Caminando El Zen
Caminando El Zen
Caminando El Zen
Prlogo
El camino del zen comienza con el reconocimiento de nuestra propia realidad. Para muchos es el resultado de una encrucijada, provocada por una
crisis existencial, o por una perdida del horizonte vital. Para otros es el
resultado de un deseo de bsqueda, a veces no claramente expresado, para
contestar a las preguntas fundamentales del ser humano: quin soy yo?
qu es esto? a dnde voy? cul es el significado de mi vida?
Muchos de nosotros hemos buscado antes en la filosofa o la religin
y hemos entrado en contradiccin con sus normas, ritos y rpidas respuestas a las que el dogma particular exige adhesin. Decidimos, como
t decides hoy, buscar por nosotros mismos, experimentar por nosotros
mismos.
Por ello vienes a la prctica del zen, una prctica que comienza con
la meditacin en silencio. No hay apriorismos ideolgicos, ni religiosos,
aunque s aceptas que hay algo que buscar, mas all de lo que ves o lo que
sientes. La prctica del zen es, en esencia, prestar atencin a la vida, ser
capaz de practicar el silencio en medio de las cosas.
El primer paso, esencial en el zen, es la comprensin de ti mismo, el
autoconocimiento. Esta comprensin es vivencial, y supone un recorrido
de coraje para aprender de que va tu vida, y cuales son las asignaturas que
has dejado suspensas en el camino, los atolladeros en los que tropezaste o
las encrucijadas en las que te perdiste. Ansas encontrarte contigo mismo
sin mentirte, sin contarte historias, sin intentar disculparte ni aparentar
personajes o justificaciones. Supone un ejercicio doloroso que va sedimentndose y madurando en medio de la prctica del silencio, en medio de tu
zazen y de la experiencia de tu vida da a da.
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Quizs te encuentres con fantasmas de los que has huido, quizs descubras heridas que estas escondiendo, o quizs por fin comprendas la
razn profunda de tu clera, tu depresin, tu timidez o tu miedo. En
muchos casos esto te puede llevar a necesitar incluso ayuda profesional,
o a realizar un largo recorrido de depuracin y enfrentamiento con tus
heridas, o a tomar decisiones vitales que te hagan salir de las trampas que
te has puesto en el camino.
Esta confrontacin valiente con tu vida puede que te traiga contradicciones vitales que no quieres aceptar: relaciones personales perniciosas, ciclos
de dependencia y de falta de libertad personal, actuaciones egostas que
te tienen atado. Esta confrontacin puede que te lleve a tomar decisiones
dolorosas de divorcio o de separacin, cambio de trabajo o de lugar de vivienda, puede que signifique romper y dejar situaciones que te daban seguridad, y puede significar un periodo doloroso de transformacin personal.
La practica del conocimiento de ti mismo te llevar a comprender tus
apegos. Te llevar a comprender si ests atrapado por la posesin de cosas,
de dinero, de juguetes personales, rutinas propias, roles personales o
sociales, mimetismos o relaciones de dependencia. La prctica del conocimiento de ti mismo te llevar a comprender si habitas en el odio o en
el rechazo, si ests enfadado con el mundo o las personas, si no aceptas
cosas que tienes o que te pasan, estados o situaciones propias, incluyendo
enfermedades o defectos. La prctica del conocimiento de ti mismo te
llevar a comprender si ests enquistado en seguridades o ideas hechas, a
comprender tus intolerancias y exclusiones, tus ataduras a dogmas personales y rigideces que te impiden avanzar. En esta comprensin tendrs que
aceptar, quizs con lagrimas, las razones de estos apegos, las dificultades
y el miedo a soltarlos, y el absurdo de su propio mantenimiento, ya que a
travs de esta prctica vital comprenders qu te hacen dao, qu te hace
sufrir y el objeto de tu apego desaparecer con el tiempo, lo quieras o no.
La prctica del conocimiento de ti mismo te llevar a darte cuenta como
tu identidad puede ser el resultado de modelos prefabricados, de mimetismos familiares, personales o sociales. Te llevar a comprender que la
identidad individual que aceptas como propia es el resultado de multitud
de condiciones, donde tu no has sido director, donde has reaccionado con
o sin patologa acompaante. Tus pautas de comportamiento han venido
quizs dictadas por mecanismos de defensa, por el bloqueo de tu temor
a enfrentarte con tu vida o por esquemas adoptados para ser aceptado o
querido.
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La comprensin de todo esto es lo que a veces, de forma quizs romntica, habrs imaginado como la noche del espritu. Pero es en realidad un
proceso doloroso, que puede durar toda tu vida, para ser ms autntico,
mas sincero y consecuente, mas liberado de modelos impuestos y de apegos propios. Es un proceso que yo llamo el camino de tu individuacin: la
bsqueda de una personalidad sana, liberada, basada en opciones vitales
que parten de la prctica del desapego y que de entrada no se cristaliza
como una personalidad enquistada, sino como una personalidad preparada para el cambio.
Este recorrido es la primera fase de la practica del zen: es un proceso
abierto de depuracin y de limpieza, de vaciamiento de lo que realmente
no eres, en la cual la prctica del silencio supone un observar la vida y
observar tu vida, con la decisin firme de no engaarte ni engaar ms,
con la decisin firme de realizar tus tareas y de sanar lo que consideras tu
identidad. Y por tanto con la necesidad de revisar y dejar lo que no eres y
crees que eres, las copias que haces y las ataduras que te pones y te ponen.
Es un proceso de transformacin desde tus heridas a tu nueva identidad,
que pronto comprenders que es una no identidad.
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Encuentro:
El punto de partida del buscador espiritual
acud a uno de esos cursillos al uso contra el estrs industrial y contra el burnt
out, anglicismo gracioso con el que se justifican hoy en da todos los cansancios y todos los fracasos de los ejecutivos y ejecutivas agresivas como yo. No
puedo decir que no me vinieran bien. Me ensearon a relajarme, y durante
semanas practiqu la respiracin consciente y el ejercicio de relajacin antes
de acostarme. Mas adelante sabra que era como querer apagar un incendio
con vasos de agua.
Como si fuera un fantasma familiar, la sensacin de vaco y el vrtigo
acompaante, que a veces incluso me sorprenda cubierta de un sudor fro y
un temblor en las manos que no poda controlar, apareca cuando menos lo
esperaba. Pensando en la menopausia prxima, me hice todo tipo de anlisis y exploraciones, pero todo estaba bien aparentemente, salvo esas reglas
dolorosas, abundantes e incomodas. A esto que senta empec a llamarle
mi pepito grillo particular. Saba que era una llamada de atencin para algo,
pero refugiada en mi trabajo y atencin a los nios intent no hacerle caso
durante meses. No se me haban dicho que estaba sana, salvo un ligero
estrs? No me senta premenopusica ni atontada, por lo que ya se me pasara, me dije. Pero no se pas. Cesaron las crisis agudas pero se mantuvo
una sensacin de inestabilidad extraa que estaba presente en el trasfondo,
como un observador incomodo de lo que hacia; este no sentirme a gusto se
acrecentaba cuando tena prisa, cuando quera prestar atencin a varias cosas
a la vez, cuando no me fijaba en lo que pasaba. Por ello, aprovechando unos
das de descanso con Daniel y los nios en la playa, decid que ya estaba bien
y que tena que descubrir lo que era. Si deba ponerle nombre, era algo as
como una gran pregunta sin respuesta, como un sonsonete que me repeta:
no es eso, no es eso. As que me puse a probar.
Saba que mi fantasma o pepito grillo era algo transcendente, algo
que no poda solucionarse con unas buenas vacaciones, o con un tiempo de
descanso en un balneario. Pronto lo interpret como la necesidad de enraizar
mejor mi vida. No se porqu, quizs porque me senta como si corriera por
el centro de la ciudad sin fijarme en los detalles. No soy particularmente religiosa. De hecho afortunadamente mis padres me educaron en el libre pensamiento y estaba alejada de lo que llamaba monsergas de los curas. Tampoco era aficionada al mercado alternativo. Me rea de las amigas que salan
de un cursillo de control mental para meterse en otro de canto de mantras y de
paso frecuentaban la danza del vientre, los cursos de constelaciones y los
tratamientos con cristales y la imposicin de manos. Todo eso me pareca salir
de una supersticin para meterse en otra. Este mundo, me deca, es como un
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Sea como sea, todos hemos sentido esos momentos. Algunos hemos
sido beneficiados con una crisis general, perdiendo la relacin familiar,
el hogar creado, el trabajo y el significado social: todo al tiempo, siendo
forzados a reconducir radicalmente la vida. Para otros solo ha sido una
sed vaga por tener, o hacer, o ser algo ms. Antes o despus todos tenemos momentos cruciales en la vida, al marcharnos de casa, al decidir unir
nuestra vida con alguien, al nacer nuestro hijo, al comenzar un nuevo
trabajo, al fracasar en nuestro matrimonio, al sufrir una grave enfermedad
o accidente, al perder al familiar querido. En esos momentos especiales
aparecen preguntas existenciales bsicas, y ah nos vemos forzados a enfrentarnos con ellas. Para cada cual es diferente. Para unos la pregunta que
aparece reiteradamente es Quin realmente soy yo? Otros se encuentran
removidos por Porqu la vida tiene que ser as?, Porqu me ha de pasar a mi?, y otros De qu va esto? Cmo debo actuar para que tenga
sentido? Son llamadas desde el centro de la existencia, son interpelaciones
que nos impiden vivir dormidos y seguir con el tran-tran. Puede que no
las hagamos caso durante un tiempo. Puede que una vez pasada la crisis,
pensemos que son tonteras. O puede que acallemos la pregunta con un
antidepresivo oportuno, o con una somatizacin exuberante, separando
lo que le pasa a nuestro intestino de la pregunta clavada en el centro del
alma. O puede que, por fin, en un determinado momento decidamos coger el toro por los cuernos, no aceptar subterfugios ni falsas excusas, y
salgamos en bsqueda. Nos volveremos entonces buscadores de sentido,
viajeros de nuestro interior hacia el encuentro de respuestas, o de una
forma de vivir mas autntica, abandonando falsas justificaciones y falsas
expectativas.
Sea cual sea tu caso, al principio estars confuso(a) y no sabrs cmo
viajar, dnde buscar. Intuyes que has de aprender un nuevo lenguaje, pues
ests demasiado acostumbrado(a) a manejar lo que puedes tocar y medir.
Ests acostumbrado al control y a vivir tu vida desde tu personaje, y no
comprendes bien que significa esto de la bsqueda interior. Pero s sabes
que has de parar de correr, has de parar de ponerte metas y lugares a los
que llegar, en los que pensabas que encontraras la satisfaccin de tus
necesidades, la felicidad que ansias. Hay como un aire diferente, un ansia
por la simplicidad, por el silencio, por reducir el ritmo de las preguntas, y
dejar que la vida se exprese, sin que tu la manipules o la controles.
Durante siglos ha existido esta ansia, han existido las preguntas. Alguien eventualmente las ha respondido, y ha pretendido que su respuesta
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sea la Respuesta. A partir de aqu han surgido las filosofas, las religiones,
las metafsicas. Y con ellas el manejo del poder (No est permitido pensar
diferente, creer diferente). La imposicin y la esclavitud mental es la historia de la humanidad.
Aprend de pequeo a recitar el catecismo, estudiado con esfuerzo las
respuestas literales aprendidas de memoria a preguntas que yo no me hacia y que no comprenda. A mis siete aos, preparndome para eso que
llamaban comunin, el cura preguntaba: que es ser cristiano? y yo tena
que responder, como un papagayo: ser cristiano es ser discpulo de Cristo, sin entender ninguna de esas palabras. Curiosamente, muchos de los
de mi generacin recibimos al tiempo el adoctrinamiento religioso y el
adoctrinamiento poltico, en esa poca negra que se viva en la infancia en
Espaa. Y ambos eran el mismo adoctrinamiento, el mismo cors mental,
a veces predicado por el mismo cura, que nos impeda pensar por nosotros mismos, que nos impeda salirnos del camino trazado. Para ser buena
persona, para ser aceptado, haba que aprenderse aquellas respuestas de
memoria, y hacrselas aprender a otros. A todo ello primero quisimos
adaptarnos, para ser los primeros de la clase en docilidad, como nuestro
padre nos deca. De todo ello luego nos rebelamos, pero en la rebelin
perdimos a un padre autoritario para caer bajo la autoridad indiscutida de
otro, y as, de tropezn en tropezn hemos llegado a este lugar, en el que
no sabemos bien las preguntas. Mucho menos las respuestas.
Hoy entiendo que un buscador, un viajero espiritual, es aquel que ha
renunciado a los dogmas fciles, a las verdades absolutas impuestas, y que
ha aceptado adentrarse en la propia experiencia interior, en el avance de
la propia comprensin y autoconocimiento, esperando que la realidad se
exprese. Esto es lo que deseo para ti. Inicialmente el buscador tiene preguntas que desea responder; tiene, quizs particularmente, una inquietud
fundamental que se expresa en su pregunta esencial, pero conforme avanza en su bsqueda las preguntas se sustituyen por una nica ansia, ansia
abierta sin preguntas concretas, pero tambin todava en si misma una
pregunta completa, una gran bola de duda, una expresin de apertura y
de aceptacin de la incertidumbre. Pues un signo de avance en ese viaje es
la aceptacin plena de la duda y de la incertidumbre. El buscador decide
andar por caminos menos transitados, entrar en situaciones de no comprender y no preguntar mas.
Un gran clsico de la mstica medieval europea llama a este transito
entrar en la Nube del No Saber, nube que define no como una nube
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Iniciacin. Aprendiendo a meditar
Tard varios das en mandar mis datos. La pagina que Beln me haba dado
hablaba un lenguaje directo, nuevo para mi. Describa un nuevo paisaje que
no comprenda realmente. Relataba datos de un mensaje ancestral venido de
Oriente cuyas claves no controlaba. Que significa esa frase que le?: Cuando miro dentro y veo que yo soy nada, esto es sabidura. Cuando miro fuera
y veo que soy todo, esto es amor. Entrambos se mueve mi vida. Me atraa
como un imn. Su belleza me penetraba, pero se me escapaba entre los dedos. Le y le sobre el Zen y me quede exhausta. Es como si hubiera perdido el
sentido de las palabras, como si todo fuera diferente a como habitualmente
se me haba hecho pensar. Es como si viviera en una habitacin con los muebles bien colocados, cada cosa en su sitio, y de pronto todo se pusiera a volar,
a danzar alrededor en un torbellino. La pregunta inicial que me haca es: Si
solo una parte de lo que intua era la realidad, cmo debo reaccionar, qu voy
a hacer a partir de ahora, qu va a ser de mi vida?
Me dio miedo, mucho miedo. He dudado muchas veces sobre mi propia cordura, particularmente en esos momentos de ansiedad tan familiares,
pero quizs este primer contacto con lo que llamaban Zen es uno de los
momentos en que mas dude de mi misma. Y haba sido solo leyendo algunos trozos sueltos de la web y oyendo un par de audios de los que no
entend casi nada, lo que me llevo a leer quizs demasiado. Que iba a ser
de mi si me entregaba a la experiencia, a la prctica que la pagina recomendaba? Quizs no volvera a sentirme segura nunca mas. Los textos estaban
llenos de inseguridad, de cambio e incertidumbre. En todas partes crea
or un estimulo a Experimenta por ti misma, experimenta por ti misma!.
Como si el trauma que llevara encima no era ya experiencia. O se refera
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a otra cosa? Especial confusin me causaba esas frases sueltas que de vez
en cuando aparecan y se volvan un insulto a mi ordenada mente, un verdadero jeroglfico: no hay uno ni hay dos, sino no-dos. Este lenguaje se me
antojaba lleno de paradoja y de contradiccin. Por eso dudaba. Decid dejar
de leer y atreverme a probarlo al menos. Las palabras podan no decirme
nada, pero si haba all alguna respuesta de seguro la encontrara. Y a qu
quera encontrar respuesta? Me preguntaba. Si tuviera que resumir en una
sola pregunta mi inquietud, y de seguro que alguien me preguntara antes
o despus esa pregunta, yo dira algo as como De qu va mi vida, que es
esto que me pasa? y en esto me incluyo a mi, incluyo la vida, incluyo mis
malestares, Daniel, mis hijas, los pjaros y el cielo oscuro de las noches en
vela, cuando en silencio me levanto de la cama y me acurruco en un silln en
la terraza sin saber donde mirar.
Era temprano por la maana. Tuve que madrugar mucho pues me haban
citado fuera de la ciudad, al parecer en un convento, o un centro de espiritualidad, donde se iba a hacer algo que anunciaban como Iniciacin. De
inmediato esta palabra me caus un poco de grima, ya que tenia connotaciones religiosas o de secta que no iban conmigo. Por telfono me calmaron
un tanto dicindome que la practica no estaba vinculada a ninguna religin
ni ideologa y que lo que se llamaba iniciacin era una introduccin de
aprendizaje. Al parecer, estos dos das y medio de sesin intensiva introductoria eran imprescindibles para avanzar. Me dieron varias recomendaciones
por telfono, del tipo deja tu mvil en casa, ven ligera de equipaje, tanto
fsico como mentalmente, trae ropa cmoda, no te traigas lectura, ni esperes
tener aqu distracciones del tipo de televisin o radio. Estas instrucciones me
recordaban un poco a la preparacin que me daban en el colegio de monjas de nia, cuando nos llevaban a lo que llamaban ejercicios espirituales,
para ver si tena vocacin. La verdad es que yo acud solo a uno de estos
ejercicios, ya que mis padres en seguida, afortunadamente, me cambiaron a
un colegio pblico. Cuando por telfono pregunte si hacia falta ser budista
para ir a esto de la iniciacin, sent una gran sonrisa a travs del telfono,
cuando mi interlocutora me respondi: Solo hace falta que vengas t... No
se si todo iba a ser as, pero tal pareca que este mtodo prometa dejarme
sin mtodo y devolverme las preguntas como si fuera un juego de ping-pong.
En fin, coment largamente con Daniel mi decisin. Desde su cario y comprensin personal, pero tambin desde su escepticismo, me despidi dicindome: No te preocupes, por dos das las nias y yo no nos vamos a morir de
hambre. Solo haz lo que creas mejor.
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Me sorprendi la sala. Era un saln grande (hall de meditacin, o Zendo, o Dojo lo llamaban), vaco de muebles y de cosas, silencioso y con una
luz tenue difana, proveniente de dos cristaleras y de las velas que estaban
encendidas en el centro, en una mesita adornada con unas flores y con un
cuenco con incienso que despeda un olor a templo antiguo. No haba imgenes ni grabados. A lo largo de toda la pared, en perfecto ordenamiento, se
alineaban pequeas bases de colchoneta negra con cojines de color morado.
Luego supe que los segundos eran zafues y los primeros zafutones, siguiendo los nombres que reciben en Japn. Entrar en esa sala, con su tenue
luz y la profunda sensacin de silencio, con el olor a sndalo y aroma de pino,
y una fuerte y al tiempo suave sensacin de energa que percib, caus en
mi una impresin intensa, una sensacin de que entraba en un santuario o
en un lugar de reposo. Los que entraban juntaban las manos y se inclinaban,
primero hacia la luz central, luego se dirigan a su sitio en silencio y se volvan
a inclinar, y se sentaban en el suelo sobre el cojn. No se que idea me haba
hecho, pero esperaba ver cabezas rapadas y tnicas de azafrn. Sin embargo
haba gente de todas las edades con cmodos y variopintos vestidos, aunque
predominaba el negro y el blanco, tal y como podra haberlos encontrado en
una de las charlas sobre yoga o mindfulness a las que haba acudido. Me
fije que haba muchos despistados y despistadas como yo, que miraban
sorprendidos a un lado y otro, mientras alguien nos invitaba a ocupar un sitio.
Vi que haba tambin sillas y lo que llamaban banquitos inclinados, pero
en mi animo de ir a por todas, y gracias a mi prctica inicial de yoga, logre
acomodarme en uno de los cojines. Recuerdo que me dijeron que estuviera
en silencio, respirando, y esperar. El tiempo pasaba y nadie empezaba la
sesin. Primero me molest por la falta de puntualidad, pero luego entend
que nos dejaban all sin hacer nada en silencio a propsito.
Alguien sentado en el centro, de voz fuerte y suave, que pareca no tener
prisa, y que nos miraba directamente a los ojos, empez a hablar. Emanaba
de l mucha energa, particularmente cuando suba en sus expresiones, o
cuando, levantndose, se acercaba mientras hablaba a uno de nosotros y le
miraba directa y profundamente. Lo primero que dijo fue que abandonramos todas nuestras preocupaciones, que escuchramos realmente, realmente! repiti, y que estuviramos all como si solo estuviramos nosotros, y lo
que se fuera a decir fuera dicho solo para nosotros. A partir de aqu empez
con las preguntas temidas: para que habis venido aqu?qu esperis obtener? de que creis que va esto del zen? Son las mismas preguntas que yo me
haca, sin tener claras las respuestas. Aunque era de esperar, me sorprendi
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ver que eran preguntas comunes. Estbamos sentados en aquel hall unos
cincuenta. De ellos intua que al menos la mitad venan nuevos por primera
vez. Saber que yo no estaba sola en la inquietud que me quitaba la paz fue
extraamente reconfortante. Muchos dijeron que venan para conseguir paz
interior, otros para resolver la pregunta sobre su propio yo, otros para lograr
controlar la mente. Esperaba a continuacin una larga charla sobre la vida
espiritual. Por eso me dejo sin palabra la respuesta del que se present como
maestro de zen: Bueno, pues ahora vais a dejar al lado todas esas preguntas
y vamos a aprender a practicar. De nuevo el pin-pan-pum. Estando acostumbrada al discurso reflexivo, esta forma de proceder, que pareca decir que
las respuestas a nuestras preguntas han de encontrarse en lo que el maestro
llamaba la prctica del silencio, me chocaba y me confunda. Como he dicho
era un terreno totalmente nuevo. Me seduca pero al tiempo me hacia sentirme incomoda, inestable, como si fuera a perder el pie en cualquier momento
y caerme a un lugar que no me gustara. Esperaba soar por la noche con
preguntas y preguntas que resonaban en un sitio oscuro y extrao.
Lo que sigui a continuacin fue como si volviera a mi tiempo de infancia.
Nos ensearon a sentarnos derechas, a mantener la columna erguida, a respirar pausadamente, a caminar con lentitud, un paso en cada respiracin, o mas
rpidamente, estando muy atentos a nuestro ritmo y nuestras sensaciones. O
sea que segn esta prctica, para descubrir lo que buscaba tena que volver
de nuevo a mi cuerpo, volver a saber estarme quieta, a sentir cada momento,
a aburrirme sin otra cosa que hacer no?. Sin solucin de continuidad nos
dijeron que siguiramos nuestra respiracin contando en silencio, y haciendo
lo posible para que nuestra atencin se mantuviera en ese contar. Alguien
toc una campana y todo qued en silencio, como muerto. La verdad es que
para mi todo era extrao. Soy ejecutiva, acostumbrada a las mil deliberaciones, a los mltiples matices y juegos mentales que se dan en las reuniones de
empresa, un sutil juego de poder competitivo. Todo eso all no me vala. Me
abandonaban a mi misma, sin espectadores ni mas manual de instrucciones.
Solo respirar, mirando a la pared, solo estar all, evitando seguir mi discurso
mental (como si esto fuera sencillo), contar respiraciones como una nia pequea. Estuve a punto de levantarme y de salir corriendo, rechazando todo
eso como un tonto juego que a nada conduca. Esperaba un largo discurso
explicativo de la mil y una sentencias que haba ledo en los libros, y que seguramente mostraran lo que yo en mi ignorancia llamaba la filosofa de vida
del Zen. En su lugar, solo respirar y silencio. Por vergenza ajena no me fui,
y me forc a mi misma a hacer lo que me decan. Me dije: Lo hago un rato y
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cuando lo tenga controlado pregunto que ms hay que hacer. Si no hay otra
cosa, en cuanto pueda me escabullo. Por otra parte, reflexion, me haba
costado tanto ir all que renunciar de inmediato me hacia sentir estpida. No,
no poda dejarlo as. Haba algo en todo esto que me hablaba directamente, como cuando mi madre se diriga a m cuando era pequea, y como yo
hago con mis hijas. He asistido a muchas charlas comerciales. He odo a muchos charlatanes seductores. A esta gente le resultara relativamente sencillo
convertir estas iniciaciones en charlas de venta de filosofa. Su renuncia a
hacerlo hablaba a su favor. O eran unos autnticos maquiavelos, o tenan una
perlita oculta que iba a costar conseguir. Por ello dentro de m percib esta
lucha, entre lo coherente y lo paradjico, y tambin una cierta provocacin,
como si se me dijera: A ver quien aguanta mas. Cuando llevaba unos minutos en silencio, respirando, junto con esos otros cincuenta cuerpos que no
se oan, con mi vista recogida solo en mi, y mis piernas cruzadas en el suelo,
recib otra sorpresa. No solo no controlaba mi silencio, sino que me vi atropellada por una gran tormenta de ideas y sensaciones que no saba que estaban
all. Yo pensaba que era una persona centrada, focalizada, que saba elegir
mis momentos y mis reflexiones. De dnde sala entonces esa barahnda
de cosas? Saltaba de una idea a otra, me surgan memorias deshilachadas,
sensaciones muy diversas, y tambin emociones. Recuerdo una rabia sorda,
que proyectaba sobre la tontera de mirar a la pared. Adems no me fue tan
fcil mantener mi cuerpo quieto. Senta picores aqu y all, me empezaron a
doler las piernas, y aunque pensaba que estaba en perfecta posicin, alguien
por detrs me puso la espalda derecha y me corrigi las manos. Fue una sensacin de no hacer nada a derechas. Mi competitivo carcter me deca que
al menos esto deba poder hacerlo bien. Tal pareca que a los dems les iba
de maravilla, aunque vi de reojo como corregan a la mayora. Quera buscar
consuelo en el grupo, pero me di cuenta de que me dejaban a solas a sabiendas. Record la frase del maestro: Sed como ermitaos. Entrad en vuestro
interior. Estamos todos juntos meditando, pero hacis el ejercicio en soledad
y silencio. Sed vosotros mismos, experimentad por vosotros mismos.
Que difcil era mantener la atencin en contar! No recuerdo haber llegado a diez sin interrupcin en toda aquella iniciacin. Sin embargo, me esperaba otra sorpresa en la segunda sesin de estar sentada (ciertamente lo
llamaban sentadas). Tras un agradable andar despacio que me relaj, poco
a poco me fui calmando, acept con mejor animo mi incapacidad, y me mantuve erguida lo mejor que poda. Los picores del cuerpo se fueron calmando.
Perciba un dolor all a lo lejos en las piernas, pero como si fuera de otra per23
sona, y mi respiracin se fue haciendo pausada, sin que yo hiciera nada por
controlarla. Era extrao que la sentada anterior hubiera sido tan movida y
sta tan quieta. Como si centrara mi yo en un punto pequeo. La sensacin
realmente fue de ausencia de control. Era una sensacin nueva. All estaba,
sin nada que hacer, sin nada que comprender, sin metas que conseguir, salvo
la meta de jardn de infancia: sentarse derecha, respirar consciente, contar.
Y, sin embargo, este estar sin sentido permita de pronto una cierta sensacin liberadora. Para m fue como si de pronto dejara en el suelo un saco
pesado: solo tena que estar all, atenta a ser, sin preguntar para qu ni por
qu. Fue sorprendente, pues de pronto me di cuenta de que era la primera vez en mi vida que haca eso. Estar sin preguntarme, sin intentar resolver
misterios o crucigramas. Haba justificado mi vida sobre la base de lo que
haca, de las metas que persegua y en representar bien los papeles que me
tocaban, el de directora, el de esposa y el de madre. Pensaba que si lo hacia
bien sera aceptada y querida, y sindolo sera feliz y todo tendra sentido.
Justo estaba aqu sentada en silencio porque ese esquema no funcionaba. Y
aqu me haba propuesto de nuevo a representar bien el papel de meditante. Mi teatro era ahora este silencioso saln, y yo quizs el nico espectador.
Aqu no haba pblico que me observara. Solo yo mirando a la pared. Y as
me era mas difcil montarme ninguna historia. Y precisamente no tener que
montarme ninguna historia, no tener que fingir o buscar algo, esto fue lo que
me cambio el esquema y me desarm.
Adems, en esos dos das que pase en mi iniciacin me di cuenta de
que lo principal no iba de sentarse bien en la sala de los cojines, como al
principio la llam, sino que haba que estar atenta a todo, al salir, al andar, al
lavarse, al comer. De nuevo me record al jardn de infancia: - No sabis
solo comer, no sabis solo poneros la ropa, solo dar un paso tras otro. Y esto
es lo que vamos a aprender -, deca el instructor. Y ciertamente en este solo
estar en cada cosa pareca haber una nueva perspectiva. Continuamente mi
mente se iba a mis nias, a la discusin que dej el pasado viernes en la oficina, a este dolorimiento de piernas que no me dejaba relajarme, pero los
instantes en que hice dcilmente lo que se me deca, descubr que realmente
era un nuevo aprendizaje, y nada sencillo. Solo esto, solo esto, y siendo solo
esto soy, quizs por primera vez, solo soy yo, reconoc para mis adentros con
una sensacin de temblor en el pecho. Siempre me haba jactado de ser lo
que yo llamaba multitask. Lea el iPad mientras coma, atenda el telfono,
a veces dos telfonos, mientras celebraba reuniones; jugaba con las nias al
tiempo que hablaba con Daniel, y me pareca eso una gran virtud. Sin embar24
go, aqu, como decan?, eso era como ir dando saltos con piedras en los
pies, o como querer coger la luna atrapando su reflejo en el agua. No se
si era as o no, pero si supe que, de nuevo, haba algo en ese estar solo en lo
que pasaba que me hacia sentir un flujo gozoso dentro, como quitarme un
peso de encima.
Me sent ridcula ante la historia que me cont el maestro en la primera
entrevista que tuve (todos tenamos que pasar por una entrevista al menos,
que llamaban de aceptacin) -Eres - me dijo - como una casa magnifica,
un palacio precioso con cinco ventanas y una puerta. El palacio por fuera est
muy adornado, y parece un lugar en paz, en armona, pero al entrar todo est
desordenado, los muebles sucios y colocados de cualquier manera. Al dueo
del palacio no se le ve por ninguna parte. Es como si estuviera ausente, o
escondido. Solo hay en el medio de la entrada una mona parlanchina, que no
para de moverse, de hablar y de gritar. Es una mona loca. Ante cualquier cosa
que entra, lanza un nombre, un adjetivo, pone muecas raras y corre arrastrando el objeto, o la palabra, o lo que sea que entra en la casa, y rpidamente se
empea en colocarlo en un cajn, de los muchos armarios desordenados que
existen en cada habitacin. Sin embargo, cada cosa se queda como en un
montn, salindose del cajn y a veces revolvindose por la casa. La mona,
entre gritos y gruidos, corre y corre sudorosa, intentando recolocar todo. Si
a algn visitante se le ocurre preguntar por el dueo, la mona se planta muy
ufana y dice - soy yo! - Si se te ocurre sospechar de ella, intentas no tenerla
en cuenta, o tratas de darle un garrotazo para que se calle, o de engaarle
como durmindola para encerrarla en el desvn para que por fin deje la casa
en silencio, la mona grita mas y mas, se tira al suelo y patalea, hasta que al
final le dejas por imposible. Cuando pretend que me dijera lo que quera
decir, se qued en silencio con una extraa sonrisa y me repiti su mantra
particular: Experimenta por ti misma.
Dharma del Buda y del Taosmo, y el Zen como nos lleg de Japn haba
sido tambin imbuido de la cultura y los valores tradicionales japoneses,
que dieron lugar entre otras practicas al llamado cdigo samuri, y al arte
japons que se califica como arte zen, que incluye la pintura, la escritura, la cermica y el arte potico de los haikus.
Lo importante a resear aqu es que el zen es una prctica universal,
fuera de toda doctrina, y por tanto no encorsetable en un nuevo conjunto de dogmas o verdades a creer, sino un estimulo, un mensaje para
entrar en contacto con el Ser, con el yo mismo, y despertar a la vida y a la
realidad. Por tanto es un patrimonio comn de la humanidad, y aunque
histricamente tiene su origen en el budismo, se convierte en un mensaje,
un vehculo vital no terminado, no cerrado, que se enlaza con la prctica
original del Buda, ha recibido la influencia del Budismo institucional, del
Taosmo y del Sintosmo, y actualmente lo est recibiendo de las propuestas esotricas o msticas del Cristianismo y otras corrientes religiosas en su
transmisin a Occidente. Conviene pues no encorsetar la prctica del Zen
en una nueva prctica religiosa, exotrica o esotrica, ni la budista de origen
ni la cristiana de trmino en Occidente, y rescatarla como prctica abierta
a todos, sea cual sea su punto de partida, siempre que el practicante este
dispuesto a aceptar que hay algo que buscar mas all de la mente ordinaria,
del raciocinio, que lleva a vivir la realidad en plena atencin, aqu y ahora.
Habremos pues de ensear el zen como una practica revestida de los
formatos propios de las escuelas japonesas Rinzai o Soto, realmente impregnadas de la cultura y forma de ser primero china y luego japonesa?,
Debemos buscar los formatos de origen de las escuelas originales del
Chan, en proceso de recuperacin en China, al menos la de Linchi, tras
el exterminio de la revolucin cultural maosta?, debemos heredar sin
discutir el revestimiento cultural del Seong o Zen coreano? Si hiciramos
esto quizs satisfaceramos a los hambrientos de practicas religiosas exotricas, pero no durara la transmisin, y caeramos de nuevo en la construccin de nuevas capillas, nuevas religiones, nuevas metafsicas, haciendo
desaparecer la riqueza del zen como una prctica revolucionaria para la
transformacin de la conciencia humana. Hemos de hacer un esfuerzo en
interrogarnos sobre cual es lo esencial en esta prctica y qu formato debe
adquirir en la asimilacin cultural en las sociedades de Occidente. Por
ello tampoco debemos trasplantar mimticamente en la prctica del zen
la cultura luterana de los pases anglosajones, ni las practicas espirituales
del mediterrneo.
28
Una iniciacin al zen en Occidente debe ser un ejercicio de vaciamiento de presunciones doctrinales o de propuestas filosficas, un ejercicio de
vaciamiento del intento de transmitir nueva cultura, y debe centrarse en
la esencia de los contenidos, repitiendo lo mismo que Sakyamuni Buda
le dijo a Ananda, cuando le peda que nombrara un sucesor al final de su
vida: No, Ananda, no nombrar un sucesor. Siempre he sido claro y abierto
con vosotros. Tenis el Dharma con vosotros. No necesitis un sucesor. Experimentad por vosotros mismos. La esencia de la prctica del Zen es la propia
experiencia en atencin plena. Cuando siendo principiante comiences la
prctica no debes perder el tiempo en discursos complejos y confusos, y
aprender esta esencia: debes practicar la atencin plena. Solo eso. Y que
cada cual encuentre su camino. Esto puede parecer muy simplificador,
pero la realidad de la prctica es as. No en balde el signo chino para Chan
significa mostrar simplicidad.
Se puede complementar la enseanza con una perspectiva de cmo se
ha producido el crecimiento humano, desde la bajada de los rboles del
homnido hasta el momento en que nuestra mente egoica racional se convirti en barrera para comprender la vida, pero que este mismo discurso,
la comprensin de la evolucin de la conciencia, no se vuelva tambin una
nueva posicin filosfica y que no te encierre en un conjunto de ideas que
te alejen de tu propia experiencia. La prctica de la plena atencin es todo
lo que hay que ensear y aprender.
Quizs se te ocurra contestar, si has hojeado manuales de Zen, que
ensear Zen es realmente unirse a la prctica original del Buda y por tanto
es ensear Budismo, lo mismo que lo es, argumentars, ensear Samatha
Vipassana. Esto nos lleva a una discusin doctrinal que intento rehuir,
pero sostengo que el Buda ense una prctica para la superacin del sufrimiento humano, no una nueva religin. Asimilar la practica original del
Buda a una nueva descripcin de la realidad, y por extensin al Zen y entenderla como una asimilacin de una metafsica heredada del Vedanta, es
lo que ha hecho posteriormente el Budismo institucional, y esto es lo que
pretenden los que exigen la profesin budista como punto de partida para
practicar el Zen. Es necesario superar estas barreras doctrinales, como hicimos al abandonar nuestros dogmas particulares los que procedimos del
dogma catlico o cristiano, y salimos al campo abierto de la bsqueda
espiritual sin apriorismos.
Y sta es precisamente otra barrera en la prctica. Cuando te digo que
todo consiste en estar sentado en silencio, y en respirar conscientemen29
La postura corporal
El primer paso en la iniciacin es aprender la quietud corporal. Nuestra
generacin se justifica por lo que hace, y lo que hacemos lo acompaamos de gestos, de movimientos corporales continuos, realizando un
proceso de identificacin con nuestros gestos, los movimientos de la cara
y las manos, nuestra propia estructura corporal, nuestra fisiologa y anatoma. Por ello, cuando te digo que debes guardar quietud absoluta, sentarte verticalmente, asentarte en el suelo, no moverte durante largo rato,
algo extrao se produce. Te das cuenta inicialmente de lo dificultoso que
es estar sin moverse. Todo tu cuerpo se queja: un picor aqu, un malestar all. Te das cuenta de que una postura armnica, como es el medio
loto, la postura birmana o la tradicional japonesa, te produce mltiples
dolores y malestares. A veces sentirs la necesidad imperiosa de moverte,
como si te fuera a pasar algo si no lo haces. Esto en si es la dificultad primera. Mas adelante, cuando por fin te disciplinas y aceptas no rascarte,
o no mover el pie, o no doblar la columna, aparece otro aspecto que no
esperas. Al centrar tu atencin en la quietud corporal, tu cuerpo deja
de ser la referencia de tu actividad. Tan solo se mueve el abdomen y el
pecho en una respiracin autnoma. Tu atencin se centra en el hara, o
bajo vientre, como si todo tu cuerpo se concentrara all. Si sientes dolores y molestias, estos aparecen como una sensacin distanciada, que ya
no causa tanta ansiedad, y que lo registrars como algo que ocurre.
Te esforzars en cada momento en estar presente en tu hara, en vivir
desde all, en respirar desde all. Esto producir un profundo cambio en
tu perspectiva. Solo, sentado tranquilamente, en completa quietud, tu
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de las piernas, de las caderas, no debera haber ningn problema para poner las piernas en posicin de loto; el tobillo trabaja
en extensin, la rodilla trabaja en flexin, y las caderas estn
abiertas para que los muslos tengan una rotacin hacia el exterior. Es una postura perfectamente normal para el cuerpo del ser
humano y la postura de la parte alta es an ms normal, es
decir, menos sorprendente en nuestra sociedad. Pero muy pocas
personas pueden ponerse as en esta postura. Por qu? Porque
tienen cerraduras en el cuerpo. Si practican, van a tener dolores
muy rpidamente y querrn soltar la postura. Por qu? Puede
ser por costumbre, pero no es solamente eso.
No se asusten si no pueden practicar esta postura, pueden intentarlo sobre una butaca, en la inmovilidad, en el silencio, como
la postura del faran sentado que han visto en las esculturas de
Egipto: las piernas estn prcticamente verticales, los pies bien
apoyados sobre el suelo, las rodillas un poco alejadas, ms o menos la misma distancia que existe entre los hombros, y las manos
apoyadas con las palmas hacia abajo sobre los muslos cerca de
las rodillas. El cuerpo puede normalmente descansar en esta postura. Intntelo en su casa y vern.
Qudense solamente 15 minutos as, a ver qu pasa. Se darn
cuenta que tienen muchas dificultades para poner el cuerpo en
una postura natural, normal y tranquila. Van a sentir primero
que no pueden sentir, es decir que la mente est siempre llevada.
Lo que les va a pasar cuando paran la actividad, cuando se ponen
as en una postura de inmovilidad, de silencio, es que muchas cosas vienen a la mente. Despus de un momento es muy probable
que van a tener necesidad de respirar ms hondo porque no respirarn bien, van a tener necesidad de levantar los hombros para
respirar un poquito mejor. Eso no es normal. No les parece que
la respiracin tendra que ser libre sin tener que levantar los hombros? Si tienen un poco de capacidad de percepcin de su cuerpo,
van a sentir que tienen muchas tensiones en los hombros, en la
nuca, y si ponen atencin a lo que les pasa en los brazos, tambin
sentirn mucha tensin. Eso es lo que aparece primero, pero si
insisten un poco ms, la espalda les va a doler.
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Esta propuesta del Zen les puede permitir descubrir que tienen
muchas tensiones, que generan muchos dolores y eso es muy difcil. Hay dos posibilidades: o huyen, no, eso no es para m, es
demasiado difcil, o enfrentan la cosa, porque quin genera eso,
sino ustedes mismos? Y a mediano o a largo plazo, es obvio que eso
tendr malas consecuencias. Si no pueden poner el cuerpo en una
postura abierta, es porque siempre viven con el cuerpo tensionado,
cerrado, y con la mente tambin muy llevada. Quieren vivir as
o quieren tratar de resolver este problema? Que cada uno escoja.
Pronto la atencin corporal se focaliza. He indicado que la atencin se
ha de mantener en el Hara. Es como si pensaras y sintieras desde all,
atndote a la raz de tu cuerpo, respirando desde all. Las ventanas de tus
sentidos se entornan para cerrarse luego. No se trata de que no oigas, sino
de que no escuches. No se trata de que no veas, sino de que no mires, no
se trata de que no sientas, de que no huelas, sino de que tu foco se haga
interno, se centralice, y tu atencin no est en el olor, en el sonido o en
lo que ves. Existen prcticas de cultivo de la atencin en las que el objeto
es un sonido, o un objeto visual (una vela encendida), pero no se trata de
esto en el zazen. Siendo principiante, debes aprender a ver sin mirar, or
sin escuchar, etc. de forma que toda tu quietud se centralice en la raz del
cuerpo y en el seguimiento de la respiracin.
He citado antes que este cambio en la atencin, desde la dispersin y la
vida basada en el movimiento a la focalizacin y la quietud completa fsica,
supone un cambio completo de perspectiva, que requiere inicialmente de
gran disciplina, y posteriormente se convierte en el instrumento para tu
propia transformacin. Por ello se suele decir que se medita con el cuerpo.
Qu haces ah, en quietud absoluta, solo mirando al suelo o la pared, pero
sin prestar atencin a lo que miras, con tu esfuerzo vital unificado en tu
respiracin? Tu atencin no sigue la respiracin, eres respiracin! Inspiras,
espiras... En esta quietud corporal, en esta expresin de quietud se expresa
la pregunta que te trajo aqu: qu es esto? quin soy yo realmente?
La postura mental
Quizs has logrado la quietud de tu cuerpo, y quizs lograste volver tu
atencin hacia dentro, a ese momento oscuro en que solo el flujo inte35
proceso natural de familiarizarse con un objeto, colocando repetidamente nuestra mente en l...
En la quietud apacible asentamos la mente en el momento presente. Colocamos la mente en la respiracin y practicamos mantenindola en ella. Cuando los pensamientos y las emociones nos
distraen nos damos cuenta de ello, y continuamente volvemos la
mente a la respiracin; as nos entrenamos.
Una forma de mantener la atencin en el foco elegido es ayudarte contando respiraciones. Este contar no es contabilizar, sino mantener el sonido
interior del nmero en el proceso de entrada del aire y de la salida del aire,
como un ritmo imperturbable que te fuerzas en seguir, como un sonido
interior que resuena en todas tus clulas. Cuentas de uno a diez y vuelves
a empezar. Puedes contar repitiendo el nmero en la inspiracin y espiracin, o contar solo espiraciones. Este contar se asemeja en el zen a la
recitacin de un mantra interior, dejando que te absorba, no permitiendo
escaparte; as te entrenas. El momento esencial, como repite el Rimpoche,
es el darte cuenta y volver. En esto est la esencia de la prctica de la atencin. Imagnate por un momento que este contar es como un tambor que
resuena en el centro de una gran habitacin vaca donde ests sentado. Si
tu mente esta dispersa, saltando de distraccin en distraccin y de pronto
en medio del silencio resuena el tambor, como un trueno, como un relmpago, inmediatamente te focalizas, vuelves a estar aqu, dispuesto y en
atencin. En esto consiste el ejercicio.
En el zazen, bsicamente, se utilizan dos formas de practicar la atencin: La focalizacin y el vaciamiento. La focalizacin se realiza con la
respiracin consciente y la prctica de koans. El vaciamiento se prctica
con el shikantaza. Esta ltima prctica debe realizarse solo por propuesta
del maestro, y ser utilizada por los practicantes adiestrados durante aos.
La focalizacin en la respiracin, primero contando y luego sin contar, es
el mtodo por el que debern comenzar los que se inician. Mas adelante te
explicar algo sobre la prctica con koans y sobre el shikantaza.
Lo primero que debes aprender en el zazen es la prctica de la atencin
en quietud. Aprender a parar, a estar aqu, a estar ahora, a ser, simplemente ser, en completa paz. A esto lo llamamos en nuestra escuela practicar la
Presencia. Hacer presencia es estar en el momento presente en atencin.
El ser que eres no ha de justificarse en funcin de lo que haces, o de lo que
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piensas, o de donde ests o los juicios que se vierten sobre ti. Se justifica
por si mismo, simplemente siendo. A travs de la presencia entras en el
mbito de la vida real, la nica vida, que no se basa en juicios y anlisis,
en concepciones o reacciones, sino que es por si misma. Te adiestras practicando la Presencia, te adiestras viviendo la vida directamente.
Un segundo aspecto, esencial en el zazen, es la apertura a la pregunta.
En la prctica del silencio, renuncias a basarte en tus sensaciones y percepciones para comprender la realidad, renuncias a los juicios y verdades terminadas. Esto es lo mismo que abrirte a la incertidumbre, abrirte al vaco
se dira en el budismo, abrirte a la Nube del No Saber, se dira siguiendo
al clsico cristiano. Entras en un mbito en que no te caben las calificaciones hechas. De forma experimental y continuamente, en el silencio renuncias a quedarte enganchado en apreciaciones o juicios, y adoptas la postura
de la ultima lnea del Sutra del Corazn: andar, andar, pasar, atravesar.
En esta prctica, que aqu llamamos la Practica de la Pregunta se basa la
practica con koans de nuestra escuela, que comentaremos mas adelante.
No puedes entrar en la prctica de la Pregunta mientras no hagas quietud en tu zazen. Por ello en la iniciacin se ensea solo a aquietar el cuerpo y la mente. Durante meses y quizs aos estars entrenndote a parar, a
dejar de correr, de perseguir, de controlar, de manipular, de querer saber.
Y esto por si solo cambiar tu vida. Se precisa constancia y una profunda
fe y dedicacin a ti mismo, para dedicarte cada da este tiempo de silencio.
Dice Hakuin Zenji:
La prctica del Zen es como frotar la madera para hacer fuego.
La forma sabia de hacerlo es seguir y seguir sin parar . Si tu paras
al menor signo de calor, y luego vuelves a parar en el momento en
que aparece un poquito de humo, incluso aunque practiques por
tiempo interminable, nunca veras aparecer el fuego...
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Desde el Zazen al Zen.
La prctica de la vida cotidiana
Volva a casa, tras tres das que haban pasado como un parntesis. Lo senta
como si hubiese pasado mucho tiempo, y tambin paradjicamente como si
solo hubiera transcurrido un segundo, como un espacio sin tiempo. Recuerdo
que no volva con ninguna solucin a mis problemas, ni tan siquiera con ninguna respuesta. Quizs mas confundida aun que tres das antes. Pero haba una
sensacin vaga, como si algo realmente importante hubiera pasado delante
de mis ojos y se hubiera escapado sin que yo pudiera retenerlo. Intentaba ver
lo que era, pero no lograba definirlo. Algo fuerte, algo profundo se haba removido, y me frustraba no cogerlo con las manos, no apresarlo con la mente.
Haba estado en silencio, haba practicado la atencin, o para ser mas exacto,
haba estado largas horas volviendo de mis despistes y ensoaciones. Haba
hecho vida sencilla, y aunque haba estado sola y sin hablar, cosa extraa, no
me haba sentido sola. Esa sensacin de estar acompaada al tiempo que
sola, fue algo realmente refrescante e incluso asombroso para m. Como iba
a seguir ahora? Dejara esta experiencia de iniciacin como un parntesis
esotrico en mi vida? Volvera a mis lugares comunes, a mi forma familiar de
seguir mi rutina, soportando como accidentes esas llamadas de mi viejo
pepito grillo?, O apostara por este camino menos transitado del que comprenda tan poco? Quizs apostando ya por esta forma diferente de vivir, no
me entretuve en argumentos, no realic ningn DAFO al uso, ni permit que
mi mente me gastara malas pasadas, intentando convencerme de una cosa o
de otra. Decid que esta experiencia deba aquietarse, deba dejarla reposar
y darme un tiempo. Mi corazn me deca que haba abierto una puerta y en
frente se extenda un largo camino que no me quedaba mas remedio que
recorrer, pero jugaba un poco con mis resistencias, y a entretener las deci43
siones que finalmente tomara. Tambin saba que ese camino me alejara de
este lugar familiar de mi yo hablando y hablando sin parar, este saber estar y
saber vivir que yo crea tener tan dominado. No estaba dispuesta a dejarme
vencer sin luchar. Pero realmente era una lucha sin lucha. Ese duende que se
escapaba de mi comprensin me haba ya seducido sin remedio.
No supe explicar a mis nias ni a Daniel que haba estado haciendo. Decir
que haba estado sentada mirando a la pared sin hacer nada durante horas me hacia sentir estpida. Decir que haba estado aprendiendo a vivir de
forma diferente me pareca pretencioso. O sea que les responda de forma
misteriosa que haba estado aprendiendo Zen. Y cuando vino la pregunta
inmediata: y qu es zen, mam?, de pronto record que el instructor de
meditacin haba hecho una diferencia que no llegaba a comprender bien
entre la meditacin zen, que llamaba zazen, y el zen, cuya definicin no me
qued muy clara. La insistencia sobre llevar la prctica de la meditacin a la
vida cotidiana se me qued grabada. Era algo as como vivir de otra manera,
pero de qu manera? me preguntaba una y otra vez. Me impresion el dicho
de aquel antiguo maestro chino sobre el espejo y el ladrillo:
veces pareca aturdida, aunque otras veces mostraba una luminosa sonrisa
que ni yo saba de donde vena.
En ocasiones volva por la tarde bien confundida y deprimida, pues no
comprenda el sentido de lo que hacia, en el trabajo, en mi profesin, en mi
vida como mujer y como ser humano, porqu lo hacia y cmo lo haca. En esos
momentos solo contemplar a mis nias, jugar un rato con ellas, y tras su cena y
bao acostarlas, me consolaba. Algunos das por la tarde me refugiaba en mi
rincn de meditacin robndole tiempo a Daniel. Recuerdo que en cuanto me
sentaba venan todas las escenas del da como torpedos que no me dejaban
estar. Voces y ruidos, olores y sensaciones me asaltaban; las caras de la gente
con las que haba discutido, negociado o tratado de convencer durante el da,
seguan hablando y hablando all sentada en mi banquito, mientras yo luchaba
por aquietar mi cuerpo, por centrarme en respiro ahora, respiro!. A veces
todo el tiempo era esta lavadora como yo la llamaba, levantndome del rincn como si no hubiera servido para nada. Otras, poco a poco me calmaba, la
respiracin por fin bajaba, y el momento era solo silencio. Cuando eso ocurra
al final de la meditacin senta una energa y serenidad muy especiales. Por
qu no poda ser siempre as? Por qu era tan difcil vivir?
Me haban enseado a prestar atencin a las cosas pequeas. Yo siempre
haba ido a los resultados. Haba mirado por encima de las cosas e intentado
pararme solo en lo que crea importaba. Sin embargo, ahora me encontraba
ejercitndome a mirar los detalles, los brillos, la luz, los olores. No es que
como mujer intuitiva no prestar atencin a esas cosas. Particularmente me
gustaba el olor a lavanda de mi despacho al entrar por la maana, con todas
mis cosas ordenadas, donde se notaba la mano de Mary, mi asistente. Pero
me haba acostumbrado a este mundo varonil en el que lo que importa es
el multitask, pasar por encima de las cosas y solo fijarse en resultados. El
cambio crucial fue percibir que en los detalles, en vivir momento a momento,
estaba el nuevo aprendizaje. Me llam poderosamente la atencin cuando al
despedirnos en la iniciacin, nos ofrecieron la cita del Buda cuando, siendo
ya viejo, resumi as en qu consista la prctica:
...siempre que veas una forma, s tan solo el ver, siempre que oigas
un sonido, se tan solo el or, cuando huelas un olor, solo s el oler,
cuando pruebes un sabor, solo s el gustar, cuando aparezca un
pensamiento, s solo el fenmeno natural que aparece en la mente.
Cuando actes de esta manera no habr el ser propio, no habr el
yo. Y cuando no est el yo no habr huir de esa manera, venir de
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mi camino, pues este camino era mi vida diaria, mis amores y desamores, mis
rutinas y preocupaciones, tristezas y angustias, mis responsabilidades y toda
mi relacin con el mundo, con mis seres queridos y con las cosas. Recuerdo
pararme un da ante el espejo y preguntarme con todas mis fuerzas, con lagrimas en los ojos, cmo voy a vivir? Qu va a ser de mi?
As que pas de solo seguir dcilmente el camino de la atencin a empezar a preguntar continuamente porqu y para qu. No lo preguntaba como
un ejercicio intelectual, y sabia que mi mente analtica, esa mente aguda y
rpida que tanto alababan en la empresa, no me serva para nada. As que
mis preguntas eran vitales, las colocaba all y me daba tiempo para masticarlas. No pretenda responderlas rpidamente, aunque esto me costaba a
veces mucho: pararme en la pregunta, no en la respuesta. Estas preguntas
se quedaron como aperturas en la vida, como incertidumbres que dejaba
sin resolver. Conforme estas incertidumbres, estas preguntas fueron siendo la
pauta, al contrario de lo que pueda pensarse, conforme sabia menos cosas,
me fui sintiendo mas yo, mas autntica, menos inquieta. Estoy aprendiendo
a vivir en un mundo donde muchas respuestas (no me atrevo a decir todas las
respuestas) son posibles. Y empiezo a intuir el sentido de la cudruple afirmacin: Lo que es, es y tambin no es. Lo que no es, ni no es, ni es. Aceptar
la duda vital, rechazar que todo est terminado, preguntarse y vivir la duda
enfrente de un suceso, de una flor, de una sonrisa, de una sensacin en las
piernas, empez a ser mas frecuente, y curiosamente, me hizo sentirme mas
viva y mas libre. Como si me hubiera quitado un peso de encima al quitarme
mis certezas, mis afirmaciones absolutas sobre los dems, sobre las cosas y
sobre lo que me suceda. Era comprender por fin que el camino del zen tena
mucho que ver con el dicho del sabio griego: concete a ti mismo.
es la prctica del zen, nos dirige una y otra vez al mundo de las cosas, al
mundo fenomnico como el real campo de accin.
Incluimos aqu, por su pertinencia, el contenido de una de las charlas del autor
sobre el paradigma dualismo vs monismo el contenido completo de la charla
aparece en anexo al final de la obra.
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La vuelta a casa
Volver a casa desde un retiro se asemeja a regresar al punto en el que andabas perdido, pero quizs con algunas pistas mas de por donde ir, e incluso
despus de solo dos das de zen significa volver con tus rutinas comunes,
con tus alguienes, con los roles a los que te has acostumbrado, con las
identidades que asumes. Esto se vive a veces como un contraste, como una
paradoja muy fuerte.
Este volver a casa es diferente del camino esencial de vuelta a casa del
que hablan los autores. Cuando los instructores y maestros hablamos de
esto nos referimos al camino para despertar a nuestro estado original, al
lugar donde ramos cuando todava no ramos la forma y manifestacin
vital que ahora somos. De esto hablaremos ms adelante. Ahora me refiero
al contraste entre la vida de silencio y la vida activa u ordinaria, como tambin se expresa. Desde una perspectiva dualista, en el pasado se experimentaba una contraposicin entre estas dos formas de vivir, de tal manera
que muchos solo perciban la posibilidad de entregarse al silencio desde
el rechazo de la vida activa, viniendo a ser contemplativos apartados del
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Otro elemento crucial de este volver a casa es descubrir que el corazn de la prctica no est simplemente en adquirir cierta destreza en la
meditacin, sino en convertir la vida, toda la vida, en el campo de la prctica. El silencio se prolonga en la vida ordinaria y la vida ordinaria en el
silencio. No son dos realidades diferentes, dos formas de vida diferentes,
sino la misma forma de vida. De forma prctica, la pregunta del principiante, ahora que voy a hacer con mi vida?, se vuelve una pregunta crucial,
pues el campo de la prctica es todo momento y no solo al sentarse en
meditacin. El zazen es, en esta perspectiva, un tiempo de adiestramiento, es un adiestramiento para aprender a vivir mejor, para practicar en
cada ocasin, en cada suceso y en cada circunstancia. Y cual es el centro
de la prctica? El centro de la prctica es la plena atencin, aprender a
vivir prestando la atencin lucida, atenta y plena a cada cosa que hacemos. Demasiados practicantes han errado pegando un salto terico a una
nueva filosofa esotrica, sin que su corazn ni su vida acompaen ese
salto. Comprender que no existe separacin entre una vida de silencio,
tal y como se prctica en los retiros o sesshines de zen, y los contenidos de
nuestra vida activa, lleva a poner en cuestin la necesidad de separarse
del mundo para madurar en la prctica del zen. Podrs ser realmente un
contemplativo al tiempo que te sumerges y comprometes con las actividades cotidianas, un contemplativo en accin. Este es mi descubrimiento y
mi vocacin, y aspiro a que sea la tuya.
Falta algo?
En la practica del silencio has comprendido por fin la razn intima por
la que los seres humanos andamos toda la vida persiguiendo metas. Nos
hemos considerado seres separados y no hemos dudado en identificarnos
con un supuesto yo compacto, de virtual realidad, inherente e independiente, que observa los seres y las cosas como externos y que se mueve
desde ah en funcin del inters propio enfrentado al inters comn. Esta
percepcin de ser separado va a acompaada de la sensacin permanente
de insuficiencia, de que falta algo para completar nuestra vida, para ser
felices, para llegar a tener significado. Esta sensacin ha dado lugar en
nuestro tiempo a una verdadera neurosis de civilizacin. Nos lanzamos
a la bsqueda de aquello que nos falta y que creemos nos completar.
Consumimos cualquier cosa y cualquier actividad que nos venden como
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El deseo de posesin lleva a la codicia, la avaricia, la envidia, la inseguridad neurtica, la ansiedad por la prdida, al miedo paralizante, a
la decadencia y a la muerte. La bsqueda y posesin de otros seres lleva
a la dependencia patolgica, a los celos, a la alienacin personal frente
a otros, a la neurosis por falta de estima propia, y a otros muchos comportamientos neurticos frente a los otros. El ansia de poder implica la
opresin y el orgullo, la prepotencia y el abuso de otros.
El reino de la codicia lleva al reino de la aversin, el odio o el rechazo.
Si vives en un mundo movido por el ansia compulsiva de posesin, tus
acciones te llevarn a la desconfianza, al rechazo de otros y a la lucha con
quien compite por lo mismo que tu compites. Establecers la separacin y
la diferencia como actitud esencial para vivir.
El reino de la aversin es estimulado no solo por el rechazo del que
persigue posesiones en competencia contigo, sino por la propia sensacin
vital de que tambin algo sobra, algo que no quieres tener, la fealdad, la
debilidad, la enfermedad o la incapacidad. No solo sientes que te falta
algo sino que te sobra algo que tienes y rechazas tener o ser. En tu calificacin de bueno y malo, rechazas lo malo, rechazas lo que no te gusta,
lo que te da dolor o te hace dao. Por ello rechazas la vejez y la muerte,
pero tambin la pobreza, rechazas que alguien te controle o te imponga
su voluntad. Rechazas tambin al que no es como t, al que no le gusta lo
que te gusta o no persigue lo que tu persigues, o al que simplemente tiene
algo que le diferencia de ti, ya sea la piel, la cultura o la creencia. Del reino de la aversin surgen la intolerancia, el odio y la violencia, el rechazo
y las exclusiones, la xenofobia y el racismo. Si habitas en l vivirs ejerciendo la violencia hacia los otros y desconfiando de los otros. Tambin
ejercers la violencia sobre los otros seres, y a veces por esta misma razn
la ejercers sobre ti mismo. Las creencias basadas en dogmas intolerantes
es la legitimacin de este rechazo. Estas creencias es el sustituto de la
ignorancia en que vives y que no aceptas.
La sensacin de insuficiencia precisa ser rellenada, ser sustituida. No
comprendes lo que pasa y lo que te pasa. Vives en el reino de la ignorancia.
No aceptas no saber y por ello te fabricas teoras y dogmas. Aprendes cosas
sobre el universo, las cosas y los seres, y esto es bueno, pero extenders lo
que aprendes a lo que no sabes, y dars por cierto y por absoluto lo que
es relativo e incierto. De tus dogmas y teoras absolutos surgen tus religiones y filosofas particulares; fabricar religiones es lo que han hecho tus
hermanos los hombres a travs de los siglos. Tus ideologas se convierten
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El camino del zen es vivir desde el ser completo que ya eres, aun cuando
todava no lo experimentes.
Zen en accin
El Zen es el camino de la vida ordinaria practicado desde la esencia del ser.
Nuestro programa como practicantes es desarrollar lo que llamo el zen en
accin, esto es vivir desde la esencia haciendo que la vida activa ordinaria
se convierta en el verdadero camino. Y cmo hacerlo? Has de hacerlo
viviendo cada cosa, cada acontecimiento en plena atencin.
Este es el caso del Buda, que avanz en la prctica del silencio hasta su
despertar a travs del camino medio, y desde ah continu sin interrupcin
una prctica incesante mientras en su interior viva el nirvana, manifestando en su actividad diaria el nico paraso que existe. Tambin es el caso de
mltiples maestros, que sacaron las consecuencias para la vida ordinaria
de un trabajo contemplativo profundo con un cambio radical en su nivel
de conciencia, hasta el punto de llegar a decir, como Mazu Daoyi la mente
ordinaria es el camino. El ctuple camino del Buda es el camino medio en
la vida ordinaria. La tradicin Mahayana se centra en una llamada para la
transformacin de la vida en beneficio de todos los seres. Necesito aclarar
que no participo de la crtica que hoy, a veces de forma superflua, se atribuye a los contemplativos, en el sentido de que su actitud es el alejamiento
de los problemas humanos. Si como practicante de zen tienes autentica
dedicacin, el centro de tu vida ser la transformacin del mundo, desde
tu propia prctica y experiencia. Comprenders cmo lo que haces influye
en la vida de todos los seres. Es necesario que consideres tu prctica del
zen como la prctica de tu vida. En tu vida activa la prctica del zen es un
entrenamiento para que tu atencin y tu incorporacin a la manifestacin
que eres se haga evidente. Pero en otro periodo, o en determinadas fases
de tu vida, el silencio ser tu actividad central; en l habrs de encontrar
tu contribucin de una forma mas oscura y misteriosa, arrojndote por
completo a esa nube de silencio que te envolver.
Decir que la mente ordinaria es el camino es decir que en el desarrollo de
las pequeas y grandes cosas de la vida es donde el zen ha de desarrollarse. Cuando te sientas en zazen has de introducirte con coraje en el olvido
de ti mismo y de todas las circunstancias que perseguas fuera, haciendo
que cada momento sea el centro de tu atencin. Este silencio, en el que no
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las cosas. Te sientes transente, viajero de paso, viviendo como tal, haciendo lo que hay que hacer y luego dejando el trabajo, para desaparecer
y cambiar a otra existencia, a otra manifestacin.
Esta actitud te lleva a una profunda y gozosa independencia y libertad.
Te permites avanzar en el desapego, al tiempo que mantienes el amor incondicional, como un flujo subterrneo que te alimenta. J. Goldstein te
recuerda cuales son los atributos de la accin de un ser transformado por el
zen: relacionarte con todo como si ya hubiera cambiado y desaparecido, actuar
sin apegarse a los frutos de tu accin, o como dira el Dalay Lama, comprometerte profundamente con tu prctica y tu accin mientras te desapegas de los resultados de la misma. Te comprometes, actas, y luego lo dejas y desapareces.
Mantn tu mente-corazn en paz en medio del conflicto, de los acontecimientos y del continuo cambio de la vida activa; mantente ecunime y
en silencio en tu interior. En esta forma de actuarla verdadera sabidura te
guiar en todas las acciones y te permitir volver a la casa existencial que
siempre estuvo all.
imponen, que no se justifican en si mismas, sino que produce una incorporacin mas intensa a la vida en continua incertidumbre concatenada.
Por eso la apertura a la pregunta, practicada como un koan o simplemente como la aceptacin del estar en apertura a la incertidumbre es
imprescindible en el camino del zen. Esta prctica te convertir en alguien
vivo, curioso y profundamente apasionado y comprometido con la existencia, con lo que sucede, pues en vez de la cerrazn del dogma vives la
apertura de lo no conocido, de lo no decidido, pero cuyo interrogante
aceptas plenamente. Un maestro del Samatha Vipassana lo definira con
las dos palabras de la prctica: Samatha significa quietud, paz, como parte
inicial de la prctica. Vipassana significa mirar dos veces, esto es, abrirse
a lo que ocurre, estar en plena atencin, pero tambin en apertura e interrogacin a lo que ocurre.
Entonces se impone preguntarse: Qu est pasando?, porqu est pasando?, cmo est pasando? Estamos acostumbrados en nuestro proceso
mental a estas preguntas, pero aqu, quizs por primera vez en nuestra
vida, examinamos la realidad desde la atencin plena ardiente y alerta,
que implica la desaparicin de las barreras entre el sujeto que examina y
lo examinado, de forma que el camino de la comprensin surge desde una
perspectiva diferente. En esta perspectiva la causa y el efecto se hacen uno.
En ocasiones se comprende mal en qu consiste este camino espiritual,
como si fuera una prctica en la que la mente se queda en suspenso y
todo se vuelve confuso y mezclado, entrando el practicante en una especie de xtasis en el que la ciencia infusa se produce. Esto es totalmente
equivocado. La prctica de la plena atencin, entrenada durante la meditacin sedente, y ejercida en todo momento con una actividad focalizada,
te volver un ser lucido, abierto plenamente a la realidad, sin prejuicios ni
dependencias egoicas, con capacidad de interrogarte de forma nueva, de
abrirte a la esencia de las cosas y de verlas y comprenderlas de forma completa, real, siendo tu en ellas y vivindolas desde dentro. Este ver desde
dentro desarrollar la llamada sabidura esencial, o Chi-e, que es intuicin
luminosa y comprensin desde dentro. Por tanto la prctica de La Pregunta
es la clave para la liberacin, pues lo contrario te volvera un ser atento
pero no lucido, con anteojeras y visin de tnel, por muy concentrada que
sta fuera. Una civilizacin despierta est formada de seres libres que han
superado sus identificaciones egostas, preguntndose sobre s mismos y
sobre lo que les rodea y adquiriendo una forma autntica de mirar no
juzgando. Supone por s mismo un avance transpersonal de la conciencia,
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que no tiene nada que ver con el magma de sntesis pre-mental en el que
a veces se coloca a los practicantes de las corrientes espirituales. No tiene
nada que ver con ser dominados por un dogma particular o por uno u
otro gur, si ste se ha olvidado de su funcin de servicio y de la apertura
amante a la que una mente iluminada debe dirigirles.
J. Goldstein, para resaltar el papel crucial del sabio discernimiento,
cita la conversacin entre el rey Melinda y el sabio Nagasena. El rey Melinda le pregunta: Cuantos de estos factores son necesarios para la iluminacin? La respuesta de Nagasena no se hace esperar. Solo uno es necesario.
El factor de la discriminacin (investigacin) de los objetos mentales - si solo
uno es necesario, por qu la instruccin es sobre siete?, pregunta Melinda. La
investigacin de los fenmenos es como una espada dentro de su vaina. Los otros
seis factores sacan la espada para que sta pueda cortar el nudo de la oscuridad concluye Nagasena.
Solo tu apertura a la realidad, tu inmersin en el mundo del espritu
abierto te puede permitir despertar. Tu estado anterior es muy parecido al
sueo, ya que andas obnubilado con tus pequeos fantasmas, tus emociones y apegos, y solo ves lo que quieres ver. Lanzas eptetos, calificaciones
y ttulos a lo que ves y a lo que vives, cegndote y cerrndote a la realidad.
La prctica de la liberacin es la liberacin de tus dogmas comunes, permitindote preguntas para las que no tienes respuestas, preguntas directas
de lo que vives. Esta prctica te permitir ver por fin las caractersticas
reales de la existencia.
Y lo primero que ves si miras realmente es que todo cambia, que todo
es un proceso continuo de transformacin, de nacer y morir, de aparecer y
desaparecer. Esta es la conclusin de las palabras del Buda, el que percibe
la impermanencia, percibe firmemente la realidad del no ser, del vaco, el que
percibe el no-ser, alcanza el despertar. Este proceso de cambio y transformacin permanente es examinado, analizado buscando la causa y el porqu, lo que lleva a conocer y comprender las relaciones de causa y efecto.
Insisto que esta comprensin es ya comprensin despierta, en tanto que
no es el resultado de elucubracin mental, sino de ver, de mirar en profundidad las cosas y los acontecimientos.
Pero tambin te haces consciente de que todo lo que ves est condicionado por las emociones negativas que te apegan a las cosas y a ti mismo:
puede ser la envidia, los celos, la avaricia, la angustia, el odio, y el miedo,
entre otras. Al hacerte consciente de las causas de tu apego, y de cmo
deformas la realidad en funcin del mismo, al mirar directamente, te en63
frentas a ellas, y comprendes las razones reales por las que haces las cosas
y tomas tus propias decisiones. Esta confrontacin se entremezcla en tu
vida, en tus acciones ordinarias. El mero hecho de mirar tus reales motivaciones con discernimiento sabio te permite iniciar su superacin. En unos
casos ser el inicio de un camino de renuncia y de independencia. En otros
aparecer claramente la necesidad de romper, de renunciar, de separar o
de unir, lo que supondr cambios y decisiones vitales muy importantes en
muchas ocasiones.
El proceso de practicar La Pregunta, el sabio discernimiento, ha de
recorrer varios niveles de la realidad. No solo se trata de intentar comprender la naturaleza de las cosas. Es tambin intentar comprenderte a ti
mismo. En este mbito te interrogars sobre la motivacin que est detrs
de tus opciones vitales, de tus decisiones y de tus actos. Vers la relacin
causa/efecto de forma directa sin engaarte y esto supondr un proceso
de depuracin y limpieza en tu forma de vivir. Mirando de frente a tus
motivaciones dars el paso, segn el Buda, para adquirir motivaciones ms
elevadas, ms libres.
La bsqueda de tus motivaciones te llevar a reconocer tus dependencias
emocionales y mentales. Podrs contemplar con claridad estas dependencias, que estn basadas en los obstculos para tu liberacin, determinadas
por la clera, el deseo obsesivo, la pereza, la angustia, el miedo o la duda.
Mirar las causas de frente es el primer paso para liberarte.
Desde el proceso de depuracin que supone el reconocimiento de tus
apegos y dependencias volvers la atencin al carcter impermanente, no
estable e interdependiente, de tu vida y de su interrelacin con todos los
fenmenos, contemplando en cada momento esta impermanencia en todas las manifestaciones, en lo que sucede en cada momento. Esto permitir una visin totalmente alternativa de qu o quin realmente eres,
rompiendo las barreras de tu ego y aproximndonos a un vivir liberado y
despierto.
Deberas insistir en esta forma de practicar en todo momento. Particularmente en momentos de conflicto, cuando te quedas atrapado por un
flujo pasional de tu comportamiento, has de poder ejercitar este factor e
interrogarte por las razones de tu estado. Muchas veces el mero hecho de
reconocer con claridad lo que pasa, supone ya la puerta para liberarte del
conflicto y del estado emocionalmente enajenado. Esto se produce cuando reconoces la insubstancialidad del conflicto, o te enfrentas a la falta de
autenticidad del personaje que adoptas cuando te sientes dolido o daado,
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4
El conflicto y la noche
sado, de ternura fsica y de dedicacin de tiempo cualitativo a mis necesidades de nia pequea y desprotegida. Me haban abandonado en las manos
de sucesivas baby-sitters, mientras siempre andaban ocupados persiguiendo
xitos y objetivos de negocios, y se justificaban frente a m a base de regalos
materiales y buenos colegios. Mi primera niez haba consistido en una soledad fra y rgida, donde solo los amigos imaginarios creados por mi mente
inquieta me acompaaban y jugaban conmigo.
Ahora recuerdo que ansiaba que me tuvieran en cuenta desde que era
nia muy pequea. Por eso cuando llegaban a casa no hacia mas que hablar y
ser chistosa delante de ellos, mientras al quedarme sola me refugiaba en mis
cuentos y en un silencio hosco y triste. Aprend poco a poco que solo podran
estar satisfechos si era una nia brillante y aparentemente feliz y triunfadora,
para ser mas adelante el profesional con mucha prisa por ganarse el mundo
que he venido a ser. Aprend a copiar lo nico que me ensearon: aparentar
la felicidad enfrente de otros mientras enterraba mi necesidad de cario dentro de mi. Escog un marido que se pareciera a mi padre, un esposo y padre
profundamente amante en apariencia, pero que siempre andaba ocupado,
con mil negocios y mil preocupaciones. Intente no comportarme con mis hijas
como haba visto comportarse a mis padres conmigo, pero a lo largo de mi
terapia dolorosamente tuve que aceptar que realmente no prestaba suficiente atencin a las nias, que hasta que tropec con el zen simulaba divertirme,
simulaba estar con ellas, simulaba ser feliz mientras maquinaba la ultima maniobra empresarial de mi oficina.
Lentamente, a veces entre lagrimas, a veces en noches en vela, fui aceptando la vida, perdonando a mis padres y perdonndome a mi misma. Promet recomenzar mi vida partiendo de mi misma tal y como era, pues no poda
fingir mas, no poda representar mas los papeles en los que ya no crea. Y
tambin tuve que aceptar que mi matrimonio no era perfecto, y que como
madre tenia mucho que aprender. Aprend en estos dolorosos meses a ser
persona, a partir de cero y reaprender a sentir, respirar y vivir desde la vida
que realmente senta y palpitaba dentro. sta ha sido mi noche oscura. ste
ha sido el regalo de partida que mi vida de zen me ha dado. Regalo doloroso, herida aparente, pero regalo al fin. Sin l seguira siendo la imagen falsa
de mi misma, y quizs nunca habra comprendido quin era, o quizs un da
me despertara ya vieja, con la vida consumida y la amargura en el corazn,
sabiendo que no haba sido, que no haba estado.
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La prctica del zen comienza con el autoconocimiento. La conciencia racional del yo independiente que creemos ser es en realidad con mucha
frecuencia una conciencia neurtica que desarrolla una imagen de si misma
en funcin de las pulsiones e ilusiones de ser que asumimos y nos creemos,
de forma que nos alejamos de la propia realidad y la propia experiencia,
interpretando personajes en funcin de estas pulsiones. Esta interpretacin de personajes suele ser un camino aprendido como resultado de una
vida buscando los mejores caminos para resolver las propias necesidades,
luchando por conseguir lo necesario para vivir y para prevalecer sobre los
otros. Descubrir este proceso tal y como se haya manifestado en la vida personal es un paso inicial, imprescindible si deseas avanzar espiritualmente.
Este proceso, comprender la vida propia, es evitado a menudo por
practicantes de caminos espirituales debido al dolor y la necesidad de
transformacin que conlleva. En esos casos estos practicantes arrastran
sus neurosis en los nuevos caminos y sus prcticas esotricas son superficiales, desarrollando relaciones patolgicas de dependencia con sus gurs
o maestros, o convirtiendo el mbito de la practica espiritual en el lugar
donde resolver esas pulsiones de posesin, rechazo o autoafirmacin. Los
que as se comportan se hacen mucho dao a s mismos y hacen mucho
dao a los buscadores sinceros, particularmente cuando ejercen algn
tipo de autoridad sobre ellos, especialmente si han sido incorrectamente autorizados a ensear. Estos falsos maestros, que ejercen relaciones de
imposicin y subordinacin de sus discpulos, que proyectan sus propios
deseos de poder en el mbito espiritual, o que ensean desde posiciones
dogmticas, realizan un dao profundo a los que empiezan y a la prctica
que dicen representar, y ms les valdra que se quedaran mudos y fueran
apartados de cualquier pretensin de ser modelos de nadie.
No te ser posible avanzar en la prctica del silencio si no te aplicas a
limpiar y revisar las heridas que se han producido en tu camino. Todos
las tenemos en mayor o menor medida. Los errores y heridas del pasado
volvern una y otra vez y provocarn desviaciones conforme avances en tu
camino, e incluso las neurosis, fobias o manas acompaantes se agravarn
si pretendes esconder o negar aquello que todava no ha sido enderezado.
La salida del circulo neurtico individual puede incluso requerir de un
tiempo de anlisis psicolgico personal, acompaado de un profesional
acreditado, e incluso puede ser necesario un apartamiento de la prctica
mientras este proceso se realiza. Al iniciarte en el camino del zen debers
aceptar el consejo de un maestro sabio que pueda orientarte en este sen71
72
Lo que sigue es una forma de tratar los factores que influyen en el ser humano
que superficialmente puede parecer maniquea. Note el lector que el que aqu
escribe defiende una visin monista de la realidad, por lo que los trminos sombra y luz no son mas que manifestaciones de la vida, con sus efectos, que al
tiempo pueden ser positivos y negativos. Por ello llegar a la conclusin de que
es posible trabajar por la propia liberacin a travs de la sombra.
La enfermedad como Camino - Thorwald Dethlefsen y Rdiger Dahlke.
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tintos, tus pulsiones y pasiones, que tiran de ti hacia la tierra, y que forma
parte de tu herencia de especie. Ejemplo de ello son aspectos bsicos de
tu libido, o los instintos de supervivencia o de agresin en defensa de lo
que consideras tuyo. Todo ello es patrimonio de tu origen colectivo, mas o
menos exacerbado segn el tipo de ser humano que eres.
En segundo lugar se incluyen en la sombra los aspectos pendientes
no aceptados de tus antecesores, de tu familia ancestral, que tu heredas;
todos estamos influenciados por los resultados de lo vivido, y somos ms
influenciados por los aspectos krmicos10 de los que vivieron en nuestra
lnea, cercanos a nuestra herencia gentica. Lo que tus padres, abuelos,
o tatarabuelos fueron, te influencia a travs de tu carga gentica y de su
influencia krmica.
Por fin, forma parte de tu sombra las consecuencia de tus propias decisiones. Esta sombra personal es el lastre que arrastras de manifestacin
en manifestacin a lo largo de tu vida, las lecciones no aprendidas, el mal
que has hecho como ser espiritual, las penas y dolores que te ataron, las
trampas vitales que construyes. Todo ello son las asignaturas pendientes con las que vienes a esta etapa de la vida, y que se encuentran en tu
silo particular como parte de los aspectos oscuros de tu subconsciente.
Depender de ti y de tus opciones actuales que las arrastres hacia el futuro, y dejes que determinen tu existencia.Tanto la carga colectiva como la
individual pueden cristalizarse en modelos vitales, en arquetipos. Si estos
pertenecen a la Sombra sern arquetipos rechazados, no queridos o temidos, que en todo caso influirn decisivamente en tu vida.
Por igual razn, y como contrapartida a la sombra, existen tambin
signos de luz, herencia luminosa que tenemos con nosotros, tanto como
humanidad, como parte de una familia, o como resultado de nuestra historia personal. Cualquier avance en el sentido de lo divino es tu herencia
de luz. Tu vida actual es la encrucijada de un sin fin de realidades, en el
que tu capacidad de opcin, de eleccin, son tus decisiones en el aqu
y ahora. En el fondo de ti mismo late todo lo que existe, que adquiere
forma a travs de estos destellos de luz y sombra. Eres el resultado de
10 No entiendo el Karma como una relacin mecnica causa efecto entre acciones y
productos de las acciones, sino como la impronta que generamos en el conjunto
de lo existente en funcin de nuestras decisiones lo que da a nuestras acciones y
decisiones, actividades y pasividades una responsabilidad social -. Esta impronta
acaba grabndose en nuestra herencia y la transmitimos a nuestros hijos, al tiempo que influimos con ello en la evolucin del mundo.
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El enfrentamiento con tu sombra personal te llevar a un anlisis biogrfico, en el intento de comprender tus mensajes vitales fundamentales,
aquellos que te fueron dados de forma explcita o implcita, y que han determinado tus decisiones para bien o para mal, en respuesta o en reaccin.
La herencia de sombra, que a travs de los genes o la cultura familiar o
social se han colocado como determinantes propios, se ha concretado en
los mensajes vitales (scripts) principales en tu vida. Quizs has podido
recibir, por la relacin familiar, por la herencia y por el propio comportamiento de tus padres, que eres bienvenido y querido en el mundo y
que ests seguro y cuidado. Si es as no crecers con timidez o con introversin, sers expansivo y generoso por naturaleza, y socialmente podrs
desarrollar tus capacidades en un ambiente seguro. Sin embargo si, por el
contrario, has sido vctima de abandono, no has sido tenido en cuenta, te
ha faltado la figura paterna, o has sentido que quien te importaba te hacia
evidente que valdra mas la pena que no hubieras nacido, crecers con
una continua amenaza para tu vida, tu carcter se volver desconfiado,
tendrs tendencias depresivas y posibles intentos de suicidio, y socialmente sers reprimido, o por el contrario ejercers la autoridad extrema como
forma de consolidar tu existencia.
La composicin de la Sombra en ti, si se manifiesta sin ser trabajada,
puede dar lugar a aspectos predominantes de tu carcter que se vuelven
permanentes y que se transmiten en la herencia, lo que en el plano energtico se llama soberana. Igualmente la Luz puede determinar estos mismos aspectos en sentido contrario. Esta encrucijada de influencias, filtrada
por tus decisiones y tus respuestas a ellas, determina porqu eres como
eres. Un trabajo de autoconocimiento significa descubrir tus tendencias
permanentes, tu soberana, y tambin las razones de tu desequilibrio actual, a menudo manifestado como enfermedad fsica o psquica. Establecers en consecuencia un trabajo de superacin, de sanacin y de desapego,
con el fin de poder tomar la direccin de tu vida. Estos efectos oscuros, si
marcan tu ser de forma predominante, determinarn lo que llamaremos
soberanas oscuras. Todas ellas han de entenderse como el resultado de
que has aceptado estar sometido a la Sombra11:
11 Sigo aqu una epistemologa al presentar la clasificacin de las soberanas energticas que es comn a la medicina tradicional China y a la teora de Chackras
en India. Esta clasificacin tiene su equivalente en otros paradigmas energticos,
como la teora de doshas del Ayurveda.
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El camino a seguir te lleva al desapego. Ya te lo repite el Buda: la renuncia a la forma falsa de ver las cosas es el desapego, soltar lo que te
ata, renunciar a controlar, aceptar de donde partes pero avanzar a tientas,
no sabiendo ni controlando mas. Te sentirs entonces invadido por un
sentimiento de Gran Compasin, de comunin con todos los seres. pero
esto surgir desde el silencio, la prctica del silencio exterior e interior, el
ahondamiento en uno mismo, en tu Nube del No-Saber, plenamente confiado que all encontrars a Aquel que desde el principio de los tiempos
te llama a una vida de luz, y que no es nadie diferente a ti mismo. Por eso
dice el maestro: un solo momento de abismamiento cura innumerables faltas
del pasado. Es el camino de la meditacin a oscuras, la prctica continua
del silencio, en cuyo espacio abrirs tu nivel de comprensin, de lucidez
y por tanto tu capacidad para liberarte y llenarte de luz. El desapego es al
final del proceso una perdida de la identidad, del personaje que has creado
y que luchabas por mantener, como cita Nagarjuna:
Apegarse es insistir
en ser alguien;
no apegarse es
ser libre para ser nadie.
Ser alguien es ser
auto-consciente, impulsivo,
racional, apegado al cuerpo,
es el que nace, dura, muere,
sufre tormento, pena, dolor,
depresin, ansiedad.
La angustia surge
cuando alguien es dado a luz
Nagarjuna (siglo II a.c.)
En vez de huir de tu punto de partida, en un falso vuelo a ser alguien, paradjicamente tienes que empezar construyendo una individualidad sana.
Es el proceso de eleccin de tu propia vida, y de responsabilidad de tus
acciones y elecciones. Cuando aceptas no seguir arquetipos o imitar lo que
se espera de ti, o adaptarte en funcin de las circunstancias, te encuentras
con una sensacin de vrtigo, de aparente vaco. Te preguntas: que va a
ser de mi ahora? A veces te imaginas que es el momento de desaparecer,
de perderte en el silencio, de convertirte en una no identidad. Sin embargo
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todava es temprano para eso, y adems puedes equivocar de nuevo el camino en este punto. De igual manera que el paso a la adultez implica una
segunda muerte del padre, esto es, la superacin de los arquetipos y de
los modelos sociales impuestos, el cambio que se te plantea en tu camino
espiritual es frecuentemente la superacin de lo que es social y personalmente correcto para adquirir una personalidad propia, una eleccin
propia, hasta que se comprende que la propia personalidad es una no
personalidad. Durante este periodo el signo de autenticidad se expresa a
travs del amor a uno mismo, como la manifestacin del cuidado amoroso
del ser que habita en ti, y de la ausencia de dogma, como la manifestacin de la aceptacin del no saber y la eleccin desde el aprendizaje. El
amor a uno mismo pudiera confundirse como un proceso de afirmacin
narcisista, y a veces realmente se confunde, pero si es autentico significar
la comprensin de que en la construccin de la propia personalidad se
manifiesta la construccin y el avance del ser global. Este amor a la realidad propia es el blsamo ante el vrtigo que produce la aparente ausencia
de ser y la compulsin por encontrar algo a lo que agarrarse. El amor a ti
mismo te guiar en la transicin dolorosa que supone la superacin de las
propias heridas. Si en este transito mantienes el victimismo, la autoflagelacin o el desgarramiento personal, se repetirn los ciclos neurticos, se
construir una personalidad neurtica transferida al mundo espiritual, por
mucho que tenga el ropaje supuesto de la nueva conciencia, y la vivirs
sin realmente estar avanzando hacia la comunin, el respeto y la verdadera
compasin. A veces observamos a gente que dice haber superado el ego,
pero nos sorprendemos al observar como actan en funcin de su llamada
nueva libertad, sin respeto a los otros y de forma egosta. Vemos un ego
muy grande que asoma revestido de su nuevo ropaje espiritual. Actan en
funcin de la veleidad del momento, abusando de otros de diferentes formas, y no respetndose tampoco a si mismos, tratndose negligentemente,
o de forma ultradogmtica. Esto nos da un tufo terrible, e indica que en
algn momento esa persona ha perdido el rumbo y se ha metido en un
nuevo agujero.
Esta fase del camino es la de las opciones actuales en libertad y responsabilidad. El nico arma que tienes para cambiar las cosas es lo que hagas
ahora. Estas aqu y ahora. Eres hijo de tu pasado y de tus acciones, de tus
padres y de tu linaje, pero has decidido tomar opciones en libertad, aun
cuando te cuesten, desde el profundo amor a la vida y la expresin de la
compasin y el respeto a todos los seres. Por tu prctica de atencin te das
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cuenta hasta que punto mucho de lo que decides, de lo que dices que te
gusta o que te disgusta, es fruto de dependencias, de miedos o de rutinas.
Y entonces, de una forma gozosa das el salto a la eleccin personal. No es
un salto radical, no es a la contra, sino que es un cambio que se produce
siguiendo lo que surge profundamente del corazn en medio del silencio.
Ocurre en este momento, aqu y ahora. Lo que ahora haces es tu nico
arma para cambiarte. Esto te llevar a un proceso de individuacin, un proceso de personalizacin. La identificacin que surge no estar basada, si
has logrado realizar esta tarea de la que te hablo, en pulsiones neurticas,
sino que ser resultado de tu continua accin en el presente. Esta personalizacin es una personalizacin en continuo cambio, en flujo permanente,
que no se queda fija, que no se agarra de nuevo, pero que si reconoce el
momento y elige en medio de l.
Tienes capacidad de optar. Puedes ser libre. Quizs llegues a temer que
todo est determinado, que te ves obligado a elegir lo que ya est fijado
y fatalmente decidido por las circunstancias, por tus dependencias y las
acciones del pasado, y quizs pienses que tus opciones se cierran cuando
tus determinantes no lo permiten. Incluso puede que adoptes esa postura
determinista de los nuevos creyentes del karma. Es como si la historia
estuviera ya escrita, y no te queda mas remedio que seguir el guin. Este
fatalismo esencial puede volverte dogmtico, llenarte de nuevo de verdades absolutas. A veces oigo hablar del karma y me parece que se utiliza
demasiadas veces como una nueva forma de este determinismo histrico.
Resuena como una concatenacin fija de accin y reaccin que cierra la
existencia. Sin embargo s firmemente que en el espacio de la historia universal las opciones estn abiertas, y en tu vida personal, que es otro acontecimiento de la historia global, tambin la capacidad de elegir se expresa
como un proceso creativo en el que tus opciones libres crean el propio
desarrollo evolutivo, en virtud del cual la realidad se desarrolla. Tienes en
tu mano la construccin de tu existencia. El instrumento de libertad que
posees es la accin presente, la eleccin presente. Puedes elegir la aceptacin completa o parcial de tus condicionamientos o intentar aprender
en oscuridad, elegir en medio del no-saber, elegir lo que dentro de tu ser
esencial se expresa. Esto es la opcin en libertad.
Esta fase del proceso significa la construccin de un alguien, como
una personalidad fluida que aprende a curarse y avanza en el ser, pero que
todava se identifica consigo misma. Todava necesita apoyos, necesita la
reflexin sobre la eleccin, necesita puntos fijos y seguridades. Este alguien
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nueva conciencia fuera un asunto tan serio que hay que andar cariacontecido y temiendo el drama en cada momento, se equivocan plenamente.
La comprensin del ser y de la luz te llevar a cantar y bailar, a saltar de
alegra como no puede ser de otra manera. Percibir el dolor que existe de
forma mas lucida te hace sufrir y llorar, pero percibir la realidad ultima
que eres y a la que perteneces, saber que no hay separacin, que hay amor
y comunin, te har saltar por fin confiado en la vida y en la realidad.
Cuando has iniciado un nuevo camino, y en oscuridad has decidido
esa transformacin, oscura, dentro de ti, pero profundamente radical, de
valores y percepciones, de comportamiento y comprensin, ya no te puedes volver atrs, ya no puedes retroceder por miedo. Tu lucidez recientemente estrenada te lo impide. Solo puedes seguir, aun cuando esto te
condene a la soledad aparente.
caciones han cesado y solo se mantiene el foco hacia la luz que se adivina.
Tratar esta fase del camino espiritual mas adelante.
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Profundizando la prctica
Hace mucho que no escribo en este mi diario espiritual. Digo que hace mucho y es la sensacin que tengo, pues aunque solo han pasado dos aos
desde que comenc a practicar, tal parece que mi vida ha evolucionado mas
en este tiempo que en el resto de mis 40 aos cumplidos recientemente. A lo
largo de mi proceso de sanacin que todava no ha terminado, he seguido a
trompicones mi prctica diaria. Tras largos y dolorosos meses de revisin de
mi vida, de aceptacin de mis heridas y de tomar decisiones sobre lo que soy
o lo que hago en cada momento, mas all de los dictados que me venan del
pasado, volv con gran deseo a practicar el silencio, una vez recibida la autorizacin del maestro (acepte con humildad, y esto fue en si mismo un duro
aprendizaje, que tuviera que aportarle un certificado de mi terapeuta para
tomar tal decisin). A veces abandonaba mi meditacin durante unos das,
pero en seguida senta la necesidad de volver a ella. He ido a zazenkais (das
de zen) donde la fuerza del grupo y la gua del maestro me han confirmado
sobre la autenticidad del camino que sigo. A pesar de ello, se mantiene en mi
la sensacin de extraeza, de sentirme diferente, como de no reconocerme.
Es como si hubiese vaciado de muebles la casa y de pronto me hubiera parado por primera vez a ver como es, sorprendida como si no la hubiera visto
nunca. Me he analizado y he comprendido mi vida y he aceptado mi vulnerabilidad, pero llegado a este punto no me hago mucho caso. Miro intensamente, oigo intensamente, me entretengo en cada momento de la vida, y tengo
momentos de profunda vinculacin con las cosas, con Paula y Andrea, mis
nias, cuando me embeleso en sus risas y en sus juegos. Ando mas despacio
pero tambin mas profundo, y ha desaparecido la angustia por coger mas,
por tener mas, por ser mas. He dicho que ha desaparecido, pero es mas co91
pareca ahora necesario medir tambin mis objetivos en este retiro. Parta de
un trabajo doloroso de individuacin y aceptacin de mis vulnerabilidades y
flaquezas, pero tambin senta que ahora era el momento de soltar amarras.
Descubrir que nadie iba a medir o pesar mis progresos, y que todo consista
en estar all quieta y en silencio, sola en mi soledad, me desestabilizaba. Empezaba a comprender, como queda dicho, que los parmetros de la prctica
en la que me adentraba eran diferentes, incluso contrarios, a los que estaba
acostumbrada a utilizar en mi vida anterior: comportarme como se esperaba,
comunicar mejor, convencer y dominar, controlar y manipular. Todo eso ya saba que aqu no me iba a servir. Deba venir a esto como si me adentrara en el
desierto, a solas conmigo misma (no entenda todava ese concepto misterioso de sesshin - a solas con la Noticia - ), como si fuera una ermitaa aunque
estuviera rodeada de muchos otros, segn me haban instruido. Todo ello me
llenaba de una zozobra extraa y tambin de difusas expectativas. Dejo aqu
registradas mis notas de entonces como si estuvieran sucediendo ahora
Llegada
Empieza el sesshin con una charla organizativa. Me sorprende el orden y la
meticulosidad de las instrucciones. Pienso al principio que es consecuencia
de la cultura japonesa heredada. Posiblemente hay algo de ello, pero todo
es justificado como la forma para permitir abandonar la carga que traemos,
nuestra necesidad de controlar el tiempo, de controlar las actividades, de
medir las situaciones y lo que viene. El maestro nos estimula con insistencia a
estar solamente a lo que toca en cada momento sin intentar controlarlo, seguir el ritmo de las llamadas, abandonar los mviles y los relojes, las preocupaciones y las cargas con las que venimos (no llamar a mis nias en estos
das? me pregunto un poco agobiada). Las instrucciones de entrada vagamente me hacen recordar una cita terrible del Evangelio que repeta la monja
en los ejercicios espirituales de nia, frase que entonces no comprenda y que
ahora resuena de nuevo en mi subconsciente: dejad que los muertos cuiden
a sus muertos, y vosotros id y cuidad del Reino de Dios. Me da un poco
de vergenza recordarlo, pues es como si considerara a mis preocupaciones
diarias, a mis lindas Paula y Andrea y a mi querido Daniel, algo muerto que
tengo que desgajar de mi. Supongo que no es as. Para compensarles de este
pensamiento egosta, me prometo llamarles a escondidas al menos una
vez. Me tranquilizo pensando que ellas estarn bien, aunque no comprenden
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muy bien porque mama tiene que irse estos das de vacaciones, sobre todo
despus de su enfermedad. Pero si hay algo intenso y profundo en este
alejarse y dejarlo todo que me mueve por dentro y me hace sentir la misma
sensacin que cuando de joven me iba de la casa familiar por primera vez en
el tren que me llevaba lejos.
Otro aspecto que tambin me impresiona de esas instrucciones iniciales
es que debo quedarme sola a partir de aqu, que no mirar a la cara a los
otros, ni tan siquiera a los arboles o a las plantas del jardn, con los que me
identifico tanto, que no mirar hacia delante, a lo que queda por hacer o a lo
ya ha sido hecho o pasado, ni siquiera a mi noche. La esencia del sesshin
era estar sola en este momento, lucida, atenta y viviendo, siendo. Me digo,
quizs demasiado rpidamente: Eso si lo s hacer, es sencillo. Quizs me
precipito una vez ms al no intuir la dificultad de lo sencillo, un poco con esa
prepotencia que acompaa a los principiantes en cuanto han realizado algo
de meditacin. El resto de la instruccin, seguir el ritmo de la campana, hacer
gasho al toque de los takus, moverse con la mirada recogida, siempre en
silencio visual, siempre en silencio fsico, siempre en silencio mental, es similar a lo que ya he aprendido, pero intuyo la plasticidad intensa del grupo, la
tensin y expectativa de todos nosotros, que nos enfrentamos a un ejercicio
importante los prximos das, al sesshin.
Miento si digo que no espero nada y que no me he puesto ninguna meta.
Me han repetido muchas veces que hemos de dejarlo todo, incluso estas expectativas y metas, pero all dentro en mi interior hay un objetivo profundo:
resolver mi vida, resolver el significado. Ver en los prximos das que esto
tiene un camino diferente al que espero ahora. Pero no puedo evitar entrar
en este retiro con metas y expectativas, y tambin con aprensiones. Son muchos aos de ir por un camino para no echarle de menos ahora que intento ir
campo a travs. He pasado un tiempo intenso, de revisin y sanacin y ahora,
imaginndome sanada y mas autntica, espero implcitamente el siguiente
paso, espero encontrar el gozo que me ha sido evitado, las intuiciones que
todava no alcanzo, o el despertar que me imagino como un momento de
gloria. Son nuevas trampas de esta principiante.
Da primero
Es de noche. Suena en medio del silencio un toque repetido de la campana
que no se apiada de mi somnolencia y me sorprende en medio de no se qu
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sueo intenso. El toque va y viene por el pasillo. Por un momento sin saber
donde estaba echo mano para intentar tocar a Daniel, y al no encontrarle a
mi lado me sorprendo del lugar extrao donde he despertado, hasta que me
digo Ah! s, el sesshin. Somnolienta y aturdida me levanto, dispuesta a
hacerlo todo bien. En seguida recuerdo que no se trata de ser la primera de
la clase, pero este despertar comunal me haba vuelto al ao en que estaba
interna en el colegio, cuando estuve corriendo todo el curso para mantenerme en el cuadro de honor. Ante el espejo me doy dos tortas en la cara y me
digo: recuerda Carmelita a qu has venido, no tienes que demostrar nada,
no tienes que estar a la altura, tienes solo que ser tu, que estar aqu. Salimos
al jardn, y bajo la mirada del portador de los takus recorremos una y otra
vez el circulo del kinhin rpido. Mirada recogida, gestos resueltos, movimiento de brazos y piernas, mientras el viento fresco de la noche penetra los sentidos, y los primeros olores de la primavera naciente se mezclan con el ruido
de los pasos, con el movimiento de las hojas de los arboles, y con algn trinar
aislado de los pjaros perezosos. No en balde no son todava las cinco de la
maana, y ya nos hemos duchado y vestido, hecho la cama, arreglado la habitacin y estamos dando vueltas y vueltas en silencio, mientras el sudor asoma
en los pliegues del cuello, y cada cual repite una y otra vez ser respiracin,
ser respiracin. Las piernas y todo el cuerpo se energetiza con el frescor de
la noche, y el ritmo se convierte en una salmodia repetida. A lo largo de este
kinhin en la oscuridad de la maana naciente, poco a poco siento una sensacin de bienestar, de estar viva en este ritmo que pone en marcha toda mi
energa y me hace sentir muy dentro la noche, la brisa y los pequeos ruidos
de la aurora que empieza. De pronto, un toque seco de los takus me saca de
mi ensimismamiento y todos nos quedamos quietos. Se rompe bruscamente
el rumor de nuestros pasos, y como una ola lejana nicamente sentimos la
respiracin compartida. Otro toque, hacemos gasho y caminamos lentamente y en silencio al zendo. Contraste y atencin. Comienza el da.
Primera sentada. Paso brusco del movimiento a la quietud. Los msculos
todava no responden bien a la postura. Me he propuesto lograr mantener el
medio loto en el suelo. Para ello me he entrenado en casa y en los zazenkais
a los que vine. Ahora ya me resulta una postura que aguanto bien. No se
si ser as mas adelante. Cuarenta practicantes, en silencio, mirando hacia
abajo a unos tres palmos de la pared. Lnea silenciosa y admirable. Siempre
me impresiona este zendo, con su tenue iluminacin y su pulcritud serena;
la luz de las velas se transmite difana, como limpiando las superficies de
vieja madera, mientras el suave olor a sndalo de los inciensos encendidos
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crea una atmsfera sagrada. En el centro una mesa pulida con un ikebana
que da presencia de la belleza a nuestro silencio, y un gong colgando del
techo, como una llamada omnipresente de atencin. El espacio muestra el
smbolo de la mente acallada y unificada en medio de la existencia concreta
de las cosas.
Pasa el maestro por detrs, lentamente, como vigilando el silencio. Su
presencia se me antoja solemne, pero mientras rectifica mi espalda, y echa
hacia tras mis hombros encogidos, noto la calidez de su mano firme, que
atiende amorosa nuestra prctica. Dejo de or los pasos del maestro y me doy
cuenta de que ando despistada. Vuelvo al MU. Hace ya meses que el maestro
me asign esta prctica, me dijo que primero lo practicara como un mantra,
para que luego se volviera koan. Respiro y repito resonando en el centro de
mi respiracin, MUUUU!, MUUUU!. De pronto como una ola que viene de
lejos, tras un toque de campana, surge la recitacin oral del MU iniciada por
el maestro y seguida por todos. Desde el abdomen, cuarenta gargantas resuenan roncas provocando un susurro que asciende y desciende. Este sonido
me introduce en el ritmo, me absorbe y me concentra. Entiendo su prctica
como el despertar de la mente todava adormilada mientras amanece. Solo lo
haremos en la primera sentada, se nos dice. Es como un ronquido suave, un
ronroneo similar a las olas del mar en la orilla llena de guijarros. Me introduzco
en l y sigo mi propio ritmo, como un murmurar desde el hara, como una nana
para la nia que est dentro, cuyo efecto no es dormirla, sino despertarla.
Nada que divagar, nada que dar vueltas. Las piernas somnolientas y quietas estn all presentes, con un dolorimiento sordo y lejano, pero presente.
Mientras, fijo mi vista en la blanca pared, sin nada que observar, sin problemas
que resolver, sin angustias en las que fijarme, repito sin cesar el mantra del
Mu que no entiendo y que no debo entender, hasta que de pronto suena de
nuevo la campana y todo queda en silencio, y yo sigo ese ritmo en mi interior,
como si resonara profundo, un sonido interior que me agarra y me concentra.
Digo adis a todas mis cosas, a mis preocupaciones, mis emociones y mi elucubrar, y sigo MUUUU!, MUUUU!,MUUUU!, MUUUU!, deseando ardientemente perderme ah, en el centro de mi Hara. Pero soy invadida por tantas
cosas! Es como una cascada de pensamientos, una letana de cosas que van y
que vienen, mientras el sonido interior sube y baja, se duerme y se despierta,
a veces como un rugido, a veces me sorprende ausente, colgada de no se
qu pensamiento, mientras el cuerpo se queda quieto, concentrado en mis
manos apoyadas en el vientre. Calma aparente y tormenta por dentro. No se
quin es esa que respira, no se quien es este MU que me concentra, pero me
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siento viva y quieta. De pronto suenan dos toques y estoy levantada con las
manos juntas. Gasho!
Es el final del da. Ultima sentada. Estoy aturdida y agotada. Todo un da
de silencio y de esfuerzo por acallar esa loca de la casa que continuamente
me lleva y me trae, parlotea y se queja, grita y me zarandea de un lado a otro.
Ocho horas de quietud y kinhin, cada sentada presente, cada una un esfuerzo
por estar aqu: kinhin-zazen-kinhin-zazen. Soledad extraa cuando salgo del
zendo entre intervalos, y en la comida. Paradjicamente siento tambin la
sensacin confortante de un organismo colectivo y silencioso, la comunidad
de meditantes, siguiendo el ritmo de los toques. Mis pobres piernas, si bien
se adormecen de vez en cuando, gritan su dolorosa presencia, y a veces siento que no voy a poder aguantar, y sudo esperando la campana salvadora.
Ha sido un da diferente a como pensaba. Crea que me introducira en otro
espacio, en otra dimensin de paz y silencio, y aqu me veo muy presente,
muy cansada y dolorida, muy agotada y harta de esta trepidante lavadora que es mi mente, y todo aquello a lo que he llamado yo se me queja
diciendo estoy aqu y no acepta que mi presencia sea diferente. Me invita
continuamente a escaparme y me lanza mil argumentos sobre lo absurdo del
ejercicio que practico, mientras me distrae con sus historias. Me pregunto si
a todos los dems practicantes les pasa lo mismo. Parecen muy en paz y en
silencio. Es como si yo no supiera hacerlo y todos los dems fueran alumnos
aventajados. Porque no se callar esta loca? Es posible que desde fuera se
me vea tambin a mi como una persona aplicada y profunda, pero por dentro
me siento miserable y tengo ganas de gritar. Quizs ste sea el problema de
todos, me consuelo. Es posible que si hubiera sabido que me esperaba esto,
me hubiese costado mas venir. Sin embargo, al tiempo me siento viva y real,
dentro de esta lucha soy yo quien est hacindola, por lo que alterno la determinacin que se me exige, solo esto, solo esto, a sentirme dbil y miserable.
No saba que tenia las emociones tan a flor de piel. Siempre me he credo
muy racional, pero ahora solo tengo ganas de llorar, y que me abracen y me
cuiden. A ratos vuelvo a mi noche y a mi angustia, que aparece como un relmpago y que me deja el cuerpo dolorido. Comprendo que este ejercicio no
pueda hacerlo si tengo la mente disturbada, pues aun ahora que me siento
centrada me cuesta controlarme.
Las palabras del maestro, tras los sonidos de la noche y la recitacin de los
cuatro votos del Bodhissatva, me han calmado un tanto. Son como blsamo
de comprensin. Es normal que estis agobiados el primer da -nos dice- es
normal que dentro de vosotros a veces se desate una tormenta. Habis veni97
do aqu primero para limpiar, luego para ser. Avancemos y atravesemos este
comienzo. Caminamos juntos en el silencio. No estis solos ni solas. En medio
de la noche seguid en la prctica, sentiros acogidos y guiados, tened confianza. Ser persistentes. As que aqu espero el sueo en medio de mi cuerpo
dolorido que cae desfallecido en el colchn, sin saber ahora quin realmente
soy, mientras respiro, callada.
Da segundo
Samu, que significa trabajo desde la mente corazn o en plena atencin. Un
tiempo diferente, tras las sentadas matutinas y el desayuno en silencio. Me
toca recoger hojas del jardn, pequeos papeles y hierbajos. Trabajo humilde,
trabajo que en otras ocasiones me servira para dar vuelo a mis pensamientos,
para resolver mil problemas, como hago cuando conduzco, o cuando voy de
prisa a la oficina. Sin embargo, aqu debo concentrarme. Quiero y decido estar en este papel que recojo, en esta hierba que arranco. Me viene a la mente
la cara divertida de las nias si me vieran. Su mama como jardinera aficionada,
yo que no me fijaba siquiera en las macetas de casa. Es una continuacin de
mi meditacin. Hago el samu mas deprisa para impedir escaparme en cada
momento. Me fuerzo a fijarme en los pequeos detalles del jardn, viendo
cosas que nunca habra visto. El foco ahora es el suelo verde de los arbustos y
del csped. La luz, los olores, los cambios de tonalidad, solo este papel, solo
esta hierba. Intento evitar la pregunta de la loca: bueno, ya est!, ahora
qu ms? Curiosamente me resulta algo nuevo y refrescante. Usualmente
en casa recoga la mesa pensando en el informe que dejaba en el ordenador,
vea la tele mientras coma, y conduca el coche mientras planificaba la reunin de la maana. Este continuo multitask se me ha resistido en mi periplo de nueva practicante. Aqu, en medio de las sentadas y el silencio de este
ejercicio intensivo sin tener otra cosa que hacer se me resiste menos, y curiosamente disfruto las pequeas cosas, los pequeos accidentes de esta tarea
sencilla. La rutina de agacharme y recoger una y otra vez, los automatismos a
los que conduzco mi actividad, hace que poco a poco mi mente organizativa
aparezca y tienda en seguida a pensar en el diseo de este samu, cmo yo lo
organizara, lo qu se debera hacer, lo qu debera durar, y cmo distribuir
la gente. Pero en seguida me doy cuenta de mi trampa mental y me paro, y
vuelvo de nuevo a este papel, a esta colilla, al brillo del sol en las hojas. Estoy
aqu, soy aqu. Despus, sentada tomando una infusin al final del ejercicio,
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siento una calma extraa, percibo un ligero temblor en mis piernas y brazos
como consecuencia del esfuerzo. Siento la vida en mi y en torno a mi.
Kinhin lento. Avanzamos en fila en la mitad de la maana, tras dos horas
de sentada, el desayuno, el Samu, y de nuevo las sentadas. Sigo mi respiracin, repitiendo mi mantra. Mi atencin se centra en este paso, en el flujo
armnico de mi movimiento, en las sensaciones en este moverme sin apenas moverme, solo un paso en cada respiracin. Es como una danza suave,
mientras mis manos se abren hacia abajo soltando y sintiendo el flujo de la
energa, ma y del grupo. Mirada recogida, frente alta, un paso cada respiracin. Este ritmo de sentada y kinhin se ha convertido en un ritmo aceptado, una disciplina propia como si me estuviera entrenando para una carrera,
pero sin irme de aqu. La disciplina consiste en estar aqu, en no dejar que
la mente me lleve lejos. La lavadora sigue pero algo mas calmada. El animo se aquieta; aunque aun me siento llorosa, la tormenta mental da paso
a una calma extraa. No s que pasa, ni s la respuesta a mis preguntas,
pero aqu estoy doblegndome dcil a esta resistencia de mi cuerpo y mi
mente, aceptando de corazn este paso y esta sensacin. Es curioso, cada
sentada es diferente. A veces hay un ajetreo continuo, un ir y venir sin que
pueda calmar el caballo que me lleva de pensamiento en pensamiento, de
emocin en emocin; y de pronto en la siguiente sentada viene una calma,
una sensacin de realidad difana, que dura solo un momento, pero que
me hace sentirme viva, real, aqu. Otras veces me siento como encerrada en
una jaula de la que intento huir. Carmela sigue ah, con sus deseos, con sus
ansias y sus justificaciones. La siento como una compaa a veces traviesa,
a veces triste y acongojada, otras tranquila y diciendo aqu estoy, pero esto
tambin es algo diferente, pues esa Carmela sola ser la duea de la casa, y
ahora esta ah, quejndose de las piernas y del corazn, intentando razonar
y siendo interrumpida continuamente, pero ya no s quin es la duea de la
casa, y quin lleva el control. Solo s que ahora tocan las maderas, junto mis
manos y hago gasho. Me siento y respiro.
Dokusan. Tras abandonarnos da y medio a nuestro silencio, comienza la
ronda de las entrevistas con el maestro. Siempre he temido a los exmenes
orales. No solo por la necesidad de dominar la esencia de la materia, sino
porque en ellos se ponen en confrontacin naturalezas humanas, psicologas
y emociones. Tiene que ver con mi complejo de inferioridad encubierta, mi
miedo a ser abandonada y mi aversin a la autoridad. Es tambin mi miedo a doblegarme ante el dogma, y los ingredientes subconscientes de la
cultura religiosa de mi niez, en que nos veamos obligadas a confesar al
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seguir controlando. no ves que ya no puedes?. Me impresiona esta respuesta, y no se que decir. Me pregunta: Que ves en medio de tu silencio?
Sigo sin responder, ahora si totalmente confundida. Sin mediar mas palabras
por mi parte, despus de un rato que se me antoja eterno, en que el maestro descansa su mirada en mis pupilas, me dice: Sigue adelante, respirando, salta de una vez, y una vez que saltes, no busques nada. Y se levanta,
hace gasho y sorpresivamente me da un abrazo paternal. Yo crea que los
maestros zen eran personas distantes, a veces puestos en un pedestal, pero
ste me desconcierta, me resulta prximo y carioso como una abuela, y al
tiempo me deja sin respuesta, y sin saber que preguntar. Hago gasho y me
voy prometindome rumiar lo que ha pasado. Algo esencial ha pasado que
no he captado, pero que est ah. Mi siguiente sentada no es mas que un repetir y repetir la escena de este dokusan desconcertante. El silencio se hace
poco a poco mas profundo. Ha pasado solo da y medio desde que vine y ya
parece un tiempo largo. A media tarde vuelve el dolor, acuciante a veces, de
las piernas, el agotamiento fsico, combinado con momentos de gran vigor,
de gran energa. Pero no es como ayer. No hay desesperacin. El ritmo de
la lavadora parece haber bajado. Hay momentos de silencio absoluto. En
mitad de la ultima sentada antes de comer, solo estaba MU y la conciencia
en el centro del abdomen. Un momento de suspensin, de sensacin de que
todo ha quedado parado, y solo hay respiracin. Se oye el ritmo del respirar.
La ola de silencio que todo lo envuelve, y una paz exquisita atraviesa ese
silencio. Me sorprende la campana en medio de ese estar all por completo,
que de pronto se escapa, dejando un rastro clido, luminoso, pero confuso
y lleno de preguntas. Ese momento vivido me llena de energa, me da fuerza y
animo, y me hace decir: Esto es!, estoy donde debo estar, haciendo lo que
debo hacer. Prometo no volver a quejarme, no volver a desconfiar de las
fuerzas, no aceptar la llamada de mis piernas. Sigo en silencio y de nuevo
en la tarde vuelve el despiste, incluso unos minutos de adormecimiento que
me sobresaltan. La mente va y viene y sigo la disciplina de volver, volver una
y otra vez. Se repite una emocin, una cierta melancola, una tristeza suave
como si hubiera una perdida que no termino de definir, alternada de momentos de gozo y serenidad. S maestro, seguir adelante, har preguntas
pero sin esperar respuesta, sin prisa por saber, dejando que las cosas ocurran, que el proceso se culmine. No s que significa saltar, saltar de una vez,
...pero aqu estoy.
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Da tercero
Teisho. El maestro ha encendido un incienso ofrecido por el ayudante. Ha realizado tres postraciones, tocando el suelo con la frente, levantando las palmas
de las manos hacia arriba. El nos dira despus que no se postra ante ningn
dios, ni ante ningn buda, gur o autoridad lejana. Se postra ante la realidad,
dentro y fuera, la que somos y seremos siempre.
He visto varios vdeos de los monasterios clsicos de zen japons. En ellos
me ha sorprendido desagradablemente el pedestal en el que los maestros
habitualmente se sientan, la actitud devocional de los monjes, y la autoridad
indiscutible de los teishos en los que los asistentes mantienen la posicin de
meditacin con la mirada baja, sin gestos, sin preguntas, sin comentarios. El
lenguaje a veces ininteligible de los maestros es recibido devotamente por
todos. En una ocasin o decir en una entrevista en YouTube que aun cuando
el teisho no se entienda, incluso aunque sea dicho en japons y no se hable
una palabra de japons, es importante y muy valorado asistir, ya que es la
transmisin del dharma y este se transmite mas all de las palabras. Esto
podr ser as pero yo me resisto a esta autoridad cuasi religiosa, en que el
portador de la luz la transmite solo con su presencia. Ha habido tanto culto
a la personalidad en mi cultura que esto me resulta sospechoso y difcil de
aceptar.
Por eso me choca profundamente el comportamiento humilde, de servicio
a todos, de este maestro. No se queda quieto en su sitio, una silla mas en el
circulo de sillas en el que estamos, sino que se levanta y camina entre nosotros, y comienza su teisho con un cmo estis? que no suena como un saludo
de empata sino como algo ms profundo. A continuacin se acerca a la chica
que est a mi lado, se pone en cuclillas y le pregunta: dime quin realmente
eres tu y se queda all parado, con la pregunta en el aire en silencio en la que
el interrogante ha resonado en cada uno de nosotros como una campana,
una pregunta que se lanza para cada uno de nosotros. La practicante, cuyo
nombre y rostro no reconozco, intenta balbucear algo, pero inmediatamente
el maestro le pone la mano en la boca y le dice, con un tono que resuena
tierno en mis odos, como un susurro: cierra los ojos y consulta tu corazn.
No intentes responder cualquier cosa. Deja que esta pregunta haga mella,
intenta que la respuesta venga de tu vientre, que venga de tu silencio, no de
tu mente convencional. Y se levanta y se dirige a todos, y repite lo mismo:
Cerrar los ojos, masticad la pregunta, respiradla, e intentar solo mostrar la
respuesta desde la experiencia, rechazad respuestas convencionales o men102
103
Da cuarto
El maestro lo llam Jriki. En otro momento tambin me pareci entender
que lo llamaban Samadhi. Aunque no s cual es la diferencia lo siento en
cualquier caso como una concentracin serena. Ha pasado la lavadora. La
mente est tranquila y el ritmo de pensamientos est enlentecido, lo que me
sorprende al principio. Las piernas parecen acostumbradas, pues aunque doloridas, es como un dolor sordo y lejano, un ligero cansancio, pero mi espritu
est en calma y en equilibrio y siento una energa serena que no s de donde
viene. Es como si todo se viera mas sencillo, como si me sintiera donde debo
estar. Mi punto de equilibrio est concentrado, y en muchos momentos solo
est este respirar y este Mu. Otras veces me marcho de nuevo y me despisto,
pero en vez de enfadarme conmigo misma, en vez de recriminarme y decirme que no lo voy a conseguir, simplemente estoy de nuevo en el ejercicio.
Insisto e insisto, y de nuevo viene la calma. Nada especial, ningn xtasis
extraordinario, sino una armona serena, un momento de paz y de realidad.
Siento tambin una independencia de las cosas y preocupaciones que habitualmente me aturdan y no me dejaban en paz. Es como si estuviera viajando
lejano, y todo lo familiar hubiera quedado atrs. Las emociones no me desequilibran. Ha pasado el deseo de llorar, y ha sido sustituido por esta calma,
esta sensacin emocional de bienestar, y el ansia de estar solo aqu, sentada
en silencio. No es que no sienta, o que nada me disturbe. Por el contrario,
vienen sensaciones muy fuertes. A veces me sorprende una profunda alegra,
y otras una profunda rabia que no se hacia qu o hacia quin se dirige, pero
todo ocurre en un trasfondo de armona, de equilibrio y de energa que se ha
mantenido durante todo el da. A veces hay simplemente el pequeo paso,
la pequea tarea en un vaco de escapes y cosas a pensar. No es que no vengan pensamientos, menos y sin insistencia, sino que simplemente me resulta
fcil esta concentracin, aqu y ahora, donde antes era una lucha que creo
recordar ahora frentica. Los pensamientos y emociones van y vienen, y yo
me quedo aqu, muy real y viva
En una de estas sentadas de pronto me surge una solucin evidente, lucida, a un problema que me absorba antes del sesshin, sobre cmo solucionar
el conflicto de equipo en la oficina. No se si esto es el surgimiento del Chi-e al
que el maestro se refiri en el teisho, pero ha sido como una idea que ha surgido de ninguna parte, como aislada, como sobrecogindome. Sencilla por su
limpieza y evidencia. En el kinhin siguiente me he salido y en mi cuarto en un
cuaderno la he apuntado, para que no se convierta en mi foco, como me han
104
enseado a hacer. Me ha sorprendido esto que ha ocurrido. Haba incluso olvidado el tema, y sin embargo, surge una idea que es la respuesta al famoso problema que me ha quitado noches de sueo. Dejo por escrito mis notas y vuelvo a mi kinhin y mi Mu. Intento no pararme intentando entender el significado
de aquello. Tiempo habr para meditarlo. No es ste el momento ni el lugar.
Observo a Carmela, o a quien he llamado tanto tiempo Carmela, andar
en medio del zendo. La observo levantarse adormilada del descanso de despus de la comida. La observo mover los cubiertos y masticar lentamente en
silencio. La miro cuando mira a la pared respirando. La observo y me causa
profunda ternura. Su esfuerzo, el camino que ha recorrido hasta llegar aqu lo
contemplo todo unido y mezclado en un instante, y la veo en cada momento
cuando respira y siente su cuerpo. Este observar a quien vive en mi lo percibo
como algo oscuro, poco definido, pero conforme avanzan las horas de silencio est mas presente, mas real, de forma que no se ya bien quien observa y
quien acta, pero tampoco me importa demasiado. El animo se ha acostumbrado a no preguntar a estas alturas, dedicado tan solo a realizar el ejercicio,
a equivocarse y volver a empezar. Las horas se suceden y un tiempo sereno
acompaa este respirar, este observar lo que toca, esta continua llamada de
atencin. Me siento empujando y acorralando mis espacios de distraccin,
son muchos pero en seguida me doy cuenta y vuelvo, vuelvo a este observar
lucido, de luz tenue y serena, donde repito y repito mi ejercicio. Por instantes,
aspectos desconocidos se hacen conscientes, como fuerzas de emocin, o
percepciones a flor de piel, como si fueran algo diferente. El blanco de la
pared a la que me enfrento, la sensacin de la estera en el kinhin. Es igual y es
diferente. Mas intensa. Esta sensacin acrecentada dura solo unos instantes
y luego vuelve a ser igual, vuelve a ser la batalla continua de la atencin. Es,
al parecer, segn me comentaron, el estado de munen-muso (sin origen ni
fin, sin ideas ni pensamientos). Pero esos momentos siquiera insignificantes
significan mucho, pues me hacen comprender lo autntico de estas horas. Me
llenan de vigor y de ansia por seguir.
Da quinto
Prctica del koan. Ayer el maestro me asigno el koan MU, no solo como una
repeticin mntrica sino como el instrumento para mi profundizacin. Esto
de los koans lo he sentido siempre como algo incomprensible, algo esotrico
que como prctica se me escapaba. En el centro de mi sesshin mi silencio se
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Da sexto
El maestro nos habla de iluminacin. Algo me confunde, pues he intentado
todo el tiempo no tener ninguna meta en el sesshin, ni tan siquiera alcanzar
ningn estado de comprensin, ni medir avances, ni controlar estados. Sin
embargo, implcitamente veo que existe en muchos practicantes el objetivo
de alcanzar la iluminacin como si fuera una meta, la gran meta del Zen. Agradezco las palabras del teisho cuando nos dice que la experiencia de satori, de
kensho, como tambin se llama, es una puerta de entrada a un camino, no un
fin en si mismo. Tambin aprecio el koan que el maestro comenta: Lava tu
cuenco, en que le da un significado de olvidar, de lavar tambin los avances,
olvidar y lavar la propia experiencia de iluminacin, pues se trata como se
suele decir aqu de volver al mercado. l cita una experiencia de satori de
un practicante de zen:
contrario es signo de no asimilacin de la experiencia. Satori es la experiencia de la propia existencia, sin medida, sin valoracin, sin control. Cuando se
experimenta se produce una profunda alegra, un estado de xtasis, que a
veces dura varios das. Pero este estado tiene algo de incongruente, pues es
alegrarse de algo que siempre ha estado all, pero que no veamos y ahora
vemos.
Yo no he tenido este tipo de experiencia, ni la esperaba. Si he vivido, como
queda dicho, momentos de gran paz y concentracin, momentos de gozo y
de sentirme muy real, muy viva. Desde esta experiencia, que el maestro dice
que no es iluminacin, pero si zanmai, siento una ms profunda comprensin
de la vida. S que en estos das ha pasado algo esencial dentro de mi que no
puedo explicar. En esos momentos vividos percibo mi unidad con todas las
cosas, y siento que existe algo comn, los limites se caen en la respiracin del
zazen. No se definirlo mejor, pues es una experiencia confusa, algo profundo
que parece estropearse al intentar expresarlo. S que ya no podr vivir de la
misma manera, y que el esquema de comprensin de mi misma y del mundo
que percibo ha cambiado en m, y tambin s que este camino de transformacin me llevar lejos y ha de ser realizado con consistencia. Me siento
agotada, pero paradjicamente llena de energa. Es ese tipo de energa que
me imagino siente el corredor de maratn al terminar la carrera. A veces he
sentido el vrtigo de la perdida, como si fuera a caerme por un acantilado,
como si todo se trastocar y no fuera a volver en m tras un sueo largo. Pero
s vuelvo, siempre vuelvo. Siento que no alcanzar mi ser definitivo mientras
no me transforme tras mi muerte, pero s s ahora que existe otra forma de
percibir, de vivir cada instante, de sentir y de comprender. Y esto me llena
de alegra, y tambin de una sensacin de liviandad, de serenidad extraa.
Intento no dejarme llevar por ese estado. He sido entrenada estos das en no
abandonar la practica del Mu en ningn momento, est cansada o aliviada,
aburrida o feliz. Y esto intento hacer, una y otra vez. Intuyo qu es esta experiencia cumbre de iluminacin de la que me hablan, pero tambin intuyo que
lo importante en este camino es la transformacin progresiva, el cambio de
perspectiva que har de mi una mejor persona, mas amante, mas sabia, mas
humilde y con una comprensin profunda no explicable en palabras. Por otra
parte me doy cuenta de lo rpido que pasa ahora el tiempo. Percibo una tendencia al final del sesshin a escaparme de nuevo, a anticipar lo que ocupar
mi mente cuando me marche a casa, cuando este tiempo de silencio termine.
Por ello, apercibida, me disciplino a vivir cada momento a seguir aqu y estar
aqu. El Mu? para mi es un instrumento poderoso que permite que me ate a
109
Da sptimo
Termina el Sesshin. el maestro ha escogido como ltimo teisho la ultima escena del recorrido del boyero: volver al mercado:
La prctica diaria
Debemos volver continuamente al silencio, practicar la quietud, abrirse a
lo no conocido, al vaco y a la incertidumbre, una y otra vez, hasta que el
silencio forme cuerpo con nosotros, con nuestros momentos, hasta que la
atencin viva y plena sea nuestra forma de vivir. As es como el practicante
zen se entrena y cambia su conciencia. Practicar todos los das un rato es
mas importante que pegarse un atracn de sentadas de vez en cuando. Te
prevengo tambin, querido meditante, contra los llamados tericos de la
meditacin, que leen y leen mucho sobre el zen y la espiritualidad, hasta
el punto que se consideran expertos sobre su contenido y significado, pero
que nunca han practicado. Y se atreven a dar opiniones y consejos, cuando
son como si para dar de comer a un burro le ensearan fotos de la alfalfa.
Lo nico que conseguira es que rebuznara mas fuerte si cabe. As que con
toda humildad y sencillez introdcete en el silencio, y practica realmente
en vez de leer sobre la prctica, porque por muy torpe que te comportes
y por muchos fallos que tengas en tu zazen, siempre ser mas provechoso
que multitud de lecturas. Realmente es la nica forma de empezar.
Se cuenta que los maestros antiguos solo explicaban al principiante
como tena que sentarse y respirar, dejndole solo para que lo dems lo
experimentara por si mismo, entendiendo que solo a base de equivocarse
y encontrarse en dificultades en el zazen es como se aprende. Parece ser,
siguiendo la opinin de Harada Roshi14, que la mente occidental necesita
mas indicaciones y explicaciones:
Cuando te sientes a meditar en casa, sita antes tu rincn de meditacin. Los dems miembros de la casa deben saber que este es tu espacio de silencio, y que cuando te sientas no debes ser molestado, y tu
tampoco debes molestar a los dems exigindoles que acten en funcin
de tu meditacin. Para ello intenta hacer zazen cuando la casa est en
silencio. No hace falta que adornes tu rincn si no te sientes impulsado,
aunque un arreglo floral o una fotografa de alguien querido o alguien que
14 Los Tres Pilares del Zen Philip Kapleau p.31 Ed. Gaia.
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te inspire indicar que ese lugar es muy especial para ti, y que cuando en
l te sitas entras en un espacio diferente. Las personas nos guiamos por
smbolos y algn smbolo personal, siempre que responda a tu corazn,
est bien. En general es bueno que coloques una vela, signo de la luz y del
despertar, y enciendas una barra de incienso, signo de la impermanencia
y la transitoriedad de todo lo que existe. Lo dems debe quedar a tu criterio, dependiendo de tus creencias y tus devociones, si bien te aconsejo
encarecidamente que abandones al practicar el zazen toda creencia y toda
devocin, e intentes vaciarte tambin de excesivos signos y ornamentos,
pues estos pueden dificultar tu prctica. El lugar es bueno que quede limpio y ordenado de forma permanente. Tu zafu y tu zafuton deben quedar
enfrente o al lado, mirando a la pared a una distancia en torno a un metro.
Mirar a la pared, particularmente si tu espacio es pequeo, es la mejor
forma de aislarse. Este es el zen que ense el Bodhidharma, sentarse
mirando a la pared.
Busca el tiempo en que todo quede en calma si te es posible. Por la maana temprano es el mejor momento, pero tambin es posible y muy especial en la mitad de la noche, o a la cada de la tarde. En una o varias ocasiones, desclzate enfrente de tu cojn. Realiza tu incorporacin al zazen
con la expresin de un smbolo sentido desde el centro del ser: entras en
lugar sagrado, tu interior, en la forma que lo expresa el maestro Yheoshua:
Entra en tu bodega (en tu aposento) y una vez all cierra la puerta en oscuridad. Haz gasho saludando al cojn, saludando a todos los que meditan
contigo y con ellos a todos los seres vivientes. Al incorporarte al silencio,
si tu actitud religiosa te estimula a ello, encomindate al centro divino que
habita en ti, y disponte a entregarte a la prctica con todo tu corazn, con
toda tu energa. Practica tu zazen al menos durante diez minutos si tienes
poca prctica, y poco a poco extindelo hasta la media hora. No mires el
reloj para medir el tiempo. Utiliza una pequea alarma si lo requieres. Se
sencillo y humilde en la prctica y fuera de la prctica, sin aparentar nada
ni aceptar amaneramientos. Incorprate a ella como un momento nuevo.
Todo momento es nuevo. Una maestra me dijo una vez, cuando me quejaba de que mi prctica no avanzaba: Cmo meditaras si sta fuera tu ultima
sentada antes de morir? Medita pues as siempre que te sientes.
Si deseas estar mas de 30 minutos, salvo que ests suficientemente
adiestrado en la prctica del zazen, levntate y haz unos minutos de kinhin antes de seguir con otra sentada. Es mejor realizar el zazen menos
minutos de todo corazn que estar demasiado tiempo despistado. Si no
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Zazenkai
Una vez al mes la sangha de meditantes se rene para una prctica intensiva de zazen y de silencio. En muchos casos es la ocasin para entrar en
contacto con el maestro y para escuchar la enseanza. La intensidad de
la prctica y el compromiso con los zazenkais marcan en gran medida la
maduracin de la comunidad de meditantes.
En ellos se suceden las sentadas durante el da, se practica el kinhin
lento y rpido, se prctica el silencio durante la comida y en los intervalos
entre las sentadas, y en ocasiones se prctica el samu, trabajo focalizado.
Son hitos, mojones en el adiestramiento del meditante, en general de periodicidad mensual. Muchos participantes expresan la importancia de los
zazenkais como un gran estimulo en el camino. Notars que al emprender
tu prctica del zen la tendencia habitual es que, tras los primeros entusiasmos iniciales, el ardor por la prctica disminuye, aparece una cierta rutina
y dificultad, y debido a la aridez y disciplina que implica, son muchos los
que poco a poco la abandonan. Por ello, acudir a los zazenkais es un acicate para reactivar el compromiso y para vibrar en el silencio con aquellos
que caminan contigo.
Hay algo en la prctica intensiva comunitaria, en los flujos de energa
que se producen, en la prctica de la presencia, que hacen del zazenkai,
cuando la dedicacin es autentica y de corazn, un momento muy especial. Quizs tanto en la prctica del budismo devocional como en las
reuniones litrgicas de los cristianos, los devotos van buscando una comunicacin con lo divino, a travs de ritos y expresiones comunitarias.
Estos encuentros de zazen, por el contrario, no tienen un objetivo devocional, son realmente una prctica de adiestramiento en comunidad desde
una perspectiva no religiosa. Por ello han de ser comprendidos como un
encuentro laico, de acuerdo con el corazn de la prctica del zen. La introduccin de recitaciones, o el ejercicio del gasho o el uso de otros smbolos
en comunidad son expresiones de lo que no puede ser expresado. Conviene simplificar al mximo el uso de las mismas.
El ejercicio de la prctica de la atencin en comunidad es tambin una
parte importante del zazenkai. Se trata de mantener la atencin viva no
solo en el zazen, sino en todas las dems actividades, particularmente al
andar o al comer. Podra decir que zazenkai es la prctica continua en el
presente, como Dgen Zenji lo expresa:
La prctica continua que actualiza la prctica no es otra cosa
que nuestra prctica continua ahora. El inmediato ahora de
la prctica continua no es algo que hayas trado contigo de antes
de ahora. El ahora de la prctica continua no surge de, o va a, o
entra en, o sale de, un yo. El tiempo que llamamos ahora no
exista antes de la prctica continua.
El momento en que la prctica continua se manifiesta es lo que
puede llamarse ahora.
Si en el zazenkai cuentas con un maestro acude mensualmente a los dokusan, pues son la oportunidad necesaria para la gua personal. Igualmente
aprecia el teisho, que es transmisin del dharma. Contempla tu zazenkai
como tu da mensual de inmersin en el silencio dentro de ti, cerrando
la puerta, como el alejarte para mirar y escuchar dentro, y para recibir el
alimento esencial que necesitas para vivir.
Teisho
En muchos zazenkais y en los sesshins tendrs oportunidad de acudir a
los teishos del maestro. Teisho no es una charla explicativa sobre uno u
otro tema, como estamos acostumbrados en la cultura occidental al acudir
a una conferencia o a una sesin en los crculos culturales. Es en esencia
una demostracin de la prctica del zen, una transmisin del dharma. Es
la presentacin de la comprensin interior del zen, la transmisin de la
visin del maestro.
Por ello la actitud que debers tener en los teishos ha de ser diferente
a la que adoptas en una conferencia, donde buscas la comprensin racional y la discriminacin intelectual en contraste con los conocimientos ya
anteriormente adquiridos, donde practicas la crtica y la deduccin lgica.
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estudiantes. Su presentacin puede quizs no comprenderse o ser aparentemente torpe, pero siempre debe estar dirigida al centro de la mente
corazn y hablar desde la experiencia. Te prevengo frente a falsos maestros
que hablan desde el ego y que pueden confundir y no sirven para el avance, sino que buscan crear dependencia de ellos mismos. Aprtate de ellos
lo mas que puedas. En palabras de Linji son como si se llenaran la boca de
boiga obligando a otros a masticarla despus16 . Un maestro autentico debe
conducirte a la liberacin y debe devolverte a tu maestro interior. Si genera
dependencias, si te aturde con su autoridad, y si su lenguaje es artificial
y no te transmite su experiencia ni te conduce a tu centro, aljate de tal
enseanza.
Dokusan
El dokusan es un encuentro intimo y privado del maestro y discpulo. La
entrevista con el maestro zen es un momento especial en esta transmisin
de la que te hablo. En los monasterios de zen clsicamente el flujo est
envuelto en rituales. Los que van a dokusan, son avisados en el medio del
zazen por el instructor o maestro auxiliar, y se colocan en fila mientras
siguen practicando zazen. Se aconseja no preparar la entrevista, como si
se tratara de una entrevista social o intelectual, sino simplemente seguir
practicando el silencio. El maestro llama con una campanilla y se responde
con dos toques de campana. El discpulo se levanta y acude presto a la
habitacin de dokusan. Ni demasiado rpido ni demasiado lento. En ese
caminar del discpulo y en todas sus actitudes el maestro sabio puede ya
discernir el estado de la prctica. Antiguamente los maestros despedan a
veces a los discpulos sin dejarles pronunciar palabra. Al entrar el practicante realiza tres postraciones y se sienta enfrente del maestro en el cojn.
Dice su nombre y expresa la prctica que realiza. Plantea las preguntas
que aparecen en el momento y escucha en profundo silencio las respuestas
del maestro. Cuando ste considera que el dokusan ha terminado, a veces
segundos despus de comenzar, toca de nuevo la campana, como seal de
que la entrevista finaliza. El practicante tras inclinarse en gasho, se levanta
y abre la puerta, esperando que entre el siguiente que espera, y luego cierra la puerta tras de si.
16 Las enseanzas Zen del Maestro Lin-chi. Pg .88 Liebre de Marzo.
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Samu
En el zazenkai y en el sesshin se podr practicar el samu, que es trabajo
focalizado. De paso te dir que todos estos nombres japoneses se siguen
utilizando como respeto a la transmisin del zen desde Japn, si bien no es
esencial llamarles as. Estas practicas en el linaje del Chan tienen nombre
diferente, pero de momento nos han de valer as para entendernos.
El samu es la practica del trabajo fsico realizado en plena atencin, sin
animo de beneficio personal y en beneficio de todos. Es la prctica excelente que continua al zazen y que nos introduce en la vida cotidiana. Se trata
de realizar tareas sencillas, como limpiar, cocinar, arreglar el jardn o reparar algo, de forma que en ello pongamos toda nuestra atencin y as se convierta en un trabajo en meditacin y en una prctica del zen por s mismo.
En el periodo monstico del Chan y del Zen, esta prctica adquiri
gran importancia para ordenar la actividad y las necesidades del monasterio, pero tambin para practicar la atencin en la vida cotidiana. Hoy
en da la prctica del samu es una prctica en medio de las actividades
comunitarias, pero tambin en la vida personal, como el adiestramiento en
una tarea concreta que nos exige mantener la atencin en todo momento.
Implica aceptar la realidad tal y como es, tal y como se presenta. Se trata
de realizar una tarea sencilla de todo corazn, sin juzgar o discriminar,
sin utilizar ese tiempo para escaparse a realizar otros trabajos mentales. Se
trata de estar ah, en contacto directo con la realidad y sumergirse en la
tarea, haciendo solo lo que toca en ese momento. En la profundizacin de
la atencin en medio de la actividad tambin se encuentra el corazn del
zen, que es la realizacin del ser en el aqu y ahora.
Por ello, cuando practiques samu debes adoptar la misma actitud que
cuando entras en el zazen. Aparta tu atencin de cualquier pensamiento y
cntrate en lo que ves, escuchas, hueles, tocas y sientes; cntrate en lo que
tus manos hacen y vive la realidad de ese momento como la nica realidad. Si tu mente se escapa, en el momento en que te des cuenta vuelve a
la tarea, a la actividad que ests haciendo, ya sea cortar lechuga, recoger
hierbajos, arreglar el zendo o limpiar cristales. Entiende que esta practica
te aproxima a vivir tu vida ordinaria de forma diferente, te acerca al despertar, cuyo centro es vivir la realidad directamente, sin discriminacin.
En el samu es necesario liberarse de cualquier apego o deseo. No existen trabajos de preferencia, y no existe el deseo de lograr la perfeccin en
su resultado. No hay mejor ni peor. Entrenarse de esta manera es entrenar120
Sesshin
Sesshin significa en japons tocar el espritu, tocar la mente-corazn o
tocar la esencia. Es el periodo de practica intensiva de zen durante varios
das en los cuales se busca experimentar la esencia de la vida propia a
travs del silencio. Supone la practica de varias horas al da de zazen (de
nueve a quince periodos de 30 minutos), continuados por la practica del
kinhin, y la practica del samu. Tambin se realizan una o dos sesiones de
teisho al da. Durante todo el da se prctica el silencio, estimulando al
practicante a que mantenga la conexin con la prctica de forma continua,
haga lo que haga.
Normalmente necesitars dos o tres das de prctica para que la mente se aquiete y te adecues a la practica intensiva del silencio. Cuando ha
pasado ese periodo es cuando habitualmente la prctica del silencio y la
concentracin (samadhi/zanmai) se hace mas profunda. Por eso la prctica
del sesshin no debera durar menos de cinco das, para que el esfuerzo
ejercido durante las sesiones de zazen den fruto al abismamiento necesario, en que se prctica la concentracin silenciosa, que es el camino para la
transformacin de la persona en el zen (en nuestra linea tenemos dos tipos
de sesshin: uno corto de unos cuatro das y otro largo que llega a los diez
das, existiendo tambin la opcin de tiempos ms largos).
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La prctica del sesshin es distintiva de la profundizacin y el compromiso con el zen. Solo cuando tengas el coraje de ahondar en el silencio y
de mirar dentro, quedndote all, es cuando realmente tu espritu de contemplativo se enraza y consolida. Ningn sesshin es igual, pues diferentes
son los practicantes y su evolucin en cada momento. Por ello el sesshin
puedes comprenderlo como un viaje interior al que conviene que te entregues con coraje. No es un tiempo normal, no es una practica habitual, sino
una ocasin especial de prctica intensiva de zen que te aconsejo realices
dos o tres veces al ao (si puedes, al menos una vez al ao es necesario si
quieres avanzar), sin expectativas ni metas especficas.
Cuando se comienza el sesshin suelo recomendar a los practicantes que
entren en l con el espritu del ermitao, aunque la presencia del grupo
influya poderosamente en la prctica personal. Se trata de que te quedes
a solas, te sumerjas en tu silencio interior, y abandones todas las cosas.
Practica las 24 horas al da y entrgate con intensidad al silencio. Permanece continuamente en la actividad de la prctica, dejando estar todas las
dems cosas. No controles el tiempo, no controles la actividad ni el horario. ste es el motivo de los diferentes toques y sonidos de la campana, del
gong y de los takus, que marcan el da. Toque de zazen, toque de kinhin,
toque de samu. Solo qudate aqu. Las horas y los das se suceden aparentemente iguales pero en tu practica hay un solo momento, este momento.
Durante el primero y el segundo da, suele haber un gran movimiento
mental, y el cansancio fsico es intenso al final del da. Tal parece que este
flujo o tormenta mental y fsica no va a variar, y es posible que te entre mucho desasosiego y cansancio. Por ello debes estar animado a no detenerte,
a no desanimarte y a atravesar el momento.
Cuando profundices en la prctica pueden aparecer distracciones y fenmenos sensoriales que en el zen se llaman Machyo. Machyo significa
el mundo de los demonios. Son sensaciones audibles o visuales que se
producen en un proceso de meditacin continuada. Tambin se atribuye
a estados extticos, o descarga de fuerzas interiores, que en ocasiones se
confunden con estados del despertar. Los llamados estados de xtasis o
de exacerbacin sensorial, las visiones, agradables y desagradables, estn
siempre presentes, pero se hacen notar cuando tu conciencia ordinaria se
calma. Lo importante aqu es que no te confundas. Hay que pasar, hay que
atravesar estos estados, de igual forma que hay que atravesar cualquier
estado de conciencia. Tu meta es la transformacin personal, de forma que
alcances la experiencia de Unidad. Las cosas se han de hacer a travs de ti,
122
paradjica que lleva en su seno los signos de la sabidura esencial. Si intentas comprender o tan siquiera analizarlo con tu mente, querido practicante, te caers en un hoyo oscuro del que te costar salir. Tu boca debe
permanecer callada y tu mente volver a su ser original. Solo mirar atentamente, solo captar desde dentro, y entonces, cuando tu razn se rompa,
y tus argumentos terminen, quizs solo entonces ests en situacin de
presentar algo valido. Vislumbrars la realidad y tu cuerpo y tu espritu se
adecuarn, se modularn con esa realidad que percibes. Si esto has hecho
sers capaz de decir algo, de expresar una respuesta, y no necesariamente
con tu boca. Esta respuesta vendr desde el centro de ti, de tu estomago
o, por as decir, desde donde tus rganos palpitan y tu vida se manifiesta.
No vendr nunca de tu intento de razonar y especular. Por ello la prctica
de koans en el zazen es la respiracin del koan como una pregunta, que se
repite y se repite en cada respiracin siendo el nico foco que te mantiene
en atencin.
El aprendiz debe aceptar como perspectiva que la evolucin de la conciencia se dirige a la manifestacin plena del Ser en la vida ordinaria, cuya
expresin es paradjica y diferente a como nuestro yo mental la ha construido. Es, por tanto un punto de partida no dual. La realidad se desarrolla, se manifiesta, evoluciona. Esta manifestacin se expresa de forma koanica, esto es, desde la experiencia diferente, alternativa y contradictoria de
la realidad.
La forma como se utilizan los koans en el Zen es de gran importancia.
Las colecciones de koans no son carreras de obstculos tras las cuales se
obtiene un premio, sino provocaciones para el discurso mental que llevan
al practicante a un callejn sin salida. Por ello no son acertijos mentales.
Si se pretende desentraar el koan con un esfuerzo de pensar diferente,
como un crucigrama a resolver, no se llegar mas que a nuevas visiones
cerradas que no favorecern el salto necesario.
La clave del koan es servir de presentacin pblica de la experiencia,
de forma que entrar en el koan es experimentar la realidad. Trabajar con
el koan es consumir el caso en su esencia, respirarlo y no permitir que
se aleje de nuestro foco ni enfrentarse al qu, al por qu, al para qu o de
dnde, que son todas ellas preguntas que estimulan el flujo lgico de la
mente. Si la realidad es una expresin no deductiva, no racionalmente
ordenada, y si la realidad se manifiesta realmente como un proceso de
agregados que fluyen entre si en interrelacin, la penetracin del koan es
la penetracin de la realidad tal y como sta se ofrece, el hecho mismo, su
128
130
Shikantaza
Shikantaza significa simplemente estar sentado. Lo que la prctica con
koans es a la focalizacin, el shikantaza lo es al vaciamiento. En el Shikantaza no te agarras a nada, ni a la respiracin, ni a contar, ni a un koan. Pero
no significa estar sentado sin hacer nada. Por el contrario, es un ejercicio
intenso de presencia, de vivir en plena y completa atencin el momento
presente, dejando ir todas las cosas. Los pensamientos que vienen, las
sensaciones, emociones y memoria instantneamente son percibidos en
atencin viva y se les deja ir sin que el practicante pierda por un momento
la conexin con la presencia viva del instante y lo que ocurre, o se siente,
o se piensa. Es la expresin central de la vida en la que la plena atencin
permite la conexin completa con el medio y se puede producir la cada
de las barreras que separan al ser, al sujeto y al objeto. El maestro Shengyen indica:
Mientras practicas shikantaza, mantn tu atencin viva sobre
todo lo que va y viene en tu mente. Cualquier cosa que sientas,
estate atento a ella, pero no abandones nunca la conciencia de
la totalidad de tu cuerpo sentado all. Shikantaza no es sentarse
sin nada que hacer; es una prctica muy exigente, que requiere
estar alerta y diligente en todo momento. Si tu prctica va bien,
experimentars el desapego de tus pensamientos y sensaciones.
Necesitas quedarte ah y empezar a tomar el conjunto del medio
que te rodea como tu propio cuerpo. Cualquier cosa que atraviesa
la puerta de tus sentidos viene a ser una totalidad, extendindose
desde tu cuerpo a la totalidad del medio. Esto es la iluminacin
silenciosa.
Es posible que esta explicacin te resulte difcil. Incluyo la instruccin
sobre el Shikantaza en esta introduccin al zen para que lo conozcas, pero
no pensando que te pongas a practicarlo de inmediato. Esto depender
de tu maestro. Intenta pues captarlo desde dentro y conserva esta prctica
en tu corazn como una alternativa que quizs algn da ser el centro de
tu prctica particular. El corazn del shikantaza es la atencin viva que
permite la inmersin en el ser, la extensin de la identidad al contexto,
al medio que te rodea, de forma que la presencia no sea solo el momento
presente del practicante meditando, sino que la presencia sea todo lo que
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Te sientas en silencio. Cada instante es un reto de atencin. Tu consciencia se centra y enraza en tu cuerpo. Plenamente atento a lo que pasa: al
ruido lejano, a la conciencia de la molestia o tensin en las piernas, a la
concentracin de tu cuerpo en el Hara. Te surge un pensamiento. Lo vives, pero disciplinadamente lo dejas ir, sigues atento a esta presencia viva,
sentada. Olores o emociones, un recuerdo, otro ruido. Cada instante es
plena atencin. En este foco sin foco tu consciencia de yo se diluye y solo
existe el esfuerzo vivo de concentracin. Quizs todo se vuelve extrao,
pues solo hay presencia y no aparece control, o gestin del momento, o
manipulacin o discriminacin. Solo estar aqu, sentado y firme: una roca
estable y enraizada, fuente de vida, que se extiende en las cosas y en los
registros de cada momento. Es la montaa firme y aquietada, inmutable y
siempre presente, presencia viva mientras los pjaros, nubes, viento, sol y
lluvia son ahora presente y luego pasan.
Has de comprender el Shikantaza como el estado de atencin en que
el practicante expresa realmente la vida en quietud. Es un ejercicio de
concentracin, y por tanto de samadhi, de forma que la atencin no
puede desviarse en anlisis o en percepcin del yo. Este estado puede
aparecer y ejercitarse tambin en la vida ordinaria, cuando lo que sucede (un hecho repentino, un grito, etc.) captura la mente hasta el punto
que el sujeto desaparece y solo existe el instante vivido. Este instante de
silencio, sin foco al que agarrarse, puede interpretarse como un proceso
de profundo aislamiento, de soledad, pero ah no puede existir soledad,
pues no aparece un sujeto que pueda decir que est solo, como cita el
verso:
En silencio.
En soledad.
Simplemente nos sentamos...
Shikantaza.
Y all, en la soledad,
en la incomunicable soledad,
descubrimos que no estamos solos,
pues somos todos y todo,
una y la misma cosa.
Que tuvimos que perdernos,
que tuvieron que perdernos,
para al fin poder encontrarnos...,
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con todo.
Sentarse en silencio...,
y ser rbol, hombre, ro, montaa.
Shikantaza.
La prctica del Shikantaza es la que ms se acerca al ejercicio monista del
zen, pues al desaparecer el foco, lo otro o el otro como fuente de quietud,
de pregunta o de conexin desaparece, solo queda la expresin del ser,
que ha de convertirse en la expresin total. Significa pasar de agarrarte a
soltarte, de las conexiones a ser conexin misma.
Pero no debes lanzarte a practicar el shikantaza sin autorizacin de tu
maestro, ya que sin el entrenamiento adecuado se convertir en la mayora de los casos en la ocasin para perderte en mil distracciones, y en vez
de permitirte un avance en tu desarrollo espiritual, puede ser fuente de
estancamiento. Acepta pues durante largo tiempo practicar la focalizacin
hasta que tu maestro considere que ests maduro para la prctica del vaciamiento, o que sta es buena para ti. No considero que una prctica es
superior a la otra o que una exija un nivel de energa o de concentracin
mayor. Son solo prcticas diferentes. No te conviene tampoco alternar una
y otra prctica pues entonces no profundizars en ninguna. No olvides
nunca el dicho del maestro W. Jger: ...los caminos a la cima de la montaa
son mltiples y diversos, unos con mas vericuetos que otros, pero todos conducen
a la misma cima, y en ella se encuentran. 21
21 La Ola es el Mar.
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6
Forma y vaco
Se han producido tantos cambios en mi vida! El cambio principal, aun cuando parezca el menos aparente, es mi continua transformacin interior. Ya no
me percibo como algo estable y fijo, tampoco como una identidad segura.
Esto que en otro momento podra ponerme en crisis ahora lo vivo como una
liberacin. Mi ejercicio diario es fluir con los acontecimientos y las cosas, descubrir a los seres en el presente, y aprender a no separarme de lo que ocurre.
Me levanto por la maana sintindome y sintiendo. Miro cada cosa y ejerzo
la atencin, en mi ducha, en mi vestir, en el acto de despertar a las nias, en
atender sus movimientos y sus caricias. Preparo el desayuno y siento vivo el
olor de las tostadas y el caf. Siento tambin el humo de los coches al salir a
la calle, el bullicio del centro y la masa multicolor de personas andando en la
calle en medio de las cuales me sumerjo. Percibo muy vivas los millones de
vidas que en las ciudades del mundo, en Delhi y en Nueva York, en Rio y en
Madrid cada da andan ligeras al trabajo. Despus, cuando tras dejar el coche
voy andando por la calle, me siento en comunin. No me percibo diferente
y aislada, sino que soy parte de un organismo colectivo, de una realidad mas
amplia y palpitante, andando por la calle. ltimamente mi percepcin se ha
agudizado y siento las cosas mas vivas. Me detengo a contemplar colores y
sensaciones. Escucho lo que me dice el compaero y vivo ms desde dentro,
mientras el silencio suena en mi interior. Lo que consideraba mo, o lo que
consideraba yo, pierde cada vez ms esos lmites precisos. No significa que
haya dado el salto que me peda el maestro, pero s significa que vivo en el
borde de mi identidad, en el borde de sentir realmente lo otro como mo.
Este cambio me ha creado complicaciones. No es que rinda menos, pues
mi atencin y mi prctica de hacer una sola cosa en cada momento me hace
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ser til y sentir que al final del da la actividad ha sido incesante, realizada con
mayor atencin, y por tanto con mas profundidad. Pero no tengo prisa en las
cosas que hago, que vienen una detrs de otra y vivo mas en paz en medio
del barullo, aunque esto no parece ser muy popular. Se supone que los dems esperan de mi que est con ansiedad crnica todo el da, comindome
lo que pasa a bocados, atragantndome con las cosas y respondiendo con
agresividad. Yo tambin me siento rara al no comportarme como sola; me
siento haciendo cosas que no afectan el fondo de mi existencia. He perdido
el inters por el ultimo minuto de los ndices burstiles y me he vuelto mas
exigente con los asuntos que rozan la tica. Cuando tomo decisiones, las caras concretas de las personas que son afectadas se me presentan y siento su
pena o alegra. No me veo aislada y sola en medio del mundo, sino invadida
por todas partes por las circunstancias de cada cual. Me impresiona la frase:
entreabr dudando la puerta de mi casa y un profundo viento me arranc la
puerta, y ya no se cul es mi casa y donde est mi habitacin.
Esta actitud vital me ha puesto en contradiccin creciente con el tipo de
trabajo que hago. Se supone que debo representar los intereses de una compaa que obtiene sus beneficios vendiendo algo que se llama productos
financieros a otras compaas y tambin a gente particular que habitualmente no sabe realmente lo que son, y si es posible debo hacerlo mordiendo en
la yugular a compaas competidoras. Siento que mi oficio es vender aire, y
estar en guerra, batallando por lo nuestro, y ya no se vender aire ni estoy en
guerra con nadie. No s engaar ni puedo engaar, no s ni puedo disimular
y tampoco puedo volver a manipular a las personas. Por ello he entrado en
crisis con lo que hago, y he bajado enteros en esta carrera deslumbrante que
se me prometa. Ahora he comprendido mejor la relacin entre mi vida interior, mi trabajo y las consecuencias corporativas del mismo, y stas en relacin
con la organizacin social a la que pertenezco. Aunque se habla mucho sobre
responsabilidad social corporativa (RSC), es solo ungento para ignorantes y
para callar la boca de los inspectores. No acepto mas la esquizofrenia de separar mi vida individual de la vida de todos mis hermanos, de todos los seres
de los que formo parte. Esta situacin se ha convertido en una experiencia
dolorosa e insoportable. No es una posicin terica. Es una experiencia plstica, muy real, que siento en mi piel y en mis entraas, en la que cada acto mo
reverbera y se cruza con los actos de los otros, y crea un flujo continuo, que
tiene resultados, que tiene consecuencias.
As pues, ped el cambio de trabajo. Acepte bajar de posicin y de sueldo,
con tal de que me permitieran dedicarme a la fundacin a la que mi compaa
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ricin, y entender mejor lo de venir a ser nadie, que escuche en los teishos.
He sido siempre alguien muy personalizado, y he pretendido tambin en este
nuevo camino encontrar una identidad, de un ser silencioso y bondadoso,
pero con nuevos valores y nuevas identidades, y de pronto siento que desapareciendo, que no tengo nombre ni es mo mi cuerpo o mis emociones o mis
pensamientos, y veo como mi identidad se diluye. Guardo mas silencio y cada
vez siento que s menos, que tengo menos ideas fijas y menos hiptesis fundadas. Odio ahora hacer discursitos para mi o para otros, o pretender tener
soluciones para mi vida o la de otros. Me muevo en mayor inseguridad y siento
la incertidumbre en todas las cosas. Al tiempo percibo en mi un saber mas
profundo, me paro a contemplar la vida, y cuando alguien me habla entiendo
mejor lo que dice, o lo que hay debajo de lo que no dice. Incluso en ocasiones,
sin que me digan nada, s lo que est pasando. Sin embargo, la que era la primera de la clase y la primera en hablar, ha pasado a sentarse al final del aula y
se ha quedado callada. Paso desapercibida y vivo mi compromiso en silencio.
S que ahora lo que hago, tanto en el trabajo como en casa, es mas valioso,
mas real, pero curiosamente est menos presente quin lo hace.
Me gustara decir que he perdido el miedo a la muerte, pero no es as.
Todava me causa un gran respeto el drama de vivir o morir, todava noto que
me agarro a mis roles (madre y mujer principalmente). Siento las perdidas y
no puedo decir que no llor amargamente la muerte de mi amiga, o no me
apena haber perdido el sentimiento vivo de amor por mi marido que antes
me haca vibrar, y ahora es como una herida lacerante que se mantiene constante y presente, momento a momento. Pero ya se enfrentarme a ello, y anso
el momento en el que entender la muerte como un transito. No me cuento
historias, no me digo: has de ser as o as, sino que palpito lo que toca, y
se que el momento llegar. No hay medallas que ponerse, ni avances que
escribir en ningn libro de honor. Mas bien hay cosas que quitar. He quitado
aquello que realmente no era y he seguido quitando. Intuyo que quizs cuando termine no quede nada. Pero un da y otro tambin, cuando me siento en
silencio sigo firme en mi ansia por ser autentica y real, en mi ansia por vaciar
aquello de lo que llen mi existencia a lo largo de los aos, sin que realmente
fuera propio. Ahora comprendo esto de avanzar un paso cada da y lo de que
cada da es un da bueno, pues es el nico da. Lucho humildemente en esta
limpieza, con menos temor, con menos nostalgia de lo que dejo atrs. Aun
cuando nadie lo note, no importa.
141
De forma insuperable, el Sutra del Corazn define la dinmica de la realidad con el famoso aforismo: forma no es sino vaco, vaco no es sino forma.
Esta expresin rene la sabidura esencial del iluminado, que experimenta
la transicin continua, la tensin evolutiva de todo lo que existe. No te
confundas con la expresin. Forma es todo lo que aparece como fenmeno, como suceso, como manifestacin. Forma es nuestro cuerpo, los
fenmenos naturales, pero tambin las sensaciones y los pensamientos.
La realidad se nos aparece en formas cambiantes, en una continua transformacin que nunca cesa. Solo nuestro atrapamiento temporal impide
ver esta dinmica y nos hace imaginarnos que los fenmenos, las formas,
tienen estabilidad y se mantienen quietas y seguras. Esta perspectiva es
falaz, no real, y es consecuencia de nuestra necesidad de que esto sea as
para comprendernos tambin como unidades separadas e independientes.
Vaco es otra expresin de la realidad. Vaco no es ausencia de existencia,
no es la negacin de la realidad. Es simplemente la manifestacin no
formal, la expresin de la realidad que no se manifiesta como fenmeno,
pero que tiene en su seno toda la potencialidad formal. No existen dos
realidades, la forma y el vaco (equivalente en nuestra cultura a Dios
y las criaturas), sino una nica realidad, que se expresa como forma y
como vaco (es lo divino bipolar en nuestra cultura, de lo que todos
y todo forma parte, o lo que en este libro se llama la realidad, con su
doble expresin potencial y fenomnica). Se que la comprensin de esto
te resultara difcil, dado que todava mantienes la mente dual propia de
Occidente. Pero mira el seno de un agujero negro, continuamente tragndose mundos, y espacio y tiempo, de forma que las leyes naturales
en su seno no se cumplen. O mira el punto origen del Big Bang, del cual
toda forma de nuestro universo surgi. Esto que parece algo que ocurri
una sola vez, continuamente ocurre, de tal manera que en el fondo de lo
que vemos, en todos los fenmenos anida el vaco, se expresa el vaco,
como potencialidad y tambin como plenitud.
Para comprender el Vaco hemos de comprender la Impermanencia, la
condicionalidad de todo lo que existe, el origen dependiente de las cosas.
Cuando el Buda fue cuestionado por un grupo numeroso de monjes, que
estaban reunidos en asamblea discutiendo sobre el Dharma, en los aposentos de Rammaka el Brahman, sobre la esencia de su despertar, contest:
...Este Dharma al que he llegado es profundo, difcil de ver, difcil de comprender, pacifico, sublime, ms all de la visin de
142
opiniones y juicios, sutil, para ser percibido por los sabios. Pero
esta generacin goza en el apego, se excita por el apego, disfruta con el apego. As que una generacin atrapada por el apego,
excitada por el apego, disfrutando en el apego, tiene dificultades
para ver esta verdad, esto es, la condicionalidad de todo lo que
existe, el origen dependiente de las cosas. Y es difcil de ver esta
verdad, esto es, la contingencia de todas las formaciones, la superacin de todos los apegos, el final de la posesin, la ecuanimidad, la cesacin, el nirvana. Y si fuera a ensear el Dharma,
otros no me entenderan, y esto sera agotador para m, y lleno
de complicaciones...22
As, Condania, el mas viejo de los cinco ascetas que una vez acompaaron a Siddhartha, al or la revelacin de la experiencia del Buda, tuvo
que exclamar, como su definitiva comprensin: Todo lo que aparece, desaparece. Esto en snscrito es anytia ( en Pali es anicca) - impermamencia.
Anytia. La impermanencia
Se producir un cambio fundamental en tu vida de practicante cuando por
vez quizs primera, tal vez en pequeas intuiciones, o quizs como una
experiencia deslumbradora, experimentes la impermanencia. Cuando esto
te ocurra, ya que no se trata de una comprensin intelectual, sino de una
experiencia vital, todo tu mundo temblar, nada quedar fijo, y a partir de
ah tu vida cambiar cualitativamente de forma radical. Intentar explicrtelo como yo lo veo con palabras sencillas.
Estamos acostumbrados a ver las cosas como objetos y nos vernos a
nosotros como sujetos. Somos los que cogemos las cosas, somos los que
observamos o actuamos. Nos vemos con una identidad definida. Por supuesto aceptamos que tambin nosotros cambiamos. Somos jvenes o
viejos, aumentamos de altura cuando nios, tenemos enfermedades o nos
sentimos bien despus de una buena comida o una sesin de ejercicio.
Pero en medio de esos cambios no ponemos en duda nuestra identidad.
Nos definimos como un ser independiente, de existencia propia, interac22 Sutra Ariyapariyesana.
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tuando con el medio pero que vive por si mismo, que ha nacido, que
ha crecido, que envejecer y que morir. A esta conciencia de identidad la
llamamos yo y en nuestra mente mas arcaica llevamos grabada la certidumbre de que este yo existe, y toda nuestra actuacin ha de ser dirigida
a la preservacin y supervivencia de lo que este yo quiere y necesita, y la
lucha contra lo que le amenaza.
As fue como nuestra especie prevaleci. Necesit esta conciencia de
yo para defender su existencia, en competicin con las dems especies,
por el alimento, por el cobijo, por la reproduccin. Esta identidad que se
considera separada, en amenaza y en competicin, y que se siente insegura
de su existencia, es la fuente de nuestro miedo a ser destruidos o desaparecer, nuestra neurosis por poseer, por mantener lo que queremos, y por
rechazar lo que no queremos. Nuestra necesidad de asegurar la identidad
nos lleva a explicar el mundo y las cosas, creando nuestras filosofas, nuestras ideologas y nuestras religiones. Esto se traduce en la vida personal en
dogmas particulares, que son nuestras creencias, las convicciones que no
nos gusta que se pongan en duda.
Ante el hecho evidente de nuestra muerte, y la incertidumbre sobre lo
que pasa con nosotros despus, completamos nuestra descripcin de lo que
existe con la idea de nuestra inmortalidad como seres individuales, lo
que se convierte en elemento central de nuestra ideas religiosas, de forma que creemos en la supervivencia del alma individual, o la migracin del
espritu individual en diferentes vidas. Nuestra vida se sostiene desde aqu
en un conjunto de supuestas verdades absolutas.
Todo este montn de certidumbres tan trabajosamente construidos se
cae como castillo de naipes cuando experimentamos la impermanencia
de todo lo que existe por primera vez, cuando ponemos en tela de juicio nuestra propia identidad. Me imagino el shock mental que sacudi a
Siddharta Gautama al contemplar por primera vez el deterioro fsico, la
enfermedad y la muerte, que implicaba a sus ojos la real desaparicin de
la existencia. l haba vivido largos aos en palacio, rodeado de placer y
de seguridad, de certidumbre y de solucin cierta y completa de sus necesidades, de forma que no se pona en cuestin su permanencia como ser, y
ni tan siquiera se contemplaba su envejecimiento o decadencia. De pronto
contempl directamente la evidencia de que su mundo era falso. No corresponda a lo que vea, que era la expresin del sufrimiento humano.
Este fue su koan vital, expresado en el porqu del sufrimiento.
As, cuando mas tarde expres su despertar, dijo lo siguiente:
144
146
El monje y maestro zen vietnamita Thich Nhat Hanh explica con claridad y profunda compasin las implicaciones entre la visin de impermanencia y la actitud humana:
Si practicamos la meditacin y la concentracin en la respiracin
podramos contrarrestar todo tipo de aflicciones como el enfado, la
clera, el odio, la frustracin y el miedo, y enfrentar las diversas
situaciones de la vida, por muy difciles y extremas que sean. La
energa de la comprensin, compasin y amor, se desarrolla con la
prctica de la compresin, la compasin y el amor, y, presupone
la asuncin filosfica de que en el mundo nada es independiente,
incondicionado, permanente, ni en s mismo, y que la vacuidad es
la naturaleza ltima de todo cuanto existe.
Cuando la prctica del zen te conduce a la visin de la impermanencia se
produce una sabidura liberadora que te permitir acercarte a las cosas,
a los sucesos y a los seres sin prejuicios, con profunda curiosidad, compasin y amor, pero como principiante en cada momento. Te convertir,
quizs por primera vez, en constructor/creador del presente. Te liberar de
tu esclavitud mental que consideraba la realidad cerrada y completa. En
cambio, los horizontes del presente aparecen ahora inacabados, totalmente potenciales y totalmente contingentes, con lo que tu accin, tu decisin
vital es libre... porque todo es posible.
que aquello tras lo que has ido toda tu vida, que la meta de felicidad ansiada por el linaje humano a travs de los tiempos, que el dios separado y
huidizo tras el que hemos corrido suplicantes, est ya aqu desde el principio, y que no es nada diferente o separado a tu propia realidad, a toda la
realidad. Pero lo que est es el Ser en si, completo, amoroso, eterno y en
continua transformacin. Ante esta visin, Willigis Jger pudo exclamar:
el entramado del Universo es amor. La comprensin del vaco es por tanto
la comprensin de la impermanencia, de anytia. No es una nueva realidad,
en la que yace la realidad que conocemos, y que una vez revelada transformar la realidad existente. Es la realidad actual, tal y como se expresa,
que es no-dos, y por tanto es la misma expresin de lo que somos, de lo
que es, tanto como fenmeno/forma, o como potencialidad/vaco. Esto es
lo que descubrirs y se te har evidente en tu camino de silencio, una vez
que te hayas desprendido de todos los dogmas, de todas las certidumbres.
Desde ah debers construir una vida de liberacin, de compasin y amor,
que ser tu opcin tica natural pues no vers nada separado. Y tu vida
tampoco ser una redencin de obras buenas por tus pecados, un esfuerzo
neurtico de hacer mritos para merecerte el cielo, pues el cielo est contigo, como lo ha estado siempre.
Con el deseo de vaciarte de prejuicios, con la intencin de romper
con imgenes y estereotipos, de romper con conceptos y con apegos, te
adentrars en el silencio, en la practica vaca de tu respiracin, soltando en
cada respiracin todo lo que te ata, soltando tus pensamientos, soltando
tu cuerpo, soltando tus sensaciones, soltando tu memoria, soltando tus
deseos y tus imgenes, soltando tus creencias, y viviendo este preciso instante, este momento presente, este ahora y aqu.
Qu encontrars en esta meditacin desnuda, en este respirar sin objeto? Esperas quizs encontrar la gran revelacin, la luz cegadora que te
de la respuesta? Esperas encontrar la certidumbre, la llegada al hogar?
Qu esperas? La primera respuesta es que has de dejar de esperar, y simplemente sentarte en silencio. Toda espera, todo querer alcanzar metas,
todo mantener expectativas, se rie aqu con tu silencio que ha de ser
silencio total.
Como te avisa Nagarjuna, debes liberarte tambin de los creyentes
del vaco. En cuanto descuidas tu atencin, volvers una y otra vez a la
bsqueda de la solucin mgica, a la bsqueda del dios lejano, al que
le pones continuamente nombres. Y uno ltimo es el de Vaco, como
la naturaleza esencial, la base inmutable del Ser, que impregna todo lo
150
El Buda seala la paradoja del ser sin identidad propia. Soy cuerpo y no
soy cuerpo, soy sensaciones, emociones, voliciones, comportamiento y
conciencia, y no soy eso. Estos son los instrumentos de la manifestacin
que aparece. Lo que soy es, pero no lo puedo explicar. Por tanto no intentes la explicacin y acepta la existencia como un proceso, como una accin
a realizar, como el propio Buda ensea en Dharmapadana:
Igual que el granjero irriga y cuida su campo, igual que el arquero construye y cuida su flecha, igual que el carpintero moldea el
bloque de madera con cario para crear una obra de arte, el sabio
cultiva su yo haciendo de l un til instrumento27
El Buda asimila el proceso de construccin y moldeado de la existencia
del yo al moldeado de un instrumento. El conjunto de nuestros agregados28 se convierten en un instrumento til, en un conjunto de recursos para el desarrollo de la existencia. Es interesante que contemples la
comparacin, con la irrigacin de un campo, con la construccin de una
flecha, y con el moldeado de una obra de arte. Estos ejemplos estn escogidos con cuidado.
El flujo del agua, excavando la tierra y dando vida se comporta de
igual forma que con nuestro comportamiento excavamos nuestra adecuacin a la realidad, la sabidura de nuestro conocimiento. Al crear la flecha,
creamos un instrumento til y hermoso, partiendo de elementos diversos.
Igualmente recogemos de aqu y all experiencias, y continuamente refinamos la perfeccin de nuestras respuestas, de nuestra armona en el presente. Al moldear la madera, realizamos el trabajo continuado, quitando lo
que sobra para que surja la belleza escondida en la materia. Igualmente a
travs de nuestro proceso de vaciamiento, de eliminacin de lo superfluo,
y de bsqueda de lo esencial, construimos la obra de arte que es la vida.
As es el proceso de desarrollo y cuidado del yo. No como un sujeto
protagonista e identificador de la existencia, sino como un instrumento
til y maravilloso, que permite la unificacin de la accin. Es un instrumento en continua elaboracin, en continuo cuidado, pero que no eres
t, no te identifica, sino que es el objeto, el instrumento para organizar la
existencia.
27 Sutra Dhammapadana, 80.
28 Cuerpo, sensaciones, voliciones, formaciones mentales y conciencia.
155
7
El camino del Bodhisattva
Ocurri una tarde de agosto. Nuestra casa est situada en las afueras de un
pueblo que sirve de dormitorio de la gran ciudad. Es un bello chalet de piedra y madera en el lindero de un pequeo bosque. Mis nias y yo decimos
que esta bella casa es un palacio encantado lleno de elfos y ngeles, y tambin de los animalillos del bosque (hormigas no faltan de vez en cuando en
la cocina, y es fcil observar las rojizas ardillas jugueteando por las ramas de
los arboles del jardn). En este bello palacio las nias son mis princesas preciosas y su cuarto es el saln del trono de ranas y sapos, ardillas y conejillos, y
tambin cucarachas y hormigas, a las cuales, no obstante, invitamos a salir en
cuanto vemos que se han colado.
Andrea y Paula se han ido con su padre a pasar el fin de semana a la playa.
Llevamos varios meses separados y parece que, a pesar de la tristeza inicial,
esto no ha afectado sensiblemente a las nias. Al quedarme sola, decid dedicar mi fin de semana a la meditacin, rechazando dos o tres invitaciones de
amigas, e incluso una de Jorge, antiguo amigo de la familia que se ha iniciado
en el zen y busca cortejarme al conocer que he quedado libre.
Inicio mi peregrinar en el silencio. Solo se escucha en la casa el crujido
de la madera de los pilares y las crujas del techo, y el ligero murmullo de las
hojas agitadas por la brisa. Sentada en el suelo en mi cojn transcurren las horas. Sentada, kinhin, sentada durante la tarde que avanza sin sentirla. Hay un
silencio especial, y mi tarde est en calma. Me concentro y hago presencia. El
Mu toma el relevo de forma intensa y mantengo la atencin, en medio del sabor salobre del esto, con una brisa caliente que penetra por las ventanas. Se
nota una tensin intensa en el silencio, cargado de energa, un tiempo donde
la concentracin da lugar a la sola presencia de esta existencia, expresada de
157
supiera que la tarea principal es la que haca todos los das y que estaba
transformando mi vida, y esta experiencia de iluminacin haba de integrarse tambin en la transformacin en la que estoy comprometida, y al final
incluso tambin habra de ser olvidada, lo que me resulto extrao y muy
sugerente al tiempo. Le dije que no se preocupara, que esta experiencia
me haba hecho vislumbrar algo tan inmenso, tan real, que me haba llenado de alegra pero tambin de profunda humildad ante la existencia, ante
la presencia completa que senta que sera y que ha sido siempre mi eterna
compaera, hasta el punto de que tras volver a m haba sentido la necesidad
de postrarme con la cabeza en el suelo, recordando la experiencia de Moises:
Desclzate, pues la tierra que pisas es sagrada. No lo es porque sea la casa
de un dios que no habita en m, sino porque yo soy divina, y este ser divina
me hace postrarme, pues toda la existencia se inclina a si misma en esta experiencia. El maestro, no obstante, se despidi dicindome una frase que
me resonaba: Lava tu cuenco. Por supuesto que lo har. Ahora s por mi
misma. Vivo abierta a los caminos que aparezcan, pero el miedo que era mi
eterno compaero desde la niez est dando paso a una alegra serena que
se incrusta en toda la existencia que vivo pero que ya no considero ma. Mi
vida seguir igual, con los mismos claroscuros, pero siempre, espero, estar
el encuentro que tuve en el lindero del bosque, o al menos lo que esto ha
significado como instrumento de transformacin en mi vida de cada da. S
que hasta esta misma experiencia ha de ser olvidada, como el maestro me
record ,pero para m, ahora que est todava palpitando en mi interior, es
una gran fuerza, un impulso en medio de tanta perdida y abandono, en este
caminar aparentemente a solas que he elegido.
Han pasado varias semanas. Estaba convencida de que tras mi experiencia
de luz todo sera mas fcil, que ya no habra dudas y que el camino sera recto,
pero de nuevo he experimentado la fragilidad de mi naturaleza. Sorprendindome cuando menos lo espero, de vez en cuando aparecen las pesadillas de
nuevo, y tambin me observo de nuevo enfurruada con manas y cabezoneras, si bien mi entrenamiento en el silencio me hace caer en la cuenta rpidamente de lo absurdo de mi proceder. Sin embargo, los claroscuros vuelven y
entiendo bien que la verdadera tarea es incorporar la experiencia en la vida,
realizar la transformacin necesaria para vivir desde el ser cambiante y fluido
que es realmente mi existencia. Ahora ms que nunca siento la necesidad de
mi prctica. Muchas veces en la mitad de la noche me despierto y me siento
en mi cojn en profundo silencio, en medio del sonido de los grillos, y con el
alzarse de la luna y las estrellas me siento, y all bebo de la fuente necesaria.
159
No hablo de mi proceso con nadie salvo con mi maestro, pues no hay nada
de que enorgullecerse y siento que si transmito lo que veo lo estropeo, y cualquier avance se queda estancado. Mi ser humano es tan ftil que siempre
habr de estar regateando con mi tendencia a que la loca de la casa tome
el mando, repartiendo cartelitos a diestro y siniestro.
Sin embargo algo esencial si ha cambiado. Soy ms profundamente sensible a lo que pasa. No puedo separar entre lo mo y lo de mi alrededor tan
fcilmente, y particularmente, por el tiempo que toca, en medio de esta crisis
interminable y terrible, y de este mundo que parece una vez ms que va a
deshacerse, siento el dolor de la gente muy cerca. No solo el dolor de las
personas que estn cerca y las veo, sino tambin otras penas, otras lagrimas
que estn lejos y que no veo, pero que siento de una forma que a mi me sorprende. A veces me despierto en medio de la noche sudando y llorando, sin
saber por qu. No es ya un problema de mi inestabilidad, sino la sensacin
de mis hermanos que lloran cerca y lejos y de los seres que me llaman y tiran
de mi. Tambin siento las risas, y siento el movimiento de las cosas, y hay momentos de gran gozo al ver los colores del otoo, o contemplar a los nios
jugando en el parque. Presiento que, sin pretenderlo ni buscarlo, he empezado el camino de la tercera estrofa de Dgen: ...el olvido de uno mismo lleva
a hacerse uno con todas las cosas...
He dado el salto desde simplemente ser coordinadora de programas asistenciales de la fundacin, metida en un despacho en medio de papeles, a involucrarme en algunos de esos programas en mi ciudad. Particularmente participo de un programa muy querido por mi, creando talleres de acogida para
los sin techo. Acudo una vez a la semana a uno de los turnos de noche (coincidiendo con una de las noches de custodia compartida de las nias con Daniel), y all reparto mi tiempo con la humanidad doliente que la tormenta econmica ha dejado tirada en los barrios de esta gran ciudad. Escucho atenta las
historias de tantos marginados. Me sorprende como pasamos con anteojeras
por las calles sin imaginar siquiera los dramas que se viven a nuestro lado ni
fijarnos en ellos. Es como si hubiera dos ciudades, una de da y otra de noche:
escucho a las mujeres de la noche, a la gente normal que antes tenan su casa
y su trabajo, y que ahora, tras perder quizs la casa y la familia, tras perder el
trabajo y refugiarse en el alcohol, han ido descendiendo por la escalera que
les lleva al infierno social. Escucho sus historias y siento que son mis historias.
Miro y cuido sus pies , enrojecidos y llenos de ampollas de los mil caminos
recorridos durante el da, mientras van de cola en cola de beneficencia, para
buscar la comida o un rincn donde dormir. Esos pies me duelen y me llaman.
160
Tambin me duelen y me llaman los sucesos del mundo, la evolucin poltica y social de mi sociedad y de otros pases cercanos y lejanos, envueltos
en guerras y en hambre, en miseria y corrupcin. Mi vida se ha llenado de
escenarios. All donde solo caba mi angustia reconcentrada en mi pequeo
problema, habitan hoy multitud de vidas y sucesos. Siento que sirve de muy
poco mi comprensin de la realidad si no se vuelve pragmtica. Es ms, ni
siquiera lo siento, simplemente hago en cada momento lo que hay que hacer,
al menos eso creo, pero incorporando en mi casa lo que ya no tiene fronteras
ni paredes. No soy salvadora de ningn mundo, como a veces de forma algo
cnica menciona mi ex. Pero si me siento formando parte, siendo en cada
instante lo que toca, adelantndome a esa transformacin que hace y har
de m diferentes realidades, y dejando de ser ese ser encojido y pequeo,
neurotizado consigo mismo y encerrado en su propia celda individual.
A veces tengo la tentacin de mirar hacia atrs, y veo mi vida anterior
como realmente otra vida, que ya ha muerto. Ahora vibro en esta realidad
presente, respiro profundamente con gozo y sufro tambin por motivos reales, el sufrimiento de todos los seres concretos con los que me encuentro da
a da. No concibo un proceso de avance propio sino es a travs del ejercicio
de este amor que surge de lo hondo, que me impide definitivamente estar
o sentirme sola, y que me hace cada da mas humilde y silenciosa, pero al
tiempo mas feliz y envuelta de vidas y seres. No s que ser de mi, pero por
primera vez ya no me importa, pues ahora s que este m, este yo, es un buen
instrumento que me permite organizar lo que debe ser hecho, pero que aspiro a abandonar cuando me toque vivir definitivamente en mi bosque encantado. Cuando por fin sea definitivamente llamada, y en esos raros momentos
de mi silencio en que entro all, intento llevar conmigo a Paula y Andrea. Me
gustara tambin llevar a Daniel, pero eso ya no es algo que est en mi mano,
pero tambin quiero llevar a los pies inflamados de la noche, a los nios con
mocos y hambre que lloran y a todos los que tras una crisis estn desesperados y no saben dnde ir. Esta es mi real sangha, siguiendo el trmino que se
recita en los centros de zen. No busco ninguna capillita en donde refugiarme.
Por fin entiendo que el nico lugar donde el cielo se realiza es aqu mismo,
y solo se realiza en la expresin del amor autntico, silencioso y actuante.
Cualquier otra teora o justificacin sobra. No siempre estoy llena de fuerza. A
veces tiemblo en mi debilidad, y tengo la tentacion de ir a acurrucarme en un
rincn. Necesito las caricias y los consuelos, soy vulnerable y con frecuencia
me siento dbil y limitada, pero esto tambin lo he aceptado, como parte
de este vivir que me toca. Pase lo que pase, cada da es un da bueno. Ahora
161
se que ya no soy mas esa Carmela que fue conocida por sus apariencias, sino
el misterioso ser amante que todo lo inunda. A veces lo olvido, pero cuando
lo recuerdo de nuevo, que maravilla es la existencia, y que interesante!. Me
levanto cada da con la ilusin del momento, pues cada momento es nuevo,
y vivo de nuevo la ocasin para comenzar, comenzar siempre, una y otra vez,
siendo cada vez la primera vez. Bienaventurados son todos los seres que
aqu habitan!
jeto mental especfico; en el Budismo Hinayana se aplica al pensamiento de trascendencia, mientras que en el budismo Mahayana
se aplica mas frecuentemente al pensamiento de Vaco; cuando la
mente ha sido entrenada de forma que puede alcanzar un estado
de perfecto vaco es cuando no quedan trazos de conciencia, incluso el sentido de vivir en inconsciencia se ha eliminado; en otras
palabras, cuando todas las formas de actividad mental se han
barrido del campo de la conciencia, dejando la mente como un
cielo vaco de todo resto de nubes, solo un ancho espacio de azul,
se dice que Dhyana ha llegado a su perfeccin. Esto puede ser
llamado xtasis o trance, o el primer Jhana. Pero esto no es Zen.
En el zen debe haber no solo Kensho, sino tambin Satori. Debe
haber la transformacin mental general que destruye la antigua
acumulacin de intelectualismo y establece las bases de una nueva forma de vivir. Debe suponer el despertar a un nuevo sentido
que revisar la forma antigua de comprender desde un ngulo de
visin que anteriormente no se haba soado siquiera. En Dhyana
no hay ninguna de estas cosas, ya que es meramente un ejercicio
de aquietar la mente30.
Por ello el Satori no debe ser perseguido como meta por el practicante y
al tiempo es el elemento distintivo y central en el Zen, ya que significa la
experiencia real, vital, de la nueva perspectiva que abre la conciencia a
una conciencia global. Tu esfuerzo en la prctica ir dirigido a descorrer
los velos que te impiden ver lo que est ya ah, pero no a buscar fuera pues
est dentro. Tampoco deben ir dirigidos a sustituir la experiencia mstica
de unin con Dios por la experiencia del Satori, como una experiencia
mstica de transcendencia. Pero al tiempo es la experiencia crucial que te
permitir la transformacin necesaria. Podrs dar vueltas y vueltas a las
palabras que te transmito, a la belleza de las teoras que estn detrs de los
maestros, pero nada cambiar realmente hasta que no lo experimentes por
ti mismo. Por ello el Buda, al final de su vida estimulaba a experimentar
por nosotros mismos: Tenis el Dharma con vosotros. No os quedis fijados
con mis palabras ni con mi mensaje. Experimentar por vosotros mismos.
La experiencia de Satori es la que te abrir a la comprensin de una
nueva forma de vivir. No es atravesar la puerta de una vez por todas, sino
30 D.T. Suzuki.- Una Introduccin al Budismo Zen.
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que luego han sido dejadas de lado, y que no han servido para transformar
a la persona, creando gran confusin y escndalo en otros. Otras veces es
el principio de la noche del espritu, como el caso que nos recuerda Jack
Kornfield:
Tras muchos aos en comunidades, tanto cristianas como budistas, fue en un largo retiro en solitario cuando sucedi lo indescriptible. Lo mas cercano a que puedo llegar son las palabras de San
Agustin: vi que Dios estaba mas cerca de mi que yo mismo. Dios
era un gran ocano y todo aquello que estaba acostumbrado a
experimentar como mi mismo era una delgada membrana insustancial, flotando en la superficie, que luego desapareca...
Cuando esta dicha y esta divina apertura, que se produjeron con
dicha realizacin, desaparecieron meses despus, ca en una profunda sequedad. Fue el principio de un periodo infernal. Tras una
gran debacle emocional, todo qued atrapado en la muerte, sin
sentimientos, sin sentido. Me haba ido del centro budista para
regresar a Ohio y poder estar cerca de mi hija, aceptando un trabajo de limpieza poco significativo. Mi cuerpo desarrollo asma
y urticaria. El dolor interior sin limite y la perdida me hicieron
entrar en la desesperacin, llevndome cerca del suicidio o la psicosis, aunque exteriormente todo pareciera normal. La oracin y
la meditacin se haban vuelto imposibles.
Tras meses de sufrimiento, finalmente me sent desbordado y me
tir al suelo del bao y le ped a Dios misericordia, puesto que no
poda seguir. En un instante el estado mental torturado desapareci como agua que saliera por el desage. Durante dos horas me
qued sentado ah en el suelo lleno de dicha, gozo y paz. Comprob que todas las dificultades eran obra de Dios y record mi
confianza en El y que dichas penas eran parte del camino...31.
La experiencia que te transforma ha de ser asentada y afincada, ha de suponer el principio o la continuacin del proceso vital que iniciaste cuando
31 Ver Kornfield, Jack, Despus del xtasis, la colada: Cmo crece la Sabidura del Corazn en la Va Espiritual (La Liebre de Marzo, 2001) pag. 147.
167
mentalistas, que todo lo saben ya, nada tienen que aprender y todo lo han
superado. Es impresionante la frase de Joshu, uno de los mayores sabios
y santos de la tradicin del Zen, cuando ya anciano deca: Ensearme un
nio para que pueda aprender de l. Por ello, cuando la transformacin se
alcanza, bien de forma progresiva, bien de forma brusca, queda una tarea
por hacer, convertir esa transformacin en accin para la experiencia de
Unidad. Es lo que bellamente al final del poema del boyero de Kakuan se
llama volver al mercado.
Emprendemos desde aqu el camino del Bodhissatva. Es un camino
concreto, afincado en una conciencia de unidad, de manifestacin tierna
y poderosa del amor, de forma pragmtica y operativa. Implica el compromiso total con todo lo que existe, con las contradicciones humanas,
con el sufrimiento de los que estn a ciegas o a oscuras, de los vulnerables, de los ms pobres y dbiles, de los que son explotados y padecen
a causa de otros hombres, y de todos aquellos que claman por ayuda. A
cada cual mirars con sabidura como si calzaras sus propios zapatos, y
buscars la forma de que crezcan contigo y contigo encuentren el camino
de la plenitud.
El camino del Bodhissatva es el camino del amor y la compasin basada en la unidad de todos los seres. El Bodhissatva es el arquetipo de la
compasin, del ser iluminado que decide estar en medio de todo pues no
concibe su salvacin sin la salvacin de todos los seres. Es el ideal del Budismo Mahayana. Su mensaje se resume en los cuatro votos que se recitan
en la mayor parte de los dojos budistas, despus de la recitacin del sutra
del corazn y tambin por la noche:
SHUJ MUHEN SEIGAN DO
Los seres vivientes son innumerables,
es mi deseo liberarlos a todos
BONN MUJIN SEIGAN DAN
Los pensamientos y sentimientos ilusorios son Ilimitados,
es mi deseo liberarme de todos
HMON MURY SEIGAN GAKU
Las puertas de acceso a la verdad son incontables,
es mi deseo pasarlas todas
BUTSUD MUJ SEI GAN J
El camino del Despertar no tiene igual,
es mi deseo alcanzarlo
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Anexo I
La teora de las Dos Verdades
y la prctica de la Unidad
La evolucin del dualismo
En los Upanishads y en el Vedanta se diferencia entre Brahman y Atman,
de naturaleza perfecta e inmutable, y Samsara como el mundo fenomnico imperfecto, sometido al sufrimiento que ha de ser evitado, superado y
transcendido. El destino del Atman, o parte pura, divina del alma humana, fondo perfecto del gnero humano, es unirse con Brahman, sobre la
base de la superacin del Samsara, para as entrar en el Nirvana o Tierra
pura. En los Upanishads se cita:
l no puede ser visto. Cuando respira toma el nombre de respiracin, cuando habla toma el nombre del hablar, cuando piensa,
toma el nombre de la mente. Estos son todos sus nombres y los de su
quehacer. Se encuentra aparte de todo lo que puede ser determinado
como esto o aquello. l es el nico Dios transcendente y el nico ser
transcendente. Se le reconoce cuando dirige la mente y el corazn.
Los que conocen esto son inmortales. No puede ser alcanzado por
las palabras o los pensamientos. Como puede ser comprendido el
que dice de si mismo soy el que soy?
El Buda no se pronuncia sobre los principios metafsicos. En sus dichos
no aparece el reconocimiento de la dualidad entre la vida o realidad esencial y la vida ordinaria en permanente cambio. A pesar de que era continuamente interrogado sobre ello, no se pronunci sobre las verdades
metafsicas pronunciadas en el Vedanta. Es lo que en la tradicin budista
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Lecturas recomendadas
Aitken, Robert.La mente de Trebol. Ed. Inglesa. North Point Press. San
Francisco 1984.
Arokiosamy, Arul M. Por qu Bodhidharma vino a occidente?. Zendo Betania 1998.
Brazier, David. Terapia Zen. Oberon. Madrid 2003.
Caplan, Mariana. A mitad del camino. Kairos. Barcelona. 2003.
Dahui y otros. La esencia del Zen. Selec. Thomas Cleary. Kairos. Barcelona 1990.
Deshimaru, Teisen. La practica del Zen. Kairos. Barcelona.
Dogen Zenji. Fukanzazenji (asequible en Internet).
Enomiya- Lsalle, Hugo. The Practice of Zen Meditation. The Acuarian
Press. San Francisco 1990.
Fiel, Emilio. El alma zen del koan. Mandala. Madrid 2008.
Harada, Sekkei. The essence of Zen.- Kodansha. New York 1998.
Hodge, Stephen. Zen de los maestros. EDAF. Madrid 2004.
Jger, Willigis. Sabidura Eterna. Verbo Divino. Navarra. 2010.
Kapleau, Philip. Los Tres Pilares del Zen. Gaia. Madrid 2005.
Kornfield, Jack. Despus del xtasis, la colada .- Liebre de Marzo, Barcelona, 2005.
Low, Albert. Introduccin a la prctica del Zen. Kairos, Barcelona.
Sakyong Mipham. Convertir la mente en nuestra aliada. Descle, Bilbao,
2003.
San Jos, Pedro. Charlas de un aprendiz de zen. Mandala. Madrid 2009.
Thich Nhat Hanh. Las Claves del Zen. Neo Person. Madrid. 1998.
Watts, Alan, ... Qu es la iluminacin. Kairos. Barcelona 1988.
Wilber, Ken. La conciencia sin fronteras.Kairos. Barcelona 2004.
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ndice
Prlogo.............................................................................................................. 3
Sumario. Desde las heridas al despertar............................................................. 5
Desde el individuo al despertar .................................................................... 7
Encuentro: El punto de partida del buscador espiritual................................... 11
Iniciacin. Aprendiendo a meditar.................................................................. 19
La postura corporal..................................................................................... 30
La postura mental....................................................................................... 35
La esencia de la prctica. Los tres requisitos................................................ 39
Desde el Zazen al Zen.La prctica de la vida cotidiana.................................... 43
La teora de las dos verdades....................................................................... 49
La vuelta a casa........................................................................................... 50
Falta algo?................................................................................................. 52
Zen en accin.............................................................................................. 56
Desde la atencin a la pregunta . ................................................................ 60
El conflicto y la noche...................................................................................... 67
Revisando las heridas.................................................................................. 72
Desde la neurosis a la persona..................................................................... 80
Nadar contra corriente................................................................................ 85
La soledad del contemplativo...................................................................... 87
Profundizando la prctica................................................................................ 91
La prctica diaria....................................................................................... 112
Zazenkai................................................................................................... 115
Teisho....................................................................................................... 116
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