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Genero y Sexualidad en El Mexico Antiguo
Genero y Sexualidad en El Mexico Antiguo
Genero y Sexualidad en El Mexico Antiguo
Gnero y sexualidad
en el Mxico antiguo
Miriam Lpez Hernndez
Mara J. Rodrguez-Shadow
editoras
NDICE
PRESENTACIN
REFLEXIONES CONCEPTUALES
NO A LAS ETIQUETAS TERICAS. LA INSERCIN DE LOS ESTUDIOS
DE GNERO EN LA PRCTICA ARQUEOLGICA
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ALTIPLANO CENTRAL
MATERIALIZANDO EL GNERO: LA CMARA CIRCULAR EN CUICULCO
Adriana Medina Vidal
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Nicolas Balutet
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Elizabeth M. Brumfiel
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SURESTE DE MXICO
VESTIDAS O DESVESTIDAS?, ESA ES LA PREGUNTA. ICONOGRAFA
Y CONTEXTO DE LAS FIGURILLAS DEL FORMATIVO MEDIO EN
TABASCO
Miriam Judith Gallegos Gmora
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PRESENTACIN
Miriam Lpez Hernndez
Mara J. Rodrguez-Shadow
PRESENTACIN
La autora coteja las posibles causas del abandono del sitio con las
relaciones socio-polticas respecto a Teotihuacan, para profundizar en diversos
aspectos como: el paralelismo simblico de la cmara en Cuicuilco con otra
cmara construida debajo de la pirmide del Sol; la presencia del dios del Fuego
Huehueteotl sexuado; las interpretaciones de los smbolos de gnero en el mbito
religioso y mitolgico; el papel de la mujer en las prcticas sociales, entre otros. El
principal aporte de Medina es identificar la respuesta de la clase dirigente de
Cuicuilco ante el fenmeno eruptivo.
El trabajo de Enah Fonseca Ibarra, por su parte, estudia las relaciones de
gnero en el Estado teotihuacano en comparacin con el mexica. En el texto
destaca que el primero no promovi la asimetra de gnero, sino que impuls por
igual, sentimientos de solidaridad entre los miembros de los barrios a fin de crear
un lazo de lealtad directamente con el Estado.
Debido a que no existen fuentes escritas que describan el ideal femenino y
masculino para el Clsico, la arqueloga lo rastrea a travs de otro tipo de
evidencias, como las figurillas cermicas cuyos rasgos morfolgicos pueden
arrojarnos luz acerca de aquellos smbolos. A lo largo del ensayo titulado
Ideales femeninos y masculinos? Un acercamiento a la identidad de gnero de
teotihuacanos y mexicas, la especialista analiza dichos atributos con la intencin
de explicar cmo se pudieron haber relacionado stos con la construccin de la
identidad de gnero en las sociedades teotihuacana y mexica.
Concepciones sobre las sexualidades de las mujeres entre los aztecas es
el nombre de la investigacin de Rodrguez-Shadow y Campos Rodrguez en la
que examinan las nociones sobre la sexualidad femenina entre los aztecas que se
derivan de las fuentes documentales del siglo XVI. En su estudio parten de las
propuestas tericas del constructivismo, as consideran que en dicha sociedad la
sexualidad de las mujeres fue negada, excluida o enfatizada de acuerdo con los
intereses econmicos, polticos y sociales del rgimen estatal patriarcal, cuyo
discurso impact en el imaginario colectivo; sin embargo, indican que tambin
surgieron algunos resquicios para la oposicin o la resistencia, aunque en muchas
ocasiones ello implicara la muerte de las disidentes.
El siguiente texto, de Miriam Lpez y Jaime Echeverra, aborda la manera
en cmo la transgresin sexual fue simbolizada tanto mtica como
iconogrficamente en el pensamiento de los antiguos nahuas, sealando a la par
ciertas similitudes con otros grupos tnicos. La deformidad, falta de miembros
inferiores, el torcimiento del cuerpo y la ceguera fueron atributos de personajes
que violaron las normas sexuales cometiendo excesos como adulterios y actos
homosexuales. De esta manera, la discapacidad fsica es consecuencia de la falta
sexual, idea que se encuentra en el centro de la moral nahua.
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PRESENTACIN
La lengua nhuatl es naturalmente grave y, por tanto, sus palabras se acentan en la penltima slaba sin necesidad de
acento ortogrfico. Siguiendo este principio, en esta obra las palabras en dicha lengua no se acentan.
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REFLEXIONES
CONCEPTUALES
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de teoras, tornando a stas relativas (cfr. Castillo, 2006a; Manuel Gndara, 2005;
comunicacin personal).
LA ARQUEOLOGA DE GNERO: MODA, POSICIN TERICA, ARQUEOLOGA TEMTICA?
Los estudios de gnero emanados desde las ciencias humanas, sociales o
del espritu no son nada nuevos. De hecho, los estudios de gnero comenzaron a
desarrollarse desde finales de la dcada de los aos setenta del siglo XX (cfr.
Rodrguez-Shadow, 2007), a partir de los movimientos feministas de los aos
sesenta, aunque a partir de los aos noventa la arqueologa de gnero se ha
convertido en una importante vertiente de anlisis (Wiesheu, 2006:140).
ESPECIFICIDADES DE LA ARQUEOLOGA DE GNERO
En trminos generales, la arqueologa de gnero se aboca al estudio de los
roles de gnero de las sociedades pretritas, con la intencin de conocer las
causas e inicio de las desigualdades de gnero (Rodrguez-Shadow, 2004b;
2005a; Castillo, 2006b). Sin embargo, esta vertiente terica no solo persigue este
objetivo cognitivo, sino que busca corregir el sesgo androcntrico que ha imperado
histricamente en la prctica arqueolgica, as como criticar las mismas prcticas
polticas que gobiernan la praxis de la arqueologa (Johnson, 2000:154). El sesgo
androcntrico se refiere a la concepcin de que los hombres constituyen el centro
del universo, marginando a las mujeres de su posicin histricamente determinada
en la configuracin y mantenimiento de las sociedades. Evitar el sesgo
androcntrico implica evitar la asignacin de roles estereotipados (Sorensen,
1998:158) del tipo hombre-fuerte-cazador, mujer-recolectora-dbil. Pero el
mismo androcentrismo no para ah, ya que existe una tendencia subjetiva que
privilegia la posicin del hombre al momento de la escritura, por ejemplo, se hace
referencia al hombre como sinnimo de la totalidad de la humanidad, cuando en
realidad en el mundo social existen tanto hombres como mujeres. No obstante, es
muy probable que los acadmicos que hacen uso de adjetivos masculinos para
explicitar la realidad social, muchas veces no lo efectan con la intencin de
marcar una superioridad del hombre con respecto de la mujer, ya que como se
mencion, la escritura, en ocasiones, se torna subjetiva. Claro est que este tipo
de inconvenientes pueden subsanarse, de cierta forma, incorporando trminos del
tipo totalidad social, grupo social, agentes sociales, sujetos, etctera,
mismos que aluden a totalidades sociales.
En palabras de Rodrguez-Shadow (2007:41) el objetivo de la arqueologa
de gnero es
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examinar las variaciones en los sistemas de las relaciones de gnero en la prehistoria, la forma en
que se produjeron, las maneras en las que se reprodujeron y su papel en la dinmica social;
investigar cmo interviene la cultura material en la construccin de las relaciones de gnero e
identificar cmo se inserta el gnero en los discursos materiales.
Esta postura terica opera a travs del gnero y ste a partir de los roles
sociales que los cualifican. En este sentido, es menester distinguir entre sexo y
gnero. El primero se refiere a la diferenciacin genital entre hombres y mujeres,
es decir, una diferencia biolgica y gentica (Rodrguez-Shadow, 2004a:16),
mientras que el gnero es una construccin social que permite ejercer la
reproduccin social (Sorensen, 1998:159). El gnero tiene que ver directamente
con las normas, pautas, conductas y tabes que se encuentran relacionados con
las actividades que los hombres y mujeres pueden desempear en sociedad
(Gonzlez y Zamora, 2007:56), por lo que los roles de gnero se tornan en una
construccin cultural. Estas pautas culturales e identitarias sern reguladas por las
instituciones sociales. Ahora bien, si los roles de gnero son una construccin
cultural, y si partimos del supuesto de que la diversidad cultural es parcialmente
infinita, entonces debemos aceptar que los roles de gnero sern relativos y, en
consecuencia, variarn de sociedad en sociedad, por lo que el gnero es
dinmico, ya que las concepciones de ste tendern a cambiar con el devenir del
tiempo. Por lo tanto, el gnero no es esttico, sino dinmico.
MODA ACADMICA?
Sorensen (1998:157) ha indicado que la arqueologa de gnero, pese a
detentar una propuesta interesante de anlisis, se ha convertido en una moda
acadmica. Moda en el sentido de que si bien los partidarios de la arqueologa de
gnero han delineado los aportes que esta vertiente podra ofrecer a la prctica
arqueolgica, as como enfatizar la correccin de los sesgos androcntricos, sin
lugar a dudas ha dejado de lado la teorizacin en el mbito de la aplicabilidad
emprica, esto es, en las llamadas teoras de la observacin. La misma
investigadora (ibid.:163) argumenta que el gnero es un efecto y un proceso, el
cual se manifiesta empricamente. En pocas palabras, el gnero, al igual que las
manifestaciones ideolgicas se materializa en correlatos materiales (idem; cfr.
Smith, 2003). Lo anterior quiere decir que la cultura material contenida en los
depsitos arqueolgicos puede reflejar, de manera indirecta, algunas relaciones
de gnero entabladas en una sociedad concreta. La cuestin es que los
arquelogos se encuentren interesados en diseccionar este tipo de problemticas
desde la conformacin de un proyecto de investigacin, cosa que, en palabras de
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mayor parte del contexto. Por ejemplo, el hecho de que en una excavacin
arqueolgica se encuentre una profusa cantidad de malacates de barro, asociados
con una unidad habitacional con abundantes osamentas, ello no quiere decir que
dicho espacio era una unidad especializada de produccin de textiles, asociados
con el gnero femenino. Qu quiere decir esto? Que antes de establecer una
hiptesis o inferencia sobre los roles de gnero, es menester analizar,
primeramente, los restos seos para determinar su sexo, revisar, si es que
existen, registros escritos que nos permitan sustentar de mejor forma las
inferencias, as como evaluar los diferentes procesos de transformacin del
registro arqueolgico (cfr. Schiffer, 1996). Lo anterior tiene que ver con la
eliminacin de la errnea asignacin de roles de gnero por estereotipos, donde,
por ejemplo, las mujeres estaban dedicadas a actividades de hilado y los hombres
a actividades de corte ms pesado.
Lo que es innegable es que las mujeres se insertaron, en definitiva, en
diferentes actividades productivas y cotidianas, por lo que la misma arqueologa
de unidades habitacionales o arqueologa de las comunidades se ha visto en la
necesidad de incorporar, dentro de sus planteamientos angulares, algunos
cimientos emanados de la propia arqueologa de gnero (cfr. Wiesheu, 2006;
Hendon, 1997; 1999; Costin, 1996).
Ahora bien, si es correcto el planteamiento de Sorensen (1998) de que la
arqueologa de gnero se ha convertido en una moda acadmica reciente,
tenemos un problema. Algo que inhibe el crecimiento cientfico es precisamente
que una propuesta terica se convierta en moda, ya que cuando una propuesta se
torna dogmtica se suprime la crtica de sta y la contrastacin o refutacin de la
misma (cfr. Popper, 1967; Lakatos, 2007). En este sentido, si una propuesta se
convierte en moda acadmica, muchos de los resultados tendern a cobrar el
carcter de si, se nos haba olvidado trabajar el gnero en arqueologa y
consideramos que es de importancia para nuestra disciplina. Obviamente, la
nica manera de superar el dogmatismo acadmico y la tan socorrida escuela de
la repeticin es a partir de la contraposicin de propuestas, incluso entre los
partidarios de la misma arqueologa de gnero. Afortunadamente, la literatura
existente que versa sobre esta teora arqueolgica, demuestra empricamente que
las discusiones y propuestas siguen siendo vigentes.
Como hemos visto, la arqueologa de gnero se ha abocado a sealar la
importancia de corregir el sesgo androcntrico, as como voltear la vista al estudio
de los roles de gnero en las sociedades pretritas e incluso en las mecnicas
contemporneas que detenta la praxis arqueolgica. Sin embargo, como tambin
apunta Sorensen (1998), ha faltado por teorizar en el mbito de la observacin
arqueolgica, esto es, en delinear los componentes materiales que permitiran
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Estamos de acuerdo con Embree (1992) cuando argumenta que los indicadores arqueolgicos no existen en la
realidad (por ejemplo, alguna vez hemos visto transitar por la calle al indicador arqueolgico del origen del Estado?).
Sin embargo, estos indicadores existen a travs del filtro subjetivo que el acadmico conforma a travs de sus propios
objetivos cognitivos. Los datos arqueolgicos, a decir de este mismo investigador, son los mapas y dibujos, no ms.
Sobra decir, en consecuencia, que las inferencias que emanan de los trabajos arqueolgicos son derivados de la
subjetividad de cada colega.
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poblacin y slo se han considerado como relevantes las actividades llevadas a cabo por los
hombres: la caza, la pesca, la guerra, el sacerdocio, el gobierno, entre otras.
como por nuestra lupa analtica de Posicin Terica, ello no puede considerarse
como una teora de la realidad, ya que dentro de sta debe estipularse si la
realidad es material, ideal o mixta, aunado a que debe explicitarse si la realidad
est sujeta o no a leyes causales (cfr. Gndara, 1993). Si bien es cierto que
muchas teoras no explicitan formalmente la realidad a la que estn adscritas,
aunado a que son los analistas tericos quienes las encasillan en determinados
marcos conceptuales de referencia, es innegable que no puede existir una
posicin terica que pretenda estudiar fenmenos del mundo sin preguntarse
antes cmo es este ltimo, cmo funciona o al menos cmo puede insertarse su
materia sustantiva de trabajo en la realidad, en este caso la cultura material
arqueolgica. En pocas palabras, no podemos argumentar, a la luz de la
correccin del sesgo androcntrico, que la misma realidad es intrnsecamente
injusta con las mujeres, ya que eso sera ontologizar a la realidad, a la luz de la
legitimidad de la arqueologa de gnero. La ontologizacin (Manuel Gndara,
2004; comunicacin personal) se refiere al hecho de dogmatizar, definir y dar por
sentado a priori cmo es la realidad, en funcin de la percepcin que cada sujeto
tenga de sta: La realidad es as porque es as! Como se podr percibir,
ontologizar es un ejercicio internalista, donde la realidad depende de la
percepcin de cada sujeto y no de la propia realidad, lo cual lo torna en un
ejercicio cotidiano. En este sentido, la asuncin acadmica de una determinada
ontologa de vida, implica creer, suponer y concebir cmo es la realidad (Manuel
Gndara, 2004; comunicacin personal) aunque, por supuesto, el interesado
deber apuntar los componentes estructurales y causales de la realidad asumida,
con la intencin de volver inteligible las manifestaciones fenomnicas del mundo,
no as para juzgar la validez de esa teora de la realidad, ya que las ontologas son
incontrastables.
Ontologizar que las mujeres han sido oprimidas y sojuzgadas por el
gnero masculino durante el devenir de la historia traera algunas consecuencias.
Una de ellas sera que en la realidad las mujeres y minoras sociales siempre
sern sojuzgadas hasta que el mundo deje de existir, incluyendo algunos
planteamientos y resultados de ciertas acadmicas adscritas a las investigaciones
de gnero.
Claro est que las relaciones de gnero y la insercin de las mujeres en
diferentes actividades sociales siempre sern variables de sociedad en sociedad,
ya que el gnero es una construccin social. La cuestin es que la arqueologa de
gnero an no ha formulado una teora de la realidad apuntando variables
causales que dicten el comportamiento de sta, as como la posicin del objeto de
estudio inmerso en dicha realidad, aunque ello no diezma la fertilidad heurstica de
esta propuesta terica. Como podemos darnos cuenta, la arqueologa de gnero
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No desarrollamos un anlisis del rea epistemolgica de la arqueologa de gnero por lo siguiente. Como el lector
recordar, dentro del rea ontolgica se defina cmo es la realidad y el objeto de estudio de cada teora. En
consecuencia, dentro del rea epistemolgica se explicitaba cmo deba estudiarse lo definido en el rea ontolgica,
aunado a que dentro de dicha rea se asientan los criterios de verdad, de corroboracin y de demarcacin entre ciencia
y pseudociencia (cfr. Gndara, 1993). Sin embargo, si la arqueologa de gnero an no ha estructurado una teora de la
realidad, no podemos avanzar una estrategia epistemolgica para acceder a la misma. De hecho, el rea
epistemolgica, en la gran mayora de las ocasiones, se encuentra condicionada a la vocacin ontolgica de cada teora.
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Vale la pena sealar que el hecho de que la arqueologa de gnero sea una
arqueologa temtica, ello no diezma la posibilidad de explicacin e interpretacin
que se puede desprender desde esta vertiente terica. De hecho, la arqueologa
de gnero, al ser una arqueologa temtica, se puede insertar dentro de una
posicin terica mayor que explicite formalmente su vocacin ontolgica. Dicha
insercin adquiere el carcter de teora de la observacin o incluso como una
heurstica de trabajo dentro de una posicin terica. En pocas palabras, si un
arquelogo procesual plantea un diseo de investigacin que estuviera interesado
en los roles de gnero, no tendra problema alguno para incorporar las
proposiciones de la misma arqueologa de gnero, ya que sus postulados no
indican cmo es el mundo, sino cmo los roles de gnero se construyen
socialmente y cmo se pueden inferir stos a travs de la cultura material. Por lo
anterior, la misma arqueologa de gnero no se encuentra peleada con el
eclecticismo terico, ya que sus postulados no contradicen la vocacin ontolgica
de diversas posiciones tericas. Estos enfoques metodolgicos se estn
realizando actualmente desde la arqueologa de gnero, cuestin que fortalece el
argumento de que esta vertiente terica es un tanto asptica con respecto a
otras posiciones tericas. De hecho, el eclecticismo terico es vlido, siempre y
cuando no contradiga los supuestos ontolgicos y epistemolgicos de las teoras a
utilizar. En el caso de la arqueologa de gnero, nos queda claro que dicha
propuesta teortica se puede combinar con otras teoras, ya que, a decir de
Rodrguez-Shadow (2004b:33):
Considero que las investigaciones arqueolgicas en el futuro deben integrar en sus marcos
analticos la categora de gnero; slo de este modo podremos plantear las preguntas adecuadas
que nos proporcionarn un cuadro completo de la cultura estudiada y no solamente un panorama
que incluye nada ms a la mitad masculina de las poblaciones antiguas.
27
Lo cual nos llevara a una ontologa de lo social agencial, donde se privilegia por sobre todo a las estructuras sociales,
a la capacidad de accin de los individuos sociales (cfr. Bordieu, 1977; Giddens, 1986; Elster, 2003).
5
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directamente, desde las opiniones previas que le subyacen, sino que examine tales opiniones en
cuanto a su legitimacin, esto es, en cuanto a su origen y validez (Gadamer, 2005:233-234).
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necesidades humanas transformadas. Rubin afirma que el sexo tiene como base
la diferencia biolgica y el gnero es determinado por las condiciones del entorno
social y las relaciones hombre-mujer.
As pues, Bajo el sustantivo gnero se agrupan todos los aspectos
psicolgicos, sociales y culturales de la feminidad/masculinidad, reservndose
sexo para los componentes biolgicos, anatmicos y para designar el intercambio
sexual en s mismo (Bleichmar, 1997:32).7
Por otra parte, como lo explica Cucchiari (2000:184): El sistema gnero
acta desde el momento del nacimiento, en donde los genitales son el nico
criterio para asignar la rotulacin de hombre o mujer. Dicho comportamiento
aprendido culturalmente y simblicamente comunicado, incorpora un conjunto de
creencias sobre la masculinidad y la feminidad, principalmente referidos a que
hombres y mujeres son diferentes y que tienen roles y responsabilidades
distintivas en la reproduccin y el mantenimiento social.
Gnero es una categora en la que se articulan tres instancias bsicas:
Asignacin, rotulacin o atribucin de gnero: realizada al momento de
nacer a partir de la apariencia externa de los genitales (Lamas, 1986:188).
Sin duda, el surgimiento y la persistencia de esta rotulacin de gnero
determinar las experiencias que viva la nia o nio desde su nacimiento.
La asignacin, por tanto, es atribuida y no natural.
Identidad genrica o identidad sexual: el individuo se identifica a s mismo
como nia o nio -accin realizada entre los 2 o 3 aos. Una vez asumida
sta es casi imposible cambiarla. El concepto de identidad genrica y/o
sexual implica la autopercepcin de ser macho o hembra (anatoma) ligado
al entorno cultural por el comportamiento, y tambin implica sus
preferencias para hacer pareja con hombres o mujeres (Katchadourian, op.
cit.:32).
Bajo este mismo rubro igualmente podemos encontrar las denominaciones
de rol sexual o rol genrico. El trmino rol se refiere al comportamiento
esperado dependiendo del sexo. El rol genrico es la expresin pblica de
la identidad genrica y la identidad genrica es la experiencia privada del rol
genrico (ibid.:39). Los roles de gnero sern las actividades econmicas,
polticas y culturales de hombres y mujeres, as como su estatus en
sociedad (Brumfiel, 2001:57).
Es necesario diferenciar al gnero del sexo. El sexo siempre implica gnero, pero sexo se refiere a las caractersticas
anatomo-fisiolgicas de la mujer y del hombre, determinadas por los cromosomas sexuales -XX en la mujer y XY en el
varn-; las glndulas sexuales reproductoras -testculos y ovarios-; las hormonas -andrgenos y estrgenos-; los
genitales -vulva hendida o pene- y el aspecto somtico -estatura, peso, y caracteres sexuales secundarios.
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El primer artculo fue el de Conkey y Spector titulado Archaeology and the Study of Gender en Advances in
Archaeological Method and Theory, 1984. Tres aos despus se celebr una sesin de arqueologa de gnero en el
congreso Plains, y una sesin en la American Anthropological Association (Claassen, 1992:1).
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Andreu (2002) para Espaa; DuCros y Smith (1993) para Australia; y Estrada
(2007) para Mxico.
3. Crtica de las estructuras jerrquicas que prevalecen en el ejercicio de la
prctica profesional
De igual manera, la arqueologa de gnero ha debatido la necesidad de
cambiar las estructuras que gobiernan la prctica arqueolgica, pues se ha
advertido que los hombres estadsticamente tienen ms xito en la obtencin de
dinero para excavar y hacer trabajos de campo, y que las mujeres tienen ms
probabilidad de obtener ayudas para tareas arqueolgicas del hogar: anlisis de
cermica y de material medioambiental (Johnson, 2000:151-167).
Asimismo, se ha sealado que al estar dos arquelogos al mando en una
excavacin, normalmente se asume el varn como autoridad y as lo busca
destacar. Por ello, es frecuente que los peones duden de la facultad de la
arqueloga, cuestionen las peticiones de ella y slo atiendan las rdenes si vienen
de l (Rodrguez-Shadow, 2007:42).
4. Equidad en las representaciones de las mujeres en museos y libros
De manera paralela, se indica la frecuente ausencia de las mujeres tanto en
las representaciones prehistricas e histricas como en las que actualmente se
hacen de ellas, mostrando el sesgo de gnero en los museos y libros (Sorensen,
op. cit.:26). En el caso de que las mujeres aparezcan en las representaciones, se
las coloca en una disposicin secundaria en relacin al hombre, ya por su posicin
en segundo plano, ya porque no miran a la audiencia directamente -como lo hace
el personaje masculino central. Asimismo, se les expone en actitud pasiva o
realizando tareas consideradas femeninas (Conkey, 1996; Hurcombe, 1997;
Moser, 1993; 1998; Daz-Andreu, 2005:20).
Un ejemplo concreto es que an hoy da se escoge para representar a la
sociedad maya prehispnica a un hombre poderoso -sacerdote o guerrero- y para
representar a los mayas actuales se opta por una figura femenina en actitud
pasiva.
5. Realizacin de anlisis equilibrados de los seres humanos
Lo que propone este enfoque es separarse de los estudios tradicionales
que se presentan en esta disciplina, donde se describe generalmente el medio
ambiente -en muchos casos sin relacin con el paleoambiente-, los antecedentes
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ALTIPLANO
CENTRAL
INTRODUCCIN
ara Cuicuilco fue decisiva la erupcin del Xitle porque fren en gran parte la
continuidad cultural durante el periodo Clsico. Las prcticas sociales que
comenzaron con el inesperado fenmeno geolgico, desembocaron en
modificaciones fsicas e interpretativas del paisaje. Los sacerdotes, que eran
intermediarios entre los seres humanos y lo sagrado-sobrenatural, ejercieron el
oficio de mantener la coercin social, ideolgica y econmica en el monotesmo
mediante la justificacin de conocer los rituales necesarios.
El centralismo religioso en torno al dios Huehueteotl, presenta la
combinacin de las imgenes asociadas al fuego, la clera del entorno envestida
en los volcanes que amenazaba la subsistencia de los habitantes y la fertilidad de
la tierra. Los rituales en el contexto de las cimas naturales o artificiales, implicaron
una yuxtaposicin de los cultos dirigidos al sol, a la fertilidad y al dios del Fuego.
El presente trabajo desarrolla la hiptesis de que la intencionalidad de la
construccin de la cmara circular fue exhibirla en un lugar monumental como el
basamento principal para recalcar su importancia como representacin
morfolgica del Xitle, es decir, se constituy como la respuesta al fenmeno
eruptivo visto desde Cuicuilco.
A partir de las exploraciones arqueolgicas encontramos que la informacin
est fragmentada e incompleta debido principalmente a tres motivos: el grosor de
la capa de lava que cubri la zona habitacional y ceremonial, el actual crecimiento
de la mancha urbana en la periferia y finalmente, el precario registro estratigrfico
en las excavaciones realizadas durante la primera parte del siglo XX.
EL ASENTAMIENTO DE CUICUILCO
Cuicuilco lleg a conformarse como una ciudad con 20,000 habitantes. Su
sistema social estuvo en proceso de convertirse en una organizacin pre-estatal o
estatal, la clase dirigente fue capaz de controlar las actividades de produccin y
distribucin mediante el intercambio comercial. No se ha podido identificar una
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plataforma que los sostiene fue hecha nivelando la acumulacin que cubra aquel
lado y apuntalando la plataforma para evitar una mayor erosin (idem).
Dentro de las estructuras report lascas de obsidiana, puntas toscas y
piedras de moler. No se volvi a mencionar nada del conjunto de las toscas
cabaas circulares de Cummings, ya que solamente le sobrevivi una y fue
excavada por Noguera aos ms tarde. Noguera (1939:5) apoy la hiptesis de
que la cmara de planta circular con lajas empotradas en el suelo, haba sido
techada con materiales perecederos.
Noguera hizo mencin de los dibujos constituidos por lneas curvas y rectas
color ocre sobre la cara interior de los bloques de basalto que la conformaban
(cfr. Vias, et al. 2007:2). E interpret los diseos rupestres (fig. 1) como las
escamas de una serpiente apoyndose en los motivos serpentiformes de una
vasija teotihuacana encontrada en el emplazamiento (hiptesis apoyada por
Aranda, 1996:107). Por su parte, Navarrete (1991) discuti sobre el diseo del
interior y puso en tela de juicio la interpretacin de Noguera acerca de la
contemporaneidad de las manifestaciones rupestres y la cultura teotihuacana.
Cmara circular
Fig. 1 Vista area del basamento principal y plano a detalle. Tomados de Schvelzon, 1983.
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Fig. 2 Planta y vista de las pinturas al interior de la cmara circular. Tomado de Medina,
2008:161-162.
54
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a)
b)
c)
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calor, cocer lo alimentos, el fuego como renovador, el centro del hogar. Para Ortiz
(1993) y Manzanilla (2006) es de carcter intermedio, de culto estatal e incluso
domstico. Las figurillas de la deidad se distinguen de las de Cuicuilco por una
particularidad en las manos, la derecha est abierta con la palma hacia arriba
mientras que la izquierda se presenta en forma de puo. En este contexto, Matos
(2002), interpreta que la mano derecha representa la entrega que hace el dios de
sus dones, mientras que la izquierda simboliza el lado negativo. Otra clara
diferencia es el brasero con un decorado a base de rombos con un crculo en
medio.
Cada rombo est separado del otro por lneas verticales, haciendo un total de cuatro ojos
alrededor del brasero que bien pudieran representar los cuatro rumbos del universo. De ser as,
estaramos ante la primera manifestacin de una de las caractersticas de este dios: ocupar el
centro del universo y estar relacionado con los cuatro puntos cardinales (Matos, 2002: 60).
Cuicuilco
Lado negativo
Hombros y brazos
alargados
Manos unidas
Brasero sin decoracin
Teotihuacan
Lado positivo
Hombros y brazos cortos
Mano derecha abierta, mano izquierda cerrada
Brasero con decoracin a base de rombos y
crculos, sobre la cabeza
Cuadro 1. Atributos que se le otorgan a Huehueteotl o dios Viejo del Fuego entre los
habitantes de Cuicuilco y Teotihuacan
a)
b)
Fig. 5 Representaciones del dios Viejo del Fuego con estilo teotihuacano, a) descubierto en
Cuicuilco, tomado de Matos, 2002:59, b) encontrado en Teotihuacan, tomado de Manzanilla,
2003:51.
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59
60
13
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62
Sin embargo, para el Preclsico Medio en Cuicuilco se report predominancia de figurillas del sexo femenino, algunas
asociadas a entierros (Mller, 1990:259).
14
63
deduce que se debe a un nfasis en las etapas frtiles del ciclo de la vida
femenina.
Por otro lado, las figurillas en Tlatilco que pertenecen al Preclsico Inferior,
si aparecen en las ofrendas mortuorias, ilustran a mujeres de cierto estatus y
representan prcticas ligadas con la expresin de la sexualidad y el rito de paso
de la infancia a la vida adulta (Joyce, 2000:30). En palabras de Cyphers (1994),
este cambio del Preclsico Inferior al Medio denota una diversificacin de las
funciones de las figurillas en el Altiplano Central.
En Teotihuacan las figurillas femeninas se identifican por su torso plano y
son ms numerosas que las masculinas (Fonseca, 2008:61-68), en general
aparecen embarazadas y desnudas.
La categora de gnero no fue una variable representativa para delimitar la relacin espaciognero; la nica divisin de espacios y actividades que pudo establecerse, estuvo determinada por
el estatus del grupo social al cual representaban las figurillas (Fonseca, 2008:252)
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terrible, ya que exiga la inmolacin de seres humanos para alimentarse y poder sobrevivir como
entidad sagrada; a cambio de esos sacrificios, ella les proporcionaba sus frutos (Limn 2005:79)
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Los nios eran como piedras preciosas que a lo largo de su vida deban ser
pulidas; por ello, gradualmente mediante actos habituales, consejos, una
vestimenta especfica para cada sexo, una formacin escolar y familiar, entre
otros, los jovencitos alcanzaban la cspide de la diferenciacin de su identidad de
gnero y conformaban grupos socialmente aceptados y diferenciados por sus
actividades productivas y reproductivas (Joyce, 2000).
El eje de la ideologa oficial mexica fue la exaltacin de los valores blicos,
lo que contribuy a la declinacin del estatus femenino pues mientras los hombres
se concentraban en la expansin territorial, las mujeres fueron circunscritas al
mbito domstico desde donde contribuyeron a la estabilidad del Estado mediante
la reproduccin social, biolgica y econmica, pero siempre jugando un papel
secundario pocas veces reconocido y casi nunca retribuido en prestigio y ascenso
social (Rodrguez-Shadow, 1997).
El gnero se encuentra estrechamente ligado a la divisin del trabajo, sobre
todo en las sociedades en las que el poder y la posicin de un individuo dependen
del trabajo realizado. La ocupacin puede convertirse en un aparato de movilidad
social o de estatus; sin embargo, la asignacin de tareas segn el gnero no
responde a una ley universal, de manera que las actividades realizadas por
hombres y mujeres pueden variar dependiendo de la sociedad (Wiesheu, 2006).
Es probable que en Teotihuacan, la divisin del trabajo tuviera mayor impacto en
la organizacin de las labores por grupos de edad que por gnero, pues todo
parece indicar que la actividad artesanal, al desarrollarse al interior de los
conjuntos departamentales, involucraba a todos los miembros de la unidad
familiar.
No existe evidencia que sugiera que los teotihuacanos devaluaran a las mujeres o los roles
femeninos. Incluso, al interior de los conjuntos de artesanos, por lo menos, parece que la
produccin artesanal involucr el trabajo colectivo de hombres y mujeres. Los entierros de ambos,
hombres y mujeres, estaban asociados a las herramientas para la produccin artesanal y a objetos
rituales similares; mientras que la organizacin de los conjuntos sugiere que los miembros de la
unidad familiar trabajan juntos para alcanzar las metas productivas (De Lucia, en prensa: 27; la
traduccin es ma).
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Los atributos de los dioses correspondan con los valores esperados y/o exigidos a
los hombres; por ello, no slo a travs de recomendaciones de padres a hijos, sino
mediante los objetos, se reproduca dicha carga ideolgica (Lpez Hernndez,
2005). Una caracterstica de las diosas madres era mostrar sus pasiones y
emociones. En los tiempos ms antiguos se encargaban de los partos, la
sexualidad, los mandamientos, el hilado, el tejido y el cuidado de los nios; de
acuerdo con Rodrguez-Shadow con el advenimiento de la expansin tenochca,
se les adicionaron elementos militares y caractersticas guerreras [...] (1997:54).
En la sociedad mexica, Huitzilopochtli se convirti en el dios tutelar masculino
desplazando lo femenino al plano de lo simblico. Este acto, segn Berlo, marca la
transicin de la historia del centro de Mxico entre el periodo Clsico del esplendor
de la Gran Diosa de Teotihuacan que es fragmentada en mltiples diosas y el
nuevo orden social, detentado por la imagen de Huitzilopochtli en el Posclsico
(Berlo, 1992).
Las emociones y los sentimientos estuvieron ligados a la vida de los dioses;
ellos definieron valores, establecieron la valenta y la fuerza e instauraron, as
mismo, las normas sociales que deban cumplir varones y mujeres para alcanzar
el prestigio social. Los dioses determinaban los atributos de los hombres en la
tierra, al tiempo que stos caracterizaban a las distintas deidades; por ejemplo, el
ideal de la mujer valiente y fuerte era reflejo de la naturaleza de la diosa, y la
divinidad era a su vez, la abstraccin de las cualidades humanas. Esta relacin
El mural llamado de las Ofrendas localizado en el Templo de la Agricultura al sur de la pirmide de la Luna presenta
a varios personajes, sentados y de pie, ofreciendo diversos objetos y animales a dos imgenes que han sido
interpretadas como deidades y como construcciones. Los personajes, hombres y mujeres, estn representados en perfil
y unos portan una especie de tnicas y otros taparrabos, as como collares y orejeras; algunos aparecen con tocados y
otros, nicamente el cabello largo suelto (Gamio, 1979; De la Fuente, 1995).
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La mariposa represent a la poblacin masculina y les anim para que arriesgaran sus vidas en el
campo de batalla. Si moran en esa diligencia, ellos viviran en el paraso del sol y eventualmente
se transformaran en mariposas, dando por resultado una vida de placer.
Paralelamente, la araa era un smbolo importante de los esfuerzos femeninos en
Mesoamerica. Por ejemplo, la araa es una cualidad prominente de la diosa maya de hilar y tejer,
y en los panteones azteca, mixteco y maya, la diosa femenina de tejer tambin funge como diosa
del nacimiento (McCafferty 1993; Pasztory 1976:160-161; Taube 1992:99-105; Thompson
1970:247). As, las asociaciones de las deidades en Mesoamerica tienden a agrupar las tareas
femeninas de hilar, tejer y dar a luz bajo una deidad que incluye la imagen de la araa como parte
de su imaginario (Headrick, 2002:96; la traduccin es ma).
90
que las tareas fuesen compartidas por todos los miembros de la unidad domstica
o el conjunto habitacional (Wiesheu, 2006) (fig. 7, 8).
A pesar del intento de Pasztory por identificar los valores y roles propios de
la pareja divina y la propuesta de Headrick, en Teotihuacan no existe una
identidad genrica explcita ni en la pintura mural ni en las figurillas cermicas. De
no ser por la vestimenta ambigua en algunos casos- es imposible determinar
rasgos femeninos o masculinos, mucho menos valores o actividades propios de
cada gnero. En ninguno de los dos planos divino y mortal-, salvo por la
vestimenta, se refuerza la identidad de gnero, y adems permanecen muy bien
diferenciados. Pasztory intenta identificar los valores propios de cada gnero, pero
parte de un principio que debe ser resaltado: no existe en Teotihuacan una
identidad genrica explcita (1976; 1992; 1997). Por ello, sera factible que, como
sealan Brumfiel (1998) y De Lucia (en prensa), el gnero no haya sido un
principio fundamental en la organizacin de la sociedad teotihuacana y esto
explique, entre otras cosas, que no puedan definirse con claridad, los ideales
femeninos y masculinos a partir de las deidades dominantes como si ocurre con la
sociedad mexica.
COMENTARIOS FINALES
El Estado teotihuacano, ms que controlador y coercitivo, debi buscar la
identificacin entre los habitantes y por ello, no enfatiz o reglament el
comportamiento de hombres y mujeres, como s se observa con el Estado mexica
para el Posclsico donde los espacios y las actividades propios para cada sexo
estaban bien definidos. A pesar de las similitudes y las permanencias que
pudieran sealarse, no se debe caer en la tentacin de asumir un continuum entre
teotihuacanos y mexicas sin cambios o transformaciones esenciales, pues
difcilmente podra asegurarse que inclusive se conservaron intactas las
connotaciones simblicas.
El estudio de la identidad de gnero es una herramienta poderosa que debe
permitir no slo identificar las relaciones entre hombres y mujeres, sino entender
cuestiones de ndole poltica, econmica y cultural, aparentemente lejanas de la
categora de gnero; tal como la organizacin de dos tipos de estados distantes en
el tiempo con intereses muy diferentes. Pensar en otras formas de construir el
gnero en el pasado, cuestiona supuestos como el de la aparente jerarquizacin
social y asimetra de gnero que se establece en las ciudades-estado, pone a
prueba los modelos de explicacin occidentales que no encajan con la realidad
mesoamericana, nos enfrenta a nuestros prejuicios y nos obliga a pensar en
nuevas interpretaciones.
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INTRODUCCIN
Tales actividades y prcticas pueden estar relacionadas con la reproduccin biolgica y/o con el erotismo.
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sentido de su existencia puesto que ese era el mandato de los dioses. La mujer,
ya madura, tendra que ser madre para que la palabra de las divinidades fuera
verdad, entonces, habra cumplido con la mxima misin de ser mujer.
Por supuesto, en una entidad social en la que, en trminos econmicos y
polticos, resulta favorable una alta densidad demogrfica, todas las prcticas que
no contribuyeran al crecimiento poblacional estaban castigadas con la pena de
muerte: el lesbianismo, el aborto inducido, el infanticidio, entre otros.
D) LA ATRIBUCIN DEL CARCTER CONTAMINANTE SOBRE SU CUERPO
Algunas de stas ya fueron expuestas en el rubro concerniente a la socializacin de las conductas procreadoras.
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Entendindose por ello el que las mujeres tuvieran una gran actividad sexual.
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An
Interpretation.
Cambridge:
Cambridge
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INTRODUCCIN
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Los indgenas del Per tambin les relataron a los espaoles sobre la
existencia de los gigantes, y les explicaron que por sus grandes pecados y, en
especial, el contra natura, fueron consumidos por el fuego que provino del
cielo.29
Adems de su gran tamao,30 los gigantes tenan poca estabilidad para
mantenerse en pie debido a una deformidad en sus extremidades inferiores, por
En otro documento, Fernando Alva Ixtlilxochitl (1997c, tomo II, cap. I:7) ubica al Sol de Tierra, Tlalchitonatiuh, como el
segundo Sol.
27 Respecto al consumo excesivo de alcohol como desencadenante de faltas sexuales vase Lpez Hernndez,
2009:119-132.
28 Los huastecos actuales tambin atribuyen actitudes homosexuales a los gigantes (Alcorn, 1984:60).
29 Garcilaso de la Vega, 1995, tomo II, lib. IX, cap. 9:581-582; Lizrraga, 2002, lib. I, cap. IV:55; Anello Oliva, 1998, lib. I,
cap. II, fol. 40:44-45; Acosta, 2006, lib. I, cap. XIX:59; Torquemada, 1975, tomo I, lib. I, cap. XII:53.
30 Eran hombres tan grandes, que tenan tanto uno de ellos de la rodilla abajo como y un hombre de los comunes en
todo el cuerpo, aunque fuese de buena estatura, y que sus miembros conformaban con la grandeza de sus cuerpos tan
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122
eso la manera que tenan de saludarse era no se caiga usted, porque el que se
caa ya no se levantaba (Anales de Cuauhtitlan, 1945:5).31 Asimismo, una de las
formas de llamar a los gigantes fue quinametin tzocuilhicxime (Alva Ixtlilxochitl,
1997c, tomo II, cap. I:7), trminos que pueden traducirse como los gigantes de
pies de jilguero,32 lo cual hace referencia a la malformacin de estos personajes
que consiste en tener las extremidades muy delgadas. Actualmente, entre los
nahuas de Pajapan se cuenta que unos gigantes velludos, nombrados Chilobos,
presentan dificultades para caminar, pues tienen los pies para atrs (Garca de
Len, 1969:296).
La violacin de la norma fsica humana de los gigantes estara vinculada a
sus comportamientos ilcitos; de ah que su muerte se viera como inevitable: los
que se salvaron de ser destruidos durante los Soles fueron exterminados
posteriormente por los habitantes de Puebla y Tlaxcala. 33 Como se observa, en el
pensamiento mesoamericano tener un defecto en las extremidades inferiores o la
ausencia de una pierna o pie simboliza una transgresin moral (embriaguez) o
sexual, como en el caso de Tezcatlipoca (Olivier, 2004:423). Asimismo, el dios
purpecha Tares Upeme est cojo por haber sido expulsado del cielo tras
emborracharse (Relacin de Michoacn, 1989, 2a parte, cap. XXII:133).
Por otra parte, entre los quich de Momostenango la expresin quemar su
pierna (catic rakan) es una metfora del adulterio cometido por una persona
casada con un virgen de cualquier sexo (Tedlock, 1992:110).34 Eva Hunt
(1997:102) nos proporciona otro dato al respecto. Los cuicatecos llaman a los
disformes, que era cosa monstruosa ver las cabezas, segn eran grandes, y los cabellos, que les allegaban a las
espaldas (Garcilaso de la Vega, 1995, tomo II, lib. IX, cap. IX:581).
31 En su anlisis de los folios 70 fte. y vto. y 71 fte del Cdice Matritense de la Academia de la Historia, Pablo Escalante
(2004b:263-264) reporta que cuando algn tlatoani pilli se encontraba en alguna parte del camino con otro igualmente
tlatoani pilli se decan: No vaya yo a empujarte, mi venerable pilli!, te fatigaste, ahora ven aqu. Luego le dice: No te
vayas a caer, mi venerable pilli, mi hermanito!. Asimismo, entre los macehualtin, cuando se encontraban en el camino se
decan: No te vayas a caer, mi hermanito! Ven aqu, mi hermanito! No te vaya a empujar. El investigador seala que
estos saludos podran ser simplemente la inquietud por algn dao que se pudiera ocasionar la persona, o tambin
pudieran representar la preocupacin de que una cada podra generar desequilibrios. Valdra la pena profundizar en el
significado de caerse.
32 Alfredo Lpez Austin (1996, I:266) traduce el trmino tzocuilicxime como los que tienen patas de jilguero.
33 Durn, 2002, tomo I, tratado I, cap. II:66-67; Acosta, 2006, tomo I, lib. VII, cap. III:361; Alva Ixtlilxochitl, 1997c, tomo
II:7-8; Torquemada, 1975, tomo I, lib. I, cap. XIII:53-54; Veytia, 1944, tomo I, lib. I, cap. XIII:108.
34 Para Olivier (2004:425), la equivalencia lingstica entre la cremacin de la pierna y la falta sexual constituye un
argumento suplementario a favor de su hiptesis relativa al origen de la mutilacin de Tezcatlipoca, debida a una
transgresin sexual. La expresin quemar su pierna nos recuerda los relatos actuales de brujas, o tlahuepoche, en los
cuales, al darse cuenta el marido que su esposa no se va a acostar, se levanta y ve la pierna de sta junto al fogn;
inmediatamente el hombre la toma y la mete al fuego, con lo cual la bruja regresa a su casa. La ausencia de la mujer
durante la noche puede implicar que est adulterando, mientras que la pierna junto al fogn indica su transformacin en
ave (sntesis de varios relatos recopilados por los autores en las comunidades nahuas de Xolotla y Mamiquetla, en
Pahuatln, Puebla, enero, julio y diciembre de 2010; vase tambin Galinier, 1990:627-628).
123
Esta figura corresponde al xonecuilli, pie torcido, nombre que daban a los
que tenan un pie torcido congnitamente (Robelo, 2001:818). El vagabundo de la
ilustracin tiene una discapacidad fsica que podra ser una analoga del
torcimiento de su camino, es decir, el que no sigue una forma de vida acorde a lo
Los otomes atribuan todas las malformaciones del pie a las influencias de la luna (Galinier, 1984:46). Asimismo, entre
los nahuas la palabra meztli permita establecer una relacin entre la luna y la pierna o pie, pues a ambos se les
designaba con la misma palabra (Molina, 2004, seccin nhuatl-espaol: fol. 55v).
36 Te has vuelto conejo, te has vuelto venado (In otitochtiac, in otimazatic) (Sahagn, Florentine Codex, 1950-82, lib. VI,
cap. XLIII:253) significaba adquirir caractersticas bestiales reflejadas en el no cumplimiento de los mandatos paternos y
de la sociedad en general. Era aquel que no escuchaba consejo, que andaba de un lugar a otro sin asentarse, tal como
lo hacen los animales montaraces contenidos en la metfora. Era salirse de lo establecido.
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nombre significa literalmente el del pie hecho bola (Lpez Austin y Garca
Quintana, en Sahagn, 2002, tomo III, glosario:1348), y que es identificado como
el dios de los gemelos (Cdice Telleriano-Remensis, 1964, lm. XXIV (19v):225),
los deformes y los monstruos (Seler, 1980, tomo I:29; tomo II:79),38 tres aspectos
que son parte de lo mismo.
126
La primera mujer que pari mellizos se llam Coatl, motivo por el que los nahuas llamaban a stos cocoa (Mendieta,
2002, tomo I, lib. II, cap. XIX:226; Torquemada, 1975, tomo III, lib. VI, cap. XLVIII:130). En la colosal escultura de
Coatlicue, su cabeza es sustituida por dos cabezas de serpiente, hecho que podra indicar haber sido ella la madre de
los primeros gemelos, otro elemento que se sumara a la explcita monstruosidad de la diosa.
40 Para Rafael Tena, Xolotl significa monstruo, compaero (Hystoyre du Mechique, 2002:149, nota 15).
41 Deformidad fsica que no debe tomarse en sentido literal, sino como un smbolo de la falta moral.
42 Tal concepto igualmente abarc a los albinos, quebrados y contrechos y los que fueran prodigios y raros en
naturaleza (Torquemada, 1975, tomo I, lib. III, cap. XXV:407-408).
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Recordemos que caer en las cenizas era una expresin metafrica que designaba la cada en el pecado (Olmos, 1993,
citado en Olivier, 2004:86). Pablo Escalante (comunicacin personal, octubre 2008) considera que los nahuas, al tener
relaciones sexuales en el piso, se manchaban la cara con la ceniza que all encontraban, pues el fogn se encontraba en
la misma habitacin. Y al ver a una persona tiznada se podra pensar que acababa de tener sexo. As, el adjetivo ceniza
de la cara, ixnextli, tendra una estrecha relacin con la sexualidad. Tambin recurdese que a los homosexuales se les
castigaba enterrndolos en ceniza (Alva Ixtlilxochitl, 1997c, tomo II, cap. XXXVIII:101; Torquemada, 1975, tomo I, lib. II,
cap. LII:230).
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Por otro lado, Pablo Escalante (1996:411) explica que las figuras que
aparecen semidesnudas, extendiendo los brazos hacia arriba y hacia los lados con
las manos abiertas (fig. 8), no slo estn vinculadas con una vida sexual
licenciosa, sino que incluso podran representar gozo.
El historiador (ibid.:410) seala que en las listas de pueblos tributarios que
aparecen en la Matrcula de Tributos y en el Cdice Mendoza se incluye el
toponmico de Ahuilizapan (fig. 10), actual Orizaba. El significado de la palabra
nahua es en el agua del gozo o la alegra (ahuiliztli). El glifo toponmico es
representado mediante un recipiente con agua y un hombre en su interior que
figura la alegra: la manera en que este hombre escenifica tal emocin es
levantando los brazos en un ademn expansivo, hacia arriba y hacia los lados, con
las manos completamente abiertas, mostrando los dedos estirados (Cdice
Mendoza, 1964, lm. L (48r):105).
esperar que haya tambin una identidad en los trazos que se utilizan para
representar el gozo y la actitud de las mujeres que viven disipadamente, acaso
gozosamente.
Adems de esta postura -levantando los brazos a los lados y con manos
abiertas-, consideramos que la posicin del cuerpo contorsionado y la cabeza
ladeada o en direccin opuesta a las piernas y los pies, acenta el carcter
transgresor -en materia sexual- del personaje representado (figs. 6-9).
CEGUERA
La ceguera es otro de los castigos aplicados a las transgresiones sexuales.
Con esta discapacidad encontramos a Itztlacoliuhqui, de quien se deca era seor
del pecado y de la ceguedad, uno de los dioses que pec en el paraso (Cdice
Telleriano-Remensis, 1964, lm. XVIII (16v):213; Cdice Vaticano Latino A 3738,
1964, lm. XXXVII (24v):91) (figs. 11,12). En Tamoanchan, Tezcatlipoca sedujo a
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Para Alfredo Lpez Austin (1999:84), los dioses al ser expulsados de aquel
lugar sufrieron la prdida de la capacidad visual como consecuencia de su falta,
en la que impera el aspecto sexual. Al ser divinidades transgresoras, tanto
Tezcatlipoca como Itztlacoliuhqui e Itzpapalotl estaran relacionados con la
ceguera o con individuos vendados. Para Guilhem Olivier (2004:219) esta
caracterstica se explica por el paso de una condicin a otra. Las faltas van
acompaadas de una prdida de poder simbolizada en la disminucin de las
facultades visuales.
La relacin entre ceguera y transgresin sexual tambin la encontramos
entre los mayas yucatecos, para quienes arrancar los ojos era castigo antiguo
para los amancebados (P. Prez, en Barthel, 1968:95, nota 54). Mientras que un
mito lacandn narra que Hachkyum, el dios creador de los hombres y las
estrellas, no quiso que los hombres vieran qu haca en la lejana con Nuestra
Seora. As que tom los ojos de los hombres, los tost en el comal y los volvi a
colocar en las rbitas. Por esta razn, los hombres quedaron reducidos en su
capacidad visual (Bruce, 1974:128-132).
Varios grupos nahuas actuales hablan de un padecimiento en los ojos
provocado por la transgresin sexual. En la comunidad de Mamiquetla, en el
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INTRODUCCIN
Para los aztecas, existe una relacin evidente entre la tierra y el sexo
femenino como lo subraya Alfredo Lpez Austin (1988:93), al recordar que una
palabra nhuatl que significa sexo es tlalticpacayotl, que puede traducirse por lo
que es propio de la superficie de la tierra. Alessandro Lupo (1995:103) reconoce
asimismo en la vieja expresin nhuatl itech naci in Tlaltecuhtli, el verbo itech naci
que significa tener una relacin sexual con una mujer y el nombre de la divinidad
terrestre Tlaltecuhtli. Esta relacin existe entre los otomes actuales para los que
copular se dice nteni hoi, jugar en la tierra o sembrar (Galinier, 1997:238).
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Ocurre lo mismo entre los zoque-populocas (Bez-Jorge, 2008: 96). Por otra parte,
Tlaltecuhtli se parece a un sapo. Ahora bien, entre los mayas, en el Caribe y en
numerosos lugares de Mxico, el sapo remite al aparato genital femenino
(Wassen, 1934: 629-635; Wren-Spencer-Hochstetler, 2001:262-263).
Asimismo, la tierra aparece a veces metonimizada por una cueva, y
numerosos son los elementos que respaldan la comparacin de la cueva con el
tero no slo entre los aztecas sino en toda Mesoamrica. Los aztecas y otros
pueblos mesoamericanos consideraban as Tollan, el lugar mtico asociado a las
siete cuevas primordiales, como el punto central de emergencia y, por lo tanto, de
nacimiento, de sus culturas (Bonor Villarejo, 1989:27). Un informante de
Bernardino de Sahagn (1962-1975:118) explic tambin al franciscano que en
nosotras [las mujeres] hay una cueva cuya nica funcin es esperar lo que se da,
cuya nica funcin es recibir. Notaremos por otra parte las relaciones paronmicas
que existen en nhuatl entre oztotl, cueva, y otzyotl, embarazo, otztli,
embarazada (Molina, 1970:78-79). Esta relacin sigue vigente en el rea maya
donde la palabra tzotzil chen, cueva, se utiliza para describir la vagina (Stone,
1995: 79), o en la regin mixteca donde la expresin soco usha puede traducirse a
la vez por Siete Cueva o Siete tero (Monaghan, 2001:297). Los huaves
actuales (istmo de Tehuantepec) establecen asimismo una relacin evidente entre
la tierra y el nacimiento. No slo la placenta y el cordn umbilical son enterrados
en la tierra sino que, durante el rito que acompaa inmediatamente el nacimiento,
la comadrona pronuncia las palabras siguientes: Ahora que el parto est
terminado, el nio se present frente al mundo: al nacer cay en la sagrada tierra
bendita (Lupo, 1995:105).
B) TNATOS
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aun personas traga desmenua con los dientes, tiene en la cara y dientes como de
persona y Tiene cola: su cola est dentada [] Su comedor le sirve como
macana [] Golpea cosas, golpea personas, corta cosas. Engulle cosas, engulle
gente, se llena la boca de cosas, lleva metidas las cosas entre los dientes como si
fuera un cesto, engulle cosas enteras, repetidamente, engulle cosas enteras,
muele cosas, machaca cosas. Esta idea de que la tierra se asocia a la muerte
procede quizs del hecho de que adems de ser procreadora, es tambin el
destino ltimo de todo lo que es caduco: en las vsceras, las cosas muertas son
descompuestas y transformadas en una nueva vida (Lupo, 1995:187).
2. EL TECPATL
A) EROS
comer y los sacerdotes mostrando lagrimas y sentimiento decian que echauan menos el cuchillo y
yban por el y traianlo con gran reuerencia al tenplo (Durn, 1995: 137).
Fig. 8 Nueve Viento atado, por su cordn umbilical, a una vagina dibujada en un tecpatl
(Cdice de Viena, lm. 49a).
Fig. 10 Primera pareja humana con un tecpatl (Cdice Vaticano A, lm. 31v).
B) TNATOS
Fig. 11 Pie de Iztli reemplazado por un cuchillo (Cdice Borgia, lm. 14).
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CONCLUSIN
El mito de la vagina dentada, mezcla de eros y tnatos, remite al miedo
masculino a la castracin. Tlaltecuhtli y el tecpatl que, segn mi anlisis,
simbolizan este mito, recuerdan tambin las imgenes de las diosas del Complejo
Cihuacoatl. Ahora bien, el carcter flico de dichas deidades les confiere un
estatus ambiguo que parece relacionar su transgresin de gnero con otra, la
homosexualidad. En mi ltimo libro (Balutet, 2008:109-157) y un artculo reciente
(2009), intent mostrar, en efecto, que los hombres aztecas arrostraban un miedo
tenaz: el de la inversin sexual. Aunque tenan a las mujeres bajo su yugo, teman
perder dicha supremaca que los relegara a un papel inferior, subalterno, dbil,
pasivo, y desplegaron por lo tanto un aparato ritual catrtico que daba fe de su
angustia para exorcizarla mejor. Las ceremonias de la veintena Ochpaniztli abren,
en mi opinin, la puesta en escena de la victoria masculina sobre las mujeres. No
slo los guerreros vencen a la mujer flica encarnada por Cihuacoatl sino que el
joven dios del maz, arquetipo de todos los hombres, que nace en aquel momento,
logra adquirir, al cabo de seis meses (veintena Tlacaxipehualiztli), el emblema de
la potencia masculina y acceder a su estatus de hombre verdadero mientras que
estaba amenazado por la influencia castradora de su madre. No sera el mito de
la vagina dentada otra manifestacin de este miedo a la homosexualidad entre los
aztecas?
167
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anciens
Mexicains.
Paris:
173
sociales. Roles de gnero con definiciones rigurosas se asociaran con una baja
variabilidad tcnica de artefactos y roles de gnero ms flexibles se esperaran
ante la presencia de alta variabilidad tcnica. Finalmente, Sweely (op. cit.) usa las
localidades y orientaciones de metates en el sitio maya de Cern para definir las
interacciones personales y las relaciones de autoridad entre las mujeres de la
comunidad.
En el presente artculo, se evalan estas perspectivas en la unidad
domstica por medio del estudio de los motivos decorativos de malacates y de
vasijas cermicas. Estos artefactos provienen de contextos domsticos no de
lites en el sitio de Xaltocan, un centro del Posclsico Temprano y Medio en el
norte del Valle de Mxico (Brumfiel, 2005; 2010; Brumfiel y Rodrguez-Alegra
2010) (fig. 1). Se propone que los malacates eran usados por individuos
concretos, en otras palabras, eran herramientas personales e ntimas. En
contraste, las vasijas decoradas eran usadas por la unidad domstica en
ocasiones festivas. En estas fiestas, las vasijas decoradas presentaban la cara de
la unidad a sus huspedes.
Efectivamente, si la unidad domstica se comportaba como un grupo
unitario, los motivos decorativos de los malacates y las vasijas seran iguales.
stos deberan manifestar un solo punto de vista, una unidad de cosmovisin de
valores, y de intentos entre los diversos miembros de la unidad domstica. En
contraste, si los miembros de la unidad tenan puntos de vista, valores, y metas
diversas, estos se manifestaran en diferentes motivos decorativos entre los
malacates y las vasijas cermicas. Por tanto, los malacates tendran diseos que
expresaran las perspectivas de sus usuarios habituales individuales; mientras que
las vasijas tendran una decoracin que expresara la perspectiva colectiva de la
unidad domstica, una perspectiva negociada entre sus miembros.
MTODO
Los materiales utilizados en la investigacin fueron malacates, discos
cermicos perforados usados para dar peso a los husos en el proceso de fabricar
hilo, y vasijas Azteca I, negro sobre anaranjado, que son cuencos trpodes,
molcajetes, vasijas hemisfricas y tazones con paredes rectas usados para servir
comida y bebida. Todos provenientes de contextos domsticos no de lites en
Xaltocan.
Los malacates y las vasijas ofrecen oportunidades semejantes para la
decoracin. Ambos presentan superficies convexas/cncavas que se pueden
dividir en fondos y paredes. En algunos casos, los malacates y las vasijas
muestran una ruptura fuerte entre el fondo y las paredes con motivos diferentes
176
aplicados a las dos reas. Vale la pena mencionar que las paredes de malacates y
vasijas siempre llevan decoracin pero los fondos pueden llevar decoracin o no.
En otros casos, los malacates y las vasijas tienen una forma hemisfrica con una
curva lisa borrando la divisin entre el fondo y las paredes. En dichos ejemplos,
los diseos se extienden desde el fondo hasta la parte inferior de los lados del
artefacto.
La diferencia ms importante entre los malacates y las vasijas es su
tamao. Los malacates son pequeos y no se pueden ver sus diseos diminutos
y complejos a mucha distancia. Para ver los diseos se deben tener los malacates
en la mano. As, mirar los diseos es una experiencia ntima y personal del usuario
y sus socios ntimos. Las vasijas tienen diseos ms grandes con lneas negras
gruesas que contrastan con el color anaranjado de la superficie del recipiente.
Estos diseos resultan visibles a todas las personas reunidas para una fiesta.
Mirar esta decoracin debi haber sido una experiencia ms pblica.
Ni los malacates ni las vasijas eran fabricados por la unidad domstica que
los usaba. Se han encontrado muy pocos moldes para malacates en Xaltocan y
los resultados del anlisis de activacin neutrnica indican que la cermica Azteca
I de Xaltocan se fabric de arcilla local pero tambin de arcillas de otros cuatro
locales en el norte y oeste de la Cuenca de Mxico (Nichols, et al., 2002).
Probablemente, se compraban los malacates y vasijas en el mercado. Sin
embargo, los miembros de la unidad domstica pudieron haber escogido sus
malacates o vasijas segn sus propias metas y valores. As, las preferencias de
los consumidores pudieron haber influido en el xito de las ventas y de ah la
preferencia de los artesanos especializados por aplicar ciertos diseos a los
malacates y vasijas. De manera indirecta, los diseos habran correspondido a los
valores de sus usuarios.
Se registraron los diferentes motivos pintados en cada uno de los 50
malacates y en los 72 tiestos de vasijas Azteca I que constituyeron la muestra.
Siguiendo la metodologa de Forde (2006) en su estudio iconogrfico de la
cermica mixteca, quien registr el diseo que se encontraba presente, una vez o
varias veces, en el mismo artefacto. En la muestra se registraron un total de 32
diseos en los 50 malacates y un total de 27 motivos en los 72 tiestos. A
continuacin, se describen los motivos y sus posibles significados.
RESULTADOS
Los diseos de vasijas cermicas se dividen en tres grupos. Los motivos de
flores eran los ms comunes, presentes en el 60% de las vasijas. En segundo
lugar tenemos los motivos de cipactli o cocodrilo mexicano, representado en el
177
17% de las vasijas. En tercer lugar estn los motivos de movimiento oscilatorio o
recproco, presente en el 25% de las vasijas (cuadro 1). Estos temas estaban
presentes en las vasijas para la celebracin de fiestas de la unidad domstica.
Flor y cipactli son das importantes en el tonalpohualli, el calendario
adivinatorio de los aztecas (figs. 2, 3). Cipactli es el primer da de la cuenta de 260
das y puede representar la cuenta en su totalidad. Flor es el ltimo da. Los frailes
Bernardino de Sahagn y Diego Durn observaron que todos los eventos
importantes en la vida de una unidad domstica estaban ligados al tonalpohualli
(Sahagn, 1950-82, lib. II, cap. XXI, XXV, XXXV, XXXVII; lib. IV, cap. XII, XV,
XXV, XXXVII; lib. VI, cap. XXIII; lib. IX, cap. VII, X; Durn, 1967, II:123, 297;
1971:122). Nacimientos, bodas, enfermedades, participacin en la guerra y en
viajes de intercambio eran precedidos por consultas con los adivinos para
asegurar un resultado favorable. Y se concluan estas actividades con fiestas en la
unidad domstica. En las fiestas, servir en vasijas decoradas con glifos
calendricos pudo haber afirmado que esta unidad domstica realizaba
actividades escogidas con cuidado, actividades oportunas en sentidos
sociolgicos y cosmolgicos (Brumfiel, en prensa).
El tercer grupo de motivos en las vasijas cermicas tambin promova
relaciones entre una unidad domstica y otras unidades (fig. 4). Este grupo de
motivos incluye espirales, el xicalcoliuhqui (la greca con espiral), zigzag y las
cintas. Todos se refieren al movimiento: el movimiento de agua en remolinos, del
viento en torbellinos y movimientos recprocos: espirales que van de adentro hacia
afuera, lneas que van de ida y vuelta. Estos motivos representan ideas centrales
en la cosmovisin de los nahuas: la complementariedad de opuestos y el equilibrio
(Gingerich, 1988; Hunt, 1977:129; Len-Portilla, 1963:56; Lpez Austin, 1988:267270).
Segn Maffie (2007), las relaciones entre opuestos complementarios
estaban cargadas de energa, a la vez destructivas y creativas pero de cualquier
manera transformativas. Se sugiere que los diseos recprocos en las vasijas
simbolizaban tanto los peligros como las posibilidades de alianzas sociales
celebradas en las fiestas de la unidad domstica. Estos motivos habran
subrayado el arreglo recproco que asegurara un resultado positivo de la alianza.
Adicionalmente, estos motivos se dirigan a los miembros de la unidad domstica,
hacindoles recordar los compromisos necesarios para crear una entidad colectiva
y productiva de sus miembros.
Los motivos de los malacates son ms diversos. Igualmente se encuentran
las flores, esta vez asociadas con otros motivos relacionados a la energa
divina/solar, presentes en el 46% de los malacates. En segundo lugar, tenemos el
xicalcoliuhqui o greca con espiral, representado en el 32% de los malacates. Y por
178
ltimo, una serie de motivos y glifos de baja frecuencia que todos juntos estn
presentes en 38% de los malacates (cuadro 2).
Las flores sencillas aparecen solamente en cuatro malacates. Se han
asociado las flores con la diosa azteca Xochiquetzal, diosa de la primavera, las
flores, el amor, la sexualidad femenina, y la menstruacin. Ella era la patrona de
las tejedoras y bordadoras (Daz Cntora, 1990; Heyden, 1985; RodrguezShadow, 1997; McCafferty y McCafferty, 1999; Lpez Hernndez, 2005). Pero las
flores en los malacates tambin estn asociadas con motivos que representan el
sol y el tonalli, la energa divina (Hill, 1992; Velasco y Nagao, 2006). Estos motivos
incluyen discos solares rodeados de plumas de guila (Sols, 2004:104-131),
malacates con rayos solares (como se ve en los cdices mixtecos vase Lind,
1994:94), flores con cuatro ptalos (kin) e ilhuitl que son elementos de la banda
solar/cielo azteca (Nicholson, 1955; Rodrguez-Alegra, 2007), cruces y motivos de
quincunce (lneas cruzadas diagonales que representan los puntos inter-cardinales
del universo, o con ms exactitud, los puntos donde sale y se pone el sol durante
los solsticios de verano e invierno) (Aveni, 1980:156-7), y los puntos que
representan soles o das (Brumfiel, 2008) (fig. 5). Dos malacates estn cubiertos
con pintura roja, lo que puede representar el tonalli. Posiblemente, por medio de
estos diseos, la hilandera trataba de infundir tonalli a su hilo y tela.
El motivo de malacates ms comn es el xicalcoliuhqui (fig. 6). Se presenta
en 16 de los 50 malacates o sea, en el 32% de la muestra. El xicalcoliuhqui
representa movimientos y ciclos de todo tipo (Vega Sosa, 1984). As es un motivo
perfecto para el malacate que gira sin fin al producir su hilo. En sentido ms
amplio, el xicalcoliuhqui pudo referirse a la ida y vuelta de la trama en el proceso
de tejer (Maffie, 2007). John Pohl (1994) sugiere que los xicalcoliuhqui de los
frisos arquitectnicos de Mitla son diseos textiles y tambin comenta que el
xicalcoliuhqui aparece en los sellos cermicos usados para decorar telas. De este
modo, el xicalcoliuhqui parece ser un smbolo principal de hilar y tejer.
Asimismo, una serie de motivos y glifos de baja frecuencia aparecen en los
malacates (fig. 6). Incluyen una serpiente emplumada, la serpiente del fuego,
pentagramas, sacos de tabaco, una rana, una cara de pjaro, elementos en forma
de M, entre otros. Estos elementos contribuyen a que haya una variedad ms
amplia entre los malacates, que la existente entre las vasijas cermicas, pese a
que las vasijas son ms grandes (presentando un rea ms grande para decorar)
y a que el nmero de vasijas examinadas tambin es mayor. Puede ser que el
tamao pequeo de los malacates contribuyera a su variabilidad puesto que
podan ser transportados ms fcilmente, trayndolos de muchas regiones.
Pero la variabilidad de los malacates tambin se puede deber a su carcter
individual e ntimo. Los malacates pueden reflejar las identidades variables de sus
179
Pared exterior
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0
0
0
6
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0
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Base interior
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Pared
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0
0
0
0
0
2
1
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1
1
1
1
181
182
Fig. 2 Motivos florales en vasijas Azteca I, negro sobre anaranjado, de Xaltocan. Arriba
izquierda: motivo de flor en el fondo de un cuenco; arriba derecha: motivo de ptalo en la
pared de un cuenco abierto; abajo izquierda: festones en un cuenco hemisfrico; abajo
derecha, festones compactos en un cuenco hemisfrico.
183
Fig. 3 Motivos de cipactli en vasijas Azteca I, negro sobre anaranjado, de Xaltocan. Arriba
izquierda: motivo de cipactli en las paredes exteriores de cuencos; arriba derecha: motivo
de cipactli en el fondo de un cuenco; abajo izquierda: cipactli en el Cdice TellerianoRememsis, Lm. 13v., Quiones Keber (1995:42); abajo derecha: cipactli en vasija de
Culhuacan, Brenner (1931: fig. 16).
184
Fig. 4 Vasijas Azteca I con motivos que representan movimiento oscilatorio o recproco.
Arriba izquierda: zigzag; arriba derecha: cinta; abajo izquierda: espiral S (xonecuilli); abajo
derecha: xicalcoliuhqui.
185
Fig. 5 Malacates con motivos solares. Arriba izquierda: flor con cruz en las cuatro
direcciones y plumas de guila en los lados; arriba derecha: disco solar con plumas de
guila en los lados; abajo izquierda y derecha: puntos de das.
186
Fig. 6 Malacates con varios motivos. Arriba izquierda: motivo de peine con cruz en las
cuatro direcciones y xicalcoliuhqui en los lados; arriba derecha: elemento de xicalcoliuhqui;
abajo izquierda: pentagrama; abajo derecha: saco de tabaco y cabeza de la serpiente de
fuego (xiuhcoatl).
187
CONCLUSIONES
Primero, se pueden notar las muchas ideas cosmolgicas abstractas que
estn representes en estos artefactos de contextos domsticos no de lites. La
presencia de estos diseos en contextos domsticos contradice la idea de que las
mujeres y la poblacin tributaria slo se preocupaban de asuntos inmediatos de la
salud, la cosecha y la reproduccin. Aqu hemos examinado una amplia gama de
motivos abstractos que expresan inters en la estructura del tiempo, el flujo de
energa y los principios abstractos de las relaciones entre los principios opuestos
complementarios. Las ideas cosmolgicas abstractas no eran monopolio exclusivo
de un grupo pequeo de hombres de la lite.
Segundo, el anlisis indica que la unidad domstica no siempre era un
agente unitario. En Xaltocan Posclsico Temprano, las perspectivas personales de
las usuarias de malacates eran ms amplias que el enfoque presentado en las
vasijas cuando la unidad domstica ofreca sus fiestas. La negociacin y la tensin
debieron haber acompaado la reduccin de las identidades variables de las
hilanderas a la fachada uniforme proyectada por la unidad domstica. Esto es
importante porque tensin y negociacin entre personas dan origen a conducta
innovada y cambio social. Es posible que el cambio social se deba tanto a las
tensiones internas de las unidades domsticas as como a otras variables, por
ejemplo, cambios ambientales o competencia entre las lites. Puede ser que ms
all de responder a cambios econmicos y polticos externos, las unidades
domsticas en s mismas y sus relaciones internas eran causas importantes de
transformaciones sociales.
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Ithaca:
Cornell
190
191
192
SURESTE DE
MXICO
Choosing to record some things, but not others, was a visual way
to make some facts of life into topics of discussion. Figurines, from
this perspective, were not just images of absolute givens, but ways
real living people made claims about specific distinctions that may
have been particular to a person and place. Visual culture was not
a passive reflection of the way things were: it was a medium
through which people shaped the lives they lived (Joyce, 2008:
49
16).
INTRODUCCIN
esde el inicio del perodo Formativo50 alrededor del 2,000 a.C., ocurriran
una serie de cambios en la vida cotidiana de las poblaciones que
ocupaban el territorio mesoamericano, como la domesticacin de algunas
plantas y la sedentarizacin de ciertos grupos. Tambin se modelaron y cocieron
las primeras vasijas (hacia el 1750 a.C.), piezas que posteriormente seran
decoradas con diseos que caracterizaran y diferenciaran a sus creadores (Pool,
2007: 8-9). Por aquel entonces se incrementara el intercambio de bienes a larga
distancia por ejemplo obsidiana y piedras verdes-, las cuales circularan junto con
ideas y creencias que retroalimentaran las diferentes sociedades que ocupaban la
extensa geografa mesoamericana. Durante este lapso, la arqueologa reconoce
una cultura que concibi model y dio uso a las figurillas que aborda este trabajo:
la olmeca.
Seleccionar ciertas cosas para registrar y no otras, fue una manera visual de convertir algunos hechos de la vida en
temas de discusin. Desde esta perspectiva, las figurillas no slo fueron imgenes de seres absolutos, sino formas en
que la gente real haca preguntas sobre las diferencias que podan ser inherentes a una persona y un lugar. La cultura
visual no era un reflejo pasivo de la manera como eran las cosas: era un medio a travs del cual la gente daba forma a la
vida que viva, traduccin libre de MJGG/LGG 2009.
50 En las cronologas establecidas con C14 para las culturas ms tempranas desarrolladas en la Costa del Golfo, se
utiliza el trmino Formativo, lapso que se divide en cuatro fases: Inicial (2,000-1,500 a.C.), Temprano (1,500-1,000 a.C.),
Medio (1,000-400 a.C.) y Tardo (400 a.C. - 100 d.C.).
49
195
197
198
199
200
stas son las piezas conocidas como baby face (Drucker, 1952:133-139). El autor
no especifica el tipo de poses caractersticas de este grupo.
A partir de su estudio, Drucker concluy que todas las piezas pertenecan a
un mismo estilo artstico general. Eran la imagen que la poblacin olmeca haba
hecho de s misma y de sus rasgos distintivos: boca de labios gruesos con
extremos hundidos -comn en los infantes-, quijada inferior grande y nariz ancha.
Fsico que puede encontrarse en etnias contemporneas de las tierras altas de
Chiapas, por lo que el autor sealaba desde entonces que era innecesario
buscarles orgenes forneos, como se intent hacer al compararles con negros
africanos (Drucker, 1952:192). Planteamiento con el que se est de acuerdo por
completo, de hecho la autora del presente considera que los rasgos caractersticos
de la poblacin slo fueron destacados a fin de distinguirse de otras etnias.
En 1958 Romn Pia Chan y Luis Covarrubias, catalogaron el material de
sus excavaciones en La Venta y definieron dos tipos de figurillas distinguiendo su
procedencia, aunque no tomaron en cuenta las clasificaciones anteriores:
Tipo 1: figuras pequeas de cuerpos esbeltos con equilibrio anatmico. Modeladas
por pastillaje, ojos sealados con una ranura y una fina perforacin en la pupila.
Aparecan en los estratos inferiores de las excavaciones.
Tipo 2: figuras de mayor tamao. Pueden ser slidas o huecas en posicin
sedente. Representan individuos obesos con ojos incisos, sin perforacin de
pupila. Tienen marcadas hacia abajo las comisuras de la boca. (Pia Chan y
Covarrubias, 1964: 21). Los autores no especificaron contexto de las piezas, slo
una diferencia de tipos por estrato. Tampoco indicaron el tamao de su muestra o
las poses descubiertas para cada estilo, ni mencionaron diferenciacin sexual.
Aos ms tarde, derivado del estudio regional que Edward B. Sisson hizo
en el Occidente de Tabasco, ste report varios sitios del Formativo (1,250-300
a.C.), con presencia de figurillas de barro. Analiz 164 piezas de las cuales ms
del 50% procedan de sus excavaciones, el resto haban sido recolectadas en
superficie o pertenecan a colecciones privadas. Del total, 158 eran antropomorfas,
cuatro zoomorfas, y dos ms no se identificaron. Las organiz en clases de
acuerdo a sus atributos y temporalidad; adems, observ un traslape en las clases
que form:
Figurillas del Formativo Temprano (complejos Molina 1,250-1,050 a.C. y Palacios
1,050-900 A.C.) las piezas eran huecas y modeladas en una pasta caf rojiza. Se
identificaron algunas piezas slidas, pero esto no fue lo comn. En unas el cabello
haba sido sealado con chapopote.55 Podan ser asexuadas o masculinas, pero
Rasgo que hasta la fecha slo se reporta en figurillas del Formativo hacia el Occidente de Tabasco. En fechas
posteriores como el Clsico Tardo y Epiclsico, varias figurillas de molde (antropomorfas) y modeladas (zoomorfas, en
55
201
se reconocieron pocas femeninas. Sisson asever que las piezas eran muy
semejantes a las de la costa del Golfo de Mxico y el Altiplano Central.
Figurillas del Formativo Medio (complejos Puente 900-700 a.C., Franco 700-550
a.C. y Castaeda 550-300 a.C.). Sisson determin que las figuras de este tiempo
continuaron siendo modeladas, pero slidas y representando principalmente
mujeres, mientras que las imgenes masculinas eran escasas. Tenan los ojos
hechos mediante perforaciones e incisiones. El cabello era liso con un chongo de
media luna. Estas figurillas le parecieron semejantes a otras de sitios del Golfo de
Mxico, la Depresin Central y costa de Chiapas. Al final de su secuencia -en la
fase Castaeda-, encontr de nuevo la presencia de figuras huecas asexuadas,
pero sta vez hechas con una pasta fina (Sisson, 1976: 481-509, 597, 603, 610,
621).
En 1982 Pia Chan volvi a tocar el tema. Esta vez depur la tipologa de
figurillas definiendo dos grupos bsicos a partir del material que haba excavado
treinta aos antes:
Estilo La Venta: son las piezas ms antiguas, hechas mediante pastillaje.
Corresponden a una tradicin Surea-Costea que combin el rapado con
mechones de cabello. Las figurillas tienen ranuras como ojos y las comisuras de la
boca hacia abajo.
Estilo olmeca La Venta: figurillas derivadas de las anteriores con cabezas de
mayor tamao. Presentan rasgos hechos mediante perforaciones, sin pastillaje.
Son figuras comunes a la costa del Golfo. Dentro del grupo se incluyen las figuras
huecas denominadas baby face (Pia Chan, 1982: 127-134, 142-146, 224-225).
En sus excavaciones, Pia Chan recuper cuatro figurillas baby face casi
completas. Estas ltimas permiten hacer una mejor interpretacin de las
colecciones de La Venta y San Andrs, pues adems la conservacin del acabado
de cada pieza era excelente. El autor no hizo observaciones respecto a la
desnudez de las figuras o la representacin de genitales, rasgo poco frecuente en
las piezas de este tipo (Pia Chan, 1982: 145). Tampoco enfatiza sus poses.
Hasta el final del siglo XX, las clasificaciones de figurillas del Formativo en
Tabasco, se enfocaron entonces a reconocer el desarrollo en la manufactura de
las piezas, detallar sus caractersticas, y proponer una secuencia de su presencia.
No se haban aplicado anlisis estilsticos concretos de los atuendos o
representaciones, ni se estudiaron correlaciones entre variedad de figuras,
contextos y usos; mucho menos se haba puesto inters en la importancia de la
representacin sexual y de gnero de la gente que las haba manufacturado,
excepto interpretaciones que asociaban las figuras desnudas o de vientres
especial las aves), presentan aplicaciones de chapopote sobre el acabado. Son piezas hechas generalmente con un
barro anaranjado fino de consistencia polvosa, y que se han encontrado en sitios como Jonuta y Comalcalco, entre otros.
202
abultados con algn rito a la fertilidad, mientras que por el atavo se identificaban
roles, como el de jugador de pelota. Tampoco se consideraban los estudios
previos, ni se hacan comparaciones con materiales semejantes de otros sitios en
territorio tabasqueo, del sur de Veracruz, o incluso del mismo sitio pero derivados
de otros proyectos de investigacin.
Sin embargo, en otras regiones de Mesoamrica las colecciones de
figurillas no slo se estaban clasificando por estilo, tambin eran estudiadas para
conocer la identidad social de la poblacin, para interpretar el manejo de sexo y
gnero en la sociedad, o conocer la formacin de jerarquas y sus nexos, entre
otros aspectos. Ejemplo de lo anterior son los trabajos de Ann Cyphers (1989:
207-221; 1990: 41-47; 1993: 209-224), Rosemary Joyce (1987; 2000:19-53) y
Richard G. Lesure (1997: 227-248; 2000), entre otros.
Sera con la entrada del siglo XXI cuando ocurrira un cambio en las
perspectivas de estudios sobre las representaciones a escala de seres humanos
hechas por la gente que habit Tabasco durante el Formativo. En el ao 2000,
Billie J. A. Follensbee discutira en su tesis doctoral la representacin de gnero y
sexo en las figurillas y la escultura monumental de los sitios de Tres Zapotes, La
Venta y San Lorenzo Tenochtitlan. Follensbee analiz rasgos fsicos, vestimenta y
adornos de 241 figurillas, intentando identificar atributos de gnero. Le preocupaba
que hasta entonces la identificacin sexual de las imgenes era inconsistente y
arbitraria, basada en estereotipos, como asignar a priori los retratos de poder y
liderazgo con lo masculino. Como resultado de su estudio determin que la
representacin de mujeres era de tipo naturalista y ms abundante de lo que se
crea, habindose representado con mayor frecuencia desnuda o con pocos
elementos de atuendo. En cambio, las figurillas masculinas eran ms geomtricas
o ambiguas. Por otro lado, confirm que los rasgos fsicos, vestimenta y adornos
s estaban ligados al gnero (Follensbee, 2000: 50-53).
Pocos aos ms tarde, Christopher L. von Nagy (2003) present en su tesis
doctoral, un avance del estudio aplicado a las figurillas excavadas en la regin
perifrica de La Venta y un sitio ubicado al noreste de sta: San Andrs.56 En este
asentamiento descubri figurillas antropomorfas y zoomorfas al interior de
contextos como basureros de unidades habitacionales y pozos de desechos
(coincidiendo con lo observado por otros investigadores). A partir de una
203
La coleccin completa de figurillas de San Andrs sera tema de maestra de Mara Derilo Tway en el 2004.
204
en moos o rizos sobre cierta zona de la cabeza, los cuales pudieron incluir
telas o hilos entretejidos con mechones de cabello). Algunas figuras portan
turbantes. Derilo (2004:46) menciona un peinado donde dos mechones de
cabello se sujetaban bajo la barba, lo cual adems de poco prctico, en
tierras tropicales sera incomprensible. Ms bien parece una tira de tela que
sujeta algo a la cabeza, como ahora lo hacemos con los sombreros.
Segn Follensbee (2000) ciertas representaciones femeninas tendran
rapado total o parcial. Sin embargo, la autora del presente no est de
acuerdo con la aseveracin de Follensbee, considerando la importancia
tradicional del cabello en las poblaciones indgenas contemporneas de
nuestro pas, y las evidencias que sobre ste existen en varias culturas
prehispnicas como la maya y la mexica. Especialmente en
representaciones femeninas del rea maya durante el perodo Clsico, un
elemento distintivo es el arreglo del cabello. Mientras que en figurillas
femeninas de sitios localizados en Oaxaca o el Altiplano Central (Las
Bocas, Tlatilco por ejemplo), un elemento importante de las llamadas
mujeres bonitas del perodo Formativo, era su cabello. Por otra parte, en
poblaciones tribales del siglo XX, los estudios etnogrficos en diferentes
partes del mundo han mostrado que el embellecimiento bsico de los
individuos se realiza manipulando el cabello, aplicando pintura y tatuajes al
cuerpo, modificando el crneo, y usando ciertos adornos para nariz, orejas,
pecho o extremidades, los cuales son indicio de su posicin en la sociedad.
e) Pose: de pie y sentadas. Slo las mujeres aparecen en una sola pieza
(escena) en representaciones de alumbramientos, o cuando ellas sostienen
entre los brazos un infante (concepto que se repetir en las figurillas mayas
algunos siglos despus). Derilo (2000:50) ha sugerido que las figuras de pie
corresponden a mujeres jvenes, mientras que las sentadas pueden ser
ms viejas -lo que no tiene sustento si no se tienen muestras completas y
una muestra ms amplia. En otras colecciones la posicin del individuo
sentado ms bien coincide con un estatus elevado. En la escultura
monumental se observan por ejemplo individuos jvenes sentados
sujetando una cuerda (Altar 4) o de pie como en la estela 5 -ambas piezas
procedentes de La Venta. Las poses, colocacin de extremidades y cabeza
constituyen un tema de investigacin a futuro (fig. 1).
206
Fig. 1 Figurillas femeninas del Formativo Medio. Arriba: piezas de La Venta (fotos de Ricardo
Castro para el Proyecto Catlogo de Ricardo Armijo-INAH, 1992). Abajo: figurillas de San
Andrs (Derilo, 2004: figs. 3.3a, A.59 y A.51). En general las figuras femeninas portan mandil
pbico, en otras se representan mujeres desnudas con senos resaltados y un pendiente al
centro de stos.
FIGURILLAS MASCULINAS
a) Temporalidad: en el Formativo Temprano (1,050-900 a.C.) son ms
frecuentes las figuras masculinas junto con las asexuadas, luego decrece
su frecuencia en relacin con las femeninas, aunque continuaron
elaborndose.
b) Caractersticas fsicas: se modelaron de forma ms geomtrica, sin lograr
rasgos realistas claros. Los cuerpos son cilndricos. Algunas figuras
presentan barba. Las caractersticas del cuerpo y cabeza fueron
consistentes en ambos sitios y durante todo el Formativo.
c) Vestimenta y adornos: suelen ser ms abundantes y variados que en las
figuras femeninas: cinturones anchos o varias capas de cintos anchos o
delgados atados al pecho, bragueros -que en ocasiones tienen bandas
colgantes o faldellines por encima-, capas, camisas/chalecos y bandas
cruzadas sobre el pecho.
207
Fig. 2 Figurillas masculinas del Formativo Medio. Las piezas a la izquierda y la figura
completa son de La Venta (fotos de Ricardo Castro para el Proyecto Catlogo de Ricardo
Armijo-INAH, 1992). Las dos piezas de la derecha son figurillas de San Andrs (Derilo, 2004:
figs. A.54 y A.57). Obsrvese el decorado de los bragueros, los fajines anchos, la presencia
de capas y turbante, e incluso de barba en una de las piezas, rasgo que no era comn
representar.
FIGURILLAS ASEXUADAS
a) Temporalidad: al final del Formativo Medio aparecen las grandes figurillas
huecas asexuadas (entre las fases Puente Tardo -650 a.C.- y Franco
Tardo -350 a.C.), despus del auge de las figurillas masculinas y las
femeninas de las fases anteriores.
b) Caractersticas fsicas: estas figuras huecas -de mayor tamao que las
masculinas y femeninas slidas-, son conocidas como baby face. Fueron
hechas con una pasta ms fina, a diferencia de las otras representaciones
antropomorfas en barro, evidenciando no slo una tecnologa cermica ms
avanzada, sino una calidad intencional. En algunas fue evidente el uso de
ceniza volcnica como desgrasante. El cuerpo poda hacerse independiente
de la cabeza a la cual se fijaba mediante una espiga. Blomster (2002:176)
208
c)
d)
e)
f)
Fig. 3 Figuras asexuadas del Formativo Medio. A la izquierda y al centro figuras de La Venta
Venta (foto de la izquierda de Miriam Judith Gallegos-INAH 1997, excavada en el montculo
D7; foto central de Ricardo Castro para el Proyecto Catlogo de Ricardo Armijo-INAH, 1992).
A la derecha pieza de San Andrs (Derilo, 2004: fig. A35).
Al respecto es importante comentar que las caractersticas bsicas de identificacin de los principales tipos de
individuos representados en las figurillas del Formativo Medio en La Venta y San Andrs, derivan de una sntesis de las
observaciones de diferentes autores (Blomster, 2002:171-195; Follensbee, 2000; Derilo, 2004; Drucker, 1952:132-141;
Nagy, 2003:916-920; Sisson, 1976: 481-509), y quien esto suscribe.
58
210
comenzaba a emerger. Tal parece que la gente del Formativo no tena mayor
inters por sealar a travs de los atributos sexuales la diferencia entre hombres y
mujeres, era mucho ms importante entonces denotar su atavo, y con ste su
identidad.
Existen evidencias de que durante el Formativo Medio ya existan prendas
bsicas como los mandiles pbicos para las mujeres o los bragueros y fajines de
los varones, sin embargo, esta ropa aparece con preferencia en las
representaciones antropomorfas monumentales correspondientes en su mayor
parte a individuos masculinos. Lo anterior debido quiz a que el trabajo de
manufactura textil apenas comenzaba, y tal vez el uso de prendas an era
restringido, quiz por ello se representaron en las figurillas mandiles hechos con
hojas (tanto en piezas del Altiplano Central como en el sur de Veracruz). Por lo
anterior, es importante estudiar la presencia y caractersticas de las herramientas
para la manufactura textil (malacates), o el decorado de lienzos (los sellos por
ejemplo), tema que es prcticamente desconocido.
En cambio, durante este perodo las prcticas de embellecimiento corporal
eran fundamentales y sealaban la diferenciacin del individuo. Se perforaban
lbulos para colocar variados tipos de orejeras; el cabello se arreglaba de formas
diversas, incluyendo el uso del rapado parcial o completo, o la mezcla de
mechones de cabello con cuentas y listones; se adornaba el crneo con tocados,
mientras en el cuerpo se colocaban espejos, pendientes, collares y pintura
aplicada directamente o con sellos (como lo ejemplifican piezas del Formativo en
diferentes regiones de Mesoamrica). Este nfasis en el arreglo personal ocurra
en las mujeres adultas jvenes como lo muestran las figurillas y los esqueletos
femeninos de sitios como Tlatilco, donde se ha comprobado que los entierros de
jvenes poseen una serie de adornos de este tipo, mientras el de las ancianas
slo inclua orejeras o un collar (Joyce, 2008), situacin que por cierto continuar
observndose en las figurillas mayas del perodo Clsico, marcando as un
tratamiento diferencial del cuerpo de acuerdo a la edad y al estatus social. En el
Formativo Medio, la forma del cuerpo, el procesamiento del cabello y la
ornamentacin corporal, sealaban la existencia del individuo en la sociedad,
actividad que se replica en el modelado del barro donde la poblacin recre
imgenes de s misma (fig. 4).
212
Fig. 4 Figurillas del Formativo Medio de La Venta. Izquierda arriba: figurilla de mujer en
trabajo de parto; izquierda abajo: figurilla masculina con genitales expuestos; centro:
figurilla masculina ataviada con braguero y turbante de tela; derecha: figura femenina con
mandil pbico y senos claramente marcados. Ntese el detalle puesto en representar los
genitales en estas piezas (poco comn en la mayor parte de los casos), y al infante que
sostiene sobre su hombro izquierdo la mujer de cuerpo regordete (fotos de Ricardo Castro
para el Proyecto Catlogo de Ricardo Armijo-INAH, 1992).
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Preclsico
en
Chalcatzingo.
214
215
216
Fig. 1 T1000b.
Fig. 2 T1000b:102.
217
Fig. 3 T12.
59
(T168 :102)
(T747)
(T1000d)
62
(T168:130)
218
63
63
Dibujos de los dinteles de Ian Graham, tomados de La Escultura de Yaxchiln de Peter Mathews.
219
Fig. 9 Sa-ja-la sajal Fig. 10 SAJAL-la sajal Fig. 11 Cuauhxicalli de Moctezuma Ilhuicamina
T630.181.178.
T1004v:178.
Museo Nacional de Antropologa e Historia
Foto Ana Ma. Guerrero.
Refiere la ficha del monumento, que se trata de las once conquistas realizadas por Moctezuma Ilhuicamina, lo que
sugiere la evidencia de que no slo se trata de guerreros sino de gobernantes, y gobernantas, de los sitios conquistados.
64
220
ka-KALOMTE-TE
ka-lo-ma-TE
KALOM TE
KALOMTE-TE
(T25:580.74.87)
(T74:528:518c:87)
(T1030mv)
Diversas seoras del mundo maya portaron el ttulo kalomte y las seoras
de Yaxchiln no fueron la excepcin. Lo encontramos en la escalera jeroglfica 3
escaln V, en los dinteles 23,65 24, 25, 27 y 53 (fig. 15) entre otros.
Kathryn Josserand, en su artculo Women in Classic Maya Hieroglyphic Texts, analiza el protagonismo de la Seora
Xoc en el dintel 23.
65
222
223
Este ttulo se puede encontrar unido con diversos glifos, entre otros, con los
llamados glifos emblema. El ttulo se ha traducido como sagrado seor de un
determinado territorio. Aunque las ltimas investigaciones consideran que puede
tratarse de un ttulo dinstico.
(T32)
(T36)
(T37)
(T38)
(T38)
(T40)
(T41)
(T32:683v)
Los ttulos mayas con frecuencia se relacionan con los registros de la edad,
de la sucesin a la que pertenecen y los cautivos importantes que han capturado
en la guerra. El ttulo relacionado con la edad de las personas (fig. 20) lo
encontramos en diferentes niveles jerrquicos tanto en ajaw, como en kalomte o
sajal. Ttulos que se refieren al seor o seora como: el o la de los tres katunes,
el o la de los cuatro katunes e incluso el o la de los cinco katunes. Un katun es
un periodo de tiempo que va de 1 a 20 aos, as por ejemplo, cuando se habla de
la seora o seor de los tres katunes se est hablando de una persona que tiene
de entre cuarenta y cincuenta y nueve aos. Ttulo memorable y de respeto para
quien lo portaba.
Fig. 20 Ttulos relacionados con la edad.
(T12:1034v)
OX KATUN AJAW
(ox katun ajaw)
Seor de tres katunes
(T12:1034v)
JO KATUN AJAW
(jo katun ajaw)
Seor de 5 katunes
(T12:1034v)
IXIK KATUN AJAW
(ixik katun ajaw)
Seora katun
El ttulo Chajom (fig. 21) es traducido por Alfonso Lacadena y algunos otros
investigadores como varn. Montgomery (2003:200-210) lo tradujo como el que
esparce sangre en la ceremonia sagrada, llevada a cabo durante los ritos de fin
de periodo. El vocabulario de Erik Boot (2001) lo identifica como el rociador y
224
(T93:672.142)
(T93.607v:74) (T93:672.142)
67
cha-jo-ma
(chajom)
(T93.672hv)
cha-JOM
(chajom)
(T1000a.501.142)
IXIK (cha)-jo-ma
(ixik chajom)
67
AJ KUH-na
(aj kuhun)
(T12.41:23)
AJ KUH -HUN-na
(aj kuhun)
(T743:38 60:23)
CONCLUSIONES
An con esta pequea muestra de ttulos reales, religiosos, militares y
polticos, entre otros, considero que las mujeres formaron parte activa en la
transformacin y desarrollo de sus pueblos, siendo partcipes en la esfera poltica,
social y religiosa. Dadoras de vida para la preservacin de los linajes, lograron
alcanzar eptetos que posiblemente fueron de exclusividad para el gnero
masculino, pero su fuerza, fortaleza, empuje e inteligencia abrieron brecha para
ser inmortalizadas, perpetuadas y recordadas en sus monumentos y manuscritos.
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INTRODUCCIN
DE
GNERO
COMPARATIVO:
LAS
FIGURILLAS
DE
YAXCHILN
SUS
REPRESENTACIONES ESCULTRICAS
Las mujeres de la lite maya fueron un elemento muy importante para el mantenimiento y devenir de los regmenes
polticos de estos grupos culturales prehispnicos, ya que sirvieron como vas para fortalecer alianzas matrimoniales
entre diferentes entidades polticas, adems de que seguramente jugaron un papel preponderante en las tomas de
decisiones al interior de la poltica social maya (cfr. Miller y Martin, 2004; Gillespie y Joyce, 1997).
68
231
La muestra analizada de figurillas se constituy con un total de 835 piezas, mismas que fueron agrupadas en 13
grupos morfolgicos, dichos conjuntos se constituyeron de la siguiente manera: Cabezas antropomorfas, cuerpos
antropomorfos, cabezas zoomorfas, cuerpos zoomorfos, decoracin en vestimentas, instrumentos musicales
antropomorfos, instrumentos musicales zoomorfos, moldes, seres mticos o monstruosos, silbatos fitomorfos y mticos,
piezas miscelneas, piezas altar con banda celeste, as como las piezas no identificadas.
69
232
DINTEL 1
En este dintel se represent a Pjaro-Jaguar IV empuando un cetromaniqu y a un lado se encuentra su esposa, Seora Gran-Crneo, sosteniendo
un atado (Mathews, 1997:193; cfr. Tokovinine, 2003). Se puede apreciar que cada
uno de los integrantes de la escena porta indumentarias acordes a su gnero y
rango social. Por lo que respecta a la Seora Gran-Crneo, sta presenta un
vestido ricamente ataviado y encima una tnica larga, as como un tocado alto y
elaborado con motivos naturalistas, al igual que pendientes, brazalete y collar.
Algunos de los elementos que porta la Seora Gran-Crneo se encuentran
representados en los especmenes femeninos de barro aqu estudiados,
especficamente dentro de las variedades de cuerpos antropomorfos y con las
extremidades superiores e inferiores (fig. 1). Mientras tanto, la indumentaria de
Pjaro-Jaguar IV se encuentra conformada por la presencia de un faldelln, un
brazalete, un tocado alto, pendientes, nariguera, as como sandalias. Dichas
manifestaciones culturales se pudieron evidenciar en algunas variedades de las
figurillas analizadas para esta investigacin, principalmente en los instrumentos
musicales y cuerpos antropomorfos faldellines tableados con cordn al frente,
pecheras y taparrabos. Siguiendo a Miller y Martin (2004:93), la aparicin de
mujeres en las cortes mayas en diversos motivos escultricos puede obedecer a
que stas detentaban un rol importante en la vida social de lite, mostrando
smbolos de poder temporal, social y sobrenatural.
DINTEL 2
En este dintel se observa a Pjaro-Jaguar IV conmemorando el quinto
aniversario de su ascensin al poder en el ao de 9.16.1.0.0. (753 d.C.). Enfrente
de este gobernante se encuentra su hijo Escudo-Jaguar II, quien cuenta con 5
aos de edad; ambos personajes portan un cetropjaro (ibid.:203). Adems de
portar este cetro de mando, los protagonistas se encuentran vestidos con un
faldelln tableado adornado con pequeos crculos y un taparrabo; de la misma
manera, ambos individuos llevan sobre su cabeza un gran tocado decorado con
plumas y elementos florsticos, as como la presencia de pequeos rostros.
Finalmente, los dos integrantes de la piedra esculpida llevan pendientes y
brazaletes, as como un par de sandalias por cada personaje y pendientes,
adems de que, en el caso de Pjaro-Jaguar IV, se puede apreciar una nariguera.
De esta manera, la representacin de la familia en los eventos socio-polticos de la
lite se ven reflejados en este dintel. En este sentido, muchos aspectos
morfolgicos y decorativos de nuestras piezas analizadas de terracota son afines
233
DINTEL 5
En el dintel 5 se observa a Pjaro-Jaguar IV sosteniendo un par de cetrospjaro, reafirmando de esta forma su poder como gobernante de Yaxchiln.
Enfrente de este personaje se encuentra, seguramente, una de sus esposas de
nombre Seora 6-Cielo-Ahaw (ibid.:196). Tal como comenta Mathews (idem), el
personaje femenino del dintel es una de las tres damas que a l se asocian, y que
con seguridad eran sus esposas. De acuerdo a algunos autores, la mujer
representada provena de Motul de San Jos (ibid.; Martin y Grube, 2000:131;
Schele y Freidel, 1990:294). Al igual que en las otras representaciones que hemos
mencionado, los personajes se encuentran ricamente ataviados, destacando sus
tocados altos y elaborados, el bastn cetro en el caso del hombre- y el vestido de
234
DINTEL 13
Este dintel fue mandado hacer por Escudo Jaguar II y conmemora su propio
nacimiento. Lo acompaan sus padres: Seora Gran-Crneo y Pjaro Jaguar IV
235
237
DINTEL 15
Se describe la escena de una serpiente de visin (Mathews, 1997:197;
Schele y Freidel, 1990:287), en la que el personaje principal que se somete al
autosacrificio es la seora de Motul de San Jos (Mathews, 1997:197; cfr. Martin y
Grube, 2000:131), cuyo nombre es Seora Wak Tuun. En esta representacin la
serpiente visionaria le da a conocer el prximo nacimiento de un poderoso
heredero al trono de Yaxchiln, es decir, Pjaro Jaguar IV. La mujer presenta un
huipil y un tocado simple con cola de caballo, as como brazaletes y pendientes
que engalanan su atuendo. La serpiente sale de un cuenco con oblaciones de
sangre. Vale la pena decir que el cuenco plasmado en este dintel es similar al
distinguido dentro de las piezas miscelneas analizadas (fig. 5).
DINTELES 24, 25 Y 26
Constituyen los dinteles ms famosos de Yaxchiln y, en s, conforman una
secuencia de autosacrificio desplegado por Lady Xoc, esposa de Escudo Jaguar I
(Miller y Martin, 2004:106; Schele y Freidel, 1990:266-268; cfr. Schele y Miller,
1992:187-188; cfr. Martin y Grube, 2000:125) y que conmemoran el prximo
nacimiento de su primognito Pjaro Jaguar IV-, aunque Mathews (1997:154)
concibe a esta dama como Seora Puo Pez. En dicha escena se aprecia a esta
mujer en una escena de autosacrifico, en donde aparece arrodillada atravesando
su lengua con una cuerda con espinas. Frente a ella se encuentra Escudo Jaguar
I, quien la ilumina con una antorcha. Vale la pena decir que, de acuerdo con Miller
y Martin (2004:106), este tipo de oblacin de sangre era el ms recurrente entre
las mujeres pertenecientes a la lite maya. Los atuendos de los personajes son
ricos en decoracin, donde la seora porta un huipil y capa, mientras que el
hombre detenta una especie de capa corta con flecos. Ambos personajes
presentan orejeras, muequeras, aunado a que Escudo Jaguar I presenta
taparrabo, un par de sandalias y rodilleras.
En el dintel 25 contina la conmemoracin. En este sentido, se aprecia a la
dama que evidencia la aparicin de la serpiente de visin, misma que emerge de
un cuenco que contena la sangre ofrendada. De las fauces de la serpiente surge
un personaje que detenta una lanza y un escudo. Dicho escudo es similar a los
distinguidos dentro de los escudos miscelneos, as como en algunos de lo que
portaban los guerreros de barro. Finalmente, el dintel 26 da fin a la secuencia,
representando a Escudo Jaguar I quien se prepara para la guerra. Para tal efecto,
su seora esposa lo ayuda a vestirse, entregndole su escudo y su casco de
jaguar (idem; cfr. Gonzlez, 2001). El gobernante porta una pequea lanza y una
238
coraza que cubre la totalidad del torso; ambos ostentan brazaletes, pendientes y
tocados.
239
Es muy importante decir que el casco de jaguar es muy similar a una de las
cabezas zoomorfas analizadas, mientras que el escudo rectangular tambin se
pudo apreciar en el armamento que portaban algunos de los guerreros
identificados en la muestra de figurillas.
Los elementos decorativos de los tres dinteles son similares a algunas de
las variedades representadas en los cuerpos antropomorfos, silbatos fitomorfos
en el caso del huipil de la dama-, cabezas zoomorfas casco de jaguar- y el
cuenco miniatura.
ALGUNAS REPRESENTACIONES ESCULTRICAS DE OTROS SITIOS MAYAS
Este apartado de la investigacin estara incompleto si no se realizara una
comparacin estilstica-escultrica con otros sitios de la zona cultural maya. Por tal
motivo, es de inters hacer mencin que al igual que en el ncleo interno de la
sociedad maya de Yaxchiln, en otros entornos culturales del rea maya se
estaban repitiendo estos patrones de legitimidad de la clase dominante a partir de
la confeccin de dinteles o motivos escultricos, en donde se representaba la vida
social o hazaas belicosas. Por ejemplo, en Palenque existe un tablero oval en el
Palacio, en donde se observa claramente una escena de ascensin al poder (fig.
7). En este oval vemos a Pakal sentado sobre un trono de jaguar de dos caras
quien recibe, de manos de su madre, la Seora Sak K uk y reina actual de
Palenque, la corona de tambor principal y lo dispone a ocupar el trono de rey
(Miller y Martin, 2004:202).
En esta representacin escultrica tambin podemos observar a dos
importantes personajes de la vida social e ideolgica de Palenque. El primero
porta un faldelln estilizado con grecas en las puntas, as como un cinturn
abrochado por la parte trasera. En cuanto a los ornamentos de la vestimenta de
este ltimo personaje, muestra un par de brazaletes, pendientes, collar de cuentas
y un sencillo tocado. Por otro lado, su madre lleva puesto un huipil largo y ancho
con un fino acabado decorativo; sobre sus hombros trae una pequea capa corta
adornada con un collar de cuentas. Asimismo, dicha representacin femenina
muestra brazaletes, pendientes, un tocado simple y entre sus manos sostiene una
corona. En cuanto a las figurillas de Yaxchiln, podemos decir que existen ciertas
similitudes con respecto a los atavos de estos dos individuos, as como en la
manera en que se representaba al jaguar como objeto de supremaca ideolgica y
social, lo mismo que muchas de las vestimentas y adornos que poseen las
figurillas.
240
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248
249
la cabeza con bandas bien ajustadas. Por su parte, la mutilacin dentaria consista
en la modificacin del contorno de las piezas dentales y se lograba mediante dos
tcnicas: el limado y la incrustacin (Romano, 1974).
La modificacin corporal tambin incluye dos tipos de alteraciones
tegumentarias: la escarificacin y el tatuaje. La primera hace referencia a la
produccin de dibujos por medio de cicatrices ya sea como pequeas depresiones
o por la irritacin de la herida. El segundo, est destinado a modificar la coloracin
de la piel, mediante la ruptura del tegumento y la introduccin de sustancias
pigmentarias en las heridas (Dembo e Imbelloni, 1938).
En las figurillas, la cermica pintada o las imgenes monumentales
podemos observar a diversos personajes que ostentan deformacin craneana,
decoracin dental, escarificaciones, perforaciones, etctera. No obstante, los
estudios enfocados en este tipo de temticas son escasos y se abordan de una
manera muy general. Hay una gran cantidad de representaciones, tanto de
hombres como de mujeres, en los que la modificacin de la cabeza es visible
sobre todo en los individuos de la lite y gobernantes de sitios como Yaxchiln,
Palenque, Tonin, Calakmul, Tikal, entre otros.
La modificacin del cuerpo fue un comportamiento cultural realizado por
diversos grupos. Por ejemplo, se tiene evidencia que las prcticas dentales se
realizaron en frica, Centro y Sudamrica; as como Filipinas y el archipilago
malaya (Tiesler, et. al., 2005). En el caso del rea mesoamericana, se ha
registrado la prctica de la deformacin craneana y la mutilacin dental desde la
poca Preclsica hasta entrada la Colonia. Indudablemente, la modificacin del
cuerpo implicaba un ideal de belleza para cada gnero ya que los hombres y las
mujeres le dieron mucha importancia a la ornamentacin de su cuerpo. Adems,
algunos adornos como la escarificacin o los tatuajes cambiaban de por vida el
aspecto de las personas y eran considerados expresiones visibles de identidad
cultural (Tiesler y Romano, 2008).
VESTIMENTA PREHISPNICA
Como ya se ha sealado previamente, la vestimenta constituye un medio
central tanto para la adquisicin de las identidades adscritas socialmente como
para su comunicacin (Sorensen, 2000).
Originalmente la vestimenta cuyo objetivo primario fue proteger el cuerpo
ante las condiciones ambientales, tambin ocult de la vista los rganos sexuales.
Sin embargo, entre los mayas prehispnicos, la ropa que simblicamente cubra el
sexo del portador, al mismo tiempo proyectaba su identidad, ya que el tipo de
vestimenta asociada a cada gnero era determinado de acuerdo a la cultura de
257
260
261
cotidiana, poltica y religiosa de la gran ciudad de los itzaes. Aparte de los distintos
discursos, a veces demasiado alternativos, emanados de las referencias sobre
Chichn Itz en las fuentes coloniales, lo que ms se ha discutido con respecto al
sitio, sobre todo a nivel arqueolgico, es la conformacin del asentamiento y la
cronologa del mismo.
La Gran Nivelacin est conformada por varios grupos arquitectnicos que
fueron ocupados principalmente durante los periodos Clsico Terminal y el
Posclsico Temprano (800-1,250 d.C.). Otro de los rasgos ms llamativos del
asentamiento es su extenso sistema de calzadas que unen grupos
arquitectnicos, plazas y cenotes, haciendo de sta una de las principales urbes
mayas del perodo Clsico (fig. 1).
En el caso del presente trabajo se analizan algunas representaciones
iconogrficas pertenecientes a tres edificios: 1) el Templo Inferior de los Jaguares;
2) el Palacio de las Columnas Esculpidas y; 3) el Templo de los Guerreros, todas
estas estructuras estn ubicadas en la Gran Nivelacin.
El Templo Inferior de los Jaguares consta de un solo cuarto con techo de
bveda. Los muros interiores y la bveda estn decorados con bajorrelieves en los
cuales se representan guerreros y algunos sacerdotes. Su entrada est
conformada por tres claros, mediante la divisin de dos pilastras esculpidas, de las
cuales se discutirn las representaciones de cada uno de sus lados (fig. 2b).
El edificio denominado Palacio de las Columnas Esculpidas est formado
por una plataforma en talud-tablero y una edificacin superior que consta de una
galera frontal con crujas interiores, las cuales estaban comunicadas a travs de
bvedas que les proporcionaban iluminacin y ventilacin. En las columnas estn
representados en bajorrelieve guerreros ricamente ataviados con tocados,
muequeras y otros elementos que componen su adorno corporal. De todas estas
imgenes monumentales, en esta ocasin se tomaran como muestra de estudio
las columnas 11 norte, 14 y 20 sur.
Por ltimo, en el Templo de los Guerreros los muros se levantan desde la
superficie de una subestructura piramidal truncada, la cual sirve como base
tambin a todas las estructuras maya-mexicanizadas en el norte del sitio (Morris
y Morris, 1931). En la iconografa del Templo de los Guerreros se distinguen tres
divisiones: los muros superestructurales, las pilastras y el pilar de atlantes. La
decoracin de los taludes de la plataforma subestructural incluye representaciones
de varios animales mitolgicos (Lincoln, 1987:5). En el caso de esta estructura se
tomarn como muestra las columnas 30, 40 y 60, en las cuales se representan
personajes portando diversos tipos de tocados y vestimenta (fig. 2a).
262
263
Fig. 3 Figuras donantes provenientes de la banqueta sur del Templo del Chac Mool
(subestructura cubierta por el Templo de los Guerreros), Chichn Itz, Yucatn (tomado de
Tozzer, 1957).
266
DESCRIPCIN DE LA MUESTRA
Para entablar una discusin con respecto a la forma peculiar de representar
el cuerpo humano en el arte monumental de la Gran Nivelacin en Chichn Itz y
la construccin de su identidad de gnero, hace falta revisar una muestra de
imgenes relacionadas con las expresiones de la corporalidad como la
modificacin, la vestimenta, el adorno y las posturas de los individuos
representados. Para realizar esta investigacin, nos dimos a la tarea de recopilar,
agrupar y codificar un conjunto de cerca de 130 elementos referentes a la
corporalidad provenientes de 45 imgenes humanas. Se realiz un anlisis de
estadstica descriptiva usando el software SPSS para obtener los porcentajes de
presencia de cada uno de los elementos iconogrficos previamente codificados.
Cabe aclarar que la investigacin y los anlisis siguen en proceso por lo que aqu
slo mostramos algunos resultados parciales.
Fig. 4 Tabla que muestra las diferentes representaciones de adornos para el cabello y
tocados con su respectivo porcentaje en la muestra de Chichn Itz.
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nahuas, temas sobre los que ha publicado varios trabajos. Correo electrnico:
perceval8@yahoo.com
NICOLAS BALUTET. Profesor en la Universidad Jean Moulin de Lyon en Francia.
En etnohistoria mesoamericana, es el autor de dos libros publicados en francs:
uno sobre el juego de pelota entre los mayas, el otro sobre homosexualidad e
imaginario sexual entre los aztecas. Dentro de este campo de estudio, es tambin
el autor de una veintena de artculos. Actualmente, est preparando un estudio
sobre
los
bardaches
en
Mesoamrica.
Correo
electrnico:
nicolas.balutet@orange.fr y nicolas.balutet@univ-lyon3.fr
ELIZABETH M. BRUMFIEL. Profesora de Antropologa en Northwestern University.
Recibi su doctorado en Antropologa en la Universidad de Michigan. Durante los
ltimos treinta aos, ha estudiado la arqueologa y etnohistoria de los aztecas, y
durante los ltimos veinte aos ha realizado investigaciones arqueolgicas en
Xaltocan, un pueblo Posclsico en la Cuenca de Mxico. Asimismo, investig los
cambios econmicos que siguieron a la expansin azteca y la influencia de la
religin guerrera azteca en comunidades sujetas al imperio de la Triple Alianza.
Entre sus intereses estn las interacciones de gnero, clase y poltica faccionaria
en el Mxico antiguo. Sus libros ms recientes son La Produccin Local y el Poder
en el Xaltocan Posclsico, Gender, Households, and Society y The Aztec World,
ste ltimo producido en conjuncin con la exposicin, The Aztec World
celebrada en el Field Museum de Chicago durante 2008. Igualmente, fue
Presidenta de la American Anthropological Association durante 2003-2005. Correo
electrnico: ebrumfiel@northwestern.edu
MIRIAM JUDITH GALLEGOS GMORA. Licenciada en Arqueologa por la Escuela
Nacional de Antropologa e Historia, maestra en Restauracin de monumentos y
candidata al doctorado en Antropologa por la Universidad Nacional Autnoma de
Mxico. Profesora investigadora de tiempo completo del Centro INAH Tabasco. Es
titular del Proyecto Arqueolgico Jonuta y de Mujeres Prehispnicas e Indgenas
yokotan. Ha publicado un libro y ms de cincuenta artculos cientficos en Mxico,
Espaa, Guatemala e Italia. Areas de inters: etnoarqueologa, arqueologa de
gnero, figurillas de barro y cermica del rea maya, especialmente en Tabasco y
estados vecinos. Correo electrnico: mjudithgallegos@hotmail.com
ANA MARA GUERRERO OROZCO. Maestra en Historia de Mxico, doctoranda en el
Posgrado en Historia de Mxico en la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.
Ha impartido diversos cursos y conferencias en diferentes universidades.
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