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Determinismo Tecnológico y Determinismo Histórico-Social
Determinismo Tecnológico y Determinismo Histórico-Social
Determinismo Tecnológico y Determinismo Histórico-Social
ISSN: 0328-3186
redes@unq.edu.ar
Universidad Nacional de Quilmes
Argentina
Katz, Claudio
Determinismo tecnolgico y determinismo histrico-social
Redes, vol. V, nm. 11, junio, 1998, pp. 37-52
Universidad Nacional de Quilmes
Buenos Aires, Argentina
Se analizan crticamente tres modalidades del determinismo en la economa de la innovacin: las vertientes sociolgica, mstica y posindustrialista. Se plantea que el reduccionismo y la omisin de los condicionamientos sociales conduce a interpretaciones fetichistas del cambio tecnolgico. Se estudian tambin las dificultades de diversos
enfoques anti-deterministas para forjar una alternativa a la tesis del imperativo tecnolgico. Se argumenta en favor de un tipo de determinismo histrico-social, que permita
contextualizar el fenmeno y superar la mera descripcin. Se postula que resulta posible establecer cules son las leyes que regulan la innovacin y que esta definicin clarifica el papel del individuo en este proceso.
Tres modalidades
El determinismo tecnolgico tiene viejas races en los relatos populares, que describen el sometimiento del individuo a los instrumentos mecnicos. En la literatura animstica del siglo XIX y en la ciencia
* Ponencia discutida en las Terceras Jornadas de Epistemologa de las Ciencias Econmicas, Universidad de Buenos Aires (UBA), octubre de 1997.
** Facultad de Ciencias Econmicas, Universidad de Buenos Aires (UBA).
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ficcin del siglo XX son muy corrientes las imgenes de hombres que
transfieren su poder a las mquinas y que luego pierden el control sobre los artefactos que han creado. Esta anticipacin artstica del fenmeno es particularmente visible en Frankenstein y en la rebelin de
las mquinas de Erewhon, donde se plantea ntidamente el problema
del auto-direccionamiento de la tecnologa y del sometimiento de la
sociedad a este mandato.1
Una de las primeras justificaciones analticas del determinismo
tecnolgico apareci en 1920-1930 con la teora del impacto de la innovacin de la escuela sociolgica de Chicago. Ogburn2 sostuvo
que las innovaciones originaban los cambios en las costumbres y en
las instituciones. Ejemplific este fenmeno describiendo ciento cincuenta modificaciones en el comportamiento individual que produjo la
aparicin de la radio. Seal, adems, que el proceso de adaptacin
de las normas sociales a las innovaciones se desarrolla en lapsos muy
variables de tiempo, a travs de un cultural lag.
Ciertos autores estiman que este enfoque sirvi para subrayar el
carcter impersonal del cambio tecnolgico en oposicin a la visin
heroica y trascendentalista, que focaliza el estudio de la innovacin
en la personalidad o en la psicologa del inventor.3 Como reaccin a
esta interpretacin, los deterministas tendieron a proponer que las
mquinas hacen la historia e imponen las pautas que rigen las relaciones sociales.4 En la investigacin del ritmo del patentamiento, la
teora del demand pull combin determinismo econmico y tecnolgico, al presentar la aparicin de cada innovacin como una respuesta
directa a las exigencias del mercado.5 Algunas formulaciones ms
contemporneas recurren al mismo determinismo para caracterizar
que una edad de la informacin est surgiendo, como resultado del
acomodamiento cultural a la revolucin tecnolgica en curso.6
3 V.
Ruttan, Usher y Schumpeter en la invencin, la innovacin y el cambio tecnolgico, en N. Rosenberg, Economa del cambio tecnolgico, Mxico, FCE, 1979.
R. Heilbroner, Hacen historia las mquinas?, en Tecnologa y Cultura, Barcelona, Gili, 1978.
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Una segunda justificacin muy diferente del determinismo postulan los autores espiritualistas como Ellul.7 En esta visin se estima
que la tecnologa se ha vuelto totalitaria, fija su propia trayectoria y
no tolera juicios externos. La intensidad de este auto-direccionamiento impedira incluso separar los efectos negativos del propio uso de
cualquier tecnologa. Para incrementar la productividad habra que aumentar el desempleo, para promover el crecimiento sera inevitable la
multiplicacin de las guerras. Se podra elegir utilizar o desechar una
innovacin, pero nunca controlar sus impactos posteriores.
Ellul considera que, desde el surgimiento de una civilizacin tecnolgica en el siglo XVIII, la tcnica se ha vuelto un mecanismo autosuficiente y esclavizante del hombre. Seala que esta prdida de libertad
fue voluntaria y consciente porque, como en el Fausto, los hombres
habran suscripto un pacto: aceptaron someterse al imperativo de los
artefactos a cambio de los beneficios de la modernidad. Destaca que
esta eleccin coron el reemplazo de los valores espirituales por las
conveniencias utilitarias.
Ellul opina que la reversin del determinismo tecnolgico exige la
recuperacin de la fe y estima que el retorno a la religin es la nica esperanza frente a la opresin tecnolgica.8 A diferencia del determinismo
elemental, su planteo no describe una adaptacin, sino un sometimiento a la tecnologa. El imperativo ya no es un fenmeno tolerable, sino
una dramtica imposicin que debe ser urgentemente revertida.
La tercera reformulacin del determinismo corresponde a los autores posindustrialistas. En este caso se postula que el nuevo factor
de la informacin es el agente del imperativo tecnolgico. La electrnica para Brzezinski9 y las computadoras para Toffler,10 no slo vehiculizan el trnsito de formas de trabajo musculares a cerebrales y el
paso de las chimeneas a los ordenadores, constituyen los elementos
7 J. Ellul, The technological order, en C. Mitcham y R. Mackey, Philosophy and technology. Readings in the philosophical problems of technology, Nueva York/Londres, The Free Press, 1983. Del
mismo autor, Recherche pour une etique dans une societ techniciene, Bruselas, Editions de lUniversit de Bruxelles, 1983.
8
Vase resumen de este enfoque en P. Durbin, Cultura y responsabilidad tcnica, en J. Sanmartn, Estudios sobre sociedad y tecnologa, Barcelona, Anthropos, 1992.
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Simplificacin y monocausalidad
El determinismo tecnolgico comparte con otros determinismos
elementales geogrfico, racial, biolgico, econmico o psicolgico
la reduccin de la compleja diversidad de acontecimientos histricos a
una causa nica y suficiente. Detectando un factor decisivo se pretende simplificar a una clave muy sencilla, la multiplicidad y complejidad de los fenmenos.
Este reduccionismo es explcito cuando se atribuye a los artefactos la facultad de moldear los hbitos y las instituciones. Se acepta
que la radio, el automvil o los electrodomsticos modificaron las costumbres, pero nunca jerarquizar estos cambios al nivel de principios
definitorios de las normas sociales.
La mono-causalidad tecnolgica ignora el carcter social de la innovacin. Desconoce que la tecnologa es la aplicacin de conocimientos cientficos a la produccin bajo las normas del capital y que
por lo tanto no determina, sino que es determinada por el proceso social de la acumulacin. No impone un imperativo tecnolgico, sino que
est sometida a las reglas de la competencia y el beneficio.
Si se omite que la tecnologa es una fuerza productiva social receptora de las caractersticas del capitalismo, que acta reproduciendo los rasgos de este sistema social, resulta imposible entender su impacto sobre las costumbres. La explicacin tampoco mejora cuando
se agrega el factor econmico. En este caso se abandona el hipertecnologismo, pero no el razonamiento determinista. Simplemente se
atribuye a la demanda, al consumo o al mercado una funcin complementaria de las mquinas, en la imposicin de una direccin a las
prcticas sociales.
Ciertos argumentos deterministas intentan demostrar la naturaleza social del cambio tecnolgico en oposicin a las visiones individua-
11 Vase
tambin Y. Masuda, La sociedad informativada como sociedad pos-industrial, Madrid, Fundesco-Tecnos, 1984.
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Fatalismo mstico
El espiritualismo de Ellul es un tipo de fatalismo tecnolgico muy
diferente del simple determinismo. No define un conjunto de condiciones racionales e histricas que convierte a la tecnologa en el elemento transformador de la sociedad, sino que postula la inexorabilidad de
la opresin tecnolgica.
Ellul desplaza por completo el terreno de la discusin hacia la filosofa especulativa. No se propone esclarecer el problema econmico, poltico y social de la innovacin, sino denunciar la tragedia espiritual creada por la ruptura del hombre con el pensamiento metafsico
occidental.
Mientras que el determinismo asigna a la tecnologa una primaca
sobre otros factores en la explicacin histrico-social, el fatalismo coloca el anlisis en el plano personal de las creencias. Y en este terreno
resultan prcticamente imposibles los debates sobre tecnologa, que
por definicin no guardan ninguna relacin con dilemas espirituales.
Ellul atribuye el descontrol generado por la civilizacin tecnolgica a la prdida de valores religiosos, pero no se entiende de qu forma una recuperacin de la fe cambiara este destino. En sus trminos,
el problema del determinismo tecnolgico no puede siquiera analizarse. La innovacin es un producto histrico de la accin humana que
no se esclarece especulando sobre pactos diablicos, ni imaginando
en qu medida la tcnica se ha vuelto instrumento satnico.
Cualquier estudio del cambio tecnolgico requiere dejar de lado
las creencias extra-cientficas. La innovacin no es un enigma metaf-
12
Vase un ejemplo de la visin romntica en W. Parker, El desarrollo econmico en la perspectiva histrica, en N. Rosenberg, Economa del cambio tecnolgico, Mxico, FCE, 1979.
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sico, sino un acto material sustentado en la objetividad de los artefactos. La bsqueda de respuestas msticas a los efectos negativos de la
tecnologa forma parte de la tradicin antimaterialista, que Ellul recogi de Dessauer y Heidegger.13 En esta misma lnea se enmarca cierto
tipo de renacimiento espiritualista actual en la ciencia, que se manifiesta por ejemplo a travs de la reaparicin general de teoras creacionistas, en el divorcio antidarwinista del hombre con el universo animal en
la biologa, o en la separacin dualista del alma y el cuerpo en las investigaciones sobre el cerebro humano.14
La opresin tecnolgica que el espiritualismo denuncia es una
realidad contempornea derivada del problema general de la explotacin, que no resulta explicable abstrayndose de la interpretacin del
capitalismo como sistema que aporta beneficios materiales a una clase social privilegiada a costa de otra desposeda. Lo mismo ocurre
con el descontrol de las mquinas, cuyo anlisis requiere situarse en
el marco del funcionamiento desequilibrado del mercado. La opresin
tecnolgica no tiene nada que ver con la sacralizacin de la tcnica,
ni con la prdida de los valores. Expresa un padecimiento laboral cotidiano totalmente independiente del universo privado de la fe.
Responsabilizar indistintamente al gnero humano de la esclavitud tecnolgica es caracterstico de la tradicin romntico-conservadora de Burke, Carlyle y Heidegger, opuesta al romanticismo utpico
de autores como Fourier, W. Morris y Marcuse, que denunciaron la explotacin social y bregaron por una sociedad igualitaria.15
El determinismo espiritualista es declaradamente pesimista. Augura un futuro apocalptico, signado por el castigo a los hombres que se
atreven a vulnerar los lmites de la experimentacin con nuevas tecnologas.16 Este pesimismo, centrado en la falta de un freno humano
al excesivo cambio tecnolgico, es muy diferente al caracterstico del
estancacionismo econmico que, por el contrario, cuestiona la desaceleracin del ritmo innovador.
13
14
15
M. Lowy, La crtica marxista a la modernidad, Cuadernos del Sur, Buenos Aires, octubre de
1992.
16 Vase B. Mazlish, La cuarta discontinuidad, y tambin A. Huxley, En busca de una perspectiva
sobre el orden tecnolgico, en M. Kranzberg y W. Davenport, Tecnologa y cultura, Barcelona,
Gili, 1978.
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El pesimismo espiritualista observa el pensamiento tcnico como un rasgo dominante y negativo de la poca actual. Tambin descree de la posibilidad de alcanzar un uso provechoso y socialmente
emancipatorio de la tecnologa, porque toma como un dato inmodificable al rgimen social que define los objetivos y las prioridades del
cambio tecnolgico.
Info-fetichismo posindustrialista
Para el determinismo posindustrialista la informacin es el elemento autnomo y rector del perfil de la sociedad. Para asignarle a este
factor un poder tan dominante, simplemente lo abstrae de actividades definidas y finalidades precisas. El info-fetichismo que promueve se basa en este endiosamiento de un elemento cuyo contenido resulta misterioso para sus propios cultores.17
En la nueva sociedad que presentan divulgadores de esta ideologa como Toffler, Brzezinski o Masuda, nunca se sabe cul es el significado exacto de la informacin. Generalmente se la identifica con la
simple acumulacin de datos y se procede a su cuantificacin abstracta, sin aclarar a qu tipo de ideas est referida.18 La misma confusin
aparece cuando se afirma que el curso de la economa contempornea depende del manejo eficiente del bien escaso y costoso de la informacin.19
Para que no sea un fetiche determinista, la informacin debe ser
entendida como un componente del proceso de acumulacin. Analizado como un valor de cambio especfico, que tiene gravitacin creciente
en la valorizacin del capital, este factor es tan slo la materia prima
de ciertos servicios. En esta acepcin no asume funciones deterministas porque su utilizacin depende de las exigencias de una sociedad
de clases regida por las leyes del capital. Los mismos parmetros que
regulan el manejo, la propiedad y la distribucin de cualquier recurso,
definen en este caso la dinmica de la informacin.
La tesis determinista de una supremaca de la informacin es
semejante a la caracterizacin neoclsica del progreso tcnico ex-
17 D.
Hemwood, Info fetishim, en J. Brook e I. Boal, Resisting the virtual life, San Francisco, 1995.
18
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Anti-determinismo co-evolutivo
En la gran mayora de los estudios sociales recientes de la tecnologa predomina un categrico rechazo hacia todas las variantes del
determinismo tecnolgico.20 Partiendo de esta oposicin se han elaborado modelos co-evolutivos de interpretacin conjunta de los fenmenos tcnicos y sociales. Un ejemplo de esta orientacin es el enfoque de los sistemas tcnicos del historiador Gille.21
Gille argumenta que, al no existir ninguna relacin de causalidad
directa entre los acontecimientos tcnicos y los sociales, se deben
estudiar las conexiones variables y complejas entre ambas dimensiones. Seala, por ejemplo, que la actividad cientfica, la invencin y la
innovacin son tres fases muy diferentes del desenvolvimiento tecnolgico, que entraan distinto tipo de intercambios entre la esfera
tcnica y la social. Considera que, si se esclarece adecuadamente
este tipo de interrelaciones, queda neutralizado el mecanicismo determinista.
20
D. Vinck, Sociologie des sciences (cap 6), Pars, Armand Collin, 1995.
21
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Otra propuesta semejante es presentada por Hughes22 en su estudio de los sistemas tecnolgicos, como estructuras que conjugan
sin ninguna primaca factores diversos. Analiza a partir de esta definicin cmo el cambio tecnolgico involucra etapas, actores y actividades bien diferenciadas.
Hughes seala que en la fase de invencin prevalecen los cambios radicales, la libertad creativa y el protagonismo de los inventores.
En la etapa del desarrollo hay preeminencia de los pequeos cambios
que perfeccionan la innovacin bajo la gua del empresario. El papel de
estos individuos se afianza en la innovacin, debido a la mayor gravitacin que asume la organizacin y la comercializacin de los nuevos
productos. En la transferencia se procesa la adaptacin al mercado y
se generalizan los problemas legales de las nuevas tecnologas. Durante la fase estilstica de diseo se introducen los componentes artsticos
y en la competencia se optimiza la forma de fabricacin. Todo el sistema alcanza en un momentum su mayor consolidacin y eficiencia.
Gille estudia la combinacin de elementos tcnicos y sociales que
caracteriza la innovacin, indagando histricamente las diferentes relaciones entre los sistemas tcnicos (antiguo, medieval, moderno, contemporneo, etc.) y su medio social. En este tipo de razonamiento, las
caractersticas de cada sistema tcnico son puestas en relacin con
estructuras equivalentes en el campo social, econmico o jurdico.23
Hughes analiza la co-determinacin entre lo social y lo tcnico en
las etapas internas del cambio tecnolgico actual. Afirma que su enfoque es una aplicacin de la teora de los sistemas de Bertalanffy y de la
sociologa funcionalista de Parsons. Por eso subraya que un entendimiento de la tecnologa exige detectar cules son las funciones que en
cada momento corresponden al equilibrio del sistema. Observa la coherencia interna y la autorregulacin que alcanza el cambio tecnolgico
cuando se respeta esta lgica. Su propsito es percibir si el sistema
tecnolgico es funcional o disfuncional a los objetivos planteados.
22
Th. P. Hughes, Edison and electric light, en D. Mac Kenzie y J. Wajman, The social shaping of
technology, Inglaterra, Open University Press, 1987. Del mismo autor, Thomas Edison and the rise
of electricity, en C. Purseel, Technology in America, Massachusetts, MIT Press, 1981. Tambin, The
evolution of large technological systems, en W. Bijker, Th. Hughes y T. Pinch, The social construction of technological systems, Massachusetts, MIT Press, 1989.
23 Vase B. Stiegler, La technologie contemporaine: ruptures et continuit, LEmpire des techniques, Pars, Seuil, 1994.
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Ni Gille ni Hughes participan del funcionalismo extremo, pero comparten la tendencia a ver la tecnologa como un conjunto inter-actuante
de elementos, que incluye las conductas individuales como engranajes
adaptativos a las necesidades del sistema. En lugar de considerar que
los artefactos expresan necesidades sociales y responden a requerimientos de la acumulacin, en esta ptica se subraya la utilidad de cada innovacin para permitir la realizacin de ciertos objetivos. Por este
camino no se avanza en el entendimiento de la lgica general del cambio tecnolgico, sino en la descripcin parcializada de su funcionalidad.
No basta caracterizar si una tecnologa es dura o blanda, gigantesca o
amigable, sencilla o compleja, centralizada o independiente. Hay que
buscar un principio de determinacin social de todo el proceso.
Si la innovacin es interpretada como un episodio de la reproduccin de estructuras estabilizadas sujetas a objetivos funcionales, no
hay forma de sustraerse al mecanicismo determinista. En sistemas
que se autorregulan a medida que cada agente cumple con la misin
asignada, no hay lugar para comprender la dinmica convulsiva que
impone la accin de la ley del valor al cambio tecnolgico. Para comprender los desajustes que produce la subordinacin de la innovacin
al criterio de rentabilidad, hay que superar la visin inmvil de totalidades equilibradas e inmunes a cualquier principio de transformacin.
El acento en la coherencia interna de un sistema tecnolgico, excluyendo sus contradicciones, conduce a desatender el anlisis causal.24 No se entiende por qu de un sistema tcnico se pasa a otro, ni
por qu los protagonistas de cada fase de la innovacin actan de una
u otra manera. La capacidad de decisin aparece adems funcionalmente distribuida, como si empresarios, inventores, abogados o diseadores tuvieran un control equivalente del proceso innovador. Al colocar
la funcin que ejerce cada individuo por encima de su condicin social
o su ubicacin en el proceso productivo, el esquema co-evolucionista no
logra superar los defectos del determinismo tecnolgico.
Configuracin e indeterminacin
Otra oposicin contempornea ms radical al determinismo tecnolgico proviene del constructivismo configuracionista de Bijker y
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Pinch.25 Su propuesta de estudiar la configuracin social de los artefactos en una negociacin entre actores representa para Sanmartn26
y para Lujn27 un enfoque antideterminista, porque se lograra conectar cada instancia de anlisis de la innovacin a un contexto social especfico. El constructivismo configuracionista surgi con un programa
antideterminista explcito de oposicin a la teoras del cultural lag y la
autonomizacin tecnolgica.28
El acento en la construccin social apunta a refutar la existencia
de una dinmica internalista de gestacin y perfeccionamiento de los
artefactos, destacando que la accin de los actores constituye el elemento definitorio del cambio tecnolgico. ste es el sentido de oponer
la categora configuracin al concepto determinismo.
Pero el problema radica en establecer si por rechazar el imperativo tecnolgico corresponde descartar tambin toda forma de determinismo en la interpretacin de la innovacin. El configuracionismo
responde afirmativamente a este interrogante, sin notar que la ausencia de un principio de determinacin ha sido el defecto tradicional de
las concepciones puramente descriptivas en las ciencias sociales.
Cuando se pretende pasar del relato a la explicacin, ya no alcanza el
estudio de la forma que adopta un fenmeno bajo las influencias inmediatas que lo rodean (esto es, su configuracin). Se necesita recurrir a algn tipo de determinismo. El error de Ellul y Ogburn no radica
en aceptar la utilidad de los fundamentos deterministas, sino en considerar que la tecnologa brinda estos instrumentos.
El determinismo se ha convertido en mala palabra porque se lo
identifica con el fatalismo, desconociendo que su principio de necesidad condicional es muy diferente del criterio de necesidad incondicional, que defienden los espiritualistas y los mecanicistas. El determinismo slo afirma que existen ciertas causas, cuya aparicin condiciona,
en cierta direccin, el curso de los acontecimientos. Esta determinacin es social e histrica. No surge del espritu, de los artefactos ni de
25 W. Bijker y T. Pinch, The social construction of facts and artifacs, en W. Bijker, Th. Hughes y T.
Pinch, The social construction of technological systems, citado.
26 J.
Sanmartn y J. L. Lujn, Educacin en ciencia, tecnologa y sociedad, en J. Sanmartn, Estudios sobre sociedad y tecnologa, citado.
27
J. L. Lujn, El estudio social de la tecnologa, en J. Sanmartn, Estudios sobre sociedad y tecnologa, citado.
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la informacin, sino del proceso histrico que protagonizan los hombres en el contexto de los modos de produccin.
Pereyra29 afirma, correctamente, que este determinismo histrico-social constituye una exigencia de la interpretacin cientfica. Se
necesitan principios genticos y legales para entender cul es la lgica de los fenmenos. Como nada puede surgir de la nada ni convertirse en nada, el determinismo ayuda a establecer por qu los acontecimientos ocurren en forma definida, siguiendo un curso no arbitrario
y dependiente de las condiciones preexistentes.
Lejos de compartir estos principios, el configuracionismo presenta una marcada tendencia a concederle a lo fortuito un rol central en
las transformaciones tecnolgicas. Partiendo del acertado criterio de
rechazar la predestinacin al xito o al fracaso, concluye errneamente que la construccin social del artefacto es un acontecimiento indeterminado y dependiente del comportamiento de actores, cuya accin
no est claramente acotada ni contextualizada. De esta forma se ignora que las leyes del capitalismo operan como la principal determinacin social de la innovacin.
Este condicionamiento no elimina la aparicin de acontecimientos
intrnsecamente imprevisibles en el desarrollo del artefacto, ni el papel
del propio azar en este proceso. Pero se trata de series causales independientes que deben diferenciarse si se quiere establecer una jerarqua interpretativa en el anlisis. El surgimiento de la mquina de vapor tuvo determinaciones histrico-sociales que pueden rastrearse en
la acumulacin primitiva del capital. La expansin de los ferrocarriles
tambin debe explicarse a partir del proceso histrico de consolidacin
de la acumulacin. El desarrollo de la electricidad fue el elemento clave de una revolucin tecnolgica asociada a la transformacin monoplica del capitalismo. Este plano de determinaciones no puede confundirse con las innumerables situaciones azarosas, que condujeron a
Boulton a crear la mquina de vapor, o a Edison a inventar la lmpara elctrica.
El punto de encuentro entre las condiciones de surgimiento de
una nueva tecnologa y el acto de creacin es fortuito. Pero el primer
fenmeno no tiene nada de imprevisible. La revolucin industrial y las
sucesivas revoluciones tecnolgicas fueron acontecimientos altamente definidos por el desarrollo del capitalismo. El antideterminismo a se-
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cas no logra discriminar estos niveles y por eso tiende a abandonar las
caracterizaciones histrico-globales, en favor de la metodologa micro-sociolgica. En nuestra crtica al configuracionismo30 hemos establecido la vinculacin existente entre esta limitacin y otros defectos
de esta corriente, como la sustitucin de las clases sociales por los actores, la afinidad con el individualismo metodolgico o la jerarquizacin del consumo en desmedro de la produccin.
Determinismo histrico-social
Es muy amplia la lista de autores que incluyen el marxismo entre
las concepciones partidarias del determinismo tecnolgico. Para el keynesiano Hansen este postulado es una aspecto de la teora econmica
marxista,31 mientras que para el culturalista Sranton32 es una consecuencia de la omisin del contexto y de los elementos no econmicos.
El constructivista Lander33 considera que el determinismo marxista proviene de una tradicin racionalista, eurocentrista e hiper-valorativa de la
abundancia material.
El corazn del determinismo tecnolgico marxista se encuentra,
para todos los crticos, en el esquema de interpretacin de la historia,
basado en modos de produccin estructurados en torno al desarrollo
de las fuerzas productivas, que peridicamente chocan con las relaciones de produccin. Todos los cuestionadores retoman, en este punto, los ataques de Popper contra el curso proftico y predictible de la
historia que habra formulado Marx.
Pero estas crticas confunden un determinismo tecnolgico inexistente y explcitamente rechazado por el marxismo con el determinismo
histrico-social, efectivamente aceptado por el materialismo histrico.
El marxismo destaca que los hombres hacen su propia historia, pero sin elegir las condiciones de esta actividad. Los individuos enfren-
30 C.
Katz, Humanistas y pos-modernos en la sociologa de la tecnologa, XXI Congreso de la Asociacion Latinoamericana de Sociologia, San Pablo, septiembre de 1997.
31
Vase N. Rosenberg, Marx y la tecnologa, Monthly Review, No. 8, Barcelona, marzo de 1980.
32 Ph.
Sranton, Determinsm and indeterminacy in the history of technology, en Technology and culture, vol. 36, No. 2, abril de 1995.
33
E. Lander, La ciencia y la tecnologa como asuntos polticos, Nueva sociedad, Caracas, 1994.
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fuerza productiva social y se ubica, adems, en el polo opuesto al teleologismo. No define profecas, sino condiciones, lmites y posibilidades histricas del cambio tecnolgico.
Esta oposicin del determinismo histrico a cualquier forma de fatalismo se comprueba en su anlisis del papel particular de los individuos en los procesos sociales y polticos.34 Trasladando esta investigacin al campo de la tecnologa, la hiptesis marxista simplemente
afirma que los conocimientos y la personalidad de ciertos individuos excepcionalmente dotados son decisivos para lograr ciertas invenciones.
Pero este talento frecuentemente insustituible slo puede materializarse en ciertas condiciones histricas. Mientras que el determinismo
tecnolgico reduce al mnimo el rol del genio inventor y el romanticismo lo exagera, el determinismo histrico destaca el grado de correspondencia de la capacidad inventiva con las circunstancias objetivas
que rodean esta accin.
El determinismo histrico que propone el marxismo refuta el determinismo tecnolgico y supera sus limitaciones para explicar el proceso social de la innovacin. Evita el reduccionismo monocausal del
cultural lag, es ajeno al fatalismo mstico y tampoco comparte el fetichismo informacional. El marxismo no opone a las tesis defensoras
del imperativo tecnolgico una eclctica caracterizacin de las relaciones entre tecnologa y sociedad, sino que destaca cmo las leyes
del capital y las determinaciones sociales de clase condicionan el proceso innovador. En lugar de sistemas autorregulados y configuraciones micro-sociolgicas, el determinismo histrico caracteriza el
modo de produccin y explica de qu forma define la naturaleza del
cambio tecnolgico contemporneo.
Bibliografa
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34
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