La Puerta de Aramu Muru
La Puerta de Aramu Muru
La Puerta de Aramu Muru
Se accede al lugar desde la ruta que bordea al lago sagrado, que une Puno con
Desaguadero, en la frontera con Bolivia. Ya ubicados próximos al municipio de Juli,
podemos advertir extrañas formaciones visibles desde la carretera. Y en medio de ello
surge la puerta, solitaria y mágica en el centro de ese bosque de piedra que hechiza con
solo contemplarlo. La primera vez que pisé ese lugar experimenté una desconcertante
emoción. Su silencio, casi sobrenatural, invita a uno a apartarse. En muchos aspectos me
recordó a Marcahuasi, en la sierra central de Lima. Hayumarca es, como dice su nombre
aymara, una ciudad de almas, un templo abierto.
Allí los lugareños nos aseguraron que este portal se “abre” ante las personas que abren
primero su corazón. La supuesta entrada, o lo que fuese, sería más espiritual que física,
aunque existen algunos relatos de traspasos materiales. Como fuese, este fenómeno no
ocurre siempre, pero, cuando sucede, hasta el clima responde con fuertes tormentas,
como si invisibles fuerzas de la naturaleza se activaran cuando el “traspaso” está por
ocurrir. Huelga decir que no hay una fecha exacta para que esto suceda, pero los más
ancianos dicen que los solsticios y equinoccios son “buenos momentos” para preguntarle a
la puerta…
¿Preguntarle a la puerta?
Los ancianos del lugar sostienen que ese silencioso umbral también funciona como un
“oráculo”. Luego de varios viajes, investigaciones y experiencias, no dudo de ello.
Es algo más...
Entonces, en ese primer viaje advertí algo curioso: casi al centro del pequeño pórtico se
podía apreciar una honda marca circular. ¿Cuál era su función? Esa horadación no se me
antojo un accidente. Más tarde, hablando con chamanes locales, me afirmaron que allí
estuvo engarzada una piedra de poder, un verde cristal que fue retirado para “apagar” la
puerta. Un cristal que, según ellos, fue arrojado a las profundidades del lago Titicaca por el
“cuidador” del templo de piedra ¿Se referían al esquivo Aramu?
En una nueva expedición, en 1996, niños del pueblo nos contaron que un grupo de
personas, vestidas con túnicas azules y blancas, se inclinaban ante la puerta cantando
unas palabras extrañas, que entendí podrían ser mantras. Los pequeños nos narraron que
tres de esos visitantes hacían un ritual frente a la puerta: un hombre vestido de blanco, al
centro, permanecía arrodillado, y los otros dos acompañantes, vestidos de azul, en los
extremos. Pero eso no era lo más insólito. Uno de los niños del lugar, que observó todo
escondido detrás de unas rocas, nos juró que vio abrirse la puerta. De su interior, según él,
salía como una niebla y al mismo tiempo una luz muy brillante. Entonces el hombre vestido
de blanco ingresó, y luego de algunos minutos, salió cargando dentro de un saco lo que el
niño supuso eran objetos metálicos por el sonido que emitían al moverse dentro de la
bolsa.
Si había algo de verdad en este suceso, tenía claro que aquellas figuras ataviadas con
túnicas frente a la puerta no eran “turistas esotéricos”... En esa época la puerta era
desconocida. No existía “Alienígenas Ancestrales”. En esos años History Channel daba
sus primeros pasos y no hablaba de estos temas.
Lo que más me sorprendió es que el pequeño describió algo que nosotros mismos
habíamos considerado por una "intuición", una "corazonada" que se activó al visitar por
primera vez el lugar. No sé cómo explicarlo, pero “sabíamos” que el pequeño marco que
los visitantes denominan “puerta” era, en realidad, un altar donde el caminante debe
arrodillarse, como en un templo. La “puerta” en sí es el marco grande, de unos siete
metros de altura, un acceso diseñado para un gigante... De la misma forma supimos que la
marca circular en la pared de roca, en donde según la tradición se hallaba el ya
mencionado cristal verde, podía ser “activada” con la psiquis del visitante. Al arrodillarse, la
cabeza queda apoyada en esa huella; para ser más exacto, la frente. “Supe” así, también,
que la glándula pineal podría “reemplazar” al desaparecido cristal verde para hacer
“hablar” a la puerta.
Más tarde confirmé que el misterioso cristal era mencionado en la tradición andina con el
nombre de “Umiña” (“esmeralda” en quechua). Quienes conocen mis investigaciones sobre
la piedra de Chintamani de Roerich sabrán lo que esto significa…
Elard Pastor y yo nos encontrábamos recorriendo el bosque de piedras. Para mí, volver a
este lugar era un regalo. Nuestro objetivo era ubicar alguna anomalía en medio de la
orografía natural del lugar. Algo “artificial” como el evidente marco de Aramu. Vimos
entonces un espigón de piedra, surgiendo sobre la mole en donde descansa la puerta (ver
foto abajo). Elard halló el camino para llegar allí y quedamos alucinados. Frente a
nuestros ojos teníamos a un indiscutible Intihuatana: una punta de piedra que se yergue
sobre otra más o menos plana y que en el pasado servía para estudiar los movimientos del
Sol y "atar el tiempo". El de Machupicchu es famoso. Uno de los pocos que sobrevivió a la
destrucción de los conquistadores españoles por relacionarlo con un culto mágico.
Para los chamanes, los intihuatanas eran pequeños wankas que marcan puntos de
marcada importancia energética. Lugares sagrados…
Este viaje era diferente a otros porque, siguiendo nuestras anteriores investigaciones,
decidimos hacerlo coincidir con el solsticio de verano austral del 21 de junio. Sabíamos de
que esa fecha era una posible coordenada, como también se repite en el equinoccio de
septiembre.
En fin, recuerdo que ese día nos la pasamos recorriendo el lugar por enésima vez, una
investigación muy productiva porque hallamos hoyos ceremoniales, cuevas, símbolos, y
hasta una pequeña puerta sin terminar en una pared de roca. Todo ello está documentado
fotográficamente.
Así, esa tarde, decidimos poner en práctica todo lo aprendido e intentar una conexión con
la puerta. Luego de meditar en el recién hallado “Intihuatana” y en otros emplazamientos
especiales de Hayumarca, nos desplazamos a la puerta siendo las 7:00 pm. Todos
habíamos “sentido” y “recibido” que a esa hora algo sucedería.
Menuda decisión...
Cerca de la hora marcada el cielo se nubló. Espantosas nubes negras se colocaron sobre
nosotros y se desató una de las tormentas más potentes que he visto en mi vida. En medió
del tremendo aguacero y el sonido ensordecedor de los truenos, que parecían danzar
juntos con los rayos que sin exageración alguna caían a contados metros de nuestra
ubicación, se sumó, para coronar la escena, una lluvia de granizo. Realmente de respeto.
Para que el lector tenga una idea, nos veíamos obligados a sostener las tiendas desde
dentro ya que el viento que formaba parte de la tormenta amenazaba con arrancarlas del
suelo.
Pese a todo ello enfrentamos la situación con calma. Y, mientras sosteníamos desde
dentro las bamboleantes tiendas de campaña, golpeadas sin piedad por la lluvia, el granizo
y el viento, llevábamos a cabo una meditación. Ni la incomodidad ni el ruido nos
detuvieron. Entonces todo cesó. Solo quedó una sutil lluvia y el destello de los relámpagos.
Salimos de las tiendas con nuestros sobretodos de plástico. Eran las 7:00 pm.
Uno a uno fuimos ubicándonos frente a la puerta. Los seis miembros de la expedición
tendríamos la oportunidad de arrodillarnos, uno a uno, en el altar o pequeño pórtico de
piedra mientras otros dos de nosotros se turnaban en los flancos: unas largas hendiduras
que sugieren una suerte de “columnas convexas” (examinar foto arriba con tres
personas en la puerta). Un "mecanismo" que descubrimos sin imaginarnos de que
décadas más tarde sería repetido por viajeros de todo el mundo.
Cuando llegó mi turno, me acerqué lentamente al umbral que parecía brillar en medio de
una sutil neblina luminosa. Una vez arrodillado, empecé a acariciar lentamente la roca,
como lo vi hacer a los machiguengas en el muro de Pusharo, en nuestra expedición al
Paititi de 1996. Acto seguido observé extrañas imágenes de Hayumarca, escenas
que parecían corresponder a un pasado remoto. Era una intensa “visión”: las orillas del
Lago Titicaca se hallaban muy próximas al complejo rocoso y seres altos de aspecto
nórdico, vestidos de forma extraña, diría “ceremonial”, caminaban en medio de las rocas.
Sentía que había información en esta visión más allá de la imagen. Información que no
comprendía en ese momento pero que sentí estaba siendo “grabada” en mí.
Luego de ello, por un impulso, decidí cortar mi “conexión mental” con esta situación.
Entonces la roca empezó a vibrar... Y mis dedos sobre ella también… No quería
desaprovechar la ocasión, así que me concentré en lo que sucedía, percibiendo cómo la
piedra parecía palpitar, hasta el punto de cambiar su textura.
⎯Sí...⎯contesté⎯. Pero, ¿cuándo estaremos listos para penetrar esos templos interiores?
“Aún deberán realizar una serie de conexiones, y comprender. Luego de que cumplan con
esta parte del trabajo, como una reacción en cadena, las puertas de esos templos se
abrirán de par en par para los comprometidos de siempre. Encuentren en este viaje la
clave que les demarcará el camino. Es sólo el principio”.
Al compartir nuestras experiencias uno de los miembros de nuestra expedición, Iván Salas,
hizo un comentario que personalmente me asombró: “Se me presentó un guardián de
Hayumarca ⎯comentaba risueñamente⎯, y me dijo que aún no estábamos preparados para
ingresar físicamente al templo interior. Que en otra ocasión sería..”
⎯¿Y que hiciste? ⎯intervine atento al ver que Iván había recibido el mismo mensaje que yo
en su conexión con la Puerta de Azur-Mah, “Aramu Muru”.
⎯¿Qué hice? ⎯contestó con su habitual desenfado y sentido del humor⎯. ¡Le pedí a ese ser
que por lo menos alguno de nosotros pudiese meter la cabeza!
El grupo echó a reír, y yo no sabía cómo abordar mi experiencia que más allá de lo
anecdótico, demostraba que esos seres de Hayumarca existen, y que intentaron hacernos
comprender un importante mensaje que me ha guiado por el mundo todos estos años:
estos viajes no son aventura ni entretenimiento. Es un compromiso con algo puro y
superior.
http://www.legadocosmico.com/articulo.php?page=el-verdadero-secreto-de-los-andes