2009.intereses Arg Mar Segundo Storni
2009.intereses Arg Mar Segundo Storni
2009.intereses Arg Mar Segundo Storni
Storni
Intereses Argentinos en el Mar
1
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
STORNI, SEGUNDO R.
Intereses Argentinos en el Mar -2o ed. 1o imp. - Buenos Aires: Armada Argentina,
2009. 123 p.; 21x14,8 cm.
2
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
La política naval es, ante todo, una acción de gobierno; pero es indispensable, para que tenga nervio y
continuidad, que sus objetivos arraiguen en la nación entera, que sean una idea clara, un
convencimiento de las clases dirigentes, y una aspiración constante de todo el pueblo argentino.
Segundo R. Storni
3
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Indice
Presentación 6
Introducción 15
Preámbulo 19
Primera conferencia
24
Razón de ser de los intereses Marítimos Argentinos.
Factores que facilitan u obstaculizan el desarrollo
del poder naval de la Nación
Propósito 25
La situación geográfica 28
La extensión territorial 32
Las costas 40
Las Malvinas 41
4
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
La densidad de población 56
El cabotaje nacional 70
Las pesquerías 76
5
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Presentación
6
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
7
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Continental, que podría integrar junto con el nuevo territorio, nuevos derechos y
obligaciones internacionales.
La sorprendente vigencia de estos principios condujo a que, puestos a repensar el
Poder Naval en los inicios del siglo XXI, desde el Ministerio de Defensa
propongamos incorporar como eje el concepto de los intereses marítimos, que en
nuestra tradición se origina en la obra de Storni y que recoge también las enseñanzas
de la guerra por nuestras islas Malvinas.
La visión pionera de Storni definió entonces una única solución al problema de la
protección de nuestros intereses marítimos: la solidaridad y mutuo apoyo de las
naciones de América: la amistad firme y mutua inteligencia con Brasil y Uruguay por
un lado y por el otro con Chile y el Perú, pensados como "punto de partida que
asegurará los caminos para ambos lados de la América del Sur, no solamente por la acción
local de las fuerzas propias, sino por la concurrencia y el apoyo de las fuerzas del vecino".
Aquella línea de pensamiento es hoy el punto de partida de una nueva visión del
poder naval argentino. Hoy debemos repensar nuestros intereses marítimos y el
concepto más amplio de Poder Marítimo, que involucra a todos los aspectos relativos
a la defensa y el desarrollo del mar.
Y si bien algunos de los postulados del Storni de 1916 están desactualizados, en
particular aquellos derivados del desarrollo temprano de las ciencias humanas,
impregnadas de cierto darwinismo antropológico en boga en algunas corrientes hoy
superadas, el grueso de la obra expresa la mirada de un estadista que en los
comienzos del siglo XX pudo ver con claridad los desafíos permanentes de la Nación
en su relación con el mar.
Me voy a permitir entonces ensayar una proyección de aquellos principios
fundacionales de nuestro ideario naval, a la luz de algunos más modernos y de su
adecuación a lo que pensamos que será el escenario geoestratégico del siglo XXI.
La presente postulación de los desafíos estratégicos, operacionales y tácticos de la
Argentina en el escenario naval no sólo significa la recuperación de la iniciativa
8
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
política del Estado en la materia, sino que se hace por primera vez en un marco
jurídico y doctrinario propio de la Democracia.
La reglamentación de la Ley de Defensa, el dictado de la "Directiva sobre
Organización y Funcionamiento de las Fuerzas Armadas", el lanzamiento del mecanismo
institucional del Ciclo de Planeamiento Estratégico de la Defensa, y la primera
convocatoria al Consejo de Defensa Nacional, fijaron los postergados pilares
institucionales y políticos para el reordenamiento del área. El nuevo paradigma
fortalece al Ministerio como cabeza del Sistema de Defensa y desde un punto de vista
eminentemente militar las fuerzas cumplen el rol de entrenar y alistar medios
humanos y materiales para su empleo conjunto en un teatro de operaciones
determinado. En ese sentido, y ligado al espíritu de la Ley y a las enseñanzas
recogidas de nuestra experiencia bélica durante la guerra por nuestras islas Malvinas,
la puesta en marcha del Comando Operacional de las Fuerzas Armadas, constituye
un aporte en eficiencia por su concepción integrada de las acciones que requieren el
uso del instrumento militar; en tanto la creación de la Agencia Logística de la
Defensa es un avance significativo en la adquisición centralizada de medios
materiales.
En nuestra línea de razonamiento el poder naval se funda en la jerarquización de
los intereses marítimos, lo cual demanda necesariamente un abordaje
multidimensional de la problemática. Caminando sobre los pasos de Storni,
sostenemos que el Poder Marítimo, punto de articulación de los intereses marítimos
y el Poder Naval, incluye la capacidad para utilizar el mar así como aquella necesaria
para influir en el comportamiento de otros actores a través de lo que nosotros
hacemos en o desde el mar. Esto incluye los aspectos no militares del uso del mar: la
marina mercante, la industria naval, los puertos, los astilleros que contribuyen al
poder naval, la fuerza laboral, la capacitación, etc.
La Argentina se ve confrontada al escenario naval marítimo contemporáneo, que
es sumamente dinámico, cambiante y difícil de predecir, junto a nuevos desafíos
propios que se abren en el Atlántico Sur con derechos y responsabilidades ampliadas
9
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
10
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
11
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
A la luz de lo expuesto, uno de los pilares que debe sostener nuestra actividad
militar es la presencia de nuestra Armada a través de despliegues operacionales de
rutina. Además, el principio de la presencia habilita una serie de acciones
concurrentes a los objetivos de política exterior que se fija la Argentina. Entran en
esta lista las obligaciones internacionales de Búsqueda y Rescate, el control de las
vías navegables y de los recursos naturales, la protección de nuestra marina
mercante, la preservación del medioambiente marítimo y Antártico, entre otras.
Por esa razón, el despliegue regular de nuestras fuerzas navales en las aguas
territoriales y en aquellas consideradas como áreas importantes en las que la Nación
desee demostrar un interés permanente configura en sí mismo un gesto político,
actúa como reaseguro contra lo impredecible y a la vez permite cumplir el rol de
prepararse militarmente.
El Futuro
12
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
afirmación del Almirante Storni. Sin pretender alarmar acerca del diferendo en torno
a nuestras islas Malvinas, que lleva exclusivamente nuestra Cancillería, la
permanencia de la potencia extracontinental en el archipiélago complejiza
ciertamente la resolución de una parte importante de nuestra defensa marítima y
afecta también la eficiencia en la protección de recursos vitales que siguen siendo
explotados de manera irresponsable.
Las dimensiones del esfuerzo militar que está en condiciones de atender el Estado
Argentino en la actualidad, establecen parámetros muy concretos que exigen el
máximo de racionalidad y eficiencia en el planeamiento. La planificación inteligente,
pues, deberá hacer el mejor uso de recursos limitados, lo cual implica ponderar con
mucha precisión las ventajas y los riesgos de determinados sistemas de armas,
alianzas y tecnologías.
Por eso la primera instancia de esta redefinición de capacidades militares
argentinas consiste en la recuperación del material existente, en la medida en que
comenzamos a evaluar la viabilidad del sostenimiento de algunos medios obsoletos y
otros excesivamente onerosos, que demandarían enormes inversiones para su
recuperación y mantenimiento. Una flota mediana como la argentina deberá basarse
en el corto plazo en una reasignación de roles de los materiales existentes y en un
proceso de adquisiciones muy selectivo, antes que en una política de adquisiciones
masivas.
Debemos propender a la estandarización de sistemas y equipamiento y proveer,
en la medida de lo posible, a la industria naval un volumen estable de
requerimientos que les permita recuperar las capacidades sacrificadas en la década
del noventa. La necesidad de remontar y sostener la industria naval argentina debe
ser integrada en la contabilidad de la política de adquisiciones y reparaciones
navales.
Determinados principios clásicos consagrados a lo largo de la historia de los
conflictos bélicos navales, adquieren una nueva significación en el contexto
13
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
doctrinario que impulsamos y que en gran medida está influido por un pensamiento
militar derivado de la experiencia de la guerra por nuestras islas Malvinas.
Debemos replantearnos, a la luz de las incertidumbres estratégicas del siglo XXI y
de las características propias del Poder Naval argentino, cómo lograr el máximo de
eficiencia, por ejemplo, en el desarrollo u obtención de sistemas de armas flexibles
que puedan cumplir diferentes roles, en la maximización de la capacidad de
comando y control, en cómo avanzar en la eficiencia logística, en el aprovechamiento
del ambiente, y finalmente uno de los desafíos mayores -sino el más importante-
cómo fortalecer la satisfacción profesional de los ciudadanos y ciudadanas que
abrazan la vocación de las armas para revalorizar el espíritu de lucha en tiempos de
paz, sin el cual toda planificación de medios resulta estéril. Nuestra obligación en
tanto que Ministerio de Defensa es asegurarle al Gobierno Nacional una carta
importante que puede jugar en el escenario internacional: una Fuerza Militar y un
Poder Naval derivado que esté en condiciones de eficiencia operacional y que pueda
ser usado en tiempos normales de paz, en momentos de tensión y durante las crisis,
al servicio de los objetivos políticos que el mismo ha fijado.
14
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Introducción
15
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Sin perjuicio de los valores materiales que reconoce al mar, señalaba a la sazón que
su influencia "[...] en nuestra historia desde los más remotos tiempos hasta el presente, en la
paz como en la guerra, ha sido una de esas fuerzas constantes que orientan y conforman el
alma de los pueblos y plasman sus destinos: medio de conquista y de población; causa de la
independencia y posibilidad de mantener la lucha; centro de organización política y
administrativa; camino por donde la nación lo recibe todo, desde la migración con que crece,
hasta la luz con que se alumbra".
Rescatando aquellos aspectos trascendentes de las vastedades oceánicas, afirmaba
que "El pueblo se acerca al mar, lo conoce, lo comprende, aspira sus brisas tonificantes, siente
activarse su sangre y nuevas y grandiosas ideas abren su inteligencia a los esplendores de una
luz desconocida" y -citando a Ratzel en una de sus notables obras, "La Tierra y la Vida"-
manifestaba que "El horizonte de los pueblos que ven el mar a su alrededor será siempre más
vasto del de los habitantes de tierra firme, cuya mirada sea circunscripta y ensombrecida por
la selva o la montaña. Esta amplitud no solamente refuerza y aguza su vista; el horizonte
ilimitado desarrolla en el alma de los pueblos empuje y perseverancia. El amplio mar aumenta
las vistas del comerciante, como las del hombre de estado."
Storni parece esbozar, así, un concepto del mar en el que tienen cabida lo temporal
y lo permanente, la materia y el espíritu. Una perspectiva desde la cual la suma
misma de sus dones se extiende, generosa, más allá de sus límites. Sostendrá así, con
énfasis, que "Es necesario llevar a todo el interior de la República este convencimiento: que
cuando se construye un puerto, se profundiza un canal, se adquiere un barco o se instruye un
piloto, se sirven tanto los intereses litorales como los intereses del que planta cañas en la zona
subtropical, o esquila ovejas al pie de la cordillera".
Bajo este enfoque, mar y tierra se integran en un conjunto superador que él nos
impele a construir y perfeccionar. "Véase, pues -habrá de decirnos-, cuan preciso es crear
un nuevo ambiente, salir de nuestra rutina interna, observar lo que pasa en los pueblos que
mantienen altos ideales y prepararnos también nosotros para llenar con dignidad y prestigio
nuestro papel de nación marítima"
En efecto, y en consonancia con la fortaleza de su carácter, nos reclama un
esfuerzo "por tomar nuestra parte en esa obra de la civilización y la riqueza", esfuerzo este
16
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
que nos exige hoy considerar el mar -y, en particular, nuestro mar- como un lugar de
vida, en el sentido de morada y ámbito vital, que no se agota en su cuenca, sino que
por imperativo se extiende a todas aquellas áreas que lo complementan: hídricas y
terrestres.
Por cierto, ni el mar argentino, percibido en los términos señalados, ni las
interrelaciones que a partir de él se desarrollan, pueden escindirse de un sistema de
valores sólido y de un accionar acorde con este.
Ello hace manifiesto que no es suficiente contar con recursos intelectuales y
tecnológicos; resulta imprescindible la firme voluntad de avanzar en un marco ético
y, por sobre todo, de formar una conciencia marítima que nos permita entender que
debemos orientar nuestro crecimiento hacia el mar.
Tal "crecimiento" conlleva, asimismo, reformular no solo la visión del mar, sino la
propia de la naturaleza. Una y otra ofrecen pródigamente sus frutos, y siempre será
legítimo que el hombre los recoja, pero sin olvidar en ningún caso que aquello que se
le brinda no ha de ser un objeto de uso indiscriminado ni de dominio irracional.
Cuando esto último ocurre, se degrada el mar y la tierra, como también quien de ese
modo los trata.
Por ello, para afianzar la vida en el mar, debe advertirse que no basta con impedir
su contaminación o proteger a las especies que pueblan sus aguas. Además de una
gestión defensiva, es necesario llevar adelante una tarea formativa, tendiente a
convertir a la persona en un actor responsable y comprometido con el desarrollo
sustentable, es decir, con procedimientos que garanticen el equilibrio que el medio
ambiente requiere en materia de recursos y actividad económica.
Todo esto implica un cambio cultural radical que conduzca a suprimir las
conductas depredadoras, propiciando -en su lugar- una nueva relación con el mar, y
la naturaleza en general, fundada en el concepto de que no somos los dueños de la
Tierra sino sus huéspedes, así como en una acabada comprensión de las
consecuencias que tales abusos acarrearán.
17
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
He aquí uno de los grandes retos de nuestro tiempo: un desafío que Storni nos
develó en esta obra visionaria, que hoy se reedita en su homenaje para poner luces
sobre un ineludible deber de los argentinos, todavía pendiente.
La Armada Argentina, mediante sus capacidades como instrumento militar de la
defensa en el mar y en su articulación con los intereses marítimos del país,
contribuye a conformar el poder marítimo de la Nación bajo cuyas líneas políticas se
desenvuelve.
En ese contexto, ha ejercido siempre sus responsabilidades en las aguas de la
Patria, y continuará haciéndolo con renovados esfuerzos. Esto implica asumir la
totalidad de los roles que de ellas derivan y, en particular, afrontar el desafío que
marca la hora y que anticipó Storni: llevar a cabo su misión de control del mar en
orden a proteger los intereses vitales que le son propios, y coadyuvar a la creación de
una verdadera conciencia marítima, para el bienestar de nuestro pueblo y de quienes
quieran habitar su suelo.
18
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Preámbulo
19
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
datos concretos sobre sus riquezas y las posibilidades de las vías navegables, y luego
indicó pautas precisas sobre las que sería posible el crecimiento de la producción.
Storni veía en estos componentes un factor de enriquecimiento, en tanto el
comercio, junto a la explotación del mar y sus recursos, se constituirían en
dinamizadores de la economía, y al mismo tiempo, en el soporte necesario para
asegurar la integridad nacional frente a las ambiciones de otras potencias marítimas.
Con estos argumentos pretendió articular el poder naval con los intereses
vinculados al mar, en una suerte de fusión que definía al poder marítimo como el
resultado de la conciliación complementaria de los otros dos.
Quiero significar... -planteaba Storni en la segunda conferencia dictada en el diario
La Prensa- que la adquisición del material bélico no debe hacernos olvidar ni por un
momento que solamente las industrias mecánicas, la marina mercante propia, las
poblaciones marineras, las pesquerías, permitirán resolver satisfactoriamente los
problemas del porvenir.
Con sus conceptos el marino había logrado armonizar los intereses nacionales de
la cuenca del Plata, con aquellos afirmados sobre las vastas extensiones marítimas del
Atlántico, una ecuación que se fortalecía a la par que fomentaba en la ciudadanía la
conciencia necesaria.
A la afirmación de una escuadra de guerra eficiente, se añadían entonces como
fundamento mismo de aquella, el fomento de la marina mercante, la industria
naviera, el desarrollo de la pesca y la formación de conciencia marítima en la opinión
ciudadana.
La política naval -sentenciaba- es, ante todo, una acción de gobierno; pero es
indispensable para que tenga nervio y continuidad, que sus objetivos arraiguen en la
nación entera, que sean una idea clara, un convencimiento en las clases dirigentes, y
una aspiración constante de todo el pueblo argentino.
20
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
21
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Pero la obra más importante del almirante Storni, aquella que ningún argentino
culto debería ignorar, es la que se publicó en 1916 y fue re editada sin cambios en
1952: Intereses argentinos en el mar. Este libro es el primero que intenta una
comprensión integral del problema y lo logra en gran parte, pese a la precariedad de
la información que en materia de oceanografía argentina había en su época; si bien
varias de sus premisas han sido superadas por el desarrollo técnico moderno, las
ideas fundamentales tienen la perduración de lo auténticamente legítimo y, por ello,
mantienen su vigencia y frescura.
22
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Van impresas en este opúsculo las dos conferencias que sobre el tema diera el
autor en el salón de actos públicos de "La Prensa" en los días 8 y 12 de junio, bajo el
patrocinio del "Instituto Popular de Conferencia".
Lo vasto de la materia obligó a suprimir de la lectura, y de la correspondiente
publicación periodística, algunos párrafos y aún tópicos enteros; en este volumen
van las dos conferencias completas, tales como fueron primitivamente escritas.
Hay en ellas observaciones y conclusiones compendiosas, en las cuales el autor
intenta resumir un largo estudio y abarcar en un solo cuadro los diversos puntos de
vista que comprenden, en conjunto, a todos los problemas que plantean los Intereses
Argentinos en el Mar.
Sin ninguna pretensión, esta pequeña obra se dedica a los jóvenes argentinos que
estudian, a aquellos cuyas horas de trabajo o noble vigilia son alguna vez ocupadas
por el santo interrogante de los futuros destinos de la patria.
23
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Primera conferencia
Razón de ser de los Intereses Marítimos Argentinos.
24
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Propósito
Señores:
Es poco frecuente en nuestro país, por no decir muy raro, que los marinos ocupen
las tribunas destinadas a los hombres de pensamiento y de palabra; y es así, en mi
opinión, por dos razones: la absorbente tarea profesional que arrastra las energías
casi por completo al campo de la acción, sin dejar margen para el cultivo de las
facultades que hacen al hombre digno de ser oído; y el divorcio aparente, en un
pueblo en formación como el nuestro, de las cosas del mar (por suposición ajenas y
caras solamente a los marinos) con el público absorto en la vida interna de la nación
y en sus problemas diarios y excitantes.
Mas, si lo primero pudo cohibir mi resolución, me sentí como afectuosamente
impulsado a la tarea por la honrosa invitación del eminente hombre de Estado que
preside este Instituto, por la benévola hospitalidad de esta casa, y ahora aumentan mi
valor, las amables palabras del sabio maestro que se ha dignado hacer mi
presentación, y la gentileza vuestra al venir a escucharme.
Y si el temor de traer asuntos extraños a nuestros ideales y nuestros intereses
pudiera parecer legítimo para retraerse y guardar silencio, yo por el contrario afirmo,
con la convicción de serias meditaciones, con el apoyo de la verdad escrita por
maestros, por el análisis de fenómenos producidos en nuestra corta, pero instructiva
historia, que el mar encierra para la Nación Argentina los más vitales problemas, que
el mar será el vehículo y el sostén de su fortuna y de su gloria.
Conmemoramos este año el grandioso acontecimiento de nuestra emancipación
política, y si debemos con amor volver la vista hacia el pasado, es prudente examinar
con serenidad la hora que corre y, más que todo, escudriñar el porvenir con la noble
inquietud que provocan las ni.is elevadas aspiraciones.
El carácter de nación independiente y soberana, el inmenso y valioso patrimonio
con que entramos al juego de la vida, nuestra influencia creciente en los negocios
humanos, plantearán obligaciones y exigirán esfuerzos que aún no hemos medido.
Entre ellos nos encontramos frente a los problemas del mar.
25
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
¿Qué importancia, qué alcance, qué lineamientos debemos dar a nuestra actividad
marítima?
¿Es que hemos de permanecer enclavados en la tierra, para arrancarle sus frutos, y
esperar que otros los transporten, que otros nos comuniquen con el mundo, que otros
vengan hasta imponernos la ley en las aguas mismas del estrecho mar territorial?
¿O ha de ocupar la Argentina su parte de dominio y de usufructo en esa gran vía
de la civilización que se llama el mar?
Y si hemos de adoptar este propósito, ¿cuáles son los sólidos cimientos donde
debemos asentar nuestra potencialidad marítima?
Mucho se ha dicho y se ha escrito sobre estas cuestiones, con acierto y con brillo
más de una vez, pero en forma fragmentaria e inconexa. Abrigo la esperanza de
abarcarlas en una ojeada general y si alguna vez he de referirme a lo hecho o por
hacer, no es que en momento alguno me asista la más remota intención de
personalismos.
La susceptibilidad internacional menos aún ha de rozarse, porque, felizmente, en
pocos países como el nuestro se puede hablar con tanta libertad; no hay propósitos
velados, ni nuestra política externa se desarrolla en la sombra.
Abordamos así uno de los asuntos más interesantes, aunque no de los más
favorecidos, en el desenvolvimiento nacional. Pero debemos resguardarnos de la loca
fantasía que suena con desmesuradas grandezas. No el ansia de absurdas y
anacrónicas expansiones, sino el balanceo equitativo de nuestros legítimos intereses
será nuestro norte.
Este año celebramos, lo repito, el primer centenario independiente, y al mismo
tiempo que la vida nacional robusta y sana alimenta una hermosa esperanza,
debemos imponernos un firme propósito; hacer que esa independencia se haga
efectiva hasta donde lo permita la vida de relación de las naciones, dentro del
equilibrio de sus recursos y sus fuerzas; y me propongo mostrar que no lo habremos
conseguido, mientras no ocupemos en el mar el lugar que nos corresponde.
26
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
27
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
La situación geográfica
28
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Las tierras que emergen del hemisferio oceánico, entre las cuales débese contar el
sur de África por similitud geográfica, vinieron a ser como un callejón sin salida en
los desplazamientos humanos, y determinaron una selección al revés de las razas
primitivas que las poblaron.
Mientras desde muchos siglos la civilización bullía en el hemisferio continental, y
las migraciones, las mezclas y las guerras seguían su curso histórico, en esas puntas
extremas llevaban una vida precaria las razas más débiles y oprimidas, como
impulsadas por las más fuertes hacia el fondo del saco. La civilización incásica
misma no alcanzó a irradiar su luz, sino muy débilmente, llegando por la pesada vía
terrestre, hasta dejar menguados rastros en el Tucumán.
29
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Lámina I
30
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Lámina II
Hemisferio oceánico según Beythien
Resalta la posición marítima del territorio argentino
31
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Así es como podemos decir que el pueblo argentino, abrió los ojos a la vida por el
camino del mar.
La extensión territorial
32
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
33
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
34
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
35
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Lámina III
Sectores comerciales y defensivos del Atlántico. Futuros y probables sectores comerciales del
Pacífico. La cruz con doble círculo marca el lugar de la base naval principal. La cruz con un
círculo corresponde a la segunda base naval principal. Las cruces sencillas, a bases navales
secundarias. Las x marcan puntos de refugio o donde deben establecerse fuertes defensas fijas.
Los números expresan el valor comercial de los sectores. De San Antonio al Sur esos valores
son aún prematuros
36
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Los sectores del Río de la Plata y de Bahía Blanca, se presentan ya unidos como un
bloque y pueden, en caso de guerra, atender a la defensa en cualquier frente.
Los sectores patagónicos están prácticamente en una situación de desamparo, y en
caso de guerra, toda comunicación, aún la telegráfica, nos sería cortada con ellos, si
no podemos contar con el dominio de nuestro mar adyacente.
Los sectores deben ser autónomos en su defensa marítima, como lo irán siendo
paulatinamente en su comercio exterior.
La división en sectores naturales marítimos se acentúa especialmente en las costas
argentinas, entre todas las sudamericanas. La causa está en su mayor articulación,
que lleva a los capitales comerciales al fondo de los grandes estuarios o ríos y de las
profundas engolfadas, siguiendo una ley general de la geografía social. La política
portuaria debe concentrar los capitales de construcción en esos puertos, sin
desparramarlos a lo largo de las costas.
La importancia de esta articulación de las costas para los intereses marítimos es
grande, pues concentrando los negocios en puntos cabezas, permitirá también
concentrar los elementos defensivos.
Las costas de otros países se presentan como una larga y uniforme línea, y el
comercio avanza, como se dice, caleteando, sin favorecer el desarrollo de grandes
centros. El litoral de Chile se encuentra especialmente en este caso, y séanos
permitido indicar las ventajas que obtendrán muchos de sus puertos, aumentando su
binterland comercial por los ferrocarriles trans-cordilleranos.
Debo advertir que la determinación de los sectores atlánticos trazada en el plano
III, responde a un detenido estudio y un conocimiento personal de la costa. No así los
sectores del Pacífico, cuyas rutas probables se trazan a título de indicación ilustrativa
solamente.
37
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
38
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Pacífico; es que el haz comercial que los reúne en cada caso, como un gran río reúne a
sus tributarios, corre a lo largo de las costas de América.
El gran haz sudatlántico queda así flanqueado en una distancia no menor de dos
mil millas (unos siete u ocho días de navegación de carga), por las costas, los puertos,
las fuerzas navales del Brasil, desde Río Grande hasta Fernando de Noronha.
Las rutas transcordilleranas, que reuniéndose formarán el haz del Pacífico hacia el
norte, estarán fatalmente bajo la dependencia de Chile.
De los dos haces mencionados, es seguro que mantendrá por mucho tiempo una
importancia preponderante el oriental o atlántico, pues se derrama sobre mercados
muy consumidores, que existen a sus dos bandas, Europa y América. El haz
occidental, debido al enorme vacío del Pacífico, no tendrá en ese océano sino un lado
de descarga, el litoral occidental de América; aunque también muchos centros
productores del interior argentino quedaran más cerca, económicamente, de los
grandes puertos norteamericanos del este por la vía de Panamá que por el Atlántico.
Hay, además, que tener en cuenta el más lento incremento de las agrupaciones
humanas en la dilatada costa americana del gran mar de Balboa. Pero como ya lo dijo
en un discurso de amplias vistas un gobernante del interior, el canal de Panamá
traerá una corriente de vida que ha de repercutir también en toda aquella zona
argentina, a la cual sólo llega débilmente la benéfica influencia del océano Atlántico.
La Nación Argentina tendrá forzosamente grandes intereses marítimos allende los
Andes, que no podrán ser desatendidos. Y que de ningún modo parezca
extemporáneo, señores, que para llegar, como me propongo ante todo, a estudiar
problemas de la defensa marítima establezca estas premisas, pues los problemas
defensivos, tanto terrestres como navales, se presentan sobre los mismos caminos por
donde marchan los intereses económicos.
Y así, ya puede decirse en síntesis: en el mar únicamente necesitamos la vía
siempre libre y provista de bodegas para nuestro intercambio. Estudiemos las rutas
del comercio presente y futuro, los peligros que pueden amenazarlo y los medios de
defenderlo.
39
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Cada sector tiene un punto vital y un punto estratégico para la mejor defensa.
En la salida del gran río hay un paso esencial que defender. Es el canal del Indio.
Obra argentina, esencialmente argentina, ha sido hecha a fuerza de oro. Alcanzó
así los veinticinco pies y se profundizará más afirmándose esa ley geográfica según la
cual los grandes centros económicos tienden a mantenerse hacia el fondo de los
estuarios, no parando en gastos en la profundización de los canales.
Esta obra no era para nadie necesaria, salvo para el pueblo argentino. Ni el
Paraguay, ni Bolivia, ni parte del Brasil podrán jamás esperar la navegación de gran
calado por el sistema fluvial; la salida comercial de la República del Uruguay está en
Montevideo. El paso del río, tal cual era antes, les habría siempre bastado.
El enorme esfuerzo y gasto que representan los canales ahondados responden a un
interés puramente argentino.
Corresponde a la República Argentina no solamente el mantenerlos expeditos en
contra de las fuerzas naturales que tienden a cegarlos, sino en contra de la posible
acción de las fuerzas de los hombres.
La conservación franca, siempre libre, del canal del Indio y de sus tres salidas al
océano, es el problema vital de la defensa marítima costera de la Nación.
¿Cómo resolverlo? Lo abordaremos en la segunda lectura.
Las costas
40
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
movediza, sea por la falta de agua, a partir de la boca del Plata hasta el Cabo de
Vírgenes. Todas estas condiciones han obstaculizado grandemente el
desenvolvimiento marítimo; pero, en su época, impidieron también que la
colonización extranjera sentara su planta en lo que es hoy nuestro lejano sur.
Diríase, señores, que hay algo de providencial en ciertos fenómenos de nuestro
desarrollo histórico: así como esas tierras se salvaron para ser en el porvenir un factor
primordial de nuestra grandeza, la riqueza no nos ha sido dada a los argentinos sino
a condición de titánicos esfuerzos, de luchas donde se templan y renuevan las
energías de las razas.
Todo lo que hay que hacer en nuestra costa para conocerla, abalizarla, abrirla al
comercio, defenderla para nuestra bandera, es inmenso. En ese trabajo que será
secular y que deseamos metódico, económico, científico, se ha de poner a prueba la
amplitud de miras de nuestros hombres de estado, la competencia de nuestros
ingenieros y marinos.
Las Malvinas
41
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
42
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Las aldeas miserables, que no ciudades, sepulcros de vivos como las llamara
Estrada, nacidas egoístas y aisladas en la conquista, presienten en Buenos Aires el
centro atractivo del sistema, allí adivinan la luz y la riqueza.
Dice el doctor Ramos Mejía:
"Los pueblos tienden al mar, como las plantas a la luz; hay en ellos un género de
hidrotropismo análogo al que poseen los vegetales para la luz".
En esa gran fuerza atractiva común reside una de las causas reales y permanentes
de la unión nacional; ella hizo la unidad geográfica y por ende la unidad política. La
gran barrera de los Andes, volviendo remoto el Pacífico para nuestras provincias
cordilleranas, las echó en brazos del Plata. Y hasta se encuentra una nueva
afirmación de esa fuerza atractiva, que, como todas las de su clase disminuye en
función de la distancia, en la vacilación de aquellas lejanas regiones del norte, cuya
voluntad de agregarse a un núcleo osciló por un tiempo entre Bolivia y la Argentina.
En el Paraguay la política de ese hombre funesto que se llamó José Gaspar López
Francia, facilitada por el pueblo más dócil y menos aspirante de la tierra, consiguió
levantar una muralla contra esta puerta de la civilización, con resultados que aquella
nación debió experimentar dolorosamente en todo un siglo. Esto es una
demostración más de la misma verdad histórica, pero como dicen los geómetras, por
reducción al absurdo.
El doctor Ramos Mejía, agrega:
"La obsesión del gran río, fruta prohibida y de difícil acceso, pero de vital necesidad para
todos, surge pues en lo más profundo del ser, como germen de la unión. Sin el camino del Río
de la Plata, abierto y expedito, la existencia es imposible, porque él es el gran distribuidor de la
vitalidad: cerrado el mercado de Buenos Aires y el acceso al gran estuario, la necesidad de
abrirse paso, como quién busca el aire para huir de la asfixia, tenía que brotar violenta e
imperiosa. En 1820, cuando López de Santa Fe, inició una política de clausura, habría de
producirse en toda la República una coalición contra aquella embolia, que perturbaba de tal
manera la circulación".
43
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Las producciones deben ser examinadas en dos sentidos, para los fines que me
propongo en esta lectura: la capacidad de alimentar un considerable tráfico marítimo
y la existencia de la materia prima que exige la construcción naval.
En el primer sentido, nuestra satisfacción puede ser tan completa como legítima.
La casi totalidad de las producciones argentinas son de artículos nobles de
primera necesidad.
La densidad de población creciente de las regiones templadas y tropicales del
hemisferio continental, las harán cada vez más deseadas. El territorio argentino
vendrá a ser así, quizá el primer centro de abastecimiento del mundo.
44
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Nuestro comercio será casi totalmente marítimo y deberá tomar las dos vías: el
Atlántico y el Pacífico. El intercambio con los países limítrofes por vía terrestre, será
una alícuota muy pequeña, en comparación con el marítimo.
No recargaré vuestra atención con cifras estadísticas, pero hay algunas cuyo
análisis resulta muy convincente. La cifra total del comercio argentino ascendió en
1910 a 360.000.000 de pesos oro; de los cuales solamente algo menos de 36.000.000
corresponden a las naciones limítrofes. Es decir, un 90% del intercambio es
ultramarino y necesita la navegación de alto bordo. Todo indica que esta proporción
ha de mantenerse, mientras la nación argentina exista.
Pero aún debemos tener en cuenta que de ese décimo del total, que es el comercio
con los vecinos, sólo poco más de 3.600.000 pesos oro corresponden al comercio por
tierra. Es decir, que las cifras relativas y definitivas, serían las siguientes: 90% del
comercio exterior es de ultramar y de alto bordo; 9% es fluvial y de cabotaje mayor;
sólo alrededor del 1 % es comercio terrestre.
Será posible que, a causa del incremento de las relaciones con Bolivia y Chile, esta
última cifra crezca un tanto, pero su crecimiento será compensado por el comercio
marítimo en el Pacífico, cuyos primeros síntomas ya empiezan a percibirse. Además
mucho del comercio interno será también de cabotaje marítimo o fluvial.
¿Es posible, señores, ante hechos tales negar la evidencia de nuestros
transcendentales intereses en el mar?
Ahora bien, los beneficios de ese intercambio no están solamente en la compra y
venta, hay un colosal material flotante que debe efectuarlo y que presupone las
industrias mecánicas y constructivas más adelantadas; hay un enorme capital que
produce preciados beneficios por los fletes; hay toda una multitud de hombres que
tripulan esos barcos, hombres que hacen la fuerza de las naciones sobre el mar. Y si
no nos esforzamos siquiera por tomar nuestra parte en esa obra de la civilización y la
riqueza, será reconocer, señores, que sobre nosotros pesa, en forma indeleble, el
estigma de las razas inferiores.
45
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
46
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
gobierno. Y expondré también en mi próxima lectura los pasos que deben darse en
bien de esas industrias constructivas aún incipientes.
47
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Estamos en el mismo caso, y esa razón, aunque no es hoy la de más peso en pro de
la tesis, se acrecentará considerablemente con el tiempo.
Si aspiramos a la verdadera independencia debemos esforzarnos, por ardua que
parezca la tarea y lejana la meta. En el propósito de creación de una marina
mercante, debemos aspirar por lo menos, a establecer el equilibrio de las banderas,
equilibrio que dependerá de los elementos naturales, recursos y adaptabilidad de los
habitantes para esa clase de actividades.
Sería interesante calcular hasta qué punto este país es explotado por los de afuera
y hasta qué punto es beneficiado por nosotros.
Los pueblos primitivos y por ende ignorantes y simples cambian sus metales
preciosos, piedras, marfiles, especies, por baratijas llamativas; pero a medida que
progresan y aprenden exigen mayor paga; después, los que son fuertes, se hacen
ricos, luego productores, y finalmente, expansivos.
Nosotros vamos recorriendo este gran camino. Estamos ya lejos de la época en que
los hermanos Robertson llevando espadines, tricornios, abanicos y pequeñas cosas
hacían una fortunita en Santa Fe o en la Asunción. Pero aún queda una larga y difícil
etapa por recorrer.
Limitándonos a los intereses marítimos, si se unen los gastos portuarios, los de
dragaje, el valor de los fletes, el beneficio de las industrias marítimas, todo lo cual
pagamos o contribuimos a pagar, sin retorno veríamos hasta qué punto es explotada
nuestra tierra por las grandes naciones que dominan el mar.
Y si a esa enorme suma de valores pecuniarios agregamos los beneficios morales
que el mar impregnará en nuestra estirpe, haciéndola industriosa, audaz,
emprendedora, debemos convenir en que a la formación paulatina de una marina
mercante deben concurrir todas las fuerzas sociales, desde el hombre de negocios
movido por el aguijón de la ganancia, hasta el artista que expresa en formas bellas los
ideales sentimientos conductores de las razas.
48
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
49
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
interrumpida por esa luz misteriosa que los organismos de los grandes senos
marinos han generado en el propio cuerpo luchando por vivir.
La característica, pues, que define el límite del escalón continental, es la
profundidad hasta donde llegan, débiles ya y reducidos, los rayos luminosos del sol.
Ahora bien; hay toda una gama de organismos, la flora de los mares, que necesita
de la luz del sol para vivir y desarrollarse. Los fondos del escalón continental son así,
si no median otras causas poderosamente contrarias, el hábitat de una innumerable
vida vegetal, primer eslabón de la cadena en que subsisten múltiples y variados seres
marinos hasta las especies que dan su valor a las industrias pesqueras.
Como consecuencia, los fondos de pesca están principalmente en esas regiones
que constituyen como la base de los continentes en el mar.
Hay aún otros factores: las aguas del mar argentino son movidas lenta y
continuamente por la circulación general del océano. Doblando el Cabo de Hornos
viene con fuerza hacia las Islas Malvinas una gran corriente que procede del Pacífico
y se une con la deriva general de aguas frías que el mar Antártico manda hacia los
trópicos. A esta corriente, por razón de relatividad podríamos llamarla fría (lámina
IV).
Por el norte, y lamiendo el continente, avanza suave la rama meridional de la gran
corriente ecuatorial, que saliendo del Golfo de Guinea choca en América contra el
Cabo San Roque, donde se bifurca. Esa corriente que tantas veces la hemos
experimentado entre Santa Catalina y el Río de la Plata, ha sido sentida a veces, al
decir de antiguos navegantes, hasta en la cercanía del estrecho de Magallanes. Pero
los oceanógrafos admiten que es la corriente del sur la que bordea nuestras costas,
mientras la del norte se tira hacia alta mar comenzando a describir su gran círculo de
regreso hacia las regiones calientes del sudeste africano.
50
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Lámina IV1
Fondos de pesca, corrientes y temperatura en el “mar Argentino”
1
De arriba hacia abajo referencias del cuadro margen superior izquierdo, de las líneas en punteado. (N.d.Ed)
Corriente de Las Malvinas
Corriente de Brasil
Límite escalón continental
Isotérmica de Marzo
51
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Todo este juego de aguas, aún tan mal conocido, lleva, señores, como lo explica
admirablemente Thoulet, con los cambios de temperatura y salinidad, a la vez, la
vida y la muerte de las especies pequeñísimas, el plankton, primer eslabón de
alimento de otros innumerables organismos, de los que la industria humana hace
valiosa presa.
No basta que haya costa y mar para que haya riqueza pesquera; pero en nuestro
mar adyacente, no es una fantasía, señores, sino que existen fundadas razones
científicas, como acabamos de ver, para afirmar que abunda allí materia para
constituir una de las grandes industrias nacionales del porvenir.
Todos los que han surcado el mar argentino confirman esa deducción: a veces las
aguas se ponen rojas de organismos pequeños, durante horas de navegación;
cantidades incontables de cetáceos y anfibios persiguen su alimento; los cardúmenes
encrespan la superficie con salto nervioso e incesante; bancos de sardinas varan en
las playas en baja mar, huyendo de sus voraces enemigos; las redes rellenas se
rompen en la orilla, no pudiendo resistir la cantidad de peces aprisionados en un
solo lance.
Análogamente a lo que ocurre con las producciones del territorio, el mar
argentino, por su extensión en latitud, por su profundidad, por sus corrientes frías y
templadas ofrecerá a la pesca gran variedad de especies. Pero para crear y fomentar
la industria es indispensable el estudio, a fin de dar una base científica a los trabajos.
Sólo los pueblos atrasados en estas cosas, como Italia y España, pescan aún como
se pesca entre nosotros en Mar del Plata. Esta industria en el norte se hace con barcos
adecuados de vapor, y buscando la presa con mapas especiales, según la estación y
con el termómetro en la mano.
En mi próxima lectura trataré de los medios para dar vuelo entre nosotros a esa
riqueza.
Pero desde ahora quiero señalar una halagüeña particularidad del mar argentino,
campo de acción de futuras e importantes pesquerías.
52
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Dado la enorme distancia que lo separa de los grandes centros económicos del
mundo, esa industria, por la fuerza de las cosas, deberá radicarse entre nosotros. Es
verdad que barcos de Europa pescan en el banco de Terranova, y frente a las costas
de África, entre las Canarias y Dakar; pero esa pesca a gran distancia no podrá
aplicarse hasta estas regiones.
Los centros donde se beneficien para la exportación o se consuman los productos
del mar argentino, estarán forzosamente en las costas argentinas.
Habrá una sola circunstancia capaz de desviar esa solución.
Que nosotros, por cumplir celosamente alguna anticuada disposición de ley o de
reglamento, o por establecer trabas ciegas de orden municipal, provincial o nacional,
o por favorecer los intereses de los matarifes, ahuyentemos a las compañías de pescas
para que éstas vayan a sentar sus reales y prosperar en tierra uruguaya o al sur de
Chile.
Llegamos ahora a una parte del tema que nos toca muy de cerca, pues se trata de
cortar en carne propia.
La geografía muestra que el hombre es esencialmente un ser de tierra firme; no se
lanza al mar sino impelido por imperiosas necesidades, o cuando un alto grado de
civilización lo permite hacerlo con positivo beneficio y poco riesgo.
La historia nuestra nos da la clave del alejamiento del mar en el pueblo argentino
y podríamos decir en toda la América latina.
De los aborígenes, ninguna tribu había logrado contacto importante con las aguas:
en gran parte por su primitiva y baja escala antropológica; en parte debido a lo
macizo de la tierra, a la carencia de islas adyacentes que hicieran posible el arte
náutico, aun en su forma más rudimentaria. No alteran esa fisonomía de conjunto las
canoas del fueguino o del guaraní. La civilización incásica no tenía nada que enseñar
de este arte, pues sus toscas balsas movidas pesadamente por una vela informe, sin
53
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
54
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
55
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
La densidad de población
56
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
57
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
58
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Ellos se han hechos a sí mismos, ellos eligen, compran, y aún construyen sus
barcos, ellos han ido a las capitales de Europa a tratar de igual a igual con los centros
deportivos náuticos y hacer reconocer nuestras sociedades del ramo.
¿No son estas, señores, las manifestaciones inequívocas de una nueva vida en el
organismo nacional?
Aquella causa primera, que es la situación marítima, socialmente insular de
nuestro territorio, y unida al centro de gravedad de la civilización únicamente por el
gran camino líquido, tiene otra influencia obligada en nuestra cultura: no hay
argentino que quiera instruirse o divertirse; no hay argentino suficientemente
acomodado, que no se sienta atraído por las grandezas de la vida en el norte, y en el
largo viaje de ida y vuelta va la observación asentando en los espíritus, en forma no
conciente si se quiere, pero no menos efectiva, el sentimiento del mar y de los
intereses que encierra.
El servicio obligatorio en la armada, es una gran lección de navalismo y
civilización que el pueblo argentino recibe año tras año; en los primeros tiempos la
salida del conscripto producía un desgarramiento en los hogares, pero con asombro
se le veía volver más fuerte, más apto, de aquel elemento de los terrores y de los
naufragios. Y los relatos y recuerdos de los que han surcado los mares en la escuadra,
en los transportes, en la "Sarmiento", van depositando, señores, año tras año, ideas
amplias y grandes en la mente popular, ahogada por el estrecho horizonte de tierra
adentro y hecha por tradición a no ver la patria ni el mundo sino a través del
humilde agujero lugareño.
Las playas balnearias, fruto de iniciativa privada, limitada, aristocrática, concluyen
por arrastrar a la masa y se hacen una necesidad popular.
El pueblo se acerca al mar, lo conoce, lo comprende aspira sus brisas tonificantes,
siente activarse su sangre y nuevas y grandiosas ideas abren su inteligencia a los
esplendores de una luz desconocida.
Como lo ha dicho Ratzel, en una de sus notables obras "La Tierra y la Vida":
59
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
"El horizonte de los pueblos que ven el mar a su alrededor será siempre más vasto del de los
habitantes de tierra firme, cuya mirada sea circunscripta y ensombrecida por la selva o la
montaña. Esta amplitud no solamente refuerza y aguza su vista; el horizonte ilimitado
desarrolla en el alma de los pueblos empuje y perseverancia. El amplio mar aumenta las vistas
del comerciante, como las del hombre de estado".
60
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
preocupación; los conflictos de límites obligan a crear una escuadra de mar, y gracias
a ella, en buena parte, se salva el patrimonio territorial; los millones de toneladas de
barcos que se mueven anualmente en los puertos, crean toda una población ligada a
sus servicios: los viajes de turismo y de estudio, siguen la vía marítima; tres o cuatro
mil muchachos robustos de toda la República reciben anualmente aprendizaje de
cosas de mar; el deporte náutico y los balnearios marítimos rivalizan con los
establecimientos similares extranjeros; se construye, bajo la dirección de ingenieros
argentinos, grandes obras portuarias y de mejora de los canales: la prensa diaria, las
revistas, los congresos, todo el que piensa habla del problema del mar.
Pero sobre todas esas cosas, tenemos ahora, con la gran guerra, la lección suprema.
Todo argentino que piensa, que comercia o que sufre, vuelve, señores, su vista a
ese problema de la vía marítima.
Es necesario que esta lección sea provechosa.
Es necesario llevar a todo el interior de le República este convencimiento: que
cuando se construye un puerto, se profundiza un canal, se adquiere un barco o se
instruye un piloto, se sirven tanto los intereses litorales como los intereses del que
planta cañas en la zona subtropical, o esquila ovejas al pie de la cordillera.
A los que claman por un camino, un ferrocarril o un puente -allá tierra adentro- es
necesario mostrarles que ese camino, ese ferrocarril, ese puente no son otra cosa que
una corta etapa de la inmensa red de vías que viene uniéndose sucesivamente, hasta
converger a la gran vía común, que es el mar. El conjunto semeja al sistema
circulatorio de los seres organizados superiores; producid una herida parcial, se
rompen las arteriolas y aun los vasos secundarios: la herida pronto se cierra y los
tejidos se reponen y, si es necesario, la marcha de la sangre tiende a reestablecerse
por caminos cercanos, pero cortad la gran aorta y toda la vida del ser se interrumpe
de un golpe.
Esos grandes intereses marítimos que todos comprendemos, que todos palpamos,
exigen un poderoso esfuerzo para no quedar del todo rezagados.
61
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
62
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Segunda conferencia
----------
63
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Exordio
Señores:
Lo complejo de las cuestiones que se encierran en el tema de estas lecturas, y la
conveniencia de plantearlas en toda su vastedad, me obligaron a desenvolverlas en
dos conferencias, no obstante mi resolución de no descender a pormenores.
Esto último me impone, por otra parte, el manifestar, sin por ello abrigar
pretensiones de acierto completo, que el aspecto de generalidad que debo dar a mi
pensamiento no significa un estudio superficial.
La exégesis vendrá a su tiempo, y si ahora, llevado por el deseo de no abusar de
vuestra atención hubiere de sentar conclusiones sin presentar la nutrida
argumentación que las pruebe, no queda sino un recurso, por el momento, y es que
habréis de creerme sobre mi palabra.
Si en mi lectura anterior he analizado los fundamentos de nuestros intereses
marítimos y los factores que los favorecen o contrarían, hoy me propongo examinar,
siquiera sea a grandes rasgos, los lineamientos de la política naval que, continuando
la obra ya realizada, pueda conducirnos por el rumbo más corto, más económico y
más seguro, a dar a esos intereses una sólida y permanente garantía.
La política naval es, ante todo, una acción de gobierno; pero es indispensable, para
que tenga nervio y continuidad, que sus objetivos arraiguen en la nación entera, que
sean una idea clara, un convencimiento en las clases dirigentes, y una aspiración
constante de todo el pueblo argentino.
Por esto es acertado traer estas cuestiones a la discusión pública, para formarles su
ambiente y llegar a conclusiones definitivas.
Hay, entre los asuntos militares, algunos (precisamente aquellos más generales y
que pueden ser tratados con los solos datos de la situación y configuración geográfica
del suelo) que constituyen los problemas fundamentales de la defensa de los Estados.
Esos problemas no caen bajo la reserva militar, puesto que pueden ser resueltos con
64
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
los elementos de juicio que están al alcance de todo el mundo. Son la esencia misma
de la defensa nacional, y, como decía el contraalmirante Mahan, no sólo deben ser
conocidos por los hombres que gobiernan, sino por los ciudadanos todos de un
pueblo libre; y que así debe ser, no hay duda, puesto que, en tesis final, es el pueblo
quien sufraga los gastos y quien da su sangre en la defensa.
El último cuarto del siglo XIX y lo que va del siglo XX, han evidenciado una
intensa preocupación de las naciones viejas y nuevas por los problemas del dominio
marítimo.
La expansión del comercio, la urgencia de liquidar y repartirse definitivamente las
tierras aún colonizables, la ampliación de las esferas de influencia, la competencia
universal, las obras de grandes pensadores, las nuevas orientaciones de las ciencias
geográficas y sociables, han determinado una activa concentración de fuerzas hacia
las cosas del mar.
En ese gran movimiento, al par que se agiganta el poder naval de las viejas
potencias dominadoras, surgen rápidamente, podría decirse de la nada, al primer
rango, Alemania, Estados Unidos y el Japón.
Naciones que no habían figurado en las aguas desde mucho tiempo alcanzan el
rango de primeras potencias, como Italia y Austria, o dan inequívocas señales de
resurgimiento naval, como Grecia y España.
En todas partes se discute el proteccionismo a la navegación y las industrias
conexas; en todas partes se subvencionan las compañías o se arbitran otros medios de
fomento.
La agitación cunde por el mundo entero, y así la Geografía Política ha podido
llegar a la conclusión innegable de que la civilización tiende a hacerse cada vez más y
más marítima. Pero lo que debió excitar, sobre todo, nuestra emulación, y que, sin
embargo, pasó casi inadvertido, fue el movimiento de las colonias británicas,
65
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
66
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Son tres las columnas que forman la base del poder naval: producciones,
transportes propios y mercados.
Ampliando el concepto, podemos decir: las producciones implican no solamente
aquello que se puede exportar sino el contar con los elementos indispensables para la
construcción, sostenimiento y progreso de un abundante material naval; los
transportes propios exigen un desenvolvimiento considerable de las industrias
mecánicas y constructoras; los mercados, una hábil y, a veces, una fuerte acción
exterior; el conjunto, la potencia naval militar que es como el seguro de toda esa
fuente de riqueza contra el riesgo de la guerra.
A pesar de que esta definición sea clara, necesitamos combatir dos errores muy
comunes, que tergiversan el concepto real:
67
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
68
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
69
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
El cabotaje nacional
Planteadas las cuestiones como queda dicho, veamos los pasos a dar.
Aunque la marina mercante sea en conjunto una misma rama de la actividad
nacional, conviene, en este estudio, separarla en cabotaje y marina nacional de
ultramar. La verdadera razón de esta distinción está en que mientras el cabotaje
puede ser amparado, protegido y llevado a su más alto grado de desarrollo, gracias a
la exclusividad nacional, la marina de ultramar estará sometida a las leyes de la
competencia mundial y constituirá la industria, tal vez más difícil de proteger entre
nosotros.
Con la reserva para la bandera nacional, obtenida después de tantos años de
discusión y de lucha, el cabotaje alcanzará en este país un considerable desarrollo
debido al extensísimo litoral fluvial y marítimo, bastando para ello una sola regla:
"facilitar, no trabar". Y es tan conveniente, tan patriótico hacer esto, cuanto que el
cabotaje no vale solamente por las comunicaciones que resuelve y las industrias que
sostiene, sino que él es el único plantel, es como la simiente de la cual ha de nacer la
marina de ultramar verdaderamente argentina. Si no damos gran vuelo al cabotaje,
es ilusorio pensar en compañías de ultramar que arbolen nuestra bandera y que sean
nacionales por su esencia.
Ante todo, hay que disminuir las fórmulas burocráticas a un mínimo
Indispensable. Es singular, pero es lógico en este país: sobre el cabotaje, que al fin y al
cabo no es más que un medio de comunicación, pesan grandes formulismos
administrativos; en cambio los ferrocarriles tienen extraordinarias franquicias y
libertades. Es que para la navegación teníamos ya por herencia española gran
número de disposiciones, reglas, fiscalizaciones, etc., mientras que los rieles se
presentaron como cosa nueva e inglesa, no es de extrañar que mientras ellos hicieron
su entrada triunfal, ganando una legua a todo viento de la mejor tierra del mundo, en
todo su recorrido, o con garantía del capital por el gobierno, el cabotaje tuvo que
70
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
luchar por decenas de años para que, por lo menos, se le libertara de la competencia
extranjera.
Es necesario proceder con mano rápida, entendida y enérgica. Suprimir papeles
sellados e impuestos que para el fisco no representan grandes sumas y que para el
cabotaje son un peso. Alejar toda tendencia a reglamentación militarista o a una ética
exagerada e incompatible con la definición misma del comercio. Convencerse de que
es imposible trascribir directamente la reglamentación muy rigurosa de otras
naciones donde esta industria es relativamente mucho más viable y productiva.
Aminorar la exigencia en cuanto al personal subalterno argentino; ya he hablado de
las grandes causas que impiden ese pretendido nacionalismo de las tripulaciones; no
se ve qué peligro puede haber en que los marineros y fogoneros de los buques
mercantes sean españoles o italianos, cuando hay millones de hombres de esa
nacionalidad dentro del territorio; como medio de impulsar al pueblo al mar, esa
idea resulta una puerilidad y un fracaso; y, finalmente, no hay razón para que esos
hombres de abordo no formen su hogar en los puertos, tengan una familia y lleguen
con el tiempo a ser tan argentinos como los agricultores u obreros de tierra adentro.
Esa disposición, lo que ha producido innumerables veces, es el falseamiento de la ley,
pues viéndose apurados los armadores embarcaban argentinos... pero no marineros
porque no los había... sino vagabundos; y como estos hombres no respondían en la
maniobra o el trabajo, el armador tenía a veces que aumentar sus roles efectivos con
desmedro de sus dividendos.
Es necesario evitar que las diversas reparticiones que puedan tener acción sobre el
cabotaje procedan incoherentemente a reglamentar con ideas unilaterales y
exageradas. Tal cosa ha sucedido con el reglamento sanitario, tan eficazmente
combatido en las columnas de La Prensa. Un grupo de médicos puede hilvanar un
copioso reglamento de esa clase con la idea loable de que tengamos "las más
adelantadas disposiciones en el ramo"; pero olvidará que el barco, ante todo,
representa un capital que debe producir ganancias y no un mecanismo destinado a
destruir, en forma ultra-fácil, sus propios microbios.
71
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
No hay que olvidar que el cabotaje entre nosotros necesita para sostenerse
mayores dividendos que en otros países, donde los capitales se conforman con
intereses módicos y las empresas de navegación son fáciles; aquí el capital exige una
fuerte renta y no hay que esperar que, por patriotismo, se dedicara a armar barcos
para el comercio.
El balizamiento, que en el Río de la Plata no ha tenido casi otro objeto que la
navegación de ultramar, debe preocuparse más de la de cabotaje. Todos los horarios
oficinescos y portuarios deben subordinarse a las urgencias de la carga y descarga,
según las mareas, corrientes, estado del tiempo e itinerarios sin recargo alguno de
gastos para el armador.
No se deben dar concesiones ferroviarias, destinadas únicamente a matar líneas de
navegación establecidas, sino media ventaja apreciable para las comunicaciones;
débese estorbar la competencia perjudicial como es aquella que, sistemáticamente,
por obra de las compañías ferroviarias, tiende a destruir la continuidad que debe
haber entre los servicios de los barcos y los trenes.
La realización de todas esas medidas y de muchas otras de detalle será facilitada
por la creación de una organización especial de que ya hablaremos.
Ha dicho un economista que es una tendencia natural en los pueblos que sus
Producciones sean transportadas por sus propias naves de comercio.
No Podremos, sin embargo, pretender el crecimiento de nuestra marina mercante
en desmedro de las ajenas; pero debemos aspirar al equilibrio de las banderas.
Estarnos experimentando las graves consecuencias de que la casi totalidad del
tonelaje de buques mercantes pertenezca a una o dos matrículas. Se complican las
respectivas naciones en una guerra marítima; el resultado inmediato es la
paralización o enorme encarecimiento del tráfico. Se encuentra uno de los
beligerantes más desahogado que el otro, pues por medio de sus buques puede
72
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
imponer una contribución de guerra mundial. Véase, pues, que la aspiración de los
pueblos a poseer marina mercante propia y a llegar a un equilibrio en los tonelajes,
según sus recursos, su comercio, su industria y sus aptitudes marineras, es de interés
universal. Y de paso señalaré ya aquí el error que cometerían las naciones de
América si se dieran por satisfechas con que los Estados Unidos del Norte crearan
una flota suficiente para el intercambio americano. La solución sería precaria y sujeta
a los mismos riesgos cuyas consecuencias estamos palpando.
Y aquí mismo quiero hacer notar cuan equivocado sería de nuestra parte el
contribuir pecuniariamente al levantamiento de una marina mercante extrajera. Sería
contribuir a nuestra eterna dependencia. Si algún centavo gastamos en ese sentido,
que sea para protección y desarrollo de la marina mercante nacional.
El ideal no puede ser que una o dos naciones se encarguen de esos servicios en el
mundo, sino de que todas concurran en razón de su potencia y de su situación.
Necesitamos combatir el monopolio del tráfico.
No hay que hacerse ilusiones, sin embargo; la creación de una marina mercante es
el resultado de una industrialización muy avanzada, de la que estamos lejos. Pero
tampoco hay que desesperar de nosotros mismos ni renunciar a la empresa.
Para fomentar la marina mercante hay que atender a dos órdenes de intereses,
representados por dos individualidades: el constructor y el armador.
La evolución del proteccionismo marítimo, ampliamente estudiada por un
publicista italiano, ha oscilado en varios países entre esas dos tendencias: en franca
ayuda unas veces al que construye el barco, y otras al que lo adquiere y lo lanza a la
navegación.
La experiencia es ya abundante y no sería, por cierto, la falta de ideas y elementos
de juicio la que impediría formular un plan proteccionista; en algunas naciones, la
protección unilateral dio origen a una lucha más que a un común beneficio entre
ambas entidades; hay fórmulas que dieron resultados contraproducentes; y aún ha
ocurrido, como ya lo he mencionado, que un mismo sistema recoge éxitos en un país,
73
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
mientras que en otro fracasa o poco menos, y sucede así por la diferencia de factores
no tenidos en cuenta.
No habría tiempo para entrar al minucioso estudio de nuestras condiciones
actuales para formular un plan concreto en sus detalles; además, sería inoficioso
hacerlo ahora, por la situación económica y por la anormalidad de las circunstancias.
Pero es siempre oportuno sentar normas generales, a mi juicio, ilevantables. En
primer lugar, entre nosotros la ayuda debe dirigirse ante todo al armador, pero sin
descuidar al constructor.
La atención a este último debe tender a dar facilidades de toda clase a los talleres
de reparaciones y primas a los astilleros, pequeños como sean, por el tonelaje que
construyan a partir de un cierto valor mínimo. Estas primas deben aplicarse, no
solamente en concepto al tonelaje total, sino a lo que podríamos llamar el grado de
nacionalización, pues hay diferencia entre construir un barco y simplemente armarlo
con elementos traídos de afuera. Contribuirán eficazmente a ese fomento la
investigación más intensa y la clasificación y colección de los materiales argentinos
aptos para la construcción naval.
La protección al armador debe tomar dos direcciones: 1o el millaje navegado, a
tanto por milla, pero no de movimiento exclusivo, sino en proporción a la carga
transportada, quiero decir de carga efectivamente llevada o traída y desembarcada
en su destino; 2o de sobresueldo por el Estado a ciertos cuerpos de las tripulaciones,
especialmente los oficiales, para facilitar su nacionalización y con cierta exigencia de
aptitud, comprobada con exámenes, para considerarlos en la primera reserva de la
flota de guerra. Estos medios son análogos a los propuestos por una comisión de
cinco senadores y cinco diputados del congreso de los Estados Unidos de Norte
América, para restaurar la marina mercante de aquella nación. Análogos males,
requieren análogos remedios.
Al formular minuciosamente un plan proteccionista, que desde luego debe
comprender las máximas facilidades internas, impositivas, náuticas, portuarias y
administrativas, es esencial no perder de vista que las cláusulas no sean de
74
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
naturaleza tal que el armador pueda asegurarse una entrada o ganancia, sobre la
base de operaciones falseadas. En la historia del proteccionismo marítimo huelgan
casos de esa especie que podremos evitar, si no perdemos de vista el pro de los
intereses de la nación, único y alto objetivo al propiciar los intereses de un gremio.
Hay todavía un último punto de vista importantísimo, tanto más, cuanto que ya
hemos estado a pique de caer en lo que me permito reputar un error: son las
compañías oficializadas. Y esto puede generalizarse tanto a las compañías navieras
como a los astilleros.
El arbitrar un medio para que una compañía, oficial o semioficial, tenga un grupo
de barcos que produzcan pingües, o, por lo menos, seguros beneficios, no es tender a
la creación de una marina mercante nacional. Las flotas de comercio, más o menos
oficiales, dan siempre malos resultados. Esto no podría ser nunca una crítica a
nuestra administración, pues la observación es general.
El gobierno de los Estados Unidos de la América del Norte tenía en el Pacífico
barcos para el servicio de transporte a las Filipinas. Según los balances que se
publicaban, ese servicio era altamente económico. Pero la comisión que ya he
mencionado dos veces, fue en su encuesta al fondo de las cosas, y encontró que
"parecía" económico, no siéndolo ni por aproximación, pues no se computaban
dividendos a pagar por el capital, gastos de seguros, reemplazo del material por
desgaste, etc.; y les era fácil no computar estos ítems del negocio, pues tarde o
temprano habría de cubrirlos el presupuesto.
Un argumento usado cuando se propone una compañía de navegación sobre la
base de la cooperación particularizada del Estado, es el de la ejercitación que
resultaría para el personal de guerra tripulando con él los barcos de tal compañía.
Esta haría, posiblemente, aunque no seguramente, un buen negocio; pero el Estado,
no, y menos la marina de guerra. Hay buena fe, sin duda alguna, en la creencia de
que la navegación mercante es una buena escuela para la marina de guerra. Como
iniciación, es aceptable; pero el marino de guerra solamente puede formarse en la
ejercitación de guerra: simulación de bloqueos, fondeo de minas, maniobras tácticas,
75
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
raids, busca del enemigo, tiro, etc. La navegación mercante apenas si puede formar al
foguista de baja velocidad y en cuanto al oficial, la misión se reduciría, en gran parte,
a lo que la carrera tiene de oficio, es decir, al pilotaje de altura, en barcos de carga y
por ende lentos.
En resumen: la protección entre nosotros debe tomar las dos formas indicadas, sin
establecer ningún beneficio que resulte monopolio de una determinada compañía, y
no pueda generalizarse a todas las que se funden con garantías de seguridad y de
permanencia (salvo lo que se refiere a ciertos servicios especiales, como el postal, por
ejemplo).
Como luego veremos, falta aún aquí el órgano eficaz del gobierno, que se ocupe de
estos problemas en forma permanente.
Las pesquerías
76
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
cada pescador es de poco más de 100, es decir, ¡de unos cincuenta a sesenta pesos al
año!
En cambio, en Inglaterra, los 600 barcos de vapor del solo puerto de Gruns-by,
obtienen 80.000.000 de francos por año, o sea 133.000 por barco.
Se ve, pues, que los tripulantes de un pescador de vapor pueden contar con un
sueldo razonable para formar un hogar en el puerto próximo.
Fomentar las llamadas colonias de pescadores, es fomentar el pauperismo.
Italia tiene un grave problema con sus ciento veinte mil pescadores, que en
término medio, como lo dice el autor citado, apenas ganan el mendrugo para matar
el hambre.
Y hay otra grave consecuencia, y es que esa masa de proletarios viene a constituir
la más seria dificultad para encaminar la industria en forma razonable y moderna.
España se encuentra en caso análogo, y, ¿es eso lo que queremos transplantar a
nuestras costas?
Pero, hay otro error, a mi entender: se habla de poblar las costas con colonias de
pescadores. Pues no, señores, es la población de las costas la que da vida a los
pescadores; la población de las costas o las poblaciones que con ellas tienen
comunicaciones rápidas o fáciles. Y estos términos no pueden invertirse.
Si en el sur se establecieran colonias de pescadores, ¿qué destino se daría a los
productos? ¿Se les traería a Buenos Aires?
Pues veamos la capacidad de consumo de pescado de nuestro pueblo.
El mar del Norte, una de las regiones más ricas en pescas, está rodeado por más de
150.000.000 de habitantes necesitados de alimentos; esto sólo explica el considerable
desarrollo de las pesquerías. En el análogo caso se encuentra el mar de Japón y los
mares adyacentes al Canadá y Estados Unidos de Norte América.
En cambio, nosotros somos ocho millones, de los cuales gran parte alejados de las
costas, con pocas comunicaciones, poco gusto y poco hábito de alimento marítimo y
grande abundancia de los frutos de la tierra.
77
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
78
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
79
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
6o Uno de los puntos que más debe atender la protección son las facilidades de
transporte y conservación, a causa del clima y de la lejanía del mar de los
centros de consumo 2.
7o En cuanto a la piscicultura, no debe emprenderse hasta no haber avanzado
suficientemente en el estudio biológico de nuestros mares, estuarios y ríos.
2
Las mismas precauciones indicadas para el proteccionismo de la Marina Mercante, con el fin de precaverse
contra los monopolios y oficialismos, valen para las pesquerías.
Tal vez sea la causa mi poco conocimiento de nuestra legislación, pero confieso con sinceridad que no he
encontrado cuál es aquí el organismo administrativo, especializado y eficiente, cuya misión comprenda el
estudio continuo de la marina mercante y su fomento.
80
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
81
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
puedo afirmar que las pesquerías y la piscicultura no tienen nada absolutamente que
ver con la ganadería.
Hay más, el problema de las pesquerías es ante todo un problema económico;
después es un problema naviero, puesto que la pesca en sí es una cuestión de barcos
y de habilidad marinera; finalmente, es un problema, diremos, biológico, en cuanto
necesita el conocimiento de la vida, habitat y migraciones de las especies utilizables.
En cuanto a la ley de organización de los ministerios nacionales, adjudica la caza y
pesca marítimas al Ministerio de Marina, y repite igual encargo al de Agricultura.
En muchos países el fomento de estas industrias está a cargo de grandes
reparticiones del tipo de nuestras direcciones generales, dependiendo del Ministerio
de Marina.
De hecho, pues, hay una laguna que colmar en nuestra organización
administrativa, desde el punto de vista del estudio y fomento de las industrias
marítimas.
A mi juicio, la forma más viable, más económica y que entre nosotros dará mejores
resultados es ampliar las funciones del actual organismo de policía marítima en la
siguiente forma:
82
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
83
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Las fuerzas geográficas, económicas y morales que obran sobre nuestro pueblo en
virtud de la situación oceánica del territorio que ocupa, bastarían por sí solas para
atraerlo hacia el mar, y así tendrá que ser, fatalmente, no obstante la indiferencia y
aun la acción contraria de los hombres o los gobiernos. Pero mucho podrá ganarse en
84
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
85
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
o batallas como glorias, sin apreciar su verdadero alcance y significado histórico. Esto
es más bien lógico, pues los historiadores, por lo general poco conocedores de las
cosas del mar, las pasan como accesorias. Laird Clowes se queja de que esto mismo
haya ocurrido en Inglaterra, ¿cómo extrañar que suceda entre nosotros?
Por ejemplo: una de las victorias más decisivas e importantes de la independencia
argentina es la ganada por Brown frente a Montevideo, aniquilando las fuerzas
navales españolas. Esa victoria vale, no sólo por la gloria o los laureles que encierra,
sino porque abrió definitivamente el Río de la Plata al comercio y a la vida, lo que era
esencial para crear recursos y sostener la gran lucha continental.
Pero ya un joven y estudioso ex oficial de marina prepara un libro que pondrá de
manifiesto la influencia del poder naval en nuestra corta vida nacional y no dudo que
él moverá el fiel de la balanza, llevando al espíritu de profesores y alumnos un
convencimiento que será proficuo para la clara comprensión de nuestros intereses en
el mar.
Otra falla que me atrevo a señalar en la enseñanza de la historia es su casi
exclusiva concentración a dos influencias: la pluma y la espada. Los intereses
económicos, el comercio, las industrias que nacen y sus no menos meritorios autores
y propagandistas o no se nombran o suenan de paso como pinceladas sin efectos en
el gran cuadro.
La doctrina debe exponerse e inculcarse desde sus rudimentos y máxima sencillez
en la escuela elemental hasta las más elevadas concepciones en el aula universitaria,
abarcando el campo de la geografía, de la historia y de las ciencias económicas.
La acción privada tiene ya sus paladines en la prensa diaria; el espacio que los
órganos de la publicidad conceden a las cosas del mar lo he visto aumentar
paulatina, pero considerablemente, en los últimos veinte años, y las publicaciones
son, con frecuencia, tan sesudas, autorizadas y patrióticas que alientan óptimas
esperanzas.
86
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
87
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
88
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Lámina V
Los espacios sombreados corresponden a las regiones donde se practicó la guerra de
gran corso durante la actual configuración. Se observa la casi exclusiva concentración
de esa lucha sobre las rutas del presente y futuro comercio argentino (según Hubert
"La guerre navale").
89
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Pero si esta guerra, como podrá ocurrir en el porvenir, hubiera tomado el carácter
de guerra guerreada al gran largo, de guerra de flotas equilibradas y de buques
corsarios, los efectos sobre nuestro comercio y sobre nuestras costas podrían haber
sido de una gravedad que no quiero calcular. Así resalta cuan peligroso es el
monopolio del tráfico por dos o tres banderas que pueden ser los futuros beligerantes
y cuan ilusoria sería la influencia de los neutrales inermes. La situación que la actual
conflagración nos ha creado podrá repetirse, pues, y con peores amenazas en todas
las grandes guerras futuras. Esta es una enseñanza que todas las naciones latinas de
América deben considerar para el porvenir.
La segunda gran lección de la guerra es la eficacia del submarino, hasta una
distancia de su base que nosotros podemos ampliamente contentarnos con que sea
de unas setecientas millas y aún menos. Esto nos permitiría hacer insostenible la
situación de cualquier escuadra que pretendiera atacarnos en la boca del Plata.
Las características que deben tener nuestros armamentos navales y los puntos de
apoyo del comercio exterior
He dicho que la finalidad de nuestra defensa marítima, para el presente y más aún
para el futuro, puede definirse así: asegurar la invulnerabilidad de la boca de los
sectores comerciales, la franquicia de las vías y la permanencia del tonelaje de
transporte.
Lo primero requiere una defensa local costanera constituida: por las bases navales,
las defensas fijas de los puntos estratégicos de la costa, los campos minados, los
submarinos y un servicio de vigilancia por aviones y guardacostas.
Lo segundo requerirá una flota de mar de considerable radio de acción y con
puntos de apoyo sobre las rutas. Y aquí nos encontramos, precisamente, con uno de
los problemas que no pueden ser discutidos sin hablar de las relaciones exteriores.
Ya mostré en mi anterior lectura que nuestras rutas son flanqueadas o dependen
de nuestros vecinos, especialmente del Brasil y de Chile.
90
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
91
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
La seguridad de las rutas del comercio marítimo y óe\ tonelaje de buques que lo
mantienen dará una de las pautas para dirigir las relaciones exteriores, lo mismo que
las características de la flota de alta mar en el futuro.
La amistad firme y mutua inteligencia con el Brasil y Uruguay, por un lado, y por
el otro, con Chile y el Perú, es esencial: es como el punto de partida que asegurará los
caminos para ambos lados de la América del Sur, no solamente por la acción local de
las fuerzas propias, sino por la concurrencia y el apoyo de las fuerzas del vecino.
Yo no he querido avanzar más hacia el norte en estas apreciaciones porque la hora
no es propicia; pero siento un vehemente anhelo de manifestar un arraigado
convencimiento; es que nuestro punto de apoyo geográfico y moral sobre la Europa
está en la península ibérica y en sus islas dependientes, y que nosotros, los
argentinos, debiéramos mirar el resurgimiento de España como cosa nuestra.
Sin llegar a aceptar jamás aquella opinión de un general alemán: "Quien dice
vecino dice enemigo" (lo que puede ser cierto en Europa, porque los pueblos tienden
a la diferenciación, mientras que en América no, porque existe en gran parte la
comunidad de origen, de raza, de idioma, de religión y de intereses); sin llegar, digo,
ni de lejos a esa opinión, es obvio que los armamentos no pueden ser discutidos sin
relacionarlos con los de los países limítrofes.
Como hemos visto, los grandes intereses marítimos de esos pueblos no plantean
necesariamente conflictos, antes bien pueden tender a unirlos.
Si las relaciones con Chile hubieran de conducirnos a la guerra, ¿cuáles serían las
consecuencias? La dilatada frontera terrestre nos obligaría por ambas partes a
ingentes preparativos militares, que absorberían de tal modo los recursos, que los
vitales intereses del mar tendrían que relegarse a segundo término. La historia nos
muestra naciones como Francia, Holanda y sobre todo España, que vieron decaer su
importancia marítima por las exigencias de las guerras continentales.
92
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
La lucha entre Chile y la Argentina, ¿qué podría producir al vencedor? Una gloria
más y tal vez un pedazo de tierra; pero el odio quedaría establecido y la idea de
"revancha" como un sentimiento, una aspiración arraigada del vencido. Estos
esfuerzos de acción y de reacción nos obligarían a olvidar el camino del mar, que es
el camino de nuestra común grandeza.
El ilustrado general chileno don Salvador Vergara, oponíase a la construcción
franca, directa y más económica de los ferrocarriles trasandinos. Poner trabas al
comercio es crear líneas de ruptura; la historia así lo prueba constantemente. Una
traba sería imponer, por ejemplo, en lugar del ferrocarril directo de Salta a
Mejillones, el de Tucumán a Caldera, que doblaría la distancia de aquella primera
región al Mar Pacífico.
Se ve un peligro de absorción y aún de conquista en esas vías. Todo ello es
ilusorio. El verdadero peligro para ambos países está en que uno insistiera en cerrar
al otro sus puertas.
El general Vergara, dice (a mi juicio con gran acierto) que habría sido mejor que
Chile y la Argentina hubieran constituido un solo pueblo, lo que ahora declara ya
imposible. Yo me permito observar que por el camino de las trabas llegaríamos,
fatalmente, tarde o temprano, a la guerra, con resultados desastrosos para ambos
pueblos; en cambio el sistema de la puerta franca, abierta y amiga, si pudiera
conducirnos a la unión, aún a la unión política, señores, no haría más que servir
mejor los altos ideales de los pueblos de América.
De todos modos, no podremos olvidar que una parte importante de nuestro
comercio exterior tomará la vía del Pacifico en el futuro, y que los intereses que nos
ligarán a ese camino pueden exigir la acción de una flota, lo que impone una política
de amistad y buen entendimiento con las naciones hermanas de aquel océano.
Con el Brasil el caso es análogo aunque mucho más simple. Una misma vía nos
comunica con el mundo y sobre ella nuestros intereses son paralelos. Yo no
encuentro un motivo de conflicto, ni el más pequeño siquiera, entre estas dos
93
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
94
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
95
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
De ahí podemos sacar una regla de equilibrio de nuestras fuerzas, que sería
confirmada si se analizara del punto de vista militar, teniendo en cuenta nuestra
situación interna entre las dos fuerzas vecinas y que una de ellas domina las rutas de
nuestro principal tráfico con el hemisferio continental.
Esta regla sería "la flota argentina de mar debe ser tan fuerte hasta superar
aisladamente a cada una de las flotas vecinas y hacer muy problemática su junción en
caso de guerra". Cuando se razona sobre la experiencia y no sobre los sueños, se llega
a idénticas conclusiones.
Hace dos mil doscientos años el fundador de la ciencia experimental, decía en su
admirable Política: "En cuanto a la potencia marítima, se ve suficientemente que lo
mejor es poseerla hasta un cierto punto. No se debe solamente ser capaz de
defenderse a sí mismo; es necesario también poder alguna vez socorrer a sus vecinos
y alguna vez también inspirarles respeto por tierra y por mar".
Es que Aristóteles fundó sus conclusiones en la observación directa de la vida de
varias decenas de repúblicas o talasocracias griegas, y esas verdades son siempre las
mismas, porque ni las cosas ni los hombres han variado en su esencia. A los veintidós
siglos, la experiencia de la vida de relación de los Estados, impone las mismas
soluciones.
96
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
97
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Podrá extrañarnos que Bahía Blanca aparezca como base secundaria; ello no tiene
remedio, es la consecuencia de su situación geográfica.
Para explicar las razones en que fundo esta selección necesitaría un tiempo no
menor que el de estas dos lecturas. Es un asunto, en el que, como ya os dije, habréis
de creerme sobre mi palabra. Solamente deseo hacer presente que hace más de diez
años que lo estudio, aprovechando mis viajes, las lecturas y los resultados de las
guerras extranjeras.
A los que puedan mirar estas previsiones con la sonrisa del escepticismo, les pido
que se pongan la mano en el corazón y piensen en los grandes destinos de la patria.
El programa puede parecer demasiado vasto; pero esta Nación lo merece, pues
que ha de sorprendernos a nosotros mismos por su crecimiento y su importancia en
el mundo.
Recordemos la iniciativa del gobierno de Australia, del Canadá, simples colonias,
y no procuremos empequeñecer nuestros esfuerzos y aspiraciones.
El trazado de las nuevas bases implica el levantamiento paulatino de las
instalaciones de Zarate, dársena Norte, Tigre, parte de Río Santiago y Martín García.
Un plan de simplificación de esta clase vi ejecutar con energía y rapidez
verdaderamente yanqui al señor Von L. Meyer, ministro de Marina de los Estados
Unidos en la presidencia Taft, hacia 1910.
La selección y reserva final de los puestos defensivos está ligada con otro
problema de la seguridad nacional: el ferrocarril de la Patagonia.
El día que tengamos las bases establecidas y aseguradas, con sus medios de
defensa propios que garanticen la autonomía de los sectores comerciales, y también
que esos puntos capitales estén unidos por vías terrestres para garantizar su mutuo
apoyo, el día que esa acción defensiva pueda extenderse y también afirmarse sobre
las Islas Malvinas, estará resuelto el problema de la defensa marítima costanera de la
Nación.
98
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Es hacia ese ideal adonde deben tender nuestros empeños. Nuestra acción
constructora en el presente será proficua y previsora si cada piedra colocada, cada
esfuerzo realizado, responde al plan general del magno edificio.
Hasta aquí las líneas fundamentales del programa que llamaré de largo plazo,
cuya realización requeriría dos o tres decenas de años.
Para la defensa próxima, es decir, para asegurar los sectores del Río de la Plata y
Bahía Blanca, necesitamos por ahora, además de iniciar el establecimiento naval del
Tuyú:
-Una escuadrilla de seis submarinos, como mínimo; -Dos parques de
volación;
-Seis cañoneros minadores de más o menos mil toneladas y veintidós
millas de velocidad;
-Abundante material de minas que podremos construir en el país.
Los submarinos con un radio de acción estratégica de setecientas millas y dotados
de las más altas cualidades de combate, habitabilidad y duración; apoyándose en el
Tuyú podrían hacer insostenible la estadía de una escuadra en la boca del Plata y
muy peligrosa en el rincón de Bahía Blanca. Los aviones mantendrían una
permanente vigilancia para facilitar la acción de los submarinos.
Las minas podrían ser en nuestras costas un arma temible para un adversario que
intente aproximárseles, pues combinarían su acción con la insidia natural de los
bancos y las corrientes, agravada a su vez por la falta de marcaciones naturales en el
terreno y por los cambios que se practicarían en el balizamiento.
Los seis cañoneros, además de su innegable valor en la guerra, llenarían una
importantísima misión en tiempo de paz. Movidos a petróleo, serían destinados uno
a cada uno de los principales sectores marítimos, para la visita y policía de las costas,
complemento de trabajos hidrográficos y oceanógraficos, salvamentos y pequeños
99
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
100
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Reflexiones finales
101
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
102
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
Anexo
14/01/2004)
103
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
104
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
105
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
106
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
107
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
108
Segundo R. Storni
Intereses Argentinos en el Mar
109