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Neoliberalismo

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Qué es Neoliberalismo: El neoliberalismo es una teoría político-económica que retoma la doctrina

del liberalismo clásico y la replantea dentro del esquema capitalista actual bajo principios más
radicales.

La palabra, como tal, es un neologismo formado por el elemento compositivo “neo-”, que
proviene del griego νέος (néos) y significa ‘nuevo’, el sustantivo del latín liberālis, y el sufijo
relativo a doctrina o sistema “-ismo”.

Origen del neoliberalismo

El neoliberalismo surge como reacción a la intervención del Estado como garante de una mayor
justicia social (es decir, del Estado benefactor), y toma fuerza gracias a las debacles de la economía
capitalista del siglo XX, particularmente las registradas a finales de los años 20 y la de la década de
1970.

Para el neoliberalismo, el Estado debería cumplir únicamente sus funciones fundamentales como
organismo regente en la organización de la sociedad, de modo que se opone a su intervención en
el funcionamiento de la economía, para así mantener a raya las regulaciones e impuestos al
comercio y las finanzas.

Esta doctrina favorece la privatización de empresas y servicios que estaban en manos del sector
público, bajo la premisa de que el sector privado es más eficiente. Es partidario de la reducción del
gasto social, de propiciar la libre competencia, de las grandes corporaciones, y de debilitar y
desintegrar los sindicatos.

El neoliberalismo considera que la economía es el principal motor de desarrollo de una nación, por
ello, además de considerar que todos los aspectos de la vida de una sociedad deberían estar
subordinados a las leyes de mercado, defiende el libre comercio para propiciar una mayor
dinámica en la economía, lo cual, en teoría, debería generar mejores condiciones de vida y de
riqueza material.

Principales representantes del neoliberalismo

Sus principales ideólogos y promotores fueron Friedrich August von Hayek y Milton Friedman,
quienes lo proponian como modelo alternativo para salvar la economía del siglo XX.

Líderes políticos de la magnitud de Ronald Reagan, en Estados Unidos, Margaret Thatcher en el


Reino Unido o Augusto Pinochet, en Chile, fueron los primeros en implementar las políticas
neoliberales en sus respectivos países. No obstante, hoy en día el neoliberalismo es una de las
corrientes ideológicas más extendidas en Occidente, siendo su modelo por excelencia Estados
Unidos.

Neoliberalismo y globalización

El neoliberalismo experimentó una expansión mundial en las últimas décadas del siglo XX, lo cual
se compaginó con el ascenso de la globalización como proceso de carácter económico, tecnológico
y social, que produciría un mundo más compenetrado e interconectado a nivel de mercados,
sociedades y culturas.
La expansión del sistema capitalista como producto de la caída de las economías comunistas, junto
con principios propios del neoliberalismo, tales como la limitación de la intervención estatal en las
relaciones comerciales, y la oposición a las regulaciones y los aranceles, todo ello bajo el esquema
del libre mercado, ha ido provocando una unidad económica mundial, con fronteras cada vez más
abiertas y mercados comunes cada vez mayores, propia de una economía globalizada.

Existen debates sobre si la globalización es producto del neoliberalismo o viceversa, aunque lo


cierto es que la globalización crea las condiciones idóneas para el neoliberalismo, por lo cual
podemos afirmar que son procesos complementarios.

Características del neoliberalismo

El neoliberalismo propone algunas recomendaciones a los países desarrollados y en vías de


desarrollo para alcanzar una mayor distribución de la riqueza que, según este modelo, garantizan
un estado de bienestar individual y colectivo. Entre las medidas que caracterizan este modelo
económico, destacan:

 Liberación del comercio: el neoliberalismo sugiere la eliminación o flexibilización de


restricciones comerciales, especialmente las referidas a la movilidad de los capitales y
exceptuando aquellas que tengan que ver con la propiedad y la seguridad.

 Libre mercado: como resultado de la desregularización de las normas comerciales y la


poca o nula intervención del Estado, el mercado, en un entorno neoliberal, funciona bajo
la ley de la oferta y la demanda, en el que los precios son acordados exclusivamente entre
compradores y vendedores.

 Férreas políticas fiscales: estas medidas incluirían la reducción del gasto público, la
disminución de los impuestos sobre la producción y el aumento de los impuestos al
consumo, entre otras reglas.

 Flexibilidad en la legislación laboral: con esto se busca que las empresas creen sus
propios parámetros en cuanto a la contratación de empleados se refiere, ajustando las
reglas según las necesidades de la organización. Este punto ha sido una de las mayores
críticas al modelo neoliberal.

 Políticas monetarias anti devaluatorias: en este sentido, el neoliberalismo propone la


restricción de la masa monetaria (el dinero disponible en la economía de un país) y el
aumento de las tasas de interés para evitar la devaluación de la moneda.

 Privatización de las empresas públicas: con esta medida se pretende recortar el gasto
público, disminuir la burocracia y aumentar los niveles de eficiencia en la producción y
oferta de servicios públicos.
Económica
El Neoliberalismo es una doctrina filosófica que tiene ramificaciones en todos los
campos de las ciencias sociales. Los neoliberales se dedican a ensalzar la
competencia capitalista, afirmando que el mecanismo de esta última garantiza
automáticamente las mejores condiciones para la evolución de las fuerzas
productivas. Una peculiaridad del Neoliberalismo es que combina la exaltación de la
libre competencia y de la restauración automática del equilibrio con el reconocimiento
de la necesidad de la intromisión del Estado en la economía. Lo peculiar de esta
argumentación reside en que la defensa de la intervención del Estado en la economía
se presenta como una lucha por la libre competencia".

La argumentación del Neoliberalismo es que la libre competencia es el estado ideal de


la economía, pero no siempre puede ponerse en vigor, porque los monopolios la
contrarrestan. Esta reacción puede ser superada y la libre competencia puede ser
restablecida tan sólo aplicando una serie de medidas de política económica. La teoría
de los neoliberales se basa, en forma enmascarada, en la idea del papel decisivo del
Estado en la economía, es decir, el rol del Estado debe ser el de promover la libre
competencia.

Características del neoliberalismo económico


 Defienden un mercado altamente competitivo.
 Aceptan la intervención del Estado en la economía, como arbitro o promovedor
de la libre competencia.
 Se oponen al acaparamiento y a la especulación.
 Se oponen a la formación de monopolios y oligopolios
 Se oponen a la fijación compulsiva de salarios por el Estado.
 Rechazan la regulación de precios por el Estado, ya que deben fijarse en base
a la relación oferta/demanda.
 Se oponen a la creación compulsiva de empleo.
 Se oponen al gasto público burocrático.
 Defienden el libre comercio internacional.
 Defienden la libertad de contratación del trabajo y la libre movilidad de los
factores de producción.

El neoliberalismo –también llamado nuevo liberalismo o liberalismo tecnocrático– es la


corriente económica y política capitalista, inspirada y responsable del resurgimiento de las
ideas asociadas al liberalismo clásico o primer liberalismo desde las décadas de 1970 y 1980.1
2
Los defensores del neoliberalismo apoyan una amplia liberalización de la economía, el libre
comercio en general y una drástica reducción del gasto público y de la intervención
del Estado en la economía en favor del sector privado, que pasaría a desempeñar las
competencias tradicionalmente asumidas por el Estado. 345 Más concretamente, ese sector
privado, conformado principalmente por consumidores y empresarios serían, en el caso de
estos últimos, quienes podrían pasar a desempeñar roles que en determinados países asume
y financia el Estado con impuestos del contribuyente. 6478 Sin embargo, el uso y definición del
término ha ido evolucionando en las últimas décadas 9 y no hay un criterio unificado para
determinar qué es «neoliberalismo».
Originalmente el neoliberalismo era una filosofía económica acuñada por el economista
alemán Alexander Rüstow en 1938 que trataban de encontrar un «tercer camino» o un
«camino entre medias» de la disputa que en ese momento se libraba entre
el liberalismo clásico y la planificación económica.10 El impulso de desarrollar esta nueva
doctrina surgió del deseo de evitar nuevos fracasos económicos tras la Gran Depresión y el
hundimiento económico vivido en los primeros años de la década de 1930, fracasos atribuidos
en su mayoría al liberalismo clásico. En las décadas siguientes la teoría neoliberal tendió a
estar en contra de la doctrina laissez-faire del liberalismo, promoviendo una economía de
mercado tutelada por un Estado fuerte, modelo que llegó a ser conocido como la economía
social de mercado.
En la década de 1960, el uso del término disminuyó en gran medida. El término se introdujo
de nuevo en la década de 1980, debido a las reformas económicas realizadas
en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet y que fueron impulsadas y supervisadas
por economistas de la llamada Escuela de Chicago, los Chicago Boys. A partir de aquí, el
término empezó a adoptar connotaciones peyorativas y a ser empleado por los críticos de
estas reformas, al tiempo que el neoliberalismo pasó de defender una postura liberal
moderada a una más radical que incluía la defensa a ultranza del laissez-faire y
el capitalismo en general. El término es a menudo asociado a los trabajos de los economistas
liberales Friedrich Hayek y Milton Friedman.9 También representa y se asocia al conjunto de
políticas económicas introducidas por Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald
Reagan en los Estados Unidos.1 Una vez que se estableció el nuevo significado del término
entre los estudiosos de habla hispana, pronto empezó a ser habitual en los estudios
económicos de autores anglosajones.9
El uso y definición del término ha ido cambiando con el paso del tiempo y en la actualidad no
hay un criterio unificado para determinar qué es «neoliberalismo», por lo que generalmente se
lo utiliza como un término asociado a la derecha y es empleado de manera coloquial para
englobar una gran diversidad de ideas muy dispares presentes dentro de los espectros
del liberalismo, conservadurismo, feudalismo o fascismo.11129131415 En la actualidad el término
mantiene sus connotaciones negativas y es utilizado por sus críticos como una condena
general al liberalismo económico y sus políticas, esto es, la privatización de empresas
estatales y la apertura y desregularización de los mercados.49 La adopción de las políticas
neoliberales y la aceptación de su teoría económica desde la década de 1970 por la mayoría
de los países desarrollados se ven como la causa del hundimiento del sistema financiero
internacional del año 2007 y 2008 que más tarde se manifestó en la llamada Gran Recesión.16

I Neoliberalismo y desarrollo

El neoliberalismo tiene su basamento teórico en el liberalismo económico de finales del


siglo XVIII, principios del siglo XIX, teoría que fue expresión del propio desarrollo
capitalista en su afán por liquidar la excesiva tutela y trabas feudales a las que los
Estados de aquellos tiempos sometían a las economías nacionales (Alfonso y Cedeño,
2004). El liberalismo económico fue la doctrina económica por excelencia hasta la gran
depresión de 1929, una crisis que hizo estremecer los fundamentos mismos del
sistema capitalista liberal. La caída del liberalismo como doctrina hegemónica de
aquellos tiempos fue precipitada por la aparición de las teorías keynesianas. El enfoque
de la política económica Keynesiana introducía cambios sustanciales en las políticas
capitalista, aunque en ningún caso tuvo la pretensión de acabar con el sistema
establecido. El modelo keynesiano concebía el principio de la demanda efectiva según
el cual la economía tiende a una situación de equilibrio macroeconómico, pero que
dicho equilibrio era poco favorable para el sistema al lograrse en un punto de
subempleo y estancamiento económico. En ese sentido Keynes recomendaba que el
Estado debía realizar amplias inversiones públicas con el fin de estimular la demanda,
el empleo y los ingresos, sacando a la economía del maltrecho equilibrio en que se
hallaba estancada. La recomendación keynesiana del gasto público fue asumida por los
países capitalistas a través de dos salidas fundamentales, el Estado de Bienestar
Social, y la Militarización de la economía. En este nuevo modelo de crecimiento
capitalista, por tanto, se otorgó un plano secundario al comercio internacional, en
especial, al de capitales, por el contrario, el motor que lo estimulaba era “la
transformación interna de los procesos de producción, al centrarse la economía en el
mercado interno a través del impulso de la demanda efectiva gracias al aumento en el
poder adquisitivo de la población” (Keynes, 1948).

Durante 30 años de apogeo y perfeccionamiento del Estado del Bienestar, el


planteamiento liberal no progresó. Éste comienza a ganar terreno nuevamente en la
década del 70, especialmente a raíz de la crisis del petróleo de 1973 y los efectos
devastadores que ésta tuvo para el crecimiento de las economías desarrolladas, que
ahogaron al mundo en una profunda recesión económica mientras el capitalismo se
veía afectado por la combinación simultánea de altas tasas de inflación con bajas tasas
de crecimiento económico, un fenómeno económico conocido como estanflación, nunca
visto con anterioridad en la historia del capitalismo, y que llevó la economía de la
época a una situación sin salida ante la cual las recetas keynesianas no parecían tener
solución alguna. Como consecuencia de todo ello, el ascenso al poder de Ronald
Reagan y Margaret Thatcher, líderes de los partidos conservadores en sus respectivos
países, supuso el comienzo de una nueva forma de entender la política económica y la
intervención del Estado en la economía. Así, recogiendo gran parte del pensamiento
liberal monetarista, y reformulando la doctrina de la corriente neoclásica, surge la
escuela conocida como “Economía de la Oferta”, raíz fundamental de lo que vino a
conocerse como “Neoliberalismo”. Sus propuestas de organización de la actividad
económica en su lucha en favor del equilibrio macroeconómico pueden ser resumidas
bajo la fórmula “más mercado, menos Estado”, dando origen al proceso de
desregulación, privatizaciones, reducción de la protección social, precarización laboral
y, en definitiva, de desestructuración del Estado de Bienestar característico de las
economías capitalistas industrializadas durante las décadas que duró la hegemonía
keynesiana (Bidaurrazaga, 2002-2003). La segunda mitad de la década de los años 70
y el principio de los 80 marca, pues, el comienzo de un cambio profundo en las
percepciones a nivel económico de los diferentes gobiernos capitalistas del mundo. A
partir de ese momento el neoliberalismo se convierte en un dogma casi sagrado, y
todos los países del orbe capitalista se ven prácticamente obligados a seguir la nueva
religión económica, incluidos, por supuesto, los países subdesarrollados. El modelo
neoliberal es impuesto, a partir de ese momento, como único camino posible para el
desarrollo económico de los países empobrecidos, todo ello a través de las presiones
ejercidas mediante las instituciones financieras internacionales surgidas del Consenso
de Washington (BM y FMI). Todo aquel país que quisiera tener acceso al crédito
otorgado por estas instituciones financieras, debía acarrear con las exigencias
planteadas desde las mismas en materia de política económica nacional, de lo
contrario no había crédito. Resumidamente, podemos sintetizar estas exigencias en
cuatro postulados esenciales (Albarracín et al, 1993): Por una parte, situar la lucha
contra la inflación en el centro de la política económica, oponiéndola al crecimiento y a
la creación de empleo. En segundo lugar, invertir el sentido de la distribución (para
favorecer el crecimiento de los beneficios en detrimento de los salarios) y estrechar y
hacer más regresiva la redistribución que se realiza mediante los impuestos y el gasto
público. Tercero, denostar todo lo público y ampliar el ámbito del beneficio privado a
través de la consecución de un cambio cultural que llevara a percibir negativamente
las prestaciones y servicios públicos, la regulación estatal y la participación del sector
público en la economía, identificando, sin embargo, las privatizaciones y la extensión
del mercado como elementos progresistas. Cuarto, forzar un cambio en el equilibrio de
poderes dentro de la sociedad, debilitando a los sindicatos en particular y, en general,
a las organizaciones sociales cuya existencia contrapesa el funcionamiento del mercado
y el poder de los grupos que lo controlan.

De modo más concreto, las “recomendaciones” neoliberales que desde las instituciones
financieras se hacían llegar hasta los países en desarrollo que deseaban tener acceso a
la financiación se fundamentaron en las siguientes líneas de acción económica (Sierra
Lara, 2008): a) La devaluación: Las economías deben mantener en sus variables
económicas externas, de la cual la tasa de cambio es una de las fundamentales, una
base realista y competitiva. Esto significa en primer lugar la aceptación de que no sea
el Estado a través de su política económica quien decida cuál será la tasa de cambio en
que jugará su moneda. Esta elección, si se quiere que sea veraz, debe ser tomada en
las instancias del mercado de divisas internacional. Devaluar la moneda abarata las
exportaciones y hace más competitiva la posición del país que lo aplica, b) Austeridad
presupuestaria: En la concepción neoliberal encontramos una fobia desenfrenada
contra el déficit presupuestario. Esto no es casual. Para los monetaristas la causa más
profunda de la crisis económica está en la ruptura del equilibrio monetario, en el
exceso de oferta monetaria que ocasiona inflación y corrompe el sistema económico,
c) Liberalización de precios: En su casi fanática apología del mercado como regulador
por excelencia, los neoliberales señalan que todas las variables del sistema económico
deben estar completamente desreguladas, es decir, desvinculadas de los mecanismos
de control estatal. Los precios son una variable clave en esa lógica, d) Liberalización
del sistema bancario: El neoliberalismo aspira a que en los marcos de una economía
nacional las cosas funcionen como lo hacen a nivel internacional. Por tal razón desean
la liberalización y desregulación del sistema bancario de los países. Según los teóricos
del Neoliberalismo, los países subdesarrollados se caracterizan por poseer un Sistema
Monetario y financiero muy anticuado y rígido, incapaz de responder a las exigencias
de la competitividad económica actual y es por eso que recomiendan que los gobiernos
suelten dichos sistemas, e) Liberalización del comercio: Esta es una característica
emblemática de la política económica neoliberal. Se les vende a los países del Tercer
Mundo la idea de que la liberalización de su comercio causará el tan esperado
desarrollo. No deben existir políticas proteccionistas tales como la aplicación de
aranceles a las importaciones, cuotas, discriminación a productos foráneos, dumpings,
etc. El país debe abrirse al mercado mundial y competir, f) Privatización de empresas
públicas: En la ortodoxia neoliberal el Estado es un mal empresario, gestor de
corrupción e ineficiencia económica, de tal forma, la empresa debe ser privada y no
estatal o pública.

Prácticamente la totalidad de los Estados del mundo capitalista se vieron abocados a


seguir algunas de las recomendaciones citadas, para tratar así de solventar los
problemas económicos que les acuciaban tras la década de los 70 y el comienzo de los
80. Aunque, como se ha dicho, fueron los países subdesarrollados quienes se vieron
realmente obligados a seguir prácticamente todas y cada una de ellas bajo los
denominados “programas de ajuste estructural” (PAE), impulsados por el FMI y el BM
para todos aquellos países del Tercer Mundo que querían tener acceso a los créditos.
En concordancia con las exigencias planteadas con anterioridad, muy frecuentemente
los PAE incluyeron drásticos recortes de los gastos sociales, como sanidad y educación,
eliminar o reducir las subvenciones a productos básicos, y medidas favorables al
capital extranjero, con los consecuentes efectos para las economías de los países
empobrecidos que prácticamente en su totalidad vieron como aumentaban los índices
de pobreza, de concentración del capital y de desigualdad social tras años de aplicación
de estas medidas, amén del incesante aumento de la deuda externa que ha causado, y
casusa, verdaderos problemas a las economías de estos países, impidiendo a todas
luces su desarrollo: “El modelo económico neoliberal impuesto en la periferia de forma
ortodoxa ha dado sus frutos durante estos últimos treinta años. Frutos amargos para
quienes lo aplicaron casi de forma fiel, y muy dulces para sus creadores en los centros
de poder económico, político y académico mundial” (Sierra Lara, 2008). Por otro lado,
la parte total correspondiente al peso de los salarios en el PIB de los diferentes países
que empezaron a poner en práctica las políticas neoliberales sufrió también una caída
acentuada a partir de 1981-1982. En forma inversa, la parte de los ingresos que se
embolsa el capital aumenta (Toussaint, 2009). Los asalariados van perdiendo fuerza a
pasos agigantados a medida que el neoliberalismo se implanta como doctrina
hegemónica, y ello es especialmente grave en aquellos países de la periferia donde las
desigualdades sociales van desde el extremo de la inmensa mayoría que no tiene
prácticamente nada, a la casi imperceptible (numéricamente hablando) minoría que lo
tiene prácticamente todo.

Así pues, a pesar de que durante décadas el modelo neoliberal se ha presentado como
el único modelo válido para el desarrollo económico de los Estados, y especialmente
para el desarrollo de los Estado empobrecidos, llegando incluso a ser identificado por
sus apologetas como la ciencia económica en sí misma, los resultados y efectos de la
aplicación de estas doctrinas a escala mundial no han podido ser más desalentadores:
la economía global se encuentra actualmente en medio de una de las crisis económicas
más dramáticas que se recuerdan y la brecha entre países desarrollados y países
empobrecidos, así como el aumento de la desigualdad social y la concentración de la
riqueza en cada vez menos manos, no han hecho sino aumentar con el neoliberalismo.
La utopía neoliberal, como ha sido llamada por el sociólogo francés Pierre Bourdieu
(Bourdieu, 1998), desde su esencia cuasi-religiosa, ha acabado por convertirse en un
verdadero infierno para miles de millones de personas en todo el mundo, tanto de los
países desarrollados como, sobre todo, de los países empobrecidos. Ya en 2005, un
informe de la ONU sobre la desigualdad social advertía acerca de las consecuencias
que las políticas neoliberales estaban trayendo para los países empobrecidos: “Las
políticas de liberalización entrañan cambios de las leyes e instituciones laborales y
motivan transformaciones importantes del mercado de trabajo. El proceso de
liberalización económica suele ir marcado por una mayor flexibilidad salarial y una
disminución de los salarios mínimos, la reducción del empleo en el sector público, la
disminución de la protección del empleo y la debilitación de las leyes y
reglamentaciones laborales. El deseo de los países en desarrollo de atraer inversión
extranjera y aumentar las exportaciones conduce con frecuencia a una “carrera
descendente”, en que muchas veces se pasan por alto o se vulneran las normas de
protección de los trabajadores y el medio ambiente con el pretexto de hacer más
competitivos a los países en el mercado internacional. Por consiguiente, las presiones
competitivas externas restringen la capacidad de los países en desarrollo de lograr
avances en aspectos fundamentales de política social” (ONU, 2005). Si a eso le
sumamos la actual situación de crisis económica global, las consecuencias para los
países empobrecidos de las políticas neoliberales, como más adelante veremos, han
acabado por ser realmente terribles.

Lo que para los países desarrollados es una crisis financiera que están sufriendo
especialmente sus clases trabajadoras, para las clases desfavorecidas de los países de
la periferia es poco menos que un punzón clavado donde más dolor les puede generar:
la subsistencia misma. Algo, por otro lado, nada sorprendente. Que la privatización
casi absoluta de los recursos del Estado en manos extranjeras, el recorte de los gastos
sociales, la liberalización de precios en los mercados internos de productos básicos, los
beneficios fiscales para las grandes fortunas nacionales, el desmantelamiento de
cualquier política de tipo proteccionista, la incentivación -a través de una fiscalidad casi
nula- de la implantación de empresas multinacionales en busca de mano de obra semi-
esclava, y demás planteamientos neoliberales impuestos a través de los planes de
ajuste del FMI y el BM,. era algo que, como decían los críticos, estaba condenando a
los países empobrecidos a permanecer por tiempo indefinido en la dependencia y la
marginación económica, era tan evidente que simplemente no podía conducir a otro
lado que no fuese a la situación actual en la que se encuentran los países en desarrollo
en medio de la crisis global. Ergo, si algo está demostrando por encima de todo la
crisis actual es la extrema vulnerabilidad en la que se encuentran los países en
desarrollo, en un mismo sistema-mundo globalizado, respecto de los desvanes
económicos que se puedan generar en los países desarrollados, una vulnerabilidad que
además, lejos de mitigarse, se ha visto acentuada al extremo con la aplicación de las
políticas neoliberales, pensadas para profundizar en el ajuste de esta economías en el
sistema capitalista mundial, durante las últimas décadas. Ahora simplemente se están
viendo las consecuencias, pero las advertencias de los críticos anti-neoliberales viene
de muy atrás, aunque no interesase escucharlos antes. Raúl Prebisch, por ejemplo, ya
advirtió, en un penetrante trabajo publicado en 1982, que lo que aparecía como una
gran innovación en el terreno de la teoría y la política económica no era sino una
reedición de añejas fórmulas ya ensayadas y fracasadas en el pasado. Decía el
fundador de la CEPAL que después de décadas de haber sido marginadas de la escena
pública mundial, estas teorías regresaban al primer plano catapultadas por la crisis del
keynesianismo (Prebisch, 1982), pero que no por ello sus resultados iban a ser
distintos a los que ya habían aportado anteriormente para el desarrollo los países
empobrecidos. Si el liberalismo del siglo XIX, principios del XX, fue el germen del
subdesarrollo de los países empobrecidos, el neoliberalismo de finales del siglo XX,
principios del XXI, no ha sido otra cosa que su trágica culminación. Hablar de un
desarrollo neoliberal, es entonces poco menos que hablar de una contradicción en sus
propios términos: ningún país empobrecido podrá jamás emprender el camino del
desarrollo si para ello se ve en la necesidad de tener que desprenderse de sus
principales armas para el desarrollo, que no son otras que la lucha contra la
desigualdad social, el empoderamiento de sus clases trabajadoras y el control político
sobre sus propios recursos nacionales. Esta afirmación, que hasta hace bien poco era
algo anunciado por diversos intelectuales pero aún por demostrar, ahora, con los datos
de la situación actual del mundo sobre la mesa, se ha convertido en un evidencia.
Veamos a continuación algunos de los datos que así lo demuestran.

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