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El Bautismo en El Espíritu Santo

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EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO

A) La naturaleza del Bautismo del Espíritu.


B) Fondo histórico de la doctrina del Bautismo del Espíritu.
C) El propósito del Bautismo del Espíritu.
D) El proceso (Secuencias posibles) de recibir el Bautismo del Espíritu.
E) La evidencia del Bautismo del Espíritu.
F) Los resultados del Bautismo del Espíritu.
G) El Bautismo del Espíritu y la terminología del Nuevo Testamento.
H) El Bautismo Pentecostal distinto a la conversión.
I) Bautismo del Espíritu y Santificación.
J) Bautismo del Espíritu y plenitud día por día.

A) LA NATURALEZA DEL BAUTISMO DEL ESPÍRITU.


La palabra “Bautismo” siempre implica el ser completamente cubierto, y cuando la idea es
relacionada con el Espíritu Santo implica la saturación completa del ser interior por la Tercera
Persona de la Deidad. Este bautismo es una comunicación directa entre Dios y el hombre, y
también debe ser un estado de completa rendición.
Aún la lengua funciona de acuerdo al control del Espíritu. Santiago 3.8 - Hechos 2.4.
La experiencia de recibir el bautismo del Espíritu Santo es el último paso en el proceso de
modificar la carne y de rendirse al Espíritu. Romanos 8.13.
Frecuentemente, aún cuando no necesariamente el bautismo del Espíritu Santo produce
como resultado una “sacudida emocional intensa” en el creyente, que llena el alma de éxtasis
celestial.
La persona que recibe el bautismo del Espíritu Santo, es inundado con gloria divina que
electrifica su naturaleza. Un Pentecostés personal puede ser descrito como “un nuevo
descubrimiento del Señor Jesucristo viviente, hecho cuando Dios, el Espíritu Santo comienza su
morada en el creyente”. Debe ser por lo tanto recordado que las relaciones de la persona, ya sean
tenues o intensas, son las relaciones de la carne y no son manifestaciones del Espíritu. Es obvio
que los ciento veinte (120) en el aposento alto fueron movidos profundamente, pues dijeron de
ellos: “Están llenos de mosto”. Hechos 2.13.
La experiencia del bautismo del Espíritu Santo libra al que busca de sí mismo y lo identifica
con la Deidad. Por primera vez, el creyente es sometido a la operación sin límites de lo divino; un
pequeño “gusto” de lo que un día será amplio. 2ª Corintios 1.22. y la Escritura hace claro el
hecho que la porción que recibe el creyente es solamente las arras de lo que disfrutaremos.
Efesios 1.13, 14.
Loa teólogos evangélicos no están de acuerdo con la posición Pentecostal, sin embargo
tienen su propia posición bien definida en relación a la plenitud del Espíritu.
Talbot dice: “Tiene más del Espíritu el hombre que ha sido llenado del Espíritu, que aquél
que no ha sido llenado? No, por el contrario, el Espíritu tiene más de algunos creyentes que de
otros”.
Cambrón dice: “Sería mejor decir ser ‘controlado’ por el Espíritu, en vez de decir ‘llenado’
por el Espíritu”. La verdad básica es que: “NO ES CUANTO DEL ESPÍRITU UNO TIENE, SINO
CUANTO DE UNO TIENE EL ESPÍRITU”. Es evidente que para ser lleno del Espíritu, no hay lugar
para el ego.

B) FONDO HISTÓRICO DE LA DOCTRINA DEL BAUTISMO DEL ESPÍRITU.


La venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue declarado como el cumplimiento
específico de Joel 2.18,19, profecía que prometió la experiencia a todas las personas de
diferentes clases. Isaías 28.11; 1ª Corintios 14.22.
Juan el Bautista incluyó la predicción del bautismo del Espíritu, como aspecto del
ministerio del Mesías que habría de venir. Lucas 3.16; Juan 1.33. Durante su ministerio terrenal
nuestro Señor se refirió al cumplimiento de la profecía de Joel. Los Evangelios registran ocho
predicciones hechas por Cristo de un derramamiento Pentecostal.
El Pentecostés original validó la obra de Cristo, y constituyó un acontecimiento
dispensacional al venir a la tierra para morar en Su Iglesia, el Espíritu Santo, el administrador
Divino, véase también Juan 14.16; Marcos 16.17; Juan 16.7; Hechos 1.5; Juan 7.37-39,
Juan 14.26; Juan 15.26; Lucas 11.13; Lucas 24.49.
La fiesta de Pentecostés en el Antiguo Testamento tomó lugar cincuenta (50) días
después de la Pascua. Representaba el comienzo de la cosecha. Simbólicamente, el
derramamiento inicial del Espíritu en el día de Pentecostés fue el comienzo de la cosecha del
Evangelio. Los 120 tuvieron que esperar, no porque no estuviesen listos para recibir, sino que
Dios no estaba listo para derramar su Espíritu. Sin embargo, esos días de espera produjeron, sin
lugar a dudas, una medida de sumisión y rendición y rendición sí mismos. Desde ese día, el
esperar no es descrito. Véase Hechos 10.44.
Aun cuando el Espíritu de Dios había obrado anteriormente en la tierra, El no había
establecido su morada permanente en los corazones de creyentes para constituirlos en Iglesia. El
derramamiento del Espíritu significaba que el Mesías había completado su obra redentora y había
ascendido a la gloria.
El pentecostal original fue un tiempo llamativo fenomenal de carácter sobre natural. El
público no fue atraído por debate teológico, sino por el milagro de las lenguas, y de las lenguas de
fuego y aun el impacto hecho sobre el edificio donde estaban congregados, como si Dios dijera al
mundo que el derramamiento Pentecostal no era un incidente trivial.
Una experiencia similar al modelo de Loa Hechos 2 continuó siendo normal en la Iglesia
del Nuevo Testamento. Hay un total de cinco casos en el libro de los Hechos que describen un
derramamiento Pentecostal similar en clases y manifestación al caso original del día de
Pentecostés. El último caso registrado en la Biblia está en Hechos 19, y esto tomó lugar unos
veinte y uno años después del derramamiento original. El modelo Pentecostal parece haber sido
bien autenticado y establecido.
Testimonios de experiencias Pentecostales en la Iglesia Primitiva, datan de la fecha de los
primeros escritos de los padres durante el II y III siglo:
Ireneo (130-202) escribió: “Llamamos personas ‘perfectas’ aquellas que han recibido el
Espíritu de Dios, y quienes por medio del Espíritu de Dios hablan lenguas”.
Clemente de Alejandría - Hacía mención de “un derramamiento total del Espíritu Santo”.
Tertuliano – Durante la misma época hizo mención de la continua manifestación de los
dones del Espíritu.
Crisóstomo (347-407) declaró: “Todo aquel que era bautizado en tiempos apostólicos,
inmediatamente habló en lenguas; de inmediato recibieron el Espíritu”.
San Agustín (354-430) escribió: “Todavía hacemos lo que los Apóstoles hicieron cuando les
impusieron las manos a los Samaritanos y pidieron el descenso del Espíritu sobre ellos.
Esperamos que los convertidos hablen en nuevas lenguas”.
A medida que se fue desarrollando la Iglesia Romana, el aspecto fenomenal del bautismo
en el Espíritu Santo gradualmente se transformó en un ritual. Al llegar al fin del siglo V (5), la
practica general era que se constituía una pequeña sala detrás del altar, y era usado como el lugar
donde recibir el Espíritu Santo. Luego de ser bautizado en agua, el candidato pasaba a la sala de
oración, y allí el obispo el imponía las manos y era ungido con aceite. El obispo pedía a Dios que
enviase el Espíritu Santo, pero también gradualmente con el correr del tiempo, no se esperaba
ninguna manifestación. Consecuentemente, hoy día, la ceremonia de la confirmación es el
resultado, y la Iglesia Romana mantiene que en el momento de ese rito el candidato recibe el
bautismo en el Espíritu Santo. No se hace mención del hablar en lenguas.
A través de los tiempos la historia nos preserva el registro de la manifestación Pentecostal,
no solamente entre el pueblo evangélico pero también entre los miembros de la Iglesia Romana,
Monjes del siglo XIII (13) practicaban en hablar en lenguas.
San Vicente Ferrer (1350-1419) tenía el don de lenguas.
Francisco Xavier (1506-1552) misionero en la China, según la Enciclopedia Católica
hablaba en lenguas.
Souer En su Historia de la Iglesia Cristiana (volumen 3, página 406) dice: “El Doctor
Martín Lutero fue un profeta, evangelista, hablador en lenguas e intérprete en una persona,
investido con todos los dones del Espíritu Santo”.
Tomás Walsh – Ayudante de Juan Wesley, escribió en su libro diario el 8 de marzo de 1750.
“Esta mañana el Señor me dio un lenguaje que yo no conocía, elevando mi alma hacia ÉL en
una manera maravillosa”.
R. Boyd – En su libro Pruebas y Triunfos de Fe (1875), escribió acerca de los avivamientos
de D.L. Moody en Inglaterra: “Cuando llegue a los cuartos de los jóvenes de la Asociación
Cristiana de jóvenes, la reunión encendida por el fuego celestial, los jóvenes estaban hablando en
lenguas y profetizando. ¿Qué significaba esto? Simplemente que el hermano Moody les había
estado hablando durante la tarde”.
F.B. Meyer – Cuando visitó Estonia encontró a congregaciones de bautistas en las cuales
escribió a Londres: “Dios está renovando entre esta gente aquellas maravillosas manifestaciones
que fueron evidentes durante la primera predicación del Evangelio. El don de lenguas se oye a
menudo en las reuniones. Cuando estos mensajes son interpretados significan lo siguiente:
JESÚS VIENE PRONTO OTRA VEZ; JESÚS ESTA CERCA; ESTEMOS LISTOS”.
Carlos G. Finney y D. L. Moody – Estos Evangelistas dieron testimonio de experiencias
espirituales que eran positivamente Pentecostales en su naturaleza y en sus resultados.
Al comienzo del presente siglo, en el día de Año Nuevo de 1901, el Espíritu Santo
descendió en forma Pentecostal sobre un grupo de estudiantes en un pequeño Instituto Bíblico en
la ciudad de Kansas en los Estados Unidos. Este derramamiento fue precedido por estudios
minuciosos de las Escrituras, y los alumnos habían llegado a la conclusión de que la evidencia del
bautismo en el Bautismo del Espíritu Santo era hablar en nuevas lenguas. De allí se esparció en
Texas y a California, donde el año 1906 tomó lugar un gran derramamiento que a continuado a
todas partes del mundo en lo que va del siglo XX.

C) EL PROPÓSITO DEL BAUTISMO DEL ESPÍRITU.


El momento del bautismo del Espíritu Santo constituye la experiencia inicial del creyente en
rendirse incondicionalmente al Espíritu de Dios. En algunos casos, después de prolongados
esfuerzos, el creyente aprende a rendirse. La rendición es la llave del éxito para todo crecimiento
espiritual, por cuanto es la rendición total que produce la fe que se apropia de aquello que Dios
provee.
El bautismo en el Espíritu Santo no es un blanco en sí, sino una puerta de acceso. Es el
deseo de Dios que así como el creyente descubre el calibre de rendición necesaria para apropiarse
de las bendiciones divinas, de igual manera luego ande en la luz de ese descubrimiento. El
bautismo en el Espíritu Santo no es algo alcanzado una vez y para siempre que establece al
creyente en una nueva posición ante Dios. Es una experiencia dada para enseñar el método y
grado de rendición al cual Dios responde. Se ha llegado más plenamente a la meta del propósito
de esta experiencia cuando el creyente después mantiene ante Dios una nueva medida de
sumisión devota; cuando en su andar diario se esfuerza en rendirse aún más completamente y
más a menudo sin reservas a Dios.
L. Pethrus – Ha escrito: “El bautismo en el Espíritu Santo está tan íntimamente relacionado
con nuestra voluntad que si ésta no está estregada a El, habrá continuamente lucha y contención”.
El bautismo en el Espíritu santo abre la puerta a los más altos dotes de la vida cristiana. Los
Dones del Espíritu, 1ª Corintios 12.7-11. La manifestación del Fruto del Espíritu,
Gálatas 5.22,23
Estos son alcanzados por el creyente solo en la medida que la presencia y control del
Espíritu en su vida, y traen como resultado una medida mayor de la morada y del control genuino
del Espíritu, que es la verdadera espiritualidad.
El bautismo en el Espíritu Santo es verdaderamente una inmersión del espíritu humano
dentro del divino, de tal manera que lo humano está verdaderamente preparado para su ministerio
de exaltar al Señor Jesucristo. La vida espiritual comienza al pie de la Cruz; el servicio espiritual
comienza con Pentecostés . En todo momento, el creyente bautizado en el Espíritu es desafiado
de mantener su rendición a fin de que el Espíritu pueda mantener su control.
D) EL PROCESO (SECUENCIAS POSIBLES) DE RECIBIR EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU.
Casi la totalidad de los creyentes en el mundo están de acuerdo en dos cosas:
a) Que los creyentes debieran recibir el bautismo del Espíritu Santo.
b) Que Dios está dispuesto a dar el don.
El Dr. R. A. Torrey escribió: “Estamos abundantemente seguros en decir que cada hijo de
Dios está bajo la más solemne obligación de ocuparse a fin de que definitivamente reciba el
Espíritu Santo, no solamente como un poder regenerador y como presencia morando en su ser,
pero como una investidura definida de poder, antes que trate de efectuar cualquier servicio para
Dios”.
La Escritura declara que Dios otorga de Su Espíritu en cinco maneras:
1. El da Su Espíritu. Lucas 11.13.
2. El envía Su Espíritu. Juan 14.26.
3. El suministra Su Espíritu. Gálatas 3.5.
4. El derrama Su Espíritu. Proverbios 1.23.
5. El pone (viste) Su Espíritu. Isaías 52.1.
Esta es evidencia abundante de que Dios no retiene de Su Espíritu para con el creyente.
Fe es necesaria para recibir el Espíritu Santo, fe en la promesa divina, y en Cristo Jesús el
bautizador. El creyente en su búsqueda dirige su fe hacia Dios por más de El. Sobre todas las
cosas viene con un corazón rendido y entregado a la voluntad divina del Trino Dios. La clave
principal en el proceso de recibir el bautismo en el Espíritu Santo está en la rendición a Dios.
Aquella clase de rendición que significa que la voluntad interior está totalmente entregada
al Señor, y que toda lucha y contención de parte del creyente ha cesado. Bien puede ser
declarado que el creyente, pero si, el creyente dando posesión al Espíritu.
El creyente que desea que el Espíritu Santo venga a morar en su vida, debe presentar una
vida limpia a Dios. Bien se ha dicho: “Dios no requiere vasos de oro, ni tampoco busca vasos de
plata, pero debe tener vasos limpios”.
Fórmulas, métodos y técnicas especiales, ritos y momentos o lugares especiales;
circunstancias o ideas propias son inaplicables tanto al que desea se bautizado como al bautizador
Divino.
Las Escrituras no prohíben el “asentar y esperar”, pero el énfasis dado para la Iglesia
está puesto en la importancia de recibir.
Muchos creyentes han sido ayudados por el proceso externo de la imposición de manos.
Hay solamente tres casos en el Nuevo Testamento, donde se impusieron las manos. Hechos
8.17,18; 9.17; y 19.6.
Dos veces Pablo escribe a Timoteo y menciona la imposición de manos pero en relación a
los Dones espirituales en vez del bautismo inicial. 1ª Timoteo 4.14. y 2ª Timoteo 1.6.
Hubo cientos de creyentes en el Nuevo Testamento que recibieron el bautismo del Espíritu
Santo en relación a los cuales no se hace mención de la imposición de manos.

E) LA EVIDENCIA DEL BAUTISMO DEL ESPÍRITU.


La evidencia inicial de ser bautizado con el Espíritu Santo es el poder hablar en otras
lenguas. Esta conclusión proviene de las Sagradas Escrituras. De las cinco ilustraciones del libro
de Los Hechos, tres incluyen específicamente el hablar en otras lenguas:
a) El día de Pentecostés. Hechos 2.
b) La casa de Cornelio, 8 años más tarde. Hechos 10.
c) Los creyentes en Efeso, 25 años más tarde. Hechos 19.
Cuando Pablo el Apóstol recibió el bautismo del Espíritu Santo, las lenguas no son
mencionadas pero más tarde el mismo declaró: “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más
que todos a vosotros”. 1ª Corintios 14.18. (Señal 14.22)
Debemos enfatizar claramente que el hablar en lenguas en si no es el bautismo, es
solamente la señal o evidencia. Ninguna persona bien informada en las Escrituras busca lenguas
sino por el contrario busca a Dios, al Hijo y la dulce presencia del Espíritu Santo de Dios.
Las lenguas luego se transforman en la señal para el que busca como para aquellos que
están a su alrededor. Y el órgano humano del habla sirve para manifestar el control no restringido
del Espíritu de Dios, y lo expresado por el creyente con frases coherentes, generalmente
alabanzas a Dios, en un idioma que no ha aprendido.
En vista de la sobre abundancia de evidencias de lenguas en las experiencias en la Biblia,
debemos sostener que las lenguas son la evidencia del bautismo del Espíritu Santo.
Las experiencias de los creyentes de la Biblia, y particularmente de aquellos que estuvieron
presentes en el día de Pentecostés, deben servir de ejemplo a todas las experiencias futuras. NO
hay indicación en las Escrituras de que este suceso fenomenal estaría limitada solamente al
capítulo 2 de Los Hechos. Pedro declaró: Hechos 2.39.

F) LOS RESULTADOS DEL BAUTISMO DEL ESPÍRITU.


La fuerza básica de la experiencia del bautismo Pentecostal es el impartimiento de poder
espiritual proveniente de un origen divino.
Investidura de poder para dar testimonio de Cristo. La declaración de fe de la Unión de las
Asambleas de Dios, dice:
“Con el bautismo del Espíritu Santo recibimos poder para la vida y servicio, la concesión de
dones y sus usos en el trabajo del ministerio”.
El avivamiento Pentecostal del Siglo XX trajo consigo un despertamiento espiritual, nuevo
celo en la obra misionera y en la evangelización, como así también un ministerio de poder y de
vigor.
El libro de Los Hechos da la siguiente lista de resultados:
a) Poder para testificar. Hechos 1.8.
b) Poder para hablar persuasivamente y con coraje. Hechos 4.8,9.
c) Poder para dar testimonio y gracia. Hechos 4.29,33.
d) Poder para declarar la deidad de Cristo. Hechos 9.17,20.
e) Poder para magnificar a Dios. Hechos 10.44-46.
f) Poder para manifestar para provecho. 1ª Corintios 12.7.
Pedro, quien negó al Maestro justo antes del Calvario, llegó a ser un canal poderoso de
ministerio después de Pentecostés.
El creyente no puede rendirse para recibir la tercera Persona de la Trinidad en Su plenitud
sin al mismo tiempo tener un nuevo grado de pasión por las almas, una nueva determinación de
separarse del mundo, un nuevo ímpetu para orar, una nueva devoción a la Palabra de Dios, y una
nueva vida de adoración y alabanza, que transforma el trabajo del creyente en un gozo en vez de
una obligación.

G) EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU Y LA TERMINOLOGÍA DEL NUEVO TESTAMENTO.


Loa creyentes Pentecostales están de acuerdo en que se use la expresión “bautismo en el
Espíritu Santo” para referirse a la experiencia de Hechos capítulos 2 y otras. Los términos usados
son: llenado, derramado, vino, sobre y recibido.
El punto de vista PENTECOSTAL está basado en lo siguiente:
PRIMERO: Al ascender a los cielos Cristo dijo: “mas vosotros seréis bautizado con el
Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1.5). Esta declaración del Hijo de Dios incluye
en el día de Pentecostés el bautismo del Espíritu Santo.
Pedro hablando de lo ocurrido en la casa de Cornelio dijo: “...más vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo” (Hechos 11.16). Estos sucesos fueron en verdad experiencias
Pentecostales, por cuanto la Escritura expresa de aquellos alrededor que hablan en lenguas, y que
magnificaban a Dios” (Hechos 10.46).
Pearlman dice: “Cuando la palabra ‘bautismo’ es aplicada a la experiencia espiritual es
usada figurativamente para describir la inmersión en el poder energético del Espíritu Divino”.
El término “bautismo” es definitivamente una palabra bíblica que describe la experiencia
inicial de ser llenado con el Espíritu Santo.
Pero “bautismo” y “llenamiento” o “plenitud” no son siempre sinónimos. Los creyentes
son bautizados una sola vez, pero son llenados muchas veces. De ahí el eslogan: “Un bautismo y
muchos llenamientos”. El bautismo en el Espíritu es una experiencia una vez y para siempre por
cuanto el creyente puede ser llenado por primera vez solo una vez. Pero no es una experiencia de
una vez y para siempre en relación en el cumplimiento de las necesidades espirituales. Uno
continúa necesitando una infusión diaria del Espíritu Santo y el bautismo inicial en el Espíritu Santo
es simplemente el comienzo de lo que luego ha de ser una relación diaria.
SEGUNDO: Como punto de vista Pentecostal, de acuerdo a la escritura hay una segunda
experiencia indicada: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo”.
1ª Corintios 12.13. La mayoría de los maestros eruditos de las Escrituras están de acuerdo
que este pasaje se refiere al nuevo nacimiento en vez de la experiencia Pentecostal. En otras
palabras esta experiencia es sinónima con la conversión. Alguien ha dicho: Esta es la manera
Paulina de declarar el nuevo nacimiento de Juan 3.7”.
Consecuentemente, vemos dos bautismos del Espíritu en las Escrituras.
También es posible aceptar el hecho que existe la posibilidad de experimentar ambos
bautismos al mismo tiempo, o por lo menos muy cerca el uno del otro. Es posible que esto fue lo
que ocurrió en la poca del libro de Los Hechos.

H) EL BAUTISMO PENTECOSTAL DISTINTO A LA CONVERSIÓN.


La conversión es la ocasión de bautismo por el Espíritu, cuando el convertido es tomado por
el Espíritu y puesto dentro del cuerpo de Cristo. El bautismo Pentecostal es una experiencia
subsecuente a la conversión cuando el creyente es completamente “llenado” con el Espíritu
Santo. Notemos los siguientes casos que demuestran que el bautismo en el Espíritu es
subsecuente a la conversión:
1. El grupo congregado en el aposento alto y que recibió el Pentecostés original
eran ya creyentes. Véase Juan 14.17 y Juan 15.3. Estos creyentes ya en comunión con el
Espíritu recibieron una experiencia espiritual subsecuente del Bautismo.
2. El sermón de Pedro en el día de Pentecostés. Hechos 2.38. Aquí vemos al
arrepentimiento y la remisión de pecados como una experiencia básica anterior a la recepción del
don del Espíritu Santo.
3. Saulo de Tarso tuvo una experiencia con el Señor que le conmovió hasta lo
más profundo en el momento de su conversión, pero tres días más tarde vino Ananías quien oró
por él para que fuese lleno con el Espíritu Santo. Hechos 9.17.
4. Dice la Escritura que Cornelio era “Varón justo y temeroso de Dios”, pero
recién después del mensaje de Pedro, él y los suyos recibieron el Espíritu Santo. Hechos 10.44.
5. Los Efesios ya eran convertidos al evangelio, pero Pablo les impuso las manos
y recibieron el Espíritu Santo. Hechos 19.6.
6. Hay cierto significado en el Antiguo Testamento. La ceremonia para la
limpieza del leproso requería primero la sangre antes de la unción de aceite. Levítico 14. La
fiesta de la Pascua precedía a la fiesta de Pentecostés. Levítico 23.

SUMARIO

I) BAUTISMO DEL ESPÍRITU Y SANTIFICACIÓN.


Uno de los frutos del bautismo del Espíritu es el acceso a una medida mayor de santidad.
Romanos 15.16, 2ª Tesalonicenses 2.13 y 1ª Pedro 1.2. El hecho de ser lleno del Espíritu
Santo positivamente compatible con el andar en santidad demostrado por santificación en práctica.
El bautismo del Espíritu está asociado con la investidura de poder. Santificación es limpieza,
mientras que el bautismo es un llenamiento.
Donald Gee – Dice:
“La verdad bíblica es que seguido del bautismo del Espíritu Santo hay mucha santificación
personal necesaria en el creyente, y esta tomará lugar a medida que el hijo de Dios ‘anda en el
Espíritu’. Gálatas 3.2,3. y 5.16-25. Es vana cosa pensar que cualquier ‘crisis’ o ‘bendición’ de
experiencia puede tomar el lugar de un continuo ‘andar’ en el Espíritu”.
La operación santificadora del Espíritu Santo en el creyente es progresiva más que
instantánea. Su poder para producir rectitud en el creyente está en proporción a la medida de la
sumisión de la voluntad. La santificación del Espíritu produce un refinar de la conciencia, y un
mayor grado de comunión entre Dios y el creyente. El hecho de recibir la experiencia del bautismo
del Espíritu Santo relaciona al creyente en una manera personal a la Tercera Persona de la
Deidad y esto provee el camino para la recepción de mejores cosas de Dios a través de las
experiencias de la vida diaria del creyente.
Existen variadas opiniones de relación con las referencias bíblicas del bautismo de fuego,
Mateo 3.11 y Lucas 3.16. No es nuestro deseo negar la verdad del bautismo por fuego, pero
más bien asociarlo con la operación total del Espíritu en todo lo que Él hace por la virtud de morar
en plenitud por el bautismo.
F. Boyd – Ha escrito:
“El bautismo en el Espíritu Santo no es una cosa y el bautismo con fuego otra, pero lo
primero es la realidad, y lo segundo es el símbolo. Cristo es el agente personal que efectúa esta
saturación de la frialdad del hombre con el fuego de Dios. El Espíritu Santo quiere ser en el
corazón del hombre un Espíritu de fuego – fuego para muerte o fuego para vida, pare destruir o
para purificar. La presencia de Dios en el corazón del hombre es el mayor don de Dios.
Consecuentemente bien puede ser llamado un fuego. Separa lo bueno de lo malo, purifica,
prueba. Es nuestro deber anhelar y obedecer este espíritu de fuego”.

J) BAUTISMO DEL ESPÍRITU Y PLENITUD DÍA POR DÍA.


Todo creyente que de verdad cree la Biblia estará de acuerdo con la necesidad imperativa
de ser lleno del Espíritu día por día. Efesios 5.18; Hechos 13.52. El creyente debe vivir en la
plenitud del Espíritu y no en la esfera de la carne. La plenitud del Espíritu no es el privilegio de
unos pocos, pero la prerrogativa y responsabilidad de todos los creyentes.
Ruth Paxon – Escribe:
“Así como es el mayor pecado para el inconverso rechazar la vida de Cristo y en Cristo, en
el creyente el mayor de los pecados es el rehusar la vida abundante por medio del Espíritu. La
plenitud del Espíritu no es discrecional pero obligatoria”. Plenitud diaria no es una crisis pero un
proceso.
El creyente no puede en un dado momento alcanzar la plenitud del Espíritu requerida para
toda su vida. En el momento de recibir el bautismo en el Espíritu Santo el creyente descubre el
camino de rendición, que es el modelo para su vivir diario. La plenitud día por día del Espíritu
requiere la misma clase de rendición.
A pesar del ímpetu que una experiencia, o crisis puede producir, la única manera de poder
disfrutar de la plenitud día por día es por medio de rendirse diariamente a un nuevo y fresco flujo
del Espíritu.

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