Biografia de Walt Disney
Biografia de Walt Disney
Biografia de Walt Disney
Walt Disney
Pero la prosaica realidad es que el cadáver Disney fue incinerado por deseo
de sus familiares. No ha de extrañar, sin embargo, toda esta mezcla de
realidad y fantasía alrededor de quien pasó a la historia de la cultura
occidental como uno de los más prolíficos, contradictorios e influyentes
cultivadores de la imaginación infantil.
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antigua maestra descendiente de alemanes, y a su hermano Roy, ocho
años mayor que él.
En 1906, Elias Disney decidió empezar una nueva vida en una granja cerca
del pequeño pueblo de Marceline, Missouri, donde Walt descubrió la
naturaleza y los animales. También entonces nació su interés por el dibujo,
que compartió con su hermana pequeña, Ruth. Elias Disney hacía trabajar
tan duro a sus hijos en el mantenimiento de la granja que los dos mayores,
Herbert y Raymond, decidieron dejar el hogar para instalarse por su cuenta
otra vez en Chicago.
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fábrica de mermelada. En la primavera de 1918, Walt, con sólo diecisiete
años, falsificó su partida de nacimiento y se enroló como soldado en la Cruz
Roja para combatir en la Primera Guerra Mundial. Llegó a Europa cuando
ya había paz, pero estuvo destinado en Francia y Alemania hasta
septiembre de 1919. Una vez licenciado, se fue a vivir con su hermano Roy
a Kansas City, donde buscó empleo como dibujante.
Su sueño era convertirse en un artista del Kansas City Star, el diario que
había repartido en su infancia, pero encontró trabajo como aprendiz en una
agencia de publicidad, la Pesmen-Rubin Commercial Art Studio. Con un
sueldo de 50 dólares al mes, en aquel empleo conoció a Ubbe Iwerks, un
joven de su misma edad y excepcionalmente dotado para el dibujo, con el
que entabló amistad. Cuando los dos se quedaron sin trabajo montaron su
propia compañía, la Iwerks-Disney Commercial Artists. La empresa duró
apenas un mes, ya que Walt prefirió aceptar un empleo seguro, aunque
convenció a sus nuevos jefes para que contrataran a Iwerks. En aquel
trabajo ambos aprendieron las técnicas, todavía muy rudimentarias, de la
animación cinematográfica.
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A Hollywood
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propia voz para abaratar costes. La película, estrenada el 18 de noviembre
de 1928 en un teatro de Nueva York, obtuvo un rotundo éxito de público y
crítica.
En 1929, con su excepcional sexto sentido para los negocios, autorizó que
varias compañías reprodujeran en sus productos la imagen de Mickey
Mouse, al que incorporaron guantes y zapatos blancos para evitar que
manos y pies desaparecieran sobre fondos oscuros. El 13 de enero de 1930
empezó a publicarse una viñeta del popular personaje (con Disney como
guionista e Iwerks como dibujante) en varios periódicos de Estados Unidos,
y ese mismo año se editó un libro de dibujos de Mickey que fue reeditado
en numerosas ocasiones.
Adicto al trabajo, para el que robaba muchas horas de sueño, Disney tuvo
una seria crisis de salud que le obligó, a finales de 1931 y cuando el club de
Mickey Mouse ya tenía un millón de miembros, a tomarse unas largas
vacaciones con su esposa. De vuelta a Hollywood, se apuntó a un club
deportivo donde practicaba boxeo, calistenia, lucha libre y golf. Poco
después descubrió la hípica y, finalmente, el polo, del que fue un fanático
durante el resto de su vida. Una afición que cultivó con tanta pasión como
su fascinación por los trenes y las miniaturas.
Con Mickey Mouse como buque insignia de una compañía en alza, Disney
creyó que no debía dormirse en los laureles ni aburrirse haciendo sólo
películas del famoso ratoncillo, que en 1932 le supuso el primero de los
Oscar que recibiría durante su carrera. Respaldado por un equipo de
excelentes dibujantes e ilustradores, desplegó todo su espíritu creativo en
la primera serie de sus Sinfonías tontas (1932). Realizados en technicolor, los
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diversos cortometrajes que componían esta producción significaron en su
época un experimento sobre el uso expresivo del color. En noviembre de
aquel mismo año, el estudio Disney se convirtió en el primero que tuvo su
propia escuela de dibujantes y animadores.
Un año más tarde, el 27 de mayo de 1933, estrenó la sinfonía tonta que
hacía el número treinta y seis y que iba a tener un éxito inesperado: Los tres
cerditos. Sin pretenderlo, su famosísima canción ¿Quién teme al lobo feroz? se
convirtió en un canto de esperanza para millones de norteamericanos que
intentaban no ser devorados en la vida real por la Gran Depresión. En
1934, cuando su estudio contaba con 187 personas, nació el pato Donald,
un personaje de carácter irascible y perverso, que vino a sumarse a los
perros Pluto y Goofy.
Los largometrajes
Cuando ya se había hecho un nombre en la industria de Hollywood, Walt
Disney emprendió una iniciativa arriesgada y sin precedentes: producir el
primer largometraje de dibujos animados de la historia del cine. Blancanieves
y los siete enanitos (1937) demostró no sólo que Disney y su equipo eran unos
virtuosos de la animación, sino que los dibujos animados podían ser todo
un género cinematográfico. La película recaudó cuatro millones de dólares,
todo un récord para la época, pero dejó endeudado a Disney hasta 1961
por culpa de la amortización de los créditos que tuvo que pedir, ya que el
presupuesto inicial de 500.000 dólares de la película había acabado
triplicándose.
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para simular lejanía, y un nuevo sistema de technicolor. La película fue el
primer ejemplo de que el cine de animación de la escuela Disney tenía un
sólido procedimiento narrativo, en el que los personajes humanos eran
descritos a partir de la «mirada» de los animales humanizados o de los
seres fantásticos. También quedó patente en el filme el gusto de Disney por
lo tenebroso y su estilo de sugerir más que de mostrar abiertamente el
terror.
La década de los cuarenta fue un período de gran actividad en la Disney,
caracterizado tanto por la consolidación del estilo iniciado con Blancanieves y
los siete enanitos como por la contradicción que Walt sentía entre su tendencia
artística a la innovación y al riesgo y la necesidad de atender a un mercado
nada dado a las novedades y los experimentos. Reflejo de ello fue la tibia
respuesta del público a las siguientes películas salidas de su «factoría» de
sueños. Pinocho (1940), considerada como una de las piezas maestras del
cine de animación por los críticos y en la que se invirtieron 2.600.000
dólares, fue un desastre comercial.
Lo mismo sucedió con Fantasía (1940), que costó 2.300.000 dólares. En ella
dibujantes y animadores combinaron las evoluciones de los personajes de
dibujos animados con la música de Stravinski, Dukas, Beethoven, Ravel,
Bach o Chaikowski. Considerada una obra maestra por unos y una
insultante caricatura de la música clásica por otros, Fantasía no fue la «obra
total» que Walt Disney había imaginado y deseado. Estos fracasos
comerciales abrieron una importante brecha económica en la empresa,
paliada poco después por los éxitos consecutivos de Dumbo (1941)
y Bambi (1942).
Fantasía (1940)
Después del sketch sobre La danza de las horas, de Ponchielli, que codirigió con
Norman Ferguson en Fantasía utilizando el seudónimo de T. Hee, Walt
Disney abandonó el campo de la realización para dedicarse casi en
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exclusividad a la tarea de dirigir el incipiente imperio cinematográfico en el
que se había convertido la empresa que tan modestamente había iniciado
quince años antes. El 6 de mayo de 1940 finalizó la construcción de sus
nuevos estudios en Burbank, que le granjearon el sobrenombre de «Mago
de Burbank».
Anticomunista furibundo
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Walt Disney en 1941
Los acuerdos que llevaron al final de la huelga fueron firmados por Roy
Disney, ya que Walt se encontraba de viaje por diversos países de
Sudamérica. De aquel largo viaje salieron varias películas destinadas
básicamente al público latinoamericano. Entre ellas, Saludos, amigos (1943)
y Los tres caballeros (1945), en las que combinó dibujos animados y actores
de carne y hueso. En 1943, buena parte de sus mejores dibujantes le
abandonaron para fundar la UPA (United Productions of America), donde
nacería, entre otros, el miope personaje de Mister Magoo.
En agosto de 1948 hizo un viaje con su hija Sharon para filmar imágenes
en Alaska, y con el material realizó la serie de cortos titulados Aventuras de la
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vida real. Su hermano Roy se opuso al proyecto (para entonces estaban ya
tan distanciados que sólo se veían después de pedir cita a sus respectivas
secretarias) y auguró un incierto destino a este tipo de documentales. Se
equivocó, ya que el primero de ellos, titulado La isla de las focas (1948), no
sólo resultó rentable, sino que fue premiado con un Oscar en la categoría
de cortometrajes.
Prácticamente finalizada la década de los cuarenta, Disney recibió una
interesante propuesta de Howard Hughes: un crédito sin intereses de un
millón de dólares a cambio de su ayuda en un terreno (el sector
cinematográfico) que el multimillonario tejano no conocía y en el que quería
invertir. Con aquel dinero, Disney puso en marcha 18 nuevos proyectos,
entre ellos Cenicienta (1950), Alicia en el país de las maravillas (1951) y Peter
Pan (1953). Tras una costosísima incursión en el cine futurista con 20.000
leguas de viaje submarino (1954), volvió a proyectos más baratos y que
sintonizaran con el orgullo de ser norteamericano. Para entonces, su
compañía ya no era la reina de los dibujos animados. La Warner Brothers
empezaba a hacerle una seria competencia con la estrella de su serie Looney
Tunes, Bugs Bunny. Aquel conejo era el contrapunto del cándido, apolítico y
asexuado Mickey Mouse, que a principios de los años cincuenta vivió sus
momentos más bajos de popularidad, aunque siguió siendo el personaje
preferido de Disney y el emblema de su imperio.
Disneylandia
En 1953, después de ganar un nuevo Oscar al mejor documental con El
desierto viviente, inició conversaciones con la cadena televisiva ABC para ceder
la emisión de sus películas al nuevo invento. A diferencia de otros
productores de Hollywood, que la consideraban una amenaza, Disney creyó
que la televisión era un excelente medio de difundir sus productos. Un año
después inició la realización de filmes específicamente para televisión, la
parte de su producción artística más denostada por los críticos. Críticas que
también le lloverían años después con Mary Poppins(1964), su primer
largometraje con sólo actores reales. Pero a Disney no le importaron,
porque esas películas le daban el dinero que necesitaba para hacer realidad
un proyecto que acariciaba desde hacía tiempo: construir un enorme
parque de atracciones basado en sus personajes.
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Disney y Von Braun (1954)
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cultura popular del siglo XX. Con variada fortuna, tratarían de sustituirle
figuras tan dispares como su hermano Roy O. Disney, su sobrino Roy E.
Disney y su yerno Ron Miller. Pero sólo el productor ejecutivo Michael
Eisner demostró ser un digno sucesor suyo.
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