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Desaparicion y Muerte de Manuel Ferrero

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Desaparicin y muerte

de Manuel Ferrero

Carlos Maza Gmez

Carlos Maza Gmez, 2016


Todos los derechos reservados
2

ndice
Un molino en Pozuelo ..
Das en Madrid .....
Pesquisas sin resultado .
El hotel de la calle Lanuza ...
Negociante y picapleitos ..
El caso de Quintn
Federico Saiz
La locura de Nilo Aurelio .

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Un molino en Pozuelo
Pozuelo de Tbara es un pequeo pueblo de la
provincia de Zamora, a 36 km. de la capital. Con
apenas 25 km2 de extensin, deba tener en 1916
unos 225 habitantes que hoy se han reducido a la
mitad, dentro del proceso continuado de
despoblamiento de las tierras castellanas.
Cuenta con una bonita iglesia, bastante
antigua, y est atravesado por una carretera
moderna, ms reciente. Resulta conocido en Zamora
por celebrarse en sus calles el 26 de diciembre la
fiesta del Tafarrn, personaje engalanado que
representa al diablo.
Hace un siglo, como tambin actualmente, su
riqueza fundamental era la agricultura por lo que la
propiedad de un molino de cereal representaba la
prosperidad frente a aquellos que solo disponan de
un campo pequeo. Los vecinos que aspiraban a
engrandecer su patrimonio y situarse por encima de
los dems deseaban hacerse con un molino existente
a toda costa, si ste se encontraba a la venta.
En 1916 suceda tal cosa. El molino en
cuestin era propiedad del Sindicato Nacional de
5

Maquinaria Agrcola. Sociedad constituida a nivel


nacional el 5 de mayo de 1908 con un capital de un
milln de pesetas, tena como objetivo la
modernizacin de la agricultura con la introduccin
de maquinaria autctona (trilladoras, locomviles,
etc.) que permitiera hacer el negocio en Espaa en
vez de tener que recurrir como hasta entonces a
inventos del extranjero, particularmente de
Inglaterra.
La iniciativa haba surgido de grandes
terratenientes para los cuales la maquinaria era
rentable dentro de los latifundios de los que eran
propietarios. As, entre sus accionistas principales se
contaban los marqueses de Urquijo, el duque de
Veragua, el conde de Romanones o el vizconde de
Eza, entre otros.
Una de las propiedades donde haban
introducido una maquinaria moderna de molienda
era precisamente aquel molino de Pozuelo de
Tbara. El resultado no fue tan fructfero como
imaginaban cuando adquirieron el edificio y la
pequea finca que lo circundaba.
Andrs Garrido, director gerente del Sindicato
radicado en Madrid, pens en primer lugar en
venderlo a algn vecino del pueblo. Sacado a
6

subasta puj por el conjunto (molino y finca)


Manuel Silva, ofreciendo la cantidad de veinte mil
pesetas pagaderas en sucesivos plazos.
El negocio se complic cuando Silva dej de
pagar muy pronto los plazos estipulados. Un
representante del Sindicato quiso entrevistarse con el
deudor pero las cosas no fueron bien. Silva se torn
amenazante, jur impedir la venta a cualquier otro
vecino, dijo que matara a quien se atreviera a
hacerse con su molino. El representante tuvo que
huir por pies del pueblo y comunic al Sr. Garrido
que el deudor no iba a pagar.
ste consider entonces que proceda el
embargo judicial de la finca, el molino y la moderna
maquinaria que el Sindicato haba instalado en l.
Garrido saba que un agente de negocios al que
haban recurrido en alguna ocasin trabajaba en la
zona de Zamora. Se llamaba Nilo Aurelio Saiz, era
un hombre no muy mayor, de luenga barba, con
despacho y hogar en la calle Preciados nmero 52.
Tena experiencia como agente y almacenista de
abonos en la misma Zamora donde haca negocios
habitualmente. Pareca la persona ideal para que
representara al Sindicato en aquel pueblo donde las
cosas se empezaban a complicar.
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En efecto, D. Nilo Aurelio saba ser eficaz en


situaciones complejas, no en vano haba hecho
negocios de abono con agricultores y se saba todas
las maas de los lugareos, adems de conocer los
recursos jurdicos a su alcance. De manera que se
dirigi al Juzgado de la capital obteniendo el
embargo de la finca, el molino y su maquinaria.
Todo volva a manos del Sindicato. Pero el Sr.
Garrido le haba encarecido dos cosas: conseguir
otro comprador, si fuera posible, y en caso de que
no, poner a la venta la moderna maquinaria del
molino.
Silva viva con su familia, que inclua a dos
hermanos, en otra finca de su propiedad.
Conociendo sus nimos levantiscos, Nilo Aurelio
consigui que el Juzgado le destinara una pareja de
guardias civiles para que le acompaara en todos los
trmites de embargo y nueva venta de las
propiedades de Pozuelo. Efectivamente, solo su
presencia impidi que Manuel Silva pasara a
mayores.
En la visita que Nilo efectu al pueblo no dio
cuartos al pregonero. Prefiri dirigirse a la taberna,
preguntar por aqu y por all, deslizar una
sugerencia, alguna posibilidad en torno a la
8

propiedad en juego. Al poco de su visita apareci en


la fonda donde se alojaba un vecino de la localidad:
Manuel Ferrero Gallego, de 72 aos, comerciante
ms que agricultor. Hombre de buena fama en el
pueblo, formal, de fuertes creencias religiosas,
pareca un sujeto fiable para cualquier transaccin.
Ferrero le dijo estar interesado en la finca y el
molino, pero no para hacerlo producir. Le cont una
historia algo peregrina. Manuel Silva tena una finca
casi improductiva lindante con las tierras de Ferrero
y desde ella entraban numerosos conejos que
acababan con los modestos productos de su huerta.
Harto de la situacin haba pensado comprar la finca
y el molino en venta y ofrecrsela luego a Silva a
cambio de las tierras colindantes con las suyas.
Ferrero, como se ver a lo largo de esta
historia, no slo era discreto en sus negociaciones
sino que no tena reparo alguno en mentir y
desorientar para esconder sus pretensiones reales. Su
excusa respecto de los Silva no es coherente con sus
relaciones previas con ellos. De hecho, una cuada
de Manuel Silva haba sido condenada a un perodo
de destierro por calumnias contra los Ferrero a
instancias de estos y todo el pueblo saba que ello
haba originado constantes resentimientos entre los
9

cabezas de familia. De manera que difcilmente el


mayor de los Silva iba a perdonar esta nueva ofensa
de sustraerle la finca que deseaba ni avenirse a trato
alguno con su vecino. Toda aquella historia de los
conejos deba ser una pura invencin.
A D. Nilo Aurelio eso le daba igual con tal de
hacer la venta y llevarse la comisin
correspondiente. A partir de la oferta de Ferrero, la
nica que recibi aquellos das, tuvo claro que la
maquinaria debera venderse por separado de la
propia finca y el edificio del molino. Dicho y hecho,
fue encontrando compradores dentro de la provincia
para esa moderna maquinaria y comunic al gerente
Sr. Garrido el fruto de sus gestiones.
ste, viendo el asunto camino de resolverse,
envi al ingeniero Ambrosio Tejedor y al mecnico
Benito Rodrguez, desde la ciudad de Zamora donde
solan trabajar, hasta Pozuelo con el objetivo de
desmontar la maquinaria y llevrsela para efectuar la
venta acordada por Nilo Aurelio.
El encargo fue problemtico porque Manuel
Silva pretendi oponerse violentamente, vindose
los trabajadores obligados a llamar repetidamente a
la guardia civil. A instancias de Nilo se pusieron en
contacto con Manuel Ferrero pero de una manera
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sumamente discreta puesto que ste no quera que se


supiera de su inters en modo alguno, por temor a
Silva en primer lugar y por si acaso surga otra
oferta que le obligara a soltar ms billetes de los que
quera ofrecer al Sindicato.
El ingeniero Tejedor comunic por carta al
gerente Andrs Garrido que el Sr. Ferrero ofreca
1.100 pesetas por la finca y el molino. Al director
del Sindicato le pareci una cantidad irrisoria y
contest inicialmente con una negativa, esperando
que el interesado aumentara la cuanta. Por el
contrario, Tejedor volvi a escribir para alertar de
que haban tenido que recurrir a la guardia civil para
hacer el desmontaje, que Silva amenazaba de muerte
a todo aquel que se hiciera con la propiedad de esa
finca y, dado su carcter levantisco, era imposible
que surgiera una nueva oferta distinta de la realizada
por Ferrero.
En vista de la situacin, Garrido se conform
y dio su aprobacin al negocio, invitando a Manuel
Ferrero para que acudiera al Pasaje de la Alhambra
nmero 1 de Madrid, sede del Sindicato, a fin de
firmar la cesin por aquellas tierras y el molino
vaco que inclua.
11

En vista de ello, Ferrero hizo el equipaje, dijo


en el pueblo que iba a una boda en Ciudad Rodrigo,
y viaj con los dos trabajadores hasta Zamora donde
se despidi de ellos. Marchaba as a Madrid para
culminar el negocio guardando dentro de la maleta
una crecida cantidad de dinero. Dada su general
desconfianza, es de imaginar que mirara para todas
partes por si vea a algn conocido de Silva o por si
alguien con las manos largas le quera sustraer la
cantidad que permitira hacer la compra.
Salieron de Pozuelo de Tbara el da 3 de
junio de aquel ao de 1916 y se despidieron en la
capital provincial. D. Manuel Ferrero iniciaba as su
viaje a Madrid ignorando que en realidad marchaba
hacia ninguna parte y que aquel trayecto era de ida,
no de vuelta para l.

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Das en Madrid
Un hombre laborioso, siempre trabajando se
deca de l, serio, cabal, incapaz de una
informalidad. Enemigo de toda inmoralidad
afirmaban sus amistades, de creencias cristianas
muy arraigadas desde su juventud. Nunca dio
origen a ninguna enemistad sostenan en el pueblo,
merecedor de toda la consideracin y el respeto.
Sin dudar de estas apreciaciones los hechos
muestran a un Manuel Ferrero astuto, deseoso de
aprovechar la oportunidad de hacer un buen negocio,
ampliar sus tierras y propiedades al menor coste
posible utilizando para ello todos sus recursos. Uno
de esos pueblerinos cachazudos, aparentemente serio
y formal, pero capaz de engaar y jugar sus bazas
para obtener la ventaja que desean.
Pues bien, el primer protagonista de nuestra
historia se despidi en Zamora del ingeniero y el
mecnico del Sindicato, que viajaran con el mismo
destino al da siguiente, y march hasta la estacin
de tren para tomar el expreso a Madrid. Era el
domingo da 4 de junio. All se encontr con

13

Antonio Romero, con el que le una una amistad


desde dos aos atrs.
Este ltimo, con domicilio habitual en
Benavente, tambin en la provincia de Zamora,
haba pasado haca ese tiempo con su seora por
Pozuelo de Tbara. Su mujer padeci un mareo y
encontraron la ayuda de Manuel Ferrero y su mujer,
que les acogieron en su casa hasta que pas la
indisposicin y pudieron proseguir su camino. Desde
entonces, la obligada cortesa y una mutua confianza
haban anudado lazos entre ellos.
De manera que hicieron el viaje juntos hasta la
Corte. Romero le dijo que, como otras veces, se
alojara con su hijo Enrique en su casa de la plaza
del Progreso, mientras haca unas gestiones que
detall. Ferrero estuvo ms ambiguo, afirmando que
marchaba a Madrid para tratar un asunto con una
agencia de negocios de la calle Preciados. Pero no
quiso decir nada ms y tampoco a su amigo le
importaba demasiado. En ese tiempo, cualquier
gestin legal de cierta importancia, un negocio, un
trmite, era obligado hacerlo en la administracin
madrilea. Siendo comerciantes ambos, no eran
extraos los viajes a la capital del reino.
14

Se despidieron concertando una cita posterior


en el domicilio de la plaza del Progreso y Manuel
Ferrero se encamin, con una maleta y unas alforjas,
en direccin a la casa de su sobrino Ambrosio
Gonzlez, que regentaba una portera en la calle
Mesn de Paredes n 15. Su propsito es que ste lo
alojara durante los pocos das en que esperaba cerrar
su negocio en Madrid.
Sin embargo, al llegar a la portera encontr
que Ambrosio estaba desolado. Su mujer, que era
quien llevaba la portera, acababa de morir haca
unos das y el servicio lo estaba llevando cada da
una vecina, que ocupaba el piso aquellas horas hasta
que Ambrosio regresaba de noche de su trabajo
habitual. Las condiciones no parecan nada idneas
y el Sr. Ferrero se resign a buscar otro alojamiento.
Mientras se tomaba un vino en la taberna con
su sobrino ste le indic que poda dirigirse a la
posada Len de Oro, en el n 12 de la Cava Baja.
Preguntado por el motivo de su viaje a Madrid, el de
Pozuelo empez a divagar afirmando que vena a
visitar a una antigua parroquiana. Como haba
trabajado en Madrid haca bastantes aos comprando
y vendiendo telas, el sobrino se imagin que sera
una vieja conocida de aquella poca. Luego Ferrero
15

pregunt cmo se iba a la iglesia del Perpetuo


Socorro pero sin decir para qu quera ir all.
Ambrosio volvi a imaginar que la citada
parroquiana vivira por esa zona. Realmente, su to
era hombre cabal y formal pero no daba ms
informacin de sus propsitos.
Una hora despus lleg Ferrero a la posada
que su sobrino le haba recomendado. Como otras
veces, mxime siendo domingo, su propietario Luis
Montero no se encontraba en el establecimiento. Le
atendi el mozo Estanislao Garca que se encontr a
un caballero anciano, bien arreglado y vistiendo un
traje con americana y chaleco, portador de una
maleta y unas alforjas que el mozo llev hasta la
habitacin nmero seis, donde quedara alojado
finalmente.
Aunque era media tarde el husped prefiri
salir a dar un paseo, quiz dirigindose al Perpetuo
Socorro, aunque all nadie recordaba su visita ni si
habl con sacerdote alguno. Tal vez se dedicara solo
a dar un paseo por la capital, que deba lucir bonita
aquel domingo, con las muchachas de servicio
paseando junto a los soldados que las requebraban
invitndolas a un helado o lo que fuese necesario,
con la clase ms encumbrada cruzndose igualmente
16

con otras familias de su rango por el paseo del


Prado.
El lunes da 5 Ferrero sali pronto de la
posada, sobre las nueve de la maana, afirm el
mozo. No volvera hasta la noche. Qu hizo en ese
tiempo? se preguntara la polica tiempo despus.
Por la maana se supo que haba acudido de visita a
la plaza del Progreso pero Enrique Romero, el hijo
de su amigo, le dijo que su padre haba tenido que
salir. Ferrero coment que no tena mayor
importancia. Como dispona de todo el da, volvera
por la tarde probablemente.
Tras el almuerzo, a las tres y media acudi a
las oficinas del Sindicato Nacional de Maquinaria
Agrcola (Pasaje de la Alhambra n 1), donde fue
recibido por su director gerente Andrs Garrido. Era
el objetivo principal de su viaje. Este ltimo haba
aceptado finalmente la propuesta de compra del
campo y el molino que le haba hecho Ferrero
tasando la operacin en 1.100 pesetas. Le pareca
que aquello vala bastante ms pero todo indicaba
que no haba ms compradores a la vista debido a las
amenazas de los Silva, por lo que el gerente acept
las condiciones transmitidas por carta por el
mecnico Benito Rodrguez. Sin embargo, tras
17

saludar al futuro comprador, habra de llevarse una


gran sorpresa.
- Sepa usted le dijo Ferrero- que no puedo
ofrecerle por el campo y el molino ms all de
400 pesetas.
- Pero hombre de Dios! no pudo menos que
exclamar Garrido- No habamos acordado
que eran 1.100 pesetas? Ya es una cantidad
muy baja cmo se hace usted un viaje tan
largo para decirme esto?
- Ha de saber usted que si yo quiero comprar el
molino contest cachazudo el de Pozuelo- es
para ofrecrselo a Manuel Silva, cuya casa
est frontera con la ma. Deseo que me ceda
esta finca a cambio de la del molino, pues
Silva tiene tal cantidad de conejos en su corral
que me est destrozando la pared medianera
de mi casa, y temo que sta se venga cualquier
da al suelo. Usted comprender que no puedo
pagar ms de 400 pesetas, mucho ms
sabiendo que esta compra me ha de producir
algn serio disgusto, pues Manuel Silva y su
familia han jurado matar a quien compre el
molino.
18

Era cierta la repetida historia de los conejos?


La jugada del comprador resultaba ms que
arriesgada, como ya he comentado, por cuanto sus
relaciones con los Silva estaban empozoadas desde
haca tiempo, como por otra parte no era inusual
teniendo en cuenta su vecindad y las molestias que
pudieran causarse. Primero era un enfrentamiento de
palabra por cualquier motivo, como la presencia de
tantos conejos en el corral, las mujeres se insultaban,
haba una denuncia por calumnias, el Juzgado
condenaba a la cuada de Silva al alejamiento
temporal, los enconos crecan y en esas
condiciones iban a poder hacer un canje de
terrenos? Parece dudoso pero tampoco imposible.
El Sr. Garrido no comprenda tal rebaja en la
oferta. Ferrero le quiso meter prisa en la negociacin
para que no se lo pensase demasiado y dijo que
necesitaba la respuesta ese mismo da porque tena
ya un billete de vuelta para Zamora aquella noche.
El gerente le despidi, entre la decepcin y la
perplejidad. En la misma puerta del Sindicato
Ferrero se tropez con el mecnico Benito
Rodrguez. Tras saludarse el anciano le coment
brevemente la conversacin habida con su jefe,
19

encarecindole que si tenan una respuesta fuese a la


posada a transmitrsela. Benito as se lo prometi.
Estar all hasta maana puntualiz, contra lo que
haba afirmado ante el gerente.
La tctica negociadora de Ferrero pareca
poco flexible y algo desconcertante. Garrido, en el
ltimo momento, le haba propuesto dejar el negocio
en mil pesetas justas pero ni una menos afirm
tajante, sintindose en parte engaado por aquel
viejo pueblerino que permaneca inmutable frente a
l. Lo de la fecha de regreso era simplemente una
argucia. Lo que es difcil de comprender es que,
segn su seora, nica conocedora del objeto del
viaje, llevaba en la cartera al marchar de Pozuelo
entre 1.500 y 2.000 pesetas contantes y sonantes. A
pesar de disponer sobradamente de la cantidad
acordada, por tanto, estaba negociando muy a la baja
por aquel campo, tratando de sacar la mayor ventaja
posible. Deba contar con que el gerente se pusiera
en contacto con l de nuevo o le citara al da
siguiente, tal vez aquella misma tarde, pero se
arriesgaba a perder el negocio deseado.
Tras salir de la sede del Sindicato march a la
plaza del Progreso, donde pas un rato con su amigo
20

Antonio Romero, quedando con l en la posada al


da siguiente a las 10 de la maana.
Para seguir presionando en la direccin
deseada se dirigi aquella misma tarde al domicilio
del agente de negocios, Nilo Aurelio, probablemente
para que hablara con el Sr. Garrido al objeto de que
aceptara la oferta del anciano o al menos una inferior
de las mil pesetas ofrecidas en el ltimo momento.
Pero, segn manifestara este agente cuando la
polica indagara, Ferrero no le encontr en casa a l
sino a su hijo Federico, que le inform que su padre
tardara en volver. Ferrero afirm que l tambin
regresara en otro momento, quiz al da siguiente.
Nunca lo hizo.
Parece que el propsito del comprador era
permanecer en Madrid los das que hicieran falta
dejando que el vendedor diera vueltas al asunto
hasta ceder en sus pretensiones. Mientras tanto, las
casi dos mil pesetas seguan en su cartera, lo que
revela que estaba decidido a hacerse con ese campo
y el molino pero que tratara por todos los medios de
hacer la compra cuanto ms rentable mejor.
El martes da 6, afirm el mozo Estanislao,
sali de la posada a las 9 de la maana, como el da
anterior. Hacia las diez lleg un hombre bien
21

trajeado, el Sr. Romero, preguntando por l. Se


qued sorprendido de que no estuviera, dado que le
haba citado a las diez. Esper en una salita durante
una hora, sin que su amigo Ferrero diera seales de
vida, lo que le extra mucho porque le consideraba
un hombre formal y cumplidor en sus horarios.
Lo que ignoraba es que Manuel Ferrero no
volvera a ser visto con vida y su paso por Madrid
desaparecera como si no hubiera estado nunca. Tres
das despus Luis Montero, el propietario de la
posada, se acerc a la comisara de polica para
denunciar que su husped no haba sido visto desde
el martes y sus pertenencias continuaban en la
habitacin nmero seis. Deseaba saber si las recoga
o qu deba hacer con ellas. Le dijeron,
simplemente, que las guardase y no hicieron ninguna
averiguacin ms. Como dijeron, eran frecuentes los
casos en que alguien marchaba de sus familias para
no volver, sobre todo en el caso de muchachas
jvenes, tambin ancianos.
Cuando la desaparicin de Manuel Ferrero
llegara a la prensa, dos meses despus, su caso
coincidi, por ejemplo, con el de otro hombre de 63
aos, Vicente Bernardo. Fue atendido en la Casa de
Socorro del Hospicio pero, dada su gravedad, se
22

decidi trasladarlo al hospital de la Princesa. Cuando


los camilleros llegaron se encontraron con la
sorpresa de que el Sr. Bernardo haba desaparecido y
de l no se tena el menor rastro.
El mismo da, una linda muchacha de diecisis
aos, Rosala Crespo, rubia, guapa, desapareci de
su domicilio en el distrito de Chamber. Su padre
denunci el hecho aquella misma noche, lleno de
angustia ante la conviccin de que solo poda ser un
secuestro. Cuatro das despus, tras recibir la
informacin privada de que haba sido vista, se fue
la madre a la cabecera del Rastro para encontrar a su
hija junto a una vieja alcahueta, esperando algn
cliente en el quicio de un portal. El escndalo fue
maysculo y las crticas a la polica considerables,
por ser incapaz de hallar a quien la madre s poda
encontrar.
Refirindose a la denuncia del Imparcial, que
sac a la luz el caso de Manuel Ferrero dos meses
despus de su desaparicin, otro diario republicano
afirmaba en un editorial:
La Polica no debe estar muy al tanto de
lo que ocurre en ello, por cuanto hace dos
meses mantiene el secreto de la denuncia
23

con el cuidado ms escrupuloso. Es


corriente este proceder de la Polica.
Necesita ser espoliada para ponerse en
movimiento, pero le enoja que no la dejen
tranquila
Veremos cmo acaba este suceso, pero de
momento se ha conseguido que la Polica
cumpla con su deber. Ya es un xito. Todo
se puede tolerar menos que vivan en plena
siesta (El Pas, 11.8.1916, p. 1).

24

Pesquisas sin resultado


El caso, hubo de reconocer la polica
posteriormente, no era un simple ejemplo de
desaparicin voluntaria: el protagonista no estaba
demente ni haba peleado con su familia, no exista
motivo alguno para su alejamiento de su hogar. El
caso, terci el Imparcial cuando trajo a su primera
pgina la desaparicin de Ferrero el 10 de agosto,
era altamente sospechoso y de carcter criminal.
An estaba reciente, apenas tres aos antes, el
resonante crimen del capitn Snchez en la persona
de Rodrigo G Jaln, cuando el cadver haba sido
ocultado aparentando ser una desaparicin
voluntaria.
Para entonces el asunto de Manuel Ferrero ya
haba interesado a la polica y lo haba hecho, no por
sacarlo a la luz un peridico, sino por una llamada
de atencin de un diputado a Cortes. En efecto,
Josefa Casado, la mujer de Ferrero, una mujer de 75
aos, haba visto pasar los das sin noticias de su
marido y con honda preocupacin, compartida por
algunos familiares. Enterada de que el viajero haba
coincidido con su amigo Antonio Romero en la
25

estacin de Zamora (ltima ocasin en que fue visto


en aquellas tierras), le escribi a Madrid varios das
despus de la desaparicin pidindole que indagara
sobre su paradero. La respuesta, ese no acudir a la
cita del da 6 en la posada, fue particularmente
inquietante.
Josefa mand recado entonces a Andrs
Ferrero, el hermano menor de su marido, hombre de
61 aos, y a su hermano Jos Casado, de 65 aos,
residentes en pueblos cercanos, para que le ayudaran
en sus gestiones. Tras breve concilibulo familiar, se
decidi escribir al duque de Sotomayor, diputado
por el distrito de Alcaices. ste respondi al cabo
de los das que haba iniciado gestiones ante la
polica madrilea para que se interesara
particularmente por dicho caso.
El telegrama del diputado lleg al despacho
del comisario jefe Ramn Fernndez Luna el 28 de
junio y ste, finalmente, decidi emprender una
investigacin que aclarara las causas de dicha
desaparicin. Es cierto que hasta entonces ignoraba
todos los pormenores, el negocio que se deseaba
emprender por el de Pozuelo, el que llevara encima
una crecida cantidad de dinero.
26

Al da siguiente el agente de brigada


Hermenegildo Martnez se present en el Len de
Oro. Como el propietario no estaba se dirigi a su
seora y al mozo de la posada. Examin la maleta
que tenan apartada desde un mes antes. Contena
ropa y mudas para algunos das, y las alforjas que,
adems de un paraguas y una bufanda, mostraban en
su interior unos paquetes de embutidos que, como
luego se sabra, estaban destinados a una antigua
amiga de la familia, Dolores Garrido, probablemente
la parroquiana a la que se refiri hablando con su
sobrino. Sin embargo, los embutidos nunca fueron
entregados y Dolores manifest no haber sabido
nada de la posible visita de Ferrero.
El agente dijo que quera inspeccionar el
stano. Baj observndolo todo, golpeando paredes.
Cuando lo supo, el propietario de la posada se
indign y as lo hizo saber a los reporteros cuando el
caso sali a la luz: Qu pensaba la polica que iba a
encontrar en su stano? Por l, que derribaran
paredes y levantaran suelos. No tena nada que
ocultar, su posada era honrada y all no se asesinaba
a nadie.
A partir de ese mes de julio se iniciaron
algunos interrogatorios preliminares sin que el caso
27

llegara an al Juzgado. Fue entonces cuando empez


a reconstruirse, siquiera parcialmente, el transcurso
de aquellos das en la vida de Manuel Ferrero tal
como se ha reflejado en el captulo anterior. Se lleg
as a la conclusin de que lo que le hubiera sucedido
transcurri entre las nueve de la maana de aquel da
6 de junio en que sali de la posada y las diez en que
se haba citado con su amigo Romero en el mismo
lugar. Pero dnde fue, con quin y qu le haba
sucedido, era algo que se ignoraba por completo.
El 3 de agosto lleg hasta la Direccin
General de Seguridad la familia Ferrero al objeto de
indagar noticias sobre las pesquisas policiales. Poco
podan contestar a las angustiadas preguntas de
Josefa Casado. Expresndose en trminos de
desolacin y amargura se lament ante el comisario
de que su marido deba haber sido objeto de alguna
celada criminal, dado que haca dos meses que nadie
saba nada de l. Entre otras cosas, entreg al Sr.
Fernndez Luna varias cartas recibidas por su
marido en ese tiempo de ausencia.
Una de ellas llam la atencin de la prensa,
cuando se supo su contenido. La remita el agente de
negocios D. Nilo Aurelio el 1 de junio, dos das
antes de que Ferrero iniciara su viaje a Madrid. Sin
28

embargo, la carta tard un tiempo y lleg al


domicilio de Pozuelo cuando el titular ya haba
marchado para la capital. En ella se le invitaba a ir a
Madrid e incluso iniciar un negocio de compra de
abono para lo que se le requera discrecin, dado que
si se hacan pblicos los trmites el negocio poda
venirse abajo.
Adems, hay aqu ocho vagones de
abono mineral que suponen un gran
negocio. A su propietario le urge
venderlos en seguida porque se ve muy
precisado de dinero. Usted puede sacar de
esto una buena ganancia (El Imparcial,
28.8.1916, p. 1).
El diario se preguntaba: era ste el negocio
para el que Ferrero llevaba una gran cantidad de
dinero encima? Resultaba extrao imaginarlo dado
que la carta lleg despus de su marcha, pero caba
la posibilidad de que hubiera sabido de l
previamente y la carta del agente solo confirmara la
oportunidad de hacer la compra. Porque ese viaje, al
decir del peridico, resultaba extrao. No era un
traslado barato por entonces, adems de resultar
29

cansado. Si haba acordado la compra de la finca y el


molino en poco ms de mil pesetas qu sentido
tena ofrecer tan solo 400? Era un regateo
exagerado, incluida la premura con que se estableci
la negociacin, dando unas pocas horas al gerente
del Sindicato para que aceptara la oferta. Tal vez el
dinero estaba destinado al negocio del abono ms
que a la compra del molino? Caba que hubiera
engaado al pueblo diciendo que iba a una boda en
Ciudad Rodrigo e incluso engaara a su mujer
afirmando ir a la compra del molino y la finca
cuando en realidad marchaba a Madrid a comprar
abono?
Las cosas se iban complicando, las hiptesis
crecan al comps de nuevos rumores. Durante un
par de das se afirm que la polica haba encontrado
huesos enterrados en el stano de la posada. El
hecho, desmentido enrgicamente por el posadero,
fue ratificado en el mismo sentido por la polica. No
haba rastro alguno en la posada, salvo el equipaje
del Sr. Ferrero. Preguntado el agente de negocios,
Nilo Aurelio afirm que Ferrero se haba acercado
por su casa el da anterior a su desaparicin pero, al
no encontrarlo, prometi volver aunque no lo hizo.
Deseaba que Nilo mediara ante el gerente del
30

Sindicato para que aceptara la oferta? Deseaba


concretar la compra del abono? Seguan los
misterios sobre sus verdaderas intenciones y el
porqu de su desaparicin.
Cuando los periodistas se enteraron de estas
cuestiones acudieron a la calle Preciados pero en el
despacho del Sr. Nilo Aurelio slo estaba su seora.
Dijo que a principios de agosto el agente y uno de
sus hijos haban marchado a Miranda de Ebro para
uno de sus negocios pero que habra de volver en
breve porque otras gestiones le esperaban en
Madrid. Poco despus el Juzgado de Hospicio
dirigido por el juez Sr. Oppelt tambin se interes
pero se le dio la misma respuesta: Nilo Aurelio deba
ignorar el inters del caso y no se saba cundo
volvera para declarar. De manera que se envi
exhorto para que el Juzgado de Benavente tomara
declaracin formal a los familiares de Ferrero y se
procediera a investigar a Manuel Silva y su familia,
que aparecan en cabeza de la lista de sospechosos.
Result que nadie en el pueblo saba del
inters de Manuel Ferrero en la compra de aquel
malhadado molino, incluida toda la familia Silva,
que se vio muy sorprendida por la noticia. S era
cierta la aparente sintona y amistad del
31

desaparecido con el agente de negocios que llevaba


el caso pero pareca un acercamiento personal y no
algo relacionado con los asuntos llevados por D.
Nilo Aurelio. Para mayor precisin, interrogados
Manuel Silva y algunos de los vecinos que le
trataban, se supo que en aquellos das en que Ferrero
andaba por Madrid, no haba salido del pueblo salvo
das despus, cuando se fue con otros por breves
horas a una fiesta en un pueblo cercano.
A falta de nuevos datos el Imparcial, que
deseaba mantener el inters en el caso, fue a
interrogar a la parroquiana que Ferrero haba
mencionado a su sobrino. Dolores Garrido era una
amiga de la familia, segn afirm, desde 23 aos
atrs nada menos, hasta el extremo de que Josefa
Casado, cuando lleg a Madrid a principios de
agosto para preguntar a la polica por su marido, se
haba alojado en su casa. Para Dolores eran tambin
los embutidos encontrados en las alforjas del vecino
de Pozuelo, prueba de que no se haban llegado a
entregar.
La seora confirm que no supo nada de la
posible visita de Manuel Ferrero a la capital ni que
le fuese a traer nada. En el mes de julio un polica
vino a preguntarle lo mismo ensendole incluso
32

una fotografa del anciano que ella enseguida


reconoci, pero no supo ms sobre lo que suceda
hasta la llegada de su amiga Josefa.
Entonces desliz ante los reporteros un
comentario inquietante. Sin saber que Ferrero estaba
en Madrid, varios das despus de su supuesta
desaparicin, dijo haberle encontrado paseando.
Das despus del da 6, o sea la fecha en
que ocurri la desaparicin, asegura dicha
seora que se encontr en la calle de
Mesn de Paredes a un individuo, a quien
reconoci en seguida.
Se acerc a saludarle jubilosa, y le dijo:
Buenas tardes, seor Ferrero!
El
hombre
aquel
la
contest
desabridamente, dicindola:
Yo no soy ese seor.
Quedse ella entonces parada, y por fin se
alej dicindose:
Usted perdone; me habr equivocado...
Despus de advertida la desaparicin del
Sr. Ferrero, y cuando la Polica volvi a
preguntar a doa Dolores detalles sobre
dicho encuentro, sta afirm nuevamente
33

que ella hubiera jurado que el caballero


que se encontr era el Sr. Ferrero.
Prueba de elloafirmes que yo ni
siquiera saba que estaba en Madrid, y a
pesar de ello me acerqu a saludarle...
(La
Correspondencia
de
Espaa,
15.8.1916, p. 5).
Aquel posible encuentro era desconcertante.
Viva el protagonista de esta historia das despus
de su desaparicin? Ya se saba que no haba boda
en Ciudad Rodrigo, se empezaba a dudar de que
hubiese ido a Madrid a comprar el molino y la finca
Es posible que tampoco fuese el negocio del abono
su objetivo? Por qu haba negado ser Manuel
Ferrero ante una conocida de toda la vida? Haba
circunstancias ignoradas en aquel viaje o es que
realmente no era l a quien interpel Dolores
Garrido?

34

El hotel de la calle Lanuza


Federico Garca Gmez era un muchacho con
vocacin de polica. Ya se saba que a ese cuerpo
ingresaban recomendados sobre todo, al menos en
los grados ms bajos del escalafn. Si algn poltico,
banquero, industrial o negociante con dinero e
influencia tena algn sobrino tarambana o ablico,
incapaz de estudiar una carrera ni de llevar un
negocio, se le buscaba un puesto en la polica. Eso
provocaba, entre otras cosas, una acumulacin de
gente poco dotada y una escasa renovacin de los
mandos policiales.
Garca Gmez no disfrutaba de tales
influencias pero era vocacional. A falta de otra cosa
cinco
aos
antes
se
haba
presentado
voluntariamente como agente de la brigada de
barrios, un puesto que le obligaba a vigilar si
algunas personas sospechosas de mal vivir
pernoctaban en casas y hoteles de Madrid.
Entindase que hotel se refera a una casa
unifamiliar por lo general, muchas veces con un
jardincito aledao. Estos hotelitos pululaban por
distintos lugares de la capital, en ocasiones de forma
35

aislada hasta que se integraban en algn barrio en


formacin y disponan entonces de acceso regular,
alumbrado, etc.
Pues bien, cuando el caso de Manuel Ferrero
sali a la luz alertando a todos los madrileos, el
agente de barrio tom un tranva cierta maana.
Estando en l escuch ociosamente una
conversacin entre dos mujeres. Una le iba diciendo
a la otra que desde primeros de junio saba que
haban alquilado uno de estos hotelitos y que
sospechaba que algo turbio implicaba porque los
inquilinos haban estado unos das y luego se haban
esfumado. Aqu hay gato encerrado se dijo Garca
Gmez. Muchacho eminentemente discreto, no tena
autoridad alguna para interrogar a las seoras ni
ejercer prerrogativa alguna. Su cargo le obligaba a
pasar desapercibido e informar en todo caso a sus
superiores.
Pero resultaba un hombre de recursos y arrojo.
Por ello se dirigi a la biblioteca y desenterr los
peridicos desde el 1 de junio, anotando aquellos
anuncios en que se alquilara una vivienda. Encontr
nada menos que cuarenta casos repartidos en la
Guindalera, Ciudad Lineal, Cuatro Caminos, Tetun.
Esforzado como pocos policas podan llegar a ser
36

fue recorrindolos uno a uno hacindose pasar por


un mecnico que buscaba un piso para alquilar.
Cuando lleg a la calle Lanuza n 8, casi en el
extrarradio, cerca hasta cierto punto de la plaza de
toros, ya haba recorrido unos cuantos hoteles
alquilados normalmente, desde luego ninguno donde
se pudiera pensar en algn negocio ilcito, como un
garito clandestino o un lugar donde se falsificara
moneda. Segn reconoci posteriormente, sas eran
las posibilidades que barajaba en aquella ocasin.
En la citada calle Lanuza le recibi el
propietario, Cristbal Romero, un hombre joven y
abierto a dar todo tipo de explicaciones a ese
mecnico que preguntaba todo tipo de detalles. El
nmero 8 constaba de dos hoteles en realidad: en
uno viva el propietario con su familia, el otro es el
que alquilaba. Todo pareca coincidir con los datos
ambiguos extrados de la conversacin en el tranva:
haba anunciado su alquiler el 1 de junio en el
Liberal, ciertamente, y pocos das despus lo tena
alquilado a dos seores, uno mayor de unos cuarenta
a cincuenta aos, otro joven de unos dieciocho, que
pasaba por ser su hijo. Ignoraba cules eran sus
intenciones porque les haba perdido de vista desde
el da 11 de junio, cuando terminaron unos arreglos
37

que precisaron en el hotel. Sin embargo, no lo haba


puesto en alquiler de nuevo porque recientemente
recibi un giro de 140 pesetas correspondiente al
alquiler de julio y agosto.
El agente de brigada, como un sabueso, no iba
a soltar su presa. Charlando con el propietario, con
el que estaba haciendo buenas migas (se notaba que
le gustaba hablar), dijo que estaba interesado en la
vivienda si acaso los que lo alquilaban dejaban de
hacerlo en septiembre. Tras pedrselo, el Sr. Romero
no tuvo inconveniente en ensearle el hotel, ya que
la pareja aquella no daba seales de vida.
Entraron pues, y el propietario se mostr algo
sorprendido porque aquello se mostraba casi vaco
de muebles. En la habitacin principal tan solo haba
una mesa de comedor y seis sillas que l mismo
haba visto cmo las traan al da siguiente de
alquilar el piso. El resto estaba casi vaco excepto
por diversos utensilios: un pico, una azada, un
hacha, una caja de sidras, restos de lo que pareca
grandes masas de algodn, una bombona vaca.
Con todos los sentidos alerta Garca Gmez
pregunt cul era el nombre de quien se lo haba
alquilado. Miguel Saiz respondi el propietario.
Eso dijo que se llamaba porque lo cierto es que le
38

ped la cdula personal y me dijo que se la haba


dejado en Bilbao tras un reciente viaje. Qued en
trarmela pero an no lo ha hecho.
El agente se despidi presurosamente. Estaba
conmocionado. Acudi enseguida al jefe de la
brigada de barrios, Patricio Gil. Le dijo lo que haba
encontrado y seal: Es posible que ah mataran a
Manuel Ferrero y s el nombre de su asesino.
El Sr. Gil tampoco tena autoridad suficiente
as que, convencido tras el pormenorizado relato de
su ayudante, recordando adems que Garca Gmez
ya acumulaba varias menciones honorficas por su
celo en la vigilancia, se dirigi al inspector general
del que dependa: Carlos Blanco.
Los tres, junto a varios nmeros de la polica,
se presentaron el da 25 de agosto en la calle Lanuza.
Cristbal Romero estaba desconcertado al ver a la
polica en su casa pero cuando el propio Garca
Gmez le desliz su verdadera identidad y las
sospechas que tena, colabor activamente en
facilitarles el acceso. Las autoridades revisaron el
piso con mayor detalle. Una de las sillas estaba
manchada de sangre, lo mismo que un pequeo trozo
de pared junto a suelo de la cocina. Lo ms
llamativo era que el hacha mostraba en su filo restos
39

de sangre y pelos. All, concluyeron, se haba


cometido un crimen. La bombona vaca, tras su
detenido examen, result haber contenido cido
sulfrico, sustancia muy adecuada para hacer
desaparecer manchas de sangre y restos humanos,
pese a lo cual los asesinos se haban dejado algunos
en los lugares sealados, lugares que pasaban
desapercibidos a simple vista.
En vista de la gravedad de las pistas, el
inspector se dirigi al Juzgado de Hospicio para
trasladar al titular Sr. Oppelt la necesidad de un
examen riguroso ante la posibilidad de que los
asesinos hubieran enterrado all el cadver del Sr.
Ferrero.
El 26 de agosto se encontraban all de nuevo.
La noticia se haba extendido por toda la barriada y
empez a afluir gente curiosa que discuta entre s
todo lo observado en las idas y venidas de los
guardias. El propietario dijo que haba visto al hijo
del que alquil la casa excavando con la azada junto
a un rbol del jardn. Los guardias pasaron entonces
la tarde abriendo la tierra en esa zona y otras sin
encontrar nada de inters. Mientras tanto, se haba
hecho de noche y el juez decidi postergar un nuevo
40

examen del interior de la casa para la maana del da


siguiente.
Mientras tanto, interrog exhaustivamente a
Cristbal Romero, que se prest gustosamente a dar
todo tipo de respuestas, algo que no era demasiado
usual en la vecindad de Madrid. Con todo ello, el Sr.
Oppelt pudo reconstruir fcilmente la historia y
deducir dnde habran de buscar.
Efectivamente, el da 1 de junio apareci el
anuncio de alquiler en un peridico madrileo. El
da 4 se present primero un muchacho y luego un
seor de unos cuarenta o cincuenta aos. Era cojo
aunque disimulaba su defecto. Tena barba poblada
y aspecto aburguesado. Dijo llamarse Miguel Saiz.
Expres su inters por alquilar el hotelito para
descansar de los ambientes de cafs de la capital.
Acordaron el precio en 70 pesetas mensuales ms
otro tanto de fianza a entregar en el momento en que
firmaran el contrato.
Al da siguiente, 5 de junio, mientras el Sr.
Ferrero paseaba por Madrid y visitaba al gerente del
Sindicato sin llegar a acuerdo alguno sobre el precio
del campo y el molino, el tal Miguel Saiz haba
regresado a la calle Lanuza junto a su hijo de unos
41

dieciocho aos, que segn coment estudiaba


Derecho.
Firmaron el contrato y pudo acceder
finalmente a la vivienda cerrando a continuacin la
puerta de acceso entre ambas viviendas. Tras
inspeccionarlo todo Miguel Saiz volvi a hablar con
Cristbal Romero hacindole una determinada
propuesta.
No le gustaba mucho el suelo enmaderado de
la vivienda, particularmente en el comedor. Segn l
estaba viejo y presentaba grietas e irregularidades.
Estaba dispuesto a costear el arreglo colocando un
suelo nuevo con unos baldosines que habra de traer
desde un pueblo, donde los tena almacenados y sin
uso. El propietario, si el hombre se encargaba y no le
iba a costar nada, dio su consentimiento. Incluso le
dio el nombre de Manuel Montes, un maestro de
obras que ya haba trabajado para l en otras
ocasiones. El otro respondi que ya le avisara
porque los baldosines tardaran algunos das en
llegar.
Cuando fue llamado y acudi para examinar
qu trabajo haba que hacer, el maestro de obras,
segn declarara despus ante el juez, observ que
parte de la labor ya estaba hecha. Segn le explic
42

aquel Miguel Saiz, tanto l como su hijo haban


levantado la tarima de madera por completo, echado
una capa de arena a continuacin, prensndola a
conciencia despus. De hecho, el suelo estaba
perfectamente preparado para colocar los baldosines
sin hacer nada ms. El material estaba a punto de
llegar, as como el cemento Portland para asegurarlo
en el suelo de forma que ninguna baldosa bailara y
se sellara completamente la habitacin.
Por ello, acudieron a su llamada el da 10 de
junio tanto l como un ayudante trabajando en
aquella obra hasta el da siguiente, completndola a
satisfaccin de quien se lo haba encargado. Ni el
seor ni su hijo se ausentaron en momento alguno
del comedor a lo largo de los dos das, observando
en todo momento la actuacin de los dos operarios.
El Sr. Oppelt, que ya haba sido alertado por
la polica de que el enlosado pareca nuevo,
colocado recientemente, no lo dud y mand que lo
levantaran por completo. El da 28 de agosto se
procedi en tal direccin hasta acumular todas las
baldosas enteras o rotas en el jardn. Debajo se vea,
efectivamente, la capa de arena bien prensada.
Empezaron a excavar. Uno de los guardias,
sudoroso y provisto de un pico, se detuvo poco
43

despus. Todos los presentes se acumularon


alrededor de lo descubierto. Es una bota, concluy
el juez, sigan pero despacio, muy despacio.
Lentamente, fue emergiendo un cadver. Estaba
boca abajo, en una fosa de metro y medio de
longitud, con las piernas torcidas porque el cuerpo
era de estatura ms elevada. La cabeza se encontraba
a 90 cm. de profundidad, prcticamente en los
cimientos, mientras las piernas no llegaban a 50 cm,
de manera que su posicin era, en cierta forma,
grotesca: boca abajo y en un amplio desnivel.
Mostraba la cabeza cubierta con un saco de
arpillera, probablemente para detener la hemorragia.
El pecho y el vientre mostraban signos de humedad
pero no se saba si era sangre o fruto de la
descomposicin del cuerpo. El olor era
nauseabundo. Hubo que abrir todas las ventanas
mientras se extraa el cuerpo de aquella fosa, se
colocaba en una escalera y se llevaba hasta el jardn,
antes de su traslado al Depsito judicial.
Era Manuel Ferrero? Pronto se pudo apreciar
que la tela de su traje era igual a la muestra que su
viuda haba depositado en la comisara de polica.
Los rasgos, aunque deformados, eran an
reconocibles y coincidan con los de las fotos de que
44

se dispona. Todos coincidieron en que deba ser


Ferrero. La noticia se extendi como la plvora entre
los vecinos que se arremolinaban intentando ver con
ms detalle el traslado del cadver all encontrado.
Cmo le haban asesinado? Tampoco qued
duda poco despus. Al realizar el forense su examen
encontr una profunda herida en su regin occipital
realizada con un arma de poderoso filo, con
seguridad el hacha donde se haban encontrado
restos de sangre y pelos. Tal pareca que la vctima
se haba sentado en una de las sillas, quiz
examinando algunos papeles que su asesino dej
para su estudio. Era muy probable que se le hubiera
planteado un negocio ventajoso y el criminal le
dijera que iba a la cocina para sacar dos sidras con
las que brindar por el acuerdo alcanzado. Sin
embargo, volvi con el hacha en la mano para
descargar un tremendo golpe contra el anciano
desprevenido que no supo qu suceda, que no lleg
a enterarse de nada. El golpe era mortal de manera
instantnea. Luego, por las manchas encontradas, el
asesino haba arrastrado el cadver hasta la
carbonera escondindolo all mientras se dedicaba a
limpiar con el mayor detalle posible la sangre
derramada, las salpicaduras provocadas por su
45

agresin. Para ello se haba servido, seguramente


con la ayuda del muchacho que pasaba por ser su
hijo, de la bombona de cido sulfrico.
Quin fue el asesino? Por qu el agente de
la brigada de barrios, cuando oy el nombre de
Miguel Saiz, supo quin era en realidad? Record
que aquel agente de negocios amigo del finado, el
que le envi una carta el mismo 1 de junio
prometindole una compra de abonos que haba de
dejarle un buen beneficio, el que se haba encargado
de las gestiones en torno al campo y el molino por
encargo del Sindicato, se llamaba Nilo Aurelio Saiz
de Miguel.
Sin duda, debi pensar el juez, el criminal
contaba con que nadie levantara ese suelo, con que
la desaparicin del anciano fuera un suceso
misterioso al que no se le diera mucha importancia.
No poda suponer que un agente de brigada
concienzudo husmeara una pista tan remota teniendo
en cuenta que, una vez descubierto el cadver, todo
apuntaba hacia l. Nilo Aurelio contaba con poco
ms de cincuenta aos, mostraba una luenga barba y
cojeaba levemente de un pie. Adems, los baldosines
que dijo traer de un pueblo para evitar que el
maestro de obras viniera antes de tiempo, los haba
46

adquirido en la Carrera de San Jernimo, segn


constaba en un recibo que haba dejado tirado en la
cocina. Poco despus se averigu que la bombona de
cido sulfrico se compr en una droguera de la
calle Goya. Sus propietarios reconocieron la
fotografa de su hijo Federico. El propio Cristbal
Romero no tuvo dudas cuando se le ense otra
imagen del agente de negocios: Miguel Saiz, el que
le haba alquilado el hotelito, era en realidad Nilo
Aurelio.
Ahora faltaba averiguar dnde se esconda
tanto l como su hijo, llevarle a Madrid detenido,
juzgarlo y condenarlo. En ese momento, con todas
las pruebas incriminndolos, el proceso pareca
entrar en la rutina de tantos crmenes que haba por
entonces. Sin embargo, la historia de aquel asesino
se abrira a posibilidades insospechadas, pasados
ignorados por entonces, con un final que nadie poda
imaginar en aquel momento.

47

48

Negociante y picapleitos
Se saba por su mujer, Tomasa Andrs, que
Nilo Aurelio haba viajado hasta el balneario de
Arnedillo (La Rioja), para visitar a su hijo mayor
Restituto, un abogado de 25 aos, que se encontraba
enfermo. Aprovechara esa visita para revisar
algunos negocios que tena en la zona y visitar a
viejos amigos de cuando inici en Logroo su
andadura comercial. El juez supo tambin que desde
all haba enviado alguna carta a amigos suyos en
Madrid para que le fueran informando de las
investigaciones en torno a la muerte de Manuel
Ferrero.
No parece que estuviera huyendo, a pesar de
que haba marchado a los pocos das de hacerse
pblico el caso en los peridicos madrileos, sino
ms bien que deseaba quitarse de en medio para no
ser interrogado repetidamente por el juez, entrar en
contradicciones, de forma que cuando declarase
sabra a qu atenerse, segn las informaciones que le
fueran llegando.
Aunque visit a su hijo Restituto durante un
par de das, ste estaba tomando las aguas en el
49

balneario pero sin padecer enfermedad alguna.


Desde ah march a Miranda de Ebro junto al amigo
de su hijo, el maestro Pedro Aragn, que tambin le
acompa hasta Logroo, donde al fin fue
localizado y detenido. Del mismo modo, lo fue su
hijo Federico, que haba ido con su padre hasta
Miranda y por aadidura el propio Restituto aunque,
como en el caso de Pedro Aragn, sera puesto en
libertad tras ser interrogado en Madrid y manifestar
su completa ignorancia de los hechos acaecidos.
Los peridicos se llenaron de noticias algo
confusas y fragmentadas sobre la vida de Nilo
Aurelio Saiz. Reuniendo todas podemos adentrarnos
en ella trazando un primer perfil de su carcter y sus
andanzas a lo largo de su tiempo.
Nilo era natural de un pueblo de Burgos.
Como tantos otros jvenes, deseaba hacer fortuna
sin dedicarse al pobre terruo familiar, por lo que su
padre consigui que un pariente suyo, propietario en
Logroo de una fbrica de conservas y hojalatas, le
albergase y hasta le proporcionase un trabajo en su
empresa.
As lo hizo hacia 1885, cuando contaba poco
ms de veinte aos. En Logroo prosper, en primer
lugar asentando una buena posicin social: se cas
50

con su prima Tomasa, la hija del fabricante de


conservas. Con ello su suegro le prohij suponiendo
que l sera su heredero como propietario de la
empresa. El caso es que el buen hombre muri
pronto y Nilo se vio con una buena propiedad que
realmente no le interesaba: l no quera ser
hojalatero como su suegro.
Por entonces ya haba obtenido el ttulo de
procurador que le capacitaba para defender causas
en los tribunales. Adems, se interesaba por los
negocios pero no por la produccin, de manera que
vendi la empresa familiar con buenos beneficios y
fue invirtindolos en la adquisicin de mineral para
abono y maquinaria del extranjero. Se poda obtener
una buena rentabilidad, segn observ, adquiriendo
vagones de abono y llevndolos hasta diversos
lugares del campo castellano, donde era muy
demandado. Del mismo modo, estaba dispuesto a
adquirir maquinaria, fundamentalmente agrcola,
para revenderla a su vez y embolsarse la diferencia.
Naturalmente, estos negocios eran ms
inciertos que la produccin de una empresa, pero se
consideraba con capacidad personal para realizarlos.
Todo el mundo afirm ms tarde que su aspecto era
tranquilizador, bonachn, con esa barba larga y
51

canosa que mostraba en torno a los cincuenta aos.


Simptico, amigo de bromas y conversacin,
dispuesto a tomarse unos vasos de vino con los que
sellar un negocio. Algunos, sin embargo,
mencionaban que poda tornarse amenazante si el
negocio iba mal, si le deban dinero o incluso
cuando era l quien lo deba pero no tena con qu
pagar.
Gustoso de llevar un buen tren de vida,
inculc a sus dos ayudantes en 1909, Manolo y
Rafael, la misma aficin por la francachela y el
gasto ostentoso. En aquel ao se sabe que los envi a
Salamanca desde Miranda de Ebro, donde haba
llegado Nilo a establecerse desde Logroo, dicen
que huyendo de la acusacin de violacin sobre una
muchacha.
Pues bien, los dos ayudantes fueron hasta la
ciudad salmantina para concertar la venta de dos
vagones de abono que Nilo haba depositado en
Frechilla (Palencia). Tras encontrar comprador se
corrieron ms de una juerga incluyendo a Nilo, que
lleg das despus. Cuando la familia de uno de
ellos, encabezada por el padre que era guardia civil,
supo que su hijo se haba comprometido en
matrimonio con una mujer de mal vivir,
52

intervinieron teniendo que tapar el asunto dando por


concluida la aventura filial.
El hecho no preocup a Nilo que sigui
haciendo ostentacin de dinero y gustos caros,
frecuentando espectculos y ofrecindose a hacer
negocios con las personas que encontraba,
campesinos enriquecidos y burgueses. Fue ms tarde
cuando el comprador de los vagones de abono fue a
examinar el contenido de los mismos encontrando
que aquello era tierra sin valor alguno.
Buen conocedor de los tribunales, Nilo
Aurelio pudo eludir una condena, como en el caso
de Logroo, mediante un acuerdo indemnizatorio,
no sin pasar tres das en el calabozo de Salamanca.
Otras maniobras fraudulentas empezaron a
darle mala fama en Miranda de Ebro. As, se
encontr en cierta ocasin con una maquinaria que
haba encargado llegndole defectuosa. Se dio
cuenta entonces que haba cometido el error de no
asegurar la carga contra deterioro en trnsito. De
manera que reenvi la maquinaria varias veces a
distintas empresas, algunas de las cuales se la
devolvan hasta que una de ellas cometi el mismo
error que l: no asegurar el contenido contra el
deterioro causado por el viaje.
53

Ni corto ni perezoso demand a esa empresa


por los desperfectos. Dirimida la cuestin en los
tribunales, escuchado el alegato de la empresa por
cuanto la maquinaria le haba venido deteriorada en
origen, demostrada la mala fe de Nilo Aurelio, fue
condenado a pagar una gruesa indemnizacin. No
obstante, otras demandas le salieron bien. Era
frecuente su visita a distintos pueblos castellanos
ofreciendo suministro de abono que los labriegos
adquiran para comprobar despus su mala calidad.
Era tierra y de la mala decan muchos. Eso
provocaba que Nilo Aurelio les demandara por
calumnias obteniendo no pocas veces de los
juzgados la indemnizacin buscada.
Aventuras de este tipo y alguna otra que
mencionaremos al final de este captulo, le
aconsejaron marchar a Madrid para seguir haciendo
sus negocios. En la capital se mova mucho dinero,
haba numerosas empresas all radicadas, como el
Sindicato Nacional de Maquinaria Agrcola, para el
cual haba trabajado puntualmente desde Miranda.
Lo primero que hizo fue adquirir el piso de la
calle Preciados 52 como lugar de residencia familiar
y despacho al que pretenda vincular a Federico, el
tercer hijo, estudiante de Derecho de 18 aos.
54

Restituto se haba quedado en Logroo para terminar


la misma carrera alojndose en casa de su maestro
Pedro Aragn, que lo acogi con agrado. El tercer
hijo, Miguel, estudiaba para mdico mientras an
tena dos hijas ms de 19 y 14 aos en el momento
de los hechos.
La casa se coloc prudentemente a nombre de
su suegra, de forma que cualquier pleito o deuda
futuras no implicase la prdida del domicilio
familiar. Puede decirse que Nilo Aurelio encontr en
la ciudad su lugar ideal para vivir como l quera
hacerlo.
Haca negocios en el campo castellano, como
lo demuestra su presencia habitual en Zamora, lugar
donde era muy conocido por representar a diversos
demandantes, establecer negocios de venta de
abonos y pleitear fuertemente contra todo deudor
que no le pagase las cantidades debidas. Al mismo
tiempo, frecuentaba el caf de las Salesas charlando
con miembros de los Juzgados donde era figura
conocida. All se interesaba, segn dijeron ms
tarde, por todo tipo de crmenes como el famoso del
capitn Snchez, del que lleg a decir que era un
asesino torpe que haba dejado demasiadas pistas.
Tal vez por eso l cometiera a la postre un crimen
55

semejante creyendo que saldra bien librado de su


accin. Adems de este caf frecuentaba tambin
otros, a cual ms elegante, hasta codearse con la
gente adinerada de la braisserie del hotel Palace.
Dinero, lujo, buenos beneficios, algunos
bordeando lo ilegal, negocios no del todo claros,
deudas que asuma sin reparo alguno al objeto de
tapar otras deudas. Nilo Aurelio deba creerse
invulnerable por entonces, capaz de cualquier accin
arriesgada, confiando siempre en salir con bien de
las situaciones en que se embarcaba. Su crdito, su
simpata y carisma, entenda que le sustraan de
cualquier consecuencia indeseada. Hasta se atrevi a
escribir un libro en 1913: La defensa del
comercio, donde relacionaba sabios consejos sobre
cmo pleitear y reclamar en los negocios,
incluyendo entre sus pginas un formulario para las
demandas contra el servicio de ferrocarriles, terreno
que frecuentaba en sus pleitos desde Miranda de
Ebro.
En el momento del crimen se supo que deba
5.000 pesetas al procurador Gonzlez Rivero por un
pleito en el que haba salido perdedor. El caso es que
el bueno de Nilo Aurelio, que gustaba de sacar
billetes sin cuento para invitar all donde fuera, los
56

cafs donde surgan as amigos y conocidos, no tena


dinero para pagar esa deuda. Cuando suceda eso
qu haba hecho con anterioridad? Buscar un
incauto con el que hacer un negocio que le reportase
una buena ganancia. Escogi a su amigo Manuel
Ferrero, un campesino viejo y algo desconfiado pero
que tena buenos ahorros y al que ya haba
convencido de que hara un buen negocio
comprando el campo y el molino que ambicionaba
Manuel Silva.
En aquel asunto pudo darse cuenta de la
avaricia del vecino de Pozuelo de Tbara. Era
trabajador, formal, serio, pero deseaba sobre todo
enriquecerse y aquel agente de negocios pareca
saber cmo hacerlo. Por eso, cuando fue a verle el
da 5 tras entrevistarse vanamente con el gerente del
Sindicato, s le encontr en casa. Fue entonces
cuando quedaron al da siguiente en la nueva sede de
la empresa que iba a montar para la venta de abono,
la que estara radicada en la calle Lanuza.
Ferrero sera el socio capitalista, el que
dispona del dinero, mientras que Nilo le auguraba
gran xito en los negocios en cuanto se pusiese en
sus manos. Nilo pretenda asesinarlo desde el da 1?
Fue en esa fecha cuando le escribi una carta
57

hablndole del negocio que podan hacer juntos con


los abonos, invitndole a ir a Madrid a entrevistarse,
al tiempo que buscaba en los peridicos algn
hotelito que pudiera servir para mostrar al futuro
estafado la existencia de una sede empresarial con su
mesa y sus sillas para qu ms?
Pero Ferrero no haba recibido esa carta. Su
intencin an era la de hacer un buen negocio
comprando a la baja el campo y el molino, por ello
haba llevado cerca de dos mil pesetas pero no la
gruesa cantidad que Nilo le iba a pedir para
constituir la sociedad. El da 5, cuando se
entrevistaron, comprob que los planes no salan
como l haba previsto, la estafa no iba a dar el
resultado deseado.
An as concert la cita al da siguiente. En la
calle Lanuza, sentado con el vecino de Pozuelo en la
mesa de la sala comedor, tal vez porfiara por
conseguir la implicacin de Ferrero en esa compra
de abono y en la necesidad de una inversin inicial
importante. Pero ste, desconfiado y receloso, se
negaba, no vea claro el beneficio y s observaba de
manera difana que habra de prescindir de una parte
importante de sus ahorros. No estaba por la labor,
58

segn pudo comprobar Nilo. El mirlo blanco no


haba cado en la red.
Fue entonces cuando concibi su crimen?
Puede ser que no lo planeara con tanta antelacin
como se supuso, quiz fuera el impulso de un
momento ante la contrariedad de no poder hacerse
con el dinero del viejo, que tan perentoriamente
necesitaba. Entonces present a Ferrero los papeles
que llevaba preparados para constituir la sociedad, le
dijo que los estudiara y ste lo hizo casi ms por
cortesa que por verdadero inters.
No sinti nada, ms que el movimiento del
agente de negocios que regresaba desde la cocina. Ni
siquiera le dio tiempo a darse la vuelta. Sinti una
explosin cegadora y se hizo de noche para Manuel
Ferrero. Fue eso lo que sucedi? A Nilo le
acompaaba su hijo en aquel momento? Le ayud a
enterrar el cadver al menos, fue el cmplice
necesario en el crimen?
sas eran las preguntas a las que se enfrentaba
el juez Oppelt, pero antes de ello otra historia haba
de resurgir del olvido. Cuando los periodistas fueron
a Miranda de Ebro para averiguar el pasado del
agente de negocios, algunos vecinos les hablaron de
Quintn, un sobrino que ayudaba a Nilo Aurelio
59

cuando vivi all. Dijeron que haba hecho un seguro


de vida, a instancias de su tio y siendo ste el
beneficiario. Afirmaron que Quintn haba muerto
repentinamente, de forma misteriosa y que a
resultas de ello Nilo se haba embolsado la bonita
suma de 10.000 pesetas. Haba sido en realidad un
crimen? La impunidad, el negocio redondo que le
supuso la muerte inesperada de su sobrino haba
animado a Nilo Aurelio a realizar un crimen ms
violento pero igualmente necesario? Tal vez, con sus
crticas al capitn Snchez enterrando de mala
manera a su vctima, se creyese capaz de no cometer
los errores del asesino de Jaln. Lo mismo que daba
lecciones de negocios en su libro no creera ser un
maestro de crmenes nunca descubiertos como tales?

60

El caso de Quintn
A finales de 1910 lleg Nilo Aurelio a Medina
del Campo, importante ciudad de Valladolid, de la
que dista 54 km. Vino a establecerse una temporada
adquiriendo un almacn en las afueras donde
almacenar el abono qumico con el que pensaba
hacer sus negocios y alojndose en la llamada casa
La Victoria, donde se le habilit una pulcra
habitacin.
Con l vino un mozo de unos 32 aos, Quintn
Andrs, primo de su mujer. Dijo a los conocidos que
empez a hacer entre los campesinos que le haba
recogido por caridad, al encontrarlo transportando
maletas en la estacin de tren de Logroo, donde
viva. Le traa como ayudante, para que aprendiera
el oficio y le sirviera en las faenas ms duras
relacionadas con la descarga y el almacenaje del
abono que encargaba y luego venda en los
alrededores.
Quintn, muchacho bajo pero fuerte, manifest
desde el principio un carcter alegre y simptico,
muy abierto a hacer amigos y compartir con ellos el
juego de frontn, al que era muy aficionado, unas
61

botellas de vino en las fiestas y algunas tardes en la


taberna, donde haba encontrado un alojamiento
ms humilde que el de su to.
Para sus faenas un hombre no bastaba, aunque
fuera trabajador y cumplidor como Quintn. Por ello
Nilo contrat a tres hermanos: Julio, Zoilo y Basilio
Olivares, que en el pueblo llamaban Los Berretes.
Los cuatro llevaban adelante la parte ms fsica del
negocio, tanto de da como por la noche, cuando
haba que trabajar el abono con arena para darle la
textura adecuada. Preguntados luego por los
periodistas no desearon entrar en mayores detalles
por cuanto era posible que su trabajo tuviera que ver
con aumentar artificialmente el peso del abono
mezclndolo con tierra del cercano pinar, fuente de
las posteriores reclamaciones de los campesinos ante
la entrega del material encargado a Nilo Aurelio.
Preguntados tambin por qu su jefe no haba
contratado a ms personal y prefera trabajar en
sesiones tan prolongadas e inusuales por la noche, se
encogieron de hombros y dijeron que ellos estaban a
las rdenes del to de Quintn, que ste se fiaba de su
to del que deca siempre cosas buenas: que le
cuidaba, que le pagaba con generosidad No caba
duda de que los tres hermanos reciban tambin
62

buenos emolumentos que no deban compartir con


ms trabajadores y por ello estaban conformes con
las sesiones nocturnas de trabajo.
El detalle ms extrao y sospechoso del
tiempo que precedi a la sorprendente muerte del
sobrino data del 10 de febrero de 1911, unos dos
meses despus de comenzar la vida de ambos en
Medina. Ese da se presentaron en Valladolid que,
como decimos, dista 54 km del pueblo, para acudir a
las oficinas de la compaa de seguros La Unin y
el Fnix espaol. Un dato ms raro sobre la propia
rareza de hacer un seguro de vida a Quintn, reside
en el hecho de que dicha compaa de seguros tena
un delegado en el propio Medina del Campo. Por
qu abrir la pliza del seguro de vida a tanta
distancia? Se pretenda evitar rumores maliciosos?
Mantener el seguro de vida en secreto para la
poblacin de Medina? Es ms que probable. De
hecho Quintn, de natural extrovertido, nunca
mencion a sus amigos la existencia de esta pliza,
probablemente por mandato expreso de su to, al que
estaba sometido por completo.
Se supo luego tambin que el 26 de febrero
Nilo Aurelio abon la primera mensualidad del
seguro y an habra de hacerlo con una ms hasta el
63

fallecimiento de Quintn el 25 de abril. Vayamos


entonces a las circunstancias concretas que fue
descubriendo en su indagatoria, cinco aos despus,
el juez de instruccin en Medina Flix Gazo.
Desde el primer pago de la pliza el to fue
deslizando comentarios sobre la salud de su sobrino
en la taberna. Quintn, penoso era decirlo, resultaba
ser alcohlico. Lo dicho extraaba sobremanera
porque s es cierto que beba pero del mismo modo
que los dems jvenes a los que frecuentaba. En
Medina se empinaba el codo, era cierto, pero
generalmente no haba alborotos ni disputas, los
jvenes eran de natural pacfico y solo buscaban
divertirse en sus horas de asueto, lo que era visto con
indulgencia por sus mayores que haban vivido algo
parecido en su juventud.
Que el Riojano, como se le llamaba,
resultara alcohlico era poco creble tomndose por
una crtica propia de un hombre mayor que lo tena a
su cargo. Pero entre tanta queja sobre la forma de
beber venan otros comentarios sobre dolores que
deca padecer en el vientre motivados por la ingesta
descontrolada de vino. Los jvenes que escuchaban
aquello no se lo tomaban muy en serio porque si
algo pareca Quintn era rebosante de salud.
64

En cierta ocasin Nilo, muy nervioso, lleg a


la taberna para interpelar al mdico Julio Blanco,
con el que tena amistad, afirmando que Quintn
beba sin medida y si haba alguna medicina que
curase aquello. El doctor, que le haba hecho la
revisin mdica exigida por la compaa de seguros,
afirm que no tena motivos para preocuparse, que
todos los jvenes beban de ms pero que eso no les
afectaba demasiado si dorman bien la mona. Qu
otra cosa iba a decir cuando todo el mundo le vea
sudando mientras jugaba incansable al frontn y
transportaba incansable a paletadas el abono hasta
llevarlo al camin que esperaba su traslado?
Llegamos entonces al da anterior a su muerte.
Por la maana, en un rato de ocio, estuvo jugando al
frontn con Julio Olivares, que no apreci cansancio
alguno en l, como declarara ms tarde, ni escuch
que se quejara de dolores. Al llegar la noche Quintn
sola cenar en la cantina con alguno o varios de los
hermanos. Les dijo a las once que estaba haciendo
tiempo para marchar en el rpido hasta Arvalo,
donde su to le haba encargado que visitara a un
cliente para cobrar cierta deuda. El encargo extra
a todos porque aquellas no eran horas para realizar
lo demandado por Nilo Aurelio. De hecho, como
65

supieron ms tarde, haba vuelto a las cinco de la


maana sin haber logrado su propsito porque ni
siquiera haba localizado al seor que le haba
mencionado su to en el domicilio que le dijo. Ya
he vuelto coment a las ocho de la maana, cuando
volvi a encontrar a los Olivares, por cierto que el
viaje no ha dado ningn resultado porque no he
podido encontrar al cliente, ni nadie lo conoce en
Arvalo. Deba haber un error en el encargo que no
acertaba a explicarse.
Posteriormente se preguntara el juez: Quiso
alejarlo del almacn y de Medina con algn
propsito? Tal vez haba deslizado algn tipo de
veneno en su organismo que deseaba le hiciera
efecto lejos del pueblo, para no verse incriminado?
Como luego veremos, los rumores sobre su posible
envenenamiento fueron los ms frecuentes a partir
del da siguiente.
En la estacin quiso tomarse algo con sus
amigos pero estos pretextaron que tenan mucho
trabajo. Pues entonces me voy a dormir un rato
porque esta tarde voy a ir a Rovilana, que hay
funcin de teatro contest. An tuvieron tiempo de
gastar una broma entre ellos, teniendo en cuenta que
Quintn conversaba a menudo con la hija del
66

sacristn en ese pueblo. Incluso le haba robado un


rosario en un descuido para tener una excusa de ir
hasta el pueblo de ella a devolvrselo. Un rosario
que encontraron en el bolsillo de su chaqueta cuando
ya era cadver, por cierto.
Segn parece, Quintn muri a las 11 de la
maana tendido en un camastro del almacn, que no
era el lugar habitual para que durmiese. Hasta las
doce no lleg all un amigo de Nilo al que haba
citado a esa hora. Se lo encontr como lo hall Julio
Olivares un rato despus, al acudir presuroso
sabiendo la extraa noticia: Nilo sali a la puerta y
dijo con aire indiferente: Parece que se ha muerto el
Quintn.
El amigo, entre alarmado y consternado, se
precipit a buscar al mdico Julio Blanco. ste lleg
con su maletn y, segn el amigo que fue testigo, se
limit a abrirle el chaleco y escuchar por el
estetoscopio para asegurarse de la muerte. Mientras
tanto, Nilo Aurelio le envolva en palabras. Como
saba que el mdico no crea en la Iglesia empez a
decir que su pobre sobrino era librepensador y que
no deseaba para l sino un entierro civil, con todos
los gastos que sean necesarios aadi, incluso una
banda de msica. El hecho de que nadie conociera
67

sus tendencias e incluso se ennoviara con la hija de


un sacristn y llevara su rosario en el bolsillo, no
resultaba contradictorio para su to.
Pasaron al despacho para seguir charlando y
extender el certificado de defuncin donde constaba
el fallecimiento por una afeccin gripal de forma
cerebral. Cuando ms tarde llegaron unos afligidos
e incrdulos hermanos Olivares, observaron que
sobre la mesa, junto al cadver de su amigo, haba
una botella medio llena. Nilo, al observar que la
miraban, la cogi exclamando indignado: Esto es
lo que tiene la culpa de la muerte de Quintn!.
Luego la arroj al suelo donde se hizo trizas,
derramndose un contenido que hubiera sido
interesante examinar, segn se coment despus.
Tras ese arrebato Nilo recuper la compostura y
empez a hacer todas las diligencias del entierro
para el que no pidi ayuda a nadie. Al da siguiente,
en la inhumacin, hubo ciertamente una banda
interpretando msica de funeral.
Haba alguien que s saba lo del seguro de
vida: el mdico Julio Blanco. El doctor, que morira
tres aos ms tarde de lo que estamos narrando y por
tanto no pudo testificar ante el juez Gazo, coment
que ahora Nilo Aurelio cobrara una jugosa cantidad.
68

No sabemos si lo dijo conscientemente, arrepentido


de haber certificado esa muerte fulminante con tanta
facilidad, o de manera inconsciente, sin suponer los
comentarios a que dara lugar. Su papel es constante
en torno a la salud de Quintn y, aunque mediado por
su amistad con alguien tan formal como aparentaba
ser Nilo Aurelio, no deja de ser contradictorio.
Las crticas y sospechas sobre la misteriosa
muerte de un joven fornido y con buena salud hasta
ese momento, los beneficios tan oportunamente
extrados apenas dos meses despus de formalizar un
seguro de vida, dispararon la indignacin de los
lugareos. Algunos hablaron de ir al Juzgado a
denunciar los hechos pero siempre se tropezaban con
aquel certificado mdico que les dejaba sin razones
jurdicas.
Dos das despus del entierro, Nilo Aurelio
march a Valladolid para hacerse cargo del seguro
de vida de su sobrino. Hay que tener en cuenta que
l no apareca como beneficiario sino su suegra,
abuela del fallecido. No obstante l, como
procurador y familiar, tena delegados poderes de
aquella seora, entre otras cosas para hacerse con la
cantidad estipulada de 15.000 pesetas a que ascenda
la pliza.
69

Qu sucedi entonces? Pues que pasaron


unos das ms y, tras otro viaje a la ciudad, Nilo se
conform con recibir 7.500 pesetas, exactamente la
mitad de lo que deba de pagar la compaa de
seguros. Preguntado por el juez un representante de
la Unin y el Fnix espaol cinco aos despus se
limit a entregar copia autorizada de la pliza de
seguro y manifestar que la compaa, sospechando
una irregularidad, haba mandado a dos
investigadores a Medina del Campo. Salvo por los
rumores no pudieron constatar prueba alguna que
avalara la hiptesis de una muerte violenta. De
nuevo el certificado mdico resultaba una barrera
inexpugnable.
Desde la distancia uno no puede por menos de
sentir extraeza por la actitud de Nilo Aurelio. El
que pleiteaba por unos cientos de pesetas, por
cualquier pequea deuda, se contentaba con la mitad
de aquello a que tena derecho? Aquel que haba
protagonizado de un modo u otro en Miranda de
Ebro hasta 150 pleitos, al que huan muchas
empresas por sus continuas reclamaciones ante los
juzgados, renunciando a 7.500 pesetas nada menos?
Es evidente que hubo un arreglo de conveniencia
entre la compaa y l. Podemos seguir
70

investigando, don Nilo, podemos incluso pedir la


exhumacin del cadver, los rumores de
irregularidad en la muerte de su sobrino circulan por
todo el pueblo. Lo hacemos as o se contenta con
recibir la mitad de lo adeudado en la pliza?. Un
ceo fruncido, un temblor en la barba y Nilo Aurelio
que contesta: Acepto su propuesta. No hay mayor
seal de culpabilidad, dado su historial como
picapleitos.
De manera que el to del fallecido cobr la
cantidad, firm donde tena que firmar renunciando
a cualquier otra reclamacin, y se esfum
materialmente. En el pueblo se extraaron
sobremanera de que desapareciera a los pocos das
de la muerte de su sobrino, dejando empantanados
algunos encargos, deteniendo sbitamente su
actividad comercial. "Es que ha montado todo ese
negocio solo para favorecer y dar trabajo a su
sobrino?, deca alguno burln. A lo mejor es que
est muy afectado responda otro parroquiano de la
taberna entre las sonrisas amargas de los que le
escuchaban.
Cuando se hizo claro a finales de agosto de
1916 la culpabilidad de Nilo Aurelio por la muerte
de Manuel Ferrero, todos en el pueblo recordaron el
71

caso de Quintn. Alguno incluso se puso en contacto


con los peridicos de la capital cuando algn
reportero cay por all. De la prensa lleg a la
polica, desde ella a los juzgados hasta que tom las
riendas de la investigacin el juez Flix Gazo.
Ante los rumores insistentes en torno al
envenenamiento de Quintn Andrs, lo primero que
se procedi fue a examinar el almacn que yaca casi
abandonado. Por all haba pasado con el tiempo
Nilo Aurelio para hacer un negocio puntual y salir
pronto del pueblo, donde ya no era bien recibido
pero donde an disfrutaba de algunos contactos que
preferan descartar los rumores maliciosos. Si haba
alguna prueba incriminatoria, pensaba el juez, haba
tenido tiempo para hacerla desaparecer, del mismo
modo que rompi aquella botella que a saber qu
podra contener, seguramente la ltima bebida del
fallecido.
An as, el examen del almacn condujo, entre
restos de abono, sacos y alguna maquinaria en mal
estado, hasta dos frascos: uno contena un lquido
rojizo mientras en la superficie aparecan dos tibias
cruzadas; otro estaba medio lleno de un lquido
verdoso claro mostrando en la superficie una
72

etiqueta que anunciaba explcitamente contener


veneno.
La noticia corri por todo el pueblo mientras
muchos meneaban la cabeza y murmuraban: Ya lo
deca yo. De todos modos, afirmaba el forense,
sera extrao que, en caso de utilizarse un veneno,
ste fuera de naturaleza mineral, algo que
permanecera en los restos del cadver por muchos
aos. En cambio, sostena, un veneno orgnico de
origen animal se descompondra en poco tiempo sin
que quedara rastro de ello. En este ltimo caso, no
habra pruebas suficientes para inculpar a Nilo
Aurelio de un supuesto asesinato.
El 12 de septiembre se procedi a la
inhumacin del cuerpo en el cementerio civil. La
expectacin fue enorme, con racimos de personas
subidas a las tapias para contemplar el espectculo
mientras varios guardias intentaban mantener
alejados a los curiosos. Se procedi all mismo a
extraer las vsceras que quedaban y depositarlas en
frascos lacrados que se enviaran a un laboratorio en
Madrid, al objeto de encontrar rastros de veneno. El
resto del cuerpo qued en manos del forense de
Medina, doctor Juan Velasco.
73

Con el tiempo se sabra que el anlisis


efectuado en Madrid no haba arrojado resultado
positivo alguno. Eso no quera decir que no se
hubiera empleado veneno, como decimos antes, sino
que ste poda ser orgnico e indetectable cinco aos
despus del fallecimiento. Eso significaba que Nilo
Aurelio quedaba libre de un nuevo procesamiento?
La sorpresa provino del examen del propio
cuerpo por el forense de Medina. En su informe
sostena, tras cuatro das de trabajo:
Pudimos observar con relativa facilidad
que el asta mayor del hueso hioides del
lado derecho estaba fracturada por la
unin del tercio medio con el posterior.
Si analizamos con sentido crtico la forma
en que dicha fractura se ha producido,
teniendo en cuenta la posicin en que el
que cometi un acto criminal se coloca
para realizarle, hemos de suponer que la
agresin al desgraciado Quintn fue hecha
por el criminal por el lado derecho.
Es decir, la mano derecha del agresor
avanz hacia el cuello de la vctima en
forma de tenaza, poniendo al lado derecho
74

del cuello el dedo pulgar, y al izquierdo


los restantes. El dedo pulgar, de mucha
ms potencia que los otros, atenazse y se
hundi en el cuello de la vctima,
produciendo la fractura del asta mayor del
hueso hioides por la parte posterior, puesto
que dicho hueso, al sentir la presin del
dedo pulgar, tuvo que formar una especie
de comba hacia el interior, sobreviniendo
acto continuo la fractura.
Tenemos que asegurar tambin que, dada
la hora en que los hermanos Berretes
estuvieron con el Quintn en la estacin, o
sea, tres horas antes de aparecer muerto,
no hay veneno conocido que en tan poco
espacio de tiempo pueda producir una
muerte (La Accin, 23.9.1916, p. 3).
De repente, las evidencias sealaban
indefectiblemente que la muerte de Quintn Andrs
era un asesinato y que la causa directa del
fallecimiento fue la estrangulacin. No haba
constancias de veneno, lo que no quiere decir que no
existiera un bebedizo (disuelto en la botella de vino,
por ejemplo) que dejara sin apenas conocimiento a
75

la vctima. De otro modo sera difcil imaginar que


un joven fuerte se dejara dominar hasta la muerte
por un hombre ms de diez aos mayor como era
Nilo Aurelio.
En todo caso, eran pruebas que lo sealaban
como el asesino de su sobrino. Tal vez aquel crimen
aparentemente impune le animara a realizar el
cometido sobre Manuel Ferrero pensando que l no
era como el capitn Snchez, que no cometa
errores. Incluso, podra imaginar, era ms seguro
hacer desaparecer a la vctima para siempre que
dejarlo a la vista de todos, teniendo que conseguir un
certificado mdico y ser pbulo de todo tipo de
sospechas. Debi ser desconcertante para l resultar
atrapado por un crimen que crea ms perfecto que el
anterior. El 22 de octubre de 1911 el juez Flix Gazo
dio por cerrado el sumario remitindolo al Juzgado
que habra de procesar a Nilo Aurelio Saiz por la
muerte de su sobrino Quintn Andrs. Para entonces,
la vida del acusado haba experimentado un giro
dramtico.

76

Federico Saiz
Qu haces cuando te consideras casi
invulnerable y, de repente, te ves atrapado? En
primer lugar, negarlo todo. Las autoridades estn
equivocadas, la detencin es un error que ha de
aclararse en breve plazo. En el fondo piensas: Esto
no est sucediendo.
sa fue la reaccin de Nilo Aurelio cuando los
policas se presentaron en la fonda La Espaola
donde estaba pernoctando junto a su amigo Pedro
Aragn. Es de imaginar la desorientacin de ste,
pero al menos su detencin no fue prolongada.
Pronto se averigu que era ajeno a las circunstancias
del crimen que se le imputaba a su compaero. El
caso de Restituto fue ms all porque se le llev
hasta Madrid y all tuvo que responder a las
preguntas del juez, sospechando que haba estado
encubriendo a su padre. Desde luego, nunca se
pens que estuviera involucrado en el crimen
directamente y al final, consigui salir libre de
sospechas. Su condicin de abogado adems le
permiti estar al tanto del procedimiento que se
segua contra l, muy endeble en cuanto a pruebas, y
77

demostrar que se careca de certeza sobre dicho


encubrimiento.
El sospechoso principal, aquel hombre
cincuentn de largas barbas que cojeaba por su
rema, fue trasladado en tren hasta Madrid. En
cuanto se corra la noticia de tal detencin, los
reporteros ms avisados se montaban en el mismo
tren y trataban de acceder al arrestado. Le vieron
abrumado en un rincn del apartamento donde
viajaba custodiado por unos guardias civiles. Estuvo
amarrado antes de subir al vagn y a su llegada a la
estacin madrilea del Norte, pero le soltaron las
ligaduras a lo largo del trayecto.
Los periodistas no pudieron entrevistarle a su
gusto pero s se asomaron a la puerta del
apartamento donde viajaba para preguntarle si era el
autor de semejante crimen. l lo neg. Elev la voz
para proclamar su inocencia, diciendo que nada
saba de todo aquello. Uno de los reporteros le
espet: Y su hijo Federico, est implicado en el
crimen?. La reaccin spera y enrgica de Nilo fue
inmediata: Mi hijo no, contra mi hijo no hay
nada!. Repiti esa exclamacin como un mantra
hasta que los guardias expulsaron a todos los
reporteros del vagn del mismo modo que cerraban
78

las ventanillas al llegar a las estaciones, donde una


multitud de curiosos intentaba atisbar a aquel
hombre que, hundido en su asiento, an murmuraba
Mi hijo no!.
Aquello hizo vibrar una nota disonante en el
interior de Nilo Aurelio. Si su hijo era acusado, si
aquel muchacho de apenas 18 aos poda ser incluso
llevado hasta el garrote, l reconocera toda su culpa
pero sin implicarlo en lo ms mnimo. Si hubo o no
tal implicacin del joven sera un tema que se
extendera a lo largo de dos aos, hasta el juicio. En
todo caso, Nilo no era un novato en las lides
jurdicas, como es sabido. Aunque no casos penales,
cargaba en su historial decenas de pleitos. No es
descartable que, si Federico estaba implicado en el
crimen, hubieran construido previamente una lnea
de defensa pero resulta dudoso porque Nilo no
pensaba siquiera ser detenido. Si tuvo que
improvisar una versin que exculpara a su hijo hay
que reconocer que la construy bien, tal vez en aquel
mismo viaje en tren.
Cuando fue conducido custodiado y en medio
de la expectacin del pblico, por el andn de la
estacin en Madrid, iba cabizbajo, envejecido. Ya no
era el Nilo Aurelio que haban mostrado los
79

peridicos, ese hombre simptico y de aspecto


enrgico, con una larga barba negra que impona
respeto. Los peridicos comentaban con un poco de
sorpresa: No tiene aspecto de criminal, como si el
asesinato marcara el aspecto de un hombre. An se
pensaba que estaba asociado a un mal vivir, a un
aspecto de abandono y de vida ruin.
El Nilo Aurelio que caminaba por aquella
estacin rodeado de policas y curiosos, con la
mirada baja, la barba canosa y descuidada, pareca
un viejo indefenso. Le haban cado diez aos
encima tal vez en aquel viaje ferroviario. Cuando
lleg ya saba, abrumado, alarmado, que confesara
ante el juez. Cualquier cosa menos que condenaran a
su hijo Federico.
Al da siguiente, 2 de septiembre, fue
interrogado por el juez D. Jos Oppelt. Los
periodistas ya le haban gritado en el tren que haban
encontrado el cadver de Manuel Ferrero en la calle
Lanuza. Comentaron despus la cara de
consternacin que observaron en l. Nadie le haba
dicho nada hasta ese momento, tal vez pensara que
todo era un error y que le llevaban detenido en la
creencia de que escapaba a su obligacin de declarar
nada ms. Pero si haban encontrado el cuerpo
80

tambin saba el juez que aquel hotel lo haba


alquilado l junto a su hijo Federico. Fue entonces
cuando empez a gritar la inocencia de su hijo.
Ante el juez construy una defensa para s,
una explicacin donde su hijo no interviniera en los
dos momentos que podran inculparlo: el acto
criminal en s y las obras posteriores para enterrar el
cadver. Ni asesino ni cmplice, de aquello quera
que exculparan a su hijo.
En la Crcel Modelo an no haba coincidido
con l, al que detendran un da despus en Miranda
de Ebro. Un muchacho adolescente an, de mirada
huidiza y acobardada, de aspecto inocente, que
habra de compartir el tren que le llevaba a Madrid
con la propia familia de Manuel Ferrero, que lo
tom en Zamora llamados por el juez para declarar.
Cuando llegara a la Modelo su padre ya haba
declarado su culpabilidad. Seguramente, si no lo
haban hecho antes tendran ocasin en ese momento
de hablar de manera que, para salvarse segn le dijo
su padre, deba adoptar la versin que haba dado en
el Juzgado.
Cul fue esta confesin? Una harto
inverosmil: lo mat en defensa propia. Los hechos,
segn Nilo Aurelio, sucedieron del siguiente modo.
81

El Sr. Ferrero haba acudido a su despacho el da 5


de junio, a la salida de su conversacin con el
gerente del Sindicato. Al no encontrarlo en casa le
dej recado de que quera hablar con l. Repiti su
visita el da 6 con el mismo resultado: el agente de
negocios no estaba y volvi a insistir en la necesidad
que tena Ferrero en hablar con l para llevar
adelante la transaccin con el Sindicato.
No fue hasta el da 8 cuando se encontraron
por casualidad en la Puerta del Sol. Charlaron del
negocio que se traan entre manos, tomaron el
tranva para llegar hasta el hotelito de la calle
Lanuza, donde Nilo dijo que hablaran ms
tranquilos y podran tomar una sidra que tena all
almacenada.
Entraron por el jardn, por lo cual nadie los
vio en su llegada. Se sentaron ante la mesa, nico
mueble de la vivienda, y continuaron su charla que,
segn Nilo, fue encrespndose por momentos.
Ferrero le recrimin que le hubiera estado rehuyendo
desde que lleg a Madrid, que no respondiera a sus
recados dejados en la calle Preciados. Le pregunt a
qu estaba jugando con l. Nilo Aurelio lo neg todo
pero la actitud de Ferrero fue hacindose ms
violenta cada vez, le agarr de las solapas, le
82

zarande a pesar de su avanzada edad. Finalmente,


llegaron a las manos y pelearon. Debido a su cojera,
Nilo cay y el de Pozuelo se fue tras l cerrando sus
manos en torno a su cuello. Cuando se senta asfixiar
Nilo tante con las manos hasta agarrar el pico que
casualmente estaba muy cerca. Con l propin un
golpe en la cabeza a Manuel Ferrero que dej de
moverse. Estaba muerto.
Muy alarmado por lo sucedido, temiendo que
se pensara que l lo haba matado a propsito, lo
arrastr hasta la carbonera para esconderlo all.
Pensando en cmo deshacerse del cadver, muy
alterado, sali del hotel para irse a tomar un vino a
una taberna cercana. All se le acerc casualmente
un golfo que le pidi limosna porque no tena
trabajo. T quieres trabajo? le pregunt Nilo.
Pues vente conmigo que me vas a ayudar a levantar
un piso.
Dicho y hecho, acompaado por el golfo
encontrado tan oportunamente, volvi al hotel y
entre ambos levantaron toda la tarima de madera. A
continuacin le dijo: Ahora vamos a excavar en el
suelo porque estoy pensando en construir una
bodega y quiero saber si se puede. De manera que
ah tenemos al golfo, como fue repetidamente
83

descrito, dndole al pico con todas sus fuerzas para


abrir una fosa de metro y medio de largo y de
profundidad irregular hasta llegar a los 90 cm.
Despus de aquello Nilo le pag y le despidi. Eso
fue todo lo que tena que contar. Agarr por los pies
el cadver y lo llev desde la carbonera para
arrojarlo en la fosa. A continuacin le ech tierra
encima procedente de la excavacin y apison todo
el suelo de la sala comedor.
La versin de la defensa propia no se sostena
en modo alguno. El informe de los mdicos forenses
era taxativo: el violento golpe que acab con la vida
de Manuel Ferrero se le propin por detrs y cuando
la vctima estaba sentada y el asesino de pie tras l.
La direccin del hachazo era inequvoca, no caba
que fuera un golpe casual durante un forcejeo en el
suelo.
Las fechas tampoco concordaban en absoluto.
El anciano haba desaparecido el da 6 a las nueve de
la maana. Dnde se supone que podra haber
estado hasta el da 8 nada menos? Aquello no se
sostena. El remate era la historia del golfo, un
pordiosero inidentificado, un comodn imposible de
localizar en la historia que se haba inventado el
acusado con el propsito fundamental de exculpar a
84

su hijo. Porque pareca evidente, si las fechas


concordaban con los testimonios, que el piso de
madera se haba levantado con una rapidez que
exclua el trabajo de un hombre mayor, solitario y
con cojera.
El testimonio de Nilo Aurelio era incierto pero
cunto de falso haba en l? La verdad era que
sembraba la duda sobre el papel de Federico que, a
fin de cuentas, en la versin de su padre no era
necesario. Para alterar ms el nimo de la opinin
pblica varios meses despus, en abril de 1917, un
detenido en Crdoba por delitos menores sostuvo
ante el juez que l era ese golfo que haba ayudado
a Nilo Aurelio en la obra del hotelito.
Pronto se revel falsa esa identificacin.
Aquel tunante solo pretenda que le trasladaran
gratuitamente a Madrid, donde seguir ejerciendo su
oficio de ladrn, ms lucrativo en la Corte que en la
ciudad andaluza. Pero mientras tanto, ya haban
aparecido titulares de que el golfo buscado exista.
La rectificacin al da siguiente qued relegada a
una pgina interior de los mismos diarios.
Hasta junio de 1918 no tuvo lugar el juicio
contra Federico Saiz. El acusado, ya de 20 aos,
acudi esposado, con un traje oscuro y una camisa
85

blanca que combinaba la palidez de su rostro con un


apunte de inocencia. Los comentarios periodsticos
sobre su apariencia lo vean con conmiseracin. Se
deca de l que era un chico asustado, de buen
natural al decir de todos los que lo conocan, incapaz
de hacer dao a nadie. La opinin pblica ya le
haba juzgado inocente antes de que empezara su
interrogatorio.
Su lnea de defensa fue simple cuando se
sent en el banquillo de la Casa de Cannigos para
responder a las preguntas del fiscal. No haba sabido
nada de Ferrero, del mismo modo que conoca que
su padre se dedicaba a los negocios pero no cul
fuera su naturaleza. l se dedicaba a estudiar el
primer curso de la carrera de Derecho y obedecer a
su padre sin cuestionar sus razones ni su autoridad.
Era cierto que intervino en el alquiler del hotel
(Cristbal Romero ya le haba identificado y era
imposible de negar). Fue l quien se present a
preguntar inicialmente por encargo de su padre y
quien volvi al da siguiente para saber la respuesta
definitiva del casero. Tambin haba comprado la
bombona de cido sulfrico (el vendedor tambin le
haba identificado, as como el proveedor del
material restante). Su padre le haba dicho que
86

quera hacer obra en el jardn y deseaba matar las


hormigas, de ah la bombona, el pico, la pala y
dems herramientas. Preguntado por el hacha, que
formaba parte de su compra, respondi que lo haba
entendido como parte del equipo de jardinera, nada
ms.
Al negar haber conocido a Ferrero se
descartaba como coautor del crimen. En efecto, no
haba sabido nada de l, no lo conoca ni lo vio. La
primera vez que supo de la vctima fue al ser
detenido. Su implicacin ayudando a su padre
origin algunos momentos de tensin ante el tribunal
pero a la insistencia del fiscal repuso casi sin
alterarse que l no haba participado en levantar el
suelo ni abrir la fosa.
Es cierto que fue en una ocasin y vio a un
pordiosero arreglando el jardn pero no prest
atencin. Su padre le dijo que lo haba contratado
para limpiar y no pregunt ms. Dado que el
maestro de obras y su ayudante tambin le haban
identificado admiti que estuvo presente el da en
que se coloc el baldosn, que entraba y sala
vigilando que los trabajadores cumplieran su
cometido y eso era todo.
87

La cuestin para el tribunal era si se admita


como posible la existencia de aquel golfo o no. El
fiscal lo descart como una leyenda, un invento,
pero la declaracin de Nilo, leda en la segunda
sesin del juicio, dej en el aire esa posibilidad, lo
que en trminos actuales se conoce como una duda
razonable.
El 15 de junio de 1918 los tres miembros del
tribunal dictaminaron la inocencia del procesado
Federico Saiz y decretaron su libertad. En esas
condiciones, uno se pregunta: dnde estaba su
padre? por qu no declar en el juicio? Ms an,
por qu no era l el principal acusado? La respuesta
a estas preguntas forma parte de aquello que hizo
ms famoso y controvertido, si cabe, el caso de la
desaparicin y muerte de Manuel Ferrero.

88

La locura de Nilo Aurelio


El caso de la muerte de Manuel Ferrero habra
pasado sin ms a los anales del crimen, al igual que
el del capitn Snchez, ocurrido tres aos antes, y
con el que se compar repetidamente por aquel
entonces. Sin embargo, tambin pasara a la historia
de la medicina forense debido a la evolucin de Nilo
Aurelio hacia la demencia y el importante informe
del mdico y socialista Jaime Vera, referencia
fundamental en la psiquiatra judicial desde su
publicacin.
Vayamos explicando paulatinamente ese
proceso hacia la locura del principal acusado del
crimen de la calle Lanuza. Ya dijimos que, al llegar
a la estacin del Norte despus del que sera para l
un interminable viaje en tren, Nilo Aurelio apareci
ante los fotgrafos y curiosos como un hombre
abatido, de mirada baja y aspecto descuidado y
envejecido. Cuando le apresaron entendi que le
haban estado buscando para declarar simplemente y
por ello protest su inocencia y el hecho de que le
amarraran para subirlo al vagn que le llevara a
Madrid.
89

Ya en el tren se enter de algn modo de dos


hechos que le trastornaran: Se haba encontrado el
cadver de Manuel Ferrero y se implicaba a su hijo
Federico en la comisin del crimen o al menos en su
complicidad y encubrimiento. En aquel momento, la
ficcin que Nilo se haba construido como inocente
de toda acusacin se derrumb con estrpito pasando
a decir que, sobre todo, su hijo era inocente. Desde
entonces todo su empeo, ya que no poda negar el
enorme conjunto de evidencias que se acumulaba
sobre l, fue construirse una coartada en torno a la
defensa propia y sobre todo, exculpar a Federico.
Mientras lo primero resultaba inverosmil respecto a
lo segundo tuvo claro en qu poda inculparse su
hijo y construy una historia que otorgara la duda
razonable que le absolvera en el juicio. De ah la
supuesta existencia de un golfo que nunca se
encontr.
Inmediatamente despus de que su ficcin
como hombre inocente se derrumbara, Nilo Aurelio
se consider satisfecho con la nueva ficcin que
haba construido: l solo haba repelido la agresin
de la vctima y el golfo le haba ayudado a hacer la
tarea en que, muy probablemente, intervino su hijo.
Desde el momento en que realiz la confesin ante
90

el juez explicando todos los extremos de su versin


su actitud cambi radicalmente. Del abatimiento
pas a la euforia, del silencio a la verborrea
incontenible. A todos los que se le ponan por
delante, compaeros de prisin en la Modelo,
carceleros, abogados, reporteros, contaba dicha
versin y lo haca sin variaciones una y otra vez,
como si se regodeara con ella, en una necesidad
apremiante de ser credo, como si el repetirla
constantemente hiciera ms real la ficcin.
Es el momento en que empieza a escribir
cartas. Estaba tan alejado de la realidad jurdica que
lo aguardaba que se permiti mandar una misiva
alarmante a Cristbal Romero, el propietario del
hotelito alquilado en la calle Lanuza. En ella le
reclamaba la devolucin de una mensualidad de
alquiler por no haber ocupado la vivienda todo el
tiempo que haba pagado, y exiga que vendiera los
escasos muebles que contena remitindole tambin
el dinero de la venta. En ambas instrucciones se
denota el Nilo Aurelio acostumbrado a sacar dinero
de debajo de las piedras a base de reclamaciones.
Para culminar lo dicho, pasaba a un tono
amenazante: Planteaba que declarara ante el juez
91

haber visto trabajar al golfo de marras si no quera


que le acusara de complicidad en el crimen.
Romero, alarmado, se dirigi a un abogado
que le aconsej llevar la carta ante el juez Oppelt,
como as hizo. ste la incluy en el sumario como
prueba incriminatoria y por si constitua elemento en
un futuro proceso por amenazas. Preguntado por el
contenido de su carta, Nilo se rio diciendo que
aquello era una de sus genialidades y que no poda
acusar a nadie de complicidad porque l y solo l era
culpable de la muerte de Ferrero.
Poco despus dirigi otra carta y esta vez al
mismo juez de instruccin que preparaba el sumario
e interrogaba a los testigos. Ya saba que las pruebas
se acumulaban porque todos ellos (Cristbal
Romero, Manuel Montes y dems) le identificaban
sin dudarlo, pero su obsesin era su hijo. Le deca en
la carta al juez que un espritu le haba dicho que
Federico haba sido asesinado en su celda, que l
mismo haba visto el cadver. Entramos en la fase
alucinatoria de su crisis.
Como
luego
destacara
el
informe
psiquitrico, Nilo Aurelio empez a simular estar
loco. Gritaba en medio de la noche que se le
apareca el espritu de Quintn dicindole: No
92

tengas cuidado, Nilo; t eres inocente y quedar


demostrado ante la sociedad. No obstante, segua
gritando que vea un patbulo y clamaba ante los
carceleros: No lleven a mi hijo, que es inocente.
Solo yo soy culpable!. Dej de comer, gritaba a
todas horas, formaba escndalo tras escndalo por
las noches, apenas dorma.
El director de la crcel Modelo, ante la
persistencia en su actitud delirante, le envi a la
enfermera de la prisin para aislarlo y observarlo.
La consecuencia de este hecho es que dej de ver a
su hijo, con el que haba paseado alguna vez por el
patio, a sus familiares e incluso a su abogado. La
normativa de la crcel prohiba el acceso a otras
personas mientras se encontrara en la enfermera. De
todos modos, el director pas aviso al juez de
instruccin que empez a barajar la posibilidad de
que una comisin de mdicos frenpatas examinara
al acusado. Por el momento, el sumario, que estaba a
punto de concluirse y remitirse a la Audiencia para
abrir el correspondiente juicio oral, se detuvo a la
espera de saber si habra de incluirse ese informe
mdico.
Segn las interpretaciones mdicas muy
posteriores Nilo Aurelio, satisfecho y hasta eufrico
93

con su nueva versin, una ficcin ms que le


permita enfrentarse a su vida, ya que no a su
realidad, empez a simular la locura con la que
algunos reos de mxima pena pretendan salvar la
vida. Haba pasado ya en algunos (muy pocos) casos
que haban pasado a la historia de la medicina
forense. La aparicin del patbulo no era una
alucinacin gratuita, realmente senta miedo de ser
ajusticiado, algo que pareca casi inevitable. La
adicin del caso Quintn, que pretenda olvidado, un
crimen perfecto del que nadie haba sabido nada,
termin de espantarlo. De manera que es muy
posible que simulara para evitar la ltima accin de
la justicia pero tambin que empezaba a sentir pavor
ante la ltima pena.
Mientras se constitua el tribunal mdico Nilo
empez a pintar desmaadamente las paredes de la
enfermera: Federico, te vengar, Vale por
(ilegible) pesetas. Quintn. Restituto Siz, su hijo y
abogado, comentaba a los reporteros que su padre
siempre haba sido de carcter exaltado, que tena
arrebatos, sus genialidades como llamaba, que
podan atemorizar a la familia. Por otra parte, se
deca que el preso mostraba un aspecto demacrado,
abatido, con un grave rema en el lado derecho,
94

quejndose de dolores de cabeza. Junto a esa


situacin, tambin conoca puntuales momentos de
exaltacin cercanos a la locura.
La oportunidad de estos arrebatos, cuando iba
a ser juzgado y contando con que se pedira la
muerte en el garrote, haca que muchos creyeran sin
dudarlo en su fingimiento.
Es una nueva estratagema para eludir el
juicio de los hombres o es que su
conciencia acusadora dio al traste con su
razn al ponerle delante, en sus ratos de
insomnio, las figuras dolientes de las que
fueron sus vctimas? (El Liberal,
22.9.1916, p. 2).
La pregunta era razonable pero no pareca ser
exactamente el caso. Manuel Ferrero nunca se le
apareci en sus alucinaciones sino que lo haca una
de sus vctimas ciertamente (Quintn, su sobrino
poltico) y su hijo Federico, al que vea muerto. En
suma, expresaba lo ms profundo de sus miedos ms
que la contricin por sus crmenes y la visin de sus
vctimas (su conciencia) acusndole.
95

Finalmente, el equipo mdico se constituy a


instancias del juez. Estaba formado por tres mdicos,
ninguno de los cuales era una eminencia en
enfermedades mentales: Leoncio Temes, Joaqun
Segarra y Eduardo Mndez. La clave del asunto era
determinar si el acusado de aquellos crmenes
menta y estaba fingiendo locura o no. La
simulacin, al decir de los mdicos, era ms difcil
de lo que pareca. Exiga, en primer lugar, una
resistencia fsica notable para forzarse a paroxismos
nerviosos
constantemente,
as
como
un
conocimiento tcnico de la sintomatologa nerviosa
que no era habitual en el simple acusado de un
crimen. No era extrao entonces que se exageraran
los sntomas o estos fuesen contradictorios.
Por otro lado, haba tcnicas para determinar
si el sujeto simulaba o no. La ms traumtica y que
se empezaba a descartar era someter al paciente a
prolongadas duchas heladas o amenazarle con una
intervencin quirrgica cerebral que permitira
solucionar sus problemas. Muchos confesaban
entonces estar saludables. Pero haba mtodos ms
sutiles. Introducido en un autntico manicomio, el
simulador tenda a imitar las actitudes y gestos de
sus nuevos compaeros, incluso entrando en
96

contradiccin con los sntomas que le haban llevado


hasta all. Por ltimo, existan argucias de los
mdicos: Comentar entre ellos y delante del
paciente, la inexistencia de algn sntoma
fundamental, observando que al poco tiempo el
paciente empezaba a mostrar ese sntoma que, en
realidad, solo responda a la fantasa de los propios
mdicos y ejerca de testigo inexorable del
fingimiento.
Mientras se desarrollaba el anlisis mdico de
los tres forenses y se paralizaba el sumario a la
espera del resultado, pasaron ms cosas. As, se
constituy en la enfermera el 27 de octubre el
Juzgado de instruccin de la Inclusa, con el juez
Flix Ruz a la cabeza, para responder al exhorto que
a tal efecto haba cursado el juez de Medina del
Campo. Interrogado por las circunstancias de la
muerte de Quintn, Nilo afirm no haberlo conocido
ni saber nada de l, adems de aseverar que l no
haba estado nunca en dicha poblacin. En suma, no
saba nada sobre la cuestin que se le preguntaba. Su
actitud era confusa, vacilante, aunque en ocasiones
pareca recuperarse y contestar con normalidad
aunque sin recordar nada de aquella fase de su vida.
97

Para entonces, el abatimiento, la inapetencia y


el insomnio haban dado paso a un decaimiento
general que se prolongaba casi indefinidamente.
Cada vez hablaba menos, aunque coma y dorma
nuevamente con normalidad. Eso dio paso a
comentarios maliciosos de algunos peridicos en
torno al hecho de que, paralizado el sumario como
deseaba, Nilo haba recuperado el hambre, las ganas
de dormir y, en suma, una completa normalidad. Era
cierto que tena arrebatos en que tiraba su ropa y
hasta la tapadera del retrete al patio pero luego se
tranquilizaba, sobre todo si no se le haca mucho
caso. En diciembre, tras dos meses de observacin,
el Imparcial se preguntaba hasta cundo se iba a
prolongar esa situacin, con un acusado menos
exaltado, con un comportamiento casi normal, y sin
la posibilidad de ser juzgado por sus crmenes.
Finalmente, el 20 de enero de 1917, los
mdicos emitieron su informe. El diagnstico exacto
fue que el paciente padeca una "confusin mental
aguda de forma astnica que se manifestaba en una
prdida de memoria. Entendan que el padecimiento
poda agudizarse y hacerse crnico si no se le
internaba en algn centro adecuado al propsito de
mejorar su situacin mental. Los mdicos,
98

prudentes, no llegaban a manifestar si estaba loco o


no a efectos jurdicos, es decir, si distingua el bien
del mal y si disfrutaba de libertad suficiente para
elegir el camino de su actuacin.
Sin embargo, al juez Oppelt, que se senta
muy presionado por la opinin pblica, le bast para
incluirlo en el sumario y darlo por cerrado. Si no se
deca que estaba loco y era un irresponsable, es que
poda ser juzgado. Adems, segn todos los testigos
que le conocieron, cuando cometi sus crmenes
mostraba un adecuado equilibrio mental y no
mostraba signo alguno de locura. De manera que el
30 de enero lo remiti a la Audiencia para dejar paso
al juicio oral.
El caso, de todos modos, habra de dar ms
vueltas. Nilo Aurelio estaba en boca de abogados y
jueces, de periodistas y gacetilleros. Estaba loco o
no lo estaba? El jefe de la Audiencia, tras examinar
los ms de mil folios del sumario, revoc su cierre
remitindolo de nuevo al juez Oppelt para que se
emitiera un informe mdico ms concluyente sobre
la posible irresponsabilidad jurdica del acusado.
Cuando el juez Oppelt encontr de nuevo el
sumario sobre su mesa el 14 de marzo de 1917 supo
que la Audiencia le haba tirado de las orejas por lo
99

que pidi informes sobre aquellos mdicos que


fueran autoridades indiscutibles sobre la cuestin.
Supo entonces que deba dirigirse en Madrid al
departamento de Electroterapia del Hospital
Provincial donde trabajaba como profesor de
enfermedades mentales el doctor Jaime Vera Lpez,
de 58 aos por entonces.
Vera haba sido cofundador del partido
socialista junto a Pablo Iglesias y llevaba adelante
una constante actividad poltica, pero su talla como
mdico era incluso superior. Se le considera
merecidamente el fundador de la psiquiatra
moderna en Espaa, creador del departamento del
que era profesor, pionero en el tratamiento
humanitario de los enfermos mentales. Habra de
morir el 19 de agosto de 1918 ante la consternacin
de sus compaeros socialistas y la clase mdica ms
avanzada del pas, pero antes sera el autor principal
de un informe sobre Nilo Aurelio que sentara las
bases de futuros trabajos forenses y psiquitricos.
El juez Oppelt se puso en sus manos. Vera
exigi a su equipo en el Hospital Provincial,
incluyendo los tres mdicos que fueron autores del
primer informe sobre el acusado. Tambin plante
que ste fuera conducido hasta la seccin
100

correspondiente del mismo hospital donde podra ser


observado todo el da en su comportamiento, adems
de sometrsele
a
las
pruebas
mdicas
correspondientes. Exigi tambin un largo tiempo,
algo ms problemtico, pero a lo que finalmente
cedera el juez. Su informe se hara pblico tras siete
meses de trabajo, el 23 de noviembre de 1917. Ni
siquiera pudo presentarlo su titular, enfermo por
entonces, y habra de hacerlo su ayudante Jos Mara
Serrano.
En el prembulo del mismo Vera agradeca el
tiempo inusual para mejorar el diagnstico y, sobre
todo, para observar la evolucin en la demencia de
Nilo Aurelio. Luego haba cinco partes escritas
rigurosamente pero en un lenguaje alejado de
tecnicismos.
En primer lugar, se trataba del estado del
procesado en ese momento. Nilo Aurelio era
fsicamente casi un invlido, dado el avanzado
estado de su rema que prcticamente le dejaba
paralizados los miembros inferiores, particularmente
en su lado derecho. Sin embargo, era ms llamativa
su postracin psquica, vegeta pero no vive segn
se afirmaba, de manera que, si bien haca sus
funciones fisiolgicas con normalidad (incluyendo
101

comer y dormir) su actividad anmica superior,


pensamientos, ideas, etc. estaba anulada o era
inapreciable.
Eso produca una continua actitud de
impasibilidad ante cualquier estmulo externo
haciendo caracterstica su inmovilidad (acentuada
por el malestar fsico), su silencio y lo que se
describa como un paladeo ruidoso, un ruido
formado por la lengua en el paladar que emita de
manera inconsciente y continua, tal vez como un
recuerdo, afirmaba Vera, de un habla interior. Hoy
en da se sabe que un sntoma como ste es propio
de una regresin neurolgica muy habitual en
cuadros demenciales.
En cuanto al proceso patolgico ms general,
el primer diagnstico era el de una enajenacin por
agotamiento emocional. El sujeto haba vivido de
manera patolgica una sucesin de continuos
fraudes engaando a otros y engandose a s
mismo. La necesidad era continua y no revelaba una
gran inteligencia por su absurdo comportamiento.
As, de haber querido ganar dinero y triunfar en su
profesin habra vendido abono en buenas
condiciones y ganado el beneficio correspondiente,
acrecentando su fama de buen negociante. Sin
102

embargo, necesitaba engaar mediante distintas


tcnicas, vendiendo tierra normal como si fuera
abono, de manera usual.
Ese tipo de actitudes, esa necesidad de crear
ficciones viviendo del engao continuo, haba
pasado factura en el momento de crisis que empez
a vivir con su detencin, cuando la realidad le haba
cado encima con un peso inesperado (las dos
muertes, la evidencia, la acusacin al hijo) para el
que no estaba preparado. Ya no le quedaban ms
ficciones, no era capaz de engaar de nuevo. Todo
eso haba generado un agotamiento emocional
extremo que le conduca a la demencia.
Otro apartado se preguntaba si Nilo Aurelio,
tal como decan muchos, era o no un simulador. La
respuesta de Jaime Vera resultaba especialmente
novedosa en aquel tiempo, cuando se consideraba la
cuestin como blanco o negro, haba simulacin o
no la haba. El mdico estimaba que el acusado s
haba empezado simulando los sntomas de una
enajenacin. Pero observaba que todos los locos lo
hacan, engaaban, mostraban sntomas a su
capricho, simulaban sin recato para confundir a los
mdicos, por placer propio o para obtener alguna
103

ventaja. Que Nilo Aurelio hubiera simulado al


principio de su reclusin se daba por hecho.
Consideremos las supuestas alucinaciones.
Deca ver a Quintn, la muerte de su hijo, el patbulo.
Por supuesto, todo ello estaba construido sobre sus
miedos pero muy posiblemente fueran en un primer
momento propio de un engao. Sin embargo,
escuchndole en ese momento hablar (cuando lo
haca) de un hombre con bigote negro al que quera
clavarle un clavo en la cabeza, daba la impresin de
que ya no simulaba nada. Como bien deca Vera, el
paciente quera mostrar voluntariamente los
sntomas de una locura y para ello empleaba
precisamente los que le eran ms fciles de utilizar,
las incoherencias que en l eran ms naturales, en
suma, queriendo simular unos sntomas de demencia
empleaba precisamente los sntomas que le eran ms
propios de su propia naturaleza enferma.
En otras palabras, la simulacin de
alucinaciones y otros sntomas poda ser primero
voluntaria y luego convertirse en una actuacin
automtica que agudiza y se suma a una
perturbacin previa. Adems, la simulacin
constante y forzada de sus comienzos aument el
agotamiento psquico que se ha comentado hasta
104

conducir, como era caso de Nilo, a una completa


demencia.
Puede el que simula la locura fingir
fenmenos frenopticos aislados o ms o
menos lgicamente coordinados. Lo que
no puede fingir es el total proceso de una
enfermedad mental, ni de este proceso
todos los hechos somticos o de orden
intelectual y moral, que son automticos y
que la inteligencia ms o menos
adoctrinada y la voluntad ms poderosa y
el ms poderoso dominio de s mismo no
pueden ocultar, si existen; ni fingir, si
faltan (El Imparcial, 23.11.1917, p. 3).
Tras una larga argumentacin en este sentido,
Jaime Vera pasaba a relacionar pruebas mdicas
objetivas en torno a la impasibilidad y anulacin
emocional de Nilo Aurelio. As, consideraba la
medida de la respiracin y el latido cardaco cuando
el paciente era sometido a un choque emocional.
Para ello se midieron dichas variables con la llegada,
despus de meses de alejamiento, de su hijo
Restituto. Segn observaron los mdicos, su latido
105

cardaco, que era de 78 pulsaciones por minuto se


mantuvo imperturbable frente a l. Del mismo
modo, la respiracin no se alter lo ms mnimo. La
conexin emocional con la realidad apareca rota y
sin relacin.
Con todo ello se emita un diagnstico como
conclusin de todo el informe: Don Aurelio Nilo
Sainz es actualmente un enajenado de forma
demencial.
Mientras se conclua el sumario por segunda
vez y se remita a la Audiencia, Nilo Aurelio se
mantuvo en la enfermera de la Crcel Modelo. En
abril de 1918, dos aos despus de su crimen sobre
Ferrero, haba progresado la parlisis de sus piernas,
apenas se mova y, al decir del carcelero que le
vigilaba constantemente, estaba sumido en un estado
de idiotez.
El 9 de junio de aquel ao, cuando an rugan
los caones de guerra en el escenario europeo, Nilo
Aurelio fue trasladado finalmente al manicomio de
Valladolid donde habra de fallecer tiempo despus.
No supo probablemente que su hijo Federico haba
sido finalmente absuelto, ignor qu fue de unos y
otros, sumido en un estado de demencia del que no
conseguira salir jams.
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