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Las Cuatro Adoraciones

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LAS CUATRO ADORACIONES

En las primeras grandes Eras, el hombre advertía intuitivamente sus relaciones


con la Naturaleza y el universo viviente en el cual vivía y formaba parte. Sentía su
unidad con todos los elementos. En la plenitud de su vida adoraba al Sol como un
símbolo visible del Dios desconocido en el cual vivimos y nos movemos y tenemos
nuestro ser. Es axiomático que la luz es vida y ambos son dependientes del Sol...
que así se convierte en un símbolo vital de Dios.
En nuestra moderna Era científica de aparatos y artilugios, con nuestra innatural
forma de vida divorciada del contacto con la raíz dinámica de las cosas, hemos
perdido esta sabiduría esencial. Para que podamos una vez más progresar hacia la
completa conciencia de la fuente de vida y amor y libertad, hacemos gestos rituales
que afirman nuestro nexo entre el Sol y nosotros. Sobre la base de estos gestos de
adoración, cada acto de la vida puede ser dedicado de una forma que esa vida
misma se vuelva santificada y transformada.
A pesar de que Dios es una unidad, el Sol, como un símbolo de Dios, aparece de
forma diferente en cada una de sus cuatro estaciones diarias: amanecer, mediodía,
ocaso y medianoche. Por tanto, se dirige una adoración al Sol en cada una de estas
cuatro estaciones.
Al amanecer, o antes de que el Sol salga, el estudiante deberá realizar las
abluciones de costumbre y luego, volviéndose hacia el Este, decir audiblemente: 1
Salve Tú que eres Ra en Tu elevación,
Tú, que eres Ra en Tu fuerza,
Que viajas en los Cielos en Tu barca
Al surgir el Sol.
Tahuti erguido en Su esplendor en la proa
Y Ra-Hoor junto al timón.
¡Salve Tú desde las Moradas de la Noche!2
Mucho del simbolismo inherente en este acto de simple adoración puede pasar
durante mucho tiempo inadvertido para el estudiante. Pero esto no tiene todavía
importancia ni debería constituir un obstáculo para su práctica diaria, ni impedirle
adorar a Dios en la forma del Sol naciente en cada uno de los días de su vida.
Al mediodía, en cualquier lugar que pudiera estar —en casa, en la oficina, en la
calle o en la fábrica—, adorará a Dios. Traer a Dios a su vida siempre le ayudará en
alguna medida. Se pondrá de cara al Sur y dirá:
Salve Tú que eres Athor en Tu triunfo,
Tú, que eres Athor en Tu belleza,
Que viajas en los Cielos en Tu barca
En el medio curso del Sol.

1
Regardie, como veremos más adelante, es extremadamente cuidadoso con la
pronunciación de determinados mantras o invocaciones. Cuando no lo hace así
debería, por tanto, pensarse que lo que importa es el contenido y no el sonido
emitido. De cualquier manera, en todos los casos reproduciremos el texto inglés
original. (N. d. T.)
2
Hail unto Thee who art Ra in Thy rising. / Even unto Thee who art Ra in Thy
strength, / Who travellest over the Heavens in Thy bark / At the Uprising of the
Sun. / Tahuti standeth in His splendour at the prow / Y Ra-Hoor abideth at the
helm. / Hail unto Thee from the Abodes of Night!
Tahuti erguido en Su esplendor en la proa,
y Ra-Hoor junto al timón.
¡Salve Tú desde las Moradas de la Mañana33
Y al atardecer, cuando el Sol se pone, se colocará de cara al Oeste y adorará al
Señor del Universo con estas palabras:
Salve Tú que eres Tum en Tu poniente,
Tú, que eres Tum en Tu alegría,
Que viajas en los Cielos en Tu barca
En el ocaso del Sol.
Tahuti erguido en Su esplendor en la proa
Y Ra-Hoor junto al timón.
¡Salve Tú desde las Moradas del Día!4
Y a medianoche o al retirarse, se volverá hacia el Norte y dirá:
Salve Tú que eres Khephra en Tu ocultación,
Tú, que eres Khephra en Tu silencio,
Que viajas en los Cielos en Tu barca
En la Medianoche del Sol,
Tahuti erguido en Su esplendor en la proa
Y Ra-Hoor junto al timón.
¡Salve Tú desde las Moradas de la, Noche!5
Esta práctica en particular deberá ser una parte regular de la vida cotidiana y
deberá persistirse en ella hasta que forme parte de nuestra vida. Otros ejercicios
descritos aquí deben ser realizados durante limitados o variados períodos, pero
estas Cuádruples Adoraciones tienen que estar integradas para siempre en el
patrón diario de la vida.

3
Hail unto Thee who art Hathor in Thy triumphing, / Even unto Thee who art Hathor
in Thy beauty, / Who travellest over the Heavens in Thy bark / At the Mid-course of
the Sun. / Tahuti standeth in His splendour at the prow, / And Ra-Hoor abideth at
the helm. / Hail unto Thee from the Abodes of Morning!
4
Hail unto Thee, who art Tum in Thy setting, / Even unto Thee who art Tum in Thy
joy, / Who travellest over the Heavens in Thy bark / At the Down-going of the
Sun. / Tahuti standeth in His splendour at the prow / And Ra-Hoor abideth at the
helm. / Hail unto Thee from the Abodes of Day!
5
Hail unto Thee Who art Khephra in Thy hiding, / Even unto Thee who art Khephra
in Thy silence, / Who travellest over the Heavens in Thy bark / At the Mignight Hour
of the Sun. / Tahuti standeth in his Splendour at the prow / And Ra-Hoor abideth at
the helm. / Hail unto Thee from the Abodes of Evening!
Primer Paso

TOMAR CONCIENCIA DEL CUERPO


Una de las principales metas de cualquier sistema de autodesarrollo o
crecimiento espiritual, radica en la adquisición de sensibilidad o autoconciencia. Hay
una única forma de adquirir esta conciencia... y es volverse consciente.
Confortablemente sentado en una silla de respaldo recto, o echado de espaldas
sobre la cama, se intenta tan sólo observar qué está sucediendo, es un decir, "bajo
la piel". Simplemente se mira el cuerpo, sus sensaciones y sentimientos aquí y
ahora. Sólo esto... nada más. No trate de relajarse o respirar de una forma especial
o inusual, o de controlar los pensamientos que fluyen por la mente. Todos estos
procesos y métodos se dejarán para más adelante. Hasta entonces, simplemente
sea consciente de cualquier sensación que surja en algún lado del cuerpo.
Sugiero que se remueva un instante hasta encontrar una posición que le parezca
la más confortable. Después de haberla encontrado, permanezca en ella y no se
mueva de ninguna forma. No debe haber absolutamente ningún movimiento
muscular voluntario durante el resto de la sesión de práctica. Ni siquiera mover un
dedo del pie o la mano. Al principio, la sesión no debería durar más de diez
minutos, pero gradualmente —hacia el final del mes—, debería extenderse a media
hora. A mucha gente esto le parecerá una eternidad, y cada instinto implorará a
gritos por algún tipo de movimiento que alivie la tensión. Hay que resistir. Otros
estudiantes encontrarán que los diez minutos pasan, es un decir, como un
relámpago.
Es importante que desarrolle sus poderes de concentración mientras practica
estos ejercicios de desarrollo de conciencia. Si su mente vuela, contrólela. Su poder
de concentración aumentará cada día.
Mientras permanece tranquilamente sentado o echado, puede advertir una
picazón en el cuero cabelludo. Ignórela. No haga nada. No se rasque. Sólo observe
con atención. En un instante se diluirá y desaparecerá, o puede que también su
atención se distraiga por algún otro tipo de comezón. De inmediato, será consciente
de que la espalda se acomoda a la cama o la silla. Sólo observe este proceso. Trate
sólo de estar exquisitamente consciente de las sensaciones que acompañan al
cuerpo, sin el menor intento de ignorarlas o cambiarlas.
No haga juicios de lo que observe. Simplemente tome nota. No critique o
rechace alguna de estas sensaciones. Pueden ser confortables o no, placenteras o
no, pero son suyas. Acéptelas tal como son. ¡Ellas son usted!
Las sensaciones vendrán y se irán, sin aparente ritmo o razón, en diferentes
partes del cuerpo. Obsérvelas con atención. Con frecuencia es una buena idea
verbalizar en forma audible lo que uno siente. Es un procedimiento que utilizo con
frecuencia en mi despacho, cuando aliento al paciente, que yace sobre el diván, a
expresar —de forma suficientemente audible como para que yo lo oiga— su
descripción de lo que siente con exactitud en ese instante, y dónde.
El resultado de esto es una profunda relajación de la tensión nerviosa
desarrollada simplemente sobre la base de observar. Uno no debe hacer otra cosa
que observar el surgimiento y caída de las sensaciones sin intentar modificar en
absoluto cualquier fenómeno que ocurra. Pero día tras día la práctica aumentará
enormemente esta función, llamada de autoevocación, plenitud mental,
autoconciencia, y muchos otros nombres. Sin esta autoconciencia, se puede
avanzar muy poco en el Sendero. Todos los otros ejercicios y procedimientos
complejos en verdad comienzan a partir de esta altura de la autoconciencia.
Comience ahora. No se necesita un momento especial para apartarse y realizar
este ejercicio. Puede realizarlo dondequiera que esté, en cualquier momento o
lugar. Por cierto, en la cama al retirarse en la noche, o al levantarse en la mañana,
son excelentes períodos para practicar este arte de autoevocación.
Mientras se realizan las abluciones diarias —bañarse, lavarse, afeitarse, evacuar,
maquillarse, vestirse, etc.— se puede tener una aguda percepción de lo que se está
haciendo, para ser consciente en cada minuto de las hasta entonces insignificantes
sensaciones.
Este arte puede ser extendido enormemente a una gran variedad de direcciones
diferentes cuando la familiaridad con la práctica haga que uno se vuelva más
consciente de lo que ocurre adentro. Por ejemplo, si la definición de Carl Jung de la
psicoterapia es que ésta es volverse consciente de lo que antes era inconsciente,
entonces la persecución de este método resultará en el aumento de conciencia de
un gran número de sensaciones internas que uno antes nunca había advertido. Y al
producirse este aumento, el horizonte personal se verá aumentado. Se ha entrado
en el Sendero.
Este ejercicio debe ser mantenido al menos durante un mes. Pueden realizarse al
menos dos períodos de práctica diaria, de no más de diez minutos de duración. Esto
además de la momentánea cesación de actividad durante distintos momentos del
día en los que observamos lo que sucede interiormente.
Segundo Paso

RELAJACIÓN
Hay bien definidas técnicas para el desarrollo del proceso de relajación, y
podemos utilizar los logros derivados de los ejercicios precedentes. Deberá
continuarse ahora la postura que haya sido previamente utilizada, cualquiera sea
ésta. No deben utilizarse posturas supinas o erguidas. Es indudablemente mejor la
postura en la silla de respaldo alto, que soporta erecta la columna vertebral. Si nos
echamos sobre un sofá o una cama, el colchón deberá ser moderadamente firme:
pero si no, la mejor alternativa es un suelo cubierto con alfombra. La razón para
esta última recomendación es que el suelo no cede, de modo que debería ser esta
la postura de práctica para un estudiante cuyo cuerpo cede con la relajación.
Antes de echarse o sentarse, hay un par de movimientos que yo recomiendo a
los pacientes en el despacho. Primero de todo, saltar con una soga imaginaria, en
posición estacionaria, durante uno o dos minutos. Este no es un ejercicio
simplemente para incrementar la circulación sanguínea y estimular una profunda
respiración, sino que tiene la virtud de contraer y relajar los músculos de forma
alterna, aproximándonos a las correctas bases somáticas en las que proceder con
estas técnicas de relajación psicológica.
A continuación, permanezca de pie, con las piernas separadas unos treinta
centímetros, y después de haber inhalado, expela todo el aire mientras se inclina
hacia delante hasta la cintura, doblándose como un muñeco de trapo. Es parecido
al ejercicio calisténico de tratar de tocar los dedos de los pies sin doblar las rodillas,
inclinándose hacia delante completamente relajado. Nosotros, sin embargo,
procuramos producir la relajación, no hacer ejercicios calisténicos. Dejar que la
zona del cuerpo por encima de la cintura caiga con la exhalación, con los dedos y
las manos colgando cerca de los pies uno o dos segundos, mientras, al inhalar,
levantarse lentamente hasta la posición erguida. Repita este proceso una docena o
más de veces. Después de saltar, este ejercicio le ayudará a enderezar la espalda,
y también a relajar muchos de los músculos del torso. La cabeza y el cuello también
deben pender libremente cuando exhale, mientras deja que el cuerpo penda desde
la cintura. Esto relajará la musculatura del cuello.
Mantenga la mente armonizada y enfocada en las sensaciones de su cuerpo.
Piense sólo en lo que está haciendo. Observe y concéntrese en las distintas
sensaciones del cuerpo.
Ahora está listo para comenzar el ejercicio de relajación propiamente dicho.
Haga unas pocas y profundas inspiraciones y, mientras exhala, lance algunos
suspiros muy profundos. Si el diafragma y los músculos abdominales se relajan, la
mayor parte de la musculatura y de los otros tejidos alimentados por el sistema
nervioso involuntario o vegetativo también se aflojarán. Manténgase quieto en esta
posición unos pocos segundos, observándose todo el tiempo. Hágase familiar con el
cuerpo; aprenda a advertir cómo son las sensaciones del cuerpo, volviéndose cada
vez más consciente. Los anteriores ejercicios lo harán familiarizarse con este
método y sus sensaciones.
El siguiente paso del proceso emplea activamente la imaginación para extender
los límites de su conciencia. Existe una bien conocida ley fisiológica que dice que en
cualquier parte del cuerpo puede ser producido un flujo incrementado de sangre
concentrándose en esa parte del cuerpo. Si esto significa simplemente ser
consciente de que la sangre ya está en los vasos, o que los impulsos nerviosos la
han llevado a la pared muscular de las arterias y vasos en el área contemplada, al
relajar estas paredes para permitir un incremento del flujo sanguíneo, no tiene
importancia; ninguna explicación será suficiente. Que esto puede ser hecho es una
experiencia real que usted puede demostrar por sí mismo.
Sabiendo que hay tensiones en ciertos miembros u órganos podemos, utilizando
la imaginación, estimular las fibras vasodilatadoras que relajan los vasos
sanguíneos permitiendo que la sangre fluya allí en grandes cantidades. Un
suplemento de sangre —una congestión— puede causar un aumento de calor que a
su turno inducirá la relajación de la fibra y tejidos musculares que nosotros
queramos. Esto es la teoría: conduce directamente a la práctica.
Exige el uso activo de la imaginación. Antes que nada, visualice el cerebro. Todo
el mundo ha visto diagramas y dibujos del cerebro con la suficiente frecuencia
como para conocer su aspecto general, sin entrar en detalles neurológicos técnicos.
Es una masa de sustancia blanca y gris, enrollada y retorcida sobre sí misma,
dividida por una larga cisura en dos hemisferios laterales, con un frente y una
porción trasera. Represéntelo tal como lo ha visto en los dibujos. Mantega la
imagen firmemente en la mente hasta que comience a sentir una sensación de
calor expandiéndose desde el centro del cráneo. Algunas veces esto puede estar
acompañado de una ligera picazón, una sensación de escozor. Facilitado el proceso
de la imaginación, los vasos sanguíneos dentro del cerebro se han dilatado lo
suficiente como para contener una gran cantidad de sangre, tiñendo el cerebro de
rosa, y esta congestión es la que ha producido el calor antes sentido.
Del cerebro continuar a los ojos, imaginando que éstos son como dos bolas, cada
una con cuatro diminutas cadenas musculares. Maneje esta imagen como ha hecho
con la previa. Por medio de la construcción de la imagen imaginativa, aumentará el
lumen de los vasos sanguíneos de los músculos y retendrá más sangre que
calentará la musculatura del entorno. Entonces se relajarán, produciendo la
sensación de que los globos oculares se hunden en sus cuencas.
Es importante que desarrolle los poderes de concentración mientras practica
estos ejercicios de relajación. No permita que su mente se desvíe de lo que está
haciendo, o más particularmente, del área que está relajando. Concéntrese. Piense
sólo en lo que está haciendo. Si su mente vaga, vuélvala a su lugar. Su poder de
concentración se incrementará día a día.
Siga un procedimiento similar con respecto al resto de la cabeza: esto es,
visualice cómo la cálida sangre fluye a través de los ensanchados vasos sanguíneos
a las sienes, las orejas, los pómulos, luego a la nariz, boca, labios, lengua,
mandíbulas y mejillas. De la misma forma, después de haber hecho una
construcción mental, sentirá calor y picazón en las áreas imaginadas, con el gradual
surgimiento de la sensación de relajación.
Para entonces —y al menos habrá empleado unos diez minutos en esta acción—,
la mayor parte del cuerpo habrá caído reflexivamente en un proceso de relajación.
No importa cuan relajado se siente después del primer ejercicio de tan sólo
observar su cuerpo, esto simplemente prepara el camino. Los próximos ejercicios le
llevarán mucho más lejos.
La restante parte de la media hora —y el ejercicio de este mes no debería durar
un minuto menos—, deberá ser dedicada a actuar con cada parte del cuerpo de la
misma forma descrita antes. Todo el cuello deberá pasar el proceso. El trabajo
bajará fácilmente a través de los hombros y los brazos hasta que se alcanza el área
abdominal. Actúe entonces allí activamente. Cuanto más relaje esta área media del
abdomen, más responderá todo el cuerpo con un masivo "dejarse ir". El doctor
Georg Groddeck, el padre de la moderna medicina psicosomática, llama a esta área
el "hombre medio" del cuerpo. En la maravillosa imaginería y simbolismo
psicológico que este médico emplea, esta parte media del cuerpo estaba destinada
a ser dotada con una especie de inteligencia, tal como el pecho y la cabeza: esta
mente-vientre se opone frecuentemente a las frías inclinaciones y actividad racional
de la mente-cabeza. Es el asiento de los instintos, sentimientos y pasiones, y todas
las fuerzas dinámicas heredadas del pasado que atribuimos al Inconsciente.
Finalmente, visualice la corriente sanguínea separándose de la aorta en dos
poderosas corrientes arteriales, dos ríos de cálida sangre descendiendo de la pelvis
a los muslos, piernas y pies. Mucha atención aquí también; visualice toda la
densidad, rigidez y tensión de los músculos de los muslos y piernas para relajarlos
bajo el estímulo de la imaginación y la calidez de la sangre. De esta manera se
procede hasta alcanzar los dedos de los pies. Entonces se hace una pausa.
Se ha completado un gran ciclo en el proceso de relajación. Haga una pausa
para considerar y observar. Note cómo se siente. El trabajo previo debería haber
aumentado su habilidad para sentir lo que sucede somáticamente. Registre sus
sentimientos. Permita que una sensación de real placer y gozo y libertad produzca
una indeleble impresión en su mente.
Si se recuerda bien esta experiencia, puede ser evocada en cualquier momento
en el depósito de la memoria. No importa si uno está en el metro o conduciendo su
automóvil, leyendo en casa o escuchando la radio, sólo tiene que recordar el placer
de la relajación y de inmediato la memoria es evocada desde su psique para
impactar sobre todos los tejidos y fibras del cuerpo. Entonces se produce la
relajación.
Es bueno gozar de este sentimiento de profunda relajación. Imprímalo sobre su
mente. Deje que la sensación de completa relajación sea tan vívida y fuerte como
pueda, pues en adelante, cuando necesite relajarse, puede restaurar este estado de
calma, serenidad y completa relajación sólo con pensar en él.
Cuando quiera relajarse, todo lo que tiene que hacer es respirar profundamente
y, al exhalar, pensar en la palabra relax y recordar esta maravillosa sensación de
completa relajación: de inmediato ésta se restaurará en uno. Inhale y, mientras
respira, ordénese mentalmente el relajamiento. Pronto este reflejo condicionado
será inmediato, automático y completo.
Se debe dedicar aproximadamente media hora a esta práctica. Si es capaz,
realice el proceso dos veces por día, mañana y noche. Concéntrese en la formación
de un reflejo condicionado, que producirá el estado de relajación sin pérdida de
tiempo valioso. Pero se debe practicar mucho antes de que el reflejo condicionado
pueda ser establecido. Una práctica al día lo hará; dos es mejor. De esta forma, se
establecerán los fundamentos para que más tarde se pueda desarrollar y trabajar
en acciones espirituales más significativas.
Aparte de esto, sería bueno recordar que este ejercicio, de una forma u otra,
está ahora utilizándose en el tratamiento del cáncer. En Texas hay un equipo
formado por marido-esposa, médico y psicóloga, los doctores Simonton, que
enseñan a sus pacientes métodos de relajación similares a éste. Los pacientes
agregan sus propios adornos personales a la técnica. Por ejemplo, uno puede
imaginar que la sangre atraviesa un tumor canceroso, arrastrando el mal,
limpiando el camino para su eliminación. Sin embargo, otro puede imaginar una
hueste de guerreros de brillante armadura cayendo sobre el mal y haciéndolo
picadillo. Hay innumerables variaciones sobre este simple tema. Como suplemento
o addenda a este tratamiento médico ortodoxo, se dice que no se obtiene un alto
porcentaje de "curas" utilizando exclusivamente sólo uno u otro sistema.
Como una posterior ampliación de la técnica descrita aquí, sería bueno saber que
todos los experimentos realizados con instrumentos de biofeedback corroboran en
cada detalle la tesis fundamental de este capítulo.

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