Disociación y La Sombra de La Inundación Bromberg
Disociación y La Sombra de La Inundación Bromberg
Disociación y La Sombra de La Inundación Bromberg
Reduciendo el Tsunami.
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sin autorizacin expresa. Este material es para uso cientfico y profesional exclusivamente y puede contener informacin clnica
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Quiero empezar con algo personal la historia favorita de mi madre sobre mi- un
episodio que tuvo lugar cuando yo tena cuatro aos. Incluso por entonces yo me entregaba
a estados de ensoacin y estaba sentado junto a ella, silenciosamente perdido en mis
pensamientos. De repente me despert" y pregunt, "Mam, cuando yo nac, cmo
supiste que mi nombre era Philip?"
Todava estoy tratando de adivinarlo. Con cuatro aos, el concepto de inexistencia haba
comenzado a interesarme pero yo era todava lo suficientemente joven como para no
preocuparme por ello. Saba simplemente que exista antes de nacer, pero estaba tratando
de conocer los detalles. No haba tal cosa como el no ser" ni mucho menos la sombra de un
abismo o esa cosa que los adultos llamaban "la muerte". Era impensable porque el no ser
no tena sentido personal, no porque ello tuviese demasiado significado personal y que
desencadenase la insoportable sombra de un tsunami.
Dnde estaba yo antes de nacer? Dondequiera que fuese, mam deba estar conmigo.
Sin discontinuidad en la experiencia de uno mismo. La continuidad del self no haba
quedado aun sujeta a traumas de desarrollo suficientemente serios como para alterarla. Es
eso posible? Por supuesto, pero solo en cierto grado, y solo si vemos el trauma no como
una situacin especial, sino como un proceso continuo que exige nuestra atencin solo
cuando interrumpe o amenaza la continuidad de la experiencia del Self.
Si aceptamos que el trauma del desarrollo es un fenmeno central en la conformacin de
la personalidad, entonces tambin aceptamos que se da en todo el mundo y es siempre una
cuestin de grado. Si es as, entonces la estabilidad alcanzada incluso por quien ha vivido
un apego seguro es tambin una cuestin de grado y los lmites de su capacidad para llevar
a cabo su funcin de desarrollo son variables. Es decir, todo el mundo es vulnerable a la
experiencia de tener que hacer frente a algo que es mas de lo que su mente puede
manejar, y las diferencias entre las personas acerca de cuanto es lo insoportable, es lo que
trabajamos en la gran zona gris que llamamos trauma del desarrollo o trauma relacional.
El Don
Robert Burns (1786), el poeta escocs, escribi, Ojal algn Ser Poderoso nos
concediese el don de vernos como otros nos ven (p.44), pero no es tan fcil aceptar una
imagen de uno mismo tal y como es vista por los ojos del Otro, y es especialmente duro
cuando la imagen que el otro tiene de ti se basa en lo que para ti es una parte disociada del
self un no yo. As que cada vez que escucho ese poema, hay una parte de mi que se
siente ganas de decirle a Burns que haga lo que tu ya sabes con su don y que tenga
cuidado con lo que pide en sus oraciones.
Sin embargo, el don al cual se refiere Burns es innegablemente un logro del desarrollo
incluso aunque implique una permanente lucha interna sobre si utilizarlo o no, una lucha que
incluye esas veces en que te gustara devolver el don a la tienda para descambiarlo. Pero,
ironas aparte, puede ser el mas valioso don que cualquier ser humano reciba nunca el
don de la intersubjetividad.
Cuando eres capaz de verte tal y como los dems te ven, aunque sin disociarte de la
experiencia de cmo te ves a ti mismo, ests relacionndote intersubjetivamente. El
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permitir que sea puesta en palabras podra decirse que forma todo el curso de la terapia.
Implcitamente, esta segunda pregunta podra ser vista como: Hasta que punto merece la
pena el precio que se paga por la proteccin contra el trauma potencial? Inicialmente, se
desarrolla en la forma de una disputa interna entre la panoplia de estados del self del
paciente, algunos defendiendo la seguridad afectiva, otros apoyando la mejora de la vida,
aunque ello implique un riesgo. Esta guerra de estados del self, debido a que est disociada,
arrastra consigo a la relacin terapeuta-paciente, dndoles por tanto una oportunidad a
participar en forma de enactment en una externalizacin en el aqu y ahora de la relacin
tensa del paciente con sus propios objetos internos.
Reduciendo el Tsunami
El enactment es un evento disociativo compartido. Se trata de un proceso de
comunicacin inconsciente que se dirige a aquellas reas de la experiencia del self del
paciente donde el trauma, (ya se del desarrollo o de inicio en la edad adulta) ha afectado, en
un grado u otro, la capacidad de regulacin del afecto en un contexto relacional, y por tanto,
al desarrollo del self al nivel del procesamiento simblico de pensamiento y lenguaje. Por lo
tanto, una dimensin central de la utilizacin teraputica del enactment es aumentar la
competencia en la regulacin de estados afectivos, lo cual requiere que la relacin analtica
se convierta en un lugar que permite el riesgo y la seguridad al mismo tiempo una relacin
que permite la dolorosa reexperimentacin del trauma temprano, sin que el revivir sea solo
una ciega repeticin del pasado. Es, en el mejor de los casos, una relacin que he descrito
como segura pero no demasiado segura (Bromberg, 2000, 2006), con lo cual me refiero a
que el analista est comunicando tanto su constante preocupacin por la seguridad afectiva
del paciente, como su compromiso con el valor del inevitablemente doloroso proceso de
reexperimentar. Es una bella metfora, pero claro, yo no soy el paciente. Para un
superviviente del trauma, seguro pero no demasiado seguro no tiene significado como
metfora porque relativa seguridad como una experiencia no tiene significado como
realidad subjetiva. Al usarlo metafricamente soy consciente de una parte de mi que tiene
un sentir tcito de disculpa no muy diferente al que sent cuando me surgi el titulo de este
artculo, Encogiendo el Tsunami. Estoy convencido de que si hubiera vivido de cerca un
Tsunami real, no habra sido capaz de utilizar esa palabra metafricamente incluso aunque
mi artculo necesitase un buen ttulo. Sera haber golpeado demasiado cerca de casa. Para
un superviviente del trauma el lenguaje tiene el potencial de desencadenar una
reexperimentacin afectiva de emociones traumticas disociadas, pero yo fui libre de jugar
con la palabra Tsunami tal y como lo era con la palabra encoger. En terapia, la creciente
capacidad para jugar de forma segura con algo que hasta ahora ha existido solo como la
sombra disociada de un trauma pasado, es lo que yo entiendo por encoger el Tsunami y es
acerca de lo que habla el resto del artculo.
Voy a describir como, a travs de interacciones que yo llamo sorpresas seguras
(Bromberg, 2003) la habilidad de un paciente para distinguir de forma segura la
espontaneidad no traumtica y los traumas potenciales (la sombra de la inundacin) se
incrementa. Voy a abordar aqu la transformacin, dentro del tratamiento analtico, de
estados del self no-yo, no susceptibles de ser pensados, en eventos actuados en el aqu y
el ahora que, en la forma de sorpresas seguras, pueden ser actuados de forma
interpersonal, comparndolos con la experiencia subjetiva del analista del mismo evento, y
pasan a formar parte de la configuracin global del paciente como yo.
Les ofrezco la opinin de que el proceso transformativo de reducir el tsunami no solo
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conduce a una mayor capacidad para regular el afecto, sino que tambin es fundamental
para el ncleo del proceso de crecimiento en psicoterapia, que para mi nunca ha sido mejor
descrito que lo que Ronald Laing (1967) llam un intento obstinado de dos personas de
recuperar la totalidad del ser humano a travs de la relacin entre ellos (p. 53).
La base de este proceso de crecimiento es una situacin analtica que permite que las
colisiones entre subjetividades sean negociadas. La negociacin tiene lugar a travs de la
creacin de un estado mental compartido - un canal de comunicacin implcita que apoya lo
que Buck (1994) llama una conversacin entre sistemas lmbicos (citada en Schore, 2003a,
p. 276) la cocreacin de un inconsciente relacional que pertenece a ambas personas, pero
a ninguna de forma aislada. La relacin paciente-analista, por tanto, se convierte en si
misma en un ambiente teraputico ya que la frontera entre el si mismo y el otro se hace
cada vez mas permeable.3
Cuando hablo del pasado traumtico del paciente siendo actuado, el concepto de
actuacin, como lo uso aqu, es similar a lo que Philip Ringstrom (2001, 2007a) llama
improvisacin. Es una forma de actuacin en la que el reconocimiento mutuo de la
subjetividad de cada uno es, en palabras de Ringstrom, ms "implcitamente actuado que
explcitamente enunciado." Su visin se solapa con mi concepto de colisin y negociacin
(Bromberg, 2006) y con el concepto de Schore (2003a), de estado-compartido (pgs. 94-97),
si bien Ringstrom (2007b) subraya algo adicional que vale la pena repetir: "La improvisacin
a menudo implica jugar con el otro como un objeto [porque] cuando las dos partes pueden
jugar entre s como objetos, intrnsicamente revelan algo acerca de si mismos como
sujetos." Esto es especialmente importante porque la parte de colisin de lo que yo llamo el
proceso de colisin y negociacin es, de hecho, sobre el desarrollo de la capacidad de
paciente y analista para moverse del experimentarse uno al otro como un objeto al que
controlar o del que ser controlado, a ser capaces de jugar el uno con el otro (si bien al
principio, como objetos). Creo que es este sentido de juego el que hace posible la
negociacin que conduce a la intersubjetividad experimentndose unos a otros como
sujetos.
Por ejemplo: estoy comprometido al valor del analista que comparte con su paciente su
experiencia subjetiva de la relacin, incluyendo los detalles de sus estados mentales y los
cambios que tienen lugar en ellos. En mi obra he sealado la importancia de comunicar al
paciente sobre tu participacin personal y el efecto que sobre l tiene lo que estas haciendo
de modo que tu paciente sepa que estas pensando acerca de su seguridad afectiva
mientras estas haciendo tu trabajo. Siempre me acuerdo de hacer esto? No. Me doy
cuenta cuando no lo hago? Frecuentemente! Me gusta enterarme de ello? No
especialmente. Pero cuanto mas puedo aceptar el regalo de mi paciente de poder verme a
mi mismo a travs de sus ojos (especialmente aquellos aspectos de mi que he disociado),
mas facil se hace para mi paciente negociar la transicin desde el experimentarme como un
objeto que controlar al experimentarme como una persona que est comprometida a
reconocer su subjetividad incluso cuando lo estoy haciendo mal en un momento dado.
Alicia
Dejenme que les cuente acerca de una sesin en la cual tal momento transicional fue
particularmente vvido. La paciente, Alicia, era una mujer que habia logrado fama, xito
financiero y elogios de la crtica como novelista pero que viva como una reclusa. En el
momento en que se convirti en mi paciente yo haba sido un fantico de sus obras durante
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muchos aos y tambin estaba familiarizado con su bien conocida reputacin de aislamiento
social. Lo que aun me quedaba por conocer, sin embargo, era que su reclusividad esconda
una sorprendente incapacidad para participar en un discurso autntico con otro ser humano
una desconcertante incapacidad para el compromiso interpersonal autntico. Como
autora, Alicia describa las interacciones sociales con penetrante ingenio, sofisticacin y un
don para lo deliciosamente inesperado. Los personajes de sus novelas fueron claramente
elaborados por una mente que entendi la complejidad de las relaciones humanas, pero,
como muy pronto pude descubrir por ella misma y junto a ella, en las escasas interacciones
sociales que no poda evitar (por supuesto, evitaba las giras de presentacin de libros), era
un secreto a voces que las cualidades que hacan que leer sus libros fuese una delicia,
coexistan cara a cara con sus formas opuestas.
La primera fase de nuestro trabajo no fue fcil para mi. Fue confuso y frustrante y, ya que
yo haba anticipado de forma impaciente estar con la persona estimulante que conoca a
travs de su escritura, tambin lo viv con una experiencia parcialmente disociada de
desengao Casi como si otra persona hubiese escrito las novelas de Alicia y yo nunca
tuviese oportunidad de conocerla. En nuestra relacin, su personalidad se caracterizaba por
una concreccin ausente de imaginacin que enmarcaba todo lo que deca, pero ella no me
dio una impresin de falta de inteligencia, ni su literalidad pareca derivarse de la depresin.
La cualidad unidimensional de su pensamiento y su modo de asociar era, como ella misma
dijo, simplemente la manera en que estoy con la gente. No fue demasiado difcil reconocer
que su estado del self como escritora fue drsticamente disociado de su estado del self de
estar con gente, aun cuando en un inicio no hubiera ninguna ruta clara para abordar esto
sin aumentar su concrecin ni hacerla inhibirse.
Con el tiempo, el abordaje de los enactments comenz a ocupar un papel mas
importante en nuestro trabajo, y poco a poco, la brecha disociativa entre sus estados del self
separados disminuy. Se hizo ms fcil reconocer la presencia de la escritora en el modo
en que Alicia hablaba sobre si misma en las sesiones, aun cuando las cualidades de ingenio
y juego que eran tan evidentes en sus obras seguan siendo mnimas en nuestras
interacciones directas. Sin embargo, encontr el cambio que estaba teniendo lugar tan
alentador que me dije a mi mismo que el aumento en la coherencia de su estado del self era
mas estable de lo que era y me puse perezoso.
En la sesin que describo aqu a la que llamo momento transicional Alicia y yo
estbamos siendo partcipes una vez ms de un enactment. Como he hecho a menudo en el
pasado, compart con ella mi experiencia de que algo habia sido sentido afectivamente
fuera algo que senta discrepante con lo que habia sido puesto en palabras. Pero, a
diferencia de otros momentos similares, en los cuales yo habia sido cuidadoso de preguntar
acerca del impacto de compartir mi estado de nimo, en esta ocasin no intent averiguar
que efecto haba tenido mi acto de autorevelacin en cada estado del self separado de
Alicia. Incluso en el momento yo era ligeramente consciente que parte de la razn de mi
pereza era que habia estado anhelando la oportunidad de tener una estimulante
conversacin con uno de mis autores favoritos, y estaba esperando la ocasin para decidir
unilateralmente que ella no necesitaria que yo la tratase como si ella fuese solo una
paciente. Una vez que termin mi autorevelacin y me prepar para el esperado placer de
una negociacin creativa de nuestras respectivas experiencias, ella me respondi solo con
una frase un chiste corto que fue mas de lo que yo poda haber esperado. Alice me mir
con un centelleo en un ojo y un fulgor en el otro y me dijo, creo que usted est empezando
a tener delirios de franqueza. Yo romp a rer y ella tambin ri. Ah estaba
espontaneidad, ingenio y alegra luchadora emergiendo de una manera que no perteneca
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dficit el trauma supera y derrota nuestra capacidad para organizarlo (p. 288; cursivas
aadidas). La experiencia traumtica se almacena episdicamente, ya sea somticamente o
como imgenes visuales que pueden regresar como sntomas fsicos o como flashbacks sin
sentido a nivel cognitivo. Las impresiones sensoriales de la experiencia son guardadas en la
memoria afectiva y continan manteniendo imgenes aisladas y sensaciones corporales que
se sienten aisladas del resto del self. Esta es la razn por la que los procesos disociativos
que mantienen inconsciente el afecto tienen una vida propia, una vida relacional que es
interpersonal as como intrapsquica, una vida que es actuada entre el paciente y el analista
en el fenmeno disociativo didico que llamamos enactment.
El trabajo del analista es utilizar el enactment en un modo en el que a la experiencia noyo del paciente se le pueda dar un significado representacional como un fenmeno
compartido permitiendo crear un enlace en la memoria de trabajo del paciente entre la
experiencia disociada y el self del aqu-y-ahora como agente o como el que lo experiencia.
Esto comienza con la entrada del no-yo de forma implcita en el aqu y ahora a travs de
un evento disyuntivo afectivamente en el mundo interno del analista que est ocurriendo
simultneamente como un fenmeno recproco en la subjetividad disociada del paciente.
Lo que hace que el proceso se sienta tan inestable es que no es lineal. Los enactments
tienen lugar repetidamente, siendo cada vez un poco mas procesados. La razn de la
aparente repeticin es que la representacin episdica del trauma es el nico tipo de
representacin que una persona traumatizada es probable que tenga al principio, y cada
enactment puede ser considerado un esfuerzo para avanzar en la simbolizacin de una
memoria percepctual episdica que lentamente se convierte en representable
cognitivamente en la memoria a largo plazo. Cuanto mas intenso sea el afecto no
simbolizado, mas intensa es la fuerza que intenta prevenir la comunicacin entre las partes
aisladas del Self.
En otras palabras, para que la memoria de trabajo se represente la naturaleza perceptual
del trauma durante su reexperimentacin disociada en un enactment, la relacin analtica
debe contener una interaccin entre dos cualidades esenciales seguridad y crecimiento: la
experiencia del paciente del enactment debe ser de tal modo que el afecto potencialmente
desestabilizador sea suficientemente fuerte como para ser sentido pero no demasiado fuerte
para que automticamente aumente el uso de la disociacin. Esta cualidad de seguro pero
no demasiado-seguro de la relacin analtica ha sido conceptualizado por Wilma Bucci
(2002) como eje en torno a lo que ella llama esquemas de emocin tipos especficos de
esquemas de memoria dominados por representaciones sensoriales y somticas que:
Pueden ser cambiadas solo en el grado en que las experiencias del presente y los
recuerdos del pasado son mantenidas en la memoria de trabajo simultneamente
con las pulsaciones de la conciencia central que dependen de la activacin de los
componentes corporales del esquema. La activacin de la experiencia dolorosa
disociada en la sesin es en si misma central para el proceso teraputico. Esta es
una perspectiva muy diferente del principio metapsicolgico de que la estructura
depende de la inhibicin de la pulsin o el deseo. (p. 787; cursivas aadidas).
Es especialmente importante tener en cuenta que este tipo de relacin analtica puede
permitir la creacin de ansiedad sin ser traumtica. Ansiedad y afecto traumtico (lo que
Sullivan llamaba ansiedad severa) no son lo mismo. Como Sullivan (1953) sostenia, la
ansiedad rutinaria permite el aprendizaje de la experiencia porque la disociacin no es
necesaria, pero la ansiedad severa probablemente no aporta ninguna informacin. El efecto
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Esta vieta tuvo lugar durante muchos aos en el tratamiento de Mario, hasta un punto
en donde l fue confiando solo mnimamente en la disociacin como respuesta automtica y
haba ido desarrollado, simultneamente, una gran capacidad para la autorreflexin, la
espontaneidad y la conexin intersubjetiva. En esta sesin, como si no fuese gran cosa,
Mario record que la noche previa, mientras se estaba preparando para acostarse, haba
tenido un insight sobre su mantra. Es significativo que este recuerdo lleg como una
asociacin al haberle yo hecho un pronunciamiento con completa seguridad de que su
ansiedad acerca de una mujer con la cual estaba comenzando una amistad, mostraba que
l ya no tenia mas el viejo problema de siempre con las mujeres, ya que ahora se estaba
relacionando con esta mujer de un modo que era diferente. Le dije que el tipo de dificultad
que ahora estaba teniendo era parte de la angustia normal que todo el mundo siente cuando
estn intentando negociar una nueva relacin. Aad que yo poda sentir que su presencia
cuando estaba con ella era muy cercana y que, independientemente de qu pasase en
ltima instancia con esta mujer, yo senta que l tena dentro de si una habilidad para hacer
de las citas una parte de su vida no cargada de terror. Un discurso bastante pomposo y de
celebracin como este, tpicamente habra evocado el mantra del estado del self de Mario
de ser tan grotesco y tan feo que nadie le querra nunca como pareja, y yo habra pensado
que debera haber contenido mi entusiasmo. Pero no estaba sintiendo cautela de provocar
ese cambio en el estado del self. Era como si de algn modo compartisemos un nuevo
pedazo de csped afectivo que aun no tena palabras - solamente una buena voluntad
compartida de asumir un riesgo que no haba sido posible antes.
Despus de un silencio, Mario respondi contndome el insight que haba tenido la
noche anterior. Haba estado pensando en esta chica y si llamarla o no. Cuando estaba a
punto de meterse en la cama, se encontr a s mismo a punto de repetir su mantra y se di
cuenta de que no quera decir el mantra porque lo senta falso. Reconoci que estaba
preocupado por llamar a esta chica y que el efecto de su mantra fue el de ponerle en un
estado de trance que le permita eliminar la ansiedad, una necesidad si l quera ser capaz
de dormir. Mario entonces se dio cuenta de que por medio de su mantra hizo que su
auotimagen fuese grotesca y mas y mas horrible segn lo repeta, hasta que se disoci
como forma de escapar de ello. Una vez disociado, poda dormirse, porque la ansiedad
acerca de una posible conversacin telefnica en el mundo real no le mantendra despierto
toda la noche.
Era equivalente a alguien que mira a un punto en la pared hasta que su ojos se ponen
vidriosos y entra en un "lugar seguro" dentro de s mismo. Rara vez he escuchado con tanta
claridad a un paciente anteriormente disociativo identificar este tipo de auto abuso como
estando al servicio del calmarse a si mismo induciendo un estado disociativo de trance.
Aunque tiene similitudes obvias con emborracharse y con las purgas o la auto mutilacin,
creo que es ms difcil para un terapeuta reconocer esta forma de induccin de trance como
un medio para autocalmarse porque es muy fcil ver su cualidad autodestructiva como
simplemente obsesivo-compulsiva.
La relacin entre la disociacin y el compartir estados de hemisferio derecho tiene un
impacto tan poderoso sobre la relacin paciente-terapeuta que Schore (2003b) escribe que
la disociacin, el ultimo resorte de la estrategia defensiva, puede representar la mas grande
contrafuerza al tratamiento psicoteraputico efectivo de los trastornos de la personalidad (p.
132). Mario es sin duda un ejemplo de ello, pero quiero hacer hincapi en que Schore ve la
disociacin al mismo tiempo como un proceso de comunicacin a travs del cual el
compartir estados de hemisferio derecho a hemisferio derecho se convierte en el camino
para facilitar un proceso teraputico en el que, como una estrategia defensiva, esto mismo
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representa una contrafuerza. l (comunicacin personal, 2007) sostiene, al igual que yo, que
el intercambio de estados mentales que son esencialmente privados es en lo que consiste la
psicoterapia, y creo que tanto la habilidad de Mario como la ma para asumir el riesgo en
ese momento es realmente un buen ejemplo de ello.
Dentro de un estado mental compartido, los patrones cristalizados de apego que ayudan
a un paciente a adaptarse al trauma relacional temprano se hacen disponibles para
experienciarse conjuntamente y ser procesados cognitiva y lingsticamente en un espacio
mental compartido. En la medida en que esto ocurre, cada re-enactment permite un grado
negociado de intersubjetividad a desarrollar, que es lo que hace que la no linealidad del reenactment no sea un simple proceso de repeticin. Como los ciclos no lineales de colisin y
negociacin continan, la capacidad del paciente para la intersubjetividad se incrementa
lentamente en aquellas reas en las cuales ha sido cerrada o comprometida. El potencial
para la coexistencia de la alteridad y la individualidad se hace no solo mas posible, sino que
tambin poco a poco comienza a tener lugar con una mayor espontaneidad, con menos
vergenza, y sin desestabilizacin afectiva.
La complementariedad entre las formulaciones de Schore y las mias incluye nuestro
mutuo nfasis en la discontinuidad entre los Estados, la no linealidad de los cambios de
estado, y el importante hecho de que, como Schore (2003a) plantea, "estados discontinuos
se experimentan como respuestas afectivas " (p. 96). Elaborndolo mas, escribe:
Los estados compartidos fluctuantes dinamicamente momento-a-momento
representan un dilogo organizado que se da en un espacio de milisegundos y actua
como una matriz interactiva en el cual ambas partes harmonizan sus estados y
ajustan simultaneamente su atencin social, estimulacin y activacin del arousal en
respuesta a las seales del compaero cambios menores, si ocurren en el
momento apropiado, pueden ser amplificados por el sistema alzndolos asi a un
estado cualitativamente diferente (p.96; cursivas aadidas)
La relacin entre la disociacin y la harmonizacin de estados es especialmente notable
en pacientes apego desoragnizado/desorientado (Tipo D), una cuestin originalmente
planteada por Hesse y Main (1999) y ampliada por Schore (2007):
La desorganizacin y desorientacin del apego tipo D asociado con abuso y
abandono se parece fenotipicamente a los estados disociativos Durante los
episodios de transmisin intergeneracional del trauma de apego el nio est
ajustandose a las estructuras rtmicas de los estados de arousal disregulados de la
madre (Schore, 2007, p. 758; cursivas aadidas).
Gloria
Ajustarse a la estructura rtmica del otro (sincrona) ha sido desde hace mucho una
tcnica bsica de la induccin hipntica.5 Descubr esto de primera mano mientras trabajaba
con mi paciente Gloria, quien en el curso de su larga historia de bsqueda de su terapeuta
adecuado, habia estudiado con Milton Erickson. Gloria haba sido durante algn tiempo una
de mis pacientes favoritas alguien con quien me senta tan maravillosamente tranquilo y
tan a gusto que no me di cuenta de que fallase algo hasta una sesin en la que me hize
incomodamente consciente de que no tenia ganas de preguntarle sobre algo, que sabia que
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deba preguntarle y sobre lo que ella no quera pensar. En ese punto comence a emerger
del capullo disociativo en el cual Gloria y yo nos habiamos mantenido conjuntamente, y por
primera vez me di cuenta, perceptualmente, de algo mas algo justo en frente de mis ojos:
que cada vez que yo cambiaba mi postura corporal, Gloria cambiaba la suya de forma
especular.
Por qu no vi esto antes? Gloria fue alguien cuyo estilo de vida estaba caracterizado
por hacer cosas para otras personas y era tan poderosamente adaptada al otro,
aparentemente con total satisfaccin, que parecia no tener inters por si misma. Su
placentera adaptacin a los otros encontr tal perfeccin caracterolgica que fue un ejercicio
intelectual vacio cada vez que yo intentaba con ella sealar la posbilidad de que estuviese al
menos en parte en forma defensiva y que el inters en si misma deberia estar merodeando
en algn lugar aun no visible.
En esta sesin, sin embargo, fue el placer que sent en su sincronizacin de su
estructura rtmica a la mia lo que empez a hacerme sentir extraamente incmodo. Este
tipo de incomodidad ha sido bellamente descrito por Donnel Stern (2004) como un irritacin
emocional o tensin, una pista espontanea o sensacin de que algo mas de lo que uno
sospechaba, est sucediendo en la interaccin clnica (p.208). Una vez que un analista
comienza a sentir esto, algo nuevo se hace perceptualmente evidente que ha sido
disociado, y se encuentra pensando sobre el paciente en ciertas lineas que alguna vez
podran haberse sentido como forzadas, pero que ahora se sienten autnticas aun cuando
no bien formuladas. En el caso de Gloria, lo que finalmente pas a ser el foco de atencin
para mi fue que la mayora de las veces ella no era capaz de sentirse satisfecha de haber
echo suficiente por el otro y nunca poda apreciar su propia generosidad. Lo que me habia
parecido como una simple dedicacin a las necesidades de otros ahora comenzaba a incluir
un elemento compulsivo que lo hacia parecer menos perfecto. Comenc a mirar de forma
diferente el hecho de que las necesidades de la otra persona dominaron cada interaccin y
fueron todo lo que aparentemente le importaba a ella.
Salvando el pellejo a Hamlet
Voy a terminar con una vieta clnica bueno, es realmente una especie de vieta
clnica. Es una escena del Hamlet de Shakespeare (1599 1601) que creo que ilustra
maravillosamente el concepto de armonizacin de estados de Schore retratado por la
relacin entre Hamlet y su amigo Horacio. Vern en un momento porqu se me ocurri
llamar a esta vieta salvando el pellejo a Hamlet.
Hamlet, en el acto final de la obra (acto V, escena 2) revela un secreto. Es un secreto
que muchos de nosotros que pasamos tiempo en el gimnasio preferiramos mantener como
tal que no importa cuanto te entrenes, finalmente el trasero se te va a caer de todos
modos. Shakespeare, por supuesto, lo seal de un modo mas potico: hay una divinidad
que modela nuestros fines, cualquiera que haya sido nuestro esbozo.
En esta escena, ha llegado al lmite y est explicando a su amigo Horacio que la razon
de que no haya matado aun a su tio no es culpa suya. Lo que dice, en esencia, es que no
siempre logramos hacer lo que es correcto, aun estando muy seguros de que es lo correcto,
a causa de un poder superior una divinidad - con una agenda diferente. En ese momento
Hamlet se hace para mi ms reconociblemente humano que en cualquier otro punto antes o
despus. Esto no tiene que ver con si creo o no en una divinidad del modo en que Hamlet lo
plantea. Tiene que ver con lo oportuno de su despertar espiritual, y con la vieja visin de que
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Horacio no habla mucho y es posible ver lo que dijo cuando realmente habl como no mas
que una caricatura del tpico eso es interesante, cunteme mas sobre ello!. De mi lectura
del dilogo entre ellos, yo dira que fue mucho mas profundo. Sugiero que la relacin de
Hamlet con Horacio fue el principal factor que previno que la sombra del tsunami abrumase
la mente de Hamlet aun cuando en ltima instancia no pudiera evitar la muerte. La
capacidad constante de Horacio de conectar el estado de Hamlet con un estado recproco
del propio Horacio calm lo suficiente a Hamlet para permitirle calcular un plan que era
brillante a pesar de sus trgicos giros imprevistos cuando fue puesto en accin.
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NOTAS
1
Artculo publicado en Contemporary Psychoanalysis, Vol 44, No. 3. ISSN 0010-7530 2008 William Allanson
White Institute, New York, NY. Todos los derechos reservados. Reproducido con autorizacin. Traduccin
castellana de Ral Naranjo Valentn.
2
Una versin anterior de este artculo fue presentado el 4 Noviembre de 2004 como Regulacin afectiva:
desarrollo, trauma y tratamiento del cerebro-mente-cuerpo, Mount Sinai Hospital, New York City, quiero
agradecer a mis cinco colegas y co-participantes en esta conferencia Beatrice Beebe, Joe Lichtenberg, Pat
Ogden, Ed Tronick and Allan Schore por su invalorable aportacin que da esencia a esta revisin.
3
Mi perspectiva aqu (ver tambien Bromberg, 2007) resuena poderosamente con la formulacin de la terceridad
de Jessica Benjamin (1988, 1995, 1998), que en su revisin de Awakening the Dreamer (Benjamin, 2007)
describe como el proceso compartido que abre a la coexistencia de opuestos.
4
N. de traductor: en ingls, el autor marca la oposicin entre scared (asustado) y scarred (quedar marcado por
una cicatriz) haciendo un juego de palabras.
5
Gruzalier (2006), en un articulo de investigacin que conecta hipnosis con disociacin, escribe que un rango de
evidencias est mostrando que siguiendo las instrucciones de hipnosis un patrn diferente e inusual de
capacidades y discapacidades son puestas en juego en sujetos hipnotizables comparado con el estado
prehipntico. Esto implica disociaciones entre procesos cognitivos y desconexiones entre regiones cerebrales
junto con inhibicin selectiva y aumento de las capacidades y procesos (p. 15). Desde su investigacin Gruzelier
concluye que una disociacin neurocognitiva se demostr siguiendo la hipnosis (y que) la disociacin
psicolgica con hipnosis tiene caractersticas en comn con la disociacin implcita en la demostracin de Hilgard
(1965) de un observador oculto (p. 16)
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