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Antología Lírica Griega PDF

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E l p'ríodo que transcurre entre los siglos vrr y rv

a.C. fue para el mundo griego una etapa de enorme ,


impulso cultural.y 1a' é:p,oca del a
del poesía
occidental. La voz defpoeta deja 'de ser 'tma .
formula<,::ión anónjma lo ritual y coleetiv0 para
convertirse en vehicülo de exprysión de l(l personalidad
individual. En esta ANTOLOGÍA , que abarca las
épocas arcaica y clásica y se· detieny .yn los umbrales de
la helenística, tienen <;:abida los diversos y bien
delimitados géneros de la POESÍA LÍRICA GRIEGA:
la elegía de eco homérico; la poesía yámbica, más apta
para temas satíricos y etóticos; Ja lírica melódica culta
y refinada, impetuosa en Alceo y más delicada y sutil
en los poemas de Safo; la lírica coral centrada yn las
grandes fiestas ciudadanas, en las victorias de los
certámenes atléticos o en el culto divino. Como
observa CARLOS GARCÍA GUAL (prologuista,
antólogo y traductor de este volumen), «las palabras
poéticas guardan ün aroma que perdura y un color que
las estatuas han perdido y que las prosas transmiten
mitigado» ; y así ocurre con esta poesía fresca y
en torno a motivos esenciales como la muerte, el mar,
las lanzas, la fugacidad del tiempo, el reclamo de la
gloria o la invitación al goce. En esta misma colección:
«Antología de la poesía latina» (LB 865), «Antología
de la literatura griega» (LB 1743) y «Antología de la
literatura latina» (LB 1798).
Sección: Clásicos Antología de la poesía lírica griega
(Siglos vxr-xv a. C.)

Selección, prólogo y traducción de


Cnrlos Gm·cíp, Cual

'
El Libro de Bolsillo r - - - -- - - - ,
Alianza Editorial
Madrid

®
Primero edición en •El Libro de llolsillo•: 1980
Sexta reimpresión en . EJ Libro ue
Bolsillo•: 1998

TrAidor el tr11ductor, como dice el adagio italiano, lo es


Reservados todos los Jerechoti. El contcniJo de CS[(I obr:1 prutegiJo siempre. La traducción es oficio de cxnc:titud im posible, y en
por lu que csrublt·cc penn> de y/o ndcm11s d_c las <:o la versión de una o otra lengua siempre se pierden cosas y se
rt'C<pondiemo inJemnizncion<:l< por danos y pcqwoos. qwencs re· añaden, en eJ arduo trasvase. Pero el traductor de poesía, ése
produjeren. plnginrt·n, ? t>ubloc:o.menlc: sí que es tHl tra idot· redomado, cien veces rrnidor, al querer
tnd<l 0 cu rua·te, unn übm lncrul'tu, m·usncn o ('lc·nuficu. o
nombrnr con Ol t:l$ palabras, al evocar con otros sones. lo que
ción, intcrpreración 0 ejecución :mística Ojudn. en UP_<> de so
porte o comunicad:o a tmvés de cunlquocr mt'<lon, Slll In precepto"' :noto el poeta expresó con precisión irrepetible, con pasión lúcida,
con hiriente acuidad. Como dL-cía Mallarmé, la poesía estñ he·
tizaci6n.
cha con palabras, no con ideas ni con pensamientos. Rcsicle en
el mntiz, en la evocación, en la prestancia frases y sonidos
que, inevitablemente, van unidos a la lengua origi nal. F.l tra-
e De b mducción y prólogo. C.rlos Carel• Gu.l ductor de poemas está condenado a la traición y al fracaso.
© f'.ll. C:o.st.: Alian>.1 l'.ditmial, S. A., Madrid, 1980, 1983, 1986, 1989, Y, sin embargo, algo qneda en el tor·tuoso empeño de vener
1993, 1996, 1998 . a otra lengua unos poemas. Se difum ina eJ color, el lono no
C.lleJwn l(\IL1CÍO Luo de Ten>, 15¡ 28027 M•drod¡ 9 1 393 88 88 tiene la acendrada alegría, lo tersura fónica ni In musicalidad
ISBN: SH06·1782-2 del original; pero, con todo, tal vez se rescate en nuevas pala·
Depósirn legal: M. 29.806· 1998 bras el d9lorido sentir, lns imñgencs esenciales, In personalidad
lm¡wcso en Clo>:IS•Oreoycn, S. L Pollgono lgars:o individual del poctn odginnrio. Tal vez, en Jiu, la rt·nic:i6n vnlAn
l'aracuelos de J•rJnL1 (Madrid) la penn, si lo rescatado es superior a lo perdido, si la defor-
Printed in Spoin mación no es excesiva, si lo pnlidez prosaica de la nueva versión
Prólogo 9
Carlos Gucla Gual
un tanto descoloridas que demasiado pintadas, o que lo inten·
no impide la lectura admirada oi el entendimiento emotiv?. El ten ser as{ al menos.
traductor, falsificador convicto y confeso, encuentra sus discul- Por otra parte, la oposición que nlgunos estudiosos del tema
pas, diciendo, diciéndose, que está sirvie?do a una han querido señalar entre la estricta fidelidad al texto original
ción universal, que colabora en la d1fus1ón de la poes1a por y la traducción con libertad y estilo elegante me parece que se
encima de las barreras de las lenguas como barreras locales, que arriesga a incurrir en una fácil exageración. La exactitud total
la tarea de leer a todos los poetas en su idioma de origen seria es imposible, como cualquier tcorin de lo traducción suele des·
imposible, etc. Todo tra idor tiene sus excnsas; de alguna vnli· tacar, porque las estructuras sintácticas y las redes semán ticas
dez, puede ser. . . cnu·e dos lenguas diversas difieren. Pero hay ciel'tos límites de
Por ow1 parte, la disranciu entre las dos lenguas precisión, modos diversos de presenta•· en otras palabras los
en el proceso de la traducción puede hacer más senstblc o me- mismos contenidos, de sugerir los mismos efectos, etc. El pro·
nos ese proceso de trasvase poético. En el caso de verter unos blemo de Ja traducción no debe plantearse más que en térm inos
poemas compuestos en griego antiguo, con una relativos. Cada lengua tiene sus recursos, y éstos cobran un
unos veinticinco siglos de a nosotros •. lo. perd•d? .mevl· valor que puede variar según el contexto y el sistema en que
wblemente es mucho: In sonor1dad y In musicalidad ongmales, se encuadran. (Por ejemplo, está claro que el hipérbaton y el
ya que el griego antiguo era una de acento musical, Y libre orden de palabras tienen en las lenguas clásicas un valor
el ritmo estaba basado en la 1llternancm marcada de sOabas expresivo muy notable que las lenguas románicas no pueden
largas y breves, según unos esquemas métricos que no coinci· reproducir con claridad, pero también es evidente que el caste·
den con los de nuestra métrica tradicional, y además la ma· llano con un orden de palabras de relativa libertad en compa-
yoria de estos poemas se cantaban con tonadas que no ración con otras lenguas modernas, tiene unas posibilidades ex·
conocemos, al son de instrumentos como la lira, que ha serv1do prcsivas que no debe desaprovechar el traductor.} Bien, no qui·
para dAr nombre a este tipo de creoción literaria, «lirica». Por slcrn alargarme más en estas reflexiones generales, que podrían
o trn parte, la inconmensurabilidad entre los campos semánticos conclui r en dilemas obvios o en lo ¡·cpctición de más perogru·
del griego antiguo y el castellano actua l es tremenda; los voca· liadas. Sólo quiero apuntnr aqu!, inicialmente, una cautela: In
blos utilizados por los viejos poetas helénicos tienen unas con· vet·sión de lC>s de la lírica gl'Íel\a es un reflejo páli·
notaciones sociales y culturales que es imposible reproducir en do de lo que fueron esos poetlltlS. Como R las viejas esta·
una versión, y que sólo comprendernos mejor a través de una tuas, nada puede devolverles sus colores frescos, ni los miem·
serie de estudios y notas eruditas de que aqu! no podemos bros perdidos; sin emba rgo, todavin es posible gustar de la
echar mano. Seamos conscientes de toda esa distancia antes de gracia de sus sonrisas arcaicas y los ojos almendrados y de
nbordar el arduo ejercicio de ln lecruro de estos poemas ver· la inimitable elegancia de unos bucles, peinados al desgaire hace
tidos con un sincero deseo de fidelidad al original. mil quinientos años, y de unos pliegues de la túnica ribeteada
En nombre de esa fidelidad, de reducir la traición a lo indis· de rojo que deja entrever un pecho o el garbo de un andar
pensable, prescindamos de pedir galas prestadas la traducción. presuroso.
Queda por tratar un segundo tema: In posible arbitrariedad
No es del todo preciso, creemos, que las traduCCiones de poes!a, en la selección de poemas de una antologin como la presente.
esns be/les infideles, compren mÁs belleza a costa de mayor No voy a intentar justificarla por extenso. Tan sólo quisiera
infidelidad. No vale la pena apMrarsc del sentido del original odorar algunos puntos. He preferido ofrecer los poemas
pum toma r prestados adomos - nuevos metros, eufonías de antiguos de la lfdca griega, deteniéndome en el umbraJ de la
nuevo cuño rotundldades expresivas modernas, etc.- . Acaso época belenistica. En cuanto a la llrica arcaica he traducido Erag·
senn más sin excesivos ndomos, y mejor que sean bellas
lO Carlos Gardo Gual Prólogo 11

mentos a veces muy breves, (estos exiguos de fam_?SOS poemas, Para la sclt."Cción de los fragmentos de la poesla arcaica el
que nos han llegado como briznas sueltas, ptezas de traductor moderno no encuentra grandes facilidades. Es tan ml·
la tesela de un mosaico perdido desde muchos s1glos au:ás. Asl nlmo lo que nos queda de esa gran época creadora que uno
doy casi todos Jos fragmentos de los P?ews arcaicos, al menos puede fácilmente recogerlo casi todo. La trndlción de copistas
aqueUos que suponen una frase sugcst1va o un par de versos, y filólogos antiguos u Jos que debemos Jn conservación de lo
de Arquiloco, Safo, Alceo o Sltnónides. Tin otros poetas, como que conocemos hoy de la literatura antigua, se hn mostrado, a
en el caso de Tcognis o de Pfndaro, doy una muestra, esco· partir de la época postalejaodrina, muy desdeñosa de esos viejos
giendo algunos de los poemas que me purecen más signi6cmivos poetas. Sus poemas eran diflciles, muy lejanos -por su &es·
de su obra. Por lo reducido del espacio de esta antologla. he cura, su sencillez, su cinismo, su obscenidad incluso- a la con·
dejado de incluir e? ella de grandes míg1cos cepción literaria de los lectores de los primeros siglos cristianos,
atenienses y también be prescmd1do de Ar1stófanes, aunque y a Jos del periodo bizantino. Los monjes doctos o los copistas
los cantos' corales del teatro ateniense sean, en cierto de oficio encargados de la transmisión de los textos antiguos no
más clara mues1ra de la lírica coral clñsica, junto con los epm1· tenían interés en conservar esos lamentos Hricos l'an poco edu·
dos de Pú1doro tnn extraño a nuestra sensibilidad en algunos cativos, tan escnndalosos y tan ininteligibles para ellos. Pintón,
respe.ctos. Ese personal que mo ,guiado es, lo sé Aristóteles, los etc., tuvieron unn atención secular de
muy bien, muy discut1ble. No ofrece uon vcs1on del desa· la que carecieron Jos viejos líricos, los primeros poetas líricos
de Jn poesía lírica griega, pues ¿cómo olvtdar que nlgu· del Occidente. La desidia, la censura y el olvido dejaron redu·
nos pasajes homéricos, como el encuentro de H éctor y Andró· cidn la lírica griega n unas pavesas, a chispas y reflejos perdidos
maca en el Canto VI de la Wada, merecen figurar, con todo en el almacén de la tradición clásica.
derecho, en cualquier muestra de In poeslo helénica de tema Bajo el epígrafe general de «lírica• reunimos varios géne-
amoroso o sentimental? ¿Cómo imaginar que se conoce la poesía ros poéticos que los griegos distingulan con precisión, diversos
lirica griega, prescindiendo de la de época h.elenísrka, cuy? .re- tanto por su origen como por su métrica y por su representa·
finamiento y preciosismo supone la coronación de la ción social. La clcgln, el yambo, la mélica, los poemas mon6·
llrlca precedente? No voy a defender esta breve selecc1on con: dicos, los corales, ltts odns y los epigramas, nltemnn en las pó·
trn quien q uieta reprocharle algo como eso. Pero tet1ín n m1 he.terogéneas y de esta breve La
disposición un espado limitado y he decidido optar por lo mds lirtca gnega cubría, como senalamos, géneros muy vanos. El
arcaico, y por los fragmentos más rrunc?s, pero más sugerentes adjetivo tyriká indica sólo que tales poemas pódíaJJ tabtarsc al
en su misma sencillez de leve resto rumoso. H e pensado ndc· son de la tyra. Pero luego cada poeta compon!a según las nor·
más que al lector interesado en ln de autores uno mas de un género muy bien definido formalmente, en unas
obra más extensa, por ejemplo en Eurlptdes o en Teocnto, Je convenciones formales que tienen un sentido histórico y una sig·
es rnás conveniente leer traducciones mns completas y no con- nilicación social muy determinada. Probablemente la poesia más
cercana a lo que eo un sentido actual llamarlnmos «Lírica» es
tentarse con unos cortos pasajes. En d caso de 'Píndaro, autor
el melos cólico, es decir, la poesía personal de Safo, Alceo y
de especial dificultad, lo he incluido aqnl es imposible 1\nacreoote, mientras que resulta, al pronto, chocante cooside·
presentar una nntologia de la poesía helén.ica donde figure rar líricos los eplnicios piodáricos, destinados A un COI'O festivo
quié11 es su máximo exponente en el ca.mpo de la llr1ca que conmemora religiosnmente una victoria «deportiva». De to-
doria. (Por otro parte, creo que no existe .e o castellano nm· dos modos, no es éste el momento de señalar los tipos de
guna traducción completa de su obra poética que tenga una metros y los contextos históricos de unos u otros poemas. Vo-
mediana calidad.) luntariamente hemos prescindido de todo aparato erudito, de
Prólogo
12 Carlos Garcla Gual
ejemplos griegos. Poetas que muchas veces, como sucede con
las notas explicativas y de referencias arqueológicas. (Tan sólo Anacreonte, IX?r ejemplo, son más conocidos por su influencia
hemos compuesto unas lfne¡¡s muy contadas de introducción o que por las bnznns de su obra auténtica; que se nos aparecen,
poeta, que pueden omitirse en uno rápida lectura.) Ni si· tal Safo o E mpédoclcs, como figuras casi miticas, quedan rcprc·
quwra hc;mos anotado variantes de cierto interés. Tan sólo he· sentados en cstu nntologla con fidelidad.
mos dej.ado los puntos suspensivos que morcan lagu nas tun que, aún a través del.pálido reflejo de la versión ele tan
repetidas y tan incontables, en lo tronsmisión de estos p¿cmi· y menudos restos, puede percibir el la claridad
llas maltrechos. Nuestra enumeración de los poemas y fragmcn· de ese mu ndo literario, que es el alba de la poética
tos de _coda no úene, y es obvio comentado, ninguna Es una poesia ingenua y sencilla, con unos motivos
preteustón filológ•cn. Es sólo un modo tosco de facilitar la pre- se reiteran: la muerte, el mar, las lanzas, los
paréntesis se da el número del poema en la d!oses vanopmtos, los caballos, las muchachas de gráciles to-
ediaón de E. D1ehl, Anthologia Lyric(l Graeca, edición antigua billos y pintados, el elogio de la juventud, la fugaci·
y superada en varios respectos, pero que resulta la más cómoda dad del uempo, lo8 colores brillantes, los Bores y la luna de
para citar en todos los casos, sin variar las referencias a mós el rc:cla_mo. de la gloria, el fulgor del oro y del sol, la nos·
ediciones. tal¡¡•a, la mv!tactón al goce, el amor penetrante, el vino que da
Las :bellezns de la f:orma métl'ica, el •·itmo y la sonoridad de aleg:ía y ?lv1do, etc. Podemos admirar la grncia de las estatuas
csto.s poemas antiguos desaparecen en cualquier versión moder· arcatcas directamente, In de esas korai y kouroi de ojos almcn·
na. No nos hemos empeñado en sustituir con algún recurso fo· drados y sonrisa perenne, que son muestras del arte contem·
nético o rltmico de nuestro idioma lu cadencia ni la forma mé- poráneo a esta literatura que conocemos a través de la media-
tric_a de los versos griegos. Tun sólo, y de modo casual y accc· ción de idioma. Y el asombro y In admiración aún es posi·
sorto, en algunas elegías hemos prdcrido un cierto orden de ble suscttarlos al acercarnos a esos viejos maestros.
acentos que recuerda la entonación dact!licn del verso griego; hay en la poesía que nos llega, nudgré tout, con
pero no nos hemos esmerado en este artilugio. Confiamos, en u.n 1mpacto tmpar. Tal vez la sensación de la queja contra el
cambio, que si hemos sido fieles al sentido de las frases y de u_empo, de la de la pasión, de lo irrepetible del indi-
los poemas, en la medida de nuestro saber. vldi)O, se pronunCIO nquf con tonos más audaces y sinceros, y
La selección refleja, me parece, ln riqueza de motivos de las palabras poéticas guard_an un aromtt que perdura y un color
la lb·ica urcaic:l y clásica, una poesla que no tiene aún el ama· q_ue las estatuas han perdido y que las prosns transmiten mi·
n_eramiento ni el rebuscado refinamiento de la poesía hclcnls- ugado.
tlcá, y s{, en cambio, una espontaneidad y un frescor inigua· No ol':'idcmos que los griegos consideraban la poesía como
lables. La Urica es, corno toda la poesia griega, un pro- algo muy unportante pa_ra la comprensión del mundo y la vida.
ducto muy u¡ustndo a unas normas formales muy fijas, y cstó Se tomaban muy en serlo a sus poetas. Ellos eran los primeros
muy_ por unas pautas tradicionales prefijadas; es, del pueblo, en una sociedad sin dogmas religiosos
en cterta med1dn (aunque menos que la épica) u nn poesía formu· m con libros sagrados ni tradiciones rlgidas. La poe-
lar , muy inllu ida por la dicción homérica y por un lenguaje )i. s(a servJa de cauce para expresar doctrinas e ideas nuevas y
te•·ario lln IHI\10 art:ificial. Pero, por encima de todos estos ros· para conservar los y y se cantaba en las lies'tas
gos por enci ma de los esquemas prefijados, y. en los banquetes pnvndos. Los pnmcros filósofos fueron tnm·
encuna de lo ttptco de algunos motivos y escenas y ephetos b1én poetas. Lue¡¡o los filósofos más abstractos y profesionales
e es ele una esn•pcndu originalidad, que refleja In tra!aron de descartar a viejos competidores en la tarea cdu-
personnl•dad de cada uno de estos primeros poetas de Occidcn· caova. El filósofo platÓnico quería vetar a los poetas y echarlos
te. Ya los latinos, como los europeos posteriores, imitaron a sus
14 Carlos Garda Gua! Prólogo

de la Reptíblica, por herejes. Pero la mayoria de los griegos 2. Traduccio11es castellaflas:


hasta la épocu final del helerúsrno pensaban de otro modo. J. Fcrraté, Líricos griegos arcaicos, Barcelona, 1968.
No nos vomos a alargar sobre estos temas ahora. Sólo qui-
siera insistir en el color y la vida que estos poemas, estos tr<YlOS F. Rodrfguez Adrados, elegíacos y yambógra/os arcaicos, 1-Il,
-supervivientes en citas ocasionales de eruditos, o en fragmen- Barcelona, 1956 y 1959.
tos de papiro restituidos por las arenas egipcias tras muchos F. Rodrfgucz Adrados, Lírica griega arcaica, Madrid, 1980.
siglos- conservan. Un colorido chillón y sugestivo, como el
que evocan unas Uneas de E. Faure, con las que voy a concluir 3. Estudios:
este vago prólogo: C. M. Bowra, Greek Lyric Poetry, Oxford, 196 1, 2.• ed.
C. M. Bowra, Pindar, Oxford, 1964.
«No bay colorido sin costumbres turbias y En todo caso, C. Calarne (ed. del vol. col.), Rito e poesia corale in Greda. Gui-
Grecia coloreó a sus dioses durallle el desarrollo de sus artes, no sólo
basta que llcamaron su plenirud, sino muy probablemente basta su ruina
do storica e critica, Bari, 1977.
final. Jaspeados de tonos azules y rojos, tan llenos de vida como las mu· M. Fernández Galiano, Safo, Madrid, 1958.
jeres y los hombres, se animaban con el d!a, celebraban las liesw de la H. Fraenkel, Dichtung und Philosophie des friihen Griechen-
luz y sus !Orpresas, y en Jo rmndito de las sombras se sentía en el tums, Munich, 1969, 3.• cd.
crepúsculo su agitación. Eran de los que bulllan bajo la Acrópolis, genre
de los puertos orientales, arareada. ruidosa, franca y famiJi•u; sal!an de H. Koller, Musik tmd Dichtrmg im frühen Griechentum, Berna,
sucios cnllcjns, mundo de perros vagabundos que se disputan restos de en· 1963.
trañas, pietRS sangrnnrcs de cabrito y cordero en los mostradores, frutos, A. Lesky, Historia de la literatura griega, trad. esp., Madrid,
especias nrnontonadns, reJAS reñidos, bisuterfa, esquinas llenas de color, 1968.
de: grliC:'nt y de: llnmftdftll, de: o lores a ajo, podrido y aromático.s. 1-lay
R
niflos dc:11nudos, equivoc-o• mercaderc:JI, marineros curtidos por los vien-
J. S. Lasso de la Vega, De Sajo a Platón, Barcelona, 1976.
tos, mujeres de ojos pintados y ropo• chillonas. Los templos y monumen. H. Maehler, Die Aufjassrmg des Dichterberufs im frühm Grie-
tos a obiertos de ocre, de bermellón, de y de oro con los tOnos chentum, Gotinga, 1963.
del cielo, con los tonos púrpuras y verdosos que invaden el espacio ma- A. Ortega, El despertar tie la !frica en Europa, Salamanca, 1974.
rino, violeta• y ozules del mur, con IOll tonos de lo tiera, de su vestido
de pobrc:11 lobrnnt!ns y de plnntos •teas, lechosos olivares, cipreses negros,
F. Rodríguez Adrados, Origene.r de la tirica griega, Madrid,
del mistno modo que sus formas He nsocion con las formas siempre pre- 1976.
sentes de los sinuosos golfos y de las W. Schadewuldt, Sajo, trad. esp., Buenos Aires, 1973.
C. Garcla Gual, enero 1980. M. Treu, Von Ilomer :r.ur Lyrik, Munich, 1955.
O. Tsagarakis, Self·11xprersion i11 Early Greek Lyric Blegiac and
liambic Poetry, Wiesbaden, 1977.
Nota bibliogr6fica mlnlma
l. Ediciones de los textos griego.r: Quisiera recordar al lector que me he limitado en esta nota a las
E. Oiehl, Anthologia Lyrica Graeca, Leipzig, 1954, J.• ed. edlciones bdslcas (por descontado hoy muchas m.t., e incluso mls recien-
tes y criticas para autores sueltos), a las versiones castellanas m.t. im·
E. Lobel & O. Page, Poet11rum Lcsbiorum Fragmenta, Oxford, porrantes y amplias (existen otras mds antiguas o de algún poeta suelto),
1955 y a los estudios que a m1 me pnn:cen mó, interesantes sobre los distintos
D. L. Pagc, Poetae Melici Graeci, Oxford, 1962. aspectos de esta tradición (La bibliograíla erudita sobre la Urica
11. Diels & W. Kranz, FraJ!.mente der Vorsokratiker, l, BerUn, griega es ampl!slma. He evitado mencionar artkulos recogidos CJl revistas
y procurodo citar los libros que son, en cierro modo, estu·
1961 . 10.• ed. dtos fundamentales o los que proporcionan un.a información cabal
M. L. Wcst, Iambi et Elegi Graeci, 2 t., Oxford, 1971-1972. y IICtUai.) [Nora de C. Garda Gua!.)
Yambógrafos y elegiacos arcaicos
C.At.lNO Y TIRTEO

Las de Calino y Tírteo tienen un mismo tema: son caotos de


exhortación al combate, poesía parríótica. Hay en ellos muchO!! ecos, en
expr<;siones formularios y ctl tópicos, de la poesía homérica. Per<> tras
intencionadas a la tradición épica laten nuevos acentos:
los del c•pídtu ciudadano de la época hoplltica. No se trata de celebrar
las hazañas Individuales de unos hét·oes que combaten por su propio
honor y un botín personal; sino de dar ánimo a aquellos que van a ex·
poner su vida por salvar a la ciudad, a las mujeres y a los ni!los. No
dirimirá el éxito de la batalla In furia de los nobles descendientes de
los dioses, ni serán lo• duelos entre afamados caudillos quienes senren•
cien el triunfo o la derrota; sino la resistencia de los que traban como
un muro sus redondos escudos en formación cerrada, los soldados de
a pie que, con un pesado arnés metálico, avanzan en una lenta falaoge,
empalmando sus escudos y erizando sus lanzas. La gloria o el de5bonor
s<:rá el premio que la ciudad acuerde a su coraje o su cobardía. «Morir
en vanguardia es para un joven beunoso•, dice el lema patriótico que
e.;tos poetas, reoogiendo de Homero el ideal de «lo bello muer·
te». Y lo má• terrible es el exilio y la huida infamonte. Propaganda
bélica, pero poesía también, al servicio de una ideologfn polirica.
Calino en Efeso, y Tirteo en Esparta pregonan asl los ideales bélioos
de una edad que no es ya la de los hérQ<!!I, sino la de los ciudadanos
que luchan por sus hogares y pauia -eomo lo hacfa Héctor en la Tila-
da-, prometiendo una gloria que se funda en la memoria colectiva para
quienes cumplen con su debe1·. Al lector moderno esta poesía le resulta
demasiado conocida, pero en el siglo vu a. C. era algo nuevo.
20 Pocs!a llrica ¡¡riega (Vll·IV a. C.) Ylllllbógrafoe y elegiacos arcaicos 21

CALINO DE BPESO De tal modo, confiándonos a los eternos dioses,


(FI. alrededor de 650 a. C.) sin l'ardanza acatemos las órdenes de los capitanes,
y todos al punto vayamos a la ruda refriega,
t (1D) alzándonos firmes enfrente de esos lanceros.
¿Hasta cuándo estaréis asl echados? ¿Cuándo tendréis, mucha· Tremendo ha de ser el estrépito en ambos ejércitos
[chos, al chocar entre si los redondos escudos,
ánimo de combate? ¿Vergüell.Zll no sentís ante vuestros vecinos y resonarán <.'U ando topen los unos sobre otros ...
de tan extremo abandono? ¿Confiáis en que es tiempo de paz
2 (l D)
cuando ya la guerra arrebata a todo el país?
Escucharon a Febo y de Delfos trajeron a Esparta
.. . Y que cada uno, al morir, arroje el último dardo. las profcclas del dios, sus palabras de cierto final .
Honroso es, en efecto, y glorioso que un hombre batalle As! el Soberano Certero del Arco de Plata, Apolo,
por su tierra, sus hijos, y por su legítima esposa el de dorada melena, les elijo en su templo suntuoso:
contra los adversarios. La muerte vendrá en el momento «Que !"landen en consejo los reyes que aprecian los dioses,
en que la hayan urdido las Moiras. Que todos avancen ellos ncncn a su cargo esto amable ciudad de Esparta
empuñando la espada y albergando detrás del escudo y los ancianos ilustres, y luego los hombres del pueblO:
un corazón valeroso, apenas se trabe el combate. que se pondrán de acuerdo para honestos decretos.
Porque no está en el destino de un hombre escapar Que de palabra lo bueno y practiquen lo justo
o In muerte, nl aunque su estirpe viniera de dioses. en todo, y que nada torcido maquincn en es ta ciudad.
A menudo rehúye alguno el combate y el son de los dardos, Y al conjunto del pueblo le atañe el poder y el triunfo.»
se pone a cubierto, y en casa le alcanza la muene fatal. As! en este asunto le habló entonces Febo al pueblo.
Pero ése no va a ser recordado ni amado por el p..eblo,
l (6, 7 D)
y al o tro, si ene, Jo lamentan el grande y el pequeño.
P ues u toda la gente le invade la nosmlgia de un bravo Pues es hermoso morir si uno cae en la vanguardia
que supo morir. Y si acaso pe¡·vive, es rival de los héroes, cual guerrero valiente que por su patria pelea.
porque a su paso le nc.lmiran cual si fuet·a una torre del muro. Que lo más amurgo de todo es andar de mendigo,
acomete que valen por muchos, siendo él solo. abandontlndo la propia ciudad y fértiles campos,
y marcha1· al exjlio con padre y madre ya ancianos,
2 (3D) seguido de los hijos y de la legitima esposa.
Ahora se aceren el tropel de los Cimerios feroces. Porque ése será un extraño ante quienes acuda
cediendo a las urgencias de lo odiosa pobreza.
Afrento a su linaje y baldona su noble figura
T!RTEO 0 1! I!SPARTA
y toda clase de infamia y ruindad le persigue.
(Pl. alrededor de 640 a. C.) Si un va¡¡abundo asl ya no obtiene momento de dicha
ninguno, ni vergüenza ni estima ninguna,
t ( 1 D)
entonces con coraje luchemos por lo patria y los hijos,
... Avancemos trabando muralla de cóncavos escudos, y muromos sin escntimnrles ahora nuestras vidas.
marchando en hileras Panfilios, Hileos, y Dimanes, ¡Ah jóvenes, pelead con firmeza y codo a codo;
y blandiendo en las manos, homicidas, las lanzas. no iniciéis una huida afrentosa ni cedáis al espanto;
22 Pocs!a l!rica griega (vn-1v •· C.J Ylalbógrúot y elegiacos arcaicos 23

aumentad en vuestro pecho el coraje guerrero, Y se hinque en el suelo, mordiendo con los dien tes el labio
y no sintáis temor de hacer frente al enemigo! cubriéndose los muslos, las piernas, e.l pecho y los hombros '
Y a vuestros mayores, que ya no conservan ligeras rodillas, con el vientre anchuroso del escudo redondo.
a los viejos, no les abandonéis atrás al retiraros. Y en la derecha mano agite su lanza tremenda,
Vergonzoso es, desde luego, que cuiga en vanguardia y mueva su fiero penacho en lo alto del casco.
y quede unte los jóvenes tumbado un hombre ya madvro, Adiéstrese en combates cumpliendo feroces ])p?.·añas,
que tiene ya blanca la cabeza y canosa la barba, y no se quede, pues tiene su escudo, remoto a las flechas.
y queda exhalando su ánimo audaz en el polvo, Id todos al cue!'PO a cuerpo, con la lan?.a larga
con el sexo cubierto de sangre en sus manos o la espada her1d y acabad con el fiero enemigo.
- bochornoso espectáculo es ése y exige venganza- Poniendo pie junto a pie, apretando escudo contra escudo
y su cuerpo d esnudo. En cambio, todo es bello en un joven, penacho junto n penacho y casco contra casco, '
mientras lo flor Bamante de amable juventud posee. acercad pecho a pecho y luchad contra el contrario
Es admirado por los hombres y suscita amor en las mujeres manejando el puño de In espada o la larga lan?.a. '
mientras está vivo, y hermoso es si cue en la vanguardia. Y vosotros, tropas ligeras, uno acá y otro aiM,
As! que todo el mundo se afiance en sus pies agazapados de trÁs de un escudo, tirad gruesas ¡)iedrns
y se hinque en el suelo mordiendo con los dientes e l labio. Y asaetadlos con vuestras pulidas jabalinas,
permaneciendo cerca de los que portan armadura completa.
4 (ID)
Vamos, ya que sois del linaje de Herodes invencible, 5 (90)
tened valor, que aún Zeus no desvió de vosotros su rostro. No quisiera recordar ni evocar con elogios a nadie
No os espante ni asuste el tropel de enemigos, por su excelencin en correr o en la pelen de 1>uiíos
mas que cada soldado sostenga contra ellos su escudo, ni aun9ue tuviera la altura y la fuerza de un Cfclope,
y, sin tener en aprecio la vida, las Keres oscuras y venc1era en carreras al tracio Bóreas
de la Muerte acepte tan gratas como de sol. ni si fuera la figuru bello que Tit·¿no,
Sabéis cuán mortiferas son las hazafías del lúgubre Ares, y superara en J"iquezns 11 Midas y a Ciniras,
bien conocéis la furia del cruento combate, y más regio fuera que Pélope, hijo de Tántalo,
y fuisteis por turnos los perseguidores y los perseguidos, y una lengua más dulce que Adrasto tuviera
muchachos, hasta hartaros de acosos y huidas. y una fama cabal, mas careciera de ánimo de lucha.
Los que se at reven, en fila cerrada, a luchnr Que no hay hombre de valer en el c11mpo de guerra
cuerpo a cuerpo y a avanzar en vanguardia, más que el que osa presenciar In matanza sangrienta
en menor número mueren y salvan u quienes les siguen. y se lanza enfrentarse de cerca al feroz enemigo.
Los que tiemblan se quedan sin nada de honra. Esa es In VIrtud, esa entre los hombres la móxirna gloria,
Nad ie acabarla de relatar uno a uno los daños y el hermoso premio al alcance de nn joven guerrero.
que a un hombre le asaltan, si sufre la Infamia. Un bien co mún a la ciudad y al pueblo entero es
Pues es ngrndnble herir por detrás de un lnm:nzo el hombre que, er11uldo en vangu ardia, se afirma
al enemigo que escapa en la fiera refriega; sin descanso, y olvida del todo la fuga infmnante
y es despreciable el cadáver que yace en el polvo, exponiendo su vida y su ánimo audaz y sufrido; '
atravesado en la espalda por punta de lanza trasera. y enardece con sus palabras al que combate a su lado.
Así que todo el mundo se afiance en sus pies, Este es el bombre que resulta valioso en la guerra.
24 Poe.!a llrica griega (vn-rv a. C.)
Yllllb6grofos y elegíacos arcaicos
Y pronto las feroces fal:lllges de los enemigos rechaza, IIIWl. Conoció la guerra corno un menester penoso, oo como e! lugar
y con su esfuerzo detiene el oleaje que trae la batalla. ck: !as hazaílas heroicas. Cumta en un04 versos que hicieron Íll{l)()$0 tu
Pero a quien en vanguardia caldo In vida perdiera, cinismo cómo escapó ck: un combate tros arrojar el escudo. Es significa-
tras dar gloria al país, a sus gentes y a su padre, tiva su desenvoltura al confesar tan bochornoso acto. (El escudo es, en la
traspasado cien veces de frente, a tmvés de su pecho t4ctica hopUrico, el arma que protege el flanco del compañero inmediato,
el emblema del coraje del guerrero, que nunca debe: perderse. cVolvcd
y del escudo de forma de ombligo y su coraza, con el escudo o sobre el cscudo», se dccfn Cll Esparta.) Al poeta, pr¡¡g·
a éste lo lloran lo mismo los viejos que los jóvenes m't.ico, le interes.oba salvaguardar su vida, no el código del honor ni el
y con hiriente nostalgia lo añora su pueblo en conjunto. renombre.
Y su tumba y sus hijos son entre los hombres famosos, En umores fue desdichado. Un tal Licnmbes le negó, faltando n ao·
tedores promesas, lo muno de su hijo Neohuln, que Arqullooo amaba. Se
y los hijos de sus hijos y toda su estirpe futura. vengó insulhtndo t1 la ftiiDiUn con tnl ferocldnd <¡ue, según la leyenda, el
Jamás su noble fama se extinguió ni su padre y sus hijas se ahorcaron pura esc.npur ul c•curnio. Con buenas ru·
sino que aunque esté bajo tiena, se hace inmonal 1.oncs personales, el poeta pondera como gmn virtud l" ecuanimidüd, d
el que ha destacado en saber resistir y en pelear tnlnntc sereno nme Jos embates del azar. J3astardo y mercen11rio, con su
sentir acerbo y desarraigado, ArquJJooo irrumpe en In poesía con perso-
por su tierra y sus hijos, a quien el cruel Ares matara. nalidad inconfundible, al macgcn de Jos convencionalismos nrístocráticos.
Mas si escapa a la Ker de una muerte doliente, Los antiguos le atribuyeron la invención del yambo, verso poco noble,
y victorioso consigue que su lanza el flamante triunfo, no apto para la épica, si para los coloquios drumliticos, poro los burlos
todos le honr:lll, los jóvenes como los viejos, a un tiempo, y la dúra vulg11r. En yambos y clc¡¡lu dejó tcnimonio de su yo dolim-
y habrá vivido con mucha ventura antes de irse al Hades. tc y de su palabt11. mordaz.
Al envejecer destaca entre sus conciudadanos y nadie
se atreve a faltarle en su honra y su derecho. 1 (1 D )
Todos a un tiempo, los jóvenes y los de su edad, Soy yo, a la vez, servidor del divino En.ialio
y aun los más viejos, le ceden su asiento en los b:lllcos. y conocedor del amable don de las Musas.
Que ahora intente todo hombre la cumbre de esa virtud
con su cora je alcanzar, y que nadie flojee en la gue t•ra. :z (2 D)
En Jo tengo mi pan negro, en lu Junza
6 (18 D) mi vino de lsmaro, y bebo apoyado en mi lanza.
¡Adelante hijos de los ciudadanos de Esparta,
la ciudad de los bravos guerreros! 3 (6 0 )
Con la i?.quierda embrazad vuestro escudo Algún Sayo alardea con mi escudo, arma sin tocha,
y la lanza con audacia b!:llldid, que tras un matorral abandoné, a pesar mio.
sin preocuparos de salvar vuestra vida; Puse a salvo mi vida. ¿Qué me importa el tal escudo?
que ésa no es cosrumbre de Esparta. ¡Váyase al diantre! Ahora adquiriré otro no peor.

4 (3 D)
AIIQUÍI, OCO DE PAROS
No se van ya o tensar muchos arcos ni frecuentes
(PI. alrededor de 6)0 a. C.) hondas, cuando o contienda Ares convoque en el llano.
De espndns será muy quejumbrosa In tarea.
Hijo de un noble pario y de unn esclnvn, hubo de emigt11.r de su Que en ese género de lucha son expenos ellos,
rocoso ialo noto! poro ganorae la vida, como soldado de fortuna, con su
los dueños de Eubea, afamados por sus lanzas.
26 Poesla llrica griega (vn-rv 1. C.) Yambógra(os y elegiacos arcaicos 27
5 (5O) 13 (19 0 )

Anda, con el copón recorre los bancos de remeros Uoro las desgracias de los Tasios, no los de los Magnesios.
de la rauda nave, y destapa las jarras panzudas.
14 (20 0 )
Y escancia el vino rojo hasta el fondo de heces.
Pues no podremos soportar sobrios esta guardia. No me importan los montones de oro de Crises.
Jam!ts me dominó la ambición y no anhelo
6 (11 O) el .poder de los dioses. No codicio una gran tiranía.
Ocultemos los penosos presentes del soberano Posid6n. LeJos está tal cosa, desde luego, de mis ojos.
7 (7 0) 15 (67a D)
Tus fúnebres quejas, Pericles1 ning(m ciudadano Corazón, corazón, de irremediables penas agitado,
ni tampoco la dudad, fiestas. ¡álzate! Rechaza a los enemigos oponiéndoles
Tales eran aquellos que las olas del mar bravío el pecho, y en las emboscadas t·raidoras sostente
sepultaron. Hinchados por las penas tenemos con firmeza. Y ni, al vencer, demasiado te ufanes
los pulmones. Pero los dioses, amigo mio, ni, vencido, te desplomes a sollozar en casa. '
establecieron como droga para males sin remedio En las alcgrias alégrate y en los pesares gime
la firme resignación. Ya uno, ya otro los liene. sin excesos. Advierte el vaivén del destino humano.
Hoy nos tocó a nosotros, y una sangrienta herida
lloramos. Luego alcanzará a otros. Conque al punto 16 (58 O)
resignaos y dejad ese llanto de mujeres. A los dioses atribúyelo todo. Muchas veces levantan
de las desdichas a hombres echados sobre el oscuro suelo·
8 (80) y muchas veces derriban y tumban punza arriba '
Todo al hombre, Pericles, se lo dan el Azar y el Destino. a quienes caminan erguidos. Luego huy muchos daños
y uno yerra falto de sustento y en desvHt·lo de mente.
9 (90)
Nad ie que de chismorreos del vnlgo se preocupe, 17 (68 0)
Es!mida, podrá gozar de muchos moment·os felices. El ánimo de los hombres, Glauco, hijo de Leptines
10 ( lO 0 ) se ajustn al día que Zeus a los mortales depara, '
y piensan según les conviene en sus circnnst·ancias.
Porque ni llorando remediaré nada, ni nada
empeoraré dándome a placeres y festejos. 18 (64 0 )
11 (13 0 ) Ningún ciudadano es venerable ni ilustre
Glauco, un mercenario es amigo sólo cuando lucha. cuando ha muerto. El favor de quien vive preferimos
los vivientes. La peor parre siempre toca al muerto.
12 ( 18 0 )
19 (74 0 ) El eclipse
Esta (isla de Tasos) como un espinazo de asno
se encrespa, coronada de un bosque salvaje. Ningún suceso hay ya inesperndo, ni increíble
... Que no es un lugar hermoso ni atractivo ni mm·nviUoso, cuando Zeus, Padre de los Ol!mpicos
ni mnable cual el que surcan las aguas del Sir!s. de un mediodra hizo noche, ocultando la luz '
28 Poeslo Urica griega (vu-1v 11 . C.) Yambó¡¡rafoc y clc:glacos arcaicos 29

del sol brillante. Húmedo espanto sobrevino a las gentes. 25 (25 0)


Desde entonces cualquier cosa resulta creíble y esperable Juguctcaba ella con un ramo de mirto
a los humanos. Ninguno de nosotros se admire al verla. y una linda flor del rosal ...
Ni si las bestias agrestes truecan con los delfines Su melena
el pasto marino y tienen por más gratas que la tierra le aureolaba de sombra los hombros y In frente.
las olas resonantes del mar, y aquéllos prefieren el monte.
26 (26 0)
20 (53 0 ) ... De su perfumado cabello y su pecho
O lvida Pnros, y aquellos higos y el vivir del mar. hasta un viejo se habría enamorado.
27 (112 0)
21 (54 0)
Tal ansia de amor me envolvió el corazón
Asl en Tasos confluyó la basura de toda Grecia. y densa niebla derramó sobre mis ojos
robando de mi pecho el suave sentido.
22 (60 0 )
No quiero un general alto y bien plantad? 28 (104 0)
ni ufano de sus bucles y esmerado en afeues. Yu.go, infeliz, por la pasión vencido,
Por mf, ojalá sea un tipo pequeño y patizambo sin vida, hasta los huesos traspasado
que se mantenga firme en sus pies, todo corazón. de fieros dolores que los dioses me envían.

22 (61 0) 28 ( 118 O, 120 0)


Siete son los muertos, que a In carrera alcanzamos, Pero el perturbador deseo me domina
y los ma todo res somos mil ... y no me cuido de yambos ni placeres.

23 (55 0 ) 30 (71 0 )
¡Que no se cierna sobre csw isla In roca de Tántalo! Ojalá que pudiera tocar la mano de Neobuln ...
31 (72 0 )
23 (56 0)
Y caer, presto a la acción, sobre el odre
Glauco, mira. Ya el mar profundo en olas se encrespa y aplicar el vien tre al vienue y mis muslos a sus muslos.
y un alto nubarrón se eleva en los Giros,
indicio de tormenta. Nos ataca, de 1mprov1so, el terror. 32 (29 0 )
No he celebrado, padre Zeus, el fesún de mis bodas.
24 (78 0 )
Bebiste vino abundante y sin mezcla. 33 (88 0)
y no aportaste siquiera tu parte, Padre Licambes, ¿qué es lo que tramaste?
ni viniste invitado, como amigo, ¿Quién perturbó tu entendimiento?
sino que tu vientre extravió a !ll mente. estabas en tus cabales. Pero ahora eres
y te nrrnstró a la desvergüenzn. en la ciudad gran motivo de bu rla.
JO Poesfa Urica grlep (vn -tv a. C .) Yamb6grafoe y elegiaco• arcaicoe }1

34 (89 0) 44 (84 O)
Cicrtu fábula huy que asl cuenta: Zeus entre los dioses es adivino que nunca miente,
que una vez la zorro y el águila trabaron amistad ya que él mismo determina el final.
como vecinos.
45 (120 O)
l5 (94 O)
¡Ténela! ¡Salve, gran vencedor, Heracles Soberano!
¡Oh Zeus, Padre Zcus, tuyo es e:! poder en los cielos, ¡Ténela! ¡Gran vencedor, tú y Yolao, dos bravos guerreros!
y tú observas los hechos de los hombres,
¡Ténela! ¡Salve, gran vencedor, Heracles Soberano!
criminales o justos, y a ti incluso te atañe
la desmesura y la justicia entre las fieras !
SI;MÓNIDES DE AMOIIGOS
36 (IOl O )
(FI. alrededor de 6)0 a. C.)
Muchos trucos conoce la zorra, pero el erizo uno decisivo.
Si bien el frimer fraamento de Semónide:s comenta un famoso verso
37 (66 O) de Homero (/ ., VI, 146), •el poeta de Qufos• -como en d final del
Sé sólo unn cosa importante: responder 1llmno a A polo--, el senrido de sus poemas está mucho más en la linea
con daños terribles o quien daños me hizo. de In poesla hesiódiea. E l aspecto sentcndoso y el tono pesimista de
sus elcglns van acompafindos de un cierto afán didáctico, que entronca
con In vivencia personal del poeta, testigo resignado de uno época dura.
l8 ( ll l O, 114 O) Tanto en su consejo de cosechar el placer en los limitados márgenes de
Yn no tienes en flor tu suave pieL Que ahora lo existencia humano , como en su visión de In triste suerte común de los
se marchita, y lo arrasa el surco de In triste vejez. effrueros mortales, se expt·esn una {'Onciencia del tiempo y del dolor iocvi·
table muy carncterfstlcn de su momenw.
Su famoso poema yámbico, el de las muieres (fr. 7), que tO<:a
39 (27 O) un temo de posibles nntccedentes trndldonales y un tanto tópico (se halla
No deberlos unturtc con perfumes, vieja como eres. también en FO<:Uides, poeta algo posterior), recuerda, de un Indo, la fdbu-
la, en cuanto también aquf se establece unn relación entre caracteres hu·
40 (88 Ad) manos y conductas de nlgunns t:species nnlmnles, y, de otro, la concepción
¡Gordo, l'nmera, prostituto abominable! de H eslodo sobre lns vcntnjns y desventajas de las mujeres. También esto
visión se halla lejos de In mds cortesana y cnbnJicrcsca de la épica he-
roica , donde la bdlezo femeni nn y In gracia >«:ñorial eran las virtudes m4s
41 (75 0)
nocables de U11R csposn. Desde eNte enfoque mcls proletario, referido a un
Escucha, HefesLo soberano, mi ruego, y mi aliado mundo de penuria, de trabajo ('Onstante y de hombre y mist:ria, las mu-
sé propicio, y dome los favores q ue tú otorgas. jeres resultan considerados mucho mds duramente. S6lo la Wja de la
abeja, laboriosa y collado, vale paro una vida común feliz. Como la besíó-
42 (76 0) dica Pondoro, lo mujer resulta un ser ambiguo, dañino y seductor, pero
loe riesgos y toras femeninos son mucho m;b abundantes que sus dudosoo
Siendo yo mismo el gula del peán beneficios.
al son de la Rauta de Lesbos ...
4l (77 O) 1 (290)
Cómo marcar el inicio del bello como del divino Dioniso, Esto es lo más bello que dijo el hombre de Qwos:
el ditirambo, sé yo, cuando el vino fulmina mis entrañas. «Cual la generación de las hojas, asf es la de los hombres.•
J2 Poesla llrica griega (vn-Iv a. C.l Yamb6¡¡núos y elegiacos an:aicos }J

Pocos mortales, en efecto, acogen en su oldo este verso l (20)


y lo depositan en su pecho. Pues quedo en coda uno la espe- I?e quien murió no nos preocuparíamos,
que en el com;¡ón de los jóvenes armiga. rrnnza SI h1éramos sensntos, más de un d ía.
Mientras conservfl un mortal la flor muy deseable de la juvenmd,
4 (l D)
tiene un ánimo li gero y piensa muchos desatinos.
Porque no recela que ha de envejecer y morir
ni, al estar sano, ti ene preocupación por lo fatiga.
1.argo
. . tiempo tenemos de esta r muertos
y vtvLmos muy mal un corto número de mios.
.
Necios quienes tienen tal estado de mente y desconocen
cuán corto es el tiempo de !a juventud y el vivir. 5 (4 D)
de los hombres. Pero tú apréndelo, y hasta el fin de tu vida Del todo cxemo de reproches y desdichas nadie.
atrévete a gozar de los bienes que el vivir te depare.
6 (6D)
2 (l D) Ningunn cosa se lleva como botfn un hombre
mejor que una buena mujer ni peor que uno mala.
Hijo mfo, el retu mbante Zeus domina el fin
de todo lo que es y lo dispone como quiere. 7 (7 0)
Los hombres carecen de entendimiento. Pues al dia De modo la divinidad hizo e l talante de la mujer
vivimos como bestias, del todo ignorantes desde un comtenzo. A la una la sacó de la hispida cerda:
de cómo la divinidad hará concluir cualquier asunto. en su casa está todo mugriento por el fango,
La esperanza y la persuasión alimentan a todos en desorden y rodando por los suelos.
mientras se lanzan a lo irrealizable. Unos aguardan Y ella sin lavarse y con vestidos sucios,
a que lleg\le un dla, otros a que rueden los afios. revolcándose en estiércol se hincha de grasa.
Para el próximo no hay hombre que no espere A otra la hizo Dios de la perversa zorra
hacerse intimo d e In riqueza y los bienes. que lo sAbe todo. No se le
Pero a uno se npresura la vejez odiosa n utrapodo madven1do nada de lo malo ni de lo bueno.
antes de que ll egue a su meta. A oti'OS penosas dolencias De las mismas cosns muchas veces dice que wu1 es mala
Jos consumen. A otros, sometidos por Ares, Y otras que es buena. Tiene un humor diverso en cada
los despacha Hades bajo la negra tierra. Otra, de la perra snJió: gruñona e impulsiva,
Otros, en alta mar, zarandeados por In tormenta que pretende olrlo todo, sabérselo todo,
y va por todas partes fisgando y vagando
y los muchos embates del purpúreo oleaje,
y ladra de continuo, aun sin ver a nadie.
perecen, cuando en vano tratan de sobrevivir.
la C?Otencr su maddo, por más que la amenace,
Otros se cuelgan de un lazo, en triste destino, n1 aunque, n·rttado, le parta los dientes a ped1·adas
y por propia decisión dejan la lu:.: del sol. ni tampoco hablándole con tcrnurn '
Así que nada hoy sin daños, sino que incontobles
son las formas de muerte e imprevisibles las penas . .
ni. siquJera cuando está sentada cod
extraños· .
sino que mantiene sm pausa su irrestañnble lndi'R I',
y las calamidades de los hombres. ¡Pero ojalá me escucharan! A la moldearon los Olfmpicos del barro,
No anhelaríamos las desdichas ni al encontrarnos y la d1eron a! hombre como algo tarado. Porque ni el mal
entre duros dolores nos desgarraríamos el ánimo. ni el bien conoce una mujer de esa clase.
2
34 Poesla lírica griC8" (vn-JV a. C.l Yamb6grafos y e lcgfacos

De lns lnbores sólo sabe una: comer. Cada dln se lavo la suciedad hasta dos veces,
Ni siquicrn cuando Dlos envla un mal invierno, e incluso tres, y se unta de perfumes.
por m1ls que tirite de fdo, acerca su bam¡ueta al fuego. Siempre lleva su cabell o bien peinado,
Otra vino del mar. Esta presc::nta dos aspectos. y cardado y adornado con nores.
Un d!a r!c y está radiante de gozo. Un bello espectáculo es una mujer asi
Cualquiera de fuera que la vea en su hogar la elogia: para los demás, para su marido una desgracia,
«No hay otra mujer más agradable que ésta como no sea algún tirano o un personaje
ni más hermosa en 10da la rierra.» de los que regocijan su ánimo con tales seres.
Al otro dfa está insoportable y no deja q ue la vean Otra viene de la mona. Esta es, sin duda,
ni que se acerque nadie; sino que está enloquecida la mayor cnlamidad que Zeus dio a los homb¡·es.
e inabordable entonces, como una perrn con cachorros. Es felsimn ele ca1·a. Semejante mujer va por el pueblo
Es áspera con todos y motivo de disgusto como objeto de risa para todo la gente.
resulta tanto a enemigos como a íntimos. Corta de cuello, apenas puede moverlo,
Como el mar que muchas veces sereno va sin trasero, brazos y piernas secos como palos.
y sin peligro se presenta, alegria grande a los marinos, ¡Infeliz quienquiera que tal fealdad abrace!
en épocn de verano, y muchns veces enloquece Todos los trucos y las trampas sabe
revolvi éndose en olas de sordo retumbar. como un mono y no le preocupa el ridículo.
A éste es a lo que más se parece tal mujer No quiere hacer bien a ninguno, sino que lo que mira
en su carácter: al mar que es de índole inestable. y de lo que codo el día ddibcm es justo esto:
Otra procede del asno apaleado y gris, c6mo causar a cualquiera el mayor mal posible.
que a duras penas por la fuerza y tras Jos gritos A orra la sacaron de la abeja. ¡Aforruoado quien la tiene!
se resigna a todo y trabaja con esfuer.lo Puc.-s es la única a la que no alcanza el reproche,
en lo que sea. Mientras tanto come en el establo y en sus manos florece y aumenra la hacienda.
toda lo noche y todo el dln, y come ante el hogar. Querida envejece junto 11 su nmaote esposo
Sin embargo, cuando se trnta del acto sexual, y cr!a uno fumilin hermoso y renombrada.
accpw sin más a cualquiera que venga. Y se hace muy ilustre entre todas las mujeres,
Y otra es de la comadreja, un linaje triste y ruin. y en torno suyo se derrama una gracia divina.
Pues ésta no posee nada hermoso ni atractivo, Y .oo le gusta sentarse enrre otras mujeres
nada que cause placer o amor despierte. cuando se cuelltan historias de amorfos.
Está que desvaría por la unión de Afrodita, Tales son las mejores y más prudentes
pero ni hnmbre que la posee le da náuseas. mujeres que Zeus a Jos hombres dtpnra.
Con sus hurtos causa muchos daños a sus vecinos, Y las demás, todas ellas existen por un rruco
y a menudo devom ofrendas destinadas al culto. de Zcus, y as( permanecen junto a los hombres.
A otra lo engendró una yegua linda de melena. Pues éste es el mayor mal que Zeus creó:
Esta evita los trabajos serviles y la fatiga , las mujeres. Incluso si parecen ser de algún provecho,
y no quiere tocar el monero ni el cedazo resultan, para el marido sobre todo, UJl daño.
levanta ni la basura saca fuern de su casa, Pues no pasa tranquilo nunca un día entero
ni siquiera se sienta junto al hogar para evitnr todo nquel que con mujer convive,
el ho\lln. Por necesidad se busca un buen mnriclo. y no ''" 11 rechazar rápidamente de su cnsu al hambre,
POC31a llric::a griega (vu-tv o. C.) Yambógrafos y clesfacos arcaico.
J7
odioso compañero del hogar, dios de mal temple. De agobian su mente tristes presentimientos
Cuando piensa un hombre gozar de mejor ánimo y no dtsfruta ya al contemplar los rayos del sol
en su hogar, por gracia de los dioses o fortuna humana, o::.n.tonces od.ioso a Jos niños, y desprec:inble u'las mujeres.
encuentra ella un reproche y se arma pnru la bata.Ua. i lan hornble unplantóla divinidad la vejez!
Pues donde hay mujer no puede recibirse con agrado
ni siquiern o un huésped r.,¡uc acude a la cosn. 2 (2 O)
La que parece, c:n efecto, que es la más sensata,
esa resulla ser la que más ofende a su marido, cual las hojas quecrfa la estación florída
y mientras anda él de pasmarote, sus vecinos de apenas se difunde a los rayos del sol,
se ríen a su cosra, viendo cuánro se equivoca. a por breve tiempo gozamos de flores
Cada uno hará elogios recordando a su propia stn conocer por los dioses ni el mal
mujer, y censuras cuando evoque n In de otro. m el btcn. Pero al Indo se presentan las Kcres oscuras
iY no advertimos que es igual nuestro destino! lu una con el embo?,o de la funesta vejez, '
Porque éste es el mayo1· mal que Zeus creó, la otra con el de la muerrc. Un inst:tnte dum el fruto
y nos Jo echó en torno como una argolla irrompible, de ln juventud, mientrns se cspal'ce sobre la tierra el sol.
desde la época aquella en que Hades acogiera Mas apenas ha pasado esa sazón de la vida,
a los que por causa de una mujer se hicieron guerra. entonces resulta mejor estar muerto que vivo.
entonces asaltan el ánimo. Unas veces el hogar
se arruma y los duros acosos de In miseria.
MIMNERMO OC COLOFÓN Otro, en camb1o, carece de hijos, y con ese 1tnsin extrema
(FI. alrededor de 6JO a. C.) emprende bajo tierm su camino hacia el Hades.
A Otro le apresa uno angustiosa enfermedad. Ninguno
Parece que Mimncrmo compuso un largo poemo de tono épico sobre entre los hombres hay n quien Zeus no le dé muchos males.
In fundoción de Esmi(nn y las luchas e11 la zonn costero de Asia Menor,
tht1h1do la Llsmil'llcida, del yue uos quedan c> iguos restos . .Pero lo que 3 (4l>)
b.izo a nuestro poctn muy apreciado Incluso de los alejandrinos íucron
sus poemas erólit'OS, recogidos en su libro No111tO, dedicado a una cone· A Titono le dio Zeus como gracia un mal eterno:
saoa de tal nomhre. Calimaco calificó a Mimncrmo de «dulce•, por esn la vejez, que es mucho peor que la espantosa muerte.
sensibilidad para el amor delicado y por ese apasiolll!do decir
que es novedad en este elegiaco. junto a ese tono erótico destaca en él
el sentido cnsí trdgico del tiempo fugaz, del plocer que se esfuma pronto, 4 (S l>)
de lo vida condenada a la pronta ruina fls•ca. El hedonismo y el pc:si·
mismo confluyen en esta poe$la melaocólico. Pero dura un tiempo muy breve como un sueño
la preciado. Luego, y deforme, '
1 ( 1 0) la ve¡ez sobre nuestro cabeza está pendiente
¿Qué vida, qué placer hay al mm:gen de In áurea Afrodita? odiosa al par que infame, que desfigura al
Morirme quisiel'a cuando ya no me importen y. envolviéndole, daño sus ojos y su mente.
el furtivo amorro y sus dulces presentes y el lecho,
las seductoras flores que da la juventud 5 (6 0 )
a hombres y mujeres. Pues más tarde ncudc penosa Ojalá que, sin enfermedades ni penas angustiosas,
la vejez, que a un tiempo feo y débil deja al hombre. a los sesenta aiios me alcance la muerte fatal.
38 Poesía llrica srícga (VU•lV •• C.) Yambógrafos y elegiacos arcaicos 39

6 (100) Dale a Hiponacte una capa y una camisiUa,


Helios, pues, consiguió su taren para todos Jos días, unos sandnlitas y unas pantuflillas y unas
y jamás se le ofrece descanso ninguno, ni a él sesenta estateras de oro de la casa de enfrente.
ni a sus caballos, en cuanto la Aurora de dedos rosáceos ... Dale una capa a Hiponacte, que tirito mucho
abandona el Océano y asciende hasta el cielo. y me castañetean los dientes de frlo ...
A é l sobre el mar lo transporta su lecho encantado,
cóncavo, moldeado por las manos de Hefesto, 2 (25 0)
de oro precioso, provisto de alas, sobre las ondas dc.:l agua; Porque a mi no me diste todavía un manto
durmiendo plácido viaja desde el país de las Hespérides grueso, remedio del frío en üwiemo,
a In región de los Etiopes, donde su raudo c1arro y corceles ni cubriste mis pies con gmesas pnntullns,
le aguardan , en tanto npnrecc lu Auro a;a nacida en el alba. paro que no me salgan sabañones ...
Y entonces se sube a su carro el hijo de H ipedón.
3 (28 0)
1 (1 1 O) A mi Pluto -que es demasiado ciego--
Nunca el gran vellocino habda Jasón rescatado jamñs vino a mi casa a decirme: «Hiponucte,
de Ea, cumpliendo hasta el fin su doliente aventura, te voy a dar treinta minas de plata y otras
triunfando en la ardua empresa del violento Pclias, muchas cosas encima.» Es flojo de moUera.
y ni siquiera habrían llegado a la bello corriente de Océano
4 (42 0 )
{los Argonautas, de no contar con el favor de Afrodita)
... n la ciudad de Eet·es, donde los rR)•Os del Sol ve.loz A las desdichas abandonaré mi alma muy quejumbrosa
se guardan en una cámara de oro, al borde del mar si es que no me mandas a toda prisa un medimno
Océano, adonde marchó en su viaje el divino Jasón. de cebada, para hacerme con sus harinas sopa
de gachas que beber como remed io a la mi seria.
S (40)
HlrONAC'I' P. DE EFESO
(Fl. alrededor de )40 a. C.) Le gritó al hijo de Maya, al Príncipe de Cilene:
... «Tlcrmes ahorcaperros, ll11mado en meonio Candaules,
compadre de los ladrones, ven con migo n ch illarles.»
De los yarnbos de Hiponocae, pocrn mendicante y desvcrgonz.1do nos
hnn llegado breves y pintorescos fro¡¡meruos muy mutilados. Empleaba
palabras. y exótic•s y g_usaobu de la obscenidad y la evocación 6 (66 0 )
del picaresco. en que vrvfo, como un precursor de los panbiros Con poco tino piensan los que hnn bebido puro vino.
dd Satmcón_ de Peuonro, como un remoto anac:ccdcnre de Villon y tantos
110e1as callc¡cros. Recurre a la parodio del estilo elevado y uúliza un
verso caracterfsúco: _d colinmbo, o «yambo cojo», que tiene una
cadenero burlona. Es una Msuma no snbc:r m;ls de este tipo desharrapado SOLÓN DE ATENAS
y prccfnico.
(Fl. alrededor de 600 a. C.)
1 (24 0)
Solón, que debió de nacer hacia el 640 •· C. y murió después del 560,
Hc rmes, querido Hcrmes, hijo de Muyn, nacido de Cilene, yR en tiempos de l• tiranla de Pislstr<IIO, e• uno de los grnodes figuras
a ti te suplico, que de modo tera-ible tirito de frío ... ele l• época arcaica. Polltico y legislador, viajero y poeta, mereció ser
40 Poesla l!rica griega (VTT-tv a. C.) Yambógra!os y elegiacos arcaicos 41
contado, índiS<-utibl=cntc, entre: los Siete Sabios. Su obra poética es, en en primavera, que tras revolver el hondón del mar
buena parte, un comentario de su actuación pOlítica: un teStimonio y estéril y de enormes olas, y arrasar en los campos de trigo
una justifiCGción también. Si los reformas de Solón no satisfacieron a
muchos de los que se h.1blno Jx,cho ilusiones de un cambio radien! y los hermosos cuiLivos, alcanza el sublime hogar de los dioses,
pOr c:llo abrieron c.•uce o In polfricn del tiruoo Pisistnno, signHicnron mu- el cielo, y deja luego el aire con aspecto sereno,
cho, sin embargo, para asentar las bases de In constitución democrático y brilla el (ulgor del sol sobre la férti l tierra,
de Atenas y paliaron una tremenda crim social, al aboUr Jo esclavitud hermoso, y no queda ya ni una nube a la vista-
por deudos y contener el poder de los olignr<:ns. En sus dos clegíns más
extensas, la dedicada A las MIISIIS y In ud Buen Gobicmo (Etmumla), us( aporece el castigo de Zeus. Que no en todo momento
Solón traza los esquemas bdsicos de su modo uc pensnr: respeto o lo. es de pronta cólera como un individuo mortal.
Justicin, In Dike, que siempre se imrx>nc, y t•echozo de la rique-u y los. Pero no se le ocu lta por siempre quien tiene un perverso
excesos injustos. Con ello se halla en In IJneo religiosa trndiciolllll que coraz6n; y de uno u otro modo al final lo evidencia.
nprcdn ante todo In sopbro.r'Yna y dctesl'n lo byhris. E mrc el bnndo de
los oli¡¡nrcas y el de los dcmclct·nws cxnre,·hndos $olón se intc 1·pone, «como Conque uno al instante paga, y otro después. Algunos escapan,
lindero entre los dos fre ntes en guerra., y snbc no caer en la tentación ellos, y no les alcanza la Moira futnl de los dioses,
de nsumir la riranía. Unos versos (fragmentos 17 y 18) le sirven paro ex- pero ésta llego en cualquier forma más tarde. Y sin culpa pagan
poner, con indudable orgullo, esto firme t-onvicción en la rectitud de su sus delitos sus hijos o su descendencia mÁs tarde.
actuación. Para los {l"iegos fueron los poetas los educadores del pueblo.
Sol6n es un claro e¡cmplo del valor ¡x>lftico de la poesía. En su de¡¡(a Mas los hombtes, tanto d ruin como el bueno, pensamos asl.
R las Musas no les pide la memoria de las dd pasado ni una Cada uno mantiene una elevada opin.ión de sf mismo
IIO'Z irrcstttñablc, sino éxito corresponde a su comportamiento al hasta que sufre su daño, y entonces se queja. Pero basta esto
servicio de la ciudad y de las normas de nos regocijamos, pasmados, con vanas esperanzas.
Aquel que está abrumado por en(ermedndes tremendas
1 (1 D ) Atu M uaa piensa que va n tener en seguida salud.
Espléndidas hijas de Zeus del O limpo y de Mnemósine, O tro, que es cobarde, se cree un valiente guerrero,
Musas de Pieria, escuchadme en mi ruego. asf como hermoso quien no tiene una bella figura;
Dadme la prosperidad que viene de los dioses, y tenga el Ott·o, que es pobre y al que su miset:ia agobia,
unce los hombres por siempre un honmdo renombre, pienso en conseguir de cualqu ier forma un montón de riquezas.
que de tal modo sea a mis amigos dulce mi enemigo amargo; Se esfuet·zn cada uno de un modo. El uno, va e rrante
rcspctudo por unos, terl'lble n los otros mt persona. en lns naves, tratando de llevar 11 su hogar la ganancia,
RiqltC'ats deseo tener, mas adquirirlas de modo injusto por el a lta mar rica en peces, arraw·ado por vientos terribles,
no quiero. De cualquier modo llega lu ego la justicia. sin disponer de resguardo ninguno a su vida.
La abundancia que oft·ecen los d ioses le resulra al hombre Otro, labrando la t.ierra de cu ltivo el año entero,
segura desde el último fondo hasta In cima. es un siervo a jornal, de los que tras los curvos arados se afanan.
Mas la que los hombres persiguen con vicio, no les llega Otro, experto en las artes de Atenea y del hábil Hcfcsto,
por orden natural, sino arrafda por injustos manejos, con manos de artesano consigue su sustento.
les viene forzada y pronto In enturbia el Desastre. Otro, instruido en sus dones por las Musas Olfmpicas,
Su comienzo, como el de un fuego, nace de casi nada, como conocedor preciso de tan envidiable saber.
de poca monta es ni principio, pero es doloroso su final. A otro lo hizo adivino el dios certero Apolo,
Porque no les valen de mucho o los hombres los actos de in- y sabe prever la desgt·acia que n un hombre ameoa?.a,
[justicin. sí le inspiran los dioses. Aunque de ningú n modo
F!.s que Zeus vigila el fin de toda$ lns costls, y de pronto ni el presagio ni los sacrificios evitan lo fnllll.
- como el viento que al ínswnte disperso los nubes Otros ejer·cen el at:te de l?eón, el de muchos remedios,
42 Poc:sla Urica griep (vn-Jv a. C.) Yamb6grafos y cleslacos arcaicos 4}

los médicos, que ignoran el .fin de su acción: Porque no saben dominar el hartazgo ni orden poner
muchas veces de una pequeña molestia dedvn un gran dolor a sus acruales uiunfos en una fiesta de paz.
y nadie puede curarlo aplicando las drogas calmantes, .. . Se hacen ricos cediendo a manejos injustos.
en tanto que a otro, agitado por terribles dolencias, . .. Ni de los tesoros sagrados ni de los bienes públicos
lo sanan ul punto con sólo imponede las monos. se abs tienen en sus h\Jrtos, cada uno po•· un lado al pillaje,
La Moira es, en efecto, q uien da a los humnnos el bien y el mnl , ni siquiera respetan los augustos cimientos de Dike
y son inevitables los <.Iones de los dioses inmonales. quien, silenciosa, conoce lo presente y el pasado, '
En todas las acciones hay riesgo y nadie sabe y al cabo del tiempo en cualquier forma viene a vengarse.
en qué va a concluir un asunto recién comenzado. Entonces alcanza a toda la ciudad esn herida inevitable,
Así que uno que pretende obrar bien no ha previsto y pronto la arrastra a una pésima esclavitud,
que se lanza o un duro y enorme desastre, que despierta la lucha civil y la guerra dormida,
y a otro, que obró mal, le concede un dios para todo lo que arruina de muchos la amable juvemud.
la suerte del éxito, que contrarresta su propia torpeza. Porque no tarda en agostarse una espléndida ciudad
De .la riqueza no huy término alguno .fijado a los hombres; formada de enemigos, en bandas que sólo los malos aprecian.
pues ahorn ent re nosotros quien más bienes tiene Mienu·as esos males van rodando en el pueblo, hay muchos
el doble se afana. ¿Quién puede saciados a toJ os? de los pobres que em igran a tierra extranjera,
Las ganancias, de cierto, las dan a los hombres los dioses, vendidos y encadenados con cruclés argollas y lazos.
y de ellas procede el desastre, que Zeus de cuando en cuando ... Así la pública desgracia invade el hogar de cada uno,
envía como castigo, y ya uno, ya otro lo recibe. y las puertas del atrio no logran entonces frenarla,
sino que salta cl muro del patio y encucntm siempre
2 (2 D) Salamlna incluso a quien se esconde huyendo en el cuarto más remoto.
Yo mismo como heraldo he venido de nuestra querida Salamina, Mi corazón me impulsa a enseñarles n los atenienses esto:
ofreciendo mi canto, el arte de mis versos, en vez de un discurso. que muchísimas desdichas procura a la ciudad el mal gobierno,
... iQue•·rfa ser yo entonces Folegandrio o bien Sicinita y que el bueno lo deja todo en buen orden y equilibrio,
en lugar de ateniense, cambia ndo de patria! y a menudo npresu u los injustos con cepos y grillos;
Porqut: en seguida este dicho se va a propagnr por la gente: alisa asperezas, detiene el exceso, y borra el abuso,
«Ese es uno del Atica, de los que abandonaron Salamina.• y agosta los brotes de un progresivo desastre,
.. . Vayamos a $alamina, a luchar por la isla querida endereza sentencias torcidas, suaviza los netos soberbios,
y a apartar de: nosotros una infamia terrible. y hace que cesen los ánimos de discordia civil,
y calma la ira de la funesta disputa, y con Buen Gobierno
l (l D) Eunomla todos los asuntos humanos son rec tos y ecuánimes.
No va a perecer jamás nuestra ciudad por designio
de Zeus ni a instnncias de los dioses felices. 4 (4D)
T an magnHicn es Palas Atenea nuestra protectora, Lo advierto, y en mi ánimo se asientan las penas,
hija del mñs fuerte, q ue extiende sus manos sobre ella. al vc1: que la ticl'l·n mós vieja de Jonia decl ina ...
Pero sus propios ciudadanos, con actos de locura, 1
. .. n la codicia de plata y al excesivo orgu llo.
quieren destruir esta gran ciudad por buscar sus provechos, 1
Pero vosotros sosegad vues tro audaz corazón en el pecho,
y la injusta codicia de los del pueblo, a los que aguardan , vosotros que llegasteis al hanazgo de bienes sin cuento,
numerosos dolores que su ru por sus grandes abusos. y someted la ambición a medidas. Porque ni nosotros
1
44 lírica griega (vn-rv a. C.¡ Yambó¡¡mfos y elegiacos arcaicos 45

vamos a ceder ni os va a salir todo favorable. A quien en exceso se eXJ\Ita no es fácil contenerlo
... Pues muchos malos son ricos y hay buenos muy pobres; después, sino que es preciso pensar en todo esto ya ahora.
pero nosotros no vamos a cambiarles la riqueza
por nuestra virtud, porque ésta está firme siempre, 9 ( 11 0 )
y los dineros ahora uno y luego otro los tiene. Por los vientos se revuelve el mor. Pero si nadie
lo mueve, es lo más justo y sereno de todo.
5 (5 D)
10 (13 O)
Al pueblo le di toda la parte que le era debida,
sin priva de de honor ni cxagerur en su estima. Dichoso el que tiene hi.jos caballos solípedos,
Y de los que tenían el pode•· y destncoban por ricos, y pei'I'OS de caza y un huésped en pnfs ex t.rnnjero.
mmbién de éstos me cu idé que no sufrieran afrenta.
11 (14 0)
Me alcé ena1:bolando rni escudo en u·e u nos y otros
y no les dejé vencer a ninguno injustamente. En verdnd que por igual son ricos quien tiene mucho oro,
... Como mejor sigue el pueblo a sus jefes es cuando plata y campos de tierra que siembrn de trigo,
no va ni demasiado suelto ni se siente forzado. y caballos y mulos, y quien sólo se ocupa de esto:
Pues el hartazgo engendra el abuso, cuando una gran prosperidad de dar gozo a su vientre, su costado y sus pies,
acompaña a hombres cuya mente no está equilibrada. y disfrutar, si lo ocasión se lo ofrece, de una mujer
. . . En asuntos tan grandes es diffcil contentarles a todos. o un muchacho en sazón. A su tiempo todo es grato .
Ese es el colmo de ventura para el hombre. Pues nadie
6 (80) con todas sus muchas riquezas se vu hacia el Hades,
ni, ofreciendo rescate, se escapa a la muerte ni a duras
Y si habéis sufrido desastres por vuestra rui ndad, dolencias ni a la maldita vejez cuundo ella acude.
no achaquéis a los dioses las culpas de éstos.
Porque a esos seiiores los al:r.astcis vosotros al darles 12 (15 0)
sus guardas y por eso lograsteis infame No hoy ningún hombre feliz, sino qliC misernblcs
Y es que cada uno de vosotros comina con pasos de zorro, son todos los morrales que el sol desde lo alto contempla.
pero en todos reunidos reside un esplritu huero.
P ues atendéis a la lengua y palabras de un hombre artero, 13 (17 O)
y no reparáis en su acción, como si nada pasara. Del tOdo invisible a los humanos es el designio de los dioses.

7 (9 0) 14 (20 O)
Señalará a la gente mi locura un breve plazo de tiempo, Ahora me son gratas las obras de la nacida en Chipre
la señalará cuando se presente en público la verdad. y las de Dioniso y las Musas, que dnn a los hombres sus goce$.
15 (21 0)
8 (l O0)
Mucho mienten los nedos.
De la nube viene la furia de In nieve y el granizo,
y el trueno del claro re lámpago once; 16 (22 0) A Mlmnermo
por sus s•·andes hombres pet·ece la ciudad, y el pueblo Pero, si nún ahora me atiendes, suprime ese ve1·so,
e n su necedad se redujo a esclavo de un monarca. y no te enfades porque yo medité mejor que tú.
46 Poesfa lfdca griega (vu-1v a. C.) Yamb6grafos y oleg(acoo nrcoicos 47
Coni.(IIC córnbialo, poew gemil, y así canta: y otro injustamente, y a otros exiliados
«Que a los ochenta años me alcance mi destino mortal.» por urgente pobreza que: ya no hablabao
.. . Y no me llegue una muerte no llorada sino que a mis amigos la lengua del Atica, de: tanto andar errantes.
quiero dejar, cuando muera, dolor y Y a otros que a4uÍ mismo infame esclavitud
... Envejezco aprendiendo siempre muchas cosas. ya sufrían, temerosos siempre de sus amos,
los hice libres. Eso con mi au10ridad,
17 (21 0 ) A Poco
combinando la fuerza y la justicia,
«No ha sido Solón hombre sensato ni astuto; lo realicé, y llevé a cabo lo que promeú.
pues dándole un dios la fortuna no In aprovechó. Leyes a un tiempo paro el rico y el pobre,
Tras envolver a lo preso no supo, asombrado, la gran red encajando a cada uno unn recta sen tencia,
recoger, falto de ánimo y errando en su tino.
Pues yo, con tal de mandar y adquirir una inmensa riqueza escribí. Si otro, en mi lugar, tiene la vara,
y ser en Atenas tirano un solo d1a, habría accedido un tipo malévolo y codicioso de bienes,
a ser desollado después y a dejar mi familia hecha trizas.» no hubiera contenido al pueblo. Si yo decido
.._. Si rc;:spcté u mi patria, y de In tiranía y la amarga un día lo que a los unos les gustaba entonces,
VIolencia me abstuve, sin manchar ni afrentar mi linaje, y al otro lo que planeaban sus contrarios,
no me avergüenzo de ello. Pues pienso de ese modo vencer esta ciudad hnbrla quedado viudo de muchos hombres.
a todos los humanos ... Frente o eso, sacando vigor de todos lados
... Los que vinieron en pos de saqueos tenían una gran espe- me revolví como un lobo acosado por perros.
[ rnnza
y se creían que ibnn u hallar todos ellos enorme fortuna
y que yo, tras hablar sunvemente, mostraría una cruel ambición. JENÓ17 ANES DE CO L OI'ÓN
En se ilusionaron entonces, y ahora se irritan contrn mí, (Fl. alrededor de 525 a. C.)
y me m1run todos de soslnyo como n un enemigo, sin motivo
p1·eciso, p11es lo que dije cumplf con ayuda de los dioses. Jenó(oncs, que emigró de In jonin Colofón ol sur de ltalia, 11 Eleo, al
tiempo que Jos ¡x:rsns Jbnn nominundo todo el Asia es un extraño
Y no actué de otro modo en vano, ni ln ti ranía me atrae personnjc, un poel!l que rccitn de dudad en ciudnd sus rapsodias y tal
para hacer cuolquier coso con violencia. ni 4ue en la tierra vez cnntos de l lu111cro, y un filósofo con unas ideas teológicas rcvolu·
fértil de la po t rin igual lote tenflan los malos que los buenos. cionnl'ios. Los ontl¡¡uos yn le pusiei'Oil en relación con Parménides, que pO·
drfa hobet• sido su discfpulu, en Elcn. Asf d Ser de ParUlénidcs reto·
18 (24 D) mnrfo Jos otributos del Dios Uniro de Jcuófones. Ln poesfn de Jenófancs
no tiene, sin embnrgo, In solemne seriedad ttl el rigor lógico de los hc-
Y yo ¿por qué me retiré antes de conseguir xámclros de Parménides. Como uno de esos admirables en
aquello u lo que habla convocado al pueblo? su nudncin mentnl, Jcnófnncs critica el anll'O¡>omorfismo de los dioses tra·
De eso podrín nrestiguor en el juicio dc:l tiempo dicionales, predico un nuevo y ónko dios, mucho más absrrac1o, y, a la
vez, expone su ideo del vnlor del poeto como intelectunl al servicio de
la madre suprema de los dioses olimpicos la ciudad. En el muy conocido {rogmcntu segundo contrasm la ¡¡lorin
muy bien, In negra Tierra, a la que entonces discernida n los vencedores en los ccrt,menes con la de Jos
yo le arranqué los mojones hincados por doquier. poetas y filósofos educadores de los ciudadanos. «Mejor que In fuer.Ga de
Antes era esclava, y ahora es libre. hombres y caballos es nuestra sabidurfOJt, dice el poeta y pensador, esre
Y reconduje a Atenas, que por patria les dieron convecino de Pit4soros y contemporáneo de Henlcliro. que critica las ide<ls
morales de Homero y llcsfodo, y se burla - frogm. 4- de las creencias
los dioses, a muchos ya vendidos, uno justa pilagóricas en la metc:mpsicosis.
48 Pocs!a !frica griega (vu-rv a. C.) Yambógrafos y elegiacos arcaicos 49

1 (1 0) es preferir al saber verdadero la fuerza corp6rca.


Ahora, pues, limpio está el suelo y las monos de todos, Pues, aunque en el pueblo se encuentre un buen luchador,
y los copas. Trenzadas coronas nos pone uno encima, o un campeón del penratlo o un as de la palestra,
y 01ro presenta eo un frasco el ungüento aromático. o alguien ligero de pies, que es lo más apreciado
La crátera en medio se yergue colmada de go7.o. en las pruebas de fuerza que van a certamen,
Otro vino hay dispuesto que dicen que nunca múciona, , por eso no va la ciudad a tener buen gobierno.
dulce en los dmtaros, y con perfume de flores. Mlnimo gozo consigue sacar la ciudad de eso,
En el centro su samo aroma exhala el incienso, 1 de que alguno compita y venza en la orilla de Pisa.
y hay tamb.ién agua fresca, gustosn y muy clara. Pues tul hecho no va a engrosar los tesoros del pueblo.
Al Indo hay rubios panes y se hallo In meso admirable
curgndu de qw:so y de miel estupenda y dorada. 3 (.l 0)
El altar en el medio cubierto de llores se encuentra, Habiendo aprendido de los lidios Inútiles lujos
y el canto y la 6esta se extienden por tOda la casa. mientras estaban exentos de odiosa tiranlo,
Conque deben, primero, los hombres sensatos a Dios ocudlan ni ágora no menos de mil en total,
1 con mantos teñidos de púrpura todos,
celebrar con relatos piadosos y puras palabras.
Y, l ras hacer libaciones y orar ser capaces de actuar jactaociosos, ufanos de sus muy cuidadas melenas,
con justicia -que nada es, pues, preferible a tal cosa- , ' impregnados de ungüentos de aroma exquisito.
no hay exceso en beber cuanto puedas con tal de que llegues 4 (6 0 )
sin nyuda de criado a tu casa, si no eres muy viejo.
Alaba entre todos a aquel que ha bebido y bien muestra Ahora me dirijo a otro tema, y voy a indicar el camino
que su memoria y su afán In virtud de continuo persiguen,
y no se ocupa en contar las batallas de Titanes, Gigantes, Y cuen tan que un día , al ver que apaleaban a un perro
ni de Centauros tampoco -ficciones de nuestros mayores-, a su paso, se compadeció y pronunció esta frase:
sin o q rte siempr-e conset·vn el debido a los dioses. «Deja de darle más golpes, porque es, s(, el olmo
de un amigo, que he reconocido 11l ofrle chillar.»
2 (20)
5 (7D)
Pem si por la rapidez de sus pies In victoria uno logra, Son ya y siete los años en que ando
o en el pcntatlo - allí en el recinto sagrado de Zeus, paseando mi pensar a lo largo de la tierra de Grecia.
junto al río. de Pisa, en Olirnpin-, o bien en la lucha, Desde mi nacimiento hablan pasado entonces veinticinco
o en el pugrlato que causa tremendos dolores, si es que sé yo hablar verazmente sobre esto.
o bien en ese espantoso certamen que llaman «pancracio»,
muy ilustre se hace a los ojos de sus convecinos, 6 (lO 0)
y puede alcanzar la gloriosa «proedrfa» en los Juegos, A los dioses todo hm atribuido Homero y Hesíodo
y recibir alimentos a cargo del público erario, cuanto entre humanos es causo de escarnio y reproche:
y de su ciudad un regalo, que tenga por premio. robar, cometer adulterio, y el mutuo engañarse.
Incluso lo puede lograr con caballos todo eso,
sin ser tan valioso como yo. Pues mejor que la fuerza 7 (12 0)
de los caballos y los hombres es nuestro saber. Mas piensan los mortales que hubo un nacer de los dioses
Pew todo eso se juzga con mucho desorden; injusto y que tienen, como ellos, vestidos y voz y figura.
:so Yambógrafoo y eleglacoo arcaicos 51
Poesla llrlca grlq¡a (VII-IV •· C.)
8 (13 D) a un sistema flsico muy diferente), y otro titulado PurificaciOilCS (Katbar-
mol), dd que traducimos algunos de los fragmentos mols importantes
Pel'O si manos tuvieran los bueyes, caballos y leones, (dando entre pnrémesis In numeración de Diels-Krnnz) .
para pintar con sus manos y crear, como hombres, sus obras,
también pintarían figu¡·as de dioses y harían sus cuerpos 1 (112 DK)
los caballos igual a caballos y los bueyes a bueyes,
tales cual cada ¡mimal su figura tuviera. Oh am igos que la gmn ciudadela en el rubio Agt·igento
habitáis, de la villa en lo alto, ocupados en nobles tareas,
9 (14 D) venerables asilos de extraños, de maldad inexpertos,
Los Etíopes afirman que sus dioses son chatos y negros, os saludo. Que yo entre vosotros, un dios inmortal, no más
y los Tracios los tienen de ojos azules y pelirrojos. [homb•·e,
camino, ensalzado po•· todos, como bien me merezco,
10 (16 D) coronando mi frente con cintas y verdes guirnaldas.
No todo al comienzo enseñaron los dioses a los hombres, Cuando con ellas acudo a las muy florecientes ciudades
mas, con el tiempo, buscando ellos logran hallar lo mejor. sus hombres y mujeres me adoran. Y a miles me siguen,
indagando la senda que puede al provecho llevarles,
11 (18 D) los unos me piden oráculos, y otros reclaman
Estas cosas se suelen decir cabe el fuego en invierno, mi palabra que sirve de cura a sus varías dolencias,
reclinado en un blando sofá, tras de haber bien comido, traspasados por muy largo tiempo de crueles dolores.
bebiendo un dulce vinillo y royendo garbanzos: 2 (ll5DK)
eres, de qué gente, y qué años cuentas, amigo?
era tu edad a la llegada del Medo?>> Hay una sentencia del Destino, una ley de los dioses,
sempi terna, sellada con grandes juramentos, que dice:
12 (19 D) Cuando alguien con culpas en crimen de sangre las manos
Hay tUl único dios, el más gmnde entre dioses y humanos, se manche, y por odio pronuncie un traidor juramento,
no semejante en su forma ni en su pensamiento a los hombres. de entre los seres divinos que muy larga vida lograron,
de los Felices se aleje errando en treinta mil estaciones,
naciendo en el curso del tiempo eo cualquier forma mortal,
EMPÉOOCLES DE ACRIGENTO de las que entrecruzan las rutas del fiero existir.
(Ft. alrededor de 445 a. C.) Pues, de un lado, la fuerza del aire hacia el mar los empuja,
el mar los escupe hacía el suelo terrestre, y In tierra
Entre los pre.5ocrálicos ningu no tan abigarrado como Empédocles, c"Uya a los rayos del sol fulgurante, y el sol los sumerge en el aire.
figura aparc"c revestida a la ve-¿ con los ntributos casi chamúnicos de
un tbeios a11b, un «hombre divino», y con los rnsgos de un filósofo El uno del otro los toma, mas todos odian.
preocupado por la teorla y la obset·vación emplrka, poeta inspirado y Es que ahora uno de ellos soy yo, exiliado de los dioses
entusiasta y arduo inventor de In teoría de los cuatro elementos, médico y vagabundo, confiado al furioso dominio del Odio.
prestigioso y miJagt·ero con un halo taumatúrgico. La leyenda de su muer--
te, al arrojatsc al EIJla para desaparecer como si fuera un dios, se basa
en esa extraña personalidad, que fascinó a H oldedin y a Nietzsche, entre 3 (117 DK)
otros. Comp\tSo dos IX>CIUas amplios, de intención y diversa, unO> Pues yo he sido ya, antaño, muchacho y muchacha,
Sobre la natriraleza de las cosas (que tuvo una gran influencia en la filo- y un arbusto y un pájaro y un pez escamoso en el mar.
sofla posterior, hasta en algunos pnsajeo dcl exaltado Lucrecio, adscrito
52 Poesía Udca gdcga (vn-rv a. C.) Ynmb6gt-aios y clcgfacos atcaicos

4 ( 132 DK) Oh Artemís, hija de Zeus, Cazadora, a quien un altat·


Feliz aquel que la riqueza del divino saber adquirió, dedicó Agamen6n, cuando a Troya pArtía con raudos navíos,
y desdichado quien r:iene una oscum opinión de los dioses. escucha mis súplicas, y aparta las Keres oscuras.
Para ti eso es poco, oh diosa, y mucho para mí.

TEOGNIS DE MÉGARA Musas y <3racias, hijas de Zeus, que antaño a la boda


de Cadmo acudisteis y cantasteis la hermosa canción:
Hemos conservado dos libros de atribuidos a Teognis de Mé- <<Cuanto bello nos es grato, e ingrato lo no bello.»
gara. En conjunto tenemos unos mil cuatrocientos versos, distribuidos Este verso vino de vuestras bocas inmortales.
en poemas de muy varia extensión, desde los formados por un simple
dístico hnsta poemas de unos veinte versos. Pero los problemAS de nuten·
ticidiid suscitados por esta colc.:ción de elegías son numerosos, J?Ol'<JUC Cirno, a estos poemas que a ti yo te enseñé imponedes quiero
«; de un conglomefndo de poesías, de los siglos v1 a v a. (.;., for- mi sello, y nunca asf pasará inadvertido robo,
mado por sucesivas adiciones sobre un núcleo de ¡xx:mas original de este ni nadie los estropeará, alterando lo bueno.
Teognis, al que conocemos S()lo por lo que de s• mismo cuenca en su!$
versos. Su rdaci6n amorosa y pedagógica con Cirn<>, su desconciertO ante De modo que cualquiera dirá: «Son de Teognis de Mégara
la decadencia de la aristocracia tradicional y la uscensión social de los esos versos: Un hombre famoso entre todas las gentes.>>
plebeyos enriquecidos, su odio por ese estado nuevo, por la falsía de los A mis conciudadanos no puedo agJ·adarles a todos.
más, su queja de la penw·ia, y su nsombro an1e la incomprensible absten- No es nada extraño, Polipaides, pues ni el mismo Zeus
ción de los dioses en procurar una justicia mejor, etc., son rasgos que
dibujan la de nuestro poeta. Sus consejos éticos manifiestan agrada a todos cuando llueve o detiene la lluvia.
una cierta ambigiledad, producto de su origen social en la idc:olog(a de
una clase noble: omc:naznda por el progreso hist6rko. En los versos de Por mi afecto hacia ti voy, Cirno, a enseñarte
Teognis los «buenos•, agatbol, son siempre los nobles, y los «malos•, lo que yo mismo, de niño, aprendí de los hombres de bien.
kakoí, los plebeyos. Pero junto n In exhortación ni cultivo de las virtudes
de siempre, no deja Teognis de aconsejar In reserva y In doblez hacia esos Sé sensato y no intentes con actos innobles ni injustos
villanos asceodemes, porque esos medios pueden conducir al éxito, y éste conseguir distinciones ni méritos ni siquiera riqueza.
es necesario para la supervivencia de los nristócrnws empobrecidos y ase- Sabe que es así. Y no tengas tratos con gente mezquina,
diados, como el mismo Teognis. Por lo dem:ís, en estos versos se resume sino que quédate siempre del lado de los hombres de bien.
buena parte de la poesía tradicional, simposfoca, una pocs(a sincera, scn· Y bebe y come junto a ellos, y siéntate junto a ellos,
cilla, áspera y fácil.
y procura agradarlcs a ellos, que tienen enorme influencia.
(1 · l8) Proemio De los buenos aprenderás cosas buenas, y si a los malos
Oh soberano, nacido de Leto, hijo de Zeus, de tí nunl·a te me-zclas, incluso el saber que tienes echarás a perder.
me olvidaré al iniciar ni al concluir estos cantos; A.p1:endiendo esto, júntate a geote de bien, y dirás luego
sino que siempre, al comienzo, al final y en el medio, que a los amigos yo sé darles mis buenos consejos.
re cantaré. Pero tú a mf escúchame y dame venturas.
(S:S • 68)
Febo rey, cuando ¡¡ ti te dio a luz la divina Leto Ah, Cirno, ésta es aún nuestra ciudad, pero es otra su gente.
-que se abrazaba a una palmera con sus gráciles manos, Los que antes no sabían de leyes ni derechos,
al borde del lago redondo-, a ti, el más bello Inmortal, los que cubrían sus flancos con pieles de cabfas,
toda la isla sagrada de Delos y fuera de esta ciudad, como gamos, pastaban,
de un perfume divino, sonrió la tierra infulita, ahora son gente de bien, Polipaides; y los nobles de antes
y se alegró el profundo caudal de la mar espumosa. ahora son pobres gentes. ¿Quién puede soportar el ver eso?
'4 Poesla llriea griega (vu.¡v a. C.¡
Yambógrafos y elegiacos arcaicos
Unos a otros se engañan burlándose entre sl,
y desconocen las normas de lo bueno y lo malo. pero uno no quiere emprender deshonrosos negocios,
No te hagas amigo de ninguna de estas personas, Polipaides, y a otro le atraen mucho más los manejos desleales.
de corazón, por grande que sea tu apuro.
Pero de palabra aparenta ser amigo de todos, De la rique2a no hay prefijado a los hombres un limite.
y no colabores con nadie en cosas de imvortancia. Pues quienes ahora tienen más medios de vida,
Porque te darás cuenta del ta lante de esos miserables, oos{an el doble . ¿Y quién puede saciarlos n todos?
c6mo no puede haber confianzu ninguna en sus hechos, m dinero resulta a los hombres motivo ele locura.
sino que aman las trampas, engaños y enredos, Y de ésto proviene la ruina, que a envla
tal como los hombres que no tienen remedio ninguno. Zeus a los torpes, y ahora uno, nhoru otro lo acoge.
(237 . 254)
( 133 · 142)
Alas a ti yo te he dado; con ellas el mar in6nito
Nad ie, oh Cirno, es cu lpable de su ruina o provecho, y wda la tierra en un vuelo podrás recorrer
sino los dioses que otorgan Jo uno y lo oLro. sin fatigas. En todo banquete y festejo presente
Ninguna persona se afana sabiendo en su mente te hallarás, albergado en las bocas de muchos.
si su acción será al fin provechosa o dañina. Y al son de las Bautas de tonos agudos los jóvenes
A menudo quien creía obrar mal hi7.o un bien, en rondas de amor, con bellas y suaves tonadas
y pensando hacer bien ha hecho uno un mal. te citarán. Y cuando a las cavernas de la oscura tierra
A ningún hombre le sale bien cuanto quiere; desciendas, a las lamentables mansiones del Hades,
porque los limites de su impotencia lo frenan. ni siquiera entonces, muriendo, te hn de faltar ru gloria,
l.os hombres en vano planeamos, put:s nada sabemos. sino que conservarás entre la gente tu nombre inmortal,
Los dioses lo cumplen todo o su antojo. Cirno; y vas a viajar por la tierra de Grecin y las islas,
y u cruzar In incnnsablc alta ma r habitada por peces,
(213. 232) sin montarte a lomos de cnbnllos, pues van a llevarte
Ah, coruzón, modifica según cada amigo tu artero talante, . los esplénd idos dones de l11s M usos de trenzas violeta.
acomodando tu modo de ser al que tenga coda uno. Y pu ra todos aquellos, incluso del mafiann , que aprecien el
Toma el ca rácter del pulpo que, muy flexible, [canto,
se muestra i¡,>ual a la piedra a que se ha pegado. tú vivirás por i¡,>ual, en tanto existan la det-.ra y el sol.
Ahora nsiuúlat:e a ésra, y luego vnrln el color. Y, sin embargo, de ti yo no recibo ni un poco de aprecio,
La astucia es mejor, en verdad, que ser intransigente. sino que, como a un niño pequeño, me engañas con cuentos.
(:SOS · 3 14)
No te angusties en exceso porque onden las gentes dcl pueblo
revueltas, Cirno. Tú toma el camino del medio, como yo. Los malos no todos nacieron malignos del vientre materno,
mas trnbando amistad con algunos malvados sus actos
Quien piensa que el prójimo todo lo ignora, ruines aprendieron y sus expresiones perversas y excesos,
y que él es el ú.nico que tiene variados ardides, creyendo que aquéllos decfan en todo verdades.
ése es un imbécil, tarado de mente, un necio. Entre los comensales un hombre prudente hay que ser,
Pues todos tal vez conocemos los tt·ucos igual, y que pnrezca que todo lo ignot·n cual si es1uviera ausente,
y nllf vo a contar él sus chi stes. Mas quédese se l'io al salir ,
56 Poesla Urlca griq¡a (vn·IV a. C.) Yambógrafos y elegiacos arcaicos

cuando ya conoce el carácter que tiene cada uno. tanto si el ánimo se goza en lo recto, o bien
Entre los locos muy loco me hago, y entre los justos al exceso se da, cwnplicndo los hombres injustas acciones?
soy el más justo de todos los seres humAnos. Nad_a dejado el prescrito a los hombres,
n1 stqLHera un carmno a seguu que agmdarn o los dioses.
(341·354) No unos fortuna sin mengua, y
Cúmpleme, Zeus <icl Olimpo, mi ruego esencial y permite que de ucc1ones mal1gnas apartan su mente, reciben a cambio
que a cambio de tantas desdichas disfrute yo algún bien. pobreza, que es madre de ahogo -pur más que practican lo
Morirme quisiera si no puedo u na pausa n mis penas [justo-,
hallar, y devolver no consigo daños por daños. y ésta arrastra el ánimo humano al error, y corrompe
Tal es, pues, mi si no. Pero no se nos muestra el castigo en el pecho el pensar bajo el yugo de su ruda violencia,
de esos tipos que mis bienes detentan por fuer¿a, y a. soportar le a su pesar, numerosos ultrajes,
saqueándolos. Y yo ntravesé como un perro el torrente, cediendo n la m1sena, que es maestra en muchas desdichas
y el río turbulento me ha despojado de todo. mentiras y fraudes y muy lastimosas discordias, '
¡Ojalá pudie1·a bebcrmc In sangre de y velara por esto 1ocluso pura aquel que se niega. Ya nada cncuentm mal.
un dios favorable, que cumpla o mi gusto tal cosa! Porque engendra pobreza esa amarga y dura impotencia.
Ah mezquina pobreza, ¿por qué estás conm igo y no vas (425 ·439)
a visitar a ouo? No me ames contra mi voluntad.
Conque vete y frecuenta otra casa y no participes De todas los cosas la mejor es no haher nacido
siempre a mi Indo de tan angustioso vivir. ni ver como humano los rayos fugaces del sol
y una vez nacido cruzar cuanto ames las del Hades
(.363· .370) y yacer bajo uno espesa capa de tierra tumbado. '
Adula bien a tu enemigo. Y cuando esté a tu alcance, Engendrar y criar n un hombre es más fácil que darle
dale su castigo, sin Jane para eso pretexto ninguno. un án1mo noble. Pues nadie aún ha ingeniado tal cosa:
un sensato de tlll necio y uo noble de un mnlanddn.
Mantente en tt1 juicio, mas deja dulzura en tu lengua; S1 un dios ! t los Asclepíauas lo hubiera otorgado,
el corazón de los ruines descubre muy p1·on to su vileza. el curar la ma ldad y e l tOftuoso carácter humano
es? ha?rlan. sacado ganancias cuantiosas y mÓitiples.
No puedo descubrir el carÁcter que tienen las gentes del pueblo; S1 mte.ligencJa de un hombre forjuse e implantarse
no consigo agradarles haciendo el bien ni el mal. pudiera, ¡amás de un .buen padre un mnl hijo saldría,
Muchos me hacen reproches, de igual modo malos y buenos. al atender a razones VIrtuosas. Mas por uprendizaje
Pero ningún ignorante de ésos sale capaz de imitarme. nunca harás de un villano un hombre de bien.
(373-392) (S2l· 524)
Querido Zcus, asombrado me tienes. Pues tú a todos No en vano, oh Pluto, te homan Jos hombres tontis iJno.
gobiernas con gloria y enorme poder personal. Con cuánta holgura encubres, ah dios, lo lllaJdad.
Bien conoces lo mente y el ánimo de uno y oti'O hombre,
tuyo es el dominio supremo de todas las cosas, oh rey . (700-718)
¿Cómo, entonces, oh Crónida, decide tu mente otorgar Para_la masa de gente tan sólo un modo hay de excelencia:
un mismo destino a los hombres malvados y al justo, ser r1co. No ve en lo demás provecho ninguno,
58 Poesla llrica griega (vn·IV a. C.) Y a01b6grnfos y eleglncos arcaicos 59

ni en que tuvieras ln cordura del _Propio. Radmntul!e, de evitar el rencor de ninguno, sea hombre u inmortal,
ni más trucos supier!IS que el Eólida Sfsilo, ejerce el abuso, Sttciado de bienes, al tiempo
quien hasta del Hades volvió con sus muchos ardides, que los justos perecen ahogados por dura miseria?
tras haber convencido a Perséfonu con seductoras palabras,
a ella que da a los morw lcs olvido daftando su mente. (865 . 872)
Ningún otro aún eso habrla uamado entre aquellos A muchos tipos inútiles dios les da In riqueza,
a quienes la negra nube cubrió de la muerte, un bien, que mejores no hace ni n ellos ni n los suyos.
y penetraron en la sombrfa región de lo.s En cambio, la fam a de nobleza jamás morirá.
tras cruzar por las puer tas oscuras, que t01p1den Porque un buen guerrero mantiene a su país y a su pueblo.
a las almas de los muertos regresar aunque quieran. Que sobre mí se desplome el enorme gran cielo de bronce
Pero incluso de a LH regresó el héroe Sísifo luego desde Jo alto - horror de los hombres nacidos del suelo- ,
hasta la luz de nuestro sol con sus muchos sabe1·es. si no sirvo de ayuda yo a quienes son mis amigos,
Ni siqt1iera en forjar embustes muy b ien v,e roslm.il:s, y no he de ser un pesar y gran ruina de mis enemigos.
con lengua tnn diestra como aquella de Ncstor dtvmo,
y en ser más ligero de pies que lns raudas Arplas, (877 . 878)
y los hijos de Bóreas, que corren cual rayos. Goza de tu juventud, corazón mío. P ron to serlin otros
Asf que todos debieran a esta 1dea: .. los hombres y, ya muerto, yo seré negra tierra.
que In riqueza en todo constgue un poder deciSivO.
(879 · 884)
(731 . 752)
Bebe este vino que a mf en los vulles del Tuigeto
Pud re Zeus, ojaló que o Jos dioses gmtu les fuera .
me producen las viñas que el viejo Teotimo, tan grato
que los malos gozaran del exceso y en complacieran
su ánimo, y cometiera sus crimenes qu1en
a los dioses, plantó en las faldas del monte,
impla tuviera, sin cuita de cuanto snbcn los dtoses, trayendo agua fresca del Platanistunte al viñedo.
Bebiéndolo nhuyenturás tus amargas tristezas,
pero que pagat·o él mismo sus daños_, y luego ..
y, armado ele coraza de vino, estarás más ligero.
no fueran las locuras del padre la ruma de sus h1¡os;
y los hijos de un padre injusto que y cumplen
lo justo, oh Crónida, y, temerosos de ;ra, (97l · 988)
desde el pl'incipio respetun las leyes CIVIles, Ningún hombre en cuanto Jo deja cubierto la tierra,
no vengan a sufrir por algún desafuero paterno. . y desciende hasta el Erebo, a IIIS mansiones de Perséfooe,
¡Ojalá esto fuera a los dioses grato! Qu: ahora, en cambto, se deleita escuchando los sones de lira o de flauta,
escnpn el culpable, y es otro después qmcn paga la ni acogiendo los dones amables de Dioniso.
¿Y b ien , munorca de los inmortales, es ¡usto: Advin iendo el hecho, alegroré mi corazón mientras tenga
que un hombre que vive de acciones trucuas, ágiles mis rodillas y la cabezo mantenga bien firme.
que delito ninguno acomete m da yerverso,
y que persiste en ser justo, no obtenga ¡usucta? Ojalá tenga amigo no sólo de lengua, si no en hechos;
¿Qué otro mortal, observando su ejemplo, va luego que venga en mi nyucla a lu vez con su b razo y cUnero;
a respetru· a los dioses, y qué ánimo puede albergar, y no halague entre copas mi espíritu con s6lo palabras;
cuando un üpo injusto e impío, que no se preocupa sino que lo demuestie, si puede, haciéndome el bien.
60 Poesla llrica griega (vu-xv a. C.) Yambógrafos y elegiacos arcnkos 6!

... A los fiestas tengamos dispuesto nosotros el ánimo, Feliz quien ln tiene en el ánimo. ¡Cuán superior es
mientras aún pueden los goces amables sentir el placer, a la dcsmcsum dafi.inu y al pérfido hartazgo!
pues pasa rauda como una visión In vivaz juventud; -Que no tienen ahora los hombres peor mal que el hanazgo--.
ni siquiero es más rápido el ímpetu de esos corceles Pues a partir de eso se engendra, oh Cirno, cualquier mal.
que al galope conducen o un héroe a un duro trabajo
de lanzas, cruzando gozosos la fértil llanura. (119 1 ·1194)
No anhelo quedar recostado en un túmulo regio
( 1063 . 1070) una vez haya muerto; quisiera gozar cualquier bien mientras
Siendo joven se puede dormir junto a alguien coetáneo (vivo.
la noche entera, colmando el deseo de amorosos abrazos; Tapices y zartas ofr<.-cen igual cobertor a un cadáver.
se puede en el banquete cantar al compás del flautista. La madera le resulta a la vez algo duro y mullido.
Ninguna cosa es más placentera que esto para hombres
y mujeres. ¿Y qué me importan a mí el honor y el dinero?
El placer que acompaña un ánimo alegre a todo supera.

Insensatos y necios los hombres que lloran a los muertos


y no a la flor de la juvemud que se va marchitando.
(1135. 1150)
La Esperanza es la ún ica diosa que habita entre humanos,
los demás se marcharon, dejándolo atrás, al Olimpo.
Se fue la Con6anzn, gran diosa, se fue de los hombres
la Cordura, y las Gracias, amigo, dejaron la Tierra.
Yo no hay juramentos de fiar entre humanos ni justos,
ni nadie demuestra respeto o los dioses eternos;
se ha extinguido el linaje de hombres piadosos; ahora
ni nonnas Jegoles conocen ni aún la Piedad.
Mas en tanto unO' vive y ve el brillo del sol,
conserve piadoso su fe en In di vi na Esperanza,
rece a los dioses y, ul ofrendarles los grasientos muslos,
en sus sacrilicios invoque, al comienzo y al .fin, la Esperanza.
Guárdese siempre del torvo discurso de hombres injustos,
que, sin recelo ninguno del ser de los dioses eternos,
de continuo a los bienes njenos su vista dirigen,
y establecen infames apaños con ruines propósitos.
( 1171 · 1176)
La inteligencia es, Cirno, d regalo mejor de los dioses.
El hombre con inteligencia domina los límites de todo.
La lírica mon6dica
SAPO, ALCEO, ANACREONTE

La Uric<1 monóJicu de époc;n arculca está representada por Safo, 1\lceo


y tres poows runplioroont'e famosos, y muy fru¡¡menmriarncntc
<vnscrvados. Dos do ellos, Safo y Alceo, casi coetáttctlS, vivieron en el
mismo nmbienle, en la islu de l.dbos, lu¡¡or de una refinada cuitLI'Il don·
de a lo griego se une una cierta elegancia oriental y unos presúgjos exó-
ticos. COntrast:l el cnNicter ardiente y bdicoso de Alceo, complicado en
las intrigas poHtk'lls y desterrado luego, con el de Safo, mciAncólicn y de
una exquisita scnsibiliclnd femenina. El Uamudo nmor amor donde
In pasión y el sentimiento femenino se conju¡¡n con un cierto aspecto
ritual, dentro de unos drculos de mujeres que no podemos prccim bien,
pero que 110n nlgo especifico de ese ambieme peculiar de Mitilcnc, im·
pregnn In poesía de Snfo. Pocsln ext:remadnmente ddicnda y
de sutiles mntices, de colores brillAntes, de mil flores, de quejas nostdl·
gicas, de fiestas lunares. En t'llmbio, el mundo POético de Alcco es un
tanto bronon; amenazas de tormenta, de traición, ae violencia y de muerte
se cruzan con imágenes más placentcms y vivaces. También el vino y lo
fiesta entl'<: enmaradas oon cvocnc.los con cntuslosmo sincero.
El vino y el amor, el amor fugnz y ocASO yn impo•iblc pnrH el viejo
poeta, son tópicos de la poesía de Anacrcontc, poeta cortesAno er. Somos
y en Atenns, g07A1dor de lo que lo vida nmnble pone ni oleanre. Más
conocido por las obras de sus imitndorcs, por esas t11rdlos •anacreónti·
cas•, que por sus bt·eves fragmentos nuténtlcos, Anocrconte es muy 8upc:-
rior a todos sus secuaces por In claridad ele sus verso•, pot· In sincericl"d
de sus expresiones y el brillo de sus imágenes, dlluidds luego en tópicos
un ranto amaneradoe y facilones.
J
66 Pocsfa lfrica gTicga (VlT-IV a. C.) La lll'ica monódico 67

SAPO DE MITILENE el coruzón en el pecho me arrebata;


(Fl, 600 a. C.) apenas te miro y entonces no pu edo
decir ya palnbra.
1 (1 D ) Al punto se me espesa la lengun
I nmortal Afrodita, la de trono pintado, y de pronto un sutil fuego me corre
hija de Zeus, tejedora de engaños, re lo ruego : bajo In piel, por mis ojos nodn veo,
no a mi, no me someras a penas ni angustias los o Idos me zurnbnn,
el ánimo, diosa . me invade un frío sudor y toda enteru
Pero acude acá, si alguna vt.oz en otro tiempo, me estremezco, más que la h ierba pálida
al escuchar de lejos de mi voz la llamada, estoy, y apenas distante de la muerte
la has atendido y, dejando la áurea morada me siento, infeliz.
paterna, viniste,
tras aprestar tu carro. Te conduelan lindos 3 (4 D)
tus veloces gorriones sobre la tierra oscura. Las estrellas en torno 11 la bella luna
Batiendo e n raudo ritmo sus alas desde el cielo también oscurecen su rutilante aura
cruzaron el <!ter, al tiempo que e ll a con plenitud alumbra
y al instante llegaron. Y tú, oh feliz diosa, sobre todn la tierra ... plateada.
mostrando tu sonrisa en el rostro inmortnl,
me preguntabas qué de nuevo sufría y a qué 4 (5- 6 D )
de nuevo te invocaba, i\qul ven , o este templo sacrosanto de Creta,
y qué con tanto em peño conseguir deseaba donde hay un gracioso hosqucci llo sagl·ado
en mi nlocndo cot·ozón. «¿A quién, esta vez de manzanos, y en é l oltnrcs perfumados
voy n ntrner, oh quel'ida, a tu amor? ¿Quién ahora, con olor de incienso .
uy Snfo, te agravia? Aqul el agua fresen murmuro por las ramas
P ues si ahon1 te huye, pronto va a perseguirte; de mnnzm1o, y todo el r·ecimo está sombrendo
si regalos no aceptaba, ahor·o va a dados , por rosales, y en su follaje que la brisa t)l:ea
y si no te quedo, en segu ida va a amarte, se destila sopor.
aunque ella resistu .» Aquí el prado donde pacen los caballos ya está
i\ct1derne también aho1·n, y líbrame ya florido con Oores de primavera, y soplan
de mis terribles congojas, c11mpleme que logre suavemente las b risas ...
cuanto ánimo ansía, y sé en esta guerra Acude, pues, tú, Cipria, coronada de guirnaldas,
rt1 mi AliadA. para verter grácilmente en nuestras copas de oro
2 (2 0 ) el néctar que ya es tá aderezado y escáncialo
en nuestros festejos.
Me partoce que es igual a los dioses
el hombre aquel que frente a ti se sienta, 5 (25 D)
y a tu lfdo absorto escucha mientras
dulcemente hablas Cipria y Nereidas, conccdcdme que vuelva
v en can todora sonrlcs. Lo que a mi hasta aqu l si n sufrir daño mi hermano
68 Poc:sla Urica griega (vn-rv •· C.¡ La Urica monódica 69
y cuanto en su ánimo des(-a que suceda 8 (48 D)
todo se cumplo. Viniste, hiciste bien, te anhelaba a mi lado
Y que todos sus errores de antes corrij o a ti, que enfriaste mi corazón ardiente de
y un gran gozo resulte a sus amigos,
y un buen azote de sus enemigos, 9 (SOD)
y ningu no nuestro. Amor hn mis sentidos,
Que a su hermana quiera hace•· partícipe oomo el vtento que arremete en el monte a las encinas.
de su prestigio, y de sus crueles penas
la libere, de los pesares de antaño .. . l O (S I D)
Y como una niña hacia su madre he ido volando.
Y a ti, Cipria, que te encuentre nmargulsima
Dórica, y no pueda ufanarse luego 11 (58 D)
diciendo que por segunda vez con nostalgia Al morir quedarñs yerta y de ti nunca memoria
reg•·esó a su amor. habrá ni noswlg!n el Porque no farticipas
de las rosas de PlcrHL Mns, 1goorada aun e n e Hades
6 D) vagarás revoloteando por eone oscuros difuntos. '
Dicen unos que un ecuestre tropel, la infantería (56 D)
otros, y ésos, que una Aota de barcos resulta
lo m<is beUo en la oscura tierra, pero yo digo ¡Oh Gracias de bra?.os rosáceos, saneas hijas de Zeus, acudid!
que es lo que uno ama. IJ (80 D )
Y es muy fácil hacerlo comprensible a cualquiera.
Pues a(.!uella que mucho en beUezn aventajaba Y tú ad6rnate, Dicn, con coronas, con lindos ramilletes,
a todos los humanos, Helena, o su esposo, trenzando los tallos del unís agreste con tus suaves manos.
un príncipe ilustre, Pues sólo a quien va engalanada con Oores las G t•acias
lo nbandonó y march6se navegando hncia Troya, felices se dignan mirar, y rechazan a los no coronados.
sin acordarse ni de su hija ni de sus podres
14 (92 D)
en abscluto, sino que la sedujo Cipris.
La riqueza sin virtud no es vecino inofensivo.
.. . También n m( ahora a mi Anactoria ausente
IS (93 D)
me has recordado.
Cómo preferirla yo el amable paso de ella Las cretenses entonces de este modo armonioso
y el claro resplandor de su rostro ver ahorn con pies gráciles danzabnn en torno al bello altar
a los corros de guerra de los lidios en armas hollando las tiernas y suaves flores del prndo.
marchanclo al combate.
16 (940)
7 (40, 41 D) Ya se ocultó la luna
y las P léyades. Promedia
Me enomoré de ti, Atús, hace tiempo. Entonces .. . la noche. Pasa la hora.
me paredns una muchacha pequeña y sin gracia.. . Y yo duermo sola.
Pocslo l!rica griego (vn-IV a. C.) La lirica monó<.lica 71
70
17 (96 0 ) A ti te vela Arignota semejante a una diosa,
De vel'lls, estar muerm querdn. y con tu cnntnr d el todo se alegraba.
F.Un me dejaba y entre muchos sollozos Pero ahora destaca entre las mujeres
así me dedn: de Lidia, como, al ponerse el sol,
«¡Ay, qué penos terribles pasamos, la luna d.: rosados dedos
ny Safo, qué ti ml pesa1· ce abar1dono!» se distingu.: sobre todas las cstrellus,
Y yo le respondla: y esparce su resplandor sobre el mar salado
«Alegre vete, y acuérdate y a la vez sobre los campos cubiertos de llores.
de mL Yn sabes cómo te querla. Se hu denamado el bello rocío y están
1 florecidas las rosas y el tierno perifollo
Y si no, quiero yo reco:darte .. .
cuántas cosas hermosas ¡untas gozamos. y el meliloto con sus mil florecillas.
Porque 1nuchas Y, mientras, ella vaga acá y allá recordando
de violetas y rosas y flores de azafrán 1 a su queridu Aujs con nostalgia
estando conmigo pusiste en tu cabeza, en su frágil corazón y su ánimo es devorado por la pena.
y muchas guimoldas ent,l'etejidns, 1 «¡Venid nqul!», nos grita ... ,
hechas de flores variados, pero el vasto mar que nos separa
alredcdo: de lll cuello suave. no deja llegar hasta nosotros su llamada.
Y unglas toda tu piel. . . ,
con un aceite pe rfumado de mura 20 ( I OJ 0)
y digno de un rey Vamos, divina lira, hazte parlera pnra mL
y sobre un mullido coberto1·
junto a la suave ...
suscitaste el deseo ... 21 (107 0 )
Y oo había baile ninguno Ha muerto, Citerea, el tíemo Adonis. ¿Qué haremos?
ni ccrcmonin sngrado -Golpeaos el pecho, muchachas, y rasgad vues tras túnicas.
donde no estuviéramos nosotras,
ni bosqueci 1\o sacro ... 22 (108 0)
.. . el repicar.. .
... los cantos .. . Pero no soy de los que recrudecen su rencor,
sino que guardo un corazón silencioso.
18 (97 Dl
Un cierto anhelo d e morir me domina 2l (1 09 0 )
y de ver las riberas del Aqueronte No es lícito que haya ca nto de duelo en la cMn
Oorecidns de loto... 1 de qu ienes sirven n hts Musns ... No uos atafic eso.
19 (98 0 ) 24 (1 140)
... Desde Sardes
muchas veces tench·á su pensamiento aquí Dulc.: madre mía , no puedo ya tejer mi tela,
{recordando) cómo convivíamos. consumida de amor por un joven, vencida por la suave Afrodita.
Poes!a llrica (vn-rv a. C.) La Uriaa mon6dicn
72 7J
32 ( lll D)
25 (116 D)
Cual la ma nzn nn que se cubre de rojo en 1a n1ta rarnn , (La joven desposada)
en la rama más alta, y los recolectores la olvidan... -Doncellez, doncellez, ¿adónde Le vas y me dejas?
¡Pero no, no lo olvidan, es que a ella no pueden lle¡¡nrl (La doncellez)
-Yo no volveré o ti, querida, ya nunca más volveré.
26(1 17 0 )
33 (137 0)
Como el jacinto que en el monte Jos pasto res
con sus pies aplasLan y en 1icrra sus llo res purpúreas. .. Eros de nuevo, embriagador me art·aslra
dulcinmarga, irresistible bestezuela. '
27 (120 0 )
:u (1.9 0)
Estrella de la tnrde, rú rraes todo
lo que dispersó la esplendorosn Aurora, A.-Qulero decirte algo, pero me lo impide
u·nes la oveja, traes la cabro, In vergüenzn ...
1raes junto :• su madre al zagal. B.-Sí tuvieras por cosas nobles y bellas
y no tu lengua expresar algo malo,
28 (121 0 ) verguenza no retendría ahora tus miradas,
s1no que bablarfas de lo que crees justo.
Heraldo de lu primavera , ruiseñor de voz seductora.
35 ( 152 0)
29 ( 123 O)
Tengo una preciosa niña, que a las llores de oro
Arriba, alto el 1echo,
puede su belleza, mi muy amada Cleis.
·ob himeneo!,
levantad, carpinteros.
No la daría yo ru por toda la Lidia ni por la deseable ...
¡Oh hi meneo! l6 (55 D) Bodas do y Aodrómuca
Que viene el novio igual n Ares,
... De Chipre .. .
mucho más wande que un gigante.
llegó presuroso corriendo el heraldo y dijo
esras nuevas, Ideo el veloz mensajero . . .
lO (127 0)
¿A qué, querido novio, voy a comp:1rarte?
« ... gloria inmortal de es ta tierra y del resto del Asia .
A un flexible tallo muy bien te co mparo. Héct.or y sus a la grácil Andrómaca,
una ¡oven de o¡os oscuros de Tebas la santa
l l (1280) Y de Placía de aguas conducen en naves
Novio feliz, ya tienes la boda, que al cielo pcdíns. sobre el ponto salado. Y muchos brazaletes de oro
Se cumplió, yn tienes la doncell a, que al ciclo pedías. Y vestidos de púrpura muy finos y joyas variadas
- Gracioso es tu ros tro, y tu s ojos de m iel, novia , Y copas de pla ta y marfil innumerables ya llegan »
y en tu cara seductora se hu cle•·ra mado la grncia de lllllOI', Así ha?l? . En seguida se alzó el padre de Héctor:
- Y a ti , joven, te ha honrnclo más que n nadie Afrodita . La llegó en la ciudad de anchas calles a todos
-Sé feliz, joven novia, sé feliz, digno novio, mil veces. sus panentes y al punto las gentes de Ili6n apresraron
74 Urica griega (vn·tv a. C.) La llrica monódica

las mulos al pie de los corros ligeros. M ontóse . Y con benévolo ánimo apareccos,
el tropel de mujeres y muchachas de suaves tobillos. y Póllux,
Aparte las hijas de ... que la vasta tierru y la mar entera
Los jóvenes ante los carros unctcron caballos, recorréis en vuestros veloces corceles,
los mozos solteros ... y sin esfuerzo salváis a los humanos
de la cruel muerte:,
... avanza hacia Troya. cuando saltáis sobre lo nito del navlo
Y la flau:tl de dulce tonada mezclaba a In cltara y surgís entre las jarcias fulgurantes
y alt·epicar de los crótalos sus sones. Lus jóvenes trayendo una luz en la noche terrible
cantnbun su pura canción, y alcanzaba al étel' al ne!II'O bajel.
su eco infinito, y ris(ts ...
Habla a lo largo de todo el camino ...
Y jarros y copas ... , l (7l 0 )
mirra, canela e incienso mezclaban su aroma. Bebe y emborráchate, Melnnipo, cotunigo. ¿Qué piensas?
Todas las mujeres mayores gritaban «¡Elclcul ¿Que vas a vadear de nuevo el vorticoso Aqucronte,
Y todos los hombres con grandes gritos de gozo una vez ya cruzado, y de nuevo del sol la luz clara
a Peá n, al Arquero, al dios tle In . . vas a ver? Vantos, no te empeñes en tamañas po•-fías.
y enton11ban un himno a Andrómaca y 11 Hcctor divmos. En efecto, tnmbién Sfsifo, rey de los eolios, que a todos
superaba en ingenio, se jactó de escapar n In muerte.
DE MlTILENE Y, desde luego, el muy artero, burlando su sino mortal,
(Fl. alrededor de 600 a. C.) dos veces cruzó el vorticoso Aqueronte. Terrible
y abrumador castigo le impuso el Crónida más tarde
1 (1190) bajo la negra tierra. Conque, vamos, no te ilusiones.
De: nuevo esta ola, como la de ames, avanzo Mientras jóvenes seamos, más que nunca, ohom importa
cont•·n nosotros, y nos dará mucho trabajo gozar de todo uqucllo que un dios pueda ofrecernos.
resistirln cuando aborde nuestra nave.
4 (74 0 ) Helena y Tefis
::: Aprestemos la defensa lo antes posible Es fama, Helena, que la amargo ruina
y corramos al amparo de un puerto seguro. a Príamo y a sus hijos les sobrevino
Que a ninguno de nosotros la duda por tu culpa y Zeus arrasó con fuego
le ucose. Claro csd que es enorme el empeno. la santa T royo.
Recordad las fatigas que antaño sopol'tamos. Cuán distinto ero aquella donceUa gentil
Y que ahora todo hombre demuestre su valla. que e l Eácida tomó del hogn•· de Nereo,
Conque no nvergoncemos por falta de. invitando a su boda a todos los dioses,
a nuestros nobles padres que yacen baJO uerra. al conducirla
a casa de Qui rón. La joven esposa
2 (78 O) Los Oi05curoa soltó su cinto virginal. Y unió el amor
Dejando la isla de Pélopc, acudid, a Peleo y In mejot de las Nereidas.
pode1·osos hijos de Zeus y de Leda. Y ella, al afio
76 Poelfa llrica griega (vn-rv a. C .) La llrlca monódica 77

le dio a luz un hijo, héroe supremo, 8 (129 L - P)


feliz conductor de sus bayos corceles; Este recinto en común consagraron,
mientras que por culpa de Helena murieron grande y bien visible, los lesbios, y dentro
Troya y los frigios. elevaron ultares a los dioses eternos
e invocaron a Zeus el Protector,
5 (77 D) y n ti, ilustre diosa, la Eolia,
generadorn de todo, y en tercer puesto
IIcbro, hermosísimo río, que ante Eno a éste, Piel de Corzo, a Dioniso,
vas a desembocar en el mar purpúreo devorador de carne cruda. Vamos,
tras cru:-.nr, rugiendo, In tierrn de T raci a con ánimo benévolo escuchad
rica en nues u·a súplica y sulvadnos
Y u ti acuden numerosas muchachas, de estos rigores y el amargo exilio.
y con mnnos suaves a sus muslos llevan Y que caiga sobre el hijo de Hirras
como si fuera ungüento, hcchizándosc, la Erinis vengadora de quienes antaño
tu agua divina .. . juramos, con rito sagrado, no entregar
nunca a ninguno de los compañeros,
6 (42 D) sino quedar muertos revestidos de tierra,
Los lidios, padre Zeus, que se han conmovido a manos de los hombres que entonces
J>Ol' desgracias, dos mil cstatcros mondaban, o matados y al pueblo
nos dieron por si pod!amos lo sagrada librarlo luego de sus penalidades.
ciudad asaltar, Mas entre ellos el Panzudo no habló
sin recibir ninguna promesa nuestra de coroz6n, sino que sin repm·os
y sin conocernos. Pero él, como un zorro los juramentos pisotea y devora
ele artera mente, entre hflbiles arengas nuestra ciudad ...
ttrtmaba engaños ... 9 ( IJOL-P)
... yo, desdichado ,
7 (43 D)
vivo a la manera de un campesino,
Suena ale¡¡re la lira que participa anhelando escuchar, Agesilaidas,
del festfr.. Entre sus rorpes compadres los gritos que pregonan la asamblea
él anda de parranda ... y el consejo. Eso que mi padre y d padre
... Que él, emparentado con los Atrid as, de mi paclre tuvieron hasta viejos
devore la ciudad, como con Mfrsilo, entre esos ciudadanos siempre en rencilla.
hasta que quiera Ares alzarnos en armas. Pero estoy alejado de ellos yo,
¡Si pudiéramos olvidar nuestra rabio! exiliado en la lejanía, y aquí,
Dejemos la angustia que el corazón nos roe como Onomades, en país de Jobos
y la guerra civil, que algún olimplco habito resignado a la guerra.
envió, que conduce al pueblo ni desastre, No es mejor soportar la revuelta .. .
y da o Pftuco su muldito renombre. Aquf el recinto de los feJices
78 Poesla llrica griega (vn-Iv a. C.) La llricn monódica 79

frecuento cruzando esta oscura tiena, 12 (2 D) Hermes


con ottas compañeras de camino... Salve, oh tú que reinas en Cilenc,
y, con mis píes lejos de males, vivo pues mi ánimo quiere en himno celebrarte,
donde la! lesbias do rozagante peplo a ti a quien en santas cimas parió Maya,
vienen a competir en belleza. Aquf tras unirse al Crón.ida en todo soberano.
tn torno t·etu mbn el griterío inmenso
de mujeres en sus anua les fiestas sacras. ll (46 D)
.. . ¿Cuándo de mis muchos pesares Me desconcierta la revuelta de los vientos .
me van a libel'nl' los Olirnpicos? De aquí llega rodando una ola y por allá
otra, y nosotros en medio arrastrados
10 (28lL- P) nos vernos en nuestra nave negm,
Y perturbó en su pecho el ánimo afligidos por la muy enorme tempestad.
de la argiva Helena, y, enloquecida El agua de In sentina ya cubre el pie del mástil.
por el troyano traidor a su huésped, Toda la vela está ya transpa1:ente,
marchó en su nave, y cuelga en grandes jirones su tela,
abandonando a su hija en palacio no logran asidero las anclas, y el timón ...
y el suntuoso lecho de su esposo, ... mis dos piernas se afirman en las jarcias
pues persuadió su corazón al amor y sólo esto me mantiene a salvo.
la hija de Zeus Toda la carga arrastrada fuera de borda va.
y de Diona ...
... a muchos de sus hermanos la negra tierra 14 (8 D) Eros
los cubre, muettos en el llano de Troya ... el más t-errible de los dioses,
por culpa de ella. al que dio a luz Iris de bellas sandalias,
Y muchos carros entre nubes de polvo tras de unixse n Céfiro de áurea cabellera.
cayeron, y muchos mozos de ojos vivos 15 (39 D)
pisoteados quedaban, y a la ma ta nza
venía Aqttiles ... Ahora hay que emborracharse y beber
hasta el colmo, ¡que ha muerto Mírsilo!
11 (304 L · P) Artemls 16 (104 D)
.. . A Febo de rubios cabellos al que la hija de Coos dio a luz El vino, pues, es el espejo del hombre.
tras de unirse al Crónida ilustre que mora en las nubes.
Y Artemis hizo el gran juramento que hacen los dioses: 17 (91 D)
«Juro por tu cabeza que seré siempre virgen indómita, No hay que abandonar el ánimo a los males.
y viviré cazando sobre las cumbres de los montes agrestes. Pues nada avanzaremos con apenarnos,
Así que. vamos, consiente en esto y dame esta gracia.» oh Bicquis, y no hay mejor remedio
Así dijo. Y al punto asintió el Padre de los dioses felices. que mandar n por vino y embriagarnos.
A la «Montaraz cazadora de ciervos» la llaman
los dioses y los hombres con digno sobrenombre. 18 (97 D)
Y E !'Os que el desmayo produce, a ella no se acerca .. . No plantes ningún árbol antes que la vid.
Lo llrico monódica 81
80 Pocsla lírica griego (vn·IV a. C.)

19 (90 O) 25 (500)
Zeus hace llover, baja del cielo ... Has venido dcl confín de la tierra,
una enorme tormenta y están helados trayendo recubierta de oro
los cursos de las aguas ... In empuñadura de marfil de tu espada,
Desprecia la tormenta, aviva el fuego, y cumpliste una gran hazaña peleando
sazona, sin escatimado, cl vino con los babilonios, y los libraste de agobios,
dulce como miel, y luego reclina al matar a un guerrero tremendo
tus sienes sobre un blando cojín. a quien sólo un palmo faltaba
parn medí r cinco codos reales.
20 (96 D)
Tlebamos. ¿A qué aguardttr las candelas? Hay tul dedo de dla. 26 (S4 D)
Descuelga y trae las grandes copas pintodus, en segujda. Destello la enorme mansión con el bronce;
Porque el vino lo dio a los humanos el hijo de Sémele y Zeus y está todo el techo muy bien adornado
para olvido de penas. Escancia mezclando uno y dos cazos, con refulgentes cascos, y de ellos
y llena vasos basta el borde, y que una copa empuje cuelgan los albos penachos de crines
n la otra ... de caballo, que engalanan el arnés
de un guerrero. De ganchos que ocultan
21 (94 D ) que están enganchadas las grebas brillantes
Báñate las costillas en vino, que ya vuelve la estrella, de bronce, defensas del más duro dardo,
y es penosa la época, y todo está sediento y con ardor, los coseletes de lino reciente
y suena el son de la cigarra en el follaje; con sus alas y cóncavos escudos cubren el suelo.
derrama su fuerte y continua condón en el verano ardiente ... Junto a ellos están las espadas de Cálcide,
Florece el cardo. Ahora son mucho más pesadas las mujeres y muchos cintos y casacas de guerra.
y débiles los hombres, porque Sirio ubrnsa su cabeza y seca Yn no es posible olvidarnos de eso,
sus rodi llas. una v<.'Z que a la acción nos hemos lnnzndo.

22 ( 134 D) 27 (10 1 D)
Si v11s a decir lo que quieres, también vas n oír Pues cuentan que una vez Aristodamo
lo que no quieres. dijo en Esparta una frase indiscutible:
•El dinero es el hombre; ningún pobre
2J (llS D) resulta hombre valioso ni apreciado.»
¿Qué pájaros son éstos de un pals del confin del Océano,
que vienen como gansos de largo cuello y amplias alas? 28 (92 D )

24 (87 D) Bien, venga cualquiera a ponernos al cuello


... Al roaL1acido Pitaco de esta ciudad, las guirnaldas trenzadas de Aores de an.ls,
desdkhade y cansina, le han hecho tirano, y luego derrame la mirra oloroso
después que todos lo elogiaron mucho. en nuestro pecho.
82 Poesía ll.dca griega (VlHV a. C.)
La l!rlca monódica 8J
29 (142 DI
Cruel, insufrible daño es la Pobreza, que a un pueblo Vamos, de nuevo, sin tanto
grande somete a la par de su het•maoa, la Impotencia. estrépito y griterío ahora
practiquemos el beber con vino,
lO (66 D) no al modo escira, sino brindando
El vino, caro amigo, es también la verdad. al compás de hermosos himnos.

31 (99 D) 3 (2 D)
Ruego que alguno invite al precioso Men6n, Oh Soberano, compafiero de juegos
si quiere que yo tenga mi gozo en el banquete. de Eros seductor y de las Ninfas
de párpados azules y de la purpúrea
32 (65 D) Afrodita, tú que recorres
¡Abre, que vengo de ronda, abre, te lo pido, te lo pido! las devadas cumbres de los montes.
A ri te imploro, y tú benévolo
ll (63 D) acúdcnos a escuchar
¡Coronada de violetas, sonrisa de: miel, santa Safo! nuestro ruego agraciado.
Sé tú de Clcobulo un buen
consejero, y que acepte,
ANACRliONTE DE TEOS oh Dioniso, ml amor.
(Fl. de 530 a. C.)
4 (5 D)
1 ( 1 D) Echándome de nuevo su pelota de púrpura
A ti te suplico, cazadora de ciervos, Eros de cabellera dorada
hija n tbie de 7.eus, Seiioru de las fieras me invita o compartir el juego
monteses, Attemis sobemna. con la muchacha de sandnlins de colores.
Tú que tlhoro sin duda, sobre las aguas Pero ella, que es de In bien trazada Lcsbos,
turbulentas del Leteo, velas desde arriba mi cahellcra, por ser blanca, desprecia,
por la ciudad de intrépidos guerreros, y mira, embobada, hacia alguna otra.
alegre, yo que no pastoreas
un rebaño de ciudadanos salvajes. 5 (l D)
2 (43 D) A Clcobulo yo amo,
por Cleobulo enloquezco,
Venga ya, tróenos, muchacho, de Cleobulo ando prendado.
la copa, que de un trago
la apuro. Echale die1: cazos,
de agua, y cinco de vino, 6 <•D>
para que sin excesos otra vez Oh nu'io con mirar de doncella,
celebre la fiesta de Baco. re persigo, y tú no me escuchas,
ignorando que de mi alma
tú conduces las riendas.
84 Pocslo Urica (vu -tv o. C.) La !!rica monódica 85

7 (80) ll (44 D)
Yo ni la cornucopia Canosas ya tengo las sienes
de Amaltea querría y blanquecina la cabe-..:a,
ni cientO cincuenta años pasó ya la juventud graciosa,
ser rey en T artesos. y tengo los dientes viejos;
del dulce vivir el tiempo
8 (69 D) que me queda ya no es mucho.
Al morcé pellizcando un poco una ligera tona, Por eso sollozo a menudo,
y apuré una jarra de vino. Ahorn suavemente toco estoy temeroso del Tártaro.
la seductora lira festejando 11 mi querida nifitL Pues es es pan toso el abismo
del Hades, y ama rgo el camino
9 (17 D) de bajada ... Seguro además
Saltando de nuevo desde la roen de Léucndc, que el que ha descendido no vuelve.
en el blanco oleaje me sumerjo, ebrio de amor.
14 ( 14 D)
10 (52 D) Trae agua, trae vino, muchacho, y trácnos coronas
de Borcs, ve y tráelo, que ahora contra Eros boxeo.
Remonto ahora mi vuelo hacia el Olimpo con alas ligeras
para quejarme de Eros. Pues no quiere el niño compartir su 15 (33 D)
(juventud conmigo.
. .. Guirnaldas tejidas con Bores de loto
se enroscaron al pecho.
11 (34 P)
Eros, que al ver que mj barba encanece, 16 (34 D)
entre brisas de sus alas de r·eflejos de oro Son las tabas de E ros
me pasa de largo volando. del irios y rencillas.
12 (54 D) 17 (45 D)
El que antes unos trapos anudados llevaba por tabardo De nuevo Eros me golpeó como un herrero con un enotme
y unas de madera en las orejas hacha, y me puso a lavar en un tempestuoso torrente.
y un cuero pelado de buey para tapar sus costillas,
mugriento forro de un mal escudo, y que trataba 18 (88 D)
con mozas de mercado y prostitutas, el pfcaro Artemón, Potrilla tracia, ¿por qué me miras
llevando una vida de bribón, de reojo, y sin piedad me huyt."S,
él, que puso muchas veces en el cepo su cuello, y en la rueda, y piensas que no sé nada sabio?
y a quien muchas veces le azotaron el lomo con el látigo, Ten por seguro que a ti muy bien
tras de raparle el cabello y la barba, yo podría echarte el freno,
ahora monta en carroza con pendientes de oro, y con las riendas en la mano
el hi jo de Kika, y lleva una sombrillita de marfil. dar vuelta a las lindes del estadio.
rivalizando así con las mujeres. Pero ahora paces en los prados
86 Poesla llrica griega (VU•IV a. C.) El canto coral

y juegas con ágiles cabriolas,


porque no tienes un jinete
experto en la doma de yeguas.
19 (90D)
De mis valientes amigos primero a ti te lloraré, Aristoclides.
Perdiste tu juventud rechazando la esclavitud de tu patria.
20 (79 D)
De nuevo amo y no amo,
y deliro y no deliro.
21 (98 D)
En el laurel de oscuro follaje y el verde olivo oscila ...
ALCMÁN OP. llS PARTA, ES'l'ES[CORO DE HIMURA , (DICO DE llftCIO

La Hrica coro! repre..,nta un úpo de pocsfa complejo, ligado


a rcprescn1aciones rituales y, por tanto, mds diffcl ' de comprender parn
nosotros que las canciones de los poetas lesbios. En estos cooros cornlcs,
de diversos me1ros y de muy vtorios mo1ivos, el poeta habla a trovés de
Llll coro -a veces ele un coro femenino, como en el Parlcnio de Alcmdn
(frngm. 1)-, y mezclo en su poema temas pcr,;onalcs, o de lo fiesta oca·
síonal en que su poema se presento, con motivos núúcos o
La llrica coral, que se compone en un dialecto dorio muy litc:rario, puede
servir de vehkulo a Úpos de poemas muy distintos, que coinciden, fren-
te o los monodias, en ofrecer un li rismo muy rico en en
uno ocijcrivRción suntuoso, Cll una solemnídnd que alterna con uno deli·
c11dc:za scnúm<ntol y uno scntenciosidod peculiar de codo poern. Entre
Alemán, reúnodo cantor en uno Esparta menos austera y seca que la
la y Estcslcoro, el gran evocador de los grandes ternos
de In épica y lo mirologfa en este leogunje brillante y un tanto impresio-
rnístn, y d apasionado Ibko, pocrn amoroso de inolvidables imúgencs, y
los posteriores maestros J c ln lírica cora11 Sim6nides, 13oqulJjdes y Pln-
dnro, cabe todo un mundo po<!tioo de abtgnrrados ronos. De esa poesln,
dificil ya para los gdegos de époea tardla, es muy poco lo que nos ha
llcgndo. a trnvés de las hebrns adivinamos algo del tejido esplélldido
de estos cantos, que preludian los epinicios de Plndaro y lo !frica coral
de In tragedla y la comedia atenienses.
El canto coral 91
90 Poeala llricoa griega (vu-tv a. C.) 1

ALCMÁN OE ESPARTA
Corro a escuchar la voz de las doncellas
(Fl. alrededor de 630 a. C.) que al aire puro dan el himno de su hermoso cantar.
1 ( 1 D) Partenlo . . . dispersará d dulce sueño de mis párpados,
... Que ni nguno de los bu manos vuele hasta el cielo, y el deseo me empuía a acudir al certamen
ni pretenda desposar a Afrodita, In diosa soberana, donde voy a agitar en seguida mi rubia melena.
o a otra inmortal o a una hija del dios marino Porco. .. . y con la pasión que afloja los miembros
Las Gracias de amorosos párpados In monsi6n de Zeus ... me dirige miradas más lángu idas que el su'eño y la muerte.
Sin ninguna falsfa es dulce ell n.
Inolvidables castigos sufriet·on por tramar sus maldades. Pero Astymeloisa nada me contesta
H ay tllln venganza de los dioses. sino que, sujetando la guirnalda , '
Y feliz aquel que sereno y sin llanto como una estrella que el cielo fulgurante
trenza has ta el fin su dfa. cw zn volando,
Pero yo canto la luz de Agido. o corno un ra llo de oro o una ala suave . .. .
La veo como un sol, como ése cruza con ligeros pies.
que Agido invoca que brílle
para nosotros. Pero ni elogiarla ... quisiera ver si, de algún modo,
ni hacerle reproche.s me permite al acercarse me tomará de la suave mano,
la famosa directora del coro, en nada. Y yo ol momento me haría suplicante de ella.
Porque ciJa me parece que se distingue
as! como si uno colocara entre un rebaño l (l l D )
un caballo robusto, ganador de trofeos, No era un hombre rústico
de cascos resonantes por los sueños aludos. ni torpe - ni siqu iera entre sabios- .
¿Acnso no la ves? Es un corcel del Véneto. ni un tesalio de origen,
Pero In cnbdlern de mi pri ma Hagcs!com ni u n pnstor de E rfsiquc:
florece en destellos como el oro sin mácula. mus proced!n de la encumb•·ado Sordis.
Y es de plata su rostro .
¿A qué decirlo más claramente? 4 (94 D)
Hagesfcora está ahi.
Pero Agido, la segunda en belleza, tras ella, Mnchachas de palabras de miel y voces claras,
corre como un corcel escita junto n uno lidio. ya no pueden alzarme mis rodillas. ¡Ojnlá yo
Porque con nosotras, que a la Aurora un alción macho fuera para volar con otros
le llevamos el arado ritual, con bravo corazón sobre la Aor de las olns,
compiten las Pléyades que surgen un ave sagrada, del color cambiante del mor!
cual la estrella de Sirio en la noche divina.
5 (67 0 )
2 (l P) Ven, Musa, Callope, hijo de Zeus,
inici a un poema de amor; pon pasión
Musas del Olimpo, colmadme mi alma en el himno y gracia e n la d anza.
con el anhelo de una nueva canción.
92 Poesla Urica ariega (vu-IV a. C.) lll CAnto coral 93
6 (92 D) BSTESfCORO DE tllMllRA
Estos versos y música Alemán compuso (Fl. alrededor de 590 a. C.)
captando el cantar de parleras perdices. 1 (5 D ) (De la Gerionclda)
Tomando como vasito la copa que medía unos tres azumbres
7 (93 0) (licraclcs), bebía sosteniéndola, que se la ofreció,
Yo sé las tonadas de todas las aves. tras de haber hecho la mezcla, Folo.
2 (4 D)
8 (1000)
Más o menos enfrente de la famO$U Erltla,
Pues avanza, en lugar del hierro, junto a los manantiales inagotables, de ralees de plata,
el bello sonnr de la el tara. del rlo Ta1·tesos, en la gruta de una peña.
:S (6 0 )
9 (37 D)
Helios, el hijo de Hiperión, en la copa de oro
Muchas veces, en las cimas de los montes, se metió para llegar, tras cruzar el Océano,
donde a los dioses complace la fiesta fulgente, a los abismos de la tenebrosa noche sagrada,
llevando un cántaro de oro, gran jarro, junto a su madre y su esposa legítima y sus amados hijos.
como los que llevan los pastores, Pero él, el hijo de Zeus, se dirigió
lo llenaste con tus manos de leche leonina hacia el bosque umbroso de laureles.
y cuajaste un queso grande y fresco para Hermes.
4 ( lO 0 ) (De la H elena)
10 (36 D) Al rey le arrojaban, a su carro, muy muchos membrillos,
y muchos rami lletes de mu:to,
Afrodita no está, y el loco de Eros juega como un nifio y coronas de rosas y guirnaldas cuajados de violetas.
posándose en las puntas en flor, las «110 me toques», del juncal.
5 ( 11 D) (De lo PuUnodl.a de Helena)
11 (101 0 ) No es cierta la leyenda,
no fuis te en las naves de buenos bnncos.
Eros de nuevo por decisión de Cipris, ni llegaste a los palacios de Troya.
inundándome el corazón, dulce me alegra.
6 (12 0 ) (De t. Orestca)
12 (58 D) Musa, desecha tú las guerras, y conmigo
celebra las bodas y banquetes de dioses
Duermen de los montes cumbres y valles, y héroes y las fiestas de los felices ...
picachos y barrancas,
cuantas razas de bestias In oscura tierra crla, 7 ( 14 D)
las fieras montaraces y el enjambre de abejas, Estos cantos del pueblo a lns Gracias de bellas melenas
y los monstruos en el fondo del agitndo mar. hoy qne ent·onar, inventando una tonada frigia
Y las bandadás de aves de largas alns duermen. de aires delicados, cuando llega la primavera.
94 Pocsla Urica griega (Vli· IV a.· C.¡ El canto cona.!
8 (ll D) ni a otros hijos de Prlamo,
Cuando en dempo de primavera alborota la golondrina.·· ni el sin nombre de la toma
de Troya, la de las altas puertas.
9 ( 17 O) Tflmpoco voy a can1·ar
.. . Porque Tindáreo, en ocasión, . el muy soberbio coraje de los héroes,
al sucrificar a todos los dioses tan sólo olv1dóse a los que cóncavas naves de muchos clavos condujeron
a Cipris, la de dulces rcgnlo_s; y irritándose, cual desd icha de Troya, nobles héroes.
a las hijas de Tindárco lus h1zo mu¡eres de dos A ellos el poderoso Agamenón los mandaba,
y tres bodas, y traidoras a sus esposos. el descendiente de PHstenes, caudillo de guerreros,
hijo de un noble padre, de At reo.
10 (Z2 0 )
y por eso mucho ama Apolo los juegos y canciones, . Ta mbién esto las Musas muy doctas del H elicón
en tanto que Iludes obtuvo como lote los plantos y gem1dos. podr!an abordarlo con holgura de palabra;
pero un hombre monal no es ágil
11 (2l 0 ) corno para relatar uno a uno los hechos
Es de Jo más 1o rpe e inútil llorar pur los 1nuertos. desde q ue Menelao con las naves de Aulide
zarpó a través del mar Egco y llegó
12 (16 O ) (De la Rádina) desde Argos a Troya, criadora de caballos,
Vamos Musa de aguda voz, comienza tu canto y los hombres de escudos de bronce, los hijos de los Aqueos,
con lira amorosa a los jóvenes samios. de entre los que el mejor con In Junza
destacuba Aquiles, •·nudo de pies,
y el gran hijo de Tela món, el valeroso Ayante . ..
ÍBICO DE REGIO
(FI. alrededor de 540 a. C.) ... y Zcuxipo (? ),al que habla dado n luz Hilidc,
la de ceñ idor de oro, y al que p•·onto con T roilo
1 (l D) los troyanos y dánuos parangonar querlan,
. .. Ellos luego la vasta, muy ilustre, la próspera como al o ro n-es veces ya purificado
ciudadela del dnrdánida Prlamo :masaron; con el bronce, por su seducto•·a belleza.
cuando partieron de A rgos, Si a ellos les tocó In belleza pura siempre,
de ucuerdo con los designios del gran Zcus. también tú, Polfcrotcs, tendrás una gloria imperecedera,
Por la hermosa figura de la rubia Helena, . como también será, por mi cantar, la gloria mia.
sostuvieron una contienda muy cantada en h1 mnos,
por medio de una guerrn que causó mucho ll.anto , . 2 (6 0)
y bosta la muy atribulada Pérgarno ascendió lu Rum o, En primavera los membrillos,
por obra de Cipris de cabellos de oro. regados por las aguas corrientes
de los arroyos, alll en el jardin
Pero no es ahora mi deseo el celebt·nr a París, intacto de las V (l'genes florecen,
ttaidor a su huésped, ni a Cnsandra, y rebro1a n y crecen los racimos
la de gráciles tobillos, bajo los tallos umbrosos de los pámpanos.
Poesía lírica griega (vu -lv a. C.) El canto coral 97
96
9 (9, 10 D)
Mas conmigo el amor no reposa en ninguna estación.
Sino que, como el t racio Bóreas, Sobre sus rrunns mns ulrus se posan
encendido por el rayo, precipitándose multicolores p!ltos de val'iopinto cuello
desde In casa de Cipris, con abrasadores delirios, y rojos ftúsnnes y ulcioncs de urnplias alas.
oscuro e impertérrito asedia
con fuer1.a y desde el fondo
mi corazón. ANÓNIMO
Epitafio {de Cleobulo de Lindos] para la tumba de Midas.
3 (7 0) (En tilla estela, al píe de una Strena de bronce)
Ews, de nuevo, bajo sus párpados azuloscuro,
me examina con ojos de lánguido mirar, Doncella de bronce soy, y yazgo sobre el sepulcro de Midas.
y con toda clase de hechizos Mientras el ngua mane y los árboles altos re11erdezcan,
n las inmensas redes de Cipris me lanza. destelle el sol naciente y la espléndida luna,
En verdad que tiemblo al verlo cerca, mientras discurran los ríos y resuene el rumor de la mar,
como un caballo de carreras, permaneciendo nqul mismo, en este muy llorado sepulcro,
ganador de trofeos antafio, anunciaré a los viandnn1es que nquf enterrado está Midas.
que, pesaroso, bajo el carro veloz
se ve uncir para otro certamen.
4 (8 0 ) SIMÓNJDBS CllOS

Eurlalo, flor de las Grnclns b rillantes, (556-467 a. C.)


mimudo por Jos Horas de bellos cabellos,
a ti Ci.p1·is y Persuasión, la de pá1:pados suaves, Nnddo en lo pequeña isln de Coos, Siluónldes viajó por todo Grcdn
te CI'ÍAI'On entre capullos de rosas. componiendo obms de cncnrso pnrn nobles y tiranos. Frecuentó las COl':
ces TeRnlin, de Accnns (en tiemrms de Hipnrco, y después) y de Sira·
5 (16 D) cuso, en lu épocn de l licrón . Se hn dicho de él que llllticipn el cipo del
soliscn, educndor itincruntc y mercenario, cu varios •·espectos. Uno de
A CnsaJlCIJ.'a de ojos glaucos, éstos es su aspecto de intcleetunl y crlrico, servicio de los ldenles de
la hija de Prlnmo de seductora rnclenn, sus pncronos, y como exr>oncnle <le un snbcr trnd icionnl.
la prc.:serva In famu c.:ntre las gentes. Slmóuides compuso unn gran vuriednd de poemas: peanes y trenos,
C!I<.'Oiios, Cllfltos triuofctles y funcriltios. Se le considera el in·
6 (11 O) ventor del epinicio, cnnco deslinndo 11 cdehror la victoria en un cercnmcn
que Pú1dtii'O llevó 11 su culminnción nrtlstica. Sus trenos v sus
Entonces In ilustre, insomne alba despierta a los ruiscfiorcs. epigrllfllus le dieron singular fama , Su lenguaje sencillo y su
pniCIÍSillo, nsf COillO SU tRICotO pnra ltt expresión sucinta de las Senten-
7 (22 0 ) cias, lo impar en estos A Simónides se atribuyeron lue-
Tengo miedo de conseguir honor entre los hombres go mud10• epuaúos fumosos, de dudosa autorla. Despinzó a Jos dioses
cometiendo alguna falta ante los dioses. del centro de sus pocmns pnra ccntrnrlos sohre el cnlgico destino dd
Recomienda, como cnntos 011'0$, el idc:al de lo cprudcocio», la
tradicional , con tonos precisos e imllgenes nuevas. ve-
8 (ll D) en pinta una escena de sorprendente pacetismo, como de D.inae
Mirtos, violetas y crisantemos, encerrado en d arcón en medio del oleaje nocturno, abrazando a su
manzanas, y rosas, y suave laurel. niiio dormido.
4
98 Poesla llrica griega (vn-rv a. C.) El canto
99
1 (48 0 ) Un altar es su tumba, su planto es alabanza
¿Quién, con un juicio cabul, elogiarla a Clcobulo de Lindos, y en lugar de los llantos les rodea la fama. '
que 11 los ríos de perenne fluir, a las flores de prunavera, Semejante epitafio ni el viento del Este
al resplandor del sol y de la luna de oro, ni el tiempo que todo lo doma a borrarlo van.
1

y a las ondas del mar, contrapuso el poder de una estela? · Este recinto sagrado el buen renombre en Grecia
Todo está, en verdad, sometido a los dioses. adquirió por tales guerreros. También lo atestigua Leónidas,
Pero u na piedra la quiebran hasta manos mortales. rey de Esparta, que ha dejado aqul de su valor
De un tipo insensato fue tal ocurrencia. un gran monumento y una gloria inmortn l.

2 (9 D ) 8 (36 P)
De los humanos pequc:fio es el poder, ... El humo es vano y el oro no se mancha,
e inútiles los propósitos y cuitas. pero es en todo la verdad vencedom.
En In breve vida hay pena tras pena. Mus a pocos les dio un dios In virtud
Y In muerte ineluctable siempre espera. hastn el fin. Que no es fácil ser digno.
Porque igual porción de ella reciben Porque a uno, a su pesar, le domina
los valerosos y quien es cobarde. la codicia invencible o el aguijón
poderoso de la taimada Afrodita,
3 (6 O) y las rivalidades muy impulsivas.
Siendo humano, jamás digas qué va a pasar mañana, Quien no pueda durante toda la vida
ni, 11! ver a alguien dichoso, por cuánto tiempo lo será. por un impecable sendero,
Porque ni el moverse de la mosca de finas alas bastará que sen, en lo posible, bueno.
es tan rápido.
9 (4 0)
4 (8 0 ) Llegnr a ser de verdad un hombre bueno
Porque todo llega a la misma devomdot:a Caribdis, equilibt·ado de manos, pies, y csp(ritu '
las grandes excelencias y la riqueza. forjado sin tara, es arduo empefio. '

5 (7 0) Ni siq uiera In sentencia de Pitaco


Pues ni siquiera aquellos que antes me parece acertada, aunque de un sabio
y fueron héroes, hijos de los dioses dicho. Afirmaba que es arduo ser bueno.
soberanos, a su vejez llegaron Sólo un dios puede tener tal privilegio.
tras vivir sin pesar, sin riesgo ni ruina. Un hombre no puede evitar el ser malo
si un desastre invencible lo derriba. '
6 (12 0) Con buena fortuna cualquier hombre es bueno,
Pero alcanza la muerte también al que huye del combate. y malo es cuando todo le va mal ...
En genera l, son los mejores aquellos
7 (5 0 ) o los e¡ue los dioses tratan con cariño.
De quienes cm las Termópilas murieron, Por eso nunca, persigui.endo lo imposible
gloriosa fue la suerte, hermoso su final. vo armjnré la vida que me dé el destino '
100 Poesla Uric:a ( VIHV o. C.} El canto coral 101

en ¡>os de uno esperanza irrealizable: Y si con alguna palabra atrevido


un hombre sin reproche de entre cuantos Y al murgcn de lo jus to te invoco, ¡perdóname!»
(."Onsumimos el {ruto d e la ancha tierra.
11 (29 D)
Pero, si lo encuentro, os lo vendré a decir.
Ahora elogio y aprecio a todo aquel Al ver c;¡ue expiraba su dulce alma, se echaron a llorar
c¡uc no bace por su gusto ningún daño. por el rufio de pecho de la joven coronada de violetas.
Contra Necesidad ni los dioses batallAn .
12 (27 D) (Orfeo)
No soy amigo de censuras, que 11 mí Sobre su cabeza infinitos
me basta quien no es malo ni intratable los pájaros revoloteaban
en exceso, y conoce la justicia y los peces saltaban
que beneficia al pueblo, un hombre sano. fuera del agua azul
Y no se ré yo quien le haga reproches. al son de su bella canción.
Porque es infinita la estirpe de los necios.
En verdad, bien está todo aquello ll (37 D)
n lo que no está mezclado lo vicioso. Hay cierto relato que cuenta
que ln Virtud habirn sobre rocas de difícil acceso
10 (13 D) (D4nae) donde lu acompaña un santo coro de ninfas. '
No es t:ampoco visible a las mimdns
... Cuando de m ro del arca bien labrada de todos los mortales, sino sólo n quien
la arrastraban los soplos del vienro le brota dentro el sudor de un ánimo esforzado
y el agitado oleaje, y llega a la cumbre del valor. '
se sintió sobrecogida de terror, y con mejillas húmedas
se abraz6 a Perseo y le habló: 14 (57 D )
«¡ Ah, hijo, q1u.: angustia tengo! Pues, sin el placer, ¿qué vida humana
Pero tú dormitas, duermes como niño de pecho, deseable, o qué clase de poder?
dentro de este incómodo cajón de madera de clavos de bronce Stn é l, hasta la existencia de los dioses
que destellan en lo noche, no nos parecería envidiable.
tumbado en medio de la tiniebla azul oscuro.
No te inqu ictus por la oh1 que lanza 15 (45 0)
poJ· encima de tus cabellos In espuma marina
ni del bramar del viento, recostando Cuando los parleros ruiseñores
w bella corira en mi mantilla de púrpura. de verde cuello, primaverales.. .
Si para ti terrible fuera lo que es terrible,
16 (40 D)
ya habr!as prestado oído ligero a mis palabras.
Pero te lo 1·ucgo, duerme, nifio mío. Pues ni siquiera un soplo que :lgltarn el follaje
Que duerma también d alta mar , duerma la inmensa dcsgrncia. levantaron en tonces los vientos, que impidiera
Ojalá se mostrara al¡¡ún cambio, que su voz se extendiera, dulce como la miel,
Zeus P adre, movido por ti. Y adentrara en los ofdos de los humanos.
102 llrica griega (vu-rv a. C.) El canto coral !O )

17 (92 P) 6 (83D) ,
Ilustre heraldo Tumba ésta es del ilustre Megistias, que amaño los Medos
de la perfwnada primavera, mataron, después de vadear el torrente Esperqueo.
oscuta golondrina. De un adivino que, aunque sabía su muerte cercana,
no quiso entonces dejar a los jefes de Esparta.
18 (93 Pl
El parecer incluso a la verdad doblega.
PÍNDAl\0 01>
(J22-448 11. C.J
EPIGRAMAS ATRIBUIDOS A SIMÓNIDES
Al'istófnnes de Bi.zoncio compiló los poos!ns do Pfndom conservadas
1 (92 D) (En TcrmópUas) en In Biblioteca de Alejnoddn en diecisiete libros. Himno.r o los dioses,
Pcane.r, Dilirambos, Cantos de procesí6n, ContrJs de danzo,
Extranjew, anuncia a los Lacedemonios que aqtÚ Bncomio.r, 'frenos y Epinicios formobnn el conjunto de 1<1 vistoSA obro
yacemos, obedeciendo las órdenes que nos dieron. de este gran autor. Ln trndición hil conservado hnsLu nosotros tan ..Sio
los cuatro libros en que los alejandrinos cnmlogaron los Epinicios, orde-
nados seg(m el lugar de la victoria atlética que celebraban en odas ollm·
2 (118 D) (En Platea) picas, pflic11s, lstmic11s y nemeas. Una serie no dcsprccinble de frngmen·
Si es el bien morir la más alta muestra de virtud, tos nos permiten dnr un vistnzo a otro tipo de poemas, pero Píndnro es,
a nosotros entre todos nos la otorgó el destino. pnrn nosotms, po•· la •·nzón expuesta, el auwr de esos cantos triu nfales.
caractcrlsticos de In colrura griega de una época.
Porque, empefiándonos en defender la libertad de Grecia, En esos cantos pueden dJstinguirse eres elementos: la temática mftlca,
hemos caído, logrando nsf un perenne prestigio. que el pO(:M evoca de un modo libre y n través de alusiones e imágenes
brillantes (sin relatar detenidamente cl miro que los oyenres ya cono-
3 (121 D) (En Platea) cen), el motivo ocasional de la victorio otlérica (que es tMJbién objeto
de rápidas alusiones sin 8<-udir a descripdoncs concretas) y In conclusión
Dejando una fama inmortal aquí éstos en pro de su patria ética, es decir, In lección que el triunfo, premio a la virtud, ofJ·ece, pnro
se vieron envueltos en la negra nube de la muerte. gloria de In fnmilin nristocráticn que ha encargado el himno. Mito, sen·
No están muertos, aunque mul'ieran, pues su valor rendas morales (consejos) y datos ocnsionnles Componen el esquema b&·
sic<> del entramado muy .libre, sobre el que se edifica el himno triunfal.
del dominio de Hades los alza y corona de glol'ia. Hemos elegido en nuestra versión In 0/fmpica 1 y la Pltica 1, por ser
las odas más fnmosns, In Pltica JV, uno de los más amplias, con un toma
4 (122 D) (En Tegea) mhico muy extenw, el de los ArgonautAS, y In .Pitica VIII, senci lla
Gradas al valor de estos hombres al cielo no llegó y sentenciosa, uno de los últimos poemas de Píndru·o. Y luego ullndimos
un. encomio: el dedicado al joven Teóxeno, con acentos un r.nmo per·
el hwno de la vasta Tegea presa de.l incendio. !l<males.
Hablan decidido legar a sus hijos una dudad floreciente
en Ubertad, y morir ellos en las primeras filas. Otfmpica r
A Hierótl de Siracusa, vencedor en las carreras de caballos
5 (123 D) (En Tegeo) (con S'U con·el Ferenico, m 476)
Recordemos a hombres de recto valor, cuya tumba aquí está.
.Ellos murieron salvando a Tegea, la de buenos rebaños, Lo mejor es. de un lado, el uguu y, de otro, el oro, como ar·
guerreros en pro de su ciudad, para no permitir la ruino [diente fuego,
de Grecia, cuando iba a perecer su libertad tan preciada. que destaca en la noche por enc.ima de la magnífica riquc-m.
104 Poes!a l!tica griega (vn-IV a. C.) El t-anto coral 105

Y si certámenes atléticos celebrar ofreciendo a los dioses una conúda de correspondencia,


anhelas, querido corazón, entonces te raptó el dios del famoso tridente,
ni busques otra estrella más cálida que el sol dominado en su interior por el deseo, y con sus corceles áureos
liante en el día por todo el yermo éter, te trnnsport6 a la excelsa mansión del muy honrado Zeus.
ru ensalcemos otra compeücíón superior a la de Olimpia. All1 en úempo posterior
De allf el himno clamoroso se despliega fue también Ganimedcs
o través de las memes de los sabios por un uso parecido de Zeus.
para que al hijo de Crono canten los que acuden Como te hiciste invisible, y no pudieron los hombres,
a la espléndida y feliz morado de Jiierón. por mucho que buscaron, llevarte an te tu madre,
El rige el cetm justiciero en Sicilln prontO alguno de los vecinos malpensados dijo murmurando
l'ica en ganados, cosechando las cimas de tod;ls las virtudes, que en d momento en q ue el agua herv!n sobre el fuego
y a In vez •·esplandece u·oceurou tus núcmbros con un cuchillo (y los echaron al cal-
en el primor de la mú sica y poes!n, y sobre las mesas a la pos tre se repn rt·ieron [clero)
por las obras que nosotros creamos, y se comieron tus carnes.
los poetas frecuentes a los lados de su amistosa mesa. Pero para m{ es imposible llamar «loco voraz» n uno cualquiera
As! que descuelga la doria lira de los dioses felices. Me niego.
del clavo, si es que la gracia de Pisa y Fcrcníco Los blasfemos no tardan en recibir sus penas.
indujo lu mente a los más dulces pensamientos, En verdad que si a algún hombre mortal honrAron los guardianes
cuando, jumo al Alfeo, precipitó su cuerpo del Olimpo, ése fue Tántalo. Sin embargo, él no pudo
en la carrera, sin pretexto para ser espoleado, digerir su gran ventura, y por su desenfreno obtuvo
y unció con la victoria a su dueño. un desastre ineluctable, que el Padre (ele los dioses)
el rey de Siracusa, que ama los caballos. Su fama destella suspendió sobre él una pesada roca,
en esta colonia noble del lidio Pélope. que, amenazando siempre desplomarse sobre su cabeza, le arre-
De él se enamoró el Sostenedor de la ticrrn Posidón . . . [bata todo goce.
en cuanto a Pélope lo sacó Cloto del caldero ,' Y t:1ene ese v1v1r desasosegado, de pet·pe tua torturn,
con un •·efulgente hombro tallado en mnd'il. un cuarto pesar sobre o tros tres, porque, tras robar
¡Cuán numerosos son los prodigios! Pero, sin duda, ta mbién u los Inmortales, entre sus coetáneos enmaradas de festín
a la tradición de los humanos por encima del verídico repttrti6 el néctar y la ambrosía,
la engañan leyendas engalanadas con variopiJ1tos embustes. con los cuales a él le hicieron in mortal.
Ln gracia, que hace dulces todas las cosas a los mortales, Pero si alguien confía en pasar inadvertido de los dioses
al acrecentar el prestigio llega incluso a hacer crelble al hacer algo, se eq uivoca.
lo que es increlble muchas veces. Por motivo reintegraron de nuevo los dioses a su hijo
Pero los ellas por venir n la esurpe de los hombres de breve destino.
son los más sabios test igos (de la verdad). Luego, cuando en la floreciente adolescencia
Y le es conveniente a un hombre hablar se le cubr!a de lxn.o el mentón oscuro,
bien de los dioses. Pues será meno1· su culpn. meditó conseguir la boda propuesta
Hijo de Tántalo, voy a hnblar de ti de modo distinto 11 los de por su padre, el rey de Pisa, con In ilustre Hipodanúa.
Cuando tu padre les invitó a un muy bien ordenado [antes. Acud iendo a la orilla del mar espumoso, solo eo la noche,
festln en su querida Sípilo, llamó a gritos al Seño•· del trídente de sordo bramido.
106 Poesfa !frica griega (vn-rv a. C.) I!J canto coral 107

Y él se Je apareció muy de cerca ante sus pies. conflo en alabarte en otra glorin mds dulce,
Pélopc le habló: «Si en algo los caros dones encontrando el camino reparador de los elogios,
de Cipris, oh Posidóo, tu agradecimiento logran, a ti junto con tu carro,
detén la lanza broncínea de Enómao, condúceme en carro velo- volviendo ni destacado monte Cronio. Pues para mí
ti Elide, y empújame a la victoria. [dsimo alimenta la musa con su poder el más vigoroso dardo.
Porque él, tras de matar o pretendientes, Unos son grandes en unas cosas, otros en otras.
pospone el matrimonio de su hija. Pero la más alta cima es corona de los reyes.
No atrae a un hombre sin coraje el gran peligro. No orees más lejos.
Entre quienes tienen un fatal morir, ¿por qué rumiaJ: Ojalá puedas escalar en esta vidn In altura,
sentado en In tiniebla sin objeto hnsta una oscura vejez? y a m{ me sea dado frecuentar u los tantas veces vencedores,
Pero para mí está dispuesta siendo insigne por rui sabiduría
esa aventura. Dame tú un buen éxito.» po•· doqu ier entre los griegos.
As! le dijo. Y no se cmpefíó en palabras inútiles.
El dios, que lo estimaba, le dio un carro de oro
y unos corceles incansables con olas. Pltica 1
Y venció a Eoómao y desposó a la doncella. Para Iiier6n de Etna, vencedor en la carrera de carros
Engendró seis hijos, caudillos guerreros, destacados en virtudes.
Y ahora con espléndidos sacrificios Aure.1 lira, de Apolo y de las Musas de violáceas trenzas
sangrientos es honrado, presea justamente compartida, o ti te atiende
tendido junto al curso de Alfeo, el paso de danza que da inicio a lo fiesta,
en una tumba bien cuidada junto a un altar y obedecen los cantores tus avisos
muy frecuentado por visitantes extranjeros. cuando de los preludios que arrastran al coro
Y la gloria de Pélope desde lejos fulgura formas, vibrante, los primeros acordes.
en las carreras de las O limpínclus, Incluso el rayo, lancero de irrestufiublc fuego,
donde ri valizn lo velocidad de Jos pies tú upugas. Y duerme sobre el cetro
y los audaces primores de In fuer:r.a ffsicn . de Zeus el águila, relajando
Y el que vence consigue paru el resto a ambos costados su ala rauda,
de su vida una muy dulce gracias a los Juegos. In reina ele los aves, cuando
Ln repetida felicidad de cndn elfo sobre su curva cabeza oscura niebla,
resulta lo más alto para cualquier morta l. suave cerrojo de sus párpados,
A mi me es preciso coronar a Hierón tú· has derramado, y dormitando ella
con hípica tonada y canto eolio. mece el lustroso plumaje de su lomo,
Y estoy convencido de que ningún otro huésped, por tus efluvios dominada. Y hasta el violento
al menos de los de ahora, a la vez sabio en vinud<.-s Ares deja a un Indo la hiriente punta de su pica,
y más poderoso en su dominio, y suaviza su corazón en el ensueño.
se engalanará (como él) coo los gloriosos loores de mis himnos. Tus saetas, s!, hechizan el ánimo tnmbién
La divinidad, que permanece velando ¡>or tus afanes, de los dioses, por la magia del hijo de Lcto
se cuida de ese anhelo, Hie•·ón. y de lns Musas de talle profundo.
Y si no te abandona de repente Y todos aquellos seres que nbomina
108 llrica griega {vll-IV •- C.¡ El canro coral 109

Zeus, se esU'emecen al oír lo voz sobre estos éxitos de ahora induce a creer
de las Piérides, en la tierra que en el futuro será ciudad famosa por las coronas hípicas
o en el mar indomeñable. y renombrada en las fiestas de bellas canciones.
Incluso el que yace en el espantoso Tártaro, Tú, soberano de Licia y de Delos,
el enemigo de los dioses, Febo, que amas la fuente Castalia en el Pnm aso,
T ifón, el de cien cabezas, a quien untafio ojalri qu ieras guardar estos votos en tu mente
una famosa cavernn d e Cilicio crió. y u esa región de buenos guenews.
Pero ahora, sobre él, los acantilados de Cumas, De los dioses, pues, proceden todos los medios
batidos por el mru:, y Slcilia le oprimen de la excelencia humana; por ellos los hombres
el velludo pecho; y lo aprisiona son sabios y de bra1.os vigorosos y hábiles de lengua.
un pilar del cielo, el níveo Etna, Y al proponerme yo ensalzar a ese hombre
que todo el año agudo hielo nutre. confío no hacer como e l que el dardo de broncínea punta,
De sus abismos emergen rugientes eras blandirlo en In mano, arroja fuera del campo de tiro,
manantiales de fuego inaccesible. si no supcrnr n mis rivales lnn7.ándolo muy lejos.
Sus ríos derramnn una corriente P orque ojultl el tiempo siempre nsf In d icha
y humean te durante los días. y dote de ri quezas le ofrezca en recto pago,
Y en las tinieblas de la noche la llama roja y proporcione el olvido a sus fatigas
rodando arrastra las rocas con retumbo Cierto que podrfu recordar en qué batallas, en los guerras,
hasta la honda cavidad del mar. firme se irguió con intrépido ánimo,
Aquella bestia es quien arroja en nito cuando encontraron (sus hermanos con él) en manos de los dio-
los más terribles torrentes de Hefesto. un honor cual ningún otro de los griegos cosecha, [ses
Un pwdigio asombroso resulto contemplnrlo, magnifica corona a su riqueza. Ahora, por cierto,
y asombro es oído, cuando uno Jo presencia. sig1.1iendo la pautn de Filoctetes,
Tal monstruo está preso entre las cumbres se ha puesto en cmnpnñn. En la necesidad induso
de oscuras frondas del E tna y su llanurn. quien es muy nrrogunte le halaga pan• hncel'le st• am igo.
Y el lecho en que se tumba le desgal'l'n Cuentan que o sacarle de Lcmuos (donde escnbn)
y todo el lomo le lacera. torturado por su acudieron
¡Ah, si pudiera, Zeus, pudiera agradarte! unos héroes scmidioses 11 por el arquero hijo de Peante.
A ti que dominas esa montaña, frontal El destruyó la ciudud de Príamo, él puso fin
de una tierra de bellas cosechas, cuyo nombre n los esfuel'7.os de los Dánaos;
su ilustre fundador dio a la ciudad vecina aunque avanzaba con un cuerpo enfermi7-0,
y cubrió de gloria. Que en el estadio pllico sin embargo era el elemento de la Moirn.
lo voceó e l heu ldo que proclama Que así la divinidad endcrezadora sostengo
!u hermosa victoria de H ierón con su carro. a Hier6n codo el tiempo venidero, dtindole el (ruto que unsfu.
Les resulta u los posnjcros d e un bn•·co Musa, ahora concédemc cantar en la mo•·ndo
un primer gozo que, al zarpar, les llegue de Dlnómenc:s c:l triunfo de esa cuudrigu.
favorab le a su viaje el viento. Pues uno piensa Pues no es un gozo ajeno la victoria de su padre.
que es probable que también al final consiga ¡Vamos, encontremos lueRO uo himno grato al rey de Etna!
un regreso mejor. Y el clilculo Para él esa ciudad en In libertad de divino cimiento
110 Poesfn !frica griega (VII-IV a. C.) El canto coral 111

fundó Hierón según las leyes trazadas con doria plomada. Que si algo vulgar se te escapa,
Quieren los de Pamfilo va a ser considerado enorme, por provenir de ti.
y, en general, de los Heraclidas De numerosos asuntos eres juez.
que habitan al pie de las crestas del Taigeto, Muchos son los testigos fieles de tus actos, buenos y malos.
pe¡·sisd•· siempre en los preceptOs de Egirnio, :Persistiendo en tu espléndido talante,
como Dorios. Y conquistaron Amidas, venturosos, si deseas gozar siemp1·e de amable reputación,
partiendo del Pidno, y son de los Tindáridas no te canses de gastar en exceso.
de blancos co•·celes vecinos afamados, Suelta, como un piloto,
y ha florecido la gloria de sus lanzas. toda la vela al viento. No te dejes, amigo,
Zeus cumplidor, que así siempre distinga engañar por las ganancias atractivas.
la suerte de los ciudadanos y sus reyes junto al agua del Amenas Sólo el póstumo resplandor de la gloria
el verídico relato de las gentes. revela la vida de los hombres que f.ueron,
Y con tu ayuda ese caudillo, a través de cronistas y poetas. No se extingue
delegando en su hijo, honrando al pueblo la prudente excelencia de Creso.
lo ditija hacia una paz armónica. Pero al que en un toro de bronce quemaba (a sus vkdmas),
Asiente, te suplico, Crónida, a Fálads, de despiadada mente,
a que, domado, se contenga en su hogar odiosa fama le envuelve en todas partes.
el Fenicio y el alborotar de los Tirrenos, Y tampoco las lims lo acogen bajo techo
que ya ha visto su violencia desastre de sus naves ante Cumas. como amable compañía para los cantos de muchachos.
Tales pérdidas sufrieron derrotados por el rey de Siracusa, El gozar de éxitos es el primero de los premios.
que desde sus naves de raudo curso Buena reputación el segundo acierto.
anojó en alta mar a sus jóvenes guerreros, Y el hombre que lo tU10 ') lo Ot'ro se ¡n·opone y conquista,
librando a Grecia de una pesada esclavitud. éste se ha ceñido la más alta corona.
Invoco junto a Salamina el favor de los atenienses, en u·ibtl!O,
y en Esparta evoco la baealla ante el Cite•:ón,
en donde fracasa•·on los Medos de arcos curvos. Pítica IV
Mas en la ribera de claras aguas del Ilímera A Arce.rilao tf..e Cirene, vencedor en la carrero de corros
celebrará mi himno a los hijos de Dinómenes,
que por su excelencia lo hnn me•·ecido, Hoy debes detenerte en cnsa de un amigo,
tr:IS la der•·ota de los enemigos. del rey de Ci rene, la de buenos cabaUos,
Si hablas lo preciso, concertando en breve parn que, junto a Arcesilao que da su festejo,
los términos de mucho, menor será el reproche de las gentes. tú, Musa, acrecientes el airoso tropel de los himnos
Pues el continuo exceso embota que se deben a los hijos de Leto y a Delfos.
las esperanzas repentinas. Allí una vez la sacerdotisa que se sienta
Y apesadumbra el ánimo en secreto de la gente entre las áureas águilas de Zcus, estando Apolo presente,
el oír en demasía de los triunfos ajenos. predijo que Batto, colonizador de la fértil Libia,
Pero, no obstante, ya que mejor es la envidia que el lamento, iba a abandonar su isla sagtada (de Teta)
no desistas deJ bien. Rige con justo dmón y a fundar una ciudad afamada por sus carros
a tu pueblo, y forja en el yunque de la verdad tu lengua. en lo alto de una blanca colina.
U2 Poesfo llrico griego (viHv e . C.) El canto corll 113
Y darlo cumplimiento 11 la profecía de Medea, recibió la divina peUa de tierra.
en la decimosép tima generación, aquella que antafio Sé que ésta cayó del barco al mar
a Tero valicinó la inspirada hija de Eetes, y se sumergió en lu ondn salada
la reina de los Colcos, con su lengua divina. un anochecer, arrnstradu por el húmedo oleaje.
Que asl les dijo u los scmidioses de la tripulación ¡Cuán a menudo había encargado
del bravo guerrero Jasón: a los servidores que nos libran de fatigas
«¡Escuchad, hijos de dioses y de magnánimos mortales! que se cuidaran de ella! Pero sus mentes lo olvidaron.
Alirmo, pues, que de esta tierra zarandeada por el mar, Así que en esta isla se ha derramado
un día la hija de Epafo (Libia) hará brotar la indestructible semilla de la vasta Libia
una raíz de ciudades, gloriosa entre los hombres, antes del tiempo de sazón. Pues si en su patria
que florecerá junto a los terrenos de Zeus Ammón. la hubiera arrojado, junto a la subterránea boca del Hades,
Trocando los delfines de alas cortas al regresar a la sacro ciudad de Ténnro Eufemo,
por yeguas fugaces, el rey hijo de Posidón, señor de los caballos,
y los remos por riendas, a quien la bija de Tido, Europa, dio a luz antaño
{sus habitantes) guiarán carros veloces como el viento. en las riberas del río Ce6so,
Aquella profec1a ha de cumplirse: su estirpe, en la cuarta generación de descendientes,
que de grandes ciudades será metrópolis Tera. habl'fa conquistado con ayuda de los Dánaos
Según esto, una vez en la desembocadura del lago Tritónide, aquel vasto continente. Fue en aquel tiempo cuando
Eufemo, que habla bnj:1do de la proa (del navío), aceptó emigraron de la gran Lacedemonia
la tierra que como presente de hospitalidad le ofreda y del golfo de Argos y de Micenas.
un hombre divino en :1pariencia, al tiempo que, presagio propi- El caso es que aho•·a encontrará una descendencia escogida
el Ct·ónida, Zeus Padre, daba el•:etumbo de un trueno. [cio, en los lechos ele mujeres de orra es tirpe,
Sucedió mientras colgaban al costado de la nave y sus hijos, con el aprecio de los dioses,
el ancla ele mancllbu la brondnea, freno de la rápida Argo. vendnin a esta isla y engcndrorón ni homb1·e
Durante doce dlus antes habíamos transportado que ha de se r scilor de esas llanuras de negras nubes.
desde el Océnno sobre los lomos de la tierra A él se lo recordará luego febo,
el marino nl·mn7.Ón del navío, atendiendo a mis consejos.
Entonces, soli tnrio viandnnte, sobrevino el dios,
en SLImur áurea morada, con SUS orácu los;
cuando é descienda nJ templo p{tico, mucho tiempo después,
revistiéndose In npuriencio nugusta de un hombre venerable. le dirá que conduzco en sus navfos a m uchos
Comenzó con palabras de amistad, cual los benefactores hacia la fértil región del Nilo, sa ntuario del Crónida.»
dirigen pnra invitar ul banquete a los extranjeros que Tiegan. Asl fueron las frases proféticas de Mcdcu.
No obstante, el motivo del deseado regreso nos impedía Se pasmaron, inmóviles y en silencio, los héroes
uguardnr. Dijo que era Eur!pilo, semldioses que hublun escuchado su densa predicción.
hijo del inmorta l Sostenedor de la tierra, ¡Oh feliz hijo de Polimnesto!, u ti con ese relato
del Estremecedor de In tierra. Pero advirtió nuestra prisa. te endcre7.Ó el destino el oráculo de la abeja délfica,
En sc¡¡uida tomando un puñado de barro con su mano diestra con una respuesta no provocada, surgida de eUa misma.
trutó de ofrecernos aquel ocasional don de hospitalidad. Ella n grandes voces te saludó por tres veces
Y no la rehusó Eufemo, sino que, saltando a la ribera, y te proclamó predestinado rey de Cirene,
encajando su mano en la mano del dios, el héroe cuando tú la consuhabas qué remedio habría
S
11 4 Pocs!a !!rica g,riega (Vlt-IV a. C.) 81 canto coral lt 5

de Jos dioses para tu habla tartamuda. Y también o T icio lo mató una rauda snetn de Arremís,
Y cuán mucho desptlés, en verdad, precisamente ahora, surgida de su invencible carcaj,
como en la sa1.ón de In primavera de variopintas flores, paro que desee todo cl mundo aspirar
8orece entre sus hijos el octavo vástago, Arcesilao. al contacto de aquellos amores que enea en lo posible.»
A él Apelo y Delfos le han o torgado, Los unos con los otros respondlanse
por medio de los Anfictiones, la gJorín del triunfo y tales cosas murmuraban. Y sobre su carro sól ido
en la carre ra de carros. Yo lo transmitiré a las Musas tirado por mulas, atropell uda mcnre, presentóse,
a él y al vellocino todo de oro del carnero. presuroso e inquie to, Pelias. Se quedó al p un to pasmado,
Pues en pos de aquél navegaron los Minias, ni divisar el muy famoso cnlzndo (del exu·anjero)
y de uhí nacieJ:on sus honras de ori gen divino. que llevaba una sola sandalia en e] pie derecho.
PllCS ¿qué comienzo tu vo la exped ición naval? Disimulando en su ánimo el tcn·OI', le dú·igió la pa labra :
¿Qué acerado riesgo los ligó c?n clayos? «¿ Qué pnfs, oh extranjero, nombras como tu patr ia?
IIabín un presagio de que Pell as 1ba a mom ¿Y cuá l de las hijas de la tierra te snc6 de su blanco vientre?
a manos de alguno de los nobles Eólidas Sin ensuciarte con odioslsimns mentiras,
o por sus inflexibles añagazas. declaro tu linaje.»
Le llegó un vaticinio que heló su A él, con firmeza, pero con palubrus amables,
proferido desde el centro del «ombligo• (délfico) así le respondió [Jasón): «P roclo mo haber recibido
de la madre tierra de bellos órboles. mi educación de Quirón. Pues vengo de su cueva,
Que por todos medíos se mantuviera en total defensa de junto a Cariclo y Filira; alli me criaron
contra el hombre de u na sola sandalia, los castas hijas del Centauro.
cuando de su escarpado reducto él acudiera Al haber cumplido veinte años,
a la clara tierra de la ilustre Yolcos, sin haber cometido ninguna acción ni d icho palabra indigna,
tanto sí era extranjero o del pnls. Y , a su tlempo, he venido aquf, a mi patria,
llegó, con sus dos lanzas, un reclamando la nntigun dignidad de mi podre,
Unn doble veste le cubrla: la tuntcn t!ptcn al'l'ebatnda por otro 1·ey contra lo esrahlecido,
de los Muguetes se ccilla u sus ad mirables la d ignidad que antaño o torgaru Zcus
y se abrigaba con una piel de pantera contra frías. u Eolo, caudillo del pueblo, pa1·a él y sus hijos.
Los espléndidos bucles de su cabellera no hab1an stdo co rtados, Me he e nterado, pues, de que Pelí ns, contra la ley,
s ino que cubrían, como una llamarada, sus espaldas. obedeciendo a su pérfida inteligencia,
Al momento avanzó en linea recto y se detuvo, la ha arrebatado violentamen te a mis pudres,
mostrando su intrépida decisión, primeros y legitimes reyes del pals.
en medio del ágora repleta de gente. Ellos, temiendo la b rutalidad del feroz déspota,
No le conocían. Pero, al mirarle temerosos, apenas yo vi la luz primera,
todo el mundo se dijo algo as{: dispusieron en la mansión un sombrlo lu to
«Este no es, desde luego, Apelo; como si hubiera muerto, y, entre el plañir de Jas mujeres,
ni tumpoco el esposo de Afrodita, el del carro de bronce. en secre to me enviaron, en pnñnles d e pú rpura,
Y cuent.fl n que en la espléndida Nnxos muriemn ya confiando mi escapada a la noche, n Q uirón,
los hijos de Ifimedea, O to y tú , el Crónida, y a él me ent regaron pnra que me criara.
nndnz soberano E6altcs. Conque por esHts palabrns sabé is lo esencial.
116 Poesla llrica griega (VJHV a. C.) El canto coral 117
Respetables conciudadanos, indicadmc sin vacilar Descendientes de aquellos en tercero generación
la morada de mis antepasados de albos corceles. vemos ahora nosotros el fulgor dorado del sol.
Porque vengo como hijo de Esón, natural del país, Los Moiras se apartan de quienes
y no a una tierra extraña y ajena. por una enemistad llegan a ocultar
El divino Centauro al Uamarmc me daba el nombre de Jasón.• el respeto mutuo por su común origen fami.Har.
As! habló. Mientras él avanzaba No es decente que nosotros dos
le reconocieron los ojos de su padre. con espadas de penetrante bronce ni con dardos
Entonces brotaron las lágrimas de entre sus viejos párpados, nos repartamos la. gran clignidod de nuestros antepasados.
y u que se regad jó en toda su alma, al ver Ahora bwn, yo a u cedo los rebaños de ovejas
a su hijo que destacaba corno el más bello de los hombres. y las de I'OJIZOS bueyes y todos Jos campos,
Y sus dos hermanos acudieron tnmblén ambos que tu has arrebatado a mis padtes y nutren tu fortuna.
al rumor de su llegada. Peres de cerca, Y no me apesadumbra que eso aumente demasiado tu hacienda.
dejando anás la fuente Hipcreidn, Per·o, en cuanto al cetro monárquico y al trono
y Amitón desde Mesenin. Sin tardanza . en el que antaño se asentaba Salmoneo
llegaron Admeto y Melampo, para saludar a su pnmo. a administr·ar sus sentencias a su pueblo de caballeros
Acogiéndolos con el debido honor de un banquete, eso, sin originar un muruo enojo, '
Jasón les dirigió dulces palabras cédcnoslo, para que no surja de ello
y les presentó los adecuados regalos de hospitalidad, un nuevo desastre.»
para extender toda la alegria de In fiesta Asf elijo entonces, y con calma le respondió Pelias:
durante cinco noches seguidas y cinco dfas, «As! me comportaré. Que ya me envuelve
recolectando el sacro primor del vivir placentero. el manto de la vejez por mi edad. En cambio
Pero al sexto, presentando con seriedad toda su historia, tu juvenrud en flor ha poco que al:>:a su ola.
un principio, el héroe pidió lo cooperación Tú puedes aplacar la ira de Jos dioses subterráneos.
de sus parientes, y el los se clispusieron a seguide. Pues Fdxo que traigamos de regreso
A1 momento se levantó de su asiento junto con ellos. su espll'llu, yendo hasta lu mansión de Eetes
Y se presentaron en el pa lacio de Pelins. Y que traigamos también 1n piel de vellón' denso del camero
Decididos se plantaron en su interior. Y al o!rlos, sobre el que una vez él se snlvó del ruta mar '
les al paso él en persona, y de los sacrilegos embates de su madrastra.
el hijo de Tiro, la de seductores bucles. Jasón, Un prodigioso suefio me vino a hablarme de esto.
desgranando con suave tono un discurso conciliador, Ya he consultado el oráculo de la fuente Castalia
echó las bases de sus sagaces palabras: sobre si .debfa emprender alguna empresa. Y me incita
«Hijo de Posidón Rocoso, A lo antes posible la expedición en una nave.
es el esplritu de los hombres demasiado pronto Realiza de buen grado esa prueba. Y te juro
a preferir una tramposa ganancia a la justicia, que te dejaré gobernar solo y ser rey.
pero con ello se encaminan a un amargo mañana. Haya entre nosotros un fuerte juramento
Sin embargo, tú y yo debemos depone r nuestros rencores sea nuestro testigo Zeus, nuestro común.»
ante lo justo, y tejer un porvenir dichoso. Tras de haber concluido este pacto se separaron.
Te hablaré como a quien sabe el tema. Una misma Luc¡¡o, en seguida, el propio J nsón envió
fue la mHdre de Crcteo y del intrépido Salmonco. heruldos a proclamar por doquier la expedición naval.
118 Pocslo llrica griego (vu-tv o. C.) El canto coral 119

Rápidamente acudieron tres hijos de Zeus, De las nubes le respondió la voz favorable
incansables en la batalla: cl nacido de Alcmenn, del trueno. Y fulgurantes surgieron rasgándolas
de oscuros párpados, y los de Leda; los resplandores del relámpago.
y dos guerreros de alta melena, !vos suspiruron confiados en los signos
de la estirpe del Estremecedor de la tierra, de la dtvtrudad. Y el augur dio la voz
respetados por su coraje, desde Pilos y la cumbre del Ténaro. de que se aplicaran a Jos remos
Su gloria quedó consagrado: la de Eufemo y la tuya, suscitándoles dulces esperanzas:
poderoso PericHmeno. Y comen?.ó el bogm· infatigable de:: sus raudos bra?.os.
De la estirpe de Apolo vino el talledor de la lira, Con los soplos del Noto impulsados
el padre de los cantos, el muy alabado Orfeo. Uegaron. a la desembocadura del Mar Inhospitalario.
Hermes, el de In varita de oro, enviaba Allf_ded1cnron un santo recinto a Posidón Marino.
a dos hijos a tan ardua empresa: Teman a mano un tropel rojizo de toros tracios
a Equlón y a Erito, desbordantes de juventud. y base recién consu·uidn de un altar de piedras.
Presurosos acudieron Jos que moran .rr a al profundo peligro
en torno a las faldas del Pangeo; h1c1eron suplicas al Señor de las naves
pues turnbién muy de grado, con ánimo jovial, que los sacara salvos del movimiento imparable
los enviaba su padre, Bóreos, el rey de los vientos, de las Rocas entrechocantes. Porque enm dos vivas
a Zetes y a Calais, que tenlan ambos que rodaban más vertiginosas que las ráfagas ' '
a su espalda unas alas purpúreas que vibraban. de los vientos de hondo ulular. Pero desde entonces
Y en los semidioses prendln Hera el navegar de los semidioses les puso un fin.
el dulce anhelo, que de l'Odo persuade, Llegaron luego ante el Fasis.
hacia la nave Argo, para que ninguno se quedara Allí en( rentaron su violencia a la de los Colcos
junto a su madre rezagado, gastando una vida sin riesgos, de negra faz, en la morada del propio Ectes.
sino que, incluso a costa de la muerte, Per? !:a Sob.erana de las flechas más rápidas,
hallm·an al lado de sus otros enmaradas la d1osa en Chipre, desde el Olimpo,
el más hermoso botín de su excelencia. atando sm escape por sus cuatro miembros
Cuando en Yoleos se congregó la flor de los navegantes, una al aguzanieves (en un rito mágico)
les pnsó revista u todos d6ndoles In bienvenida Jnsón. 1ntrodu¡o por vez pnmera el pájaro del delirio
Y, a sus órdenes, consuh ó los augul'ios y enseñó conjuros y fórmulas de hechizo
por medio de las aves y las suerres sagradas al prudente hijo de Esón (a Jasón),
el adivino Mopso, y, confiado, hizo embarcar a la tropa. a fin de .que despojar? a Medea del pudor ante sus padres,
Y , una vez que sobre el espolón de prou y In pas•ón por Grec1a la atormentara en sus entrañas
hubieron suspendido las nnclus, abrasada de amor bnjo el látigo de Persuasión. '
tomando en las manos una copa de oro Y pronto le indicó los recursos
su jefe, erguido en la proa, invoc6 al Padre de los Celestes, a las pruebas propuestas por su padre.
a Zeus que tiene por lan?.a el rayo, y a los embates de las olas Y con un ncei te mezcló las drogas
que nccleran la mnrcha, y u los vientos y las noches , que remediaban los más fieros dolores
y los senderos de la mar y los d!as de bonanza y se lo dio para que se lo untot·n.
'' la Moira del regreso. Y acordaron unirse uno con otro en común
120 Pocs!a lírica griega (VlHV a, C.J mcanto coral 121
y dulce matrimonio. el corto sendero. ¡Para muchos otros
Así que, luego, Ectcs hizo arrastrar soy un guía de sabidur!a!
al centro del campo un arado de acero y unos toros, a sus urgucias, mató (]asó o)
que de sus belfos bermejos exhalaban llamaradas a In de o¡os glaucos y variopinto lomo,
de fuego abt·asador, y al caminar oh Arccsdno, y rnptó con su consentimiento a Medea
desgarraban el terreno con sus poros bronc!ncas; lo matadora de Pellns. '
él solo los condujo bajo el yugo y los avanzar. Se por los del y en el Mar Rojo.
Los impulsaba trnznndo rectos largos surcos, Y se con la tnbu de las Lemnlas homicidas.
y hendía el lomo de la tierra de labor en una braza Alll tamb1en demostraron el vigor de sus miembros
de hondura. Y dijo as!: «Si este trabajo en un certamen arlético, con un vestido por premio,
logra cumplirme vuestro rey, ése que Y se acostaron con ellas. Y entonces, en tierras ajenas,
está al mando de la nave, puede llevarse se unplantó una mofiana o una noche la chispa divina
el coberror indestructible, del rayo de vuestra prosperidad. Pues aJlf
el fulgurante vellocino de copos de oro.» quedó plantada la estirpe de E uferno pa1·a siempre.
Cuando aquél habló as!, dcspojóse ) asón de su tú.nica Luego adoptando el género de vida de los hombres
azafranada, y luego, confiando en la divi nidad, de .Lacedemonia, colonizaron, con el 1·iempo,
se aplicó al cmpcfio. No le turbaba el fuego la Isla que antaño llamaron Hermosísima (Tera).
gracias a los hechizos de la maga extranjera. Desde alli os ofreció el hijo de Lera
Empuñando el antdo, atando las cervices bovinos parúr, con los beneplácitos de los dioses
a los aparejos del yugo, e hincando en sus amplios costados a la llanura de Libia, para regir la clivina '
el hiriente aguijón, el fornido héroe ciudad de Cirene de rrono dorado
cumplió hasta el fin In rarea propuesra. con la inteligencia y el buen consejo que habéis enconrrado.
Aulló, a pesar de lo inex presable de su angustin, I?terpreta ahora con la sagacidad de Edipo.
Eer.es, asombrudo de su potencio. SI uno, p ues, con un hacha de corre afilado
Entonces sus cama radas tcndfan sus manos amigos desmocha lns rnmas de unu gran encinn
hacia el fuerte caudi llo, y le coronaban y destroza su nd111irable belleza '
con guirnaldas de hierba y le vitoreobnn con alegres palabras. con su fruro perdido ella d; cesri111onio de s(,
En seguida el prodigioso hijo de Helios (Eeres) cuando acab.a tal vez en fuego un invierno,
les dijo dónde hablo dejado la destelleante piel bien cuando sosuene, con otras señoriales columnas,
la cuchilla de Frixo (después del sacrificio). un techo, y cumple su trisre trabajo
Confiaba en que Jasóo oo podr!a realizar entre muros ajenos, dejando desierto su terreno naral.
aquel tremendo esfuer7.o aún restante. Tú eres el médico más acertado
Pues eswba guardado en una selva, y Peán te ofrece su luz. '
y lo retenlan las feroc(simas fauces de un d1·agón, T ienes que cuidnr la llaga de una he rida
que en lo ancho y lo largo sobrepasaba imponiéndole tu suave mano. '
a una nave de cincuenta remeros, Porque es fáci l a¡¡itar unu ciudad
que han construido 11 golpes de hierro. incluso para los menos dotados.
Largo me es avanzar por el camino ancho. Pero que de nuevo se recobre sobre su lugar
Porque la hora apremia. Y conozco también eso ya es muy dificil, de no ser q ue de repente
122 Poesfn lfric:a griegt (vn-tv a. C.) El canto roral 123
la divinidad se haga su piloto ollado de sus gobernantes. Pitica VIII
Los favores de los dioses se tejen para ti. A Aristómcnes de lf.gina, vencedor en la palestra
e n disponer rodo tu afán
en favor de la Cirene. ¡Oh benévola Tranq.u ilidad, hija de la Justicia,
Y, acordándote de esta sentencia, de las de Hornero, engrandecedora máxima de las ciudades
préstalc atención: dccln que un buen mensajero tú que de los consejos y las guerras '
da el máximo relieve a cualquier enca•·go. guardas las llaves definitivas,
También lo Musa se engrandece con la perfecta proclama. acoge el trofeo de la victoria pltica de Aristómenes!
Y a hn conocido Cirenc, Pues tú sabes realizar la placide-¿ y disfrutarla,
y el glorioslsimo pal acio de Bateo, o la, Ve?f, en el punto exact_o y oportuno.
el espíritu justo de Damófjlo. Y tu, stemprc que alguno Implanta
Porque él es un joven entre los adolescentes, en su corazón el acerbo rencor
y en los consejos cumple como un viejo implacable sales al encuentro tus enemigos
que tuviera cien años de vida. y con vigor arrojas su insolencia al abismo.
Despoja de bello rostro a lo calumnia, No Jo comprendi6 Porfiri6n ni rebelarse
y ha aprendido a odiar al insolente, por .encima de sino. La ganancia más grata
no disputa en contm de los hucnos, es SI, uno ?bttenc de los de quien la da de grado.
ni da largas a ning(m empeño. Pues entre los humanos La v10lt:nctn Incluso al muy Jnctnncioso ubatc en el curso
el momento oportuno tiene breve punto de ocasión. del tiempo. El cilicio Tifón no la evitó
Bien lo sabe. Como servidor lo busca, ni tampoco el rey de los Gigantes. vencidos por el rayo
no como desertor. Pero dicen q ue eso es lo más penoso: y por la.s de Apolo, quien, con ánimo propicio,
<:onocer el bien y estar por fuerla ha acogtdo al hJ¡o de Xeoarces, que vuelve de Ciua
apartado de él. En efecto, también él, coronado con follaje del Parnaso y con dorio
como Atlante, ahora bajo el ciclo combate Cayó no lejos de las Gracias
lejos de su tierra pa tria y de sus propiedades. estn isla, como justa ciudad,
Pero el imperecedero Zeus liberó a los Titanes. de los Eácidos por sus ilustres virtudes.
En el curso del tiempo, al calmarse el viento, ltene una fama perfecta desde antiguo.
hay cambio en las velas. Así que él suplica, Por muchos es celebrada en cantos como nodri?.a
habiendo apurado su funesta dolencia, de atletas vencedores en los Jucgos
ver de nuevo su hogar, y, celebrando y de excelentlsimos héroes victoriosos en promos combates.
junto a In fuente de Apolo sus banquetes, Y en otras cosos se distingue por sus hombres.
entregar u menudo su C01'n?.Ón a la joven alegria, Pero no tengo tiempo para desarrollar
y, sosteniendo en sus manos la lira torncnda, todo un amplio discurso
entre los sabios conciudadanos gozar de la serenidad, al son de mi lira y con suntuoso lenguaje.
sin dar a ninguno de ellos motivo de a!licción Que no venga el hartazgo a irritarnos. Pero mi actual cmpcfío
y sin sufri•· él molcstius de ningún compatriota. vaya en tu favor, oh joven, y que la más reciente de tus
Y ahl podrá contarte, Arccsilao, cobre alas movida por m1 ingenio.
qué manantial de poemas inmor tales ha hallado Porque siguiendo sus en los juegos de lucha, no desmere-
en Tebas, donde fue hace poco mi huésped. de tus tfos maternos, n1 de Teogneto en Olimpia, [ ces
124 Poesía Urlca griega (vtl-IV a. C.) El cinto coro!

ni de In victoria en arduo combate de Clitómaco en el Istmo. corona su vidn con los instrumentos de la recta decisión.
Ennheciendo In estirpe de los Meidylidas, cumples el dicho Pero Jos éxitos no dependen ele Jos hombres; la divinidad los da,
que una vez expresó lnpidarinmente el hijo de Oicleo, al ver lanzando unas veces a uno a lo alto, y aplastando a otro.
n sus hijos resistiendo con la lanza en Tebas, la de siete por- Avanza con mesura. Tienes el premio ganado en Mégara,
cuando desde Argos Uegaron [ tones, y cl del valle de Moratón, y en el cerrnmen local de Hera
en el segundo asalto los Eplgonos. tres victorias, Adstómencs, conquistaste con m empeño.
Asl dijo de los que combadan: Sobre cuatro adversarios arremetiste
cPor naturaleza el noble talante se transmite desde lo alto, planeando su daño.
de padres a hijos. Contemplo claramente P ara ellos no se dec.idió de igual modo (que para ti)
el dragón jaspeado sobre el escudo negro de Alcmeón, en Delfos un regreso jubiloso,
el primero en ovonzor sobre las puertos de Cadmo. ni al llegar de vuelta junto n su madre una suave sonrisa
Y él, que se habla derrumbado por el primer dolor, suscitó el regocijo. Por las callejuelas,
ahora resiste ante el anuncio a escondidas de sus enemigos
de un más favorable augurio, se deslizan temerosos, dcsgnrrados por su fracaso.
el héroe Adrasto. Pero en su casa Pero quien ha obtenido algún reciente triunfo
la adversidad avanza. Y solo del ejército de los Dánaos, muy airoso se eleva
tras de haber recogido Jos huesos de su hijo muerro, impulsado por su gran esperanza
por design io de Jos dioses regresará con su tropa salva sobre los alados poderes de su hombría,
a las anchurosas ca lles de Abante.» Tal fue y tiene una meta superior a Ja riqueza.
lo que exclamó Anfiorno. Snk1dándole también yo En breve espacio crece In dicha de los mortales. E igual
ciño a Alcmeón de coronas y las riego con mi himno, de pronto ene por tierra, zorn nrleada por un designio ineluctable.
porque, como vecino mio y guard ián de mis riquezas, ¡Seres de un d!a! ¿Qué es uno? ¿Qué no es? El hombre es
me salió al paso cuando yo iba al tan cantado «ombligo de la el sueño de una sombrn. Mas cuundo le llega
[tierra,. un rayo de lu:.: enviudo por Zeus, un resplandoJ· brillante
y me amparó con las congénitas habilidades de las profecías. le dlstingue entre los gontes y su existencia es gozosa.
Y tú, Certero llechador, que diriges ¡Querida madre Egi no, en su lihre cmso
el hospitalario, muy glorioso templo protege a estu ciudad, en grada de Zcus y el poderoso Eaco,
en los valles de Dclfos, y con Peleo y el noble Telamón y con Aquiles!
le has concedido alJ{ In mayor de las alegdas,
y ante su patria le has empujado hasta el trofeo
seductor del pcntatlo, en medio de vuestras fiestas. Encomio de Tcóxeno de T éncdos
Oh Soberano, te ruego que con ánimo benévolo
atiendas a todo aquello que compongo En su justo momento debiste los frutos de amor cosechar
en cualquier tonada. oh cora7.6n, en el tiempo de tu juventud. '
Sobre el cortejo de cantores de dulce melodfa Mas quien, mirando los rayos que dcsteUan en los ojos
se halla presente la Justicia. Y la mirada de los dioses, de Teóxeno, no siente el oleaje del deseo amoroso
carente de envidio, invoco, Xennrces, sobre westros éxitos. en su alma, tiene forjado de bronce o de hierro
Pues si alguien ha conseguido fortuna sin un enorme esfuerzo, su negro coraz6n, en la Uama de una frfgida fragua,
a muchos les parece un sabio que entre insensatos desamparado de Afrodita, la de vivaces párpados.
126 Poeslá lfrica griega (VII·IV a. C.J [l1 como coral 127
O ncnso se tortlHR de modo brutttl en afán de riquezas de Dinómcncs alH coronns obtuviero.
o tras el femenino impudor acarrea su alma Y el gentío, admirado, domó:
con trabajo servil toda su ruta. Pero yo, «¡Ah, tres veces bienaventurado el hombre
como devorado por esa pasión, como la cera que, tr:ts haber recibido de Zeus el dominio
de lns santas abejas, me de rrito, cuando veo del máximo poderío entre los griegos,
ltt frescura de In adolescencia en los miembros de los muchachos. sabe no encubrir el torreón de su riqueza
As! ahora habitan en Ténedos la Persuasión y la Gracia, bajo la tiniebla de oscuro monto!»
que acompañan al hijo de Agesilao. Rebosan los templos de [estivos sacrificios
de bueyes, rebosan de hospitalidad los calles.
Brilla con sus centelleos e l oro
6AQUiLIDI!S DE C.EOS
de los trípodes de borde labrado que se yerguen
(505450 a. C.) delante del templo, donde el magnifico recinto
Gracias a dos rollos de llalliro descubiertos a 6nes del pasado de Febo junto a las aguas que brotan de Castalia
en una tumbo hoy parte de: los Epmtctos .Y los gobiernan los Dellios. A lo divinidad, al dios,
Ditirombos de Bnqulltdes, sobnno de y nval, algo m_ós ¡oven , dé uno glorio. Pues es la mejor de las dichas.
de Plndaro como nulor de himnos de vtctorla por encargo. Ptndaro se Es osl que, antaño, al soberano
compora a si mismo con un óguiln. Baqullides, al frnal del poema que de Lidio, domadora de caballos,
aqul he traducido, alude o su propia persono como «poeta de dulce
leu¡¡ua, el de Ceo... El t-omrasle e!llre ambos ?estaca la cuando aquella fa tal decisión
riol'idnd de Pfndnro y d cuidado y buen ofie1o de Bnq.ufltdcs, poeta d<;ll· Zeus llevó n término y fue Sardes
cado, muy buen nnrrnclor, elcgnnte y stn ei tmpulso del, getuo. cap tu roda por el ejército de los Persas,
Estn clortdod de su composicl6n, y s\1 esttlo fácil a Hter6o a a Creso le so lvó In vid u
¡>referirle como col\lor de sus vtctortns olímptcns al
a oda que hemos escogido parn p resentar nqu!,
Píndoro. En
evoca una cu- Ape lo el del arma de ow.
rios• versión sobre el únol ele Creso, el rey .de Ltdio, cuyo trágico des· Aquél, llegando u ton desesperodo d io,
tino n los escritores griegoA lnr¡.:o u empo el relato no pensaba ngu11rdar ya mós para una esclavitud
de Hcr6<.loto 1, 84·92) y enlozo el ejemplo hist6rlco·tnlllC? con conse¡os fecundo en llnn tos, sino que una pira
{umilinrcs n Í·licrón, el tirano dt Sirocusn, enfermo y bcbgcrnntc, como
Filoctetes, pot· entonces. ante el patio de mut·os de bronce se hi7.o alzar,
y a ella con su esposa mu y fiel
y con sus hijas de hermosas trenzas, que lloraban
Epinicio JI/ ínconsolnblcmcnte, se subfa. Y sus manos
(En honor de Hier611 de Siracuya, vencedor 1111 las carreras de levantó al alto ciclo y dijo a voces:
cuadrigas 1!11 tos ]Ut!fl.OS 01/mpicos, en 468 a. C.) «Divinidad de il'1'esistible p<>der,
¿dónde está la gratitud de los dioses?
A la Soberana de Sicilin de 6ptimns cosechas, ¿D6 nde el sobcrn no hijo de Leto?
a Deméter, y a su hija, a Corn, de violetas coronada, Se derrumba el palacio de Alin1es,
celebra Cl!o de dulces dones, y o los raudos el que antes rebosaba de incontables
de Ilicrón que en Olimpio corrieron. riquezas, ahora es sólo escombros.
Porque se lanzaron con la soberbia Victoria . Está devastuda la muy noble ciudud,
y lo Glorio en los márgenes del _de nmphos ':1 se cubre de rojo de sangre el Pactolo
remolinos, y han hecho que el ht¡o feltz de áureas corrientes; y de modo ultrajante
128 Poeslo llrico griega ( VII·I V a. C.) mcanto coral 129

sacan n las mujeres de sus sólidos hogares. Para d sensato voceo cosas razonables.
Lo que antes odiaba me es grnto. Morir es dulclsimo.• Alto es el éter impecable. El agua del mar
Asl habló, y dio a un esclavo lidio la orden no se corrompe. Alegría es el oro.
de prender fuego a la leñosa construcción. Y al hombre no le es lícito, una vez que le llega
Gem!an las muchachas y hacia su madre alzaban la canosa recobrar de nuevo la flor
sus brazos. Pues para los mortales resulta de su juventud. Pero el brillo de la virtud
la previsible la más odiosa de las muertes. de los humanos no se marchita a la par del cuerpo
Pero una vez que saltó del fuego tremendo sino que lo alimenta la Musa. Hierón, tú '
la fulgmante furia, Zeus mostraste a los mortales las más hermosas
colocó encima una nube de negros repliegues flores de lo dicha. A quien gran éx.i to tuvo
e iba ¡¡pagando la n1bia llama. no le proporciona prestigio el silencio.
Nada es inc•·efble de lo que cumple Y al tiempo que con la verdad te celebre
el designio de los dioses. Emonces Apolo, también cantará todo el mundo la gracia '
el nacido en DeJos, llevándose al anciano del poeta de lengua de miel, el ruiseñor de Ceos.
al pnfs de los Hiperbóreos allf Jo afincó,
en compañía de sus hijas de gráciles tobillos,
por su piedad, porque mayores regalos que nadie
hobln enviado a la muy santa Delfos.
Al menos de cuantos mortales en Grecia habitan,
ninguno, muy alabado Hierón, pretenderá
decir que más oro que tú n Loxias ha enviado.
Elogiar puede aquel
que no se sustenta de envidia
u un hombre piadoso, amante de los cuballos, combativo
guerrero que el cetro de Zeus Hospitalario posee
y no olvida a las Musas de violáceas trenzas .
.. . en otro tiempo ...
. . . al eflmero (¿goce?) ...
.. . atiendes. Breve es la vida.
La alada esperanza desboca el pensar
de los eflmeros. El soberano Apolo
... le dijo al hijo de Feres:
«Siendo mortal, puedes albergar dos
opiniones: que sólo mañana
vas a ver la luz del sol,
y que durante cincuenta años
conseguirás una vida de profunda riqueza.
As! que alegrn tu ániroo con pfns acciones.
Pues eso es la más excelsa de los ganancias.,.
Composiciones de la lil'ica popular
ANÓNIMO. CANTOS POPULARES

Canci6n de la golondrina (s. VI a. C.)

Lleg6, llegó la golondrina,


que nos trae bellos tiempos
y nos trae bellos años,
por el vientre blanca,
y por el lomo negra.
Tarta de fruta tú saca
de tu casa tan rica,
y un vasillo de vino
y un cestillo de queso.
Tampoco el pan de trigo
y el de yema de huevo
la golondrina rechaza. ¿Nos vamos o lo tomamos?
A ver si das algo. Si no, no lo consentiremos.
Nos llevaremos la puerta o el dintel,
o n tu mujer que está sentado dentro.
Chica es, bien nos la llevaremos.
134 Poeala llrica griega (vn-tv a. C.)
Composiciones de la llrica popular
Bueno, si traes algo, tráelo grande. 5 (60)
Abre, abre la puerta a la golondrina.
Que no somos viejos, sólo chiquillos. Ojalá saliera cómo es cada uno,
se le abriera el pecho, y luego la mente
se le viera, y de nuevo pudiera cerrarse,
Canto de albada (s. IV a. C.) para conocer al hombre amigo de corazón sin trampa.
6 (7 O)
¿Qué te pasa? No nos delates, te lo wego.
Lev:lotate antes de que él llegue, no nos cause Tener salud es lo mejor paro un mona!,
una enorme desgracia a ti y a mf, pobrcdlla. lo segundo haber nacido hermoso de natural,
Ya es de día. ¿La luz no ves en lo ven tuna? lo tercero, se.r rico sin engaños,
y lo cuarto gozar de juventud entre amigos.
1 (90)
CANTOS DE BANQUETI!
As! di jo el c.angrejo
1 ( 1 0)
cogiendo con su pinza a la serpiente:
«Hay que ser recto con el compañero
Palas Tritogenia, soberana Atenea, y no pensar torcidamente.•
mantén en pie a esta ciudad y sus ciudadanos,
sin dolores ni conúendas civiles
ni muertes tempranas, tú, diosa, y tu padre. En honor de Los tiranicidas
2 (2 0) 11 (l0 · l3 0)
A la madre de Pluto, la Ollmpicn, canto. En un ramo de mirío ocultaré mi espada
A ti, Dcmétcr, en las estaciones que nportan como hicieron Harmodio y Aristogit6n,
coronas de fiesta, y a Perséfona, hijo tuya y de Zeus. cuando los dos mataron al tirano
A ambas os saludo. Cuidad bien de esto ciudad. e hicieron igualitaria y libre Atenus.
:S (:S 0) Queridfsimo Harmodio, aún no estás muerto;
En DeJos antaño parió dos hijos Lcto: sino que habitas, dicen , en las Islas de Bienaventurados,
a Febo, de áurea cabellera, el soberano Apolo, cumo Aquiles, el de los pies ligeros,
y a la Oechadora de ciervos, la montaraz y también el Tideida Diomedes y el noble Idomenco.
Artemis, que sobre las mujeres tiene gran poder.
En un ramo de mirto ocultaré mi espada
• <• O) como Harmodio y Aristogitón hicieron,
Oh Pan que sefioreas la famosa Arcadia, cuando en las fiestas de Atenea
danzarfn, compañero de las vibrantes ninfas, a un tirano, a 'Hiparco, muerte dieron.
oj¡llá rfas, oh Pan, en estas 6cstns mios,
y de estas canciones estés regocijado. Vuest.ra gloria pervivirá por siempre en la tierra,
q ueridfsi mos Harmodio y Aristogit6n,
136 Poesía lírica griega (vn-Iv a. C.) Poemas sueltos de pensadores del s. rv

porque muerte disteis al tirano


e hicisteis igualitaria y libre Atenas.
9 (14 D)
Aprendiéndote, amigo, la lección de Admeto,
a los buenos estima, y evita a los malos,
advirtiendo que poca gratitud hay en los ruines.
10 (17 D)
Ojalá yo fuera una bella lira marfileña,
y los bellos muchachos me llevaran al baile.
11 (18 D)
Ojalá yo fuera una bella, grande y pura alhaja de oro
y una hermosa mujer de limpio corazón me llevara con ella.
12 (20 D)
Bajo cualquier piedra se esconde, amigo mio, un escorpión,
adviértelo, no te hiera. Todo engafio se alberga en lo oscuro.
ll (21 D)
Tiene el cerdo una bellota, y ansía coger otra.
También yo tengo una hermosa muchacha, y otra deseo alcanzar.
14 (22 D)
La puta y el bañero tienen de siempre la misma costumbre.
En el mismo barreño ofrecen el bafio al bueno y al malo.
1.5 (25 D)
Quien a un amigo no abandona, conserva grande estima
entre los hombres y los dioses, según mi parecer.
Epigramas atribuidos a PLATÓN ( 429-347)

1 (16 0)
Que son nueve las Musas afirman algunos, ¡cuán torpes!
Además está Safo de Lcsbos, que es la décimn.
2 (14 0)
Las Gracias, buscando ocupar un santuario que en ruinas
no cayera, hallámnlo en el alma de Aristófancs.
l (ll D)
Todo lo arras1ra la vida. Alterar sabe el largo tiempo
el nombre y la forma, y el ser y el destino.
4 (60)
Llantos para Hécuba y las mujeres de Ilión
tejieron las Moiras en su existir de ant¡tflo.
Y para ti, D ión, apenas lograbas el epinicio de tus nobles actos ,
los dioses desparramaron rus amplias esperan?.as.
Ahora yaces en tu espaciosa patria, honrado por tus conciuda-
tú que mi cora1.ón hiciste enloquecer de amor, Dión. [danos.
140 Poes(a llrlca gflega (vn-rv a. C.) Poemu sudtos de pensadores dd s. IV 141

ARISTÓTELES DE ESTAGIRO 2
(384-322 a. C.)
Dale al cocinero diez minas, al médico una dracma.
al adulador cinco talentos, al consejero humo,
A la Virtud (En honor de Hermias) a la prostituta un talento, al filósofo tres óbolos.
Virtud que múltiples esfuerzos procuras al género humano,
la más hermosa conquista de una vida, J
en pos de tu belleza, oh virgen, Tengo cuanto aprendf y medité y en santas lecciones
es en Grecia un destino envidiable morll' me dieron las Musas. Las muchas otras riquezas tragólas el
y soportar feroces, inacabables pesares. [humo.
Tal t s el fruto que ofreces al espíritu,
un don inmortal, más precioso que el oro 4
y que Jos l'adres y que el aura suave del suefio.
Por ti el divino Heracles y los hijos de Leda La pasión de amor la barre el hambt·e; si no, el tiempo;
a mucho se arriesgaron proclamando en sus hechos y si no puedes servirte de estos remedios, la soga.
tu poder de atracción. •
Por sus anhelos hacia ti Aquiles y Ayante 5
bajaron a las mot·adas de Hades. No tengo por patria una torre ni un solo techado,
Por perseguir tu belleza el vástago del benéfico Atarneo sino que por toda la tierra está mi ciudad y un hogar
se vio despojado de Jos rayos del sol. dispuesto a servirme sin más de morada.
Por eso, pues, será motivo de cantos por sus hechos,
y las Musas lo elevarán a inmortal,
las hijas de Mnémosine (la Memoria), FILEMÓN (361-263 a. C.)
que ensalzan el respeto a Zeus Hospitalario
y honran la recompensa de la firme amistad. 1
De mí, en efecto, es dueño otro hombre,
CRA TES DE TEBAS pero de ésos, de ti, y otros mil, la ley;
(Fl. alrededor de 326 a. C.) de otros, un tirano; de los tiranos, el miedo.
Unos son esclavos de los reyes; el rey, de los dioses;
1 el dios, del Destino. Todos en bloque, si Jo adviertes,
son, por naturaleza, menos que éstos y más que aquéllos,
La ciudad de Pera está en medio de un vaho vinoso, y así son por turnos siempre esclavos los unos de los otros.
hermosa y opulenta, t·odeada de mugre, sin dominio niuguno,
hacia ella no navega ningún tipo necio ni parásito, 2
ni el glotón que se deleita con nalgas de puta.
Pero produce tomillo y ajos, e higos y panes, Si en verdad los que han muerto
cosas qt•e no mueven a guerras a unos con otros, su sentir conservaran, amigos, como algunos afirman,
y en ella no visten armas por dinero ni honores. yo me ahorcaría para poder ver a Eurfpides.
143
rndict
El canto coral 87
Alemán de Esparta .. . .. . •.. .. . .. . .. . . .. .. . 90
Estes!coro de Himera .. . . .. .. . .. . .. . .. . .. . 93
Ibico de Regio .. . .. . . .. .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . 94
Anónimo: Etipafio pa.ra la Tumba de Midas .. . 97
Simónicles de Ceos . .. .. . . .. .. . . .. .. ...... . 97
Pfnclaro de Tebas .. . . . • . .. . .. .. . .. . .. . .. . .. . 103
Baquflides de Ceos . .. .. . .. . . .. 126
Composiciones de la lirica popular ... 133

'Poemas sueltos de pensadores del siglo 1v ... 1.37

Prólogo ...... 7

Yambógrafos y elegíacos arcaicos . . . . . . . .. . . . . .. .. . 17


Ca lino de Efcso .. . .. . .. . .. . .. . . .. :.. .. . 20
Tirteo de Esparta .. . . .. .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. 20
Arquíloco de Paros .. . .. . .. . . .. .. . .. . .. . .. . 24
Scmónides de Amorgos .. . .. . .. . .. . .. . .. . . .. . .. .. . 31
Mimnermo de Colofón .. . .. . .. . . .. .. . 36
Hiponacte de Efeso . .. . .. . .. .. . . .. . .. .. . 38
Solón de Atenas .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . 39
Jenófanes de Colofón . . . . . . 47
Empédocles de Agrigento . . . 50
Teognis de Mégara .. . .. . .. . .. . .. . .. . 52
La lirlca monódica . .. .. . .. . . . • .. . .. . . .. .. . . .. 6.3
Safo de Mitilene . .. . .. . .. .. . .. . .. . .. . .. . 66
Alceo de Mitilene .. . . .. .. . .. . . .. . . . .. . .. . 74
Anacreonte de 'feos . .. .. . .. . •.. .. . .. . .. . 82

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