Montes - La Gran Ocasión (Ilustrado)
Montes - La Gran Ocasión (Ilustrado)
Montes - La Gran Ocasión (Ilustrado)
La escuela como
sociedad de lectura
EDUCACIN
f C F. N C ( A v T E C N O L O G (>
Secretario de Educacin
Lie. Juan Carlos Tedesco
Texto y trama
Graciela Montes
Ilustraciones
Sal Osear Rojas
Diseo Grfico
Rafael Medei
O Ministerio de Educacin, Ciencia y Tecnologa de la Nacin, Pizzurno 935, Ciudad de Buenos Aires.
Hecho el depsito que establece la ley 11.723. Libro de edicin argentina.
Buenos Aires, Argentina, 2007. ISBN 950-00-0495-X. Segunda edicin.
La gran ocasin
Leer vale la pena... Convertirse en lector vale la pena...
Lectura a lectura, el lector-todo lector, cualquiera sea su
edad, su condicin, su circunstancia...- se va volviendo
ms astuto en la bsqueda de indicios, ms libre en
pensamiento, ms gil en puntos de vista, ms ancho en
horizontes, dueo de un universo de significaciones ms
rico, ms resistente y de tramas ms sutiles. Lectura a
lectura, el lector va construyendo su lugar en el mundo.
Lo que sigue es una reflexin acerca de esta lectura que
vale la pena. Es tambin una propuesta: que a escuela se
asuma como la gran ocasin para que todos los que vivimos en este pas-cualquiera sea nuestra edad, nuestra
condicin, nuestra circunstancia...- lleguemos a ser
lectores plenos, poderosos. La lectura no es algo de lo
que la escuela pueda desentenderse.
LIBRO OSCAR-GRACIELA.OK
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Buscadores de sentido...
Leer es
algo ms que descifrar, aunque toda lectura
suponga un desciframiento. Leer es construir
sentido. No slo se lee lo que est cifrado en
letras. Se lee una imagen, la ciudad que se
recorre, el rostro que se escudria... Se buscan indicios, pistas, y se construye sentido, se
arman pequeos cosmos de significacin en
los que uno, como lector, queda implicado.
Mucho antes de disponer del lenguaje, un beb
lee el mundo que lo rodea, busca seales,
anticipa acontecimientos segn esas
seales, registra lazos de significacin entre un tono de voz, un rumor
de fondo, un ruido de pasos por el
pasillo y la desazn, o el consuelo. El
movimiento de una cortina, cierta
luminosidad, el contacto con la colcha
de la cama algo le dicen. No se trata de
un significado que est all de antemano, no
es cierto que ese movimiento de la cortina,
esa luminosidad o ese contacto con la colcha estn preparados para decirle lo mismo
a cualquier otro beb. El ha construido la
significacin, es resultado de su trabajo.
Sin embargo, est claro que esa lectura
mnima de quien todava no dispone del lenguaje resultar invisible. No queda registro de
ella en ninguna parte. Slo, tal vez, en situaciones excepcionales, alguien muy cercano y lo
bastante intuitivo podr acaso leyendo a su
vez pequeas seales tener algn atisbo de
ella. Muchas de nuestras lecturas privadas,
ntimas, siguen siendo de ese orden, invisibles,
toda la vida. El universo de significados que
armamos al contemplar un paisaje, o un cua-
la gran ocasin ( 2
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Buscadores de sentido...
Leer es
algo ms que descifrar, aunque toda lectura
suponga un desciframiento. Leer es construir
sentido. No slo se lee lo que est cifrado en
letras. Se lee una imagen, la ciudad que se
recorre, el rostro que se escudria... Se buscan indicios, pistas, y se construye sentido, se
arman pequeos cosmos de significacin en
los que uno, como lector, queda implicado.
Mucho antes de disponer del lenguaje, un beb
lee el mundo que lo rodea, busca seales,
anticipa acontecimientos segn esas
seales, registra lazos de significacin entre un tono de voz, un rumor
de fondo, un ruido de pasos por el
pasillo y la desazn, o el consuelo. El
movimiento de una cortina, cierta
luminosidad, el contacto con la colcha
de la cama algo le dicen. No se trata de
un significado que est all de antemano, no
es cierto que ese movimiento de la cortina,
esa luminosidad o ese contacto con la colcha estn preparados para decirle lo mismo
a cualquier otro beb. El ha construido la
significacin, es resultado de su trabajo.
Sin embargo, est claro que esa lectura
mnima de quien todava no dispone del lenguaje resultar invisible. No queda registro de
ella en ninguna parte. Slo, tal vez, en situaciones excepcionales, alguien muy cercano y lo
bastante intuitivo podr acaso leyendo a su
vez pequeas seales tener algn atisbo de
ella. Muchas de nuestras lecturas privadas,
ntimas, siguen siendo de ese orden, invisibles,
toda la vida. El universo de significados que
armamos al contemplar un paisaje, o un cua-
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la gran ocasin ( 4
en su lectura. Su actitud de lector ir cambiando sin dejar de ser la que era. Deber
conquistar la letra, es verdad, pero seguir
siendo el que exploraba el mundo metindoselo en la boca, el coleccionista de palabras,
el preguntador insaciable, el que se contaba a
s mismo un cuento de imagen en imagen o
peda que una voz se lo leyera una y otra vez
hasta aprendrselo de memoria.
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en su lectura. Su actitud de lector ir cambiando sin dejar de ser la que era. Deber
conquistar la letra, es verdad, pero seguir
siendo el que exploraba el mundo metindoselo en la boca, el coleccionista de palabras,
el preguntador insaciable, el que se contaba a
s mismo un cuento de imagen en imagen o
peda que una voz se lo leyera una y otra vez
hasta aprendrselo de memoria.
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la gran ocasin ( 6
7 ) la gran ocasin
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9 ) la gran ocasin
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la gran ocasin ( 10
Cuando una profesora de Literatura de primer ao les pregunt a sus alumnos si recordaban la novela de Henry James Otra vuelta
de tuerca que haban ledo unos meses atrs,
cada uno la record a su manera: un lector la
reconoci como el cuento de los fantasmas
que se quedaron en la mansin y el chico que
estaba posedo, mientras otra lectora dijo
que era la novela de la institutriz que est
loca. El pasado de lecturas, en cada lectura
nueva Es posible que algn maestro piense
que el texto tiene un sentido, independiente
del lector, el sentido que l mismo ha construido o el que otros le otorgan, una clave
nica, una especie de interpretacin oficial
a la que toda lectura correcta debera
acercarse... Los lectores que acierten o al
menos se acerquen a la verdadera lectura
merecern ser aprobados, los que no acierten o no acuerden con ella reprobarn
Pero la descalificacin de estas interpretaciones diferentes o raras no las har
desaparecer. Nada va a impedir que las lecturas personales, en secreto, se sigan produciendo Bastar un pequeo cambio de
actitud de ese maestro prestar oreja,
ponerse a escuchar los comentarios, las
pequeas acotaciones, las distintas formas
de atencin para que afloren. El maestro
ver entonces cmo su texto, ese texto tan
conocido, se multiplica y abre en significaciones inesperadas. Ha pasado por el lector, por
cada uno de los lectores que hay en su aula,
ya no es el mismo de antes
El lector nunca deja de estar presente en su
lectura. Hasta en el rechazo a leer est pre-
sente. Aunque no se le otorgue sino la moderada libertad de leer en voz alta el texto (una
prctica interesante que la escuela parece
haber dejado de lado en estos ltimos aos),
marcar su presencia: el timbre de voz, la
entonacin, los titubeos, las pausas son
reflejo de su actividad, su trabajo... Pequeas
intervenciones, comentarios, crticas, referencia a otros textos, preguntas a veces
inslitas, gestos mnimos son las grietas por
donde, muchas veces, la lectura personal se
deja ver...
Se dir que es difcil, casi imposible, esta
forma de lectura colectiva, acompaar artesanalmente a cada uno de los jvenes lectores en esa clase de experiencia personal dentro del aula, prestar odo a cada lectio, dar
ocasin a todas Y s, seguramente es ms
difcil que instalar por la fuerza la interpretacin oficial. Pero tampoco es cuestin de que
cada experiencia sea supervisada, controlada, evaluada... El proceso de constitucin del
lector es en buena medida privado, aunque
tenga su parte social. De esos acontecimientos privados tal vez, en ocasiones, el maestro
tenga algn atisbo, pero lo ms probable es
que sean momentos excepcionales. Lo que s
puede hacer el maestro es promover la prctica personal, favorecer la produccin de lectura en lugar de poner al lector en posicin
de receptculo y sencillamente bajarle una
lectura. Si queda claro en todo momento el
protagonismo del lector, su estatuto de lector, su independencia, su capacidad (creciente) de construir sentido, su tendencia a pensar con la propia cabeza, y si, al mismo tiem-
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Cuando una profesora de Literatura de primer ao les pregunt a sus alumnos si recordaban la novela de Henry James Otra vuelta
de tuerca que haban ledo unos meses atrs,
cada uno la record a su manera: un lector la
reconoci como el cuento de los fantasmas
que se quedaron en la mansin y el chico que
estaba posedo, mientras otra lectora dijo
que era la novela de la institutriz que est
loca. El pasado de lecturas, en cada lectura
nueva Es posible que algn maestro piense
que el texto tiene un sentido, independiente
del lector, el sentido que l mismo ha construido o el que otros le otorgan, una clave
nica, una especie de interpretacin oficial
a la que toda lectura correcta debera
acercarse... Los lectores que acierten o al
menos se acerquen a la verdadera lectura
merecern ser aprobados, los que no acierten o no acuerden con ella reprobarn
Pero la descalificacin de estas interpretaciones diferentes o raras no las har
desaparecer. Nada va a impedir que las lecturas personales, en secreto, se sigan produciendo Bastar un pequeo cambio de
actitud de ese maestro prestar oreja,
ponerse a escuchar los comentarios, las
pequeas acotaciones, las distintas formas
de atencin para que afloren. El maestro
ver entonces cmo su texto, ese texto tan
conocido, se multiplica y abre en significaciones inesperadas. Ha pasado por el lector, por
cada uno de los lectores que hay en su aula,
ya no es el mismo de antes
El lector nunca deja de estar presente en su
lectura. Hasta en el rechazo a leer est pre-
sente. Aunque no se le otorgue sino la moderada libertad de leer en voz alta el texto (una
prctica interesante que la escuela parece
haber dejado de lado en estos ltimos aos),
marcar su presencia: el timbre de voz, la
entonacin, los titubeos, las pausas son
reflejo de su actividad, su trabajo... Pequeas
intervenciones, comentarios, crticas, referencia a otros textos, preguntas a veces
inslitas, gestos mnimos son las grietas por
donde, muchas veces, la lectura personal se
deja ver...
Se dir que es difcil, casi imposible, esta
forma de lectura colectiva, acompaar artesanalmente a cada uno de los jvenes lectores en esa clase de experiencia personal dentro del aula, prestar odo a cada lectio, dar
ocasin a todas Y s, seguramente es ms
difcil que instalar por la fuerza la interpretacin oficial. Pero tampoco es cuestin de que
cada experiencia sea supervisada, controlada, evaluada... El proceso de constitucin del
lector es en buena medida privado, aunque
tenga su parte social. De esos acontecimientos privados tal vez, en ocasiones, el maestro
tenga algn atisbo, pero lo ms probable es
que sean momentos excepcionales. Lo que s
puede hacer el maestro es promover la prctica personal, favorecer la produccin de lectura en lugar de poner al lector en posicin
de receptculo y sencillamente bajarle una
lectura. Si queda claro en todo momento el
protagonismo del lector, su estatuto de lector, su independencia, su capacidad (creciente) de construir sentido, su tendencia a pensar con la propia cabeza, y si, al mismo tiem-
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Leer y escribir... Esta reconsideracin del lector como alguien activo, no pasivo, como un jugador que, frente a un texto,
hace sus apuestas, dibuja sus estrategias y
construye sus sentidos, facilita la comprensin de la escritura y la lectura como dos
caras de la misma moneda. La prctica de la
lectura y la prctica de la escritura estn
muy cerca, ms cerca de lo que en general
se piensa.
La decisin de escribir, de dejar una marca,
supone haber alcanzado, o desear alcanzar al
menos, alguna lectura. Escribir es una forma
de estar leyendo, del mismo modo en que
contar es una forma de leer lo que se cuenta.
La sola formulacin en palabras ya es una
lectura. El nio pequeo que va por el mundo
nombrando las cosas rbol, gato, auto
est en cierto modo, leyendo y, adems,
escribiendo, registrando, con la enunciacin,
13 ) la gran ocasin
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Leer y escribir... Esta reconsideracin del lector como alguien activo, no pasivo, como un jugador que, frente a un texto,
hace sus apuestas, dibuja sus estrategias y
construye sus sentidos, facilita la comprensin de la escritura y la lectura como dos
caras de la misma moneda. La prctica de la
lectura y la prctica de la escritura estn
muy cerca, ms cerca de lo que en general
se piensa.
La decisin de escribir, de dejar una marca,
supone haber alcanzado, o desear alcanzar al
menos, alguna lectura. Escribir es una forma
de estar leyendo, del mismo modo en que
contar es una forma de leer lo que se cuenta.
La sola formulacin en palabras ya es una
lectura. El nio pequeo que va por el mundo
nombrando las cosas rbol, gato, auto
est en cierto modo, leyendo y, adems,
escribiendo, registrando, con la enunciacin,
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Pero entonces, si el maestro no puede traspasar su lectura a los alumnos que tiene ah
adelante (dijimos que le corresponde ms
bien contribuir a que cada uno de ellos cobre
confianza, acepte el desafo y lea por s
mismo), si ni siquiera puede llevar un control
fehaciente y minucioso como pretende la llamada comprensin del texto de todas y
cada una de las lectio a que arribarn esos
lectores que van entrando en confianza (dijimos que, en la medida en que d la palabra a
los lectores y desarrolle la escucha, podr
tener vislumbres, pero slo vislumbres)
Cul es su papel? Qu hay de enseable en
la experiencia que est teniendo lugar en su
aula, en su biblioteca? Cmo puede intervenir l de manera consciente, deliberada, no
por casualidad sino como parte de su tarea
diaria, para favorecerla, ensancharla y enriquecer su trama?
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Pero entonces, si el maestro no puede traspasar su lectura a los alumnos que tiene ah
adelante (dijimos que le corresponde ms
bien contribuir a que cada uno de ellos cobre
confianza, acepte el desafo y lea por s
mismo), si ni siquiera puede llevar un control
fehaciente y minucioso como pretende la llamada comprensin del texto de todas y
cada una de las lectio a que arribarn esos
lectores que van entrando en confianza (dijimos que, en la medida en que d la palabra a
los lectores y desarrolle la escucha, podr
tener vislumbres, pero slo vislumbres)
Cul es su papel? Qu hay de enseable en
la experiencia que est teniendo lugar en su
aula, en su biblioteca? Cmo puede intervenir l de manera consciente, deliberada, no
por casualidad sino como parte de su tarea
diaria, para favorecerla, ensancharla y enriquecer su trama?
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en el esmero por desarrollar la ocasin, incluso por elegir un texto y proponerlo a los
nios o a los jvenes, tiene su oportunidad de
intervenir. Inmediatamente despus, en cuanto el lector comience su actividad, ponga en
juego sus estrategias y vaya desplegando su
lectio, tambin tendr oportunidad de intervenir, acompaar, alentar, entretejer y colaborar en los descubrimientos. Pero no debera intervenir en el momento enigmtico, que
es cuando queda planteado el reto.
Este corrimiento del mediador, aunque saludable, puede ser inquietante. Supone en cierta forma una desproteccin: ya no ser
como cuando se anticipaba el tema (e incluso alguna clave), se preparaba al lector
para los hallazgos (que ya no seran hallazgos, por cierto) y se garantizaba el feliz
arribo al sentido previsto Pero supone
tambin una promocin del lector, una confianza en su poder y su autonoma. Ese breve
instante de soledad dar lugar a la pregunta,
a la curiosidad, y tambin al coraje.
El lector empezar a leer. Por algn lado tal
vez un lado inslito, extravagante entrar al
texto. El maestro se mantendr atento y
curioso a lo que est sucediendo: cmo
estn entrando esos lectores al texto que l
eligi para esa ocasin?, con qu herramientas?, con qu destrezas?, siguiendo qu
tradiciones, qu reglas?
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en el esmero por desarrollar la ocasin, incluso por elegir un texto y proponerlo a los
nios o a los jvenes, tiene su oportunidad de
intervenir. Inmediatamente despus, en cuanto el lector comience su actividad, ponga en
juego sus estrategias y vaya desplegando su
lectio, tambin tendr oportunidad de intervenir, acompaar, alentar, entretejer y colaborar en los descubrimientos. Pero no debera intervenir en el momento enigmtico, que
es cuando queda planteado el reto.
Este corrimiento del mediador, aunque saludable, puede ser inquietante. Supone en cierta forma una desproteccin: ya no ser
como cuando se anticipaba el tema (e incluso alguna clave), se preparaba al lector
para los hallazgos (que ya no seran hallazgos, por cierto) y se garantizaba el feliz
arribo al sentido previsto Pero supone
tambin una promocin del lector, una confianza en su poder y su autonoma. Ese breve
instante de soledad dar lugar a la pregunta,
a la curiosidad, y tambin al coraje.
El lector empezar a leer. Por algn lado tal
vez un lado inslito, extravagante entrar al
texto. El maestro se mantendr atento y
curioso a lo que est sucediendo: cmo
estn entrando esos lectores al texto que l
eligi para esa ocasin?, con qu herramientas?, con qu destrezas?, siguiendo qu
tradiciones, qu reglas?
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Poticas e intervenciones 1:
sacudiendo la pereza... Los lectores no son nada tontos, como dice Michel de
Certeau, e incluso los ms novatos, los menos
entrenados en la buena lectura tienen sus
estrategias para vrselas con ese enigma del
texto. Tal vez no arriben a una interpretacin parecida a la que se considera que est
implcita en el texto la que el texto parece
pedir, en cierta forma, o cercana a la del
propio maestro. Tal vez, disponiendo de ms
claves y ms lecturas, no sera sa sino otra
su lectura. Y seguramente, volviendo a leer
ese mismo texto despus de muchas otras
experiencias, ser otro el sentido que construyan. Pero en ese momento particular, en
esa ocasin, en ese punto de su vida y de su
historia, el que lee tiene sus recursos, su
potica, sus estrategias, sus modos de apropiacin, no es cierto que vaya desnudo hacia
el texto
El lector hace su juego. Como en el Fausto
de Estanislao del Campo, como en la historia
de los lectores de Otra vuelta de tuerca, el
texto, lo que est ah a su consideracin, lo
extrao la obra, la ficcin es ledo con los
instrumentos de que se dispone, poniendo en
juego los recursos que se tienen. Pocos o
muchos: todos. El lector hace su juego, y de
esa manera lo ajeno deja de ser ajeno.
Sin embargo, el equipaje, a veces, le juega en
contra. Una caja de herramientas cerrada y
fija puede conspirar en contra de la lectura.
Muchas veces sucede que el lector perezoso,
que aprendi a jugar un juego, slo aspire a
repetirlo. En ese caso ir dejando de leer. Se
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Poticas e intervenciones 1:
sacudiendo la pereza... Los lectores no son nada tontos, como dice Michel de
Certeau, e incluso los ms novatos, los menos
entrenados en la buena lectura tienen sus
estrategias para vrselas con ese enigma del
texto. Tal vez no arriben a una interpretacin parecida a la que se considera que est
implcita en el texto la que el texto parece
pedir, en cierta forma, o cercana a la del
propio maestro. Tal vez, disponiendo de ms
claves y ms lecturas, no sera sa sino otra
su lectura. Y seguramente, volviendo a leer
ese mismo texto despus de muchas otras
experiencias, ser otro el sentido que construyan. Pero en ese momento particular, en
esa ocasin, en ese punto de su vida y de su
historia, el que lee tiene sus recursos, su
potica, sus estrategias, sus modos de apropiacin, no es cierto que vaya desnudo hacia
el texto
El lector hace su juego. Como en el Fausto
de Estanislao del Campo, como en la historia
de los lectores de Otra vuelta de tuerca, el
texto, lo que est ah a su consideracin, lo
extrao la obra, la ficcin es ledo con los
instrumentos de que se dispone, poniendo en
juego los recursos que se tienen. Pocos o
muchos: todos. El lector hace su juego, y de
esa manera lo ajeno deja de ser ajeno.
Sin embargo, el equipaje, a veces, le juega en
contra. Una caja de herramientas cerrada y
fija puede conspirar en contra de la lectura.
Muchas veces sucede que el lector perezoso,
que aprendi a jugar un juego, slo aspire a
repetirlo. En ese caso ir dejando de leer. Se
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Poticas e intervenciones 3:
hincndole el diente al texto...
Poticas e intervenciones 2:
tejiendo trama... El maestro tiene
otro papel fundamental que desempear en
esta historia: el de ayudar a los lectores a
ingresar al gran tapiz para entretejer en l
sus lecturas. Alentarlos en la aventura de
apropiarse de la historia, del sedimento de
significaciones, de los relatos, los mundos de
la imaginacin, los universos culturales,
las ideas
No hay una frmula fija para esta tarea delicada del docente aunque s un cierto movimiento. Un gesto de inclusin abarcador,
amplio. De ese texto hacia otros textos, de
esa historia hacia otras historias Una
hebra que se enlaza con otra y otra y otra
ms, un dibujo que se extiende, un arabesco
sorprendente Si lo que se lee es un relato
homrico habr mundos mitolgicos, filosficos y estticos que cruzarn el texto muchas
veces. La historia de Ddalo y su deseo de
volar llevar a hablar de la hybris, de esa exageracin que los dioses castigaban, del hom-
la gran ocasin ( 22
bre ingenioso, de Creta, de las grandes fantasas, del destino El maestro podr sealar esos cruces con pequeas referencias
que animen a la exploracin ulterior, ayudar
con otros relatos familiares, apuntar a una
pelcula que los chicos tal vez conozcan, a una
imagen que puedan haber visto Un poco
como sucede en una reunin cuando el cuento de uno trae a colacin el de otro
Dejando abiertas picadas, sendas, que funcionarn como secretas invitaciones a lecturas
ulteriores Y todo MIENTRAS SE EST
LEYENDO, en la prctica, a medida que se
despliega la lectio de los alumnos y aparecen
escollos, sorpresas, ambigedades
Este ida y vuelta por la trama y el dibujo del
gran tapiz no busca simplificar sino, al contrario, volver ms complejo, ms espeso, el
contexto de la lectura. Enciende el motor de
la bsqueda y muestra con toda claridad, y
tambin con entusiasmo, que el tapiz es
grande, rico y variado. Y que hay tanto
para leer
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Poticas e intervenciones 3:
hincndole el diente al texto...
Poticas e intervenciones 2:
tejiendo trama... El maestro tiene
otro papel fundamental que desempear en
esta historia: el de ayudar a los lectores a
ingresar al gran tapiz para entretejer en l
sus lecturas. Alentarlos en la aventura de
apropiarse de la historia, del sedimento de
significaciones, de los relatos, los mundos de
la imaginacin, los universos culturales,
las ideas
No hay una frmula fija para esta tarea delicada del docente aunque s un cierto movimiento. Un gesto de inclusin abarcador,
amplio. De ese texto hacia otros textos, de
esa historia hacia otras historias Una
hebra que se enlaza con otra y otra y otra
ms, un dibujo que se extiende, un arabesco
sorprendente Si lo que se lee es un relato
homrico habr mundos mitolgicos, filosficos y estticos que cruzarn el texto muchas
veces. La historia de Ddalo y su deseo de
volar llevar a hablar de la hybris, de esa exageracin que los dioses castigaban, del hom-
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bre ingenioso, de Creta, de las grandes fantasas, del destino El maestro podr sealar esos cruces con pequeas referencias
que animen a la exploracin ulterior, ayudar
con otros relatos familiares, apuntar a una
pelcula que los chicos tal vez conozcan, a una
imagen que puedan haber visto Un poco
como sucede en una reunin cuando el cuento de uno trae a colacin el de otro
Dejando abiertas picadas, sendas, que funcionarn como secretas invitaciones a lecturas
ulteriores Y todo MIENTRAS SE EST
LEYENDO, en la prctica, a medida que se
despliega la lectio de los alumnos y aparecen
escollos, sorpresas, ambigedades
Este ida y vuelta por la trama y el dibujo del
gran tapiz no busca simplificar sino, al contrario, volver ms complejo, ms espeso, el
contexto de la lectura. Enciende el motor de
la bsqueda y muestra con toda claridad, y
tambin con entusiasmo, que el tapiz es
grande, rico y variado. Y que hay tanto
para leer
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tes de lectura, siempre y cuando se reconozca que todos y cada uno de los que toman
parte en ella son sujetos lectores, constructores personales de sentido.
Lo que s tal vez merezca una particular
defensa porque es una prctica bastante
abandonada es la lectura en voz alta por
parte de los jvenes lectores, incluso de los
que tienen poca pericia y poco entrenamiento Tambin esto es un modo de dar la palabra y de permitir al lector hacerse cargo
personalmente del texto. Se puede elegir para
empezar algo muy breve y muy contundente,
muy significativo Algo pico, una aventura
Coplas breves O una escena de teatro, un
dilogo de amor, por ejemplo Tal vez, en
muchos casos, haya titubeos, confusiones
En una de esas se pasan por alto las puntuaciones, o se producen molestos estancamientos en las palabras demasiado largas Eso
puede resultar algo penoso para quien escucha, si no se arma de paciencia Tendr que
armarse de paciencia entonces, y tambin de
inters, porque una lectura en voz alta es muy
reveladora de esa lectura personal, la lectio.
Hay que pensar que los lectores que tienen
ocasin de leer por s mismos se vuelven ms
diestros en muy poco tiempo, y or la propia
voz diciendo un texto es siempre una modesta
garanta de protagonismo.
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tes de lectura, siempre y cuando se reconozca que todos y cada uno de los que toman
parte en ella son sujetos lectores, constructores personales de sentido.
Lo que s tal vez merezca una particular
defensa porque es una prctica bastante
abandonada es la lectura en voz alta por
parte de los jvenes lectores, incluso de los
que tienen poca pericia y poco entrenamiento Tambin esto es un modo de dar la palabra y de permitir al lector hacerse cargo
personalmente del texto. Se puede elegir para
empezar algo muy breve y muy contundente,
muy significativo Algo pico, una aventura
Coplas breves O una escena de teatro, un
dilogo de amor, por ejemplo Tal vez, en
muchos casos, haya titubeos, confusiones
En una de esas se pasan por alto las puntuaciones, o se producen molestos estancamientos en las palabras demasiado largas Eso
puede resultar algo penoso para quien escucha, si no se arma de paciencia Tendr que
armarse de paciencia entonces, y tambin de
inters, porque una lectura en voz alta es muy
reveladora de esa lectura personal, la lectio.
Hay que pensar que los lectores que tienen
ocasin de leer por s mismos se vuelven ms
diestros en muy poco tiempo, y or la propia
voz diciendo un texto es siempre una modesta
garanta de protagonismo.
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