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Notas Biograficas Julio Menvielle

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Padre Julio Meinvielle (1905-1973)

Notas biográficas1
Pbro. Dr. Arturo A. Ruiz Freites VE.

Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los


espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al
mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu
que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo
espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; ese es el del
Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está
en el mundo. … Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos
escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos
el espíritu de la verdad y el espíritu del error. (1Jn 4, 1-3.6)

Seguramente entusiasmante y muy edificante, mas ardua también


ciertamente será la tarea de escribir una buena vida, completa y documentada,
del Padre Julio Meinvielle. Es una tarea fascinante que está aún por hacerse, que
exige sin duda un profundo y detallado estudio y conocimiento, con un juicio
recto, objetivo, cristiano, de la historia contemporánea del mundo, de la Iglesia y
de la Argentina, y de sus actores –y sus motivaciones-, con lo cual su vida, su
obra, su pensamiento y su actuar están entretejidos, propio de un hombre de
Dios profundamente injertado en la realidad del mundo y del tiempo para
iluminar y ordenar el acontecer concreto, para enseñorear la realidad, toda ella,
para Cristo Rey2. Esbozamos aquí unas notas biográficas en base al material y
testimonios disponibles, que citamos y transcribimos y que el lector puede hallar
en su mayor parte en otros ítems y bajo otros respectos de esta misma página en
escritos de otros autores, de quienes somos agradecidos deudores por
3
permitirnos conocer lo que sabemos del padre Julio .

1
Publicado en Diálogo, San Rafael (Argentina), nn. 42 y 43, julio y diciembre 2006 (edic. del Verbo
Encarnado). Con algunas correcciones y subtítulos del A. y con su autorización para la ed. on line. Quien
quiera proporcionar más datos que sean de utilidad biográfica, por favor escriba a la dirección e-mail de
esta página.
2
Escribimos esto -que en realidad más recopila y hace tesoro de lo escrito por otros beneméritos-, en la
Solemnidad de Cristo Rey de 2005, a los 100 años del nacimiento del Padre Julio Meinvielle, en vísperas
de la puesta “on line” de la página web dedicada a publicar sus obras.
3
“No resulta fácil escribir sobre la personalidad del Padre Julio Meinvielle y ello por tres motivos:
Primero por la vastedad, diversidad y trascendencia de su pensamiento y de su accionar multifacéticos;
segundo, porque todavía no hay nada escrito sobre su vida y su obra; tercero, porque aún no ha pasado
el tiempo suficiente que haga posible la decantación de su obra faltando así la perspectiva histórica que
se requiere para que pueda ser valorada en toda su dimensión.” (C. BUELA, “Perfil sacerdotal: Padre Julio
Meinvielle”, en Mikael 9 (1975/3), y en C. BUELA, Padre Julio Meinvielle, S. Rafael 1993, 7; cf. C. SACHERI,
en “R. P. Julio Meinvielle. In memoriam”, discurso en la inhumación de sus restos (4/8/1973), en
Ateneísta, número especial en homenaje al P. Julio Meinvielle, 10, y en C. BUELA, Padre Julio Meinvielle,
S. Rafael 1993, 61 –en adelante lo citaremos de aquí-). En modo particular hemos de citar y remitirnos
a los escritos –del editor y otros A.- recogidos en C. BUELA, Padre Julio Meinvielle, S. Rafael 1993; y otros
agregados a la edición on line de esa obra, en el sitio web del autor).

1
I. Exordios del sacerdote y publicista político: un pensador modelado por
la doctrina del Magisterio y Santo Tomás

Julio Ramón Meinvielle nació en Buenos Aires el 31 de agosto de 1905.


Estudió en el entonces Seminario Pontificio de Villa Devoto doctorándose en
Filosofía y Teología. Se ordenó sacerdote el 20 de diciembre de 1930 4. Mientras
recopilamos más material acerca de las primeras etapas de su vida, comenzamos
aquí a partir del momento en que Julio Meinvielle se asoma a la vida pública
eclesiástica y civil en Argentina, cobrando notoriedad5.

El año 1932 es el exordio de su actividad de publicista, comienza a


difundir sus escritos y su pensamiento en los que se ocupa desde un primer
momento con luminosa clarividencia de la plasmación social y política del
cristianismo en la Cristiandad y la “cuestión social” del mundo moderno: en
efecto, de esa fecha data la primera edición de su magistral Concepción Católica
de la Política, obra de pensamiento ya tempranamente maduro, editada en
Buenos Aires por los Cursos de Cultura Católica y que conocería tres sucesivas
reediciones en 1941, 1961 y 1974 (póstuma). Un tal libro no nace de la nada,
está detrás un ambiente, una actividad intelectual y apostólica, una gran
personalidad. En efecto, desde 1922 había comenzado por obra de unos
beneméritos pioneros católicos la magna empresa de los Cursos de Cultura
Católica que tantos frutos diera para la intelectualidad argentina 6.
CONCEPCIÓN CATÓLICA DE LA POLÍTICA vino así a dar formidable envión al renacimiento
que en lo cultural se expresó particularmente con los Cursos de Cultura Católica, en
lo político con el nacionalismo y el revisionismo histórico –no oscurecidos aún por
influencias totalitarias ajenas a su esencia y que años después también combatiría el
Padre Meinvielle- y en lo espiritual con la magnífica demostración de fe colectiva que
fue el Congreso Eucarístico Internacional de 1934.7

Sabemos de la activa participación de Meinvielle y que, en ocasión de la


invitación y visita de Jacques Maritain –en 1936- y del padre Garrigou-Lagrange,
Meinvielle “manifiesta su disconformidad con algunas tesis particulares de
Maritain”, junto con César Pico 8. Junto con D. Lallement, Principios católicos de
4
Datos escuetos en la solapa de Crítica de la concepción de Maritain sobre la persona humana, Ed.
Epheta, Bs.As 1993.
5
Para estas notas biográficas, por ahora de carácter provisorio, agradeceremos todo tipo de
informaciones, contribuciones, indicaciones y correcciones.
6
Sobre los Cursos de Cultura Católica, cf. RAÚL RIVERO DE OLAZÁBAL, Por una Cultura Católica, Buenos
Aires 1986.
7
F. DE ESTRADA, “Estudio Preliminar” a Concepción Católica de la Política, Dictio, Buenos Aires 19744, 15.
8
«Los cursos no solamente irradiaron una sólida formación intelectual y cultivaron exquisitas
expresiones artísticas, sino que también gestionaron y lograron la visita de ilustres maestros europeos,
como el filósofo Jacques Maritain y el Padre Garrigou Lagrange. Con la visita de Maritain se acentúa la
escisión entre los alumnos de los Cursos, divididos ya por sus adhesiones y simpatías particulares a uno

2
acción cívica, Daniel Rops, Monseñor Luis Billot, Maritain era de los pocos autores
citados en la Concepción Católica de la Política, como indicación bibliográfica
tomista acerca de la universalidad de la esencia del hombre, principio de
inteligibilidad del mismo9; pero había acontecido el quiebre político del
pensamiento de Maritain, en 1929-1930, en ocasión de la desgraciada condena y
excomunión de L’Action française de Charles Maurras10, en cuyas filas
intelectuales Maritain, convertido al catolicismo y al tomismo, había militado por
quince años.
La autoridad de Jacques Maritain entre los católicos en general, y entre los tomistas
en particular, no tiene necesidad de ser señalada. Pero es preciso decir que en
Argentina esta autoridad era particularmente sentida, porque el filósofo francés
había publicado allí a partir de 1928, una serie de artículos en distintas revistas, y en
1936 se hizo presente allí para dictar un ciclo de conferencias. Y es justamente
durante esta visita que se habían tenido claras señales de la hostilidad de algunos
círculos católicos argentinos hacia Maritain, a causa de la actitud que él había
asumido frente a la guerra civil española 11. Ya en aquel momento Meinvielle se
cuenta entre sus opositores; pero la polémica se enciende más tarde, sobre
argumentos más estrictamente teoréticos.12

El pensador vigoroso que así se descubre en el padre Julio Meinvielle,


estrictamente hablando, no parece haber tenido grandes maestros a los que haya
que remontarse en su juventud, a juzgar por lo que él mismo dijo a algunos, de
lo cual tenemos entre otros el testimonio de Carlos Sacheri, que citamos a
continuación. Ha sido su mente lucidísima que se formó con el Magisterio de la
Iglesia y el mismo Santo Tomás, en la lectura directa, asidua e inteligente de sus
obras, a través de un descubrimiento y estudio personal con gran rigor y
disciplina intelectual y humana.
El Padre Meinvielle forjó su vocación en medio de las estrecheces culturales de un
ambiente tanto clerical como civil, demasiado propenso a la frivolidad y poco amigo
de la disciplina y austeridad propias del rigor intelectual. No tuvo maestros; su
formación tanto teológica como social se debió únicamente al estudio asiduo y dócil
de Santo Tomás de Aquino y de las grandes encíclicas sociales, de las cuales ha sido
hasta hoy el más ferviente apóstol en la Argentina.
Índice elocuente de sus dificultades iniciales es aquella anécdota en la que siendo
sacerdote recién ordenado leía la Suma Teológica en el atrio de la Iglesia de
Balbanera, cuando un alto prelado le preguntó qué estaba leyendo y al ver que era
Santo Tomás le dijo “Pero m'hijo, no leas esas cosas tan complicadas que te van a

u otro frente de la Guerra Civil Española. Es el momento en que César Pico y el Pbro. Julio Meinvielle
manifiestan su disconformidad con algunas tesis particulares de Maritain.» (MONS. G. P. BLANCO, en la
bendición del edificio "Santa María de los Buenos Aires" de la Pontificia Universidad Católica Argentina,
Buenos Aires, 8/12/1998).
9
Cita Maritain, Introduction générale a la philosophie, 1930, pág. 149s., en Concepción Católica de la
Política, Buenos Aires 19412, 176.
10
La condena de L’Action Française por parte de Pío XI ocasionó la famosa protesta ante el pontífice del
Cardenal Louis Billot, renunciando al capelo cardenalicio. En 1939, muy tarde ya para Francia, Pío XII
levantaría la condena y la excomunión.
11
A. CATURELLI alude a un desagradable episodio sucedido durante la visita de Maritain a Argentina,
debido a la oposición a sus ideas de parte de un grupo de católicos de Córdoba. Cf. A. CATURELLI, La
filosofía en la Argentina actual, Buenos Aires 1971, 238.
12
S. SARTI, “P. Julio Meinvielle”, en C. BUELA, Padre Julio Meinvielle, ed. on line.

3
hacer mal a la cabeza”. Qué hubiera sido del Padre Julio, si se hubiera atenido a
tales consejos...13

No es improbable que a Santo Tomás haya llegado por fidelidad al mismo


Magisterio de la Iglesia, que con la Aeterni Patris de León XIII (1879) había
suscitado en la Iglesia el renacimiento del tomismo, y bajo San Pío X con el Motu
propio Doctoris angelici14 y las “veinticuatro tesis tomistas” (1914) había
propuesto la doctrina del Aquinate como “normas seguras directivas” en los
estudios católicos15, y más inmediatamente con la carta apostólica Officiorum
omnium16 y la encíclica Studiorum ducem de Pío XI (29 de junio de 1923), aún
siempre dejando una cierta libertad de escuela urgía e insistía en la observancia
del Código de Derecho Canónico promulgado en 1917 y que decía, cán. 1366§2:
“Los estudios de la filosofía racional y de la teología y la instrucción de los
alumnos en tales disciplinas sean absolutamente tratados por los profesores
según el método, la doctrina y los principios del doctor angélico y éstos sean
religiosamente mantenidos”. La Studiorum ducem pedía a los maestros de esas
“disciplinas superiores” que “tengan presente que satisfarán bien sus deberes y
cumplirán nuestros deseos si, y estudiando mucho y largamente sus escritos,
comenzasen a amar al doctor de Aquino y comunicasen a los alumnos de la
propia disciplina este ardiente amor, interpretando al mismo Doctor, y los hagan
idóneos para suscitar en los otros un estudio semejante” 17. Por su parte, las
encíclicas Diuturnum illud sobre la potestad política (1881), Libertas (1888) y
Rerum novarum (1891) de León XIII habían iniciado la magnífica serie de
encíclicas sociales y llamado la atención sobre el liberalismo y la “cuestión social”.
La Graves de Communi (1901) del mismo León XIII había alertado sobre el uso
ilícito en sentido democratista liberal o socialista del término “democracia
cristiana”. San Pío X (1907) en la Pascendi había alertado y enseñado con
profundo análisis sobre la filosofía del relativismo subjetivista y la inmanencia que
se escondía detrás del modernismo, cuyas proposiciones condenó en el decreto
Lamentabili, y en Notre Charge Apostolique (1910) había condenado el
democratismo liberal-cristiano del movimiento de Le Sillon. Y en 1931 aparecía la
exposición monumental de la Doctrina Social que es la encíclica Quadragesimo
Anno de Pío XI. A capite de la Introducción de la Concepción Católica de la

13
C. SACHERI, “R. P. Julio Meinvielle” 62.
14
29 jun. 1914: “principia et maiora Thomae Aquinatis pronuntiata sancte teneantur”, indicaba allí el
santo Pontífice.
15
Congregación de los Estudios, declaración del 7 de marzo 1916, AAS 8 (1916) 157; cf. BENEDICTO XV,
carta Quod de fovenda del 19 de marzo 1917 al superior general de los jesuítas W. Ledóchowski, Acta
Romana S.I. 9 (1927) 318s.; ZKTh 42 (1918) 206 (cf. DSH com. introd. al Decr. S. CGR. Studiorum, 27
Iul. 1914).
16
1 de agosto de 1922, AAS 14 (1922) 449-459.
17
DSH 3665.

4
Política que tanto se remite al Magisterio y a Santo Tomás, cita el joven
Meinvielle la Studiorum Ducem:
…De ahí esos magníficos capítulos que se encuentran en la segunda parte de la
Suma Teológica sobre el poder legítimo en la ciudad o en la nación, sobre el derecho
natural y sobre el derecho de gentes; sobre la paz y sobre la guerra; sobre las leyes
y sobre la obediencia; sobre el deber de velar por el bien de los particulares y por la
prosperidad pública; y esto tanto en el orden sobrenatural como en el natural.
Cuando estos principios sean religiosa e inviolablemente observados en la vida
privada, en la vida pública y en las relaciones mutuas de las naciones, nada faltará
para disfrutar de la paz de Cristo en el reino de Cristo, que tan impacientemente
desea todo el mundo. Es por tanto deseable que se tengan muy en cuenta las
enseñanzas de Santo Tomás de Aquino, especialmente sobre el Derecho de Gentes y
sobre las leyes que regulan las relaciones internacionales, porque allí se encuentran
las bases de la verdadera Sociedad de las Naciones.

En efecto, se puede decir que leyendo su Concepción Católica de la Política


se ve allí cristalinamente -como en una radiografía del puro pensamiento de
Meinvielle-, manar la doctrina de las fuentes citadas del Magisterio y de Santo
Tomás (la Suma teológica, la Contra Gentiles, el Comentario a la Política de
Aristóteles, el De Regno –De regimine principum-), y ser comprendida y expuesta
con inteligencia, claridad y fidelidad incomparables, en contraposición a las
posiciones del liberalismo individualista o del totalitarismo estatista como el
marxismo.

El mundo se estremecía desde mediados del siglo decimonono con la


Revolución industrial, el crecimiento del liberalismo económico y el poder de la
finanza internacional, el manifiesto comunista y las revueltas sociales, y, ya
contemporáneos a la niñez y juventud de Meinvielle, la tremenda Gran Guerra,
primera Guerra Mundial, con las convulsiones concomitantes y consiguientes,
como la revolución bolchevique de octubre del ’17. Los estallidos revolucionarios
comunistas en muchas naciones, con su influjo, eco y repercusión también en
Argentina, como la famosa rebelión estudiantil y universitaria de la “franja
morada” en la Docta Córdoba, y el entrecruzarse de lucha y debate político entre
el laicismo liberal y anticlerical dominante, el comunismo bolchevique, y el fondo
tradicional de catolicismo hispánico que es la verdad constitutiva del pueblo
argentino18, en fin, toda la situación política del mundo y la Argentina, tienen que
18
“Veo bandas rapaces, movidas de codicia, la más vil de todas las pasiones, enseñorearse del país,
dilapidar sus finanzas, pervertir su administración, chupar su sustancia, pavonearse insolentemente en
las más cínicas ostentaciones del fausto, comprarlo y venderlo todo, hasta comprarse y venderse unos a
los otros a la luz del día. Veo más. Veo un pueblo indolente y dormido que abdica de sus derechos,
olvida sus tradiciones, sus deberes y su porvenir, lo que debe a la honra de sus progenitores y al bien de
la posteridad, a su estirpe, a su familia, así mismo y a Dios. Y se atropella en las Bolsas, pulula en los
teatros, bulle en los paseos, en los regocijos y en los juegos, pero ha olvidado la senda del bien, y va a
todas partes, menos donde van los pueblos animosos, cuyas instituciones amenazan derrumbarse
carcomidas por la corrupción y los vicios. La concupiscencia arriba y la concupiscencia abajo. Eso es la
decadencia. Eso es la muerte”; texto de José Manuel Estrada (Buenos Aires, 3 de abril de 1890) citado
significativamente por Meinvielle al inicio de su conferencia “La situación argentina dentro de la
Revolución Mundial”, el 16 de junio de 1972 en los Mercedarios de Córdoba (cf. J. MEINVIELLE, El
comunismo en la Argentina, Dictio, Buenos Aires 1974, 474).

5
haber despertado su ánimo joven y cristiano al interés, la búsqueda y el amor por
la verdad del orden político y social cristiano, siguiendo la luz del Magisterio.
CONCEPCIÓN CATÓLICA DE LA POLÍTICA es un libro cuya trascendencia no se ha medido
justamente. Su aparición en 1932 se produjo en un clima singular de la vida
argentina. Tras las décadas de prosperidad económica que coincidieron
accidentalmente con el apogeo de la doctrina liberal, el país se encontró de pronto
con que formaba parte de ese mundo cuyos problemas parecían de imposible
contagio por sobre los océanos. La sólida formación cristiana de nuestra sociedad
había conservado hasta entonces la cohesión del cuerpo político y de las buenas
costumbres. Pero la educación positivista y escéptica tenia ya corroídos los principios
fundamentales de convivencia que los argentinos no nos habíamos interesado por
profundizar.
El liberalismo había inculcado una actitud revolucionaria creando la falsa disyuntiva
entre libertad ilimitada y autoridad absoluta. Fracasada la primera opción, se abría el
rumbo del despotismo, tan anticristiano como aquélla.
(…)
Aún separado de su contexto temporal, CONCEPCIÓN CATÓLICA DE LA POLÍTICA señalaría
un suceso memorable en el pensamiento argentino. Por lo demás tan poco fecundo.
Pero su oportunidad, factor que siempre caracterizó a los escritos del Padre
Meinvielle, le agrega mayores méritos. La profundidad unida a la llaneza de estilo
permitió a una generación comprender que el reconocimiento de los derechos de
Dios sobre la ciudad es el único camino para que la soberanía no perturbe las
relaciones internacionales ni se incline ante cosmopolitismos enfermizos, para que la
libertad goce plena vigencia sin degenerar en anarquía, y para que la autoridad esté
revestida de firmeza sin aplastar a los ciudadanos.
En sus demostraciones tan racionales, la obra eleva el espíritu del lector hasta el
concepto de Cristiandad, la comunidad política puesta bajo el reinado de Dios como
prenda única del bien común. No es esto una utopía más, sino el resultado necesario
de la especulación filosófico-teológica y de la experiencia histórica.19

Evidentemente, Julio Meinvielle estudió a Santo Tomás no en manuales de


segunda mano, ni a través del eclecticismo de Suárez, sino en la fuente misma de
sus escritos, asidua y sacrificadamente. Fiel al Magisterio y a la vocación
sacerdotal que Dios le dio en la Iglesia, fiel a la gracia que es el tomismo en la
Iglesia, indicado así por los pontífices del renacimiento tomista. Con una voluntad
adherida a la Verdad y dispuesta al sacrificio para aprenderla, defenderla antes
los errores del tiempo denunciados por el Magisterio mismo, y difundirla para el
bien de la Iglesia y de las almas, para ordenar según Dios los hombres y la
sociedad. Y esto en definitiva, por recto y generoso amor a Dios y por compartir
el amor divino salvífico. En el Meinvielle joven y seminarista, que poco
conocemos, tiene que haber habido santidad. He aquí el secreto origen de tanto
bien y de tanta luz.

Formado sacerdote en el Seminario de Buenos Aires “en su mejor época, la


de los Castellani, Derisi, Sepich, Lavagnino, Garay y tantos otros”20 –algunos de
sus compañeros de generación-. Sabemos por testimonios y relatos que se han
transmitido, que, durante las clases del Seminario, Julio Meinvielle estudiaba ya
19
F. DE ESTRADA, “Estudio Preliminar” a Concepción Católica de la Política, Dictio, Buenos Aires 19744,
14s.
20
A. BUELA, “Un juicio sobre Meinvielle”, en C. BUELA, O. C., ed. on line.

6
las materias del año siguiente, anticipándose. Será siempre en él un eminente
ejercicio de una inteligencia y prudencia superior, ese anticiparse. Desde el inicio
fue tomista, no obstante la corriente dominante del jesuitismo suareciano, en la
cual por el contrario parece haber estado –según se cuenta-, en conformidad con
la enseñanza “oficial” del Seminario y sus profesores, el entonces seminarista
Octavio Nicolás Derisi, quien muy posiblemente debe su conversión al tomismo
en los inicios de su sacerdocio a Meinvielle, de quien siempre fue amigo. Juntos
fundarían un día la Sociedad Tomista Argentina, y Derisi la Universidad Católica
Argentina (UCA). Dirá mucho después uno de sus compañeros de entonces que
Meinvielle en cincuenta años de vida intelectual jamás cambió de línea. La Verdad
nunca estuvo en él sujeta o sometida a humana prudencia, diplomacia o
compromisos; es con las virtudes intelectuales, sabiduría, inteligencia, ciencia,
con que se sujeta el hombre a la verdad, se adecua cuanto puede a la realidad tal
cual es, y es la Verdad la que ilumina luego con la sabiduría superior el obrar
prudencial, que a la Verdad se sujeta y sirve. Y así fue Meinvielle, y por eso fue
hombre de la Verdad, y de la verdadera prudencia y caridad.

7
II. Un párroco con iniciativas, de pastoral novedosa e incisiva

Acababa de aparecer Concepción Católica de la Política cuando, en 1933,


el presbítero Julio Meinvielle fue nombrado párroco de la Parroquia de Nuestra
Señora de la Salud. La sede parroquial, erigida en ese año por el arzobispo de
Buenos Aires, cardenal Copello, está situada en Marcos Sastre 6115, barrio de
Versalles, Ciudad de Buenos Aires. Así lo vemos, sacerdote, aparecer casi al
mismo tiempo que su primer libro, asomándose a la ingente tarea pastoral que le
está reservada, y a la vida del rebaño de feligreses de una parroquia de barrio del
gran Buenos Aires:
Un lejano día de marzo de 1933, apareció en Versailles, un joven sacerdote con su
negra valija en mano, caminando por la calle de tierra de este alejado barrio del
oeste, preguntando a los vecinos por la calle Marcos Sastre y Bruselas. Alguien lo
acompañó hasta allí, pero no hay nadie, todo está cerrado. Ροr fin, un feligrés se
acerca, abre la puerta de una muy pequeña piecita, le muestra la humilde capilla
vacía y le dice: ¡esto es todo!
Esa fue la entrada triunfal del primer párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de la
Salud (….) No se podría pensar un minuto siquiera, que un sacerdote del temple y
del corazón del Padre Julio se desanimara ante tanta pobreza y tanta soledad. Era
un auténtico misionero de Cristo, su fe era sólida fe de quien conocía a fondo el
Evangelio y su deseo era llevar la buena nueva al barrio que le habían destinado sus
superiores. Comenzó entonces lo que sería una obra titánica, como sólo pueden
llevar a cabo los que tienen fuego de Dios en el alma.21

Es Versalles un barrio populoso, pobre y humilde, lleno de trabajadores,


obreros y artesanos, familias, jóvenes, niños, escolares y estudiantes. El nuevo
párroco se pone sin dilación manos a la obra, con novedad de iniciativa -¡tanta y
tan polifacética!- pero que aparece nutrida de la secular experiencia pastoral y
educativa de la Iglesia y de los santos, y de una caridad discreta, esto es,
inteligente, según el Evangelio y el corazón de Cristo. Meinvielle desde sus inicios
pastorales parece haberse adelantado medio siglo en ser una plasmación viviente
de la “nueva evangelización” descripta y querida por Juan Pablo II para el mundo
contemporáneo, “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión” 22.
Construye el primer salón para reuniones, conferencias, enseñanza del catecismo de
la doctrina cristiana a los chicos y cine festivo los domingos, que costará 5 centavos
y será gratis para los que tengan al día la planilla de asistencia a los oficios
religiosos.23

Levantó la actual Iglesia desde lo que hasta entonces era un pequeño


oratorio, “templo monumental… que hizo exclamar al Cardenal Copello en la
ceremonia de bendición: «¡Esto nο es una Iglesia, esto es una Catedral!»”24.
21
De: Á. TACCHELA “Palabras de un feligrés”, pronunciadas por el Sr. al finalizar la Misa de cuerpo
presente en la Parroquia, en C. BUELA, O. C., 65.
22
Alocución del 9 de marzo de 1983 a la asamblea del CELAM, Port-au-Prince, Haití.
23
Á. TACCHELA “Palabras de un feligrés” 65.
24
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 18.

8
Fundó las Conferencias Vicentinas “para seguir el lema: pobre entre los
pobres, ayudemos a los más necesitados”25, el Círculo Católico de Obreros, donde
“forma en profundidad a los hombres que ansían trabajar en la vida sindical, dentro
de una concepción católica de la economía”26. En 1934, año señalado y bendito en
la historia Argentina por el extraordinario evento del Congreso Eucarístico de
Buenos Aires, creó las ramas de la Acción Católica e intervino en la organización
de la Acción Católica argentina, y fundó el primer centro, el n° 1, de la Juventud
Obrera Católica (JOC) “que trae una savia nueva al tronco siempre florecido de la
Iglesia”27. “Su predilección fueron los jóvenes” 28, y así fruto de su infatigable
iniciativa apostólica, a partir de los campamentos juveniles parroquiales, fundó–
con otros contemporáneos- la Unión de Scouts Católicos Argentinos (USCA)29, de
la que es su primer secretario, reconocida por el Cardenal Copello, entonces
obispo primado de la Argentina, el 7 de abril de 1937. Será la de su parroquia la
Agrupación N° 1.
Sus scouts de Versailles no pueden olvidar su estampa en campamento, con su
guardapolvo negro, revolviendo la polenta y cuidando que nο se pasasen los fideos.
¡Cocinaba para todos! Todos recuerdan con gran cariño a ese gran hombre que
sacrificaba su descanso para que ellos, de hogares humildes, disfrutasen de
vacaciones. En un comienzo, él mismo enseñaba a los lobatos a hacer nudos.30

También fundó el Ateneo Popular de Versalles. Fue el responsable, directa


o indirectamente, de centros recreativos, una escuela primaria y un campo de
deportes.
Su preocupación por la salud moral y física de los jóvenes y de las familias lo llevó a
fundar el Ateneo Popular de Versailles, calle Roma 950, del que fuera presidente
hasta su muerte. En la actualidad cuenta con más de 7000 socios, de toda raza,
credo y color, con más de 2000 metros cuadrados de superficie cubierta, provisto de
cine, gimnasio cerrado con piso flotante, frontón de paleta cerrado, pileta de
natación cubierta y con agua caliente, dos piletas de natación al aire libre, dos
canchas de tenis, canchas de pelota al cesto, de básquet y voley, canchas de
bochas, biblioteca, salón de juegos, tatame para práctica de yudo y karate, quincho
para asado, gran salón confitería, jardín de infantes, vestuarios de damas y de
caballeros con duchas individuales, y un gran anexo en Dique Luján (Tigre) para la

25
Á. TACCHELA “Palabras de un feligrés” 65.
26
Á. TACCHELA “Palabras de un feligrés” 65.
27
Á. TACCHELA “Palabras de un feligrés” 66.
28
Á. TACCHELA “Palabras de un feligrés” 66.
29
El Padre Julio Meinvielle empieza a organizar campamentos de jóvenes en su parroquia, ejemplo que
siguen otros sacerdotes católicos. Todos esos esfuerzos se aúnan el 7 de abril de 1937 cuando el
cardenal Copello, entonces obispo primado de la Argentina reconoce la Creación de la Unión Scouts
Católicos Argentinos, siendo su presidente el Gral. Ezequiel Pereyra, sus vices el contralmirante Osvaldo
Repetto y el Dr. Ernesto Padilla (h), secretario el padre Julio Meinvielle y prosecretario el Dr. Alfonso
Rafaelli.» (Historia del Scoutismo en Argentina). Se puede leer con provecho y edificación el libro de
FABIÁN GONZÁLEZ ARBAS, Los Scouts de Meinvielle. Historia de la Agrupación no. 1 Ntra. Sra. de La Salud ,
Buenos Aires 2001.
30
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande”, Conferencia pronunciada en la Capilla de “Ntra. Sra. de la
Merced”, el 2 de agosto de 1976, tercer aniversario de la muerte del R. P. Dr. Julio Meinvielle. Publicada
en revista Verbo, nº 196, setiembre 1979; en C. BUELA, O. C., 28.

9
práctica de remo, natación y pesca. ¡Y pensar que comenzó con 450 pesos que pidió
prestado a los vicentinos!31

La generosidad entregada de un verdadero padre se plasmó en lo que


gráficamente llamara “pastoral de la puerta abierta”, recibiendo y atendiendo
siempre a todos, lo que le permitió el trabajo espiritual de edificar las almas en la
santidad con la guía y consejo espiritual.
En donde fuera párroco - Parroquia de Nuestra Señora de la Salud, Versailles-
promovió de manera intensa la vida espiritual de sus fieles, sin descuidar lo
temporal. Desarrolló allí lo que él llamaba “la pastoral de las puertas abiertas”. Todo
el mundo podía entrar en su casa a cualquier hora prudente, no había “sancta
sanctοrum”, es decir, lugares vedados. En más de una oportunidad nos repetía: “en
la doctrina: hay que enseñar fielmente la de Nuestro Señor Jesucristo, sin ceder ni
un ápice; en el apostolado: hay que ser lo más abierto posible, porque por todos
murió Cristo en la Cruz”.32

Sobre todo, en el verdadero sentido de su paternidad espiritual, abre las puertas de


su casa, que nunca se cerrarían a través de 27 años de párroco, para atender a
todos los que quieran acercarse a él, porque están enfermos de cuerpo o doloridos
en el alma.
Dio de beber a los sedientos, descanso al peregrino, ayuda al pobre, consuelo al
afligido, colchón al que no poseía nada. El dοrmiría sobre tablas, debajo de una
infernal máquina de cine, pero nadie que se acerque se irá con las manos vacías...33

Muchas son las anécdotas y testimonios edificantes de tan proficua labor


pastoral: magnanimidad, confianza en la Providencia, celo pastoral.
En el Ateneo tenía muchas deudas, no sabían cómo salir. En la próxima reunión de
C. Directiva debían resolver. Propuso el Padre Julio: “Hagamos más deudas”.
Compraron a crédito la máquina de cine y con las entradas pudieron pagar todo,
incluso la máquina.34

Trasladado al cabo de algunos años a otros destinos eclesiásticos, los


vecinos de Versalles no olvidarían al Padre Julio, como cariñosamente lo
llamaban.
La gran virtud del padre Julio fue siempre y en todo momento, su humildad, su gran
humildad. Versailles no conoció a fondo al ilustre filósofo, ni tampoco al teólogo
tomista, certero en sus juicios y lúcido en sus libros. Tampoco conoció a fondo al
periodista de estilo claro y de polémica incesante y aguda. Ni al político combativo
de todas las horas. Ni al profesor erudito, ni al conferenciante aplaudido. La
parroquia de Versailles, sí conoció y conoció mucho al sacerdote para toda la
eternidad, al sacerdote piadoso, al sacerdote que amando a los pobres, amaba a sus
hermanos en Cristo; al sacerdote que nunca cobró un bautismo o un casamiento; al
sacerdote que siempre tenía una palabra justa y un consejo sanο.35

(…)Así como hay que leer todos sus libros para conocer bien sus pensamientos, se
requeriría ir a Versailles y hablar con la gente que lo conoció, ayudó y acompañó,
ver el monumental Templo Parroquial, el no menos monumental Ateneo Popular,
para conocer su vida. Obras así no se hacen con opiniones...36

31
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 19.
32
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 18.
33
Á. TACCHELA “Palabras de un feligrés” 65.
34
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 28.
35
Á. TACCHELA “Palabras de un feligrés” 66.
36
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 19.

10
Allí se recuerda con una placa alusiva que se encuentra en el atrio de la
Iglesia a quien fuera primer párroco y sobre todo primero en ejemplo de vida y
dedicación a los demás.

11
III. Otros escritos de la primera época: maestro de los principios y del
discernimiento político, atento a los tiempos

Como si todo lo precedente no bastase para llenar una vida sacerdotal


ejemplar, desde adentro del alma Dios dilataba y ensanchaba hacia todas las
almas, la Patria, la Iglesia, el mundo, al padre Julio, y asombra que su pastoral
no sólo no terminaba en la sombra del campanario de su Parroquia, mas parecía
que este campanario al contrario señalaba hacia arriba y hacia los cuatro vientos,
“plus ultra”, y desde Versalles, barrio porteño, brillase la luz del pensador de la
Cristiandad para nuestros tiempos. En él se encontraban el hombre de
pensamiento, de intensa vida intelectual, y el hombre de acción, orientado en
forma infatigable a las cosas más prácticas de su parroquia. Contemplativo en la
acción, supo hacerse la disciplina y el tiempo para estudiar, escribir, y publicar.
Realizó en plenitud aquello que expresa Santo Tomás de Aquino, su gran maestro,
cuando define la vocación del “Doctor” como la de aquél que reúne a la vez las
cualidades propias de la vida contemplativa y de la vida activa. Muy pocas veces es
dable constatar el equilibrio, la facilidad y la eficiencia con que el Padre acometía las
más variadas iniciativas intelectuales y prudenciales. Resulta casi inexplicable que
una misma persona fundara y dirigiera la JOC, los Scouts Católicos, la parroquia
Nuestra Sra. de la Salud, el Ateneo Popular de Versalles, y, al mismo tiempo,
redactara obras de tanto valor y madurez como La Concepción católica de la
Economía, La Concepción Católica de la Política, El Judío en el misterio de la Historia
y nueve libros más en poco más de una década. Si a ello sumamos los cursos y las
conferencias dictadas en el marco de los célebres Cursos de Cultura Católica y la
fundación y dirección de las revistas…37

Sabedor de que no hay “concepción católica de la política” ni


evangelización de lo social ni civilización y ciudad cristiana sin el recto
ordenamiento y la justicia en lo económico, y preocupado y urgido por iluminar
con los principios del orden natural y cristiano la teoría y práctica económica
devastada por el liberalismo y el reino plutocrático de la usura, edición también
de los Cursos de Cultura Católica, aparece en 1936 Concepción católica de la
economía.

El año 1937 desarrolla una gran actividad editorial, ante los problemas que
estremecen el mundo en los prolegómenos de la Segunda Guerra mundial,
cuando se agitan en antagonismos ambiciosos los totalitarismos de diverso signo
e ideología, el democratismo y capitalismo liberal, la plutocracia judía
internacional, los odios del racismo, los humanismos y súper-humanismos
antirreligiosos. Así nacen de su pluma: El judío, publicación de la Asociación de

37
C. SACHERI, “R. P. Julio Meinvielle” 61-62.

12
los Jóvenes de la Acción Católica, Buenos Aires 1937 38; Los tres pueblos bíblicos
en su lucha por la dominación del mundo; Entre la Iglesia y el Reich; Un juicio
católico sobre los problemas nuevos de la política. En esta última obra se hace
nuevamente la exposición de una fundamentación de la Cristiandad o Ciudad
Católica en el orden ontológico y antropológico cristiano de las “cuatro
formalidades” o dimensiones del hombre, entitativa, sensible, racional y de vida
sobrenatural de la gracia y su dimensión o proyección social, que ya había sido
sumariamente enseñado en el epílogo de Concepción Católica de la Política, ahora
aplicado a la praxis política cristiana y a su antagonista, el proceso revolucionario
donde las formalidades se subvierten. Así el “juicio” histórico discierne las etapas
del proceso revolucionario de apostasía que ha sufrido y sufre el mundo desde la
caída de la Cristiandad medieval. Esto será siempre en adelante una clave,
presente en muchas de sus obras 39, que permitirá a Meinvielle hacer discernir la
falsedad del “mito del Progreso” y del “mundo moderno” de lo que es el
verdadero, el auténtico progreso, juzgado según el recto orden humano y
cristiano. Y así podrá juzgar la falsedad del intento del cristianismo liberal que
intenta aceptar en una “nueva cristiandad”, como “progreso” social el resultado
del proceso de apostasías revolucionarias, en una falaz connivencia.

Ante el “levantamiento” anticomunista español y en la sangre mártir que


abundantemente se estaba derramando en la guerra civil española, ve el cruzarse
espadas la Cristiandad rediviva y posible y la Revolución anticristiana, y reacciona
ante la complicidad republicana y revolucionaria de algunos católicos,
principalmente de Maritain, y así nace, en sucesivas dos ediciones, Qué saldrá de
la España que sangra (1937), publicada por la Asociación de los Jóvenes de la
Acción Católica.

Meinvielle se demuestra con una extraordinaria lucidez de juicio político e


histórico, leyendo el acontecer en sus causas, con un juicio práctico impregnado
de sabiduría que sabe a connaturalidad con la divina Providencia.

Meinvielle era un hombre vertical, un hombre de Dios, un hombre movido por Dios
y por sus dones. La grandeza, la majestad, soberanía y trascendencia de Dios
conculcadas por el proyecto de autonomía inmanentista que caracteriza el
pensamiento moderno fue lo que lo llevó a luchar denodada y apasionadamente en
pro de la filosofía perenne y de la cultura cristiana durante más de cuarenta años,
sin otro temor que el santo temor de Dios. Toda la labor intelectual fue, en él, la

38
Con sucesivas ediciones: en 1940; en la 3ª edición y en adelante completado y titulado: El judío en el
misterio de la historia, 1959, 1963, 1975, 1982. Publicado en francés: Le judaisme dans le mystère de
l'Histoire, Ed. Ste. Jeanne d'Arc, Pays Fort 1985.
39
Por ejemplo en El comunismo en la Revolución anticristiana; en En torno al progresismo cristiano, etc.

13
expresión de su espíritu religioso. ¿No resplandece acaso en su producción literaria
-más de  una veintena de libros- el don de la sabiduría?40
“... la Iglesia y el mundo están en definitiva gobernados por Dios. La Providencia
permite el mal en vista de un mayor bien y, sobre todo, del bien de los elegidos.
La historia tiene su razón de ser a causa de Jesucristo y de su Cuerpo Místico. Por
esto, el momento presente de la Iglesia y del mundo hay que mirarlo con ojos
sobrenaturales”41. No era sino esta mirada contemplativa, fraguada en la oración,
lo que le permitía discernir con claridad: “Lo esencial es nuestra adhesión a
Jesucristo. A Jesucristo el de siempre. Que no es ni pre-conciliar ni post-conciliar.
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Heb. 13, 8)” 42.43

Declara, ¡ya en 1937!, lo efímero del nazismo y el fascismo, porque


fundados en mera tensión humana y finalizados en sí mismos, más adelante lo
hará respecto al comunismo, previendo su inevitable ruina porque “demasiado
antinatural”.
“Sapientis es judicare” enseña Santo Tomás: “es propio del sabio el juzgar, no sólo
el discernir”. Meinvielle juzgó y juzgó bien. Hoy lo palpamos con la trágica evidencia
de los desastrosos efectos de los errores que él juzgó oportunamente en sus causas
primeras. Pero juzgó anticipadamente, es decir, cuando los errores empezaban a ser
formulados.44

Con Hacia la Cristiandad. Apuntes para una filosofía de la historia, Adsum,


Buenos Aires 1940, Meinvielle escruta con inteligencia a un tiempo especulativa y
práctica, con juicio católico y visión prudencial del momento histórico, usando la
razón filosófica, el juego de poderes y de naciones.

Terminada la década crucial del ’30 que termina en la hecatombe del


enfrentamiento armado mundial, Meinvielle tiene un juicio certero, sobrenatural y
teológica y filosóficamente fundado, y con mirada verdaderamente prudencial y
penetrante de la realidad política que le es contemporánea, juzgando el momento
y los acontecimientos a la luz de las causas: Dios, su Providencia, la obra de la
Salvación de Jesucristo, la Iglesia, los distintos hombres -causas segundas
agentes de la historia, con los principios según los que se mueven distintamente
en su actuar concreto-, el demonio, el Anticristo.

En Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo


había indicado muy bien los tres agrupamientos según los móviles de los agentes
y la ley de su acción: los que se mueven según la ley natural pero
existencialmente caída y tendiente a la corrupción por el pecado, es la corriente y
los personeros del paganismo; los que se mueven según la ley divina positiva

40
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 8.
41
El progresismo cristiano, 134.
42
Id.
43
C. BUELA, “Riqueza multiforme de una vida sacerdotal” en O. C., 54.
44
C. SACHERI, “R. P. Julio Meinvielle” 63.

14
pero Antigua, y rechazando su orden a la Nueva y por tanto quedándose en la
figura, “mortua et mortifera” terrenal, y en los preceptos humanos de la letra que
mata del rabinismo, es lo que teológica o políticamente es el judaísmo45. Detrás
del paganismo y del judaísmo, de la ley natural y antigua inficionadas por la ley
del pecado, ley de la carne y de la muerte, está el demonio, propulsor de la
autonomía humana respecto a Dios, desde aquél original “seréis como dioses”
junto al árbol de la ciencia del bien y del mal, tentando al hombre para que se
apropie el ser autor de su ley. Un día será el Anticristo el culmen de esa malicia
humana (2 Tes. 2, 8-11), con el aumento de la iniquidad en los hombres y el
enfriamiento de la caridad46.

Mientras, en la pugna histórica, lo retiene el “obstáculo”, posiblemente lo


que queda de bondad en los hombres que siguen la ley natural o la ley antigua
incluso, mientras no se corrompan más, y mientras el influjo de la gracia en los
cristianos logre preservar aquéllos de mayor malicia; el orden natural en la
sociedad temporal, bajo el influjo, mayor o menor, del Cristianismo, en lo que
tengan entonces de cristiandad, concretado paradigmáticamente en el Imperio
Romano o lo que haya del mismo.

Y están los que se mueven según la ley divina y positiva de la gracia y del
Evangelio, existencialmente la única salvífica y redentora, si bien distinta de la ley
de naturaleza, la única que impide la tendencia corruptora de la ley del pecado de
la que la naturaleza está inficionada, y así sanante y elevante la ley de
naturaleza, que así sólo es sana y ordenada en el orden superior de la gracia,
constituyen el cristianismo, que tiende así a informar el orden natural en la
Cristiandad. No hay otras leyes ni otros estados existenciales que expliquen la
conducta y el entrecruzarse de las voluntades humanas en la acción política. Y en
definitiva toda la historia y el quehacer humano se ordena a la realidad de la
salvación de los que hayan de salvarse, a la Jerusalén celestial, al triunfo final de
Cristo y de los redimidos por Cristo. Mientras, sabedores de que “las puertas del
infierno no prevalecerán contra ella” (Mt. 16, 18), contra la Iglesia, los cristianos
han de convivir con el pueblo pagano y el judaico en pugna histórica, que es en el
fondo bíblica y metapolítica 47; la Cristiandad en persecución o en esplendor en
contraste con Babel. Pero habrá de darse una plenitud cristiana, “la plenitud de

45
Y así toma distancia del antisemitismo o de cualquier racismo, no se trata de eso, basta leer sus
obras.
46
Cf. Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo, Adsum, Buenos Aires 1937,
77s.; cita Meinvielle la encíclica E Supremi de Pío X y Miserentissimus Redemptor de Pío XI.
47
Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo, Adsum, Buenos Aires 1937, 9.

15
los pueblos de que habla el Apóstol (Rom. XI, 25)” 48. Leemos en la Introducción a
la Concepción Católica de la Política 49:
El hombre sobrenatural, u hombre católico, es un hombre de vida nueva, (San
Pablo, romanos VI, 4) con operaciones nuevas porque todas sus operaciones están
divinizadas, como lo está su naturaleza de hombre.
Sin la inteligencia de este misterio, todo es absolutamente absurdo en el catolicismo,
porque cuanto en él hay recibe sentido de este misterio de vida que significa y
opera. (…)
El hombre católico no es hombre y, además, católico, como si lo católico fuese algo
separado de su cualidad de hombre o de padre de familia, artista, economista,
político. El hombre católico es una unidad. Cuanto de hombre y de actividad hay en
él, debe ser católico; esto es, adaptado a las exigencias de su fe y caridad cristianas.
El Verbo asumió toda la humanidad, excepto el pecado; la vida católica debe asumir
y sobreelevar toda la vida humana, excepto las corrupciones de su debilidad.
La política es una actividad moral que nace naturalmente de las exigencias humanas
en su vida terrestre. De ahí que tanto la ciencia política que legisla las condiciones
esenciales de la ciudad terrestre como la prudencia política que determina las
acciones que convienen a ciertas circunstancias concretas, para el logro de
determinados fines políticos, deban ajustarse a la vida sobrenatural. De suyo se
desenvuelven en un dominio puramente humano con una autonomía de acción
regulada por la razón; pero todo ese orden está sobreelevado en la economía
presente, al fin sobrenatural que Dios ha asignado al hombre.
Esta subordinación no es puramente extrínseca como si la política se refiriese a un
fin superior sin renovarse en su interior; debe tender positivamente a la realización
de un fin sobrenatural, pues importa una renovación interior, una regulación nueva.
Porque la política, aun quedando en el orden de las realizaciones temporales, debe
disponer de medios superiores a los de la naturaleza en el estado de sus exigencias
puras. La política cristiana es, pues, de un valor humano nuevo y superior al de la
política simplemente tal.
El católico, como católico, debe ajustar su vida política a las exigencias de su recta
razón, iluminada por la fe. Para ello necesita conocer reflexivamente las exigencias
de su fe en su actividad de miembro de la colectividad.

Y había también escrito allí, anticipando el fundamento del análisis que


haría en Los tres pueblos bíblicos:
Los hechos logran explicación a la luz de los principios ontológicos; los hechos
políticos a la luz de los principios ontológicos del ser humano. A la luz de estos
principios, la observación e interpretación de esos hechos es necesaria para
considerar las condiciones de hecho de una ciudad concreta y determinada. La
metafísica no excluye la observación empírica, antes la exige; pero la exige
sustentada en su propio seno. Cuando decimos metafísica, no decimos algo
inextricable, inalcanzable para el común de los humanos; nos referimos simplemente
a la sabiduría que considera los principios del ser. Esta sabiduría, que posee
espontáneamente todo hombre que no ha corrompido deliberadamente su propia
inteligencia, observa los hechos, los valora y coloca a cada uno de ellos en el lugar
de la jerarquía que le corresponde. El signo más típico y grave de la descomposición
del mundo moderno es, precisamente, esta guerra a la sabiduría que contempla los
principios del ser.
De ahí que el mundo moderno sea una feria de fenómenos absolutos, llamados
Estado, Individuo, Libertad, soberanía, Revolución, Igualdad, Fascismo, Democracia,
Derecha, Izquierda, Centro. Cada uno de estos fenómenos, sublimados a lo
absoluto, lucha desordenadamente para imponer su tiránica dominación. Y el ser, el
humano y el divino, perece víctima de esta lucha alocada y quimérica de los mitos
que desató el hombre. Y en ella perecen también todos los valores humanos, incluso
la política.

48
Los tres pueblos bíblicos…, Adsum, Buenos Aires 1937, 98.
49
Ed. 19412, 11-13.

16
Por esto, sometiéndonos con humildad a esta sabiduría de los primeros principios,
que Santo Tomás poseyó en alto grado, y bajo esa luz, enfocando los hechos que
registra la observación, intentaremos este estudio de la política…50

Esta visión inigualable, fundada en la doctrina cristiana, el Magisterio de la


Iglesia y la antropología teológica de Santo Tomás, le permite, en la contingencia
de los actos humanos libres que tejen parcialmente la historia -en cuanto son sus
causas segundas-, ver y prever conjeturalmente, discernir juzgando
acertadamente: ciertamente el judaísmo se opondrá siempre por su ley intrínseca
a la ley del Espíritu de Cristo (y esto no es sino la enseñanza de San Pablo 51), y
esto se ve en el demoliberalismo, el capitalismo liberal y el marxismo; y el
paganismo oscilará entre lo que por naturaleza tiene aún de bondad, y la
decadencia y malicia de la ley del pecado que lo inficiona y empuja a la idolatría y
entonces a la persecución anticristiana. Leemos así, sobre este último por
ejemplo, en la segunda edición de Concepción Católica de la Política (1941), con
una libertad absoluta de juicio -sin respetos humanos-, cuando trata del
estatismo y lo aplica al fascismo a partir de palabras del mismo Mussolini:
Hay… una diferencia entre la ideología de L’Action Française y la maquiavélico-
fascista. La primera es amoral; la segunda inmoral, porque establece la razón de
Estado como norma de moralidad52;

y cita más abajo en nota:


El análisis y juicio que formulamos aquí del Fascismo tiene en cuenta únicamente su
enunciado doctrinario. Considerado así no es posible, bajo el aspecto de la doctrina
católica formular de él sino un juicio severo y terminante, ya que es una aplicación a
la política del panteísmo hegeliano. Pero el Fascismo puede considerarse también en
su realización concreta y entonces no es sino una reacción económico-política contra
el demoliberalismo, que puede llegar, no sólo a ser sano, sino hasta católico, de
acuerdo al medio en que se desenvuelva. Bajo este aspecto le he considerado en
otros libros míos, particularmente en Un juicio católico sobre los problemas nuevos
de la política, adonde remito al lector. Recomiendo también el excelente libro de
César E. Pico, Carta a Jacques Maritain sobre la colaboración de los católicos con los
movimientos de tipo fascista. Con respecto al nacional-socialismo puede verse el
libro mío Entre la Iglesia y el Reich53.

50
Concepción Católica de la Política, Buenos Aires 19412, 15s.
51
Es el gran tema desarrollado en El judío en el misterio de la historia.
52
En la ediciones de CCP posteriores a la 2ª. de 1941, aclarará: “aquí no censuramos a Charles
Maurras, sino sólo a algunos de sus discípulos, por cuanto creemos que el pensamiento del mismo
Maurras es indemne de toda censura. (N. del A.)”, en ed. 4ª., Dictio, Buenos Aires 1974, 25, n.1.
53
Concepción Católica de la Política, Buenos Aires 19412, 26s., y nota 1 ibi.

17
IV. La controversia contra el liberalismo cristiano del “Humanismo
integral” de Maritain

Jacques Maritain54, -a quien ya hemos hecho referencia a raíz de la


reacción de Meinvielle a la pública posición en la Guerra civil española-, había
publicado en 1936 El humanismo integral, aparecido ya dos años antes, 1934,
como Problèmes temporels et spirituels d’une nouvelle chrétienté. Allí a modo de
reflexiones de filosofía y teología de la cultura y de la historia, propone su juicio
evolucionista y positivo sobre el mito del “progreso” necesario de la historia, a
pesar de las malas ideologías que fueron y son su motor, y, consagrando
doctrinalmente como aceptable la realidad de hecho de la apostasía de las
sociedades y las naciones, aceptando el principio liberal de la primacía –absoluta-
de la libertad y el democratismo liberal en consecuencia, propone la “nueva
cristiandad”. Y desarrolla su teoría fundante de la distinción en el hombre entre
individuo (que se debe a la sociedad) y la persona (omnímodamente libre).
Recibió críticas de autores que escribieron polemizando contra su pensamiento en
materia de doctrina política y social, y es en ese contexto de una general
“disputatio” católica y tomista entre el así llamado “personalismo” y la doctrina
tradicional del Bien Común y la Cristiandad, que se inserta, en 1945, la primera
edición del libro del Padre Julio Meinvielle, De Lamennais a Maritain, publicado
luego también en francés55. Se inserta así egregiamente Meinvielle en la
controversia donde intervinieron denunciando la errónea novedad de Humanismo
integral celebridades como L. LACHANCE OP, L’Humanisme Politique de Saint
56
Thomas , CHARLES DE KONINCK, con De la primauté du Bien Commun contre les
personnalistes57, y LEOPOLDO PALACIOS, El mito de la nueva cristiandad 58, y otros,
como A. FERNÁNDES s.j., Jacques Maritain, As sombras de sua obra59, P. MESSINEO
s.j., artículos en La Civiltà Cattolica (3 de marzo; 5 de mayo, 2 de junio y 7 de
julio de 1956).

54
Cf. para lo que sigue la presentación on line de De Lamennais a Maritain en este mismo sitio web.
55
Traducción del padre HERVÉ LE LAY (sacerdote francés benemérito que ejerció su ministerio en
Argentina): Abbé Jules Meinvielle, De Lamennais a Maritain (La Cité Catholique, Paris, 1956) -habiendo
aparecido antes en artículos sucesivos de los nn. 61 a 71 de Verbe-. En italiano, E. INNOCENTI ha editado
la primer obra del P. Julio Meinvielle, bajo el el título Il cedimento dei cattolici al liberalismo, con algunos
apéndices que contienen artículos de otros autores.
56
2 vols. Paris 1939.
57
Éd. de l’Université Laval, Québec; ed. Fides, Montréal Canadá, 1943, publicado también en
español.: CH. DE KONINCK, De la primacía del Bien Común contra los personalistas. El principio del
orden nuevo, Ed. Cultura hispánica, Madrid 1952, con una nota preliminar de Leopoldo Palacios.
58
Rialp, Madrid 19511, 19522, 19533.
59
Pernambuco 1941.

18
En la polémica entablada intervino, ante la obra de Charles de Koninck,
TH. ESCHMANN OP, “In Defense of Jacques Maritain” 60. Charles de Koninck
respondió a su vez con un famoso y largo artículo, “In Defence of Saint Thomas:
A Reply to Father Eschmann’s Attack on the Primacy of the Common Good” 61.
Maritain mismo, que había insistido en sus posturas y reafirmado su
democratismo liberal entre otros lugares en Cristianismo y democracia (194362),
respondió, ligeramente y sin conocer todavía esta segunda y definitiva
intervención de De Koninck, con La personne et le Bien Commun 63, pretendiendo
ser acusado de cosas que no sostenía, o de interpretaciones falsas de sus
posturas64, pero no se desdijo. Mas “la obra de De Koninck, compuesta casi
exclusivamente de transcripciones del Aquinate, era, de suyo, irrefutable para un
tomista ortodoxo”65. Y esa última intervención de De Koninck no fué contestada.

En el debate sobre Maritain y el liberalismo católico, Meinvielle continuó


interviniendo y escribiendo. A raíz de una carta del P. Garrigou-Lagrange en
respuesta al P. Meinvielle que le había enviado esta obra, se entabló un
intercambio epistolar, publicado por Meinvielle: Correspondencia entre el Padre
Julio Meinvielle y R. Garrigou-Lagrange, sobre Maritain; Respuesta a dos cartas
de Maritain al R. P. Garrigou-Lagrange, O.P.. La obra más acabada sobre el
maritainismo del P. Julio Meinvielle, Crítica a la concepción de Maritain sobre la
persona humana, obra maestra y definitiva que mucho debe a De Koninck, como
indica en su prólogo, tampoco tendrá jamás una réplica en regla de parte de
Maritain, quien, en sus cartas a Garrigou-Lagrange cuya publicación hemos
indicado, trata con gran desprecio a Meinvielle. Más tarde, en la década del ’60, el
padre Julio volverá a ocuparse de Maritain bajo la óptica más amplia del
“progresismo” -sindicando al pensador galo en una de sus vertientes-, en En
torno al progresismo cristiano, en Iglesia y Mundo moderno, Un progresismo
vergonzante, y otros artículos publicados 66; y reeditando su De Lamennais a
Maritain con un comentario a Le Paysan de la Garonne, del filósofo francés.

60
En The Modern Schoolman (Saint Louis University, may, 1945) nº22, 183-208.
61
En Laval Théologique et Philosophique 1945, vol. I, núm. 2 (Ed. de l’universitè Laval, Québec,
Canadá) 9-109.
62
1ª. edic. castellana en 1944.
63
Desclée de Brouwer, Bruselas, 1946.
64
Cf. La Persona y el Bien Común, Buenos Aires 1968, 11-13; 18, nota 7; publica allí una conferencia
dada en Roma el año anterior.
65
E. DÍAZ ARAUJO, Maritain y la cristiandad liberal, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza 1999, 64.
66
Varios reunidos en el volumen póstumo El progresismo cristiano, Buenos Aires 1983.

19
V. Incansable apostolado intelectual; gran propulsor del tomismo en
Argentina

Desde entonces y hasta su fin Meinvielle continuará siempre en el


apostolado intelectual y doctrinal, de modo particular en el campo político,
defendiendo la Cristiandad auténtica. Colaborador con las revistas y semanarios
Criterio (en su primera época), Cruzada y Universitas (en sus primeras épocas),
Sol y Luna, La Fronda, Itinerarium, Ars, La Nueva República, Ortodoxia, Sapientia,
Ulises, Anfiteatro, Verbo, Jauja, Azul y Blanco, Tiempo Político, Estudios Filosóficos
y Teológicos, Cabildo, Mikael y muchas publicaciones extranjeras. Y fue fundador
de Diálogo, Nuestro Tiempo (entre junio de 1944 y mayo de 1945), Balcón
(diciembre de 1945 a noviembre de 1946) y Presencia (diciembre de 1948 a julio
de 1951)67.

Desde sus primeras publicaciones y sobre todo a través de la controversia


con Maritain, el padre Julio Meinvielle adquiere en el campo del “ars artium” y
eminente ejercicio de la moral que es la Política una autoridad doctrinal definitiva
e indiscutible como fiel discípulo e intérprete de Santo Tomás de Aquino.
Leía y releía Santo Tomás de Aquino, su maestro,  a quien conocía perfectamente,
considerándolo “la más grandiosa realización del pensamiento cristiano”68 y que
“aún en la profesión de verdades puramente naturales es una gracia”69.
(…)
No puedo dejar de consignar algunas enseñanzas que el Padre repetía con
respecto a Santo Tomás y que tanto bien me hicieron: “La sola lectura de Santo
Tomás forma la inteligencia y le da estructura”, decía, pero también: “El error de
muchos consiste en creer que con una sola lectura ya entienden a Santo Tomás y
no es así”. Al tratado “De Deo Uno” le asignaba especial realce “porque es el paso
a la trascendencia”.70

Fue uno de los fundadores, el 9 de noviembre de 1948, de la Sociedad


Tomista Argentina (STA) de cuya primera junta directiva fue Secretario General 71.
Siente fuertemente la exigencia de un tomismo vivo, no esclerosado en el estéril
escolasticismo esencialista y de manual, sino capaz de dar las respuestas con el
Aquinate a las cuestiones de los tiempos modernos:
“El sector tradicionalista del clero se ha mantenido sano en su formación cultural
pero sin vigor para tomar una posición frente a la cultura moderna. Al nο poseer

67
“Estas revistas tenían una notable estética fruto de la pulcritud tipográfica y los dibujos de Francisco
Fornieles y Juan Antonio Spotorno. Las editoriales de Balcón fueron confiadas por el P. Meinvielle a
Máximo Etchecopar” (del sitio web “tomistas/meinvielle”).
68
De la Cábala al Progresismo, Ed. Calchaquí, Salta, 1970, 201.
69
Ibid. 457.
70
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 13.
71
La primera junta directiva la formaban el jurista Tomás Casares como presidente, el entonces
canónigo Octavio Nicolás Derisi y el filósofo Nimio de Anquín como vicepresidentes, y el presbítero Julio
Meinvielle como secretario.

20
una formación cultural fuerte y que se defina frente a la cultura moderna, ha
estado en posición paralizante. De aquí que haya carecido, salvo contadas
excepciones, de eficacia para influir culturalmente...” 72 Por ello es triple la tarea a
realizar: “Ya no puede caber un tomismo vulgarizado, de manual. Hay que conocer
en sus fuentes la filosofía de Santo Tomás, conocer los vastos sectores de la
ciencia moderna y aplicar aquel saber filosófico a iluminar esta ciencia que crece
incesantemente... Ahora se hace necesario beber el tomismo directamente en el
mismo Santo Tomás73.

En 1949 participó con “El problema de la persona y la ciudad” 74, en el


extraordinario evento del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Argentina, en la
Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, abierto en la sesión inaugural por el
discurso del entonces ministro nacional de Educación, Oscar Ivanissevich, y
cerrado en la sesión de clausura por la conferencia del Presidente Perón, y del
que participaran las más importantes personalidades del quehacer filosófico a
nivel nacional y mundial, como Cornelio Fabro, Angel González Álvarez, Gabriel
Marcel, Charles de Koninck, Gastón Berger, Hans Georg Gadamer, Donald
Brinkman, Nicolai Hartmann, Nimio de Anquin, Octavio N. Derisi, Nicola
Abbagnano, Ugo Spirito, Antonio Millán Puelles, Maurice Blondel, Benedetto Croce,
Karl Jaspers, Julián Marías, Ismael Quiles, Alberto Wagner de Reyna, Réginald
Garrigou-Lagrange, Bertrand Russell, Víctor García Hoz, Leopoldo Eulogio Palacios,
César E. Pico, Julio E. Soler Miralles, Michele Federico Sciacca, y tantos otros.

A comienzos de la década del '50, poco antes de la caída de Perón,


inauguró el Colegio de Estudios Superiores, instalado en un palacete de la calle
Uruguay, a pocos pasos de la avenida Santa Fe, que adquirió de su peculio. En
este colegio todos los días se dictaban conferencias o cursos sobre cuestiones
religiosas y sociales. El prestigio del P. Meinvielle pudo congregar a no pocos de
los más grandes pensadores argentinos de esos tiempos, incluso no afectos al
catolicismo militante, como Jorge L. Borges. Poco tiempo después, el P. Meinvielle
se vería obligado a cerrar el Colegio.

A su inicial obra Concepción Católica de la Política había seguido, como


dijimos, la Concepción Católica de la Economía, que tendrá en estos años una
obra sucesora en Conceptos fundamentales de economía (1953).

72
Desintegración de la Argentina y una falsa integración, conferencia en la Ciudad de Córdoba, 1° de
diciembre de 1972, pág. 4.
73
Estudios teológicos y filosóficos, Año I, Tomo I, n° 1, Estudio dominicano, Buenos Aires, 1959, pág.
98. Ambos textos cit. por C. BUELA, “Riqueza multiforme…” 56.
74
Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Argentina, Marzo-Abril 1949, sección Filosofía del
derecho y la política, XI, 1898- 1907.

21
A través de una intensa actividad de conferencias, artículos, clases y
reuniones formativas, el padre Julio Meinvielle ejerce en esos años un fecundo
apostolado de formación e iluminación y consejo en el laicado católico argentino.
Promueve activamente el intercambio cultural con el exterior, y así entre otras
personalidades hará venir para una serie de conferencias en 1954 al profesor
Michele F. Sciacca75.

75
Cf. S. SARTI, “P. Julio Meinvielle”, en loc. cit.

22
VI. Vigía alerta de la política argentina; estudio y denuncia del marxismo
y de su peligrosa infiltración en la Nación

Como un fruto de todo ello en 1956 aparece Política argentina 1949-1956,


recopilación de una serie de artículos publicados originalmente en la revista
Presencia. Especial mención merece el artículo del año ’49, “hacia un
nacionalismo marxista”, clave para ese libro y para interpretar el período
peronista y post-peronista en Argentina y su problemática; escribía en el prólogo:
…su solución hay que buscarla en la conjugación de lo nacional, de lo popular y lo
católico.
(…) La política de lo que, con más o menos discutible acierto, se llamó la “oligarquía”
se ha ocupado del desarrollo nacional a costa de las clases populares. Por ello, como
reacción en contra, advino el fenómeno peronista. Pero éste, en cambio, se ocupó de
las clases populares a costa del patrimonio nacional. Y así el peronismo, con la ruina
de la nación, caminaba hacia su propia ruina.
La realidad política de los últimos años dice claramente que se debe buscar la
conjugación de lo nacional y de lo popular. Esta es la gran tarea de la hora presente.
Puede intentarse una conjugación de lo nacional y de lo popular también en una
línea marxista. Por eso encierra tanta actualidad el artículo intitulado “Hacia un
nacionalismo marxista”, que reproducimos en estas páginas. Porque se puede
caminar hacia un nacionalismo marxista por el camino de la última época de Perón
como también por el camino del radicalismo frondizista. La etapa final del peronismo
era la etapa obligada de un régimen que se fue apartando cada vez más de la senda
de los valores cristianos para ser atraído por el materialismo dialéctico.
No cabe duda de que el radicalismo frondizista, que no tenemos oportunidad de
estudiar en estas páginas, llamado a actuar en la dirección política del país, se ha de
orientar también hacia una conjugación de lo nacional y popular en línea marxista.
Por todo ello, nuestra afirmación tan insistente de que lo nacional y lo popular debe
conjugarse en lo católico. Es cierto que el catolicismo trasciende todo plano natural,
de modo que no debe ser enfeudado a los valores terrenales, por nobles que ellos
sean. Pero tambien es cierto que, en virtud de ésta su misma trascendencia, las
sociedades humanas, y por ende las políticas que verifican en grado pleno su razón
de humanas, necesitan ser informadas y vivificadas por la doctrina y el espíritu
católico.
La razón de ello no es sólo doctrinaria. La cual ya bastaria por la importancia y el
peso de estas razones. Sino que es también histórica. Porque es un hecho que hoy
no puede ser liberal ninguna sociedad politica. El liberalismo ha sido históricamente
rebasado, y ha dejado paso al socialismo y al comunismo. En realidacl, al
comunismo, pues el socialismo no es sino un paso previo que a él conduce. Y el
comunismo es la negación total de la sociedad politica.
Por ello, hoy, en la coyuntura histórica de los pueblos, frente a los principios de
disolución y de muerte no hay sino un único principio de salud y de vida, que es el
catolicismo. La conjugación de lo nacional y de lo popular, para ser efectivamente
vivificadora y engendradora de valores, debe efectuarse en lo católico.76

Meinvielle conjuga la visión certera del juicio concreto político histórico y


presente con la sabiduría que le permite leer en las causas, como dijimos. Y así
se ocupa también de estudiar y escribir refutando la ideología, y en particular
aquella que en la Divini Redemptoris había calificado el Papa Pío XI como
“intrínsecamente perversa”, el comunismo, y que a lo largo de todo el siglo XX
76
J. MEINVIELLE, Política Argentina 1949-1956, Buenos Aires 1956, Prólogo, así fechado y firmado: “J. M.
Buenos Aires, 15 de agosto de 1956”.

23
sacrificaría en la muela del materialismo histórico revolucionario la mayor
cantidad de víctimas y de mártires que ha conocido jamás la historia humana.
Después de la Segunda Guerra Mundial el comunismo se ha apoderado de la
mitad del mundo y amenaza la otra mitad, bajo la égida de un liberalismo
capitalista que fue su aliado y cómplice, y que en tantos lugares le prepara el
camino creando las condiciones de la dialéctica, como estaba pasando en Cuba,
en Vietnam…. En esos años de la “guerra fría”, de las oscilaciones entre el
estalinismo y Kruschev, la “Iglesia del silencio” y como dijo alguno, la Iglesia y el
Occidente “de los sordos”, cuando peligra Italia oscilando con el comunismo
cultural gramsciano, con la amenaza del “sorpasso” del “partito comunista”, y con
el “compromesso storico” democristiano-comunista, y en medio de tantas otras
circunstancias por el estilo, escribe: De la aceptación del comunismo, en virtud del
sentido de la historia (1954), El comunismo en la revolución anticristiana (1961),
El poder destructivo de la dialéctica comunista (1962).
En muchas cosas fue precursor, un visionario. (…). Así como cuando habló de que
EE.UU. se iba a unir con China varios años antes de que eso se viera claro 77; así
como cuando denunció los planes de Gelbard, adelantándose al desastre de la
famosa “inflación cero”78; así como cuando afirmaba que “el progresismo está en
todas partes, liquidando a la Iglesia” y “será una de las formas esotéricas en que
se rinda a Satán el culto igualitario de la religión universal” 79, no haciendo más que
anticiparse a lo que luego el Papa señalaría: “Ha entrado en la Iglesia el humo de
Satanás”; así como cuando hablaba del Gobierno mundial y la sinarquía 80; así
como cuando, ya 1949, advertía del peligro del “nacionalismo marxista” 81, etc.
Sabía estar alto en su atalaya para otear todo el horizonte de los sucesos. No se
encandilaba por lo anecdótico y circunstancial, como cuando se nos quiere hacer
creer que las cosas de la Iglesia van mejor, mientras observamos que los países de
la cristiandad van cayendo en el marxismo como higos maduros, uno tras otro. 82

Debo hacer notar ahora -1993- que el P. Julio no siendo para nada ingenuo acerca
de la perversidad intrínseca del comunismo vislumbraba, sin embargo, su fin, así
habla en “El Comunismo en la Revolución anticristiana” del: “Carácter efímero del
comunismo... la (etapa) comunista no ha de alcanzar largos años... parece estar en
estado de liquidación. Es demasiado “contra naturam” para que pueda afianzarse”
(p. 131). La “apostasía... alcanza su desenlace... parece ya llegar a su término. Y
con ella el comunismo” (p. 133). “Pareciera que el mundo estuviera a punto de
querer vomitar algo que no ha podido asimilar y que debe expulsar si quiere
alcanzar el destino que tiene señalado” (p. 134). Y decía en Presencia, n° 88, del
Verano 1966-1967: “En vísperas de acontecimientos milenarios... (donde) el
comunismo (ha) de ser barrido de la historia humana en pocos minutos” (p. 1). No
le pasó lo que a muchos “intelectuales” entre ellos, Francis Fukuyama, Saul Bellow e
Irving Kristol, que en su ceguera ideológica no previeron en sus futurologías el
derrumbe del comunismo. Ni lo vio Huntington, ni Brzezinski, ni Kissinger, ni Toffler.
Muchísimo menos nuestros inefables Neustadt y Grondona.83

77
Cf. Presencia, Número especial 88, 1966.
78
Ver El comunismo en la Argentina”, Dictio, Buenos Aires 1974.
79
“Un progresismo vergonzante”, Cruz y Fierro, Buenos Aires 1967, 167.
80
Ver el importante prólogo al libro de PIERRE VIRION: La masonería dentro de la Iglesia, Cruz y Fierro,
Buenos Aires 1968, 9-13; ID., EL GOBIERNO MUNDIAL Y LA CONTRA-IGLESIA, con apéndice del Padre Julio.
81
Política Argentina, Ed. Trafac, p.113 y ss.
82
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 29.
83
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 29, nota 14

24
Meinvielle no deja de atender a su apostolado eminente de formación y
consejo iluminante en los problemas y avatares concretos de la política argentina,
y sigue de cerca los andarivienes que las disputas de corrientes, intereses,
ideologías y partidos originan en la Argentina posterior a la caída de Perón en
1955 y a caballo entre los ’50 y los ’60. Tiene “la polémica del año 1949 en
Presencia sobre el «nacionalismo marxista», que hoy tiene tan lamentable
vigencia”84. Así huele y denuncia la urdimbre que se teje para intentar llevar el
país al comunismo, y que finalmente desembocará en la tragedia nacional de los
años ’70, alcanzando a ver, antes de morir, el comienzo sangriento de la misma.
Así tenemos una serie de conferencias que fueron también publicadas, cuyos
títulos son bastante ilustrativos: La dialéctica de la acción, pronunciada en
Córdoba, 1960; La dialéctica comunista y el 18 de marzo, pronunciada en
Huemul, Buenos Aires, ed. Theoria; La guerra revolucionaria y la revolución
nacional en la Argentina, en Concordia, 27 julio 1962, ed. Theoria/Ed. del Plata/
Huemul Bs. As.; La dialéctica comunista y el peligro de destrucción de las FF.AA.,
Theoria – Huemul, 1962; La reciente crisis militar y el aparato frondizista-
comunista. Reflexiones de Fedrico Bracht, Ed. Huemul; La economía argentina en
la guerra revolucionaria, en Huemul el 7.12.1962; El Comunicado 200, factor
automático de avance del mencheviquismo al bolcheviquismo; el jueves 18 de
abril, en la ciudad de Gualeguay (Entre Rios), conferencia 7ª., publicada por
Huemul, Buenos Aires; Toma bolchevique del poder a través de generales
nasseristas, Corrientes Curuzú Cuatiá 1963; Plan comunista para la inmediata
toma del poder en la Argentina. Reflexiones de Federico Bracht, Buenos Aires,
agosto de 1964. Esas conferencias fueron reeditadas póstumamente bajo el título
El comunismo en Argentina en un volumen de Ediciones Dictio, Buenos Aires
1974, junto a Concepción católica de la política y a Los tres pueblos bíblicos en su
lucha por la dominación del mundo.

84
C. SACHERI, “R. P. Julio Meinvielle” 63.

25
VII. Centinela de la doctrina católica y custodio celoso del bien de las
almas: la denuncia del progresismo

Al mismo tiempo el padre Meinvielle no pierde de ojo la situación de la


Iglesia, y con amor y celo de Buen Pastor y no siendo como “perro mudo”. Será,
contra la corriente, de los primeros y más certeros y clarividentes en discernir, así
como la persistencia perniciosa del maritainismo, los errores de Teilhard, de
Rahner, Congar, Chenu, Ducocq, Schillebeeckx, y otros. Va siguiendo paso a paso
el Magisterio de los Papas y el Concilio, de modo particular en lo que hace a la
misión evangelizadora del mundo y sobre todo del mundo social y político
contemporáneo, en la situación terminal fruto del proceso secular de la
Revolución inmanentista anticristiana. Así, por un lado comenta y enseña los
documentos magisteriales con su recta interpretación:
“A nosotros sólo nos corresponde la fidelidad más estricta al magisterio augusto de
la Cátedra de Pedro”85, y también: “El católico no se ha de dejar acomplejar (por el
progresismo) sino que ha de mantener su fidelidad al magisterio de la Cátedra
rοmana, porque ésta es la condición de la fidelidad auténtica a la fe de Cristo” 86.
Hace el elogio y ponderación del Magisterio de los Pontífices. Pareciera componer un
himno cuando recuerda las grandes encíclicas católicas87, por la importancia que les
daba, por ejemplo, la “Mater et Magistra” 88, la “Pacem in terris”89, la “Ecclesiam
suam”90, la “Populorum progressio”91 ¡Cuántas veces le hemos oído decir: “En la doctrina, hay
que seguir al Papa; en la vida, a los santos”92.93

Por el otro lado sale al cruce del intento del progresismo cristiano de
secularizar la Iglesia, la teología y la Cristiandad, y nacen de su fecundidad
intelectual La cosmovisión de Teilhard de Chardin, 1960; Prólogo y Comentarios a
la Pacem in Terris. de Juan XXIII, 1963; La «Ecclesiam Suam» y el progresismo
cristiano, 1964; publicación con su Prefacio a MONS. BRUNO DE SOLAGES,
Postulados doctrinarios del Progresismo,1964. Tres conferencias, recopiladas en
En torno al progresismo cristiano, 1964, aparecieron también en italiano la vigilia
de la última sesión del Concilio Vaticano II, sin indicación de fecha ni lugar en una

85
Conceptos fundamentales de Economía, Eudeba, Bs. As. 1973, p. 155.
86
Un progresismo vergonzante, Cruz y Fierro, Bs. As., 1967, p. 43.
87
Ver por ejemplo, La Iglesia y el Mundo Moderno, Theoría, Bs. As. 1966, 265-275.
88
Apéndice de su libro El Comunismo en la Revolución anticristiana; 2° ed., Theoría, Bs. As. 1964. (Hay
3° ed., Cruz y Fierro, Bs. As. 1974, que no incluye ese apéndice).
89
Pacem in terris. Prólogos y comentarios del P. Julio Meinvielle, Ed. Dalia, Bs. As. 1963.
90
La Ecclesiam suam y el progresismo cristiano, Nuevo Orden, Bs. As. 1964.
91
En Presencia en la hora actual, Cruz y Fierro, Bs. As. 1967, pp. 46-48.
92
Cf. La política actual en torno a la idea de Cristiandad, Patria Grande, Bs. As. 1972.
93
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…”; cf. El progresismo cristiano, pág. 56, cit. por C. BUELA, “Riqueza
multiforme…” 14.

26
serie de artículos publicados por la revista Relazioni, y por la misma luego
editados en un librito de edizioni Mediterranee 94.

Publica luego sucesivamente: Un neo-cristianismo sin Dios y sin Cristo,


término del progresismo cristiano, 1964; Teilhard de Chardin o la religión de la
evolución (1965) –con una controversia en artículos aparecidos en el periódico La
Nación95-; La declaración conciliar sobre libertad religiosa y la doctrina tradicional,
1966; Un progresismo Vergonzante, 1967. En este mismo año, 1967, a raíz de la
persistencia y difusión del intento progresista respecto a la “nueva cristiandad”
maritainiana, versión del cristianismo liberal que pretende afianzarse con la mala
interpretación del Concilio, coincidiendo con la publicación de Le Paysan de la
Garonna donde Maritain denosta la crisis doctrinal y disciplinar de la Iglesia en el
tiempo inmediato del post-concilio, pero sin retractar sus principios progresistas y
sus consecuencias políticas históricas, Meinvielle publica Presencia en la Hora
Actual. La Populorum Progressio. Le Paysan de la Garonne (J. Maritain). El estado
actual de la Revolución Mundial. Y reedita su De Lamennais a Maritain, con el
agregado de dos Apéndices, en los que vuelve a publicar “El Campesino de la
Garonne” y “La declaración conciliar sobre la libertad religiosa”.

En Separata de “Jauja”, octubre 1968, con el artículo “Si un ciego guía a


otro ciego” sale en defensa de la Humanae Vitae de Pablo VI, en refutación de los
artículos de “Criterio” 22-8.68, del entonces padre Jorge M. Mejía 96. Ese mismo
año aparece publicado en Méjico: ¿Cisma en la iglesia? El conflicto Dólar-Oro, La
Revolución Mundial y otros temas.

Como en el acontecer político, su conocer de lo contingente por las causas


con aguda previsión de la prudencia también se daba en la política eclesiástica,
con gran manejo de información para su observación y lectura del acontecer
concreto. Solía dar conferencias sobre temas y errores apenas surgidos en el
viejo mundo, y así cuando eso llegaba al país, Meinvielle ya había hablado y
muchas veces prevenido o “vacunado” a quien lo escuchaba. Era habitual que
cuando decía en una conferencia que algo estaba por pasar, normalmente eso
ocurría poco después. Una vez le comentaron lo bueno que era Wiszinsky, el gran
cardenal de la Polonia bajo el yugo marxista. “Sin embargo, contestó Meinvielle,
mejor aún es el segundo de él, Wojtyla”. Nadie entendió este nombre, ni de

94
La traducción en italiano ha sido revisada y puesta on line desde 2002 por Totus tuus network.
95
Ver La Nación del 11 de dic. de 1967, artículo publicado a modo de cap. XIV en El Progresismo
Cristiano, Buenos Aires 1983, 229-232.
96
Hoy Cardenal, archivista y bibliotecario emérito de la Santa Iglesia.

27
dónde sacó el dato, hasta que Wojtyla cinco años después de muerto el padre
Julio, se asomara al balcón de San Pedro in Vaticano con la investidura del
sucesor de Pedro, como el “Papa venuto da lontano”. Quizás, dicen las fuentes 97,
habría sabido de Wojtyla por su amigo monseñor Derisi, que como obispo que
era, se sentaba en los encuentros de la Sociedad Internacional tomista junto al
también obispo Wojtyla.

Contra la fuerza de la corriente y de la moda impuesta por la publicidad


mediática progresista, fue de los primeros que vio con lucidez y salió a denunciar
con valentía y vigor en sus escritos, con análisis certero y profundo juicio, el
evolucionismo inmanentista de fondo monista gnóstico que estructura el
pensamiento teológico de Karl Rahner, su “método antropológico trascendental”,
su “Cristología desde abajo”, su “existencial sobrenatural”. Amén de varios
artículos, como “La encarnación en Rahner” (en Jauja, julio de 1969), “La
predicación misionera en la Iglesia desalentada en Karl Rahner” 98, consciente
plenamente de la gravedad del peligro en la teología y en sus consecuencias 99, y
en la necesidad que un experto en la filosofía moderna deschavase el fundamento
inmanentista y el falso tomismo del alemán, escribió y se preocupó por interesar
a Cornelio Fabro diciendo –como ya citamos más arriba- que “cuando Fabro
escriba sobre Rahner, se acabó Rahner”. Y efectivamente el gran pensador
italiano escribió La aventura de la Teología progresista y, más específicamente,
La svolta antropologica di Karl Rhaner 100, crítica definitiva sobre el fundamento
filosófico de su sistema, nunca contestada por el jesuíta teólogo de Innsbruck 101.
Meinvielle preparaba, por el tiempo de su muerte, un libro sobre Rahner, que ha
quedado inédito102.

El estudio, análisis, descripción, discernimiento y denuncia del fenómeno


del Progresismo llega en él a su madurez en la obra en que descubre la raíz y
matriz gnóstica e inmanentista de ese “humo de Satanás penetrado en la
97
Se cuenta como oído relatar al padre Carlos Buela, quien fuera el interlocutor en ese diálogo.
98
En La Iglesia y el mundo moderno, Buenos Aires 1966, 143s. Es conocido, a modo de ejemplo de las
consecuencias pastorales de la teología progresista, el influjo nefasto que para las misiones tuvo el
relativismo de su “cristianismo anónimo” y su “existencial sobrenatural”.
99
C. FABRO lo calificaría en la “Presentación” de La svolta antropologica como el “teólogo católico más
leído y seguido por las jóvenes generaciones de la teología católica de esta época post-conciliar” (ed.
esp. Buenos Aires 1981, p. 7).
100
Publicada en español con traducción de Stella Maris Vázquez, El viraje antropológico de Karl Rahner,
CIAFIC, Buenos Aires 1981.
101
Fabro reta a una definición a la ambigüedad teológica de Rahner, quien disimula y disfraza siempre
sus análisis y críticas disolvente en una pretendida y contradictoria exposición de la doctrina de la
Iglesia, como en una pretensión de tomismo: “he aquí una buena ocasión para que no se zafe con
respuestas evasivas, sino que considere seriamente las objeciones precisas sobre su “caso serio” (El
viraje antropológico, ed. esp. cit., 8s.). Y la ambigüedad perdura hasta hoy, en que a pesar de
multiplicarse los estudios críticos, sigue en una cierta vigencia, sin pronunciamiento de la jerarquía.
102
C. SACHERI, “R. P. Julio Meinvielle” 64; cf. C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” nota 29.

28
Iglesia”: la gnosis monista-panteísta de la Cábala judaica que a través del
proceso de inmanentización de las filosofías modernas, la revolución anticristiana
y las ideologías ha penetrado en muchos teólogos católicos, como Teilhard,
Rahner, Schillebeeckx, etc.: De la Cábala al progresismo, (1970)103. Se puede
decir que a los principios de antropología teológica, de moral y metafísica que
desde el comienzo fueron los principios de su juicio político y de la realidad toda,
se expresa aquí en plenitud madura el principio metafísico y gnoseológico de la
contraposición entre el principio primero del pensar, el de no-contradicción, y su
negación gnóstica; de la contraposición entre el pensar la realidad como es, con
su distinción real de Creador y creatura, o su negación monista y panteísta, de un
Absoluto que es al mismo tiempo nada, la nada de la negación de todo otro ser
participado, sacrificado en la dialéctica histórica y evolutiva que pone su
apariencia en una tesis y luego lo niega en la antítesis, hacia la síntesis negadora
de toda distinción real, que confunde finalmente -y satánicamente- el todo y la
nada. No es otra cosa el progresismo, en su raíz profunda, que un intento de
interpretación gnóstica o monista del cristianismo, y por ello, “humo de Satanás”
que aniquila la teología y el cristianismo, y el hombre, y la salvación. Y eso se
celaba detrás de los “pueblos bíblicos” pagano y judaico, perversiones del orden
de la mera ley natural y del pueblo de Israel de la antigua Ley. El progresismo es
un asalto a la Iglesia, al pueblo cristiano, a la Cristiandad.

Su profundo sentido de la realidad de las cosas y respeto por las esencias hace que
distinga, denuncie y refute los principales errores progresistas. Estos errores lo
llevan a decir: “que está en movimiento y gestación dentro de la Iglesia Católica
Romana una nueva religión, sustancialmente diversa de la que dejó Cristo, y que
adquieren los caracteres de una gnosis pagana y cabalística perfectamente
configurada”104.105

En esta intensísima actividad doctrinal contra la Revolución anticristiana y


el Progresismo, digna de un Padre de la Iglesia y por la cual un día, más claras
las cosas, su figura será grande en la historia eclesiástica, “escribía
pugnativamente”, por fervor del celo y del amor, para hacer despertar ante el
peligro, como debe hacer el Buen Pastor y el Centinela, porque ha visto el peligro,
y no se amilana ante él, ni ante la incomprensión.

Del Padre Julio Meinvielle, viene a la mente lo que decía Gilbert Keith Chesterton
sobre Santo Tomás de Aquino: “pensaba pugnativamente...(lo cual) no quiere
decir amarga o despectivamente, sin caridad, sino combativamente”. Al igual que
Santo Tomás, de quien se sabía deudor, el Padre Julio pensaba pugnativamente,

103
Reeditado por Ediciones Epheta, Buenos Aires 1994; publicado en francés: De la Cabale au
Progressisme, 369 págs.; en italiano: Influsso dello gnosticismo ebraico in ambiente cristiano, Roma
1988; Dalla Cabala al progressismo, Roma 1989. 2ª ed. italiana integrata fuori commercio, a cura di E.
Innocenti, Roma 1995.
104
J. MEINVIELLE, De la Cábala al Progresismo, Calchaquí, Salta 1970, 325, subrayado por el A.
105
C. BUELA, “Julio Meinvielle y las esencias”, en Verbo, nº 185, Agosto, 1978; y en C. BUELA, o. c., 36.

29
como a todas luces es evidente. (El talentoso Cornelio Fabro admiraba su “vis”
polémica). Sostiene Ramiro de Maetzu que: “La cultura es polémica. No sé de
ninguna obra ni de ninguna vida que haya marcado huella en la historia de la
cultura que no haya sido obra y vida de polémicas”. Solía decir el Padre Julio:
“Luchar es una gracia”.106
Y este luchar era soberanamente prudente, claro que no con la prudencia de la
carne, como cuando aquel artículo inmortal: “¿Puede un comunista ser presidente?”,
como cuando desenmascaró a los generales naseristas, como cuando esperó más de
seis meses con la edición ya impresa de su libro “De la Cábala al progresismo” antes
de largarlo al mercado, esperando la ocasión propicia.107

…la inquebrantable e invicta energía en la práctica de todas las virtudes, la


intrepidez y la valentía frente a toda clase de poderosísimos enemigos, de peligros,
de dificultades de todo tipo, el coraje de enfrentarse a los errores y desviaciones
viniesen de quien viniesen y costase lo que costase -fama, tranquilidad, puestos,
etc.- sólo puede explicarse por la acción del don de la fortaleza. Le oí decir una
vez: “¡Aunque el Anticristo me aplaste la cabeza, con el último aliento de mi vida
quiero confesar a Cristo!” Luchó con denuedo, sin dar ni pedir cuartel, contra los
enemigos de Dios, de Cristo, de la Iglesia, de la Cristiandad, que desde el
comienzo del cristianismo -pero con más intensidad desde hace cinco siglos- están
llevando al mundo a la apostasía, denunciando documentadamente la infiltración
de los mismos incluso dentro de la Iglesia con una clarividencia que no he conocido
en ningún otro. No fue, por tanto, un “pastor mercenario” (cf. Jo. 10,12), ni “perro
mudo” (cf. Is. 56,10).108

Una de las facetas más divulgadas y menos comprendidas de nuestro maestro ha


sido su militancia y el carácter polémico de su obra intelectual. Meinvielle fue “un
intelectual combatiente” en todos los frentes. La mentalidad contemporánea rehuye
las doctrinas claras donde la verdad resplandece con todo su vigor, lógica herencia
de nuestro pasado liberal. Hoy se verifica como nunca la dominación de San Pablo
sobre los tiempos en que los hombres no soportarán la buena doctrina de la
salvación. La generosa entrega del Padre Julio a la causa de la Fe y de la verdad
cristiana, no podía menos que situarse a contrapelo de tales defecciones. Si algo
caracteriza su estilo intelectual no es ni la seducción teórica, ni las sutilezas
literarias, sino la claridad y precisión de sus juicios intelectuales.
(…) Pero su actitud de “intelectual combatiente” siempre se vio templada por el
respeto por el adversario, eνitando todo agravio personal y todo arranque de pasión
ante los ataques que recibió en tantos momentos críticos, aun de la gente que gozó
como pocos de su generosidad, benevolencia y paternal consejo. Esa dignidad en
medio de sus luchas le ha granjeado al Padre el respeto de sus adversarios y la
admiración de sus discípulos.109

106
C. BUELA, Prólogo a J. MEINVIELLE, El Progresismo cristiano, Cruz y Fierro, Buenos Aires 1983;
publicado también en C. Buela, Padre Julio Meinvielle 47.
107
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 28.
108
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 8.
109
C. SACHERI, “R. P. Julio Meinvielle” 63.

30
VIII. Estilo sacerdotal: “la Verdad os hará libres” (Jn 8,32)

La vida del padre Meinvielle se consumió así dando luz en ese prioritario
apostolado intelectual, defendiendo sobre todo el Orden social y político cristiano,
el ideal irrenunciable en la Evangelización, de la Cristiandad.
el apostolado de la “iluminación de las inteligencias” constituyó la dedicación más
sobresaliente del Padre. Es autor de más de 21 libros “que no morirán fácilmente”,
como dijo el P. Leonardo Castellani en una conferencia. Colaborador de Criterio,
Cruzada y Universitas (en sus primeras épocas), de Sol y Luna, La Fronda,
Itinerarium, Ars, La Nueva República, Ortodoxia, Sapientia, Ulises, Anfiteatro, Verbo,
Jauja, Azul y Blanco, Tiempo Político, Estudios Filosóficos y Teológicos, Cabildo,
últimamente en MIKAEL (n° 2) y en sinnúmero de publicaciones extranjeras;
fundador de periódicos: Nuestro Tiempo, Balcón, Presencia (1945-1956 y 1962/3, n°
especial 1966), Diálogo (1954-55); fundador del Colegio de Estudios Universitarios;
conferencista en Córdoba, Rosario, Corrientes, Concordia, Gualeguay, Curuzú-
Cuatiá, Buenos Aires, Madrid, México, Santiago de Chile, etc.110

Fue, dirá su discípulo mártir Carlos Sacheri, “el mayor teólogo de la


Cristiandad del siglo XX”111. Tal testimonio de la grandeza intelectual y doctrinal
de Meinvielle no está sólo. Refiere Alberto Buela las palabras de Pierre Boutang,
su profesor en la Sorbonne parisiense:
Para mi sorpresa un día me convocó a su despacho luego de la sesión y me preguntó
de donde sacaba mis comentarios sobre Aristóteles ante lo cual le dije la verdad y
añadí: “Pero yo estudié Aristóteles antes de venir acá con Conrado Eggers Lang y
con el cura Meinvielle”. “El Padre Julio Meinvielle, respondió,... el teólogo más
profundo del siglo XX, porque le otorgó a la teología mayor funcionalidad político-
social que ningún otro. Fue el primero en criticar a Hitler y el primero en desarmar el
andamiaje teórico de Jacques Maritain y su engendro: la democracia cristiana”.
Terminando ya el seminario, cuando nosotros estábamos en plena guerra de Las
Malvinas, me invitó a cenar junto con el entonces viejísimo abad Luc Lefebvre el
fundador y director hasta su muerte de La Pensée Catholique, participó de la cena el
joven profesor Philippe Veysset.
Boutang, espléndido y dicharachero realizó todo un racconto de su vida política,
estaba contento porque acababa de terminar su voluminosa obra sobre Maurras que
saldría publicada dos años después bajo el título Maurras, la destinée et l´oeuvre. El
viejo abad comenzó luego a hablar de Meinvielle y su polémica con Maritain y las
cartas de Garrigou-Lagrange, e hizo una larga exposición a la que Boutang asentía
cada tanto, hasta que de golpe explotó: “Vea, Maurras me dijo una vez, Meinvielle
es la inteligencia más profunda que ha dado la Francia en lo que va del siglo”. Ante
semejante afirmación suavemente le observé: “Profesor, Meinvielle era argentino”.
“Mire joven, me respondió: Si yo fuera abogado le diría que para nosotros vale más
el ius sanguinis que el ius solis, pero como soy filósofo y francés le digo que el valor
universal de Meinvielle lo hace más francés que argentino. El producto argentino
hasta ahora es más pintoresco (tango y gauchos) que universal. Meinvielle ha sido,
que conozca, el primero que rompió ese cliché conmoviendo con sus observaciones y
críticas a lo mejor de la inteligencia europea”.112

Caturelli sintetiza de este modo su figura:

110
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 18.
111
Prólogo –escrito para la 3ª. ed., en 1974- a El Comunismo en la Revolución anticristiana, Cruz y
Fierro, Buenos Aires 19824, 9; C. SACHERI, “R. P. Julio Meinvielle” 61. Citadas en C. BUELA, “Julio
Meinvielle y las esencias” y en “Riqueza multiforme de una vida sacerdotal”.
112
A. BUELA, “Un juicio sobre Meinvielle”, en C. BUELA, O. C., ed. on line.

31
La filosofía tomista, la persona, la política, la economía, la política nacional, el
comunismo, la Iglesia, se articulan en un único haz de pensamiento en Julio
Meinvielle, pensador polémico cuyas batallas no son mera lucha, sino lucha pensada,
dinámicamente doctrinal.113

Poco antes de fallecer, estaba trabajando en la apertura del Instituto de


Filosofía Práctica, cofundado por él, Guido Soaje Ramos y Carlos Sacheri, y que
se abriría tres meses después de su muerte bajo la dirección de Guido Soaje
Ramos. Este último, benemérito y reconocido tomista de prestigio internacional
seguiría al frente de dicho instituto, con la publicación de la autorizada revista
Ethos, hasta su reciente fallecimiento. Hoy continúa la obra el también
benemérito profesor Dr. Bernardino Montejano.

No se quedó en mero trabajo y pastoral cómoda de escritorio, sino,


apóstol intelectual pero sin intelectualismo vano, vigilante, atento y diligente,
consciente de la urgencia de la caridad, llamaba sin eufemismos las cosas por su
nombre, y actuaba sin mezquindad, sin retaceos, ni cobardías, ni timideces
cuando había que hacerlo. Hacía lo que según conciencia y ante Dios debía hacer,
y sabía lo que debían hacer o concernía hacer a los otros; como él mismo decía -y
se titula uno de los escritos sobre él-, “hay que respetar las esencias”. Y esto
desde la pastoral parroquial, pasando por la situación de la Iglesia en Argentina,
de la nación, de la Iglesia universal:

Estando en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Salud, en Versailles (Cap. Fed.)


necesitaba crédito del Banco para poder comprar la primera máquina de cine. Fue a
ver al gerente del Banco, quien comenzó a darle varios consejos sobre lo inoportuno
de la inversión, razones de conveniencias, etc., tajante intervino el P. Julio: “Ud.
déme el crédito, los consejos los doy yo”, y le otorgaron el crédito.
Parecido ocurrió en otra oportunidad. Eran los tiempos en que se veía la necesidad
de realizar en forma urgente una gran Revolución Nacional. Un señor Coronel, gran
católico, patriota y amigo, le decía al P. Julio que rezaba todos los días, que iba a
Luján en peregrinación, etc. Pero, el Padre quería noticias sobre la marcha de la
Revolución Nacional y viendo que su interlocutor no salía del campo religioso
privado, le espetó un: “¡Ud. haga la revolución, y yo rezo!”. 114

Un martes le presentaron al Director de uno de los canales de televisión de Rosario.


Este Señor empezó a desbarrar en temas relacionados directamente con la fe y, ante
el rostro expectante de los presentes, el Padre Julio, con una precisión y justeza
maravillosa deshizo con bríos, uno a uno, todos los sofismas, como si recién acabase
de leer la tesis de Teología Fundamental. El importante Señor sólo atinó a balbucear
elogios: “admiro su vehemente defensa de la fe”, etc., y el Padre, restándose
importancia, dijo, por todo comentario: “lo hago por razón de mi hábito”.115

Un ex scout, ya padre de varios hijos, lo llevaba en su camioneta junto a un Sr.


Obispo del interior y me contaba Renzo -así se llamaba el ex scout- que no sabía él
dónde meterse porque desde Versailles, donde el Obispo había ordenado sacerdote a
un ex dirigente parroquial del P. Julio hasta el Centro donde lo dejaron al Sr. Obispo,

113
A. CATURELLI, La filosofía, 238, cit. por S. SARTI, “P. Julio Meinvielle”, en loc. cit.
114
C. BUELA, “Julio Meinvielle y las esencias” 34.
115
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 25.

32
el P. Meinvielle lo puso de vuelta y media al Obispo que defendía a unο de los
sacerdotes de su Diócesis, que fue uno de los que más daño causó a la Iglesia y a la
Patria, que llegó posteriormente, incluso, a escribir libros heréticos. Buscando
excusarle argumentó que el sacerdote en cuestión rezaba, a lo que pronto cayó la
respuesta: “Tonto, ¿no sabés que los herejes también rezan?”.

Un ex scout de la Parroquia le informó que un personaje eclesiástico de mucho peso


andaba en confusos pasos con cierta dama. Allá fue con otras personas en una
“estanciera” llevando un televisor para tener la certeza que el domicilio de la persona
en cuestión era el real. Y así haciéndose pasar los laicos por técnicos de TV
averiguaron la verdad. ¡Digno del chestertoriano Padre Brown! Y no fue un pequeño
servicio el que prestó a la Iglesia en esta ocasión.

En otra oportunidad un joven aventajado, actualmente profesor, le preguntó la razón


por la que gastaba tanto dinero y tiempo enviándole material sobre Karl Rahner a un
famoso filósofo italiano, amigo personal del P. Julio. La respuesta no se hizo esperar
-aproximadamente dijo-: “Cuando Fabro refute a Rahner en Europa, se acabó
Rahner”. Cosa que hemos visto concretada nosotros. 116

Atiende con alma tan grande cual la Iglesia y el mundo a la situación


actual de la Evangelización, «preguntado en su oportunidad cuál era su mayor
deseo, contestó: “la extensión de la Iglesia a todos los pueblos”»117. Hombre de
esperanza siempre alegre, sobrenatural y profunda, esperaba ciertamente aquella
“plenitud de los pueblos” paulina a que hemos hecho referencia, como la
Cristiandad, y decía optimista, “la veremos, la alcanzaré a ver, la restauración de
la Cristiandad”, palabras con las que los que lo oyeron entienden que expresaba,
en cuanto a él, probablemente una certeza meta histórica, y en cuanto a aquellos
a los que lo decía, su deseo de consolar, de alentar, de perseverar sin desfallecer
en la lucha por enseñorear para Cristo la realidad toda, con la urgencia de la
caridad y la certeza, fundada en la enseñanza de la Iglesia, de la verdad sobre la
Cristiandad como concretización posible en el orden social histórico, fruto de la
Redención de todo lo humano, que aún está por darse plenamente.

En medio de una tan intensa preocupación y actividad intelectual no deja


de ser siempre sacerdote que ejerce incansable su ministerio:
¡Y cómo le gustaba la enseñanza del Catecismo! En 1972, le oí dar a un grupo de
niños de Rοsariο, una clase de Catecismo magistral. (…) Consiguió en 1972 una serie
de espacios por la televisión, que duró varios meses, en donde varios sacerdotes
enseñaban la doctrina católica. Trataba de lograr la difusión del mensaje de Cristo
por todos los medios a su alcance. Era un apóstol.118

El vivió siempre como entusiasta enamorado del sacerdocio católico, y lo


vivió en alegre y fecunda plenitud; su amor y su defensa fueron parte de su
batallar contra el progresismo secularizante de la vida, misión y esencia del
sacerdote.

116
C. BUELA, “Julio Meinvielle y las esencias” 34.
117
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 25.
118
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 28.

33
Desde el púlpito era el trovador que cantaba las proezas de Dios y era el profeta
que fustigaba, al mismo tiempo, a los enemigos de Dios, proclamando verdades de
a puño. “...el Sacerdocio Católico es eminentemente sobrenatural... Esta idea,...,
que es elemental en la doctrina cristiana, sabéis que hoy es gravemente alterada.
Alterada no solamente entre nosotros, sino alterada en toda la Iglesia Universal,
porque no faltan herejes, encumbrados en altos puestos, aun dentro de la Iglesia,
que nos quieren dar otra imagen del sacerdocio, una imagen distinta de aquella
que nos dejó Cristo”.119

Sin duda, el centro vital de su vida fue la Santa Misa cotidiana:


“El primer acto sacerdotal es el sacrificio. En este caso el sacrificio de la Misa, pues
no hay sacerdocio sin sacrificio. Sólo cuando hay sacrificio hay sacerdocio, y lo que
constituye al Sacerdocio Católico es, primariamente, que oficia la Santa Misa, o sea
el sacrificio de la Cruz de Cristo renovado en nuestros altares”120. Por eso, consciente
de que se conmemora y hace presente en cada Eucaristía, celebraba diariamente,
con fe y devoción, la Santa Misa.121

Era un gusto participar de la Santa Misa que cotidianamente celebraba con tanta
piedad, cοn un tono uniforme -se puede decir que “semitonaba” la Misa- lo que le
daba un profundo clima de unción. Visiblemente se podía apreciar que estaba
“realizando algo sagrado”. Entendía que con la Misa se hacen milagros. La última vez
que conversamos, antes del accidente que le costara la vida, le pedí consejo para
ver qué camino deba seguir ya que me encontraba frente a una disyuntiva y no
sabía cuál fuese la voluntad de Dios; luego de estar sopesando durante un rato los
pro y los contras de ambas posibilidades y sin poder inclinarse por ninguna de las
dos, me dijo: “Ofrece las Misas que tengas libres para saber cuál es la voluntad de
Dios”. Confiaba ciegamente en la virtualidad del Sacrificio.122

Sin duda, a la Santísima Virgen cual hijo fiel se confiaba y encomendaba


siempre, en lo pequeño y cotidiano y en lo grande, cierto de su protección y
cuidado maternal, y de su mediación triunfal para el reinado de Cristo en las
almas y en las naciones. La sabía, amaba, honraba y suplicaba como la Mujer
invicta y vencedora de Génesis 3, 15 y Apocalipsis 12, la Señora de la Victoria y
del Rosario de Lepanto y de todas las batallas de la Cristiandad.
Nos solía decir: “Queridos, hay que rezar el Rosario entero: los quince misterios”. Y
él lo hacía. Era un placer verlo rezar paseando por la vereda de la calle
Independencia al 1100, con las manos juntas atrás y colgando de ellas el Rosario,
con la cabeza erguida y desafiante, como golpeando el suelo al caminar. (…)
En cierta profundidad, durante un campamento con sus Scout en Mar del Plata, un
grupo de ellos se estaba bañando y he aquí que en determinado momento se
encontraron en una situación tal que no podían regresar a la orilla porque había mar de
fondo. El Maestro Scout, Pablo Di Benedetto –“Pablito”, que luego sería sacerdote- se
lanzó inmediatamente al mar para tratar de salvar a los chicos. Logró ir sacando a todos
menos a uno porque ya se encontraba muy cansado, de modo que tanto él como el chico
restante quedaron desamparados. Alertados los de la orilla avisaron al P. Julio y a otro
sacerdote joven, actualmente obispo, y emplearon todos los medios a su alcance para
salvarlos; uno de ellos ya se hundía. Humanamente estaba todo perdido. Fue entonces
cuando se escuchó -imperiosa- la voz del P. Meinvielle: “Recemos a la Virgen para que los
salve”. Todos se hincaron en la arena y rezaron un Ave María. La Virgen los escuchó
porque los que se estaban ahogando encontraron un banco de arena y caminando

119
J. MEINVIELLE, El progresismo cristiano, Buenos Aires, 1983, 96. Cit. aquí en texto de C. BUELA,
“Riqueza multiforme de una vida sacerdotal” 53.
120
J. MEINVIELLE, El progresismo cristiano 95.
121
C. BUELA, “Riqueza multiforme de una vida sacerdotal” 53.
122
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 10.

34
salieron del mar. Así fue posible que “Pablito” se hiciera sacerdote realizando, durante su
corta vida, un fecundo apostolado.
Su intenso amor a la Virgen María no se reducía al ámbito meramente personal. En una
ocasión, siendo ya párroco, una secta protestante, provocativamente instaló una carpa en
los límites de su parroquia para hacer proselitismo, y desde allí comenzaron a predicar
diversos errores, incluyendo blasfemias sobre la Santísima Virgen. No contentos con eso,
comenzaron a recorrer casa por casa, e incluso se instalaron en el atrio de la parroquia
para allí repartir volantes, invitando a su culto. El Padre no podía tolerar que se
blasfemara de Nuestra Señora, y mucho menos en el territorio de su jurisdicción.
“Digno es de alabanza ser paciente en las injurias contra unο mismo -enseñaba S.
Juan Crisóstomo-, pero disimular y tolerar las hechas contra Dios, sería en extremo
impío”123. Y blasfemar de la Madre de Dios es doble pecadο porque se injuria a la
Madre y a Dios. En fin, luego de algunos avisos disuasivos, tomó el Padre drásticas
medidas... y los blasfemos desaparecieron.124

Toda su vida, sin ningún alarde ni proclama demagógica, vivió


efectivamente la “opción preferencial por los pobres”, o, en lenguaje más
evangélico, el amor de Cristo en sus pobres.
Su generosidad era proverbial: no había necesitado que se retirase con las manos
vacías. Una de las primeras cosas que hacía a la mañana era ordenar sobre un
alargue de su escritorio montoncitos de monedas para los pobres que venían a
pedirle ayuda. Algunos de más confianza tomaban la limosna ellos mismo. Hasta
esto era “jerárquico” porque no a todos daba lo mismo. En una ocasión en la que
él había salido momentáneamente de su pieza un pobre se asomó a la puerta: yo
le di un montoncito de monedas pero el pobre ni se movió. Cuando regresó el
Padre le conté lo sucedido y con su risa característica me dijo: “Lo que pasa es que
éste es un pobre de categoría”.Y le dio un billete.
Ayudaba absolutamente a todos, incluso a los que sabía que le estaban mintiendo
o que estaban en el campo contrario. Su dicho era: “En rigor, hay que hacer el
bien sin mirar a quién”. En un papel anotaba lo que prestaba y a quién y, al lado, a
veces, escribía “que nunca me lo va a devolver”.
Yo mismo he visto, en una oportunidad, partir en tres partes el bife que le pasaban
las religiosas y que él mismo hacía sobre una plancha eléctrica que había sobre el
alféizar de la ventana del comedor: una parte era para un hombre cuyo nombre no
recuerdo, otra para otro pobre, Don Juan, a quien por más de seis años dio la
mitad de su propia comida, y la otra parte para él. Esto habla de su frugalidad en
el comer, de generosidad en el dar, y de su misericordia por cuanto “partió su pan
con el hambriento” (Is.58, 6-7).
Merece una especial mención la ayuda desinteresada que brindó a tantos
seminaristas y sacerdotes que fueron a estudiar a Europa a los que enviaba
generosos giros. Esta fue otra de sus grandes preocupaciones: el aliento a las
vocaciones incipientes, así como su desvelo por la sólida formación de los futuros
sacerdotes.125

Algún familiar no le dejaba dinero porque sabía que se lo daba a los demás, pero
pagaba la cuenta que tenía en lo del “turco Salim” para que se vistiese. Lo que el
familiar no sabía era que el Padre, sabiendo eso, mandaba a los necesitados a la
tienda para que Don Salim los vistiese. Pocos son los que saben que el Padre Julio
había comprado una casa en plena “Villa Jardín”, cuando todavía no había ninguna
calle pavimentada, de la que hizo Oratorio y que fuera atendida durante más de
dos años por el que fuera su dilecto hijo espiritual, el Padre Pablo Di Benedetto. 126

No dejó nunca, hasta el final, de atender y formar, de alentar y aconsejar,


con generosa disponibilidad, a cuantos a él se acercaban atraídos por su saber, su

123
Citado por J. MEINVIELLE, Pοlítica Argentina, 1949-1956, Trafac, Bs. As., 1956, 210.
124
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 11.
125
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 20.
126
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 25.

35
celo por la Iglesia, su ejemplaridad sacerdotal, su valentía de hombre libre en
Cristo.
Vivía Meinvielle para los demás, para aconsejar a los demás. ¡Cuántas personas de
todo tipo desfilaban por su casa para pedirle consejo!
(…)
Vivía en la residencia del capellán de la Santa Casa de Ejercicios de Independencia y
Salta, exactamente en el N° 1194 de la primera arteria. Pasando la puerta de la
calle hay un zaguán con una entrada a la mitad, que da a una sala amplia usada
como escritorio, despacho y sala de reuniones. Al fondo, un estante de unos ocho
metros sobre la pared, colmado de libros, un escritorio grande también lleno de
libros, sobre la derecha, en el alféizar de la ventana, el teléfono, varios sillones y
sillas, en el medio una mesita, colgando del techo, una araña con tres o cuatro
lamparitas, sobre la izquierda en un sillón doble solía encontrar al Padre
estudiando, con la cabeza reclinada en un apoyabrazos del sillón y las piernas
apoyadas en el otro. Una lámpara de brazo flexible le daba luz y, junto a él, una
silla con varios libros, revistas, folletos, cartas, etc., que era su material de
lectura inmediato. Ni bien empujaba la puerta del cuarto escuchaba un
estentóreo: “¡Qué tal, doctor Buela!”, porque para el Padre todos los que
estudiábamos teníamos algo de doctores; inmediatamente dejaba su lectura, se
sentaba, estiraba el brazo y con sus largos dedos apagaba la luz de la lámpara.
Comenzaba entonces la conversación que no sólo era interesante sino edificante,
interrumpida varias veces por llamadas telefónicas, por el ingreso de no pocos
pobres que acudían a él para recibir limosna, por curiosos que deseaban conocer la
histórica Santa Casa, etc. Así hemos tenido la inmensa dicha de escuchar de sus
labios las mejores y más esenciales lecciones de Teología, Filosofía y comentarios
de la actualidad política nacional e internacional. ¡Esa fue su cátedra de todo
momento!. 127

Íbamos a verlo jóvenes con las más variadas inquietudes: teológicas, filosóficas,
pastorales, culturales, políticas, sociales, ecοnómicas, artísticas. Nunca pretendía que
todos supiesen lo que él hacía, practicaba aquello de que “no sepa tu mano izquierda
lo que hace la derecha” (Mt. 6, 3).128

Llegó a ser una verdadera tradición “el grupo de la Suma” como se le llamaba al
grupo de jóvenes que se reunían todas las semanas en la casa del P. Julio para
estudiar con él la Suma Teológica. De estos grupos salieron grandes profesionales
y dirigentes católicos de valer.129

Practicaba el diálogo verdadero con una amplitud increíble con gente de toda
extracción: ocultistas, bolches, nazis, curas tercermundistas... (una vez pregunté por
qué invitaba a almorzar a unos de estos tristemente célebres, riéndose me dijo:
“Porque le saco toda la información que quiero”). No por nada muchos años antes de
que se pusiera de moda el “diálogo” -tantas veces mal interpretado- él había
fundado una importante revista teológica llamada justamente “Diálogo” como decía
el Nº 1: “quiere ser una revista...abierta a las más diversas corrientes de
pensamiento... sin otra limitación que la impuesta por la exigencias de un saber
auténtico y responsable...aunque...no ha de renunciar...a sostener su propia
convicción y a expresarla con claridad y firmeza”. (Primavera 1954).130

En definitiva, Meinvielle fue Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas,
sabedor de aquello que expresara admirablemente Juan Pablo II: “el hombre es
en cierto sentido la vía de la Iglesia” 131, de la Iglesia “experta en humanidad” 132
127
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 12.
128
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 26.
129
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 13.
130
C. BUELA, “Julio Meinvielle y las esencias” 35.
131
Redemptor hominis 13; Dives in misericordia 1.
132
La expresión, acuñada por Pablo VI, fue frecuentísima en Juan Pablo II, entre otras ocasiones, en la
Alocución en la Casa Rosada a la dirigencia política argentina, el 6 de abril de 1987.

36
porque hecha por Dios para salvar a los hombres y la sociedad de los mismos, no
hizo otra cosa sino vivir de aquél fuego que se encendió del Espíritu Santo en
Pentecostés, la contrapartida de Babel:
El problema primero del hombre es el destino eterno del hombre. El problema
primero del hombre es la situación del hombre para con Dios. Es un problema
interior, un problema de dentro del alma, que no se resuelve dándole de comer,
sino que se resuelve dándole Dios.133
El hombre de la restauración de la Ciudad católica, restaυración que no se limita a
los detalles ni se rige por la nostalgia, sino que apunta a que Cristo sea el Rey y
centro de todo. Para ello resumía con precisión: “Santidad de vida e integridad de
doctrina, recta concepción del ordenamiento económico-político de la ciudad,
prudentes pero progresivas y efectivas reformas que eliminen las injusticias
sociales, son tres condiciones inseparables para restaurar la ciudad católica”. 134

El “ordenar la vida según la voluntad de Dios” 135, en orden a dar lo más y


mejor de sí para el trabajo en la viña del Señor, lo llevó a una gran disciplina y
austeridad personal de vida.
Meinvielle era disciplinado. Administraba su tiempo y sus fuerzas prudentemente.
Organizaba racionalmente sus actividades, llevando una vida metódica, vivida con
intensidad, sin perderse en banalidades. (…) Este aprovechamiento del tiempo, sin
perder un minuto, era en él una ascesis y ayuda a explicarnos la prodigiosa actividad
que desarrollaba. Era una ascesis cristiana porque nacía de la enseñanza del Apóstol
que invita a aprovechar “lo mejor posible el tiempo presente” (Col.4, 5) y, además
porque estaba subordinada a la caridad ya que no dudaba en dejar de escribir un
libro, o de rezar el breviario o el rosario, o interrumpía una conversación con una
persona importante, para dar una limosna a los pobres, para responder alguna
pregunta de cualquiera que solicitase algo, para contestar el teléfono. Nunca se
negaba a recibir, a conversar con quien fuese. (…) No veía televisión, ni cine, ni
escuchaba radio salvo excepciones. El teléfono lo usaba abundantemente, pero era
breve. Leía los diarios, un matutino y un vespertino, pero en la lectura demoraba
unos pocos minutos. ¿De dónde obtenía entonces la profusa información que poseía?
Creo que de la gran cantidad de personas importantes que lo visitaban y de la
abundante correspondencia que recibía.
Temprano se acostaba y temprano se levantaba. Generalmente era a la mañana
cuando escribía en su escritorio. La correspondencia la contestaba casi siempre el
mismo día que la recibía, con pocas pero esenciales líneas136.
Hacia el mediodía, cuando ya llevaba casi cinco hοras de trabajo, almorzaba
frugalmente y luego hacía la siesta. A las 13.30 horas ya estaba nuevamente
trabajando.
También era mortificado en el dormir y en el comer. Por ejemplo, en la parroquia de
Versailles durmió durante años bajo la máquina de cine, sobre cojines y también

133
J. MEINVIELLE, El progresismo cristiano, Colección Clásicos Contrarrevolucionarios, Buenos Aires,
1983, pág. 97. Cit. por C. BUELA, “Riqueza multiforme de una vida sacerdotal”.
134
El progresismo cristiano, pág. 92. Cit. en C. BUELA, “Riqueza multiforme de una vida sacerdotal”.
135
San Ignacio, Ejercicios Espirituales [1].
136
A modo de típico ejemplo, he aquí su respuesta epistolar a una pregunta que desde el Seminario de
Rosario le hiciera con respecto al problema de la realidad e integridad del cuerpo resucitado de Nuestro
Señor Jesucristo:
Buenos Aires, mayo 16.70.
Querido Carlos Buela:
                                   Todo este asunto está estudiado por Santo Tomás en III, 54, 3. El asunto es de
fe. Cristo ha resucitado con un cuerpo íntegro y palpable, Lc 24, 39; Spiritus carn em et ossa non habet,
sicut me videtis habere. Y la negación de la integridad del cuerpo glorioso constituye la herejía de Eutiches.
. Este asunto lo puedes estudiar en la par t e pertinente de la dogmática;
. También puedes leer en el “Dict. De Théol. Catholique”; -corps glorieux  -Eutyches.
Vale. Firma.

37
sobre el suelo. Hacía ayunos de uno, tres, ocho días, y llegó a hacer unο de cuarenta
días; él lo llamaba “dieta”. Hay muchos testigos de lo que digo.137

No conozco otro sacerdote que se haya ocupado tanto y tan ordenadamente -es
decir con la debida subordinación- de los problemas económicos, sociales y políticos
a la luz del Evangelio de Cristo y de la Doctrina Social de la Iglesia, como el P.
Meinvielle. Hizo de ello un apostolado y no un motivo -y menos aún una excusa-
para mundanizarse; “estaba en el mundo pero no era del mundo” (Jo. 17, 15), o,
para mejor decir, por la fe que tenía, “el mundo no era digno de él” (Hebr. 11, 38).
Hasta el cansancio, pοr activa y por pasiva, gritó que el gran problema del mundo
moderno, “que muere por laicista y por ateο” 138, radica en que busca primero la
añadidura, lo temporal, y así se queda sin lo eterno e incluso acaba por perder lo
temporal.139

Aceptó heroicamente que “milicia es la vida del hombre sobre la tierra”


(Job 7, 1) y por dar sin tregua el “buen combate” (1Tim. 1, 18; 6, 12) supo
experimentar y vivir la octava bienaventuranza, la que nos asemeja más a Cristo,
la de la persecución:

Por esta fidelidad a la realidad, de Dios -Sumo Ser- en primer lugar, y del hombre
-de Dios en el hombre- en segundo lugar, tuvo que padecer persecución, cárcel,
incomprensión, calumnias, relegamiento, intento de asesinato y la permanente
conspiración del silencio (que aún perdura) sobre su vida y su obra. 140
Dos veces por lo menos lo llevaron preso injustamente; intentaron asesinarlo
disparándole varios balazos; recibía múltiples amenazas anónimas, por escrito y
telefónicamente; buscaron mil y una maneras para silenciarlo. Sin embargo no cejó
en lo que entendía era misión. Conoció como pocos la “conspiración del silencio”
que, al modo de nebuloso manto, pesó sobre él. Asimismo se intentó empañar su
obra tratando de restarle brillo y densidad, ridiculizando la importancia y actualidad
de la misma. Las calumnias que tuvo que soportar merecían todo un artículo: los
que no son “verdaderos israelitas” (Jo. 1, 47) lo llamaban “nazi”, aunque escribió
un libro denunciando los errores del nacional-socialismo141, también “antisemita”
aunque condenó explícitamente el antisemitismo142; mientras otros afirmaban que
sería judío porque no atacaba la Compañía de Jesús(!). Algunos lo tildaron de
marxista solapadο, mientras que los marxistas intentaron hacerle un juicio por
insania143 porque veía “marxistas por todos lados”. Algunos católicos de inspiración
liberal afirmaron que tenía una “mentalidad desaprensiva frente al derecho de la
propiedad”; los comunistas decían que tenía una cosmovisión capitalista. Los
progresistas lo trataron de “cerrado”, los inmovilistas le achacaron un “irenismo
imprudente” y de no caracterizarse su escuela “por su combatividad, frente al
progresismo”. Los que no quieren subordinar lo temporal a lo eterno lo llamaron
“teologizante”, los que niegan la sana autonomía de lo temporal lo estigmatizaron
como “economicista”, etc. Y muchas otras calumnias. Sé, circunstancialmente, que
llegaron a calumniarlo con denuncias fundamentadas en fotos y grabaciones
fraudulentas. Por todo comentario dijo: “La Virgen no va a permitir que triunfen”.
El P. Meinvielle fue, pues, incesantemente perseguido. Pero jamás perdió por ello la
alegría.”144

137
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 17.
138
De Lamennais a Maritain, Theoria, Bs. As. 19672, 9.
139
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 9.
140
C. BUELA, “Julio Meinvielle a diez años de su paso por la vida” en Verbo, nº 234, Julio, 1983; cf. en o.
c. 44.
141
Entre la Iglesia y el Reich, Ed. Adsum, Bs. As. 1937.
142
El judío en el misterio de la historia, 4° ed., Ed. Theoria, Bs. As., 1964, p. 41. De este libro hay una
edición mexicana y otra francesa.
143
También a Jesús lo tomaron por loco: cf. Mc 3,21; Jn 10,20.
144
P. C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 12.

38
Era grande en las persecuciones: Sólo tres ejemplos: 1°) Con malas artes, cierta
persona buscó y logró desplazarlo de la Asesoría Nacional de la Unión de Scouts
Católicos Argentinos. Los dejó hacer sin oponer resistencia. Años después defendió
con bríos a ese eclesiástico y le ayudó en alguna empresa difícil. Perdonaba de
verdad. 2°) La DAIA publicó contra él una solicitada llena de inexactitudes y
mentiras. Con muchos argumentos, enojo y vehemencia yo le decía que debía
defenderse. Zanjó el asunto cuando con su sonrisa característica me dijo: “las
calumnias de los judíos me enaltecen”. 3°) Cuando lo fueron a arrestar, la última vez
que lo metieron en la cárcel, estaba conversando con un joven sacerdote. La policía
le comunicó el motivo de su presencia. “Esperen”, contestó, y siguió hablando
durante más de media hora sobre lo que estaban tratando, con toda tranquilidad.
Cuando creyó oportuno, terminó la charla y dijo a los policías: “Vamos”. Ponía en
práctica la enseñanza de San Ignacio de Antioquía: “Lo que necesita el cristianismo,
cuando es odiado por el mundo, no son palabras persuasivas, sino grandeza de
alma”.145

145
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 26.

39
IX. “Amó la Verdad” (cf. 2 Tes. 2,10)

Falleció el 2 de agosto de 1973 víctima de un accidente en la avenida


Nueve de Julio.
El último mes de su vida, que lo pasó postrado en cama, como consecuencia de
las muchas fracturas que sufrió al ser atropellado por un auto, sin poder mover
más que el antebrazo derecho, se lo pasó desgranando las cuentas del Santo
Rosario.146

Una gran multitud de fieles y un nutrido cortejo de amigos, discípulos e


intelectuales lo despidieron. No sólo se velaba al párroco de Versalles, sino, en
expresión de Castellani, al “párroco del País” 147. A pesar de haber tenido más de
un "enemigo" entre el clero local, una enorme cantidad de sacerdotes y religiosos
de Buenos Aires y de las diócesis vecinas desfilaron por la capilla ardiente,
incluidos el cardenal arzobispo de Buenos Aires y hasta uno de los líderes de los
sacerdotes tercermundistas -de aquel progresismo marxistoide tan nefasto para
el país y denunciado por el ilustre difunto-, el P. Carlos Mujica, su antiguo
alumno148.
En su velatorio una persona distinguida, cuyo nombre no recuerdo, me comentó un
suceso en el cual se ve el gran respeto que tenía por la conciencia y libertad de
los demás; frecuentaba este señor, cuando jovencito, el Grupo de la “Suma”
cuando, por diversas circunstancias, dejó de creer en Cristo. Como al lado del Padr e
Julio, entre otras cosas, lo que se aprendía era la autenticidad, se creyó en la
obligación de decírselo al Padre, a pesar de que esperaba una reacción tumultuosa.
En contra de lo esperado, el Padre le dijo: “Voy a rezar por vos”. Bien sabía que la
voluntad humana sólo se tuerce con la oración y que el acto de fe es una gracia que
no la da “ni la carne, ni la sangre sino el Padre que está en los cielos” (Mt. 16, 17).149

En el atrio del templo de Nuestra Señora de la Salud, la tierra patria


guarda en suelo sacro los despojos del pensador y combatiente de la Cristiandad
de los peregrinos, mientras su alma pertenece ya a la Jerusalén del Cielo, la
eterna, por cuyo amor enseñó a ordenar la terrena, hacia la cual la historia se
encamina en progreso o retroceso de los hombres, las sociedades y las
civilizaciones, en Cristiandad o en persecución, en paz ordenada o bajo el caos
revolucionario, por obra de la Iglesia que peregrina “entre las persecuciones de
los hombres y los consuelos de Dios” 150. Testimonia su epitafio: “Amó la Verdad”
(cf. 2 Tes. 2, 10), como el eco de las palabras que en la inhumación dijera el
discípulo –luego mártir- Carlos Sacheri, aquél 4 de agosto de 1973 151, recordando

146
C. BUELA, “Perfil sacerdotal…” 10.
147
Cit., como oído en una conferencia, por C. BUELA, “Julio Meinvielle y las esencias” 40, y en “Un
hombre metódico” en o. c. ed. on line.
148
Cf. sitio web de “tomistas”.
149
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 27.
150
S. Agustín, De Civitate Dei 18, 51, cit. en Conc. Vaticano II, Lumen gentium 8.
151
Actualmente memoria de San Juan María Vianney, patrono de los párrocos.

40
a San Agustín: “la mayor caridad es la Verdad” 152. El Padre Julio nos la sigue
enseñando, nos sigue enseñando a amarla, nos sigue dando ejemplo, vive en la
Eternidad.
Para él, la Verdad era Cristo (cf. Jn 14, 6) y toda otra verdad era reflejo de la
misma, por eso la amaba “con pasión desapasionada y con salvaje temeridad”. Toda
su obra testimonia lo que digo. Bien mereció que en su epitafio se pusiese: “Amó la
Verdad” (Cf. 2 Tes. 2, 10).153
Sobre su sepulcro se grabó: “Amó la Verdad” (Cf. 2 Tes. 2, 10) porque lo vivió en
el más estricto sentido de la palabra. Amó la verdad reflejada en cada partícula del
universo por ser una chispa de la infinita Verdad, que es Dios. Amó la verdad y por
ello estudiaba los problemas, incluso temporales, para lograr las soluciones que
nos llevasen a un mundo mejor para nuestra Patria y para toda la humanidad
doliente y angustiada, sabía que “la verdad es la primera y fundamental condición
de la renovación social” (Juan Pablo II, 19/6/83). Amó la verdad enseñada por la
Iglesia Católica: “¡Sine illa peritur!”, recordó Juan Pablo I. Amó a Jesucristo, la
Verdad, y por amor a la Verdad arguyó contra “los murmuradores, querellosos,
que viven según sus pasiones, cuya boca habla con soberbia, que por interés
fingen admirar a las personas” (Jud. 16), buscando su salvación “arrancándolos
del fuego” (Jud. 22) al refutar sus errores para que no disminuyan a Jesucristo,
que es el Único que tiene “palabras de vida eterna” (Jn. 6, 68).154
*

152
“R. P. Julio Meinvielle” 61.
153
C. BUELA, “El Padre Julio: un alma grande” 25.
154
C. BUELA, Prólogo a J. MEINVIELLE, El Progresismo cristiano, Buenos Aires, 1983, VII.

41
INDICE
Notas biográficas............................................................................1
I. Exordios del sacerdote y publicista político: un pensador modelado
por la doctrina del Magisterio y Santo Tomás...................................2
II. Un párroco con iniciativas, de pastoral novedosa e incisiva..........8
III. Otros escritos de la primera época: maestro de los principios y
del discernimiento político, atento a los tiempos.............................12
IV. La controversia contra el liberalismo cristiano del “Humanismo
integral” de Maritain.......................................................................18
V. Incansable apostolado intelectual; gran propulsor del tomismo en
Argentina.........................................................................................20
VI. Vigía alerta de la política argentina; estudio y denuncia del
marxismo y de su peligrosa infiltración en la Nación......................23
VII. Centinela de la doctrina católica y custodio celoso del bien de
las almas: la denuncia del progresismo...........................................26
VIII. Estilo sacerdotal: “la Verdad os hará libres” (Jn 8,32).............31
IX. “Amó la Verdad” (cf. 2 Tes. 2,10)...............................................40

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