
vive surge de una percepción de que todo el cosmos participa
en un intercambio de energía procreadora que fluye
continuamente entre los humanos y los animales, entre la
sociedad y la naturaleza. Siendo así, es la sociedad humana la
que debe adecuar sus demandas a las disponibilidades de la
naturaleza si es que quiere existir como parte de la unidad
natural.
Existe una profunda ceguera en nuestra civilización
occidental respecto a algo tan fundamental para nuestra
existencia y para nuestro evolucionar, como son nuestros
deseos. Como se lo escuché decir hace algún tiempo a
Humberto Maturana: “la historia de la humanidad sigue el
curso de los deseos. No existe necesidad ni recursos, son los
deseos los que los hacen”.
De modo tal que cambiando nuestros deseos cambiará
nuestra forma de relación con el ambiente. Esto lo saben muy
bien aquellas culturas que han desarrollado una forma de
relación de respeto y de unidad con la naturaleza. El límite ético
al deseo está puesto por un profundo respeto a toda forma de
vida. Sólo cuando es absolutamente imprescindible para mi
propia supervivencia podré tomar la vida ajena en mis manos,
pero con un profundo amor y agradecimiento a ese ser que hace
posible mi propia conservación. No ha sido jamás valorizado en
este tipo de culturas ni el derroche, ni el despilfarro, ni la
obsolescencia deliberada, ni los intereses, ni la usura. El valor
de las cosas es algo que no está puesto al margen de la vida. Es
la vida y la diversidad que ella contiene el valor supremo que
orienta el accionar humano.
Sin embargo, aún es posible que podamos corregir y
reorientar la opción evolutiva en la cual hemos estado
empeñados.
114
SUSTENTABILIDAD

Ello implica optar de manera deliberada por la opción


endosomática. Esta es el único camino que puede evitar la
catástrofe que implicaría el desborde de la resiliencia de los
sistemas en los cuales operamos. Esta opción es la única
coherente con la preservación de la diversidad cultural y
biológica. Esta opción implicaría centrar nuestro esfuerzo
cultural en el desarrollo de una racionalidad profundamente
diferente de la racionalidad dominante. Una racionalidad ya no
de medios o de fines, sino que una racionalidad de sentidos, una
racionalidad ética y utópica que trascienda el cortoplacismo
de la racionalidad occidentalizante. Una racionalidad capaz
de aprender de las diversas manifestaciones de la vida y de
asombrarse ante el propio asombro, actitud fundamental en
quienes son capaces de aprender a mirar la realidad con ojos
nuevos, con ojos siempre abiertos a descubrir la inagotable e
inefable maravilla de la diversidad contenida en el existir.

La triestructuración: hacia una sociedad civil mundial.

Nicanor Perlas (1999) acuñó el concepto de


triestructuración buscando dar cuenta del nuevo fenómeno que
comenzaba a emerger en la escena política mundial, la
conformación de una sociedad civil global. Hecho que fue
ratificado por las dinámicas generadas a partir de las
manifestaciones de Seattle. Según su interpretación, los sucesos
que llevaron al colapso de la agenda de la Organización
Mundial de Comercio (OMC) en diciembre de 1999 en Seattle
evidencian “el repentino surgimiento de un tercer poder global
en el escenario de la historia del mundo”. Comienza así
según Perlas a configurarse “un mundo tripolar de grandes
negocios, gobiernos poderosos y sociedad civil global” (9).
En el libro mencionado anticipó que los intentos de
imponer por la fuerza un nuevo acuerdo no equitativo sobre
inversiones, similar al Acuerdo Multilateral sobre Inversiones
(MAI) en la reunión de la OMC en Seattle, fracasaría debido a
la
115
SUSTENTABILIDAD

Fuente: Gráfico elaborado por Antonio


Elizalde a partir de ideas de Marc Nerfin,
Nicanor Perlas, Dave Korten y propias

notable influencia que la sociedad civil global ha desarrollado


en los últimos años.
Perlas demuestra que el poder de la sociedad civil
proviene del “poder cultural”, y que una forma de ejercer este
poder cultural es mediante el uso de la “contaminación
simbólica”. Señala por otra parte que este poder cultural cuando
actúa, no lo hace en el ámbito de votos y elecciones, sino que
más bien devela asuntos relacionados con la significación,
verdad, ética, moralidad, autenticidad, legitimidad, etc. Y
es porque la articulación de tales asuntos afecta
profundamente a los políticos y a altos ejecutivos, a niveles
cognoscitivos y de comportamiento, que el poder cultural puede
tener grandes efectos en la sociedad. Ésta es, según él, la razón
de por qué la globalización elitista
116
SUSTENTABILIDAD

quiere asegurarse de que la vida se vea reprimida.

Hay dos definiciones importantes de destacar en su trabajo,


según
Perlas:
En su forma moderna, sociedad civil significa las estructuras
y asociaciones organizadas y activas en la esfera cultural.
Éstas incluirían, entre otras, a las ONGs, las Ops
(organizaciones populares), la comunidad académica,
los medios de comunicación, los grupos de eclesiásticos,
como distinción por contraste, si bien no necesariamente en
oposición, al aparato formal de ejercicio del poder en la
esfera política, y la red de empresas comerciales en la
esfera económica. La empresa tiene el poder económico.
Los gobiernos esgrimen el poder político. Pero la sociedad
civil emplea el poder cultural.

La cultura es aquel espacio social donde se generan la identidad


y la significación. Ambas son inseparables; identidad y
significación dan a los seres humanos su orientación
cognoscitiva, afectiva y ética. La pérdida de significación da
como resultado un cúmulo de comportamientos aberrantes y
destructivos. El descubrimiento de la significación da como
resultado creatividad, compasión y productividad mayores.
Para Perlas, la globalización elitista (10) se hace manifiesta
en las cuatro características del actual modelo de desarrollo no
sustentable: un crecimiento generador de desempleo por la
liberalización unilateral y el alto endeudamiento; un
crecimiento sin voz por las estructuras políticas inequitativas y
corruptas; un crecimiento sin futuro por la degradación del
medio ambiente y la pérdida de biodiversidad; un crecimiento
despiadado por la homogeneización cultural, los patrones
insustentables de consumo, producción y distribución y el
materialismo acrecentado.
La sociedad civil, en tanto que institución que controla
la identidad y la significación, deberá jugar un rol fundamental
117
SUSTENTABILIDAD

en el desarrollo mundial futuro. Dos tareas se hacen así


evidentes, la primera es defender y expandir la vida y el papel
de la cultura en la sociedad global; la segunda ser un
antídoto de la globalización elitista, para lo cual será
necesario combatir y neutralizar el carácter predatorio de
muchos poderosos Estados- naciones y de grandes empresas.

La constitución de una ciudadanía mundial

En una perspectiva similar, Adela Cortina plantea como


propuesta el avance hacia la condición de ciudadanos del
mundo: Y es que el proyecto de forjar una ciudadanía
cosmopolita puede convertir al conjunto de los seres
humanos en una comunidad. Pero no tanto en el sentido de que
vayan a entablar entre sí relaciones interpersonales, cosa -por
otra parte- cada
vez más posible técnicamente, sino porque lo que construye
comunidad es sobre todo tener una causa común. Por eso
pertenecer por nacimiento a una raza o a una nación es
mucho menos importante que perseguir con otros la
realización de un proyecto: esta tarea conjunta, libremente
asumida desde una base natural, sí que crea lazos comunes,
sí que crea comunidad. (Cortina, 1997:253)

Para ello será necesario que en la economía política, sin ir más


lejos, se universalice cuando menos la ciudadanía social, ya que
son sociales los bienes de la Tierra y ningún ser humano puede
quedar excluido de ellos. Cortina afirma que los bienes de la
Tierra son bienes sociales:
Y no es ésta una concesión bienintencionada, sino un
reconocimiento de sentido común, porque cada persona
disfruta de una buena cantidad de bienes por el hecho de
vivir en sociedad. El alimento, el cariño, la educación, el
vestido, la cultura, y todo lo que nos separa de un ‘niño
lobo’, son bienes de los que disfrutamos por ser sociales.
(Ibid:256)
118
SUSTENTABILIDAD

Y termina afirmando que siendo sociales los bienes deben ser


compartidos:
Bienes que, en consecuencia, deben ser también socialmente
distribuidos para que podamos llamar a esa distribución
justa.
¿Y cuáles son los bienes que una sociedad distribuye?
Conviene aquí recordar que los bienes de la Tierra son de
diverso tipo, porque algunos de ellos pueden caracterizarse
como materiales y otros, como inmateriales o espirituales.
De ahí que para distribuir unos y otros con justicia resulte
indispensable la aportación de los tres sectores de la
sociedad: del sector social, del económico y del político. Sin
el concurso de todos ellos la distribución será
irremediablemente injusta. En efecto, en principio las
sociedades cuentan con bienes que podrían llamarse
materiales, como el alimento, el vestido, la vivienda, las
prestaciones sociales en tiempos de especial vulnerabilidad,
pero también con bienes que cabría calificar de inmateriales
o espirituales, como la educación, la cultura, el cariño, la
esperanza, la ilusión y la gracia divina. Son todos éstos
bienes que nadie posee en exclusiva, como si alguien fuera
capaz de producirlos por sí mismo, sino bienes de los que
disfrutamos por recibirlos de la sociedad. (Ibid:257).

La necesaria consideración de nuestra huella ecológica


En 1996, Mathis Wackernagel y William Rees (2001)
plantearon el concepto de huella ecológica y una metodología
para su cálculo. Este instrumento permite lograr una mejor
compresión de los impactos de nuestro consumo. Preguntas
imprescindibles de hacerse en la actualidad son: ¿Estamos
consumiendo ya más de lo que nos corresponde y con ello
erosionando las bases del bienestar de las generaciones futuras?
Más allá del agotamiento o disponibilidad de recursos para la
actividad económica, ¿es factible que los ecosistemas del
planeta sigan absorbiendo cantidades crecientes de
contaminantes y residuos, y mantengan su capacidad de apoyo
vital? ¿Es factible medir cuántos recursos estamos utilizando
con nuestro patrón de
119
SUSTENTABILIDAD

producción y consumo y reorientarlo hacia un consumo más


sustentable y responsable con nuestros hijos y nietos?

A este respecto, Bernardo Reyes apunta que:


La sustentabilidad de la Huella Ecológica, en un planeta con
menos de 1,3 hectáreas de suelos eco-productivos por
habitante, nos plantea la necesidad de revisar los indicadores
macro-económicos y evaluar las oportunidades que las
existencias de capital natural nos otorgan hoy y para el
futuro. Que un número reducido de personas consuma 4 a 10
hectáreas niega efectivamente la posibilidad de desarrollo de
quienes sobreviven con escasos recursos y medios, sin la
posibilidad de acceder a la justa proporción de recursos
que les corresponden en este planeta. Ahí surge también la
dimensión ética que el debate de la sustentabilidad social
no puede ignorar: el tema de la equidad que señala la Huella
Ecológica en un planeta con límites biofísicos obvios y
perentorios. La Huella Ecológica vincula la eficiencia
tecnológica con la eficiencia ecológica y el desafío de
reducir nuestro consumo con el de mejorar nuestra calidad
de vida. (Reyes, 2001)

La línea de dignidad, como horizonte ético y político,


que limite el sobreconsumo de los ricos y
reduzca el subconsumo de los pobres
La Línea de Dignidad es una propuesta que ha surgido
en el debate realizado entre el Norte y el Sur en el proceso de
construcción de marco global para la sustentabilidad. Su origen
está en el Programa Cono Sur Sustentable, que ha impulsado la
realización de varios trabajos (Carvalho, 2003; Costa, 2003;
Olesker, 2003; Wautiez, 2003) para avanzar en la
conceptualización de esta propuesta y en algunos eventos donde
se ha debatido con un grupo amplio de especialistas, su eventual
utilidad y potencialidades para avanzar hacia una mejor
redistribución de los recursos de un planeta finito.

Como lo señala, una de las creadoras de este concepto:


120
SUSTENTABILIDAD

La Línea de Dignidad corresponde a una elaboración


conceptual que pretende conciliar los objetivos de
sustentabilidad ambiental con los objetivos distributivos de
la equidad social y la democracia participativa (…) La Línea
de Dignidad es concebida como un posicionamiento de las
organizaciones del Sur en el debate Norte-Sur sobre
sustentabilidad y constituye un aporte para la construcción
de un marco de sustentabilidad ambiental. Los énfasis en el
desarrollo de este concepto están puestos en el desafío de
satisfacer las necesidades humanas básicas y de redistribuir
el espacio ambiental del planeta; y en el desafío de lograr
equidad socio-ambiental entre las sociedades del Norte y las
sociedades del Sur. (Larraín, 2003)

Larraín señala que su elaboración conceptual busca establecer


los parámetros para un nuevo indicador social, que permita
elevar el nivel de satisfacción de necesidades establecidas en la
“línea de pobreza” a una nueva línea base, concebida como de
dignidad humana, y establecida con un enfoque de ampliado
de las necesidades humanas ampliadas. De tal modo que se
modifica la concepción tradicional de equidad social al pasar
desde el objetivo de alcanzar una vida mínima (mera superación
de la línea de la pobreza) al del logro de una vida digna.
Pero, la línea de dignidad, también establece una carga
diferencial en el esfuerzo a desarrollar para la sustentabilidad,
en función de estar sobre o bajo ella, de modo que debe también
entenderse como un referente de redistribución o una línea de
convergencia. Línea de convergencia que permite bajar el
consumo de los de arriba y subir el de los de abajo. Hay
indignidad por lo tanto no sólo en el subconsumo de los pobres,
sino también en el sobreconsumo de los ricos. La Línea de
Dignidad permitiría así contar con un instrumento conceptual
para avanzar hacia una mayor equidad internacional en las
relaciones Norte-Sur, pero asimismo en la equidad interna en
los propios países del Sur, al establecer un referente político
de lo que sería aceptable
121
SUSTENTABILIDAD

éticamente como un nivel de consumo humano digno o


decente.

9. Hacia una nueva regulación económica mundial:


intentando podar las garras de las transnacionales.

Rigoberta Menchú ha señalado que:


En la globalización –sustentada en la libre competencia y el
libre mercado– se busca el incremento de la productividad
para ser más competitivos, es decir, para ganar la
competencia fomentando el consumismo irracional, pero no
para satisfacer las necesidades de las mayorías. Este modelo
de supuesto desarrollo debe cambiar. La pobreza y la
degradación ambiental continuarán mientras no se
abandone la irracionalidad en la forma de producir y
distribuir la riqueza. Y esto sólo será posible si el desarrollo
que hoy se pregona desde los centros de poder político y
económico mundial sufre cambios profundos. El desarrollo
sostenible debe ser, en esencia, un proceso de cambio justo
y democrático, gradual y dinámico, en nuestra calidad de
vida. El ser humano tiene que ser su eje fundamental y la
comunidad debe generar dinámicas para la solución de los
problemas comunes. Estamos hablando de crecimiento
económico con justicia social. Las formas de producción y
los hábitos de consumo deben procurar la recuperación del
medio ambiente, conservando la armonía vital entre el ser
humano y la naturaleza. El desarrollo sostenible debe
basarse, además, en la diversidad histórica y cultural, en la
igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y en la
irrestricta participación ciudadana en el ejercicio de la
democracia. Las condiciones actuales del planeta nos exigen
aceptar el reto de evitar su colapso y ganar la batalla por la
vida. (Menchú, 1996)

Como David Korten Korten (1998) lo ha demostrado, el orden


económico actual está gobernado por las transnacionales. La
importancia y magnitud de ellas se puede apreciar de los
siguientes
122
SUSTENTABILIDAD
datos:
De las 100 mayores economías del mundo, 52 son ahora
corporaciones. Mitsubishi es la vigésimo segunda economía
más grande del mundo. GM es la vigésimo sexta, la Ford es
la trigésimo primera. Todas ellas son mayores que
Dinamarca, Tailandia, Turquía, Sud-África, Arabia
Saudita, Noruega, Finlandia, Malasia, Chile, Nueva
Zelandia. Y si usted sigue aferrándose a la nostálgica
idea de que las grandes corporaciones están ayudando a
dar empleo a las fuerzas de trabajo globales –que el tamaño
obtiene empleos– he aquí un dato final: las 200 mayores
corporaciones del mundo dan cuenta hoy de alrededor del
30 por ciento de la actividad económica global, pero
emplean a menos de la mitad del uno por ciento de la fuerza
laboral global. (Mander, 2001)

Pat Mooney (2001) señala que los tres más decisivos y fatales
temas que las sociedades, a lo largo y ancho del mundo,
deberán enfrentar durante el siglo que se inicia serán la erosión
ambiental y cultural, la forma como las tecnologías futuras
transformarán a la sociedad y la concentración del poder de las
corporaciones y de la clase dominante, lo que en resumen llama
ETC:
1. La concentración implica la reorganización del poder
económico en las manos de los oligopolios de alta
tecnología.
2. La interfaz entre bio-recursos en desaparición, nuevas
tecnologías de control de la vida y la emergencia de
tecnocracias privatizadas, puede conducir mañana los
cambios políticos y sociales.
3. La velocidad y la insensibilidad, y la ausencia de
compasión
que caracterizan a estos desarrollos, darán poco espacio para
consideraciones humanas y sociales más amplias y, más
sorprendentemente aún, para un profundo desarrollo
económico a largo plazo.

Jerry Mander (1994), ha identificado la existencia de once


reglas
inherentes al comportamiento de las grandes corporaciones
123
SUSTENTABILIDAD

transnacionales. Entre ellas es pertinente destacar las siguientes:


El mandato de la ganancia, esta es la medida definitiva
de toda decisión corporativa. Tiene prioridad sobre el bienestar
comunitario, la salud de los trabajadores, la salud pública, la
paz, la conservación del medio ambiente y la seguridad
nacional.
El mandato del crecimiento, ya que las corporaciones
viven o mueren según su capacidad de sostener el crecimiento.
De esta capacidad depende su relación con los inversionistas, la
bolsa de valores, los bancos y la percepción pública.
La amoralidad: “Dado que no son humanas y no tienen
sentimientos, las corporaciones no tienen sentido moral ni
metas altruistas. De modo que se toman decisiones que pueden
ser contrarias a los objetivos comunitarios y a la salud
ambiental, sin miramientos.” (Mander, 1994:159). Sin embargo,
buscan ocultar su amoralidad e intentan actuar como si fueran
altruistas.
La transitoriedad: “Las corporaciones existen más allá
del tiempo y el espacio: tal como ya lo vimos, son creaciones
legales que sólo existen en el papel. No mueren de causas
naturales: sobreviven a sus propios creadores. Y no tienen
ningún compromiso para con el lugar los empleados y los
vecinos.” (Mander, 1994:164)
La oposición a la naturaleza: “Cuanto más se explota a
la naturaleza, mayor será la utilidad para todas las
corporaciones.” (Mander, 1994:165)
La homogeneización: “La retórica de la sociedad
norteamericana declara que la sociedad de los bienes de
producción entrega mayor número de alternativas y diversidad
que otras. “Alternativas”, en este caso, significa alternativas de
productos, alternativas dentro del mercado: muchas marcas
entre las cuales elegir. En realidad, sin embargo, las
corporaciones tienen un interés en que todos nosotros vivamos
nuestras vidas de un modo similar y que obtengamos nuestros
placeres de las cosas que compramos.” (Mander, 1994:167).

El mismo Mander señala que:


124
SUSTENTABILIDAD

Entre muchos argumentos absurdos, los que abogan por la


globalización económica alegan que, en el largo plazo, ésta
aumenta la protección ambiental. Su teoría consiste en que a
medida que los países se globalizan, a menudo explotando
recursos como bosques, minerales, petróleo, carbón, peces,
vida silvestre y agua, su mayor riqueza les permitirá salvar
más porciones de naturaleza de posibles estragos, y además
les permitirá introducir elementos técnicos para mitigar los
impactos ambientales negativos derivados de su propia
producción aumentada. Sin embargo, existen fuertes
evidencias de que cuando los países aumentan sus aparentes
ganancias dentro de una economía global, la mayor parte de
ellas va a las corporaciones globales, que tienen pocos
incentivos para volver sus beneficios hacia la protección
ambiental. En vez de hacerlo, arrastran al país a una
explotación aún mayor, o simplemente se guardan el dinero
y escapan rápidamente del país. Tal es la conducta
corporativa normal dentro de una economía global. (Mander,
2001)

David Korten sostiene que ahora Occidente va por un camino


similar al del extremismo ideológico del sistema soviético que
excluyó todo, excepto al Estado.

· La diferencia es que nosotros estamos siendo llevados a


depender de empresas desapegadas, desarraigadas y no
fiscalizables, en vez de un Estado todopoderoso y no
fiscalizable. Es irónico considerar que mientras más se
acerca el liberalismo empresarial a sus ideales ideológicos
del capitalismo de libremercado, mayor es el fracaso de
los regímenes de mercado, por las mismas razones que
fracasaron los regímenes marxistas:
· Ambos conducen a la concentración del poder económico
en instituciones centralizadas no fiscalizables – el Estado en
el caso del marxismo y las transnacionales en el caso del
capitalismo.
125
SUSTENTABILIDAD

· Ambos crean sistemas económicos que destruyen los


sistemas vivos de la tierra en nombre del progreso
económico.
· Ambos producen una invalidante dependencia de las mega-
instituciones que erosionan el capital social del cual depende
el funcionamiento eficiente del mercado, el gobierno y la
sociedad.
· Ambos tienen un punto de vista economicista acerca de las
necesidades humanas que socava el sentido de la
vinculación espiritual esencial con la tierra y la comunidad
para mantener la estructura moral de la sociedad.” (Korten,
1998:87)

Korten señala asimismo, que la viabilidad de un sistema


económico depende de que la sociedad tenga mecanismos para
reaccionar frente a los abusos, ya sea del estado o del mercado,
y la erosión del capital natural, social y moral que tales abusos
generalmente exacerban; y que si bien el pluralismo
democrático no es una respuesta perfecta a los problemas de la
gobernabilidad, parece ser la mejor que hemos descubierto en
nuestro mundo imperfecto.
Wim Dierckxsens, ha planteado la necesidad de una nueva
regulación económica mundial, una suerte de
neokeynesianismo global, ya que la creciente pérdida por parte
de los Estados-Nación de capacidad para regular el
comportamiento de las empresas transnacionales, en el nuevo
contexto global, significa que éstas pueden pasar por encima de
los intereses nacionales. Sostiene asimismo que:
tarde o temprano, un nuevo orden monetario a nivel mundial
será demandado para salvar la lógica de acumulación de una
catástrofe en el ámbito financiero mundial. Esta amenaza se
vislumbra en un horizonte nada lejano y la pregunta que
puede hacerse es si primero tendrá que darse el desastre o si
el mundo será capaz de coordinarse para prevenirlo.
(Dierckxsens,
1999:36).

De un modo similar Korten señala que:


126
SUSTENTABILIDAD

ya es hora de desmantelar las instituciones de Bretton


Woods y consolidar las funciones de gobernabilidad
económica bajo organismos que respondan plenamente a
Naciones Unidas. (Korten, 1998:351)

David Korten ha propuesto, además, a partir de lo que está hoy


comenzando a ocurrir en muchos lugares del planeta, avanzar
hacia una nueva forma de hacer política, organizada en torno a
los siguientes ejes: un nacimiento convergente de los valores y
aspiraciones de la gente común, de cada nacionalidad, clase,
etnia y tradición espiritual; creando una política del todo
centrado en la afirmación de la vida y la democracia; auto-
organizada por millones de líderes; confrontando las
instituciones de poder vía acción directa no violenta mientras
crea alternativas de espacios económicos, políticos y culturales;
transformando las relaciones de poder para crear un mundo que
trabaje para todos; y anclada en un despertar de una nueva
conciencia ambiental y espiritual.

10. Valores necesarios y posibles de aportar desde


nuestra identidad cultural a la sustentabilidad
global

Existe un conjunto de valores, propios de nuestra


identidad latinoamericana profunda, que aparecen no sólo como
pertinentes para el tránsito hacia una cultura de sustentabilidad,
sino además como indispensables para transitar hacia una nueva
moralidad.
Leonardo Boff (1996), desde una visión anclada en la
teología de la liberación, surgida en el acompañamiento a la
prácticas de los movimientos sociales de nuestro continente, ha
ampliado su mirada a la consideración de los problemas
relacionados con el medio ambiente y propone, para el rescate
de la dignidad de la Tierra, un nuevo paradigma que demanda
un nuevo lenguaje, un nuevo imaginario, una nueva política,
una nueva pedagogía, una nueva ética, un nuevo
descubrimiento de
127
SUSTENTABILIDAD

lo sagrado y un nuevo proceso de individuación


(espiritualidad).
Como puntos indispensables para esa transformación
plantea la necesidad de:
a. una recuperación de lo sagrado;
b. una pedagogía de la globalización;
c. la escucha del mensaje permanente de los pueblos
indígenas;
d. el cambio hacia un nuevo orden ecológico mundial;
e. una ética de la compasión sin límites y de la
corresponsabilidad;
f. una espiritualidad y una mística anclada en la ecología
interior.

De un modo similar, Rigoberta Menchú afirma que:


Los valores sobre los que los pueblos indígenas hemos
construido nuestros complejos sistemas se fundan en la
cooperación y la reciprocidad de la vida comunitaria; en la
autoridad de los ancianos y nuestra relación con los
ancestros; en la comunicación y la responsabilidad
intergeneracionales; en el derecho colectivo a la tierra, el
territorio y los recursos; en la austeridad y la autosuficiencia
de nuestras formas de producción y consumo; en la escala
local y la prioridad de los recursos naturales locales en
nuestro desarrollo; en la naturaleza ética, espiritual y
sagrada del vínculo de nuestros pueblos con toda la obra de
la creación. (Menchú, 2002)

Señala así mismo que no es posible introducir valoraciones


mercantilistas a concepciones tan complejas de modo que los
presupuestos sobre los que se han construido los “derechos de
propiedad intelectual” en el derecho internacional y doméstico,
que reconocen exclusivamente los derechos de personas
“naturales” o “jurídicas” o los de “creadores individuales”,
negándoselos a entidades colectivas como los pueblos
indígenas, no protegen sino la información resultante de
“descubrimientos”, mientras que el conocimiento indígena que
es trans-generacional y comunitario no es protegido. Por otra
parte, no se reconocen
128
SUSTENTABILIDAD

sistemas muy complejos de propiedad, tenencia y acceso como


los que caracterizan a muchísimas expresiones de las culturas
indígenas, y se persigue darle dueños a los recursos de la
naturaleza, mientras que las preocupaciones de los pueblos
indígenas son las de prohibir su comercialización y racionalizar
su uso y distribución. De un modo similar, se reconocen
exclusivamente valores económicos de mercado y no así los
valores espirituales, estéticos y culturales, o aún los valores
económicos locales, siendo todos ellos objeto de manipulación
por grupos de interés económicos y políticos que determinan
qué se protege y a quién se favorece.

11. Valores para la sustentabilidad

Detallaré a continuación algunos valores que considero


que pueden contribuir de manera importante a la sustentabilidad
global:

Uso sustentable de los recursos naturales

Shapion Noningo, líder indígena de la Amazonía


peruana en un artículo para la Revista Tierra América señala lo
siguiente: Los pueblos indígenas reivindicamos el uso
sustentable de nuestros recursos naturales, es decir, el tipo de
uso que hemos realizado históricamente. En la agricultura,
por ejemplo, cultivamos siempre varias especies, hacemos
turnos para que
la tierra descanse, no es costumbre nuestra abrir grandes
extensiones de terreno para sembrar un solo cultivo, como
quiere el Estado. Sabemos que eso mata la tierra y no
queremos acabar con nuestra selva. Son pues dos formas
muy distintas de uso de la tierra. Frente a la presión de las
grandes multinacionales farmacéuticas, intentamos
defendernos mediante convenios para ponerles condiciones.
No queremos que pase con esta riqueza lo mismo que
ocurrió con el petróleo o el oro, y que nos veamos
obligados a denunciar a nivel
129
SUSTENTABILIDAD

mundial un nuevo despojo. Pedimos un beneficio que sea


equitativo. Si se descubre algún bien o se requiere nuestro
conocimiento sobre las plantas u otros recursos, exigimos un
pago justo. (Noningo, 1995)

Dicha forma de relación no destructiva con el medio ambiente,


es la que caracteriza las formas de explotación propias de las
culturas indígenas de la Amazonía, como lo destaca Fernando
Mires:
Las técnicas de cultivo y de aprovechamiento económico del
bosque practicadas por los indígenas, recién están siendo
conocidas. Como ya ha sido visto, la recurrencia que hacen
los indígenas del “factor ecológico” puede considerarse una
actividad, en última instancia, científica. Esa actividad
científica les ha permitido no sólo sobrevivir durante siglos,
sino acumular, además, un tesoro de conocimientos que para
la reformulación de la Economía Política (y de otras
ciencias) constituyen aportes insustituibles. Ahora bien, si la
“economía del crecimiento” realizara prospecciones
ecológicas que tomaran en cuenta apenas algunas de las
consecuencias que producen, en plazos cortos, la destrucción
de los bosques, ¿cuál es, aún desde su propia lógica, el gran
negocio que están realizando? (Mires, 1990:139):

Criar la vida(11)
Pero aún más, en la cultura andina la relación con la
naturaleza es armónica e incluso amorosa, como nos lo describe
Eduardo Grillo, allí la crianza es una expresión de amor al
mundo y hay una simbiosis, en una comunidad donde lo
heterogéneo es valorado y acogido:
El mundo andino somos todos nosotros: quienes vivimos
aquí en los Andes criando y dejándonos criar, formando
familia. Somos un mundo vivo y vivificante en el que nadie
es ajeno a la vida, ya se trate de un hombre, de un árbol, de
una piedra. Somos un mundo en el que no hay lugar para la
inercia o la
130
SUSTENTABILIDAD

esterilidad. Tampoco hay lugar aquí para la abstracción ni


para la separación y oposición de sujeto y objeto y de fines
y medios: no somos un mundo de conocimiento porque no
queremos transformar al mundo sino que lo amamos tal cual
es. Somos un mundo de la inmediatez de la caricia, de la
conversación, del juego, de la sinceridad, de la confianza.
Somos un mundo de amor y engendramiento. La crianza es
la afirmación incondicional de la vida y del amor a la vida.
La crianza, tanto para quien cría como para quien es criado,
es la forma de facilitar la vida, es la forma de participar a
plenitud en la fiesta de la vida. Enfatizamos que la cultura
andina es una cultura de crianza porque la crianza no puede
ocurrir en cualesquiera condiciones ni todos somos capaces
de criar ni de dejarnos criar. En un mundo de
competencia y de desconfianza, como el de occidente
moderno, los individuos que viven en sociedad no crían ni se
dejan criar porque tratan de ser lo más independientes que
sea posible en la lucha por imponer sus intereses. Allá más
bien cada quien se cría a sí mismo tratando de adquirir
conocimiento teórico y conocimiento práctico en cada
una de las opciones que va tomando a lo largo de su vida en
defensa de sus intereses y en ejercicio de su libre albedrío y
de sus derechos de ciudadano. En estas condiciones cada
opción le deja una experiencia y una huella. Considérese,
por ejemplo, que en Inglaterra, el procedimiento técnico
aconsejado cuando nace un niño consiste en separar de la
madre al recién nacido y colocarlo en una cuna aparte y
ocurre que con frecuencia mueren los recién nacidos
aparentemente sin causa clínica alguna. Estudios
minuciosos han concluido que los recién nacidos mueren
porque les falta la inmediatez de su madre. (Grillo,
1996:40 y 41)

Aprender a convivir con la naturaleza

Nuestras artificializadas formas de vida nos han ido


131
SUSTENTABILIDAD

separando de lo natural, de tal modo que nos llegan a


incomodar la humedad, las hojas, el polvo, la lluvia, esto es los
elementos constitutivos y esenciales de nuestra existencia,
como la tierra y el agua.
Marcos Terena, líder de la etnia yanomami de Brasil y
dirigente del Comité Intertribal, nos describe como se le da su
primer baño de río al pequeño recién nacido en cuanto despunta
el sol y la creatura sale del agua fría llorando a mares, pero
luego sonríe, respira hondo y empieza a formar parte del
equilibrio natural:
Así tenía lugar una secular costumbre de nuestro pueblo:
iniciar desde el nacimiento nuestra relación con el medio
ambiente, en este caso conocer el agua para aprender luego a
sorberla y saciar nuestra sed, a navegar en ella con nuestros
cuerpos. Haciendo esto, nunca dejaríamos de respetar a la
naturaleza, su capacidad para protegernos, para
alimentarnos, para fortalecer nuestros espíritus e incitarnos a
creer en el Gran Creador. (Terena. 1995)

Respetar la sacralidad del misterio de la vida

Toro Sentado, Sioux Oglala, nos señaló lo siguiente:


Hermanos: la primavera ha llegado; la tierra ha hecho el
amor con el sol y pronto veremos las criaturas de ese amor.
Todos los seres se levantan. Del gran poder de esa relación
debemos todos nuestra existencia y la que nosotros
concedemos a nuestra criaturas hermanas. Hasta a
nuestros hermanos animales, quienes tienen los mismos
derechos que nosotros; los derechos de vivir en nuestra
madre tierra. (cit. en González Martínez, 1979)

Del mismo modo, en el conocido texto atribuido al Gran Jefe


Seattle, leemos lo siguiente:
Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre
pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como
132
SUSTENTABILIDAD

la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo


que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. El
hombre no tejió la trama de la vida; él es solo un hilo. Lo
que hace con la trama se lo hace a sí mismo. Ni siquiera el
hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a
amigo, queda exento del destino común.

Una ética de la compasión y de la frugalidad

Latinoamérica como fruto de su historia plagada de


utopías y de dolor y sufrimiento, ha sido capaz de acuñar
miradas sobre el mundo propias pero también de validez
universal; entre ellas es posible destacar varias: la Teología de
la Liberación, la Pedagogía de la Emancipación, la
Investigación Acción Participativa y el Desarrollo a Escala
Humana, entre muchas otras. En todas ellas está presente una
profunda vocación democratizadora y de justicia social.
Desde esas miradas es posible plantear como una utopía
realizable el avanzar en un esfuerzo colectivo de educación, de
compromiso personal y de trabajo político y cultural que nos
haga posible una ampliación de la conciencia (como en la
noción budista de la compasión o en la cristiana del amor al
prójimo) para desarrollar así la capacidad de dar cuenta
simultáneamente de la necesidad propia y de la necesidad del
otro, estableciendo de ese modo un horizonte de autolimitación
(voluntaria) a la actualización o a la satisfacción de la necesidad
que permita la existencia de los otros, hoy y mañana.
El principal desafío que surge de nuestro desarrollo como
seres éticos es asumir la responsabilidad por nuestro accionar
en el mundo, y ser capaces de entender que nuestra calidad de
vida alcanza su plenitud cuando trascendemos desde nuestra
conciencia individual hacia una forma de conciencia capaz de
sentir como propia, no sólo nuestra necesidad, sino además, la
de todo otro ser humano y de toda otra forma de vida.
133
SUSTENTABILIDAD

NOTAS

(1) Este capítulo es una versión corregida y ampliada


del artículo «Otro sistema de creencias como base y
consecuencia de una sustentabilidad posible» que fue publicado
en Ética, vida y sustentabilidad, Enrique Leff (coord.),
PNUMA, México D.F.,
2002.
(2) «Hinkelammert señala que: «Desoccidentalizar el
mundo, eso es esta tarea. Desoccidentalizar la iglesia,
desoccidentalizar el socialismo, desoccidentalizar la peor forma
de Occidente, que es el capitalismo, desoccidentalizar la misma
democracia. Pero eso implica reconocer que el mundo es el
mundo de la vida humana en la cual todos tienen que poder
vivir. Este reconocimiento constituye la superación de
Occidente.» (Hinkelammert, 1989:12)
(3) Una manifestación germinal de un proceso que apunte
en una perspectiva de reconocer el riesgo para la existencia de
la vida humana y de todas las formas de vida es el “Manifiesto
por la Vida. Por una Ética de la Sustentabilidad” elaborado a
partir de las reflexiones realizadas en el Simposio sobre Ética
Ambiental y Desarrollo Sustentable realizado en Bogotá en
mayo de 2002. La publicación del libro Ética, Vida,
Sustentabilidad da cuenta de los aportes allí realizados y
contiene el Manifiesto por la Vida, el cual también se puede
encontrar en la página web de la Red de Formación Ambiental:
http://www.rolac.unep.mx/educamb/esp/ mantexto.htm
(4) La entropía es la medida de hasta qué punto la
energía disponible en cualquier subsistema del universo está
cambiando a una forma no utilizable. Siendo el contenido total
de energía constante, la entropía total aumenta continuamente.
No es posible crear energía, nadie ha conseguido crearla y
nadie jamás lo conseguirá. Lo único que podemos hacer es
transformar la energía, pasarla de un estado a otro, pero cada
vez que la energía pasa de un estado a otro hay que pagar un
cierto precio. Este precio es una disminución en la cantidad de
energía disponible para realizar
134
SUSTENTABILIDAD

en el futuro algún tipo de trabajo. Y esta disminución tiene un


nombre: se llama entropía. Cuando ya no existe energía
disponible, utilizamos la expresión “muerte térmica”; cuando
no hay materia disponible, utilizamos la expresión “caos
material”. En ambos casos, el resultado es entropía: una
dispersión al azar de la materia y la energía que las vuelve
menos concentradas y, por tanto, menos aptas para realizar
cualquier trabajo útil. Ver al respecto Entropía. Hacia el
mundo invernadero de Rifkin y Howard (1990).
(5) En los últimos años se ha comenzado a hacer uso
crecientemente de este concepto, en ámbitos tan diversos como
la educación, la psicología, el trabajo social y la resistencia de
materiales, entre otros.
(6) Según Francisco Varela «el término que mejor se
adecua a nuestra tradición es abstracta: no hay palabra que
caracterice mejor a las unidades de conocimiento que han sido
consideradas más “naturales”. La tendencia a abrirnos paso
hasta la atmósfera pura de lo general y de lo formal, de lo
lógico y lo bien definido, de lo representado y lo planificado, es
lo que le confiere su sello característico a nuestro mundo
occidental.» (Varela, 1996:13)
(7) Una excelente sátira de esta situación se presenta en
la película “Los dioses están locos”, en la cual toda la trama se
organiza en torno a una botella de Coca Cola, que lanzada
desde un avión es recogida por un pigmeo africano y llevada a
su aldea, alterando dramáticamente sus formas de vida.
(8) Si recurrimos al concepto del “doble vínculo”
acuñado por Gregory Bateson como factor explicativo de la
esquizofrenia, el affaire Clinton – Levinski es una clara
demostración de ello. Miles de millones de padres y educadores
enseñando a niños y adolescentes sobre la importancia de no
disociar el sexo de los afectos, mientras que una sóla
declaración pública de quien era el hombre más poderoso del
mundo, echaba por tierra todo dicho esfuerzo educativo.
(9) Los recientes Foros Sociales Mundiales de Porto
135
SUSTENTABILIDAD

Alegre (2001, 2002 y 2003) son una demostración del


importante avance hacia la conformación de una sociedad civil
global, que ya no sólo critica las actuales formas excluyentes e
insustentables de globalización, sino que comienza a elaborar
propuestas y alternativas de políticas públicas distintas a las
impuestas desde los centros de poder dominantes.
(10) Milton Santos (2000) en este su último libro,
publicado poco antes de morir, habla incluso de la
globalización perversa. Santos presenta la globalización como
fábula, como perversidad y como posibilidad, señalando la
necesidad de transitar desde el pensamiento único a la
conciencia universal que permita la construcción de una nueva
civilización planetaria. Según Santos, los actores más poderosos
de esta nueva etapa de la globalización se reservan los mejores
pedazos del territorio global y dejan los restos para los otros.
Un variado y riguroso tratamiento del tema de la
globalización se puede encontrar en los diversos artículos
contenidos en Globalización y Sustentabilidad. Desafíos y
Alternativas, Programa Chile Sustentable, Santiago, 2002; o en
los artículos de la monografía “Por una nueva globalización”
presentada en el número 4 de Polis. Revista de la Universidad
Bolivariana. Santiago, 2003.
(11) Un interesante trabajo etnográfico descriptivo de la
cosmovisión andina es el libro Criar la vida: trabajo y
tecnología en el mundo andino de Juan van Kessel y Dionisio
Condori Cruz, Vivarium, Santiago de Chile, 1992. Se puede ver
también para profundizar: La Cultura Andina de la
Biodiversidad, PRATEC, Lima, 1996 y Ciencia y Saber
Campesino Andino. Conflicto y Complementariedad,
SEINPA/Universidad de Hohenheim/ PRATEC, Lima, 1990.
UNA PROGRESIÓN DE VALORES

REDES DE SOLIDARIDAD

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UNA PROGRESIÓN DE VALORES PÍ
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139
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

1.Preguntas para iniciar una reflexión ética.

1. ¿Cómo hacer para que los sectores ricos y más


acomodados del planeta y de cada país cambien sus hábitos de
consumo y desarrollen un estilo de vida más frugal?
2. ¿Cómo hacer para que el mercado y los políticos
cambien su visión de corto plazo? Y en caso que eso sea
imposible, por la naturaleza de las lógicas con las cuales operan,
¿quién se hará cargo de proveer a la sociedad de una visión de
más largo plazo?
3. ¿Cómo introducir en la cultura una visión más
respetuosa y de mayor cuidado de la naturaleza?

2. Una convicción.

Tengo la convicción de que debemos aprovechar toda


oportunidad posible para iniciar un profundo y sostenido debate
ciudadano sobre estas preguntas y temas relacionados, ya que
afectarán substancialmente el funcionamiento de nuestras
instituciones y su condición democrática así como nuestra
calidad de vida futura.

3. Dos axiomas

Creo necesario presentar la problemática de la cual


140
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

pretendo dar cuenta en una forma axiomática, porque aclara la


perspectiva en la cual me sitúo en mi reflexión, y a la vez por lo
esclarecedora que puede ser para efectos de discernir entre
opciones que son fundamentalmente de carácter moral:
1. Nuestra civilización ha llegado o está por alcanzar un
punto en el cual se están tornando crecientemente
insustentables los actuales niveles de consumo de su población.
Estamos así enfrentados, como únicas salidas posibles, a dos
opciones: una una reducción de la población o una reducción
del consumo.
2. La reducción de la población ha sido un camino ya
experimentado por la especie humana en el pasado mediante
guerras, hambrunas, emigraciones masivas y pandemias. Sin
embargo, la historia demuestra que ese camino sólo ha podido
resolver temporal y localizadamente el problema de la
insustentabilidad, produciéndose desplomes civilizatorios,
emigraciones masivas y pestes, entre otros procesos o eventos
vividos. Con posterioridad a ellos, no obstante lo anterior, ha
continuado el incremento demográfico y del consumo. Lo
absolutamente nuevo es que todas las civilizaciones anteriores
fueron regionales, miradas desde la actual perspectiva histórica
y que por primera vez tenemos una civilización global y
planetaria que afecta todo el territorio del planeta, en términos
de estilos de vida y de espacios vitales, por lo que no existen
puntos de fuga como los hubo antes.

4. Tres ideas que enmarcan la reflexión

Tres ideas me parecen importantes de enunciar para


enmarcar las reflexiones que compartiremos a continuación.
1. La primera idea es que estamos enfrentando un punto
de quiebre o de inflexión civilizatoria. En tales circunstancias se
abren varias alternativas entre las cuales optar; una de ellas es
seguir igual, lo cual implica seguir incrementando la actual
insustentabilidad ambiental y social hasta su natural desplome;
la otra, que engloba posiblemente a varias, es cambiar.
141
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

2. La segunda idea es que aparecen cada vez más


cuestionadas las posibilidades de gobernabilidad global, debido
a la creciente ineficacia e ilegitimidad de las instituciones
construidas a partir de los acuerdos de Bretton Woods (2).
3. La tercera idea, el dilema que hoy se nos presenta, es:
continuar avanzando ineludiblemente hacia una cultura única,
tipo monocultivo o plantación, por medio de una globalización
hegemónica de naturaleza casi exclusivamente económica vía la
integración de los mercados financieros, con su marcado
carácter autoritario y excluyente de millones de seres humanos,
incluso de pueblos completos como Chechenia o Afganistán; o
por el contrario, luchar decididamente para avanzar hacia
formas de globalización democrática y ecosistémica, con
múltiples y variados procesos de integración social, cultural,
política y económica, donde se expresen y se desplieguen las
distintas dimensiones de la existencia humana y se recoja toda
la enorme diversidad cultural que es producto de la historia
humana, desarrollando así diversos ecosistemas humanos y
ampliando de ese modo el horizonte evolutivo.

5. Cuatro hipótesis

1. La crisis ecológica no es tanto un problema


ambiental y técnico, sino más bien un problema político y
cultural que tiene que ver con las emociones (creencias) en las
cuales nuestra cultura está instalada y con las políticas que de
allí se derivan, luego es fundamentalmente un problema moral.
2. Siendo un problema moral su salida tiene que ver con
los comportamientos individuales y colectivos y con los
valores
asociados a ellos.
3. Los valores de una cultura se corresponden a un
sistema de creencias socialmente construidas, en las cuales ésta
opera.
4.Para cambiar comportamientos y valores será
necesario cambiar conjuntamente las creencias que los
sustentan y que han llevado a ellos.
142
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

6. Cinco juicios

1. La visión del mundo hegemónica y el sistema de


creencias asociado a ésta son incapaces de reconocer los
valores coherentes con el momento histórico, por una ceguera
perceptiva. Desde las emociones en que está situada no puede
ver más allá del impacto inmediato y circunstancial de su
propio operar. No logra percibir los efectos acumulativos en el
tiempo, ni las interacciones múltiples ni los bucles de
retroalimentación producto de la creciente incorporación de
nuevos actores y de la permanente transformación de éstos
(combinación del efecto mariposa y del concepto de
stakeholder).
2. Se agrega a esta ceguera perceptiva una actitud ingenua
y casi infantil de confianza en el poder ilimitado de la ciencia y
la tecnología que nos proporcionará, en algún momento futuro,
casi mágicamente, instrumentos omnipotentes que aportarán las
soluciones requeridas. Todo consiste en capear el temporal, que
ya vendrán tiempos mejores.
3. Por tal razón, frente a los desafíos que nos
confrontan cotidianamente usamos una estrategia de elusión.
Esperando que, dada la complejidad de variables en juego,
alguna azarosa combinatoria entrará a operar dando solución a
los problemas.
4. De allí entonces que en vez de asumir un cambio radical
de creencias, valores y conductas preferimos continuar a la
espera de aquellas soluciones donde pagaremos el menor costo
o donde la solución nos será impuesta por terceros (las
circunstancias), y así nos negamos a reconocer los progresivos
escalamientos negativos en la magnitud de los fenómenos,
adaptándonos pasivamente a ellos.
5. Las visiones de largo plazo que fueron provistas en el
pasado por las religiones fueron desplazadas y desvaloradas a
partir de los avances de la ciencia y la tecnología modernas,
pero al neutralizarse estas últimas en sus dimensiones éticas,
nuestra civilización se ha quedado situada en una mirada de
corto plazo impuesta desde el mercado y la política. Hoy todas
las decisiones
143
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

con respecto al futuro son tomadas desde el mercado o desde


una lógica política (propia de democracias representativas
con procesos electorales periódicos), ambas marcadas por una
visión de corto plazo. La pregunta fundamental es ¿quién piensa
el largo plazo?. Más aún cuando la ciencia y la tecnología han
sido cooptadas y subordinadas al mercado y al poder político, y
además se han autoneutralizado debido a sus pretensiones
“objetivistas” denunciadas, entre muchos otros autores, por
Maturana (1995b) y Restrepo (1994).

7. Seis reflexiones sobre la especificidad del


fenómeno humano

1. ¿Qué es lo que nos diferencia a los seres humanos de


otros seres vivos? Todos (o casi todos) los seres vivos, con
excepción de los humanos, pueden sólo actuar dentro de un
rango de opciones limitado y condicionado estructuralmente
por su dotación genética. Los seres humanos, por el contrario,
pueden ir más allá de los límites que les establecen los
condicionamientos derivados de su biología y su psiquismo.
2. Ello es posible gracias a dos condiciones: la primera,
la cultura, la presencia de un sustrato que se agrega al biológico
y que es producto de la existencia social, lo que da origen y
hace posible el ejercicio de la libertad o del libre albedrío.
3. La segunda de ellas, tal ejercicio es la posibilidad de
optar entre los varios cursos de acción posibles, que va
abriendo el propio proceso evolutivo de la especie mediante la
construcción de cultura, y que se traduce en la ampliación del
rango de opciones del cual disponen los integrantes de la
especie humana (sus especímenes) frente al devenir de su
existencia individual y colectiva.
4. ¿Nuestra ceguera perceptiva es producto de una
construcción cultural o es una condición constitutiva de la
especie humana? De ser lo primero la cosa sería posible de
cambiar modificando las condiciones culturales que le dieron
origen; pero
144
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

de ser lo segundo ello implicaría una característica “suicida”


frente a lo cual no habría salida posible, salvo esperar que el
desarrollo científico y tecnológico (biología e ingeniería
genética) pudiesen aislar el “gen patógeno”.
5. Las abundantes evidencias provistas por la antropología
permiten concluir que han existido culturas que han podido
desarrollar formas no destructivas de relación con la naturaleza
y con sus propios nichos ecológicos.
6. Franz Hinkelammert (1996 y 1999) ha señalado que
el capitalismo en su actual forma (globalizado) es incapaz de
reconocer la principal de las eficiencias, que es la de la
reproducción de la vida; de ser así un rasgo fundamental de
nuestra civilización occidental sería su carácter biocida y
ecocida (González, 1976).

8. Siete consideraciones sobre cultura y genética.

Parece necesario, por lo tanto, hacer una breve


consideración sobre las relaciones entre genética y cultura. Para
ello es necesario introducir una diferenciación conceptual entre
la genética como fenómeno biológico, esto es, el campo del
operar o despliegue de los procesos evolutivos de la vida, y la
Genética en cuanto corpus teórico del ámbito disciplinario, o
rama de las ciencias biológicas dedicada al estudio de los
procesos evolutivos y del papel de los genes o herencia
biológica.
En estas consideraciones me refiero a la genética en su
primera acepción. Así pues, ¿qué tienen en común la cultura y
la genética?
1. Ambos fenómenos son procesos continuos, no
experimentan clausuras definitivas, van dando origen, en su
transcurrir, a nuevos fenómenos.
2. Ambos fenómenos pueden abortar, al experimentar
clausuras prematuras.
3. La inicial relación de determinación genética de la
cultura ha llegado a invertirse como producto del desarrollo de
la
145
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

cultura y hoy experimentamos la posibilidad de manipular los


procesos evolutivos de la vida, gracias al avance en el ámbito
de la Genética.
4. Del mismo modo, la propia cultura en su desarrollo
ha incorporado en una sola gran tendencia los diversos procesos
evolutivos generando así una dinámica homogeneizadora,
global y planetaria, que crea la contingencia de desaparición de
la cultura, y así de nuestra especie.
5. El desajuste actual entre lo biológico y lo cultural
tiene históricamente su origen en el desconocimiento o ceguera
cultural respecto a la existencia de distintos ritmos y tiempos
propios de cada fenómeno. Ello ha llevado a la desaparición de
especies vivas así como también de culturas (3).
6. La actual cultura occidental, en su hegemónica
versión capitalista globalizada, no respeta los distintos ritmos,
espacios y tiempos biológicos y así destruye la diversidad en
todas sus formas. Ella despliega en sí misma una vocación
universalizante y abstraccionista que, al buscar reducir todos
los fenómenos a un tiempo común, es profundamente
destructiva.
7. El potencial de transformación disponible hoy en
manos humanas, para no tornarse autodestructivo, requiere un
profundo cambio cultural (un nuevo sistema de creencias, una
nueva epistemología, una nueva ética, una nueva economía).

9. Ocho creencias instaladas

Todo lo que hemos señalado hasta ahora, ha sido


posible porque estamos instalados en un sistema de creencias,
que nos hace perseguir obsesivamente un modelo de crecimiento
ilimitado, desconociendo los límites que ponen la naturaleza y
nuestra propia condición humana. Es un modelo simplista y por
tanto muy seductor, que como modelo explicativo es cerrado
pero que deja puntos de fuga, esto es, salidas como el coeteris
paribus o las fallas de mercado, y que se ancla en el engañoso
supuesto de la sustituibilidad perfecta de los factores
productivos, confiando de
146
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

ese modo ciega e ilusamente en que la tecnología todo lo puede.


Desconocen asimismo la abundante evidencia histórica que
muestra que también ésta tiene límites, pero aún en el caso que
así no fuese, en el despliegue de la propia tecnología deberá
existir siempre un punto de declinación.
Es necesario apuntar a identificar algunas de aquellas
creencias instaladas que generan procesos crecientemente
insostenibles.
1. Vocación de dominio: Hay instalada en la cultura
occidental una vocación de dominio que, según algunos
autores, tiene sus orígenes posiblemente en los mitos fundantes
de la cultura judeo cristiana. En el Génesis (1,26 y 29) aparece
lo siguiente: “Y dióles Dios su bendición, y dijo: Creced
y multiplicaos y henchid la tierra y enseñoreaos de ella, y
dominad a los peces”. Es necesario señalar que también la
hermeneútica teológica podría situar aquí el cuidado de las
creaturas, como preguntarse qué significa el señorío y la
dominación y qué exigencias y responsabilidades derivan de
allí.
2. La ausencia de límites: El mundo en el cual se
desarrolla la mayor parte de la historia humana hasta
comienzos del siglo XX, aparece como inconmensurable para
la escala humana, en la cual operan gran parte de los
acontecimientos que constituyen la historia personal y
colectiva. Ello hace posible pensar en una ausencia casi
absoluta de límites para el progreso y avance humano. La
paradoja resultante, no obstante, es que esta misma sociedad va
construyendo crecientes límites al ámbito de la subjetividad y
de las utopías, como lo denuncian los nuevos movimientos
sociales.
3. La ideología del progreso: Se configura a partir de los
enormes avances que en la vida cotidiana de las personas
introduce el desarrollo de la ciencia y la tecnología modernas, la
creencia en la posibilidad de un progreso indefinido, de una
progresión ascendente y sin fin de la historia humana que
rompe así con la creencia instalada hasta entonces en una
historia de carácter cíclico, y llevando incluso al extremo de
afirmar por parte de
147
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

algunos pensadores (Hegel) que toda existencia humana sólo


tiene o adquirirá sentido cuando la noción de espíritu, esto es, la
idea de historia se haya desplegado plenamente.
4. El temor a la escasez: La ideología dominante propia
del capitalismo se ha instalado en el imaginario de nuestras
sociedades, destruyendo las formas de vida comunitaria, de
reciprocidad, de solidaridad y de convivialidad que
caracterizaron a muchas de las sociedades anteriores.
Correlativamente ha construido un temor obsesivo a la escasez,
a la carencia, a la indigencia, a la cual se llega a temer incluso
casi más que a la propia muerte
5. El sobre-reforzamiento “inmunitario”: Como todos
los seres vivos, uno de los sistemas biológicos que primero
desarrollamos es el sistema inmunitario, de allí entonces que
frente a todo aquello que percibamos como un potencial
peligro, habitualmente sobrerreaccionamos. “Los problemas de
la ética existen en la parte inferior del sistema nervioso. Es un
sistema que no ve el mundo externo y aquí empiezan los
problemas duros de la ética. El sistema básico del cerebro, lo
que se llama el hipotálamo, ve al animal, no el mundo externo.
Es el cerebro agresivo que está diseñado para defender la
integridad personal.” (Llinas, 1999).
Por otra parte, nuestro propio trabajo nos ha permitido
constatar que los satisfactores culturales de carácter más
destructivo están todos ellos referidos hacia la necesidad
humana fundamental de seguridad. (Max-Neef et al., 1986).
Por consiguiente, si creemos que la escasez es el
principal peligro que enfrentamos, tenderemos a apropiarnos
incluso destructivamente de aquello que consideremos en
riesgo de pérdida o de carencia, y a acumular incluso
“desmedidamente” para poder así asegurarnos frente a un
futuro incierto.
6. La separatividad. El individualismo y la
competencia a ultranza, instalados por el capitalismo, han ido
generando una concepción separativa y disociada del mundo;
nos vemos a nosotros mismos como entes aislados, como entes
independientes
148
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

y autónomos; y, como hemos ido perdiendo la noción de


pertenencia y de sentirnos parte de entidades mayores a
nosotros mismos, somos incapaces de percibir las sutiles y
misteriosas tramas de relaciones que nos acercan o nos
distancian de otros seres humanos, de los seres vivos y del
universo.
7. El etnocentrismo. Toda comunidad humana tiende de
manera natural a desarrollar una visión etnocéntrica, esto es a
considerarse el centro del universo, tendencia que ha sido
acentuada y enfatizada hasta límites casi patológicos, producto
de lo cual al diferente, incluso se le llega a considerar como un
peligro para la existencia propia, por lo que se resulta incapaz
de aceptarlo como un “legítimo otro”. Sólo estamos dispuestos
a aceptarlo cuando el otro diferente se hace igual a nosotros,
esto es cuando asume nuestras creencias, nuestros valores y
visiones respecto a la realidad.
8. La eficiencia mecanicista. Hay una creencia instalada
en nuestra cultura que confía ciegamente en la interpretación
del mundo derivada de relaciones de causalidad y más aún de
relaciones monocausales, de las cuales deriva el concepto de
eficiencia. Esta concepción mecanicista, si bien es válida para
algunos pocos fenómenos, se ha generalizado como explicación
del operar del mundo. Parece imprescindible transitar hacia una
forma de explicación y operacionalización que sea capaz de dar
cuenta de lo realmente más frecuente de encontrar que es lo
multicausal y lo sinérgico, de allí la necesidad de transitar hacia
una noción de eficacia sinérgica.

10. Nueve reflexiones en torno a valores para la


sustentabilidad

La distinción que a continuación presento corresponde


a una clasificación absolutamente arbitraria, pero que tiene la
virtud de presentar un conjunto de valores, algunos de ellos
(valga la redundancia) absolutamente “desvalorizados” en la
cultura que se ha ido constituyendo en los procesos de
modernización y
149
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

globalización que nuestro planeta ha experimentado en las


últimas décadas, y que considero plenamente válidos y
necesarios de recuperar, otros vigentes aún en algunos
espacios, y otros crecientemente reconocidos en el discurso
desarrollista.
1. La cooperación (operación conjunta). La evolución
humana ha sido producto principalmente de acciones
cooperativas desarrolladas a lo largo de la historia. Es en la
cooperación y no en la competencia donde fue posible
desarrollar el potencial evolutivo de nuestra especie.
(Maturana, 1995a).
2. La convivencialidad. Al interior de esa lógica
cooperativa, y en un proceso de retroalimentación se desarrolló
la convivencia, en relaciones de respeto y de confianza mutua,
condición necesaria ésta última para el desarrollo de la
condición humana (Maturana, 1995c) y para el proceso de
conversión en persona o de maduración humana (Maslow,
1989; Rogers, 1989). Durante la recién pasada década
también en el discurso “desarrollista” ha emergido con
enorme fuerza como un factor explicativo de las condiciones de
desarrollo de una sociedad, la existencia o ausencia de capital
social (4), entendida como la existencia de: compromiso cívico;
igualdad política; solidaridad, confianza y tolerancia entre los
ciudadanos; y asociaciones civiles que expresan hábitos de
cooperación, solidaridad y espíritu público. Incluso dos
autores con aproximaciones muy distintas titulan ambos
Confianza, sus libros en los cuales se refieren a los valores del
capital social que explican el desarrollo diferenciado de varias
regiones del mundo. (Fukuyama, 1996; Luhmann, 1996)
3. Los bienes comunes. Lo que el Capitalismo ha
necesitado destruir de manera sistemática a lo largo de su
historia, han sido todos los bienes comunes, es decir todos los
bienes compartidos por diversas comunidades humanas y que
teniendo su origen en momentos de mayor necesidad
constituían formas colectivas de enfrentarlos, ya que sólo de
ese modo pudo introducir el temor a la escasez que hizo
posible la acumulación en gran escala que desencadenó el
desarrollo de las fuerzas productivas.
150
UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

4. La reciprocidad. Para ello fue necesario también


transformar las formas de intercambio diferido en el tiempo, de
acuerdo al comportamiento de los ciclos productivos naturales,
como era la reciprocidad, por formas de intercambio inmediato,
como lo fue el dinero, que amplió sustantivamente el ritmo o
velocidad, así como la escala de los procesos económicos.
5. La redistribución. La asimétrica velocidad de
acumulación que ha generado una creciente desigualdad, hizo
que desde hace muchísimo tiempo se venga planteando como
una aspiración política y ética la necesidad de redistruir los
bienes del mundo. Parece incluso imprescindible hacerlo, más
aún cuando como lo señala Saúl Franco (1999:177):
Un reciente y documentado trabajo de un equipo del
Banco Mundial (5), preocupado por la creciente incidencia de
conductas criminales y violentas en muchas regiones del
mundo, con base en indicadores seleccionados durante el
perído 1970-
1994, afirma: “El grado de inequidad en el ingreso, medido con
el índice Gini, se asocia positivamente con la tasa de homicidio.
Este resultado es estadísticamente significativo y consistente en
las diferentes especificaciones de regresión consideradas”.

Adela Cortina ha señalado que no podemos olvidar que los


bienes son por naturaleza sociales y que:
Una ética del consumo se ve obligada a decir que una forma
de consumo es injusta si no permite el desarrollo igual de las
capacidades básicas de todos los seres humanos. (2003:223).

Pero además Gandhi (1987:88) lo señaló muy claramente


cuando nos enseñó que:
Es robo tomar algo de otra persona, aún cuando nos lo
permita, si no tenemos real necesidad de ello. No
debiéramos recibir ni una sola cosa que no necesitemos.
(…)No siempre nos damos cuenta de nuestras necesidades
reales, por lo cual la mayoría de nosotros multiplicamos
impropiamente nuestras carencias, convirtiéndonos
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UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

inconscientemente en ladrones. Si le dedicáramos alguna


reflexión al tema, veríamos que podemos desembarazarnos
de una gran cantidad de necesidades. (...)El origen de gran
parte de la aflictiva pobreza que hay en el mundo son las
violaciones al principio de no-robar. (Citado en Zegada,
2001).

6. La solidaridad. Joaquín García Roca (2001) ha


señalado que hay una disputa respecto al sentido del concepto
de solidaridad entre distintas visiones ideológicas.
Suscribiremos con él una concepción de solidaridad que
implica sentirse responsable frente a los sujetos débiles,
disputar por derechos no sólo para uno mismo sino también
para aquéllos que no los tienen reconocidos; construir un mundo
habitable no sólo para los fuertes y autónomos, sino para los
más débiles e indefensos, y particularmente para aquéllos que
no tienen voz y constituirán las generaciones futuras.
7. La gratuidad. La mayor parte de la existencia social
está construída sobre la base del establecimiento de procesos de
institucionalización de las relaciones sociales, ello implica la
creación de diversas normas y pautas de conducta que regulan
los ámbitos de actuación de las personas, gran parte de aquellas
reforzadas por grados diversos de control social. Lo anterior
implica la casi absoluta desaparición de la gratuidad en esas
formas de relación entre las personas. El mundo que tenemos
nos provee de muchísimos descubrimientos, encuentros y
creaciones pero no todos son originales, verdaderos y
profundos. Y sólo en la gratuidad o mediante la gratuidad es
posible el encuentro verdadero, el descubrimiento profundo, la
creación original. Únicamente en un ámbito de relaciones
donde no prime la obsesión por la eficiencia, por la
competencia, por el logro y por el rendimiento será posible el
surgimiento sinérgico de lo gratuito, de lo inefable, y de lo que
posiblemente sean los sentimientos más propiamente
humanos: la ternura y la compasión.
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UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

8. La fraternidad. Tal vez la más profunda aspiración de


los seres humanos sea la de amar y ser amados. La necesidad de
afecto es por una parte no sólo una necesidad humana
fundamental sino también un móvil que explica gran parte del
operar humano. Estamos sedientos de amor, sin embargo, nadie
nos enseña a amar. Nadie piensa que es necesario aprender a
amar. Erich Fromm señaló que “…Para la mayoría de la gente,
el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado,
y no en amar, no en la propia capacidad de amar.” (1957:13).
Pero además el amor es el satisfactor más universal y
más sinérgico de todos los satisfactores que las diversas
culturas humanas han sido capaces de crear. Quien ama se
siente bien, quien es amado se siente bien, quien ama se realiza
y plenifica como persona, quien es amado se siente aceptado,
acogido, respetado y realizado en cuanto persona.
Fromm afirma, sin embargo, que si bien el principio sobre
el que se basa la sociedad capitalista y el principio del amor son
incompatibles y que la gente capaz de amar, en el sistema
actual, constituye por fuerza la excepción, por lo que el amor
es inevitablemente un fenómeno marginal en la sociedad
occidental contemporánea; es posible transformar esta
situación, para lo cual, si los seres humanos quieren ser capaces
de amar, deben colocarse en su lugar supremo y la sociedad
debe organizarse de tal modo que la naturaleza social y amorosa
del ser humano no esté separada de su existencia social, sino
que se una a ella. Señala asimismo que si es verdad que el amor
es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia
humana, entonces toda sociedad que excluya, relativamente, el
desarrollo del amor, a la larga perece a causa de su propia
contradicción con las necesidades básicas de la naturaleza del
hombre.
Fromm concluye su libro El arte de amar señalando que:
Hablar del amor no es predicar, por la sencilla razón de que
significa hablar de la necesidad fundamental y real de todo
ser humano. Que esa necesidad haya sido oscurecida no
significa que no exista. Analizar la naturaleza del amor es
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UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

descubrir su ausencia general en el presente y criticar las


condiciones sociales responsables de esa ausencia. Tener fe
en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no
sólo excepcional e individual, es tener una fe racional
basada en la comprensión de la naturaleza misma del
hombre. (1957:128)

A su vez Humberto Giannini en un apéndice de su libro La


“reflexión” cotidiana, en el cual hace un Elogio al Diálogo de
Platón, afirma que:
Para sobrevivir, la vida debe quererse, debe gustarse. Y es
justamente allí en ese acercamiento anhelante al objeto
amable en sí, en ese instante sagrado, que la vida se gusta, se
prueba y se recompensa a sí misma.” (1988:195)

¿Cuánto seremos capaces de querer, gustar y disfrutar de la vida


en todas sus expresiones, no sólo en la de aquel a quien debo
lealtad por cercanía sanguínea, afectiva o ideológica, sino en
todo ser humano, incluso el extranjero, por un deber de justicia,
y en toda forma de vida por un deber de solidaridad y
responsabilidad con lo existente y lo por existir? Esta es una
pregunta que nos puede proveer ciertamente de una
orientación en nuestra permanente búsqueda por el sentido de
la existencia humana.
9. La dignidad humana. Hay algo inexplicable y
absolutamente incompresible para el cálculo político o el
cálculo mercantil y es la irreductible e inexpropiable dignidad
humana. Frente a ella el torturador, el poderoso, el magnate, el
potentado o el represor encuentran un límite infranqueable.
Un muy querido amigo que vivió la experiencia de haber
sido secuestrado por un grupo guerrillero y vivir durante casi un
mes en la selva colombiana deambulando de un lugar a otro, me
contaba como fue esa dignidad la que al ser recuperada por los
secuestrados, les permitió no quebrarse ni doblegarse durante lo
que para algunos de ellos duró incluso más de un año. Es esa
dignidad lo que hace que el débil sea capaz de confrontar la
imposición e incluso la violencia y la prepotencia del más
fuerte.
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UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

Es esa dignidad la que posibilita recuperar la verdad de la


historia, incluso para los perdedores. Es esa dignidad la que ha
alimentado a lo largo de la historia humana la capacidad de
soñar y utopizar propia de nuestra especie. Es esa dignidad la
que ha empujado incluso a un solo ser humano a confrontar
imperios y demostrar que la dignidad humana es algo
irrenunciable.
Ella es algo que no se puede ver ni contar, ni calcular,
pero es a la vez el límite inferior que nos contiene, es el piso
que sustenta nuestra humanidad, pero es también el cielo
estrellado que nos convoca a conservar la esperanza de avanzar
hacia un mundo donde la dignidad humana sea la medida de
todas las cosas. Ese avance en la conciencia colectiva aunque
aparentemente lento en la evolución histórica es paulatino y
sólido y dio origen a la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, suscrita aunque no necesariamente respetada por
todas las naciones del orbe.
Es posible por lo tanto plantear como un horizonte de
expansión civilizatoria y de continuidad en este avance, la
construcción de una línea de dignidad CV , a la cual todos los
humanos, independientemente de la nación o sociedad de la
cual formemos parte, podamos orientar nuestros esfuerzos
colectivos e individuales, para reconstruir un espacio de
encuentro en el disfrute de los bienes y satisfactores que la
cultura humana ha creado y a los cuales todos tenemos
derecho desde nuestra dignidad de creaturas libres, concientes
y responsables.

Notas

(1) Versión corregida y ampliada de “Ética ambiental:


La bioética y la dimensión humana del desarrollo sustentable.
Valores y redes de solidaridad” publicado en E. Leff y otros
(comp.), La transición hacia el desarrollo sustentable, INE-
SEMARNAT/UAM/PNUMA, México D.F., 2002.
(2) En 1944 en Bretton Woods, New Hampshire, en
Estados Unidos, se reunieron representantes de 44 naciones
para establecer un nuevo sistema financiero para
facilitar la
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UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

recuperación económica después de la segunda Guerra Mundial


y evitar una segunda Gran Depresión. Estas instituciones
comenzaron, a partir de la década de los ochenta, a condicionar
a los países socios el otorgamiento de financiamiento para el
desarrollo a la adopción de un conjunto de políticas económicas
y comerciales enmarcadas en la línea del ajuste estructural, que
tiene en la privatización, la desregulación y la liberalización
comercial sus ejes de acción básicos. Se inició así una nueva
etapa de desarrollo capitalista que algunos autores han
caracterizado como neoliberalismo. En los países desarrollados
del norte, estas medidas desmantelaron el pleno empleo y las
redes de seguridad social creadas por los Estados de bienestar.
En los países del sur, acrecentaron la pobreza y devastaron las
relaciones comunitarias. En todos lados concentraron la riqueza
en unas cuantas manos y erosionaron el campo de acción de los
Estados nacionales.
(3) Si se considera que las culturas se manifiestan
principalmente mediante las lenguas es importante considerar lo
que señala el trabajo sobre “Diversidad Lingüística” de Luisa
Maffi de UNESCO, quien afirma que trágicamente la actual
erosión ambiental ocurre simultáneamente con una igualmente
imprecedente erosión en el conocimiento. De un estimado de 10
mil lenguas en 1900, el mundo conserva alrededor de 6.700
lenguajes sobreviviendo en la actualidad. Sólo el 50% de estos
lenguajes sobrevivientes está siendo enseñado a niños, lo que
significa que la mitad de las lenguas actuales se extinguirán
dentro de una sola generación. Algunos estudios señalan que el
90% de los lenguajes hablados en 1999 serán sólo historia en el
año 2099. La mitad de todos los lenguajes actuales son
hablados por menos de 10 mil personas y la mitad de éstos son
actualmente usados por menos de mil personas. Es decir, cada
lengua implica un reconocimiento no solamente del mundo que
nos permite hacerlo operativo, es el hecho de poner nombre a
las cosas lo que nos permite hacerlas útiles para nuestra propia
existencia. También toda lengua crea un universo de
significados y cada vez que se
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UNA PROGRESIÓN DE VALORES Y REDES DE SOLIDARIDAD

extingue una lengua es un enorme mundo de significaciones y


de conocimientos que se pierde. Tal vez, aquí están las razones
profundas que explican la crisis en la cual estamos situados en
este momento, crisis de una magnitud como nunca pudiéramos
haber pensado. Debemos considerar, además, que la diversidad
lingüística tiene que ver con la “lengua del otro”, y no sólo con
el mero repertorio de variaciones idiomáticas que pudieran ser
tan clausurantes como un idioma único.
(4) Uno de quienes primero formaliza esta idea es Robert
D. Putnam, con Robert Leonardi y Raffaella Y. Nanetti en
Making Democracy Work. Civic traditions in modern Italy.
Princeton University Press, 1993, aunque reconoce la
influencia de los trabajos de Jane Jacobs, Pierre Bourdieu y
James Coleman entre otros. Este concepto ha sido profusamente
difundido en América Latina en los trabajos de Bernardo
Kliskberg desde el Programa Iniciativa Interamericana Sobre
Capital Social, Ética y Desarrollo del BID.
(5) Ver el trabajo de Fajnzylver, Pablo; Lederman, Daniel
and Loayza, Norman. What causes crime and violence? The
World
Bank, p. 20. Version: September 25, 1997.
(6) Ver al respecto tanto la propuesta de Línea de
Dignidad, elaborada en forma conjunta por equipos de Brasil,
Chile y Uruguay en el marco del Programa Conosur Sustentable
en Línea de dignidad: desafíos sociales para la sustentabilidad
(2003), Programa Conosur Sustentable, Santiago; así como la
de un Pacto Global sobre el Consumo propuesta por Adela
Cortina en Por una Ética del Consumo. La ciudadanía del
consumidor en un mundo global. Taurus, Madrid, 2002.

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