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Reseña Mocha Dick

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RESEÑA MOCHA DICK

Esto porque Mocha Dick: La leyenda de la ballena blanca (Editorial Norma) no solo es una buena historia, es una historia
emocionante y a la vieja usanza.
Caleb y Aliro, los protagonistas de este relato.
El relato nos lleva a Tomé, en el sur de Chile, en el año 1889. Una infernal tormenta trae a las costas no solo estrago, sino que
profundos recuerdos y asuntos pendientes. Un anciano Caleb Hieman recuerda su juventud cuando a los 15 años debe emprender su
primer viaje por los mares para aprender el oficio familiar: la caza de ballenas en el siglo XIX.
En su travesía conoce a Aliro Leftraru, un joven marinero descendiente del pueblo mapuche, el Pueblo de la Tierra, con quien inicia
una férrea amistad.
Luego de que su barco rescate a los desgraciados sobrevivientes de un ataque de una monstruosa ballena blanca, Caleb y Aliro
conocerán la leyenda mapuche de la Mocha, “la madre de todas las ballenas”, iniciando un viaje que para evitar la caza
indiscriminada de ballenas, llevándolos en una aventura que no estará ajena de riesgos… y de dolorosas consecuencias.
La trama –con una bibliografía de más de 20 libros- toma como inspiración tanto hechos reales y documentados, como el avistamiento
de un gigantesco cachalote albino en las costas de la isla Mocha en Chile y el hundimiento del ballenero Essex en 1820 (hecho que
curiosamente fue parte de la trama del cómic de DC, Aquaman #14), además de leyendas mapuches como el Trempulcawe, referida
al descanso de las almas de los grandes guerreros.
Y por supuesto, la obra de Herman Melville, Moby Dick, que dicen se inspiró en el mito de la “Mocha” para llevar a cabo su magna
novela.
El bautizo de Ailiñ Ngue, el “niño de ojos claros”.
Con esa base histórica los autores –que trabajaron alrededor de dos años en Mocha Dick– logran entregar una gran aventura, que
tiene todos los elementos para hacerla destacable: personajes entrañables e identificables, una trama que atrapa desde sus
primeras páginas, antagonistas que no caen en clichés ridículos y un relato que va de menos a más.
Para el escritor Francisco Ortega éste realmente es un paso gigantesco de superación tras 1899, que ilustró Nelson Dániel, que al
no ser una historia que cerrara su relato dentro de sus páginas y abarcara más de lo que pudo, resultara en una decepción más que
en un trabajo que admirar. Acá pasa todo lo contrario. Ortega demuestra absoluto compromiso y cariño tanto por la trama que
por sus personajes.
La tripulación del “Peleg Hawthorne”.
En una historia que es más que nada un relato del mismo protagonista de su pasado, el escritor escribe momentos emocionantes, en
especial en el clímax del cómic, y otros desoladores. Por sobre todo, logra acercar elementos que pueden resultar ajenos al lector y
hacerlos reconocibles y admirables, en una trama que crece a medida avanzan sus páginas hasta que colisionan en un final
admirable.
La relación con el dibujante Gonzalo Martínez se traspasa a las páginas, ya que se nota que ambos estuvieron trabajando para
mejorar cada viñeta y detalle, no por nada estuvieron cerca de dos años en ello. La labor artística de Martínez –a quien no veíamos
publicar una novela gráfica en Chile desde 2009 cuando lanzó Quique Hache Detective, de Sergio Gómez, y Celeste
Buenaventura, de Marco Rauch-, es sobresaliente.
Buen uso de planos y perspectivas, además de notarse la influencia como arquitecto en algunas secuencias, especialmente en los
detalles de los barcos.
Lo que siempre ha logrado captar Martínez son las emociones que los personajes sienten en cada viñeta a través de sus
rostros, lo cual ayuda mucho a reflejar el momento de la trama, sea dramático o alegre. La página que cierra el libro y cuando Aliro
“agradece a su madre” deben ser los más logrados –y personalmente favoritos- de la lectura. Y qué decir, ¡sí es posible que ocurra
una pelea encima de una ballena!
En cuanto a lo malo, la verdad no hay mucho que decir, pero hay algunos errores de continuidad que podrían revisarse para una
segunda edición, por ejemplo, que en una escena hayan cierta cantidad de tripulantes en un bote y en la siguiente no sean los
mismos, o que un personaje tenga de la nada unas amarras a sus brazos para sostenerse.
El mar está lleno de mitos.
Además –no sé si también ocurrió en otras ediciones- la impresión en algunas páginas hace que viéramos dos páginas en una
sola, en un molesto efecto de falso traslucido.
Entre los extras del libro está la lista bibliográfica completa de los textos que los autores utilizaron durante la creación del cómic,
además de un NECESARIO glosario donde se explica perfectamente todos aquellos nombres o elementos que podemos no
conocer. Recomendación: partir leyendo el glosario, ayudará a una mejor lectura.
En conclusión, una novela gráfica entretenida, atrapante, con arte de primer nivel, logrando como resultado una aventura que
emociona. Logrado eso, el resto es disfrute para los amantes de la lectura y los cómics. Valió la pena la espera.

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