Procesual y Postprocesual PDF
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RESUMEN
Recientemente se ha vuelto a poner de moda denostar la vertiente procesual de la arqueologa, sustituyndola por marcos referenciales subjetivistas y alejados del proceder cientfico. Dicha actitud se ha justificado de varias maneras pero destaca un uso parcial (y a veces maniqueo) de los fundamentos de la Nueva
Arqueologa, una concepcin errnea de la corriente de la filosofa de la ciencia en el que la arqueologa
procesual se inscribe y una falta de justificacin epistemolgica de varios planteamientos posprocesuales.
En el presente trabajo, se discute la vigencia del procesualismo en el mbito del Paleoltico.
PALABRAS CLAVE: Arqueologa procesual. Epistemologa. Realismo cientfico. Paleoltico.
ABSTRACT
A recent trend of criticizing processual archaeology is academically popular these days. Alternative theoretical scenarios try to replace it with subjective referential frameworks in contradiction with the scientific method. Some post-processual theories are frequently based on a partial (and sometimes biased) use of
the basic concepts of New Archaeology, a flawed conception of the school of philosophy of science to which
processual archaeology belongs and a lack of epistemic justification of several post-processual ideas. In
the present work, the validity of processualism applied to Paleolithic archaeology is discussed and
reassessed.
KEY WORDS: Processual archaeology. Epistemology. Scientific realism. Palaeolithic.
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ISSN: 1131-6993
les definidos) es una clara plasmacin de los principios tericos que regulan dicho enfoque racional.
Es significativo que las crisis tericas que sacuden
peridicamente a la arqueologa contrasten con la
aparente estabilidad terica (que no inmovilismo)
de dichas ciencias. Igualmente y en un claro gesto
Foucaultiano (Foucault subraya la influencia de los
crculos de poder en la dinmica acadmica) puede
afirmarse que la implantacin de esta poltica de
evaluacin cientfica usando el Citation Index es
parte de un proceso de globalizacin que afecta al
mbito acadmico, puesto que la mayor parte de
dichas publicaciones estn gestionadas desde y por
la Academia anglosajona. No obstante, pese a lo
pernicioso de dicho proceso (que hace que las ideas
del mbito anglosajn tengan ms fcil divulgacin
y aceptacin que las producidas fuera del mismo),
el fundamento cientfico que regula en origen el
proceso sigue siendo epistemolgicamente vlido.
Buena parte de las arqueologas post- y anti-procesuales cuestionan el principio de la bsqueda de
la verdad subyacente a este enfoque, como concepto
inaprensible, y lo sustituyen por enfoques en los que
la subjetividad cobra preeminencia, deshacindose
de criterios de demarcacin e incrementando el rango de variabilidad interpretativa hasta lmites donde lo fsico y lo metafsico pueden llegar a confundirse. Un hecho curioso es que la mayor parte de
voces crticas con el procesualismo proceden de la
Prehistoria reciente. Esto contrasta con la totalidad
de la praxis arqueolgica, donde puede decirse que
bajo ninguna justificacin puede manifestarse el
bito del procesualismo cuando ste constituye una
de las dos tendencias mayoritarias en la arqueologa
paleoltica, que a su vez se encarga de la mayor parte del registro arqueolgico segn se concibe cronolgicamente dentro de su contexto evolutivo. Mirado desde este punto de vista, podra incluso afirmarse que el enfoque procesual es uno de los ms
prominentes en nuestra disciplina. Desde la aparicin de la Nueva Arqueologa, el marco histricocultural se cultiva en conjuncin con el procesual
en el mbito del Paleoltico, con diferencias regionales, pero con un predominio del segundo en las
reas de influencia anglosajona. Aproximaciones al
Paleoltico desde otras vertientes tericas, como la
marxista, son muy marginales y profundamente
marginadas (vase Estevez y Vila 1999) y la estructuralista slo se ha aplicado al estudio del arte rupestre. Producto de las diferencias conceptuales entre enfoques procesuales y anti-procesuales (uno de
1. Introduccin
Enfoques posprocesuales han escrito ros de tinta sobre la aparente defuncin de la arqueologa
procesual y su sustitucin por alternativas menos
dependientes del criterio de objetividad. Esta reaccin acadmica, producto de la expansin del posmodernismo, con la aparicin de arqueologas tan
variadas como la estructuralista, la marxista, la teora radical, el contextualismo, o la reciente arqueologa simtrica (vase el ultimo nmero de Complutum), introducen un gran dinamismo en nuestra
disciplina, pero la mayor parte de estos enfoques
cuestionan un principio bsico de la misma, introducido por la Nueva Arqueologa, como es su carcter de ciencia segn se define epistemolgicamente
en las corrientes mayoritarias durante el siglo XX
en la filosofa de la ciencia.
La Nueva Arqueologa introdujo conceptos nuevos, como que nuestra disciplina deba abandonar
esquemas normativistas de la cultura y el enfoque
hiper-emprico de la seriacin de objetos, sustituyndolo por un estudio de procesos conductuales
(de ah el trmino de procesual) que slo podan
ser interpretados desde la utilizacin de un mtodo
hipottico-deductivo consistente en hiptesis contrastables y cuyos resultados deban ser comprensibles a travs de marcos referenciales. Para estos ltimos tuvo gran relevancia el desarrollo de la Teora
de Alcance Medio (Binford 1978, 1981). Semejante
concepto de ciencia, perfectamente definido a travs del llamado realismo cientfico (Popper 1956,
1965, 1972; Lakatos 1978) o realismo cientfico crtico (Toumela 1973; Niiniluoto 1987, 2002) constituye el eje regulador de la praxis de las llamadas
ciencias duras o ciencias naturales. Los principios
que guan el desarrollo de la Fsica, la Qumica, la
Biologa, la Medicina, la Matemtica y las disciplinas hbridas de estas ciencias estn basados en semejante concepcin del proceder racional. Dicho
conjunto de conceptos definitorios de ciencia quedan recogidos en la mayor parte de las publicaciones cientficas de impacto que forman parte del Citation Index, cuyos criterios se estn progresivamente aplicando en las polticas de evaluacin de
la investigacin en una gran cantidad de pases industrializados. La misma estructura de dichas publicaciones (consistente en la introduccin de un problema, un mtodo de anlisis compuesto por premisas comprobables, una presentacin de resultados
y su interpretacin en funcin de marcos referenciaComplutum, 2008, Vol. 19 (1): 195-204
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radigma: buena parte de los postulados del que dependa, sobre todo para enlazar las esferas social y
simblica con la subsistencial, carecan de justificacin emprica. Pese a los intentos insistentes de
Binford (2001) en su ms expresivo compendio al
respecto (Constructing frames of reference)1 en perpetuar esta aproximacin, lo cierto es que un vistazo
retrospectivo a la tradicin procesual pone de relieve que la mayor parte de arquelogos procesuales
en el Paleoltico se han ocupado mucho ms (en general se podra incluso afirmar que casi exclusivamente) de la esfera subsistencial que de las esferas
sociales y simblicas, precisamente porque eran
incapaces de encontrar la misma ligazn emprica
en estas ltimas que en la primera. Por ejemplo, reconstruir las conductas de seleccin de animales,
estrategia de obtencin (cinegtica u oportunista),
transporte a asentamientos y potencial funcionalidad de los mismos es ms fcil de justificar desde
un punto de vista emprico y epistemolgico que el
carcter de las relaciones sociales de un grupo o su
concepcin simblica del mundo en que vivan, por
importante que estos elementos fueran en la expresin conductual del grupo. Un vistazo somero a las
publicaciones arqueolgicas en Journal of Human
Evolution o Journal of Archaeological Science de
los ltimos 15 aos muestra el predominio abrumador en los artculos paleolticos de trabajos de corte
subsistencial y experimental.
No es de extraar la reaccin de los arquelogos
de la protohistoria para quienes las esferas social y
simblicas eran/son mucho ms importantes que la
subsistencial. Sin embargo, en la crtica posprocesual frecuentemente se obvia que la arqueologa
procesual nace con una agenda evolucionista (en
sus orgenes de claro corte darvinista) en la que la
cultura se concibe como un medio extrasomtico
de adaptacin (Binford 1962) y el objeto de la disciplina como el estudio del comportamiento humano
como expresin de formas de subsistencia y su
adaptacin al medio (Wylie 2002). Es decir, que la
esfera subsistencial se convierte en el objeto de estudio que mejor puede tratarse cientficamente. Si
se prescinde de dicho objetivo, entonces es imperativo acudir a un nuevo posicionamiento terico. Esta razn justifica las diferencias (frecuentemente
abismales) entre la arqueologa paleoltica y las
otras arqueologas. La primera tiene como preocupacin central en buena parte de sus periodos cronolgicos ms antiguos la concepcin fsica de los
procesos de formacin del registro que tienen su
causalidad en agentes fsicos y biticos (muy a menudo, no antrpicos). Luego, se interesa por el componente adaptativo de lo humano una vez claramente detectado en el registro. De este modo sera acertado afirmar que para una corriente importante del
Paleoltico, no hay arqueologa cientfica sin tafonoma y esta ltima es la mejor expresin de aproximacin cientfica al registro ya que sus fundamentos procesuales2 solo son justificables desde la
contrastacin y abandono de axiomas mediante el
uso del enfoque hipottico-deductivo. Una parte
importante de la arqueologa paleoltica moderna
no intenta penetrar en la mente de los homnidos y
slo de manera tangencial se acerca a la esfera social y cuando lo hace intenta abarcar aquellos aspectos de lo social que tienen una interrelacin
profunda con los modos de subsistencia (Gamble
1999). El rango de preguntas que formula se vertebra en torno al papel que los homnidos tuvieron en
la formacin de los yacimientos con respecto a otros
agentes y qu se puede decir a tenor de lo preservado sobre su subsistencia, retornando al enfoque nuclear original de la Nueva Arqueologa. A preguntas distintas corresponden aproximaciones diferentes y en la actualidad, el procesualismo clsico ha
dado lugar a una corriente neo-procesualista menos
ambiciosa en cuanto a la reconstruccin holstica de
la cultura se refiere pero ms preocupada por justificar sus interpretaciones de acuerdo con los principios del realismo cientfico (Domnguez-Rodrigo
et al. 2007).
Cuando se habla de arqueologa procesual, rara
vez se discrimina entre sus diferentes versiones
(vase para un punto de vista similar la recogida en
Wylie 2002). Binford y Binford (1968) distinguan
entre diferentes generaciones de nuevos arquelogos y con ellas de una evolucin y a veces divergencia ideolgica. Aberle (1968) expresaba sus crticas al carcter reduccionista del tratamiento procesual de la esfera social, Deetz (1970) propona un
desarrollo etnoarqueolgico previo a la interpretacin arqueolgica, para poder usar los principios
cognitivos observables para hacer interpretacin social e ideological en el pasado (Gould 1978, 1980),
mientras que Schiffer (1975) objetaba que dichas
esferas eran por lo general inaprehensibles y propona un enfoque ms tafonmico-adaptativo; Flannery (1973) mientras participaba del sustrato procesual cuestionaba el enfoque sistmico del mismo en
su version ms extrema; enfoques ms contextuales
y antisistmicos aparecen tambin con Read y LeComplutum, 2008, Vol. 19 (1): 195-204
Blanc (1978), pese a manifestar que toda explicacin arqueolgica se basa en descripciones de regularidades empricas en un claro gesto procesual. La
dcada de los 70 y los 80 marc un momento de reflexin y escisin en el que por un lado unos renegaron del positivismo de algunas corrientes procesuales apareciendo enfoques sustantivistas (Aldenderfer 1991) mientras que otros intentaron reforzar
la parte ms cientfica creando una arqueologa ms
analtica (Clarke 1968, 1972). La diversidad de enfoques procesuales era tal, que como seala Wylie
(2002), el mismo Clarke (1972) apoy la pluralidad
de formas y enfoques con tal de que todos mantuvieran su rigor. Clarke (1972) junto con otros (ej.,
Doran y Hodson 1975), se situaron en la vanguardia de procesualistas partidarios de cercenar el alcance de las preguntas arqueolgicas que podan
responderse con rigor cientfico en un claro intento
de desmarcarse del enfoque sistmico tradicional de
la Nueva Arqueologa.
En definitiva, del mismo modo que sera injusto
y desacertado criticar genricamente todos los contenidos de la arqueologa posprocesual por estar
integrada por pluralidad de formas de pensamiento
(varias de ella divergentes), hacer una crtica de los
contenidos generales del procesualismo adolece de
similar defecto. Unas formas de procesualismo son
empricas y otras ms sustantivas; unas son culturalmente sistmicas y otras no; unas son de amplio
espectro (abarcando todas las esferas de la cultura)
y otras se limitan al estudio de la subsistencia y de
la organizacin social relacionada con la misma.
Cabe recordar que por criticable que pueda ser la
aplicacin de las versiones ms extremas de procesualismo, lo que la crtica posprocesual no ha conseguido es desechar el paradigma por demostrar que
es errneo, sino superarlo por la implantacin de
paradigmas opuestos que tienen ms que ver con la
sociologa de la ciencia que no con la filosofa de
la misma, en clara expresin de dinmicas acadmicas donde los crculos de poder son hegemnicos
sobre la heurstica de las ideas.
se verifica por la causacin (concatenando tanto hechos analticos como proposiciones tericas) en
contra de lo sostenido por el positivismo lgico
(Bunge 1982). El positivismo lgico de Hempel no
busca la verdad, la considera como inaprensible y
dependiente en gran medida de la observacin,
mientras que la bsqueda de la verdad es el objetivo
fundamental del realismo cientfico, como entidad
real, objetiva y ajena al observador, cuyo sesgo debe ser corregido por el mtodo cientfico.
Una lectura profunda de del fundamento terico
de la mayor parte de procesualistas sistmicos (sin
lugar a dudas con Binford como el mejor exponente) muestra que el procesualismo de la Nueva Arqueologa diverged sharply from the deductivist
models of explanation and confirmation associated
with such latter-day exponents of logical positivism/empiricim as Hempel (Wylie 2002: 81). La
manera de adquirir conocimiento mediante la elaboracin de hiptesis, mtodos de contrastacin y
anlisis a travs de marcos referenciales para los
cuales se elabora toda una teora particular (middlerange research; teora de alcance medio), muestra
un posicionamiento a juicio de Wylie (2002) antipositivista (en el sentido del positivismo lgico) y
realista dentro de un concepto causalista. En esencia, esa jerarquizacin del pensamiento es la descrita
por los filsofos defensores del realismo cientfico.
El procesualismo es dinmico, intenta explicar en
vez de describir, y se encarga de estudiar procesos.
La elaboracin de modelos es la parte esencial
(Aronson et al. 1995) y el conjunto de hiptesis que
elabora las genera desde modelos conductuales
apriorsticos que luego dejan de tener consenso
cuando la contrastacin los seala como fallidos.
El hecho de que el procesualismo est inserto en el
realismo cientfico y no en el positivismo lgico explica de paso la facilidad con la que la investigacin
realizada segn estas premisas encuentra publicacin en las revistas de Citation Index, dado que es
el realismo cientfico el paradigma que regula la
praxis de las ciencias naturales.
Esta carencia apreciativa de relacionar el procesualismo con el positivismo lgico en vez de con el
realismo cientfico tambin conduce a concepciones
poco acertadas del concepto de ciencia. Recientemente, Moro (2007) hablaba de perspectiva estrecha
y ancha de la filosofa de la ciencia. Equiparaba la
primera con el positivismo lgico4 y la segunda con
renunciar al concepto de verdad, la coherencia, la
induccin o la deduccin, dando cabida a toda una
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como una verdad que es aprehensible en parte mediante el uso del mtodo cientfico, siempre que se
limite el tipo de preguntas que se pueden plantear,
en una disciplina que no es en esencia experimental ya que jams podremos replicar conductas del
pasado sino inferirlas desde la distancia del tiempo
transcurrido.
Si el objeto de la arqueologa es conocer el pasado, entonces debe admitirse que ese pasado existi
de forma real y que es aprehensible mediante un
mtodo. Si se rechaza el mtodo y se niega la realidad del pasado, entonces la Arqueologa no tendra
ms sentido que hacer discursos del presente sin
contribuir al mismo. De cmo se gestiona acadmicamente dicho mtodo, se encarga la sociologa
y la historia de la ciencia. De cmo se construye el
mtodo para aportar garantas de que nos estamos
aproximando al pasado se debe encargar la filosofa de la ciencia (Bunge 1998; Niiniluoto 2002).
AGRADECIMIENTOS
Agradezco a Vctor M. Fernndez sus sugerencias y el fructfero intercambio que este trabajo ha generado.
NOTAS
1. Curiosamente, esta obra es escasamente comentada por los crticos del procesualismo, que insisten en referirse a trabajos
de Binford y de otros autores de la Nueva Arqueologa hasta cuatro dcadas ms antiguos, sin tener en cuenta el carcter evolutivo y no fijista de las teoras.
2. La tafonoma arqueolgica tiene un carcter independiente de la tafonoma paleontolgica precisamente por su desarrollo
histrico y particular, no obstante ambos deben su funcionamiento a la implantacin de conceptos procesuales de tratamiento idntico al que regulan las ciencias naturales.
3. El captulo 5 del libro de Wylie (2002) contiene el anlisis del debate epistemolgico de la Nueva Arqueologa, en el que
se muestran the arguments for scientific realism, a theory of science that, I argue, offers a much more congenial framework
for the New Archaeology than does Hempelian positivism (Wylie 2002: 24).
4. En realidad, debera haber dicho tambin realismo cientfico, ya que en su trabajo parece confundir ambos trminos con
las consecuencias fatales que esto tiene para su interpretacin.
5. Turner (2007: 16) admite la disyuntiva entre ciencia slida y especulacin. La primera, presumiblemente guiada por
criterios defendibles dentro del realismo crtico.
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204
HEMPEL
BINDFORD
Los datos no hablan por s mismos e incluso si tuviramos completos living floors desde el inicio del Pleistoceno
[] estos datos no nos diran nada sobre procesos culturales o modos de vida del pasado a menos que plantesemos las cuestiones adecuadas [] La arqueologa tiene
que hacer uso de sus datos y documentos de las condiciones del pasado, proceder a formular proposiciones sobre
el pasado y elaborar significados que se puedan verificar
con los restos arqueolgicos. Es la verificacin de hiptesis lo que hace nuestro conocimiento del pasado ms
seguro (Binford 1968: 14).
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acceso de hombres y mujeres al pasado o que nuestra representacin de dicho pasado est condicionada por las categoras e ideas dominantes en nuestro
presente. En definitiva, durante los ltimos aos,
adems de acceder a una cierta verdad a propsito del pasado, tambin hemos empezado a comprender mejor la autntica naturaleza de esa verdad
cientfica. De este modo, el reconocimiento de estas dos verdades (la de la arqueologa procesual y la
de la arqueologa posprocesual o, si se prefiere, la
del pasado lejano y la de las condiciones que determinan dicha verdad) se ha convertido en indispensable para seguir produciendo un conocimiento
cientfico riguroso y responsable.
Claro que habr quien se pregunte: acaso no le
estamos haciendo el juego al relativismo al afirmar
que la verdad cientfica est determinada por otra
verdad, la de sus condiciones sociales de produccin? Para responder a esta pregunta es necesario
recordar que el conocimiento de las condiciones
sociohistricas que influyen, nos guste o no, en la
prctica cientfica es la nica manera de contrarrestar, hasta cierto punto, dichos factores. Como deca
Bourdieu, la reflexividad es fundamental porque
permite liberar a los intelectuales de sus ilusiones
y, en primer lugar, de la ilusin de no tener ilusiones (Bourdieu 1992: 168). En este sentido, la ciencia no se consigue negando mgicamente los condicionantes socio-histricos que pesan sobre nuestro
conocimiento sino, por el contrario, obligndonos
y autorizndonos a reconocerlos. Dicho de otro modo, profundizar en aquello que nos determina lleva
consigo la posibilidad de una accin encaminada a
neutralizarlo.
En este sentido, creo que debemos apostar por
una arqueologa moderna posmoderna que, investigando sobre los factores que pesan sobre nuestro
presente, avance hacia un conocimiento cada vez
ms riguroso del pasado. Para ello, creo que deberamos hacer nuestras aquellas palabras de Spinoza
en el Tratado de la reforma del entendimiento con
las que concluyo: Por otra parte, cuantas ms cosas
ha llegado a conocer la mente; mejor comprende
tambin sus propias fuerzas y el orden de la Naturaleza; y cuanto mejor entiende sus fuerzas, tanto
mejor puede dirigirse a s misma y darse reglas; y
cuanto mejor entiende el orden de la Naturaleza,
ms fcilmente puede librarse de esfuerzos intiles.
En esto consiste, como hemos dicho, todo el mtodo (Spinoza 1662: 90).
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207
Tras leer el artculo de Manuel Domnguez, llego a la conclusin de que coincido plenamente con
la intencin y el argumento principal del artculo (es
necesario establecer criterios de demarcacin que
pongan freno a los excesos de relativismo que en
ocasiones se han producido en la disciplina), aunque
discrepo con alguna de las declaraciones que contiene. Al preguntarme por la razn de semejante
ambivalencia llego a la conclusin de que se debe
a que el artculo se mueve en dos niveles distintos
de argumentacin, que me es necesario discriminar
para poder dar cuenta de mi posicin al respecto:
aunque el autor explicita claramente (desde el ttulo) su intencin de referir toda su reflexin a la Arqueologa del Paleoltico e insiste en ello reiteradamente, en realidad a lo largo de las pginas se refiere a algo mucho ms abstracto, profundo y de
mayor alcance: qu es el conocimiento del mundo,
y hasta qu punto el pasado es cognoscible y a travs de qu mtodos. Defiende la necesidad de aplicar los principios del realismo cientfico que caracterizan a la Arqueologa procesual para el estudio
del Paleoltico, si bien acepta que para quienes se
dedican a estudiar otros periodos cronolgicos o incluso aspectos no puramente subsistenciales dentro
del Paleoltico, resulta imperativo acudir a un nuevo posicionamiento terico. Sin embargo, la crtica
que hace a la Arqueologa posprocesual es tan fuerte
y descalificadora, que no queda resquicio para poder imaginar cul puede ser ese nuevo posicionamiento. La impresin que queda es que para defender argumentos completamente vlidos se desestiman las posibilidades del paradigma contrario, abocando el argumento a una situacin en la que no parece existir otra salida que mantenerse en el paradigma procesual, se trate o no de investigar el PaComplutum, 2008, Vol. 19 (1): 208-210
va a todos los dems seres humanos. La Arqueologa no puede perpetuar esa manera de (no) entender
a los otros grupos humanos. No puede comparar
la dinmica de la cultura con cualquier otra dinmica no-humana. No es posible incurrir en esta etnocntrica equivocacin. As que no creo que se trate
de que el objeto de estudio sea la Arqueologa del
Paleoltico en s, sino si estamos hablando de dinmicas culturales a partir de Homo sapiens moderno
para los que no sirven los procedimientos de las
Ciencias Naturales o de dinmicas de comportamiento de especies anteriores en el Paleoltico Inferior y Medio o de procesos fsicos y biticos de
cualquier periodo histrico para los que s sirven.
Ahora bien, dicho esto, concuerdo completamente con Manuel Domnguez en la idea de que es necesario un criterio de demarcacin si lo que queremos es producir conocimiento sobre el pasado, porque de otra manera se abre la puerta a todo tipo de
excesos narrativos, retricos y vanos, que hacen de
la Arqueologa un mero ejercicio literario. Pero si
el criterio no es el del realismo cientfico cul puede ser? Coincido tambin en que la hermenutica no
lo proporciona, porque al entender que el conocimiento deviene de un acto de intuicin subjetiva que
aproxima un primer sentido que luego debe corroborar, incurre en el mismo problema de imposicin
de su propia subjetividad, su propia Verdad (en la
que dice no creer) a la interpretacin del pasado.
Qu hacer entonces? ste es el punto en el que creo
que el artculo llega a un callejn sin salida, pero no
como un problema que quepa atribuirle, sino porque
no est en la intencin del autor seguir por ese camino, sino defender la viabilidad de la Arqueologa
procesual para sus trabajos en el Paleoltico Inferior. Ahora bien, en mi opinin, sa es la dificultad
y la principal va de exploracin que tiene pendiente
la Arqueologa: encontrar criterios de demarcacin
dentro de la conviccin de que no hay verdades universales en lo que al comportamiento humano se
refiere.
Creo que el artculo no trata con justicia las aportaciones que han hecho las posiciones estructuralistas, postestructuralistas y en general la teora del
discurso a la comprensin de la cultura humana,
porque en mi opinin, slo a travs de ellas puede
abrirse una salida a este problema. Creo que existe
un orden de racionalidad, una lgica comn a cada
conjunto social que es necesario descubrir para movernos dentro de los parmetros de verdad que le
corresponden, antes de proceder a atribuir signifi209
cados desde nuestra intuicin o desde nuestra ciencia, es decir, desde nuestra propia verdad. Ese orden
lgico se puede descubrir de forma objetiva, y en
este sentido cientfica, porque existen regularidades
estructurales que como tales se cumplen necesariamente (de lo que resulta que se pueden predecir) entre diversos parmetros de la cultura (por ejemplo,
entre grado de complejidad socio-econmica, deseo
o resistencia al cambio, posibilidad de desplazamientos por el espacio, etc.). Y creo que slo una
vez encontrado ese marco es posible interpretar de
forma creble el comportamiento de un grupo humano dado. Es decir, coincido con Manuel Domnguez
en que hay que creer en alguna medida en la verdad de lo que decimos sobre el pasado (yo dira sobre los otros en general, del pasado o del presente), que lo que decimos debe poder sustentarse con
argumentos no subjetivos. Pero tal vez debamos colocar en otro lado esa verdad y no creer que consiste en que la lgica del comportamiento humano
ha sido siempre la misma, sino en entender los mecanismos que rigen el establecimiento de las diferentes lgicas, o las diferentes modalidades que
puede adoptar la lgica humana. De ah que crea
que una de las principales vas de exploracin que
tiene abierta la Arqueologa del sapiens es buscar
los parmetros que nos permitan aproximarnos de
forma fiable a las lgicas u rdenes de racionalidad
en que se sustentaron las distintas formas culturales.
La dicotoma no es realismo cientfico versus expresin fenomenolgica de la percepcin, en muchos casos social, como se dice en el texto citando
a Bunge, sino que existen puntos intermedios que
ofrecen esperanzas y posibilidades para la investigacin del pasado.
Resulta muy oportuno que Manuel Domnguez
nos plantee reflexionar sobre esta cuestin, porque
slo debatindola conseguiremos abrir caminos en
esa direccin, para poder neutralizar tanto los discursos llenos de retrica que se siguen generando
desde el lado posprocesual, como el discurso evolucionista y etnocntrico que, aunque de forma inconsciente y sutil, es inherente al lado procesual.
Porque en lo que discrepo del artculo de Manuel
Domnguez es en que sean slo los hermenuticos
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ficos, al igual que el estatus de las hiptesis que superan la prueba de los datos: si son verdades establecidas que describen exactamente los fenmenos
(realismo) o si son simplemente verdades a medias
o incluso solo tiles ficciones, siempre provisionales a la espera de nuevos datos que las desmientan y lleven a nuevas y mejores explicaciones (falsacionismo de Popper, paradigmas y revoluciones
cientficas de Kuhn). A la segunda corriente se la
suele llamar convencionalismo o instrumentalismo,
y el debate realismo-instrumentalismo ha dominado la escena de la filosofa del ciencia durante los
ltimos decenios, al igual que la oposicin racionalismo-relativismo lo ha hecho en el campo de la
historia y sociologa del conocimiento.
Los instrumentalistas dicen, con bastante razn,
que nadie nos asegura que nuestras construcciones
mentales sobre la realidad sean las nicas posibles,
y que las teoras siempre estarn subdeterminadas
por los datos, es decir, las mismas observaciones se
pueden explicar por distintas teoras. En algunos terrenos donde la realidad estudiada es sencillamente
imposible de observar directamente (electrones,
fotones de rayos X, el famoso Big Bang, etc.), su
postura parece coherente. Sin embargo, los realistas
aducen algo an ms incontestable: dado que las
teoras predicen la realidad y el futuro con un grado
de acierto considerable, y que en ellas se basa toda
nuestra triunfante civilizacin tecnolgica, lo ms
natural es pensar que se corresponden fielmente con
la realidad, y que han sido descubiertas y no inventadas.
Como muchos cientficos desconocen estas polmicas, seguramente no sabran contestar si les preguntramos por su postura al respecto, pero est
claro que su trabajo diario se basa en una concepcin fundamentalmente realista. Sin embargo, quienes crean las ideas nuevas que hacen avanzar a la
ciencia, o en los momentos de crisis paradigmticas
cuando aparecen datos nuevos y problemticos, seguro que estn siguiendo, consciente o inconscientemente, una orientacin instrumentalista. La historia de la ciencia muestra cmo muchas hiptesis
nuevas no surgieron directamente de los datos que
pretendan explicar, sino que en gran parte eran puras construcciones mentales que solo a posteriori, y
naturalmente no todas ellas, se mostraron como
ciertas tras una larga contrastacin con las evidencias (Chalmers 1984).
El artculo de Domnguez defiende una postura
realista extrema que primero se enfrenta con el insComplutum, 2008, Vol. 19 (1): 211-215
trumentalismo clsico de las ciencias naturales (positivismo lgico) y luego a la versin ms exagerada
del instrumentalismo, hoy de moda en una parte de
las ciencias sociales, el constructivismo social ligado al posmodernismo. Pero ambas crticas parten de
una premisa previa y decisiva por la que debemos
empezar: el mtodo de las ciencias naturales es el
modelo bsico de la arqueologa, al menos en el estudio del perodo paleoltico. En mi opinin, esta
distincin cronolgica resulta difcil de aceptar:
aunque las condiciones empricas y las tradiciones
investigadoras sean distintas en el Paleoltico y la
Protohistoria, la separacin implica aceptar a priori
que la desventaja epistmica de trabajar con restos tan escasos y antiguos obliga a una cierta limitacin o inferioridad cientfica que los propios paleontlogos, como por ejemplo Stephen J. Gould,
se niegan a aceptar (diferencia metodolgica pero
igualdad epistmica, cit. en Turner 2007: 6).
En cierto que los arquelogos estamos justo en
medio de las famosas dos culturas separadas de
Charles P. Snow, la humanstica y la cientfica, pero
tambin que del ser humano estudiamos su conducta cultural y por ello estamos sin duda ms cerca de
la primera de ellas. Aunque necesitemos de la ayuda de muchas ciencias fsico-naturales, desde la
geologa a la qumica o la fsica nuclear, nuestra
responsabilidad especfica consiste en construir
proposiciones discursivas sobre las sociedades del
pasado, y no slo sobre los artefactos o los huesos
que nos han llegado de ellas. Una de las consecuencias de aplicar el realismo de las ciencias naturales
a la prehistoria, segn se desprende del texto de Domnguez (pp. 197), sera tener que renunciar a la
etnoarqueologa, un mtodo actualista e indirecto
que permite afirmar muchas cosas sobre el pasado
con cierta verosimilitud. Tras esa dejacin, los estudios cientficos del Paleoltico deberan limitarse
por fuerza a la esfera subsistencial (qu y cmo se
coma por aquel entonces) y dejarse de especulaciones sobre lo social y simblico que es, sencillamente, inalcanzable. En mi opinin, los arquelogos en
tanto que humanistas tenemos la suerte de poder
sostener cosas sobre la realidad del pasado (como
hacen, no solo otros historiadores sino tambin ciertos naturalistas como los paleontlogos) sin que
tengamos una certeza absoluta sobre ellas. Si resulta
que, como el enfermo de Molire, hemos sido toda
la vida antirrealistas sin saberlo, pues qu le vamos
a hacer. Que desde la estrecha perspectiva realista
de Mario Bunge y compaa nos coloquen juntos a
212
toda la ancha banda que va del mtodo hipotticodeductivo hempeliano y la rigurosa etnoarqueologa
de Binford (habitualmente considerados como realistas, p.ej. Krieger 2006: 99-105) al constructivismo radical de Shanks y Tilley, no es poco consuelo.
Desde una mayora de posiciones procesuales,
cuyo cientificismo de los primeros aos se ha atemperado entre otras cosas por efecto de la crtica posprocesual, se acepta hoy la inevitabilidad de los
elementos subjetivos y los valores personales en la
interpretacin arqueolgica. Un ejemplo reciente
fue el Gran debate habido en la Universidad de
California-UCLA en 2003 entre dos prestigiosos
arquelogos sobre la interpretacin de los restos israeles supuestamente de la poca bblica de los reyes David y Salomn (cit. en Krieger 2006: 110-19).
El tema tiene bemoles, pues se trata de saber si la
arqueologa confirma o no la existencia de un gran
reino judaico en el siglo X a.C. cuya extensin coincida aproximadamente con el moderno estado de
Israel. El caso es que cada uno de ellos, Larry Stager de Harvard y Israel Finkelstein de Tel Aviv, presentaron una gran cantidad de datos cientficos
solo en parte coincidentes (estratigrafas, cronologas cermicas, fechas radiocarbnicas, etc.) de los
que extraan conclusiones completamente diferentes: curiosamente, era el segundo quien negaba la
versin oficial, acusndola de tratar por todos los
medios de concordar con la Biblia, y afirmando que
los supuestos restos salomnicos son realmente ms
modernos, del siglo IX a.C. Cualquier arquelogo
conoce ejemplos parecidos al anterior y los explica
fcilmente por el hecho de que los yacimientos han
tenido todos ellos historias diferentes y ninguno
proporciona los datos suficientes para obtener la
imagen completa que buscamos. De todas formas,
y aunque diga que la arqueologa, ms que para descubrir el templo de Salomn o el palacio de la reina
de Saba, est para algo ms importante como es conocer mejor el contexto socio-econmico de aquellas pocas, Krieger no puede evitar una reflexin
pesimista sobre la imagen que damos los arquelogos como cientficos cuando no somos capaces de
ponernos de acuerdo sobre un hecho tan sencillo como el anterior, en una de las zonas ms excavadas
y con mayor informacin disponible del mundo
(Ibd.: 115).
Como es lgico, para un realista lo ms bajo que
se puede caer es en el pozo dnde estn aqullos que
aceptan con todas sus consecuencias los elementos
subjetivos de la ciencia, causados por su condicin
eminentemente discursiva y el propio contexto social donde nace, es decir, los constructivistas o posmodernistas o posprocesuales. Parece que una mayora de los filsofos de la ciencia (todava muy
metafsicos y poco heideggerianos) rechazan hoy
el constructivismo a un nivel general, pero no ocurre lo mismo con los historiadores y socilogos de
la ciencia (Latour, Barnes, Bloor, la escuela de los
Estudios Sociales del Conocimiento o SSK, etc.).
El hecho de que tras decenios de furioso debate la
cuestin no slo no se resuelva sino que las posturas sigan igual o ms separadas, parece en s mismo una prueba a favor del relativismo constructivista y en detrimento del optimismo realista.
Es algo obvio que la repetida acusacin de negar
la existencia de la realidad que algunos positivistasrealistas hacen a los constructivistas, sobre todo a
su versin ms revolucionaria del anlisis del discurso, y que Domnguez recoge en su trabajo, es
insostenible. En un ejemplo entre otros muchos, podemos citar el argumento de Laclau y Mouffe (1993:
118): La madera ser materia prima o parte de un
producto manufacturado u objeto de contemplacin
en un bosque u obstculo que nos impida avanzar;
la montaa ser proteccin contra un ataque enemigo o lugar de excursin turstica o fuente para la extraccin de minerales, etc. La montaa no sera ninguna de esas cosas si yo no estuviera aqu: pero eso
no significa que la montaa no exista. Tambin es
conocida la absurda crtica de que los posmodernos
podran negar el holocausto judo por los nazis: ya
que las afirmaciones de una ciencia, y por lo tanto
los propios hechos, son construidos por la comunidad cientfica, sta sera libre de decidir hipotticamente tal inexistencia. Pero es evidente que,
igual que no se pueden decir infinitas cosas sobre
una montaa, tampoco se puede decir cualquier cosa sobre el holocausto judo, y tambin que entre las
que son decibles, unas sern ms aceptables (en
cada circunstancia o momento histrico concreto)
que otras. Por supuesto que los historiadores todava discuten las razones profundas del holocausto,
econmicamente irracional para la maquinaria de
guerra nazi (con algunos historiadores revisionistas intentando minimizar su importancia), y salvando las distancias, podemos recordar que antes de
Steno los naturalistas medievales crean que en el
interior de las montaas los estratos geolgicos crecan como las ramas de un rbol.
Otro ataque clsico al constructivismo es que no
posee un criterio de demarcacin entre ciencia y no
213
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215
Figura 1.- Distribucin porcentual de trabajos procesuales y posprocesuales en las mayores revistas de impacto de
nuestra profesin (ultimo informe ISI). Se han seleccionado las revistas donde suelen publicarse trabajos arqueolgicos y no slo artculos de antropologa fsica y paleontologa. El orden de impacto de las revistas seleccionadas es:
Journal of Human Evolution (3.3), Evolutionary Anthropology (1.9), Current Anthropology (1.6), Journal of Anthropological Archaeology (1.2). Se han tabulado slo los artculos no tericos con aplicacin de mtodo de estudio e
interpretacin de informacin arqueolgica correspondientes a los aos 2006 y 2007 para todas las revistas y parte de
2005 tambin para Journal of Anthropological Archaeology. No se han estudiado los aos anteriores por la limitacin
de tiempo disponible para preparar esta respuesta. Annual Review of Anthropology se ha excludo por no presentar en
el perodo indicado ms que dos artculos que renen las condiciones indicadas y Journal of Archaeological Science
(1.3) tambin se ha excluido por mostrar una descompensacin de trabajos a favor de la arqueologa cientfica y procesual. El nmero de artculos includos en la clasificacin son: 28 (JHE), 9 (EA), 38 (JAA) y 25 (CA). En la categora
Otros se incluyen artculos que pertenecen a paradigmas pre-procesuales (p.ej. histrico-cultural) o a aspectos tcnicos concretos como son dataciones, tipologas, anlisis fsico-qumicos, prospeccin, descubrimiento y descripcin
de yacimientos nuevos. La mayor presencia de trabajos de corte posprocesual en Current Anthropology se explica porque su comit editorial ha estado dirigido en los ltimos aos por antroplogos culturales, nico bastin en la antropologa estadounidense donde lo posmoderno tiene mayor relevancia que lo procesual y por lo tanto, se observa un
mayor nmero de publicaciones de antropologa social que de arqueologa.
gar estos datos es negar la realidad, pero eso es tnica habitual de varias tendencias posprocesuales.
En esta lnea me alegra comprobar que tanto Almudena Hernando como Vctor Fernndez observan
la discusin con espritu crtico y sealan, primero,
la utilizacin de criterios de demarcacin y su crtica a la hermenutica como paradigma del que extraer conocimiento del pasado. Tambin me alegra
comprobar que Oscar Moro ha reconsiderado su posicin y que ha pasado del relativismo absoluto1 de
su trabajo anterior, en el que declaraba abiertamente
el abandono de todo tipo de criterio de demarcacin,
a una postura pseudo-relativista que admite la disyuntiva ciencia y no ciencia. Eso est bien ya que
una cosa es la sociologa (y disciplinas allegadas)
y otra diferente el contenido metodolgico de la arqueologa. Mezclar ambos aspectos conduce a confundir churras con merinas. Es como si dijramos
que la fsica no es una ciencia sino una actividad intelectual que est determinada por aspectos sociolgicos, ya que unos fsicos se sirven de ella para
apoyar su creencia en Dos y otros para negarla. Sea
cual sea el uso social que se haga de los conocimientos procedentes de la fsica, lo cierto es que la
manzana de Newton cae con idnticas propiedades
en Pekn y en Tombuct.
Mi colega Hernando hace una reflexin razonada
del uso del trmino verdad y me plantea una cuestin que no estoy seguro de poder resolver. Mxime porque la utilizacin de semejante trmino parece ser sinnimo de realidad. Para el realista hay
una realidad verdadera, objetiva, real. Cmo se
concilia la verdad de un hecho con su expresin
multicultural? El planteamiento de dicha cuestin se
hace en el seno de una preocupacin fundamental
tanto de Hernando como de Fernndez, como es el
estudio de dinmicas sociales y simblicas humanas. Si dichas dinmicas responden a criterios coyunturales dependientes del contexto histrico, entonces ocurre que para un realista la reconstruccin
de dicha cuestin en el pasado resultara inalcanzable. Pero para ello es necesario justificar adecuadamente que el tema de las relaciones humanas responde a dinmicas endgenas de los grupos humanos y no a una conjuncin de razones entre las que
figuren factores exgenos. La intromisin de estos
ltimos s podra llevar aparejados ciertos elementos deterministas y por consiguiente, repetitivos y
predecibles.
Asumir que toda expresin social y simblica
del ser humano es coyuntural supone asumir entre
otras cosas la falta de racionalidad en la toma de decisiones humanas. Sin embargo, nuestro intento por
comprender la subsistencia humana en el pasado
nos ofrece claros ejemplos de que la toma de decisiones y la diversidad de adaptaciones humanas al
Complutum, 2008, Vol. 19 (1): 216-223
tes van ms all de lo que la informacin estrictamente cientfica puede proporcionar, para aproximarse a una cuestin que en estos momentos est
ms all de nuestro entendimiento emprico, es slo un botn de muestra de cmo varan las interpretaciones cuando stas parten de posicionamientos
que no contienen suficiente apoyo cientfico o de
preguntas que no tienen posibilidad de contrastacin.
Es la diferencia entre interpretacin cientfica y especulacin (vase ms abajo).
Yo soy un partidario de la heurstica de los argumentos. Por ello, no puedo sino volver a mostrar mi
desacuerdo con Moro en varios de los puntos que
seala. Moro se extraa de que haya negado los vnculos entre la arqueologa procesual y el positivismo.
Dicha reaccin posiblemente tiene mucho que ver
con la falta de discusin en el discurso de Moro de
las diferencias que existen entre el positivismo y el
realismo crtico, algunas de las cuales quedaban expuestas en mi artculo pero han sido obviadas por
mi colega. Es indudable que el positivismo hempeliano figura en el discurso de algunos autores procesuales (eso ya lo haba apuntado yo anteriormente),
precisamente en los aspectos del positivismo en que
Hempel se asemeja ms al realismo crtico; fundamentalmente en la crtica de la induccin y en la
adopcin del mtodo hipottico-deductivo. Bsicamente ah se terminan las similitudes entre este posicionamiento epistemolgico y la praxis de la mayor parte de las figuras procesuales ms importantes del siglo XX. Pero es necesario afirmar que la
adopcin del mtodo hipottico-deductivo no es un
invento del positivismo sino del realismo y que Popper ya lo promovi epistemolgicamente con anterioridad a la visin iconoclasta de Hempel. Moro
confunde la actitud de algunos arquelogos procesuales con la tendencia mayoritaria de toda la corriente de pensamiento procesual. Binford no puede considerarse hempeliano: Moro slo ha encontrado un argumento de Hempel y Binford que muestra un parecido formal pero ese argumento es precisamente el que Hempel comparte con los realistas
crticos. Desde un hempelianismo estricto, la interpretacin del pasado no sera posible, por una larga
serie de razones, media docena de las cuales aparecen expuestas en mi artculo. Hempel no es un realista. Como muy bien afirma Bunge (2006: 96), las
caractersticas ms conocidas del positivismo lgico
son su semntica, su gnoseologa empirista, la defensa del anlisis lgico, y un amor no correspondido por la ciencia. Segn Hempel, no es posible
cosa que el cuestionamiento de la realidad y la apertura al relativismo. No digo en ningn momento que
todos estos planteamientos sean iguales (de hecho
algunos son ampliamente divergentes), pero a la
mayora les une, como movimientos tericos, la
concepcin de que la realidad no existe o no es objetivamente detectable, que la ciencia es un constructo social, que no deben existir criterios de demarcacin y que toda interpretacin tiene idntica
validez. Todos ellos son pues relativistas. Esto no
tiene nada que ver con ser reduccionista sino con
llamar a las cosas por su nombre. Una vez ms Moro confunde lo que son actitudes individuales de determinados tericos iconoclastas (como Bourdieu)
con los postulados principales de los movimientos
tericos posmodernistas. Mi crtica, tengo que insistir una vez ms, va destinada a los segundos, ya
que los primeros no son representativos de la gama
de paradigmas posmodernos.
Yo no rechazo todos los posicionamientos tericos que no asuman los postulados cientifistas de la
Nueva Arqueologa, sino que pongo de relieve que
los presupuestos en los que sta se basa no son creacin de dicho paradigma, sino que forman parte de
un concepto ms ampliamente aceptado de ciencia
que se plantea en trminos disyuntivos: o se aceptan como tales para realizar cualquier investigacin
o se rechazan en bloque. No existe la posibilidad
de quedarse con parte de ellos, los que nos resulten
ms convenientes, como tampoco existen centenares de formas de hacer ciencia, como correspondera si la ciencia fuera un constructo social que responde a circunstancias coyunturales. Los procesuales asumimos que efectivamente toda aproximacin racional al pasado est mediada, se quiera o no,
por el presente desde el que el arquelogo escribe.
Conociendo ese sesgo, intentamos responder a una
gama de preguntas donde las respuestas estn condicionadas al mnimo por dicho contexto y dependan ms de criterios cientficos, es decir, contrastables mediante un mtodo que exija la presencia de
criterios de demarcacin. Aquellas respuestas que
estn ms condicionadas por el entorno desde el que
se formulan que por su capacidad de estar fundamentadas en referentes empricos las relegamos al
campo de la especulacin.
Esta actitud es la que ha figurado en el pensamiento cientfico desde sus albores. La estructura
lgica de cmo Coprnico extrajo a la Tierra del
centro del universo, de cmo Kepler depur el trazado elptico de las rbitas planetarias o de cmo
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Newton explic la atraccin de los cuerpos es bsicamente similar a la de un fsico nuclear del siglo
XXI al estudiar el tomo, ya que es la misma que ha
guiado el pensamiento cientfico desde Bacon hasta el presente. El conocimiento ha cambiado porque
es evolutivo y ha permitido desarrollar herramientas que lo han ampliado de manera exponencial, pero la organizacin conceptual del proceder cientfico sigue siendo en esencia el mismo a pesar del
cambio histrico de los contextos.
Usando este enfoque, un arquelogo de dentro de
un siglo podra hipotticamente alcanzar conclusiones similares (o mejoradas, ya que el conocimiento
sigue una progresin y la tecnologa disponible le
permitira llegar ms all de las interpretaciones a
las que la actual nos limita) aunque su contexto histrico-social sea distinto. En la manera en que se resuelven dichas preguntas pesa ms el mtodo cientfico que las circunstancias orteguianas del investigador. Es necesario recordar que Moro (justo como hacen frecuentemente varios postestucturalistas
y hermenuticos) no nos da un slo ejemplo de cmo las condiciones sociohistricas influyen en la
prctica cientfica (simplemente lo da por hecho),
precisamente porque su paradigma niega la posibilidad racional de contrastar interpretaciones opuestas. Citar a autores postestucturalistas y hermenuticos como hace Moro para justificar su aseveracin
no hace sino dar mayor fundamento a mi crtica.
Debo desempolvar algunos criterios de estos posicionamientos para demostrar que en realidad sus
premisas no pueden comulgar con las realistas y que
los constructivistas, en contra de lo que afirma Fernndez, son alrgicos a la realidad.
El postestucturalismo (Foucault) y el deconstruccionismo (Derrida) pueden interpretarse como teoras posmodernistas, en contraposicin al modernismo, entendido como todo intento de explicar el
mundo de manera racional, emprica y objetiva2. La
razn, desde el punto de vista posmoderno se entiende como un constructo contextual. Foucault niega
la objetividad y con ella la posibilidad de reconstruir la realidad humana. Una contradiccin no explicada es que Foucault admite que las ciencias sociales y las naturales funcionan de manera diferente, abriendo la puerta a la posibilidad de una menor
subjetividad para las ltimas (Foucault 1970; contra Althusser). Derrida, influido por Heidegger y
Nietzsche, usa la deconstruccin para interpretar los
textos que explican la condicin humana (que para
empezar nunca son un reflejo del mundo) y sugiere
220
que todo texto conlleva ambigedad y que por tanto, es imposible elaborar una interpretacin final
del mismo. Es importante recalcar que para el posmoderno (fundamentalmente para el postestucturalista) no existe una va objetiva para evaluar juicios
de valor, verdad o realidad. Para Derrida siempre
existen interpretaciones alternativas a un hecho y no
hay ninguna manera de evaluar la validez de cada
una de ellas. Se trata de reventar los cimientos del
racionalismo (existe una realidad externa al sujeto
que es aproximable mediante un mtodo de anlisis
discriminador) y sustituirlo por un paisaje de multiplicidad de interpretaciones que conviven con un
mismo estatus. En definitiva, el postestucturalismo
rechaza la existencia de verdades absolutas o hechos
acerca del mundo (Derrida 1983). Foucault (1970)
va ms all al decir que la ciencia es un mito que
debe ser superado. La ley de la gravedad y el mito
de caro sobreviven al mismo nivel de legitimidad
acadmica.
Esto enlaza con el argumento de Vctor Fernndez que manifiesta que los constructivistas no niegan la realidad y que si esta acusacin fuera cierta
no habra ms que ver a quin acuden los constructivistas cuando estn enfermos para poner a prueba
la solidez de sus creencias (galeno versus curandero). Dando la vuelta al argumento anterior, los constructivistas que prefieren el mdico al curandero
(como el que enfrentado a una escotilla a 10.000 m.
de altura se decanta por Newton en vez de caro) estn ejerciendo un acto de incoherencia (ya que estn
siendo realistas racionales), puesto que en sus declaraciones epistemolgicas manifiestan que ambas
opciones son igual de vlidas. A lo mejor, lo que necesitan los constructivistas es un golpe de realidad
para darse cuenta de sus convicciones. Y si no que
alguien me explique cmo se pueden hacer semejante tipo de manifestaciones en el plpito acadmico como las recogidas en el prrafo anterior y decantarse en la praxis por las mismas opciones que
un realista. A esto es a lo que se refiere Bunge
(2006) cuando dice que el anti-realismo es slo un
juego acadmico, que en la prctica ningn antirealista se comporta como tal. Como ejemplo de dicha contradiccin y grado de paroxismo irracional
permtaseme citar el caso de Foucault. En vida, dicho terico, en gesto coherente con sus principios,
manifest que el SIDA era un constructo social generado por determinados estamentos para imponer
un tipo de moral social concreto. La irona quiso
que dicho intelectual muriese de esta enfermedad,
por lo cual sus seguidores postestucturalistas se encuentran ante la siguiente disyuntiva: muri su
gur de un proceso viral fcilmente identificable
mediante el microscopio y la analtica bioqumica
o falleci de un constructo social?
Mi estimado colega Fernndez tiene razn al
afirmar que la ciencia es lo que hacen los cientficos, pero en un sentido distinto. Los cientficos, es
decir, aquellos profesionales que obtienen conocimiento que se traduce en predicciones de procesos,
y medios para modificarlos, han aportado un resultado emprico y prctico del conocimiento de la realidad. Para ellos, el cuestionamiento de la existencia de la realidad no es ni siquiera concebible con
desconexiones esenciales en el hipotlamo. Ellos
conocen parte de la realidad y la manipulan diariamente para darnos curas frente a enfermedades (que
existen realmente y obedecen a procesos que cuando se comprenden sirven para conseguir antdotos)
como hacen los bioqumicos y mdicos con la deteccin de disfunciones orgnicas y la creacin de
medicinas nuevas; para disear la mayor parte de
la tecnologa que sirve desde para desplazarse a la
Luna y estudiar Marte, pasando por sostener aviones en el aire, hasta el diseo de chips y microconductores de nuestros ordenadores o nuestras televisiones de plasma, como hacen los fsicos y sus tcnicos, los ingenieros; para estudiar el universo y
predecir eclipses como hacen los astrnomos; para
descubrir depsitos de petrleo en el subsuelo y reconstruir la historia geolgica de la tierra como hacen los gelogos, etc. Es decir, la mayor parte de su
trabajo consiste en descubrir trozos de realidad que
permiten mejorar nuestro conocimiento de la misma
y de paso nuestra calidad de vida. Como apunta mi
colega Vega Toscano (com. pers.) uno cuando va al
facultativo no le pregunta si su posicionamiento terico es estructuralista, dialctico o hermenutico ya
que su diagnstico no depende de otra cosa que la
puesta en prctica del mtodo cientfico que comparte con otros cientficos como los mencionados y
una larga lista de otros.
Bajo ninguna consideracin comparto la aseveracin de Fernndez de que tanto el realismo como el constructivismo tericos son en esencia actitudes metafsicas. El texto de Hernando distingue
con claridad desde una postura posprocesual que
ese no es el caso. Esto resulta tan sacado de quicio
como decir que el destino y el libre albedro son en
esencia lo mismo. Para empezar, la metafsica (es
decir lo que est ms all de la fsica) se diferencia
221
de la Physis en que sta ltima es abordable de manera emprica y mediante contrastacin. La metafsica es por esencia construida por el pensamiento
humano. Para Aristteles era el estudio del alma y
la personalidad humanas. Su Metafsica era la continuacin de su Fsica (es decir el mundo de lo observable). Si hay algo en lo que el realismo se ha
demarcado bien claramente de otros paradigmas es
en declararse en las antpodas de la metafsica y restringirse a aquello que slo es fsico. Un constructivista podra argumentar con ms o menos xito si
haba un reino judaico en Palestina en el siglo X a.
C. Un realista dira que salvo que el reino judaico
tuviese alguna expresin fsica fcilmente identificable dicha cuestin queda fuera del rango de preguntas que puede abordar de manera eficaz. Fernndez se pregunta que cmo podemos saber si lo que
decimos es una copia de la realidad o una imagen
inventada aunque eficaz de la misma; pues bien, el
realismo nos dice primero que jams podremos estar seguros de copiar la realidad, pero si somos capaces de obtener una imagen eficaz de la misma
significa que estamos mucho ms cerca de la realidad que en aquellos casos donde producimos copias
ineficaces. Para distinguir unas de otras existen los
criterios de demarcacin. El intento de perseguir
copias eficaces de la realidad distingue al realista
del constructivista que piensa que ambos tipos de
copias son igual de vlidos.
Una arqueologa moderna posmoderna sera
pues una quimera conceptualmente inviable debido
a que cada una de las premisas de posturas tan radicalmente diferentes reventara en su confrontacin
con su equivalente en la teora opuesta. Y una arqueologa concebida como una historia del presente, con el corolario de que nuestra actividad cientfica no slo satisface cierta curiosidad sobre el pasado sino que es polticamente eficaz ahora mismo
se convierte en un discurso que nada tiene que ver
con la ciencia (ya que no estudia el pasado real, tal
cual fue; y lo que ms me preocupa es que ste parece no interesarle) y que conlleva el riesgo de utilizar una realidad distorsionada para justificar una
agenda poltica. Esto a mi juicio es ticamente rechazable. El pasado no est para justificar como nos gustara que fuera el presente sino para comprenderlo.
Los posprocesualistas tendran ms xito en sus
aseveraciones si argumentaran que la arqueologa
en particular no puede ser considerada como una
ciencia objetiva en vez de intentar deconstruir la
ciencia en general y negar de paso la existencia de
Complutum, 2008, Vol. 19 (1): 216-223
AGRADECIMIENTOS
Deseo expresar mi sincero agradecimiento a mis colegas Vctor M. Fernndez, Almudena Hernando y Oscar Moro por el
honesto intercambio de opiniones. Al primero va un especial reconocimiento por haber sido el artfice de esta seccin especial de debate, y principal promotor de esta iniciativa.
NOTAS
1. No es una lectura subjetiva sino literal de sus argumentos cuando manifiesta que hay que renunciar a la verdad, la coherencia, la induccin o la deduccin. Desde hace tiempo la disciplina se ha convertido en una multiplicidad donde tienen cabida enfoques tan distintos como la sociologa, el constructivismo, la historia o el relativismo (Moro 2007: 21)
2. De ah que la propuesta de una arqueologa moderna posmoderna resulte un sinsentido ya que ambos conceptos nunca
pueden ir conceptualmente juntos puesto que sus premisas principales son auto-excluyentes.
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