Poemas Sabado
Poemas Sabado
Poemas Sabado
Se va formando de a gotas
en la húmeda vertiente
un hilo se une a otros
y discurre la pendiente.
De pronto ya es un chorrito
tan fugaz y bullanguero
para ser luego arroyito
de precioso serpenteo.
Se precipita en cascadas
de blancas perlas que brotan
y al caer precipitadas
hasta horadan las rocas.
Llegas a mi presurosa
con creces dando la vida
luego te vas rumorosa
tras la tarea cumplida.
Pueblerina
de espíritu jovial
a veces triste
las más de las veces
alegre.
Linda veinteañera
tienes la gracia
de una tierna magnolia
que al madurar
tiene posada en ella
la primavera
con todos sus encantos
para admirar.
En tu risa regalas
tus alegrías
un tesoro compartes
con tu amistad.
Tu aureola de ángel
tan seductora
esos detalles tuyos
¿Cómo olvidar?
PRIMER AMOR
Y hui de su entorno
con mis cargas a cuestas.
una mezcla de encono
y de heridas expuestas
Coyonita quisquillosa
eres como el silahualque
me cierras tu corazón
apenas quiero tocarte.
No es vergonzoso amar
tampoco lo es llorar
cuando brota el recuerdo
si tu primer amor
tu más bella ilusión
permanece en el tiempo.
Luego la realidad,
me hizo despertar
en profusos latidos.
Ya no te pude hablar
solo sentí al tocar
mi pecho casi partido.
MILAGRO DE LA VIRGEN DEL CARMEN
Y ya contaba la iglesia
con su nave, con sus santos
con sus atractivos encantos
con pastores de excelencia
almas buenas en esencia.
Quién no tiene en sus recuerdos
al coloquial padre Pedro
Teodoro, Ludovio, docentes
el Padre Ignacio valiente
el padre Esteban más luego.
Sesenta años y sus pasos
en el pueblo, en la comarca
dejaron su huella, su marca,
al estrecharse en abrazos
acercaron más los lazos
del pueblo en busca de Dios.
Sembradores son de amor
amor a Cristo en Canchaque
hoy son dignos de homenaje
Y siempre y siempre ese loor.
CAFÉ CANCHAQUE
Y en la mesa campesina
un turbio café a la olla
con caballa sabe a gloria
si a ésta se le combina
suaves guineos encima
y en la mesa pueblerina
esencia negra y fragante
y para complementarse
tortillas fritas de harina,
tamales, queso o cecina.
PIURA
El arte de La Encantada.
filigrana catacada
oro en pleno dormitar
El manjar de la comida
juventud tan instruida
pueblo en pleno despertar.
PIURA
Canchaque te ha dibujado
pulida mano de Dios,
por tus bellos atractivos,
de cuyo encanto no hay dos.
“Linda Canchaqueña”
yo de buena fe
he venido a verte
ya estoy a tus pies.
Tomaré rompope
fragante café
Y que pase
el Carmen vida mía
contigo me iré”
CANCHAQUE
Macanche yo no te busco
nunca te quiero encontrar,
pero si no huyes al verme,
yo te tengo que matar.
Yo no me imagino
a doña Jacoba
cortando caminos
viajando en escoba.
Al fondo la veo
con su pelo largo
toda polleruda
cocinándose algo.
Yo nunca he creído
que existan poderes
o que se haga daño
por maldad a los seres.
Es buena señora
es buena vecina
no hay que confundirla
con bruja maligna.
LA SOLEDAD
Y se inicia la faena:
Las claras van tres en plato
que se baten en el acto.
El azúcar con las yemas,
al rozar con suave crema,
se mezclan y luego se suma
un toque de algarrobina
y polvo de canela fina.
Hasta ahí ya es una espuma
en alza hasta que se consuma.
Es con un buen aguardiente,
que se procede al “bautizo”.
De pronto ya el compromiso,
con el aroma que esto vierte,
hace festivo el ambiente.
Y en ese batir y batir
hay que pedirle a quien pueda
que certifique la prueba,
sendos los vasos servir,
pero antes de consumir.
Pueblerina
de espíritu jovial
a veces triste
siempre alegre.
Creciste con el amor
y con el ejemplo
de una familia sencilla
de sólidos principios
y de profundo apego
a Dios y a la Naturaleza.
Tus padres
Prendados de los extensos
Parajes de Canchaque,
Sus fecundas tierras,
sus abundantes aguas,
la bondad de sus gentes.
echaron raíces aquí
y fueron artífices del desarrollo de este pueblo
de azul ensoñador,
fragante embrujador.
Vergel sin parangón
Ellos anclaron aquí,
e inmersos en la fe
de sus ancestros,
trajeron consigo,
para su tutela familiar
luego del pueblo,
la preciosa efigie
de la siempre piadosa
contumaz milagrosa,
venerada, ensalzada
Virgen Santa del Carmen,
tus pasos transitaron
por entre las estrechas
calles de tu pueblo,
sus casitas blancas
de rojos techos.
Tus idas y venidas a la escuela
a la misa dominical
el ir y venir a hacer las compras,
las fiestas patronales
y tu casita de la banda,
pasando entre piedra y piedra,
la quebrada de cantarinas aguas
orlada de Cartagena floridas
e inacabables.
a la vuelta del Caracucho
siempre florido y fragante.
Ahí estaba tu casa
al borde del camino,
casa huerta, casa jardín,
deleite de los transeúntes,
que percibían al acercarse
la fragancia de los alcanfores,
hierbas buenas y jazmines.
Para luego apreciar.
rosales de todos los matices,
dalias de todos los colores,
las hortensias celestes,
las cucardas encarnadas,
rosados los laureles,
rojos granados,
nacarados higos,
y en sus alrededores,
los robustos cafetales,
en blancos copos
asediados por los picaflores
y tiempo después
en rojo grano
hasta quedar el negro que concentra
la exquisita y fragrante esencia.
Los naranjos en flor,
echando al aire sus azahares
otrora con almibarados
y amarillos frutos con ramas hasta el suelo.
Un pequeño edén
del que gozaste
toda tu juventud
y adolescencia
hasta que cada cual
de tus hermanos
se enfrentó
con la realidad
de iniciar el desarrollo
de su proyecto individual.
Y entonces la pequeña propiedad
que alcanzaba y sobraba
para todos
inició su inexorable declive
y luego a fraccionarse
con la desaparición de tus progenitores.
Tu formaste tu familia
Y cambiaste la belleza de tu casa
y el entorno pueblerino,
por un aventura tan osada,
emigraste con tus hijos aún pequeños,
porque estabas segura
de realizar el sueño capitalino.
Te acogieron las laderas y faldas
de Tahuantinsuyo
donde ya habían comenzado el suyo
varios de tus familiares
junto a miles más
de emigrantes provincianos,
queriendo tener su casa propia,
queriendo tener su ciudad propia,
donde verter todos sus esfuerzos
para desarrollar su vida y la de sus hijos
y hasta plasmar sus costumbres.
Esos inmensos terrales
se fueron saturando
con lotes de puro pundonor
y de pura esperanza.
Por ahí en los partes altas te ubicaste
como todos al principio
con el calor de las esteras
apenas si filtrando lluvias
apenas si filtrando viento.
No tanto como para que el calor del hogar
de la fe y de la esperanza fueran mellados
y no fueron doblegados.
Porque las esteras derruidas
se reemplazaron por ladrillos.
Hasta que con puro amor
y puro trabajo
los años daban vueltas
y ya tenías un techo respetable.
Tus valores parecidos a los de tus vecinos provincianos
se anexaron en apoyo mutuo.
Tu profunda fe en Dios,
tu alegría rebosante siempre.
El respeto que inspiraba el devenir
de tus acciones diarias
eran dignos de imitarse.
Pasaste a ser respetada y apreciada.
Si de tal palo tal astilla
en tus hijos primaron tus valores.
A la sana inocencia
traída de tu pueblo.
se asió una rectitud inquebrantable
que fue piedra angular
de la que se ató cada uno
de los traspiés momentáneos
y cada uno de los impulsos
buscando espacios
para salir adelante.
Tus hijos fueron madurando
y lo que recibieron, lo devolvieron en grande
sus éxitos pasaron a ser éxitos tuyos.
De ser mamá Generala
pasaste a ser la reina Madre.
saciaste tu visión conociendo
otras naciones.
Todos tus hijos al igual que tú
Ejemplos de pura bonhomía.
APOCALIPSIS
Estamos inmisericordes,
Desollándolos,
sacándole el pellejo
a nuestros bosques.
Estamos negándonos
así mismo hoy
y a nuestros hijos mañana
el placer de vivir
en equilibrio
con la naturaleza .
Sabedores
que el invierno llegará
con frescas lluvias
lo esperamos.
Rogamos
Porque adelante incluso
Su venida.
¡Y si tardara un año
Y si tuviéramos dos años
y de pronto tres años
de sequía ….. y de hambruna!
¿Y si por el contrario
el cielo escurriera
el agua a borbotones
y donde hemos talado
las tierras se corrieran
y tan solo quedara
insembrable cascajo?
¿Somos acaso
de pensamiento escaso
de torpes actitudes
los campesinos
del Apocalipsis?
¿Somos acaso
destructores innatos
de nuestro
propio paraíso?
No olvidemos jamás
que el sol.
Nuestros antepasados
Veneraban sus bosques
Respetaban celosamente
Sus vertientes.
¿Porqué entonces?
Nosotros somos:
taladores de árboles,
destructores de bosques,
asesinos de aves,
cazadores de animales,
secadores de vertientes,
mensajeros de la muerte.
UNA NUEVA VIDA
Una maravilla
que está así de pronto
con nosotros
la maravilla de la vida.
COYONA
Fue el mayor de los 5 hermanos, hijos de don Zenon Bodabilla y de doña Rafaela
Elera.
Cuando vinieron a colonizar las tierras de Coyona, frisaba los 20 años de edad, por
lo que había asimilado las buenas costumbres de las gentes que poblaban los
derredores de las parcelas que sus padres trabajaban en Pasapampa donde había
nacido. Como la mayoría de los niños del campo, en esos años su paso por la
escuela primaria no fue para el tan exitosa por lo lejano que quedaba el plantel, que
fue el motivo de peso para no culminar los años programados pero al retirarse ya
dominaba la lectura y la escritura. Gracias a la labor docente de don Eliseo García,
docente por esos lares y de larga trayectoria.
Sus primeros pasos y quehaceres estaban estrechamente ligados a los trabajos
domésticos de apoyo a sus padres en la casa, en la crianza y cuidado de los
animales y la agricultura en sus diversas facetas por lo que dominaba los secretos
de estas actividades…
Desde niño tenía el don innato del humor, a reírse y hacer reír de cualquier
circunstancia. Premunido del ejemplo de los padres era recto, condescendiente,
amante de la verdad, del trabajo. Por convicción de su mamá era muy apegado a
Dios y a la Iglesia. Era amante de la lectura, la biblia y los libros religiosos, así
como algún libro picaresco de Quevedo, Sofocleto o el Quijote de la Mancha,
formaba parte de lo poco de su bibliografía a lo que se le agregaba los periódicos y
las revistas que leía de vez en cuando, como “Selecciones” y otros.
En coyona en los meses de invierno, la lluvia constante impedía salir a trabajar a
las chacras, por lo que, ese tiempo libre se aprovechaba para la lectura, ya que por
las noches era imposible, porque los mecheros de kerosene se usaban para otras
cosas, lecturas que se hacía en las bancas de madera, en los frontis de las casas o
en las hamacas que pendían de los pilares que sostenía los techos. Su afición por
los versos y las cumananas iba naciendo en él cuando ya de joven se tenía que
bromear con otros de su misma edad y cuando comenzaba a tener interés y
aprecio por las jovencitas. Era por antonamasía un enamorador emperdernido.
Tenía en él la habilidad de la expresión fácil que sazonaba con versos y a pesar de
que su voz no era afinada cantaba y rasgaba la guitarra con uno que otro ritmo
agradable y entonces lanzaba sus versos al aire.
Del pueblo de el otro lado
me corrieron como a un oso
no me corrieron por malo
lo hicieron por amoroso.
Con su jocosidad, dominio de escena y la facilidad que llegaba a sus oidores era
amena y esperada su actuación. En una de esas y terminada su intervención y los
aplausos recibidos. El Ingeniero, Jefe de la Obra y para abonar en el jolgorio
habido y sin ánimo de faltarle el respeto le responde con el consabido y despectivo
verso dedicado a quienes quieren fungir de poetas:
“Si eres poeta
y versos compones
desabrochame la bragueta
y …………………………..
Para amenizar la reunión se reparten licores que exaltan los ánimos y predisponen
la voluntad para desarrollar episodios que posiblemente sin su influencia estaría
anquilosados en el pensamiento, justo a partir de ahí aparecen los contrincantes
lanzándose cumplidos o indirectas que muchas veces son respondidos.
De alegría rebosante
hasta hoy mi vida ha sido
no soy ningún arrogante
ni tampoco un resentido.
El contrincante responde
No se le ocurra al Señor
creer que le tengo envida
igual que él tengo honor
y respeto a mi familia.
El contrincante responde
El contrincante responde
A la tierra reverencias
trabajarla con cuidado
que de la vida es la esencia
del hombre el bien más preciado.
Cierra su contrincante
Los moradores del pueblo y también los visitantes en año de año van recibiendo los
cargos para presidir la fiesta en forma rotatoria y de acuerdo a sus posibilidades en
elección que si se concretiza y hay la aceptación tácita, el elegido se obliga a hacer
y cumplir todas las actividades principales, que incluyen la preparación y entrega
de comida, de conserva, de licores, conseguir conjuntos musicales, equipos de
sonido, juegos artificiales y avellanas de sonido fuerte y característico, todo esto
con una junta de allegados que le ayudan.
El esparcimiento que esto conlleva rompe la rutina de la vida diaria en los campos y
por eso que cada fiesta es muy esperada. Para don Federico como para cualquier
joven casadero esas fiestas eran esperadas, porque además permitían la
interrelación con las jóvenes en los bailes al son de sanjuanitos, pasillos, yaravíes o
marineras. Para hacer una promesa asiste a la fiesta de Huamala y conoce a una
joven trigueña, alta, bien formada, de cabello negro y rostro atractivo.
Entonces con sus treinta años de vivencia formaliza una relación y se establece en
una parte de Coyona a la que trabaja de ahí en adelante con la energía de su
juventud y como consecuencia de ello llega a tener unas hermosas chacras de
café, de plátano, naranja y caña. La caña la convierte en miel y chancaca en un
trapiche manipulado por yunta de toros y cuya fragancia de preparación
transcendía los hermosos paisajes que daban las plantaciones y los huarapos eran
calmantes para la sed de los transeúntes ocasionales. Fue el conductor apegado a
sus parcelas y sus cosechas eran abundantes, fue padre de 9 hijos y su casa era
una espléndida construcción de adobe con calamina a 2 aguas levantada a
desnivel en las tierras de arcilla. Preciosos jardines y huertos le daban más
vistosidad y hermosura.
Un año antes de dejar este mundo tuvo un sueño premonitorio. Su hija mayor
había fallecido dos años antes dejando en la familia, una estela de consternación y
tristeza.
Mientras descansaba y dormía, su hija apareció en sus sueños pidiéndole iniciar un
recorrido por entre enormes paisajes de interminables caminos bordeados de
arbustos con racimos de flores de diversos y encantadores colores, árboles llenos
de verdes y de rojos frutos, aves volando, arroyos y aguas azules corriendo
interminables, pequeñas cascadas que formaban lagos con peces dorados y
grandes aves azules y blancas con sus críos moviéndose a todos lados, colinas
verdes, nubes plateadas y familias con vistosos vestidos y de colores relucientes
recorriendo, jugando o retozando y todos atentos y muchos junto a un hombre alto
de brillante vestimenta, blanco, de pelo rubio y barba crecida y cuidada, a sus
costados personajes alados bellísimos con vestimenta crema y brillante, satisfecho
y feliz recordaba a todos los pueblos que había recorrido y no encontraba el
mínimo de parecido.
Cogido de la mano de su hija recorre hora tras horas, incluso con facilidad
asombrosa hacen levitación y caminan como volando transmontando en minutos
verdes e interminables colinas
Preocupado de no encontrar a su esposa y a sus otros hijos pregunta, el que por
qué y su hija le responde que a ese paraíso por lo pronto van a visitarlo solo los
dos.
Se despierta preocupado y feliz de haber visto a su hija, le cuenta todo a a su
familia y asume que esa es la visión de su próximo viaje que lo único que no sabe
es cuando será.
Don Máximo era su hermano y hace poco había llegado a Coyona y dejado sus
negocios de Canchaque para dedicarse íntegramente a sus parcelas de Coyona, lo
acompañaban su esposa y una hermana de su esposa y por eso iban de convite en
convite y en esa tarde se había acostado temprano.
Don Federico con el sano propósito de hacerlos reír más que de asustarlos, se
había proveído de una máscara hecha de la cáscara alargada de una calabaza con
aberturas como de ojos, nariz y boca, y que tenía suficiente espacio como para
haberle puesto por dentro una vela prendida. Esta máscara acercada a la cara y
en movimiento daba la impresión que centellas de luz brotaban de ella y pendía de
un cuerpo que se movilizaba y salía de la penumbra de la chacra en dirección a la
casa, produciendo tremendo espanto en ingenuos peones que retozaban en la
pampa alrededor de la casa y que creyeron que era el diablo en persona, por lo
que temblorosos fueron a avisarle a Don Máximo.
Éste muy precavido toma su arma de fuego y estando a unos veinte metros del
supuesto demonio, carga el arma y con toda la potencia de su voz dice: ¡A mi no
me va a asustar ningún demonio, pero sino cae con una bala, tengo tantas balas,
como para hacerlo polvo!
Y luego un tanto sugestionado apunta con el arma para en efecto disparar si el
bulto llegase a cinco metros que consideraba peligrosos.
El supuesto demonio echa al suelo la máscara luminosa, levanta las manos y Don
Federico que estaba detrás de la máscara dice: “Hermano Máximo, no dispares,
no dispares sólo era una broma para hacerlos reír”.
Don Federico recibe una visita inesperada. Conocidos de Canchaque haciendo
propaganda política para las elecciones municipales llegan a su casa.
Terminado el almuerzo, un costumbrista aperitivo rompope para acentuar unas
copas de aguardiente que los marea un poco.
Uno de los visitantes era cantante y además guitarrista y los dos sabían del pasado
de su anfitrión y conocían a una joven llamada Yolanda con la que había tenido una
sonada aventura y productos de ello una hija.
En la euforia en que los tragos van y vienen y de pasar de una canción a otra y
confabulados los dos cantantes con una segunda intención le dedican el bolero;
“donde estas Yolanda”, muy conocido en la época.
La guitarra bien rasgada y la canción bien entonada se diría para los cantantes,
que hacen traer a la mente de don Federico, el recuerdo del romance tenido, pero
el al darse cuenta de la intención, finge sentirse afectado, dibuja una mueca en su
rostro y zuas cae redondo al suelo.
Los cantantes espantados, creyéndose culpables de lo que sin lugar a dudas
parecía un infarto, irrumpen en gritos llamando a la familia, le aflojan las ropas, le
abren la camisa, le hacen masajes en el pecho y le dan aire para recuperarlo. Y
entre ellos se lamentan en voz baja de haberle causado tal mal, echándose la culpa
el uno al otro, de haber propuesto cantar la canción y porque el otro tenía que
haberla cantado.
Don Federico que no tenía nada y creyendo que ya es suficiente, tanto fingimiento
se levanta riéndose: “Ay hijitos como me van a cantar esas canciones y ¡ja, ja!
Le llega una visita del pueblo, interesado en la miel de palo, miel de abejas
silvestres que hacen su colmena en troncos de árboles añosos. Muy cotizada para
remedios caseros.
Don Federico era un hábil conocedor y cosechador de tan rica miel por que si no
tenía el producto en casa si sabía en que árbol de bosques podía conseguirlo, sólo
esperaba el momento ideal para ir por él.
Fingiendo no saber nada le dice a su visita: “De seguro en el bosque, podemos
encontrar miel, la única forma de saber dónde, es seguir a una abeja a la que le
amarremos un hilo rojo liviano y vistoso. La soltamos cerca del bosque, y por el
hilo sabremos donde va”.
Las abejas cuando están atrapando polen con sus patas metidas en las flores son
fáciles de coger y en el jardín encontraron una, la que cogieron, le pusieron el hilo
rojo, debajo de las alas y para conservarla la metieron dentro de una cajita de
fósforos.
Caminaron a la montaña en dirección al árbol que ya previamente don Federico
tenía ubicado y memorizado, sueltan la abeja que comienza a volar y ellos a
perseguirla. Unas decenas de metros y el extraño ya no podía distinguida, don
Federico tampoco sólo que ya estaba junto al árbol conocido anteriormente y
fingiendo lo contrario le dice a su amigo: “Ahí va, ahí se ve el hilo, se está metiendo
en el hueco de ese árbol, ya ve, yo le dije que la sigamos para encontrar la
colmena”.
Echan el árbol abajo y cosechan varias botellas de tan rica miel.
Las hojas debajo de los árboles tupidos de los bosques caen y caen y se acumulan
y en verano se resecan y si algún ser vivo las pisa, producen ruido perceptible a lo
lejos y dependiendo del peso que tenga.
Don Federico caminaba con su esposa por un camino que limitaba con el bosque
lleno de hojarasca. Iban discutiendo algún problema casero y por ratos se
exaltaban. Ella le reclamaba, echándole la culpa y el se sentía ofendido,
En determinado momento él con más sorna que ofensa le dice: “Bueno, esto no
tiene solución y el único remedio es mi partida. ¡me voy!.”
Aprovechando que ella iba adelante y junto a él había un chope (montículo bajo y
con bastante ramas espesas) en forma rápida se esconde. En ese chope estaba
escondido un zorro grande que al sentirlo se escapa veloz hasta la distancia por
donde ya caminaba doña Luisa, su esposa que seguía hablando y echándole la
culpa, percibió el sonido que hacía el zorro, pero no volteaba a mirarlo; por lo que
después de un rato y al notar que nadie le respondía recién voltea y ya no lo ve a
su esposo, entonces, asume que el ruido que escucha, es de don Federico y que
efectivamente se internaba en el bosque para ir de Seguro a otros lugares y
separarse de ella.
Entonces piensa que no siendo tan relevante la discusión tenía que terminarla y
darle un vuelco a su reclamo y opta por perdonarlo, dada la reacción inesperada a
la que según ella habían llegado.
A esas alturas ya asumía que el ruido delante de ella, era como de caminata de
alguien que se alejaba y que era el de su esposo. Avanzó tras el ruido y
cambiando radicalmente su conducta profirió llamados en voz suplicante:
“Federico no te vayas por favor, te perdono, regresa”.
A medida que ella avanzaba el ruido de la hojarasca avanzaba, ella seguía
gritando, llegaron al pie de un cerro donde en un frondoso árbol descansaba un
zorro pardo mediano y ya había cesado al ruido de la hojarasca.
Decepcionada entonces lo mira y percibe que a ese animal estaba siguiendo y no a
Don Federico: ¡Zorro maldito! ¡Zorro desgraciado! ¡A ti te he estado siguiendo!
Agarra piedras que lanza con fuerza que ni siquiera le llegan.
En eso don Federico que después de esconderse optó por seguirla y al verla
gritándole al zorro, le dice: ¡Yo he venido tras tuyo, te hablaba, pero no me
escuchabas, por estar gritando. Que culpa tiene el pobre zorro!