Educación Inclusiva
Educación Inclusiva
Educación Inclusiva
7º NIVEL
2020
Educación Inclusiva
En la cual la sociedad busca la inclusión crea las mismas oportunidades para todos,
ajustándose a las necesidades individuales, para que ninguno de los individuos quede fuera de
las posibilidades de crecimiento y desarrollo, es decir de la participación dentro de su entorno.
Acceso de niños, niñas y/o adolescentes con discapacidad a una educación formal de
calidad.
Apoyo al trabajo en equipo para lograr la inclusión.
Una visión global de la atención educativa, es decir a nivel institucional, no como
atención puntual para unos pocos estudiantes.
Un desequilibrio entre las prácticas pedagógicas tradicionales y las prácticas
innovadoras que permiten atender a la diversidad.
Preparación de ambientes y generación de recursos para atender a la diversidad.
Identificación de las dificultades para convertirlas en una oportunidad de mejora y
avance dentro del sistema educativo.
Transformaciones profundas en el Proyecto Educativo Institucional que respondan la
diversidad.
Trabajar con la comunidad en general, permitiendo una participación activa de todos
sus miembros.
Generar una concepción natural acerca de las personas con discapacidad.
Desarrollar una comunidad basada en valores inclusivos como: la solidaridad, el
respeto y la tolerancia.
Como se puede constatar uno de los objetivos de la inclusión es poder brindar respuestas
apropiadas a las necesidades de aprendizaje tanto en entornos formales como no formales de
la educación. El cual también nos hace referencias de que la educación inclusiva trata de
saber como integrar a ciertos estudiantes a la enseñanza convencional, con el fin de responder
a la diversidad de los estudiantes. Permitiendo que los maestros y estudiantes se sientan
cómodos ante la diversidad y la perciban no como un problema, sino como un desafío y una
oportunidad para enriquecer el entorno de aprendizaje. Para ello se llega a encontrar ciertos
principios que permitirán una mayor acogida que permitirán un mejor manejo en la educación
inclusiva como la igualada, mantener una comprensión, y con una visión globalizada.
Se puede ir encontrando que la inclusión nos precisa el poder idéntica y eliminar ciertas
barreras que al paso de los años se ha ido imponiendo concebidas como obstáculos, impiden o
limitan el aprendizaje y la participación de un estudiante, se llegan a generar por un tabú que
a recorrido por años ya que se pueden generarse por creencias, actitudes, infraestructura,
conocimientos, que influyen directamente en el desarrollo de una cultura inclusiva, en la
creación de políticas y prácticas que impidan el ejercicio libre de los derechos de las personas.
Por lo cual se han identificado cuatro tipos de barreras como: la actitud que nos hace
referencia a la relación con la conducta de la comunidad y suele manifestarse como rechazo,
exclusión o discriminación, el conocimiento dado por el desconocimiento de la comunidad
frente a la situación del estudiante y sus necesidades educativas, una falta de comunicación
que obstaculiza el entorno en cual se desenvuelve el estudiante y la práctica.
Un educador formado para las necesidades de una sociedad incluyente, sería capaz de dar
respuestas oportunas y acordes a cada estudiante, buscando alternativas y estrategias
específicas que faciliten el desarrollo de habilidades y competencias en el proceso de
aprendizaje de cada uno de sus educandos. Realmente la idea es buscar el cambio de
paradigmas y convertir la escuela en un espacio integrador donde la sociedad converja en un
solo objetivo una escuela donde conviva la tradicional, la integradora y en el mejor de los
casos la escuela inclusiva, amplia y plural, donde intervenga toda la comunidad educativa,
que se impone para estos días. Desde la perspectiva señalada, la educación inclusiva debe
atender aquellas necesidades educativas que requieren sus conocimientos, técnicas y recursos
humanos especializados, sea quien sea que las presente, apoyada en políticas bien definidas,
en currículos flexibles y en instituciones que ofrezcan una educación de calidad.
La inclusión está promoviendo nuevas formas de desarrollar las prácticas educativas y por
tanto de entender la educación, que se concibe como alternativa a prácticas educativas
anteriores, no obstante el cambio de paradigma educativo esperado, hacia una educación más
equitativa y justa, no se está produciendo. Aunque, desde el punto de vista conceptual, la
inclusión educativa está dirigida a todos los/as estudiantes y esto es asumido por los
profesionales, en realidad se alude a ella en clave de dificultad, ya que se piensa en
estudiantes con n.e.e. y no en todos los estudiantes cuando los profesionales se refieren a la
inclusión. En este sentido, el concepto de n.e.e se asocia a la discapacidad, sin considerar la
vertiente transitoria implícita en el propio concepto. Por lo tanto, el avance que debió suponer
el cambio de paradigma de investigación desde la integración a la inclusión no se ha
consolidado en la práctica.
Las prácticas educativas han de estar basadas en la evidencia desde la que tiene que diseñarse
una respuesta educativa que se ajuste a las necesidades de los/as estudiantes. Un dato
relevante es que la educación actual no logra el desarrollo pleno de capacidades ya que está
más centrada en atender las dificultades.
La transformación de las escuelas en centros más inclusivos pasa por conseguir el
compromiso del profesorado con la filosofía de la inclusión, de los/as estudiantes y de las
familias, por lo que la educación inclusiva se entiende como una responsabilidad de la
comunidad educativa en general. Aunque los recursos humanos y materiales siguen
considerándose claves para el desarrollo de la inclusión educativa, el compromiso del
profesorado con la inclusión es fundamental y prioritario, en algunos casos por encima de los
recursos. En definitiva, la inclusión no puede materializarse si los centros no realizan cambios
estructurales a nivel de aula y centro con la finalidad de conseguir los objetivos de la
inclusión. Esto implica partir de los principios de la educación comprensiva, educación
democrática y participación de la comunidad educativa.
Mantienen ciertas implicaciones para orientar los programas de formación del profesorado en
sobre la inclusión educativa. Se han organizado las implicaciones en torno a cuatro grandes
temas:
La educación actual demanda un profesorado cuya formación se encuentre en línea con las
demandas de una sociedad cambiante donde la diversidad es una realidad y la inclusión social
y educativa un principio. En este sentido, la formación del profesorado también tiene que
orientarse a tratar de evitar el aislamiento profesional y dar respuesta a los interrogantes
originados por la diversidad, ya que la voluntad del profesorado no es suficiente para alcanzar
los objetivos de la inclusión, también es necesaria una formación en línea con la inclusión.
Ya que parte importante de esta inclusión es el papel del docente , anteriormente su ejercicio
se centraba en la transmisión de conocimientos; luego se dio el salto a la construcción del
mismo y, en la actualidad, esa construcción no es suficiente sino que se espera de él la
capacidad suficiente para identificar todo aquello que pueda limitar el éxito académico del
estudiante, es así como el rol del docente en el aula ha venido cambiando convirtiéndose en el
principal punto de enlace, y por ello debe estar involucrado en todos los aspectos pertinentes a
su ejercicio garantizando una adecuada atención a los educandos independientemente de sus
diferencias. Por tal motivo es fundamental la preparación de los docentes en todo nivel;
personal, pedagógico, metodológico entre otros, con el único objetivo de contribuir a una
enseñanza inclusiva, colaborativa y formativa.
Dentro las competencias que debe manejar un docentre sen ent
Álvaro Marchesi señala cinco competencias básicas que se esperan de un docente a la hora de
dar atención educativa a la diversidad:
1. Enseñar a los estudiantes, es decir que el docente sea capaz de gestionar un aula para que
todos los estudiantes alcancen las competencias que se esperan para culminar los niveles
primario y secundario.
2. Organizar el aula para que todos sus estudiantes aprendan con igualdad de oportunidades.
Siendo sensible a la diversidad de los estudiantes, lo que supone adecuar la metodología, para
trabajar en grupos diferenciados y estar dispuesto a ayudar.
Educación inclusiva y especial 43 bajar y enseñar en un aula con los niños, niñas y/o
adolescentes, implica mucho más que eso.
En la práctica docente hay que incorporar dos dimensiones, que son: el ámbito emocional y el
ámbito moral.
En cuanto al ámbito moral, la educación supone una acción ética y moral con las nuevas
generaciones y con el desarrollo de un país.
La función del docente constituye el eje vertebrador de la sociedad del futuro y todo aquel
que la ejerza debe ser y estar orgulloso de su profesión a pesar de las dificultades. La
docencia tiene una relación enorme con las posibilidades de transformación para conseguir
una sociedad más justa y equilibrada.
El docente debe tener una actitud de apertura y replanteo. Apertura a no ser “individualista”,
sino que cuenta con un equipo que lo respalda en la tarea de la educación
inclusiva.
Debe ser un líder alegre, saludable en lo mental y espiritual, para poder desempeñarse de
acuerdo a las exigencias de la sociedad actual.
El docente inclusivo es el promotor del cambio hacia una sociedad más justa, equitativa,
incluyente, como actor de la transformación de la educación que garantiza y permite el
desarrollo de los estudiantes y comunidad en general.
La atención a la diversidad es, sin duda, uno de los desafíos más importantes que enfrentan
las escuelas y los docentes hoy en día, por esto es imprescindible que ellos/
Para lograr el entendimiento y trabajo conjunto con los docentes, es deseable que la
formación especializada se realice “a posteriori” de la formación general, e incluso después
de tener cierta experiencia de trabajo en el aula.
En primer lugar, las instituciones de formación académica deberán estar abiertas para formar
docentes capacitados y sensibilizados ante la diversidad.
En tercer lugar, todos los docentes, sea cual fuere el nivel educativo en el que se desempeñen,
deberán tener conocimientos teóricos y prácticos sobre las necesidades educativas asociadas a
las diferencias sociales, culturales e individuales, estrategias de atención a la diversidad en el
aula, adaptación del currículum y evaluación diferenciada, por señalar algunos aspectos.
La atención a la diversidad requiere un trabajo colaborativo, en el que cada cual aporte sus
conocimientos y perspectivas, responsabilizándose de la educación de todos los estudiantes.
Los profesionales de apoyo deberán colaborar, nunca sustituir a los docentes en el análisis de
los procesos educativos, identificando y promoviendo los cambios necesarios para optimizar
el aprendizaje y la participación de todos los estudiantes.