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Adios A La Ley de La Selva

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ADIOS A LA LEY DE LA SELVA.

A Mono no le caa muy simptico. Solo era un ratn egosta, solitario y gritn. Pero
an as no se mereca lo mal que lo trataban. Y se senta fatal por no hacer nada para
impedirlo y quedarse solo mirando. Pero, qu poda hacer l, un simple mono, frente a
aquellos leones brutos y crueles?
Igual nunca hubiera hecho nada si no hubiera llegado a or aquella conversacin entre
dos leones bajo el rbol en que descansaba. All fue donde el antiguo rey de la selva,
muy malherido por un combate perdido, cont a un joven len que todo era parte de una
estrategia para mostrar a los dems su fuerza y su poder, y que por eso siempre atacaba
a animalillos miedosos y solitarios a los que nadie saldra a defender. Dijo tambin que
lo haca delante de otros para contagiarles el miedo y convertirlos en sus cmplices,
pues nunca se atreveran a reconocer que haban estado all si no haban hecho
nada para impedirlo.
Mono se revolvi de rabia en su rbol, porque l podra ser muchas cosas, pero nunca
cmplice de aquellos malvados. As que ese da decidi que hara cuanto pudiera para
acabar con el reinado del terror. Por supuesto, no pensaba pegarse con ningn len:
tendra que usar su inteligencia.
Lo primero que pens para ponrselo difcil al len fue evitar que hubiera en la
selva animalillos solitarios, as que busc la forma de hacerse amigo del ratn. Le
cost un poco, porque era un tipo hurao y poco hablador, pero encontr la excusa
perfecta cuando escondi unos pltanos entre unas piedras a las luego no poda
llegar. El ratn tena el tamao perfecto y accedi a ayudarle, y luego el mono pudo
darle las gracias de mil maneras. De esta forma descubri Mono que el ratn no era un
tipo tan raro, y que solo necesitaba un poco de tiempo para hacer amigos. Pero una vez
que fueron amigos, el ratn result tener un montn de habilidades y Mono no dud en
ayudarle a unirse a su grupo de amigos.
Lo segundo era vencer el miedo del ratn, as que invent un entrenamiento para l.
Comenz por mostrarle dibujos de leones y tigres. El pobre ratn temblaba solo con
verlos, pero con el tiempo fue capaz de permanecer tranquilo ante ellos. Luego fueron a
ver a animales grandes pero tranquilos, como las jirafas y los hipoptamos. Cuando el
ratn fue capaz de hablar con ellos e incluso subirse a sus cabezas, el mono aument la
dificultad, y as siguieron hasta que el ratn fue lo suficientemente valiente como para
acercarse a un len dormido y quedarse quieto ante l.
Por ltimo, decidi unirse a todos los animales a quienes saba que no les gustaba lo que
hacan los leones con el ratn ni con los dems. Estos se sintieron aliviados de poder
hablar de los abusos del len con otros que pensaban lo mismo. Al final, llegaron a ser
tantos, y a estar tan enfadados, que una noche se unieron para castigar al rey del
selva, y con la ayuda de algunos animales grandes consiguieron encerrarlo en una gran
jaula mientras dorma profundamente.

Pensaba el mono que all se acabara todo, pero al anterior rey de la selva le sucedi un
tigre an ms fuerte y cruel, que no tard en ir a por el ratn. Este caminaba con su
nuevo grupo de amigos y el tigre lo separ de ellos con muy malas maneras. A punto
estuvieron de lanzarse a defender al ratn, pero an no eran tan valientes, y se
quedaron all protestando en voz baja y poniendo mala cara.
De pronto, un joven len, que haba visto lo sucedido, pens que podra ganarse la
simpata y el respeto de aquel grupo de animales saliendo en defensa del ratn, y
pidi educadamente al tigre que lo dejara tranquilo. Como el tigre no quera meterse en
una pelea peligrosa, y el len no le haba desafiado directamente, decidi irse de all
viendo el poco apoyo que tena atacando a un ratn con tantos amigos.
La aparicin del len le dio a Mono una gran idea, y desde aquel da Mono no hizo otra
cosa que hablar a todo el mundo de la suerte que haban tenido de encontrar un len
protector, y pidi al len que les ayudara a acabar con cualquier pelea. Al len le
encant aquel papel, pues Mono y su grupo de amigos le respetaban y admiraban.
Adems, hablaban tanto de su amabilidad y valenta a todo el mundo, que su fama se
extendi y empezaron a acudir animales de todas partes para vivir en aquella selva
segura en la que ya no haba ataques.
Pero al tigre no le gust nada todo aquello, y un da decidi atacar directamente al
len delante de todos. El tigre era mucho ms fuerte, as que el joven len tendra pocas
opciones. Entonces Mono se dio cuenta de que le haba llegado la hora de ser valiente, y
decidi salir en defensa de su amigo el len protector.
Todos deban estar pensando lo mismo, porque en cuanto Mono dio el primer salto,
los dems animales tambin se abalanzaron sobre el tigre, hacindole huir humillado y
dolorido. Instantes despus Mono y sus amigos proclamaban al joven len como
nuevo rey de aquella selva en la que haban acabado para siempre los abusos y el
miedo.
Y cuando aos ms tarde alguno se preguntaba cmo haba podido ocurrir algo as,
aunque nadie saba exactamente la respuesta, todos saban que un sencillo mono que al
principio solo miraba haba tenido mucho que ver.

EL CLUB DE LAS ALAS GRANDES


Andrea lleg aquella tarde contentsima a casa.
- Mam, ya podemos echar a pap de casa. Solo sabe poner normas y exigir. Y,
cuando est contento, se dedica a jugar en vez de hacer cosas importantes.
- Pero, hija por qu dices eso?- pregunt su madre.
- Porque hoy en la escuela una seora nos ha explicado muy claro que los hombres
no sirven para nada y que las mujeres nos bastamos solitas para llevar una familia
y una casa. No me extraa, viendo a pap, yo ya me lo estaba imaginando.

- Te equivocas, cario, los buenos paps como el tuyo hacen mucho ms de lo que
parece
Y entonces su madre empez a sacar libros y revistas que hablaban de la
importancia de los padres en la educacin, el desarrollo de la autoestima y la
confianza, las habilidades sociales y un montn de cosas de las que Andrea no entendi
ni una palabra.
- Mami - le interrumpi - no me lo puedes decir de forma que yo lo entienda?
- Claro que s. Los paps, haciendo las cosas a su manera, son los que hacen que os
crezcan las alas.
Andrea ya no quiso or ms Iba a tener alas! Al da siguiente extendi su entusiasmo a
todos los nios y nias de su clase. Pero algunos estaban preocupados. Carlos apenas
vea a su pap, pues pasaba casi todo el da fuera.
- Si no me regaa, ni juega conmigo, ni me exige, no creo que vayan a salirme las
alas.
- A m tampoco- deca Marta, casi llorando- mis padres se separaron y a mi pap solo
puedo verlo de vez en cuando.
- Pues crearemos el Club de las Alas Grandes para obligar a nuestros paps a hacer
crecer nuestras alas.
Dicho y hecho. Todos en la clase se unieron al club y se lanzaron ilusionados a buscar
formas de pasar ms tiempo con sus paps. Si haca falta, los mismos nios les
enseaban a poner normas, regaar o jugar a juegos tontos. Con su entusiasmo y sus
buenos resultados terminaron por convencer a muchos otros paps y mams para unirse
al club y preparar todo tipo de excursiones, fiestas y actividades. Hasta el pap de
Carlos comenz a salir antes del trabajo, y la mam de Marta dej que su padre fuera
a visitarla cuando quisiera.
Al finalizar el curso celebraron una gran fiesta. A ella asistieron todos los paps, que
fueron premiados con la insignia especial del Club de las Alas Grandes. Todos estaban
alegres y felices. Todos, menos una persona: aquella seora que les haba contado que
los hombres no servan para nada. Acercndose a la madre de Andrea, le pregunt en
voz baja:
- Por qu toda esta celebracin? Aqu sobran muchsimos paps.
- Qu va! -respondi- gracias a ellos a todos estos nios y nias les van a crecer las
alas.
- Menuda tontera! Los nios no vuelan.

- No es verdad - interrumpi Andrea- los nios volamos cuando nos salen las
Pero no pudo acabar la frase. Al mirar a los ojos de la mujer solo pudo encontrar
rencor y, oculta entre tanto odio, la sombra de una triste nia que nunca haba tenido
alas. Ella no sinti odio, sino pena, y fue entonces cuando comprendi que sus alas,
aquellas que estaba haciendo crecer su pap, nunca tendran plumas, pero le permitiran
volar mucho ms alto que cualquier pjaro.

LA MUY MALA SUERTE


Suerte era el nombre de una bruja malvada y caprichosa. Tanto dao haca
con sus hechizos, que todos teman que la Mala Suerte pasara siquiera
cerca de sus casas. Constantemente trataban de esconderse de ella,
ocultndose en cualquier lugar. Pero una noche, un joven decidi salir a su
encuentro. Cuando la bruja lo vio llegar tan decidido y valiente, le
pregunt sorprendida:

- A dnde vas tan tarde, joven? Cmo es que no tienes miedo?


Es que voy en busca de una bruja. La llaman la Buena Suerte- respondi el muchacho.
- Te equivocas- dijo la bruja- Yo soy esa bruja, aunque me llaman la Mala Suerte. Esa
que dices no existe.
- Ah, claro que existe. Simplemente no eres t. Ser otra bruja con un nombre
parecido.
Suerte era una bruja solitaria, y como buena bruja solitaria estaba segura de que no
haba ninguna otra bruja en toda la comarca, y menos an con su mismo nombre. As
que insisti.
- Entonces tienes que estar buscndome a m, a la Mala Suerte.
- Que noooo -respondi obstinado el joven- Has odo alguna vez que alguien busque a
la Mala Suerte? Claro que no! Te repito que yo busco a la Buena Suerte.
La bruja se molest un poco, pero segura como estaba de que se trataba de ella,
decidi investigar un poco.
- La has visto alguna vez? Cmo la vas a reconocer? - pregunt.
- No la he visto nunca, pero ser fcil reconocerla. Dicen que hace cosas buenas.
- Yo puedo hacer cosas buenas- respondi la bruja-. Mira!
Y al decir eso, convirti una piedra en una sabrossima manzana, y se la ofreci al
joven.
- No es solo eso. La Buena Suerte protege a los que la encuentran.
- Pero yo tambin! - protest la bruja, al tiempo que golpeaba el hombro del joven
para apartar un escorpin que estaba a punto de clavarle su aguijn.

As siguieron hablando durante toda la noche. A cada cosa que comentaba el joven, la
bruja trataba de convencerlo de que era a ella a quien buscaba. Cuando lleg la hora de
separarse, el joven dijo. - Casi me has convencido, pero hay una cosa ms. La Buena
Suerte siempre espera a los que la buscan.
- Yo tambin lo har! Vuelve maana a buscarme - se despidi la bruja.
Y aunque la bruja sigui haciendo de las suyas, cada noche volva a esperar al joven.
A veces cambiaba de sitio, o de forma, o de nimo, o de color, pero siempre estaba all,
esperando al joven. Y a quienes se atrevan a salir a buscarla, para quienes ha
reservado sus mejores cuidados y regalos.

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