Alberto Sauret Acerca de Pedro Salinas Poet A
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PEDRO SALINAS
ACERCA DE PEDRO
SALINAS, POETA
Alberto Sauret*
I. Salinas en su salsa
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detendr luego en ello que la enorme fuerza formadora que comparten estos poetas es la de la tradicin potica espaola.
Tambin se seala como ingrediente importante el de las relaciones
interpersonales. Como lo reconoce D. Alonso en el citado ensayo, y
lo acua Jos Luis Cano, la del 27 fue la generacin de la amistad.6
Esos escritores no formaban un mero grupo, sino que en ellos se
daban las condiciones mnimas de lo que entiendo por generacin:
coetaneidad, compaerismo, intercambio, reaccin similar ante
excitantes externos,7 dice Alonso, para agregar ms adelante que al
grupo lo religaban las afirmaciones estticas comunes. Tambin las
antipatas, en general coparticipadas, aunque stas fueran, sobre poco
ms o menos, las mismas que haban tenido la generacin anterior
(represe de paso en lo anterior): se odiaba todo lo que en arte representaba rutina, incomprensin y cerrilidad.8
Un hecho de importancia para ilustrar los estrechos vnculos entre
los miembros de una generacin ser indudablemente el constituido
por la participacin en las mismas publicaciones, como lo apunta Salinas: Las revistas son para m, uno de los indicios ms claros para
estudiar en lo vivo la preparacin de un nuevo estado espiritual.9 Por
su parte J.L. Cano, ejemplificando el apoyo que Juan Ramn Jimnez
brind a los jvenes poetas, dir que revistas y cuadernos de poesa
editados por ste, como S, ndice, Ley, contaron con poemas de casi
todos los miembros de la generacin.10 Y el mismo autor seala posteriormente la alineacin de los poetas en otra etapa junto a la revista
Caballo verde para la poesa, dirigida por Neruda, entonces radicado
en Madrid.11
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acontecimiento decisivo para una nueva etapa del grupo, caracterizada fundamentalmente por el trazado de los caminos singulares de los
poetas, que van a vivir experiencias muy variadas respecto del primer
momento, cuando constituyen una ntima comunidad madrilea. Si
bien tenemos pensado abordar este asunto ms tarde, resulta oportuno
mencionar la siguiente reflexin: Las doctrinas estticas de hacia
1927, que para otros fueron tan estimables, a m me resultaron heladoras de todo impulso creativo. Para expresarme en libertad necesit
la terrible sacudida de la guerra espaola, dira Dmaso Alonso.19
Menciona tambin Salinas, siempre sin apartarse del anlisis propuesto por el lingista alemn, el factor del caudillaje. El influjo de
Juan Ramn sobre los primeros aos de aquella generacin fue tan
importante como el de Rubn Daro en la modernista. l constituye el
enlace de estos jvenes con la tradicin lrica, sobre todo con Bcquer
y, muy importante tambin, con los cancioneros populares.
En los primeros tiempos la poesa de Antonio Machado no gozaba
de prestigio entre los nveles poetas, le objetaban sobre todo su acentuada encarnacin, consecuente sentimentalismo y, por ende, lejana
con una de las inquietudes esenciales que animan la bsqueda del
momento, la poesa pura. Hacia sta, cultivaban una destemporalizacin de la lrica y la formacin de imgenes ms en funcin conceptual
que emotiva. Esta prctica sera criticada por el propio Machado, que
les achaca un neobarroquismo conceptista no es casual que admiren
a Gngora frgido y sin alma.
Esta deshumanizacin del arte a la que se refiriera Ortega hacia
1925 predomin en el movimiento en la primer etapa, que correra
desde principios de la dcada hasta aproximadamente 1928. Entonces
sienten profundo desdn por lo que califican como novelesco, que
es la poesa con argumento. Guilln por entonces habr de repetir con
entusiasmo conceptos cardinales que le han sido vertidos en forma
personal por el poeta del momento que ms estima el grupo. Valry
cierta maana le ha revelado que poesa pura es todo lo que perma19
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Este documento, que puede tomarse como el hito que marca el inicio
de una nueva etapa para la generacin, data de 1935 y fue publicado
originalmente por Caballo Verde, la revista comandada por el poeta
chileno, recibido con todos los honores por sus miembros que se declaran, admiradores del joven e insigne escritor americano.25 ste, con
otros hechos emparentados habr de provocar un recproco alejamiento
entre Jimnez y el grupo que, en algunos casos, agravada la circunstancia por el advenimiento de la guerra civil, lleg al rompimiento de
relaciones.
La conflictiva situacin poltica de la patria va impregnando y hacindose carne en los poetas, que de una actitud de manifiesto aislamiento progresivamente asumirn nociones como las de que poesa
ante todo debe ser comunicacin, y de que sus interlocutores deben ser
las mayoras. Esta nueva postura habr de ser muy importante para
considerar oportunamente el deseo de consustanciacin con el habla
popular de parte del grupo, a efectos de trasuntarla en la nueva prctica potica. En este nuevo punto de madurez potica y humana la figura
del maestro Juan Ramn ser sustituida por la de Antonio Machado,
con su poesa tan hondamente humana, tan teida de emocin temporalista, tan preocupada por la realidad y el destino de Espaa.26
Dmaso Alonso en un texto de 1948, donde comenta la fuerte emocin experimentada cierta vez que Juan Ramn desacredit a su otrora
ms venerado poeta, al decir: qu es Valry ms que un poeta ripioso?, se retracta de su posicin de 1927 cuando exaltara el puro
placer de las formas: Nada aborrezco ahora ms que el estril
esteticismo en que se ha debatido desde hace ms de medio siglo el
arte contemporneo. Hoy es el corazn del hombre lo que me interesa:
expresar con mi dolor o con mi esperanza el anhelo o la angustia del
eterno corazn del hombre. Llegar a l segn las sazones, por caminos de belleza o a zarpazos.27
25
26
Ibid., p. 22.
Ibid., p. 24.
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Ibid., p. 52.
Ibid., p. 53.
50
Op. cit., p. 167.
51
Ibid., p. 173.
52
Idem.
53
Ibid., p. 171.
54
Op. cit., p. 196.
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108
Ibid., p. 195.
Op. cit., p. 168.
57
Pedro Salinas, El defensor, 1983, Madrid, Alianza, p. 289.
56
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Ibid., p. 220.
Solita Salinas de Marichal, Recuerdo de mi padre, en Debicki et al.,
op. cit., p. 40.
60
Idem.
61
Ibid., p. 39.
62
Ibid., p. 288.
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69
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Idem.
ngel del Ro, El poeta Pedro Salinas, en Debicki et al., op. cit., p. 22.
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Brehm que dicho sea de paso disiente con quienes ven en Salinas
una visin mstica71 comentando el anterior dice: No dice la palabra
Dios en todo el poema pero todas refieren a su presencia. Es concebido
con algunos de sus atributos: invisibilidad, sustentacin, sin padecimiento, ser eterno, de acuerdo con la fe del cristianismo.72 No estoy
de acuerdo, este poema me sugiere ms bien una visin de tipo pagana. Concretamente, al decir dueo de lo ltimo me recuerda a Cicern
traductor de Aristteles cuando en su lecho de muerte se encomiende
a la Causa de las causas, que es otro modo de aludir al Motor inmvil de su maestro. Pero las nociones predominantes en toda la obra de
Salinas antes que aristotlicas son ya adelantamos algo platnicas
y anteriores tambin, familiares a los presocrticos.
En este poema, particulares resonancias platnicas tienen dos
pasajes:
No se le ve, / pero est detrs
.....
Las palabras, antifaces / leves que yo le pona
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Ibid., p. 28-9.
Ibid., p. 5.
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Viene muy a caso ahora la observacin hecha por Brehm: La inquietud por la palabra que vive en las poesas de Salinas est en relacin con la peticin de la palabra del poema 17 de Eternidades de
Juan Ramn Jimnez:
Inteligencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
...que mi palabra
sea la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.75
75
Ibid., p. 30.
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Si no es el mar, si es su idea
de fuego, insondable, limpia;
y yo,
ardiendo, ahogndome en ella. (41/42)
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Aqu nos presenta al mar como rplica especular del cielo, inconmensurable (topos urans), pero termina diciendo que ms que el mar
es la idea del mar lo esencial, lo que produce vrtigo y consume al
poeta, donde debe nadar con palabras para salvarse de la desesperanza.
El prximo volumen fue construido como poema nico y es de los ms
conocidos del poeta. La voz a ti debida (1933), al cual ya nos hemos
referido, seguramente es lo ms importante que produjo el poeta en
cuanto a poesa amorosa. Oportunamente, y siguiendo a Cano, sealbamos la proporcin humana de la amada que nombra Salinas, a
diferencia de lo que fue la figura femenina para el poeta romntico;
esto obedece elementalmente al fuerte sentimiento terreno presente
siempre en su expresin potica. Pero sin renunciar a su inmediatez, a
lo ms humano, corpreo, singular y contingente, el poeta mira, busca
y ve en lo particular y actual guios de una realidad ms honda. Como
apunta Guilln, aqu el Ms All no exige la anulacin del Ms Ac.78
El poeta ama a su amada en tanto que es la que es, pero siente que su
sentimiento arraiga en algo ms profundo y desciende, primero a la bsqueda de la mujer primordial y luego hasta fundirse con ella en la vida
toda que se quiere a s, indiferenciada, indivisa, plena, primordial.
Dice: Detrs, ms all te busco. Pero a esta bsqueda que llega
hasta la confusin con la materia misma del mundo, el poeta la concibe
como despojo, la emprende desandando, como regresin al seno de la
madre tierra, hasta el polvo primigenio, donde vemos reaparecer muy
claramente el tpico del retorno.
El otro punto que destacamos como fundamental en su potica, el
de la mirada, es con el que inicia este extenso poema. La bsqueda
que traza su desarrollo se inicia con una doble negacin, que enfatiza
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Prlogo, p. 13.
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Veamos, por ltimo, otra versin del hombre que se despoja de las
cadenas, asciende por encima de sus semejantes, ve y baja para narrar
lo visto. Un escritor, spalo o no, nunca escribe para tan slo los que
conviven con l en su tiempo. La nocin de actualidad, tan importante
en otras cosas, es en el arte puro muy poco significante. (...) Las obligaciones de inteligibilidad de un poeta no tienen por qu ceirse
indispensablemente a la capacidad media de entender de su poca. Si
hoy no se le entiende, no vendrn das mejores? Esta gran esperanza
de ser algo ms que una voz del hoy, abierta a la maana, cerrada con
la noche, este gran sueo de vivirse ms all, es la raz de toda gran
poesa.82 Este fragmento tambin nos provoca el recuerdo de otros
del ltimo romntico, cuando escribe para todos y para ninguno,
cuando en Sils Mara, sin fanfarronera, sabe que est a miles de pies
de altura y a muchsimos ms del resto de los mortales.
La mirada del poeta es la que cierra los ojos y ve un universo ms
cierto que el de sombras macilentas; la poesa del poeta es un rayo de
luz que nos ofrece una senda en cual confiar: es el poeta transfigurado
que nos presta su mirada.
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Ibid., p. 247.