El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia y está presente en toda la vida de fe, esperanza y caridad de los creyentes. El Espíritu Santo habita en las almas justas y puras, inspirando pensamientos y sentimientos conformes a Jesucristo y guiando al alma interior. Forma a los creyentes en las virtudes de Jesucristo y les ayuda a comprender la nobleza de estas aunque sean difíciles. El Espíritu Santo también actúa de manera especial en cada uno de los sacramentos y hab
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El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia y está presente en toda la vida de fe, esperanza y caridad de los creyentes. El Espíritu Santo habita en las almas justas y puras, inspirando pensamientos y sentimientos conformes a Jesucristo y guiando al alma interior. Forma a los creyentes en las virtudes de Jesucristo y les ayuda a comprender la nobleza de estas aunque sean difíciles. El Espíritu Santo también actúa de manera especial en cada uno de los sacramentos y hab
Descripción original:
Fe, esperanza y caridad guiado por el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia y está presente en toda la vida de fe, esperanza y caridad de los creyentes. El Espíritu Santo habita en las almas justas y puras, inspirando pensamientos y sentimientos conformes a Jesucristo y guiando al alma interior. Forma a los creyentes en las virtudes de Jesucristo y les ayuda a comprender la nobleza de estas aunque sean difíciles. El Espíritu Santo también actúa de manera especial en cada uno de los sacramentos y hab
El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia y está presente en toda la vida de fe, esperanza y caridad de los creyentes. El Espíritu Santo habita en las almas justas y puras, inspirando pensamientos y sentimientos conformes a Jesucristo y guiando al alma interior. Forma a los creyentes en las virtudes de Jesucristo y les ayuda a comprender la nobleza de estas aunque sean difíciles. El Espíritu Santo también actúa de manera especial en cada uno de los sacramentos y hab
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En toda nuestra vida de fe, esperanza y caridad, el
Espritu Santo est presente y acta. El Espritu
Santo es el alma de la Iglesia. Si el Espritu es el principio de nuestra vida, que lo sea tambin de nuestra conducta. (Gal V,25). El E. S. es el principio de nuestra santidad. Nuestra vida interior es unin a travs de la obediencia al E. S., l fecunda en nosotros las gracias que Jesucristo nos ha dejado porque habita y trabaja en nosotros. El alma justa es templo y morada del Espritu Santo y cuanto ms pura de obstculos est el alma y mayor lugar le deje, ms y mejor podr actuar. No puede habitar donde hay pecado ya que el pecado nos paraliza y nuestra cooperacin a su accin es siempre necesaria. El Espritu Santo es una llama que siempre va subiendo y quiere hacernos subir consigo. La pureza resulta necesaria para que el Espritu Santo habite en nosotros. El E. S. nos inspira pensamientos y sentimientos conformes con los de Jesucristo. Est en nosotros personalmente, mueve nuestros afectos, renueva nuestra alma, hace que Nuestro Seor acuda a nuestro pensamiento. El mismo Espritu Santo gua al alma interior y pura, siendo su maestro y director. Aunque, desgraciadamente, solicita con frecuencia nuestro consentimiento a sus inspiraciones y nosotros no lo queremos, est en nuestro interior y no lo conocemos. 2) De igual modo est en el alma que ora (Rom VII,26). l ha levantado a nuestra alma a la unin con Nuestro Seor, es tambin el sacerdote que ofrece a Dios Padre el sacrificio de nuestros pensamientos y de nuestras alabanzas. l presenta a Dios nuestras necesidades, flaquezas, miserias, y esta oracin, que es la de Jess en nosotros unida a la nuestra, la vuelve omnipotente. Somos verdaderos templos del Espritu Santo pero como un templo no es ms que una casa de oracin, debemos orar incesantemente. Nos podrn dar mtodos de oracin, pero slo el Espritu Santo nos dar la uncin y la felicidad propias de la oracin. Debemos por tanto orar con l. 3) El Espritu Santo tambin nos forma en las virtudes de Jesucristo, comunicndonos para ello la inteligencia de las
mismas. Es una gracia la de comprender las virtudes de
Jess, pues tienen como dos caras. La una repele y escandaliza; es lo que tienen ellas de crucifcante, es normal que el mundo, desde el punto de vista natural no las quiera, aunque tambin virtudes mas atrayentes, como la humildad y la dulzura, son por naturaleza muy duras cuando se llevan a la practica. No es fcil que continuemos siendo mansos cuando nos insultan por ello tampoco son atrayentes para el mundo. Pero ah est el Espritu Santo para descubrirnos la otra cara de las virtudes de Jess, cuya gracia, suavidad y uncin nos hacen abrir la corteza amarga de las virtudes para dar con la dulzura de la miel y aun con la gloria ms pura. Queda uno asombrado entonces ante lo dulce que es la cruz. A consecuencia del pecado las virtudes resultan difciles para nosotros; sentimos aversin a ellas por cuanto son humillantes y crucificantes. Ms el Espritu Santo nos hacer ver que Jesucristo les ha comunicado nobleza y gloria, practicndolas l primero. Ms no hay nadie fuera del Espritu Santo que nos haga comprender esto. A este conocer ntimo y sobrenatural aade el Espritu Santo una aptitud especial para practicarlas. Desde Pentecosts se cierne sobre la Iglesia y habita en cada uno de nosotros para ensearnos a orar, para formarnos segn Jesucristo y hacernos en todo semejantes a l, con objeto de que as podamos estar un da unidos con l sin velos en la gloria. San Pedro Julin Eymard. Tambin acta de un modo especial en cada uno de los sacramentos ya que su accin es imprescindible en cada uno de ellos. Si Cristo es la cabeza de la Iglesia, el Espritu Santo es su alma. Len XIII. Despus de Pentecosts, el grupo que da origen a la Iglesia cambia profundamente: de un grupo cerrado y esttico de unos 120 personas se transforma en un grupo abierto y dinmico al que, despus del discurso de Pedro, se unieron unas tres mil almas (Hch 2, 41). La verdadera novedad no es el crecimiento numrico sino la presencia del Espritu Santo. Para que exista la comunidad cristiana no basta un grupo de personas. La Iglesia nace del Espritu del Seor. Este nacimiento en el Espritu, que tuvo
lugar para toda la Iglesia en Pentecosts, se renueva para
cada creyente en el bautismo, cuando somos sumergidos en un solo Espritu, para ser injertados en un solo cuerpo. La presencia del Espritu Santo en la Iglesia hace que ella, aunque est marcada por el pecado de sus miembros, se preserve de l, de modo que la santidad no slo substituye al pecado, sino que lo supera. El Espritu Santo habita en la Iglesia, no como un husped extrao, sino como el alma que transforma a la comunidad.