La Auténtica Veneración A María
La Auténtica Veneración A María
La Auténtica Veneración A María
Objetivo: Conocer las notas que deben distinguir todo gesto de piedad mariana, a
fin de orientar la veneración de los jóvenes a la Virgen María hacia un auténtico culto
cristiano, según lo propuesto por el papa Pablo IV en el Capítulo II de Marialis Cultus.
Ver
Además de las formas oficiales en que la Iglesia, desde la Liturgia, rinde una
especial veneración a la Virgen María, nuestros pueblos han ido estableciendo otras formas
para venerarla según la sensibilidad, la idiosincrasia y la tradición cultural de cada uno de
ellos. Estas formas de Piedad popular incluyen muchos gestos con los que estamos
familiarizados desde muy pequeños: rezar el Rosario, portar medallas o el escapulario de la
Virgen, ofrecerle flores o danzas, hacerle algún altar en nuestra casa, ir en peregrinación,
visitar sus santuarios o ermitas, hacer novenarios o fiestas, entonar cantos en su honor, etc.
Los pastores de nuestra Iglesia, sobre todo en las últimas décadas, han recomendado
estos gestos de amor a María, pues reconocen que esta Piedad popular es el Evangelio
encarnado en nuestros pueblos1, un conjunto de medios por los que los fieles expresan su
fe, fortifican su esperanza y manifiestan su caridad2, una forma con la cual el pueblo se
evangeliza a sí mismo3, un espacio propicio para el encuentro con Jesucristo4, una
espiritualidad popular5, y una manera legítima de vivir la fe, de sentirse parte de la iglesia y
una forma de ser misioneros6.
Sin embargo, en la práctica nos encontramos con algunas formas de piedad que no
ayudan a la vida cristiana, porque: involucran ideas inadecuadas sobre el papel de María en
la salvación del mundo; se mezclan con el mero sentimentalismo, con el fanatismo, la
superstición y la brujería; son realizadas sin sentido, a modo rutinario, ocasional,
superficial; y conllevan un deseo de vivir sin compromisos ni convicciones firmes.
Además, se constata que estas devociones involucran más a las personas adultas y que los
jóvenes, en especial los muchachos, participan cada vez menos en ellas.
1
Cfr. PABLO VI, EN, no. 48.
2
Cfr. CONSEJO PONTIFICIO PARA LA CULTURA, La Pastoral de la cultura, no. 28.
3
Cfr. III CELAM, DP, no. 450.
4
Cfr. V CONGELAC, DA, no. 258.
5
Cfr. V CONGELAC, DA, no. 263.
6
Cfr. V CONGELAC, DA, no. 264.
Pensar
Consciente de que nuestra devoción a María puede tener estas limitaciones, el Papa
Pablo VI nos invitó en la exhortación apostólica Marialis Cultus a una renovación de los
actos de piedad con los que la veneramos, para que sean auténticamente cristianos.
En palabras suyas, toda expresión de devoción a la Virgen María tiene se debe
distinguir por siete notas:
1. Trinitaria: Toda la oración de la Iglesia es, por su propia naturaleza, un acto dirigido
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; y el culto que se rinde a María (especial veneración)
difiere esencialmente del culto dado a Dios (adoración)7. Además, María no desea otra cosa
sino que el mismo Dios, uno y Trino, sea glorificado, amado y servido por todos.
2. Cristológica: En María, todo es referido a Cristo y todo depende de él. Ella no es
nada sin el Hijo, por eso, el verdadero culto dado a María aumenta nuestro amor a Jesús y
nos compromete a seguirlo ‘haciendo lo que él nos dice’8.
3. Eclesial: María un miembro sobre eminente y singular de la Iglesia, madre, prototipo
y modelo en la fe y en la caridad9. De hecho, no se puede hablar de Iglesia si no está
presente María. Por tanto, todo amor a María se traducirá en amor a la Iglesia a través de la
comunión con los pastores y el cuidado de los hermanos; y todo amor a la Iglesia no deja de
ser amor a María.
4. Bíblica: En la Sagrada Escritura la piedad de los fieles encuentra una fuente
inagotable de inspiración, modelos insuperables de oración y fecundas propuestas a
diversos temas10. El Papa nos invita a estudiar el lugar de María en la Sagrada Escritura y a
valernos de los pasajes que se refieren a Ella para inspirar nuestra oración y nuestros
cantos.
5. Litúrgica: El verdadero culto a la virgen María no olvida la primacía que tiene la
celebración de nuestra fe a través de los sacramentos, especialmente la Eucaristía. Aunque
son formas distintas de celebrar el misterio cristiano, la Piedad popular y la Liturgia están
interrelacionadas: la Piedad popular brota de la Liturgia como de su fuente y tiende a ella
como a su fin11. Ambas se pueden armonizar conforme a nuestro calendario litúrgico.
6. Ecuménica: La devoción a María es la ocasión propicia para pedirle que interceda
ante su Hijo por la unidad de todos los que creemos en él; también es una invitación a
cuidar las exageraciones que pueden inducir al error a los hermanos separados y a buscar la
unidad de todo el género humano en la gran familia de Dios.
7. Antropológica: Aunque el contexto en el que vivió María es distinto al nuestro, Ella
tiene mucho qué decirle a nuestras familias y a nuestra sociedad. La Virgen, como modelo
7
Cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, LG, no. 66.
8
Cfr. Jn 2,5.
9
Cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, LG, no. 53.
10
Cfr. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio sobre la
Piedad popular y la Liturgia, no. 87.
11
Cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, SC, nos. 10;14.
perfecto del discípulo del Señor, nos anima a trabajar por el perfeccionamiento del mundo,
a promover la justicia y la paz, a defender al débil, y a vivir conforme a la voluntad del
Señor.
Actuar
La Iglesia no deja de invitar a los jóvenes a alimentar su piedad personal y
comunitaria con los ejercicios que ella aprueba, y nos invita a estar atentos a aquellas
devociones o gestos que puedan no ser conformes con nuestra fe.
Particularmente, los pastores de nuestra Iglesia nos invitan a honrar a María12:
En tiempos especiales: cada sábado; en triduos, novenarios o fiestas especiales; y
particularmente en el mes de mayo.
Con algunos ejercicios recomendados: la escucha orante de la Palabra de Dios, el
Ángelus Domini, el Regina Coeli, el Akathistos, el Rosario, la Consagración a María, el uso
del escapulario del Carmen y otros escapularios, las medallas, etc.
Celebrar
Se prepara un altar para la Virgen María, y se les invita a los jóvenes a rodearlo.
Ellos traen en sus manos una flor, que en su momento ofrecerán.
Se lleva una imagen de la Virgen en procesión, precedida por una Cruz alta,
mientras se entona un canto mariano. La Cruz presidirá el altar.
12
Cfr. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio sobre la
Piedad popular y la Liturgia, no. 187-207.
Al llegar la imagen al altar, se proclama el texto bíblico del Magnificat (Lc 1, 46-
55) y se les invita a orar a los jóvenes con las siguientes aclamaciones:
Guía: Alabemos a Dios porque que ha hecho obras grandes en María. Decimos a
cada invocación: Bendita tú entre las mujeres.
Guía: Unimos ahora nuestras voces para clamar a María, junto con toda la Iglesia,
diciendo: